V012 La alimentacion en situaciones particulares

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V0121. ALIMENTACIÓN EN SITUACIÓN ESPECIAL
A) EMBARAZADAS
B) MADRES LACTANTES
C) ANCIANOS
A) EMBARAZADAS
El embarazo es una de las etapas de la vida en que más debe cuidarse la dieta, ya que es el único medio de suministrar
todas las sustancias nutritivas que necesitan la madre y el hijo.
Una dieta cuantitativamente insuficiente produce una desnutrición de la madre, y más raramente, del niño (si la alimentación materna es insuficiente, el niño obtiene las sustancias nutritivas que necesita de los propios tejidos de la madre),
aumenta el número de abortos y partos prematuros, y está demostrado que es una causa importante del bajo peso de los
recién nacidos; se ha sugerido también que puede provocar anomalías congénitas en el feto y retrasar su desarrollo mental.
Una dieta cuantitativamente excesiva puede ocasionar trastornos digestivos en la embarazada, producir o favorecer
algunas complicaciones del embarazo y parto (la excesiva ganancia de peso se relaciona con la toxemia gravídica) y dar
lugar a una obesidad en ocasiones definitiva.
Por otra parte, una dieta cualitativamente inadecuada puede ocasionar carencias de las distintas sustancias nutritivas,
como por ejemplo, la anemia de la embarazada, debida casi siempre a déficit de hierro o, más raramente, de ácido fólico.
Requerimientos nutricionales de la futura madre
a)
Valor calórico:
El embarazo supone un aumento de las necesidades de la mujer, que han de ser suficientes para permitir el cre cimiento del niño, de la placenta y los tejidos maternos asociados, y el aumento del gasto motivado por los
movimientos de la madre en estado avanzado de gestación (si mantiene la actividad física anterior). Además, a
partir del sexto o séptimo mes de embarazo, el metabolismo basal se eleva en un 20% (aproximadamente, la
suma del de la madre más el del niño).
El Comité de ALIMENTACIÓN Y NUTRICIÓN AMERICANO, recomienda que en la primera mitad del embarazo, el número de Kcalorías/día no se modifique o sólo se aumente en unas 100-150 Kcalorías/día con respecto a la mujer no embarazada. En la segunda mitad se recomienda una ración adicional de 250 Kcalorías/día.
Si la gestante es obesa, la dieta debe ser más restringida con el fin de que no gane peso, pero en ningún momento se mantendrán los regímenes alimenticios destinados a perder peso.
b)
Proteínas:
Se recomienda una ingestión diaria de 56 g de proteínas durante la segunda mitad del emb arazo, o sea, unos
2q15 g más que la ración normal. Dos terceras partes de las proteínas deben ser de origen animal de alto valor
biológico, ya que deben suministrar todos los aminoácidos esenciales en cantidad y proporción adecuada.
El suplemento protéico será aportado por cantidades adicionales de leche, carne, pollo, pescado y huevos. Puede utilizarse la leche descremada líquida o en polvo, para aumentar la concentración de proteínas sin agregar
más calorías al consumo global.
En la dieta de la embarazada del 12 al 15% de valor calórico total debe ser facilitado por las proteínas.
c)
Hidratos de carbono:
Deben proporcionar del 50% al 69% del valor calórico total de la dieta.
d)
Grasas:
Deben proporcionar del 30% al 35% del valor calórico total de la dieta. La cantidad de 80 a 90 g/día para una
mujer tipo es suficiente, preferiblemente rica en ácidos grasos poliinsaturados.
e)
Necesidades vitamínicas:
El aumento de los requerimientos no es importante para la mayor parte de las vitaminas, recomendándose en la
segunda mitad del embarazo los siguientes incrementos sobre el aporte diario:
1
Vit. A
Vit. D
Tiamina
Vit. B2
Niacina
A. Fólico
Vit. B12
Vit. C
mcg.
750
mcg.
7,5
mg.
0,1
mg.
0,2
mg.
2
mcg.
200
mcg.
1
mg.
20
No se deben administrar suplementos dietéticos si la alimentación es buena, salvo en todo caso de ácido fólico y, en las
mujeres que no pueden tomar el sol con relativa frecuencia, de vitamina D a dosis bajas. La vitamina D es necesaria
para la utilización del calcio y fósforo tanto para el feto como para la embarazada y la madre lactante, por lo que se
puede aumentar la ingesta de esta vitamina.
f)
Necesidades en minerales:
Se recomienda un aporte suplementario de hierro a las mujeres con antecedentes de anemia o de frecuentes
embarazos. Ello es debido a que durante la vida en el seno materno, el oxígeno lo toma el feto a través de la
sangre que le llega procedente de la placenta, y para poder aprovechar mejor el oxígeno de ésta, la sangre del
mismo tiene una mayor concentración de hemoglobina. Poco después del nacimiento, ésta empieza a desdoblarse hasta alcanzar el nivel normal de unos 14 grs/100 cc, pero el hierro procedente de la ruptura de la molé cula de hemoglobina, el niño lo almacena en el hígado y lo tiene como reserva en los primeros meses de su vida en que la dieta es esencialmente láctea, y la leche es pobre en hierro.
