Gender and Well-Being Interactions between Work, Family and Public Policies COST ACTION A 34 Second Symposium: The Transmission of Well-Being: Marriage Strategies and Inheritance Systems in Europe (17th-20th Centuries) 25th -28th April 2007 University of Minho Guimarães-Portugal Please, do not quote without author’s permission 2 Procurar el bienestar en España a través del sistema de heredero único (siglos XVIII-XIX) Llorenç FERRER ALOS1 Universitat de Barcelona [email protected] Los individuos necesitan reproducirse material y biológicamente, es decir deben buscar en la naturaleza los recursos para vivir y una pareja con la que tener descendencia2. Asimismo la biología hace a los individuos frágiles en la infancia –alguien tendrá que ayudarles a crecer-, en la vejez –alguien tendrá que cuidarles en sus últimos años- y a veces en cualquier momento de la vida. Y la obtención de recursos será limitada ya sea por pocos conocimientos técnicos, ya sea por apropiación desigual de los mismos, y difícilmente podrá ser una tarea estrictamente individual, sino que necesitará la colaboración de otros individuos (fuerza de trabajo). A todo ello habrá que añadir otro tema a resolver: deberá organizarse una forma de transmitir de una generación a otra los recursos y todo aquello que permita el funcionamiento del grupo humano. Es decir será necesario un sistema de transmisión de bienes. Son los grupos humanos, situados en un contexto geográfico, climático, técnico y político determinado, los que van definiendo las reglas que van a regir en la comunidad, reglas que son la respuesta a los problemas organizativos de la misma. Y las reglas, con el paso del tiempo, se convierten en prácticas consuetudinarias no escritas en ninguna parte pero que todo el mundo conoce y practica que se pueden convertir en códigos escritos o normas legislativas. Y las reglas, escritas o no, dan seguridad a los miembros de la comunidad que las practican para resolver los problemas cotidianos de reproducción material, biológica y social. La seguridad de los individuos dentro de una comunidad, es seguramente una de las bases del bienestar porque saben exactamente que son, qué papel juegan y cual es su marco de juego y relación. Esta búsqueda del bienestar, puede implicar asimismo relaciones de desigualdad tanto de acceso a los recursos materiales, como de género al otorgar papeles muy distintos a hombres y mujeres. Las reglas que la comunidad se da no son ninguna verdad absoluta, son una respuesta a alguna situación. Hay que aceptar que, a menudo, queriendo dar respuesta a un aspecto, se desequilibran otros. La regla es, por tanto, cambiante y modificable para dar solución a las contradicciones que se derivan de una determinada solución. Asimismo cuando cambia el contexto productivo, político o social, puede que las reglas o normas dejen de servir a la comunidad y entonces se origina un proceso de adaptación que puede llegar a cambiar la norma o simplemente leerla de otra manera. Ya hemos indicado que cada sociedad, que vive un contexto distinto, adapta el sistema de transmisión de bienes a sus necesidades. No podemos pues estudiarlo en abstracto, sino que 1 2 Profesor de la Universidad de Barcelona, [email protected] Las nuevas formas de reproducción asistida abren perspectivas que no existían en el pasado. Este artículo se sitúa en el momento en que estas técnicas no existían. 3 debemos centrarlo en grupos sociales concretos y en una cronología concreta. Así pues nos vamos a referir a las soluciones adoptadas por aquellas familias cuyos recursos provenían del cultivo de la tierra, en las zonas del norte de España donde se desarrolló el sistema de heredero único, en los siglos XVIII y XIX. Estudiaremos las instituciones y mecanismos que se han creado para intentar que los individuos que practican estas reglas tengan seguridad y bienestar y como se han buscado soluciones a todas las situaciones posibles3. El sistema de heredero único4 en España Cuando la familia organiza el sistema social, se plantea como transmitir a los descendientes tanto los recursos materiales (la tierra, el taller, el capital, derechos sobre comunales) como los inmateriales (posición de poder dentro de la comunidad, prestigio social, etc.). Estos descendientes son fruto de una unión de dos personas en matrimonio que proceden de dos familias distintas con sus respectivos intereses y, además, la transmisión no se produce únicamente en el momento de la muerte, sino que hay que ir asegurando el acceso a los recursos de los hijos a lo largo de la vida. Asimismo, el paso de los bienes de una a otra generación se produce mediante muchos actos a lo largo de todo el ciclo doméstico, por lo que el sistema de transmisión no solo resuelve el destino final de los bienes, sino todo lo que acontece a lo largo del proceso. Así pues, el sistema que se ponga en marcha debe considerar todas las situaciones y darles solución. A grandes rasgos podríamos decir que existen dos grandes vías de respuesta a como pasar los bienes de una generación a otra, el sistema igualitario que parte de la idea de que todos los hijos e hijas son iguales y, por tanto, a la muerte de los progenitores hay que repartir entre todos los hijos de forma igualitaria; y el sistema de heredero único en el que un solo hijo hereda el patrimonio familiar y los demás reciben una cantidad de dinero para marcharse de casa para casarse (en el caso de las hijas) o iniciar otra carrera profesional (los hijos). En los dos casos se busca el máximo bienestar de sus miembros, la mínima incertidumbre, pero ello no significa que no haya contradicciones y, para resolverlas, van a generarse "instituciones" para que los individuos puedan tener el máximo nivel de bienestar. El sistema de heredero único se basa en la idea de que el patrimonio es mejor que se mantenga unido en unas mismas manos y que no se divida, ya que es este patrimonio el que asegura un determinado nivel de vida a sus descendientes5. Es este patrimonio el que tiene 3 Los juristas llaman a este proceso "creación de instituciones". Casi nunca plantean que las instituciones aparecen para dar solución a los problemas y que cuando se normativizan es porque los individuos ya las han practicado. Todas las instituciones jurídicas son fruto de una experimentación social que las va definiendo y que al final la sociedad convierte en ley escrita. ¿o es que la regulación jurídica de las familias de homosexuales o monoparentales que se ha hecho en los últimos años, no responde a la existencia de una realidad a la que hay que dar seguridad?. En este punto es necesario reivindicar un viejo artículo de un notario de Guissona que en el año 1902 escribió sobre los capítulos matrimoniales en su zona y en él explica como proponía a sus clientes adaptaciones a las instituciones tradicionales para resolver los problemas cotidianos que se planteaban a la hora de organizar la vida de la familia (FAUS CONDOMINES, 1902). Este es el sentido que queremos dar a este artículo, reglas de organización de la vida doméstica que intentaban resolver problemas concretos y proporcionar bienestar a los individuos. 4 Sobre el sistema de heredero único en Europa véase (AUGUSTINS, 1989; CHIVA et GOY, 1981; COLLOMP, 1983; FAUVE CHAMOUX, 1987; LE ROY LADURIE, 1972; ZINK, 1993).Sobre las prácticas en Irlanda (ARENSBERG et KIMBALL, 1968); en Austria y Alemania (BERKNER, 1974; BERKNER, 1972). Sobre el Japón donde se da un modelo muy semenjante al catalán (BEFU, 1981; KITAOJI, 1971). 5 En un testamento de Manresa de 1885 se escribía la siguiente cláusula: "Ruego a todos mis hijos encarecidamente que no critiquen ni tengan envidia al que de ellos nombraré heredero pues si no reparto entre 4 que generar los recursos suficientes para poder dar a los hijos que no van a ser herederos un modo de vida al mismo nivel que la familia de la que se sale. Este tipo de sistema hereditario fue ampliamente utilizado en Cataluña6, norte de Aragón7, País Vasco8, Navarra9, Asturias10, áreas de Cantabria11, de las Baleares12 y algunas zonas de Galicia13 y a las prácticas de estas variantes vamos a referirnos14. La contradicción principal de este sistema reside en la colocación desigual de los hijos. Es realmente difícil que el patrimonio familiar sea capaz a cada generación de generar los recursos suficientes para que los otros hijos tengan el mismo nivel de vida que el hermano heredero. Utilizando un símil bancario, el patrimonio familiar es el capital que tendría que proporcionar unos intereses que, acumulados, sumaran tantas veces el capital como hijos tuviera la familia. En un patrimonio rural dedicado a la agricultura o a la ganadería esto es prácticamente imposible. Ello supone, por tanto, que el sistema por si mismo condena al descenso social de los hijos no herederos y no es capaz de garantizar la reproducción social de sus individuos ni el bienestar esperado, por lo que habrá que desarrollar instituciones y estrategias que ayuden a ello. La arquitectura de este sistema de transmisión de bienes suele ser muy estructurada en el sentido que desde el momento de nacer, hijos e hijas van a saber cual es su papel y su futuro. Sin embargo, ello no significa que todas las decisiones funcionen ni que no haya contradicciones y desigualdades a las que hay que dar respuesta. Es lo que intentaremos ver a continuación. todos por partes iguales el patrimonio no es por falta de aprecio que tengo a todos, pero deben tener en cuenta el mucho cuidado que he tenido en conservar unido y aumentar el patrimonio de casa Torras de Bages, Argullol, León y tendría a mucho sentimiento el pensar que tuviese que dividirse en tantas partes o porciones, cuando por el contrario dejándolo a uno se sigue la continuación de mis obras y las de mis antepasados que tanto se desvelaron en el aumento, continuación y perpetuidad de su obra. Si así ellos no hubiesen obrado deben reflexionar que este patrimonio estaría tan fraccionado que en lugar del decente dote que ahora os consigno, es más que probable que lo recibieráis muy menguado y humilde , como lo sería también el nombre y rango de la casa de donde procedeis y asi estimados hijos míos, os ruego una vez mas que os estiméis recíprocamente como verdaderos hermanos y que no intenteis nunca el seguir pleito el uno contra el otro, si queréis que subisista eternamente mi paterna benedicción" (Test. de Ramon Argullol, 1885, AHCM) 6 Para Catalunya ver (BROCA et AMELL, 1880; FAUS CONDOMINES, 1902; MASPONS ANGLASELL, 1935). 7 Para Aragón ver (COMAS D'ARGEMIR, 1991; COSTA, 1981; MARTIN BALLESTEROS, 1944; MORENO ALMARCEGUI, 1992). 8 Para el País Vasco (GONZALEZ PORTILLA ET URRUTIKOETCHEA, 2003; HOMOBONO, 1991) (ARRIZABALAGA, 1997; ARRIZABALAGA, 2002; BARRERA, 1991; DOUGLASS, 1988; HOMOBONO, 1991; IBAÑEZ GOMEZ ET AL., 1994; NAVAJAS LAPORTE, 1975; URRUTIKOETXEA, 1992). 9 Para Navarra ver (MIKELARENA, 1992; MORENO et ZABALZA, 1999; RUIZ et al., 2002; YABEN, 1916; ZABALZA SEGUIN, 1999). 10 Para Asturias ver (GOMEZ PELLON, 1991; PEDREGAL, 1981 (1902)). 