Instituto de Estudios Fiscales Seminario 31 de mayo de 2001 LA REFORMA DEL SISTEMA DE SUBVENCIONES GENERALES A LOS MUNICIPIOS ESPAÑOLES (RESUMEN DE LA CONFERENCIA) 1 Francisco Pedraja Chaparro Universidad de Extremadura. 1 El contenido de este documento forma parte de una investigación que realizo en colaboración con Javier Suarez Pandiello de la Universidad de Oviedo. 1 Introducción. La conferencia se centra en la Participación Municipal en los Ingresos del Estado (PMIE), la principal subvención de la Hacienda central a los municipios y que supone, aproximadamente, la quinta parte del total de sus ingresos no financieros (1998). Se trata de una subvención general (no condicionada) que complementa a los recursos tributarios municipales con una vocación niveladora y que se distribuye en función de una serie de criterios entre los que no se encuentra, en contra de lo que parece por su denominación, los ingresos obtenidos en los respectivos territorios. El examen de su regulación y los resultados de su efectiva aplicación en los últimos años, permite ir esbozando una serie de propuestas de reforma que, con distinto alcance, modifican este instrumento financiero hacia fórmulas más ajustadas a las enseñanzas de la teoría del federalismo fiscal. A continuación se presenta un resumen de la conferencia. En primer lugar situamos a la PMIE tanto en el marco de las subvenciones a las haciendas subcentrales como dentro de los esquemas alternativos de nivelación. Posteriormente analizamos la idoneidad de las variables distributivas utilizadas clasificándolas en función de su atención a factores de necesidad, capacidad y esfuerzo fiscal. La Participación Municipal en los Ingresos del Estado(PMIE) en el marco de las subvenciones a las haciendas subcentrales. La PMIE puede ser caracterizada como una subvención general cuyo objetivo es garantizar la suficiencia de recursos municipales proporcionando un equilibrio entre necesidades de gasto y capacidades fiscales en una doble perspectiva: vertical y horizontal. La perspectiva vertical considera a las distintas esferas de la hacienda pública (central, regional y local) de forma conjunta y en ella han de adoptarse dos decisiones básicas: determinar la cuantía de la subvención general que permita el equilibrio en un momento determinado del tiempo y establecer los índices de evolución adecuados con el fin de mantener en el tiempo el mencionado equilibrio. Desde una perspectiva horizontal, es decir, entre las distintas unidades dentro de una determinada 2 esfera de gobierno (municipal, en nuestro caso), la idea general puede resumirse en alcanzar con unos esfuerzos similares unos niveles de prestación de servicios análogos con independencia de cuáles sean las capacidades fiscales. En este ámbito cobra especial interés la delimitación de los indicadores de necesidades, capacidades y esfuerzos municipales. Esquemas alternativos de nivelación. Dentro de los sistemas de subvenciones con objetivos explícitos de nivelación (verdaderos esquemas de nivelación), suele ser habitual distinguir aquellos que se basan en necesidades y capacidades relativas y los fundamentados en el esfuerzo fiscal. Su elección puede ser interpretada en términos de compromisos diferentes entre los principios de eficiencia, equidad y sencillez (Esquema 1). Una categoría diferente, a la que pertenece la PMIE, son los esquemas distributivos “ad hoc”, en los que no existe un objetivo explícito de nivelación. Con una pretensión más modesta, se limitan a dividir la subvención general en partes y distribuir cada una de ellas sobre le base de índices de necesidad, capacidad y esfuerzo. Los dos puntos anteriores y el conocimiento de la PMIE permite indicar una línea de reforma así como detectar algunas inconsistencias en su regulación actual. Una reforma radical consistiría en el establecimiento de subvenciones con un objetivo explícito de nivelación que está ausente en su actual diseño. De las dos opciones apuntadas, aquellas basadas en las capacidades y necesidades relativas presentan un compromiso razonable entre los principios que deben presidir un sistema de financiación descentralizado. En ese sentido, en términos de equidad consigue unos niveles de cobertura de las necesidades similares para un determinado esfuerzo y alcanza una destacada puntuación en los principios de eficiencia y sencillez. Un esquema de este tipo se sigue formalmente en el caso de las CCAA que goza, a diferencia de lo que sucede con el sistema de subvenciones generales a los municipios, de un sólido fundamento teórico. 