Grupo Coppan SC Irak: terreno pantanoso.

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Grupo Coppan SC
Medio Oriente
Junio 19, 2006
Irak: terreno pantanoso.
Los eventos durante el mes de mayo en Irak reflejan la compleja situación en
la que se encuentra esa nación. La ubicación y eliminación del líder de la red
terrorista de Al Qaeda en ese país, Abu Musab Al-Zarqawi (08/06), gracias a un
exitoso operativo de inteligencia, pone en evidencia la vigencia de la lucha
contra el terrorismo. El anuncio de su inmediato reemplazo por Abu Ayyub al
Masri, siguiente en el mando, pone de manifiesto que en esa guerra la
desaparición de las cabezas significa un avance, pero no una victoria.
El anuncio de un nuevo gabinete que incluye al sunni Abdel Kader Mohamed
Jassem Oubeidi como Ministro de Defensa, al chiíta Jawad Polani como
Ministro de Interior y al también chiíta Chirwan al Waili, como Ministro de
Seguridad, refleja lo que se ha convertido en una dinámica permanente de
intentar crear un gobierno, con legitimidad democrática, capaz de mantener
la estabilidad y la seguridad. Nada garantiza que con este nuevo gabinete será
posible asegurar estos dos objetivos. Las luchas sectarias, agravadas en 2006,
no presentan visos de arreglo en el corto y mediano plazos.
La sorpresiva visita del presidente George W. Bush a Bagdad (12/06) como un
gesto de apoyo al nuevo gobierno del Primer Ministro Nuri Al Maliki, refleja
una situación política en la que se hace necesario refrendar al más alto nivel
el compromiso de EUA de no abandonar a quienes han creído en ellos. Es
también un indicador de que la situación sigue siendo sumamente delicada.
Terrorismo y sectarismo: dos caras de la misma violencia.
A pesar del éxito que puede representar haber eliminado a Al-Zarqawi, no por
ello podría anticiparse que la situación en Irak será más segura, ni tampoco
más estable. En un río tan revuelto como sigue siendo Irak, la forma de operar
de Al Qaeda le permite mantener una ofensiva importante utilizando pocos
hombres, que sin mayor problema se pueden infiltrar en el país como parte de
células muy cerradas, difíciles de penetrar. Llevó más de tres años ubicar y
eliminar a Al-Zarqawi, y una vez que cayó el cabecilla, su reemplazo fue casi
inmediato, y por un perfil más radical y violento. Abu Ayyub ya anunció la
intensificación de ataques en contra de tropas estadounidenses y de la
población chiíta.
La proliferación de las milicias chiítas plantea otro problema muy serio. ¿Es
posible desarmarlas o hay que integrarlas al ejército?, en el primer caso
¿quién lo haría y cómo lo haría?; en el segundo caso, ¿quién puede asegurar su
disciplina una vez integradas al ejército? A pesar de ser este un tema central
para la paz entre los diversos grupos étnicos y religiosos que conforman Irak,
el Primer Ministro y el jefe de Inteligencia iraquí, el general Mohamed AlShahwani (sunni), no logran ponerse de acuerdo. El Primer Ministro considera
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que las milicias deben integrarse a las fuerzas regulares, mientras que el jefe
de inteligencia considera que esta sería una decisión de alto riesgo. Más allá
del éxito que representa conformar un gabinete multiétnico, la ausencia de
consensos al interior del gobierno sobre cómo enfrentar el conflicto sectario
refleja la enorme complejidad de un conflicto ancestral, cuya solución no se
avisora.
Dividendos políticos de la presencia en Irak a la baja.
Cualquier acción de gran envergadura emprendida por un jefe de Estado, en
particular cuando involucra el uso de la fuerza, tiene detrás un cálculo de
obtención de dividendos políticos. El presidente Bush ciertamente los recogió
en 2001 después de su decidida respuesta en Afganistán, en busca de Osama
Bin Laden y sus correligionarios. Sin embargo, a partir de la intervención
armada en Irak en 2003, está situación ya no fue tan clara. Hoy en día, la
presencia en Irak le cuesta al presidente Bush mucho más capital político de
lo que le aporta. Más aún, se ha convertido en un permanente factor de resta.
La visita de George W. Bush a Bagdad (12/06) puede tener un doble rasero. Por
un lado, mostrar su decidido apoyo al gobierno de Irak, como un mensaje a
todos los actores de ese país que detrás del Primer Ministro sigue EUA. Por
otro lado, la caída del líder de Al Qaeda en ese país sirve para presentar
cuentas positivas a los estadounidenses y tratar con ello de recuperar
popularidad. Mismo es el caso del anuncio del general George Casey,
responsable del despliegue militar en Irak, de la posibilidad de retirar una
parte de los 130 mil soldados apostados en Irak (12/06) para finales de 2006 y
principios de 2007, aunque son anuncios que ya se han hecho antes y no se
han cumplido. Los resultados de las próximas encuestas muy probablemente
nos permitirán medir este impacto.
Estabilidad y democracia regional
En días recientes (15/06) el Pentágono hizo público el balance de la presencia
militar en Irak: bajas de dos mil 500 soldados estadounidenses y 15 mil
heridos. Por su parte, la ONG Iraq Body Count publicó en días recientes que
desde el inicio de la intervención militar en 2003 han muerto entre 38 mil y 42
mil civiles iraquíes. Si bien la intención era hacer de esta parte del mundo una
zona más seguro y más democrática, la muerte de Al-Zarqawi, la posterior
detención de 759 insurgentes y la muerte de un centenar más, no se traduce
en el corto plazo en un avance significativo en el alcance de estos objetivos.
Irán, que en 2003 aceptó apoyar la intervención armada en Irak, se ha
convertido en una potencia regional hostil a Estados Unidos, decida a
mantener su programa de desarrollo nuclear y con creciente influencia en
Irak, más ahora que los chiítas han logrado un peso decisivo en el nuevo
gobierno. En Israel, la otra pieza delicada del balance regional, las cosas
tampoco han logrado avanzar; la negociación entre Israel y las autoridades
palestinas se ve cada día más remota y la violencia, lejos de atenuarse,
prolifera. La estrategia de la guerra contra el terrorismo ha resultado costosa
y de resultados limitados; todo indica que el electorado estadounidense está
presto a cobrarle esta factura al presidente Bush en las elecciones del
próximo noviembre.
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