¿Qué hacer para crecer? - Facultad de Economía

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Núm. 26
Febrero 2009
¿Qué hacer para crecer?
A continuación se reproduce el texto que el Profesor Carlos Tello elaboró para el Foro de propuestas y compromisos México ante la crisis ¿Qué hacer para crecer?, organizado por el Senado de la República.
Carlos Tello
A
gradezco la invitación que se
me ha hecho para participar en
este foro, que busca propuestas
y compromisos económicos para el
bien de la nación. ¿Qué hacer para
crecer? es la pregunta pertinente que
todos los mexicanos debemos hacer.
Felicito a las Cámaras del Congreso de
la Unión por tan importante y trascendente iniciativa.
Decir, como con frecuencia se
dice, que:
Uno, la crisis económica que vive
México viene de afuera, y que nosotros
no la provocamos; y dos, la nación —y
el gobierno como parte de ella— está
mejor preparada que en cualquier otra
época para hacerle frente, son, las afirmaciones, verdades a medias. Y todos
sabemos que las verdades a medias son
las peores mentiras.
Es cierto que la recesión económica
que hoy se vive en el mundo se inició
hace ya catorce meses en los Estados
Unidos de América. Es cierto que se
ha venido extendiendo velozmente
por todo el mundo y que ya afecta, y
seriamente, a las economías que, como
la mexicana, dependen altamente de la
de los Estados Unidos de América.
Pero también es cierto –y esto no
se dice, ni se admite con suficiente
frecuencia— que la economía mexicana se encuentra desde hace ya varios
lustros en crisis. De hecho, con la crisis
actual, está lloviendo sobre mojado en
la economía mexicana.
Algunos datos.
• El modelo de desarrollo que ha ordenado la marcha de la economía
del país en los últimos veinticinco
años, simple y sencillamente, no
ha dado los resultados que del modelo se esperaban. En promedio,
el crecimiento anual del PIB por
persona, en términos reales, no ha
superado el 0.5 %; el año pasado
no creció el PIB por persona y, lo
más seguro, es que durante el año
en curso caiga (no hay que olvidar
que entre 1932 y 1982, cincuenta
años, el crecimiento del PIB por
persona en México fue, en promedio, de más de 3 % al año en
términos reales).
• Actualmente alrededor de la mitad
de la población del país vive en
condiciones de pobreza, y es probable que en el año en curso ese
porcentaje aumente. La desigualdad en la distribución del ingreso
y de la riqueza entre las familias es
abismal. Lo mismo sucede cuando
uno compara las condiciones de
vida entre las diferentes regiones
del país. La brecha ha venido creciendo entre los que más tienen y
los que apenas sobreviven; entre
unas regiones y otras.
• La estabilidad en los precios sólo
se ha mantenido en los años recientes y es probable que en los
meses por venir se acelere el incremento de los precios.
• El salario mínimo, en términos
reales, ha caído en más de 70 %.
• Nunca antes —ni en la crisis de
la deuda externa de 1982, ni en
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la crisis de 1994-1995, en la que
el PIB cayó en más de 6.5 %, la
del error de diciembre— se habían corroído las bases del empleo formal, como ha sucedido en
estos años del nuevo milenio. El
crecimiento del empleo informal
ha sido espectacular. En la actualidad la mitad de la población
que trabaja lo hace en el mercado informal, con reducido —con
frecuencia inexistente— acceso a
los servicios sociales que el Estado
proporciona.
• Para muchos, hace tiempo que se
ha perdido la esperanza de progreso. En promedio, alrededor de
medio millón de personas calificadas, con habilidades y destrezas, arriesgan su vida y cruzan la
frontera Norte del país al año; van
a buscar el trabajo que en México
no encuentran.
• Para los jóvenes que se quedan en
el país, el futuro les depara la informalidad en el trabajo, con todo
lo que ello entraña en materia de
incertidumbre e inseguridad.
Uno se pregunta entonces, si todo
lo anterior —que se ha vivido durante
muchos años— no es estar viviendo
una profunda, una muy seria crisis.
Pienso que sí. Hoy en México, con la
crisis que viene del Norte, está lloviendo sobre mojado.
