De la injusticia a la justicia Revisión conceptual desde la

Anuncio
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
De la injusticia a la justicia Revisión conceptual desde la neuroantropología Axel P. Retana-­‐Salazar1 Recibido el 26 de marzo de 2012
Aprobado el 27 de mayo de 2012
Programa Universitario de Biología Aplicada (PUA), Centro de Investigación en
Estructuras Microscópicas (CIEMIC), Ciudad de la Investigación, Universidad de
Costa Rica 2060.
Resumen. El
texto aborda el tema de la injusticia y la percepción de la
desigualdad social sobre todo en grupos sociales de mamíferos. Se hace
referencia en especial a los casos de
los primates no humanos,
entre ellos
chimpancés y monos carablanca, y se incluyen los estudios en perros, que ha
demostrado una clara tendencia a la susceptibilidad social en la desigualdad. Se
presentan datos obtenidos acerca de la percepción de la desigualdad, como los
estudios en la neurología de la moral y las investigaciones que relacionan
algunos
genes
con
comportamientos
considerados
como
rasgos
de
lo
protomoral. Muchos nuevos hallazgos indican que hay factores biológicos
interactuando con los factores culturales para permitir un mejor desarrollo de
1
Doctorado en Ciencias por la Universidad de Costa Rica. Profesor de la
Universidad de Costa Rica. Especialista en taxonomía y filogenia. Ha publicado
cerca de 80 artículos científicos además de 2 libros y obras divulgativas. En el
2006 empieza sus estudios explorando la posibilidad desde la biología
antropológica teórica de hallar patrones sociales que indiquen el surgimiento del
Derecho en los sistemas sociales.
31
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
las sociedades. Sin embargo, es fundamental que haya claridad acerca de la
relación cultura-neurología,
y que la interacción entre ambas no detalle el
dominio de una de ellas sobre la otra. La intención después de esta revisión
conceptual que podría conducir a la posibilidad de explicar la existencia del
Derecho sensu lato como una característica de la evolución social del humano,
es buscar la interacción equilibrada entre los subgrupos de un grupo y las
regulaciones de la jerarquía.
Palabras
clave.
Derecho,
moral,
neuroantropología,
justicia,
injusticia,
desigualdad
Abstract. This text approaches the subject of injustice and perceived social
inequality especially in social groups of mammals. It refers in particular to cases
of
non-human
primates
including
chimpanzees
and
capuchin
monkeys.
Furthermore hand, includes studies in dogs have shown a clear trend towards
susceptibility to social inequality. The data about the perception of inequality,
as studies in the neurology of morals, some research linking genes to behavior
considered as features of protomoral. Many new findings indicate that there are
biological factors interacting with cultural factors to allow better development
of societies. However, it is essential that clarity about the relationship between
culture and neurology and the interaction between the two does not detail the
dominance of one over the other. The intention after this conceptual review
that could lead to the possibility of explaining the existence of the law sensu
lato as a feature of human social evolutionis to search the balanced interaction
between subgroups of a group and the regulations of the hierarchy.
Key words. Right, moral, neuroanthropology, fairness, unjustice, inequality
32
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Introducción
La Justicia ha sido una inquietud social desde etapas muy tempranas del
desarrollo evolutivo del hombre.
Al analizar las primeras civilizaciones,
es
evidente la creación de cánones morales que luego dieron forma a los cuerpos
de leyes. Esta convergencia entre moral y ley ha dificultado en muchas
ocasiones la delimitación clara de ambos conceptos, lo cual
es evidente en
algunas culturas en las que se mantiene una muy estrecha cercanía entre la ley
y los preceptos morales dictados por la religión (Leandry-Vega, 2010).
Aunque algunos autores han considerado que la presencia constante de las
religiones en la doctrina jurídica ha sido en la mayor parte de las ocasiones un
aporte negativo (Leandry-Vega,
2010), en realidad hay que preguntarse por
qué este vínculo religión-estado existe y ha existido, siendo tan poderoso que se
han desarrollado espacios para su estudio en las disciplinas del derecho y la
política, en el desarrollo del concepto legal de la separación Iglesia-Estado.
Este concepto ha sido tan importante en el desarrollo de la sociedad humana
moderna que ha merecido múltiples textos y análisis filosóficos. La separación
entre iglesia y estado, en cualquier caso, es un fenómeno que surge a partir del
humanismo, durante el Renacimiento, momento en el que se deja de lado la
creencia de que todo es en función de Dios y se empieza a centrar la sociedad
en el desarrollo humano. Luego de esto logra consolidarse la Ilustración, la cual
responde en gran parte a la corriente filosófica que empezó predominar en ese
momento histórico el racionalismo (Bravo, 2009).
Esto condujo a que algunos Estados,
como el adoptado por la Francia
posrevolucionaria convirtieran estos movimientos en una política oficial durante
el desarrollo del periodo histórico de la Revolución Francesa. De igual forma se
vieron afectadas de esta manera la Independencia de los Estados Unidos de
Norte América y todas aquellas revoluciones que pretenden divorciar al trono y
el altar (François et al. 1971).
33
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Las Constituciones Políticas de las Naciones modernas, en su mayoría, han
plasmado la separación Iglesia-Estado en este marco legal general, estableciendo
el concepto de Estado Laico, con la tendencia creciente a una secularización del
Estado (Poll, 2006). Sin embargo, en un proceso de secularización en el que
las sociedades hacen que la religión y sus instituciones pierdan poder sobre ella,
estas son sustituidas por otras esferas de poder que llevan a un proceso similar
por la influencia directa que tienen sobre el desarrollo de los sistemas legales
(Elbert, 2011).
Una pregunta que surge de todo esto es cuál es la definición de Derecho como
tal. ¿Nos basta con decir que es el conjunto de reglas establecidas por la
sociedad?;
más allá de esto es fundamental analizar si el Derecho que
doctrinariamente pretende alcanzar el ideal de la Justicia puede hacerlo. Para
esto es necesario analizar si el concepto que se pretende alcanzar tiene un
asidero objetivo o si es un valor totalmente subjetivo, lo que haría que toda
práctica del derecho positivo sea absolutamente subjetiva. Algunos juristas han
entrado en el análisis de este tipo de problemas filosóficos, desde el poder del
juez hasta la lógica que hay detrás de algunos preceptos jurídicos (González,
2003). Con el objetivo de ayudar a esclarecer la conceptualización moderna de
la Justicia, la cual es fundamental en el desarrollo de los sistemas sociales
(Campbell y García, 2009), se presenta en este trabajo, una revisión de ideas y
hechos derivados de la ciencia empírica acerca de la evolución de la moral y la
percepción de la inequidad en sistemas sociales no humanos y su posible
trascendencia en la comprensión de las bases de nuestra búsqueda de la
justicia, como valor que garantiza la equidad social.
Derecho
El Derecho como disciplina manifiesta múltiples aristas desde las cuales puede
ser abordado como un interesante objeto de estudio. En la actualidad,
34
es
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
motivo de interrogantes para los sociólogos que se preguntan acerca de
problemas que se mantienen en la sociedad más allá de la doctrina legal
(Sutherland, 2009). Los juristas no han dejado de lado el abordaje de estos
problemas desde hace siglos, de esta manera Beccaria (1774) ya se preocupaba
y se interrogaba por estos problemas e incluso planteaba posibles soluciones a
algunos de ellos. El trabajo de Beccaria atrajo tanto la atención en su momento
como hoy, pero no deja de ser un interesante manifiesto teórico de algo que en
el supuesto jurídico debió llevarse a la práctica hace mucho tiempo.
Recientemente se ha publicado un interesante artículo que de nuevo pone en el
tapete de la discusión académica el problema de la imposibilidad social que
tenemos para impartir verdadera justicia (Elbert,
2011). Una disciplina que
puede aportar mucho al entendimiento de porqué se nos dificulta esta meta de
la justicia y equidad social puede ser la biología y sus estudios extendidos a
nuevas áreas de las ciencias cognitivas como lo es la neuroantropología
(Campbell y García, 2009) y algunas otras como la reciente incorporación del
término neuroderecho (Carrara, 2010) en algunas jergas de la investigación.
Este tipo de trabajos suele ser de antemano rechazado por muchos estudiosos
de las ciencias sociales, que ven en este tipo de argumentaciones el antiguo
dilema de la naturaleza versus la educación, es decir,
la separación entre
aquellos caracteres que son adquiridos en contraposición de aquellos que nos
son heredados. Esto nos ha conducido durante mucho tiempo a pensar que hay
dos bandos: el de aquellos que consideran que lo fundamental para el hombre es
el entorno sociocultural y en consecuencia,
adquiridos;
aquellos factores aprendidos o
mientras que otros han defendido a través de la historia el
determinismo biológico, el cual tuvo mayor auge al postularse la teoría de la
selección natural de Darwin-Wallace en el libro El origen de las especies (Darwin,
1859). Las más recientes investigaciones demuestran que ambas posiciones
extremas son equivocadas y existe una constante interacción entre los factores
35
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
culturales y los biológicos, pudiendo ambos incidir el uno sobre el otro (Han y
Northoff, 2008).
Como científico educado en la última etapa del siglo XX, fui formado dentro de
la escuela del escepticismo y nunca me permito considerar nada como cierto sin
evidencias previas, por esta razón, desde mi punto de vista, ninguna de las dos
posiciones es considerada en este trabajo como un punto de partida efectivo
para poder llegar a conclusiones reales en el estudio de temas tan complejos
como el desarrollo del hombre en sus aspectos biológicos, sociales y culturales.
El Derecho es el orden normativo e institucional para la regulación de la
conducta humana en sociedad, que halla su fundamento en los postulados de la
justicia. La base de esta son las relaciones sociales existentes que determinan
su contenido y carácter, regulaciones que admiten solo aquellas conductas
dirigidas a la observancia de normas que regulan la convivencia social y permiten
intentar resolver los conflictos intersubjetivos de una manera que parezca
aceptable a las partes involucradas.
El derecho positivo,
fundamento,
como se define,
no abarca la explicación de su
razón por la cual los diferentes teóricos del Derecho ―que
incluyen desde filósofos hasta juristas y en tiempos más cercanos a científicos
sociales e incluso biólogos― intentan descifrar las razones de este macromeme
(Retana-Salazar y Garita-Cambronero, 2010). Desde estas otras visiones de este
cuerpo de reglas se han propuesto diversas definiciones alternativas, como
diferentes teorías jurídicas sin que haya un consenso acerca de la validez de
estas. La definición planteada aquí es considerada por algunos como con un
grado de “validez” aceptable, porque incluye el valor de la Justicia, lo que se
considera como fundamento del Derecho.
Ahora bien, desde una posición objetiva, se puede decir que el Derecho es el
conjunto de leyes, reglamentos y resoluciones, de carácter permanente y
obligatorio, concebidas por un Estado para la conservación del orden social. Este
36
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
será válido si se ha llevado a cabo el debido proceso para su creación,
de
manera independiente a su eficacia y de su ideal axiológico.
Desde un punto de vista puramente práctico, se puede decir que los conceptos
de derecho positivo y el derecho vigente son reducibles a que el primero es
aplicado y el segundo es el emitido por un órgano legislativo,
para ser
obedecido en tanto se encuentre vigente. En consecuencia, no todo derecho
vigente es positivo, es decir, hay normas jurídicas que tienen poca aplicación
práctica,
lo cual en palabras más simples significa que dichas normas no
corresponden al derecho positivo, pero sí es derecho vigente (García, 2000).
