Los recortes repercuten gravemente en el ejercicio de la profesión docente Carlos López Cortiñas Secretario general de FETE-UGT Publicado en Escuela -mayo 2912 Acabamos de conocer dos noticias que se han hecho públicas, casi al tiempo, de las cuales una afecta y la otra hace referencia –directa o indirecta- al profesorado, a su situación personal y laboral. Por una parte, se nos informa de la “necesidad” de sumar 3.000 millones de euros a la rebaja que ya había sufrido la partida destinada a educación en los Presupuestos Generales del Estado, recortes que las administraciones autonómicas se verán obligadas a gestionar, y que repercutirán directamente en las condiciones de trabajo docente, aumentando las ratios y su horario lectivo y por otra, se presenta el estudio realizado por FETE UGT en colaboración con la Fundación para la Prevención de Riesgos Laborales que bajo el título "Herramientas de gestión de los Riesgos Psicosociales" nos dan a conocer datos de una encuesta dirigida a 1.300 profesores/as de todo el Estado. Entre las conclusiones de este trabajo cabe destacar que un 7% del profesorado encuestado afirma que alguna vez ha sufrido una agresión por parte del alumnado, el 56’5% afirma sufrir disrupciones habituales en el aula y el 25% reconoce haber sido insultado por familiares del alumno. Esto significa que más del 50% del profesorado manifiesta sufrir niveles altos de estrés. Los datos anteriormente expuestos confirman algunas de las conclusiones del Estudio Talis -estudio internacional sobre la enseñanza y el aprendizajepublicado por la OCDE en el año 2009. Los profesores españoles, junto con los portugueses, son los que más tiempo dedican a mantener el orden en la clase, algo más del 15%, aunque el tiempo dedicado a la enseñanza es muy próximo a la media de los países TALIS. El clima del aula se considera como un factor importante para el rendimiento de los alumnos. Además un clima positivo en las aulas está relacionado con aspectos como el trabajo en equipo, la satisfacción en el trabajo, las actividades de formación, la adopción de diferentes métodos de enseñanza, etc. En este contexto, podemos afirmar que la adopción de medidas tales como la de aumentar el número de alumnos por aula, recortando el de profesores por centro, exigen un sobreesfuerzo profesional que nos aleja de la personalización del hecho educativo, como herramienta eficaz para el rendimiento escolar. Esta decisión repercutirá directamente en los centros ya que en las ciudades se masificarán las aulas, mientras que en los pueblos, el incremento de los estudiantes por clase, obligará a cerrar centros, con las consecuencias sociales que ello conlleva. La masificación no tiene nada que ver con la socialización. Las clases, generalmente, están constituidas por alumnos diversos, de ahí la necesidad de mantener medidas de apoyo y ayudas para el estudio y la de contar con ratios razonables que estén en relación con la diversidad del alumnado. No es lo mismo masificar en los "bachilleratos de excelencia" de la Comunidad de Madrid que en un pueblo con alumnos de distintos niveles y diferentes nacionalidades. La encuesta también proporciona algún dato significativo con respecto al sentir del profesorado: el 25% considera que las familias no le ayudan cuando tienen problemas con sus hijos y el 7.4% padece, agresiones verbales, en menor o mayor grado así como desconsideración por parte de algún miembro de la comunidad educativa. Todos los informes educativos, incluidos los internacionales, nos indican que la influencia de la familia es importante a la hora de evaluar los resultados académicos de sus hijos; de ahí la frustración que sufre parte del profesorado cuando necesita del apoyo de los padres. Soy consciente del alarmismo que se produce con datos como que el 7,4% de los docentes se sienten agredidos y que debemos contextualizar y relativizar estas cuestiones; pero también es cierto que la encuesta es un reflejo de la realidad. El profesorado de hoy se enfrenta a situaciones que hasta hace poco tiempo casi no se daban. La disrupción, la gran diversidad del alumnado o la asunción de responsabilidades educativas, tradicionalmente propias de las familias, hacen de la escuela un entorno cada vez más hostil para los docentes. Por otra parte, señalar que en los PGE prácticamente desaparecen las cantidades dirigidas a la formación del profesorado aspecto que conlleva la práctica desaparición de los CPRs, aunque su trasfondo va mucho más allá: el Gobierno considera la formación docente innecesaria, la consecuencia es que los enseñantes ven limitados sus derechos y mermadas sus herramientas de trabajo. De hecho, la formación es una demanda de nuestros docentes, ya que el profesorado español es el que tiene el porcentaje más elevado de los países TALIS en participación en actividades de este tipo. La media de días al año que los profesores españoles dedican a la formación (25) supera la media de la OCDE y la de la mayoría de los países participantes en TALIS (17). Las exigencias de la propia actividad escolar unidas a toda una política de recortes que empeora las condiciones laborales del profesorado hacen que este colectivo se encuentre cada vez con mayores dificultades a la hora de desempeñar su trabajo. Podemos afirmar que existe una fuerte correlación entre una serie de factores presentes en el entorno laboral de los centros, llamados psicosociales, y una serie de trastornos de salud como el estrés y el síndrome del quemado. Los resultados del informe de FETE-UGT nos muestran que cada vez son más frecuentes los casos de insatisfacción personal, el absentismo laboral, el número de bajas por depresión y la incertidumbre por el mantenimiento de la jubilación anticipada. Una gran parte del profesorado se siente, profesional y personalmente, desconcertado, con fuertes contradicciones acerca de cuáles son sus derechos y cuáles son sus obligaciones a la hora de afrontar los problemas educativos.