cámaras agrarias provinciales

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CÁMARAS AGRARIAS PROVINCIALES
ANTECEDENTES
FINALES DEL SIGLO XIX
Las primeras asociaciones de agricultores y ganaderos surgieron a
finales del siglo XIX como consecuencia de la promulgación de la Ley General
de Asociaciones en 1887. En desarrollo de dicha Ley se dictó el Real Decreto
de 14 de noviembre de 1890 que reguló en su articulado de forma detallada las
Asociaciones agrarias denominadas Cámaras Agrícolas. Con anterioridad a la
aprobación de dicha normativa, a principios del siglo XIX, regía el principio
relativo a que los intereses agrarios eran gestionados por la Administración
Central, a través del Ministerio de Fomento en primer lugar, y posteriormente a
través del Ministerio de Agricultura.
Las mencionadas Cámaras Agrícolas eran asociaciones de adscripción
voluntaria, que fueron calificadas como de interés público y que, una vez
reconocidas como tales por el órgano competente en esa fecha –Ministerio de
Fomento- pasaban a denominarse Cámaras Agrícolas Oficiales –se trataba
en este punto de un sistema semejante al actual relativo a las Asociaciones de
agricultores y ganaderos, que una vez reconocidas por la Dirección General de
Producción Agropecuaria e inscritas en su Registro, pasan a adquirir la
condición de Juntas Agropecuarias Locales-.
PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Esas primeras Cámaras Agrícolas en el fondo eran verdaderos
sindicatos agrícolas, por tener atribuidas funciones de defensa y fomento de
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intereses agrícolas. Pero junto a ellas coexistían los Sindicatos Agrícolas y las
Comunidades de Labradores. Estas Comunidades creadas por Ley de 8 de
julio de 1898 y desarrolladas por Reglamento de 23 de febrero de 1906 eran
asociaciones voluntarias, al igual que las Cámaras Agrícolas, que podían
constituirse en los Municipios de población superior a los 6.000 habitantes y en
las capitales de provincia, con el acuerdo previo de la mayoría de los
propietarios que representasen la mitad del terreno cultivado en el término
municipal.
Ulteriormente, mediante Ley de 13 de julio de 1935, también se permitió
su creación en pueblos menores de 6.000 habitantes que tuvieran al menos
una extensión de 3.000 hectáreas de cultivo o que el líquido imponible de su
riqueza rústica catastral o amillarada excediera de 500.000 pesetas. Eran
asociaciones profesionales que tenían delegadas funciones que anteriormente
correspondían al Estado y a los Municipios, entre otras: policía rural, apertura y
conservación de caminos rurales, vigilancia para la conservación de los
desagües de las aguas corrientes y estancadas cuyo mantenimiento no hubiera
sido encomendado a los Sindicatos de Riegos ni estuvieran regidas por la Ley
especial de Aguas, etc…..Dichas Comunidades de labradores aprobaban sus
propias Ordenanzas, disponiendo de un Jurado que podía imponer multas por
las infracciones cometidas a las mismas, y elegían un Sindicato para
representarlas y ejecutar sus acuerdos.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y
LOS CONSEJOS PROVINCIALES AGROPECUARIOS
Mediante el Real Decreto Ley de 27 de julio de 1929 nacieron los
Consejos Provinciales Agropecuarios en las Diputaciones Provinciales. Se
intenta de esta forma suprimir las Cámaras Agrícolas Oficiales constituidas en
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1919 y reconducir la organización corporativa de agricultores y ganaderos a la
Administración Local.
Estas nuevas entidades corporativas constituyeron el primer precedente
de la posterior organización vertical del régimen franquista, diseñado por el
Ministerio de Trabajo, cuyo artífice fue Don Eduardo Aunós.
La atribución de estas competencias a las Diputaciones lleva consigo el
recargo de hasta un 5% de la contribución rústica.
A continuación, por el Real Decreto de 6 de septiembre de 1929 se
instauraron las Cámaras de la Propiedad Rústica en cada una de las
provincias, en aras de la promoción del fomento y de la defensa de los
intereses generales de la propiedad rústica, lo que supuso la total extinción de
las Cámaras Agrícolas Oficiales.