En consecuencia, si la alimentación de la madre es pobre en hierro, se reflejará en el contenido bajo en hemoglobina de su sangre, y como consecuencia en la del niño, y el acopio de este mineral que debe hacer en su organismo, será menor. Las necesidades de calcio, si están muy aumentadas durante la segunda mitad del emb arazo, no siendo problema cubrirlos si la cantidad de leche y sus derivados de la dieta es suficiente. Es recomendable la ingesta de yodo en las zonas de bocio endémico.
Normas para confeccionar la dieta
Es aconsejable utilizar en los menús sólo alimentos naturales, preparados de la forma más sencilla (crudos y asados o
cocidos, mejor que fritos), no abusando de las especias ni de las bebidas estimulantes (café, té) ni alcohólicas.
La sal no debe restringirse en las mujeres sanas, aunque es conveniente no utilizarla en exc eso. La costumbre tan extendida
de reducir drásticamente su aporte e incluso dar diuréticos por sistema, puede ser perjudicial. Se aconseja una ingesta diaria
de unos 2,5 a 5 gr., aún más en épocas calurosas (para compensar la pérdida por el sudor), salvo que la gestante, presente
enfermedades que hagan necesario limitarlo (enfermas renales, hipertensas, cardíacas, etcétera).
Durante los primeros meses es frecuente la presencia de vómitos, que dificultan la asimilación de los alimentos que se
han ingerido, para evitar eso, hay ciertos normas como no levantarse en ayunas en caso de presentar vómitos, y no tomar mucho líquido en las comidas, ya que le harán sentirse llena sin haber tomado los alimentos precisos para mantenerse en forma y fabricar los tejidos del hijo y la placenta. Sin embargo, es preciso que tome como mínimo 1,5 litros de
líquido al día (zumos de frutas, leche entera o descremada y otras bebidas) que ingerirá fuera de las comidas principales.
Durante el primer trimestre debe tomar diariamente un litro de leche completa o descremada, o bien 1/3 de litro y de 30
a 40 grs. de queso; de 100 a 150 grs. de carne magra o pescado, y conviene tomar una ración de hígado por lo menos
una vez por semana. El hígado es fuente de hierro y vitaminas de complejo B. Asimismo de 200 a 300 grs. de frutas.
Se recomienda consumir aceites ricos en ácidos grasos poliinsaturados como el de germen de maíz.
El pan es mejor tomarlo integral, y las féculas se regulan de acuerdo con las calorías totales de la dieta que se quiere seguir,
teniendo en cuenta que 1 gr. de glúcidos proporciona 4 calorías. Para una alimentación que suministre 2.300 Kcal., que es
lo normal en una embarazada con mediana actividad, además de pan integral puede tomar galletas y azúcar con los alimentos.
En el 2.º y 3.º trimestre, la norma es aumentar el consumo de leche a 1/2 ó 3/4 de litro y de 50 a 60 grs. de queso al día o
el equivalente en estas cantidades.
Para ello debe tenerse en cuenta que:
1/4 de litro de leche equivale a:
— 2 yogourth.
— 200 grs. de queso tierno.
— 30 grs. de Gruyére.
2
B) MADRES LACTANTES
Durante la lactancia la madre tiene aumentadas sus necesidades nutricionales existiendo una relación directa de este
aumento con la composición cuali y cuantitativa de su leche. Esto exige que su alimentación sea especialmente cuidada
en esta época, puesto que debe proporcionar al niño alimentado exclusivamente con leche materna, todo lo que éste
necesita para su desarrollo, que en esta época es muy rápido (dobla su peso a los 6 meses).
a)
Necesidades calóricas:
El aumento de calorías medio que debe incrementar la madre lactante es de unas Kcalorías/día. Este aumento
está en función de la cantidad de leche que segrega diariamente. Lo normal es producir de 600 a 800 ml., si
bien esta cantidad depende de la etapa de la lactancia en que se encuentra y varía de una mujer a otra.
b)
Necesidades protéicas:
Estas quedan cubiertas aumentando la ingesta 25 grs/día de proteínas de alto valor biológico. Se recomienda
cubrirlas con el consumo de leche y sus derivados porque son los alimentos que más fácilmente equilibran el
balance nitrogenado.
c)
Grasas:
Se deberá evitar el consumo de grasas animales que contengan ácidos grasos saturados. Se favorecerá el consumo de grasas que posean ácidos grasos insaturados, porque son los que aportan ácidos esenciales a la leche
humana (linoléico, linolénico y araquidónico). Entre los alimentos ricos en estos ácidos se encuentran los aceites de maíz, girasol, soja, algodón, aceite de hígado de bacalao y los arenques.
d)
Necesidades vitamínicas:
En el recién nacido están especialmente aumentadas las necesidades de vitaminas A y B2, por ello la leche ma terna es muy rica en estas dos vitaminas, por lo que la madre debe ingerirlas en su dieta.