Y lo segundo, ¿está la nación mejor preparada para hacerle frente a la
crisis?
Se argumenta que sí lo está, y se
muestran como evidencias, entre otras,
las cuantiosas reservas internacionales;
la solidez de las finanzas públicas; el
reducido déficit en cuenta corriente
de la balanza de pagos, y el buen y
sólido funcionamiento del sistema de
intermediación financiera.
Pero lo que no se dice es:
• Que las finanzas públicas son particularmente frágiles. Los ingresos,
además de ser insuficientes, dependen en un muy alto porcentaje del
petróleo. El gasto público es también insuficiente para reducir el rezago en la atención de los derechos
sociales de la población mexicana
y para hacerle frente a las nuevas
necesidades en la materia.
• Que la infraestructura, por la que
corre la sangre para la buena marcha de la nación, es insuficiente
para una economía del tamaño
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de la mexicana, además de que
la existente está en mal estado:
un alto porcentaje de las presas y
distritos de riego requieren trabajo
urgente de reparación y mantenimiento, al igual que miles de escuelas y un buen número de clínicas y hospitales. Lo mismo sucede
con el sistema de comunicaciones
y transporte. El agua potable disponible para los centros urbanos
es cada vez menos. Se importa la
mitad de la gasolina que el país
consume. La lista es interminable.
• Que en el sector público se ha perdido por falta de práctica, capacidad de ejecución, capacidad de
manejo. No parece haber oficio.
Ello se manifiesta en presupuestos
no ejercidos, falta de proyectos
de inversión, lenta ejecución del
gasto, incapacidad de la banca de
desarrollo para armar proyectos
de crédito para financiar actividades productivas y de infraestructura. Ante la especulación contra
el peso monetario, las autoridades
tan sólo se lamentan y quejan por
el comportamiento de los intermediarios financieros.
• Que en estos años no se ha fortalecido el mercado interno; por el
contrario, se descansa cada vez
menos en él para el crecimiento
económico interno. En cambio, se
depende demasiado de las exportaciones, de la inversión extranjera, de las remesas que de los Estados Unidos de América envían
nuestros compatriotas, del turismo
que viene del Norte. Ello nos pone
en una situación de enorme fragilidad ante la crisis, ante lo que
suceda en los Estados Unidos de
América.
• Que precisamente por ello, nuestra balanza de pagos es frágil. Depende mucho de lo que sucede en
los Estados Unidos de América y
en la maquila.
• Que los bancos comerciales prestan poco, casi nada, al fomento
de las actividades productivas. Es,
en la actualidad, una banca de
consumo e hipotecaria. En buena
medida está en manos extranjeras
y, en esa medida, responde a los
intereses de sus casas matriz. Lo
hemos estado viendo, sobre todo
estos últimos meses. La banca está
enviando importantes cantidades
de dinero a sus casas matriz. Por
su parte, la banca de desarrollo
hace tiempo que dejó de serlo.
• Que las cuantiosas reservas se han
utilizado en buena medida para
beneficio de los especuladores,
que apuestan en contra del peso
monetario.
Todo lo anterior, también es parte
de la verdad.
La crisis en marcha será profunda y
de larga duración. Hay que estar preparados y a la altura de las circunstancias
para hacerle frente de manera eficaz,
de manera eficiente. No se trata de
hacer unas cuantas —en realidad pocas
cosas— con la esperanza de que, con
el tiempo, se volverá a la senda de la
normalidad.
Por el contrario, hay que aprovechar
la oportunidad que ofrece el momento
para transformar a México, para definir
el proyecto de nación que queremos
los mexicanos.
En una situación caracterizada
por el estancamiento económico, el
desempleo, el hambre, la violencia es
encomiable que se intente la búsqueda
de soluciones a fondo por la vía de la
razón y el diálogo. En eso estamos.
En eso está el Congreso de la Unión.
Hay que ir a la raíz de los asuntos y
proponer opciones y, al tiempo, poner
en práctica un intenso y extenso programa de estímulo económico, que
sea rápido y eficiente.
La disyuntiva no es Estado o mercado, más bien es cómo combinarlos
para producir crecimiento económico y
desarrollo social. Frente a las manos invisibles del mercado, hoy se reclaman
las manos visibles del Estado para salir
de la crisis y promover el desarrollo
económico y social.
