Movimientos políticos, movimientos sociales Adriana López Monjardín Afortunadamente, la conceptualización de los movimientos políticos y sociales en México no se ha desarrollado ajena a la realidad que pretende explicar. Y la realidad social mexicana, durante los últimos cuarenta años de predominio institucionalizado del partido único, estuvo marcada por la organización corporativa de los principales contingentes sociales y por su exclusión de los campos decisivos del quehacer político. El estudio de los movimientos sociales en México recibió un extraordinario impulso desde los años setenta, urgido por la necesidad de atender a un fenómeno emergente y que comenzó a convertirse en un elemento significativo de la realidad nacional. En este texto me voy a referir a los movimientos sociales y políticos que se intensificaron en todo el país durante los últimos veinte años, llenando los vacíos dejados por las organizaciones oficiales o rompiendo las trabas que éstas les oponían. Los campesinos con "derechos a salvo", que habían esperado durante décadas el reparto agrario, descubrieron que los trámites que realizaban ante las autoridades habían dejado de tener por objeto dotarlos de parcelas; más bien estaban orientados a contener sus demandas y a posponer su acceso a la tierra. Entonces se lanzaron a tomar tierras. La mayoría de ellos no sólo carecían del apoyo de las centrales campesinas oficiales, sino que se rebelaron contra ellas y formaron organizaciones independientes. Los trabajadores protagonizaron una insurgencia sindical que se nutrió, en primer lugar, por la lucha de los electricistas democráticos; en segundo lugar, por la disputa por los contratos colectivos en las 21 MOVIMIENTOS POLÍTICOS, MOVIMIENTOS SOCIALES ramas productivas en expansión, como la metalmecánica y la automotriz; en tercer lugar por el desafío a los dirigentes charros en diversos sectores, sometidos al control corporativo desde largo tiempo atrás, como el textil; y en cuarto lugar, por los esfuerzos de organización de numerosos grupos de asalariados carentes de organización sindical, como los universitarios, los técnicos y los profesionistas. El panorama urbano quedó marcado por las luchas de los colonos. No sólo las metrópolis, sino también las ciudades medias y hasta las pequeñas localidades de provincia fueron escenario de invasiones de terrenos destinados a la construcción de viviendas y de intensos combates por la introducción de los servicios públicos. Lo novedoso en este caso no era la proliferación de los "paracaidistas", que desde siempre habían tomado por su cuenta la edificación de buena parte de las áreas urbanas. Lo sorprendente era que no estuvieran comandados por la CNOP y que se propusieran la integración de organizaciones independientes. Si algo tuvieron en común todas estas movilizaciones fue la insistencia en desarrollar organizaciones democráticas, independientes de sus contrapartes oficiales: la CNC, la CTM y la CNOP. Las primeras definiciones de estos nuevos movimientos pusieron el acento en su carácter "social", haciendo referencia a la manera en que aparecían enraizados en las condiciones cotidianas de vida de los sectores involucrados, a partir de las cuales surgían las reivindicaciones que los ponían en acción. También tenían que dar cuenta de su énfasis en la problemática organizativa, planteada desde el campo rebelde y el paralelo a los agrupamientos oficiales. Creo que éste fue uno de los motivos de que, en el terreno del análisis, se pusiera el acento en lo sectorial, siguiendo de cerca la división de los tres "sectores" del PRI. Se sistematizó el estudio de los movimientos "obrero", "campesino" y "popular". Los movimientos "políticos", en cambio, no tuvieron un. desarrollo equivalente hasta bien entrada la década de los ochenta. Los analistas los identificaron principalmente con las luchas electorales, poco concurridas en los tiempos en los que hizo su entrada en escena la insurgencia "obrero-campesina-popular". Por otro lado, cobraron relevancia los combates contra los grupos regionales de poder y los cacicazgos. Tal vez porque fueron esporádicos y fragmentarios por la diversidad de los "sectores" involucrados, o porque no generaron organizaciones alternativas, éstos no dieron lugar a un área sistemática de estudios. Las investigaciones 22 ADRIANA LÓPEZ MONJARDÍN al respecto pusieron el acento en los "estudios de caso", enfatizando sus