1 Conferencia de Pathwork nº 129 GANADOR VERSUS

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Conferencia de Pathwork nº 129
Está versión de traducción no es la definitiva. (Última revisión 2010)
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GANADOR VERSUS PERDEDOR; INTERACCIÓN ENTRE EL SER Y LAS FUERZAS CREATIVAS
Saludos, mis queridísimos amigos. Dios bendiga esta noche a cada uno de ustedes. Bendita sea esta
lectura, que es la continuación directa de la serie que comenzamos en nuestra última sesión.
La última vez hablamos de los arbitrarios conceptos y / o que todos los seres humanos albergan. Estos
conceptos son los muros que los mantienen prisioneros. Ahora deseo hablar de una de las mayores limitaciones,
uno de los conceptos y / o más comunes y generales. Se trata de una actitud frente a la vida que consiste en
ganar versus perder. De acuerdo con este concepto, se cree que ser un ganador significa ser despiadado,
egoísta, pisoteador y vencedor sobre los demás, a los que hay que menospreciar. No hay aquí lugar para la
consideración, la bondad o la empatía. Si se da cauce a estas emociones, el resultado temido es el de convertirse
en un perdedor. Se supone que ser un perdedor significa ser desprendido, sacrificado, bueno, bondadoso y
considerado. Ambas posturas contienen el mismo concepto equivocado. Hay quienes adoptan una alternativa, y
quienes adoptan la otra. Cada grupo teme las consecuencias del lado contrario de su elección. Ninguna de las
dos opciones es “mejor” o “peor” que la otra. En ambas se llega a los mismos resultados de soledad,
resentimiento, autocompasión, auto desprecio y frustración.
Cuando dos personas tienen una relación estrecha y han adoptado posturas contrarias que representan la
misma conclusión equivocada desde cada postura, esa relación inevitablemente estará cargada de fricción hasta
el punto de la desesperanza. Cada integrante de la pareja detesta en el otro lo que teme y rechaza en sí mismo.
El ganador teme sus impulsos de afecto genuino tanto como su debilidad y su deseo de dependencia. El perdedor
teme sus resentimientos, sus impulsos egoístas, porque no sólo se esfuerza por ser bueno de acuerdo con
conceptos falsos y limitados, con reglamentos externos rígidos, sino que también su muy particular seudo solución
puede ser la necesidad de contar con la aprobación total de otros. Puede ser incapaz de soportar cualquier forma
de crítica, incluso si es justificada. Lo que estos dos más detestan en el otro es su propia tendencia oculta hacia el
lado opuesto de su elección.
La mayoría de los seres humanos tienen, por lo menos en cierta medida, este concepto falso. Algunos lo
experimentan como una actitud general hacia la vida; otros lo viven sólo en ciertas áreas de ella. Es un
sentimiento vago que, traducido en palabras concisas, significa: “No puedo tener lo que quiero; debo perder” o
“Para no perder, debo ser duro y desconsiderado con los demás”. La persona que tiene esta última postura
también está convencida de que va a perder a menos que sacrifique su necesidad de calor humano, de aprecio y
de amor. Éste es un precio muy alto de pagar, aunque fuera cierto que entonces, efectivamente, podría ganar.
Pero precisamente porque nunca se permite estar relajado, bajar la guardia, soltar el control en general, no puede
experimentar que ésta es una idea falsa. Cree que tal vez tiene una oportunidad de ganar, siempre y cuando
invalide su ser mismo. Como de esta manera ciertamente no puede ganar, su negatividad aumenta y empieza a
dudar de sí mismo, de su fuerza, de su suficiencia.
En esta fase del Pathwork resulta de enorme importancia que detecten esta sutil atmósfera que exudan, y en
la que adoptan y prevén una manera improductiva de luchar contra la posibilidad de perder, o se resignan a ella.
¿Siente, cada uno de ustedes, que tiene que ser cruel para no ser estúpido y digno de lástima? ¿O se resignan a
ser esto último y al mismo tiempo se enorgullecen de su “decencia”, cuando lo cierto es que no se atreven a
desafiar al mundo y las reglas que parecen decretar que la bondad es sinónimo de privación? En ambas actitudes,
la culpa y la incertidumbre son inevitables. Cuando adopta la primera alternativa (ganar), el individuo le exige
cosas sumamente difíciles a su ser, que no sólo son imposibles de realizar, sino que resultan destructivas para
todos los involucrados. Cuando adopta la otra (perder), le exige cosas al mundo y a los demás para recompensar
a su ser por la felicidad que sacrifica. Como no se permite salir a obtener su propia satisfacción, otros deben
obtenerla para él como premio a su auto sacrificio, a su “bondad”. Esta demanda no puede ser satisfecha.