Moral
Si bien definir el Derecho es algo complicado, el tratar de hallar una definición de
moral lo es aún más. Una explicación algo filosófica del término puede ser un
poco más aclaratoria que una definición vaga, la cual debe competir con muchas
otras definiciones conceptuales de la moral. La palabra es de origen latino y
proviene del término moris que significa “costumbre”. La moral es un conjunto
de creencias, costumbres, valores y normas de un grupo social, que funciona
como una guía para el accionar de los individuos de un grupo social. Dicho en
otras palabras, la moral intenta orientar sobre las acciones que socialmente
deben considerarse correctas, lo que sería equivalente a “buenas”;
y cuales
incorrectas, o sea, “malas” (Ferrater, 1979).
Otro posible escenario para una comprensión de la moral es considerarla como la
totalidad del conocimiento que se adquiere acerca de los ideales positivos más
promovidos en un sistema social, y que son respetadas como normas de
conducta. Las creencias sobre la moralidad son generalizadas y codificadas en
determinada cultura o en un grupo social particular, por lo que la moral pretende
actuar como un canon regulador del comportamiento de los miembros del
37
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
grupo. Por otra parte, la moral con frecuencia se identifica con los principios
religiosos y éticos que un grupo social decide respetar.
El conjunto de normas morales que un grupo decide respetar se conoce como
‘moralidad objetiva’ y estas existen como hechos sociales más allá de que los
individuos decidan seguirlas. En contraposición, los actos a través de los cuales
el individuo respeta o viola la norma moral constituyen la moral subjetiva.
La idea de responsabilidad moral aparece con la idea de que las acciones del
individuo siempre se realizan con un fin, a menos de que se halle en estado de
inconsciencia, lo cual se
puede deber a enfermedad mental, un desequilibrio
psicológico o a los efectos de una droga, entre otros. Uno de los factores que
ayudan a que los miembros de un grupo social sigan los valores morales de su
sociedad es mantener la creencia de que al seguirlos,
cada individuo puede
forjarse un mejor destino.
Sin embargo, los estudios modernos de neuroantropología necesitan una
definición operacional más clara y precisa que permita sustentar sobre ella los
objetivos de la investigación empírica sujeta a un método científico inductivo,
más que a una forma de estructuración del conocimiento de tipo deductivo. Por
esta razón, el concepto aceptado por las ciencias naturales y empíricas de la
moral es definirla como las conductas o comportamientos que favorecen
mantener la estructura del grupo; por lo tanto, lo no moral será aquello que de
alguna manera atente contra la estabilidad del grupo. De esta manera, la forma
en que se estudia la moral desde el empirismo científico es mediante la
exposición de los sujetos de estudio a textos que describen situaciones
hipotéticas, donde la decisión por tomar involucra juicios morales del individuo,
como se puede observar en las publicaciones recientes del tema (Marsh et al.,
2011).
38
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Derecho y Moral
Múltiples autores han abordado este tema, el cual ha cobrado particular
importancia en las últimas décadas, en gran medida gracias a los avances de
ciencias como la biología y la antropología,
que se han dado a la tarea de
empezar a establecer las bases biológicas de algunas conductas de importancia
social. Esto trae como consecuencia directa los cuestionamientos acerca de
cuánto puede influir esta estructura genética heredable en la normativa que
establece un grupo para su subsistencia. Existen importantes evidencias que
indican que algunos conceptos que asociamos a un desarrollo sociocultural
como la justicia es una necesidad de los grupos sociales para asegurar su
existencia (Campbell y García, 2009).
Sin embargo, como el tema por desarrollar comprende la revisión de estos
aspectos derivados de la moderna evidencia empírica, en este apartado la
intención es revisar algunas ideas publicadas por antropólogos y juristas
dedicados al desarrollo de una teoría de derecho inclusiva de aspectos
filosóficos que permitan discernir los posibles orígenes del derecho en las
sociedades modernas.
Hay mucho escrito al respecto, pero en todos los textos modernos se reiteran
algunos nombres y argumentos que resultan en memes bien aceptados por los
integrantes de la comunidad de juristas del mundo. Uno de estos autores que
para bien o para mal (según de donde se interprete) ha proporcionado una
cantidad asombrosa de ideas en la construcción de una teoría del derecho fue
Hans Kelsen. Su gran obra en cuanto al desarrollo de la Teoría Pura del Derecho,
no solo es monumental,
sino que sigue teniendo vigencia en muchos de sus
aspectos filosóficos para muchos juristas actuales que siguen analizando su
aporte. De esta manera, algunos juristas consideran que todas las propuestas
nacidas en el siglo XX de una teoría del derecho terminan siendo analizadas en
función de su mayor o menor proximidad a la Teoría Pura del Derecho propuesta
39
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
por Kelsen (Cuenca-Gómez, 2010). Estos argumentos han sido suficientes para
considerar las ideas de este autor austriaco como un ejemplo de las teorías del
Derecho que han tratado de integrar diversas corrientes filosóficas desde Platón
hasta
hoy.
Para
este
análisis,
se
utilizaron
básicamente
dos
obras
trascendentales de Kelsen que son Introducción a la Teoría Pura del Derecho y
¿Qué es la Justicia?
La diferencia planteada por Kelsen sobre del Derecho y la moral es acerca del
tipo de interpretación social de la norma. Para Kelsen (1986), hay dos sistemas
sociales de creación de normas reguladoras: a) El sistema moral,
del cual
pueden subsistir varias formas en una misma sociedad, es diferente a lo largo
de los tiempos e implementa regulaciones sociales generalmente de acatamiento
voluntario y que son propuestas por hombres que han trabajado como líderes
espirituales como Jesús, Moisés, Mahoma y otros. La normativa moral puede
coincidir con la normativa jurídica, pero no necesariamente lo hace, la diferencia
es que la normativa moral que estatuye una determinada conducta no tiene
mecanismos coercitivos contra aquel que no la respeta. Los mecanismos
morales de represión son sociales desde la aceptación o rechazo de los mismos
integrantes de la sociedad de las conductas consideradas inmorales. En el orden
moral no hay normas que faculten la sanción como una medida coercitiva. De
esta manera,
el orden moral y el jurídico son órdenes normativos,
pero el
primero carece de posibilidad coercitiva, mientras que el segundo sí lo es.
La pluralidad de valoraciones morales que pueden subsistir en conjunto en una
misma sociedad es un indicativo de la relatividad de estas normativas. Estos
valores, como se dijo antes, son derivados de la costumbre o son creados por
las acciones humanas.
Por su parte, el orden jurídico (b) puede o no responder a un determinado orden
moral, pero su validez no está en función de la correspondencia de este a un
ordenamiento moral. Puede ser considerado como bueno o malo desde una
40
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
determinada óptica moral, de esta manera, que un ordenamiento jurídico sea
bueno corresponde a que este sea justo, o viceversa. El ordenamiento jurídico
obedece o se adapta con mayor o menor rigidez a una normativa moral
compartida por un grupo dirigente donde los intereses de estos se ven
reflejados en la creación del Derecho, y en consecuencia será considerado justo
desde la moral de ese grupo. Esta forma puede contrariar las normativas
morales de otros grupos que coexistan en la misma sociedad; para estos grupos
las normativas jurídicas establecidas y que los rigen no podrían ser consideradas
de igual manera justas. Por esto, el Derecho debe distinguirse de la Justicia; de
esta forma, la descripción del Derecho debe mantenerse al margen de cualquier
juicio acerca del valor moral de la ley, es decir, sobre su justicia o injusticia, sin
que esto conlleve a pensar que el Derecho no persigue ser justo. La
problemática señalada por Kelsen (1986) es de carácter práctico, pero con la
puerta abierta a la interpretación filosófica desde la Teoría Pura del Derecho, ya
que como este mismo autor lo menciona, cuando se plantea la creación del
Derecho debe de inscribirse dentro de un determinado marco de referencia
moral, que provea el marco de justicia en el que se desea creer, ya que el
concepto de justicia es muy amplio y de difícil definición, e incluso existen
ideales de justicia que se contradicen entre sí por lo que es indispensable aclarar
la concepción de la justicia que se persigue al crear un determinado cuerpo de
normativas jurídicas.
Ahora bien, este mismo autor enfoca el problema de la Justicia, en un trabajo
suyo titulado ¿Qué es la Justicia? (Kelsen,
2008), donde empieza haciendo
referencia a un momento histórico en el que Jesús de Nazaret, al ser
interrogado por el gobernador romano, no contesta la pregunta de qué es la
verdad, ya que supuestamente su labor era dar testimonio de la justicia que
sería esperable en el reino de Dios, por lo que la pregunta de fondo en realidad
era "¿qué es la justicia?".
41
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
En palabras propias de Kelsen (2008):
No hubo pregunta alguna que haya sido planteada con más pasión, no hubo otra
por la que se haya derramado tanta sangre preciosa ni tantas amargas lágrimas
como por ésta; no hubo pregunta alguna acerca de la cual hayan meditado con
mayor profundidad los espíritus más ilustres, desde Platón a Kant. No obstante,
ahora como entonces, carece de respuesta. Tal vez se deba a que constituye
una de esas preguntas respecto de las cuales resulta válido ese resignado saber
que no puede hallarse una respuesta definitiva: sólo cabe el esfuerzo por
formularla mejor (p. 1). Cuando Kelsen (2008) escribe esto en las páginas
introductorias de su trabajo, imita el posible conocimiento de la Justicia desde
una perspectiva puramente filosófica, y desde ese punto de vista no quedaría
más que la opción de seguir reformulando este concepto e intentando alcanzarlo
sin mucho éxito en los últimos 10000 años de historia del hombre.
Esbozo aquí algunas de esas ideas filosóficas para romper luego con el dogma
conceptual clásico de la Justicia, a fin de poder intentar incursionar en
explicaciones
más
vanguardistas
que
revelan
la
posibilidad
de
nuevas
alternativas de interpretación de la Justicia sin pretender que estas sean
absolutas o las anteriores obsoletas, en un mundo globalizado y holístico,
donde hay una clara tendencia hacia el mestizaje en todos los ámbitos, el cual
ha resultado enriquecedor en algunos casos aunque en otros no ha sido tan feliz
el resultado, al menos si hay una ganancia en que se amplía la gama de
posibilidades de análisis de los casos complejos como este.
Kelsen empieza su disertación diciendo que “La justicia es, en primer lugar, una
característica posible mas no necesaria del orden social” (Kelsen, 2008, p. 1).
Esto es interesante,
ya que en su texto Derecho y moral, derecho y justicia
(Kelsen, 2008) plantea la deseable cualidad del Derecho de ser justo, pero que
el mismo puede ser justo o injusto desde el marco conceptual moral que
definamos para crearlo, como se dijo anteriormente, por lo tanto la justicia es
42
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
deseable como carácter de un orden social, pero en realidad es imposible de
alcanzar debido a la pluralidad de marcos morales existentes dentro de los
cuales se trabaja en la sociedad para crear una estructura normativa legal que
refleje esa moral más general, lo cual sería lo deseable.
Este mismo autor luego examina esta característica de la justicia desde el
enfoque particular del individuo cuando dice lo siguiente: “Recién en segundo
término constituye una virtud del individuo pues un hombre es justo cuando su
obrar concuerda con el orden considerado justo.”). Es decir, será justo quien
resuelva dentro de la normativa establecida por el Derecho vigente, el cual
responde al marco moral esperado en ese momento por la mayoría de la
sociedad o por aquellos que detentan el poder para hacer que el Derecho se
cree a su medida.
