COMO RECONOCER LA ARQUITECTURA GRIEGA

Anuncio
COMO RECONOCER LA ARQUITECTURA GRIEGA
ARQUITECTURA
Se gestó en la época de transición y de barbarización que existe entre el hundimiento
de la civilización micénica y el florecimiento de la civilización griega propiamente dicha.
Para crear una arquitectura monumental eligieron la elaboración de un universo
arquitectónico totalmente nuevo partiendo de sus propias experiencias: la planta de la
casa micénica, con el gran megarón, es decir la sala central rodeada por columnas, y
sus primitivos templos en madera. Haciendo esto, colocaron las bases de estos dos
mil años de historia del arte. Porque aún hoy nosotros razonamos con los conceptos
que ellos crearon. De hecho, fueron los griegos los que los que introdujeron tanto el
concepto-base, como las distinciones en el interior de éste. También establecieron,
leyes-marco para las formas, particularmente para las arquitectónicas, que podían
variar aunque siempre respetando las reglas.
Bastará por tanto, para el alumno, distinguir o reconocer la arquitectura griega de las
casi infinitas imitaciones que de ella se hicieron, conocer estas normas, o por lo menos
las principales.
Los arquitectos griegos empezaron por concentrar sus esfuerzos sobre un único
sistema de construcción, descartando decididamente todos los otros para cualquier
uso que no fuera el utilitario o de escaso relieve arquitectónico. Y eligieron el más
simple, el trilito, es decir, la combinación de una losa de piedra horizontal con otros
dos bloques de piedra que hacen de apoyo. Es el sistema de los dólmenes y es muy
simple de usar ya que el peso de la viga de piedra se distribuye uniformemente sobre
los soportes, y éstos lo descargan sobre el terreno por debajo de ellos, directamente.
La planta del templo se estandarizó, como diríamos hoy: un local para la divinidad, la
cella, de forma rectangular, a cuyo alrededor se colocaba una vuelta de soportes
redondos, es decir, las columnas. La cella puede estar precedida o seguida de otras
cámaras, las columnas pueden estar únicamente en una fachada, o en dos opuestas,
o bien pueden estar dispuestas en doble hilera. Cada uno de estos edificios se
compone de algunos elementos fijos: el basamento, sobre el que se apoya la serie de
soportes que recogen el peso del techo y lo descargan en el suelo; y el entablamento,
es decir, un bloque de piedra que une a los soportes entre sí, sobre los que reparte su
peso y el de las vigas y las tejas de la techumbre.
1
Los griegos combinaron estas partes según reglas generales y preestablecidas: lo que
después tomó nombre de órden; que no es otra cosa que una combinación, según
normas fijas, de elementos de base, elementos de soporte y elementos de
coronamiento.
Estas reglas u
órdenes fueron
tres: el orden
dórico, el jónico y
el corintio. El más
antiguo, y al
mismo tiempo el
más importante,
es el órden dórico.
En su forma
definitiva, se
compone de un
basamento,
escalonado
generalmente en
tres recibiendo el superior estilóbato, que significa basamento de las columnas. La
columna consta de un fuste, es decir, un cuerpo principal, y, superpuesto a éste, de un
capitel, elemento intermedio entre el soporte y el entablamento. El fuste que puede ser
monolítico, es decir, formado por un solo bloque de piedra, es, junto con el capitel, el
elemento más característico de este orden, y también el más animado. De hecho
siempre es estriado en toda su longitud en la arquitectura griega. Otra característica de
este arte es la sutileza con que trata las proporciones del fuste, adquiriendo un
característico perfil panzudo, que le da una sugestión particular: casi parece que se
“chafe” elásticamente bajo el peso de la techumbre, como si fuese un árbol. La palabra
con la que los griegos indicaban tal efecto era éntasis, ensanchamiento.
La columna termina en el capitel, que, en el orden dórico, comprende tres partes: un
collarino, acanalado, pero separado del fuste por un pequeño corte; una especie de
cojín de mármol, llamado el equino; y un dado achatado, el ábaco. Una vez más, la
sucesión de diferentes elementos sirve para evitar los pasos bruscos.