Este concepto es trágicamente erróneo. Es absolutamente innecesario elegir cualquiera de estas dos malas
opciones. Y es trágico porque lo que el hombre cree en lo más profundo de su ser inevitablemente se vuelve
realidad, en virtud de que él se comporta de acuerdo a esta creencia. Como bien lo saben, todas las imágenes
siempre parecen confirmarse en sus conclusiones equivocadas. Cuando el hombre sacrifica la decencia humana
Por Eva Broch Pierrakos
©2001-2005 Fundación del Pathwork®
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a fin de asegurarse sus derechos y satisfacciones, o si sacrifica estos últimos a fin de asegurarse la primera, en
ambos casos necesariamente pierde.
La limitación de creer que sólo existe una de estas dos alternativas es algo erróneo, porque efectivamente es
posible afirmar los propios derechos, esforzarse por obtener lo que se desea, sin ser cruel y sin privar a nadie de
nada. De hecho, es necesario esforzarse por obtener lo que se desea. Pero si la persona está convencida de la
conclusión equivocada que la limita, entonces se siente culpable cuando se esfuerza por obtener lo que desea.
Por ende, una sutil corriente negativa obstaculiza el camino.
Del mismo modo, se puede renunciar ocasionalmente a la propia ventaja inmediata por el bien de un ser
querido, sin renunciar para siempre a los propios derechos y ventajas. En efecto, es posible decir sí a la propia
felicidad sin decir no a la consideración de otros. Cuanto más convencidos estén de esta verdad, en todos los
niveles de su ser, tanto menor será el conflicto entre las propias ventajas y las de los demás. Mientras más
abracen la realidad y amplíen su horizonte, en mayor medida derribarán un muro que ve la realidad como algo
más duro y difícil de lo que realmente es. Las dos opciones que se presentan ofrecen verdaderamente un cuadro
deprimente de la vida. Ambas opciones son malas; por lo tanto, la decisión es imposible. Ninguna de las dos
alternativas es preferible a la otra. Descubrir que no se tiene que elegir entraña una increíble liberación: liberación
de culpas, de infelicidad, de frustración, de una espera impotente de algo que los otros jamás podrán producir para
el ser, liberación de los sentimientos de debilidad y dependencia, de la necesidad de menospreciar a los demás y
de triunfar sobre ellos. Cuando esta perspectiva más amplia de la vida se abre y es asimilada por la conciencia
más profunda, el resultado es la paz y la certidumbre que entonces los envuelven.
Cuando ustedes hayan alcanzado esta conciencia y encuentren ciertas áreas en las que dan por sentada esta
limitación —la inevitable desesperanza de que ganar u obtener una satisfacción es imposible—, entenderán
claramente por qué están insatisfechos en ciertas áreas, o por qué tienen dificultades, y por qué ciertas cosas les
resultan tan difíciles y las perciben tan envueltas en angustia y tensión. Es precisamente esta idea tan negativa y
falsa lo que crea la dificultad. Exterioricen la manera en la que están influidos por un concepto tan falso de la vida.
Traduzcan en palabras concisas sus reacciones emocionales a este respecto. Analicen su significado, y luego
comparen el resultado con la realidad tal como la conocen y la han experimentado en otras áreas de su vida en las
que son más sanos y se sienten más satisfechos.
Enfrentarse cara a cara con esta atmósfera, con esta expectativa interior de la vida, es un paso trascendental
en la evolución de un individuo. Darse plena cuenta de esta perspectiva tan limitada, de su importancia y efecto,
entraña una enorme transición interior. El resultado de esta transición es la renuncia a esta limitada opción.
Significa conocer la verdad de que una cosa no excluye la otra, que tanto el amor como la autoafirmación son
posibles; o mejor aún, interdependientes. Entonces pueden contemplar las muchas otras opciones que existen en
cualquier asunto dado. Y entonces verán como siempre existió la verdad a este respecto. Es decir, que
esforzarse por obtener lo que debería ser de ustedes sin titubeos ni sentimientos de culpa y, al mismo tiempo,
abrirse a la otra persona, ya no parecen contradicciones. De hecho, deben pasar entonces por la experiencia de
que cuanto más se abren a su propia satisfacción, más abrazan la satisfacción de otros y más dispuestos están a
reconocérsela y dársela. Y a la inversa, cuanto menos sienten que merecen satisfacción y se cierran a ella debido
a conceptos falsos, más impiden automáticamente la satisfacción de otros. Entonces tienen que privar a otros
para satisfacerse a sí mismos. Porque, ¿cómo podrían dar algo que sienten que no tienen derecho de tener ni de
anhelar? Después de esta transición, una vez más experimentan la gran verdad que pone fin a la exclusividad
mutua. De un y / o, pasan a una conciencia de plenitud e inclusividad.
