Demencia y cordura en los sentimientos de Hamlet

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Demencia y
cordura en los
sentimientos de
Hamlet.
LUCAS DE LORENZO FERNÁNDEZ
31 MAYO 2015
ENSAYO SOBRE HAMLET | LITERATURA NS | 1º BI | IES ROSA CHACEL
Demencia y cordura en los sentimientos de Hamlet
La autenticidad de la locura de Hamlet, así como la naturaleza de esta, Shakespeare las plantea
de un modo algo dudoso, tanto para el lector como para algunos personajes. Dado el carácter
apasionado de Hamlet, y el conflicto patente entre sus sentimientos y su moral, pretendemos
estudiar en qué medida y de qué manera afectan los sentimientos que desarrolla el personaje a
su locura, a lo largo de la trama.
Hamlet alberga en su interior numerosos sentimientos y pasiones que luchan entre sí para guiar
los actos del personaje. De esta manera, Hamlet se deja llevar por el dolor (tras la muerte de su
padre) y la frustración (a causa del matrimonio de su madre) y ambos sentimientos lo conducen
al deseo de venganza que sostendrá en el desarrollo argumental de la obra. Acompañan a este
deseo, su amor por Ofelia, el desprecio a Polonio, Rosencrantz y Guildenstern; el sentido del
honor y la moral, y el afecto por Horacio. Algunos de estos sentimientos acercarán y otros alejarán
a Hamlet a cruzar la delgada línea que separa demencia y cordura.
Uno de los sentimientos más fuertes y relevantes que experimenta Hamlet es el amor por su
madre, la reina Gertrudis. Amor que se manifiesta continuamente en la obra: cuando conversa
con ella antes de partir hacia Inglaterra o cuando muere y Hamlet se siente desolado. Hamlet
tiene, además, un importante conflicto con su madre: no muestra una postura clara respecto a la
culpabilidad de la reina en el asesinato de su padre. Aunque él llega a acusar a su madre de ser
cómplice en dicho asesinato, poco antes de matar a Polonio, no vuelve a mencionar el asunto en
el resto de la obra ni tampoco el espectro la acusará de matar al rey. Ni Hamlet piensa matarla
cuando la visita, solo menciona que prefiere utilizar “palabras como puñales” y serena su sed de
venganza. Así, Hamlet se siente traicionado por su madre tras su apresurado matrimonio, postura
que diverge del amor materno-filial que le profesa. Este conflicto desempeñará un papel muy
importante en la obra y será uno de los principales quebraderos de cabeza del protagonista, que
no mantiene una posición clara al respecto. Por otra parte, algunos estudios destacan la
importancia para Hamlet del incesto que lleva a cabo su madre, lo consideran incluso el
desencadenante de la venganza debido a las numerosas referencias a este en las intervenciones
del protagonista, al que los psicoanalistas atribuyen el complejo de Edipo (Wechsler, 1999). Esta
mezcla de sensaciones que experimenta Hamlet podría ser clave para acentuar esa locura fingida
que deviene verdadera. Además, la escena de la obra donde más se acerca Hamlet a la locura
real podríamos considerar que es esa visita a su madre: allí enuncia una sucesión de frases
incoherentes y exageradas, mata a Polonio con una sorprendente sangre fría, violencia y falta de
remordimientos y contempla la aparición de un espectro de su padre, que su madre, presente
durante toda la escena, ni ve ni oye.
A este conflicto sentimental lo acompaña el de su amor por Ofelia. Al inicio de la lectura podemos
advertir el profundo amor que comparten los dos jóvenes a través del relato que brinda Ofelia a
Laertes y Polonio -hermano y padre, respectivamente- que pretenden alejarla del Príncipe.
Hamlet, por su parte, desde que decide emprender la afanosa empresa de vengar a su padre, no
muestra, en sus conversaciones con su amada, ningún signo de ese amor. De esta manera,
antepone sus deseos de venganza al bienestar de Ofelia se muestra extremada e, incluso,
innecesariamente, cruel con ella, le llega a decir que nunca la había amado y que se encierre en
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un convento para “no parir los hombres del pecado” (Acto III, escena I). Si bien es cierto que
necesita dar credibilidad a su locura, y sospecha que está siendo observado, podría haberse
comportado de mil maneras diferentes antes de martirizar de tal manera a Ofelia y seguir
manteniendo su papel. Aunque suaviza su tono en su siguiente conversación, durante la
representación teatral, ocasiona un sufrimiento inútil a la inocente Ofelia. Así, Hamlet
experimenta dos conflictos emocionales en relación a Ofelia: por un lado, parece rectificar en su
trato hacia ella, lo que nos podría indicar que le duele sacrificar su amor por alcanzar la ansiada
venganza; y por otro, se siente sumamente afligido y culpable tras su muerte. Estas dos fuentes
de sentimientos, a veces contradictorios, podrían también alejar a Hamlet de la cordura: lo cierto
es que otra de las escenas en las que el príncipe Hamlet parece auténticamente un demente es
esa primera conversación con Ofelia.
