1 LOS BIENES MATERIALES: UNA INTRODUCCIÓN.

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LOS BIENES MATERIALES: UNA INTRODUCCIÓN.
(Gen. 1:29; 2:8-17; Sal. 65:9-13)
INTRODUCCIÓN.En ésta y dos semanas más, Dios mediante, hablaremos acerca de los bienes
materiales.
Este domingo, haremos una Introducción al tema, una visión general del asunto. La
siguiente semana, trataremos de Los peligros de ser rico, en bienes materiales. Y la
tercera semana, hablaremos sobre El Contentamiento y la vida sencilla.
Hoy, según lo dicho, haremos esa Introducción.
Hace algún tiempo, un pastor que vio este edificio, sin que yo le comentara nada, me
dijo: Oye, si necesitas motivar a los creyentes para que ofrenden, o den el diezmo, yo
te puedo dar un material muy bueno que tengo, para hacer una campaña en la iglesia
con ese fin. Yo le dije, no, no, muchas gracias de verdad, casi todos aquí son personas
generosas y además no es nuestro estilo esto de hacer una campaña para pedir dinero
a nadie. Muchas gracias.
Cuento esta anécdota porque tristemente, y con más frecuencia de la deseada, cuando
en las iglesias se habla de bienes materiales o dinero, suele ser para decir que los
creyentes den más, para así suplir el presupuesto de la iglesia.
En este caso, estar tranquilos, porque en absoluto mi intención va por ahí. De hecho,
no me gusta nada cuando casi las únicas cartas que recibo de algún ministerio o
movimiento cristiano, son para pedir dinero. En tales casos, con muy pocas
excepciones, la carta termina en la papelera de inmediato. No, no van a ir por ahí las
predicaciones sobre bienes materiales, que iremos realizando estas semanas.
Sin embargo, los bienes materiales es algo de lo que Jesús y toda la Biblia hablan con
cierta frecuencia. Y es ciertamente un asunto que tiene importancia, como iremos
viendo. Además, mientras estemos aquí en este mundo el manejo de bienes
materiales, sean pocos o muchos, es necesario. Y es importante que los creyentes
tengamos una mentalidad bíblica en éste, como en otros asuntos. ¿De dónde proceden
los bienes materiales? ¿Cuál es el uso que debemos hacer de ellos? ¿Son malos? ¿Son
buenos? ¿Está bien ser rico? ¿Está bien ser pobres? En fin, ésta y otras preguntas son
las que trataremos de desentrañar en el texto bíblico, hoy y dos domingos más.
Para contestar estas preguntas no hay nada mejor que empezar por los orígenes, por
la Creación.
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I.- LA CREACIÓN COMO PUNTO DE PARTIDA.Los tres primeros capítulos de Génesis nos dan pistas valiosísimas para entendernos
como seres humanos. En ellos se establecen verdades fundamentales sobre casi todos
los aspectos importantes de la vida; y desde luego también sobre este asunto de los
bienes materiales.
Vamos a leer de nuevo Génesis 1:29 y 2:8-17. Es evidente, por lo que dicen estos
versículos, que Dios creó un entorno en el que el hombre tuviera recursos en
abundancia para sus necesidades materiales. Dios se preocupó de las necesidades
humanas. Se ve en 1:29 dándole una enorme variedad de plantas y árboles para que
tuviese abundancia para sus necesidades.
Y en 2:8-17, como hemos leído prepara para el ser humano un hermoso huerto
(porque Edén parece que significa hermoso o deleite) lleno de árboles frutales, ríos
con oro y piedras preciosas. Ésta es la extraordinaria morada que Dios prepara al
hombre. No sólo está llena de bienes materiales sino que también los árboles son
hermosos y sus frutos además de buenos de comer son apetecibles. Tenían belleza,
entraban por el ojo. Así que, Dios no cuida sólo de la necesidad puramente física, sino
también artística, haciendo las cosas buenas para comer y también con belleza.
Además pone allí al hombre, para que cultivara y cuidara el huerto, y para que con su
trabajo contribuyera a obtener fruto de la tierra; y que, por tanto, pudiera disfrutar y
comer libremente de toda la inmensa variedad de árboles y plantas.
Dios no es restrictivo, limitativo, aguafiestas, le da en abundancia; y de todo ello podrá
disfrutar y comer con total libertad. (v. 16)
Esta misma actitud generosa, pródiga, de Dios, en el sentido de dar abundantemente a
su pueblo, se puede ver también en Sal. 65:9-13 (leerlo)
Pero volviendo a Génesis, Dios pone en el medio del huerto el árbol de la vida, que nos
habla de la propia presencia del Señor comunicándose con el hombre, para que hiciera
todo en dependencia, en comunión, con Él.