Mi consejo es que examinen esto en ustedes como concepto general acerca de la vida y en áreas específicas
de su personalidad. La tendencia del hombre a evadir la realidad se basa no sólo en el hecho de que no puede
hacer frente a aspectos desagradables de ella, sino, con la misma frecuencia, en un nivel más profundo, al hecho
de que teme la felicidad, la satisfacción, la plenitud de vivir. A fin de hacer realidad la expansión personal y la auto
expresión, con su concomitante dicha, es necesario echar mano de los propios recursos internos, encontrar la
fuente de fuerza divina en lo más profundo de la psique… con toda su verdad y su amor. Pero esto parece una
empresa tan imposible y peligrosa para muchos, que prefieren mejor fingir que la vida es sombría y no ofrece
esperanza, y por esa razón se aferran a otros para que los sostengan y los salven en vez de renunciar a esa falsa
salvación. Entonces se precian de ser realistas. Muchas veces parece más realista aceptar el sufrimiento y el
dolor que dar cabida a una existencia constructiva y a la posibilidad de la dicha. Con demasiada frecuencia, esto
se califica de falta de realismo. Para muchos, es bastante más difícil aceptar que la vida podría ser plena,
significativa y bella, porque entonces tendrían que tener el valor de contemplar la verdad que hay dentro del ser.
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En la medida en que enfrentan y entienden la verdad, se vuelven creadores, creadores de su propia vida, y
por ende dan continuidad al proceso creativo del universo. No hay límite al grado hasta donde pueden ustedes
llegar en su expresión de la belleza, la sabiduría, la felicidad, la satisfacción, la productividad… para ustedes y
para los demás. En la medida en que se liberan de estos conceptos y / o, en esa medida el temor da lugar a la
verdad, en esa medida se expanden. Todos sus procesos vitales internos y psíquicos se extienden. Su
individualidad crece y expresa la belleza potencial que encierra la vida. Su disposición y voluntad de expresar los
procesos dinámicos de la vida en su maravilla y felicidad necesariamente hacen de esa maravilla y felicidad una
realidad, pues entonces son ustedes receptivos a la verdad.
A fin de hacer realidad esto, es importante entender y expresar el equilibrio adecuado entre el ser y los
poderes universales que constantemente operan en cualquier proceso creativo. ¿De qué manera interactúan con
el ser? ¿Hasta qué punto está comprometido el ser? ¿Hasta dónde están comprometidos los poderes universales?
Este equilibrio es esencial para que el proceso creativo tenga lugar, independientemente de que esto signifique la
creación de un ser vivo, la creación de arte o ciencia, o la creación de una relación, o la creación del modo, el
estilo y la atmósfera del destino personal de ustedes. Todos éstos son procesos creativos y requieren la
intervención de los poderes creativos. Dondequiera que hay creación, los poderes universales necesariamente
operan.
El hombre suele estar confundido a este respecto. En cierta forma sabe o intuye que sin estos procesos
creativos nada valioso puede llegar a existir. Por otra parte, toda filosofía elevada le enseña que es dueño de su
propio destino; que debe crear su vida de acuerdo con sus inclinaciones; que su felicidad o infelicidad es resultado
de su personalidad, sus creencias, sus actitudes y sus conceptos. De nuevo, se ve confrontado por un concepto y
/ o. Cree que tiene que elegir entre hacer caso omiso de los poderes creativos y confiar sólo en su mente y su
voluntad externas, lo que no lo llevará muy lejos, o, si no confía para nada en sí mismo, exteriorizar los poderes
creativos en forma de una deidad que inevitablemente lo decepcionará. Ambas alternativas son desalentadoras
porque son el resultado de malentendidos, de la exclusividad y la limitación, con el resultado adicional de que la
persona no puede confiar ni en su ser ni en Dios. El equilibrio de la interacción correcta entre la mente autodirigida
y los poderes universales creativos se rompe en el momento en que se vuelve una cuestión de uno versus el otro.
A fin de comprender el equilibrio correcto, es necesario entender la función de ambos elementos. La parte
que el ser tiene que desempeñar es querer lo correcto, lo constructivo. No hablo de esto en términos moralistas.
Puede ser cualquier satisfacción humana que la persona anhele profundamente y que fue concebida para
experimentar si no estuviera condicionada a pensar que la felicidad personal es algo egoísta, o que le exige un
precio que es incapaz de pagar o que no vale la pena pagar. Cualquier felicidad básica debe fomentar no sólo la
auto expresión, la auto expansión y la manifestación de lo divino, sino que también debe hacer esto para aquellos
que rodean al individuo. Si el hombre manifiesta su potencial inherente, todo y todos los que entren en contacto
con él deben verse positiva y constructivamente afectados. Cuanto más intenso sea el contacto, mayor será el
efecto. Esto se aplica a la felicidad en todas las formas, no sólo en algunas.
