ANÁLISIS ANA MARÍA LÓPEZ SALA Las dinámicas migratorias en el Marruecos actual ituado en el extremo noroeste del continente africano, Marruecos tiene una localización estratégica en el Mediterráneo como puente entre África y Europa. Su historia como país de emigración es larga, aunque el auge de los flujos de salida se produce en la década de los años 60. En la actualidad Marruecos es una de las cuencas migratorias fundamentales de las corrientes que se dirigen hacia Europa y el principal país de emigración de la orilla sur del Mediterráneo. S Las causas que explican la historia migratoria marroquí más reciente son de una extrema complejidad y combinan, como en otros casos, factores sociales, demográficos, culturales y económicos en origen, así como estímulos a la recepción en algunas de las principales áreas de destino. Sin embargo, su papel en las dinámicas migratorias internacionales está estrechamente unido al sistema demográfico europeo, no al africano, activo en otras latitudes, por razones no sólo geográficas, sino también históricas. Su posición central en una de las grandes fronteras demográficas y económicas del mundo, el estrecho de Gibraltar, que ha alimentado entre los especialistas las comparaciones entre la frontera de México y Estados Unidos y este nuevo Río Grande, permite además señalar su simetría con el primero como territorio-frontera entre, en este caso, Europa y el Africa subsahariana. 1 Realizar un análisis exhaustivo de la historia migratoria marroquí y del peso que este fenómeno demográfico tiene en la política interna e internacional del reino alauita, supera las posibilidades de un artículo de estas características. El propósito de este artículo, mucho más modesto, es realizar una presentación de las dinámicas migratorias en el Marruecos de hoy y llevar a cabo una caracterización de las comunidades marroquíes en el extranjero, especialmente en Europa. 2 La última parte se centrará en la inmigración marroquí en España, uno de los nuevos lugares de destino de nuestros vecinos del sur durante los años 90. Ana María López Sala, Universidad de La Laguna. 55 análisis ■ El auge de la emigración marroquí en el contexto de los flujos originados en el Magreb. La migración hacia Argelia Durante el siglo XIX, la migración marroquí fue una corriente regional que tuvo como destino a la vecina Argelia. Las poblaciones del norte de Marruecos, en particular los originarios del Rif, se desplazaron hacia allí desde principios de 1840, en un momento en el que la emigración española hacia este destino se había tornado también cuantiosa. 3 El trasvase poblacional hacia Argelia, ocasionado en respuesta a una serie de crisis sucesivas de subsistencia, seguía diversos patrones. Las crisis alimentarias de finales de los años 70 y principios de los 80 activaron la salida de más de 150.000 marroquíes con la intención de establecerse definitivamente en el país vecino. La migración estacional tenía mayor tradición y se mantuvo a lo largo del XIX y en el XX hasta la independencia. Se estima que en las primeras décadas del siglo pasado, la décima parte de la población activa del norte de Marruecos se desplazaba hacia Argelia en el mes de mayo para volver a finales de agosto, después de la recolección. Estos flujos estacionales fueron favorecidos por el protectorado y los colonos franceses, que preferían a los trabajadores marroquíes frente a la población autóctona al considerarlos más fuertes y productivos. Tras la independencia se cierran las fronteras, pero se mantiene un flujo de trabajadores irregulares originarios de Nador y Alhucemas. Como ha señalado Ubaldo Martínez Veiga a la hora de describir este flujo, «la emigración a Argelia, que tiene características masivas en muchos casos, es el primer paso en la movilización de la población del norte de Marruecos. Esta movilización crea las condiciones para su propia perpetuación y el salto a procesos migratorios en los que están implicados países más alejados geográfica y culturalmente.» (MARTÍNEZ VEIGA: 1997, 91-92). ■ El inicio de la emigración hacia Europa La migración magrebí hacia Europa arranca durante la I Guerra Mundial cuando Francia, la potencia colonial más importante en la zona, hizo un llamamiento a los trabajadores magrebíes para que sirvieran en el ejército y mantuvieran en funcionamiento las fábricas abandonadas por la población llamada a filas (KHADER: 1992). Por ello existe hoy entre los teóricos un consenso en torno a la idea de que las corrientes migratorias en esta parte del mundo se activaron como consecuencia de los procesos de colonización y, en especial, de la colonización francesa (CHAREF: 2003a y 2003b). No debemos olvidar que los lazos históricos creados durante los períodos coloniales impulsaron relaciones sociales y políticas entre países que han servido para 56 explicar la dirección y el mantenimiento de algunas corrientes de población. De estos lazos se deriva en parte la especialización en destino que se observa en la inmigración europea actual: argelinos y marroquíes en Francia, originarios de los países de los PALOP en Portugal, latinoamericanos en España, indios y paquistaníes en Gran Bretaña y nacionales de Indonesia y Surinam en los Países Bajos. Fueron, por tanto, las necesidades militares y de la economía de guerra las que llevaron a las autoridades de la metrópoli a realizar la primera acción de reclutamiento activo de mano de obra en los territorios del norte de África. Las estimaciones indican que entre 1915 y 1918 fueron alistados y reclutados casi medio millón de argelinos, tunecinos y marroquíes, en algunos casos utilizando métodos coercitivos. La emigración marroquí hacia Europa era prácticamente insignificante antes de la instauración del protectorado. Al igual que en el caso de sus vecinos de la ribera sur del Mediterráneo, las primeras corrientes migratorias desde Marruecos hacia Francia se producen entre 1914 y 1918. Este reclutamiento se mantiene activo hasta el final de este periodo. Las estimaciones más recientes indican que entre el principio de la Primera Guerra Mundial y el final del protectorado fueron reclutados como soldados y trabajadores coloniales entre 350.000 y 400.000 marroquíes, y entre 70.000 y 90.000 durante la II Guerra Mundial. Muchos de ellos se establecieron una vez concluidos los conflictos bélicos, y aparecieron las primeras comunidades magrebíes en Francia. Este tipo de reclutamiento fue excepcional en el caso de la otra potencia colonial en la zona, España, excepto durante la Guerra Civil, en la que, según fuentes oficiales, sirvieron en las tropas franquistas 87.000 soldados marroquíes. