América Latina entre la Crisis del 30 y los populismos Autor: Felipe Pigna La crisis mundial iniciada en 1929 golpeó duramente a las economías latinoamericanas. Gran Bretaña y los EEUU transfirieron los efectos de la crisis a los países que se encontraban bajo su influencia, bajando los precios de las materias primas, repatriando inversiones y colocando trabas a las exportaciones latinoamericanas. Las consecuencias de estas políticas fueron el desempleo y la miseria. Ante la falta de divisas comenzó a desarrollarse la industria liviana, para reemplazar las importaciones que ya no podían adquirirse. El Estado, controlado por las elites conservadoras, intervino en la economía y subvencionó las actividades de los sectores dominantes. Esta intervención no se dio en el terreno social, donde las mayorías populares quedaron libradas a su suerte. La baja de los precios agropecuarios llevó a la ruina a millones de campesinos que comenzaron a migrar hacia las ciudades en busca de trabajo en las nuevas industrias. Este proceso provocó grandes cambios en la composición del movimiento obrero latinoamericano durante toda la década del ’30. Los trabajadores recién llegados traerán su inexperiencia política y sindical y no se sentirán del todo representados por las dirigencias sindicales de izquierda que predominaban en las grandes ciudades. De tendencias más conservadoras, los trabajadores provenientes del campo promoverán un sindicalismo más negociador que combativo e irán conformando la base social de los movimientos políticos conocidos como populistas que florecerán por toda América Latina entre mediados de los años ’30 y comienzos de los ’50. Los populismos desarrollarán, de acuerdo a las características de cada país, el modelo del estado benefactor iniciado por Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos a comienzos de la década del 30. Este modelo proponía integrar el obrero al sistema como consumidorproductor, elevando el nivel de los salarios para aumentar la demanda y mejorando la calidad de vida de los sectores populares a través de fuertes inversiones en rubros como salud, educación y vivienda con el objetivo de alejarlos de la influencia revolucionaria. En México, el presidente Lázaro Cárdenas profundizó las conquistas en la legislación laboral y en la división de los latifundios iniciadas con la Revolución Mexicana de 1910 expropiando las compañías petroleras extranjeras en 1936. Hacia 1937, Getulio Vargas funda en Brasil el Estado Nuevo, impulsando la actividad industrial y la sindicalización de los trabajadores brasileños. Entre 1946 y 1955, el modelo peronista intentó cambiar el perfil económico argentino, pasando de una economía agroexportadora a una economía basada en el mercado interno y en la expansión del consumo. Si bien el objetivo no pudo concretarse, sus logros parciales implicaron cambios muy profundos en la sociedad argentina y un mejoramiento en las condiciones de vida de los sectores populares. El peronismo en la Argentina, el Frente Popular en Chile, el varguismo en Brasil y el nacionalismo revolucionario de Paz Estensoro en Bolivia, expresaron el ingreso de los nuevos sectores populares a la política. Los Estados Unidos y América Latina La política norteamericana de "buena vecindad" propuesta por el presidente norteamericano Roosvelt se completó durante la Segunda Guerra Mundial con la de "defensa hemisférica" ante el nazifascismo. Esto significó una nueva relación con los países latinoamericanos, basada en la diplomacia y la negociación, en vez de la intervención directa frente a la falta de acuerdo. Durante la guerra, el gobierno y las empresas norteamericanos aprovecharon la debilidad del comercio latinoamericano con Europa, para aumentar su influencia en el continente. La guerra, al desarrollarse en Europa y Asia, no sólo que no afectó la producción norteamericana sino que la fortaleció mientras sus principales competidores industriales estaban destruidos. Esto posibilitó un notable incrementando en la venta de insumos destinados a la industrialización, generando una fuerte subordinación tecnológica, al depender las industrias locales de la maquinaria y los repuestos fabricados en los Estados Unidos. La influencia económica de política de los Estados Unidos en América Latina se expresó en la creación en 1948 de la O.E.A. (Organización de los Estados Americanos) creando una instancia de relación entre