jóvenes, cultura y religión - Centro de Medición MIDE UC

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD
CATÓLICA DE CHILE
JÓVENES, CULTURA Y RELIGIÓN
INFORME PROYECTO DIPUC - VRAID
PRIMERA MEDICIÓN
GENERACIÓN AÑO 2007
Unidad 3 “Identidad Religiosa”
Investigadores Responsables
Roberto González1, Jorge Manzi1 y Joaquín Silva2
1 Escuela
2
de Psicología PUC
Faculta de Teología PUC
Ayudantes de Investigación
María Paz Cadena, Diego Carrasco, Rodrigo Pizarro
Editora
Alejandra Arratia
Octubre, 2008
3. Prácticas religiosas
Las identidades que se van constituyendo en torno a la religión, lo hacen de acuerdo a ciertas
creencias pero, también en estrecha relación con las prácticas a las que estas creencias están asociadas.
Por este motivo, en nuestro estudio reportamos las prácticas religiosas no sólo en términos de la frecuencia
con que los estudiantes asisten o practican determinadas acciones litúrgico-cultuales, sino que también nos
preguntamos por otras posibles formas de relación con Dios y por el nexo que estas prácticas pudieran
tener con las creencias confesadas por los estudiantes. La identidad religiosa, por tanto, la comprendemos
como la relación que se va generando entre la autocomprensión que los estudiantes tienen de sí, sus
creencias y sus prácticas.
Las formas que adquiere la relación con Dios
Preguntamos a los estudiantes que se declararon creyentes: ¿De qué modo te relacionas
preferentemente con Dios? (P.46). Las respuestas se recogen en la siguiente Figura:
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
2
Figura 14: Modo de relación con Dios
Según se expresa en esta figura, y de acuerdo a las respuestas que los estudiantes dieron a otras
preguntas que hemos relacionado con ésta pregunta 46, se pueden establecer las siguientes conclusiones:

La religión acontece preferentemente por medio de la oración. Según las respuestas
recogidas, la oración personal constituiría la forma privilegiada de relación con Dios. En efecto, el 61,9
declara que la oración personal es la manera en que preferentemente se relaciona con Dios. Esta cifra,
como se aprecia en la figura de más arriba, casi duplica la segunda de las preferencias indicadas. Más
aún, la tercera de las afirmaciones que mejor expresa la relación que los estudiantes tienen con Dios está
también referida a la oración: el 29,3% de ellos afirma que su relación con Dios se da a través de la
“oración en el templo”. En este caso, a la oración personal se suma un elemento más comunitario-social: el
templo está asociado a una comunidad de fe. Por tanto, orar en el templo, aunque sea solo, es hacerlo en
comunión con esa comunidad de fe. Muy rara y ocasionalmente alguien ora en un templo distinto al de de
su propia confesión religiosa.
En el sentido anterior no se puede indicar que la oración en la que acontece la relación con Dios
sea, propiamente, una oración comunitaria. Más bien, y claramente, las respuestas indican que se trata de
una oración personal, pero la que también puede ser realizada en el templo y, de este modo, en un cierto
grado de comunión con la comunidad de los creyentes convocados en ese templo.
Cuando preguntamos por la frecuencia de la oración “en cualquiera de sus formas” (Pregunta 49),
35% de los estudiantes declaró que lo hacía “a diario”, 19% “más de una vez por semana”, 6% “una vez
por semana”, y cerca del 13% dijo rezar “una o algunas veces al mes”. Sólo el 26,6% de los estudiantes
declaró orar “nunca o casi nunca”, cifra que no es sorprendente si atendemos –como ya lo hemos hecho- no
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
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sólo al alto porcentaje de “agnósticos” y “ateos”, sino que también al alto porcentaje de “creyentes no
adherentes” y de “católicos nominales”.