Con la caída la Dictadura se procedió a suprimir, tanto los Consejos
Provinciales Agropecuarios como las Cámaras de la Propiedad Rústica,
volviendo a restablecer las antiguas Cámaras Agrícolas Oficiales a
principios de 1930. También se sustituyeron los vocales designados por el
Gobierno por unos nuevos vocales elegidos por los agricultores propietarios.
A título de ejemplo, el restablecimiento de la Cámara Agrícola de
Valladolid se plasmó el día 23 de febrero de 1930, bajo la presidencia del Sr.
González Garrido.
LAS CÁMARAS AGRARIAS EN LA II REPÚBLICA
Con la II República se disolvieron las Juntas Directivas de las Cámaras
Agrícolas Oficiales y se reemplazaron por Comisiones Gestoras, que tuvieron
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competencias de mero trámite hasta que se procediese a una regulación
minuciosa de estas Corporaciones. Las Comisiones Gestoras, de acuerdo
con lo previsto en el Decreto de 8 de junio de 1932, estaban compuestas por el
Presidente de la Diputación, por un Magistrado de la Audiencia Provincial y por
funcionarios de las Delegaciones Provinciales de Hacienda y de los Servicios
Agronómicos así como por el Inspector Veterinario.
Con el Decreto de 28 de abril de 1933 se instituyeron las nuevas
Cámaras Agrarias, disolviéndose las Comisiones Gestoras y constituyéndose
Comisiones Organizadoras de las nuevas Cámaras. Su naturaleza jurídica era
la de Corporaciones Oficiales, bajo la dependencia del Ministerio de Agricultura
y que paradójicamente carecían de socios agricultores. Tampoco se integraron
en estas Cámaras a las Comunidades de Labradores que ejercían, como ya
hemos indicado, funciones de policía rural, ni a las Comunidades de Regantes.
Por el contrario, la integración sí que alcanzó a los Sindicatos Agrícolas y a las
Cámaras Agrícolas Locales constituidas a partir de 1890.
Estas Cámaras Agrarias eran eminentemente órganos de consulta y
colaboración de la Administración Agraria, sometidas al control presupuestario
del Ministerio de Agricultura. Desde el punto de vista organizativo, contaban
con una Asamblea en la que estaban representados los Sindicatos.
LAS HERMANDADES SINDICALES DE LABRADORES Y
GANADEROS
El régimen nacional en materia sindical, posterior a la guerra civil, se
plasmó en la Ley de la Unidad Sindical de 26 de enero de 1940, que
desarrolló los principios que inspiraron el Fuero del Trabajo. Dicha Ley conllevó
la creación de un único orden de Sindicatos, encuadrándose en los mismos
todos los factores de la economía, por ramas de producción o servicios.
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También supuso la unidad de actuación, bajo la inspección de la Delegación
Nacional de Sindicatos, que mediante la Ley de 23 de septiembre de 1939
había recibido todos los bienes patrimoniales de las organizaciones sindicales y
asociaciones hasta entonces constituidas.
En este contexto -una vez finalizada la guerra civil en el año 1939-, el
nacimiento legislativo de las Hermandades Sindicales de Labradores y
Ganaderos – como veremos ut infra, tanto a nivel local como provincial- tuvo
lugar con la promulgación de la Ley de Bases de la Organización Sindical de
6 de diciembre de 1.940.
Posteriormente, mediante la Ley de 2 de septiembre de 1941 se
integraron definitivamente en la Organización Sindical los Sindicatos Agrícolas,
las Cajas Rurales, las Cooperativas, etc., agrupándose los servicios que estas
entidades sindicales venían prestando en una Red sindical Local, constituida
por las Hermandades Sindicales de Labradores y Ganaderos, que mantuvieron
su patrimonio vinculado a la finalidad para las que fueron creadas. A nivel
provincial se establecieron las Hermandades Sindicales Provinciales.
