estatuto de los ministros de culto en la repblica argentina

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ESTATUTO DE LOS MINISTROS DE CULTO EN LA REPÚBLICA
ARGENTINA
Juan G. NAVARRO FLORIA
Publicado en: MARTÍN SÁNCHEZ, Isidoro y NAVARRO FLORIA, Juan G. (Coords.): La libertad
religiosa en España y Argentina, Fundación Universitaria Española (2006) Madrid, pp. 153/165.
Introducción
De los distintos capítulos que componen el Derecho
Eclesiástico del Estado, el referido a los ministros de culto es posiblemente el que mejor
expone el carácter inorgánico que presenta la disciplina en la República Argentina, y lo
que en otra oportunidad he llamado su “composición aluvional”, para referir su
conformación a lo largo del tiempo, obedeciendo a principios y marcos jurídicos
bastante diferentes entre sí.
Como ideas generales y que trataremos luego de
demostrar y corroborar, podemos afirmar que:
1) No hay en la argentina un estatuto orgánico de los
ministros de culto: No existe un cuerpo normativo ordenado que se refiera a ellos, ni
que reglamente coherentemente su posición en la sociedad, derechos y obligaciones. Al
contrario, hay normas dispersas, y eventualmente contradictorias, en muy distintos
cuerpos legales. A su vez, esos cuerpos legales fueron sancionados en épocas distantes
(desde el Código Civil, de 1869, hasta normas muy recientes en materia penal o
previsional), y en el marco de concepciones diversas en materia de relaciones IglesiaEstado, o del lugar de lo religioso en el ámbito público.
2) No hay un concepto único de ministros de culto:
ninguna norma ha definido qué se debe entender por ministro de culto, o por ministro
religioso. Ni siquiera existe uniformidad terminológica, ya que ocasionalmente las leyes
hablaran de “ministros de culto”, de “ministros religiosos”, de alguna especie de ellos
en particular (sacerdote, pastor) incluyendo eventualmente a todos en esa denominación,
o incluso de “religiosos”, sustantivando el adjetivo 1 .
1
Desde luego, existen los religiosos como categoría específica: los miembros de institutos de vida
consagrada pertenecientes a la Iglesia Católica. A ellos el ordenamiento los llama alternativa “religiosos”,
3) El paradigma de ministro de culto, es el sacerdote
católico: así como la mayor parte de la población en la Argentina, espontáneamente,
asocia el concepto de “ministro religioso” o de “ministro de culto” al sacerdote católico
también la legislación, la jurisprudencia y la doctrina tienden a hacer lo propio. Así,
muchas veces las normas hablan de “sacerdote”, y la doctrina o la jurisprudencia deben
hacer una interpretación extensiva para aplicarlas también a ministros de otros credos.
En el mismo orden de ideas, muchas veces el legislador o
el intérprete suponen que en todas las confesiones los ministros de culto cumplen las
mismas funciones y juegan internamente los mismos roles que los clérigos en la Iglesia
Católica. Y no se advierte que, por ejemplo, en algunas comunidades religiosas está
disociado el rol de presidente de la comunidad, del rol de maestro de la fe y de director
del culto.
4) El derecho tiende a proteger a los ministros de culto y
facilitar el ejercicio de sus funciones: la visión de conjunto de las normas existentes y
de su interpretación por parte de los tribunales, lleva a la convicción de que así como la
religión merece una valoración positiva por parte del legislador, el ejercicio del
ministerio religioso en general es visto con favor por el derecho, y se lo protege,
rodeando a los ministros de consideraciones y garantías específicas que los distinguen
del resto de los ciudadanos. Como contrapartida, también existen eventualmente
sanciones más severas para los ministros de culto que cometen determinados delitos,
que las que se aplicarían a quienes no revistan esa calidad.
Concepto de “ministro de culto”
Como queda dicho, no existe en la legislación una
definición de lo que debe entenderse por ministro de culto o ministro religioso. Ha sido
la jurisprudencia, quien debió procurarla. La cuestión se planteó en relación a la
“religiosos profesos”, o alude a algunos de ellos (“regulares”, “clérigos regulares”). Lo que decimos aquí
es que a los ministros de culto, a veces se los denomina “religiosos”, sin que lo sean en sentido estricto,
omitiendo el sustantivo “ministros”.
excepción al servicio militar obligatorio que la ley 17.531 2 prevé para “los seminaristas
y ministros de los cultos reconocidos oficialmente” (art.32 inc.2º y 3º).