El último de los grandes conflictos que padece Hamlet es quizás el más importante dentro de la
obra, de hecho, se extiende y pospone su conclusión de manera significativa, además de ser el
tema de varios soliloquios. Se trata de la lucha interna entre la sed de venganza, por un lado, y,
el honor y la duda, por otro. Precisamente, el pilar principal de la trama de Hamlet es la venganza,
de tal manera que la obra comienza con la muerte del rey Hamlet- padre del protagonista- y
concluye cuando el príncipe la consuma. No obstante, Hamlet, a pesar de conocer por el espectro
la autoría del asesinato de su padre, necesita confirmar la veracidad de los hechos antes de
actuar,por lo que, hasta la representación, en la que queda patente la culpabilidad de Claudio,
Hamlet no toma represalias contra él. Incluso cuando ya es plenamente consciente de la
culpabilidad del nuevo Rey, opta por posponer su muerte al estar Claudio rezando: alega que no
quiere concederle un lugar en el cielo, pero bien podría ser una excusa que le permita posponer
aún más el crimen. En este asunto pugnan la moral y la honra de las que deriva la duda- propias
de un príncipe, contra la pasional sed de venganza, causada por el dolor por la muerte de su
amado padre y la rabia por el matrimonio de su madre. Aunque este conflicto puede alterar
ligeramente el juicio del Príncipe, de ninguna manera lo podemos estimar relevante, más bien
podríamos considerarlo una causa adyacente.
Frente a estas tres fuentes de conflicto sentimental (la venganza, la madre, la amada) que acercan
al protagonista a la locura, se encuentran otras que, aunque menos relevantes en la obra, ayudan
a Hamlet a mantenerse cuerdo en los emocionalmente difíciles momentos que atraviesa que
enriquecen enormemente el drama.
La primera de ellas es la amistad de Horacio: el leal camarada de Hamlet le sirve a su vez de
cimiento emocional, consejero y confesor. Al ser de los pocos personajes que conocen los
verdaderos planes del príncipe comparte con él momentos de sorprendente cordura y serenidad.
Este desahogo, seguro, merma la vehemencia con la que Hamlet se entrega a su papel de loco,
además de mostrar al lector las numerosas deliberaciones existenciales del protagonista, que
enriquecen enormemente la obra.
A la amistad de Horacio se unen las conversaciones que, con un cierto cariz cómico, mantiene el
protagonista con Rosencrantz, Guildenstern y Polonio. Estas conversaciones como en la que
Hamlet ridiculiza a Polonio llamándolo pescadero, o cuando llama esponja a Rosencrantz y
Guildenstern le permiten dar rienda suelta a su ingenio y aparentar ante el lector que no está
verdaderamente loco. Además, nos muestra el lado más amable de su locura fingida en
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momentos como al hablar con Polonio de las nubes. En estas ocasiones parece sentirse aliviado
de sus pesares y llegar a divertirse, algo que le ayudará a evitar una continua actuación trágica
que lo llevará a la locura.
Por tanto, aunque no podemos confirmar si Hamlet está cuerdo o loco, sí podemos juzgar qué
sentimientos pesan más sobre su cordura. De tal manera diremos que, por un lado, su amor y el
sentimiento de traición de su madre junto al amor por Ofelia -sentimientos unidos al menos
notable deseo de venganza (enfrentada a la moral y el honor)- encaminan a Hamlet por la senda
de la demencia; mientras que, por otro lado, la esencial amistad de Horacio, acompañada por las
cómicas y “surrealistas” conversaciones con Rosencratz, Guildenstern y Polonio lo inclinan hacia
la sensatez y el buen juicio.
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Bibliografía
Wechsler, E. (1999). “Psicoanálisis en la tragedia”. Revista de Psicoanálisis, 31, 211-22
Sakespeare, W. (2005). Hamlet. Madrid: Cátedra.
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