características particulares y casi irrepetibles. La investigación deslindó con cuidado ambos campos : el de los movimientos sociales , donde se trataba de analizar las luchas reivindicativas de diversos contingentes de masas, ajenas por lo general a las organizaciones partidarias ; y el de los movimientos políticos, identificados con la lucha explícita por el poder y muy particularmente con los partidos políticos y con los procesos electorales. Este deslinde no se dio de manera gratuita . Porque fue el partido oficial, antes que los científicos sociales, el que introdujo tal separación en las vidas de la inmensa mayoría de los mexicanos. Lo peor que podía pasar con una lucha reivindicativa era que se acusara a sus protagonistas de tener " fines políticos ": traición a la Patria. Los dirigentes charros tenían el monopolio del quehacer político. Los colonos, los sindicalistas y los campesinos también aprendieron a distinguir a los líderes honestos y democráticos de los "políticos", que sólo buscaban los votos, el beneficio personal o la manipulación de las luchas populares. Las más de las veces, las luchas sociales se restringieron a cuestiones sectoriales y reivindicativas. Se llegó a hablar entonces de los "movimientos de masas" como sinónimo de "movimientos reivindicativos y sectoriales"; y en contraposición con los "movimientos políticos ", bajo el supuesto de que estos últimos rara vez daban lugar a movilizaciones masivas. La definición de los movimientos obrero, campesino y popular nunca fue tan simple como parecía. ¿Cómo abordar las luchas de los "campesinos sin tierra "? El "movimiento popular " ¿era sólo el de los colonos? Los estudiantes ¿eran otro "sector"?; y los profesores universitarios sindicalistas ¿formaban parte del "movimiento obrero"? Pese a las dificultades , es innegable que la división sectorial resultó operativa y sirvió para describir y explicar acontecimientos nacionales. No obstante, aun reconociendo lo mucho que ha contribuido el análisis sectorial de los movimientos sociales al estudio de la realidad nacional, creo que es conveniente someterlo a discusión. Precisamente en 1989, por dos motivos. Primero, porque hace falta detenerse en las imprecisiones y los juicios parciales que han generado una concepción de esta naturaleza. Porque ni los movimientos sociales han sido sólo reivindicativos y apolíticos, ni los movimientos políticos se han reducido a luchas electorales ajenas a las 23 MOVIMIENTOS POLÍTICOS, MOVIMIENTOS SOCIALES reivindicaciones sociales. Segundo, porque estamos viviendo el inicio de una etapa en la que se están transformando rápidamente los vínculos entre las luchas reivindicativas y las prácticas políticas. Uno de los movimientos de masas más amplios de nuestra historia contemporánea señaló, explícitamente, sus objetivos políticos. Además , el fin del partido único corre en paralelo al desbordamiento de los marcos corporativos sectoriales, que ya no contienen a los sectores para los cuales fueron diseñados ni a los nuevos agrupamientos a los que está dando lugar una sociedad más compleja. Sectores paradigmáticos (las fuentes de información) El análisis sistemático de los movimientos sociales planteó un primer problema: ¿qué fuentes de información iban a alimentar dichos estudios? Los investigadores produjeron parte de la información que requerían. Desde la primera mitad de los setenta comenzaron a desarrollarse los estudios de caso, basados en el trabajo de campo y las entrevistas con los dirigentes y "las bases " en movimiento. Estos análisis dieron lugar a intensas discusiones metodológicas : la observación participante, la historia oral, las historias de vida, la eficacia de las encuestas, la investigación comprometida y la necesidad de asegurar la objetividad de los análisis , fueron algunos de sus episodios . Actualmente contamos con varios centenares de estudios de caso que han permitido no sólo un conocimiento detallado de las aventuras de algún grupo en acción , sino también de sus condiciones de vida y de trabajo, de sus preocupaciones y expectativas. Los ensayos orientados hacia la búsqueda de planteamientos generales encuentran sin embargo mayores dificultades. Los diarios y las publicaciones periódicas resultan una de sus principales herramientas . Si las notas sobre una huelga o una toma de tierras difícilmente pasaban de la sección policiaca a principios de los setenta, los movimientos