Con el Decreto de 17 de julio de 1944 sobre Unidad Sindical Agraria
se encargó a la Delegación Nacional de Sindicatos el asentamiento en todo el
territorio nacional de Hermandades Sindicales del Campo. El desarrollo de
este Decreto se llevó a cabo mediante la Orden de la Presidencia del
Gobierno de 23 de marzo de 1945, más conocida como el Reglamento de
las Hermandades, que disponía la integración en las Hermandades de las
siguientes entidades: Cooperativas del Campo, Grupos Sindicales de
Colonización, Comunidades de Labradores, Sindicatos de Policía Rural,
Comunidades de Regantes, Diputaciones de Aguas, Sindicatos de Riegos,
Sindicatos Agrícolas, Juntas de Fomento Pecuario, Juntas Locales Agrícolas,
Juntas Locales de Información Agrícola, Juntas Locales de Créditos Agrícolas,
Juntas Locales de Precios de Productos Agrícolas, Junta Local Pericial del
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Catastro y otras. El patrimonio de cada uno de estos Organismos, en este
peculiar proceso de fusión por absorción, quedó integrado en el de la
respectiva Hermandad Sindical absorbente.
Las citadas Hermandades Sindicales tenían encomendada la
representación y disciplina de los intereses económico-sociales del agro
español y sus funciones se extendían al orden social, económico,
asistencial, comunal, de asesoramiento y colaboración con el Estado.
En el orden social podían redactar proyectos y estudios referentes a
cuestiones agropecuarias, fomentar el perfeccionamiento profesional e
intelectual, conciliar conflictos individuales de trabajo, ejercer funciones de
Tribunal Arbitral, atender a la colocación obrera, vigilar el cumplimiento de la
legislación laboral y promover iniciativas de mejora de la vida rural.
En el orden económico procuraban la valorización justa de las
actividades de los productores y de la riqueza agrícola, coordinaban medidas
para la lucha contra las plagas, fomentaban la formación agropecuaria
mediante campos de ensayo o granjas modelo y organizaban exposiciones de
productos agrícolas.
En el orden asistencial promovían las Asociaciones, las Cooperativas y
el espíritu mutualista, pudiendo crear instituciones docentes para mejorar la
instrucción técnica y la formación profesional. Asimismo, podían llevar a cabo
programas de roturaciones y saneamientos, promover seguros de enfermedad,
luchar contra el paro y fomentar la política de la vivienda.
En el orden comunal se ocupaban de la apertura y conservación de los
caminos rurales, de labores de policía de aguas públicas y cauces naturales,
impidiendo que se causaran daños en las propiedades rústicas, defendiéndose
contra adulteradores o falsificadores de productos agropecuarios. Por otro lado,
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también dirigían y se encargaban de organizar la Policía Rural y, en general, de
prestar servicios de interés para los afiliados.
Su función asesora se materializaba en la preparación y colaboración
en el desarrollo de todos los planes y medidas del Estado que tuvieran relación
con la actividad agropecuaria, confeccionando estadísticas, estudios e
informes.
La función colaboradora consistía en la cooperación con la
Administración en lo referente a la transacción de productos agrícolas,
ganaderos y forestales y a la utilización de pesas y medidas. Dicha
colaboración se materializaba precisamente en la lucha activa contra los
fraudes, llevando a cabo inspecciones de las exportaciones y desarrollando
tareas de verificación de abonos y semillas.
Las Hermandades Sindicales Provinciales convivieron hasta el año
1947 con las Cámaras Oficiales Agrícolas y el Consejo Superior de
Cámaras. En ese año, mediante Decreto de 18 de abril, se fusionaron,
creándose las Cámaras Oficiales Sindicales Agrarias (C.O.S.A.), cuya
naturaleza jurídica respondía al de una Corporación de Derecho Público.
Las funciones de estas Cámaras Oficiales Sindicales Agrarias eran
bastante amplias, pasando a ser cuerpos Consultivos de la Administración
Pública en materia agraria y a actuar como órganos ejecutivos y como
organismos sindicales integradores de las Hermandades Sindicales del
Campo, para la representación y tutela de los intereses y a la vez
encuadramiento en su seno de cuantos productores dedicaban sus actividades
a las distintas manifestaciones económicas del agro y de sus industrias
inseparables y auxiliares. Además, desde el año 1951 (en virtud de Orden de
17 de julio de ese año) se constituyeron dentro de estas Cámaras Oficiales
Sindicales Agrarias los Servicios de maquinaria Agrícola para su utilización
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en beneficio de las explotaciones agrícolas de los afiliados a las Hermandades
Sindicales de Labradores y Ganaderos. Se pretendía con este Servicio poner a
disposición de las pequeñas explotaciones agrícolas los adelantos que la
técnica ya permitía disfrutar a las grandes explotaciones. A cambio del uso de
la maquinaria se percibía un canon, que no significaba actividad industrial
alguna, siempre y cuando se limitara a cubrir los gastos de mantenimiento de
dicha maquinaria.