11 Para Cantabria ver (CEBALLOS CUERNO, 1999; LANZA GARCIA, 1988; SAAVEDRA, 2002) 12 Para las Illes Balears ver (BESTARD, 1986; GOMILA GRAU, 2004; MOREY TOUS, 1999) 13 Para Galicia ver (DUBERT, 1992; FERNANDEZ CORTIZO, 1988; FERNANDEZ CORTIZO, 2004; LISON TOLOSANA, 1971; PEREZ GARCIA, 2002; SAAVEDRA, 1988; SAAVEDRA, 2002). 14 En España existen las zonas de legislación foral en la que predominan leyes consuetudinarias y amplias zonas en que predominan las leyes de Toro de 1505. Es un error pensar que las zonas forales corresponden a sistemas de heredero único y las no forales a sistemas igualitarios. En realidad hay zonas forales con prácticas igualitarias como en áreas de Navarra o en el sur de Cataluña y zonas donde la legislación se basa en las leyes de Toro y las prácticas de herencia son no igualitarias como en Guipúzcoa, Asturias o Galicia. Eran las familias las que adaptaron las leyes a sus necesidades y concepción del mundo. 5 La ideología de la casa. El sistema se basa de entrada en la desigualdad en el reparto de los bienes patrimoniales: un hijo se quedará con el patrimonio y con todo el capital relacional y los demás tendrán que marcharse con dinero en metálico en busca de casa y ocupación. ¿Puede esto aceptarse? El sistema necesita por tanto una gran capacidad de socialización para que todos los individuos asuman su papel y vean las ventajas del sistema. Esta socialización se basa en varios argumentos y prácticas: -La casa y su historia. De los antepasados se ha recibido una casa que proporciona nombre e identidad a la familia que debe perpetuarse. La casa es la que genera los recursos, la que da el prestigio social y hay que trabajar por su crecimiento y su mejora15. Es el orgullo de ser y salir de aquella casa. Es por esto que en muchas casas había una genealogía en el comedor que indicaba como la casa había pasado de generación en generación. ¿Quién va a atreverse a romper este legado?. Todos los miembros de la familia asumen pues, desde que nacen, que este es el objetivo a conseguir y que las decisiones que se toman son para conseguirlo, ya que ello es la base del bienestar y del nivel de vida de sus miembros. Se argumenta también que si los antepasados hubieran parcelado a cada generación el patrimonio, ahora no existirían como casa y seguramente serían campesinos pobres víctimas de la pulverización de las parcelas16. Es gracias a que el patrimonio se ha mantenido unido y quizás se ha aumentado con el sacrificio de todos sus miembros, que ahora se pueden pagar legítimas mucho mejores. Asimismo, la casa es siempre un refugio. El segundón va a trabajar fuera, quizás se case y se instale fuera, pero la casa es el sitio al que se puede volver si las cosas no salen bien. Aquella hija que se casó y quedó viuda sin hijos será bien recibida si vuelve, así como el hijo segundón al que las cosas no le han salido bien. Y si un hijo no quiere irse de casa, porque cree que no tiene futuro fuera, puede quedarse a trabajar para la casa. El futuro heredero no solo tiene que procurar perpetuar la casa y generar recursos para las legítimas de sus hermanos, sino que va a tener otra responsabilidad muy importante, va a cuidar de los padres hasta su muerte, ya que así se ha establecido. Los segundones no tienen esta obligación. Todos estos argumentos constituyen el corpus ideológico básico que permite una socialización potente en la que cada uno, sabe lo que tiene qué hacer y qué papel jugar al servicio de este objetivo general17. 15 FAUS CONDOMINAS (1902:7-8) expone en detalle como todo el engranaje familiar está construido para perpetuar el patrimonio y los miembros de la familia están sometidos a esta ley y actúan por "razones de familia": "Aquell privilegiat (el heredero), donchs si ha de respondre a la finalitat del seu privilegi, té l'obligació estricta en tots els seus actes d'atendre sempre y en tot y per sobre de tot a la raó de família, a les altes conveniències de la comunitat domèstica que presideix (…) D'aquí vé que'l casament del hereu vingui casi sempre determinat per la raó de família, per altes raons de conveniencia o utilitat familiar". Véase también (YABEN, 1916: 169) 16 Véase la cita de la nota 2. 17 Somos conscientes que estamos hablando en general. Evidentemente la ideología de la casa va a ser más poderosa en aquellas familias que tienen un patrimonio considerable. Las familias más pobres o con menos recursos tendrán que adaptar la norma general a su situación. Véase en este sentido el análisis sobre Mallorca (GOMILA GRAU, 2004) o el análisis sobre el Priorat en Cataluña (ROIGE, 1994). 6 La elección de heredero. ¿Qué hijo era el escogido para heredar el patrimonio y suceder a los padres? Hay distintas respuestas a esta pregunta, todas ellas con sus ventajas e inconvenientes. Una respuesta es la elección por parte de los padres al hijo que pudiera servir mejor a la casa y la familia. Tenía las ventajas de poder escoger al hijo mejor preparado, al que mejor respondiera a la coyuntura o al más útil para una determinada estrategia. Pero tenía una gran desventaja, creaba competencia entre los hijos e incertidumbre sobre el futuro de cada cuál. Si el patrimonio y el prestigio social eran importantes, estos inconvenientes se agudizaban, pero en familias modestas dependientes de muchos recursos externos, la presión era mucho menor18. Esta era la práctica común del País Vasco, algunas zonas de Navarra (YABEN, 1916: 125-126), de Aragón (COSTA, 1981: 110), de Asturias y de Galicia19. La segunda respuesta se basaba en que fuera el orden de nacimiento (y el sexo en algunos casos) el que decidiera quien sería el heredero. La ventaja de esta opción era que nadie discutía quien sería el futuro heredero y todos sabían el papel que jugarían y podían ser educados para ello. Tenía un inconveniente, el heredero podía ser que no fuera el mejor preparado, ni el más capacitado, ni el más conveniente en un momento concreto. En Cataluña, por ejemplo, se optó por el hijo varón primogénito como futuro heredero en casi todos los casos20. Cuando no había varón heredaba la primera hija que recibía el nombre de "pubilla"21. En algunas zonas del País Vasco (Zuberoa y Lapurdi) se practicaba una primogenitura estricta (HOMOBONO, 1991)22. Cuando el heredero está bien definido, el sistema tiende a estar mucho más estructurado en sus reglas. Las uniones patrimoniales por la vía del matrimonio. El sistema de heredero único permite unificaciones patrimoniales por la vía del matrimonio. Si una familia elegía a un varón y otra familia elegía a una mujer, era posible una boda entre el varón heredero y la mujer heredera y se producía una unificación patrimonial y la desaparición de una "casa". En el País Vasco podía ser frecuente ya que la elección de heredero era indistinto, en Cataluña lo era menos porque solo había mujeres herederas cuando no había varones, en este sentido el sistema era desigual ya que condenaba a las personas de un sexo a no poder jugar el papel de heredero. 18 En familias humildes, quien quedaba en casa era el último hijo ya que la casa había preparado a los demás para salir fuera a buscar los recursos que necesitaban para vivir. 19 Para hacer frente a esta incertidumbre había zonas de Vizcaya, Navarra o en la tierra de Ayala alavesa en la que los padres decidían muy pronto quien sería el heredero, para iniciar así el proceso de socialización y de aprendizaje necesario, mientras que en otras zonas se retardaba mucho más y ello podía conllevar problemas de competencia (HOMOBONO, 1991: 104). En el País Vasco también se hace notar la gran solidaridad entre hermanos "en la sociedad vasca, los hermanos son los amigos más íntimos de la infancia y de la adolescencia" (DOUGLASS, 1973: 104-105). Tal vez esta amistad sea un buen antídoto, frente a la elección aleatoria de heredero. 20 En algunas zonas del Pirineo Catalán se elegía al primer hijo que naciera tanto si fuera varón como mujer (VIOLANT 1992). El refrán "Qui primer neix, primer peix" indica esta idea. 21 Aunque también hay prácticas en que las mujeres no heredan y va a hacerlo el primer hijo varón de una hermana, cuando no haya hijo varón. Véase el caso de familias acomodadas de Mallorca (GOMILA GRAU, 2004) 22 Podemos entender la evolución hacia la primogenitura como una forma de eliminar incertidumbres, pero habría que preguntarse porque cuando se hace esta opción suelen ser los varones preferidos a las mujeres. En los Pirineos navarros por ejemplo se argumenta que es para mantener el apellido de la casa pero se acaba argumentando "porque habiendo un hijo apto para el régimen de la casa, los padres le entregan la hacienda con más confianza que a una hija, que al fin y al cabo tiene que estar a las órdenes de su marido". Además los hombres están más capacitados para la labranza (YABEN, 1916: 123-128). Incluso cuando heredan las mujeres es porque los varones han emigrado a América o la hija podrá casar con un "americano" que vuelve rico de América y busca una casa para aposentarse. Los roles diferentes definidos para hombres y mujeres condicionan también estas opciones. 7 Aunque legalmente este tipo de matrimonio (heredero-heredera) no estaba prohibido, la práctica consuetudinaria lo evitaba. La resistencia a la desaparición de la "casa", con toda su historia y su esfuerzo era el argumento para evitar este matrimonio23. Esto no quiere decir que algunas familias no lo practicaran para mejorar su situación social. ¿Y si el heredero fallaba?. El sistema tenía que buscar la solución si el heredero fallaba en el proceso de reproducción biológica. Podían darse dos situaciones: que el heredero muriera sin hijos o que estos hijos no tuviera descendencia. En los dos casos se ponía en peligro la reproducción de la casa. La solución estaba más pensada y estructurada en aquellos sistemas en los que la elección de heredero estaba muy definida. Hemos encontrado diversas vías para solucionar el problema y recuperar las líneas hereditarias: -solución fideicomisaria. Los fideicomisos eran fórmulas que preveían la circulación de los bienes al margen de la voluntad de los sujetos, cuando se producía una ruptura hereditaria. En Cataluña, por ejemplo, la cláusula fideicomisaria consistía en prever como circularía el patrimonio en caso de que el heredero que había recibido el patrimonio muriera sin hijos. Las líneas eran claras: el patrimonio pasaría al hermano varón y, muerto éste, a sus descendientes; si no había descendientes al otro hermano varón y su prole, y así sucesivamente hasta que entrarían a heredar las hijas y sus proles, una después de la otra, y sus descendientes. Se excluían los incapacitados, los eclesiásticos y los que hubiesen cometido algún crimen y el sistema continuaba beneficiando a los varones frente a las mujeres. Observase que si había descendencia, el patrimonio circulaba por ésta. Con este ordenamiento, no podía haber disputas y todo quedaba en orden. Pero el fideicomiso, al establecer una jerarquía de herederos, bloqueaba los bienes, de tal manera que el heredero estaba obligado a requerir el permiso de los que podían ser herederos en el futuro para vender, enajenar o gravar o cualquier acto económico que afectara el patrimonio. Era