sociales se han convertido actualmente en uno de los temas de interés nacional que la prensa reporta con cierta regularidad. Pese a su mayor cobertura , la prensa sigue siendo un apoyo insuficiente para los investigadores . Aparte de ofrecer interpretaciones particulares sobre los movimientos que reporta , selecciona con algún criterio los casos que da a conocer . Y dicho criterio no coincide 24 ADRIANA LÓPEZ MONJARDÍN necesariamente con lo que requiere un análisis sistemático y global. De tal manera que los "casos" escogidos por la investigación directa o filtrados por la prensa ofrecen a los científicos sociales con pretensiones globalizadoras una fuente de información parcial e imperfecta. Aun admitiendo la posibilidad de que aquellos movimientos sobre los que se dispone de más información fueran también los más importantes desde el punto de vista de las ciencias sociales -cosa que no siempre sucede- quedaría en pie el problema de captar una conflictividad social más generalizada y menos publicitada; más cotidiana pero con menor impacto sobre la opinión pública. Creo que quienes nos dedicamos al estudio de los movimientos sociales hemos puesto el acento en episodios más excepcionales o ejemplares que típicos. A veces, seducidos por nuestro objeto de estudio, hemos construido paradigmas que llegan incluso a oscurecer algunos de los aspectos más persistentes de las luchas sociales en México. Otras veces, hemos confundido a algunas organizaciones con el movimiento en su conjunto. La Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), por ejemplo, y sobre todo la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (coNAMUP) fueron árboles que amenazaban con ocultarnos el bosque. Basta un ejemplo de ello y elijo el que mejor conozco. Acerca de Juchitán y de la Coordinadora Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (cocEl) hayvarias docenas de artículos, ensayos y tesis profesionales (dos o tres de ellos míos, por cierto). Por más que se recorra el país, no se encontrará un movimiento campesino enraizado en la cultura étnica que haya generado un proyecto político y organizativo semejante. Sin embargo, el último ciclo de recambio de autoridades municipales provocó conflictos y movilizaciones en más de la cuarta parte de los municipios del país. Es obvio que no se pueden pedir 500 estudios de caso, uno por cada alcaldía en disputa. Pero también es muy probable que el análisis de ese mar tempestuoso arroje más luz sobre los movimientos de masas que la pura investigación de las islas coceístas. Lo más grave es que la falta de conocimiento sobre la conflictividad social y política más generalizada -la latente y la que se expresa en los pequeños combates diarios- lleva a muchos investigadores a suponer que sólo se mueven los protagonistas de los movimientos "oficialmente" reconocidos por la prensa o por las ciencias sociales. Y todavía peor: hay quienes caen en la tentación de suponer que como 25 MOVIMIENTOS POLÍTICOS, MOVIMIENTOS SOCIALES los demás "no se mueven", pero si aparecen como parte de la escenografía usual en los actos oficiales, entonces las mayorías se inclinan por el partido oficial y sus centrales de masas y están dis puestas a expresar, por lo menos, su "consenso pasivo". Por eso los investigadores no hemos estado en condiciones de prever muchos de los movimientos sociales que nos estallan a unas cuantas cuadras de nuestras casas o a unas cuantas aulas de nuestros cubículos. Las impresionantes movilizaciones de los damnificados por los sismos de 1985; el relanzamiento de las luchas universi:tari'ás encabezadas por el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) en 1986; y la intensa lucha electoral de 1988 nos tomaron por sorpresa. Sectores inaprensibles (lo social) Lo más sistematizado en el campo que nos ocupa ha sido el estudio de los movimientos obrero, campesino y popular. Sería conveniente desarrollar una revisión crítica de esta definición sectorial de los movimientos de masas. Y no porque sea errónea sino porque es, necesariamente, parcial y deja de lado algunas de las características relevantes de las luchas sociales contemporáneas. La misma definición de los "sectores", en tanto contingentes sociales con características propias y diferenciadas, ha dado lugar a intensos debates teóricos, metodológicos y políticos, atravesados por la intención de ubicar la posición de clase de cada uno de ellos. Por otra