Las necesidades de vitamina D están aumentadas, y se recomienda que la madre lactante tome el sol para que
la provitamina D que ingiere con los alimentos pase a vitamina D, la cual favorecerá la absorción de calcio.
Las necesidades de vitamina C y Niacina también están aumentadas pero se cubren con el suplemento dietético
adecuado (zumos, frutas, carnes y verduras).
e)
Minerales:
La madre deberá ingerir alimentos ricos en calcio (leche y sus derivados). Cuando su dieta es pobre en este mineral, este déficit lo suprime con calcio procedente de sus huesos. La glándula paratiroides aumenta de tamaño
y produce mayor secreción de paratormona que incrementa los niveles de calcio en sangre a costa de la descalcificación ósea. Si este mecanismo hormonal no se normaliza con un aporte externo de calcio, la madre sufrirá
dolores óseos e incluso es posible que aparezca osteomalacia.
Cuando la madre lactante se alimenta deficientemente y su dieta no le permite producir el aumento de las necesidades calóricas y de nutrientes requeridos en este período de su vida, recurre a sus reservas almacenadas durante el embarazo, siempre y cuando se hubiera alimentado correctamente.
Para cubrir estas necesidades se recomienda tomar diariamente:
—
1 litro de leche.
—
50 grs. de queso.
—
150 grs. de carne o pescado.
—
200 grs. de ensalada.
—
250 grs. de fruta fresca.
—
200-300 grs. de verdura cocida o rehogada.
—
Pan, patatas, legumbres, arroz, etcétera, en cantidad suficiente, pero sin modificar el total de calorías requeridas (= 2.800 Kcal/día).
La preparación de estos alimentos al igual que en la alimentación de la embarazada será lo más natural posible
evitando en todo momento el consumo de especias, bebidas alcohólicas y estimulantes. Deben evitarse los platos fritos, los embutidos, las hortalizas fuertes de gusto y las judías secas. En cambio, deben tomarse cantidades
abundantes de agua y otros líquidos ya que en la leche materna es elevado el contenido de agua (87 grs/100
ml).
3
COMPARACIÓN DE LOS REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES
DE LA EMBARAZADA Y MADRE LACTANTE
Necesidades adicionales
Mujeres de
20-40 años
Embarazo (2ª mitad)
Lactancia
Kcalorías
2.300
+ 250
+ 500
Kj.
9.623
+ 1.046
+ 2.092
Requerimientos
Proteínas
Sales minerales
Ca
–
g
–
mg
–
mcg.
+ 15 g.
+ 25 g.
+ 600 mg.
+ 700 mg.
+ 25 mcg.
+ 25 mcg.
18 mg
+ 18 mg.
+ 18 mg.
Fe
330 mg
+ 120 mg.
+ 120 mg.
Mg
15
mg
+ 5 mg.
+ 10 mg.
Zn
750
mcg
+ 750 mcg.
+ 1.200 mcg.
2,5
mcg
+ 7,5 mcg.
+ 7,5 mcg.
I
Vitaminas
A
60 mg.
+ 20 mg.
+ 26 mg.
D
200 mcg.
+ 299 mcg.
+ 100 mcg.
C
0,9 mg.
+ 0,1 mg.
+ 0,2 mg.
Ácido fólico
1,4 mg.
+ 0,2 mg.
+ 0,3 mg.
B1
B2
2 mcg.
15 mg
+ 1 mcg.
+ 0,5 mcg.
+ 2 mg.
+ 3 mg.
B12
Niacina
BIBLIOGRAFÍA
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Martínez, J.A. Nutrición durante la gestación. En: Fundamentos Teóricos-Prácticos de Untrición y Dietética. Ed.
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Rivero, M.; Freixas, J. El embarazo, una situación de riesgo nutricional: La dieta de la mujer embarazada. El Farmacéutico. 1998. 212: 102-107.
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Rivero, M.; Freixas, J.; González de Agüero, J.; Fabre, E. Maternal nutrition factors: Significance for the fetus and the
neonate. Early Human Development; 1998. 53 suppl.; S61-S76.
4
C) ANCIANOS: ENVEJECIMIENTO ACTIVO
Para que el mensaje del Envejecimiento Activo sea realmente eficaz en la sociedad occidental, es necesario un
cambio radical en el pensamiento y la actitud para con nuestros mayores. En realidad ésto supone un salto hacia atrás
en el tiempo, para recuperar los valores, que la antigua civilización helénica reconocía en sus ancianos: en la sabiduría y
experiencia de los años, frente a una sociedad como la actual, que premia la juventud y su ímpetu, el inmensurable
conocimiento intelectual. Quizás es la familia en donde se puede empezar a recuperar el valor real de nuestros mayores,
aceptando y respetando sus consejos. No hay que olvidar que los niños aprenden de lo que viven.