Un querer superficial no basta. Querer algo porque parece lo más obvio, no basta. Dejar el deseo en una
especie de neblina indefinida, no basta. Deben desactivarse todas las contracorrientes inconscientes debidas a
cualquier concepto equivocado. Muchas veces he dicho que cuanto más tenso y esforzado es el deseo, más
evidente es que existe una contracorriente inconsciente. Anhelar el resultado deseable verdadera y relajadamente
sólo puede ocurrir cuando se encuentran y eliminan las reservas, las limitaciones, las dudas y los deseos opuestos
inconscientes. Si temen no obtener el resultado deseado, es que de alguna manera y en algún lugar de su psique
temen ese resultado deseado. Encontrar esta contradicción significa una gran liberación y un paso gigantesco que
los acerca más a la satisfacción.
Tal vez se pregunten por qué le temen a la felicidad. Por ejemplo, pueden temer abandonarse a ella; que la
dicha los haga perder el control de su propio ser. O tal vez teman la obligación que resulte de ella, o su propia
incapacidad de obtenerla y mantenerla. Querer de manera obvia el logro de un objetivo no excluye el hecho de
que alguna parte del inconsciente esté diciendo “no”. Así, cuando digo que el papel que desempeña el ser en la
interacción recíproca entre él y los poderes creativos es el deseo sincero, no siempre es tan sencillo como suena.
Cómo se quiere lo que se quiere, qué movimientos del alma acompañan a este querer… todo esto tiene que
determinarse. A fin de llegar a este punto son necesarios dos factores. El primero es la exploración de sus
reacciones más sutiles a este respecto: dónde y por qué dicen “no” a lo que más desean. Y es bueno que sepan
que dicen “no” si el deseo no se realiza. El segundo factor es la expresión, con todas sus palabras, con todo su
ser, de que esto es lo que quieren. Observen sus reflejos internos cuando hacen esto. ¿Están relajados cuando lo
expresan, o están tensos y temerosos? ¿Sienten confianza en sí mismos, o desconfianza? ¿Creen que es posible,
o que es imposible? Si pueden responderse sinceramente mediante la observación de los movimientos de su
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alma, están más cerca de eliminar las obstrucciones que cuando las ignoran y se creen libres de cualquier
contracorriente.
Aparte de este querer relajado, absolutamente sincero, sin urgencia, compulsión, tensión y temor, es
necesario que el ser sepa la verdad, como ya lo dijimos en la conferencia dedicada a este tema. En este contexto
en particular, el significado sería éste: si quieren una satisfacción determinada y no la obtienen —se trate de un
asunto general como el éxito en una profesión, salud, una relación fructífera, buenos amigos, la liberación de un
problema interno o de un eslabón en la cadena que lleva a conseguir cualquiera de estos resultados, el
descubrimiento y la disolución de las obstrucciones, de las actitudes que los estorban—, deben saber que la
experiencia de la satisfacción está prevista en del plan de la creación; que es buena y correcta para todos; que no
sólo no hay nada destructivo e incorrecto en ella, sino que es buena y correcta. Deben contemplar sus efectos en
ustedes mismos y en los demás desde todos los puntos de vista concebibles para convencerse de que su deseo y
su esfuerzo por verlo realizado es constructivo. Deben ver que todas las generalizaciones a las que recurrieron
para decirse que su deseo no era legítimo (debido quizás a una imagen masiva real o imaginaria, con sus
prohibiciones) no tienen justificación, lógica ni significado. Esta convicción fortalecerá su deseo y lo liberará de
toda restricción. Eliminará la falsa culpabilidad, debido a la cual eligen la privación. Hará posible que declaren
firmemente que desean tener aquello, que saben que depende de ustedes, y que no sólo lo desean sino que
saben que van a obtenerlo. Y lo van a obtener en la medida en que eliminen las dudas y la negatividad. Declaren
que sus resultados van a ser benéficos para ustedes y para los demás. Visualicen cómo va a ocurrir esto.
Fortalezcan su voluntad de eliminar todas las obstrucciones que haya dentro de ustedes, todos los falsos
conceptos que los mantienen encerrados dentro de los muros. En la medida en que estén relajados y decididos al
hacer esta declaración, en esa medida alcanzarán la satisfacción; en esa medida cumplirán con su parte del trato;
en esa medida automáticamente activarán los poderes creativos. Esto debe producir resultados, y esos resultados
les darán la justificación que necesitan para entregarse con confianza a todo este proceso creativo. Confiarán en
su capacidad de cumplir con su parte del proceso, y confiarán en que estos poderes cumplan con la suya. En la
medida en que confíen en ambas partes, inevitablemente cosecharán los frutos. Cuanto más confíen, más
resultados obtendrán, y más razón tendrán para confiar. Se pone en marcha aquí un círculo virtuoso.
