Las maestras siempre están - Dirección General de Cultura y

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Historias
Las maestras siempre están
En la Provincia de Buenos Aires hay 12 escuelas domiciliarias que brindan educación a
los chicos que no pueden ir a clase por motivos de salud. En la actualidad, más de 1.200
alumnos no pierden la escolaridad gracias a los 350 docentes domiciliarios de la Provincia
que golpean la puerta de sus casas y convierten al hogar en un ámbito educativo.
No hay patio, bandera ni campana. Una mesa en la cocina o en algún lugar de la casa,
improvisa el aula. Los ladridos de unos perros, que salen al cruce de algún auto, reemplazan
al bullicio de los centenares de chicos que, diariamente, concurren a las escuelas. Ludmila
(7) y Alexis (14), por diferentes problemas de salud, no pueden disfrutar de esos ritos
escolares que marcan la vida de las personas. Pero hay dos momentos en la semana en los
que sus miradas desbordan de ternura y alegría: la llegada de Paula, su maestra, que cada
martes y viernes les da clases en sus domicilios.
Después del accidente automovilístico sufrido por Ludmila, que le impidió ir a la escuela
durante varios meses el año pasado, y después que se le descubriera –hace cuatro añosuna neurofibromatosis a Alexis, jamás hubiesen sospechado que iban a poder continuar sus
estudios, no ya en la escuela, sino en sus propias casas.
Paula Gutiérrez, la maestra domiciliaria de Ludmila y Alexis, elige esta tarea. Sabe del valor y
la responsabilidad que tiene como docente frente al aula, pero llevar la educación hasta los
hogares para que un niño no pierda su escolaridad, tiene un plus. Su compromiso se nota en
la mirada y en su voz que vibra en cada palabra.
En la Provincia de Buenos Aires hay 12 escuelas domiciliarias con más de 300 docentes
para atender a una matrícula superior a 1.200 alumnos que, por razones de fuerza mayor,
no pueden trasladarse hasta la escuela. Paula forma parte del plantel docente de la
Escuela de Educación Especial N°518 de la ciudad de La Plata, y durante la semana
concurre a cuatro domicilios.
“Yo me recibí sin saber que existía esta escuela y no la quiero dejar porque es donde más
noto que vale mi trabajo”, se sincera. Si las maestras no están, los chicos pueden perder
un mes, tres meses, cinco años de escuela o hasta quedarse sin escolaridad.
Los jueves, el plantel docente de la escuela domiciliaria se reúne para planificar trabajos.
Ése es el momento en el que se distribuyen los hogares a visitar. Se intenta que las
distancias que debe recorrer un maestro, para ir de una casa a la otra, sean mínimas. En
el caso de Ludmila y Alexis, hubo coincidencia. No sólo porque viven en el mismo barrio,
sino porque los separa sólo una cuadra. Caminando por esa calle de tierra, Paula
continúa su relato: “Me siento súper útil en este lugar. Es una escuela que adoro y que me
da un montón de satisfacciones, más allá de ciertas realidades o situaciones que no son
nada agradables. Me siento útil, ésa es la palabra. La vocación se siente más”.
A LAS ESCUELAS DOMICILIARIAS PUEDEN CONCURRIR los chicos desde la primera
sala obligatoria de jardín de infantes, hasta los adolescentes del secundario. Este tipo de
servicio educativo atiende a los alumnos que deben permanecer internados o en sus
hogares por diversos motivos: accidentes, enfermedades hematológicas, renales,
respiratorias, reumáticas, períodos post-operatorios, alergias, cardiopatías y todo tipo de
patologías no contagiosas que requieran que el menor no se traslade.
Si bien es un servicio educativo más que brinda la Provincia de Buenos Aires, el contexto
hace que el momento de aprendizaje sea particular, y que las relaciones que allí se forjan,
cobren otra dimensión. Los docentes domiciliarios deben trabajar ese vínculo que nace
con el alumno o alumna y con el grupo familiar.
“Hay que aprender a establecer límites, no dejarse llevar por determinadas situaciones y
ponerse lo menos emotivo posible, porque no es lo que la familia espera de uno. Muchas
veces, sin querer, te terminás involucrando. Está en uno poner el límite necesario en esos
vínculos”, cuenta Paula. Pero el relato es terminante: “Sin querer te terminás involucrando,
no siempre es cuestión de querer, no es una regla matemática. La realidad te aplasta y no
te deja opciones”. En una ocasión, el papá de una de las alumnas de Paula reparó la
única silla que había en la casa, la pintó y le puso un almohadón para que la maestra
estuviera cómoda y pudiera educar a su hija. Frente a eso, reconoce ella, es difícil no
conmoverse e involucrarse con la historia particular de esa familia.
“Por la salud mental de uno –continúa Paula-, es necesario saber dónde poner el límite.
Hay que tener en claro y saber que uno es maestro y tiene que cumplir con eso. La familia
necesita de esa maestra, que vaya, que dé clases y que saque al chico de la rutina. Si
nos ponemos a llorar con ellos, la función no la vamos a poder cumplir”.
Las maneras de acceder a los domicilios son muchas. Hay quienes van en colectivo, otros
en auto, en bicicleta y hasta caminando. En una oportunidad, a Paula le tocó caminar 30
cuadras porque no había micro que uniera los dos domicilios que debía visitar. De vez en
cuando, en sus primeras caminatas, se preguntaba qué estaba haciendo, pero la
gratificación de ver los resultados obtenidos por sus alumnos siempre pudo más que
cualquier sacrificio. Por eso afirma que está dispuesta a caminar mucho más.
Qué es la Escuela Domiciliaria
Es un servicio que ofrece la Dirección de Educación Especial, dependiente de la Dirección
General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, que se brinda en forma
gratuita a todos los niños que concurran a escuelas con asiento en la Provincia.
Qué fines persigue
Prestar asistencia educativa a niños y jóvenes que, por diversos problemas de salud, se
vean imposibilitados de concurrir a la escuela en forma permanente o transitoria (por 30
días o más).
Esa asistencia se brinda en el mismo domicilio del alumno o, en el caso de aquellos chicos
internados, en el lugar donde se encuentren, excepto el Hospital de Niños de La Plata, que
cuenta con escuela propia.
Cómo funciona
El maestro domiciliario hace contacto con la escuela de origen, solicitándole la planificación
a desarrollar con el alumno. El objetivo es que, al reintegrarse a su escuela, el chico esté
nivelado en conocimientos con el grupo de compañeros del cual proviene.
Quiénes integran la escuela
El equipo escolar está constituido por personal directivo, maestros domiciliarios, asistentes
educacionales y sociales, médico pediatra y grupo de padres.
Quiénes pueden solicitar el servicio
Pueden hacerlo los padres o tutores, los directivos de escuelas, los maestros, las asistentes
y los médicos.
Títulos que habilitan para el cargo:
Profesor en Retardo Mental
Profesor en Irregulares Motores
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