LA TERCERA EDAD
Se admite, que a partir de los 30 años de edad, comienza un proceso lento y progresivo de declive fisiológico mu ltifuncional que terminará desembocando en la vejez. Desde el punto de vista laboral o legal se podría establecer la edad
de jubilación los 65 años como el momento en el que una persona pertenece a esa tan manida denominación de “tercera
edad”. Sin embargo no hay que olvidar que la edad de jubilación no representa una frontera a partir de la cual se pueda
considerar a una persona anciana: ¡Cuántas veces se observa que personas jóvenes presentan un gran deterioro de las
funciones físicas, psíquicas, afectivas etc. y personas mayores de 65 años que gozan de una envidiable salud, en el
sentido más amplio de la palabra!
Pero, para la mayoría de las personas que llegan a la edad de la jubilación, este momento representa “que ya no
son necesarios”, que suele ir acompañado de cambios económicos; en definitiva, se altera, y no siempre de forma
positiva, el equilibrio familiar establecido hasta ese mo mento. Todo ello sin duda repercute en el mantenimiento de su
salud.
El perfil típico de un anciano se va originando progresivamente, con una serie de modificaciones orgánicas y funcionales que, aunque no tienen la naturaleza de patológicas, todas juntas, nos indican que ese organismo envejece.
Según sea la velocidad con la que se sucedan estas modificaciones, se desarrollará un estado de disfuncionalidad a una
edad u otra.
Este proceso se retrasará, sobre todo, si se aceptan los cambios con ganas de disfrutar la suerte de seguir
cumpliendo años.
La población española es una de las más longevas de la Unión Europea, con una esperanza de vida de 78.7 años
(75.3 los hombres y 82.1 las mujeres)
Hoy, cerca del 16 % de la población española tiene mas de 65 años. En el año 2005, este porcentaje llegará al 18%
.En algunas comunidades como Castilla y León, Asturias y Aragón superarán la barrera del 22%. Esto unido a la baja
tasa de natalidad, supone el envejecimiento de nuestra sociedad, lo cual constituye, entre otras cosas, un desafío para la
Administración.
Es importante destacar el hecho de que si las mujeres tienen mayor esperanza de vida es, probablemente, porque “no se jubilan” de todas las responsabilidades familiares que les ha tocado cumplir en nuestra sociedad, por lo
que no disminuye su actividad de forma radical.
¿ Qué se puede hacer para retrasar los signos de la vejez?
§
Practicar ejercicio de forma regular.
§
Seguir una dieta adecuada, beber con moderación y no fumar.
§
Y sobre todo, mantener responsabilidades cotidianas, para tener una actitud activa ante los acontecimientos
diarios: pensar que cada día se puede buscar algo nuevo por hacer.
A continuación se hará referencia a tres aspectos: caídas domiciliarias, medicación y nutrición, en los que se
pueden tomar medidas que favorecen el bienestar de los mayores.
A)
Prevención de las caídas en los ancianos
En los estudios epidemiológicos, una caída domiciliaria se entiende como el hecho de caer al suelo involuntariamente en ausencia de una causa evidente como puede ser una agresión, la pérdida del conocimiento, una crisis convulsiva, o un accidente cerebrovascular. Al menos el 30% de personas de más de 65 años se caen 1 vez al año, y de éstas,
el 50 % se vuelven a caer al año siguiente. La mayoría de estas caídas, no tienen consecuencias graves pero, entre el 10
y el 15%, originan importantes secuelas. La gravedad de estas caídas, además, aumenta con la edad del paciente.
Los ancianos que sufren caídas, en general, son personas que realizan poco ejercicio físico, que tienen una vivienda
poco adaptada a la pérdida natural y progresiva de sus capacidades sensoriales, (por ejemplo auditiva, visual) y ligeras
dificultades de la motricidad.
5
Además, muchas de las personas mayores sufren deficiencias cognitivas: alteraciones en la orientacion temporoespacial, disminución de la memoria, interpretación imprecisa del entorno, reducción de la capacidad para coordinar
ideas y tomar decisiones, por ejemplo, son, efectos secundarios de sedantes y analgésicos, aunque hay otras razones
importantes como privación del sueño, depresión, stress y sobre todo los traumas emocionales por la pérdida de un ser
querido.
Incluso, en ocasiones, padecen alguna dolencia que favorece las caídas ( por ejemplo hipertensión, alteraciones del
equilibrio).
¿ Cómo evitar las caídas domiciliarias ?
Un equipo británico estudió algunos factores que evitarían algunas caídas en las casas y establecieron una serie de
acciones para disminuir su frecuencia:
Así, se comenzó aplicando programas de mejora de la resistencia física, agilidad y equilibrio. Además, se asoció
una mejora del acondicionamiento del hábitat:
∗
En el domicilio, por ejemplo facilitando llegar al cuarto de baño, creando una pasillo de fácil acceso y bien
iluminado.