Además, es necesario que el ser invoque, deliberada y conscientemente, las fuerzas creativas universales, no
sólo para que los ayuden, los guíen y los inspiren a cumplir con su parte de esta “sociedad”, para que eliminen
todas las obstrucciones y las reservas, sino para que la cosa, cualquiera que ésta sea, crezca. Estos poderes sólo
pueden ser activados por la conciencia. El hombre tiene la opción de dejar que esto suceda automáticamente, de
permitir que su actitud inconsciente afecte la fuerza creativa de la vida, o puede anunciar deliberadamente la
dirección en que desea que ésta opere. La mente autodirigida activa las fuerzas universales. Éstas responden de
acuerdo con la dirección que les impone la conciencia. Una vez que se hace esto, una vez que la personalidad
satisface las condiciones necesarias, ya no tiene nada más que hacer con el proceso creativo. Éste asume el
control, por decirlo así, y sabe exactamente qué hacer en cualquier instante dado.
A la luz de lo que acabo de explicarles, no se trata de una contradicción cuando oyen decir que son
responsables de su destino, y que los poderes más allá de su ámbito y sus recursos deben concluir el proceso
creativo. El mismo principio rige en todas partes. Compárense, por ejemplo, con un jardinero. Éste debe preparar
la tierra, pero no hace crecer la planta. La preparación de la propia conciencia equivale a la tarea del jardinero que
prepara la tierra. Eliminar los conceptos equivocados equivale a desyerbar la tierra. Eliminar los bloqueos
equivale a quitar las piedras que estorban el crecimiento de las raíces y, más tarde, de las plantas. Sembrar
conceptos verdaderos equivale a sembrar las semillas. Cultivar la actitud correcta y esperar pacientemente a que
eche raíces y germine equivale al cuidado que el jardinero da a la tierra, cerciorándose de que tenga suficiente luz,
humedad y nutrición. El jardinero cumple así con su tarea, poniendo él marcha el proceso creativo y haciendo
posible que tenga lugar. Pero no es el jardinero el que posee la habilidad de crear un árbol, un fruto o una flor a
partir de una semilla. Si quiere una planta en especial, debe sembrar la semilla correspondiente, pero no depende
de él que el crecimiento tenga lugar. No hay nada en el mundo que él pueda hacer para que la semilla se
desarrolle hasta convertirse en planta. Está en marcha un proceso creativo que definitivamente requiere de su
cooperación. Hay ciertas condiciones que sólo él puede satisfacer, pero hasta allí llega su intervención. Luego
deja que la naturaleza siga su curso.
El hombre muchas veces desea un resultado específico, pero lo que siembra en su conciencia es la semilla
de un resultado totalmente opuesto. Entonces desconfía de la vida. Si logra ver cómo produce exactamente lo
que siembra, incluso los resultados negativos anteriores, debidos a causas negativas, esto fortalecerá
necesariamente su confianza en el principio del proceso creativo.
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El mismo principio rige en lo que refiere al proceso curativo del organismo. Cuando se cortan ustedes la piel,
tienen que lavarse la herida para que la suciedad no provoque una infección e impida que el proceso curativo
tenga lugar. Así, cuidan la herida para ayudar a las fuerzas curativas a seguir su curso.
Cuando se piensa en cualquier proceso creativo, en los niveles físico, mental o espiritual, se encuentra uno el
mismo principio, la misma interrelación. Siempre hay un periodo de crecimiento, y su duración depende del tipo de
semilla que se siembre. Lo mismo ocurre con el nivel mental. Cuando siembran la semilla de un resultado que su
ser interno no acepta bien, o donde han existido poderosas contracorrientes durante un tiempo considerable, el
periodo de incubación, de crecimiento callado bajo la superficie, es más largo que cuando siembran algo para lo
que su conciencia está lista y preparada. Frecuentemente el hombre se desespera y deja de confiar porque
desconoce el periodo de crecimiento. De esa forma, arranca la semilla que sembró.
Esta interacción mutua entre el ser y las fuerzas creativas establece un equilibrio perfecto entre la actividad
del ser (satisfacer todas las condiciones enumeradas) y la pasividad (permitir que los poderes universales hagan
su tarea y confiarles el propio ser), en un soltar total del ser, en un compromiso completo con esas fuerzas.
Cuando encuentren el equilibrio correcto, no faltará ninguna satisfacción en su vida. Habrá armonía en su
alma. No serán hiperactivos, por una parte, pensando que tienen que hacerlo todo, ni serán demasiado pasivos al
entregarse a un dios falso y exteriorizado que debe hacer el trabajo por ustedes. En el equilibrio correcto, la
actividad es perfecta: se desarrolla de una manera relajada, suelta, estimulante y armoniosa. Hay una
responsabilidad perfecta y el reconocimiento de que uno es el dueño de su vida, de que ésta depende de uno, de
la manera en que prepare la tierra. También existirá un sentido realista de limitación en cuanto a las propias
funciones y poderes; la humildad de confiar el ser a poderes que están más allá de sus confines. Esto engrandece
al ser y sus poderes porque estará usando la fuerza de la vida tal como debe usarla. Esto entraña el conocimiento
correcto de la creación, que constantemente tiene lugar dentro y alrededor de ustedes.