En el año 1972 se creó la Hermandad Sindical Nacional de
Labradores y Ganaderos que aglutinó a todas las Hermandades Sindicales
Locales, a las Cámaras Oficiales Sindicales Agrarias, a los Sindicatos
Nacionales del Sector del Campo, a las antiguas Cooperativas del Campo y a
la Mutualidad de Previsión Social Agraria.
LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
Fue unos días antes de la celebración de las primeras elecciones
generales de la Democracia, celebradas el 15 de junio de 1977, cuando en
virtud del Real Decreto 1336/1977, de 2 de junio (BOE nº 142, de 15 de julio de
1977), por el que se dictan las normas reguladoras de las Cámaras Agrarias,
se crearon las Cámaras Agrarias Locales, tal y como las conocemos hoy en
día, además de determinar que en cada provincia existirá una Cámara Agraria
Provincial.
La Disposición Final segunda del precitado texto normativo disponía que:
“Las Cámaras Agrarias Locales se subrogarán, en su ámbito territorial
respectivo, en la titularidad de los bienes y derechos que constituyen el
patrimonio privativo de las actuales Hermandades Locales y Comarcales,
Cámaras Oficiales Sindicales Agrarias y Hermandad Nacional de Labradores y
Ganaderos, manteniéndose, en su caso, la afectación de dichos bienes al fin
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específico para el que hubieran sido adquiridos o destinados en virtud de una
norma legal o cualquier otro título jurídico en vigor.
Las Cámaras Agrarias solicitarán la inscripción a su nombre en el
Registro de la Propiedad, de los bienes inmuebles y derechos que figuren
adscritos a nombre de las Entidades cuya titularidad patrimonial les
corresponda, de conformidad con la subrogación referida”.
Y este procedimiento de subrogación ha sido, entre otros, utilizado en la
adjudicación del patrimonio de las Cámaras Agrarias Locales, antes de
extinguir las mismas y adjudicar su patrimonio principalmente a las Juntas
Agropecuarias Locales, a los efectos de adjudicar un patrimonio saneado
jurídicamente, que luego pudiera inscribirse a nombre de esas Asociaciones de
agricultores y ganaderos en el Registro de la Propiedad, cumpliendo el principio
registral del tracto sucesivo contenido en el artículo 20 de la Ley Hipotecaria.
DESPUÉS DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978 y UNA
VEZ PROMULGADO EN 1983 EL ESTATUTO DE AUTONOMÍA
DE CASTILLA Y LEÓN
Ratificada la Constitución Española de 27 de diciembre de 1978, que
consagró el derecho de asociación y la libertad de afiliación, no había motivo
para mantener por más tiempo la situación entonces existente, por lo que se
procedió a devolver al sector agrario la plenitud de sus derechos en igualdad
de condiciones que el resto de los sectores productivos.
En materia económica de estas Corporaciones se dictó el Real Decreto
2474/1979, de 14 de septiembre, por el que se aprueba el Régimen
económico de las Cámaras Agrarias, así como el de sus Federaciones y
Confederación (B.O.E. nº 259, de 29 de octubre de 1979).
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Por otro lado, producidos en gran parte los traspasos de servicios en
materia de agricultura y ganadería a todas las Comunidades Autónomas,
pareció oportuno elaborar una norma estatal, que sin menoscabo del bloque
competencial, regulara los aspectos esenciales de la materia y permitiera a las
Comunidades Autónomas desarrollar este tipo de competencias. Esa norma
estatal aludida es la Ley 23/1986, de 24 de diciembre, por la que se
aprueban las Bases del Régimen Jurídico de las Cámaras Agrarias.
