La nobleza aragonesa en el siglo XIII: nombres de persona y vínculos de sangre Alekséi Aslaniants En su propuesta de interpretación del desarrollo de la sociedad rural hispánica en la Edad Media, José Ángel García de Cortázar dedica unas páginas a la evolución de la familia en los siglos XII y XIII en las que incluye algunas observaciones sobre el sistema antroponímico medieval. El párrafo que nos interesa dice que: ...la documentación deja ver... ciertos cambios en la forma de denominar a las personas. En principio a las que, por otros síntomas, suponemos ocupan posiciones de poder en la sociedad. Su identificación se basa ahora en la suma de nombre propio, patronímico a partir del nombre del padre y topónimo precedido de la preposición “de”: Fortún González de Albéniz, Diego López de Haro. El tercer elemento viene subrayar así el solar común del linaje, de cuyo tronco descienden los individuos pertenecientes al mismo. Pese a la fortaleza de los vínculos de sangre, en especial en la nobleza, los progresos de la territorialización la afectan, estimulando la sustitución del recuerdo de la procedencia familiar por el de la territorial en su forma de denominación1. Lejos de querer cuestionar las tesis principales de este historiador (la evolución hacia un grupo familiar más reducido, limitándose a la célula conyugal, etc.), nuestro propósito en la presente comunicación es presentar unas reflexiones sobre el escenario aragonés. En nuestra opinión, el análisis de cómo se llamaba en los primeros años de Jaime I a los nobles laicos en esa región todavía desatendida por los estudios antroponímicos medievales reviste interés desde el punto de vista del tema de las solidaridades familiares de ese grupo social. Partimos en nuestro estudio del cuadro de referencia formado por 34 nobles que figuran con algo de frecuencia (más de dos veces) en los documentos reales durante la minoría del futuro Conquistador2 , al que añadiremos también unos ejemplos de otros personajes del tiempo. A. OBSERVACIONES GENERALES El sistema antroponímico aragonés de aquel tiempo comprendía más de una forma de nominar a los nobles. Si aceptamos que el grupo estudiado es representativo, el modelo más difundido era el de “nombre propio + de + topónimo”. De esta manera se llama a 19 personajes: Artal de Luna, Ato de Foces, Pedro de Ahones, etc. La fórmula tripartita “clásica” se encuentra en siete casos. Se hace notar que ninguno de aquellos se nomina sólo por su nombre y apellido. Así, Pedro Fernández de Azagra, pero jamás *Pedro de Azagra*. Cuatro personas se identifican sólo por su nombre (don Ladrón; Matalón; Pedro, justicia de Tarazona y de Aragón; Vallés), tres - por el mismo y el patronímico (Ato Orella, Fernando Díaz y Pedro Pérez, justicia de Aragón). Todavía queda por señalar cuatro casos en los 1 José Ángel García de Cortázar, La sociedad rural en la España medieval, Madrid, 1990, p. 78. Hasta la concordia de Alcalá (el 1 de abril de 1227). Tal opción se explica por ser este artículo parte de nuestro trabajo sobre la nobleza aragonesa en los primeros años de Jaime I. 2 cuales el nombre es acompañado de otro elemento de carácter patronímico pero que funciona como un verdadero nombre de linaje (en lo sucesivo lo califico de “apellido de origen antroponímico”): Blasco Maza, García Pardo, Jimeno Cornel y su sobrino Pedro Cornel. Como se ve, el total de frecuencias de estas variantes excede el número de 34 nobles que nos ocupan. En algunos casos, suponemos, se suele nominar a los mismos personajes de dos maneras diferentes: 1. Un tal MATALON figura como testigo en unas cartas reales hasta el mes de mayo de 1220 [DJ. 2, 22]3. Por su nombre raro lo identificamos con Matalón de Fréscano que es documentado al lado de Jaime el 24 de junio de 1217 [MS, p.23] y después a partir del noviembre del año 1220 [DJ, 25]. 