Esto sigue siendo así como lo ejemplifica Elbert (2011), por
lo que en efecto el Derecho puede que no esté reflejando el concepto de justicia
establecido en el colectivo moral predominante del grupo, donde sería el caso
en que Kelsen consideraba que este se alejaba de la justicia. Pero entonces,
aquel ente social bien socializado (valga la redundancia) que sigue las
normativas establecidas y que se consideran justas es un “hombre justo”. Visto
desde este punto de vista,
Javert en Los Miserables de Víctor Hugo es un
ejemplo ante la sociedad y es un “hombre justo”, pues persigue cumplir con lo
establecido por el orden del momento y, en consecuencia, lo que debe
considerarse justo.
Pero de aquí surge la pregunta de si la mayoría no considera dentro de su moral
ese mismo principio de justicia, sino que el Derecho del momento está
reflejando la justicia acuñada en el marco conceptual moral de la clase dirigente,
entonces según lo considerado por Kelsen en Derecho y moral, Derecho y
justicia, este Derecho sería injusto, pues no se acerca al concepto de justicia de
la sociedad, sino de una minoría, pero entonces ¿el “hombre justo” es aquel que
sigue la justicia que se enmarca dentro de la moral de la sociedad en su mayoría,
43
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
o la que está en vigencia en la normativa jurídica? Si consideramos el primer
caso Javert no es un “hombre justo”, pero si consideramos la segunda premisa
de la pregunta Javert sí lo es.
Keslen llegó a este mismo punto cuando prosiguió en su texto ¿Qué es la
Justicia?, de la siguiente forma:
Mas, ¿cuándo es justo un orden social determinado? Lo es cuando regla la
conducta de los hombres de modo tal que da satisfacción a todos y a todos les
permite lograr la felicidad. Aspirar a la justicia es el aspirar eterno a la felicidad
de los seres humanos: al no encontrarla como individuo aislado, el hombre busca
la felicidad en lo societario (Kelsen, 2008, p. 1). Esta apreciación de la justicia
asociada a la felicidad convierte aún en más filosófico el problema, y en estos
casos es evidente que no habrá nunca una respuesta, pues cada uno de
nosotros tendrá una posición totalmente válida desde la óptica vivencial
individual,
lo cual sería la base de la fundamentación filosófica de cada ser
humano, sin más distingo que la necesidad y el deseo de pensar. Esta asociación
de la justicia con la felicidad es precedida por Platón cuando dice “sólo el justo
es feliz y desdichado el injusto” (en Kelsen 2008, p. 1),
pero esto también
cambia con la época y el desarrollo de los valores sociales y morales de las
nuevas sociedades. Es decir,
los valores y valoraciones sociales son
dependientes de la época y el tipo de sociedad, lo cual es fácil de observar en el
concepto de belleza cambiante a través de la historia, la aceptación de algunas
conductas como el homosexualismo entre los griegos donde era normal y
censurado luego por las sociedades posteriores. Esta última consideración se
reflejó en las costumbres y leyes de la Grecia Antigua, de igual forma algunos
pueblos casi míticos como los Cátaros tuvieron legislaciones en las cuales las
mujeres tenían similares derechos a los hombres, como en el ejercicio religioso
donde las buenas mujeres podían ejercer el perdón de los pecados (Vasilev,
2000) concepto que cambió en casi toda la sociedad occidental, promoviendo
44
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
consideraciones morales que desvalorizan a la mujer. Es evidente que todo esto
no ayuda a esclarecer el concepto de justicia y menos aún si se vincula con el de
moral y felicidad.
Si se analiza la felicidad en la actualidad, en efecto es una sensación personal
que según Kelsen al no ser alcanzada en forma individual se trata de alcanzar
mediante la colectividad, esto parece que no se cumple desde los estudios de la
psicología moderna,
donde esta emoción es dependiente de los sistemas
neurológicos y en especial de la activación y desactivación del núcleo superior
del tronco cerebral y de la corteza somatosensitivada del cerebro (Damasio,
1994, Ferrando, 2003). Además, es un concepto que varía según la cultura,
de esta manera no existe la misma percepción de felicidad entre las culturas
occidentales y las orientales, además influye en esto las interacciones religiosas,
que definen la felicidad en la comunión con Dios en algunos casos.
Es claro que la vinculación del concepto de justicia al marco moral deja este al
libre entendimiento de lo que se considera correcto desde las normas jurídicas
establecidas, o lo que consideramos correcto dentro de una moral general de la
sociedad que exige una determinada forma de actuar en concordancia con su
necesidades más que con la normativa del Derecho que puede estar sesgada por
los grupos de poder (Kelsen, 1986, Elbert, 2011).
Kelsen llega a la misma conclusión de que la felicidad individual no es alcanzable
ni se puede garantizar,
y que un sistema legal no puede fundamentarse en la
necesidad de proveer la felicidad a todos los integrantes de una sociedad.
Dentro del concepto de Paltón se es feliz en el momento en que se es justo,
pero eso es una consideración particular que puede cambiar desde donde se
analice.
Para finalizar, Kelsen pone unos ejemplos de cómo la búsqueda de la felicidad
para unos puede estar en directa relación con producirle la infelicidad a otros,
con lo que el sistema sería injusto, pero lo interesante de uno de estos ejemplos
45
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
de Kelsen es la consideración de que la situación es injusta y no se percibe la
justicia más que en presencia de la injusticia, por eso transcribo textual este
ejemplo de Kelsen (2008), el cual parte de una premisa de escogencia, lo que
involucra un juicio que puede ser moral en cuanto elegir al mejor y el mejor
candidato es una evaluación que depende en mucho de las percepciones éticas
y morales de cada cual aparte de los indicadores que escojamos para darle una
validación social a la escogencia. El ejemplo dice así: es preciso designar al jefe
de un ejército. Dos varones se presentan a concurso, pero sólo uno de ellos
podrá ser el elegido. No cabe duda que se ha de nombrar a aquel que sea más
apto. Mas, ¿si ambos fuesen igualmente aptos? Resultaría entonces imposible
encontrar una solución justa. Supongamos que sea considerado más apto el que
tiene buena apostura y un rostro agradable que le dan el aspecto de
personalidad fuerte, en tanto el otro es pequeño y de apariencia insignificante.
En caso de recaer la designación en aquel, este otro no aceptará lo resuelto
como justo, dirá, por ejemplo: "¿por qué no tengo yo un físico tan bien dotado
como él? ¿por qué la Naturaleza me ha dado un cuerpo tan poco
atractivo?“(P.8-9).
En este ejemplo,
Kelsen trata un aspecto importante y es que entre ambos
sujetos que son igualmente aptos para un puesto y se utiliza cualquier otro
elemento de juicio subjetivo con tal de deshacer el empate, implica que hay una
percepción de decisión no justa por parte de los que tengan que decidir.
Esto
lo afrontamos con gran frecuencia en la vida cotidiana, en cuyo caso podríamos
hipotéticamente preguntar a los rivales ¿cuál hubiera sido la decisión justa? La
justicia de cada uno de ellos sería dependiente de su bienestar y llegamos al
mismo punto que se trató con anterioridad: que la felicidad de cada individuo en
algunos casos involucra la infelicidad de otro. Este caso es similar, pero con el
término justicia;
en este caso la justicia es definida desde la moral de la
conveniencia de cada uno de los individuos, y en esto serán fundamentales los
46
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
valores morales que cada uno de ellos haya adoptado en su vida. Hasta aquí
todos podríamos estar de acuerdo con algunos matices sobre el asunto, pero en
el fondo podemos compartir que estos términos son constructos sociales
nuestros que incluso serán dependientes de la cultura. En consecuencia,
tenemos que aunque ambos participantes nos den una diferente perspectiva de
la justicia que en realidad es el concepto de justo que
cada uno de ellos
desarrolla desde su perspectiva y será antagónico al del otro aunque converjan
en los mismos argumentos esgrimidos. Lo que sí es cierto es que si
consideramos plantear la pregunta opuesta sobre ¿qué es la injusticia? La
respuesta será mucho más consistente y esta es digna de análisis.
Analizando estos factores,
Kelsen logró concluir sin más evidencia que su
observación derivada de datos sueltos en sus percepciones vivenciales que
cuando se analiza la Naturaleza desde el punto de vista de la justicia, hay que
concluir que esta no es justa; desde la óptica de Kelsen unos nacen sanos y
otros enfermos, unos inteligentes y otros tontos, y en este sentido no existe un
orden social que pueda reparar por completo las injusticias de la Naturaleza.
Esta observación sin fundamento teórico de Kelsen parece ser fundamentada en
investigaciones experimentales modernas y es lo que pretendo ilustrar en las
secciones siguientes.
Factores biológicos de la moral
Hasta aquí hemos estado dentro de los límites filosóficos de la moral, la cual es
fundamental si se desea entender el desarrollo del Derecho y, en especial, del
concepto de Justicia. Sin embargo, una serie de investigaciones recientes han
demostrado que hay factores biológicos que influyen en el desarrollo de algunas
tendencias “morales” que evidenciamos los seres humanos. Actualmente,
el
desarrollo de herramientas de alta tecnología nos permite el estudio de la
actividad
47
cerebral
―por
ejemplo,
la
resonancia
magnética
(MRI)
o
la
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
magnetoencefalografía (MEG)― igualmente
reveladores han sido los estudios
con lesiones cerebrales y los efectos que puede haber en el comportamiento
humano al afectar una determinada región del cerebro (Fernández, 2005).
Es necesario entonces definir la moral desde la percepción pragmática y no
desde la filosófica; la definición de la moral desde una percepción evaluable a
partir de posiciones empíricas resulta en realidad compleja, ya que después de
más de 2000 años de desarrollo del pensamiento de la moral humana, buscar el
factor común que permita la utilización de este concepto como una variable
mesurable es una labor titánica y que puede ser fácilmente criticada como
“reduccionista”, que por demás es uno de los adjetivos más utilizados en las
ciencias sociales para referirse a los conceptos desarrollados por la biología que
de alguna forma conciernen a factores sociales.
La definición no es sencilla y desde la práctica se ha optado por utilizar tablas
de conceptos relacionados con valores morales más que jugar con la definición
misma como humanismo, gremialidad, justicia, solidaridad, en el caso de que se
requiera evaluar principios relativos a la socialización, o conceptos asociados a
los principios relativos al individualismo como son diversión, éxito, flexibilidad y
autonomía, entre muchos otros (Caspers et al., 2011). El funcionamiento del
cerebro ante estos preceptos o su reacción en el momento de evaluar una
determinada situación y la toma de decisiones al emitir juicios que involucran a
terceros, son factores empíricos que permiten determinar la actividad de las
zonas cerebrales que intervienen en las diferentes situaciones y en la forma de
tomar
decisiones
en
esas
situaciones
particulares,
bajo
constructos
socioculturales que involucran criterios morales. De esta manera se evade
parcialmente la definición y se parte de la concepción generada o aceptada por
cada cual durante el desarrollo de su vida.
Las evidencias indican una serie de patrones interesantes en las zonas
cerebrales que entran en actividad dependiendo de las palabras escrutadas y
48
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
como estas cambian la región neurológica afectada dependiendo de la
concepción de su vida grupal. Esto indica que los cambios en los conceptos
morales implican cambios fuertes en las regiones del cerebro afectadas, lo que
indica que los patrones culturales referentes a principios morales tienen una
directa relación con las áreas del cerebro que entran en actividad en el
momento de la toma de decisiones ante dilemas que involucran una escogencia
entres dos criterios opuestos. De igual manera se ha evaluado cómo reacciona
el cerebro en caso de que el dilema propuesto obligue a tomar decisiones en las
que cualquiera que sea la respuesta esta resulta en contra de los principios
morales del sujeto en estudio (Caspers et al., 2011).