Hay, como sabemos, otro árbol por allí –el del conocimiento del bien y del mal– cuya
participación de él supone, para el hombre, la muerte y separación de Dios con total
certeza (v. 17). Participar de ese árbol es menospreciar a Dios, y a la abundancia de
bienes materiales que le ha provisto al ser humano. Significa la independencia de Dios
para depender de otra cosa. Así que el hombre está rechazando a Dios, y a los bienes
que abundantemente le da; y busca depender y confiar en otra cosa, que no es Dios,
para recibir bienes materiales y apetecibles.
Este es el principio mismo de la idolatría, que como algunos han dicho, es el pecado
que está detrás de todos los pecados.
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II. IDOLATRAR O DEMONIZAR LOS BIENES MATERIALES.La tendencia humana a adorar lo creado, en vez de al Creador, es evidente. Rom. 1:25
nos habla de esa tendencia del corazón, y la vida misma lo confirma continuamente.
Hacer un ídolo de algo creado es darle a esa cosa, en nuestro corazón, un valor capaz
de satisfacer nuestra vida y darnos felicidad. Esto, por supuesto, es un engaño grave ya
que los bienes materiales según la Palabra de Dios, son:
Inciertos e inseguros. (1ª Tim. 6:17a) ”…ni pongan su esperanza en las riquezas, que
son tan inseguras, sino en Dios que nos provee de todo en abundancia para que lo
disfrutemos”
Fugaces. (Prov 23:4-5) “No te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No
existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas”.
En los tiempos en que vivimos estos versículos son muy fáciles de comprender. Porque
muchos de los que estamos aquí hemos experimentado esto en algún momento de
nuestra vida. Así que comprendemos muy bien esta expresión humorística de
proverbios, que es como si le saliesen alas y se van volando.
Son inciertas, inseguras, fugaces. Por tanto, no pensemos que nos pueden dar lo que
realmente no nos pueden dar. No idolatremos los bienes materiales, sino busquemos y
honremos a Dios quien nos da todas las cosas.
El otro extremo es demonizar los bienes materiales. Es decir, pensar que son malos,
diabólicos. Tuvimos aquí, cuando hicimos la obra del edificio, trabajando un musulmán
muy religioso. Me dijo algunas veces que el dinero es diabólico, el mayor mal que hay
en este mundo. Yo le decía que el dinero es un papel que nos sirve para cambiarlo por
bienes materiales; compramos comida, podemos ayudar a nuestros familiares o a
otros que lo necesiten, etc. Así que el problema no está en el dinero, sino en el corazón
humano que se deja engañar por su aparente brillo y poder.
Viene el banquero y te ofrece, o tú le pides, un préstamo y así te puedes comprar esto
y aquello. Es nuestro corazón el que es deslumbrado por lo que podemos comprar o
llegar a tener (una casa más o mejor, un local más, un coche mejor, etc.) Por tanto es
nuestra codicia e idolatría la que nos conduce a sufrir muchos dolores. No es el dinero,
no son los bienes materiales. Ellos no son demonios, si bien nosotros podemos llegar a
verlos como ídolos.
Por tanto ni idolatría ni demonización a lo creado por Dios para nuestro bien, sino vivir
bajo la dependencia de Dios, que nos irá enseñando a vivir contentos cualquiera que
sea nuestra situación. Además bajo esa dependencia de Dios aprenderemos un mejor
concepto de las riquezas.
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III. UN MEJOR CONCEPTO DE LAS RIQUEZAS.Moisés “Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los
tesoros de Egipto” (Heb. 11:26) Es decir, Moisés puso en una mano los tesoros de
Egipto; y en otra, identificarse con un pueblo marginado y oprimido, y valoró como
mayor riqueza lo segundo.
Pablo le da instrucciones, a través de Timoteo, a los cristianos que eran considerados
ricos: “…que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a
compartir lo que tienen” (1ª Tim. 6:18) Así que Pablo habla aquí de un concepto
distinto de riqueza a la de amontonar bienes.
Y en 1ª Tim. 6:11, frente a un sentido de búsqueda de riqueza expresada como “el
amor al dinero” (al dinero o a las cosas materiales que nos proporciona) Pablo habla de
otro concepto de riqueza diciendo: “Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso,
y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad”.
He aquí el llamamiento para acumular otro tipo de bienes con el que seremos ricos
eternamente. Este es un concepto de riqueza más adecuado. En el fondo se trata de
buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia.
CONCLUSIÓN.
Hoy hemos dado un vistazo general al tema, ya iremos entrando otros días en más
detalles.
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Dios es rico, nos creó y nos da bienes materiales en abundancia. No
es tacaño.
El idolatrar los bienes de cualquier tipo denota un corazón
profundamente desviado. Igualmente el demonizarlos, porque con
ello quitamos a Dios como Padre de todas las cosas.
Y finalmente hay una mejor riqueza. Esta tiene que ver con la
implantación progresiva del carácter de Cristo en nosotros.
Pues que así sea en nuestras vidas, por nuestro propio bien.
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