Diseñar y poner en práctica, cuanto
antes, un programa de largo plazo y de
gran aliento. Un nuevo diseño de la
nación que queremos ser. Dentro de
ese programa, dentro de ese diseño,
se deben inscribir e instrumentar las
medidas que hay que tomar en el corto
plazo, para que la crisis económica no
afecte tanto a los que menos tienen y
tampoco afecte demasiado a la planta
productiva del país.
No resulta fácil reducir la dependencia de la economía mexicana respecto
a la estadounidense. La dependencia
sólo disminuirá en la medida en que se
fortalezca el mercado interno. Con un
mercado interno sólido y en crecimiento, la producción nacional dependerá
cada vez menos de lo que suceda en
la economía de los Estados Unidos
de América. Fortalecer y expandir el
mercado interno entraña, sobre todo,
estimular la formación de capital y multiplicar el nivel de empleo y de ingreso
de la población. Hay un enorme potencial para aumentar la inversión privada
y la pública. Los recursos están disponibles... tan sólo hay que movilizarlos. Se
tiene que poner en práctica una política
(industrial, agropecuaria, turismo, etc.)
de estímulo a la inversión de los particulares, mediante aumentos en los
salarios y un mayor gasto público, no
reduciendo los ingresos tributarios, los
llamados incentivos fiscales.
Todos los instrumentos y las políticas de que dispone el Estado deben
hoy sumarse con el único propósito de
promover el crecimiento económico y
el desarrollo social. El rasero de cualquier decisión en materia de política
económica y social debe ser tan sólo
uno: ayuda o no al desarrollo social
y a la expansión de la economía. El
crecimiento económico es necesario
para mejorar las condiciones generales
de existencia de la población. Sólo
con una economía en crecimiento se
pueden crear en el país los necesarios
empleos formales, estables y seguros, y
buscar igualdad de oportunidades para
todos. No hay razones suficientes para
pensar que, con el tiempo, los frutos
del crecimiento económico se filtrarán
hacia abajo, por goteo, beneficiando
a toda la población. Nunca lo han
hecho, en ningún periodo, en ninguna
parte. No tiene sentido, ni solidez el
plantear que primero hay que crecer
y después distribuir. Por el contrario,
hay que crecer distribuyendo. O lo
que viene a ser lo mismo: distribuir
para crecer. Y es aquí donde se debe
buscar un adecuado equilibrio entre
Estado y mercado que se traduzca,
en México, en un nuevo ciclo de
desarrollo social apuntalado por una
economía en expansión.
Las responsabilidades que tiene el
Estado mexicano no están bien atendidas: las carencias son muchas y los
rezagos enormes y crecientes. Con un
fisco frágil e insuficiente, difícilmente
se podrán superar las carencias y los
rezagos y sentar las bases para la expansión de la economía.
El gasto público que en la actualidad se lleva a cabo puede y debe
mejorar su eficiencia, su eficacia. Incluso, en algunos renglones reducirse.
Pero también hay que gastar más. Más
y mejor gasto público en servicios de
educación, de salud para todos y de
seguridad social, también para todos,
promover un programa intenso de
vivienda y sus servicios, gastar más en
infraestructura urbana, en infraestructura básica, incluyendo energéticos,
en ciencia y tecnología. No hay otra
opción: mayor gasto, bien ejecutado y
cada vez más descentralizado. Ese gasto público debe estar bien financiado.
El crédito —interno y externo— debe
ser complementario, no sustituto del
ingreso fiscal. Hay que actuar, en forma simultánea, en varios frentes para
aumentar, con afán de equidad, los
ingresos fiscales.
Todo ello será necesario para sacar
al país de la crisis económica en que
se encuentra, y se encontrará en lo que
resta del año y, probablemente en el
año que entra. Y ello para encauzar el
crecimiento de la economía mexicana
en los años por venir, sacarla del mediocre crecimiento que la ha caracterizado en los últimos años, reducir la
pobreza en que se encuentran millones
de mexicanos y atemperar las enormes
desigualdades en el ingreso y entre las
regiones.
Hay que actuar ya.
