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Debate
El debate sobre la participación
no hegemónica de campesinos y obreros
rurales en los conflictos agrarios contemporáneos
Reseña de Patrones en la ruta, de Eduardo
Sartelli (Dir.), Ediciones ryr, Buenos Aires, 2008
Juan Manuel Villulla
Patrones en la ruta supera ampliamente el análisis del conflicto por
las retenciones en 2008. Es un texto ineludible para quienes estén interesados en el debate político y científico sobre la naturaleza del agro
actual, así como sus implicancias para una táctica y una estrategia
transformadora de nuestra realidad.
Desde la aparición de Tierra y clase obrera de Ismael Viñas (1973),
no llegaba al público una obra que intentara demostrar de forma tan
completa y sistemática la ausencia de singularidades en el desarrollo
del capitalismo agrario local, a lo que los autores agregaron el duro
desafío de sostener la absoluta inexistencia de campesinos, pequeñoburgueses, capas medias y terratenientes en el campo. Es allí, justamente en su núcleo duro, en que el texto parece negarse a sí mismo:
mientras describe detalladamente los fenómenos que expresan las contradicciones del desarrollo capitalista en el agro y la complejidad de su
estructura de clases, considera a los mismos como una prueba de lo
contrario.
En el plano teórico, la obra incluye un resumen muy didáctico de
los principales problemas que han hecho a la cuestión agraria bajo el
capitalismo. También una explicación muy clara y exacta –cualidades
que no suelen encontrarse juntas- sobre la teoría marxista de la renta
(p. 21). Sin embargo, postula una serie de ideas poco defendibles: la
identidad de las clases sociales en el campo y la ciudad (p. 24); su mera
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división entre quienes son propietarios y quienes no lo son, siendo éstos
burgueses y proletarios respectivamente (p. 14); y la inexistencia, por
tanto, de terratenientes y campesinos, ambos subsumidos por alguna
de aquellas dos categorías (p. 25, 27 y 33). Llegar a estas afirmaciones
requirió hacer desaparecer a la pequeño burguesía agraria,1 y corregir
al propio Marx, quien sí distinguió claramente la naturaleza distinta
de la burguesía y de los terratenientes. Así se comienza por descartar lo
que las cosas tienen de específico, para “identificarlas” por lo que tienen de común con otras. Lo cual termina confundiendo actores bajo
una misma categoría, en vez de distinguirlos por su naturaleza particular, ayudándonos a prever y explicar su comportamiento singular.
Luego, se intenta encontrar y poner en movimiento a lo largo de la
historia y la actualidad agraria local, el sistema teórico de contradicciones construido al principio. Para esto se reinterpreta el significado de
las luchas agrarias del siglo XX, para demostrar el carácter burgués y
retrógrado de quienes se autodenominan “chacareros” o campesinos.
Se identifica la protesta chacarera de 1912 -el “Grito de Alcorta”- con
una “típica contradicción entre terratenientes y burgueses agrarios” (p.69).
El apoyo de FAA a la represión de braceros en 1928, y su presencia con
la Sociedad Rural en un acto, confirmarían el carácter reaccionario de
la entidad (pp. 82-83). Sin embargo, nuevamente la obra se niega a sí
misma. Con este mismo criterio, que ve en un hecho la prueba final
del carácter reaccionario de una clase tan volátil como la pequeño burguesía, podríamos tomar toda otra serie de acontecimientos no analizados en el texto para probar lo contrario: la alianza obrero-chacarera
de 1921-22; el apoyo chacarero a FATRE (obreros rurales) defendiendo
la bolsa de trabajo en 1964-65; la alianza con la CGT por la reforma
agraria durante esos años; la presencia de la FAA junto al MTA de
la CGT, la CTA, la FUA y la CCC en las Marchas Federales contra el menemismo; el paro agrario de 1994; el Congreso por la Tierra
de 2004; o el reciente corte de calle del 97º Congreso de Federación
Agraria en Rosario, el 25 de agosto de 2009, en solidaridad con los
obreros de Kraft-Terrabusi cuando éstos sufrían la represión kirchnerista. La historia escapa hábilmente, entonces, a la ansiedad por
En el esquema propuesto, la pequeño burguesía dejaría de ser una clase social, para
ser sólo un “lugar” de pasaje hacia el proletariado o hacia la burguesía, de donde quienes son la capa superior serían ya burgueses, y quienes componen las capas inferiores
serían ya proletarios (p.27). Respecto al campesinado, tampoco existirían bajo el capitalismo en tanto “buena parte de lo que se considera pequeña explotación o ‘campesino’
no es, en la práctica, más que proletariado.” (p.33).