2. PETRUS, justicia de Tarazona y del reino de Aragón en mayo de 1220 - julio de 1221 [DJ, 22, 26, 28], debe ser la misma persona que reaparece el 17 de mayo de 1224 como Pedro Pérez, justicia de Aragón [DJ, 53], para seguir figurando con esta denominación en las cartas reales durante muchos años. 3. VALLESIUS es también un nombre bastante raro, hasta el punto de que no figura ninguna vez en la colección de documentos pertenecientes a la reconquista y repoblación del valle del Ebro publicada por José María Lacarra4, aunque sí que se encuentra en los árboles genealógicos reconstruidos por Agustín Ubieto Arteta o en algunos documentos del siglo XIII publicados por el mismo autor5. Encontramos en los documentos de la minoría de Jaime, a partir del junio de 1221, a Vallés de Bergua. Pero en el mismo tiempo contamos con cuatro cartas, comprendidas entre el 5 de septiembre de 1218 y el 21 de enero de 1221, que hacen mención de un tal Vallés. Nos inclinaríamos a creer que se trata del mismo personaje, como en el caso de Matalón, pero los correspondientes capítulos de la Crónica de Jaime (donde no se habla jamás de Vallés de Bergua) nos hablan de un “Valles d’Antilló” [LF, 12, 21]6. Es este un caso muy difícil. Al no existir demasiados indicios de que existiese la práctica de atribuir a la misma persona dos apellidos diferentes (¿uno de origen familiar y otro 3 Las siglas DJ, MS y Tarr. hacen referencia a los documentos de Jaime el Conquistador publicados en: Ambrocio Huici Miranda, María Desamparados Cabanes Pecourt, Documentos de Jaime I de Aragón, T.1, Valencia, 1976; Joaquim Miret i Sans, Itinerari de Jaume I “el Conqueridor”, Barcelona, 1918; y J. Cubells i Llorens, “Fets del regnat de Jaume I, senyor de Montpellier, en els pergamins de l’Arxiu històric de Tarragona”, en Montpellier, la Couronne d’Aragon et les pays de Langue d’Oc (1204 - 1349), Actes du XII° Congrès d’Histoire de la Couronne d’Aragon, vol. 2, Montpellier, 1988, pp. 77-90, respectivamente. El número que sigue refiere al de documento en la colección correspondiente o, en el caso de las regestas de Miret i Sans, al de la página. 4 José María Lacarra y Miguel, Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del valle del Ebro, en: “Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón”, II (1946), pp. 469-574; III (1947-1948), pp. 499727; V (1952), pp. 511-668. Utilizando ese trabajo como una ‘megafuente’ representativa de la antroponimia aragonesa de los siglos XI y XII seguimos el ejemplo de Antonio Ubieto Arteta. Sobre demografía aragonesa del siglo XII, en: “Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón”, VII (1962), pp. 578-590. 5 Así, un tal Ballés, hijo de Sancha Vallés, hermana de otro Vallés: Agustín Ubieto Arteta, “Aproximación al estudio del nacimiento de la nobleza aragonesa (siglos XI y XII): aspectos genealógicos”, en: Homenaje a Don José María Lacarra de Miguel en su jubilación del profesorado: Estudios medievales, II, Zaragoza, 1977, pp. 26, 28. Aquí, como en el caso de “Valles, fillius de don Valles et de domna Centa” que nos cita un documento sin fecha del siglo XIII (Agustín Ubieto Arteta, Documentos para el estudio de la historia aragonesa de los siglos XIII y XIV: Monasterio de Santa Clara, de Huesca, en: “Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón”, VIII (1967), doc. 1) se señala la tendencia hacia heredar tal nombre raro. 6 Las referencias al texto de la Crónica (Jaume I, Crònica o Llibre dels Feits (A cura de Ferran Soldevila), 3ª edició, Barcelona, 1994) se indican con la sigla LF y el número del correspondiente capítulo. puramente territorial?)7 suponemos que tal vez sea posible identificarlo con el de Bergua - al menos para el presente trabajo. B. APELLIDOS DE ORIGEN ANTROPONÍMICO La misma existencia de esta forma de denominación ya nos ofrece un indicio del recuerdo que debían conservar de su procedencia familiar los que llevaban tales sobrenombres y sus contemporáneos. Como hemos dicho, su función sería algo intermedio entre la del patronímico y la del apellido. Es interesante notar que siempre se forma a partir de un lexema semánticamente activo, generalmente en genitivo. 