56 IURIS&LEX 10 JUNIO 2016 [A fondo] La voluntad de las partes ante la interpretación contractual La literalidad del contrato no puede ser valorada como un fin en sí misma o como un dogma del proceso interpretativo ¿Qué ocurre cuando las cláusulas son o pueden ser calificadas como oscuras? POR LUIS LÓPEZ Y NICOLÁS SIERRA Abogados de Litigación y Arbitraje de Pérez-Llorca E l Tribunal Supremo ha vuelto a pronunciarse sobre los criterios que deben tomarse como base a la hora de interpretar un contrato. Así, a través de las recientes sentencias del Tribunal Supremo de 30 de marzo, 25 de abril y 12 de mayo de 2016, el Alto Tribunal ha vuelto a incidir sobre la relevancia y prioridad que debe concederse a la voluntad real de las partes como criterio interpretativo que debe primar sobre los demás a la hora de analizar el contenido de las cláusulas de un contrato. Los recursos de casación que han dado lugar a estas sentencias que denuncian la infracción de los artículos 1.281 y siguientes del Código Civil a la hora de interpretar, por un lado, una cláusula de fijación del precio en una promesa bilateral de compraventa de acciones -SSTS de 30 de marzo y 25 de abril de 2016- y, por otro, el contenido de un contrato de cuenta corriente suscrito con una entidad bancaria -sentencia del Tribunal Supremo de 12 de mayo de 2016-. Para analizar estos recursos, el Tribunal Supremo toma como punto de partida su propia doctrina sobre el modo en que debe interpretarse un contrato, que se encuentra resumida en la conocida STS de 29 de enero de 2015. En esta sentencia, ahora triplemente confirmada, el Tribunal Supremo insiste en que el principio rector a la hora de interpretar el contenido de un contrato debe ser necesariamente la voluntad real o efectivamente querida por las partes, de manera que el resto de reglas de interpretación deben confluir alrededor de la voluntad de éstas, ya sea complementándola o supliéndola, pero nunca limitándola o alterándola. Según el Tribunal Supremo, la referida interpretación de la voluntad de las partes se proyecta sobre la integridad del contrato, que debe ser considerado como una unidad lógica, y no como una mera suma de cláusulas, de forma que la interpretación de los términos contractuales debe partir, inevitablemente, de la interpretación sistemática del contrato -o canon interpretativo de la totalidad- como un todo. De este modo, la interpretación literal del contrato sería el presupuesto inicial del fenómeno interpretativo, es decir, el punto de partida desde el que se atribuye sentido a las declaraciones realizadas, se indaga la concreta intención de los contratantes y se ajusta o delimita el propósito negociador proyectado en el contrato. Sin embargo, la literalidad del contrato no puede ser valorada como un fin en sí misma o como un dogma del proceso interpretativo, pues el fin último que debe perseguir toda interpretación debe ser la voluntad realmente querida por las partes. Ello salvo que estemos ante un supuesto en el que los términos del contrato sean claros y no dejen duda alguna sobre la intención querida por los contratantes, en cuyo caso la interpretación literal no sólo será el punto de partida del fenómeno interpretativo, sino también el punto de llegada. En todo caso, no debe pasarse por alto la doctrina jurisprudencial establecida en -entre otrasla sentencia del Tribunal Supremo de 18 de junio de 2012, en la que se precisa que el hecho El Tribunal Supremo ha vuelto a pronunciarse sobre los criterios que deben tomarse como base a la hora de interpretar un contrato. Así, a través de las recientes sentencias del Tribunal Supremo de 30 de marzo, 25 de abril y 12 de mayo de 2016, el Alto Tribunal ha vuelto a incidir sobre la relevancia y prioridad que debe concederse a la voluntad real de las partes como criterio interpretativo que debe primar sobre los demás a la hora de analizar el contenido de las cláusulas de un contrato. Los recursos de casación que han dado lugar a estas sentencias que denuncian la infracción de los artículos 1.281 y siguientes del Código Civil. de que los términos contractuales resulten claros no determina necesariamente que dichos términos sean unívocos en el contexto interpretativo completo del contrato. Esta valoración subjetiva del contrato celebrado es la que se sigue con la denominada interpretación integradora del mismo en artículos 1.282 y 1.283 del Código Civil. ¿Y qué ocurre cuando las cláusulas son o pueden ser calificadas como oscuras? El Tribunal Supremo también da respuesta a esta cuestión acudiendo a la llamada interpretatio contra stipulatorem, en virtud de la cual la interpretación de las cláusulas oscuras de un contrato no debe realizarse de manera que GETTY favorezca a la parte que hubiese ocasionado esa oscuridad. La sentencia del Tribunal Supremo de 25 de abril de 2016 señala que el criterio interpretativo que contiene el artículo 1.288 del Código Civil, que regula esta cuestión, no puede ser aplicado de un modo autónomo o independiente del resto de los criterios que informan de la labor de interpretación de los contratos. Ello comporta que dicho criterio no pueda aplicarse de manera previa y preferente al resto sin tener en cuenta el resultado de estos últimos, por más que pueda alegarse que la elaboración de la cláusula en cuestión fue obra de una sola parte. De este modo, si del resultado de los criterios anteriormente mencionados se infiere una voluntad unívoca de las partes, no cabe la aplicación del artículo 1.288 del Código Civil. Por último, y de manera complementaria, el Tribunal Supremo resalta que a la hora de interpretar los términos de un contrato es necesario valorar los principios de conservación del contrato y de buena fe contractual. Estos principios, junto con el Estos principios, junto con el análisis del contexto de análisis del contexto de negociación del contrato y de la naturaleza de las partes, son necesarios para una negociación del contrato y de la naturaleza de las partes, correcta labor interpretativa. son necesarios para una correcta labor interpretativa. En definitiva, del contenido de las sentencias del Tribunal En definitiva, del contenido de las sentencias del Supremo de 30 de marzo, 25 de abril y 12 de mayo de Tribunal Supremo de 30 de marzo, 25 de abril y 12 de 2016 se desprende que, a la hora de interpretar el clausumayo de 2016 se desprende que, a la hora de interlado de un contrato, debe perseguirse un fin último, que pretar el clausulado de un contrato, debe perseguirse un fin último, que no es otro que la realización de la no es otro que la realización de la voluntad efectivamente buscada o querida por las partes. Este es el criterio que voluntad efectivamente buscada o querida por las partes. Este es el criterio que deben seguir los Tribunales deben seguir los Tribunales a la hora de conocer de disputas en las cuales se planteen por las partes diferentes a la hora de conocer de disputas en las cuales se planmodos de interpretar un contrato. teen por las partes diferentes modos de interpretar un contrato.