Esto nos da una idea de las reacciones neurológicas ante los principios morales
aprendidos y parece evidente que no solo la estructura neurológica afecta las
decisiones sociales o culturales que desarrollamos, sino que también a la inversa,
pues es posible que la adopción de determinados valores sociales o culturales
afecten la expresión de las regiones neurológicas activadas (Caspers et al.,
2011), Aunque es la primera vez que se tiene información experimental acerca
de cómo factores morales afectan directamente las secciones neurológicas que
entran en juego a la hora de tomar decisiones. Entre los resultados de Caspers y
colaboradores (2011),
es relevante el hecho de que aquellos individuos que
adquieren valores morales más individualistas activan para la toma de decisiones
la amígdala izquierda, mientras que aquellos que adoptan valores más altruistas
o comunitarios activan en la toma de decisiones las regiones correspondientes a
las regiones rostral inferior e intraparietal, como la región cingular media y la
corteza frontal del cerebro.
Han y Northoff (2008) ya habían hecho una importante síntesis de las
investigaciones que se habían realizado hasta el momento,
demostraba cuáles
cerebro;
49
así,
en que se
factores culturales afectan la activación de regiones del
por ejemplo,
las regiones del cerebro involucradas en el
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
aprendizaje del idioma en culturas orientales y occidentales difiere en mucho, lo
que al mismo tiempo se refleja en una serie de patrones diferentes a nivel
neurológico en el cerebro. De esta manera,
la región afectada para generar
dislexia en un oriental es diferente a la región afectada para generar este mismo
problema en un occidental. Patrones similares se han hallado con respecto a la
música y la matemática, ya que mientras en las culturas occidentales el
pensamiento numérico se ve relacionado con la activación de la región
neurológica encargada del idioma, en las culturas orientales no es así, lo que
explica que la habilidad numérica sea más rápida en el cerebro de los orientales
que en el de los occidentales. De igual manera, en las culturas orientales se
desarrolla una imagen del individuo a partir del grupo, lo que les confiere una
estructura empática diferente con el resto de grupos;
occidentales,
en las culturas
la formación de la imagen del individuo es una construcción
individualista, esto se ha visto reflejado en las secciones neurológicas activas
cuando tomamos decisiones en las que tenemos que desarrollar conceptos de
nosotros mismos, los occidentales desarrollamos la activación de una región del
cerebro propia de los juicios sobre nosotros mismos, y son otras regiones
cerebrales las que entran en juego cuando tenemos que efectuar juicios sobre
otros. Cuando se expone el individuo ante un juicio sobre sí mismo, en ambas
culturas se activa la misma región cerebral, pero cuando se expone a una
situación donde debe emitir un juicio sobre su madre, en la cultura occidental
se acciona una región del cerebro dedicada a los juicios sobre personas
especiales para nosotros, pero no es la misma sección neurológica que se utiliza
para los juicios propios sobre nosotros. En la cultura oriental,
al tener que
tomar una decisión o emitir un juicio sobre la madre, se activa la misma región
cerebral que cuando se emiten juicios sobre uno mismo.
Lo anterior
evidentemente puede tener interesantes repercusiones en el
desarrollo de las normativas sociales. Esto ha llevado a importantes preguntas
50
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
como ¿cuánto tiempo le lleva en realidad a un inmigrante el adecuarse
correctamente a una nueva cultura?, ¿pueden entonces emitirse juicios o
solicitársele a un inmigrante que se adapte completamente a la compresión de
otra cultura? Otro factor importante en la determinación de la activación de las
regiones neurológicas es la existencia de conceptos religiosos en la persona,
porque al crear juicios sobre uno mismo es fundamental si se tiene una
concepción religiosa o no; al parecer, si hay creencias religiosas de por medio,
solemos crear los juicios sobre nosotros desde la perspectiva de la “opinión de
Dios”, es decir, hay una activación de los juicios desde terceros, o sea,
nos
“importa” el concepto de Dios sobre nuestra acción. En aquellos donde no hay
una creencia en Dios, el juicio propio se hace desde la imagen de nuestro yo y
del propio sentimiento hacia uno mismo, lo que activa muy diferentes regiones
del cerebro. De esta manera,
los factores ambientales, culturales y hasta
religiosos pueden afectar la normativa que se desarrolle en una determinada
cultura.
Estos datos aunque interesantes desde el punto de vista científico, complican la
comprensión de las ideas acerca de la moral y el desarrollo de los factores
culturales que nos llevan a la creación de conceptos morales, que son en
realidad reglas de convivencia que favorecen al grupo y estas se van a reflejar
en las reglas de la normativa jurídica que imponen castigos a los infractores de
las regulaciones establecidas.
El grupo de investigadores a cargo de Cushman (Cushman, Young y Hauser,
2006) publicó un trabajo que expone algunos problemas morales acerca de la
consideración de la culpabilidad en el daño a otros miembros del grupo que
merecen atención.
Las postulaciones de este equipo eran las siguientes: la
pregunta medular era si los juicios morales se cumplen por intuición o por
razonamiento consciente. La respuesta a esta pregunta requiere un detallado
escrutinio de los principios morales involucrados, para lo cual este equipo tomó
51
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
en cuenta tres principios que sirven de guía a los juicios morales: a) el daño
causado por una acción es peor que el daño causado por una omisión, b) el daño
que se pretende como el medio para un fin es peor que el daño previsto como
efecto colateral de un objetivo, y c) el daño que involucra contacto físico con la
víctima es peor que el daño en el cual no se involucra contacto físico. Las
encuestas llevadas a cabo demostraron que los sujetos habitualmente apelan a
los criterios a) y c) en sus justificaciones, pero el criterio b) no es tomado en
cuenta. Estos resultados tienen significancia para el desarrollo de protocolos y
metodologías como de teorías de la psicología moral. De esta manera,
los
principios morales utilizados en el desarrollo de juicios deben ser comparados
directamente con los que se articulan en las justificaciones, con lo cual se
muestra que algunos principios morales se encuentran
a disposición del
razonamiento consciente, mientras que otros no (Cushman et al. 2006 ).
Relacionado con lo anterior y en busca de las bases de la moral que se reflejan
en la cultura y en las regiones neurológicas que se activan ante las decisiones
que involucran valores morales, se han tratado de asociar algunos genes a los
comportamientos
morales;
de
esta
manera,
los
resultados
de
las
investigaciones de Marsh y colaboradores (2011) indican que el gen SLC6A4,
que ha sido ampliamente investigado como promotor de la serotonina, es de
importancia en los estudios de psicología y neurociencias; sin embargo, el gen
5-HTTLPR ha sido poco estudiado y parece tener efectos sobre los juicios
morales. Es interesante cómo se asocia este gen y su expresión fenotípica con
los juicios morales, pues los resultados indican que la expresión de los alelos S y
L en forma homocigota o heterocigota altera la forma de evaluar las situaciones
en las cuales se deben tomar decisiones sobre la acción de una sujeto sobre
otro. Los individuos con un genotipo en el cual cuentan con una estructura
genética de LL son más consistentes con la modulación de los juicios en función
de la evaluación de la intencionalidad del individuo que infringe el daño sobre el
52
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
tercero, es decir,
se está evaluando la posibilidad de que el grupo no deba
prescindir de ese sujeto por el daño causado a otro miembro del grupo.
En este punto, a pesar de las evidencias empíricas obtenidas gracias a los
avances de la tecnología, que nos permite estudiar in vivo la actividad del
cerebro en circunstancias controladas que generan reacciones conductuales y
neurológicas determinadas, podemos pensar en la existencia de una serie de
factores seleccionados que han llevado al desarrollo de sistemas morales que
rigen de alguna forma el comportamiento de los individuos cuando estos
conforman grupos sociales complejos.
Podemos decir que, como ha sido propuesto por algunos autores, es posible al
interpretar los resultados obtenidos que sugieren que las conexiones con la
corteza límbico/cortical por medio de la neuronas Neuronas de Von Economo
(VEN por sus siglas en inglés) provee un vía neuronal para el rápido
procesamiento de la información social compleja la cual se argumenta que
subyace a la llamada intuición moral (Allman, Hakeem, Nimchinsky y Hof, 2001;
Woodward y Allman, 2007).
Hacia una reconsideración de los valores
Todo lo anterior indica que el moderno campo de la neuroantropología,
utilizando herramientas tecnológicas que permiten el estudio de la función
cerebral, ha escudriñado y empieza a esclarecer el vínculo entre las reacciones
neurológicas y la sociabilidad de los humanos. En la actualidad hay trabajos
serios que pretenden ofrecer revisiones amplias de los conceptos involucrados
en el desarrollo de la moral y la toma de decisiones a través del uso de criterios
morales (Tobler, Kalis y Kalenscher,
2008). Debemos dejar
atrás la
conceptualización puramente filosófica de los valores para empezar a investigar
los factores neurobiológicos que pueden limitar nuestras capacidades de
alcanzar estos ideales filosóficos, propuestos desde nuestra racionalización y
53
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
como producto de lo que consideramos correcto, lo bueno y lo malo, lo que
cambia según el sistema cultural en el que estemos inmersos.
En el fondo de los conceptos culturales y sociales a menudo hay una selección
necesaria para que se pudiera llevar a cabo un proceso de evolución de
un
sistema social. Esto ha sido ignorado o dejado de lado durante mucho tiempo
por los filósofos y científicos sociales que han desarrollado las hipótesis sobre
las que fundamentamos el entendimiento del funcionamiento de nuestros
sistemas socioculturales, en tanto que los biólogos han sido extremistas en el
sentido opuesto, como lo fue Galton, al proponer desde la explicación biológica
todo proceso social, lo que nos condujo a serios errores (Dunn y Dobzhansky,
1956). Estas ideas han afectado tanto a intelectuales como a gente de pueblo,
y se llegaron a reflejar en decisiones y comportamientos políticos que pudieron
determinar el curso de relaciones históricas entre las naciones.
En los estudios desarrollados en las ciencias formales se debe siempre
establecer cuál es el hecho o la variable independiente y cuáles las variables
dependientes de esta, ya que al estudiar la variable independiente se podrá
determinar cómo varía el comportamiento de las variables dependientes.
En busca del concepto de Justicia
Si se nos invita a que definamos el frío, quizás empecemos por consultar algún
diccionario, el de la Real Academia de la Lengua Española (2001) lo define de la
siguiente forma: “Frío, del latín frigĭdus, adj. Dicho de un cuerpo: Que tiene una
temperatura muy inferior a la ordinaria del ambiente”. Como se puede observar,
se define como una propiedad adjetiva de un cuerpo, sin aportar una definición
del sustantivo. Un ejemplo similar lo tenemos con la palabra oscuridad, la cual es
definida en el DRAE como “oscuridad, del lat. obscurĭtas, -ātis, f. Falta de luz
para percibir las cosas”. En estos casos los conceptos fundamentales sobre los
que se definen los términos no son ellos mismos,
54
sino la ausencia de la
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
verdadera variable independiente, que en el primer caso es el calor, ya que la
temperatura es un concepto dependiente del calor que es la energía emanada
de un cuerpo. En el segundo caso es la ausencia de la luz,
que es una
manifestación de la energía y su ausencia define la oscuridad.
Si nos atenemos a lo que ha sido descubierto desde los experimentos actuales,
la evolución se ha preocupado por desarrollar estrategias de selección sobre la
capacidad de los organismos sociales de discernir cuándo existe un sesgo
negativo en una conducta de unos elementos del grupo hacia otros,
provocando una situación de desigualdad inesperada en similares condiciones, lo
que provoca algún tipo de reacción entre los integrantes del grupo discriminado.
