1213-c.qxd 12 28/09/05 08:25 p.m. Página 1 Interés General La Plata, jueves 29 de septiembre de 2005 La historia de los 24 compatriotas que sobreviven a 1.300 km. del Polo Sur “Abandonados” en la base argentina Deberán permanecer hasta enero en la Base Belgrano II, que quedó inutilizada en un 70% por un incendio que consumió la casa habitación. Allí estaban las pertenencias, las camas y los sanitarios del audaz contingente. Ahora no se puede evacuar, porque es imposible llegar hasta el lugar El dato O mucho sol o mucha noche ¿Usted soportaría cuatro meses sin ver el sol? ¿Cuatro meses sin ver la noche? El contingente de argentinos que vive en la Base Belgrano II en la Antártida se debe acostumbrar. Del 20 de abril al 20 de agosto se produce la noche polar: ni un día se ve el sol. Del 20 de octubre al 20 de febrero hay día continuo: ni una noche oscura como en La Plata. LA BUSQUEDA EN EL HIELO La grieta de la tragedia El equipo de rescatistas que trabaja dentro de una grieta glaciar en la Antártida centró ayer la búsqueda de un suboficial de la Armada y un científico desaparecidos hace diez días en uno de los precipicios donde se estima habrían caído. En su octava jornada de labor, y en medio de condiciones climáticas favorables, tres de los seis socorristas buscaban dentro de la grieta a más de 50 metros de profundidad para tratar de localizar a los dos expedicionarios accidentados el 17 de setiembre último o algún rastro de ellos. Una fuente del Dirección Nacional del Antártico indicó que las tareas comenzaron a las 8 de la mañana sobre un colchón de hielo y nieve donde, se presume, se hallan los cuerpos del científico Augusto Thibaud y el suboficial de la Armada Teófilo Eduardo González. Thibaud y González cayeron dentro de grieta del glaciar Collins, en la Isla 25 de Mayo, mientras se trasladaban en una moto de nieve desde la base uruguaya General Artigas hacia la Base argentina Jubany, en el norte de la Antártida. En el otro extremo se encuentra la Base Belgrano II, que está rodeada por grietas dinámicas, que todos los años se señalan para que no ocurran tragedias de este tipo. Como en este lugar hace más frío que en Jubany, los puentes que unen los extremos de las grietas generalmente son más firmes. Por Esteban M. Trebucq De la Redacción de Hoy A sólo 1.300 kilómetros del Polo Sur, a 500 km. de la población más cercana (un asentamiento británico), a unos 3.500 km. de la Base Marambio, en el otro extremo de la Antártida, un grupo de estoicos argentinos soporta temperaturas de hasta 50 grados bajo cero, cuatro meses enteros sin ver el sol, y experimenta las intrincadas sensaciones de la soledad más absoluta en la inmensidad blanca, donde es muy difícil divisar el horizonte. Hacen Patria en la Base Belgrano II, el enclave nacional más austral del mundo, compuesto por un grupo de sólidas construcciones rigurosamente calefaccionadas que no dejan resquicio para que ingrese la menor ventisca. Este es el mismo lugar, fundado el 5 de febrero del 1979, que el pasado 10 de septiembre se incendió: quedaron inutilizadas el 70% de sus instalaciones, nada menos que la casa habitación, donde los 24 compatriotas que allí invernan durante un año guardaban pertenencias personales (incluida la ropa), los baños y la vieja radioestación. Todo quedó completamente quemado, apenas un enclenque esqueleto de fierros. Hoy, muchos de ellos se sienten prácticamente abandonados, sin posibilidad de regresar a la calidez de su hogar hasta enero, con poca indumentaria, amontonados en los complejos que quedaron en pie, y con la incertidumbre de que otro desperfecto pudiera desencadenar una tragedia. Así lo dejó entrever un grupo de ex belgranianos que formó un foro para defender los derechos de todas las personas que, año tras año, emprenden la arriesgada misión de trabajar en el lugar más inhóspito y adverso del planeta. Uno de sus integrantes es el ingeniero platense Daniel Turne (47), que vivió en dos oportunidades en la Antártida, y que hoy reclama mayor seguridad para todos aquellos que toman gue operando, pero no es tan así, porque el 70% está destruido”. Hasta este recóndito punto en el mapa no se puede llegar hasta enero, cuando el hielo comienza a aflojarse y el portentoso rompehielos Almirante Irízar puede penetrar en las heladas aguas. “Hoy es imposible evacuar al personal. Hace unos