La Palabra Creativa Wade E Taylor “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder.” 1 Corintios 2:4 Las Palabras que yo hablo para el Señor deben ser ungidas y contener sustancia espiritual y propósito, todo lo cual va más allá de la simple comprensión intelectual o habilidad. Esas palabras deberían tener el “timbre” de cierta cualidad espiritual y llevar, vida, sanidad y liberación. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” 1 Corintios 2:14 El Señor busca a aquellos que estén dispuestos a intercambiar su confianza en la habilidad intelectual por una completa dependencia en la operación del Espíritu Santo a través ellos. “Más hablamos sabiduría en misterio, la sabiduría oculta……….” 1 Corintios 2:7 Para que podamos hablar esta “sabiduría escondida” o la palabra creativa, debemos hacernos “proféticos.” La clave del ministerio de Jesús fue Su unción profética tal como es expresada en Isaías 50:4. Note la progression: “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.” Isaías 50:4 Esta habilidad para hablar con “lengua de sabios” es un don profético: “El Señor me ha dado….” Este don nos permitirá tener la habilidad de hablar la palabra correcta (la que debo conocer ahora), en el tiempo correcto (palabra para un momento) a la persona correcta (al que está cansado). La preparación para esta capacitación profética requiere que dediquemos tiempo de calidad “Esperando en el Señor,” en Su presencia. Cada mañana, deberíamos apartar tiempo (Despertará mañana, tras mañana, despertará mi oído), para “cultivar” esta cualidad profética en nuestras vidas y luego, durante el día, “mantener” nuestra sensibilidad para escuchar y nuestra disposición para volvernos al Señor cuando Él desee hablarnos. Ser “despertados” espiritualmente significa que vamos a ser levantados por encima de todas las limitaciones de nuestro sentido de percepción y entendimiento, hacia el reino de lo sobrenatural mientras somos estimulados por el Señor. Cuando vemos que estamos fallando con esto o que nos distraemos, no debemos desanimarnos sino continuar para asir nuestro “espíritu” delante del Señor con expectativa para hacernos más sensitivos y disponibles para Él. El Señor desea grandemente una gente profética. Cuando nosotros también lo deseamos y le pidamos a Él por esta permanente unción profética, Él responderá y nos traerá a un 1 creciente grado de sensibilidad y habilidad profética. No importa cuán sensibles y disponibles seamos, podemos serlo mucho más aún. Moisés dijo: “…..Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos.” Números 11:29 En Amos 2:12-13 el Señor también expresó este deseo. “Más vosotros disteis de beber vino a los nazareos, y a los profetas mandasteis diciendo: No profeticéis. Pues he aquí, yo os apretaré en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de gavillas.” Debido a que la palabra profética había sido restringida, el Señor dijo de sí mismo que era una “voz” con deseo de expresarse pero se había restringido. Así, Él sintió como si estuviese presionado bajo el peso de un carro lleno de gavillas. Este cuadro demuestra el intenso deseo del Señor por hablarle a los suyos. Juan el Bautista dijo: “Yo soy la voz de uno que clama…” (Juan 1:23). El no solo habló una palabra profética sino que también expresó los sentimientos del Señor en relación con la palabra hablada. Juan hizo más que profetizar; él se “hizo” profético. Hay un lugar de “identidad profética” a la que hemos sido llamados para crecer. “A fin de conocerle y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos….” Filipenses 3:10 La “participación de sus padecimientos” se refiere a nuestro proceso de llegar a una “identidad profética” con los sentimientos y la intención del corazón de Jesús en la que nos convertimos en vasos a través del cual el Señor puede manifestarse así mismo, al igual que Sus deseos. Esto involucra nuestro conocimiento del Señor más allá del plano del conocimiento, del ministerio y de los dones. Se trata de que lleguemos a tener una experiencia de identificarnos personalmente con Él, que Sus pensamientos y deseos puedan hallar expresión a través nuestro, (ser la voz de uno que clama). Hay cinco niveles de desarrollo profético en nuestra