Siendo esto así, la variable independiente en este caso es la percepción del
sesgo que produce la desigualdad y esto es similar a la percepción de la
injusticia, la cual es un sesgo en contra de algún grupo o individuo que genera
una protesta de algún modo contra la desigualdad en similares condiciones. De
esta manera, el concepto de justicia es más fácil de obtener desde la ausencia
de injusticia que desde la misma definición de la justicia.
Si tomamos de nuevo el diccionario de la RAE (2001) se obtiene la siguiente
definición de injusticia “del lat. iniustitĭa). 1. f. Acción contraria a la justicia. 2. f.
Falta de justicia”. Para que esta definición sea funcional, debemos contar con
una sólida definición de justicia y se nota que esto no es real, ya que aparece
en este diccionario lo siguiente:
Justicia. (Del lat. iustitĭa). 1. f. Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina
a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece. 2. f. Derecho, razón,
equidad. 3. f. Conjunto de todas las virtudes, por el que es bueno quien las
tiene. 4. f. Aquello que debe hacerse según derecho o razón. Pido justicia. 5. f.
Pena o castigo público. 6. f. Poder judicial. 7. f. Rel. Atributo de Dios por el cual
ordena todas las cosas en número, peso o medida. Ordinariamente se entiende
por la divina disposición con que castiga o premia, según merece cada uno. 8. f.
55
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
desus. Ministro o tribunal que ejerce justicia. 9. f. coloq. desus. Castigo de
muerte. En este mes ha habido dos justicias. 10. f. ant. alguacil (oficial inferior
de justicia). 11. m. justicia mayor de Aragón. 12. m. desus. justicia mayor de
Castilla.Estas son las 12 acepciones generales del término justicia y, en
consecuencia, si es tan vaga su definición entonces aún más compleja se vuelve
la definición de injusticia.
Algo muy diferente sucede con los dos ejemplos anteriores con respecto al
calor y la luz,
donde podemos observar que incluso un diccionario general y
nada específico o especializado, incluye como 6.ª acepción la que es útil a
nuestro problema con frío que dice de la siguiente manera “6. m. Fís. Energía
que pasa de un cuerpo a otro y es causa de que se equilibren sus
temperaturas”. Con respecto a la luz, tenemos un caso similar y se incluyen las
acepciones útiles para una definición clara del término oscuridad “12. f. Fís.
Radiación electromagnética en el espectro visible. 13. f. Fís. Radiación
electromagnética inmediata a los dos extremos del espectro visible” (DRAE
2001). Sin embargo, ¿cuál de las definiciones de justicia nos resulta igualmente
sólida para nuestro propósito de definir la injusticia? Posiblemente la más
cercana a nuestros propósitos sería la definición contemplada en la segunda
acepción “Derecho, razón, equidad”, pero todos estos términos son relativos en
términos jurídicos y morales, lo que evita que podamos concluir qué es injusto.
Esto nos indica que el concepto de Justicia en tanto se desapega del quehacer
filosófico en busca de una percepción empírica que permita una aplicación
cotidiana provista de exactitud, es cada vez algo más difuso y complicado de
definir. Ahora bien, tratemos de ver de una forma más objetiva las evidencias
derivadas de la experimentación en otras áreas del conocimiento para intentar
llegar a esta definición de un poco más empírica y menos filosófica.
56
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
La percepción de la Injustica
Si nos desapegamos de esta concepción que ha partido del hecho de que la
justicia es la variable independiente y la injusticia la consecuente variable
dependiente, e invertimos esta polaridad y tratamos de definir la injusticia o
inequidad, que es la condición para la cual la selección natural trabajó en función
de poder percibirla, y en función de esta definir lo que podría ser la justicia,
podríamos deducir lo siguiente de los datos obtenidos de los experimentos
realizados hasta el momento.
Definitivamente la justicia como un valor social ha dado para mucha discusión y
pensamiento, y ha sido uno de los motores del pensamiento humano. Sin
embargo, tantas definiciones, ideas y argumentos sobre la justicia no son sin
causa; es una necesidad de los sistemas sociales y que al parecer ha habido
factores
selectivos
que
han
conducido
a
que
el
desarrollo
de
este
comportamiento se dé en los sistemas sociales. De esta forma, algunos autores
han señalado que en la percepción de la justicia intervienen la corteza insular
anterior y la corteza cingulada anterior (ACC)(Campbell y García, 2009). Pero el
hecho de que sea tan complejo para nosotros poder esclarecer que es la
justicia,
parece sugerir que no ha existido una presión de selección sobre la
percepción de la justicia, sino de la injusticia.
Con el fin de explicar esto de una mejor manera haré referencia a publicaciones
recientes llevadas a cabo en diversas especies que presentan organización
social. La evidencia en primates desde la aplicación del método científico clásico
para obtener datos empíricos de la percepción de la justicia en grupos sociales
indica que no hay un sistema neurológico que perciba el concepto de justicia en
ninguna de las formas en que lo conocemos o hemos formulado a lo largo de
nuestro proceso histórico-evolutivo. Entonces ¿qué es los que percibimos
realmente como parte del proceso evolutivo del comportamiento social? La
respuesta a esta pregunta aún es un poco aventurada, ya que los experimentos
57
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
al respecto aún son pocos a nivel mundial, en parte por los costos de estas
investigaciones y la cada vez más difícil tarea de conseguir fondos externos a
las unidades de investigación para financiar estos proyectos. Sin embargo, las
investigaciones llevadas a cabo muestran datos muy reveladores, que deben ser
confirmados mediante la repetición de los experimentos.
Los animales y la percepción de la desigualdad. Los estudios que involucran
animales y su conducta social empiezan en la década de los setenta. Esta línea
de investigación ha sido poco explotada y en algunos países no están
disponibles las herramientas tecnológicas necesarias para efectuar este tipo de
trabajos de investigación. Esto nos obliga a considerar las evidencias generadas
por otros grupos de investigación como un conocimiento aceptado.
Uno de los primeros estudios acerca de estos procesos de desarrollo de
condiciones sociales en otros animales no primates,
humanos, se efectuó con
y en consecuencia no
la especie Suricata suricatta (Cluton-Brock et al.,
2000). Donde se pone de manifiesto la cooperación que se desarrolla en la
comunidad, con el fin de que le sea más sencillo a la madre el criar a sus crías.
Esta cooperación ayuda a fortalecer el vínculo entre los miembros del grupo,
con lo cual el grupo se favorece. Esta condición de cooperación ha sido
ampliamente informada en otras especies de animales sociales. Se han hallado
evidencias de estas conductas en lobos y en primates (Cronin y Snowdon,
2008; Courchamp y Macdonald, 2001; Creel y Creel, 1995; Harrington, Mech y
Fritts , 1983; Mech, 1970).
Posteriores estudios con vertebrados sociales han llevado a concluir la
existencia de conductas necesarias para fortalecer la unión y la tranquilidad de
los miembros del grupo. Como lo establece Campbell y García (2009), la justicia
es una necesidad que garantiza en forma parcial el éxito del grupo social. De
esta manera las conductas tendientes al desarrollo de reglas sociales que sirvan
58
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
para aumentar la cohesión del grupo son fundamentales en la evolución de los
sistemas sociales.
Los primeros pasos en la búsqueda de la percepción de la justicia en animales
sociales fue efectuada en primates del Nuevo Mundo (Brosnan y De Waal,
2003).
No tardó la respuesta del equipo de Roma, y colaboradores (2006),
que después de repetir el experimento, indican que no obtienen los mismos
resultados. Otro grupo de investigación propuso la posibilidad de que lo que
parecía una conducta de rechazo, era en realidad una forma equivocada de
interpretación de las observaciones (Dubreuil et al. 2006). Sin embargo,
posteriores trabajos en otros grupos han demostrado que en los animales
sociales hay una tendencia a desarrollar cierta intolerancia a las conductas que
sesgan el trato entre individuos del grupo (Range et al., 2009).
Brosnan (2008) dedica un capítulo de un libro especializado en Neurociencias a
la respuesta a la desigualdad en los primates no humanos. En este trabajo
monográfico presenta datos que confirman que los primates no humanos tanto
del grupo de los Antropoides donde se ha trabajado con chimpancés
específicamente con Pan troglodytes,
como los del Nuevo Mundo han
desarrollado estrategias evolutivas que les permiten detectar cuando el trato no
es similar entre congéneres.
Tomando lo establecido en los artículos publicados por Brosnan y De Waal
(2003) y Brosnan,
y colaboradores (2004) acerca de la percepción de la
inequidad en primates y perros, podemos determinar que en forma natural los
grupos sociales evolucionaron para poder discernir entre aquellas conductas que
resultan desiguales en similares condiciones. Aunque algunos han cuestionado
estos resultados promoviendo la idea de que estos
son producto de la
interpretación antropocéntrica de los investigadores y de esta forma Braüer y
colaboradores,
(2006) repiten el experimento y aumentan la muestra,
consideran que los resultados deben interpretarse no como la percepción de la
59
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
desigualdad, sino por la expectativa de obtener mejor alimentación. Este grupo
de investigadores ponen a prueba una serie de hipótesis que pueden explicar
que la reacción de rechazo de los primates no humanos de la comida de
diferente calidad ante similares condiciones de esfuerzo obedece a la
expectativa de que se les proporcione una mejor comida, y no a la percepción
de la desigualdad.
Sin embargo, esta nuevas evidencias más bien pueden ser consideradas de
diferente manera, la expectativa de los demás individuos de obtener una mejor
calidad de alimento va a estar sesgada por los gustos alimentarios particulares
de cada individuo, pero no se debe dejar de lado que el hecho de que los
chimpancés (de ambas especies), gorilas y orangutanes utilizados en el estudio
de Braüer y colaboradores (2006) esperen una mejor calidad de alimento al
observar que otros reciben una mejor comida es una clara percepción de la
desigualdad. Cosa aparte es cómo evaluar la reacción ante la desigualdad por
parte de los individuos, donde pueden tener injerencia múltiples factores desde
la estructura del grupo, los parentescos y los intereses particulares que no
somos capaces de evaluar.
Este estudio nos deja claro que lejos de falsear la hipótesis de la percepción de
la desigualdad, solo demuestra que la hipótesis de la expectativa de una mejor
calidad de alimento es solo una manifestación más de la más amplia hipótesis de
la percepción de la desigualdad, en la que como lo demuestra Braüer y su equipo
también es importante la jerarquía de los individuos involucrados en el
experimento, este último dato es de importancia en el respaldo de lo planteado
por Brosnan y colaboradores (2004) en su experimento con chimpancés, en el
cual establecen que las reacciones de
rechazo de los individuos se hallan
sesgadas por el parentesco o relación social o de grupo que mantenga con el
individuo que recibe la recompensa, ya que la jerarquía es uno de los factores
esenciales que establece las relaciones dentro de los grupos sociales.
60
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Otra especie con un linaje evolutivo de socialización es el perro, considerado el
animal doméstico de más larga data con el hombre; su linaje se separa del lobo
hace cerca de 100 000 años según la evidencia obtenida de los análisis de DNA.
Sin embargo, las evidencias arqueológicas indican que acompaña al hombre
desde hace 27 000 años (Germonpré,
2012). Esta larga asociación ha
convertido a este animal en un objeto de estudio constante. Su condición de
animal social le ha valido ser el objeto de uno de los estudios más importantes
de los últimos tiempos, en lo referente al estudio de la evolución de algunos
comportamientos sociales.
