Aníbal Barreto Monzón

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AUTOBIOGRAFÍA
Yo, Aníbal Barreto Monzón, nací en Paraguay, en un pequeño poblado de
nombre Karandayty, en el distrito de Coronel Oviedo, el 23 de julio de 1954. La
nacionalidad no se elige; si de mí dependiera hubiera nacido en Inglaterra.
En una escuelita de morondanga me empujaron hacia los primeros números
naturales, pero conté tan mal que me tropecé y me caí. En cambio, en una escuela
pública aprendí las primeras letras, pero al aprender las segundas ya me olvidaba de las
primeras.
Realicé los estudios primarios y también los secundarios en Coronel Oviedo en
el Colegio Nacional Pedro P. Peña, Escuela de Comercio Coronel Florentín Oviedo,
Colegio Parroquial Nuestra Señora del Rosario y a duras penas concluí en el Colegio
Manuel Ortiz Guerrero. Verán que recorrí todos los centros educativos de la zona y fui
progresando en mi educación más por compasión de mis maestros
que por mi
dedicación personal.
Inicié mis estudios universitarios en la Universidad Católica de Villarrica. En
1977 abandoné la universidad y el país por persecución política. Al año siguiente,
1978, retorné a la patria y a la universidad, mientras soportaba una sistemática
persecución por mis actividades e ideas políticas.
Publiqué con otros compañeros universitarios revistas y periódicos estudiantiles
que irritaron terriblemente a las autoridades y que me significaron varios apresamientos.
Poco después abandoné definitivamente la universidad al ser expulsado de Coronel
Oviedo por la policía política.
Ya en Asunción, haciendo honor a mi ciudad de origen, “capital del trabajo”,
desempeñé infinidad de ocupaciones y tareas. Siendo dirigente sindical y militante
irreductible de la causa, como no trabajaba, llevé a cabo la más larga huelga de que se
tenga conocimiento en el Paraguay y en el mundo.
Siendo conocido dirigente sindical, de nuevo arremetí con el estudio. Con este
nuevo rebusque de estudiar en la universidad intenté de nuevo traspasar la barrera de la
ignorancia (en el intento de traspasar, la barrera se me cayó por la cabeza, y así fue que
me quedé definitivamente en este estadio).
Pero aun así, remando contra adversidades durísimas, me gradué en “letras”,
con el título de licenciado en asuntos varios. Mas las ganas de aprender nunca me
abandonaron, por lo que seguí un posgrado en “letras”. Estudié y realicé una tesis
doctoral basado en una profunda investigación científica sobre la letra H y las B/V, pero
hasta hoy día no entiendo por qué se usa la H y en qué caso se usa la B y la V. Del
acento mejor ni hablar, porque ni siquiera investigué.
En el año 1995 puse en práctica mi calidad de graduado en “letras” y publiqué el
libro Democracia a lo luque, propuesta política de un colorido partido divertido,
una sátira a las proposiciones políticas de los partidos tradicionales. Hoy la sátira le
salpicó a todos, incluso a los “progresistas y revolucionarios”.
En agosto del 2003 publiqué El doctor, mi candidato, una novela corta también
satírica sobre la realidad política en la función pública. Este libro se llevó al teatro en la
Argentina y ganó el primer premio en la Muestra Provincial de Teatro de Formosa.
El 13 de agosto del 2009 publiqué otra novela, La vida en pedazos, que relata la
vida de un aprovechador aprovechado y que por esas cosas que tuvo la dictadura, entre
tantos héroes verdaderos sufrió también las crueldades de la policía política. En cambio
este libro no se llevó al teatro, pero sí lo llevé al concurso para el Premio Nacional de
Literatura y los miembros del jurado ni sabían de su existencia, ni siquiera lo leyeron.
Se imaginarán el resultado.
Pichado con el jurado que se conformó para otorgar el Premio Nacional de
Literatura, publiqué el 23 de noviembre del 2009 un opúsculo, La ley no es zoncera,
legislando en forma paralela al parlamento nacional de manera a ayudar a realizar en
forma más legal sus fechorías a los futuros miembros del jurado que otorga el mismo
galardón. Casi todos estos libros están agotados, pero más agotado está el autor.
Desde hace años soy vendedor y promotor de equipos de uso médico y en mis
ratos de ocio legislo para modificar leyes que no me convienen. Contabilicé varios
apresamientos, lo que me permitió conocer las condiciones de crueldad que soportaban
los presos políticos. Mi nombre figura en la lista de víctimas de la dictadura en el
Museo de la Memoria. Creo que también figuro en el museo de los desmemoriados (no
me consta).
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