La relación con Dios acontece también en la solidaridad con los que sufren. Esta fue la
segunda alternativa que mejor expresó para los estudiantes, los modos a través de los cuales ellos viven su
relación con Dios. De este modo, pareciera que el “amor a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo
como a si mismo”, es un eje articulador de la experiencia de fe entre los estudiantes que se declararon
creyentes. Ahora bien, esta solidaridad con los que sufren, por cierto, tiene expresiones sociales; de hecho,
los estudiantes que se declararon creyentes muestran significativos niveles de participación. Sin embargo,
esta solidaridad pareciera que muy escasamente tiene una expresión de carácter socio-político: sólo el
15,7% de los estudiantes indicó que “el compromiso social y político” fuera un modo importante de vivir la
relación con Dios.

La relación con Dios no se sustenta en la comunidad ni en los ritos religiosos. Sólo un
11,7% de los estudiantes afirman que se relacionan con Dios “en la comunidad de creyentes a la cual
pertenezco”. Esta vivencia comunitaria de la fe es, de hecho, la posibilidad que menos expresa el modo en
que los estudiantes se relacionan con Dios; la que le sigue recibe un 15,3% de adhesión. También los
estudiantes asignan escasa importancia a los ritos religiosos en la relación con Dios: esta alternativa es
marcada sólo por el 18% de los estudiantes. Esta constatación refuerza la posibilidad de que hoy los
jóvenes vivan preferentemente su fe por medio de la oración y no tanto a través de los ritos de una
comunidad creyente.

La lectura y reflexión de la Palabra de Dios tampoco tiene mayor gravitación en la
relación que los estudiantes tienen con Dios. De hecho sólo el 15,3% de ellos indican que sea algo
importante en su vida de fe. Pudiera pensarse que al menos los cristianos –tanto católicos como
evangélicos- reconocen esta centralidad de la Palabra de Dios en la vida de la fe, cuestión que es tan
claramente expresada y vivida –por ejemplo- en los ritos y sacramentos. Pero si los jóvenes no participan
en el culto religioso, es difícil que por esta vía lleguen a valorar la Palabra de Dios. Pareciera, por tanto,
que esta escasa gravitación de la Palabra de Dios en la vida de la fe es congruente con la falta de
participación en los ritos religiosos. Cuando preguntamos por frecuencia en la prácticas religiosas
(Pregunta 48), claramente fueron los “católicos practicantes” y, más aún, los “evangélicos” quienes
declararon una mayor lectura de los textos sagrados.

La relación con Dios se vive en cada acción de la vida cotidiana. Aunque esta fue la
cuarta afirmación con mayor recurrencia, sólo el 25% de los estudiantes adhirió a ella. Por cierto, no está
en condiciones de desplazar la importancia que tiene la oración personal (61,7%), pero no se contradice
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con ella, ni tampoco con las demás alternativas marcadas por los estudiantes que, justamente, indican que
la relación con Dios acontece principalmente a través de acciones no tan mediadas y formalizadas: la
oración, la solidaridad con los que sufren, en las relaciones con cada persona, en la naturaleza.

La relación con Dios se vive también en las fiestas religiosas y santuarios. Cuando
pusimos a los estudiantes ante la alternativa de marcar la frecuencia con que participaban en diversas
prácticas religiosas (Pregunta 48), las de mayor recurrencia fueron la participación en fiestas religiosas y
visita a santuarios, lo que estaría indicando que, en la relación que los estudiantes tienen con Dios, estarían
predominando las prácticas religiosas denominadas “populares”. La “lectura de textos sagrados”, o incluso
los “grupos de oración” no tienen la misma gravitación en la vivencia de la fe. Esta fuerte participación en
las fiestas religiosas y visitas a santuarios se da según la misma gradiente que observamos respecto de
todas las prácticas religiosas: son los “católicos practicantes” quienes más intensamente las realizan y son
los “católicos nominales” quienes menos las practican. Esta constatación no es una simple obviedad, porque
si la variable de “católicos practicantes, observantes y nominales” fue construida en base a la
participación en los actos de culto, entonces hubiese sido posible que, luego, los católicos se comportaran
de modo diverso en relación a otras prácticas religiosas, distintas al culto, como por ejemplo a las fiestas
religiosas, la visita a santuarios, la lectura de textos sagrados, etc. Más bien, estos datos están
corroborando que la distinción entre los diversos grupos de católicos, según los niveles de “práctica cultual”
se extiende también, y en proporciones muy semejantes, a los demás formas que asume la práctica
religiosa. Pareciera que no se dan tendencias a que, por ejemplo, los católicos que son “nominales” en
razón de su baja participación en el culto, luego pasen a ser “practicantes”, en razón de una frecuente
lectura de la Biblia, de una asidua visita a santuarios.