La Corte Suprema abordó el tema en el caso “Lopardo” 3 ,
miembro de los “Testigos de Jehová”, que adujo su condición de seminarista para eludir
el servicio militar. Dijo entonces que “las circunstancias que invoca el recurrente para
sustentar su tesis –dedicación a la lectura de textos sagrados y tarea de difundir lo que
considera verdades de su religión- no resultan válidas para borrar toda distinción entre
feligreses y ministros, habida cuenta que las mencionadas actitudes son comunes a todo
creyente y en tanto los ministros gozan de facultades y poderes específicos de que
aquellos no están investidos. Los vocablos “clérigos”, “religiosos”, “ministros”
empleados en la citada ley federal no pueden tener otro alcance que el de designar a
quienes, previa adecuada formación intelectual y espiritual, hacen del ministerio
religioso su ocupación específica; y es precisamente, el elevado y especial carácter de
ese estado el que funda la excepción; de lo contrario, todo creyente estaría exceptuado
de prestar el servicio militar, lo que obviamente no ha sido el propósito de la ley. La
extensión a los “novicios” y “seminaristas” se explica en cuanto incluye a quienes han
iniciado ya una preparación que habrá de capacitarlos y destinarlos a aquella actividad”.
Por lo tanto, para que alguien sea considerado “ministro
religioso”, debe reunir: a) una “preparación” o “formación” intelectual y espiritual
especiales y distintas de las que recibe el común de los fieles. Naturalmente, es la propia
confesión religiosa la que determina la extensión y alcance de esa preparación, pero se
la supone mayor y diversa que la del conjunto de fieles. En un caso anterior, la Cámara
Federal había encuadrado como “seminaristas” a “todos los que realizan los estudios
metódicos y disciplinados que los preparan para ejercer el magisterio sacerdotal, dentro
de sus respectivas confesiones religiosas, bajo las directivas de sus respectivas
autoridades y con sujeción a las normas por ellas impuestas” 4 ; b) unos “poderes” o
“facultades” específicos de los que están investidos los ministros y no el resto de los
2
La ley 24.429 implantó el servicio militar voluntario, sin derogar a la anterior a la que puede acudirse en
caso de necesidad.
3
4
Resuelto el 26/10/92, FALLOS ....-1525.
Caso “Glaser”, CNFed.Cont.Adm., 6/9/65, fallo confirmado por la Corte Suprema el 23/9/66 (FALLOS
265-336).
fieles, o una “función” distinta del resto de los fieles, dentro de la comunidad, como
consecuencia de una “investidura” especial; y c) una “ocupación específica” consistente
en el ejercicio del ministerio. No es necesario que sea una dedicación exclusiva, ni
siquiera en todos los casos que sea la ocupación preponderante o principal, pero sí
específica. Al respecto, cabe decir que en el caso “Glaser” la Corte desechó que la
dedicación exclusiva fuera un requisito para ser considerado seminarista, o ministro.
Por cierto, es cada confesión religiosa la que en primera
instancia determina quienes son sus ministros de culto. Pero si alguna de ellas tuviera un
concepto demasiado laxo al respecto, podrían aplicarse las pautas precedentes para
limitarlo.
En cuanto a la identificación de los ministros de culto
como tales, en principio debe ser provista por cada iglesia o comunidad religiosa. Sin
embargo, algunos ministros de culto católico (obispos y superiores mayores religiosos)
pueden ser provistos de una “credencial eclesiástica” emitida por el Estado 5 , mientras
que el resto del clero y religiosos pueden obtener una credencial similar expedida por
sus propios ordinarios. Los ministros de culto no católicos, sólo cuentan con la
identificación provista por su confesión de pertenencia 6 .
Los ministros de culto ante el derecho civil
El código civil argentino data del año 1870; y si bien ha
tenido diversas reformas, muchas normas (y en particular, varias que nos ocupan aquí)
permanecen intocadas. En ese momento no había prácticamente en la Argentina más
que ministros de culto católicos, y algunos pastores protestantes de iglesias históricas. A
5
Está reglamentado en el Decreto 1233/1998 (B.O. 28/10/98). Ese decreto reemplazó a otro de 1948
(35336/48) que imponía con carácter obligatorio el “fichado” de todo el clero católico, religiosos y
religiosas, a cambio de lo cual obtenían una credencial. Ese régimen había caído parcialmente en desuso y
solo unos pocos pedían y obtenían la credencial. Ver NAVARRO FLORIA, J.G., “La identificación de
los ministros religiosos católicos en Argentina”, en Anuario Argentino de Derecho Canónico, vol.VI
(1999), p.183 y ss.
