Notas sobre el nombre de los hijos abandonados en la legislación

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Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba
(República Argentina)
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Notas sobre el nombre de los hijos abandonados
en la legislación española
por
Luis MOISSET de ESPANES
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SUMARIO:
I.- Introducción.
II.- El nombre de los hijos legítimos o reconocidos por los padres.
III.- Nombre de niños abandonados.
IV.- Redacción de los asientos en los Registros.
V.- Publicidad de los asientes.
VI.- Conclusiones.
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I.- Introducción.
No es ésta la oportunidad para reabrir la discusión sobre la naturaleza jurídica del nombre;
pero, sea que nos inclinemos a considerarlo una institución de policía civil (1), sea que pensemos que es un
verdadero derecho subjetivo privado (2), sea que optemos por teorías eclécticas que pretenden equilibrar estas
posiciones extremas, expresando que en el nombre se presentan simultáneamente elementos propios de un
derecho subjetivo privado, al tiempo que constituye una obligación (3), no podemos dejar de reconocer que
ninguna persona puede carecer de un nombre que sirva para individualizarla y distinguirla de las demás. Y al
hablar de nombre utilizamos este vocablo en sentido lato, comprendiendo los dos elementos que lo constituyen, a
saber: a) el nombre propiamente dicho, prenombre o nombre de pila, y b) el apellido, cognomen, patronímico o
nombre de familia.
La costumbre, en la mayoría de los casos, la ley en otros, regulan la formación del nombre que
corresponderá a cada sujeto, nombre que por lo general se le impone y queda fijado en el momento de su
nacimiento o, mejor dicho, en el momento de la inscripción de ese nacimiento en los registros que sirven para
probar el comienzo de la existencia de la persona.
El elemento familiar se determina por el que corresponde a sus padres, cuando son conocidos,
y el prenombre, o elemento personal, suele ser elegido por el progenitor al inscribir la criatura. A veces, como
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ocurre en nuestro país (4), y en España (5), hay limitaciones para la elección del prenombre; en otros países la
libertad es mayor.
II.- El nombre de los hijos legítimos o reconocidos por los padres.
En España los hijos legítimos llevan como apellido el de su padre, en primer término, unido
al de su madre.
"Art. 114 (Código civil español).- Los hijos legítimos tienen derecho: 1º) a llevar los apellidos del
padre y de la madre...".
Este principio está completado por las disposiciones contenidas en la ley de Registro Civil, y
en su Reglamento, donde se determina qué debe entenderse por apellidos del padre y de la madre.
"Art. 53 (Ley de Registro Civil).- Las personas son designadas por su nombre y apellidos, paterno y
materno, que la ley ampara frente a todos".
"Art. 194 (Reglamento del Registro Civil).- Apellido paterno es el primero del padre; materno, el
primero de los personales de la madre aunque sea extranjero.
En el Registro uno y otro se expresarán intercalando la copulativa y".
En lo que respecta a los hijos extramatrimoniales, recordemos que sólo pueden ser objeto de
reconocimiento los hijos naturales (arts. 129, 139 y 138, Código civil español) (6). En esa hipótesis llevarán el
apellido del padre que los hubiere reconocido.
"Art. 134 (Código civil español).- El hijo natural reconocido tiene derecho: 1º) A llevar el apellido
del que lo reconoce ...".
También aquí resulta necesario consultar las disposiciones complementarias de la ley de
Registro Civil:
"Art. 53 (Ley de Registro civil).- La filiación legítima o natural determinará los apellidos.
Los hijos naturales reconocidos sólo por el padre, tienen los apellidos por el mismo orden que
éste. Los reconocidos sólo por la madre llevarán los dos primeros de ésta, pudiendo, si así lo desean,
invertir su orden... ".
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III.- Nombre de niños abandonados.
El problema se plantea cuando no se conoce a ninguno de los padres, pues como el niño no
puede carecer de nombre, será menester asignarle uno arbitrariamente.
En Argentina las leyes de Registro Civil prevén la situación, disponiendo que el oficial de
Registro Civil les adjudicarán un nombre y apellido comunes (7). La solución es, en líneas generales, la misma
que adoptan casi todos los países civilizados, aunque pueden advertirse algunas diferencias de detalle. Por
ejemplo, en los países en los cuales la costumbre o la ley imponen el uso de un apellido doble, formado por la
yuxtaposición del primer apellido de su padre, y el primero de la madre, se infligiría grave daño a una persona si
sólo se la inscribiese con un apellido, pues de esta manera se indicaría de inmediato su origen bastardo. Por eso
hay legislaciones que, con el fin de obviar este inconveniente, disponen que si el hijo es reconocido solamente
por uno de sus progenitores, llevará los dos apellidos del que lo reconoce, y si no se sabe quiénes son sus padres,
se lo inscribirá con dos apellidos comunes.