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Las prácticas religiosas familiares
En nuestra encuesta quisimos también preguntar por las prácticas religiosas familiares (Pregunta
56), a fin de conocer si había alguna continuidad entre estas y aquellas que los estudiantes declaran. La
siguiente Figura nos ofrece un panorama general de las prácticas religiosas familiares:
Figura 15: Practicas Religiosas Familiares
Al analizar los datos que nos entrega la Figura 15 podemos llegar a las siguientes conclusiones:

No hay una simple continuidad entre las prácticas religiosas personales y las prácticas
religiosas familiares. Como veíamos, a nivel personal las principales prácticas a través de las cuales los
estudiantes buscan relacionarse con Dios son la oración, la solidaridad, las acciones cotidianas y la
naturaleza. En cambio, a nivel familiar las principales prácticas se reconocen en el culto y en la lectura de
textos sagrados. La oración, en este caso, sólo es mencionada por cerca del 15% de los estudiantes.
Es importante reconocer esta diferencia de ámbitos o espacios en donde acontece la relación con
Dios. En el plano personal, ella adquiere prácticas, sentidos, símbolos que no necesariamente son los
mismos que en el plano familiar. Pareciera que la práctica religiosa familiar no acontece por la simple
transposición de prácticas religiosas personales al plano social. En este plano colectivo-social, los códigos
de la relación son otros: es el culto, el texto, el signo, el diálogo… ¿Qué tienen en común estos distintos
códigos? El que justamente hacen posible significaciones compartidas de la fe y de la relación con Dios.
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La prácticas religiosas familiares favorecen las prácticas religiosas personales
Aunque las prácticas religiosas familiares y las personales no se identifiquen, ello no implica que
no sea posible reconocer una relación aunque sea indirecta entre ellas. De hecho, al analizar las
respuestas de los estudiantes según las variables de nuestro estudio constatamos que la variable religiosa
es claramente diferenciadora de las prácticas religiosas familiares. Así, por ejemplo, “rezar en conjunto” es
una práctica que sólo reconocen de modo significativo los “católicos practicantes”, los “católicos
observantes” y los “evangélicos”. Sin embargo, esta práctica es casi ausente en los demás grupos de
estudiantes. Algo semejante se puede decir respecto de la participación en la liturgia y culto divinos, de la
“lectura de textos sagrados”, o de la existencia de signos religiosos. Es decir, no es una mera coincidencia
la que se da entre ausencia de prácticas religiosas familiares e identidad religiosa de los estudiantes. En
todos los grupos no creyentes o con débil identidad religiosa (es decir, “católicos nominales” y “creyentes
no adherentes”) se aprecia el mismo patrón: en sus familias las prácticas religiosas son inexistentes o muy
escasas. La alternativa “no tenemos prácticas religiosas en mi familia” es, de hecho, preferentemente
marcada por los grupos “no creyentes” o de “débil adhesión religiosa”.
La frecuencia de las prácticas religiosas
En relación a las prácticas religiosas de los estudiantes quisimos preguntar por la frecuencia con
que ellos participan en los “ritos, ceremonias o actos relacionados con su religión” (Pregunta 48), en el
entendido que las identidades –también las religiosas- no sólo se declaran, sino que también se constituyen
mediante la reiteración de la prácticas comunitarias que las expresan y constituyen.
La siguiente Figura recoge las respuestas entregadas por los estudiantes y que a continuación
comentaremos brevemente:
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Figura 16: Frecuencia de las prácticas religiosas
Las respuestas de los estudiantes nos ayudan a establecer dos cuestiones fundamentales para
nuestro análisis; a saber, la frecuencia de las prácticas religiosas y quiénes son los estudiantes que realizan
estas prácticas.