Las partes del entablamento están también graduadas de manera similar. Así, los
capiteles sostienen un arquitrabe, es decir, un bloque de piedra lisa. Sobre éste se
apoya una parte mucho más decorada, el friso, que se compone de una serie de
bloques rectangulares con triple acanaladura vertical-los triglifos-, separados entre sí
por las metopas, pequeñas losas casi cuadradas y que a menudo tienen decoración
esculpida. Encima del friso se coloca la cornisa saliente, para desviar-cuando llueve-la
caída del agua, que de otra manera correría sobre la piedra de debajo. La cornisa va
decorada con pequeños bloques aplanados, uno para cada triglifo: los mútulos, que a
su vez llevan como ornamentación pequeños cuerpos tronco-cónicos, las llamadas
gotas. Finalmente, la techumbre es a dos vertientes y forma dos triángulos en los
lados más cortos del templo: los frontones.
2
La descripción ha sido larga por necesidad, para que al alumnado le quede claramente
diseñado en su interior la estructura básica del templo griego.. Tales términos, en
efecto, son la clave de toda la arquitectura griega: una forma artística donde, una vez
por todas establecido el “qué”, lo que quedaba por investigar, lo que quedaba abierto a
aportaciones particulares, era el “cómo”. Veremos así, pasando de la época arcaica de
los siglos VII-VIII a. C. a la época clásica de Pericles y Fidias, toda una serie de
variaciones dentro del esquema general ya descrito: el éntasis, pronunciadísimo en su
origen, se va atenuando poco a poco (sin desaparecer nunca); el equino, al pasar el
tiempo adquiere un perfil mucho más rígido, transformándose prácticamente en un
tronco de cono, como vemos en el Partenón.
La columna, tosca en su origen, se va adelgazando cada vez más. Al mismo tiempo, la
altura del arquitrabe, del friso y de la cornisa disminuye, pasando de casi la mitad de la
altura de la columna a cerca de un tercio. Se trata, pues, de un conjunto de
evoluciones convergentes que nos permite también establecer la mayor o menor
antigüedad relativa entre dos edificios.
El segundo orden en aparecer, casi contemporáneo del dórico, fue el jónico. Citando a
los críticos de la época romántica, a los que dejamos los honores y las cargas del
concepto, el orden jónico representa la gracia y lo “femenino”, en contraste con la
severidad y lo “masculino” del orden dórico. De mayor esbeltez y gracia lo es,
ciertamente, aunque menos esencial y riguroso.
Las mayores diferencias que el alumno debe inevitablemente saber respecto al orden
dórico consiste en el tratamiento de la columna. Para empezar, el capitel se hace
mucho más complicado. Las caras no son todas iguales, sino sólo de dos en dos. Las
paralelas a la fachada del templo, y por ellos destinadas a verse mejor, presentan dos
volutas o espirales unidas por líneas curvas: exactamente como un rollo de papel que
se haya extendido por la mitad, mientras los extremos se han enrollado. Este elemento
principal se posa sobre un collarino magníficamente decorado. Las fachadas
secundarias muestran el exterior del “rollo”: es decir, prácticamente, son lisas. El
conjunto que resulta es indudablemente elegante, pero mucho menos práctico que el
dórico. De hecho, al no se la cara y los lados del capitel iguales, surge un problema en
cada ángulo: hay una columna diferente a las demás. Como remedio, se acabó por
utilizar en el ángulo un capitel asimétrico: es el que se encuentra en los templos de la
época clásica. La solución real del problema no apreció hasta muy tarde, ya en época
helenística. Consistió en colocar una pareja de volutas a cada lado del capitel,
haciéndolo simétrico. Pero un capitel así no se encuentra nunca en el arte griego
3
propiamente dicho.
Otro elemento de diferenciación, la basa, que no puede faltar en toda columna jónica,
que por tanto, al contrario de cuanto sucede en el orden dórico, tiene un elemento
intermedio entre el fuste y el estilóbato. Este elemento -el plinto- está constituido por
una serie de molduras, es decir, por discos de piedra perfilados de diferente manera,
que se apoyan sobre un dórico. El plinto, sin embargo, no es un elemento fijo, y de
hecho falta siempre en los edificios atenienses, donde la columna termina con la basa.