6
El decreeto 1136/97, reglamentario de la ley 24460 que regula la ejecución de la pena privativa de la
libertad, establece que para proveer de asistencia religiosa a los reclusos se les debe proporciona acceso a
las cárceles a los respectivos ministros religiosos, que se identificarán como tales mediante una credencial
expedida por el Registro Nacional de Cultos (la oficina administrativa encargada del reconocimiento de
las “entidades religiosas” distintas de la Iglesia Católica, regida por una anacrónica ley de facto producida
por la última dictadura militar, nº 21.745). Sin embargo, el Registro no emite tales credenciales.
su vez, los primeros estaban encuadrados en una concepción bastante rígida del
Patronato Nacional, en cuya virtud eran prácticamente considerados funcionarios
públicos 7 . Esto exige leer las normas subsistentes, a la luz de la posterior evolución del
derecho eclesiástico, y en particular la amplitud actual del derecho a la libertad religiosa
(tutelado constitucional e internacionalmente), y la separación Iglesia-Estado y
extinción del derecho de Patronato 8 .
Restricciones a la capacidad civil
Además de las importantes restricciones a la capacidad
civil de los religiosos que el código civil establece y veremos luego, algunas normas
limitativas, afectan a los clérigos en general.
Así, a los sacerdotes seculares el art.2011 les prohíbe ser
fiadores, salvo “por sus iglesias, por otros clérigos, o por personas desvalidas”. Esta
incapacidad afecta a los sacerdotes católicos (“los que tengan ordenes sagradas,
cualquiera que sea su jerarquía”, lo que incluye obviamente a los obispos), y coincide
con la prohibición del canon 672. Por ser una norma limitativa de derechos es de
interpretación restrictiva, y no debería extenderse a ministros de otras confesiones.
El art.1442 del código civil, prohíbe la cesión de créditos
“a los administradores de corporaciones religiosas, de créditos contra estos
establecimientos”. Por tanto, en la medida en que algún ministro de culto sea
administrador de una asociación religiosa, está impedido de ser cesionario de créditos
contra ella.
En materia de derecho de familia, hay que mientras la
celebración religiosa del matrimonio tuvo efecto civil, el orden sagrado era
impedimento para el matrimonio, dado que regían como impedimentos los establecidos
por el derecho canónico (art.168); y los hijos nacidos de quienes estaban sujetos a tal
impedimento formaban la categoría de “hijos sacrílegos”. Esto fue suprimido por el
7
De hecho, hasta varios años después de la vigencia del Código, los sacerdotes y por extensión los
pastores, tenían a su cargo la celebración del matrimonio con efectos civiles, y el registro de nacimientos
(bautismos) y defunciones, entre otras funciones. El art.90 del código aún hoy habla del domicilio de ”los
funcionarios públicos, eclesiásticos o seculares”.
8
Operados por el Acuerdo de junio de 1966 con la Santa Sede y cristalizados en la reforma constitucional
de 1994.
art.112 de la ley 2393 de matrimonio civil, en 1888. Actualmente, la condición de
ministro de culto no constituye impedimento alguno, en sí mismo, para el matrimonio
civil (aunque la doctrina considera que la ocultación de esa calidad podría dar lugar a la
nulidad del matrimonio, por error en la cualidad esencial de la persona en que podría
incurrir el cónyuge que la ignorase).
La jurisprudencia tuvo ocasión de considerar el tema de la
habilidad de los clérigos para adoptar hijos, bajo la vigencia de la ley anterior (19.134),
igual a la actual en este punto, concluyendo que dado que “puede ser adoptante todo
aquel a quien la ley no se lo prohiba”, nada impide al sacerdote secular adoptar niños 9 .
También la doctrina afirma que no hay impedimento para el sacerdote para adoptar, y
que “la adopción es perfectamente compatible con la dignidad y castidad propia del
estado sacerdotal” 10 .
Incapacidades sucesorias
En virtud del art.3739 del código civil, tienen una
incapacidad de derecho para suceder por testamento y ser legatarios, “los confesores
del testador en su última enfermedad”, incapacidad que se extiende a las parroquias en
las que ejercen su ministerio 11 , y a las comunidades (se entiende: religiosas) a las que
pertenecen. Si el confesor ha sido además designado albacea, puede serlo, aunque el
legado sea ineficaz (art.3848).
En virtud del art.3740 la misma incapacidad cabe "al
ministro protestante que asiste al testador en la última enfermedad". Pero no está
prevista para ministros de otras confesiones religiosas, lo que encierra una
discriminación hoy inaceptable, por lo que la doctrina la ha considerado aplicable
también en esos otros casos. Se entiende que lo que interesa no es tanto el hecho puntual
de la confesión sacramental, sino la capacidad de influir psicológicamente en la persona,
lo que se corresponde más bien con la dirección espiritual que con la confesión en
9
Juzgado de Menores de 3ª Nominación, Córdoba, “B., O. L.“, 16/9/87, ED 136-695.