Se aprecia una baja frecuencia en las prácticas religiosas. Si se observan datos a nivel
nacional1, la participación semanal en servicios religiosos es del orden del 13%. En nuestro caso también la
participación semanal arroja una cifra semejante, pero a ella hay que sumarle el porcentaje de los
estudiantes que participa más de una vez a la semana y la de aquellos que lo hacen a diario. Según esto,
el porcentaje de participación semanal, o más, alcanza el 32%.
En el otro extremo, el porcentaje de jóvenes que declaran participar “nunca” o “casi nunca” a nivel
nacional es del orden del 54%, según la Encuesta Nacional Bicentenario, y del 44% según la Quinta
Encuesta Nacional de Juventud. En nuestro caso, este alto porcentaje de no participación disminuye
fuertemente al 26%; y si a este porcentaje le sumáramos el de aquellos que dicen participar “sólo en la
algunas fechas religiosas especiales”, entonces el porcentaje de estudiantes que no participa en el culto
religioso ascendería a cerca del 36%.
1
Véase, por ejemplo: INJUV: Quinta Encuesta Nacional sobre Juventud – 2007; Adimark-UC, Encuesta Nacional
Bicentenario 2007.
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
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En cualquier caso, es posible afirmar que aunque los estudiantes de la UC participan
considerablemente más que los jóvenes a nivel nacional en los ritos religiosos de su religión, la
participación semanal sólo alcanza el 32% y el 26% no participaría nunca o casi nunca.
¿Quiénes son los estudiantes que mayormente participan en los actos de culto

religioso? Según las diversas variables consideradas en nuestro análisis, considerados los estudiantes en
razón de sus confesiones religiosas, y según era de esperar, son los “católicos practicantes” y los
“evangélicos” aquellos que muestran un mayor índice de participación. Lo que al respecto llama la
atención es la cercanía que se da en los bajos niveles de participación que registran los estudiantes que se
declararon “católicos nominales”, con la de aquellos que declararon ser “creyentes no adherentes”, “ateos”
y “agnósticos”. También esta sorpresa se podría expresar por el hecho de que “agnósticos” y “ateos”
declaran algún nivel de participación en cultos religiosos. Como sea, respecto del nivel de participación se
da una cierta similitud entre “católicos nominales”, “creyentes que no adhieren a ninguna religión”, “ateos”
y “agnósticos”.
Según niveles socio-económicos, aunque no existen diferencias estadísticas significativas, se
produce una gradiente que va desde una mayor participación por parte de estudiantes pertenecientes al
grupo socio-económico alto, a una menor participación por parte de estudiantes del grupo socio-económico
bajo. Este dato contrasta con aquel del Instituto Nacional de la juventud, que afirma: “El NSE alto y medio
alto (ABC1 y C2) es el segmento con un menor nivel de práctica religiosa (en torno a un 46% dice no
realizar actividades de este tipo)”2. En nuestro estudio, en los únicos casos en que el nivel socio-económico
alto muestra un leve menor índice de participación es en “caminatas, procesiones y romerías” y en “visitas
a santuarios”.
Luego, según las diversas orientaciones políticas nuestra Encuesta nos está indicando que no hay
diferencias significativas, a excepción de la que se produce entre estudiantes con una orientación política
de derecha y los que declaran no tener preferencia política alguna. Entre todos las demás orientaciones
políticas el nivel de participación es semejante, incluso mostrándose levemente superior la participación de
los estudiantes con un orientación política de izquierda que la de aquellos con orientación política de
centro.
Respecto de las distintas áreas disciplinarias se aprecia una clara mayor participación religiosa
por parte de los estudiantes de humanidades y de ciencias sociales. En cambio, los estudiantes de las
áreas artísticas y tecnológicas son los que declaran una menor participación religiosa. Los estudiantes de
ciencias básicas reportan una significativa menor participación religiosa sólo respecto de los estudiante del
área de humanidades y también de los estudiantes de las ciencias sociales; sin embargo, aunque algo
mayor, su nivel de participación religiosa es casi tan baja como la de los estudiantes de carreras
tecnológicas y de arte.
2
INJUV, Quinta Encuesta Nacional de Juventud, p.148.