Son ustedes quienes activan el proceso creativo de la manera más maravillosa cuando saben que la
posibilidad perfecta existe como potencial y, por lo tanto, como hecho aún no realizado. Este saber hace posible
que el hecho se realice. Este saber hace posible que los poderes creativos entren en ustedes derribando un muro
de duda, temor e ignorancia. Llega un punto en el que este muro verdaderamente se siente, se experimenta y se
puede derribar, con lo que se abren ustedes a la creación con sus múltiples posibilidades. Primero, este acto se
teme, luego se ensaya y por último se experimenta como la clave de la expresión completa del ser. Esta última se
adquiere cuando no se evade la responsabilidad y se suelta la mente rígida, con un compromiso y entrega
absolutos.
Habitualmente existe una situación inversa. El ser es perezoso, no quiere asumir la responsabilidad
necesaria, no quiere hacer lo que debe hacerse a fin de obtener un resultado deseable y, así, darle sentido a la
vida. Allí donde debe reinar la actividad, hay pasividad. Y allí donde el ser debe soltar y permitir que la inteligencia
cósmica produzca, la actividad se mantiene; el ser está ocupado, desconfía y se tensa al grado de convertirse en
un nudo muy apretado.
Cuando el individuo restablece este equilibrio, los muros se disuelven. La expansión del ser se torna
verdaderamente ilimitada. Y será tan ilimitada como ilimitado es el universo. Ustedes pueden realizar estos
potenciales ilimitados. Ésta es una verdad. No es una ilusión. Es no evadir el ser.
Cuando meditan, amigos míos, y abrazan un concepto verdadero, primero en las regiones exteriores de su
mente eliminando las obstrucciones y las corrientes negativas subyacentes, poco a poco este saber la verdad se
extiende a las capas más internas de su ser de suerte tal que su psique, como una flor hermosa, se abre a los
rayos del sol. A medida que cada capa se empapa de la verdad, es alimentada por ella con una nueva vitalidad
que fluye por el organismo. En horas de profundo reconocimiento, esto puede sentirse claramente. Allí donde
estaban fuertemente apretados y tensos se abren a la liberación y a la luz que siempre trae consigo la infusión de
la verdad.
¿Hay alguna pregunta? ¿Ha quedado claro todo lo que dije?
PREGUNTA: Lo tengo claro en la mente, pero en realidad no está claro. Éste siempre ha sido mi problema y
no lo entiendo. Por ejemplo, la semilla se siembra y todo se prepara. La semilla va a germinar sin necesidad de
oración. He oído y leído que cuando uno reza por las plantas, éstas brotan mejor que aquellas por las que no se
hace nada. Así, cuando siembro en mi inconsciente lo que realmente quiero, de todas maneras siento que no
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puede realizarse. Mi duda me hace sentir que no puedo satisfacer mi deseo aun cuando pida ayuda a las fuerzas
universales.
RESPUESTA: Para empezar, usted siente que es un perdedor. Déjeme explicarle lo que realmente es la
oración. Orar es ordenar la conciencia, así como las actitudes, conceptos, pensamientos y sentimientos
inconscientes. El espíritu verdaderamente integrado no necesita orar ni meditar. Cada respiración suya es una
oración en el sentido de que es una expresión de toda su personalidad, que es una con la verdad, el amor, la
plenitud de propósito, la creación… con todas las fuerzas universales que inevitablemente fluyen por él de la
manera más constructiva. Orar significa dar forma a una masa informe de pensamientos y conceptos nebulosos,
de emociones contradictorias. Significa impregnar al ser de la verdad para que el individuo conozca la verdad.
Hecho esto, las fuerzas universales pueden fluir automáticamente a través de esta conciencia.
En cuanto a su duda, es importante que reconozca usted el hecho de que tiene miedo de renunciar a la duda.
No hace falta decir que esto obedece a una conclusión equivocada. Pero existe una razón muy clara por la que
usted se siente en peligro, verdaderamente amenazado sin esa duda. Es como si la duda fuera un arma
indispensable para usted. Luchando contra esta duda de la manera directa en que ha intentado hacerlo,
difícilmente tendrá éxito porque tiene demasiado miedo de soltarla, de dejarla ir. Es necesario que (1) reconozca
que tiene miedo de renunciar a la duda, (2) reconozca la conclusión equivocada específica que le explique por qué
tiene miedo de renunciar a la duda. Pregúntese en sus meditaciones: “¿Por qué quiero dudar? ¿Qué temo que
pase si dejo de dudar?”