En este sentido la ley de Registro Civil de España, del 8 de junio de 1957, se ha ocupado del
problema del nombre que deben llevar los niños abandonados, disponiendo al efecto en su artículo 55:
" ... el encargado del Registro impondrá un nombre y unos apellidos de uso corriente al nacido cuya
filiación no pueda determinarlos". (8)
Es decir que esta persona figurará con dos apellidos, como si tuviese padre y madre
conocidos.
Acotemos de paso que Vélez Sársfield opinaba que las normas relativas al Registro Civil son
de carácter procesal o adjetivo y por ello, en virtud de lo que dispone la Constitución Nacional, el poder de
dictarlas corresponde a las provincias; así lo expresó en el oficio de Remisión del Proyecto del Libro I, elevado
al Ministro de Justicia Dr. Eduardo Costa el 21 de junio de 1865 (9).
En cambio numerosos juristas españoles consideran que son normas de fondo y, por tanto, no
están destinadas a reglamentar el Código, ni ocupan un plano inferior de subordinación, sino que -dado su
carácter sustantivo- lo complementan o modifican, en cuanto haya de contradictorio, pues la ley posterior viene
a suplantar a la más antigua (10).
IV.- Redacción de los asientos en los Registros.
La disposición del artículo 55, ley de Registro Civil, no es el aspecto más interesante de la
legislación española, pues en realidad no tiene nada de novedosa. Encontramos, en cambio, otras normas que
llamaron nuestra atención y nos impulsaron a redactar esta nota.
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Así, en la propia ley de Registro civil, el inciso 1 del artículo 59 autoriza el cambio de nombre
cuando éste permitiese inducir que la filiación era desconocida:
"Art. 59 (Ley de Registro Civil).- El juez de primera instancia puede autorizar, previo expediente:
1º) El cambio del apellido Expósito u otros análogos, indicadores de origen desconocido, por otro
que pertenezca al peticionario o, en su defecto, por un apellido de uso corriente ..."
Y, en total concordancia con esta norma, encontramos el art. 209, inciso 1, del Reglamento de
la Ley de Registro Civil, que reproduce textualmente la mencionada norma del artículo 59, y además el artículo
196 de dicho reglamento, que dispone:
"No puede imponerse de oficio como apellido el de Expósito, u otro indicador de origen
desconocido, ni nombre propio.
Establecida la filiación paterna, materna o en ambas líneas, perderán vigencia los apellidos
impuestos por no ser aquélla conocida".
Pero se ha avanzado aún más en esta materia, pues ocurre que los expertos en problemas de
juventud y niñez abandonada, han advertido que resulta insuficiente brindar al niño un nombre, por más
completo que sea en sus elementos, pues luego la ausencia de constancias en la partida de nacimiento respecto a
la identidad de sus padres, permitirá inducir de inmediato el carácter de expósito o la condición ilegítima del
nacimiento, con las inevitables secuelas psíquicas que tal situación acarrea.
Por esta razón el legislador español ha ido más allá y en el artículo 191 del Reglamento del
Registro Civil, aprobado por decreto del 14 de noviembre de 1958, dispone:
"No constando la filiación, el encargado consignará en la inscripción de nacimiento o en otra
marginal, en lugar del nombre del padre o madre, otros de uso corriente, con declaración de que se
consignan a efectos de identificar a la persona.
Estos nombres serán los usados en las menciones de identidad".
Se traslada así el problema, y se procura tutelar de manera más perfecta al menor, evitándole
-en lo posible- los inconvenientes de su situación. Por supuesto, nadie pretende que por esta vía puedan
superarse todos los obstáculos con que tropieza el menor abandonado, ni suplirse la ausencia de un hogar, ni la
falta de cariño. El único remedio para este problema es lograr la integración del niño en un nuevo núcleo
familiar, por medio de la adopción, que deberá fomentarse siempre que sea posible (11).
Estas disposiciones se complementan con una resolución de fecha 14 de noviembre de 1966,
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adoptada por la Dirección General de los Registros, que contiene recomendaciones e instrucciones dirigidas a los
jueces de primera instancia y encargados de los Registros Civiles, para la aplicación de las normas antedichas
(12).
Todas las normas de la Ley de Registro Civil y de su Reglamento, que hemos mencionado,
persiguen una finalidad humanitaria. En realidad esta consignación de los nombres de padre y madre tiene como
efecto facilitar la identificación de la criatura, de la misma manera que los apellidos que el encargado debía
imponer de oficio, ya que se logra el mismo fin -proporcionar a la criatura apellidos- sin dejar constancia del
carácter del nacimiento ya que en los documentos de identidad de todas las personas aparecerá el nombre de
"sus" padres. De esta forma se tutela al menor abandonado, sin ocasionar daño a nadie, pues se vela con una
apariencia la situación del que carece de padres conocidos (13).