llevar hasta el último extremo la idea conservacionista del patrimonio. El heredero podía disfrutar de los bienes recibidos, pero no podía hacer nada con ellos. A este heredero se le denominaba "hereu gravat". Para evitar esta situación y las limitaciones que tenían estos herederos, se redujo la práctica del fideicomiso a situaciones de herencia y no a actos entre vivos24. -matrimonio a "patull". Frente a un heredero sin descendencia y con perspectivas que no la tuviera, era posible concertar el matrimonio de un segundón o segundona que se casaría en casa para asegurar su perpetuación, pactando alimentos y respeto para el matrimonio que no había tenido hijos (VIOLANT SIMORRA, 1992: 180)25. -afillament (ahijamiento). En casos de pequeños campesinos, con poco patrimonio y con relaciones familiares más débiles y desdibujadas, se podía producir lo que se llama 23 Véase para el caso de Cataluña (FERRER ALOS, 2005b). El matrimonio no era buscado pero había situaciones que conducían necesariamente a la unificación patrimonial. La misma opinión puede encontrarse en (BARRERA, 1990: 199-202). En el País Vasco este matrimonio tampoco era bien visto (ARRIZABALAGA, 1997). En Aragón está práctica recibía el nombre de "juntar dos casas". J. Costa le dedica apenas un par de páginas, lo que nos hace pensar que podía existir, pero se daba en pocos casos (COSTA, 1981: 261-265) 24 Sobre el "hereu gravat" (FAUS CONDOMINES, 1902). Este autor explica como a finales del siglo XVIII los herederos tenían auténtica alergia a esta figura por lo que limitaba a los herederos que no tenían margen de maniobra. Sobre las limitaciones de los fideicomisos en Mallorca véase (MOREY TOUS, 1999). 25 Más adelante hablaremos del "casamiento sobre bienes" practicado en Aragón que en algunas zonas también se llama "a patull". Veremos que tendrá una intención más amplia. 8 "afillament". La pareja sin hijos acogía a un sobrino como hijo para que hiciera de heredero, cuidara del patrimonio y de la pareja, con la promesa que se convertiría en heredero. A veces, no era un hijo el "afillat" sino que podía ser cualquier persona que se aviniera a los tratos (BARRERA, 1990: 188; FAUS CONDOMINES, 1902). -Levirato y sororato. Si el cónyuge del heredero quedaba viudo, una solución era casarse con el hermano del heredero (levirato) y rehacer así de nuevo la cadena hereditaria; de la misma manera que si era el heredero el que quedaba viudo, podía casarse con la hermana de su mujer (sororato) (BARRERA, 1990: 175). -"troncalidad" y "comunicación de bienes en el matrimonio". En Vizcaya y Guipúzcoa la muerte de cónyugue sin descendencia hacía que los bienes retornasen al tronco familiar. Existe libertad de testar, pero tiene que ser siempre dentro del tronco (IBAÑEZ GOMEZ et al., 1994: 39-41; NAVAJAS LAPORTE, 1975: 78-80) -El Consejo de Familia. En el sistema catalán las cláusulas fideicomisarias preveían el camino que seguiría el patrimonio si había problemas de descendencia. No hacía falta nadie que hiciera de árbitro si la casa quedaba sin heredero, se sabía inmediatamente quien iba a ocupar su lugar. Sin embargo, en aquellas zonas en que el heredero se elegía entre los diversos hijos (al margen del sexo y del orden de nacimiento), no había ninguna norma clara de quien iba a ser el futuro heredero. Ello se complicaba, si los padres del heredero habían muerto. En estos contextos toma fuerza la institución del Consejo de Familia, formado por parientes salidos del tronco y personas respetadas, que eran los responsables de valorar los posibles candidatos y elegir al futuro heredero que tenía que dar continuidad a la casa. Sus decisiones eran aceptadas y no discutidas y era la forma utilizada en el País Vasco o en Aragón para resolver las crisis familiares. Era otra vía posible de reducir tensiones en la familia cuando lo que se había previsto, fallaba 26. En todos los casos, si el heredero moría sin hijos y se buscaba como reemplazarlo, quedaba un cónyuge viudo. Lo normal era que este cónyuge recuperara lo que había aportado a la casa, y reiniciara fuera una nueva vida. El problema se planteará cuando el heredero moría dejando viudo e hijos pequeños. Será una fuente de conflictos que va a generar variadas soluciones. El matrimonio, clave del sistema de heredero único En el sistema de heredero único el matrimonio del heredero es el momento fundamental en el proceso de organización de la transmisión de cara al futuro, ya que se decide como va a ser el próximo eslabón de la cadena. Es muy diferente de un sistema igualitario en que el momento clave es después de la muerte de los padres cuando se realiza el reparto de los bienes (FERRER ALOS, en prensa). Perpetuar la casa implica que los hijos que se van a ir van a recibir una cantidad de dinero (que va a ser su valor en el mercado matrimonial) que es la que va a definir en que casa pueden entrar y con que heredero/a se van a casar, ya que el patrimonio original se prefiere mantenerlo intacto. Así pues siempre va a haber un cónyuge que deja su casa y entra en otra 26 Véase sobre el País Vasco {NAVAJAS LAPORTE, 1975 #6615: 84-86; 141-143}. Véase sobre Aragón (COSTA, 1981: 74-79). En Catalunya también existía pero tenía unas funciones menores ya que los circuitos hereditarios eran más precisos (FAUS CONDOMINES, 1902: 20-21). En Navarra, si una casa quedaba sin heredero y sin nadie que pudiera nombrarlo se elegían dos parientes por cada lado y si no se ponían de acuerdo se elegía a un tercero (YABEN, 1916: 128-129) 9 aportando la dote que su familia le ha dado, según las posibilidades de la casa. Esta dote tendrá que ver con el valor de la casa de punto de partida y con el valor de la casa en la que se entra. Precisamente, debido a que se va a decidir el eslabón de la cadena de una casa, las dos familias deben pactar todas las situaciones que se pueden dar, para dar seguridad a los que participan en el pacto. Definir claramente las reglas de juego es una de las vías para asegurar el bienestar en todas las situaciones posibles. Este pacto se concreta en un documento que aparece en todas las áreas de heredero único y que se llama "capítols matrimonials" o "capitulaciones matrimoniales". Garantizar que el que se casa va a ser heredero. En la organización de esta cadena sucesoria, lo primero que hay que garantizar a quien entra en la casa es que su futuro cónyuge va a ser realmente heredero/a. No fuera a ocurrir que los padres cambiaran más adelante de opinión. Así pues, en las capitulaciones matrimoniales se hace donación al futuro heredero del patrimonio familiar, para reafirmar que éste va a ser su papel. Ahora bien, los padres donantes sabían que tampoco podían hacer donación absoluta porque quedaban sin poder y totalmente desprotegidos y los nuevos herederos, ya nuevos propietarios, podrían echarles de la casa. Aunque la ideología y socialización del sistema no creía en estas situaciones, lo cierto es que con el paso de tiempo, la experiencia demostró que había que prever los conflictos y sus soluciones. Las donaciones tomaron diversas formas, en función de que problemas se intentaban evitar. Como siempre resolver una cosa, suponía a menudo estropear otra, y había que optar por la que se consideraba menos mala, o la que la experiencia cercana propusiera. En Cataluña nos encontramos con dos modelos distintos con algunas variantes. En el primer modelo los padres dan al futuro heredero todos los bienes, de tal manera que el futuro hijo se convierte en propietario de los mismos. El padre hace reserva de usufructo mientras viva y se reserva una cantidad de dinero para colocar a los otros hermanos y para otros gastos como los de su entierro. En este caso, son los hijos los que se comprometen a mantener a sus padres en la casa y cuidarles cuando estén enfermos. Esta opción podía conducir a pérdida de autoridad por parte de los padres, a situaciones de rebeldía del hijo que ya era propietario y no se le podía desheredar. Pero también daba unas garantías al heredero que sabía que trabajaba para algo que era prácticamente suyo (FAUS CONDOMINES, 1902: 21-22)27. Pero había padres que querían que su hijo fuera el heredero pero no querían estar atados y poder hacer en vida lo que creyeran oportuno con el patrimonio que habían recibido. Entonces se desarrolló la fórmula de "promesa de heredamiento" que consistía en dar no lo que se tenía sino lo que se iba a tener en el momento de la muerte. De esta manera el padre conservaba intacta su autoridad, su capacidad de venta y enajenación del patrimonio y el hijo tenía que esperar a que muriese para ser heredero real. Lógicamente los padres se comprometían a mantener a la pareja, darles alimentos mientras trabajaran para la casa. Evidentemente este sistema dejaba al heredero en una posición muy débil, sin capacidad de decisión y sin 27 En el País Vasco, los padres dan todo el patrimonio a la nueva pareja cuando se casan, y dejan la administración y dirección a su hijo. Ello se hace con algunas reservas y con el compromiso del hijo de cuidar a sus padres (DOUGLASS, 1973: 116-123). En el alto Aragón, el heredamiento no tiene lugar hasta la muerte de los padres (COSTA, 1981: 110 y ss). Sin embargo el hecho de que se forme una sociedad familiar, protege mucho mejor a todos los miembros de la sociedad, aunque la donación se haya hecho en una u otra dirección. 10 posibilidades de tener su propio capital. Solo la promesa futura. Algunas familias, frente a este problema, variaron un poco este modelo y junto a la promesa de heredar, había una donación real al heredero que se conocía domo dote del heredero. En estas donaciones que se hacen en vida organizando la sucesión futura, suelen aparecer las reservas del donante y teniendo en cuenta además que seguramente habrá siempre un cónyuge sobreviviente al que hay que proteger. Estas reservas suelen ser de tres tipos: la reserva de usufructo, sobretodo en el primer modelo de donación, según la cual el donante se reserva durante su vida y la de su cónyuge el usufructo de los bienes donados: la reserva de testar, en este caso son pequeñas cantidades destinadas a pagar el entierro, o decir misas o fundar algún aniversario o agradecer a alguien un servicio prestado y, finalmente, la reserva para pagar las dotes y legítimas de los demás hijos para que puedan ser colocados lo mejor posible. El objetivo es la reproducción de la casa, así que si el matrimonio que se va a realizar no tiene descendencia, el hijo no tiene derecho a dar los bienes a quien quiera, sino que van a retornar a los que los han dado y si estos hubiesen fallecido a los substitutos previstos o al Consejo de Familia que va a tomar la decisión de quien continua el nombre de la casa. Quedan pues perfectamente delimitadas, las reglas de juego, aunque a veces las situaciones concretas fuerzan al límite estas soluciones previstas. ¿Qué ocurre si las dos parejas no se entienden? Aunque hay mecanismos ideológicos como la autoridad paterna que tienden a mitigar estos conflictos mediante la subyugación de una generación a otra, poco a poco, la experiencia demostró que había conflictos y que