"Cortesía entrega cortesía", dice el sabio proverbio

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El arte de
convivir
"Cortesía entrega cortesía", dice el sabio proverbio
japonés. Cuando somos atentos con una persona,
aun con el extraño en el teléfono, esa persona
es también atenta con nosotros. De pronto dos
seres humanos se sienten bien consigo mismos y
contagian esa sensación a los demás.
E
s imposible ser felices totalmente solos. Convivir es una necesidad en los
seres humanos. El apoyo y el cariño de los demás son esenciales en nuestra
vida. Convivimos con nuestra pareja, los amigos, la familia, el jefe, el cartero, la
secretaria, el extraño con el que nos topamos, etc. El saberlo hacer con cortesía,
respeto, tolerancia y flexibilidad es lo que hace de nuestro cotidiano convivir
todo un arte.
saberse bienvenidos. Con este espíritu
de disciplina y compromiso, estas aves
continúan su camino hasta alcanzar la
meta.
Como los gansos salvajes, las personas
somos interdependientes de las
habilidades de otros, de sus capacidades,
sus dones, talentos y recursos.
Convivir significa compartir. Es el
punto de encuentro de lo que cada
uno llevamos en el interior. Cuando
por azahares del destino, nos toca ser
parte en la vida ajena y que el otro es
partícipe de la nuestra, se convierte
en una prueba en la que demostramos
muchas cosas: nuestra manera de ser,
nuestra educación, carácter, inteligencia
y sensibilidad. Sobre todo, muestra el
respeto que sentimos hacia los demás.
Si todos buscamos vivir en un mundo
mejor, un buen punto de inicio es
trabajar en nosotros mismos, en nuestra
casa. Allí es en donde los niños ven el
ejemplo de cómo tratar a otros, que
será lo que ellos pondrán en
práctica en el futuro. El Dr.
Enrique Rojas, dice que "La convivencia
debe ser una escuela donde se ensayan,
forman y cultivan las principales virtudes
humanas: la naturalidad, la sencillez, el
espíritu de servicio, la generosidad, la
paciencia, la fortaleza, la sinceridad...
un sinfín de elementos que configuran
un trato delicado que le da armonía a la
convivencia."
Con actos sencillos, podemos pulir, limar
o rectificar aquellos aspectos que quizá
dificulten o impidan nuestra relación con
los demás.
La informalidad de nuestra época
acelerada, de momento, nos puede
parecer muy cómoda, sin embargo se
nos olvida que los actos de amabilidad y
cortesía son precisamente los que hacen
que la convivencia se aligere y tome un
aspecto más armónico.
Las buenas relaciones no se dan por sí
solas, son el resultado del esmero y cuidado
ESTILODEVIDA •
entre las personas. El arte de convivir no
se refiere a aplicar sin equivocarnos las
reglas estrictas de protocolo, es algo que
surge del carácter y del corazón. Como
dice Goethe: "No hay una sola muestra
de cortesía que no tenga una profunda
base moral".
La capacidad de convivencia, el tratar
al otro como nos gustaría ser tratados,
los buenos modales, etc., debe ser
parte de nuestra cotidianidad. El poner
en práctica estas reglas de cortesía
con sentido común nos hace ser mejor
persona, y desenvolvernos con mayor
seguridad.
Estoy segura que usted como yo se
interesa en vivir en un mundo mejor, y
consideramos que el cambio empieza
precisamente por uno mismo. De ahí la
necesidad de poner nuestro granito de
arena, y darle nuestro toque humano
para facilitar el vuelo y hacer del convivir
todo un arte. •
Los detalles cotidianos reflejan, como un termómetro, la altura,
la anchura y la profundidad que tenemos cada uno como personas.
El saber convivir, no es un lujo para pocos, es una necesidad de
todos.
Podemos tomar el sabio ejemplo de los gansos salvajes. Estoy
segura que le parecerá, como a mí, un gran ejemplo de civilización
y cortesía.
Para atravesar miles y miles de kilómetros de cielo, los gansos
salvajes hacen una formación en "V" de manera que cada uno, al
batir sus alas, le crea una fuerza ascendente para el ganso que le
sigue justo atrás. Al compartir los gansos una dirección y un sentido,
se acomodan en esta forma, y la parvada aumenta su velocidad de vuelo
un 71 por ciento más, que si cada ave volara sola.
POR: GABY VARGAS
Si un ganso pierde la formación, de pronto siente la fricción y la resistencia
de intentar volar solo. Pronto aprende que necesita la ayuda de los demás y que
los demás necesitan de su ayuda para volar mejor.
Cuando el ganso que va a la cabeza se cansa, gira sus alas y otro simplemente toma
su lugar para hacer el trabajo más duro. Los gansos que van hasta atrás graznan para
animar a los demás a seguir volando.
Cada vez que un ganso se enferma o es herido, otros dos salen de la formación
para seguirlo abajo y protegerlo. Permanecen con el ganso caído hasta que muere
o se recupera para volar. Solamente entonces reemprenden el vuelo. Si les es
posible, alcanzan su parvada, o se juntan con otra formación con la tranquilidad de
Artículos sujetos a disponibilidad y existencia en nuestras sucursales.
City Life • Junio
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