3 Situados en la PMIE, se detectan algunas anomalías en su regulación que afectan directamente a una de las decisiones básicas anteriormente señaladas, la cuantía global de la subvención. Al margen de que su cálculo en términos teóricos deba realizarse en función de las necesidades (competencias) y capacidades (atribución de fuentes) relativas de cada esfera de gobierno y de que en la práctica acabe siendo el resultado de la negociación política, la existencia de atenciones especiales a determinados municipios y de mínimos garantizados resulta contradictoria con la filosofía de un fondo general. El resultado es, en ambos casos, la reducción del fondo general inicialmente acordado desvirtuándose, en consecuencia, la relevancia de los criterios distributivos que acaban no siendo aplicados íntegramente. En el periodo 1999-2003 se han establecido dos garantías de subvención mínima; una de carácter general, igual a la subvención recibida en el último año del quinquenio anterior (1998) y otra específica, para los municipios de menor población, calculada a partir de una definición sui generis de déficit para ese grupo de municipios con datos de 1995. La primera parece razonable y está en línea con lo que se viene acordando en el caso de la financiación autonómica. La segunda, carece de fundamento. Tampoco lo tenía el mínimo general existente en el pasado que garantizaba un determinado incremento sobre subvenciones recibidas en años anteriores. En relación con este último punto, la reforma debería seguir una doble dirección. Por una parte, delimitar objetivamente las razones que dan lugar a situaciones específicas (caracterizarlas) con el fin de que todos aquellos municipios que cumplan dichas condiciones tengan ese tratamiento y establecer el instrumento financiero adecuado para su atención, es decir, subvenciones específicas en vez de subvenciones generales con vocación niveladora. Por otra parte, eliminar los mínimos garantizados específicos innecesarios en la medida que la subvención cubra la diferencia entre necesidades y capacidades municipales correctamente calculadas. Por otra parte, el análisis de las subvenciones desde una perspectiva dinámica tiene un alcance muy distinto según se trate de subvenciones con objetivos explícitos de nivelación (formalmente, las establecidas en el caso de las CCAA como dijimos) o estemos, como sucede con la PMIE, ante un esquema distributivo “ad hoc”. En este último caso, carece de sentido plantearse en qué medida se mantiene a lo largo del 4 quinquenio el equilibrio entre necesidades de gasto y capacidades fiscales cuando ese no ha sido el objetivo en el diseño del esquema de subvenciones. Teniendo esa idea presente debe apoyarse, no obstante, una regla de evolución para las subvenciones. Con ello se introduce un automatismo en el sistema de financiación municipal que favorece su autonomía y su planificación financiera proporcionando además a sus ingresos una flexibilidad muy conveniente dadas las características de sus figuras impositivas. En cuanto a la elección del índice de evolución más apropiado, al margen de cuestiones secundarias, cualquier índice relacionado con los ingresos de la Hacienda central o con el producto de la economía puede ser válido. En este sentido, tanto el ITAE (índice general del anterior quinquenio) como el PIB (índice general del quinquenio actual), resultan adecuados. Desde esa posición carece de sentido seguir manteniendo el IPC como garantía de evolución mínima de las subvenciones. Análisis de los índices distributivos. Con independencia de la atención a situaciones especiales y a los mínimos garantizados, la subvención general (Q) se distribuye en función de los pesos e índices que aparecen a continuación para los dos últimos quinquenios: Quinquenio 1994-1998 Si = (0,70 IN1i + 0,05IN 2i + 0,25 IEFi ) Q Quinquenio 1999-2003 Si = (0,75 IN*1i + 0,025IN 2i + 0,14ICFi + 0,085 IEF*i ) Q Si es la subvención recibida por el municipio. IN son índices que pueden identificarse con necesidades; concretamente IN 1i se refiere a la población ponderada por coeficientes según el tamaño poblacional e IN 2i a las unidades escolares. IEFi es el índice de esfuerzo fiscal e ICFi es el índice de capacidad fiscal. El asterisco (*) expresa cambios en la definición de la variable distributiva. 