1-2. JIMENO CORNEL y PEDRO CORNEL: Tío y sobrino, según nos indica la Crónica [LF, 16]. Si aceptamos la conjetura de Agustín Ubieto Arteta, un tal Cornel (eso es, Corneja, o Cuervo) fue el padre de don Jimeno8. Posteriormente este sobrenombre se transformará en el apellido de este linaje importante de ricos hombres aragoneses. 3. BLASCO MAZA será descendiente de don Maza, activo éste en los tiempos de Ramiro II y Ramón Berenguer IV, y hermano de Pedro Maza, señor de Sangarrén, según unos documentos de los años 12309. 4. GARCIA PARDO aparece en algunas ocasiones entre 1217 y 1226 en el séquito real. Es muy probable que sea pariente de Aznar Pardo, ilustre mesnadero caído en la batalla de Muret [LF, 9]. A estos cuatro personajes añadiríamos a otros, designados con un modelo similar de nominación y que no han entrado en el grupo que estudiamos: 5. GARCIA ROMEO figura como testigo en las cartas reales a partir del veranootoño de 1228 [DJ. 101, 106-110, etc.]. Sobre él, véase más abajo. 6-7. Señalamos también a FERNANDO ZAPATA y GARCIA ZAPATA que aparecen en dos diplomas de la minoría de Jaime, aunque no tenemos la certeza de que fuesen nobles10. Más abajo se tratará de don Ladrón que, a juzgar por determinados indicios pertenece también a este grupo. C. APELLIDOS DE ORIGEN TOPONÍMICO El problema de mayor importancia que surge en torno a estos es cuál es su referente: ¿Lugar de nacimiento11?, ¿ O tal vez la cuna original del linaje o del señorío, en el caso que 7 Así se puede deducir, seguramente, en el caso de Pedro Fernández de Azagra, señor de Santa María de Albarracín, que se llama a veces ”de Albarracín” [DJ, 52, 53, 55, etc.] o, con menor frecuencia, “de Santa María” [DJ, 12, 13, 14; Tarr. I]. 8 Agustín Ubieto Arteta, Aproximación al estudio..., p. 25. 9 Op. cit., p. 21, y, del mismo autor, Documentos para el estudio de la historia..., docs. 9,10. 10 Fernando parece vinculado a la Orden de Calatrava [DJ, 56-57], mientras la presencia de García en el sitio de Peñíscola y en el séquito del joven monarca de regreso de éste hace creer que pertenece a la mesnada real [DJ, 62, 74]. 11 Se suele entender así, aunque sin pruebas. Véanse, por ejemplo, Matías Pallarés Gil, “Don Blasco de Alagón, señor de Morella”, en Congrés d’història de la Corona d’Aragó dedicat al rey en Jaume I y a la seua época”, pt. I, Barcelona, 1909, p. 219, o, sobre Lope Jiménez de Luesia, Pablo Cateura i Benasser, La no corresponde? No estamos en condiciones de ofrecer una respuesta definitiva al respecto, sino sólo hacer referencia a indicios que parecen indicar la coexistencia de referencias del tipo familiar y del territorial en el sistema de los apellidos nobiliarios aragoneses. La riqueza de los linajes nobles aragoneses se basaba en las tierras y bienes patrimoniales [hereditas] de un lado y en “honores” o “tenencias” del otro. Estos últimos, según José María Lacarra, representaban la concesión beneficiaria típica en Navarra y Aragón, unos bienes otorgado por el rey en cambio de unas prestaciones nobiliarias12. Generalmente estaban constituidos por un castillo que era centro de una circunscripción territorial, la mitad de cuyos ingresos los conservaba el tenente. Aunque el honor de derecho siguiese siendo vitalicio, a partir del siglo XII la institución empieza a adquirir carácter hereditario, de forma que algunas tenencias se convierten en verdaderos señoríos patrimoniales13. Puede percibirse cómo los miembros de los correspondientes linajes estaban dispuestos a percibir tales honores en herencia de su propiedad hasta adoptar, a lo largo del mismo siglo XII, los apellidos de ellos derivados, transmitiéndolos de generación en generación14. Tales linajes están representados por algunos de los nobles que nos interesan: Blasco de Alagón, Lope