El estudio de Range y colaboradores (2009) muestra que este animal tiene
importantes comportamientos sociales que pueden ayudar a esclarecer la
evolución de algunos patrones sociales. En este experimento,
los científicos
enseñaron a un grupo de perros de diversas razas a 'dar la mano', sacando la
pata para que un investigador se la cogiera y lo saludara. Cada vez que hacían
bien este gesto, se les daba una recompensa de tipo alimenticio que podría ser
pan o salchicha. En un momento dado, los investigadores empezaron a tratar a
algunos de los perros con mayor generosidad que a otros, de esta forma a
algunos de los perros se les seguía dando comida cada vez que daban la mano,
mientras que otros dejaron de recibir esta recompensa.
El experimento dejó en claro que los perros que no recibían la recompensa eran
conscientes del trato desigual (=injusticia), y empezaban a mostrar molestia y
resentimiento por recibir menos que los demás. Cuando veían que otros recibían
una recompensa que se les negaba a ellos, empezaban a lamerse y a rascarse.
Estas señales se conocen como indicadores de estrés en los perros. Por otra
parte, manifestaron su disconformidad con respecto a este trato desigual
poniéndose en “huelga”, lo que consistió en negarse a seguir dando la pata al
investigador cuando se les requería que repitieran este gesto.
61
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Para Range y colaboradores (2009) esta reacción obedece claramente a la
percepción del reparto injusto de las recompensas, por lo que se puede deducir
que experimentaban una emoción compleja que no se atribuye a otras especies
que no sea el Homo sapiens.
Como se mencionó, otros experimentos con primates han revelado que algunas
especies, como los monos capuchinos, también pueden expresar resentimiento
ante un reparto injusto de recompensas por la realización de una misma tarea, y
rebelarse contra lo que consideran una remuneración inferior a la que reciben
otros (Brosnan y de Waal, 2003). Estas investigaciones están revelando que
emociones humanas como la envidia tienen profundas raíces evolutivas y ya no
pueden considerarse una capacidad exclusiva del ser humano.
Para Range y su equipo, estos resultados sugieren que otras especies, además
de los primates, son capaces de mostrar como mínimo una versión primitiva de
la aversión a la desigualdad, por lo que las reacciones mostradas por los perros
podrían ser comportamientos "precursores" de emociones humanas como la
envida y el resentimiento ante un trato injusto.
Estos hallazgos desde lo experimental dan respaldo a lo propuesto por algunos
teóricos de la construcción social que han señalado que el sentido de la justicia
debe haber desempeñado un papel clave en la evolución de la cooperación entre
humanos (Fehr y Fischbacher, 2003). Las investigaciones de diversos grupos
de trabajo han demostrado que tanto la corteza insular y como la CCA (corteza
cingulada anterior) son regiones cerebrales activas en la respuesta a la
percepción de la justicia en las interacciones sociales (Hsu,
et al,
2008;
Tabibnia, et al 2008; y Chiao et al., 2009). Si bien la noción de justicia puede
parecer un gran paso en el desarrollo de la conciencia de la corporeidad, y que
representa, por lo tanto, una extensión lógica de las amenazas a la conciencia
corporeidad en la esfera de la vida social, o "la consciencia de la personificación
social" (Singer, 2007). De esta manera, en la medida en que las acciones de
62
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
otros se convierten en amenazas para la supervivencia física, es poco probable
que esto se pueda tomar como una experiencia “justa” (Campbel y García,
2009). La activación de la CCA en condiciones de exclusión social en laboratorio
sugiere que la percepción de la justicia puede estar relacionada con la
supervivencia, ya que la exclusión del grupo se percibe como una amenaza
potencial para la supervivencia del individuo (Eisenberger, et al. 2003).
Las ideas, como los resultados experimentales, también nos conducen a pensar
que el Derecho como elemento social para la aplicación de la justicia debe tener
sus raíces en procesos evolutivos necesarios para mantener la seguridad del
grupo y el balance dentro de este, de ahí que todo grupo social tenga la
necesidad de desarrollar normas bajo las cuales se rige (Retana-Salazar, 2006;
Retana-Salazar y Garita-Cambronero, 2008), sin dejar de lado que el Derecho
como lo entendemos dentro de las culturas actuales es un meme con un
poderoso constructo socio-cultural que no niega su posible origen evolutivo
como una necesidad de la evolución de los grupos sociales (Retana-Salazar y
Garita-Cambronero,
2010). Las evidencias generadas desde el empirismo
experimental parecen indicar la necesidad evolutiva de la percepción de la
desigualdad social o de la injusticia como parámetro para la búsqueda de la
justicia en los sistemas sociales naturales. En consecuencia, la percepción de la
injusticia o la desigualdad en los sistemas sociales es la base real de la búsqueda
dentro de los grupos sociales de la justicia, la herramienta implementada por la
selección natural no fue la percepción de lo justo,
sino la percepción de los
injusto con el fin de poder alcanzar lo justo que garantice seguridad a los
individuos de un determinado grupo social.
En otras palabras, la evidencia experimental demuestra que hay una necesidad
evolutiva en la búsqueda de patrones que sean percibidos como de trato similar
en los grupos sociales,
con el fin de establecer un patrón de equidad que
permita cierta comodidad a los integrantes del grupo. Cuando este equilibrio se
63
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
rompe,
la percepción indica la presencia de trato diferencial sesgado
negativamente hacia un grupo, lo que genera reacciones conductuales como
respuesta a esos sesgos. Sin embargo, esto nos deja aún con nuevas
inquietudes como ¿cuál es el límite inferior de percepción de este sesgo
conductual? En animales no humanos es de difícil respuesta esta pregunta,
debido a que debe tenerse en claro la valoración social del elemento utilizado
como recompensa y esto puede ser muy variable entre diferentes grupos
sociales animales. Lo que sí parece ser un hecho sólido es que se percibe la
desigualdad de trato y esto es lo que nos lleva a la creación del concepto de
injusticia. Como derivación directa de esto se obtiene que culturalmente le
hayamos dado vuelta a la forma de enfoque y consideramos que debemos
definir el concepto de justicia para evitar el problema del sesgo de
interpretación de aquello que se considera injusto. La búsqueda de ese
concepto ha sido larga y de poco avance, dado que aunque intentemos dejar
atrás el problema de la subjetividad en la percepción de los comportamientos
sesgados negativamente hacia un grupo, en realidad es solo trasladar el
problema al otro lado de la ecuación sin poder delimitarlo ni definirlo.
De lo cultural a lo biológico
Algo que debe quedar claro es que no se pretende ni establecer que la cultura
se encuentra subordinada a los factores biológicos ni viceversa. No hay un
determinismo biológico absoluto como pretenden algunos, lo cual fue motivo de
múltiples y atroces errores en el pasado, como fueron las postulaciones de las
ideas de Galton en Inglaterra (Dunn y Dobshansky, 1956). Pero de igual forma,
no debe existir un determinismo social según el cual el hombre y la cultura,
como su vida en sociedad son los factores determinantes de todos los procesos
del hombre, donde parece ser que se deja de lado un hecho incontrovertible que
es que somos un animal más en la escala zoológica, y si bien mostramos
64
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
increíbles caracteres que no se observan en otras especies, lo cual los califica
como autoapomorfías de la especie, no significa que por ello dejamos de
compartir un pasado evolutivo común.
Tradicionalmente,
incluso algunos prestigiosos biólogos evolutivos han
expresado la condición de singularidad del ser humano dentro de la naturaleza,
singularidad que no es más sorprendente que la capacidad de los tardígrados de
sobrevivir en el espacio exterior. Por eso,
Theodosius Dobzhansky dijo en
alguna ocasión “All species are unique, but humans are uniquest” (como se citó
en Sapolsky,
2006, p. 104),
en donde se trasluce el concepto de extrema
singularidad del que revestimos el concepto acerca de nuestra especie. Este
antropocentrismo se refleja también en el problema que tenemos para aceptar
algunos factores que consideramos indeseables y que pueden ser muy evidentes
en nuestra especie como es la presencia de una gran cantidad de ciertas
especies de ectoparásitos, la cual es superior a la de otros primates antropoides
(Retana-Salazar y Ramírez-Morales,
2006) y nos parece que esto no es
correcto y se gastan miles de dólares tratando de dilucidar problemas que en
otras especies si acaso nos preocupan. Esto es parte de nuestra percepción de
nosotros mismos.
Es interesante reflexionar acerca de esa singularidad que creemos tener los
humanos por encima de los demás animales. Algunos autores han señalado que
cada vez se estrecha más esta diferencia entre nosotros y las demás especies,
y muestras de eso son los trasplantes funcionales de órganos de chimpancés
con el humano, o el factor Rh denominado así gracias a que se aisló en los
monos del género Rhesus que tiene un sistema de tipos sanguíneos tan
complejo como el nuestro. Pero yendo más allá, en el ámbito de la cognición
existe un continuo que cada vez nos asombra más, como es el desarrollo de
herramientas y el uso de plantas con fines medicinales, factores que cambian
con los cambios de cultura local de cada grupo de primates estudiado. Otros
65
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
primates desarrollan semántica,
la cual es un sistema simbólico referido a
objetos y acciones, de igual forma algunos experimentos han demostrado que
es posible que algunos primates no humanos hayan desarrollado una teoría de la
mente, que es la habilidad de reconocer que diferentes individuos pueden tener
distintos pensamientos y conocimientos (Sapolky, 2006). Más sorprendente aún
resultan los descubrimientos efectuados recientemente en el mono nariz blanca,
Cercopithecus nictitans L.,
en el cual se ha demostrado que a pesar de lo
limitado de la capacidad de efectuar o articular sonidos, esta especie desarrolla
un sistema de comunicación complejo que le permite distinguir con claridad
entre diferentes tipos de amenazas contra la integridad del grupo o de sus
individuos (Arnold y Zuberbüler,
2006a). Esto llega aún más allá y se ha
comprobado que estos primates utilizan mezclas de los morfemas para articular
señales auditivas más precisas (Arnold y Zuberbüler, 2006b). Estas condiciones
también parece que le dan alguna oportunidad de competencia ante especies
más agresivas para la obtención de recursos, donde la cooperación puede
facilitar la convivencia de dos especies de mono diferentes (Eckhardt y
Zuberbühler, 2004).
En la actualidad,
hay estudios bien fundamentados acerca de la interacción
cultura-factores neurológicos, lo cual cambia uno de los paradigmas de las
ciencias naturales modernas que es la concepción de que los patrones
neurológicos no son susceptibles de ser alterados por el medio de manera
directa. De esta forma, un trabajo reciente muestra como los valores morales
que adoptamos se reflejan en las áreas del cerebro que utilizamos para poder
tomar las decisiones y resolver dilemas morales (Caspers et al., 2011).
Han y Nortoff (2008) presentan sus ideas al respecto y efectúan una amplia
revisión del tema,
exponiendo diferentes circunstancias en las que la cultura
altera la neurobiología del comportamiento. Así, por ejemplo, el lenguaje en
pictogramas utilizado por algunas culturas orientales activa una región diferente
66
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
del cerebro a la que es activada por los lenguajes occidentales, esto implica
además que algunos procesos como la dislexia tienen una diferente expresión
neurológica dependiendo de la cultura en que se desarrolle. De igual forma,
estas regiones del cerebro hacen que la percepción conceptual de los números
cambie, mientras para nosotros en Occidente la concepción de un número va
ligada a su concepción lingüística ―es decir,
si se piensa en el número 25,
primero se activa la región del idioma que lo descifra y luego la región
matemática que se encarga de trabajar con el concepto numérico―, en las
culturas orientales,
al parecer, el concepto de número se obtiene de forma
directa desde su idea expresada en un pictograma. Esto altera también las
regiones cerebrales con las que tomamos decisiones y emitimos juicios sobre
nosotros y sobre los demás; de esta manera, donde la imagen de la madre es
muy poderosa culturalmente, cuando hay que efectuar un juicio propio o de la
madre, se utiliza la misma sección del cerebro, mientras que en otras culturas
como la nuestra, la imagen de la madre a pesar de ser importante, no se juzga
con la misma región que nos juzgamos nosotros mismos.