los diferentes estados nacionales donde el país del norte hizo sentir su poder de presión. Discurso de Getulio Vargas "…Las clases productoras, que realmente contribuyen a la grandeza y a la prosperidad nacional, el comerciante honesto, el industrial trabajador y equitativo, el agricultor que fecunda la tierra, no tiene razón para abrigar temores (…) jamás deben recelar de la fuerza del pueblo (…) Lo que la ley no protege ni tolera es el abuso, la especulación desenfrenada, la usura, el crimen, la inequidad, la ganancia de toda clase de favoritos y de todo los tipos de fabricantes, que lucran sobre la miseria ajena, comercian con el hambre de sus semejantes y dan hasta el alma al diablo para acumular riquezas a costa del sudor, de la angustia y del sacrificio de la mayoría de la población…" Getulio Vargas, presidente de Brasil, discurso del 1º de mayo de 1951. Discurso de Juan Domingo Perón "Las masas obreras que no han sido organizadas presentan un panorama peligroso, porque las masas mas peligrosa, sin duda, es la inorgánica. La experiencia moderna demuestra que las masas obreras mejor organizadas son, sin duda, las que puede ser dirigidas y mejor conducidas en todos los órdenes." "Procedemos a poner de acuerdo al capital y al trabajo, tutelados ambos por la acción directiva del Estado (…) porque es indudable que no hay que olvidar que el Estado, que representa a todos los demás habitantes, tiene allí su parte que defender: el bien común, sin perjudicar ni a un bando ni a otro…" Juan Domingo Perón Discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 25 de agosto de 1944. Nicaragua Nicaragua fue invadida por EE.UU. en reiteradas oportunidades entre los años 1912 y 1933. Contra la intervención norteamericana, asociada a la burguesía dueña de los cafetales, se alzó en armas el general Augusto César Sandino bajo los ideales que había sostenido años antes el revolucionario mexicano Emiliano Zapata: Tierra y Libertad. Tras décadas de lucha, la ocupación finalizó en 1933 y se convocó a elecciones. Pero si bien EE.UU. abandonó Nicaragua, dejó en su lugar a una fuerza militar organizada por ellos: La Guardia Nacional, En 1934, su jefe, el general Anastasio Somoza, ordenó el asesinato de Sandino y se hizo cargo del poder con el apoyo de los norteamericanos. Así nació la dinastía Somoza, que gobernó el país como si se tratase de una empresa familiar, con altos grados de corrupción y una dura represión a toda oposición, hasta su derrocamiento, el 19 de julio de 1979, por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Fuente: www.elhistoriador.com.ar Década Infame (1930 – 1943) La década de 1930 fue un período en el que se produjeron importantes transformaciones en la estructura económica y social argentina. La crisis económica mundial de 1930 desorganizó las relaciones del comercio internacional vigentes, y esta desorganización afectó los términos del intercambio que Argentina, como periferia, mantenía con los países centrales, exportando materias primas e importando manufacturas. A partir de 1930, algunos sectores de los grupos dirigentes económicos y políticos impulsaron un proceso de sustitución de importaciones de manufacturas industriales que originó la expansión de la industria nacional y el surgimiento de una nueva clase obrera. También se produjeron cambios en la composición de los diversos grupos sociales que conformaban la sociedad argentina y una profunda crisis en las formas de representación política. El Estado asumió un papel diferente del cumplido en etapas anteriores, interviniendo de manera cada vez más activa en las cuestiones económicas y sociales. El derrocamiento de Yrigoyen abrió una nueva etapa en la vida política argentina. El golpe militar de 1930 interrumpió el lento proceso de construcción de la democracia política que se había iniciado en 1912. Los avances hacia la legitimación del régimen político se vieron frenados por la reinstalación del fraude y la represión. Finalmente, los grupos conservadores buscaron la reorganización de una república oligárquica. Fuente: M. Alonso y E. Vázquez, “Historia de la Argentina contemporánea (1852 – 1999); AIQUE; Buenos Aires 2000. Pacto Roca - Runciman - El debate de las carnes en la década de 1930 1° de mayo de 1933 “La industria más genuina del suelo argentino, la ganadería, se encuentra en ruinas por obra de dos factores principales: la acción extorsiva de un monopolio