parte, en la medida en que la sociedad se va volviendo más compleja, resulta indispensable poner al día los análisis sobre los grupos que conforman el México de nuestros días. La discusión a este respecto ha sido intensa y prolongada. No pretendo aquí reproducir sino ilustrar las dificultades que hereda de ella el estudio de los movimientos sociales, cuando arranca de las definiciones sectoriales. Comenzando por los campesinos, podríamos decir que en su definición como grupo social se han disputado el terreno las fuerzas "centrífugas" y las "centrípetas". Para quienes se ubican en el primer territorio, el término campesino es demasiado vago, porque acoge a sectores de la "pequeña burguesía" tanto como a "proletarios". Desde el campo contrario, se puso el acento precisamente en los movimientos sociales, para mostrar cómo la lucha por la tierra y por la sobrevivencia de las pequeñas unidades de producción unificaban tanto a los jornaleros como a los ejidatarios y comuneros. 26 ADRIANA LÓPEZ MONJARDÍN Las condiciones de producción , de trabajo y el ingreso de los campesinos dependen no sólo de sus relaciones económicas sino también , y en gran medida, de las formas de poder político que prevalecen en determinada región . Así, por ejemplo , la concentración ilegal de las tierras va aparejada con el poder de un cacique que cuenta con pistoleros armados bajo sus órdenes y con el respaldo de las autoridades agrarias , municipales y estatales. Entonces los campesinos se ven obligados a comprometerse en combates políticos contra los caciques o por las presidencias municipales, que son a la vez la consecuencia inmediata y la condición para el desarrollo de sus movimientos reivindicativos . Cuando el acceso a las tierras o los pagos que recibe una comunidad por sus cosechas de café dependen de la solución de un conflicto político , ¿cómo separar el estudio de los movimientos sociales del análisis de los movimientos políticos? Las luchas por el poder político en el campo ¿no forman parte de los movimientos sociales campesinos ? Yo creo que sí y que, sin embargo, no es tan simple. Porque son también movimientos que involucran alianzas entre diversos sectores sociales o incluso entre clases sociales distintas. Los movimientos étnicos plantean un problema semejante. Hay quienes sugieren clasificarlos como un "sector " diferente a los campesinos. Pero tales propuestas parecen tener poco éxito : tanto entre los teóricos como entre los líderes rurales, oficiales o independientes. En todo caso, tampoco se puede eludir la dimensión cultural específica de las luchas que emprenden los pueblos indígenas, por muy campesinas que puedan ser sus demandas. En cuanto al "movimiento obrero", éste va resultando una categoría un tanto estrecha para dar cabida al conjunto de las movilizaciones protagonizadas por los asalariados . Lo que las separa no son sus reivindicaciones centrales : democracia sindical y aumento salarial, sino el tipo de trabajo que desarrollan los protagonistas de cada movilización y la forma en que se insertan en la sociedad. Tomando casos extremos se puede decir , por ejemplo, que los jornaleros agrícolas siguen más de cerca la lógica del movimiento campesino ; mientras que los profesores universitarios tienen más en común con algunos sectores de las clases medias que con los supuestos asalariados de la "universidad fábrica ". El carácter temporal del empleo de los primeros y el trabajo calificado de los segundos han desbordado los marcos tradicionales del sindicalismo, poco eficaz en 27 MOVIMIENTOS POLÍTICOS , MOVIMIENTOS SOCIALES ambos casos. La vinculación de cierto grupo de asalariados con su entorno social, más allá de las relaciones propiamente obrero-patronales, ha pesado de manera decisiva en muchos movimientos obreros. Así, los maestros y los trabaj adores de la salud se apoyan en la solidaridad de quienes reciben sus servicios; y este apoyo puede condicionar el desenlace de los conflictos aún más que la lucha puramente sindical. En situaciones de virtual "enclave", como las que prevalecen en regiones mineras, la población gira en torno a la empresa. Entonces resulta, por ejemplo, que la lucha contra el charrismo sindical en Monclova se prolonga en el combate por la presidencia municipal encabezada por el PAN. ¿Un movimiento social? Sí, pero también un conflicto político extraordinariamente complejo, donde la cuestión "sectorial" (obrera, en