∗
En cuanto a la ropa, se pueden establecer ligeros cambios como llevar los pantalones con cremallera en vez de
botones, para evitar, que la falta de precisión manual provoque pérdidas de tiempo inoportunas.
Todo ello les evita angustia y ansiedad, que se refleja en una mayor torpeza en sus movimientos.
Se pudo comprobar que la movilidad mejoró notablemente con:
§
TAÏ-CHI: esta práctica taoísta tradicional incluye movimientos corporales con un encadenamiento continuo, lento y
extremadamente preciso: una serie corta, por ejemplo con 24 movimientos seguidos que se realizan en 5,15 minutos. Para practicarlo se necesita concentración y un leve pero constante entrenamiento diario. Determinados pasos
suponen mantenerse sobre una sola pierna el instante del movimiento.
§
Un programa de ejercicios físicos de mejora del equilibrio estático.
§
Una serie de reuniones y discusiones sobre la salud durante 15 semanas donde se exponían la importancia de algunos factores que favorecen las caídas para hacerles conscientes de su prevención.
Cualquiera de estas intervenciones favorece además la cohesión social, que genera confianza, de forma que indirectamente se evita el posible aislamiento, que es otro elemento que induce depresión y el sentimiento de la soledad.
Después de un año y medio de seguimiento con un grupo control se concluyó que sólo en el grupo que hacia TAICHI, había una reducción de caídas de 1,17 a 0.79. En el grupo que sólo hacia ejercicios de equilibrio el riesgo relativo
fue de 0.83.
Como conclusión se señaló la importancia de realizar ejercicio físico para reducir el número de caídas, aunque como era de esperar, no se ha podido demostrar que los que se caen tienen menos secuelas que los que no hacen ejercicio.
Es necesario, además, revisar la prescripción de medicamentos sobre todo si alguno de los fármacos pudiera afectar
por ejemplo a la locomoción, el estado de la consciencia, la hipotensión ortostática.
Los que tengan tratamientos con psicótropos, cardiovasculares y sobre todo en caso de existir déficits visuales y
auditivos también necesitan que se les informe con relativa frecuencia sobre las precauciones que deben tomar para
evitar las caídas.
Hay que recordar, también, que el domicilio debe acondicionarse pensando en la facilidad de paso, eliminando posibles obstáculos y previendo la sujección en cualquier momento. El 50 % de las caídas son evitables, con algunas variaciones en el hogar: evitando los suelos encerados, los armarios y repisas altas, y favoreciendo una buena iluminación
y las superficies antideslizantes, en el baño por ejemplo.
En conclusión existen dos tipos de intervención susceptibles de reducir la frecuencia de caídas, el ejercicio físico
que mejora el equilibrio y los programas que asocian la detección y adopción de medidas ligadas al hábitat, los medicamentos y los déficits sensoriales. Hay que señalar, sin embargo, que ningún ensayo comparativo randomizado ha
demostrado una reducción significativa de la frecuencia de las caídas que conllevan complicaciones graves.
B) CON LA MEDICACIÓN CONVIENE RECORDAR QUE:
Como sabemos, para algunos medicamentos, conforme aumenta la edad de un paciente, se retarda el metabolismo
hepático y la excreción renal. Por ello, hay que advertir siempre a los pacientes mayores que tienen mayor riesgo de
sufrir reacciones adversas, si toman este tipo de medicación.
6
Además, puede alterarse la concentración alcanzada para una dosis determinada, la duración de la actividad del
medicamento y la respuesta del organismo a esa concentración del medicamento.
Como también es muy frecuente, que por diferentes causas, una persona de avanzada edad esté polimedicado y
tenga alteraciones neurológicas, visuales y auditorias, los pacientes pueden tener dificultades en comprender algunos
regímenes terapéuticos, parece conveniente que el médico informe las pautas terapéuticas por escrito para facilitar su
cumplimiento.
La existencia de las fichas de tratamiento, facilitaría la detección de reacciones adversas que ocurren en los pacientes mayores y que con mas frecuencia de lo normal llevan a su hospitalización, porque no se pueden reconocer ó han
determinado alguna complicación en su salud.
Además sería útil para que el médico pudiera tomar la decisión de suspender cualquier tratamiento cuya eficacia no
quedase comprobada.
c) NUTRICIÓN ADECUADA
Uno de los factores fisiológicos que se modifican con el paso del tiempo es la utilización de los nutrientes por parte
del organismo, la capacidad de digestión, absorción y utilización, en general, de los alimentos y de las vitaminas en
concreto empeora, por lo que a veces aumentan las necesidades diarias.
Hay que considerar además otras alteraciones, por ejemplo, el deterioro que sufre la dentadura, lo que dificulta la
masticación y obliga a cambiar algunos hábitos alimentarios, tomar un filete en forma de puré, sintiéndose entonces
como los pequeños de la casa y rechazando inconscientemente esa alimentación.
