Población, tenencia de tierra, uso del suelo, y

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Población, tenencia de tierra, uso del suelo,
y deforestación en el
Parque Nacional Sierra de Lacandón1
David L. Carr
Department of Geography
University of California, Santa Barbara
Alisson F. Barbieri
Department of City and Regional Planning
UNC-Chapel Hill
Resumen
Desde los ochenta, se ha reducido dramáticamente la cobertura boscosa del segundo
parque nacional más grande de Guatemala: el Parque Nacional Sierra de Lacandón (PNSL).
Entre 1993 - 1998, la expansión agrícola y el crecimiento poblacional, fueron menores
entre las cooperativas agroforestales en el área de la ruta a Bethel (lado sur del parque),
que en las comunidades de tierras invadidas de la ruta a Naranjo (lado norte del parque).
Una extensa literatura ha debatido las causas de la deforestación en los trópicos y la
incidencia de la tenencia de tierra en la conservación de los bosques tropicales. Los datos
de este estudio sugieren que, a nivel regional, la tenencia segura brindada por comunidades
cooperativas agroforestales pudiera contribuir a un mayor grado de conservación -tanto
para frenar la inmigración como para contener la agricultura extensiva.
Palabras clave: población, medio ambiente, Guatemala, tenencia de tierra
Abstract
Since the 1980s the forest cover of Guatemala’s second largest national park, the
Sierra de Lacandón, has been dramatically reduced. Between 1993 and 1998 agricultural
expansion and population growth were less pronounced among the agro-forestry cooperatives in the Ruta a Bethel region (southern portion of the park) relative to the squatter
communities along the Ruta a Naranjo (northern region of the park). A large body of
literature has debated the causes of deforestation in the tropics and the affect of land
tenure on tropical forest conservation. The data in this study suggest that, at the regional
level, secure land titling among agro-forestry cooperative communities can contribute to
improved forest conservation, by slowing in-migration and by reducing agricultural
extensification.
Key words: population, environment, Guatemala, land tenure
Introducción
Ubicado en el corazón del bosque tropical más grande de Mesoamérica, en 1990 el
Parque Nacional Sierra de Lacandón (PNSL) se declaró una de las ocho zonas núcleo de
la Reserva de la Biósfera Maya (RBM) (Figura 1). Con 202,865 hectáreas, el PNSL es el
Parque con el segundo mayor área de zona núcleo en Guatemala. Por ser el área más
lluviosa (1800 mm/año) y de máximo relieve, el PNSL cuenta con la más rica y diversa
Journal of Latin American Geography 5(1), 2006
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Journal of Latin American Geography
Figura1. Guatemala y el Parque Nacional Sierra de Lacandón (SLNP)
flora y fauna de toda la RBM (The Nature Conservancy (TNC), 1997). Es más, el PNSL
desempeña un papel clave como el único corredor biológico entre el complejo de áreas
protegidas de Chiapas y las de Petén y Belice. La conectividad que aporta el PNSL es
significativa ya que la masa boscosa de este transnacional complejo ecológico, conocido
como la Selva Maya, alcanza una extensión de más de 250 mil kilómetros cuadrados,
conformando así el bosque tropical más extenso de América Central.
Esta gran selva se arraiga en suelos pobres para fines agrícolas. El PNSL no es una
excepción. Según el Instituto Geográfico Nacional, la mayor parte del PNSL se califica
como tierras no aptas para la agricultura (TNC, 1997). A pesar de una amplia variabilidad
a pequeñas escalas, estos suelos suelen conformarse por roca caliza de pobre drenaje y
poca profundidad.
La historia política de la pérdida de bosques en el PNSL viene de los 1960 y 1970
cuando el gobierno promulgó leyes que, efectivamente, alentaron a campesinos y grandes
ganaderos a convertir en campos agrícolas a los bosques de Petén. En 1971 se proclamó
Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón
99
El Decreto #38-71 “El Uso, Tenencia, y Adjudicación de la Tierra de Petén”, que adjudicó
parcelas de hasta 675 hectáreas (con una adjudicación mínima de 45 hectáreas). Con una
aumentada preocupación entre los países occidentales sobre la devastación de los bosques
tropicales, en 1989 se creó el CONAP (Consejo Nacional de Areas Protegidas) y EE.UU
y otros países donadores comenzaron a subvencionar proyectos de conservación ambiental
en Petén. En 1990 se estableció la Reserva de la Biósfera Maya (RBM) con una extensión
de 2, 113 km.2, abarcando casi 60% del territorio de Petén y 20% del territorio nacional.
El Parque Nacional Sierra de Lacandón se formó como zona núcleo de la RBM.