Estos ejemplos indican que la cultura y los factores biológicos son más cercanos
en interacción de lo que pensamos, y no son sistemas inflexibles, más bien
parece ser que tanto la cultura como la neurobiología son procesos
complementarios que permiten interpretar el mundo desde ambos sistemas de
coordenadas. De esta forma, si el concepto de justicia es necesario para
mantener la cohesión del grupo y garantizar la seguridad de sus miembros en
sociedad, es evidente que ha habido un largo proceso evolutivo de selección
que ha garantizado que en muchas especies sociales exista la capacidad de
percibir las condiciones de desigualdad, lo que podría generar conflictos que se
pueden resolver con la mediación de otros individuos del grupo.
67
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Discusión
Después de exponer en estas páginas la manera que se ha estudiado la moral y
la percepción de la desigualdad en las sociedades de primates no humanos y de
otros vertebrados sociales, es posible empezar a preguntarse los límites y
alcances de las investigaciones modernas y dónde radica la evidente diferencia
entre el desarrollo de las ideas del hombre y de los animales sociales. Cada vez
hay más evidencias de que aquellos eventos que considerábamos hechos
innegables, como la afirmación de que la percepción de la belleza es
dependiente de la formación cultural, se ha demostrado que a pesar de lo
importante de la influencia cultural,
hay diferencias neurológicas en la
percepción de la belleza según el género (Cela-Conde et al., 2009). Cada vez es
mayor la evidencia de la interrelación entre cultura y desarrollo neurológico y, en
este aspecto,
es importante preguntarse qué tan fuerte puede ser esta
correlación en el desarrollo de normativas sociales.
Nos queda claro que la sociabilidad ha nacido de un largo proceso evolutivo,
donde la fuerza de la selección natural como elemento de optimización de las
adquisiciones evolutivas ha permitido el desarrollo de estrategias complejas que
favorecen la subsistencia del grupo, temas que han sido ampliamente expuestos
en otros textos (Retana-Salazar, 2006). Sin embargo, hay claras diferencias en
el desarrollo alcanzado por el Homo sapiens en su viaje como especie social, con
respecto al desarrollo que observamos en otros organismos sociales.
Hay factores que son constantes en todos los grupos que desarrollan un
comportamiento social, estos son necesarios para que estos grupos puedan
subsistir con las ventajas que proporcionan a sus integrantes. Retana-Salazar
(2006) detalla estos factores en el primer artículo que publica, donde propone
la idea de un “derecho” como necesidad de la evolución social. Este autor asume
que las regulaciones necesarias para que el grupo subsista, en las cuales hay
desarrollo de normas internas que afectan de manera diferente a sus
68
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
integrantes,
dependiendo de las circunstancias de cada individuo y de su
posición dentro del grupo (Creel y Creel, 1995). Si se considera ese desarrollo
normativo como una consecuencia del proceso de selección, es posible no solo
suponer,
sino graficar sobre una filogenia los patrones de desarrollo social,
como se ha hecho en algunos grupos de vertebrados (Prum, 1994), en los que
se ha diagramado sobre la filogenia diversos comportamientos sociales. La
posibilidad de que la complejidad de estos sistemas normativos haya existido en
todos los sistemas sociales de los vertebrados es factible de ser analizado
desde la filogenia del grupo.
Con el desarrollo de modernas tecnologías que permiten estudiar más allá de la
mera observación el funcionamiento del cerebro de los organismos sociales,
hemos
podido
dilucidar
algunas
ideas
que
partieron
de
supuestos
antropocéntricos, los cuales fueron en su mayoría incorrectos. Uno de esto fue
el suponer que solo el ser humano desarrollaba cultura, esta es una de las ideas
que más se ha desmitificado en las últimas décadas de investigación. En este
ámbito, ha sido contundente el trabajo del filósofo español Jesús Mosterín que
ha trabajado ampliamente sobre este tema (Mosterín,
1998). Este filósofo
propone que para que una pauta de conducta sea cultural, no natural (o mejor
dicho sin una programación genética), debe cumplir tres condiciones: 1) ser una
unidad de información, 2) transmitida, 3) por vía de aprendizaje social. En la
actualidad,
sabemos que son muchos los comportamientos animales que
satisfacen estas condiciones (Mosterín, 1998).
Así, al menos en los chimpancés (Pan troglodytes), la especie hermana del ser
humano (Homo sapiens) desde el punto de vista filogenético, se han efectuado
amplias documentaciones de comportamientos culturales; Mosterín ilustra esto
con ejemplos tomados de resultados de proyectos de investigación etológica
que han publicado sus resultados y se puede decir que los chimpancés son
altamente culturales. Presentan un comportamiento que representa con claridad
69
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
un ancestro de la medicina humana. Estos primates aprenden a diferenciar un
sinnúmero de especies de plantas y otras sustancias, de las cuales llegan a
conocer sus propiedades alimentarias y curativas, de manera que logran
alimentarse y al mismo tiempo contrarrestan los efectos de las poblaciones de
parásitos. Se ha determinado que estos primates presentan muy pocos
comportamientos instintivos o congénitos. Al igual que sucede con los grupos
humanos, el desarrollo de la cultura se ve influenciado por el medio en el que se
desarrolle el grupo social en cuestión, por lo que no existe una 'cultura de los
chimpancés' que se pueda definir como un patrón común a todos los grupos de
individuos de la especie. De esta forma cada grupo desarrolla sus propias
tradiciones sociales, y culturales que incluyen las actividades de caza, las
actividades alimentarias, las sexuales y
las instrumentales, entre otras
(Mosterín, 1998).
Los factores culturales son tan fundamentales para la especie Pan troglodytes,
que los intentos que se han llevado a cabo para reintroducir en la selva a los
individuos criados en cautividad fallan estrepitosamente, porque los chimpancés
no logran sobrevivir, debido a que les falta la preparación cultural, por lo que no
saben qué comer, cómo actuar, cómo interaccionar con los chimpancés
silvestres, que terminan por considerarlos como elementos inadaptados del
grupo, por lo que los atacan y matan. Estos animales que se han criado lejos de
los grupos de individuos de su especie no saben cómo hacer su nido-cama para
dormir sin peligro en la copa de un árbol. Esto se debe a que en los cinco años
que el chimpancé juvenil duerme con su madre cuenta con la oportunidad de
cerca de 2 000 ocasiones para observar cómo se elabora este nido-cama. Un
ejemplo muy llamativo es lo que se ha observado con hembras de chimpancé
que han sido criadas con biberón en los zoológicos, las cuales no saben cómo
cuidar a sus crías, pero lo aprenden si se les hace observar videos en los que se
muestra a otras hembras chimpancé criando (Mosterín 1998).
70
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Hoy sabemos que algunos conceptos precursores de la moralidad se hallan
presentes en las dos especies de chimpancé, según recientes investigaciones
(Lyn,
Franks y Savage-Rumbaugh,
2008). De igual manera, el lenguaje
complejo que considerábamos una propiedad única de los humanos se ha
encontrado en otras especies de primates no humanos en los cuales se han
desarrollados fonemas específicos para la alerta contra especies o situaciones
de peligro, como el desarrollo de una semántica idiomática (Arnold y
Zuberbühler, 2006 a, b; Addessi et al., 2007). Dentro de esto se han informado
del desarrollo en los chimpancés de estrategias de pacificación en el grupo y
estrategias de sobrevivencia del grupo evitando conflictos internos (Sapolsky,
2006;
Brosnan et al., 2008).
Los hallazgos discutidos en este texto acerca de la percepción de la desigualdad
en diferentes grupos de animales sociales abre una nueva etapa de estudio, en
el cual debemos sumar a las evidencias anteriores a la percepción de la
inequidad del trato dentro del grupo, esta percepción de la “injusticia”, que es
posiblemente el elemento clave de que podamos o intentemos definir la justicia,
desde la existencia de la condición opuesta. Esto indica una cualidad que hasta
el momento no se ha comprobado en otros animales sociales, y
que es la
capacidad de generar largos procesos filosóficos de construcción de una idea, la
cual no logramos definir a pesar de miles de años de pensamiento, posiblemente
porque se enfoca de una manera incorrecta. Retana-Salazar y GaritaCambronero (2010) proponen que una de las posibles bases del desarrollo de un
sistema normativo de alta complejidad, que conocemos como Derecho, es la
concepción de la propiedad y la capacidad de poder llevar esta idea a niveles de
abstracción tan elevados que extrapolan el concepto de propiedad, que deriva
del concepto de territorio (Retana-Salazar,
2006) a niveles de pertenencia
únicos sobre las ideas y conceptos creados por la mente. Inicialmente, se pensó
que los chimpancés carecían de normas de propiedad; sin embargo, en un
71
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
artículo reciente, se ha comprobado que las hipótesis sostenidas por RetanaSalazar
(2006)
y
Retana-Salazar
y
Garita-Cambronero
(2010),
parecen
comprobarse desde la experimentación en la que se demuestra que en efecto en
los primates no humanos hay concepto de propiedad y de tenencia de bienes, el
cual al parecer no se desarrolla como en los humanos por la carencia de
controles sociales e institucionales de regulación, pero se considera que estos
avances nos pueden permitir comprender nuestra propia naturaleza con mayor
claridad (Brosnan, 2011).
Las hipótesis planteadas acerca del posible origen de la base del Derecho como
lo conocemos desde los procesos evolutivos parecen ser cada vez más sólidas,
al efectuarse mayores investigaciones en grupos sociales y hallar que los
patrones que consideramos únicos no lo son. Hasta hace poco creíamos que las
redes neurales de comportamiento social eran un evento único de los
mamíferos, ahora hay comprobación de la existencia de sistemas neuronales
análogos en otros grupos de animales sociales (Goodson, 2005). Sin embargo,
esto no significa ni pretende justificar posiciones extremas que desconozcan la
validez y necesidad de los estudios desde la óptica sociocultural de los
problemas que enfrentamos, sobre todo si se tiene en cuenta que hoy hay
evidencias de que la cultura también tiene efecto sobre la estructura
neurológica y que ambas interactúan sin ser excluyentes,
sino más bien
complementarias (Han y Northoff, 2008).
La
neuroantropología,
como
una
moderna
rama
de
la
ciencia,
es
interdisciplinaria entre las ciencias biológicas y las sociales, y está aportando
valiosas evidencias para que comprendamos nuestra naturaleza cada vez mejor,
y es en ese sentido que debemos unir esfuerzos los científicos naturales y
sociales para una visión integral del ser humano*.
72
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
*Agradecimientos. Se agradece al Dr. Camilo J. Cela-Conde, al Dr. Atahualpa
Fernández, al Dr. Mietje Germonpré y al Lic. Gustavo González Solano por su
colaboración facilitando literatura pertinente al desarrollo de este artículo.
Referencias
Addessi, E., Crescimbene, L. y Visalberghi,
E. (2007). Do capuchin monkeys
(Cebus apella) use tokens as symbols? Proc. R. Soc. B, 274, 2579-2585
doi:10.1098/rspb.2007.0726
Allman, J. M., Hakeem, A., Nimchinsky, E. y
Hof, P. (2001). The anterior
cingulate cortex. The evolution of an interface between emotion and cognition.