10
11
BORDA, G., “Tratado de Derecho Civil – Familia”, Buenos Aires, 1959, t.II p.149
El código dice impropiamente de la iglesia "en que estuviesen empleados", aunque es claro que la
relación del sacerdote con la parroquia en la que ejerce el ministerio no es laboral, ni es él un "empleado"
en el sentido actual del término.
cuanto tal, y por tanto es posible que aplique también al ministro acatólico, e incluso no
cristiano.
Aunque se trata de normas de escasa aplicación (entre
otras razones, porque el uso del testamento no es una costumbre extendida en la
Argentina), la doctrina ha discutido el alcance del concepto de “última enfermedad” (se
entiende por tal aquella de la que el testador ha muerto o que padecía al tiempo de morir
y de testar).
El caso de los religiosos
Aunque no sean estrictamente ministros de culto, es
pertinente referir las limitaciones establecidas por el derecho a la capacidad jurídica de
los religiosos. En este caso, se entiende unánimemente que se trata de los religiosos
católicos 12 .
El artículo 1160 del código civil dice que ”No pueden
contratar... los religiosos profesos de uno y otro sexo, sino cuando comprasen bienes
muebles a dinero de contado, o contratasen por sus conventos”.
La prohibición es muy amplia y sólo admite dos
excepciones aparentes, aunque una sola real. Porque si el religioso o religiosa contrata
”por su convento”, no es él o ella quien contrata, sino el convento, es decir, el Instituto
(persona jurídica) al que pertenece 13 . De manera que el único contrato permitido a los
religiosos, es la compraventa al contado y de bienes muebles.
Esta incapacidad de derecho es llamativa, y claramente
injustificada en la ley civil, más allá de lo que la legislación canónica pudiera imponer
como derivación del voto de pobreza. En general los autores coinciden en que esta es
una verdadera incapacidad de derecho 14 . Por lo tanto, no puede ser remediada mediante
12
Para una ampliación del tema, ver NAVARRO FLORIA, J. G. y HEREDIA, C., “Régimen jurídico de
los religiosos y de los Institutos de Vida Consagrada”, Buenos Aires, 1997.
13
En el código civil, ese es el significado de “convento”. En la nota al art.103, el codificador dice: “El
religioso, por conservar la vida civil, no deja de ser miembro de una persona jurídica, su convento, sujeto
en un todo a los estatutos que lo rijan”.
14
Cfr. LLAMBÍAS, J., “Tratado de Derecho Civil – parte general”, tº I, # 600, y cita de opiniones
concordantes de ARAUZ CASTEX, BORDA, ORGAZ, LAFAILLE, SPOTA, SALVAT y
jurisprudencia.
la actuación por otro en nombre del religioso 15 ; y su consecuencia es que el contrato
celebrado por el religioso o religiosa es nulo (art.1043), en principio de nulidad
absoluta 16 .
Tradicionalmente la doctrina, buscando dar al concepto el
menor alcance posible por su carácter fuertemente limitativo de derechos, entendió por
“religiosos profesos” a quienes habían hecho votos solemnes en institutos monásticos.
Sin embargo, a partir de la ley 24.483 que rige ahora en la Argentina el funcionamiento
de los Institutos de Vida Consagrada, todos los miembros de estos han sido definidos
como “religiosos” 17 . De ese modo se ha ampliado la aplicación de la norma, que por su
extensión puede reputarse inconstitucional, y cuya derogación ha sido propiciada en
varios proyectos legislativos.
Además de la norma genérica del artículo 1160, el código
civil prevé otras incapacidades de derecho específicas para los religiosos. Así, “no
pueden ser testigos en los instrumentos públicos” (art.990, c.civil). Por lo tanto
religiosos y religiosas no pueden ser testigos en una escritura pública, ni en un acta de
matrimonio o de nacimiento, por ejemplo.
Por su parte, el código de comercio (art.22), dispone que
”Están prohibidos de ejercer el comercio por incompatibilidad de estado: 1) Las
corporaciones eclesiásticas; 2) Los clérigos de cualquier orden mientras vistan el traje
clerical”. Va de suyo que la limitación no está en función de la vestimenta sino del
estado, por lo que la norma debe leerse: “los clérigos de cualquier orden mientras
conserven ese estado”. El artículo, sin embargo, no se refiere literalmente a la totalidad
de los religiosos, porque no comprende a las religiosas, ni a los religiosos que no sean
clérigos, y se refiere tan sólo a los que pertenezcan a una “orden” (religiosa) 18 .
15
Cfr. BORDA, G. A., “Tratado de Derecho Civil Argentino – parte general”, tº I, # 606; LLAMBÍAS,
J., “Tratado...”, # 568.
16
LLAMBÍAS, J., “Tratado...”, # 570; SPOTA, A. G., “Instituciones de derecho civil. Contratos”,
Buenos Aires, 1979, Vol.II, # 283.