No obstante su importancia ecológica, su designación como parque nacional, y sus
suelos poco aptos para la agricultura, desde que se terminó la carretera de tierra entre El
Naranjo y la capital departamental, Flores, en 1982, los bosques en una franja de 5
kilómetros a cada lado de la carretera han sido casi completamente exterminados (Sader
et al., 1994) (Figura 2). Una causa fundamental de esta rauda deforestación ha sido la
llegada de campesinos impelidos a la migración debido a la falta de tierra disponible y
empleo en otras regiones del país, y atraídos por la visión de conseguir tierra en las nuevas
fronteras agrícolas de Petén. La realidad socio-política y ambiental de las áreas de origen
ha dado lugar a un alto nivel de migración no solo a Petén sino a la ciudad de Guatemala
y a los EE.UU. Durante el periodo de más alta inmigración al PNSL Guatemala vivía una
aguda etapa de violencia dentro de su prolongada guerra civil que terminó oficialmente en
1996. Estos patrones han sido estudiados por Schwartz (1990), Valenzuela de Pisano
(1996) y Lovell (2000). Carr (2002a) encuentra que los migrantes a las fronteras de Petén
representan los más marginados de todos los grupos migratorios. Solían venir del sureste
del país y de la costa pacífica. La mayoría no huyó de la violencia política que despobló
gran parte del altiplano (de hecho, para muchos hubo más violencia en Petén que en sus
áreas de origen). No obstante la importancia del prerrequisito a la deforestación, la
migración, la segunda causa de la deforestación en el PNSL ha sido el uso del suelo de los
migrantes, 94% de los cuales se dedican a la agricultura, caracterizada por el cultivo de
maíz bajo el sistema de roza-tumba y quema con un promedio de dos años de cultivos por
seis años de descanso.
Sin embargo, no todas las comunidades han incidido el medio ambiente del Parque
de igual forma. Cuatro de las cinco comunidades, con incidencia en la cobertura boscosa
del Parque por la ruta a Bethel (lado sur del PNSL), tienen regímenes estables de tierra.
Estas comunidades se formaron como cooperativas agrícolas en los años sesenta y setenta
(menos La Unión Maya Itzá, establecida en 1995), antes de la construcción de la ruta a
Naranjo, a mediados de los ochenta que trajo consigo una colonización espontánea por el
lado noreste del Parque.
Durante la segunda mitad de los noventa hubo poca inmigración y expansión
agrícola en el área de Bethel, mientras que hubo un gran incremento de población y
deforestación en las 23 comunidades por el área de la ruta a Naranjo (lado norte del
PNSL). En las comunidades más recientemente establecidas por la ruta a Naranjo, casi
todos los campesinos tienen “agarradas” (término usado en Guatemala para describir
tierras adquiridas y ocupadas ilegalmente), la mayoría de ellas adentro del PNSL.2
Está claro que una razón por estas diferencias recae en la relativa disponibilidad de
tierra por la ruta a Naranjo durante la década anterior. Sin embargo, este estudio halla que
los cooperativistas por la ruta a Bethel mantienen reservas de bosque comunitario y
mantuvieron más o menos estable su área agrícola, y proyectaban mantenerla estable en el
futuro (Figura 2). Por lo contrario, los campesinos con agarradas por la ruta a Bethel
expandieron rápidamente su área agrícola durante los finales de los noventa y planeaban
seguir talando el bosque hasta reducir súbitamente o eliminar por completo sus reservas
boscosas. En cuanto al crecimiento de la población, otra vez, hay que reconocer que las
100
Journal of Latin American Geography
cooperativas se establecieron anteriormente a las comunidades de la ruta a Naranjo y por
lo tanto ya habían cumplido su inicial fase de crecimiento. Sin embargo, durante el periodo
del estudio (1993-1998) la inmigración entre las cooperativas fue casi inexistente, cosa
que no se puede decir sobre ninguna comunidad naranjera aunque la mayoría ya no
contaban con más tierra disponible ya para mediados de los noventa. Por último, el
crecimiento natural del área de Bethel también fue menor ya que el tamaño ideal de la
familia y la fertilidad fueron menores entre los cooperativistas. ¿Será que diferencias
entre las dos regiones sugieren que el compartimiento de tierra en forma de cooperativa
segura puede contribuir a un menor grado de conservación de los bosques dentro de las
parcelas de los pequeños agricultores en las fronteras agrícolas de los trópicos—tanto por
frenar el crecimiento poblacional como por contener la expansión agrícola? Este trabajo
examina esta hipótesis.
Consideraciones teóricas
Las consecuencias perjudiciales de la deforestación en los trópicos son múltiples.
La eliminación de los bosques en las latitudes tropicales ha ocasionado la erosión de
suelos, la sedimentación de redes fluviales y la perturbación de ciclos de nutrientes que
empobrece la capacidad regenerativa de los bosques y los suelos agrícolas (Weischet y
Figura 2. Las comunidades y carreteras del Parque Nacional Sierra
de Lacandón (SLNP)
Caviedes, 1993). La deforestación también amenaza con exacerbar la desertificación,
contribuir a un calentamiento global (Adger and Brown, 1995) y extinguir a miles de
especies de flora y fauna (Myers, 1988)—lastimando irreparablemente el banco genético
mundial (Wilson, 1992).
Existe una extensa literatura que revela la variabilidad de las causas de la
deforestación en los trópicos. Entre algunos factores se incluyen: la integración económica
(Garland Bedoya, 1991; Pichón, 1997); los procesos demográficos a múltiples escalas
(Carr, 2002b, 2004a); las estructuras políticas y económicas a nivel nacional e internacional
(Hecht 1985; Stonich, 1989; Carr, 2004b); la migración interna (Moran, 1985; Lisansky,
1990; Schwartz, 1995) y la tenencia territorial (Kaimowitz, 1996; Clark, 1996; Alcorn y
Toledo, 1998).
Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón
101
Algunos autores aseveran que una estable tenencia territorial permite al propietario
pensar en la sustentabilidad a largo plazo de su parcela, y por ende, alienta una intensificación
agrícola y un manejo más sostenible. Deacon (1999), a través de una investigación
detallada de documentos históricos, halló que a lo largo de la historia del mundo, las
inversiones en la conservación de bosques han sido mayores en áreas con título de propiedad
legal. Feder et al. (1988) documentaron en Tailandia, que los campesinos con títulos de
propiedad tenían más probabilidad de conservar su suelo, parcialmente debido al hecho de
que cuentan con acceso a crédito bancario y, por lo tanto, con los medios para invertir en
una producción más frúctifera y sostenible.
Por otro lado, algunos aseveran que la tenencia en si misma no es un factor
clave en el manejo de la tierra de los campesinos. Barbier (1990) indica que en Java la
calidad del suelo, las tasas de préstamos bancarios y la disponibilidad de empleo fuera de
la finca, pesan son los que pesan más en las decisiones de los minifundistas sobre las
inversiones en su parcela. Similarmente, Anderson y Thampapillai (1990) sostienen que
otros factores—entre ellos el nivel económico del campesino, su nivel de educación y su
acceso a los programas de extensión—inciden, más que la forma de tenencia territorial, en
el manejo sustentable de la agricultura.
En el caso de Petén, Kaimowitz (1996), Katz (2000), Schwartz (1995), Grunberg
(2000), y Clark (2000) han señalado la falta de títulos de propiedad legales como uno de
los principales escollos en la conservación y el desarrollo agrícola. Lo que no consideraron
suficientemente, fue el papel del título de propiedad como incentivo en los campesinos
para invertir en la adopción de ganado y en la expansión de pasto (Carr, 2004c). No
obstante, la relativa conservación del bosque que se observaba por la ruta a Bethel, a
comparación de otras áreas agrícolas en Petén, parece favorecer el argumento que la
tenencia segura, aunque en forma de cooperativa, ayuda a conservar el bosque. Tal
hipótesis parece haber sido un motivo de varias ONGs, con financiamiento de Europa y
los EE.UU., para promover la legalización de las tierras agarradas por los campesinos en
la ruta a Naranjo (Carr, 1999).
Metodología
Entre enero y junio de 1998, líderes comunitarios (por ejemplo alcaldes auxiliares
y presidentes de comités de pro-mejoramiento) fueron entrevistados en cada una de las
veintiocho comunidades en el área de influencia del PNSL (Figura 2).3 También se
recabaron datos de 279 jefes de hogar y 220 mujeres (la mayoría de ellas parejas de los jefes
de hogar entrevistados) seleccionados aleatoriamente dentro de nueve comunidades que
fueron escogidas con una muestra de estratificación geográfica aleatoria. Las nueve
comunidades de las encuestas de hogar incluyen tres en el área de la ruta a Bethel (La
Unión Maya Itzá, Retalteco, y La Lucha) y seis por la ruta a Naranjo (Km. 75, Km. 107,
Poza Azul, Nueva Jerusalén II, Manantial, Lagunitas). Las encuestas con jefes de hogar y
las entrevistas con líderes comunitarios incluyeron preguntas sobre el uso del suelo, la
inmigración y la fertilidad en referencia a 1993 y 1998 (Carr, 2003). Las siguientes
secciones reportan algunos datos recabados en tales entrevistas.
Inmigración y crecimiento poblacional
Si las tendencias actuales sirven como un indicador del futuro crecimiento
demográfico, las comunidades de la ruta a El Naranjo crecerán más que las
comunidades por la ruta a Bethel, no solo debido a una mayor tasa de inmigración sino
también por un mayor crecimiento natural. La población de las cinco comunidades del
área de influencia del PNSL por la ruta a Bethel creció 94% entre 1993 a 1998, de
1,739 a 3,377 a personas.4 Pero si se excluye la anomalía de la llegada planificada de
102
Journal of Latin American Geography
225 familias de retornados a La Unión Maya Itzá en 1995, el crecimiento demográfico
de esta región alcanza el 30%, considerablemente por debajo del crecimiento de 65%
de las comunidades de la ruta a Naranjo de 10,067 a 16,649 personas.5 En total, la
población de las comunidades en el área de influencia del Parque ha llegado
aproximadamente a 20,401 personas con una población proyectada para el año 2008
de 65,673 (Cuadro 1). El crecimiento demográfico de las comunidades en el estudio
ha llegado a tal punto que la densidad poblacional (Cuadro 2), a nivel de comunidad de
ambas regiones, ya supera lo que muchos campesinos consideran la capacidad de carga
del área—45 hectáreas (una caballería) por familia de seis personas.6
Communidad
Año de Fundación
Extensión estimada
Porcentaje
(Ha.)