Ferrench de Luna y su hijo Artal de Luna, los hermanos Lope Jiménez de Luesia y Rodrigo Jiménez de Luesia, Jimeno de Urrea, así como, con menos de seguridad, Guillén de Alcalá y Pelegrín de Castillazuelo. La acumulación de importantes honores por las familias de ricos hombres del reino parece haber provocado determinados cambios en el sistema de tenencias. Sin pretender dilucidar totalmente este tema aquí, pues queda aún mucho por estudiar en la evolución de la institución en el siglo XIII, sí podemos señalar que los primeros cambios empezaron a apreciarse durante el reinado de Pedro II (1196-1213). A partir de éste la realeza renuncia a crear tenencias en las tierras ganadas a los moros. Pero más importante para nosotros es el hecho de que se suprimiese también la práctica de indicar en la documentación los honores de los nobles confirmantes, según advierte Caruana15. De esta manera, no estamos del todo seguros de que los ricos hombres ante mencionados continuasen ostentando los honores epónimos relacionados con Alagón, Luesia, Luna o Urrea. Creemos que sí, a juzgar, por ejemplo, por la utilización del castillo de Alagón en las operaciones militares de don Blasco contra las milicias rebeldes capitaneadas por el obispo Sancho de Ahones en 1227 [LF, 28]. En otros casos, parece que la denominación está en función de las heredades de los personajes, que sin duda lograron conservar: Rodrigo de Lizana o Ato de Foces. Pero había también otros nobles que no gozaban de pleno poder en los lugares correspondientes. Así, el 1 de septiembre de 1232 Pedro López de Pomar asistió a la cesión del castillo y villa de Pomar al caballero Pedro de Vera “in eternum, per propiam hereditatem..., liberam et francham” [DJ, 171]. Y, para finalizar, cabe señalar unos casos que están en acusada repoblació nobiliaria de Mallorca per Nuno Sans, en: Montpellier, la Couronne d’Aragon…, vol. 2, Montpellier, 1988, p. 103. 12 José María Lacarra y Miguel, “Honores” et “tenencias” en Aragon (XIe siècle), en: Annales du Midi, t. 80, n° 89 (1968), pp. 490-1. 13 Véase Agustín Ubieto Arteta, Aportación al estudio de la “tenencia” medieval: la mujer-“tenente”, en “Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón”, X, 1975. 14 Véase, sobre el caso de Luna, María Luisa Ledesma Rubio, "Pedro López de Luna, maestre de la Orden del Hospital en Aragón y Cataluña", en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, VIII (1967), p. 420. 15 Jaime Caruana Gómez De Barreda, "Los mayordomos de Aragón en los siglos XII y XIII", en: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXII.2, 1956, p.351. contradicción con la idea de que el apellido formado a partir de un topónimo indique siempre el lugar en el que se hallaba afincada la personada así denominada. 1. Los AZAGRA. Miembros del ilustre linaje de los señores soberanos de Albarracín, supuestos vasallos de la Virgen, siguen llamándose por ese pueblo de la Ribera navarra16. Esta referencia a la cuna lejana de la familia se conserva en esta nominación de la rama asentada en Albarracín como rama vinculada al ámbito castellano17. 2. Lo mismo vale para Assalit de GUDAL, muerto en 1223, y su hijo, del mismo rarísimo nombre reservado a los miembros de la familia. Este apellido parece haber presentado ya dificultades ya para los escribanos coetáneos, según se desprende de las varias formas que asume en los documentos: de/ça Gudal, pero también de Gual/Guadal/Guda, lo que significa que este topónimo era de difícil identificación. Al parecer, la solución más obvia sería la de vincular a estos nobles al pueblo de “Gudal”, hoy Gúdar, en Teruel18, en algo que les parece indudable a algunos historiadores modernos19. Pero como nos muestran las investigaciones de Antonio Durán Gudiol en el Archivo Catedral de Huesca, “la familia estaba afincada en la villa de Alquézar”, eso es, en el noreste del reino, “aun cuando poseía bienes en puntos tan distantes como