17
18
Decreto 491/95, art.4 inc.h.
La incapacidad coincide con las normas canónicas, ellas sí aplicables a religiosos de ambos sexos y
pertenecientes a cualquier clase de instituto, que les restringen el ejercicio del comercio (cánones 672 ,
285 y 286)
Los religiosos pueden ser accionistas de una sociedad
anónima, pero no pueden ser directores ni gerentes, puesto que el art.264 de la ley
19.550 lo impide a “quienes no pueden ejercer el comercio” (inc.1º) 19 . Por el mismo
motivo, no pueden ser martilleros (art.2, ley 20.266), ni promotores, fundadores,
directores, administradores, miembros de los consejos de vigilancia, síndicos,
liquidadores ni gerentes de entidades financieras (art.10, ley 21.526), ni promotores o
asesores de seguros (art.8, ley 22.400), ni adjudicatarios de licencias de radio o
televisión (ley 26.053 20 , modificatoria del art.45 de la ley de Radiodifusión 22.285).
En materia de derecho de familia, hay que añadir que
según el código civil ”La patria potestad se acaba... por profesión de los padres, o de
los hijos, con autorización de aquellos, en institutos monásticos” (art.306). La norma
tiene en mira a las órdenes religiosas católicas. Si quien profesa es el hijo (siendo aún
menor) se opera una suerte de traslación de la patria potestad de los padres a los
superiores religiosos, a quienes queda unido por el voto de obediencia, que de este
modo recibe una suerte de reconocimiento por parte de la ley civil. Si luego se
produjese la salida del instituto del hijo, siendo aún menor de edad, hay consenso en la
doctrina respecto de que la patria potestad renace a favor de sus padres. En cambio, si
quien hizo profesión religiosa fue el padre o madre, la patria potestad se extingue
definitivamente.
El artículo 398 del código civil prohíbe que sean
nombrados tutores ”los que hubieren hecho profesión religiosa” (inc.16). La razón es
que su condición de vida les impide asegurar una buena administración 21 , lo que es
plenamente coherente con la norma que les impide incluso ejercer la patria potestad
sobre los propios hijos (con más razón, ser tutores de otros).
El problema que suscita esta norma, es que el art.475 del
código civil hace aplicables las reglas de la tutela, a la curatela, de manera que los
19
Por ende tampoco pueden ser directores ni gerentes de sociedades anónimas con participación estatal
mayoritaria (art.310 ley 19.550).
20
21
B.O. 15/9/2005.
BOSSERT, G., y ZANNONI, E., “Régimen legal de filiación y patria potestad”, Buenos Aires, 1987,
# 583; MAZZINGHI, J., “Derecho de Familia”, Buenos Aires, 1999, tº 4, # 861.3.d).
religiosos están en principio impedidos también de ser curadores de incapaces mayores
de edad (insanos). Esta limitación es lógica en general, pero debe reconocer una
excepción, no prevista en la ley, en el caso de que un religioso resulte insano mental, en
cuyo caso, sería enteramente que la curatela le fuera asignada a otro religioso de su
misma comunidad, posiblemente su superior.
Derechos políticos de los ministros de culto
La legislación argentina no impone genéricamente ningún
requisito de ciudadanía para ser ministro religioso. Pueden serlo tanto nacionales como
extranjeros. Esto es consecuencia necesaria de las normas constitucionales que
garantizan iguales derechos civiles para unos y otros. Como excepción, los arzobispos y
obispos residenciales y coadjutores de la Iglesia Católica deben ser ciudadanos
argentinos, por exigirlo así el Acuerdo de 1966 entre la Argentina y la Santa Sede, en su
artículo 3º. Es una norma frecuente en los concordatos y acuerdos de este tipo.
Inversamente, la condición de ministro de culto tampoco
conlleva, en principio, ninguna restricción a la capacidad política, ni a los derechos
electorales.
Sin embargo, la reforma constitucional de 1994 dejó
subsistente la prohibición para los “eclesiásticos regulares”, de ser miembros del
Congreso (art.73) 22 , una norma anacrónica e injustificada que sólo permanece por un
descuido del legislador constituyente y que les veda indirectamente a tales “eclesiásticos
regulares” acceder a los cargos de presidente o vicepresidente (art.89), y juez de la
Corte Suprema (art.111). La incapacidad, como toda norma limitativa de derechos, debe
ser objeto de interpretación restrictiva. Por ello no cabe duda de que no involucra a los
clérigos que no son religiosos (sacerdotes seculares). Pareciera que tampoco abarca a las
religiosas mujeres, porque el término “eclesiásticos” no resulta apropiado para referirse
a ellas. La denominación “eclesiástico regular” se opone a la de “eclesiástico secular”,
es decir, el clérigo incardinado en una diócesis (o su equivalente), y no en un instituto
22
“Los eclesiásticos regulares no pueden ser miembros del Congreso, ni los gobernadores de provincia
por la de su mando”.
de vida consagrada. Por lo tanto incluso puede pensarse que no abarque a los religiosos
no clérigos.