En muchos casos, por la existencia de algún síntoma, se les aconseja dejar de tomar determinados alimentos, e incluso comer menos, otras veces son los factores socioeconómicos los que dificultan la compra, el cocinado y la selección de alimentos, haciendo que la dieta sea monótona e incorrecta.
Si todo lo anterior, se relaciona con algunas influencias de tipo psicológico, estado de jubilación laboral, dependencia familiar etc. que a su vez están modificando sus apetencias por los alimentos, se entenderá la alerta de algunos
expertos en nutrición que señalan que “el riesgo de ingestas inadecuadas o deficitarias se incrementa indefectiblemente
con la edad”.
“Si se producen cambios en la dieta, y no se plantea una adaptación a una ingesta equilibrada de todos los nutrientes, es inevitable que se presenten deficiencias nutricionales, cuya consecuencia conlleva la posibilidad de adquirir enfermedades especialmente degenerativas e incluso empeorarlas si las padecen. Una dieta mal planificada encaminada a
luchar contra cierta patología, puede llevar al anciano a sufrir otras repercusiones sanitarias y funcionales anexas”.
Por tanto hay que recordar la importancia de:
§
Establecer una dieta equilibrada, adecuada a los cambios individuales junto con la promo ción de estilos de vida
saludables.
§
Incluir en la dieta de las personas de la tercera edad alimentos enriquecidos en determinados micronutrientes.
§
Contemplar la necesidad de la administración de algún suplemento vitamínico.
A recordar:
Las posibles deficiencias nutricionales de los mayores se ven aumentadas por aspectos propios del grupo poblacional como son la soledad, las enfermedades concurrentes y su medicación, las limitaciones funcionales de motricidad,
masticatorias y sensoriales así como sus condiciones socioeconómicas.
Adecuar la alimentación del anciano a sus necesidades energéticas y cambios metabólicos es una tarea que merece
nuestra atención. A la hora de elaborarles un menú o dieta deberemos tener en cuenta que se trata de personas con una
actividad física y laboral prácticamente nula y que sus funciones biológicas, tales como la asimilación de los alimentos,
se encuentran bastante disminuidas. Por otra parte, y al margen del aspecto fisiológico del tema, hemos de pensar que
existen algunas influencias de tipo psicológico (estado de jubilación, dependencia familiar...) que condicionan o modifican sus apetencias por los alimentos, tendiendo en ocasiones a provocar la falta de apetito.
Otro caso aparte es la alimentación del anciano aquejado de alguna enfermedad que requiera un tratamiento médico y
una dieta determinada (diabetes, alteraciones cardiovasculares, insuficiencia renal...). Aquí, naturalmente, sólo vamos a
tratar la alimentación del anciano “sano”, aunque todos sabemos que no podemos utilizar este calificativo con todo su
sentido, pues es muy difícil encontrar a un anciano que no tenga que controlar su tensión periódicamente, etc. Por tanto,
deberemos tener en cuenta todos estos factores debidos al envejecimiento del organismo y que condicionan tanto los
alimentos a ingerir como sus cantidades.
7
EL ENVEJECIMIENTO Y SU REPERCUSIÓN SOBRE LA NUTRICIÓN
En este sentido se ha empleado el término nutrición, y no alimentación, porque lo que verdaderamente interesa es el
aprovechamiento final de los alimentos ingeridos.
La nutrición es el conjunto de procesos metabólicos que permiten la correcta asimilación y aprovechamiento de los
alimentos. A medida que el individuo envejece, estos procesos se van lentificando y deteriorando, por lo que su alimentación deberá subsanar estas contrariedades. Así, es muy frecuente ver con qué facilidad los ancianos sufren fracturas
aparentemente tontas. Esto se debe a que la absorción del calcio aportado por los alimentos se ve dificultada por la atrofia de la mucosa intestinal y, por tanto, sus niveles en sangre disminuyen (hipocalcemia). Para evitarlo entra en acción
la paratohormona, que subirá los niveles de calcio a costa de la descalcificación ósea, es decir, tomando el calcio de los
huesos y propiciando así la aparición de osteoporosis.
La flaccidez de los tejidos es algo tan normal en los ancianos como su dificultad a moverse. Ello es debido a que su masa
muscular va desapareciendo, mientras que su tejido adiposo va en aumento. Esto ocurre no sólo a nivel del tejido muscular
esquelético, sino también a nivel de órganos como el riñón, los pulmones, el hígado..., lo cual ocasiona una disminución en
sus actividades y, por tanto, una dificultad para cumplir con sus deberes nutricionales. Así, por ejemplo, se cree que con la
edad el riñón posee un menor número de nefronas activas, por lo que los procesos de filtración glomerular y en definitiva las
de excreción se ven disminuidas.
A nivel digestivo, las secreciones (salivar, gástricas, pancreáticas e intestinal) se hallan disminuidas, lo que viene a
dificultar la digestión de los alimentos. Así, la disminución de la lipasa pancreática entorpece la acción de la vesícula
biliar y dificulta la degradación de las grasas, ocasionando flatulencia.