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“concluir” final y fatalmente, a partir de hechos recortados, el carácter
reaccionario o progresista de la pequeña burguesía agraria y las capas
más débiles de la burguesía rural. Nos parece más sensato valorarlas
como clases y capas sociales inestables, diferenciadas claramente de los
grandes terratenientes, que dependiendo de las circunstancias concretas pueden alinearse más cerca de algún sector de las clases dominantes, como de los obreros y el pueblo.
Por si quedara alguna posibilidad de ello en el presente, el texto
desarrolla una excelente descripción de ciertos cambios técnicos, productivos y sociales acaecidos en la pampa húmeda los últimos años,
que demostrarían que la pequeño burguesía agraria en realidad ha
desaparecido por completo, fruto de las tendencias a la concentración,
propietarización, y la tercerización de labores (p. 86-87). Coincidimos
en valorar la existencia de una fuerte tendencia en ese sentido, pero no
en que ella haya llegado a su destino final. Aunque ciertamente, una
de las principales virtudes de los estudios para comprobar aquello, es
la de hacer justicia respecto al rol fundamental que le cabe a los obreros rurales en la producción agrícola pampeana contemporánea (pp.
92-95). Incluyen también una aproximación a sus condiciones de trabajo, lo cual constituye un gran aporte a un tópico invisibilizado del
mundo agrario, por lo que le damos la bienvenida y nos identificamos
con el intento.
Insistimos: existen pocas descripciones tan minuciosas sobre estos
procesos. A nuestro entender, el problema está en su interpretación
teórico-política. Los esfuerzos microscópicos por demostrar el carácter
burgués de gran parte del campesinado y la pequeña burguesía agraria, son válidos y hasta aportan a calibrar con exactitud su verdadero
carácter de clase respecto a la organización social del trabajo. Pero ese
carácter no los convierte automáticamente en parte de las clases dominantes (p. 14), sino en sectores subalternos de la vasta fauna de clases
explotadoras de trabajo asalariado en nuestro país. Detectar esta contradicción en el terreno inmenso de la burguesía local, y hacerla jugar a
favor de los intereses de la clase obrera y el pueblo, aporta a restar apoyos a los sectores que verdaderamente concentran lo decisivo del poder.
Por momentos, el texto se aproxima a distinguir los matices y las
contradicciones en al terreno de la burguesía (pp. 102-103; 132-138).
Pero es entonces cuando chocamos contra la última barricada del
esquema teórico que condiciona la valoración política de los fenómenos estudiados. Expuestos los procesos de concentración en el agro,
que algunos valoramos negativamente, los autores los justiprecian positivamente como parte del desarrollo del capitalismo, que al crear las
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condiciones materiales de expropiación de la pequeña propiedad privada, conducirían al socialismo. Por eso no ocultan su admiración por
la superioridad de mega empresas agropecuarias. Implícitamente, ven
en ellas agentes del socialismo, en tanto aceleran el desarrollo del capitalismo hasta sus últimas consecuencias, como si éste tuviese un final
fruto de una sucesión evolutiva de acontecimientos económicos. Como
los pequeños y medianos productores pretenden impedir ese desarrollo
en función de su supervivencia ineficiente, se transforman en agentes
que retardarían la llegada del socialismo, por lo que deben ser eliminados del mapa (p. 260). Es llamativo este “apoyo” al desarrollo pleno del
capitalismo, y la condena respecto a quienes luchan contra él, en contradicción con las recomendaciones de Engels que los autores reproducen como anexo (“El problema campesino en Francia y Alemania”, pp.
311-330).2 Estos planteos nos permitirían suponer un apoyo implícito
pero contundente a la política kirchnerista, incluidas las retenciones
móviles, ya que se trataría de “un verdadero programa burgués de concentración de la producción” (p. 259) que como tal, limpiaría el campo
de enemigos y crearía condiciones materiales para la instauración del
socialismo.
El capítulo IV cubre específicamente el conflicto por las retenciones
móviles en 2008. Se trata de la reconstrucción más exhaustiva que se
ha publicado sobre los hechos que conmovieron al país entre el 11 de
marzo y el 17 de julio de 2008. Este es el elemento que se lleva todo
nuestro respeto por el arduo trabajo realizado, y por la utilidad que esto
reporta para el análisis actual y futuro del conflicto en cuestión. Sin
embargo, parecen haberse excluido de la historia los acontecimientos,
“Y nosotros estamos resueltamente de parte del pequeño campesino; haremos todo
cuanto sea admisible para hacer más llevadera su suerte, para hacerle más fácil el
paso al régimen cooperativo, caso de que se decida él, e incluso para facilitarle un
plazo más largo para que lo piense él en su parcela, si no se decide todavía a tomar
todavía esa determinación. Y lo haremos así no sólo porque consideramos al pequeño
campesino que trabaja su tierra como alguien que virtualmente nos pertenece, sino
además por un interés directo del partido. Cuanto mayor sea el número de campesinos a quienes ahorremos su caída efectiva en el proletariado, a quienes podamos
ganar ya para nosotros como campesinos, más rápido y fácilmente se llevará a cabo la
transformación social. No está en nuestro interés el tener que esperar, para esa transformación, a que se desarrolle en todas partes, hasta sus últimas consecuencias, la
producción capitalista, a que hayan caído víctimas de la gran explotación capitalista
hasta el último pequeño artesano y el último pequeño campesino.” Federico Engels:
“El problema campesino en Francia y Alemania. (1894)”, reproducido en Patrones…,
pp. 325-326.