extranjero y la complicidad de un gobierno que unas veces la deja hacer y otras la protege directamente.” Así comenzó el senador Lisandro de la Torre su acusación contra el gobierno y los grupos económicos en la tarde del 18 de junio de 1935. Dos años antes, el 1° de mayo de 1933 el gobierno argentino había firmado con Inglaterra el tratado Roca-Runciman para garantizar la exportación de una cuota de carne en condiciones lamentables ante las medidas restrictivas tomadas por Gran Bretaña. Ésta en 1932 se había reunido en Ottawa, Canadá, con sus colonias y ex colonias para reorganizar su comercio exterior y había decido adquirir en Canadá, Australia y Nueva Zelanda los productos que antes compraba a la Argentina. En los sectores ganaderos exportadores argentinos hubo un gran desconcierto: la metrópolis los había abandonado. El presidente Agustín P. Justo, parte integrante del movimiento golpista que depuso al presidente constitucional de Hipólito Yrigoyen y un fiel representante de los sectores ganaderos exportadores envió a Londres al vicepresidente Julio A. Roca (hijo) para llegar a un acuerdo. Éste adujo sin ruborizarse que la Argentina era, desde el punto de vista económico, una parte integrante del imperio británico. Otro miembro de la delegación sostuvo a su turno que "la Argentina es una de las joyas más preciadas de su graciosa majestad". El resultado fue la firma de un acuerdo con el ministro de Comercio británico, Sir Walter Runciman, conocido como “pacto Roca–Runciman”. Por éste, Inglaterra se comprometía a seguir comprando carnes argentinas siempre y cuando su precio fuera menor al de los demás proveedores. En cambio, la Argentina aceptó concesiones lindantes con la deshonra: liberó los impuestos que pesaban sobre los productos ingleses y se comprometió a no permitir la instalación de frigoríficos argentinos. Se creó el Banco Central de la República Argentina con funciones tan importantes como la emisión monetaria y la regulación de la tasa de interés, en cuyo directorio había una importante presencia de funcionarios ingleses. Finalmente se le otorgó el monopolio de los transportes de la capital a una corporación inglesa. El senador demócrata progresista Lisandro de la Torre denunció el acuerdo en el Senado y promovió el debate. "El gobierno inglés le dice al gobierno argentino ‘no le permito que fomente la organización de compañías que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros’. En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones. Los dominios británicos tiene cada uno su cuota de importación de carnes y la administran ellos. La Argentina es la que no podrá administrar su cuota. No sé si después de esto podremos seguir diciendo: ‘al gran pueblo argentino salud’.” En mayo de 1935, el legislador santafesino acusó por fraude y evasión impositiva a los frigoríficos Anglo, Armour y Swift. Aportó pruebas que comprometían directamente a dos ministros de Justo: Pinedo de Economía y Duhau de Hacienda, en las que se establecía claramente el trato preferencial que recibían estas empresas que prácticamente no pagaban impuestos y a las que nunca se las inspeccionaba, mientras que los pequeños y medianos frigoríficos nacionales eran abrumados por continuas visitas de inspectores impositivos. De la Torre probó cómo se ocultaba información contable en cajas selladas por el ministerio de Hacienda y demostró hasta dónde llegaba la impunidad de los frigoríficos ingleses tras la firma del pacto Roca-Runciman. El nivel de las discusiones en el senado fue subiendo de tono hasta que se decidió hacer callar a De la Torre. Un matón del Partido Conservador, el ex comisario Ramón Valdez Cora, atentó contra la vida del senador, pero el que murió fue su amigo y compañero de bancada Enzo Bordabehere. Se dio por terminado el debate. Fuente: www.elhistoriador.com.ar Migraciones internas y cambios en la clase obrera La industrialización que se desarrolló durante los años treinta se localizó sólo en determinadas áreas del territorio de la República Argentina: la zona metropolitana de Buenos Aires (integrada por la Capital Federal el Gran Buenos Aires) y algunos centros urbanos, como Rosario y Córdoba En otras regiones no hubo desarrollo industrial y, en el noroeste, por ejemplo, incluso descendió en forma significativa el número de talleres artesanales existentes. En La Rioja, de los 1.101 talleres que había antes de 1935 quedaron