días, un avión Hércules tiró con paracaídas provisiones, básicamente alimentos, pero no puede aterrizar. Cerca de la base hay una pista; sólo para aeronaves livianas y chicas (con poca autonomía de vuelo), que se usa en casos de extrema gravedad”, cuenta este hombre que también pasó un año entero en la Base Marambio, al norte de la Belgrano II, donde las condiciones climáticas son un poco más “benévolas”, entre 20 y 25 grados bajo cero. El incendio se produjo por un desperfecto del sistema de calefacción. Dicen que no hay mantenimiento la crucial decisión de ir al gélido continente. “La explosión se produjo por un desperfecto en el sistema de calefacción, que funciona con gasoil. Pero no es la primera vez que este mecanismo falla. Por eso, creemos que no se debería haber llegado hasta esta situación extrema”, cuenta Daniel, personal de apoyo del Conicet que actualmente trabaja en la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP. Remarca -a su vez- la falta de mantenimiento de las instalaciones. “Un poco de abandono hubo continúa-, porque falló la logística que está a cargo del Ejército. Oficialmente se informó que la base si- Cenizas. Así quedó la casa habitación, completamente destruida Enterrado. El platense Daniel Turne en la Base Belgrano II COMO SE ALIMENTAN ¿Heladera? Cuando le acercaron una planilla para anotarse como postulante para integrar una expedición a la Antártida no lo dudó. Corría la década del ‘90 cuando el ingeniero Daniel Turne completó los papeles de rigor, se sometió una exhaustiva evaluación médicapsicológica, y partió hacia el continente blanco. Como profesional y personal de apoyo del Conicet, lo llevaron en el rompehielos Almirante Irízar y luego en helicóptero a lo que sería su hogar durante un largo año: la Base Belgrano II. Convivió junto a 23 personas en la adversidad del clima y alejado de la civilización, para realizar estudios de ozono y astronomía, como jefe del Laboratorio Belgrano (Laber). “Siempre me preguntan lo mismo: ¿cómo es vivir allá? Y siempre respondo lo mismo: Duro, muy duro”, dice ahora este hombre de 47 años, platense y egresado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). “Dentro de todo se come bien y variado, aunque nada fresco, ya que no existen las verduras o las frutas. Todo es enlatado”. ¿Heladera? “Creo que hay una, pero allá no se precisa”, relata Daniel. Si faltan las provisiones, son arrojadas en paracaídas por un avión Hércules del Ejército, que luego son recolectadas por el personal de la Base. En algunas expediciones, hasta arman un asadito para no perder esa costumbre tan argentina. “Para conseguir agua -se explaya el ingeniero- hay que cortar trozos de hielos y derretirlos. Este hielo siempre se saca de la misma zona, donde se formó un impresionante túnel que se aprovecha para guardar todos los alimentos. En ese lugar también se montó una pequeña capilla”. Luego de su experiencia en 1997 en la Base Belgrano II, en 2001, Daniel Turne inició una nueva aventura científica en su ajetreada vida. Fue enviado a la Base Marambio, mucho más al norte, en la misma Antártida extrema. 1213-c.qxd 28/09/05 08:25 p.m. Página 2 Interés General La Plata, jueves 29 de septiembre de 2005 13 más austral del planeta “Se las tienen que arreglar como pueden, tanto para bañarse como para abrigarse. Para salir afuera se prestan la ropa de abrigo”. De las 24 personas que hoy sobreviven en el lugar, alejados del mundanal ruido pero rodeados de peligrosas grietas similares a la que se devoró a dos argentinos el sábado 17 pasado, 18 pertenecen al Ejército, 2 a la Fuerza Aérea y 4 son científicos que trabajan en el Laboratorio Belgrano (Label), a salvo del voraz fuego. “Aunque en la Antártida se debe- La Base Belgrano II está rodeada de grietas, que son dinámicas y por lo habitual no se ven ría hacer ciencia, y pese a que ya pasaron 22 años desde el triunfo de la democracia, en la actualidad siguen yendo más militares que civiles”, opina Turne, casado y padre de dos hijas. Pablo Recabarren, un cordobés que también integra este grupo de “antárticos”, directamente asegura que la “base no está operando normalmente”; y afirma que “el Ejército trató de ocultar el hecho”. EL VIAJE HASTA EL CAMPAMENTO En carpa, con 56 grados bajo cero Desde 2000, el Ejército opera en un campamento, situado en el área de la Base Antártica