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Por último, según la variable de género, son las mujeres las que más participan en los distintos
actos de culto religioso; dato que es concordante con la información que nos entregan los estudios a nivel
nacional. Sin embargo, en nuestro estudio esta diferencia en los niveles de participación no es
estadísticamente significativa.
Prácticas religiosas y vida cotidiana
Las identidades, las creencias y las prácticas que las personas desarrollan en relación a Dios, tanto
personal como colectivamente, lo hacen siempre en el contexto de su vida, de su cultura, de su mundo. Por
ello, en nuestro estudio, a través de diversas preguntas, nos interesa averiguar cómo los estudiantes van
percibiendo, o no, está relación entre fe religiosa (identidad, creencias y prácticas) con su vida.
En continuidad con lo que hemos expuesto más arriba, cuando hablamos de los “principios y
creencias que orientan la vida”, presentamos aquí una de las preguntas a través de la cuales buscamos
más directamente pesquisar esta relación entre fe y vida: ¿En qué ámbitos de tu vida influye más tu
religión, o tus creencias religiosas? (Pregunta 42). Los estudiantes debían marcar sólo las alternativas que
consideraran más importantes y la siguiente Figura recoge sus respuestas:
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Figura 17: Ámbitos de la vida en que más influye la Religión
En términos generales, es posible observar que son cuatro los ámbitos en que los estudiantes
reconocen una mayor influencia de sus creencias religiosas: en las discusiones públicas sobre temas
valóricos, en todas las acciones de la vida cotidiana, en la postura moral y en los proyectos de vida. De
los cuatro ámbitos mencionados, en dos de ellos se reconoce una mayor influencia a las creencias
religiosas: en la postura moral y en el proyecto de vida. Y si se atiende los otros dos ámbitos, vemos que
ellos también tienen un fuerte contenido ético: discusiones públicas sobre temas valóricos y todas las
acciones de la vida cotidiana. Por tanto, de acuerdo a estos resultados, se podría afirmar que las
creencias religiosas tienen por sobre todo un impacto ético en la vida de los estudiantes y,
específicamente, en dos ámbitos fundamentales: en la orientación fundamental de la práctica (proyecto de
vida) y en cuestiones de carácter valórico y sexual. Los resultados indican, sin embargo, que esta influencia
de las creencias en el campo ético, no se extiende fundamentalmente hacia lo político (orientación política).
Considerados estos antecedentes según la variable religiosa, habría que destacar tres cuestiones
importantes. La primera, que ya constatábamos cuando hablamos de los principios, creencias y
orientaciones de la vida: la variable religiosa es determinante no sólo respecto de las cuestiones
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“religiosas”, como es de suponer, sino que también respecto de la conducta ética de los estudiantes. Esto
se aprecia, además de lo ya señalado, en que para los grupos religiosos con mayor práctica religiosa
(“católicos practicantes” y “evangélicos”), las creencias influyen también de modo gravitante en las
relaciones de pareja, en la forma de vivir la sexualidad, en el uso del tiempo libre, en la elección de
carrera y, en el caso de los católicos practicantes, algo también en la orientación política. Es decir, a
mayor identidad y práctica religiosa, mayor incidencia de la fe en las demás esferas de la vida. Se
aprecia que la fe no es sólo declarada, sino que también ella tiende a ser vivida.
Una segunda cuestión que se podría destacar es que, tendencialmente, en el campo ético
los “católicos nominales” se distancian de los “creyentes que no adhieren a ninguna religión” y se
acercan más los cristianos practicantes (católicos y evangélicos). Esto es particularmente evidente
respecto de la influencia de las creencias religiosas en la “postura moral”, la que es reconocida
por el 64% de los “católicos nominales”, contra el 22% de los “creyentes no adherentes”.
Y la tercera cuestión que amerita una mención especial dice relación con la débil influencia que la
fe religiosa tiene en la elección de carrera. Sólo un 18% de los “católicos practicantes” y un 15% de
“evangélicos”, reconoce tal relación. Pareciera que los estudios y el futuro desempeño profesional no se
conectaran con las creencias religiosas. Por cierto, este dato representa un importante desafío para el
proyecto educativo de Universidad.
