Proteger el patrimonio cultural inmaterial : de los dilemas

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NOTICIAS DEL ICOM
n° 2 > 2006
< Enfoques
Proteger el patrimonio cultural inmaterial :
de los dilemas éticos a las mejores prácticas
Martin Skrydstrup1 y Wend Wendland2
onsiderando el apoyo y la promoción de ICOM a la Convención para la
Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO (2003), hemos
progresado en nuestro entendimiento sobre el inextricable lazo que une a las colecciones materiales de los museos y la protección del patrimonio cultural inmaterial.
Pero ¿hemos progresado por ello en nuestro entendimiento de cómo proteger
mejor el patrimonio inmaterial contra la apropiación ilícita y el uso abusivo?
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La cuestión se acentúa, tal vez, en el caso de las colecciones de museos
etnográficos donde los autóctonos y otras comunidades tradicionales a menudo
se interesan en la manera en que el conocimiento sobre ellos y sus expresiones
culturales tradicionales son presentados, interpretados y explotados. En lo que
concierne a las actividades de protección, las comunidades lamentan que en ocasiones, sus derechos e intereses no son tomados en cuenta, y que, por ejemplo,
la grabación y difusión de una canción tradicional o de un símbolo tribal los hace
vulnerables ante la apropiación ilícita y al uso abusivo de terceros3.
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En otras palabras, el valioso proceso de preservación del patrimonio
cultural inmaterial puede suscitar preocupaciones sobre la falta de protección
jurídica, en lo que se refiere a la propiedad intelectual.
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Durante la reunión anual del ICME de 2005, en Nafplion, Grecia, se llevó
a cabo una importante mesa redonda a este respecto titulada Aspectos técnicos
de las tradiciones orales –propiedad intelectual e instituciones culturales. El presidente del ICME, Daniel Papuga, declaró que los códigos deontológicos para los
museos raramente tratan las cuestiones de propiedad intelectual, incluído el propio Código de deontología del ICOM. Por ello Papuga propuso que la revisión
futura de este código también contemple los problemas de propiedad intelectual.
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Si el ICOM se aventurase por esta vía sería preciso empezar por reunir, analizar y comparar las informaciones relacionadas con las prácticas,
experiencias, preocupaciones y aspiraciones actuales de las instituciones
que poseen colecciones relacionadas con la propiedad intelectual. Como un
servicio a la comunidad museística, entre otros, la Organización Mundial de
la Propiedad Intelectual (OMPI)4 conduce, en la actualidad, las primeras
investigaciones y consultas con el fin de identificar las prácticas actuales,
descubrir los problemas y dificultades de la propiedad intelectual y clarificar
las opciones relacionadas con la propiedad intelectual en ese ámbito.
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Como primer paso, todos aquellos documentos de acceso público existentes, como los protocolos, los códigos deontológicos, los acuerdos actuales de
los museos, archivos y otros documentos en uso están siendo puestos en línea5.
Como posible objetivo a largo plazo de este proyecto, la OMPI podría inspirarse en
esta base empírica y sólida para la creación de “mejores prácticas” relacionadas
con la PI, de líneas directivas, formularios de depósito y salida, y nuevos acuerdos.
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Los resultados preliminares de este trabajo en la región de América del
Norte indican que la perspectiva de la propiedad intelectual se articula alrededor
de tres tendencias emergentes : (1) una transformación de la economía mundial
del “saber”, en la que los museos están digitalizando sus colecciones de patrimonio cultural inmaterial, (2) una relación cambiante entre las instituciones de patrimonio y las comunidades autóctonas –donde estas últimas participan de manera
cada vez más activa en la interpretación, grabación y exposición de su patrimonio
cultural inmaterial, (3) las demandas de nuevos estándares de propiedad intelectual por parte de las comunidades autóctonas y diversos países en vías de desarrollo para una mejor protección de sus expresiones culturales y sabidurías
tradicionales. El trabajo práctico de elaboración de directivas y mejores prácticas
mencionadas en este artículo podrían complementar las diversas iniciativas reguladoras y normativas a niveles internacional, regional y nacional.6
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Dos hallazgos concretos del estudio ilustran posibles respuestas
prácticas a estas tendencias. En el seno de la Biblioteca del Congreso, el
American Folklife Center de los Estados Unidos participa en el American
Memory online collection project. Una de las iniciativas del centro, dentro del
marco de dicho programa, ha sido la de digitalizar su colección de música de
los Indios Omaha, grabada en 1895, 1897, y 1983 y de retransmitirla en
línea.7 Este proyecto ha recibido la garantía y el apoyo del Consejo tribal
Omaha y podría llevar a “una mejor práctica” emergente, donde los problemas de PI se identifiquen y gestionen con la total participación de los detentores y actores de las tradiciones sobre la base del reconocimiento, respeto
y de la cooperación mutua.