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personajes, programas, alianzas de clases y medidas de lucha que cuestionaron con su mera existencia la postura política y teórica que guió
la obra: esto es, la idea de un enfrentamiento sólo entre dos bloques
burgueses, en el que los sectores populares del campo o la ciudad no
veían afectados sus intereses. Y dentro de esa división ajena a la complejidad de la contienda, otra nueva simplificación: los bloques burgueses enfrentados consistirían en una “alianza agraria” -un bloque
objetivo y homogéneo de propietarios, explotadores y rentistas agropecuarios- y una “alianza industrial” encabezada por el kirchnerismo
(p. 223). Este esquema desconoce la complejidad del conflicto aún en
la cúpula de las clases dominantes, ya que muchos componentes de la
alianza supuestamente “industrialista” de los Kirchner, son parte de
los propietarios de tierras más destacados de nuestros días: Elztain,
Eurnekián, Werthein, y Grobocopatel –luego distanciado- entre otros.
De ahí el motivo –ahora sí- del programa “concentrador” en el agro.
Pero no sólo por “industrial”, sino por burgués-terrateniente.
Respecto a la posibilidad de la participación popular en el frente
agrario, la exclusión más seria que presenta la crónica –aún estando
presente en las fuentes que los autores relevaron- es el del corte del
túnel subfluvial en Paraná, Entre Ríos; de su máximo referente, Juan
Echeverría; y de la multisectorial que se formó alrededor del corte.3
Ya el 24 de marzo, este piquete enfrentó y derrotó la represión de la
Gendarmería.4 También lo hizo el 14 de junio, ante la represión más
El programa de la multisectorial de Paraná proponía: retrotraer las medidas al 10
de marzo; implementación de políticas agrarias que defiendan la producción de las
economías regionales; retenciones segmentadas; no a la extranjerización de la tierra;
política de arraigo sostenido; nacionalización de los hidrocarburos; mayor coparticipación federal, para empleo, salarios, educación y salud; control de la comercialización agropecuaria para garantizar precios a productores directos y consumidores; y
la diversificación de la producción por la soberanía alimentaria. Formaban parte de
la multisectorial, entre otros, la FAA; la Asociación de Productores del Centro-Norte
de Entre Ríos; el gremio docente provincial; centros de estudiantes universitarios;
la Comisión Interna del Hospital Provincial San Martín; Centro de Almaceneros
Minoristas y Afines; Federación Entrerriana de Automotores de Carga; la Junta
Americana por los Pueblos Libres; la CCC; la CEPA; y el Foro Artiguista de Entre
Ríos.
4
“Echeverría […] le apuntó al supuesto progresismo del matrimonio presidencial. ‘En
el Día de la Memoria [24 de marzo], los grandes progres K, que siguen aplicando el
mismo programa de (José Alfredo) Martínez de Hoz, reprimen a los productores.
Quieren hacer desaparecer no sólo a los productores -como ha pasado en décadas
anteriores- sino también a los acopiadores, a los proveedores de insumos y a los pueblos
del interior’, […] ‘Nos tiraron los perros, con gases y balas de goma, nos rompieron la
3
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audaz del gobierno, cuya importancia el libro subestima, aún siendo
una bisagra en el conflicto.5 Hasta la imposición mediática de De
Angeli, que contribuyó a ocultar el contenido superador del corte en
Paraná, éste era uno de los epicentros de la protesta. Desde el punto de
vista de los monopolios mediáticos (Clarín, etc.) que cubrieron y amplificaron el efecto de la lucha, las declaraciones que surgían de ese corte
atentaban contra el esquema dicotómico que ellos proponían: “campo
vs. gobierno”. Patrones en la ruta cae en la trampa de ese sesgo cuando excluye de sus consideraciones discursos como los que pronunciaba
Echeverría contra la concentración y los “grandes” del campo.6
Otros episodios de singular importancia fueron los que involucraron a los campesinos pobres del NEA y del NOA en apoyo a la lucha
agraria o también en apoyo al gobierno, según el caso. No desconocemos que para los autores los campesinos “no existen”, sino que son
obreros. Pero en ese caso las conclusiones serían aún más radicales: el
ropa’, […] ‘Los agrarios nos quedamos en las rutas hasta que el Gobierno de marcha
atrás con el último aumento de retenciones’.” El Diario (Paraná): “Pese a la represión,
el campo sigue firme con su protesta”, 25/03/08.