sólo 156; lo mismo sucedió en Salta, donde el número de talleres se redujo de 2.297 a 241. Esto significó una considerable reducción de las actividades y de la oferta de trabajo para los habitantes de esa región. En algunas zonas agrícolas y ganaderas de las provincias de Santa Fe, La Pampa, Entre Ríos y Córdoba —como consecuencia de la reorganización del sector primario exportador— la actividad económica disminuyó considerablemente y un gran número de trabajadores rurales quedó, también, sin empleo. Estos cambios económicos provocaron profundas transformaciones en la sociedad argentina. Una de las más importantes se inició con las migraciones internas. Muchos pobladores de algunas zonas agrícolas y ganaderas de la región pampeana y de otras provincias interiores abandonaron sus logares de residencia ante la falta de trabajo y de perspectivas económicas. La mayoría se dirigió hacia las ciudades del Gran Buenos Aires y del Litoral, en las que se estaban concentrando las nuevas industrias. Durante la década de 1930, el número de argentinos que vivía fuera de sus lugares de nacimiento creció en un 25% respecto de períodos anteriores. La afluencia de una gran cantidad de trabajadores de origen rural a la actividad industrial provocó un profundo cambio en la composición de la clase obrera argentina. Los nuevos obreros, provenientes del interior, tuvieron características diferentes de las de los viejos obreros. Los recién llegados tenían escasa o ninguna experiencia gremial y política. Los viejos obreros, en su mayoría de origen europeo, en cambio, estaban incorporados a la actividad industrial desde principios de siglo, habían organizado una actividad sindical y muchos de ellos participaban en partidos políticos. Durante la década de 1930, la situación económica y social de los trabajadores no varió sustancialmente en relación con la de años anteriores. Las condiciones de trabajo, en la mayoría de los casos, eran fijadas por los patrones. No había convenios de trabajo, por lo que los empresarios podían manejarse con un amplio margen de arbitrariedad. En los casos en los que existían convenios laborales, los patrones raramente los aceptaban. El Estado tampoco se mostraba interesado en hacer cumplir las leyes que protegían a los trabajadores de los abusos empresariales. Los socialistas, a través de sus representantes en el Congreso, impulsaron iniciativas tendientes a mejorar las condiciones de trabajo. Pero sus proyectos para establecer indemnizaciones por despidos, vacaciones pagas y licencias por enfermedad no fueron aprobados por la mayoría conservadora. La reorganización del régimen oligárquico y el “Fraude patriótico” URIBURU Y JUSTO: DOS ESTRATEGIAS CONSERVADORAS El 6 de septiembre de 1930 asumió la presidencia el general José F. Uriburu, jefe del primer golpe militar contra un gobierno democrático en la Argentina. Uriburu intentó imponer un proyecto de organización corporativista de la sociedad, inspirado en el fascismo europeo. Pero no logró mantenerse mucho más de un año en el poder, porque los sectores oligárquicos que impulsaron el golpe prefirieron retomar la tradicional organización política republicana, basada en los principios del liberalismo conservador. En 1931, la oligarquía impulsó la convocatoria a elecciones generales en todo el país, pero para asegurarse el control de la situación, y evitar que el radicalismo volviera a triunfar, impusieron hasta 1943 la práctica sistemática del fraude electoral y la persecución a los opositores. Los conservadores lo llamaron el "fraude patriótico", porque entendían que el objetivo de "salvar a la patria" justificaba el uso de métodos ilegales. El secuestro de libretas de enrolamiento, la expulsión de veedores de la oposición en los comicios, el voto ilegítimo —utilizando los documentos de personas ya fallecidas— y la intimidación fueron algunos de los recursos que utilizaron los gobiernos conservadores durante la década infame. A pesar de la ilegalidad de estas maniobras, mantuvieron las instituciones políticas de la democracia liberal y convocaron a elecciones regularmente. Los conservadores, los radicales antipersonalistas y el Partido Socialista Independiente, liderado por Federico Pinedo, conformaron en 1931 una alianza electoral que fue conocida con el nombre de Concordancia. Esta alianza, que representaba los intereses de los invernadores, el sector más poderoso de la burguesía