NORMATIVA AUTONÓMICA
La Ley 1/1995, de 6 de abril, de Cámaras Agrarias de Castilla y León
(B.O.C.y L. nº 71, de 12 de abril de 1995), modificada por la Ley 2/2001, de 4
de mayo (B.O.C.y L. suplemento al nº 88, de 8 de mayo de 2001) estableció en
nuestra Comunidad Autónoma, en desarrollo de la Ley estatal básica de 24 de
diciembre de 1986, la figura jurídica de las Cámaras Agrarias Provinciales,
cuyo ámbito territorial de actuación es coincidente con el de su provincia
respectiva, fijando su sede en la capital de la misma (artículo 8 de la
precitada Ley de Cámaras Agrarias), si bien cada Cámara Agraria Provincial
podrá disponer servicios administrativos en otros municipios de su provincia
(oficinas comarcales), cuando así lo requiera el desarrollo de sus funciones.
Esa Ley autonómica de Castilla y León, de 6 de abril de 1995, en su
Disposición Adicional Segunda dispuso que: “la Junta de Castilla y León, oídas
las Organizaciones Profesionales Agrarias más representativas, efectuará las
atribuciones patrimoniales y las adscripciones de medios que procedan en
relación con los bienes, derechos y obligaciones de cualquier naturaleza que
correspondan
a
las
Cámaras
Agrarias
Locales
extinguidas
como
consecuencia de la aplicación de la presente Ley, y garantizará su
aplicación a fines y servicios de interés agrario”.
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Derivado de la complejidad de la normativa analizada a lo largo de la
historia, es un error común el confundir en la actualidad las Cámaras Agrarias
Provinciales con las Cámaras Agrarias Locales. Mientras que las primeras
están en plena madurez, desplegando toda su actividad, las segundas, las de
ámbito territorial inferior (local) están inmersas en fase de liquidación, que
conllevará su extinción definitiva. Las Cámaras Agrarias Locales están
siendo sustituidas en cada localidad por las Juntas Agropecuarias
Locales –Asociaciones de agricultores y ganaderos (una por entidad local),
constituidas sin ánimo de lucro y dotadas de personalidad jurídica propia y
plena capacidad de obrar, responsables de la gestión de los negocios agrarios
locales de interés particular o colectivo, como son principalmente los pastos y
rastrojeras y el patrimonio agrario común, que en su día administraban las
Cámaras Agrarias Locales-, que están asumiendo sus funciones, siendo
mayoritariamente las receptoras del patrimonio de dichas Cámaras
Agrarias. Todo ello sin perjuicio de la naturaleza pública de las Cámaras
Agrarias Locales, en cuanto corporaciones de Derecho público, y de la privada
de las Asociaciones de agricultores y ganaderos, constituidas en Juntas
Agropecuarias Locales.
NATURALEZA JURÍDICA
Estas Entidades (Cámaras Agrarias Provinciales) son Corporaciones de
Derecho Público, que gozan de personalidad jurídica propia y plena capacidad
de obrar, de estructura y funcionamiento democrático (las últimas elecciones en
Castilla y León se han celebrado el 26 de mayo de 2002), dotadas de
autonomía para la gestión de sus recursos y defensa de sus específicos
intereses.
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En los aspectos institucionales, la Junta de Castilla y León, a través de
la Consejería de Agricultura y Ganadería, ejerce la tutela administrativa sobre
estas Cámaras Agrarias de ámbito provincial.
FUNCIONES
Sus funciones son, entre otras, además de administrar sus recursos y
patrimonio (que puede provenir de los Presupuestos Generales de la
Comunidad Autónoma y de los de otras Administraciones, así como de los
rendimientos y productos de sus bienes y derechos, y de las adquisiciones a
título lucrativo que pudieran recibir), el actuar como entidades de consulta y
colaboración con la Administración de la Junta de Castilla y León en materias
de interés agrario, emitiendo informes o estudios. A tal fin podrán ser
consultadas o solicitarse su colaboración en las siguientes cuestiones, sin que
esta enumeración alcance la categoría de numerus clausus:
•
Iniciativas para mejorar la productividad agraria.
•
Ordenación del territorio y defensa de la naturaleza.
•
Régimen de tenencia de la tierra.
•
Reforma y desarrollo agrario.
•
Informes y estudios sobre la situación agronómica.
•
Programas de investigación agraria aplicada.
•
Mercados agrarios y ordenación de producciones.
•
Denominaciones de origen.
•
Difusión de conocimientos técnicos.
•
Informes a la Administración sobre infracciones de la legislación, en
especial alteraciones o fraudes de productos agrarios.
•
Confección de censos agrarios.