Huesca, Zaragoza, Ribagorza y La Litera”20. Tal vez habría entonces que buscar los orígenes del linaje en esa zona de transición entre Aragón y Cataluña21. Allí es precisamente donde logramos encontrarlos, y eso gracias a la práctica de transmitir hereditariamente el nombre de Assalit: el castillo ribagorzano de Güel cuyos señores ostentaban también este raro nombre de pila22. Así, el caso de los Gudal nos ofrece el perfecto ejemplo de una familia que conserva un acusado recuerdo de su antecedencia, transmitiendo de una generación en otra el topónimo de Güel/Gudel así se hallen asentados en Alquézar, Huesca o en Sessa, en La Litera23. Transmitiéndose también un nombre inusitado, reservado entre ellos al principal heredero, así como en Güel. 16 - En lo relativo a esta familia, acúdase a: Martín Almagro Basch, “El señorío soberano de Albarracín bajo los Azagra”, en Historia de Albarracín y su tierra, III, Teruel, 1959, y Agustín Ubieto Arteta, Aproximación al estudio..., pp. 18-19. 17 Un tratado de 1178 menciono como testigos de la parte de Alfonso VIII de Castilla a “Petrus Roderici de Azagra” y a “Martinus Roderici de Azagra”: Roque Chabas, "División de la Conquista de la España mora entre Aragón y Castilla", en: “Congrés d’historia de la Corona d’Aragó…”, pt. I, Barcelona, 1909, pp. 139141. 18 Es la forma señalada en Agustín Ubieto Arteta, Toponimia aragonesa medieval, Valencia, 1972, p. 106. 19 Hasta el punto de que rebautizan a don Assalit juvenis, sobrino del obispo oscense, como “Ansaldo de Gúdar”, “ilustre caballero turolense, de fácil identificación por su topónimo”: J. Martínez Ortiz, "Turolenses en la conquista e integración de Valencia y su reino", en Jaime I y su época: X Congreso de Historia de la Corona de Aragón, Comunicaciones 1 y 2, Zaragoza, 1980, p. 107. 20 Antonio Durán Gudiol, Los obispos de Huesca durante los siglos XII y XIII, Huesca, 1994, p. 193. 21 Según Durán Gudiol este origen difícilmente sería aragonés a juzgar por el apellido e incluso por el nombre que, al parecer, se reservó a los primogénitos, Assalit (lugar citado). Véase también “Teatro Histórico de las Iglesias de Aragón”, t. VI, Pamplona, 1796, p. 216: se opinaba que los Gudal fueran catalanes. 22 Jordi Boix i Pociello, Castell de Güel, en: “Catalunya Romànica”, vol. XVI, Barcelona, 1996, pp. 538-539. El autor dice también que “sembla lògic identificar els Güel amb els Gudal d’Osca”. La oscilación de Güel > Gudal es fonéticamente admisible, dadas las formas de “Gual” (apellido) o de “Gudel” (topónimo: Agustín Ubieto Arteta, Toponimia aragonesa medieval, p. 106). Sobre la tendencia a perder la D fricativa entre vocales véase Ramón Menéndez Pidal, Manual de gramática histórica española, § 40 (página 129 de la decimoquinta edición que utilizamos, Madrid, 1977). 23 Además de Assalit, el obispo García tenía a un otro sobrino, Pedro de Gudal, “qui moratur in castro Sesse”: Antonio Durán Gudiol, Los obispos de Huesca..., pp. 194-195. 3. Pese a la posible intervención del factor paleográfico, las variaciones de la grafía dentro de un cuerpo diplomático bastante homogéneo de la documentación real nos parece que constituyen un indicio significativo. Llama la atención el acusado contraste entre la relativa uniformidad en los apellidos de los que por otros síntomas parecen seguir asentados en los lugares epónimos y los demás. La denominación de los primeros no varía (de Luna, de Pina, de Bolas, de Sadava), aunque esté afectada por alteraciones puramente ortográficas (s/ss/z, o/u, i/y, b/v, etc.) u oscilantes entre las formas latinas y romances (de Alagone/ de Alagon, de Lusia/ de Luesia, de Focibus/ de Fozes, de Castro Azolo / de Castellasolo). Por contra, es notoria la amplitud de variaciones en la forma de nominar a otros, ya sea léxica (de Azagra o de Cagra/ de Albarracín)24 o fonética (Gual/ Gudal/ Guadal/ Guda). En ese sentido destaca sobre todo el apellido de AHONES, que es el