Como resumen de todas estas alteraciones fisiológicas podemos decir que el anciano posee un metabolismo basal
reducido (ver figura 1) y que ello condiciona la digestión, absorción y asimilación de los nutrientes, llegando en ocasiones a ser motivo de procesos de mal digestión y ma labsorción.
8
A) NECESIDADES ENERGÉTICAS
Las calorías aportadas en la dieta son consumidas, básicamente, por los siguientes procesos:
— Metabolismo basal.
— Actividad física y laboral.
— El crecimiento y desarrollo del individuo.
Las calorías que consumen estos procesos varían con la edad. En la infancia, dichas calorías se consumen, sobre todo,
en los procesos de crecimiento y desarrollo. En la etapa adulta, este consumo se destina, principalmente, a reponer el
desgaste ocasionado por la actividad física y laboral. Sin embargo, en la vejez, las necesidades calóricas sólo están destinadas a cubrir los procesos del metabolismo basal, el cual, incluso, se encuentra disminuido en relación al del adulto
(ver Figura 1). Así, estudios recientes parecen indicar que las necesidades energéticas disminuyen un 5 por 100 cada
decenio entre los cuarenta y cincuenta y nueve años. En un 10 por 100 entre los sesenta y sesenta y nueve, y en 10 por
100 adicional, para la edad de setenta en adelante (ver Tabla I).
TABLA I
Edad
Años
Hombre de 65 kg
20-39
40-49
50-59
60-69
70-79
3.000
2.850
2.700
2.400
2.100
Mujer de 55 kg.
kcal.
2.200
2.090
1.980
1.760
1.540
Porcentaje de
referencia
100
95
90
80
70
Tabla I.— Variaciones de las necesidades energéticas con respecto a la edad y al sexto. (To mado de Alimentación y
Nutrición. F. Vivanco. Página 183).
B) NECESIDADES DE HIDRATOS DE CARBONO Y GRASAS
Éstos no deben sobrepasar el 50 por 100 de las calorías de la dieta. Se administrarán, preferentemente, en forma de
polisacáridos y se s uprimirán los azúcares y dulces.
Las grasas representan el 20 por 100 de las necesidades calóricas, y en peso no deberán sobrepasar los 50 gr. diarios,
teniendo en cuenta que son preferibles las de origen vegetal (aceite de maíz, oliva, girasol..., por su elevado contenido
en ácidos grasos poliinsaturados). En cambio, las de origen animal se deberán evitar por su alto contenido en ácidos
grasos saturados (mantequilla, emb utidos, leche entera...).
Se evitarán asimismo las bebidas alcohólicas por su elevado contenido calórico; se aceptarán bebidas de pequeña graduación y en pequeña cantidad (vino de mesa).
C) NECESIDADES PROTEICAS
Su reducción con respecto a la edad no es muy significativa existiendo autores que recomiendan que la ingesta de alimentos ricos en proteínas debe ser elevada en esta etapa de la vida, sobre todo la ingesta de aquellos alimentos que
contengan elevados porcentajes de metionina y lisina.
La dieta debe contener al menos 1g/kg-peso/día. El 50 por 100 de las mismas deben ser de origen animal, recomendándose la ingesta de: leche descremada, pescado blanco, carnes magras (pollo, vaca...) y huevos unas dos veces por semana.
D) NECESIDADES VITAMÍNICAS
Éstas se mantienen con la edad. Sin embargo, es muy recomendable la administración de dosis suplementarias de vitamina D, así como la exposición al sol. La ingesta de vitamina D condiciona la absorción intestinal del calcio.
E) NECESIDADES DE MINERALES
Es recomendable el consumo de alimentos ricos en calcio (productos lácteos y derivados) para evitar la fragilidad ósea
y la posible aparición de osteoporosis.
Diversos autores americanos hablan de que la ingesta adecuada de este mineral oscila entre 800 mg/día y 1.200 mg/día.
Par la población española, la recomendación es de 600-700 mg/día. (Ver tabla II).
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El hierro no está aumentado, incluso disminuye bastante en las mujeres, ya que han pasado la época de la menopausia
llegando a igualarse con las necesidades del varón.
Respecto al sodio conviene reducir la ingesta de este elemento por su efecto sobre la retención de los líquidos corporales. Se estima conveniente la ingesta aproximada de 1.600 mg/día.
TABLA II
Nutrientes
Edad
Prot
(g.)
Ca
(mg.)
Fe
(mg.)
I
(µg)
Zn
(mg.)
Mg
(mg.)
B1
(mg.)
B2
(mg.)
MUJER
60-70
>70
41
41
700
700
10
10
110
95
15
15
300
300
0,8
0,7
1,1
1
12
11
200
200
2
2
60
60
2,5
2,5
VARÓN
60-70
>70
54
54
600
600
10
10
140
125
15
15
350
350
1
0,8
1,4
1,3
16
14
200
200
2
2
60
60
2,5
2,5
Niaci. Ac.Fo
(mg.) (µg.)