Naturalmente también hay diferencias en el fuste, que es más delgado en sus
proporciones, casi siempre monolítico en lugar de estar compuesto por tambores, y
con acanaladuras en mayor número y profundidad, separadas por una estrecha franja
lisa. También es diferente el arquitrabe, que está compuesto por tres franjas, cada una
un poco más saliente que la inferior, en vez del bloque de piedra lisa del arquitrabe
dórico. El friso, en lugar de la alternancia de triglifos y metopas del orden dórico, es
continuo alrededor de todo el templo, y suele estar adornado con decoración
escultórica.
Finalmente, son diferentes, con respecto al otro orden, la relación de dimensiones, de
proporciones. En la fachada, las columnas son más esbeltas que las dóricas, tienen un
éntasis mucho más pequeño y se colocan a mayor distancia unas de otras.
Con frecuencia, lo que cuenta en una arquitectura es el espacio que ella encierra.
Pues bien, los griegos invirtieron este concepto: sus templos –su arquitectura
representativa- tienen valor precisamente por su exterior, por el modo con el que se
construye y acaba el envoltorio del edificio. De hecho, la cella no es más que una caja
mal iluminada, casi una “caja fuerte” de piedra para la imagen del dios. Lo que importa
es la columnata del exterior, el “vestido” que se pone a esta caja fuerte. En función
suya nace el orden, el cual, a su vez, no es más que el “modelo” de este vestido.
Todas estas soluciones eran tan convincentes, tenían una fuerza expresiva tal, que el
sistema de los órdenes fue recogido muchas veces por otras civilizaciones, que
hicieron de él la base de su arquitectura. Sin embargo, con dos o tres grandes
diferencias que deben que dar claras en al alumno. La primera, que su interés no
estaba, como para los griegos,
centrado en la forma que debía
darse a un objeto arquitectónico,
sino en la organización del espacio
que los muros encerraban. La
segunda, derivación directa de la
primera, fue que el orden dejó de
ser un medio para predeterminar la
estructura y la articulación del
edificio, convirtiéndose simplemente
en una “decoración” exterior: algo
añadido, por lo tanto, y ya no
esencial. La tercera, consecuencia
de las otras dos, fue la transformación del orden de regla ideal, que podía traducirse
4
concretamente de muchas maneras distintas, en modelo fijo, que se aplica
mecánicamente. Es decir, su decadencia de método de proyecto, y de control del
proyecto mismo, a estilo de ornamentación. El orden –precisamente- se convierte en
un “estilo”, que puede aplicarse indiferentemente en la fachada de un edificio.
Esto no sucede jamás en la arquitectura griega, donde el orden siempre es el módulo
de construcción del edificio, el elemento base que con su integración determina el
edificio mismo. Por tanto, he aquí un modo, conceptual y no puramente formal, para
distinguir una construcción griega de otras muy parecidas, como un templo helenístico
o romano. La transformación a la que hemos aludido, es decir, la tendencia del orden
a pasar de elemento estructural a regla formal, aparece de todas formas a finales del
arte griego, hacia finales del siglo V. Época en la que viene a añadirse, a los dos
órdenes principales, un tercero, el orden corintio, que no es otra cosa, en sustancia,
que un jónico enriquecido. De hecho, muchos detalles, son casi idénticos, menos las
proporciones. En cambio, son diferentes la base de la columna, mucho más trabajada,
y sobre todo el capitel, donde aparecen todavía las volutas del orden jónico; pero éstas
son ahora un elemento menor, porque aparecen encima de un capitel muy ancho, en
forma de campana invertida, envuelto por dos hileras de hojas de acanto –un matojo
de hojas anchas y muy decorativas-. Evidentemente, la necesidad por la que nace
este nuevo orden, mucho más rico que los otros dos, es más decorativa que funcional.
De hecho, los griegos lo aplicaron solamente a pequeñas construcciones,
generalmente de importancia menor. Y con una gran parsimonia, que contrasta con el
abuso que del orden corintio hicieron, por ejemplo, los romanos.