este caso) ha pasado a un segundo plano. Un "sector" que puede ser fácilmente definido como tal, a condición de admitir su carácter su¡ géneris es el estudiantil. Sus integrantes tienen mucho en común durante el breve periodo ,3e sus vidas en el que son estudiantes. Pero la fuerza y la capacidad de negociación de sus movimientos no depende de lo que suceda dentro de sus centros de estudio sino, sobre todo, de su impacto sobre la sociedad. Se trata entonces de un movimiento social que, para existir, tiene que trascender su carácter sectorial. ¿Para irrumpir en la política? Sí, pero esto no implica que pierda su especificidad como movimiento estudiantil. Las cosas se complican mucho más cuando se busca atrapar al "sector popular". El movimiento popular ha servido para acoger a todos aquellos que no tienen una ubicación sectorial precisa; ahí entra todo lo que no sea obrero o campesino. Así concibió el FRI a la CNOP: cabían los locatarios de los mercados y las asociaciones de profesionistas, las amas de casa y los vendedores ambulantes, las clases medias, los afiliados al Club de Leones y los desempleados. Los estudiosos de los movimientos sociales heredaron esta miscelánea. Tratando de poner orden y de sistematizar el estudio de las luchas por la vivienda y los servicios públicos de los pobladores urbanos, en ascenso desde los años setenta, los investigadores acuñaron una categoría más precisa que la que proponía la CNOP: "movimiento urbano popular". Pero cuando se pusieron a moverse los ecologistas, las mujeres, las clases medias, los jóvenes, los vendedores ambulantes y Superbarrio, los investigadores hablaron de "sectores emergentes dentro del movimiento urbano popular"... y volvieron a 28 ADRIANA LÓPEZ MONJARDÍN dar cabida en sus estudios a todos esos grupos, tan diversos que ya ni la CNOP lograba contenerlos en su seno. Todavía peor : cuando la Asamblea de Barrios , sin abandonar las luchas inquilinarias , promueve la Convención del Anáhuac para buscar la democratización del Distrito Federal ; cuando anuncia su lucha por una salida política a los problemas de la ciudad ; cuando Superbarrio defiende el voto cardenista y Cuauhtémoc Cárdenas vota por Superbarrio ¿ya se acabó el movimiento social ? No. Sólo se politizó. Lo malo es que también diluyó las fronteras , tan cuidadosamente sistematizadas, entre lo social y lo político. Una de las lagunas más significativas que ha dejado el análisis sectorial de los movimientos sociales es el estudio de los frentes populares regionales, que se formaron por todo el país en los años setenta con el propósito de coordinar las luchas reivindicativas que se venían desarrollando en los sindicatos , los ejidos , los latifundios, las colonias populares y los centros de educación. Estos frentes populares no sólo desarrollaron formas de agrupación distintas a las sectoriales, sino que rebasaron el carácter puramente reivindicativo de los diversos movimientos que los conformaban y les dieron una proyección política, llenando espacios que los partidos no estaban cubriendo. Tal vez por su carácter territorial y por su proyección política hayan escapado a casi todos los estudiosos de los movimientos sociales. Lo que trato de mostrar es que las ligas entre los movimientos sociales y los políticos son, en ocasiones , sumamente estrechas. Al grado de que la separación analítica entre unos y otros puede resultar poco pertinente, llevando a perder de vista algunas de las características centrales de los conflictos que se pretenden explicar. Sectores fragmentados (la economía) Precisar las relaciones entre la economía y los movimientos sociales ha sido otra de las dificultades para los investigadores ocupados en el tema . Las posiciones extremas van desde ver en la evolución de la economía el disparador directo y casi automático de las luchas populares , hasta suponer tal autonomía entre ambos fenómenos que se llegan a atribuir las movilizaciones a causas fortuitas o provenientes de la subjetividad (al grado de que puede llegar a resultar difícil, entonces , saber si se trata de las opiniones de la colectividad estudiada o de quien la estudia). 