estimado de la
extensión territorial
dentro del PNSL
Ruta a Bethel
Bethel
El Esfuerzo
La Lucha
Retalteco
La Unión Maya Itzá
1968
1970
1976
1979
1995
4230
3375
3915
5400
5940
0.18
0.46
1.00
1.00
0.82
Ruta a Naranjo
El Ceibo
Poza del Macho
Las Ruinas
Km. 107
Lagunitas
El Esqueleto
Cruce a los Esclavos
Km. 86
Las Victorias
El Repasto
Km. 75
Km. 101
San Juan Villa Nueva
Manantial
Km. 96
Km.91
Nueva Jerusalén II
Villa Hermosa
Nueva Canaan
Poza Azul
Manantialito
Km. 114
Tierra Linda Zapotal
1968
1973
1975
1978
1978
1980
1980
1981
1982
1982
1984
1985
1986
1986
1987
1987
1988
1988
1989
1990
1990
1991
1993
675
6930
9180
7380
13500
2475
1350
3150
2475
2700
990
5625
4500
2250
1440
2700
6840
2700
540
1935
1980
720
1800
0.33
0.78
0.93
0.61
0.01
0.64
0.57
0.36
1.00
1.00
1.00
0.80
1.00
0.30
0.65
0.25
1.00
1.00
0.50
1.00
1.00
0.06
1.00
106,695
0.68
Total/promedio
Cuadro 1.
Población
Estimada
1998
Densidad
Estimada
1998
Población
proyectada
2008
Densidad
proyectada
2008
Tasa de crecimiento anual (1)
La Unión Maya Itzá
Retalteco
La Lucha
Bethel
El Esfuerzo
1113
881
277
431
738
6.8
8.4
3.2
4.6
9.8
1113
770
351
588
5090
6.4
-4.0
6.2
67.8
--0.03
0.13
0.17
1.63
Total Ruta a Bethel
3377
6.6
7913
23.4
0.94
Ruta a Bethel
Cuadro 2.
(1) Las proyecciones se hicieron aplicando la tasa de crecimiento de 1993 al periodo de 1998 a 2008 usando datos de entrevistas
Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón
Comunidad
103
104
Journal of Latin American Geography
La Inmigración
“Quisimos quedarnos en Huehuetenango. Pero con tantos hermanos ya no había suficiente
tierra allá.”
-Joven jefe de hogar Quiché recién llegado al PNSL
La inmigración fue responsable de aproximadamente el 40% del crecimiento
demográfico total de 65% en las comunidades de la ruta a Naranjo entre 1993 y 1998. En
cambio, en las tres comunidades con estables regímenes de tierra a nivel de comunidad
desde antes de 1993, Retalteco, Bethel, y La Lucha, a pesar de un crecimiento natural
positivo, las primeras dos se mantuvieron con poblaciones casi estables mientras Bethel
solo se registró un crecimiento total de 18% durante el mismo periodo. La mayoría de los
jefes de hogar nacieron en otros departamentos y migraron a Petén. El departamento de
nacimiento de los colonos más representado es Izabal (16%), seguido por El Quiché
(10%)7, el mismo Petén (8%) y Alta Verapaz (6%). La desigual distribución de tierra, la
falta de empleo, la expansión ganadera y la fragmentación de parcelas, por el crecimiento
natural, son algunos de los factores que contribuyeron a la emigración de campesinos
hacia Petén durante las últimas décadas (Schwartz, 1995; Valenzuela de Pisano, 1996).
La mayoría de los entrevistados reportaron que vinieron al área por que disponía
de más o mejor tierra que en sus lugares de origen. Otros reportaron venir al área por la
posibilidad de conseguir tierra propia o para estar con parientes. La familia típica en el
estudio trabajaba en el campo agrícola en fincas y arrendaba parcelas pequeñas en otra
parte del país o en el sur de Petén antes de llegar al Parque. Entre los jefes de hogar que
trabajaban en la agricultura antes de migrar (sea con parcela propia, arrendando, o a
medias), el área promedio de tierra trabajada era de menos de dos hectáreas, sumamente
lejos de la caballería (45 has.) con que muchos soñaban conseguir en Petén.
Fertilidad
“Ud. Puede ver con sus propios ojos que todas las mujeres están embarazadas. Es triste.
Seguimos creciendo pero la tierra no se estira.”
- Agricultor de la Ruta a Naranjo
No obstante la importancia de la migración, interesaba también conocer la
proporción del crecimiento poblacional que se podía atribuir a las tasas de fertilidad que
a la larga promete tener más impacto demográfico que la migración, ya que las tierras
disponibles son cada vez más escasas y ,por ende, se presupone que el crecimiento se
deberá cada año más al crecimiento natural de los pobladores. Las parejas entrevistadas
sobre la ruta a Bethel tienen un promedio de 2.86 hijos, valor mucho menor que el de las
parejas encuestadas sobre la ruta a El Naranjo (5.03). Parte de esa diferencia se explica
por las diferencias en la edad promedio entre las parejas entrevistadas en las dos regiones
(37.1 para los hombres y 28.9 para las mujeres para la ruta a Bethel comparado con 40.7
y 33.5 sobre la ruta a El Naranjo). Otra diferencia entre las dos regiones es la edad
promedio de las mujeres cuando tienen su primer parto.8 Sin embargo, si la edad promedio
de las mujeres encuestadas de la ruta a Bethel fuese igual a la de la ruta a El Naranjo, la
cantidad de hijos se elevaría a 4.15 hijos por mujer, todavía casi un hijo por debajo del
promedio de las mujeres de la ruta a El Naranjo. Es de notar que la tasa de fertilidad de
ambas regiones, superaría los siete hijos por mujer si se proyectara la fertilidad de las
mujeres sobre su periodo reproductivo, superando así la tasa de fertilidad promedio en
áreas rurales tanto en Guatemala como en Petén.