agraria, ganó las elecciones y logró imponer a su candidato, el general Agustín P. Justo, quien asumió la presidencia en febrero de 1932. El radicalismo, hasta 1935, se abstuvo de participa en los comicios pero luego aceptó las elecciones convocadas por el régimen oligárquico. Durante todo el período la conducción del partido radical estuvo a cargo de Marcelo T. de Alvear (Yrigoyen murió en 1933). Alvear representaba al sector antipersonalista del radicalismo, que prefería llegar a un acuerdo con los con servadores antes que enfrentarlos. Esta decisión política restó a la UCR un importante caudal de votos y provocó, en el seno del partido, constantes enfrentamientos y divisiones. En este contesto los radicales Yrigoyenistas fundarán FORJA: Fuente: M. Alonso y E. Vázquez, “Historia de la Argentina contemporánea (1852 – 1999); AIQUE; Buenos Aires 2000. FORJA y la década infame El 29 de junio de 1935, un grupo de radicales disidentes fundaron la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA). Con el golpe del 6 de septiembre de 1930, que derrocó al presidente radical Hipólito Yrigoyen, José F. Uriburu y Agustín P. Justo inauguraron una década de fraude y negociados. Cuando el Partido Radical decidió abandonar la abstención electoral, el último bastión de resistencia para deslegitimar al régimen, un grupo de radicales –entre los que se encontraban Arturo Jauretche, Homero Manzi, Juan B. Fleitas, Luis Dellepiane, Gabriel del Mazo y Raúl Scalabrini Ortiz- decidieron apartarse del Partido Radical y formar FORJA, un movimiento ideológico que intentó recuperar las ideas de Hipólito Yrigoyen y levantar las banderas de la defensa de la soberanía nacional. A continuación transcribimos dos fragmentos del libro FORJA y la década infame, de Arturo Jauretche, donde se narran los comienzos del movimiento. También incluimos el manifiesto de la fundación de FORJA. Fuente: Jauretche, Arturo, FORJA y la década infame, Buenos Aires, Peña Lillo Editor, 1984, págs. 1922, 89-92. La acción de FORJA se desarrolla entre el 29 de junio de 1935, fecha de su fundación y declaración de principios, y la declaración de octubre de 1945, en que la mayoría de sus miembros se incorporan al movimiento revolucionario nacional, ya en la calle (el peronismo). Los diversos documentos que contiene esta publicación son la parte que ha podido salvarse de la desaparición, propia de los escasos recursos y publicidad con que el movimiento contó. Las ideas y puntos de vista que el lector encontrará en ellos constituye hoy casi un lugar común. (…) Trataremos, pues, de reconstruir ese momento, aunque mejor fuera remitirnos a la literatura que historia el proceso de la “década infame”, que duró algo más que una década, y especialmente a la pintura que Jorge A. Ramos ha hecho de la misma, de manera magistral, en “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina”, y que también resulta de los documentos de que es materia este libro. No haré un relato de la acción combatiente de los activistas de FORJA, esa muchachada que dio sus mejores años a nuestra acción, y para la cual tengo un recuerdo emocionado, ni tampoco referencias individuales, porque lo importante de FORJA fue el carácter colectivo de su acción, que no resultó, aunque algunos hayan influido más que otros, del pensamiento individual de sus elementos más destacados, sino que fue obra de elaboración colectiva en que cada uno sacrificó parte de lo suyo para obtener un resultado común de coincidencias fundamentales. (…) Hasta 1930 el radicalismo yrigoyenista ha expresado, mal o bien, una posición nacional frente a la oligarquía liberal, gobernante desde Caseros hasta su advenimiento al gobierno. La expresión “posición nacional” admite bastante latitud, pero entendemos por tal una línea política que obliga a pensar y dirigir el destino del país en vinculación directa con los intereses de las masas populares, la afirmación de nuestra independencia política en el orden internacional y la aspiración de una realización económica sin sujeción a intereses imperiales dominantes. Esta posición no es una doctrina, sino el abecé, el planteo elemental y mínimo que requiere la realización de una nacionalidad, es decir, la afirmación de su ser. No supone ni una doctrina económica o social, de carácter universalista, por más que no pueda ni deba prescindir de una visión de conjunto en el mundo, ni tampoco una doctrina