Annals of the
New York Academy of Sciences,
935,
107–117. doi:
10.1111/j.1749-6632.2001.tb03476.x
Arnold, K. y Zuberbühler, K. (2006a). The alarm-calling system of adult male
putty-nosed monkeys. Cercopithecus nictitans martini. Animal Behaviour, 72,
643-653 doi:10.1016/j.anbehav.2005.11.017
Arnold, K. y Zuberbühler, K. (2006b). Semantic combinations in primate calls.
Nature,
441,
303.
Recuperado
de
http://jacknife.med.yale.edu/nsci590/pdfs/arnold2006.pdf
Beccaria, C. (1774). Tratado de los delitos y de las penas. Madrid: Cámara de
S.M.
Braüer, J., Call, M. y Tomasello, M. (2006). Are apes really inequity averse?
Proc. R. Soc. B, 273, 3123–3128. doi:10.1098/rspb.2006.3693
73
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Bravo, B. (2009). Construcción y desconstrucción: El sino del racionalismo
moderno de la ilustración a la postmodernidad. Rev. Hist. Derecho, 37, págs?
Brosnan, S. (2011). Property in nonhuman primates. En H. Ross y O. Friedman
(Eds.),
Origins of ownership of property. New Directions for Child and Adolescent
Development, 132, 9–22.
Brosnan, S. (2008). Responses to Inequity in non-human primates. En
Neuroeconomics: Decision Making and the Brain, capítulo 19, 283-300.
Brosnan, S. y De Waal, F. (2003). Monkeys reject unequal pay. Nature, 425,
297–299.
Brosnan S., Grady, M., Lambeth, S., Schapiro, S. y Beran, M. (2008). Chimpanzee
Autarky. PLoS ONE , 3(1), e1518, doi:10.1371/journal.pone.0001518
Brosnan S., Schiff,
H. y De Waal,
F. (2004). Tolerance for inequity may
increase with social closeness in chimpanzees. Proc R Soc London Ser B, 1560,
253–258.
Campbel, B. C. y García, J. R. (2009). Neuroanthropology: evolution and
emotional embodiment. Frontiers in Evolutionary Neurosciences 1, 1-6, doi:
10.3389/neuro.18.004.2009.
74
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Carrara, A. (2010).
Neuroderecho: entendiendo la mente de los criminales.
Recuperado de
http://www.yoinfluyo.com/index.php?option=com_content&view=article&id=28
387-neuroderecho-entendiendo-la-mente-de-los-criminales&catid=169&Itemid=164
Caspers, S., Heim, S., Lucas, M.G., Stephan, E., Fischer, L., Amunts, K. y Zilles,
K. (2011). Moral Concepts Set Decision Strategies to Abstract Values. PLoS
ONE 6(4), 1-14, e18451. doi:10.1371/journal.pone.0018451
Cela-Conde, C., Ayala, F., Munar, E., Maestú, F., Nadasl, M., Capó, M. A., Del Río,
D., López-Ibor, J.J., Ortiz, T, Mirasso, C. y Marty, G. (2009). Sex-related
similarities and differences in the neural correlates of beauty. PNAS, 6(10),
3847-3852.
Recuperado
de
http://evocog.org/images/stories/documentos/publicaciones/2009_sexrelated.pdf
Chiao, J., Harada, T., Komeda, H., Li, Z., Mano, Y., Saito, D., Parrish, T. B.,
Sadato, N. y Iidaka, T. (2009). Dynamic cultural influences on neural
representations of the self. Journal of Cognitive. Neurosciences,
1167, 174-
181.
Clutton-Brock, T., Brotherton, P., O’Riain, M., Griffin, A., Gaynor, D., Sharpe, L.,
Kansky, R., Manser, M. y
McIlrath, G. (2000). Individual contributions to
babysitting in a cooperative mongoose, Suricata suricatta. Proceedings of the
Royal Society of London, Series B, 267, 301–305.
75
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Creel, S. y Creel, N. (1995). Communal hunting and pack size in African wild
dogs, Lycaon pictus. Animal Behavior, 50, 1325-1339.
Cronin, K. y Snowdon, C. (2008). The effects of unequal reward distributions
on cooperative problem solving by cottontop tamarins, Saguinus oedipus. Anim
Behavior, 75, 245-257.
Cuenca-Gómez, P. (2010). Una aproximación a la teoría pura del derecho de
Hans Kelsen. Papeles el tiempo de los derechos, 3, 1-17.
Curchamp, F. y MacDonald, D. (2001). Crucial importance of pack size in the
African wild dog Lycaon pictus. Animal Conservation, 4, 169-174.
Cushman, F., Young, L. y Hauser, M. (2006). The role of conscious reasoning
and intuition in moral judgment: testing three principles of harm. Psychological
Science, 12, 1082-1089.
Damasio, A. (1994). Descartes' Error: Emotion, Reason and the Human Brain.
New York: Avon Books.
Darwin, C. (1859). The origin of the species. UK: Oxford University Press.
Dubreuil, D., Gentile, M. y Visalberghi, E. (2006). Are capuchin monkeys (Cebus
apella)
inequity
averse?
Proc.
R.
Soc.
B,
273,
1223–1228.
doi:10.1098/rspb.2005.3433
Dunn, L.C. y Dobzhansky, T. (1956). Heredity, Race and Society. (9 ed). New
York: The New American Library of World Literature.
76
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Eckhardt, W. y Zuberbühler, K. (2004). Cooperation and competition in two
forest monkeys. Behavioral Ecology, 15, 400-411.
Eisenberger, N., Lieberman, M. y Williams, K. (2003). Does rejection hurt? An
fMRI study of social exclusion. Science 302, 290–292.
Elbert, C. A. (2011). Las penas de los nobles, o el delito de los poderosos.
Revista Derecho en Sociedad, 1, 78-94.
Fehr, E. y
Fischbacher, U. (2003) The nature of human altruism. Nature, 425,
785–791.
Fernández, A. (2005). Moral Intelligence: Mind, Brain and the Law. Bepress Legal
Series, 659, 1-25.
Ferrando, I. (2003). Neurobiología de
la Felicidad. VI Foro Fundación San
Prudencio de la 3ª Edad. 9.
Ferrater, J. (1979). Diccionario de Filosofía. (6.ª edición).
Madrid: España:
Alianza.
François, D, François, J y
Haurez, R. (1971). L´Epoque Contemporaine.
Nouvelle Collection d´Histoire Bordas. París, Francia: Editorial Bordas.
García, E. (2000). Introducción al estudio del derecho. (50.ª edición). , México
DF, México: Porrúa.
77
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Germonpré, M., Láznicková-Galetová y Sablin, M. (2012). Palaeolithic dog skulls
at the Gravettian Predmostí site, the Czech Republic. Journal of Archaeological
Science, 39, 184-202.
González, G. (2003). El ejercicio del poder de los jueces. Ciencias Sociales
101(102), 149-159.
Goodson, J. (2005). The Vertebrate Social Behavior Network: Evolutionary
Themes
and
Variations.
Horm
Behavior,
48(1),
11-22.
doi:10.1016/j.yhbeh.2005.02.003
Han, S. y Northoff, G. (2008). Culture-sensitive neural substrates of human
cognition: a transcultural neuroimaging approach. Nature, 9, 646-654.
Harrington, F., Mech, L. y
Fritts, S. (1983) Pack size and wolf pup survival:
Their relationship under varying ecological conditions. Behav Ecol Sociobiol, 13,
19-26.
Hsu, M., Anen, C. y Quartz, S. (2008). The right and the good: distributive
justice and neural encoding of equity and efficiency. Science, 320, 1092-1095.
Kelsen, H. (1986). Teoría pura del derecho. México: Editorial UNAM.
Kelsen, H. (2008). ¿Qué es la Justicia? (5.ª edición). Barcelona, España: Ariel.
Leandry-Vega, I. (2010). Derecho vs. religión: la nueva batalla intelectual.
California, EE.UU.: Espacio Creativo.
78
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Lyn, H., Franks, B. y Savage-Rumbaugh, E. (2008). Precursors of morality in the
use of the symbols ‘‘good” and ‘‘bad” in two bonobos (Pan paniscus) and a
chimpanzee (Pan troglodytes). Language & Communication, 28, 213-224.
Marsh, A., Crowe, S., Yu, H., Gorodetsky, E., Goldman, D. y Blair, R. (2011).
Serotonin
Transporter
Judgments.
PLoS
Genotype
(5-HTTLPR)
One,
6(10),
Predicts
1-5,
Utilitarian
e25148,
Moral
doi:
10.1371/journal.pone.0025148.
Mech D. (1970). The Wolf: The Ecology and Behavior of an Endangered Species.
Garden City, NY: Natural History Press.
Mosterín, J. (1998). ¡Vivan los animales! Madrid: Editorial Debate.
Poll, H. (2006). Religious Views and Beliefs Vary Greatly by Country, According
to the Latest Financial Times. Recuperado de Harris Interactive | News Room Religious views and beliefs vary greatly by country, according to the latest
Financial
Times/Harris
poll
http://www.harrisinteractive.com/news/allnewsbydate.asp?NewsID=1131
Prum, R. (1994). Phylogenetic analysis of the evolution of alternative social
behavior in the manakins (Aves: Pipridae). Evolution, 48(5), 1657-1675.
Range, F., Horn, L., Viranyl, Z., and Huber, L. (2009). The absence of reward
induces inequity aversion in dogs. PNAS 106(1):340-345.
Real Academia Española.
Espasa-Calpe.
79
(2001). Diccionario de la legua española. Madrid:
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Retana-Salazar, A. (2006). El origen biológico del derecho. Revista de
Antropología Experimental, 6(21), 277-298.
Retana-Salazar, A. y Garita-Cambronero, J. (2008). Observaciones de campo
acerca de la posible veracidad de la hipótesis sobre el Origen Biológico del
Derecho. Revista de Antropología Experimental, 8(16), 225-233.
Retana-Salazar, A. y Garita-Cambronero, J. (2010). De los genes a los memes. El
caso particular del Derecho: Una visión integradora hacia una sociología del
Derecho. Revista de Antropología Experimental, 10(19), 333-358.
Retana-Salazar, A. y Ramírez-Morales, R. (2006). Establecimiento de un nuevo
género de piojos (Phthiraptera: Pediculidae) asociado al hombre (Primates:
Hominidae). BRENESIA, 65, 61-70.
Roma, P., Silberberg, A., Ruggiero, A., Suomi, S. (2006). Capuchin monkeys,
inequity
aversion,
and
the
frustration
effect.
Journal
of
Comparative
Psychology, 120(1), 67-73.
Sapolsky, R. (2006). A Natural History of Peace. Foreign Affairs, 85(1), 104120.
Singer, T. (2007). The neuronal basis of empathy and fairness. Novartis Found.
Symp., 278, 20-30.
Sutherland, E. (2009). El delito de cuello blanco. Montevideo, Buenos Aires:
Editorial B. de F.
80
DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 3.
Julio de 2012
Revista Electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT – Costa Rica
Tabibnia, G., Satpute, A. y Lieberman, M. (2008). The sunny side of fairness:
preference for fairness activates reward circuitry (and disregarding unfairness
activates self-control circuitry). Psychol. Sciences, 19, 339-347.
Tobler, P.N., Kalis, A. & Kalenscher, T. (2008). The role of moral utility in
decision making: An interdisciplinary framework. Cognitive, Affective, &
Behavioral Neuroscience, 8(4), 390-401.
Vasilev, G. (2000). Bogomils, Cathars, Lollards and the high social position of
women during the Middle Ages. Facta Universitatis, 2(7), 325-336.
Woodward, J. y Allman, J. (2007). Moral intuition: its neural substrates and
normative significance. Journal of Physiology, 101, 179-202.
81
Descargar