que presenta las variaciones más acusadas. Además de las formas más difundidas (Pedro “Aunes” o “Aunisii” ) los documentos reales hacen referencia asimismo a un Pedro “de Aunisius”, “de Aunisio”, “Aones”, “Aunesii”, incluso “Aureus”, “de Ahones”, “Aonesii”, “Ahones” o “Aunesius” (sistematizado por orden decreciente de frecuencias), figurando los parientes del mismo también como “de Aunes”. Tales alteraciones no se podrían explicar más que si el mencionado fuese un personaje poco conocido a los escribanos, mientras de quien se trata era de don Pedro de Ahones el noble aragonés más influyente de la minoría de Jaime I. Desde el punto de vista morfosintáctico es éste el apellido más enigmático. Dejando de lado las formas acusadamente romances y por eso invariables, estudiamos las desinencias casuales en las latinas. En algunas aparece el apellido como si fuese de origen antroponímico, quedando sin proposición y en genitivo o nominativo (cfr. “Pardo”/ “Pardi”). De otro lado, los apellidos de ese tipo y que ya hemos recogido más arriba siempre quieren decir algo (Cornel, Maza, Pardo, Romeo) más no presentan nunca tantas formas en ablativo con la preposición “de”. Tampoco nos ha sido posible identificar el antropónimo o el topónimo de que pueda derivar. Sí parece, pero, que al igual que el apellido de Gudal que presenta unas dificultades algo semejantes bien que mucho más fácilmente superables, el de Ahones tampoco suena tanto a aragonés25. D. HERENCIA SIMBOLICA. Resumamos, para finalizar, lo que de nuestros protagonistas conocemos. Con relación al reflejo de sus solidariedades de linaje en la transmisión de nombres propios (y alguna vez también de los patronímicos) dentro de las mismas familias. Hemos documentado dos casos en que el hijo ostenta el nombre de su padre: 1. ASSALIT DE GUDAL - véase más arriba. 2. LADRON, “fill que fo de don Ladró” [LF, 33]. Este nombre parece reservado a la descendencia del conde Ladrón Iñíguez (segundo cuarto del siglo XII). Su hijo, 24 Cabe señalar que don Pedro Fernández se llama, con la excepción de DJ. 50-51, por su señorío hasta la mitad de 1233 y siempre como de Azagra a partir del agosto del mismo año [DJ, 189, etc.], lo que nos ha sido imposible interpretar. 25 Escribimos “Ahones” conforme a la tradición vigente en la historiografía en lengua castellana. A juzgar por las formas documentales la vocal tónica sería la tercera, resultando en algo como “Ahonés”. Lo mismo se desprende de la variante documentada en el Libro de los Jueces de Teruel: “don Pere Aragonés” (A.C. Floriano, "Las efemérides turolenses", en Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, t. II (1954), p. 24). conde Vela Ladrón, dio al suyo el nombre de Pedro Ladrón Vélaz, mientras este tío paterno de Diego López III, conde de Álava (1181-82) y de Vizcaya (1194), era padre de Ladrón, favorito de Pedro II y abuelo de nuestro Ladrón y de su hermana Toda Ladrón [DJ, 272]26. Como se ve, “Ladrón” ostenta aquí una triple función de nombre propio/ patronímico/ apellido de origen antroponímico, bastando por sí mismo para una precisa identificación de los orígenes de nuestro rico hombre: Jaime indica que era de “gran llinyatge” [LF, 33], mientras en la Crónica sólo se habla en semejantes términos de la dinastía condal de Urgel [LF, 34] y de los vizcondes de Cardona [LF, 35]. Otros cuatro personajes recibieron los nombres de sus tíos: 3. LOPE FERRENCH DE LUNA, hijo de Pedro López de Luna, heredó del hermano de éste no solamente el nombre sino incluso el patronímico, considerándose a veces este conjunto como un antropónimo unitario: “Luferrencus de Luna” [DJ, 98]27. 