Sólo el 31% de los respondientes en las comunidades del área de Bethel y el 23%
de los jefes de hogar entre las comunidades de la ruta a Naranjo reportaron hacer algo para
Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón
105
evitar embarazos. La predisposición de usar anticonceptivos fue inclusive más divergente
entre las dos regiones. En respuesta a la pregunta, “Si los condones fueran gratis, Ud. los
usaría?” 65% de los jefes de hogar de la región de Bethel contestó “sí” a comparación de
tan solo 39% de los entrevistados por la Ruta a El Naranjo.
La cantidad deseada de hijos en ambas regiones es consistente con estos datos. Por
ejemplo, cuando se les preguntó “Imagínese que Ud. tuviera la misma edad ahora que
cuando se casó (o se unió), si empezara de nuevo la familia, cuántos hijos (varones y
hembras) le gustaría tener?”, el promedio por la Ruta a Bethel fue de 2.60 a comparación
de 3.28 para los jefes de hogar entre las comunidades de la ruta a El Naranjo.9 Las personas
que tienen que invertir más trabajo en criar los hijos, las mujeres, reportaron desear menos
hijos que los hombres con un promedio de 2.49 hijos deseados en las comunidades de
Bethel y 2.74 para las mujeres de la ruta a El Naranjo.
Usos del Suelo y Cambios en la Cobertura Boscosa
“Como campesino que necesita tierra para sobrevivir, voy a descombrar el bosque. Es
una lástima pero un campesino tiene que hacerlo. No puedo trabajar en una oficina, no
estudié ni el primer grado. No puedo cultivar otras cosechas; los camioneros solo
compran puro maíz.”
-Agricultor Q’eqchi de la ruta a Bethel
Desde la oleada de colonos de otras regiones del país empezaba a llegar al área, hace
aproximadamente quince años, la breve historia agrícola de las comunidades del PNSL ha
sido la de un casi monocultivismo expansivo de maíz. Menos del 13% de los campesinos
en el muestreo reportó tener por lo menos una hectárea dedicada enteramente a otro
cultivo además del maíz. Con respecto a otros usos de la tierra, la adopción de ganado y
la introducción de pasto ha sido mínima en ambas áreas hasta la fecha. Solo el 16% de los
encuestados tienen pasto (y estos suelen tener solo algunas hectáreas aunque existen casos
de campesinos con hasta cuarenta hectáreas de pasto). Sin embargo, la mayoría sueña con
desarrollar una producción ganadera en sus fincas, especialmente por la ruta a Naranjo
(Cuadro 3).
Naranjo 1993
Naranjo 1998
Naranjo 2008
Bosque
20.6
20.0
15.8
Bethel 1993
Bethel 1998
Bethel 2008
19.7
18.4
15.4
Descanso
5.2
8.0
8.3
Pasto
0.5
0.9
7.5
Maíz
4.5
5.6
12.2
2.3
3.8
3.9
0.7
2.2
4.3
2.4
2.9
5.3
Cuadro 3. Promedio de hectáreas en los cuatro usos de la tierra de 279 jefes de hogares en
el PNSL, y el deseo de los jefes de hogar en cuanto al uso de tierra en 2008.
El cultivo del maíz ha sido más expansivo en la ruta a Naranjo. El promedio de
hectáreas de maíz por familia es de 2.9 hectáreas para la ruta a Bethel (e incrementó media
hectárea entre 1993 a 1998) y de 5.6 hectáreas para la ruta a El Naranjo (e incrementó una
hectárea entre 1993 a 1998) (Cuadro 3). Una vez terminado el cultivo sucesivo a lo largo
de (típicamente) dos años, cuando los rendimientos por superficie sembrada comienzan a
declinar, el campesino deja de cultivarla y ésta es invadida por rastrojo. A esta parcela en
106
Journal of Latin American Geography
descanso se le llama guamil. La diferencia entre la cantidad de tierra en guamil entre las dos
regiones también implica un uso más extensivo entre las comunidades por la ruta a
Naranjo. Estas comunidades mantienen como promedio 8.0 hectáreas de su parcela en
guamil a comparación con las 3.8 hectáreas entre las comunidades por la ruta a Bethel.
Esta diferencia es especialmente pronunciada cuando se toma en cuenta de que la
colonización de la ruta a Naranjo es más reciente y, por lo tanto, la proporción de
campesinos que no tienen guamil, por no haber iniciado su rotación agrícola, es mayor que
en la ruta a Bethel.
La cantidad de tierra en bosque de las comunidades es similar entre las dos regiones
con 19.9 hectáreas por la ruta a Naranjo y 18.4 hectáreas por la ruta a Bethel. Sin
embargo, la diferencia en el tamaño promedio de las parcelas, 34.4 hectáreas por la ruta a
Naranjo y 27.3 hectáreas por la ruta a Bethel, hace que el porcentaje de las parcelas en
bosque sea superior entre las comunidades por la ruta a Bethel (67%) que por la ruta a
Naranjo (58%).