V.- Publicidad de los asientos.
La Ley de Registro Civil se funda en el principio de que sus asientos son públicos para
quienes tengan interés en conocerlos, por ello la legislación anterior establecía que se debían expedir las copias a
cualquiera que las solicitase; pero, sin vulnerar el principio rector de la publicidad, para evitar abusos, el artículo
51 de la nueva Ley de Registro civil impone algunas restricciones:
"No podrán manifestarse los asientos, ni librarse certificaciones que contengan el dato de una
filiación ilegítima o desconocida, sino a las personas a quienes directamente afecte, o con autorización
del juez de primera instancia, a quienes justifiquen interés especial"
Y el Reglamento dispone:
"Art. 21 (Reglamento del Registro Civil).- No se dará publicidad, sin autorización del juez de
primera instancia:
1º) De la filiación ilegítima o desconocida o de circunstancias que descubran tal carácter, de la
legitimación, de la fecha del matrimonio que conste en el folio de nacimiento si éste ocurrió antes de los
ciento ochenta días de su celebración y del cambio del apellido Expósito u otros análogos o
inconvenientes...".
"Art. 22 (Reglamento del Registro civil).- No obstante, no requieren autorización judicial para
obtener certificación:
1º) Respecto a los extremos a que se refiere el número 1 del artículo anterior, el propio
inscripto o sus ascendientes, descendientes o herederos...".
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Estas normas, junto con las que ordenan la mención de los nombres ficticios de un padre y una
madre a los efectos de la identificación, tienen como finalidad primordial proporcionar a cada persona una
documentación completa, y que en ella no se encuentre ninguna referencia que permita establecer distingos en
relación con el origen de su nacimiento. Esta es quizás la forma más práctica de hacer efectivo el principio de
que "fuera de la familia no podrá hacerse distinción de españoles por la clase de filiación" (14), o el intento de
suprimir las "discriminaciones públicas y oficiales entre los hijos nacidos de legítimo matrimonio y los hijos
extramatrimoniales", como lo quiere también la legislación argentina (15).
VI.- Conclusión.
Creemos muy loables estas innovaciones del legislador español, que en un esfuerzo por
humanizar el derecho, se esmera en suprimir todos los elementos que puedan menoscabar la posición del menor
abandonado, recordándole su origen. Siquiera la sociedad, inspirada por un espíritu similar al que anima estas
normas, brindase a todas las personas el mismo trato, sin detenerse a establecer diferencias, según sea el nombre
que lleva.
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NOTAS
(1) PLANIOL, Marcel: "Traité élémentaire de droit civil", T. I, Nº 398, p. 152, 4ª ed., París, 1906.
(2) COVIELLO, Nicola: "Manuale de Diritto civile - Parte generale", Nº 53, p. 169 y ss., 3ª ed., Milán, 1924.
(3) ORGAZ, Alfredo: "Personas individuales", par. 13, Nº 2, p. 200 y ss. (en especial p. 202 y nota 16), 2ª ed.,
Assandri, Córdoba, 1961.
(4) Ley 10.030, 7 de octubre de 1947, que ratifica el decreto ley 11.609/43 y dispone en su artículo 1 que sólo
podrán usarse nombres del santoral, o nombres indígenas castellanizados, o nombres de próceres.
(5) "Art. 54 (Ley de Registro Civil).- En la inscripción se expresará el nombre que se dé al nacido, que debe ser,
en su caso el que se imponga en el bautismo. Tratándose de españoles los nombres deberán consignarse en castellano.
Quedan prohibidos los nombres extravagantes, impropios de personas, irreverentes o subversivos, así
como la conversión en nombre de los apellidos o pseudónimos. También se prohibe la imposición al nacido del
nombre de un hermano, a no ser que hubiere fallecido, o cualquier otro que haga confusa la identificación".
También el artículo 192 del Reglamento del Registro Civil, aprobado por decreto del 14 de noviembre
de 1958, se ocupa del problema: "No se podrán imponer más de dos nombres simples, que se unirán por un
guión, o uno compuesto, y serán en su caso, los únicos o primeros del bautismo.
Se permiten los nombres extranjeros o regionales. Si tuvieran traducción usual al castellano, sólo se
consignarán en esta lengua.
Son nombres prohibidos por extravagantes los que por sí o en combinación con los apellidos, resultan
contrarios al decoro de la persona.