29 MOVIMIENTOS POLÍTICOS, MOVIMIENTOS SOCIALES La crisis, al provocar el deterioro de las condiciones de vida de la población, genera una amplia oleada de movimientos sociales, dicen algunos. Lo malo es que hay argumentaciones, igualmente convincentes, en el sentido de que las situaciones agudas de crisis paralizan a las fuerzas sociales, mientras que los periodos de recuperación desatan las fuerzas largamente contenidas. No hay duda de que la prolongada crisis ha provocado un grave deterioro de las condiciones de vida. Muchos científicos sociales han llegado a decir que la mayoría de los mexicanos se han vuelto "más iguales" en la medida en que se vuelven "más pobres". Pero "la manera de perder" ha sido muy distinta y ha provocado una tendencia contraria: la sociedad también se fracciona. No sólo porque se ha recrudecido la desigual distribución de la riqueza, sino porque s.e han ahondado los abismos que separan a los integrantes de cada "sector" de cada grupo social. Los jornaleros agrícolas vuelven a ser, más que nunca, campesinos sin tierras. Más desempleados, con salarios más bajos, son también más distintos de quienes cuentan con una parcela. Deliberadamente, las autoridades han desviado las demandas agrarias hacia un enfrentamiento de campesinos contra campesinos. En Chiapas ,y en la huasteca hidalguense, la CNC promueve invasiones en las fincas ya ocupadas por solicitantes de tierras, provocando conflictos entre ellos mientras los ganaderos quedan protegidos por los certificados de inafectabilidad. Entre los ejidatarios, un terreno un poco más grande o de mejor calidad hace la diferencia entre recibir créditos o abandonar el cultivo por inviable. La política oficial ante la crisis impone tratos individuales y diferenciados; las normas de austeridad excluyen a muchos y vigilan minuciosamente al resto. Los maiceros quieren mejores precios de garantía, pero los campesinos consumidores de maíz y los pobladores urbanos claman por el control de precios. Los obreros piden más salarios, pero las amas de casa quieren que se detenga el aumento de precios, y los empresarios y comerciantes dicen que los salarios altos provocan la inflación. Dentro del proyecto de sociedad que el gobierno se empeña en imponer hay poca cabida para los grupos. Primero fue la ofensiva contra los sindicatos. Ahora se pretende pagar un salario distinto a cada obrero; promoverlo, congelarlo o despedirlo según sus méritos individuales. Es más: emplearlo por hora. 30 ADRIANA LÓPEZ MONJARDÍN La descentralización y las políticas de fortalecimiento municipal, tal como se han desarrollado hasta ahora, buscan una aplicación más puntual y selectiva de los recursos escasos. Los sectores gubernamentales no están exentos de este tipo de confrontaciones: los funcionarios de la SARH disputan los mismos recursos que podrían ir a parar a manos de la SEDUE. Y más arriba, no es lo mismo ser un pequeño inversionista en la bolsa que un monopolista en el mismo sector; y es muy distinto producir para el mercado interno que exportar. Nunca habían sido tan hondos los abismos entre el norte y el sur del país , que han llegado a expresarse con formulaciones extremas ("haz patria, mata a un chilango"). Nunca había sido tan intensa la actividad de las sectas religiosas, ni había provocado tantos conflictos entre los miembros de una misma comunidad. Si la crisis ha implicado una grave reducción de los ingresos de la mayor parte de los mexicanos, las políticas oficiales tienden a exacerbar la competencia entre quienes buscan empleo, mejor salario, vivienda, tierra, crédito o acceso a la educación superior. En este marco, se plantean problemas irresolubles para los movimientos sociales: ¿a quién despedir, si la mitad de los trabajadores van a perder el empleo? ¿a quién entregar las viviendas, si sólo alcanzan para la mitad de los solicitantes? ¿cómo unificar a dos grupos de campesinos , si les repartieron las mismas parcelas? Si la crisis construye un terreno común de empobrecimiento y descontento, no garantiza la unidad entre quienes se ven afectados por ella. También los divide. Los grupos movilizados han sido particularmente vulnerables a esta división que se introduce en su seno. ¿Qué tanto contribuyó al fracaso de las coordinadoras sectoriales de los movimientos de masas -como CNPA, CNTE, CONAMUP, COSINA- que se formaron a principios de los ochenta? La vinculación entre la economía y los movimientos sociales está mediada por la política. Cuando la crisis divide a los grupos populares no lo hace de manera automática sino por las mediaciones de las políticas oficiales diseñadas para administrar la falta de recursos. Del mismo modo, la crisis no genera unidad; ésta se procesa a través de decisiones políticas que involucran a contingentes de masas, lo suficientemente numerosos para que su voluntad unitaria resulte significativa. 