5
“Luego de tres horas de tensión y algunos forcejeos, la Gendarmería se alejó ayer
de las inmediaciones del Túnel Subfluvial ante el avance de una multitud compuesta por vecinos que llegaron desde diferentes barrios de Paraná. […] La multitud,
estimada en 10 mil personas, caminó en dirección al viaducto y llegó a ocupar los
seis carriles destinados al paso de vehículos. La columna se extendió a lo largo de
un kilómetro […] La piedra del escándalo fue la detención en Gualeguaychú de
Alfredo De Angelis. La noticia se conoció mientras los productores realizaban una
asamblea.” Clarín: “En el Túnel Subfluvial echaron a la Gendarmería”, 15/06/08 [el
resaltado es del original].
6
“Nosotros, los pequeños y medianos productores, los que hacemos el litro de leche,
los que hacemos el kilo de carne, los que hacemos la naranja, el algodón, el arroz,
somos los que hacemos la soberanía alimentaria de la Argentina. Eso es democracia.
Soberanía alimentaria con presencia de productores en el campo. No con 4.000 que
ella misma [Cristina Kirchner] dijo, capaz que sean menos, que hacen el 60% de la
soja, con una extracción mineral y financiera del recurso de nuestros suelos, y no
como los pequeños y medianos productores hacemos: suelo, para nuestra generación,
y para tres o cuatro generaciones más.” Discurso de Juan Echeverría en la Asamblea
de Gualeguaychú del 2 de abril de 2008, http://www.youtube.com/watch?v=8TQB
GRlqvRk&feature=related
“Echeverría reclamó además que sean los grandes productores de soja, ‘los 4.000 que
hacen el 60% de la soja’, quienes paguen mayores tributos. ‘Cobrales a ellos Cristina,
y dejanos laburar (trabajar) a nosotros’, pidió.” BBC Mundo, http://news.bbc.co.uk/
hi/spanish/latin_america/newsid_7327000/7327677.stm. Reproducido también en El
Litoral, 5/04/08.
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estudio habría desconocido así una de las principales y masivas formas
de participación del proletariado rural.
En definitiva, el problema que nos plantea esta realidad se concentra en detectar e interpretar la participación obrera y campesina en
la conflictividad agraria contemporánea, en circunstancias en que no
han logrado ser aún las fuerzas hegemónicas, motrices ni directrices,
de las últimas luchas en cuestión. Esto no sólo ha contribuido a invisibilizar su participación, sino que la ha consolidado efectivamente en
la marginalidad, aún cuando sus intereses se vieran afectados directa o
indirectamente por la lucha entre distintos sectores de terratenientes y
de la burguesía. Pero cuidado: que esto no nos haga negar su involucramiento, porque éste existe, avanza, y necesita de una orientación política que contribuya a su independencia de clase, y a la unidad con el resto del campo popular. La reciente creación de la Federación Nacional
Campesina de Argentina, en Chaco, no puede ser desligada de las
luchas campesinas contra la concentración latifundista a lo largo de
la década que termina; ni tampoco del profundo sacudón que implicó
subjetivamente en todo el agro el conflicto contra las retenciones. Más
allá de la valoración que nos merezca la orientación gremial y política
de su conducción, el gremio de obreros rurales es el más numeroso de
la Argentina. Sus bases apoyaron mayoritariamente la lucha contra la
política agraria kirchnerista, y su dirigencia fue virando de la neutralidad a la oposición franca. Trabajadores independientes también apoyaron en distinto grado y medida la lucha de 2008. Patrones en la ruta
es un texto que obliga al debate sobre estas cuestiones, y pone sobre la
mesa las cosas por su nombre. Es eso lo que lo convierte en un punto
de referencia necesario para la polémica. Sin embargo, más allá de los
argumentos que llevan a ellas, a la hora de pasar en limpio las posiciones políticas que expone -contra los pequeños y medianos productores; contra la reforma agraria; negación del campesinado; negación de
la existencia de conflictos por la tierra; relativización del papel de los
obreros en la protesta; valoración positiva de la concentración; coqueteo con el kirchnerismo- el trabajo corre el riesgo de quedar a contramano de un movimiento agrario en gestación mucho más profundo de
lo que hemos experimentado hasta ahora en nuestro país.
Recibido: 15-02-2010 - Aceptado: 02-04-2010
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