5 Los comentarios que siguen se centran en la idoneidad de las variables distributivas utilizadas realizando, en su caso, diversas propuestas de reforma. Índices de necesidad La mayor parte de la subvención se distribuye según índices de necesidad. Su peso se ha incrementado ligeramente en el nuevo quinquenio (del 75% al 77,5%). El indicador básico de necesidad es la población ponderada por un coeficiente creciente con el tamaño poblacional al que se añade un segundo indicador, las unidades escolares, con un peso mucho menor. El indicador de población, en relación con el quinquenio anterior, gana importancia (del 70% al 75%), amplía el número de tramos (de cinco a siete) y modifica los coeficientes de ponderación. Las unidades escolares por su parte reducen su peso (del 5% al 2,5%) (Cuadro 1). Dado el número y la heterogeneidad de los municipios españoles parece apropiado que la población sea él único protagonista como indicador de necesidades; su representatividad espacial y competencial es indudable. A ello se añade la facilidad de su cálculo y la dificultad de manipulación. En ese sentido, la reducción del peso de las unidades escolares aunque va en la buena dirección se queda corta; su eliminación hubiera sido más acertada. En todo caso, la crítica fundamental debe dirigirse a los coeficientes que ponderan el tamaño de los municipios pues prima en exceso a aquellos más poblados. Su distribución niega la existencia de economías de escala, exagera los costes de congestión y no se ajusta a los tramos para los que la legislación exige mayores servicios. Como consecuencia de ello, frente a una estructura tipo para los municipios españoles, según la cuál aproximadamente el 70% proviene de la cuota de población, el 25% de la cuota de esfuerzo fiscal y el 5% de las unidades escolares (lo que no hace sino reflejar las ponderaciones establecidas en el quinquenio anterior, 1994-98), en el caso del último tramo (municipios con población superior a 500.000 habitantes) las proporciones resultantes son de 82,4%; 15,58% y 1,7% respectivamente. Mientras que los cambios, deberían dirigirse a aumentar los coeficientes de todos los tramos (manteniendo los cinco del anterior quinquenio) con la excepción del último (que habría 6 de reducirse) y del primero (que conservaría su valor), los últimos cambios van en la dirección contraria. (Cuadro 1) Índice de capacidad Del repaso de las variables distributivas utilizadas, sorprende la ausencia de un indicador de capacidad fiscal, uno de los dos pilares básicos en un esquema de subvenciones como el que analizamos. La sorpresa es aún mayor cuando se examina la variable capacidad fiscal introducida en el quinquenio actual para distribuir el 14% de la subvención general. Está mal definida ya que confunde capacidad con ejercicio de autonomía, incluye impuestos potestativos cuya evolución es errática y considera ingresos claramente dependientes de la forma de gestión de los servicios. Además, su procedimiento de cálculo, utilizando datos globales por estratos de población y su posterior reparto, en función de la población de cada municipio, es igualmente deficiente. Resulta relativamente sencillo definir y calcular un índice de capacidad fiscal a partir de las bases imponibles y cuotas básicas de los impuestos obligatorios (IBI, IAE e IVTM) por habitante y en relación con las medias nacionales. Lógicamente, teniendo en cuenta que dicho índice se suma en la fórmula distributiva, el propuesto debería ser el inverso de la capacidad fiscal. En esa dirección debería caminar la reforma. Un índice de este tipo aparece en el Cuadro 2. Índice de esfuerzo fiscal. Como ya pusimos de manifiesto, es posible diseñar esquemas con objetivos explícitos de nivelación basados en el esfuerzo fiscal. En esos casos, lógicamente la utilización de tal indicador es imprescindible. Creo, sin embargo, que las fórmulas basadas en capacidades fiscales, correctamente diseñadas, generan suficientes incentivos para el ejercicio de la autonomía. Conviene recordar que solo alcanzando el esfuerzo prefijado, que sirve para cuantificar la recaudación normativa, se consigue que la subvención recibida cumpla el objetivo de nivelación. La utilización de impuestos propios se ve además reforzada si, como sucede en la financiación municipal española, existe un conjunto de figuras cuya exigencia es obligatoria. 7 Mucho más discutible es su utilización en fórmulas sin un objetivo explícito de nivelación en las que ni siquiera existe una variable distributiva de capacidad fiscal como hemos visto que sucede con la PMIE. Por ello seríamos partidarios de eliminar el esfuerzo fiscal limitando las variables distributivas a aquellas de necesidad y capacidad. Desde una posición más conservadora, tratando de evitar cambios bruscos en el corto plazo, podría mantenerse el esfuerzo fiscal como variable distributiva aunque debería insistirse en su mejora en línea con los cambios producidos en el actual quinquenio. En efecto, la definición del esfuerzo en el pasado quinquenio, según se recoge en la fórmula adjunta, tenía un segundo componente (20%) que, a pesar de su denominación, era simplemente una aproximación a la capacidad fiscal relativa de los municipios. En la medida que la variable aparecía con signo positivo en la fórmula distributiva, premiaba con mayores subvenciones a los municipios relativamente ricos (tipos medios en el IRPF