31 MOVIMIENTOS POLÍTICOS, MOVIMIENTOS SOCIALES Sectores legitimados (la política) Hace pocos años, entre 1984 y 1987 , el campo social parecía atravesado por multitud de diferencias. El descontento era inocultable, pero las luchas populares no lo reflejaban . Se podía hablar de un reflujo de los movimientos obrero, campesino y popular. En cambio, en esos mismos años , aparecieron vigorosos movimientos que no tenían un carácter típicamente sectorial y cuya fuerza provenía, antes que nada, de la legitimidad social que alcanzaron. El "movimiento urbano-popular " de la ciudad de México, conocido y estudiado por los investigadores, se reducía a las luchas de los colonos más pobres en la periferia . Los sismos de 1985 dieron origen a uno distinto. Nuevo por su composición social: involucró a los inquilinos del centro que lograron la reconstrucción de sus viviendas; y entre ellos marcharon no sólo los habitantes de las vecindades derrumbadas , sino grupos de clase media de la colonia Roma y de Tiatelolco. Nuevo porque sus formas de lucha fueron distintas a las precedentes : dependían menos de su propia capacidad de movilización -que también desplegaron , por cierto- que del reconocimiento de toda la sociedad de la justeza de sus demandas. La solidaridad provino menos de la ayuda mutua entre grupos con problemas semejantes y más del resto de los pobladores urbanos. Las experiencias de solidaridad ciudadana , la conciencia sobre la vulnerabilidad de la ciudad y la crítica pública a la incapacidad. de las autoridades para hacer frente a las emergencias , crearon un terreno fértil para el desarrollo de un nuevo movimiento urbano popular: más amplio por el tipo de contingentes sociales que convoca y por el tipo de problemas que aborda. El movimiento estudiantil agrupado en el Consejo Estudiantil Universitario (cEU) yen el Consejo de Estudiantes Politécnicos (CEP) evolucionó en pocos meses de la lucha por el pase automático en la UNAM y contra el porrismo en el IPN, a poner en el centro de la discusión política nacional la insuficiencia de los recursos públicos destinados a la educación. El movimiento ecologista y la lucha contra la planta nuclear de Laguna Verde dio lugar a un frente intersectorial en el que participan tanto los campesinos como los ganaderos veracruzanos ; sacerdotes, científicos y ex funcionarios especialistas en energéticos junto con amas de casa. 32 ADRIANA LÓPEZ MONJARDÍN En todos estos casos, el énfasis no estuvo en el carácter parcial del movimiento ni en la homogeneidad sectorial de quienes congregaba. Lo decisivo fue su legitimidad social, conquistada en el terreno de la política. Creo que esta cuestión, la legitimidad social, se está convirtiendo en uno de los aspectos centrales de los movimientos de masas, tanto los sociales como los políticos. Y los estudios puramente sectoriales o puramente regionales han tenido grandes dificultades para analizar la relación entre su objeto de estudio -un movimiento determinado- y el conjunto de la sociedad. La intensa disputa por la presidencia de la República en 1988, entre dos fuerzas de oposición y el partido oficial, creó también un espacio común para amplios grupos descontentos y desiguales. Quiero señalar , por último, algunas de las implicaciones que tiene para el estudio de los movimientos sociales en México este movimiento político, el más amplio que se ha desarrollado en nuestra historia reciente: 1) Un movimiento de masas planteó, explícitamente, objetivos políticos. La definición de los movimientos sociales como sinónimo de movimientos de masas y en contraposición con los movimientos políticos resulta ahora insostenible. 2) El movimiento político explicitó además su estrecha ligazón con la problemática social, al poner en entredicho la política económica oficial y la organización corporativa y antidemocrática de los principales grupos sociales. 3) El combate político contrarrestó, en buena medida, muchas de las fuerzas que tienden hacia la dispersión de los descontentos. Grupos con características culturales tan distintas como los yucatecos, los potosinos y los chihuahuenses confluyeron en el PAN. Sectores sociales tan diversos como los indígenas michoacanos, los universitarios del Distrito Federal, los obreros del estado de México y los campesinos morelenses se encontraron en la defensa del voto cardenista. 