La variable socio-económica no marca diferencias significativas entre los diversos grupos.
Tendencialmente, se da una gradiente en la que quienes mayormente reconocen una influencia de las
creencias religiosas en otros ámbitos de la vida son los estudiantes que pertenecen al grupo socioeconómico más alto, luego los que pertenecen al grupo socio-económico medio, y finalmente los que se
ubican en el bajo. Ello, según se ha dicho, corresponde con los niveles de identidad y práctica religiosa.
Según la orientación política de los estudiantes, en cinco de las once alternativas se pueden
reconocer diferencias significativas y ellas apuntan en una misma dirección: los estudiantes de “derecha”
reconocen una mayor influencia de sus creencias religiosas en otros ámbitos de sus vidas, en particular en
las “discusiones públicas sobre temas valóricos”, en la “postura moral”, en el “proyecto de vida”, en las
“formas que se vive la sexualidad” y en las “relaciones de pareja”.
De acuerdo a las áreas disciplinares de los estudiantes se puede observar que son los estudiantes
de “humanidades”, seguidos por los de “ciencias sociales” los que más reconocen la influencia de sus
creencias religiosas en otros ámbitos de su vida. Este dato contrasta con el hecho de que no son ellos los
estudiantes más “practicantes”, sino los de “ciencias básicas”; quienes, en este caso, indican una distancia
mayor entre fe y vida. Con todo, las diferencias no superan los cinco puntos porcentuales.
La variable de género indica, consecuentemente con la mayor intensidad en las prácticas a ella
asociada, que son las mujeres quienes más reconocen la influencia de las creencias religiosas en su vida. La
diferencia es cercana a los 10 puntos porcentuales, especialmente en el ítem “proyecto de vida”, en las
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“formas de vivir la sexualidad” y “en las relaciones de pareja”. El único ítem en donde se expresa una
leve superioridad de los hombres, pero que no alcanza a ser significativa, es en el de “orientación
política”. Sólo aquí los varones reconocen más que las mujeres un mayor influjo de la religión.
La finalidad de las prácticas religiosas.
Las prácticas religiosas, como se ha estado viendo, están en estrecha relación con las identidades
y las creencias que adoptan las personas. Para ahondar en esta cuestión, hemos querido también
preguntar a los estudiantes por la finalidad que mueve y sustenta sus prácticas religiosas. La Pregunta n°
50 fue formulada así: ¿Cuáles son las razones que inspiran tus prácticas religiosas?. También aquí los
estudiantes debían marcar las alternativas que consideraran más importantes, entre once que se les
propusieron. Las respuestas se dejan ver en la siguiente figura (ver pagina siguiente):
Figura 18: Finalidad de las prácticas religiosas
A. De modo general, se puede afirmar que, a través de sus prácticas religiosas los estudiantes
buscan crecer como personas, relacionarse con Dios y vivir la solidaridad. Estos tres motivos
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
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de las prácticas religiosas son concordantes con las formas a través de las cuales los estudiantes, según
ya hemos visto, buscan preferentemente relacionarse con Dios: la oración y la solidaridad. La
importancia de esta primera constatación de carácter general, como también lo hemos mencionado,
radica en el hecho de que se da una cierta simetría, o, si se quiere, una cierta “semejanza” entre estas
finalidades expresadas por los estudiantes y el imperativo evangélico del amor a Dios por sobre
toda las cosas y al prójimo como a sí mismo. En las alternativas marcadas por los estudiantes están,
justamente, el amor a sí mismo (“crecer como persona”), el amor a Dios (“estar cerca de Dios”) y el
amor al prójimo (“ser solidarios con otras personas”).