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En el sureste de Alaska, el Sealaska Heritage Institute8 ha empezado a
codificar las leyes consuetudinarias que rigen el acceso y control de los cantos,
nombres, recitales, escudos de armas, etc. El Instituto ha admitido que, en algunos casos, sus leyes consuetudinarias van en contra de la legislación sobre los
derechos de autor, la doctrina de uso legal y las nociones de dominio público. Las
directivas emitidas por el SHI prescriben, entre otros, que la reproducción de
recitales y cantos debe conferir un derecho de propiedad adaptado al clan.
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Sería prematuro sacar conclusiones a partir de estos hallazgos pero
tenemos aquí dos ejemplos significativos que indican que un lugar para comenzar la reflexión sobre este asunto es, precisamente, el de las comunidades de
origen. Las posibles futuras directivas planteadas en este campo podrían aprender mucho de las ideas locales sobre el control y la propiedad, así como de las
experiencias institucionales en materia de digitalización. Por otro lado, las
consultas y estudios de la OMPI sobre leyes consuetudinarias y protocolos
podrían proveer una guía útil orientada hacia la comunidad.9
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El esbozo de directivas responsables, innovadoras y equitativas en este
campo representa una labor colosal. No obstante, la posición de los museos es
idónea para participar. ¿Por qué? Porque a menudo se encuentran en el cruce
entre las comunidades de origen y el deseo de éstas de controlar el acceso y
utilización de su patrimonio cultural, donde hay investigadores y especialistas
que trabajan sobre el terreno, se reúnen, graban y estudian minuciosamente las
tradiciones y las expresiones culturales en vías de desaparición, sin olvidar los
intereses del sector privado que utiliza las expresiones culturales tradicionales
para satisfacer la creciente demanda de bienes y servicios culturales “auténticos” y distintos. Esta situación única podría colocar al ICOM, si lo desea, a la
vanguardia del desarrollo de nuevas ideas y enfoques en este ámbito.
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La claridad de opciones en la propiedad intelectual, en particular en
el mundo digital, podría enriquecer y reforzar los servicios de los museos y
archivos y suscitar nuevas y benéficas colaboraciones entre las instituciones
y las comunidades lo cual promovería un mayor respeto por la diversidad
cultural, facilitando oportunidades académicas y estimulando la creatividad y
el desarrollo comunitario.
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La OMPI ya ha empezado la fase de recogida de datos y de consulta
entre las instituciones museísticas. El trabajo podría beneficiarse enormemente de la participación continúa y asesoramiento de los museos, archivos
y otras instituciones a la cabeza de las colecciones. El proyecto de la OMPI
supone que cualquier difusión de “mejores prácticas”, en materia de propiedad intelectual y elaboración de líneas directivas, sólo puede y debe inscribirse legitimamente en un proceso inclusivo y consultativo, lo que implica un
amplio abanico de perspectivas, competencias y peritajes. Esperemos que el
ICOM se implique profundamente en este trabajo.
1. Estudiante de Doctorado, Departamento de Antropología, Universidad de Columbia, Nueva York,
EE.UU. Miembro de ICOM-ICME.
2. Subdirector de la División de Cuestiones Mundiales/Conocimientos Tradicionales y Director de la
Sección,“Creatividad Tradicional y Expresiones Culturales”, la OMPI, Génova, Suiza. Las opiniones
expresadas en este artículo no son necesariamente las de la OMPI o de sus Estados miembros.
3. Ver por ejemplo la Declaración de Mataatua sobre los derechos de propiedad intelectual de los
pueblos auctóctonos, junio de 1993.
5. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) es la agencia de las Naciones Unidas
responsable de la promoción y protección de la actividad intelectual creadora y de la facilitación
de transferencias de tecnologías con el fin de acelerar el desarrollo económico, social y cultural.
Cuenta con 183 Estados miembros (17 de mayo 2006), los cuales deciden, dirigen y vigilan su
programa de actividades.
5. Ver http://www.wipo.int/tk/en/folklore/culturalheritage/introdatabase.html
6. Por ejemplo ver las charlas en curso con el Comité intergubernamental de la OMPI sobre la PI relativa
a los recursos genéticos, conocimientos tradicionales y folclore. http://www.wipo.int/tk/en/index.html
7. http://memory.loc.gov/ammem/index.html - http://memory.loc.gov/ammem/omhtml/omhhome.html
8. http://www.sealaskaheritage.org/
9. http://www.wipo.int/tk/en/consultations/customary_law/index.html
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