Pese a su notoria injusticia y carácter discriminatorio, la norma
está vigente. Por eso, y si bien fue sin duda pensada para los religiosos católicos,
algunos autores postulan que para mitigar la discriminación es menester aplicarla
también a “religiosos de otros cultos con similares votos de obediencia, a fin de no
violentar la igualdad” 23 .
La misma prohibición se ha trasladado, y muchas veces
amplificado, a varias (nueve) constituciones provinciales 24 , a pesar de que proclaman la
igualdad ante la ley de todos los ciudadanos y la prohibición de discriminaciones por
razones religiosas. Se trata de una copia irreflexiva del arcaico modelo nacional, sin que
seguramente en muchos casos los constituyentes provinciales se hayan detenido a
pensar en el contenido y la razón de lo que estaban copiando. Un caso singular es el de
la provincia de Santiago del Estero, que extiende la inhabilidad para ser legislador (e
indirectamente, ocupar otros cargos) a “los eclesiásticos regulares y seculares” (art.118)
sin distinción.
Los ministros de culto ante el derecho penal
El código penal vigente en la Argentina, no contiene
normas que protejan en forma específica a los ministros de culto, o que agraven las
penas de delitos cuando la víctima o persona ofendida reviste esa calidad.
Solamente en los códigos de contravenciones o de faltas,
que son dictados por las provincias, se tipifican como tales algunas conductas como el
uso indebido de hábitos o vestimentas religiosas, la ofensa al pudor o la burla al
ministro religioso, o el abuso de la credulidad pública haciéndose pasar por ministro
23
GELLI, M. A., “Constitución de la Nación Argentina Comentada y concordada”, Buenos Aires, 2005,
p.648, con cita de MIDÓN, M., “Manual de Derecho Constitucional Argentino”, Buenos Aires, 1997,
p.423.
24
Chaco (arts.99 y 144), Mendoza (arts.65 y 132), La Pampa (arts.64, 78 y 86), San Luis (arts.105, 110 y
160), Río Negro (arts. 126 y concordantes). En Neuquén (art.69) y Tierra del Fuego (art.204) tienen
vedado el acceso a cualquier cargo electivo.
religioso. Los términos en que las normas están concebidas varían de provincia en
provincia.
En cambio, la condición de ministro de culto sí funciona
como agravante, cuando es el autor de determinados delitos.
El código penal de 1921 (aún vigente, con múltiples
reformas) contenía un título referido a los “delitos contra la honestidad”, y consideraba
una agravante de los delitos de violación, estupro o abuso deshonesto, el que fuera
cometido por un “sacerdote”. La doctrina discutía si la agravante era aplicable a
ministros religiosos que no fueran sacerdotes, católicos o no católicos.
La ley 25.087 modificó sustancialmente el título en
cuestión, definiendo ahora que el bien jurídico protegido es “la integridad sexual”. Al
mismo tiempo, estableció el agravamiento de las penas de algunos de los delitos
actualmente tipificados (abuso sexual gravemente ultrajante, y abuso sexual con “acceso
carnal por cualquier vía”), entre otros casos, cuando son cometidos por “ministro de
algún culto reconocido o no” (art.119, cuarto párrafo inc. b) 25 . De tal modo, ya no
caben dudas acerca de los sujetos comprendidos. Es uno de los pocos casos en que se
legisla genéricamente respecto de “ministros de culto”, con esa denominación y
amplitud.
Situación laboral y previsional
La ley de contrato de trabajo no contiene previsiones
específicas respecto de los ministros de culto.
Judicialmente, se plantearon varios casos, especialmente
de ex sacerdotes -o ex religiosos o religiosas-, que demandaron a sus iglesias o institutos
de pertenencia pretendiendo haber tenido una relación de tipo laboral. En estos casos,
invariablemente las demandas han sido rechazadas, con el argumento de que el vínculo
25
También la pena se agrava si el autor es ascendiente, descendiente, afín en línea recta, hermano, tutor,
curador, encargado de la educación o guarda, personal de fuerzas policiales o de seguridad, y por otras
circunstancias objetivas. La agravante funciona también para el caso de estupro (art.120).
que une al sacerdote o ministro de culto con la iglesia o comunidad religiosa a la que
sirve, es un vínculo sui generis, no regido por el derecho del trabajo 26 .