había que preverlos. La solución fue el pacto de alimentos, en el sentido de que la pareja que entra o los padres que hacen donación tienen derecho a alimentos mientras trabajen para el bien de la casa y, al mismo tiempo, la definición de lo que debería pagar la casa a la pareja o a una viuda si decidiera que era mejor no vivir en la casa. En el caso de separación quien quedaba en la casa se comprometía a dar habitación, alimentos y una cantidad de dinero. En caso de extrema gravedad, y si no se había hecho donación absoluta de los bienes, era posible recurrir a desheredar al heredero y nombrar otro, pero la gravedad de la situación tenía que ser extrema. Clarificar de quien eran los frutos del matrimonio. En Cataluña el futuro heredero había recibido "promesa de heredar" y todo su trabajo se invertía en una casa que sería suya pero que no lo era y la "jove", la mujer que se había casado con el heredero, aportaba su dote y sabía que si tenía que marchar solo le darían una cantidad como retribución a su dote que no equivalía a las "teóricas" ganancias de la casa gracias a su trabajo. La solución a este problema era las "sociedades conyugales" que aparecen prácticamente en todas las otras zonas de heredero único excepto en Catalunya28. Faus Condominas (1902:59) lo exponía claramente: "El país no está donchs en general per societats conjugals qu'impliquin comunitat de bens o de guanys: el seu sisteme preferit es el regim dotal romà, sens dubte perque es el que serveix millor que cap altre per la finalitat primordial que persegueix la contractació capitular en aquelles terres que es la conservacio de les cases y patrimonis payrals"29. Lo que genere la convivencia va a la "casa" y nadie tiene en consideración que se deba calcular ni discutir. En caso de mala convivencia, se acordaba pagar una cantidad de 28 En Catalunya el tema se resolvía mediante el "escreix" del que luego hablaremos. Era una cantidad fija que jugaba el papel de retribución del trabajo de la mujer durante el matrimonio. 29 Es posible que la inexistencia de sociedades conyugales que protejan a todos sus miembros sea algo reciente. En realidad hay algunas zonas de Cataluña donde existen como "l'associació a compres y millores" en Tarragona, "l'agermanament" en Tortosa o la "convinença o mitja guadanyeria" en la Vall d'Aran (BROCA DE AMELL, 1987: 833-844; MORAGAS, 1934; PIÑOL AGULLO, 1946). 11 dinero y dar habitación y alimentos y nada más30. En el modelo catalán, el hecho de que no se repartieran las ganancias del matrimonio, dejaba a la mujer muy desprotegida y con muy poco margen de maniobra si quería abandonar el hogar conyugal. En cambio en el resto de España donde predomina el sistema de heredero único, tal vez porqué está más abierto quien es el heredero y, por tanto, la substitución del heredero en caso de fallecimiento tiene muchas más posibilidades, las familias tenían necesidad de clarificar de quien eran los bienes que se generaban durante el matrimonio y la solución que se encontró fue constituir una sociedad familiar entre las dos parejas en el momento del matrimonio para definir de quien serían las ganancias. Estas sociedades familiares preveían que las ganancias del matrimonio eran a partes iguales y, por tanto, propiedad de cada uno de los cónyuges. Las sociedades recibían el nombre de "a mesa y mantel", ya que hacían referencia al resultado de la cotidianidad. Es cierto que estas compañías son mucho más importantes en las zonas donde predominaba la legislación castellana en las que era muy importante clarificar de quien eran los frutos, ya que a la muerte de los padres, de no haber sido así, los bienes acumulados hubiesen entrado en el reparto hereditario entre los hijos31. La sociedad conyugal familiar era el reconocimiento de que la casa era fruto del trabajo de los padres viejos y de la pareja que iba a heredar, ello protegía a la viuda cuando se daba el caso y si se producía alguna circunstancia especial que deshiciera la lógica familiar32. Los dos matrimonios que pasaban a convivir, se constituían en una sociedad conyugal, según la cual todos los bienes generados en convivencia pasaban a un fondo común y eran de los cuatro a partes iguales. De esta manera, quien había aportado la dote se sentía mucho más protegido que en un sistema como el catalán en que los avances de la casa quedaban siempre en la casa. De esta manera, el cónyuge viudo poseía su parte de la sociedad y podía usufructuar la de su marido y quizás la de sus suegros. La dote como aportación del cónyuge al matrimonio. Quien entraba en la nueva casa como cónyuge aportaba una cantidad para colaborar a las cargas del matrimonio, del que también se beneficiaría. Esta cantidad estaba relacionada con el valor del patrimonio, por lo que la dote que un individuo podía acumular era la que permitía casarse en un determinado nivel social33. La mujer cuando se casaba aportaba una dote al matrimonio. No tenía porque ser toda la legítima que le correspondía, pero normalmente y para clarificar la situación, cuando la 30 A pesar de esta posición tan categórica, se encuentran referencias de prácticas locales en las que se matiza esta situación y aparecen fórmulas intermedias, lo que demuestra que este era un tema que dejaba en situación de debilidad sobretodo a la pareja más joven. En el siglo XVI tenemos unos capítulos de la zona del Vallés en los que se pacta una sociedad conyugar "a taula i despeses", parecidas a las que veremos a continuación, lo que quiere decir que el tema estuvo algún tiempo sobre la mesa (AVENTIN, 1996). 31 Para el País Vasco {NAVAJAS LAPORTE, 1975 #6615: 81-82; 135-137; GONZALEZ PORTILLA, 2003 #6220: 145-148}. Para Galicia (RODRIGUEZ FERREIRO, 1984 : 453-458). Para Asturias (GOMEZ PELLON, 1991: 45-53). En Aragón véase sobre la constitución de hermandades llanas (COSTA, 1981: 224-237). En Navarra también se repartían las "conquistas" realizadas durante el matrimonio (YABEN, 1916: 140). 32 En los sistemas de reparto igualitario estricto, las mujeres son consideradas igual que los hombres. Las sociedades de gananciales son fundamentales para saber que le toca a cada uno en el momento de la muerte y de repartir entre los hijos, lo que da a la mujer un papel relevante. En los sistemas de heredero único no ocurre así ya que se trabaja para la casa. En Cataluña ello es categórico y la mujer del heredero solo se la gratifica con el "escreix" que es una cantidad fija, en las otras zonas existen sociedades conyugales que protegen más a la mujer aunque no llega al nivel del sistema castellano. 33 (YABEN, 1916: 78) calcula la dote en una quinta parte del valor de la casa en la que se entra. 12 recibía firmaba una renuncia a sus derechos legitimarios, lo que equivale a decir que en la práctica era la legítima34. Normalmente se pagaba en dinero (aunque también podían ser bienes inmuebles) y podía complementarse con dinero procedente de trabajos individuales o de bienes parafernales (que no procedieran de la familia). El "escreix" o "esponsalici como retribución de la dote cuando no había sociedades familiares. En el caso de Cataluña, en el que las mujeres casaban con un heredero y entraban en otra casa, el heredero recibía la dote que le aportaba la mujer. Cuando se constituía una sociedad familiar la dote era una aportación a la sociedad y la retribución por ella se producía con el reparto de las ganancias entre todos los miembros de la sociedad en el momento que la sociedad conyugal se disolvía normalmente por la muerte de uno de sus miembros; en cambio, en Catalunya, donde no existía este tipo de compañía familiar, como hemos visto, la solución que se adoptó fue retribuir la dote mediante el pago por parte del marido del "escreix o esponsalici", una cantidad proporcional a la dote (25/30%) (MASPONS ANGLASELL, 1935: 35). En algunos casos la mujer podría recibir el "escreix" en cualquier circunstancia, pero poco a poco, los capítulos empezaron a introducir limitaciones: en primer lugar, el "escreix" siempre circulaba a favor de los hijos del matrimonio y, en segundo lugar, si la mujer quedaba viuda y sin hijos, no se pagaba. En la práctica pues, la viuda no veía incrementado su dote tal como parecía al principio. En el siglo XVIII, una viuda de una casa acomodada tenía que pensárselo dos veces si quería volver a casarse. Los pactos de reversión. Una dote era libre cuando la mujer podía hacer con ella lo que quisiera. Sin embargo, en la mayoría de capítulos se encuentra un pacto de reversión, según el cual, si la mujer que se había casado moría sin hijos o con hijos pero que no llegaran a la edad de hacer testamento, la dote tenía que devolverse a la casa de donde salió la mujer, con una pequeña cantidad de libre disposición para su entierro. Era una protección de la "casa" que cedía la hija. Si la mujer quedaba viuda y sin hijos, como no se había cumplido el principal objetivo de proporcionar un heredero a la casa, el matrimonio se consideraba como no realizado y la mujer recuperaba su dote para contraer nuevo matrimonio y empezar de nuevo en otra casa. Era una viuda, pero en realidad tenía todas las condiciones de una soltera a efectos del sistema. Causas Pías para casar pobres doncellas. ¿Podía casarse una mujer sin dote? Ya hemos dicho que la dote era el valor de la mujer en el mercado matrimonial, y no poder aportar nada de dote significaba sin valor y solo se podía aspirar a un matrimonio marginal. Una de las forms de ayudar a una mujer, era mejorar su dote. Es por ello que algunas instituciones fundaron Causas Pías para casar pobres doncellas que consistían en préstamos de capital y con los intereses (pensiones) cobradas cada año dotar a doncellas pobres de la comunidad. Un ejemplo es la fundación que realizó Magí Oller de Manresa en el año 1805. Dejó seis mil pesos que tenían que ser invertidos en tierras y préstamos y del dinero recogido se tenían que pagar cuatro dotes de 50, 80 o 100 libras a cuatro doncellas de Manresa, siempre las más pobres o huérfanas (SARRET ARBOS, 1916: 63-66)35. Era una forma de repescar por abajo a 34 En el caso de Cataluña quedaban aún lo que se llamaba "els drets de casa" (derechos de la casa) que era una cantidad simbólica que nunca se cobraba, ya que ello significaba que el hijo que se había ido aún tenía una relación con la casa y podía volver a ella si lo necesitaba. Si eran cobrados, suponía romper toda relación con la casa de origen (FAUS CONDOMINES, 1902: 33). 35 Sant Benet de Bages, un monasterio del interior de Cataluña, reconvirtió en el año 1767, sus limosnas en una Causa Pía para dotar dos doncellas pobres. El valor de las dotes sería de 30 libras (Libro del Consejo, Arxiu Monestir de Montserrat) y El Rdo. Antn Vila del Soler fundó también una Causa Pía para casar pobres doncellas del pueblo de Artés (FERRER ALOS, 1991). Véase para época medieval (VINYOLES, 1980). 