Además, también le será útil —y esto es para todos mis amigos, porque se trata de un fenómeno general—
darse cuenta de que se aferra a la duda porque teme al compromiso. Algunos de mis amigos han empezado a
descubrir esto en su trabajo personal. Pero el grado que alcanza este temor debe entenderse más
profundamente, con todas las consecuencias que acarrea. Comprometerse y entregarse a los poderes
universales (así como a cualquier persona o causa) provoca temor porque se tiene la certeza de la decepción.
Así, el individuo juega consigo mismo. Actúa como si creyera en la posibilidad de un resultado favorable, pero en
realidad no cree. Duda tanto de esa posibilidad que no está ni siquiera dispuesto a correr el riesgo. Su duda
significa: “Finjo un quizás, pero estoy seguro de un no, al que no quiero enfrentarme para poder seguir fingiendo”.
De esta manera, la falacia del no, así como del quizás, nunca puede demostrarse. La persona se queda
perpetuamente en un “estado temporal” en la periferia de ser y de vivir. Jamás emprende la tarea de vivir de
verdad, de hacer frente a cualquier tema de manera total y genuina. Siempre se la pasa teorizando en lugar de
dar el paso con el que la teoría se pone en práctica.
El compromiso es un tema muy importante en relación con cualquier cosa, ya que lo que obtienen de la vida
es exactamente lo mismo a lo que se comprometen, ya se trate de moldear y crear la propia vida entregándose a
las fuerzas universales para que cooperen con ustedes, o de entregarse a una persona o a una relación. No
importa de qué se trate. Si se comprometen sólo con reservas, cuidando de permanecer siempre en una zona
“segura”, sin soltar, regateando y conteniéndose, exactamente con esa moneda les va a pagar la vida. No se
puede hacer trampa con la vida. Jamás se puede engañar a la vida. Y aquí es donde la persona ciega
constantemente cree que puede salirse con la suya. Se contiene, deseando que la vida le dé primero una
rebanada grande del pastel y entonces, tal vez, esté dispuesto a devolver una migaja. Muchos dan bastante más
de lo que es constructivo o útil para los demás, por la única razón inconsciente de querer hacerle trampa a la vida,
de querer obtener de ella más de lo que se está dispuesto a dar y más de lo que se quiere uno comprometer a dar.
Así no funcionan las cosas, amigos míos.
Temen tanto un compromiso total porque creen falsamente que tal compromiso les exige renunciar a su
inteligencia, a sus derechos, a su auto preservación, a su capacidad de elegir, a su autodeterminación. Pero eso
no es cierto. El compromiso significa sencillamente una integridad total, un propósito directo, sin evasiones ni
motivaciones ocultas, hacer la cosa por la cosa misma, sin subterfugios. No significa estupidez ciega, y desde
luego no propicia la indefensión frente al abuso. Todo lo contrario. Un compromiso pleno presupone elecciones
conscientes; la libertad de elegir sin compulsión, conflicto o culpa. Pero para elegir así se necesita estar muy
despierto. No pueden ser personas despiertas si huyen de sí mismos. Estar despierto en todos los aspectos de la
vida es el resultado de estar despierto con respecto a uno mismo. Y esto debe empezar con una confrontación
sincera con uno mismo; con una confrontación valiente de las reacciones emocionales más arraigadas. Sólo así
crece la conciencia de la vida y de los demás. Y en consecuencia, gracias a esta conciencia, razón, visión y
libertad de elección, el compromiso no es un proceso arriesgado y autodestructivo, no es una compulsión o un
impulso ciego, sino una maravillosa extensión del ser, un acercarse a la vida y a los demás, a la realización del
propio ser y de otros. Ése es el poder real y sano que resulta del crecimiento espiritual. Ésa es la autosuficiencia
que no excluye el amor y la relación profunda con los demás. Éste es el punto fino donde no es mutuamente
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excluyente pararse firmemente con ambos pies y amar; ser autosuficiente y tener una interdependencia sana… ya
sea con las fuerzas cósmicas o con otros seres humanos. Pero el compromiso debe existir, pues de otro modo
estarán vacíos y serán pobres. ¿Queda claro esto?
PREGUNTA: Sí, queda claro. Ya he visto esto en mi trabajo privado con respecto al compromiso. Ahora sé
que nunca me he comprometido en verdad con nada, a causa de mi miedo. Me da tanto miedo comprometerme y
que no haya un resultado positivo, que me siento perdido y no me atrevo a dar el paso.
