Muerte digna - Universidad Católica Argentina

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La Nación
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19.08.11
Muerte digna
http://www.lanacion.com.ar/1398841-muerte-digna
Muerte digna: un debate que se
vuelve a abrir
Distintos comités de bioética se pronunciaron sobre Camila, la niña de dos
años en estado vegetativo permanente; mientras algunos afirman que su
situación es irreversible, otros sostienen que clínicamente sigue viva
Por Valeria Vera | LA NACION
El caso de Camila, la niña de dos años que permanece desde su nacimiento
en estado vegetativo permanente, es complejo por sí sólo. Y el pedido de su
familia de "dejarla ir" no hace más que recrudecer la difícil situación.
Los médicos del Centro Gallego de Buenos Aires , donde se encuentra
internada la pequeña, rechazaron quitarle el respirador artificial amparándose
en el vacío legal que impera sobre la temática. Argumentaron que hacerlo
implicaría cometer un homicidio y exigieron judicializar los procedimientos.
Esa decisión significó para Selva Herbón, su mamá, un freno al deseo de aliviar
a su hija y liberar a su familia de tanto dolor. También, la necesidad de permitir
que su intimidad saliera a la luz en busca de ayuda.
Un problema instalado, sin solución
Los vaivenes del caso evidenciaron que hablar de lo que se conoce como
muerte digna en la Argentina aún representa estar en medio de un callejón sin
salida. Los criterios acerca de cómo actuar en estas situaciones se multiplican
en el seno de distintos comités de bioética, aunque también sobresalen
algunas coincidencias.
Quienes abrazan una postura más conservadora se inclinan, principalmente, en
recordar que el enfermo es un ser humano y que como tal merece respeto y
cuidado. Además, señalan que el compromiso médico lleva a tener que cuidar
del paciente hasta que se produzca su muerte espontánea, sin inducirla o
forzarla.
"Se trata de la muerte que todos deberíamos tener, por eso no creo que haya
que forzar ninguna situación. Esperar una muerte espontánea es la más digna
de todas las muertes", aseguró a LA NACION Rafael Pineda, director del
departamento de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas del Hospital
Universitario Austral .
Para Pineda los profesionales de la salud deberían desempeñarse bajo la
premisa de que fueron formados "para velar por la vida y no para producir la
muerte".
Los distintos especialistas consultados, que abrazan esta posición, destacaron
que en el caso de Camila existe una realidad que no se puede obviar: la beba
no está muerta, aunque su pronóstico sea poco alentador. Se requiere
entonces que el profesional la atienda, acompañe y sostenga hasta su muerte
natural.
"El cuidado, la hidratación, y la compañía deben tener lugar hasta último
momento porque como médicos no podemos interrumpir la vida", advirtió la
doctora Julia Elbaba, decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de
FASTA.
En ese sentido, agregó, que se debe procurar rodear a la persona enferma con
todo lo que ella demande, sin utilizar medios desproporcionados cuando se
sabe que ya no queda nada por hacer: "Aceptar la muerte significa reconocer
los límites que tiene la ciencia médica".
Así lo declaró también el presbítero Rubén Revello del Instituto de Bioética
de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Católica Argentina
(UCA) : "La Iglesia considera que debe buscarse siempre el bien de la persona
y el respeto de su dignidad, por eso en cuanto a la intención nunca debe
perseguirse causar la muerte del paciente como fin. En este delicado equilibrio
debe evitarse el encarnizamiento terapéutico (una prolongación de la vida
artificial -respecto de las expectativas médicas- y extraordinaria -para el
paciente y su entorno-), permitiendo que la muerte siga su curso natural".
El consenso, una decisión conjunta
Distinta es la opinión de Beatriz Firmenich, filósofa y coordinadora del Comité
de Bioética del Incucai, otra de las organizaciones que se expidió
concretamente sobre Camila al recomendar la limitación del esfuerzo
terapéutico. En otras palabras, este comité propuso que el hospital "hiciera o
dejara de proceder en función de las respuestas subjetivas de la paciente"; un
criterio médico aplicable siempre que medie el acuerdo con la familia del
enfermo.
Para clarificar los alcances de la medida, Firmenich sostuvo, por ejemplo, que
si Camila sufriera un paro cardíaco, los médicos no se verían obligados a
practicar maniobras de reanimación o que, en caso de contraer una infección,
no habría necesidad de tratarla.
Por otro lado, la experta en bioética reflexionó que en esta situación puntual la
complejidad está dada no sólo por el estado de la niña (que no posee
conciencia de su existencia), sino también por el temor de los médicos a sufrir
futuras demandas por mala praxis. "Esto debiera resolverse en la estricta
confidencialidad de la relación médico-paciente. Está dentro de los atributos
bajar el nivel de intervención por la gravedad o falta de respuesta del paciente",
precisó.
En este último punto coincidió Carlos Gherardi, presidente de la Sociedad
Argentina de Terapia Intensiva (SATI), para quien se vuelve imprescindible
que estas situaciones sean absorbidas en la intimidad y se intente llegar a un
consenso entre los médicos y las familias, sobre todo, cuando la capacidad
cognitiva del enfermo no le permite decidir ni comunicarse.
Procedimientos burocráticos
Bajo esta postura también se pronunció Juan Carlos Tealdi, asesor en bioética
de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación .
En diálogo con LA NACION, el especialista se lamentó de que en la actualidad
la toma de decisiones involucre a tantos actores al entender que la burocracia
entorpece los procesos. "El caso de Camila es un claro ejemplo de cómo las
instituciones de salud toman o dan opiniones que terminan condicionando",
disparó.
Y añadió: "En situaciones así los médicos tienen que ceñirse a lo que los
mejores y más avanzados conocimientos sobre la materia y los consensos
internacionales indican. Esa es la buena praxis. Se dice que cuando se está
frente a una persona en estado vegetativo permanente, con todos los medios y
sin ninguna evidencia de modificación en su estado, no hay obligación de
seguir con el tratamiento pasado el año".
En otro orden de cosas, Gherardi se refirió, además, a la necesidad de
disponer pronto de una ley a nivel nacional que garantice la manera adecuada
de proceder en cuanto al manejo del soporte vital de los pacientes con
deterioro cognitivo severo. "En este sentido, la ley 4264 de Río Negro,
promulgada en 2007, es un texto a imitar", concluyó..
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