Este principio es en norma positiva respecto de los
religiosos, cuya relación con sus institutos se rige exclusivamente por el derecho
canónico, según remisión expresa de la ley civil (ley 24.483).
Naturalmente, nada impide que un ministro de culto
pueda tener una relación laboral con un tercero, lo que es relativamente frecuente por
ejemplo en el ámbito educativo; y con los ministros de culto que no tienen dedicación
exclusiva al ministerio.
En cuanto al aspecto previsional, La ley 24.241 prevé que
”los miembros del clero y de organizaciones religiosas pertenecientes al culto católico
apostólico romano, u otros inscriptos en el Registro Nacional de Cultos”, aunque no
realicen una labor remunerada que los obligue a aportar al sistema previsional, pueden
incorporarse a él voluntariamente (art.3º) 27 . Por lo tanto: no están obligados a hacer
aportes jubilatorios, pueden hacerlos voluntariamente, y solamente en este caso
accederán a los beneficios previsionales correspondientes. Desde luego, si además del
ejercicio del ministerio realizaran alguna tarea remunerada en relación de dependencia,
deberán aportar obligatoriamente lo que corresponda por ella.
Al margen de este régimen general, y en el marco de los aportes
que realiza el Estado para el sostenimiento del culto católico en cumplimiento del
mandato constitucional (art.2), existen determinados beneficios cuasi-previsionales a
favor de determinados ministros de culto católico, exclusivamente. La ley 21.540 crea
una asignación mensual vitalicia para los obispos residenciales y auxiliares que cesen
como tales por razones de salud o de edad. Y la ley 22.430 28 instituye unas jubilaciones
graciables (sin ningún aporte previo) para los “sacerdotes seculares del Culto Católico,
Apostólico Romano, que tuvieren cumplida la edad de sesenta y cinco años o se
hallaren incapacitados y que hubieran desempeñado su ministerio en el país por un
lapso no inferior a cinco años, no amparados por un régimen oficial de previsión o de
26
Así: CNTrab, sala IV, 20/9/1968, “Rivera” ED 25-59.
27
Norma coincidente con el antiguo art.3º de la ley 18.038.
28
También derogada por la ley 23.966 y reestablecida en su vigencia por la ley 24.019.
prestación no contributiva”. Son jubilaciones mínimas, cobradas por unos pocos
sacerdotes en todo el país. La edad de 65 años fue elevada por la ley 24.241 (art.163) a
70 años.
En materia de impuestos, no existe en el orden nacional ningún
tratamiento diferenciado ni exención específica que beneficie a los ministros de culto en
cuanto tales.
Obligaciones militares y cívicas de los ministros de culto
Mientras estuvo vigente en la Argentina el servicio militar
obligatorio, siempre se reconoció como causal de excepción a él la condición de
ministro de culto, o de seminarista. Desde el comienzo, la excepción fue concedida “a
los miembros del clero regular y seglar, seminaristas y ministros de todas las
religiones” 29 .
La ley 17531 enumera entre los exceptuados de prestar el
servicio militar, en el art.32, a “Los clérigos, los seminaristas, los religiosos, los
miembros de asociaciones de vida en común oficialmente equiparados a estos últimos y
los novicios del culto católico apostólico romano” (inc.2). A continuación el mismo
artículo (en el inc.3) prevé similar excepción para “los seminaristas y ministros de los
cultos reconocidos oficialmente”). Pero aquellos “que por cualquier motivo dejen de
desempeñar las funciones allí expresadas antes de los 36 años de edad, quedarán
obligados a prestar el servicio de conscripción que por sorteo les hubiere
correspondido” (art.33 inc.1). Para los clérigos y seminaristas católicos, una previsión
análoga está contenida en el Acuerdo entre la República Argentina y la Santa Sede de
creación del Vicariato Castrense (hoy, Obispado Castrense), del año 1957.
En 1994, la ley 24.429 30 modificó sustancialmente el
régimen de servicio militar, implementando un servicio militar voluntario y rentado,
prestado por varones y mujeres, que en principio sustituye al obligatorio. Sin embargo,
si fuera insuficiente el número de voluntarios, el Ejecutivo podrá convocar al servicio
29
Ley 4707, de 1905, y leyes posteriores en la materia.
30
B.O. 10/1/95.
militar obligatorio aplicándose la ley 17.531 (art.19). Una de las novedades relevantes
de esta ley, es la regulación de la objeción de conciencia al servicio militar 31 .
El Código de Justicia Militar (ley 14.029), exceptúa a los
miembros del clero castrense de integrar tribunales militares (art.105), mientras que “las
dignidades del clero y vicaría general castrense”, están exceptuados de comparecer
personalmente a los tribunales militares, pudiendo declarar por escrito.