y bases de IBI por habitante superiores a la media del conjunto de municipios). Tal inconsistencia y algunas deficiencias adicionales dieron lugar a elevadas dispersiones en la financiación por habitante, especialmente en los pequeños municipios. En ese grupo, el peso del esfuerzo fiscal en la subvención oscilaba entre un máximo del 67% y un mínimo del 7% (con un coeficiente de variación del 22%). � Tm Bum � Rc0 �� EF = �� 0,8 + 0,2 Tn Bun Rpm ł Ł En el actual quinquenio el índice de esfuerzo es, con alguna ligera modificación, el primer componente (80%) del utilizado en el anterior y sí refleja la idea de esfuerzo en la medida que relaciona la recaudación máxima con la realmente obtenida para un conjunto de impuestos. En su concepción y cálculo existen, sin embargo, deficiencias que deberían ser superadas: pesos de cada figura “internos” y, en consecuencia, manipulables, presunciones de esfuerzo máximo en algunas figuras de las que no se dispone de datos, lo que sesga los resultados, etc. En definitiva, hacia el 8 perfeccionamiento de su definición y procedimiento de cálculo debería dirigirse la reforma eliminando la extraña exigencia de establecer límites específicos a sus posibles valores lo que viene a reflejar la desconfianza sobre los resultados que puedan obtenerse mediante ese índice. Esquema 1 Fórmulas distributivas basadas en las capacidades y necesidades relativas Ventajas • No produce distorsiones en el comportamiento de los municipios, al ser el precio impositivo igual a uno en todo caso; es decir, la transferencia recibida es independiente del tipo impositivo aplicado (Eficiencia). • No crean incertidumbre sobre la distribución del fondo y son fáciles de gestionar y administrar (Sencillez). Inconvenientes • Jurisdicciones que apliquen tipos impositivos iguales (pero distintos al estándar) no podrán conseguir niveles de cobertura iguales. (¿Equidad?) Fórmulas distributivas basadas en el esfuerzo fiscal Ventajas • Aseguran idénticos niveles de cobertura a todos aquellos municipios que realicen un nivel de esfuerzo fiscal similar (Equidad). Inconvenientes • Crea distorsiones en el comportamiento de los municipios al variar los precios impositivos a los que se enfrentan (No Eficiencia) • Introduce incertidumbres en el sistema (bien acerca de la cuantía total del fondo, bien sobre la transferencia que corresponde a cada jurisdicción) y resulta mas complejo de administrar y gestionar (No Sencillez). 9 Cuadro 1 Quinquenio 1994-1998 Grupo 1 2 3 4 5 Número de habitantes De más de 500.000 De 100.001 a 500.000 De 20.001 a 100.000 De 5.001 a 20.000 Que no exceda de 5.000 Coeficiente 2,85 1,50 1,30 1,15 1,00 Quinquenio 1999-2003 Número de habitantes De más de 500.000 De 100.001 a 500.000 De 50.001 a 100.000 De 20.001 a 50.000 De 10.001 a 20.000 De 5.001 a 10.000 Que no exceda de 5.000 Coeficiente 2,80 1,47 1,32 1,30 1,17 1,15 1,00 Propuesta. Grupo 1 2 3 4 5 Número de habitantes De más de 500.000 De 100.001 a 500.000 De 20.001 a 100.000 De 5.001 a 20.000 Que no exceda de 5.000 Coeficiente 2,85 1,50 1,30 1,15 1,00 Comparaciones. Coeficientes Número de habitantes 1994-98 Variación (%) 1999-2003 Propuesta 1999-2003/1994-98 Propuesta/1994-1998 De más de 500.000 2,85 2,80 2,75 -1,75 % -3,51% De 100.001 a 500.000 1,50 1,47 2,00 -2,00 % +33,33% De 50.001 a 100.000 1,30 1,32 1,50 +1,54 % +15,38% De 20.001 a 50.000 1,30 1,30 1,50 = +15,38% De 10.001 a 20.000 1,15 1,17 1,25 +1,74 % +8,7% De 5.001 a 10.000 1,15 1,15 1,25 = +8,7% Que no exceda de 5.000 1,00 1,00 1,00 = = 10 Cuadro 2: una propuesta de índice de capacidad fiscal � IBI IAEm IVTM m � ��. ICF = �� a. m + b . +g. IBI IAE IVTM i i i ł Ł donde: ICF, es la Inversa de la Capacidad Fiscal del municipio correspondiente. IBIm , es la Base Imponible media por habitante del Impuesto sobre Bienes Inmuebles en el conjunto de los municipios de régimen común. IBIi , es la Base Imponible media por habitante del Impuesto sobre Bienes Inmuebles en el municipio correspondiente. IAEm , es la cuota básica media por habitante del Impuesto sobre Actividades Económicas en el conjunto de los municipios de régimen común. IAEi , es la cuota básica media por habitante del Impuesto sobre Actividades Económicas en el municipio correspondiente. IVTMm , es la cuota básica media por habitante del Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica en el conjunto de los municipios de régimen común. IVTMi , es la cuota básica media por habitante del Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica en el municipio correspondiente. a, b y g, son respectivamente las proporciones que representan las recaudaciones del IBI, el IAE y el IVTM sobre el conjunto de la recaudación de impuestos obligatorios en el conjunto de los municipios de régimen común. 11