4. Su hijo se llama ARTAL DE LUNA y es el nombre que ostentaba también un hermano de don Lope Ferrench II. 5. PEDRO FERNANDEZ DE AZAGRA parece haber recibido este nombre en honor de su tío ya fallecido, fundador del señorío de Albarracín don Pedro Ruiz. Bien podría tratarse de una coincidencia, siendo Pedro el nombre más difundido entre los que estudiamos (lo ostentan 8 nobles de los 34). Sin embargo es precisamente el nombre que su padre, don Fernando Ruiz, dio también a su hijo primogénito natural28. Es un nombre-programa que reúne las nominaciones de los dos primeros señores soberanos de esa comarca y podría reservarse al tercero. ¿Tal vez al haber resultado imposible legalizar post factum el nacimiento del primer Pedro Fernández, lo recibió también el segundo hijo, nacido del matrimonio con Teresa Ibáñez de Guevara, mientras el bastardo, que había ingresado en la Orden de Santiago, tuvo que quedarse con las posesiones navarras de su padre? 6. PEDRO CORNEL, ya mencionado sobrino de Jimeno Cornel y hijo de Gonzalo Ibáñez de Baztán y de doña Aldonça29 sería sobrino materno de don Pedro Cornel, documentado éste entre 1187 y 1199 como tenente en Tauste, Tarazona, Zaragoza y otros honores y así como mayordomo en 120030. Además, tres nobles ostentan los nombres de unos parientes o antecesores más lejanos: 26 Véase Agustín Ubieto Arteta, Aproximación al estudio..., p. 18, y Jaime Caruana Gómez de Barreda, Los mayordomos de Aragón..., p. 373. 27 Además encontraremos a finales del siglo XIII a un tal Lope Ferrench de Atrosillo (Fernán de Sagarra, "Segells del temps de Jaume I", en Congrés d’història de la Corona d’Aragó…, pt. II, Barcelona, 1913, p. 1016, que sería descendiente de Alamán de Atrosillo, hermano de Lope Ferrench I de Luna (Agustín Ubieto Arteta, op.cit., p. 23.) 28 Martín Almagro Basch, El señorío soberano..., p. 93. 29 Si bien es la persona que nos viene documentada en: Mariano Arigita y Lasa, Colección de documentos inéditos para la Historia de Navarra, T. 1: Cartulario de Santa María de la Real de Fitero, Pamplona, 1900, p. 325. 30 Agustín Ubieto Arteta, op. cit., p. 24 y nota 81 en la pág. 51. Su mayordomía que no consta en el trabajo de Caruana (Op. cit.) nos viene documentada en: Jukka Kiviharju, Los documentos latino-romances del monasterio de Veruela, 1157-1301, Helsinki, 1989, doc. 27. 7. JIMENO DE URREA recibió así el nombre (y apellido) del abuelo de su madre, primer señor de Biota, que este señorío31. 8. El nombre que dio Guerau de Jorba a su hijo y heredero, GUILLEN DE ALCARRÁS, era corriente dentro del linaje de los Cervera, cuya rama lateral se había asentado en el castillo de Alcarrás (al suroeste de Lérida, en la actual comarca catalana del Segrià), siendo Gerau nieto de Guillén Dalmau de Cervera32. Pese a sus orígenes catalanes, lo hemos incluido en este estudio por estar este caballero vinculado al ámbito aragonés, figurando en los documentos reales siempre al lado de Pedro de Ahones. 9. Ignoramos el parentesco entre BLASCO DE ALAGON y Blasco Romeo, tenente (entre 1169 y 1185) en unos importantes lugares como Egea, Jaca o Zaragoza y mayordomo de Alfonso II33. Sin embargo, el de Alagón era hijo de Toda Romeo que será pariente de aquél. Quisieramos recoger también unos casos en los que comparten el mismo nombre de pila y apellido uno de nuestros personajes y un distinguido noble perteneciente a la generación anterior sin que sea posible, por el momento, identificarlos. Suponemos que eran parientes: 10. PELEGRIN DE CASTILLAZUELO que aparece en los documentos de Jaime I al menos hasta los años 1230 se llama como el tenente en varios lugares (entre 1164 y 1193) que incluían el castillo epónimo, siendo éste nieto de un otro Pelegrín de Castillazuelo34. 11. SANCHO DE HUERTA que actúa, con su hermano García de Huerta [LF, 129], al lado de Jaime entre 1221 y 1235; y un caballero del mismo nombre, tenente en Rodellar hasta 1177, mayordomo en 1177-92 y “senior” en Lavata y quizás en Daroca35. 