Alférez Navío Sobral. Está integrado por personal militar de la dotación de la Base Belgrano II, y un técnico de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), que permanecen en dicha zona entre los meses de septiembre a diciembre, que es cuando se produce en esta región la más baja concentración de ozono. Los vehículos que se usan para cubrir los 400 kilómetros a la zona de trabajo son vehículos pesados Sno Cat hasta la mitad de recorrido; a partir de allí, vehículos livianos como motos para nieve, que deben ejecutar una importante marcha transportando todo el material necesario para permanecer tres meses en una región adversa, donde el clima extremo llega hasta los 56 grados bajo cero. “Nuestra idea es brindar el máximo apoyo a todas las dotaciones, no solamente a los que están ahora. Por eso queremos que se mejoren las instalaciones”, apunta Turne, mientras recuerda que en estas glaciares latitudes troncharon sus vidas los “inolvidables mártires” Oscar Kursmann (1972), Juan José Mariani (1980) y Ermes Daniel Lescano (1987). Pese a dicha situación, no son todas pálidas por estos días en el extremo sur del globo, donde en 2000 llegó internet y se come hasta un Temor. Dicen que no es la primera vez que se produce una explosión Este asentamiento está ubicado a 3.500 kilómetros al sur de la Base Marambio. Hace hasta 50º bajo cero asadito, ya que en el 20 de agosto terminó la noche polar. Y hasta el 20 de octubre los argentinos podrán disfrutar del sol y de la oscuridad, un hecho que es normal en casi todo el planeta, pero que allá representa casi un acontecimiento. En esa fecha comenzarán otros cuatros meses de día continuo, a la espera del anhelado recambio. No hay dudas, estos hombres hacen Patria. Impactante. Así se vio la explosión desde el Laboratorio de la base, que se salvó de las llamas Sólo fierros quemados. Es lo que quedó en pie tras el incendio Cómo nació Belgrano II Aquellos heroicos expedicionarios En noviembre de 1954 zarpó del puerto de Buenos Aires el rompehielos Gral. San Martín, en lo que sería su primera Campaña Antártica, con personal a la órdenes del visionario Hernán Pujato. Aventurándose por mares y regiones hasta entonces inexploradas; más allá de las latitudes alcanzadas por expediciones anteriores (Filchner 1912- y Shacketon -1914-), tenía la firme misión de tomar posesión efectiva de aquella ignota porción de la Antártida. En enero de 1955, luego de un breve vuelo de reconocimiento, el propio Gral. Pujato marcó el sitio para el emplazamiento de la Base Gral. Belgrano, a los 77º 46º S, 38º 11º W, a 1.300 kilómetros del Polo Sur. Fue inaugurada el 18 de ese mes. Desde allí partieron innumerables patrullas terrestres y aéreas que abrieron la inhóspita ruta hacia el Polo. Durante la campaña de 1965, en sucesivas patrullas terrestres, se transportó el material para la construcción de la Base Avanzada del Ejército Alférez de Navío Sobral. Se inauguró el 2 de abril de ese año, cuando se constituyó en lugar de reaprovisionamiento para alcanzar el Polo Sur. En esa campaña se puso en marcha la Operación 90, primera expedición terrestre de la Argentina al Polo Sur, y se constituyó la Base Belgrano como punto de partida. La preciada meta se alcanzó unos meses más tarde, en diciembre de 1965. En 1970 se instaló en la Base el Laboratorio Belgrano (Label), lo que permitió profundizar trabajos de investigación sobre Física de la Alta Atmósfera, Auroras australes y Ozono sondeos. Tras 25 años de ininterrumpida labor, y ante el inminente desprendimiento de una importante porción de la barrera de hielo sobre la cual estaba emplazada (lo que ocurrió finalmente en 1985), la vieja Base Gral. Belgrano fue desactivada (1980). Para continuar con la labor iniciada por el Gral. Pujato, el 5 de febrero de 1979 se inauguró la Base Gral. Belgrano II, emplazada en Nunatak Bertrab (de la costa Confín en la Tierra de Coats), a los 77º 51º S, 34º 33º W. La Base sigue contando con el Label, que depende de la Instituto Antártico Argentino (IAA) y la estación meteorológica, en los que se desarrollan las siguientes actividades: Estudio de la capa de ozono, anhídrido carbónico y rayos ultravioletas. Estudio de las auroras polares. Análisis de las variaciones del campo magnético. Estudio del comportamiento de la ionosfera. Estudio de ruidos cósmicos y silbidos atmosféricos.