Ello entraña un acuerdo social básico, con visión integral de largo plazo,
pero que incluya acción inmediata.
Algunas de las cosas que se pueden
poner en práctica desde ahora son:
desayunos escolares para todos; recursos para el campo, bien dirigidos;
hay que empezar a buscar la soberanía
alimentaria del país; es necesario abrir
los hospitales y las clínicas a todos;
aumentar salarios —no hay que olvidar
que la relación es utilidades-precios
y no salarios- precios; iniciar de inmediato las obras de infraestructura
y proporcionar apoyo de crédito a la
industria de la construcción; apoyar a
las Pymes, pero ya; modificar la Ley del
Banco de México, para que incluya el
crecimiento económico entre sus objetivos y que vuelva a ser un organismo
público descentralizado, y también la
Ley de Responsabilidad Hacendaria,
para que acepte el défict público; que
la banca de desarrollo realmente lo sea;
iniciar la reforma fiscal a fondo; utilizar
las tasas de interés como instrumento
de desarrollo y crecimiento; buscar
que la banca comercial promueva el
financiamiento productivo.
Por la naturaleza, magnitud y alcance de la tarea que se debe emprender,
un programa de este tipo no lo puede
procesar tan sólo el gobierno federal.
Corresponde al Poder Legislativo convocar a la sociedad —a la que representa—, a todas las entidades federativas,
a las organizaciones sociales, a las
universidades y al Ejecutivo Federal
para definir un Programa Nacional para
el Desarrollo Social y el Crecimiento
Económico.
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III
POSGRADO EN ECONOMIA - UNAM
CICLO DE CONFERENCIAS CHINA-MEXICO (2009-2)
OPORTUNIDADES Y RETOS DE LA ECONOMIA DE LA
REPUBLICA POPULAR CHINA PARA MEXICO
Coordinadores:
Dra. Yolanda Trápaga Delfín
Dr. Enrique Dussel Peters
FEBRERO 11 (10-12 hrs.).
CONFERENCIA 1: Yolanda Tarracena Sanz (Coordinaradora del Pabellón de México, Proméxico), “Participación
de México en la Exposición Universal Shanghai 2010”.
FEBRERO 25 (10-12 hrs.).
CONFERENCIA 2: Chen Yuming (Consejero Económico y Comercial, Embajada de China en México). “¿Cómo
hacer negocios con China?”.
MARZO 11 (10-12 hrs.).
CONERENCIA 3. PRESENTACION DE LIBRO del Banco Interamericano de Desarrollo (2008): Mauricio Mesquita
Moreira, Ernesto López Córdova y Enrique Dussel Peters. “Destapando las arterias. El impacto de los costos de
transporte sobre el comercio de América Latina y el Caribe”.
MARZO 25 (10-12 hrs.).
CONFERENCIA 4: Manuel Aguilera de la Paz (Embajador de Cuba en México). “La relación de la República de
Cuba con la República Popular China”
ABRIL 15 (10-12 hrs.).
CONFERENCIA 5: Luis de la Calle (Socio de De la Calle, Madrazo Mancera SC), “Origen, condiciones y potencial económicos entre China y México”.
ABRIL 29 (10-12 hrs.).
CONFERENCIA 6: Héctor Cuéllar (Presidente, Cámara de Comercio y Tecnología México-China), “La Cámara de
Comercio y Tecnología México-China: condiciones y retos”.
MAYO 6 (10-12 hrs.).
CONFERENCIA 7: Noé Elizarrarás Rios (Presidente, Asociación Mexicana de Agentes de Viajes). “Condiciones,
potencial y políticas para atraer turismo chino a México”.
SEMINARIO INTERNACIONAL, 18 Y 19 DE MAYO, VIVERO ALTO, UNAM (http://www.economia.unam.mx/
cechimex/)
EXPOCHINA, JUNIO 25, 26 Y 27 (http://expochinamexico.com/)
IV
Lugar: Sala Jesús Silva Herzog, primer piso del Edificio Anexo de la Facultad de Economía, Ciudad Universitaria, UNAM
Informes: 56222194 o 56222197
([email protected] y http://www.economia.unam.mx/cechimex)
Febrero 2009
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