12. BLASCO MAZA, en las cartas reales al menos hasta la mitad de los años 1230, no debe confundirse con Blasco Maza cuyos honores (algunos a partir de 1154) incluyen Zaragoza (1164-1199)36. Y no obstante, el que nuestros nobles recibiesen nombres habituales en sus linajes es prueba del deseo de sus padres de fijar el recuerdo de su procedencia familiar en la denominación de sus herederos. Para dilucidar si éstos compartían el mismo deseo que sus padres, habría estudiar qué nombres dan a sus propios hijos. Dejando un intento de presentar un panorama completo para un estudio más profundo, nos limitaremos aquí a cuatro ejemplos: 31 L. Cerverò, M. Batllori, "El comte Dionís d’Hongria, senyor de Canals, al seguici de la reina Violant: la descendència de Dionís als regnes de València i d’Aragó", en Jaime I y su época..., pp. 565-6. 32 Joan-Ramón González i Pérez, "Castell d’Alcarràs", en Catalunya Romànica, tom XXIV, Barcelona, 1997, p. 108. 33 Agustín Ubieto Arteta, op. cit., nota 10 en la pág. 47, y Jaime CeuN Gómez de Barreda, Los mayordomos de Aragón ..., p. 354. 34 Agustín Ubieto Arteta, op. cit., pág. 17 y nota 33 en la pág. 43. 35 Jaime Caruana Gómez de Barreda, op. cit., pp. 366-7. 36 Agustín Ubieto Arteta, op. cit., nota 36 en la pág. 46. 1. Hasta finales del siglo XII el nombre de pila corriente en el linaje de ALAGON había sido el de Artal, heredado de los condes de Pallars Subirà. Artal III de Pallars (I en Alagón), uno de los primeros tenentes de este honor, dejó el condado a su primogénito, Artal IV, y su nombre con la tenencia aragonesa a la descendencia de su otro hijo Palacín. Hijo de éste será Artal II, casado con Toda Romeo que aporta al linaje el nombre de Blasco (véase más arriba). A partir de este momento los nombres de Blasco y Artal se alteran de una manera estable. Así, nuestro Blasco I da a su hijo el nombre de Artal, éste llama Blasco al suyo cuyos hijos reciben los de Artal (el primogénito) y Blasco (el segundo), etc.37 2. Pedro Fernández de AZAGRA tiene de su matrimonio con doña Elfa tres hijos y dos hijas. El primogénito recibe el nombre de Alvar Pérez, que nos ha sido imposible encontrar en sus ascendencias. Pero el nombre del segundo hijo es el mismo que el de su padre y de su tío: Pedro Fernández, mientras el último (el tercer varón) recibe el de su tío materno: García Ortiz. En cuanto a las hijas, tienen nombres muy difundidos entonces, Teresa y Toda, pero son precisamente los que ostentaban en la generación anterior hermanas de García Ortiz y Pedro Fernández, respectivamente. 3. Los descendientes de nuestro Jimeno de URREA se transmitirán este nombre por la línea directa masculina, a partir del hijo de éste que lo recibe de su padre (pero también de su madre que era hija de Pedro Cornel y por eso pariente del famoso rico hombre Jimeno Cornel)38. 4. Lo mismo vale con relación a la transmisión del nombre de García dentro de la familia de ROMEO. Así, Teresa Pérez, nieta de Jaime I, casará con García Romeo que ostenta el mismo nombre que su padre y su abuelo paterno39, distinguiéndose por unos sobrenombres: “Garcia Romeu... fill de don Garcia Romeu lo bo” [LF, 323]. * * * Resumiendo lo expuesto, puede afirmarse que existen pruebas de la predilección por la procedencia familiar sobre la territorial en la manera de denominar a la mayoría de los nobles aragoneses de la primera mitad del siglo XIII. Desconocemos qué personas formaban parte del séquito real durante los primeros años de Jaime I, al igual que su ascendencia, pero sin embargo, se llaman de un modo que facilita su identificación como miembros de sus respectivos linajes. Y eso se puede constatar incluso en algunos de los apellidos formados a partir de un topónimo cuya propagación, según García de Cortázar, debería ser prueba de debilitación de los lazos de sangre. 37 Sobre la descendencia de Blasco I de Alagón: Rafael Conde y Delgado de Molina, "Pergaminos aragoneses del fondo “Sástago” del Archivo de la Corona de Aragón", en Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, vols. 51-52 (1985), pp. 347 y ss. 38 L. Cerverò, M. Batllori, El comte Dionís d’Hongria ..., pp. 565-6. 39 Agustín Ubieto Arteta, op. cit., p. 22.