B. ¿Crecimiento personal versus cercanía a Dios? Podría pensarse que hay aquí un predominio de
sí mismo, por sobre el precepto bíblico del amor a Dios por “sobre todas las cosas” (“crecer como
persona” 51,9%, contra 46,5% del “estar cerca de Dios”). Sin embargo, según los estudiantes, las
prácticas religiosas no sólo buscan acercar a Dios, sino que también “hacer la voluntad de Dios” y
“obtener ayuda de Dios”. (23%, en cada caso). Estas dos alternativas, entre las once que se
ofrecieron, fueron las que obtuvieron el cuarto y quinto porcentaje de mayor adhesión, cuestión que
refuerza el motivo más directamente relacional y comunicativo de las prácticas religiosas. Por tanto, si
ambas afirmaciones, la de Dios y la de sí mismo, están siendo realizadas con una intensidad similar,
entonces ellas no deben ser comprendidas de modo antagónico, sino copulativo. No se puede obviar
que aquí el “crecer como persona” se busca precisamente a través de prácticas religiosas. Los
estudiantes reconocen que la relación con Dios posibilita el crecimiento personal, que no lo amenaza ni
obstaculiza.
C. ¿“Crecimiento personal versus solidaridad”? Según nuestros datos, los estudiantes estarían
reconociendo en el “crecimiento como persona” el principal motivo de sus prácticas religiosas. ¿No
estará ello en contradicción con el sentido solidario que posee la fe religiosa, en particular la
profesada por la mayoría de los estudiantes? Pareciera que el “crecer como persona” no representa
una mera búsqueda de sí mismo, puesto que las finalidades más referidas a las necesidades de
valoración, socialización y pertenencia, como son el “sentirme valorado”, “conocer gente nueva”, o el
relacionarse “con personas que tienen valores similares a los míos”, no constituyen finalidades
importantes del comportamiento religioso de los estudiantes. Probablemente, las alternativas de
reconocimiento y de socialización hoy disponibles no mueven a los jóvenes a buscar en las prácticas
religiosas la valoración de sí mismo o la gente nueva. A través de la web, por ejemplo, es posible
encontrar gente “mucho más nueva” y participar de comunidades virtuales con valores “mucho más
similares a los míos”.
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D. La práctica de la fe no se funda en un tradicionalismo cultural. En ocasiones, las prácticas
religiosas se fundan principalmente en la inherencia cultural, en las tradiciones recibidas por la familia
y la sociedad en que se vive. Aunque este motivo de las prácticas religiosas pueda estar aún más
presente de lo que los mismos estudiantes reconocen (7,5%), pareciera que ello no es gravitante
cuando se pregunta por las razones que inspiran las propias prácticas religiosas. Una cosa es
reconocer la propia experiencia de la fe al interior de una tradición familiar y otra, distinta, es querer
seguir desarrollando esas prácticas religiosas en función de esa tradición familiar.
La consagración a la vida religiosa
Una de las expresiones privilegiadas de la radicalidad de la experiencia y práctica religiosa se
expresa en la voluntad de consagrar la vida entera a Dios, a su proyecto de vida y salvación. Para
conocer si esta voluntad se expresaba entre los estudiantes y para saber bajo qué condiciones lo hacía, les
preguntamos (Pregunta 44): ¿Has considerado alguna vez la posibilidad de ser sacerdote, religiosa,
pastor, rabino u otra forma de consagración religiosa?. Las respuestas que dieron se recogen en la
siguiente Figura:
Figura 19: Considerar Consagración de la vida religiosa
Algunas reflexiones que ameritan las respuestas de los estudiantes:
Aunque el 21% de los 2.106 estudiantes que respondieron esta pregunta no lo haya pensado
“muy en serio”, hay que destacar que 690 ellos (33% del total) declaró haber considerado la posibilidad
de una consagración a la vida sacerdotal o religiosa. Incluso un 8,5% de los estudiantes (180 de los
2.106) afirma que esta ha sido una posibilidad que consideró muy en serio, pero que luego desechó, sólo
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un 0,1% de los estudiantes que participaron del estudio, se encuentra consagrado o en proceso de
consagración.
Al examinar las respuestas según las variables definidas para este estudio, vemos que la única
variable que muestra diferencias significativas es la religiosa: como era de esperar, son los “católicos
practicantes”, “los católicos observantes” y los “evangélicos” quienes más han considerado la posibilidad
de una consagración de carácter religiosa. Inversamente, quienes menos han considerado esta alternativa
de vida son los “no creyentes” y los “católicos nominales”. Las diferencias socio-económicas, de género,
políticas y de áreas disciplinarias no tienen incidencia a la hora de plantearse una vocación de esta
naturaleza.