13 las mujeres que tenían muchas dificultades para acceder al mercado matrimonial, darles algo de valor y que pudieran acceder a un nivel social un poco mejor. Cuando el que entraba en la casa era un varón. En el sistema de heredero único siempre hay un cónyuge que viene de fuera que entra en la casa. En el caso de Cataluña este cónyuge era siempre una mujer que aportaba una dote con las reservas que ya hemos señalado. Pero cuando la heredera era una "pubilla" (la hija primogénita por falta de varones) el que entraba en la casa era un varón, un "pubill" según la denominación popular. En teoría, esta situación no tendría que suponer ningún problema, ya que había un simple cambio de papeles, pero en la práctica era más complejo. El varón aportaba su legítima y ello constituía el "aixovar". Una parte de esta aportación era la donación de la familia de origen, pero otra parte solía venir de lo acumulado durante su vida trabajando fuera de casa o para la casa. La entrada de un varón suponía mano de obra para trabajar las tierras y ello tenía que retribuirse de alguna manera. Es por ello que la retribución de lo que aportaba, se hacía mediante la "soldada" que equivaldría a un supuesto salario pagado durante diez años. Si se disolvía el matrimonio por la muerte de la mujer y sin haber tenido hijos, el "pubill" tenía derecho a recibir la soldada por tantos años como había estado en la casa, además de lo que aportó. Si quedaba viudo con hijos, podía disfrutar del usufructo como las viudas, pero no podía volver a casarse (FAUS CONDOMINES, 1902: 76-78). Aunque en el fondo el resultado es el mismo (el "pubill" era retribuido con la "soldada" y la mujer con el "escreix") las consideraciones ideológicas eran distintas. El "pubill" era retribuido por su trabajo y se le pagaba un sueldo y a la mujer se le retribuía por su virginidad36. Aunque las mujeres trabajaran en muchas de las tareas de la casa, se había generado una clara división entre las funciones productivas y las reproductivas, de tal manera que las mujeres eran consideradas útiles en tanto contribuían a la reproducción biológica y los varones a la reproducción material. La previsión de descendencia. Quedaba un último problema por clarificar para trabar perfectamente el esquema hereditario y para que todos sus miembros supieran cuál era su papel. Hemos visto como se donaban a los futuros cónyuges los bienes protegiéndose al máximo los donadores, como se aseguraba el futuro de los bienes ganados en el matrimonio, como se definía la dote, pero quedaba por definir el futuro del matrimonio, lo que iba a acontecer a la generación siguiente. Por lo tanto los capítulos definían también cual iba a ser el destino del patrimonio. En Cataluña, la respuesta dependía del tipo de donación firmada en los capítulos. Si el nuevo heredero era propietario, podía avanzar que iba a nombrar heredero a su hijo primogénito y prever algunas substituciones. Ello no implicaba fideicomiso, porque ya era propietario. En cambio, si se trataba de una "promesa de donación", la previsión de heredero se hacía con una cláusula fideicomisaria que podía convertirlo en "hereu gravat" si el padre no hacía un testamento en el momento de la muerte. La novia tenía especial interés en pactar que los hijos del primer matrimonio serían preferidos a los de cualquier otro, por lo que las hijas serían preferidas a los varones de un segundo matrimonio. No siempre se aclaraba esta opción y ello llevaba a muchos problemas cuando había hijos de matrimonios distintos. Era la prelación por matrimonio de la que hablaba Faus 36 Son muchos los tratadistas que se refieren al "escreix" como un pago a la mujer por la pérdida de virginidad (FAUS CONDOMINES, 1902) 14 Condominas (1902). En cambio en Navarra, este problema se resolvió dando todas la ventajas a los hijos del primer matrimonio (YABEN, 1916: 45) No en todas partes se resolvía de la misma manera. En Guipúzcoa se pactaba que si no había descendencia, los patrimonios de los dos cónyuges volvían a sus respectivos troncos y si la había, eran los padres los que decidirían de nuevo que hijo iba a heredar, ya que las prelaciones de masculinidad o de primogenitura no funcionaban. En estos casos quien iba a ser nuevo heredero quedaba abierto y cualquier hijo o hija podía ser el elegido en función de las circunstancias de cada uno. En el caso que los padres hubiesen fallecido, el Consejo de Familia o los albaceas testamentarios van a ser muy importantes en los casos de que la "casa" quede sin un heredero claro ya que es esta institución quien va a nombrarlo. La protección de los viudos. En este tipo de sistema hereditario, una de las situaciones más delicadas era cuando moría uno de los cónyuges y se producía una situación de viudedad. Si esto ocurría cuando aún no había descendencia, no era problema ya que se podía volver a la situación de partida con facilidad. Si era el heredero el que moría, se devolvía la dote a la viuda para que se fuera de casa y rehiciera su vida. Si moría el cónyuge que había entrado en la casa, se devolvía la dote a la familia de origen y el heredero podía volver a casarse, empezando de nuevo. En estas circunstancias el levirato o sororato servía para repetir la situación de partida con la misma familia del cónyuge fallecido, utilizando un hermano o hermana como sustituto. El problema se planteaba si el cónyuge quedaba viudo con hijos. Si el viudo era el heredero, no había problemas de propiedad ya que era el beneficiario de la donación, en este caso el problema se planteaba si se volvía a casar. Ello suponía la entrada de otra mujer que podía intentar que su descendencia fuese la preferida para suceder en la casa, rivalizando con los hijos del primer matrimonio. Una solución era que los capítulos dejaran claro quienes eran los hijos preferidos, pero el conflicto a veces no era legal, sino de choque con la nueva mujer37. Entonces, una posible solución para evitar este conflicto era la de los matrimonios dobles como veremos más adelante. La segunda posibilidad es que fuese la mujer que había entrado en la casa la que quedara viuda con hijos. Había cumplido la función de producir herederos para la nueva casa y ahora quedaba sin papel, incluso con riesgo de enfrentamiento con el futuro heredero derivado de la toma de poder en la casa por la muerte de su padre. En este contexto, la solución lógica era que la mujer retirara la dote de la casa, el esponsalicio como retribución al mismo y fuera a buscar otro heredero para casarse de nuevo y rehacer su vida. Sin embargo, ¿qué hacía con los hijos habidos de su primer matrimonio? ¿se los llevaba? ¿los dejaba solos en la casa al cuidado de tutores? No era fácil la solución. Esta opción de dejar la casa, real durante mucho tiempo, tenía diversos problemas, El primero era que debilitaba la casa porque obligaba a devolver un dinero invertido o gastado de la dote y esponsalicio y los hijos, llamados a suceder la casa, quedaban sin padre ni madre. La situación empeoraba si los hijos eran pequeños y se iban con la madre, ya que la casa quedaba desprotegida. La dote, a veces, no era suficiente para que la mujer viuda rehiciera su vida, por lo que se generaba un problema social de mujeres viudas y solas. Los sistemas de heredero 37 (YABEN, 1916: 45) escribía: "los padres dominados por las segundas mujeres y sugestionados por ellas, guardan muchas veces todas sus preferencias para los hijos del segundo matrimonio". 15 único evolucionaron pues para proteger la viuda y las tensiones que ello podía producir, desarrollando el usufructo. En Navarra, por ejemplo, durante mucho tiempo el cónyuge viudo recogía los bienes de la casa donde había entrado y rehacía la vida en otra parte; incluso se repartían los hijos si los había38. De la misma manera, si moría el heredero los bienes retornaban a quien los había donado que podía nombrar nuevo heredero, dejando a la viuda totalmente desprotegida. En este caso el mantenimiento de la casa predominaba sobre la viuda, pero esta solución generaba muchos problemas a los desheredados y viudas con pocos recursos. Las prácticas hereditarias evolucionaron en este tema en la línea de asegurar a la viuda dentro de la familia. En Navarra se utilizaron distintas fórmulas: a/ usufructo de viudedad según el cual el cónyuge advenedizo podía permanecer en la casa como usufructuario de todos los bienes siempre y cuando no volviera a casarse. b/ testamento de hermandad según el cual los cónyuges se hacen mutuamente herederos en caso de muerte; c/ casamiento en casa según el cual el cónyuge viudo puede casarse sin perder el usufructo, era una institución especialmente útil en casos de hijos pequeño y de una familia necesitada de brazos y d/ testamento de hermandad troncal, según el cual se formaba una sociedad entre los matrimonios viejo y joven y cuando uno muere los otros tres se reparten los bienes a partes iguales (MORENO et ZABALZA, 1999: 150). El casamiento en casa. Es esta una solución muy interesante que aparece en Navarra, en el Alto Aragón y en el Pirineo catalán. Joaquin Costa hizo un interesante análisis de sus funciones. Según este autor, la viuda joven de heredero plantea diversos problemas: que en una casa pueden estar conviviendo personas de tres casas distintas; que estos viudos jóvenes se debaten entre volver a casarse y si pierden o no el usufructo y que si la viuda se va de casa, deja a sus hijos más solos y desamparados. A todo ello hay que añadir, que con la muerte de un varón heredero, la casa puede haberse quedado sin brazos para trabajar la tierra. En este contexto ¿por qué no permitir que la viuda o viudo vuelva a casarse en la propia casa? Es decir, se trata de un matrimonio en que una tercera persona entrará a vivir en la casa. No es una opción fácil y tiene muchos riesgos y será el Consejo de Familia quien deberá autorizar el "casamiento en casa". En realidad el problema es que la nueva pareja tenga muchos hijos que pongan en peligro los derechos de los hijos del heredero que murió. Es por esto que se fijan algunas condiciones: si es viuda puede casarse con la persona que quiera (al tener edad, la viuda tendrá pocos hijos), pero si es viudo solo se podrá casar con una mujer mayor de 40 años, que en la práctica no podrá tener hijos. De esta manera el viudo se casa, se dispone de más mano de obra y se resuelve el problema originario. Pero se va más allá. En los "casamientos en casa", para evitar problemas de herencia entre los descendientes de los dos matrimonios, se prevé que en la siguiente generación se casará el heredero del primer matrimonio con una hija del segundo, para evitar todo tipo de problemas39 38 Esta cláusula estaba incluida en el 36/44% de los contratos para el periodo 1540-1629 (MORENO et ZABALZA, 1999: 140-150) 39 "Si llegase el caso de entrar en la herencia alguna hija del primer matrimonio del contrayente haya de casar con pariente de doña C (segunda mujer) y de igual modo, si recayese en hijo o hija del segundo matrimonio, con pariente de la primera difunta mujer" (COSTA, 1981: 209-223).Una descripción de esta práctica en Cataluña (FAUS CONDOMINES, 1902: 57). En Navarra (YABEN, 1916: 142) 16 En Catalunya se avanzó tambièn en la dirección de proteger a los viudos. En primer lugar apareció la práctica del "any de plor" que prohibía a la viuda pedir la restitución de la dote hasta un año después