Es importante notar que los regímenes de tenencia de la tierra y los usos del suelo,
difieren entre las cuatro cooperativas por la ruta a Bethel. Sin embargo, se podría afirmar
que en cada una de las tres, la tenencia territorial segura y comunitaria ha jugado un papel
en mantener una mayor cobertura boscosa. En el caso de la Unión Maya Itzá, cada hogar
cuenta con dos hectáreas de tierra agrícola mientras que la gran proporción de la comunidad
se guarda en concesión forestal por cosechar madera. También por motivos de concesión
forestal, los cooperativistas de La Lucha mantienen un promedio de 75% de cobertura
boscosa en sus parcelas ya que las reglas de la cooperativa exigen que por lo menos la mitad
de las parcelas se mantengan en bosque, reglamento promovido por el Ministerio de
Agricultura de Guatemala a través de su ONG afiliada, Centro Maya. Los fundadores de
Retalteco establecieron parcelas particulares de una caballería a finales de los setentas.
Con títulos de propiedad legalmente reconocidos en las parcelas particulares en Retalteco
los colonos llegados en los ochenta y noventa no pudieron agarrar tierra en su comunidad.
Pero sin una organización territorial que protegiera el bosque más allá de Retalteco, los
migrantes más recientes invadieron y talaron tierra adentro del Parque por el lado norte de
la comunidad. Es importante hacer hincapié en que las diferencias en el uso del suelo
entre las comunidades en el estudio no se deben inherentemente a la presencia o ausencia
de una tenencia territorial legal, sino a la organización comunitaria incidida por la estructura
territorial de una cooperativa agro-forestal.
Si la forma de tenencia incide en las decisiones sobre el uso del suelo de los
campesinos, los deseos de los campesinos sobre el futuro uso del suelo podrían resaltar la
influencia de la tenencia en influir decisiones sobre el manejo de la tierra. Consistente con
la diferencia histórica entre ambas regiones en el uso del suelo, la expansión agrícola entre
las comunidades por la ruta a Naranjo se prefigura ser mayor y más rápida que entre las
comunidades por la ruta a Bethel. Para las comunidades de la ruta a Bethel, la extensión
deseada de milpa crecería de 2.9 hectáreas (1998) a 5.9 hectáreas en el 2008. Al mismo
tiempo, estas cifras aumentan de 5.6 hectáreas a 12.2 hectáreas por la ruta a Naranjo
(Cuadro 3). Puesto que las tierras dentro de las comunidades de ambas regiones están
totalmente ocupadas, y los entrevistados reportaron no querer disminuir significativamente
su reserva de bosque (de 20.0 a 15.8 has. para la ruta a El Naranjo y de 18.4 a 15.4 has.
para la ruta a Bethel), el cumplimiento de esta expansión deseada sugeriría la necesidad de
extender la actual frontera agrícola para abarcar una mayor área del parque nacional.
Si la tenencia territorial segura, junto con ayuda técnica, acceso a mercados, pudiera
asentar los cimientos de una intensificación agrícola en el PNSL, tal vez se podría evitar
algunas de las potenciales desventajas de un expansivo monocultivismo del maíz. La
expansión del maíz podría resultar en un empeoramiento de los dos principales problemas
Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón
107
asociados con la agricultura en el área según los entrevistados: las plagas y la falta de lluvia.
A medida de que se expande el monocultivismo del maíz, las plagas que se adaptan a la
nueva fuente de energía en el ecosistema alterado, en este caso el maíz, se multiplican,
requiriendo un incremento en los pesticidas, lo que a su vez acarrea un costo significativo
para el campesino. Otro problema mencionado por muchos de los campesinos, la calidad
del suelo, también se empeora a medida de que los campos agrícolas van perdiendo
nutrientes (o “energía” como observan los campesinos del PNSL) con cada cosecha.
Sumándose a los problemas ecológicos, está también el trastorno económico de la
oferta y demanda del maíz en la región. La demanda para el maíz cae por la creciente
oferta en el área por la expansión de la frontera agrícola fomentada tanto por la llegada de
nuevos colonos como por la expansión de las parcelas existentes. Como consecuencia, los
productores se ven obligados a cultivar más maíz para compensar la caída en la demanda.
Tomando en cuenta los costos de producción y el precio de venta, la mayoría de los
agricultores del área ganan menos de 2,000 quetzales anuales (menos de $400 dólares) por
medio del cultivo de maíz. Un campesino remarcó “Con una ganancia de menos de
Q500.00 por manzana (0.7 de una hectárea) en maíz, se necesita sembrar mucho maíz
para sobrevivir.” Además, el acceso a mercados que demandan una diversificación de
cultivos no es económicamente factible para la gran mayoría de los habitantes de la región.
Sin la capacidad de llevar sus propios productos a los mercados, los campesinos se quejan
de que los compradores de productos agrícolas en el área, apoyan el monocultivismo al
limitarse a la compra de maíz.