Preguntamos a los estudiantes (Pregunta 45) cuánto influyeron o han influido determinadas
personas e instituciones en el interés por consagrarse a la vida religiosa. En una escala de 1 a 7 debían
indicar el grado de influencia que había jugado el Colegio, la familia, amigos (as), grupo religioso,
persona ya consagrada a la vida religiosa, alguna experiencia mística o espiritual. Las respuestas de los
estudiantes se recogen en la siguiente figura:
Figura 20: Fuentes de influencia para la consagración religiosa
La familia es el factor que más contribuye a preguntarse por la posibilidad de una
consagración religiosa. Según la figura anterior, el factor que más ha llevado a los estudiantes a
considerar la posibilidad de una consagración a la vida religiosa es la familia. Le siguen en importancia el
Colegio, las personas que ya se han consagrado a la vida religiosa y algún grupo religioso. Respecto de
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todo el proceso de socialización religiosa la familia juega un rol decisivo, como hemos reconocido en
diversos momentos de nuestro estudio. Sin embargo, igualmente llama la atención que este influjo se
extienda incluso respecto de una opción que implica, al menos en el caso de los católicos, dejar la familia
y renunciar a construir una propia.
Las experiencias místicas y espirituales no son tan decisivas a la hora de considerar
la posibilidad de una consagración religiosa. De hecho, según los estudiantes, este factor es el que
menos incidencia tiene de los seis propuestos. Aunque la consagración religiosa tenga como referencia
decisiva a Dios y el deseo de vivir en una relación de entrega total a Él, no por ello las mediaciones de
este proyecto de vida dejan de tener importancia. La vocación religiosa, dicho de otro modo, no nace de
una relación directa e inmediata de la persona con Dios, sino de una relación que es mediada histórica y
personalmente en la familia, el colegio, en la cercanía a personas que ya han consagrado su vida, etc. No
es que las experiencias místicas y espirituales no tengan significado en absoluto; de hecho, para quienes se
han preguntado más seriamente por esta posibilidad tiene una incidencia significativa. Con todo,
pareciera que esas experiencias están posibilitadas y dependen de las otras mediaciones.
Ahora bien, si miramos la pregunta 45 sólo según las respuestas de los estudiantes que se
declararon creyentes, entonces podemos descubrir otras cuestiones importantes; a saber:
Entre los diversos grupos de católicos sólo la familia y, en menor medida, el colegio, son
percibidos por los estudiantes con una importancia semejante. Como es de suponer, los demás factores
gravitan más entre los católicos con una mayor participación en la vida de la Iglesia y, lo hacen menos
entre aquellos católicos que reportan una menor cercanía a las prácticas religiosas y, por tanto, al influjo
de quienes participan en ellas. Esto es particularmente evidente en el caso de la influencia de “algún
grupo religioso”. Mientras para los “católicos practicantes” éste es el factor que ha sido más decisivo a la
hora de considerar la posibilidad de una consagración religiosa, para los “católicos nominales” es el factor
que menos significación ha tenido.
En el caso de los estudiantes que se declararon “evangélicos”, los dos factores más decisivos son
la familia y alguna persona ya consagrada a la vida religiosa. A diferencia de los demás cristianos para
ellos el colegio es el factor que menos influencia ha tenido en la consideración de esta posibilidad. Los
demás factores también han sido significativos, incluso más significativos que para los “católicos
observantes” y los “católicos nominales”.
Entre los estudiantes que se declararon “ateos”, también la familia y el colegio han sido los
elementos que más influyeron en la posibilidad que alguna vez consideraron de consagrarse a la vida
religiosa. La importancia de los demás factores es cercana a ninguna. Algo semejante ocurre con los
estudiantes que se declararon “creyentes que no adhieren a ninguna religión”, aunque éstos reconocen
más que los no creyentes el influjo de la familia en la consideración de la posibilidad de una consagración
religiosa.
Informe de Resultados estudio DIPUC Jóvenes, Cultura y Religión, generación 2007
17
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