B12
(µg.)
Vit. C Vit. D
(mg.) (µg.)
Tabla II.— Necesidades nutricionales según la edad. (Tomado de ingestas diarias recomendadas de energía y nutrientes
para la población española. CSIC).
ORIENTACIONES PARA DIETAS DETERMINADAS
1) CUANDO EL ANCIANO NO PUEDE MASTICAR
En los ancianos es muy frecuente el encontrar deteriorada su dentadura y, en muchos casos, la ausencia casi total de
ésta. Esto dificulta los procesos de masticación y le obliga a to mar alimentos de textura blanda, olvidando, en ocasiones,
aportar alimentos, como la carne, ricos en proteínas y que exigen un esfuerzo de masticación por su parte. Para asegurar
una dieta equilibrada en estas condiciones se deberán consumir, preferentemente, alimentos naturales fáciles de digerir
y de preparación sencilla. Se emplearán alimentos líquidos (leches, zumo de frutas, batidos, caldos), semisólidos (papillas, purés, flanes, huevos pasados por agua o escalfados, compotas, jaleas) y sólidos blandos (tortillas francesa, tortas,
bizcochos, jamón york, pescados hervidos, pechugas de pollo, plátanos y otras frutas naturales o en almíbar).
2) CUANDO EL ANCIANO PRESENTA ESTREÑIMIENTO
Este problema aparece con bastante frecuencia en esta etapa de la vida y parece ser debido al débil tono muscular de la
pared intestinal, a la insuficiencia de líquidos en la dieta y al poco ejercicio físico.
La característica de esta dieta será contener abundantes alimentos ricos en residuos (celulosa), como las verduras y
hortalizas, las legumbres con sus cubiertas (garbanzos, lentejas, alubias), el pan mo reno o integral y las frutas.
Es aconsejable la ingestión de mucho líquido (dos o tres litros de agua diarios), pues, en ocasiones, esto soluciona el
problema del estreñimiento. También puede ser útil la ingestión de un vaso de agua tibia en ayunas; al estar vacío el
estómago y el intestino delgado, pasa directamente al colon y estimula su contracción.
3) CUANDO EL ANCIANO DEBE CONTROLAR SU TENSIÓN ARTERIAL
Con la edad la pérdida de elasticidad de las venas, el engrosamiento de sus paredes y la retención de líquidos corporales
favorecen el aumento de la tensión arterial.
La sal es la responsable de la retención de los líquidos corporales y, por ello, es conveniente controlar la cantidad ingerida con los alimentos. En las personas sanas no es necesario realizar tal control, puesto que su exceso es eliminado a
través de la orina sin problema. Normalmente, la ingesta diaria oscila entre 10 y 20 gr. , de los cuales entre 10 y 15 gr.
son aportados en los procesos de condimentación, y el resto lo aportan los alimentos. De todos ellos, sólo un gramo
diario es la cantidad que precisa nuestro organismo.
En el caso del anciano, la función excretora está disminuida, lo que provoca la retención de sal (sodio), que, a su vez,
retiene el agua corporal en una proporción de un litro por cada ocho o nueve gramos de sal. Así, se verá aumentado el
volumen de líquido circulante que favorecerá el aumento de la presión arterial.
La cantidad máxima de sal recomendada para la dieta del anciano es de 4 gr/día, es decir, unos 1.600 mg. de sodio.
Los alimentos que deben restringirse en este tipo de dietas son el bacalao seco, el jamón, los emb utidos, los quesos, las
salsas saladas, los alimentos en conserva por su contenido en benzoato de socio u otras sales de sodio, el chocolate, los
mariscos y los caldos de cubitos. En cuanto a las verduras frescas, deberá controlarse el consumo de apio, espinacas,
berro, cardo, acelgas, puerros y zanahorias, por ser los que más cantidad de sodio contienen. Entre las frutas se evitará
la ingesta de melón, ciruela, manzana y albaricoque. Estarán permitidos los alimentos de bajo contenido en sodio, como
son: las pastas, las mermeladas, los guisantes, etc.
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CONCLUSIONES
La dieta para el anciano deberá reunir las siguientes características:
—
—
—
—
Poco abundante en cuanto a cantidad (según las necesidades calóricas).
Atractiva para estimular su apetito.
De fácil digestión, evitando el uso de condimentos fuertes y grasas en exceso.
Pobre en grasas de origen animal.
BIBLIOGRAFÍA
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Rivero, M. Alimentación y Envejecimiento. Revista Chilena de Nutrición. 1994. Vol. 22 nº 2.
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Rivero, M. L’Edad avançada. Aspectes nutricionals d’interès farmacèutic. Circular Farmacéutica. 1993. 1: 47-52.
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Rivero, M.; Ponz, J.M. La nutrición en la edad avanzada. En: Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Nutrición y Dietética. Aspectos sanitarios. Gráficas Gispert. Girona. 1993. Tomo 1. Capit. 12: p. 405-445.
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