Pero fue la búsqueda de la perfección, característica del arte griego, lo que minó el
concepto mismo de orden. Éste se concebía como elemento individual, aislable (por lo
menos idealmente) del conjunto del edificio; el cual podía entenderse como el
resultante de un proceso de montaje de distintos elementos: base, columna y friso. Y
así funcionó durante siglos.. Pero si analizamos los templos griegos más
evolucionados, como el Partenón, aparecen toda una serie de hallazgos que se
añaden al esquema puramente repetitivo. Las columnas no son todas iguales: las
situadas en el centro de las fachadas tienen una altura de algunos centímetros más
que las de las esquinas; y, así, las líneas horizontales no son rectas, sino ligeramente
curvas, es decir, que forman una ligera comba en la parte central, y todavía hay más,
las columnas no se elevan rectas, sino que se inclinan ligeramente hacia el interior. En
otros templos del mismo momento vemos, además, que las columnas de la fachada
son más pequeñas que la de los lados, de tal manera que la columna del ángulo no es
redonda, sino elíptica, siendo la combinación de dos círculos de distinto diámetro.
Todos estos hallazgos se interpretan generalmente como correcciones ópticas, un
medio para que el observador perciba el templo como algo absolutamente regular, a
pesar de los defectos de nuestra vista. De hecho, una larga línea horizontal apoyada
sobre lineas verticales nos parece curva, aunque sea recta; y análogamente una
5
columna, más expuesta a la luz que las centrales, parece más pequeña. Por
consiguiente, es justo corregir la impresión óptica, introduciendo “equivocaciones”
voluntarias que corrijan equivocaciones involuntarias. Sin embargo, no hay duda de
que todas estas alteraciones tienden a subordinar las partes al conjunto, a supeditar el
sistema al organismo, poniendo en crisis el sistema de orden. De todas formas, se
trata de una evolución llevada a cabo en otras épocas artísticas. Para el arte de la
Grecia clásica sigue vigente cuanto ya se ha dicho; una seri de templos, realizados en
distintos órdenes, mediante una estructura adintelada, una técnica mural basada en la
yuxtaposición –es decir, en la superposición y unión por simple efecto del peso- de
bloques de piedra o mármol, con una afinación progresiva de las proporciones y de los
detalles. Nuestro estudio no sería completo si no aludiésemos, por lo menos, a la
segunda y espléndida invención de los griegos: el teatro.
Si había un
pueblo atento a
su propio
análisis, a su
propia
“representación”
éste era el
heleno, cuyas
tragedias y
comedias fueron
las primeras
expresiones de
lo que nosotros
llamamos teatro.
Sin embargo, se
necesitaba un
lugar adecuado
que, coherentemente con la concepción griega, no fue un espacio cerrado, sino la
pendiente abierta de una colina. Ahí se excavaron una seri de gradas regulares –la
cavea-, reagrupadas en semicírculo alrededor de un espacio central –la orquesta.,
destinado a las evoluciones, danzas y cantos del coro. La orquesta podía ser circular o
semicircular; pero siempre se apoyaba en la escena, el tercer y sustancial elemento
del teatro griego. El nombre de escena traiciona sus orígenes: era una simple tienda –
skéné en griego- que servía como fondo a los actores; después se transformó en un
espacio rectangular encuadrado por columnas, y en esta versión llegó hasta nosotros.
El teatro griego, abierto a la naturaleza, claro en su articulación funcional,
especialmente adecuado a la vida de aquella polis que fue el elemento motor del genio
heleno, pertenece como unp de los vértices arquitectónicos de la historia.
En resumidas cuentas, estas características son las básicas y esenciales para que un
alumno, concretamente de bachillerato, pueda reconocer cualquier elemento
arquitectónico artístico griego sin la menor dificultad.
6
Así, he elaborado una serie de sencillas preguntas que el alumno debería resolver
airadamente como resultado de esta lectura.
ACTIVIDADES:
Indica los tres modelos de columnas por orden de tiempo.
¿En qué se diferencia cada tipo columna?
Señala el edificio más representativo de la Grecia Clásica y diferencia sus partes.
¿Qué funciones se le atribuyen al teatro?
¿De cuántas partes consta el teatro y para qué servía cada una de ellas?
BIBLIOGRAFÍA:
-
GOMBRICH. E. H. La historia del Arte. Ed. Debate
MARTINEZ GONZALEZ. J.J. Historia del Arte. Ed. Gredos. Vol. I.
MUSEOS DEL MUNDO. National Gallery. Londres. Ed. Espasa. Vol. I.
CONTI, Flavio. Como reconocer el Arte Griego. Ed. Edunsa.
7
Descargar