Se prohibe también cualquier nombre que haga confusa la designación por su pronunciación u
ortografía exótica o por inducir, en su conjunto, a error sobre el sexo." (6) "Art. 29 (Código civil español).- El
hijo natural puede ser reconocido por el padre y la madre conjuntamente, o por uno solo de ellos".
"Art. 139 (Código civil español).- Los hijos ilegítimos en quienes no concurra la condición de
naturales, sólo tendrán derecho exigir de sus padres alimentos...".
"Art. 138 (Código civil español).- El reconocimiento hecho a favor de un hijo que no reúna las
condiciones del párrafo segundo del art. 119 (las requeridas para ser considerado hijo natural) podrá ser
impugnado por aquellos a quienes perjudique".
(7) La ley de Registro Civil de la Capital Federal, 14.586, del 30 de septiembre de 1958, dispone en su artículo
42:
"En los casos de hijos extramatrimoniales, que no fueren reconocidos por ninguno de sus padres o
tratándose de expósitos, el funcionario correspondiente impondrá al nacido un nombre y apellido común...".
En la provincia de Córdoba, la ley de Registro Civil 1385, del 25 de septiembre de 1985,dispone en su
artículo 51:
"El nacimiento de un expósito se inscribirá extendiéndose una partida especial que exprese el lugar y el
día en que hubiese sido hallado, su edad aparente, su sexo y el nombre y apellido que se le dé...".
(8) La primera parte del artículo se ocupa del nombre de los hijos legítimos y naturales. Su texto se ha
reproducido más arriba, en el apartado II.
El antecedente de esta norma se encuentra en el artículo 34 del anterior reglamento del Registro Civil y
Real Orden del 11 de abril de 1903.
(9) Oficio de Remisión: " ... He dejado un título que se halla en todos los Códigos: "De los registros del estado
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civil de las personas". Por sólo una excepción en nuestra Constitución ha correspondido al Congreso dictar
algunos de los Códigos, dejando el de Procedimiento a la Legislatura de los Estados. Buenos Aires tiene una
buena ley sobre la materia, que yo propuse en años pasados, que podía trasladarse al Código Civil, pero esto
podría estimarse como una usurpación de los derechos de los Estados...".
(10) "Disposiciones finales (Ley de Registro Civil): 1ª) Continúan en vigor las disposiciones del Código civil
relativas al Registro en cuanto no estén modificadas por lo establecido en esta ley...".
(11) ver MENDIZABAL OSES, Luis: "La filiación ilegítima en un proceso de humanización del derecho frente
al hecho social del abandono o exposición", en Revista del Instituto de la Juventud, Nº 12, Madrid, 1967.
(12) Nos parece de interés reproducir íntegramente dicha resolución:
" ... Por lo cual esta Dirección General ha acordado resolver:
1º) El encargado del Registro al imponer, cuando no conste la filiación, en lugar del nombre del padre o
madre, otros de uso corriente, obrará no arbitrariamente, sino con discreción y atendiendo las circunstancias del
caso.
2º) Para el que adquiere la nacionalidad, el nacido no inscrito en plazo o el inscrito sin consignar, en su
caso, nombre de padre o madre, a efectos identificadores se mantendrá, cuando la filiación no determine otro,
como nombre de padre o madre el que el interesado viniere usando entre sus menciones de identidad y aunque
no fuere de uso corriente. En su defecto se consignará como nombre de padre o madre el de uso corriente que el
nacido o su representante legal elija, y en último término, uno impuesto de oficio. Tratándose de abandonados o
expósitos, se respetarán, en cuanto las reglas predichas lo consientan, los nombres de padre o madre de uso
corriente indicados en escrito hallado con ellos.
3º) Lo dispuesto en el número anterior se entiende sin perjuicio de que cualquier interesado pueda
solicitar, cuando proceda, el cambio de nombre de padre o madre que no sea de uso corriente.
4º) Corresponde al juez de primera instancia autorizar, previo expediente, el cambio de nombre de
padre o madre impuesto con infracción de las normas establecidas.
5º) La Dirección propondrá al ministro de Justicia la autorización de los cambios de los nombres de
padre o madre consignados a efectos identificadores, siempre que se tramiten con sujeción al régimen
establecido para el cambio de apellidos impuestos de oficio". Firmado: El Director General, Francisco Escrivá de
Romani, Madrid, 4 de noviembre de 1966".
(13) ver "Consignación de nombre de padre o madre a efectos identificadores", en Revista del Instituto de la
Juventud, Nº 10, abril de 1967, p. 193, Madrid.
(14) En tal sentido ver la Exposición de Motivos del decreto aprobando el Reglamento del Registro Civil,
apartado III.
(15) Ley 14.367, del 11 de octubre de 1954, art. 1.
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