de la muerte de su marido (BROCA, 1985: 862). En realidad se trataba de evitar que un posible embarazo antes de la muerte de su marido generara después problemas hereditarios. En segundo lugar, ya en los capítulos matrimoniales se obligaba que el esponsalicio circulara entre los hijos del matrimonio, por lo que la mujer no iba a recibir ningún aumento de dote si quería marchar de la casa una vez viuda. En tercer lugar apareció la "tenuta"(BROCA, 1985: 863) en el sentido de que si no se pedía la dote, la viuda poseía el usufructo de los bienes del marido y podía disfrutar toda su vida de los frutos que producía la casa. En los casos que había una sociedad conyugal, la mujer entraba en el reparto a partes iguales de las ganancias habidas durante el matrimonio. Todo parece indicar, pues, que una mujer viuda que vivía en una explotación rural acomodada y que era nombrada usufructuaria, estaba bien protegida, siempre que se mantuviera viuda y manteniendo el nombre de la casa. Su bienestar se mantenía a costa de sacrificar su libertad individual. Esta buena situación, hace que este tipo de viudas prefirieran quedarse en casa como "mestresses" que volverse a casar. Una buena parte de las segundas nupcias de los herederos de la casa era con solteras, que encontraban en este matrimonio una forma de ascenso social, aunque fuera a base de renunciar al futuro de su descendencia. Para estas solteras casadas con un viudo, era frecuente dejarles alimentos si quedaban viudas. Eran las que tenían la situación más difícil: muerto su marido podía entrar en conflicto con los hijos del primer matrimonio. Ello explica el interés en dejarles alimentos y alguna pensión para que pudieran sobrevivir. En Mallorca encontramos la institución de la cuarta marital en aquellas ocasiones de viudas pobres. Una vez pagadas las legítimas forzosas a los hijos, se podía dar a la viuda una cuarta parte de lo que quedaba, siempre que sus bienes parafernales no dieran para mantenerse (GOMILA GRAU, 2004: 87). El destino de los hijos e hijas no herederos y la búsqueda de su bienestar Ya hemos expuesto que los hijos que no iban a ser herederos recibían la legítima, normalmente en dinero, que es lo que tenía que servirles para situarse en el mismo nivel social que su hermano/a heredero. O por lo menos este sería el objetivo teórico, inalcanzable en la práctica, porque los patrimonios no eran capaces de acumular tales cantidades. Es decir la legítima no va a permitir a los segundones comprar un baserriak (caserío) o un mas como el que tenía su hermano heredero (FERRER ALOS, 1993; FERRER ALOS, 1998; FERRER ALOS, 2004). Este es pues el punto más débil del sistema de heredero único. Si este segundón se marchaba de casa y con lo que había recibido y la dote que podía aportarle su esposo/a, tenían que comprar una casa y tierras para poder vivir, su nivel de vida sería muy inferior al de la casa de donde salían y donde residían sus hermanos herederos. Así pues, el sistema tendrá que desarrollar una serie de mecanismos, estrategias e instituciones para evitar este descenso social que perjudicaba claramente a los segundones y protegerles de esta situación. 17 En Cataluña, donde la primogenitura masculina estaba fuertemente desarrollada, las estrategias de los hijos y de las hijas no van a ser las mismas40. En cambio, donde podía ser heredero un hijo de cualquier sexo, las estrategias de los varones y de las mujeres eran más homogéneas, aunque el sexo condicionaba unas determinadas salidas para los varones y otras distintas para las mujeres. Incrementar los ingresos de los segundones. Una de las vías para mejorar la posición de los segundones en el mercado matrimonial era incrementar sus ingresos al margen de la legítima. En Cataluña las familias de pocos recursos mandaban a sus hijos segundones muy jóvenes a trabajar como mozos en las casas de labranza o a pacer ganado. El dinero que ganaban podían guardarlo para el momento que quisieran casarse. En las casas de campo era muy frecuente el "cabalejar", según la cual el segundón recibía un pedazo de tierra, un pequeño ganado que trabajaba por su cuenta con el fin de ahorrar para el momento que quisiera marcharse de casa41. Algunos autores piensan que esta capacidad de acumular un peculio por parte del segundón varón, explica que las legítimas que se daban a éstos eran menores que las que se daban a las mujeres que tenían más problemas en obtener recursos complementarios (XXXXXXX) En el caso de las hijas las dotes podían también incrementarse mediante el trabajo en una casa de campo como criada, o hilando en casa o desarrollando otras actividades, cuidando gallinas y quedándose con el producto de los huevos, tejer calcetines, etc, trabajos distintos a los de los varones. Las casas de campo acomodadas pusieron en marcha las "Causas Pías para casar doncellas", que bajo la forma de fundaciones piadosas fundadas normalmente por curas de la familia, destinaban las rentas a incrementar las dotes de las hijas del heredero de la casa cuando se casaba, con lo que, incrementando la dote se reducía el descenso social que el sistema hereditario llevaba implícito42. El destino de las hijas fue durante mucho tiempo el matrimonio y cualquier otra opción no se veía bien43 La protección de los segundones y los segundones como reserva. El sistema de heredero único solo permitía que la pareja formada por el heredero y su esposa viviera con los padres. No era posible convivir con otra pareja de segundones, ya que sería una fuente de conflictos de cara a la perpetuación de la casa. Los segundones, pues, podían quedarse en casa mientras permanecieran solteros. Incluso si alguno era cura, y ejercía en capillas locales, podía continuar residiendo en la casa sin problema. Los segundones se marchaban, pero sabían que en la casa siempre serían bien recibidos, era un poco su seguro por si las cosas iban mal. Una hija, por ejemplo, se casaba con el heredero de otra casa, enviudaba sin haber tenido hijos por lo que lo lógico era pedir la dote y 40 Véase sobre la colocación diferencial de los segundones (FERRER ALOS, 1993) Véanse diferentes formas de ganar un peculio estando en la casa tanto los varones como las mujeres (SANTAMARIA i TOUS, 1901: 30-35). De esta manera no solo se incrementaban las legítimas, sino que las casas podían reducir su aportación. En Aragón el peculio se llamaba "cabal" (COSTA, 1981: 54) 42 Véanse algunos ejemplos de su funcionamiento en (FERRER ALOS, 1991; FERRER ALOS, 1993; MARQUES, 1988) 43 Escribía Yaben para Navarra: "Otra cosa habría que decir que las hijas, en las cuales siempre ha parecido más grave el abandono del hogar paterno. No se concibe tan fácilmente que una hija abandone el hogar paterno para emprender un negocio, instalar una industria o crearse una posición. Su situación es, por tanto, bastante distinta a la de sus hermanos, y se concibe fácilmente que el donador con respecto de su hija, se niegue a entregar la legítima fuera del caso de matrimonio" (YABEN, 1916: 116) 41 18 marcharse. Su "casa" la recibiría con los brazos abiertos, a la espera de que volviera a casarse. Este derecho sería vigente mientras el segundón no cobrase los "drets de casa". Los "drets" era una cantidad simbólica que se testaba a favor del segundón, pero que nunca se cobraba. Si un segundón pedía a su padre o hermano los "drets" significaba la ruptura definitiva con la casa. Las fiestas que se celebraban en días señalados (el patrón de la casa), eran el mejor ejemplo de que la casa era el punto de referencia. Pero los segundones eran, si las circunstancias familiares se presentaban, la reserva para las crisis familiares provocadas normalmente por los azares biológicos o para aprovechar oportunidades que se presentaban en las cadenas sucesorias. El levirato y sororato se resolvían porque un segundón substituía a su hermano o hermana fallecido. S. de Llobet expone que en algunas casas el hermano más pequeño se mantenía soltero a la espera de que el heredero tuviera descendencia. Si no la tenía, el segundón lo substituía, respetando que el heredero y su mujer vivieran en la casa (LLOBET MASACHS, 1990: 76-77). En el año 1626 un heredero de la casa Vidal de Llobatera se casó con una segundona de la casa Llambí. Hasta aquí nada especial. El heredero Llambí solo tuvo una hija y murió joven. En la casa Llambí quedaba la viuda y su hija en una situación bastante desesperada. Los Vidal de Llobatera corrieron a su auxilio. En el año 1644 casaron a un segundón con la viuda y el mismo día y año, a otro segundón con la pubilla. Los dos segundones eran hermanos del que se había casado en el año 1626 con una segundona Llambí. Los dos hermanos habían solucionado con un doble matrimonio la crisis del patrimonio Llambí (LLOBET MASACHS, 1990: 80-81). Intercambio de hijos y matrimonios cruzados de todo tipo. Una de las fórmulas para reducir el descenso social de los segundones era el intercambio de hijos e hijas. El modelo más sencillo consistía en que el heredero de cada casa casaba con un segundón de la otra casa, por lo que no se pagaban dotes. Cada casa resolvía así el problema de un segundón. Este esquema podía complicarse con matrimonios entre segundones de generaciones distintas, que al fin y al cabo tenía el mismo resultado final44. Cuando el problema de las viudas no estaba aún muy clarificado (en el siglo XVII en Cataluña) era muy frecuente el doble matrimonio entre el padre del heredero viudo con una mujer viuda y el futuro heredero con una hija de la viuda. Este tipo de matrimonio, era especialmente útil para reducir las teóricas tensiones que podrían producirse si en una casa entraban dos mujeres de familias distintas, una para casarse con el viudo y otra para casarse con el futuro heredero. Era mucho mejor que las dos mujeres procediesen de la misma familia. Para la madre y la hija también tenía la ventaja de sumar las dotes y poder así acceder a una casa mejor. En otras ocasiones este tipo de dobles matrimonios era para resolver una situación de emergencia como el haber quedado una viuda y su hija solas frente al patrimonio. Lo más probable es que un heredero y su hijo se ofrecieran para resolver la situación, ya que ello implicaba una unificación patrimonial (FAUS CONDOMINES, 1902; FERRER ALOS, 2005b). La soltería definitiva. Si la legítima no era suficiente para conseguir un nivel social parecido al de la "casa" y la "casa" necesitaba mano de obra exterior para poder funcionar, una 44 En Cataluña esta práctica se denomina "fer canvis" y en España hablamos de matrimonio "a trueque". En realidad es mucho más frecuente en zonas en que predomina el sistema igualitario (REY CASTELAO, 1990). 