institucional, pues todas son contingentes al momento histórico y sus condiciones. Esto no excluye la posibilidad del desarrollo de una doctrina nacional o de una doctrina de carácter general a condición de que ésta sea histórica, es decir, que nazca de la naturaleza misma de la nación y se proponga fines acordes con la misma. Y esta necesidad primaria era la que FORJA vino a satisfacer. Promover el modo nacional de ver las cosas como punto de partida previo a toda doctrina política para el país, precisamente lo inverso de lo que hacían los partidos de doctrina. Declaración aprobada en la asamblea constituyente del 29 de junio de 1935 Somos una Argentina Colonial: queremos ser una Argentina Libre. La Asamblea Constituyente de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, considerando; Que el proceso histórico Argentino en particular y Latinoamérica en general, revelan la existencia de una lucha permanente del pueblo en procura de su Soberanía Popular para la realización de los fines emancipadores de la Revolución Americana, contra las oligarquías como agentes de los imperialismos en su penetración económica, política y cultural, que se oponen al total cumplimiento de los destinos de América. Que la Unión Cívica Radical ha sido desde su origen la fuerza coordinadora de esa lucha por el imperio de la Soberanía popular y la realización de sus fines emancipadores. Que el actual recrudecimiento de los obstáculos supuestos al ejercicio de la voluntad popular corresponde a una mayor agudización de la realidad colonial, económica y cultural del país; Declara: Que la tarea de la nueva emancipación se pueda realizarse por la acción de los pueblos. Que corresponde a la Unión Cívica Radical, ser el instrumento de esa tarea, consumando hasta su totalidad la obra trucada por la desaparición de Hipólito Yrigoyen. Que para ello es necesario en el orden interno del Partido, dotarlo de un estatuto que, estableciendo el voto directo del afiliado auténtico y cotizado, asegure la soberanía del pueblo radical, y en orden externo, precisar las causas del endeudamiento argentino al privilegio de los monopolios extranjeros proponer las soluciones reivindicadoras y adoptar una táctica y los métodos de lucha adecuados a la naturaleza de las obstáculos que se oponen a la realización de las destinos nacionales. Que es imprescindible luchar dentro del Partido, para que este recobre la línea de principismo e intransigencia que lo caracterizó desde sus orígenes, única forma de cumplir incorruptiblemente los ideales que le dieron vida y determinan su perduración histórica al servicio de la Nación Argentina. Dentro de estos conceptos y tales fines, la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, F.O.R.J.A., abre sus puestas a todos los radicales y particularmente a los jóvenes que aspiren a intervenir en la construcción de la Argentina grande y libre soñada por Hipólito Yrigoyen. -Por el radicalismo a la soberanía popular -Por la soberanía nacional a la emancipación del pueblo argentino PREÁMBULO La Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina, F.O.R.J.A., conforme a la misión que se ha impuesto, está en la necesidad de plantear a la consideración de los radicales de toda la República, cuál es la situación creada a la Unión Cívica Radical, por los actos de sus direcciones, que tienden a destruirla por el abandono de los ideales que le dieron origen, y por el debilitamiento progresivo de los valores morales que han definido al movimiento histórico del radicalismo. Desde el 6 de septiembre de 1930, las oligarquías gubernamentales desarrollan un plan sistemático para aniquilar la soberanía del pueblo, transfiriendo a grupos de especuladores el goce de los bienes del la Nación, sin hallar resistencia efectiva en los llamados partidos opositores que aprovechando la abstención radical, fueron a compartir posiciones con el pretexto de defender desde ellas los derechos populares. Ninguna desilusión hemos sufrido al verles arrastrados por el camino de su destino común con los gobernantes, porque, como ellos, han entrado en el manejo del Estado, sin contar con la verdadera voluntad del pueblo. En cambio hemos alentado durante los últimos años la creencia de que las direcciones de la Unión Cívica Radical fueran, como debían ser, el centro de la defensa indeclinable de los intereses de la soberanía nacional, y hemos sacudido, con favor, todos los esfuerzos