vida y caminar espiritual. I. Revelación Interior “Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu Palabra.” Salmo 119:25 Nosotros fuimos formados del polvo. Tal como el polvo, no tenemos una estructura u orden interno que nos capacite para funcionar en las cosas espirituales. Necesitamos ser “vivificados” o levantados por encima de todo lo terrenal, (vivifícame según tu palabra). Esta palabra, “vivificar” significa “vida que empodera” (incluye nuestras emociones). Ser “vivificado” constituye el primer nivel de revelación interior que viene a través del poder del Espíritu Santo. El “despierta” nuestro espíritu, mañana tras mañana, y nos levanta a una dimensión de visión profética. II Nuestro Testimonio 2 “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministra conforme al poder de Dios da….” 1 Pedro 4:11 Un “oráculo” es una comunicación divina. Esto significa que la Palabra que hablamos en favor del Señor debe ser una palabra “vivificada,” no nuestra propia palabra o pensamiento. No es a través de la “letra” de la Palabra, sino a través de la “unción” del Espíritu Santo que se trasmite la vida. Las palabras son entendidas por la “imagen” que conllevan. Una palabra profética verdadera va más allá de la imagen mental, esta imparte “espíritu y vida.” III. El Don de Profecía “Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan y todos queden exhortados.” 1 Corintios 14:31 El “don” de profecía está disponible para todos pero es limitado en su propósito y en su uso (porque en parte conocemos y en parte profetizamos. 1 Corintios 13:9). Este don nos es dado para “edificar, exhortar y consolar,” (1 Corintios 14:3). Los dones deberían operar a través de una vida de santidad para que sea Jesús y no el vaso usado que sea visto y debería edificar al cuerpo de Cristo en una actitud de amor sacrificial. “…procurad los dones espirituales pero sobre todo que profeticéis.” 1 Corintios 14:1 La palabra “dones” se encuentra en itálicas porque no estaba en el texto original de la Escritura y debería ser leída como “deseos espirituales” o “desear el reino profético” en el cual somos capacitados para ver y hablar proféticamente. Para hacer esto, primero debemos edificarnos a nosotros mismos “esperando en el Señor” y “hablando en lenguas” mientras que somos vivificados por el Espíritu Santo. IV. El Oficio de Profeta “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas..” 1 Corintios 12:28 El Señor necesita profetas en nuestros días. Un profeta es alguien que habla una palabra específica, en un lugar específico, en un tiempo específico. El habla por Dios como Su portavoz. El oficio profético es un ministerio limitado (¿son todos profetas?), y es muy diferente del don de profecía. Este es un ministerio muy costoso ya que quienes son llamados al mismo deben someterse a una vida de disciplina y dirección. V. Espíritu de Profecía “…Porque el testimonio de Jesús es el Espíritu de profecía.” Apocalipsis 19:10 Este es el plano más elevado de lo profético y funciona a través de una “relación” no a través del “don.” En la medida en que maduramos espiritualmente, nuestras vidas reflejarán una mayor calidad de espíritu lo cual resultará en algo que trasciende el plano del don o el ministerio profético. El Espíritu de Profecía expresa una vida que se ha convertido en “un testigo” del Señor, lo cual no es simplemente dar un “testimonio para Él.” Va más allá de las palabras, se trata de que nuestra vida se convierta en la expresión de Sus pensamientos y sentimientos como si fuera Él. 3 “Pero nosotros todos mirando a cara descubierta como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen como por el Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3:18 En la medida en que nos hagamos uno con Él, nuestras vidas se convertirán como en un “espejo” que refleja la persona y la presencia del Señor Jesús, entonces, “el testimonio de Jesús, que es el Espíritu de Profecía” será visto y escuchado en nosotros como un espejo de Él. El Señor desea traer “vencedores” a este nivel de relación en el que el “Espíritu de Profecía” se convertirá en una fuerza que afectará grandemente el mundo en la ejecución de los propósitos de los últimos del Señor para los últimos tiempos. 4