Sin otras opciones viables, para aumentar su producción de maíz, los campesinos
queman la biomasa de la selva para convertirla en fertilizantes. Este abono natural da
nutrientes a la milpa por tres o cuatro años. Después de este período, la producción de la
tierra se desploma y los campesinos tienen que abonar su tierra (significando otro gasto)
o abandonarla y talar y quemar más bosque. Esta segunda opción es común en el PNSL
ya que muchos campesinos cuentan con suficiente tierra para continuar con un extensivo
uso de la tierra y faltan recursos económicos y capacitación técnica para invertir en
fertilizantes, herbicidas y pesticidas.
Conclusión
Entre 1993 y 1998, la expansión agrícola y el crecimiento poblacional fueron
menores entre las comunidades con cooperativas de tierra en el área de la ruta a Bethel que
por las comunidades de la ruta a Naranjo. Esto apoya los hallazgos de varios autores sobre
el beneficio de la tenencia segura en la conservación de la tierra y reitera la observación de
Kaimowitz (1996) y Clark (2000) que en Petén, la falta de tenencia territorial ha estorbado
la conservación y el desarrollo agrícola. Cuestiona la aplicación en este contexto del
argumento de Barbier (1990) que la calidad del suelo, y la disponibilidad de empleo fuera
de la finca pesan más en las decisiones de los minifundistas sobre las inversiones en su
parcela pues en el área de influencia del PNSL la calidad del suelo y la disponibilidad de
empleo fuera de las parcelas, no es notablemente diferente entre las dos regiones. En
cuanto a la observación de Barbier (1990) y Anderson y Thampapilla (1990) que el acceso
a crédito, el nivel económico del campesino, su nivel de educación y su acceso a los
programas de extensión inciden más que la tenencia en el grado de manejo sustentable de
la agricultura, es importante reconocer que la tenencia legal incide en la variabilidad de
estos factores. En el PNSL, partiendo del hecho de que no existe una gran variabilidad
socio-económica en el área, los que gozan de una parcela legalmente reconocida tienen
más posibilidades de tener acceso a ayuda técnica y financiera de bancos y organizaciones
no gubernamentales. Además, las comunidades sin tierra legalmente reconocida por el
gobierno dentro del Parque, no tienen derecho de recibir ayuda del Ministerio de Educación
108
Journal of Latin American Geography
con fondos para construir una escuela y para contratar maestros.
Sin embargo, es importante reconocer que la tenencia territorial en sí no determina
el manejo de la tierra sino que provee una estructura que permite o prohíbe, fomenta o
desalienta ciertos usos del suelo. El título permite el campesino a pensar en la fertilidad
de su suelo a largo plazo. El título también abre el acceso a crédito bancario para invertir
en la productividad de la parcela a través del manejo intensivo. Sin embargo, como la
tenencia sólo provee las condiciones propicias para la adopción de técnicas de manejo
sostenible, para que estas técnicas se implementen, se necesita una buena capacitación en
técnicas intensivas como el uso de abono de fríjol. Agencias extensionistas como CARE
y Centro Maya han jugado papeles claves en la difusión del abono de fríjol y en la
capacitación de otras técnicas intensivas en la región. También hay que evitar que se
aproveche del título de propiedad para conseguir préstamos bancarios para invertir en
ganado, proceso que ha significado que los campesinos con propiedad privada por la ruta
a Naranjo deforestan más que sus vecinos con agarradas (Carr, 2005). Sin embargo, faltan
fondos para brindar adecuadamente un servicio de capacitación a todos los jefes de hogar
en el área. El uso del abono de fríjol puede duplicar la producción de maíz y reducir
dramáticamente la cantidad de tierra descombrada a lo largo de la evolución del ciclo
agrícola (Mausolff and Ferber, 1995). Actualmente, la mayoría de los campesinos está
empezando usar algún insumo (sea abono de fríjol, pesticidas u otro) y existe un gran
interés en aumentar la producción de maíz con abono de fríjol.
Sin embargo, ¿qué vínculo existe entre la tenencia legal y el crecimiento poblacional?
La principal amenaza demográfica en la región a corto plazo es la inmigración. Más del
60% del crecimiento demográfico del PNSL (de 1993 a 1998) se debió a la inmigración.
La mayoría de los recién llegados vino en busca de más y mejores tierras. Sin que se trate
de aliviar el crecimiento demográfico, la desigual distribución de tierras y la falta de
alternativas económicas en otras regiones del país, la demanda por tierra seguirá en
aumento y seguirán las amenazas sobre áreas boscosas como el PNSL.
Si bien el establecer una tenencia territorial segura en una frontera agrícola no va
a cambiar los empujes migratorios en las áreas de origen de los migrantes, podría desalentar
su jalón. Por ejemplo, en La Unión Maya Itzá y La Lucha, reglamentos internos restringen
el área agrícola y mantiene la mayoría de ambas comunidades en bosque para sus concesiones
forestales. Con un número fijo de cooperativistas y mayores ganancias generadas de su
área boscosa con un aprovechamiento maderero que con el cultivo de maíz, difícilmente
llegarán colonos a ocupar tierra boscosa en estas comunidades. Por otro lado, la mayoría
de los jefes de hogar sin propiedad privada en Retalteco agarraron parcelas dentro del
parque más allá del polígono de los parcelistas. La falta de usos económicos del bosque en
esa área, a diferencia de los bosques dentro de la Unión Maya Itzá, permitió la invasión de
esas tierras.