de liberación que ellas auspiciaron o condujeron. Después, esas direcciones han abandonado sus deberes, al propiciar la salida de la abstención en que se mantuvo la austera protesta del pueblo soberano contra todo lo que se hacía, sin derecho, en su nombre. Y, de renuncio en renuncio, esas direcciones han llegado a sus fomentadoras de resignaciones y acomodamientos. No sin amargura hemos visto también a algunos de los que fueron, con nosotros y más señaladamente que nosotros, sostenedores de la soberanía popular hasta el 2 de enero de 1935, dejar sus ideales de redención nacional para tomar la senda de unos comicios susceptibles de conducir a la disociación de la Unión Cívica Radical. Ésta no ha de destruirse sin embargo. El intento de los que aspiran a emplear su inmensa fuerza colectiva como una fuerza ciega, para llegar a fines opuestos a las aspiraciones del pueblo radical, de realizar una vida nacional solidaria y digna, de trabajo y de justicia, no puede seguir ya su camino sin que, del mismo seno de la Unión Cívica Radical, surja el empeño consciente de defenderla. Hemos agotado ya toda esperanza de que los autores de errores y desviaciones reiteradas escuchen nuestras reflexiones, nuestras instancias, nuestras súplicas, nuestras advertencias. Deploramos que las autoridades de la Unión Cívica Radical con el pretexto de conseguir la soberanía política del pueblo, estén colaborando con las oligarquías económicas, entregadas al capitalismo extranjero. No podemos apartarnos también nosotros del imperativo de nuestra conciencia cívica que nos exige obrar urgentemente ante los males que afligen a la Nación porque afligen a la Unión Cívica Radical. Pues todo riesgo de desintegración moral de la Nación Argentina sería insignificante si la Unión Cívica Radical estuviera en su entereza moral como custodia del patrimonio de la República, porque ella sabría poner por sus propios medios la reparación y el freno necesario a los daños sucedidos y a los que se avecinan. Por lo cual a fin de mantener la vida y unidad plenaria de la Unión Cívica Radical en la cual F.O.R.J.A. ha nacido y vivirá, debemos llamar, como llamamos, a todos los radicales a trabajar por la rehabilitación de sus cuerpos representativos. Se ha de ilustrar concretamente el criterio de todos con la revelación de los hechos y expectativas que definen el actual momento de la vida nacional, y para ello se citará nombres de personas y Estados sin los cuales la exposición de nuestra causa perdería la claridad necesaria para servir al juicio público. No nos mueve hacia esas personas y naciones, prevención ni desafecto. F.O.R.J.A., al denunciar el carácter de la gestión del actual gobierno y la ineficacia de sus oposiciones parlamentarias, acusa a las autoridades de la unión Cívica Radical por mantener silencio ante la gravedad de los siguientes problemas: 1. Creación del Banco Central de la Republica y del Instituto Movilizador de inversiones Bancarias. 2. Preparativos para la Coordinación de Transportes. 3. Creación de Juntas Reguladoras de distintos ramas de industria y comercio. 4. Unificación de Impuestos Internos. 5. Tratado de Londres. 6. Sacrificio económico, impuestos al pueblo en beneficio del capitalismo extranjero. 7. Régimen de cambios. 8. Política petrolífera. 9. Intervenciones militares arbitrarias. 10. Restricciones a la libertad de opinión. 11. Arbitrios discrecionales en el manejo de las rentas públicas. 12. Sujeción de la enseñanza a organizaciones extranjeras. 13. Incorporación a la Liga de las Naciones. 14. Supresión de las relaciones con Rusia. 15. Investigaciones parlamentarias sobre armamento y comercio de carnes. 16. El crimen del Senado. 17. Aplicación de censuras previas a la expresión de las ideas. 18. Desviaciones de la justicia contra la libertad individual. Todos los aspectos de la vida nacional que se pasa a examinar, demuestran que ya, se ha impuesto a la República una tiranía económica, ejercida en beneficio propio por capitalistas extranjeros a quienes se ha dado derechos y bienes de la Nación Argentina; y que, por las facultades extraordinarias que este congreso y los jueces han dado al Gobierno Nacional y por la supresión de derechos individuales, se ha echado las bases para establecer de inmediato una dictadura política que asegure y consolide aquella tiranía. (Fragmento del manifiesto de fundación de FORJA) Fuente: www.elhistoriador.com.ar