La República Argentina es signataria de todos los
convenios de Ginebra sobre derecho de la guerra, de 1949 y de 1977, que contienen
numerosas disposiciones respecto de ministros de culto en esa situación (v.gr.
prisioneros de guerra, sean o no capellanes militares). En relación a esta situación, cabe
recordar que el derecho interno contiene una previsión singular según la cual, en tiempo
de guerra, los capellanes militares pueden testar bajo una forma especial, el “testamento
militar” (art.3672 del código civil); pero también pueden actuar como oficiales públicos
ante quienes podrán testar los enfermos o heridos (art.3673).
Respecto de las obligaciones cívicas, en general no hay
previsiones específicas para los ministros de culto. Ellos están obligados a participar en
las elecciones (el voto es obligatorio en el orden nacional), y sometidos a la carga
pública de integrar las mesas electorales correspondientes.
Pero en alguna provincia en que se ha establecido el juicio
por jurados (inexistente en el orden nacional), se ha establecido que no pueden ser
jurado, por incompatibilidad, “los ministros de los cultos” 32 .
Secreto religioso
Para concluir, es oportuno hacer una referencia a la tutela
legal del secreto religioso, y dentro de él, del secreto confesional.
La materia está regida por los diversos códigos de
procedimientos, que existen tanto en el orden nacional, como en cada una de las
31
Ver al respecto NAVARRO FLORIA, J. G., “El derecho a la objeción de conciencia”, Buenos Aires,
2004, pp.55/81.
32
Provincia de Córdoba, ley 9182 del 2004.
provincias. Sin embargo y pese a la gran cantidad de cuerpos legales involucrados,
existe en general una significativa coincidencia entre ellos, en varios aspectos
relacionados:
Por un lado, y aunque no se refiere directamente al secreto
religioso, es habitual que los dignatarios religiosos estén eximidos de la obligación de
comparecer como testigos ante los tribunales, pudiendo declarar por escrito, u oralmente
en su propia sede 33 . Este privilegio es un derecho pero no una obligación. Por tanto
nada impide que el beneficiado por él pueda renunciarlo y por lo tanto comparecer
personalmente ante el Tribunal, aunque no esté obligado a hacerlo.
Por otra parte, las leyes, e incluso algunas constituciones
provinciales,
también protegen el secreto religioso, prohibiendo su revelación y
prohibiendo que los jueces dispensen al ministro de culto de él, aunque quien confió el
secreto lo autorice 34 .
El secreto religioso es un tema que raramente ha sido
tratado por la jurisprudencia en la Argentina. En un sonado caso en que hubo de ser
examinado, los jueces concluyeron que “la única materia de ese secreto es lo expresado
verbalmente por quien se confiesa” y “que no es materia del secreto de confesión
ocultar pruebas de un delito confesado” 35 . En otro caso que involucraba a un ministro
religioso de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones), la
Suprema Corte de Mendoza resolvió que el secreto admitido “es sobre los hechos
33
Así por ejemplo, el art.250 del Código Procesal Penal de la Nación (ley 23.984) dice que No estarán
obligados a comparecer... los altos dignatarios de la Iglesia, pudiendo el juez optar por tomarles
declaración en su residencia oficial, donde aquél se trasladará, o por un informe escrito, en el cual
expresarán que atestiguan bajo juramento. Si bien la norma habla de “la Iglesia” (se entiende que la
Católica), no hay razón para no aplicarla a “altos dignatarios” de otras confesiones reconocidas. En
cuanto al concepto de “alto dignatario”, es elástico y deberá estarse a lo que cada confesión religiosa
considere como tal, prudentemente evaluado por el juez.
34
Por ejemplo, el Código Procesal Penal de la Nación, ley 23.984, dispone en su artículo 244: “Deberán
abstenerse de declarar sobre los hechos secretos que hubieren llegado a su conocimiento en razón del
propio estado, oficio o profesión, bajo pena de nulidad, los ministros de un culto admitido; los abogados,
procuradores o escribanos; los médicos, farmacéuticos, parteras y demás auxiliares del arte de curar;
los militares y funcionarios públicos sobre secretos de Estado. Sin embargo, estas personas no podrán
negar su testimonio cuando sean liberadas del deber de guardar secreto por el interesado, salvo las
mencionadas en primer término. Si el testigo invocase erróneamente ese deber con respecto a un hecho
que no puede estar comprendido en él, el juez procederá sin más a interrogarlo.”
35
CNFed, sala Crim.y Corr., 16/12/70, “Maguid” (LL 140-643).
secretos que hubieran llegado a su conocimiento [del ministro] en razón de su propio
estado; pero no alcanza a los consejos que pudieron emitir en razón del mismo 36 .
36
SCJMendoza, sala 2, “Fiscal c/Pavano Godoy”, 13/5/97, inédito.
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