Leyendas y Mitos Clásicos Ignacio Navarro MITO DE ÍO Ío es una mujer de la que encapricha Júpiter, pero ella siempre le rechaza. Harto de no poder conseguir su objetivo, decide convertirse en niebla para poder así acercarse a la bella mujer, a la cuál posee de este modo. Debido a que era un día soleado, a Juno le extraña la repentina niebla y al no encontrar a su marido, supone que puede ser él, con lo que decide inspeccionar. Júpiter, percatándose de la venida de su mujer, transforma a Ío en vaca para evitar que Juno le descubra. Al llegar le pregunta a Júpiter de dónde a venido esa vaca a lo cual responde que es hija de la tierra. Sospechando el engaño, Juno le pide como regalo la hermosa vaca. Para no delatarse, Júpiter decide regalársela y luego tratar de arrebatársela. Para evitar que Júpiter se la quite, Juno entrega la custodia de Ío a Argos (ser de 100 ojos capaz de ver en todas las direcciones que duerme haciendo turnos de ojos para poder estar siempre alerta). Argos cuida de la vaca en los mejores campos junto a un río de aguas claras. Cierto día, Ínaco, padre de Ío, se encuentra con la vaca durante la larga búsqueda de su hija desaparecida. Ésta trata de alertar a su padre de que ella es su hija, pero cuando trata de hablar sólo un mugido sale de su boca. Tras muchos intentos, escribe su nombre con la pata en el suelo y su padre, mirándola a los ojos, la reconoce. Al darse cuenta de que es Argos quien la custodia, decide pedirle ayuda a Mercurio para que mate al ser de los 100 ojos y así recuperar a su hija. Mercurio desciende del Olimpo y para pasar desapercibido, se quita las alas que le dan rapidez, su gorro, y comienza a hacer sonar su caduceo. Argos, conmovido por el sonido que producía y sin reconocer al dios, le pide que se siente con él y que toque. Mercurio sigue tocando, y el caduceo realiza su función sedante ,cerrando poco a poco todos y cada uno de los ojos de Argos. En el momento en que el último ojo se cierra, tomando una espada en forma de hoz, Mercurio corta la cabeza de Argos y huye con la Leyendas y Mitos Clásicos Ignacio Navarro vaca sobre sus hombros. Cuando Hera se dio cuenta de lo sucedido, se puso furiosa. Inclinándose sobre el suelo, tomó la cabeza de Argos y la llevó al Olimpo. Allí colocó los 100 ojos de Argos en el pavo real, su ave predilecta. Buscando refugio, Ío se sumergió en un mar de azules aguas que más tarde se llamó Mar Jónico (en griego Ionos, que significa mar de Ío). Más tarde se ocultó junto al Nilo, dispuesta a morir si hacía falta con tal de no tener que soportar más la terrible persecución a que era sometida. Hera la encontró allí y fue cuando intervino Zeus. Sobre la laguna Éstige el dios prometió no volver a cortejar a Ío. La diosa concedió devolver su figura a Ío pero a cambio debía permanecer junto al Nilo, no pudiendo volver a Grecia. Allí se quedó, cambiando su nombre por el de Isis.