RESPUESTA: Ya lo ve, es exactamente lo que dije. Es exactamente la misma razón por la que no se ha
atrevido a comprometerse con nada. Y ésta es precisamente la razón por la que se siente insatisfecho en las
áreas importantes de su vida. Pero ahora que sabe, ve, observa y entiende esto, no sólo puede aumentar la
comprensión de esta causa y efecto, sino darse cuenta de que es la clave para cambiar el camino del nocompromiso por un nuevo camino de compromiso.
Su impaciencia arranca cada semilla que usted siembra. Como duda, es impaciente y rápidamente concluye
que los resultados son negativos; por lo tanto, no permite que transcurra el tiempo necesario de incubación, de
crecimiento subterráneo interno e invisible. Cuanto más complicado es el problema, cuanto más arraigados están
la negatividad y el conflicto, más indirectamente tienen que actuar las fuerzas curativas de eslabón en eslabón
hasta que el resultado final pueda alcanzarse. Por ejemplo, cuando se detecta una duda, esto es lo primero que
hay que considerar, lo primero a lo que hay que prestar atención, tratar, eliminar, entender en su causa y efecto,
antes de llegar a la meta que se desea alcanzar, pero que no se puede alcanzar debido a la duda. Cuando se
desea obtener una satisfacción grande, importante, y ésta está bloqueada por muchos conceptos falsos pequeños,
hay que hacer frente a uno por uno. De otro modo, las obstrucciones no se eliminan ni se tendrá éxito en el
trabajo para obtener un resultado final. Esto suele pasarse por alto, de manera que, aparentemente, se confirma
la duda.
Y ahora que sabe usted lo que acaba de declarar, puede convencerse de lo poco razonable que es mantener
la postura de no-compromiso. No es usted presa de ella ni de su duda. Es necesario arriesgarse a descubrir la
verdad, aunque la verdad sea lo que se teme que es. Hay que amar la verdad por encima de todo lo demás en
vez de optar por un “quizás”… y nunca reconciliarse con la vida. Si usted ama la verdad por encima de todo lo
demás, en este sentido así como en muchos otros, también renunciará a la impaciencia. Procederá usted paso a
paso y le dará tiempo al proceso; como el científico que paciente y laboriosamente investiga sin escatimar
esfuerzos, tiempo, pruebas, ensayos y errores. Acepta que así tiene que ser el proceso. No espera una verdad
demoledora en tres instantes. No diga que ya ha dedicado muchos años a esto. Eso ya lo sé. Lo importante no
es el número de años que ha trabajado con una actitud de no-compromiso e impaciencia; lo importante es la
calidad del compromiso total aunada a un trabajo paciente de eslabón en eslabón. Sólo esto producirá resultados.
Ni los años ni la cantidad de esfuerzo pueden sustituir el compromiso interno pleno. Así como el hombre suele
excederse al dar a otros más de lo debido pero no da de sí mismo a la vida, así también puede sustituir el
compromiso pleno por el sufrimiento, el trabajo, el esfuerzo y un tiempo muy largo.
Las fuerzas universales tienen un solo objetivo, y éste es la búsqueda de la integridad, la salud, el desarrollo y
la expresión de los aspectos divinos. Estas fuerzas tienden a la sanación allí donde hay distorsión; a la integridad
y la plenitud allí donde existen la incapacidad y el vacío. Cuando las obstrucciones son demasiado grandes, este
mismo poder se desvía y temporalmente aparece como un poder destructivo, un movimiento descendente. Esto
no significa que sea otro poder maligno en acción. Es una y la misma fuerza benigna que tuvo que desviarse de
su rumbo. Este principio de crecimiento es obvio una vez que se le mira y se le entiende bien. Entonces lo
pueden observar en acción en ustedes y alrededor de ustedes. No confiarán menos en este principio de
crecimiento sólo porque es necesario que transcurra cierto periodo de tiempo para que la semilla se convierta en
árbol. No sucede de otro modo con los asuntos de la mente y el espíritu.
Trate de trabajar con estos movimientos del alma, con los conceptos que le he dado, y siempre encuentre y
elimine primero los conceptos falsos. No súper imponga los conceptos correctos; mejor véalos y compare, con su
facultad de pensamiento, qué es verdadero y qué es erróneo.
La satisfacción personal y la expansión total los aguardan a todos ustedes. Éste es su destino. Tarde o
temprano, cada cual se dará cuenta por sí mismo de que, sólo temporalmente, la vida es lo que cree que es; y
que, finalmente, la vida es lo que sabe que es. Esto significa que el potencial y la posibilidad, incluso en esta
esfera terrestre, es una felicidad indescriptible. Una vez que esto se toma en serio, se abren posibilidades vastas
y hermosas.
7
Sean benditos, mis queridísimos amigos. ¡Sean en paz! ¡Sean en Dios!
No editada
27 de Noviembre de 1964
Traducción: Margarita Montero
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