4) La lucha política se legitimó socialmente, debido a la participación masiva durante las campañas de la oposición yen la defensa del voto. Las fronteras entre lo social y lo político, resguardadas por el partido oficial, se volvieron vulnerables. 5) Los movimientos sociales posteriores al 6 de julio están actuando en un terreno donde la política aparece a flor de tierra. Los trabajadores al servicio del estado agrupados en la COTRASE pasaron, 33 MOVIMIENTOS POLÍTICOS, MOVIMIENTOS SOCIALES en unos cuantos días y en unos cuantos kilómetros de marcha, de exigir el pago del bono sexenal a corear "que renuncie" frente al Palacio Nacional. Los maestros, al exigir aumento salarial y democracia sindical, no sólo pusieron en tela de juicio la política económica oficial, sino que fracturaron uno de los pilares priístas. El equipo gobernante, por su parte, ha buscado restablecer la separación entre lo social y lo político, proponiendo fórmulas de concertación para encauzar las luchas reivindicativas y tratando de poner al margen las inclinaciones y las prácticas políticas de sus protagonistas. En suma, no pretendo proponer que se abandonen los análisis sectoriales de los movimientos sociales, pero sí quiero llamar la atención sobre la necesidad de ubicarlos en una perspectiva social y política más amplia, capaz de dar cuenta de las movilizaciones que se están desarrollando hoy en México. En una época de irrupción de las masas en la política, los movimientos sociales no serán puramente sectoriales y reivindicativos. Sectores y futuro (los conceptos) Hasta aquí, me he referido a los movimientos sociales con poco rigor. No he usado el término como una categoría definida con precisión sino como un concepto operativo, que sirve para señalar con pocas palabras a las diversas luchas populares que se han desarrollado en México durante los últimos veinte años. Tal imprecisión se justifica por la necesidad de englobarlas en su conjunto, independientemente del tipo de demandas que plantean y de los contingentes sociales a los que involucran. En ese sentido, podría ser más conveniente hablar sin más de "`luchas populares", porque no me propongo poner a discusión el término "movimiento social" en el sentido en que lo han desarrollado los estudiosos dedicados al tema. Pero no me parece oportuno renunciar al término "social" para calificar toda esta gama de conflictos. Porque una de sus características centrales, tal como hasta ahora se han dado en nuestro país, radica en que las demandas que originan el movimiento arrancan directamente de la condición social de sus protagonistas, propiciando agrupamientos en los que dicha condición social tiene un peso significativo. Caracterizar a estas movilizaciones como "sociales" ha servido también para diferenciarlas de la participación política organizada en partidos, que se expresa en las contiendas electorales y se propone la conquista del poder. Entonces, se podría hablar de "luchas populares 34 ADRIANA LÓPEZ MONJARDÍN reivindicativas y sectoriales". El término "movimientos sociales" quedaría reservado, como lo quieren los teóricos, para aquellos combates de largo alcance, capaces de incidir sobre las estructuras sociales: ya sea como objetivo explícito o como resultado de las prácticas colectivas. Desde este punto de vista, las huelgas, las tomas de tierras y las manifestaciones en demanda de servicios urbanos a las que me he referido no tendrían nada que ver con un movimiento social. Sin embargo, creo que hay otra manera de abordar el problema y vale la pena explorarla. Si todas estas huelgas, invasiones y marchas fueran vistas como episodios de un mismo combate, encaminado a rescatar a las organizaciones de masas del control estatal corporativo y de su subordinación al partido oficial; si implicaran una acumulación de fuerzas para enfrentar la política económica oficial; si tuvieran como desenlace una ruptura de la actual relación entre el Estado y la sociedad mexicana ¿se podría hablar entonces, con rigor, de un movimiento social? Si alguien pudiera imaginar, por un momento, cómo sería un México sin PRI, muy probablemente admitiría abrir la discusión acerca del "movimiento social" mexicano. Tal vez la discusión ya esté abierta en la sociedad. En ese caso, los científicos sociales estaríamos en riesgo de llegar tarde nuevamente. 35