La tenencia segura también puede atenuar el crecimiento poblacional al reducir la
cantidad de hijos deseados de las familias, ya que es preferible heredar una parcela entre
pocos hijos que fragmentarla en pedacitos entre muchos. La cantidad de hijos deseados de
las parejas en el estudio, menos de tres, indica que existe una fuerte demanda latente para
la planificación familiar. Sin embargo, sin un adecuado acceso a centros de salud y
métodos anticonceptivos un bajo número deseado de hijos, seguirá siendo un deseo y no
una realidad.
Desde 1998 el ritmo de expansión agrícola se ha detenido levemente. Más estudios
son necesarios para determinar hasta qué punto se debe a cambios en el sistema de
tenencia territorial en el parque. Sin embargo, se espera que estos conocimientos sirvan al
Plan Maestro del Parque que se planifica para 2004. El futuro del Parque es incierto. A
medida de que va creciendo la población del área, los campesinos podrían reaccionar de
Población, uso del suelo y deforestación: Sierra de Lacandón
109
varias formas. Estas reacciones podrían tener una gama de consecuencias, incluyendo: la
expansión de la frontera agrícola a áreas actualmente vacías de campos agrícolas, una
intensificación agrícola, una reducción en la fertilidad, la emigración a otras fronteras
boscosas (¿a dónde?) y la emigración a la ciudad o al exterior. En fin, este estudio apoya
la noción de que la forma de tenencia territorial puede desempeñar un papel en limitar la
expansión demográfica y agrícola. Sin embargo, no resuelve la problemática de las
condiciones en las áreas de origen de los campesinos que generaron su llegada al PNSL en
primer lugar, ni el aislamiento económico que tiene a las familias campesinas encerradas
en un ciclo vicioso de producción extensiva de maíz.
Notas
1
Los datos de este estudio vienen de Carr (1999). Quisieramos agradecer el Social
Science Research Council, la Fundación Mellon, el Institute of Latin American Studies
de la Universidad de Carolina del Norte, the Carolina Population Center, the Social
Science Research Council, El Proyecto Mayarema-USAID y the Nature Conservancy
por financiar la recolección y análisis de los datos presentados en este estudio. Agradezco
también a los colegas anónimos quienes revisaron una versión previa de este manuscrito.
2
Algunos campesinos en esta área fuera de la zona núcleo del parque tienen parcelas
reconocidas legalmente o en vías de legalización con su parcela medida y los papeles de
solicitud entregados al Instituto Nacional de Transformación Agraria (INTA).
3
Datos de Grunberg (1998) y funcionarios de TNC ayudaron en determinar esta cifra.
Entrevistas en el campo la corroboraron. Entrevistas informales con personas claves y
mi propia experiencia durante un año en el área. confirmaron que había solo unos pocos
casos aislados de campesinos que cultivaban tierra en el parque que no pertenecían a las
28 comunidades. Las comunidades incluidas en el estudio son las que tenían por lo
menos 10 hogares que manejaban áreas descombradas dentro del Parque en 1998. A la
fecha del estudio, fueron 28
4
Estas cifras son estimaciones basadas en las poblaciones reportadas por los líderes
comunitarios en cada comunidad en el estudio.
5
Casi todo el crecimiento poblacional de las cinco comunidades por la Ruta a Bethel
entre 1993 y 1998 (94%) se debe al establecimiento de más de doscientas familias en La
Unión Maya Itzá (UMI) y al crecimiento de la única comunidad en el área sin tenencia
legal, El Esfuerzo, de 281 a 738 personas.
6
La caballería se estableció por la Empresa de Fomento y Desarrollo Económico de
Petén (FYDEP) en los sesentas como el estándar de la cantidad de tierra otorgada a los
colonos en Petén.
7
Que El Quiché ocupe el segundo lugar en departamentos de nacimiento de los jefes de
hogar encuestados en el estudio oculta el hecho de que más de la mitad de los jefes de
hogar en el estudio nacidos en El Quiché son de una comunidad, La Unión Maya Itzá.
Esta comunidad se formó en 1995 por retornados refugiados en México por más de diez
años tras huir la guerra interna en el altiplano en los ochentas que azotó con particular
crueldad a El Quiché.
110
Journal of Latin American Geography
8
Esta cifra es de 18.7 para las tres comunidades del área de Bethel, mientras que la cifra
para las 6 comunidades de la ruta a El Naranjo es de 17.4, haciendo una diferencia en el
espaciamiento de los nacimientos de 3.22 y 3.57 años entre las mujeres para las dos
regiones respectivamente.
9
Es de notar, empero, que los resultados de la Unión Maya Itzá influyen
considerablemente estos datos. Representando más de un tercio de los respondientes en
la encuesta de los jefes de hogar de la región de Bethel, más de 70% de los hombres de
la UMI respondió que usaría anticonceptivos si fueran gratis y que quisieran menos de
cuatro hijos. Esa diferencia podría deberse parcialmente a que estos refugiados se
acostumbraron a tener amplio acceso a varios métodos de anticonceptivos durante su
permanencia de más de 12 años en México, implicando que el acceso creó una demanda.
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