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También pueden ejercer las competencias que en ellas delegue la
Junta de Castilla y León (en la Ley 1/1999, de 4 de febrero, de Ordenación de
los Recursos Agropecuarios Locales se les asigna con relación a las Juntas
Agropecuarias Locales -Asociaciones de Agricultores y Ganaderos de ámbito
local-, el asesoramiento jurídico y tutela de las mismas), teniendo la
consideración de oficinas públicas a estos efectos, pudiendo ser presentada
y tramitada en ellas la documentación relacionada con las competencias
delegadas.
En particular, entre las competencias y funciones que en las Cámaras
Agrarias Provinciales puede delegar la Junta de Castilla y León se encuentran:
la participación en la elaboración y actualización del censo para las elecciones
a Cámaras Agrarias Provinciales (los censos de electores a Cámaras Agrarias
Provinciales se deben actualizar al menos cada dos años a contar desde la
celebración de las últimas elecciones. Ver a tal efecto la Orden de 28 de
diciembre de 2001, de la Consejería de Agricultura y Ganadería, por la que se
regula la exposición pública del censo de electores a Cámaras Agrarias
Provinciales y las reclamaciones y recursos que procedan contra el mismo B.O.C. y L. nº 2, de 3 de enero de 2002-, modificada en lo relativo a la
composición
de
la
Oficina
Central
del
Censo
Electoral
por
Orden
AYG/279/2004, de 5 de marzo - B.O.C. y L. nº 49, de 11 de marzo de 2004-), la
colaboración en la promoción de productos y prácticas agropecuarias y en la
elaboración de información estadística agraria, el archivo y custodia de la
documentación existente en las Cámaras Agrarias Locales extinguidas de
acuerdo con la normativa vigente, y que no deba ser entregada a la entidad
adjudicataria de sus bienes.
Asimismo, las Cámaras Agrarias Provinciales podrán prestar más
servicios, que a iniciativa del Pleno y en todo caso de conformidad con la
legislación vigente, pueden ser entre otros:
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-Organización de servicios comunitarios.
-Reparación de redes de acequias, caminos o colaborar en cualquier
otro tipo de obras de carácter general.
-Guardería rural.
-Luchas contra heladas, pedrisco, incendios, plagas o actividades
similares.
-Trabajos de informe de interés general agrario y de la comunidad rural.
Sus competencias vienen limitadas en cuanto no podrán asumir
funciones de representación, reivindicación y negociación en defensa de los
intereses profesionales y socio-económicos de los agricultores y ganaderos
que competen a las Organizaciones Profesionales Agrarias, ni tampoco ejercer
actividad mercantil o comercial alguna.
Para el desempeño de sus funciones la Junta de Castilla y León para el
año 2004 ha otorgado a las Cámaras Agrarias Provinciales una
subvención directa con cargo a los Presupuestos Generales de la
Comunidad, con una cuantía total de 2.186.200 euros.
ÓRGANOS DE GOBIERNO
El Órgano soberano de Gobierno es el Pleno, constituido por 25
miembros elegidos mediante sufragio libre, igual, directo y secreto de los
electores de la provincia cada 5 años (la Ley 2/2001, de 4 de mayo, modificó la
precitada Ley 1/1995, de 6 de abril, de Cámaras Agrarias, en el sentido de
dotar de mayor duración –de 4 a 5 años- el período de mandato de los
miembros del Pleno de las Cámaras Agrarias Provinciales, quedando ese
período quinquenal contenido en el que la Ley básica estatal 23/1986, de 24 de
diciembre, establece como límite máximo).
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ELECTORES
Los electores que pueden participar en el Procedimiento electoral serán
las personas físicas, mayores de edad, profesionales del sector agrario, que
ejerzan actividades agrícolas, ganaderas o forestales de modo directo y
personal y, que como consecuencia de las mismas, estén dadas de alta en el
Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social por cuenta propia o en el
Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, en función de su actividad
agraria. Por otro lado, también podrán ejercer su derecho al voto las personas
jurídicas que, conforme a sus Estatutos, tengan por objeto exclusivo la
actividad agraria, ganadera o forestal y la ejerzan efectivamente. Su derecho
de sufragio será emitido por su representante legal. Ambas personas –físicas y
jurídicas-
deberán
estar
empadronadas
o
tener
su
domicilio
social,
respectivamente, en Castilla y León.
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