19 posibilidad era quedarse soltero en casa antes de encontrarse con una situación de descenso social imparable. De esta manera ganaban todos, la "casa" no pagaba la legítima y tenía mano de obra y el segundón soltero mantenía su nivel social. A cambio, la casa solía darle un cierto reconocimiento, ya fuese afectivo por parte de los sobrinos, ya fuese como consejero y autoridad en situaciones de dificultad. Seguramente este papel era más reconocido en los varones, las mujeres solteras quedaban reducidas a un entorno de opinión más doméstico. En cada caso se ha generado un vocabulario específico para designar a estos solteros. En Aragón, por ejemplo, se les conoce como "tiones"45, en Cataluña como "unclus", "concos" o "tietes" (BARRERA, 1990; FAUS CONDOMINES, 1902: 109) y en el País Vasco, como "mutilzarra" (chico viejo) o "neskazarra" (chica vieja) (DOUGLASS, 1973: 123) En algunas ocasiones, sus legítimas y peculios acumulados durante su vida, servían para mejorar las situaciones de sus hermanos o hermanas casadas o de sus sobrinos por la vía de los legados o donaciones en vida, por lo que ayudaban también a mejorar el bienestar de otros miembros condenados a un descenso social. Hay otro tipo de soltería. La que hemos visto es la del segundón que se queda en casa, pero es posible también mantenerse célibe pero entrando en la iglesia o en un convento de monjas. Esta opción no estaba al alcance de todo el mundo, ya que para entrar en la iglesia se necesitaba estudiar, aportar una cantidad si se entraba en un convento o fundar un personado si se era clero secular. Sin embargo era una buena opción. El segundón no tenía descendencia y, por tanto, se reducía el riesgo de descenso social; se entraba en una institución que tenía prestigio, que controlaba los mecanismos de crédito y la circulación de la información y además daba un papel social relevante al segundón; la legítima que servía para entrar en la iglesia podía ser aumentada si el nuevo cura sabía moverse por los entresijos de beneficios, curatos y otros cargos eclesiásticos. Si a su muerte el segundón testaba a favor del heredero de la casa donde nació, no solo retornaba la legítima que había recibido, sino que podía retornarse aumentada46. Algunos curas utilizaron su carrera eclesiástica para realizar una acumulación de recursos importante. Habían entrado con una aportación familiar y salían habiéndola multiplicado. Estos curas solían hacer testamento a favor del heredero de la casa de donde habían salido, pero invertían los capitales acumulados en la fundación de beneficios eclesiásticos y Causas Pías para casar doncellas, estudiar estudiantes y vestir pobres. La idea era muy sencilla. El capital se invertía en propiedades y en préstamos a pequeños campesinos y con las rentas se financiaba un beneficio eclesiástico fundado en alguna capilla local, cuyo patrono o quien nombraba el cura que debía ocuparlo era el heredero de la casa. De esta manera, algunas casas disponían de beneficios en los que colocaban a un segundón. De esta manera, con una única inversión al principio, podían colocar un segundón a cada generación y ahorrar asimismo una legítima. De la misma manera las Causas Pías fundadas por estos curas preveían gastar una parte de las rentas en financiar a estudiantes de cura, lo que reducía los gastos de la casa destinados a esta finalidad. 45 "son hermanos del heredero que han renunciado a una vida independiente y permanecen en la casa trabajando en ella y de ella sustentándose y acudiendo con su peculio, si lo tienen, a remediar las necesidades de la casa en los años malos y asistiendo en todo instante con su autoridad y su consejo a la familia a la que hacen heredera de sus bienes" (NAVAJAS LAPORTE, 1975: 240-244). 46 Sobre las relaciones familia e iglesia desde esta perspectiva véase (FERRER ALOS, 1991; FERRER ALOS, 2005a). Sobre los beneficios eclesiásticos véase (CIUFFREDA, 1992; FATJO GOMEZ, 1993; LLOBET, 1993). 20 La entrada de hijas en el convento variaba de un grupo social a otro. En Catalunya, en el siglo XVIII, las familias de campesinos acomodados enviaban pocas hijas al convento, mientras que para la pequeña nobleza era una práctica habitual. En este caso se pagaba una dote, que solía ser bastante inferior a la que se pagaba a una hija que se casara, o se prefería pagar una renta anual para su mantenimiento (FERRER ALOS, 2003). Si con la entrada en el clero secular, los varones tenían posibilidades de acumular y mejorar a su familia de origen, las mujeres que se hacían monjas tenían una colocación más barata que si se casaban, pero no retornaban nada al patrimonio familiar. Tenían un recorrido social mucho menor que su hermano cura. Las posibilidades fuera de la casa. La última salida posible para los segundones era dejar la casa. En el País Vasco, Navarra o Asturias, al nombrar heredero no en función del sexo, siempre había un segundón que podía aspirar a casarse con una heredera o vice-versa, pero los demás o quedaban solteros o dejaban la casa. En Cataluña, al ser heredero único el primer varón, las posibilidades de que un segundón pudiera casarse con una "pubilla" eran bastante remotas (FERRER ALOS, 2005b). Al dejar la casa el segundón recibía su legítima que le servía para aprovechar las oportunidades fuera de ella. Podía comprar tierras e intentar poner en marcha una explotación agrícola, pero siempre muy lejos del patrimonio que tenía su hermano heredero. Se producía claramente una situación de degradación social, es por ello que se prefería invertir en un oficio y poder fundar un taller. Evidentemente, esta opción no era garantía de nada, pero invertir en conocimiento y en un oficio tenía muchas más posibilidades que invertir en tierras. En Cataluña esta fue una opción frecuente y los itinerarios de algunos segundones muestran que llegaron mucho más lejos que su hermano heredero47. No siempre era posible aprender un oficio ya que dependía de la dinámica económica de cada zona. En otras zonas el recurso exterior era la emigración que se convertía en un fenómeno estructural y la legítima paterna se utilizaba para pagar el pasaje y poder iniciar así una nueva vida en otros lugares donde hubiese oportunidades (PEDREGAL, 1981 (1902): 115-121). A menudo, estos segundones que se habían ido, ayudaban a mejorar a sus familias de origen, si la fortuna les había sonreído. Estas posibilidades externas de los varones no existían para las mujeres, más allá de trabajar en alguna casa para hacerse una dote, ya que su papel era casarse con un heredero y entrar en otra casa. Este papel diferencial, cerraba muchas posibilidades a las mujeres, por lo menos en aquellas zonas de primogenitura masculina absoluta. Estrategias no definidas por instituciones jurídicas y fórmulas de emergencia Aunque los juristas tienden a ignorarlo, las instituciones descritas son en realidad el resultado de la evolución de la práctica del sistema de heredero único y de los problemas que se van viviendo en la vida cotidiana. Al margen de ellas, pero a partir de la misma lógica del sistema, era posible intentar mejorar el bienestar con prácticas no jurídicas. 47 Para citar un ejemplo, entre muchos otros que podríamos aportar, tenemos el caso de Llogari Serra, un segundón del mas Serra de Calders, que fue capaz, con otros socios, la compañía de Pau Miralda, una de las más importantes en el tráfico con América y en el comercio de pañuelos de seda (VILA DESPUJOL, 1988). 21 El retraso en la edad de acceso al matrimonio del heredero. Al margen de las estrategias que hemos venido explicando, era posible jugar con la demografía para reducir el problema del descenso social. Por ejemplo, si se reducía la natalidad, había menos hijos segundones que colocar, por lo tanto, las legítimas podían ser más altas y asegurar una colocación mejor48. ¿Se redujo la natalidad en las zonas de sistema de heredero único? En Cataluña, seguro que no. Los datos de las genealogías que hemos reconstruido dan una media de 6,6 hijos por generación y el espectacular crecimiento demográfico en el siglo XVIII no permite pensar en esta opción (FERRER ALOS, 2003)49. Evidentemente si se reducía la natalidad se producían dos riesgos, por un lado, podía producirse una escasez de mano de obra en la misma explotación y, por el otro, en un entorno de una elevada mortalidad era posible quedarse sin heredero si se reducía demasiado la natalidad. No sabemos si en otras zonas se produjo este descenso. Así pues, los campesinos que vivían de un patrimonio, lo que hicieron fue retrasar la edad de acceso al matrimonio del heredero, o dicho de otra manera, lo que era importante era el tiempo que transcurría de heredero a heredero, ya que ello reducía el número de segundones a colocar. No es lo mismo tres generaciones en un siglo que cuatro. Las genealogías de Cataluña parecen confirmar esta estrategia y en el País Vasco la edad de acceso al matrimonio de los varones es muy elevada a finales del siglo XVIII50. Respuestas a situaciones excepcionales. El sistema de heredero único, tal como lo hemos definido, define claramente unas reglas de juego que da a cada uno un papel determinado a jugar según las posibilidades de la casa. Esta sumisión a la casa es la base de su bienestar. Sin embargo se dan situaciones extremas en las que deben buscarse situaciones imaginativas para continuar manteniendo el patrimonio la misma familia. Apuntemos algunas: a/ En una casa queda una mujer viuda con una hija de pocos años y un patrimonio que gestionar. Lo normal es realizar un doble matrimonio. La viuda con un viudo heredero y la hija, ni que tenga muy corta edad, con el hijo heredero del viudo. De esta forma entran dos hombres en la casa, se evitan conflictos familiares derivados de si madre e hija se hubiesen casado con dos hombres que no fueran padre e hijo y se produce una unificación patrimonial sin demasiadas dificultades. b/ Joaquín Costa señala que la familia aragonesa desarrolló muchos mecanismos de substitución para evitar que el hueco quedara vacío en la familia: "En general siente verdadero horror a que el hogar quede desierto, y buscan en el derecho no escrito de la razón o la tradición local un contrapeso a la muerte; el matrimonio que no procreó hijos y no tiene quien perpetúe el solar o sirva de báculo y amparo a su vejez, los adopta "casándolos sobre sus bienes"; al menor que queda huérfano se le da un padre adoptivo mediante "dación 48 Yaben considera que cuando el heredero tenía que dotar a más de tres hermanos, tendría problemas de reproducción, mientras que menos de tres sería un número óptimo (YABEN, 1916: 77) 49 Los datos de crecimiento demográfico de Cataluña a partir de 209 series de nacimientos que supone el 30% de la población de Cataluña, muestra que la población dobló entre 1700 i 1800 y ello solo fue posible con elevadas tasas de fecundidad (FERRER ALOS, en premsa). 50 Los datos aportados por (IBAÑEZ GOMEZ et al., 1994) sobre nupcialidad, soltería definitiva tanto de hombres como de mujeresy sobre edad de acceso al matrimonio son totalmente concluyentes al respecto para las zonas del País Vasco en que predominaba el caserío. En Cataluña los datos son más contradictorios. Las genealogías de familias acomodadas (campesinos y pequeña nobleza) son contundentes. Entre generación y generación transcurren más de 30 años y la mayoría de los segundones varones permanecen solteros en casa o entran en la iglesia (FERRER ALOS, 2003). Los datos de Floridablanca presentan muchas deficiencias en los datos absolutos (SIMON TARRES, 1992) 22 personal" o mediante acogimiento, o contrayendo la viuda nuevo matrimonio; no bien se abre un hueco en el seno de la familia, corre a ocuparlo un nuevo individuo" (COSTA, 1981: 68). La práctica del "donar-se". Una pareja de ancianos, un hombre soltero que ha quedado sin parientes o una mujer viuda se "dona" o se "donan" a otra familia. A cambio de ser acogidos y cuidados por el resto de sus días, quien se donaba aportaba todos los bienes que tenía y se ofrecía para trabajar para el interés de la casa, hasta que la salud dijera basta que sería cuidado por la familia de acogida. Era una vía para solucionar los problemas de personas mayores que quedaban solas y sin nadie que les cuidara (BROCA, 1985: 674; COSTA, 1981: 267; VIOLANT SIMORRA, 1992: 159). El "afillament" (ahijamiento). Esta práctica tiene distintos sentidos. Una pareja heredera sin hijos puede "afillar" a un sobrino, cualquier otro pariente o a otra persona extraña como si fuera un hijo, de tal manera que cuide a quienes le "afillen", pero también se convierte en heredero (BARRERA, 1990: 188). En el Pirineo catalán se "afillaven" dos sobrinos, uno por cada cónyuge, que tenían obligación de casarse para heredar los bienes de los tíos (VIOLANT SIMORRA, 1992: 180). Esta práctica estaba más extendida entre los pequeños campesinos, ya que los grandes tenían más claro las substituciones fideicomisarias. Pero el "afillament" también podía producirse en el caso de un huérfano fuera pariente o no, que se convertía en mano de obra para la casa o se podía realizar una adopción para no perder la leche "materna" (DOUGLASS, 1973: 107-108) Casamiento sobre bienes. Más arriba hemos hablado del "casament a patull" que se da en el Pirineo catalán, para resolver el problema del heredero casado que no tiene hijos y acoge a otra pareja formada por un segundón para que asegure la descendencia. En el Alto Aragón, esta práctica va más allá, ya que una pareja heredera con hijos puede acoger a otra pareja también con hijos formando entre ellos una comunidad familiar. Las familias viven juntas y trabajan la misma heredad. Este tipo de sociedad se llama "casamiento sobre bienes". Se daría para resolver distintas situaciones. En primer lugar para mantener el nombre de la casa (sería el "casament a patull"); en segundo lugar, para suplir la falta de hijos y segundones para la explotación del patrimonio, sobretodo cuando el matrimonio es de edad avanzada; en tercer lugar, para impedir que salgan dotes de la casa para salvar un patrimonio con dificultades entonces se puede acoger a un segundón con su mujer, por lo que no se paga dote y entra una; en cuarto lugar, puede darse el caso de un heredero viudo que no quiere contraer segundas nupcias y acoge a un segundón que le hará de administrador; y en quinto lugar, puede darse para prestarse ayuda mutua y socorro (COSTA, 1981: 239-259). Esta institución que puede solucionar problemas en momentos determinados, a la larga genera problemas de descendencia. ¿Quién va a heredar el patrimonio? Es por ello que se tiende a casar a un hijo de los "acogentes" que será heredero, con un hijo/hija de los "acogidos" ("se hará lo posible porque el tal heredero o heredera, case con una hija o hijo de los acogidos"). Los parentescos ficticios. Nos referimos a la institución del padrino y la madrina de bautismo, que en algunas sociedades como el País Vasco, generaba una relación de solidaridad entre padrino y ahijado. Según Douglass: "Si el padrino necesita ayuda el ahijado se considera 23 obligado a apoyarlo. En este sentido el ahijado puede contribuir al bienestar económico de la casa del padrino" (DOUGLASS, 1973: 213). El padrino es quien te cuidará o te ayudará si tienes problemas. La solidaridad comunal. A veces, más allá de la familia nos encontramos con instituciones comunales que también ayudan a afrontar problemas que aparecen en momentos concretos. Los bazerriak vascos se agrupan en auzoas, una agrupación de caseríos dentro de la cual se establece una compleja red de relaciones. Se trata, en definitiva, de responder a las dificultades del habitat disperso. En este entorno aparece la auzurrikourrena. Cada casa tiene la suya, es decir una casa que tiene la obligación de asistir a otra en momentos de dificultad (a la muerte de un pariente, cuando hay que echar una mano en una faena agrícola, etc.). Cada casa es auzurrikourrena de otra, y no suele ser un servicio recíproco (DOUGLASS, 1973: 174). En el País Vasco, cuando en una casa están enfermos los amos y no pueden realizar las labores del campo, el cura suele anunciar desde el altar que el vecino tiene problemas y los vecinos "trabajaban por caridad". En Cataluña hay también practicas parecidas, sobretodo cuando hay una viuda con hijos pequeños y sin brazos para poder trabajar la tierra (VIOLANT SIMORRA, 1989: 332) Conclusión Si por bienestar entendemos la satisfacción de las necesidades materiales y de crecimiento personal de los individuos, a la vista de lo que hemos expuesto, no podemos dudar que un sistema de transmisión de bienes, es una colección de reglas, normas y prácticas que sitúan a los individuos frente al acceso a los recursos familiares de la propia familia y de otras familias a través del matrimonio. Nos hemos centrado en analizar el esqueleto del sistema de heredero único que en España se extiende fundamentalmente por el Norte (de Galicia a Cataluña) que se basa en la idea de que un único heredero queda con el patrimonio familiar a cambio de cuidar a los padres y con la obligación de dotar a los hermanos lo mejor posible "según las posibilidades de la casa" "al haber y poder de la casa". Los que lo practican creen que asegura mucho mejor el bienestar de todos que no el reparto igualitario51 que fragmenta las explotaciones de forma indefinida. Esta idea aparentemente simple, intenta resolver una realidad mucho más compleja, condicionada por la biología, por la desigualdad social, por el contexto político, por la evolución económica, etc. No hemos considerado como cambia la generación de bienestar a partir de cambios económicos o políticos e incluso teniendo en cuenta la desigualdad social. Nos hemos limitado a plantear los problemas derivados de las crisis biológicas y de la propia lógica del sistema. Así pues el sistema debe resolver ¿qué hijo va a ser nombrado heredero? ¿el primogénito al margen del sexo? ¿el primer varón? ¿a voluntad de los padres? Y hemos visto como cada opción presenta sus contradicciones y como se les intenta dar respuesta. Debe resolver cómo garantiza la dote del cónyuge entrante y se plantea si los padres donan todo lo que tienen o lo donan para cuando estén muertos, porqué detrás existe la duda de si el hijo/a heredero va a 51 Evidentemente se trata de una visión ideológica, ya que el sistema igualitario tendrá también sus mecanismos y sus contradicciones para intentar proporcionar bienestar a sus individuos. 24 cumplir con la obligación de cuidar a sus padres. Deber resolver como retribuye el trabajo del cónyuge que entra en la casa y que va a invertir su vida en ella, ya que puede llegar un día que el matrimonio se rompa por muerte de uno de los cónyuges. Debe resolver qué hacer cuando la muerte rompe el esquema organizado y deja viudos a veces sin hijos, a veces con hijos pequeños o con hijos ya mayores. Debe resolver qué hacer cuando el heredero/a no tiene descendencia y fijar cual va a ser la vía para elegir nuevo heredero/a. Debe resolver como colocar a los segundones y como mejorarles sus legítimas para que puedan colocarse lo mejor posible fuera de casa. Para resolver estos dilemas, en las distintas áreas de España que practican este sistema de heredero único las respuestas no son siempre las mismas, ya que se opta por soluciones distintas. Lo que si es cierto es que se desarrollan "instituciones" como lo denominan los juristas que permiten resolver las situaciones de dificultad que la biología suele someter a todas estas casas y se desarrollan estrategias perfectamente conscientes, para reducir estas contradicciones y conseguir el mejor resultado para todos sus miembros. ¿Proporcionaba el sistema bienestar a los individuos? Evidentemente el bienestar dependía también de otras vías (las oportunidades de trabajo en la zona o fuera de ella, el nivel de desarrollo de otras instituciones, etc), pero el análisis que hemos realizado de las respuestas que se daban dentro de este sistema de heredero único, muestran que proporcionaba a los individuos un nivel importante de seguridad y de tener sentido dentro de la comunidad que le había tocado vivir y que se tenían soluciones para las situaciones límites a que podía llegar el sistema. Incluso en aquellos individuos aparentemente sacrificados (como los "tiones" o solteros que quedaban en casa) se les dignificaba en su papel de consejeros y de soporte a los otros segundones que habían dejado la casa. El sistema de heredero único estructuraba la vida de los individuos y les proporcionaba seguridad. Asimismo se desarrollaron instituciones que intentaban resolver aquellos problemas de crisis familiares que se podían presentar. El precio pagado era una profunda desigualdad en los estatus de hijos e hijas que se derivaba de estar al servicio de la casa, base organizativa de todo el sistema. Un hijo o hija era el heredero y los otros, aunque recibían una cantidad en dinero, tenían que salir de casa para sobrevivir. Podían quedarse en ella, pero tenían que permanecer solteros; o tenían que enfrentarse a la incertidumbre de la ciudad o de otras actividades o tenían que entrar en la iglesia para evitar la degradación social inevitable. Y estos destinos a menudo eran decididos por la misma familia. Las mujeres no se marchaban de casa para emprender un negocio o cualquier otra actividad, ya que su destino era el matrimonio y, trabajar fuera, era solo una manera de mejorar algo la dote a aportar al matrimonio. Este matrimonio era una alianza de la casa, por lo que la mujer no elegía con quien se casaba sino que era la familia la que lo hacía por ella. La dote era todo su valor en el mercado matrimonial. Si quedaba viuda, se la protegía en la casa, pero a cambio de renunciar a su libertad individual. Este es el dilema al que nos enfrentamos. La seguridad que el sistema podía proporcionar iba acompañada de una profunda desigualdad entre los hijos y entre los sexos. La socialización era la vía para conseguir que los papeles de cada uno fueran aceptados, aunque algunos de ellos fueran peores que otros. Si se aceptaba es porque también se creía en sus ventajas. Cuando los contextos económicos cambiaron y las oportunidades se multiplicaron, el dilema tenía otras vías para resolverse, como así ocurrió. 25 BIBLIOGRAFIA ARENSBERG, C.M., et KIMBALL, S.T., Family and community in Ireland Cambridge, Harvard University Press, 1968. ARRIZABALAGA, Marie Pierre, "The stem family in the French Basque Country: Sare in the nineteenth century", Journal of Family History, 1, 1997, p. 50-69. ---, "Female primogeniture in the French Basque Country", International Symposium, 19, 2002, p. 31-52. 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