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en Francia y a pesar de la victoria franquista, la instalación en territorio español tras la guerra fue muy poco cuantiosa. En definitiva, es posible hablar de una primera corriente migratoria marroquí hacia Europa, pionera, protagonizada en exclusiva por hombres jóvenes, con un objetivo militar o militarizada (ATOUF: 2003 y BELBAH y VEGLIAI: 2003) y vinculada a los intereses coloniales. La inmigración laboral tuvo un carácter secundario. Hasta mediados de los años 60 los flujos migratorios experimentaron oscilaciones sensibles, pero se trata, en términos generales, de una corriente poco cuantiosa, rotativa, temporal y orientada casi exclusivamente hacia Francia. Los trabajadores marroquíes se veían obligados a migrar con el fin de conseguir recursos para el mantenimiento de sus familias, pero tras el ahorro el retorno era mayoritario. Como ha señalado Bernabé López, en Marruecos destacan, desde principios de siglo, dos grandes regiones de emigración, ambas de lengua amazigh: de un lado, el Sus (en el sur del país en donde se encuentra la ciudad de Agadir) y el Anti-Atlas y el Rif oriental y noroeste del otro. Es posible hablar, por ello, en un primer momen- 57 análisis to, de una pauta de fuerte concentración espacial también en origen (LÓPEZ: 1996), aunque la emigración desde otras provincias del norte como Tánger, Tetuán u Oujda también fue importante. ■ Migraciones laborales y consolidación de una cultura de la emigración Esta dinámica se altera significativamente desde mediados de los años 60 cuando se inician las grandes migraciones de trabajadores marroquíes hacia el continente europeo promovidas, en un primer momento, por las necesidades económicas de una Europa en plena expansión. A lo largo de estos años se suceden las medidas de reclutamiento activo de mano de obra extranjera a través de diversos acuerdos bilaterales con Italia, España y, posteriormente, con Marruecos, Yugoslavia y Turquía. Durante este período el reclutamiento de trabajadores coloniales se sustituye por el denominado sistema de trabajadores invitados a partir de una lógica ideal de contratación temporal y rotativa de la mano de obra extranjera que, sin embargo, desemboca, como veremos posteriormente, en el establecimiento definitivo y en la formación de comunidades étnicas. Puede decirse, por tanto, que desde los años 60 asistimos a una nueva fase de la emigración marroquí hacia Europa. Se trata de un flujo de naturaleza laboral, calificada por algunos especialistas como una inmigración programada (ATOUF: 2003), con mayor diversidad tanto en su procedencia como en el destino, que crea en nuestro país vecino una cultura de la emigración, profundamente arraigada hoy. 4 Francia sigue siendo el principal país de destino en Europa, pero no el único. Entre 1960 y 1975 las autoridades francesas reclutaron decenas de miles de trabajadores marroquíes para trabajar en las industrias y los servicios. Los acuerdos bilaterales para la contratación laboral se multiplican en estos años. Los firmados con Bélgica y Holanda convierten a estos países en destinos alternativos de la emigración de los años 60. Las áreas de procedencia de las corrientes se multiplican. A las tradicionales hay que unir el incremento de los flujos procedentes de los centros culturales y económicos del país y de la costa atlántica. A partir de la década de los 60 es posible hablar de tres grandes focos geográficos de la emigración marroquí hacia Europa: a) las provincias del norte del país con mayoría bereber y menor nivel de desarrollo, como Nador y Alhucemas, 5 b) las más desarrolladas y urbanizadas provincias norteñas de mayoría árabe, como Tánger, Oujda y Tetuán (incluido Larache) y c) las provincias que constituyen el denominado triángulo de oro y su periferia, una zona muy heterogénea integrada por la zona metropolitana de la costa atlántica, las provincias que contienen los antiguos cascos históricos del país, como Fez o Meknés, y Sus y el Atlas. El resto del país sólo participa de forma marginal en la emigración hacia Europa. 58 En definitiva, la emigración marroquí de la década de los 60 y los primeros años 70 ha sido un flujo laboral, asistido en muchos casos, concentrado en destino (dirigida hacia Europa y en especial hacia Francia, Bélgica y Holanda), masculinizado y protagonizada por migrantes, procedentes de un país donde el 70% de la población residía en el campo y donde los porcentajes de analfabetismo eran muy elevados, en especial entre las mujeres. Esta corriente ha alimentado un estereotipo sobre la inmigración marroquí en Europa que no se corresponde con la realidad actual. Se concibe el fenómeno como un proceso temporal y laboral, orientado hacia el retorno y a los migrantes como un colectivo homogéneo: hombres, jóvenes con un bajo nivel de estudios, procedentes del campo que sustituye el trabajo en la fábrica por el trabajo en la agricultura. Este flujo de salida resultó beneficioso como válvula de escape de la presión ejercida por el crecimiento demográfico y el aumento de los niveles de desempleo y ha sido y es un mecanismo de provisión de divisas extranjeras y de remesas necesarias para reducir el déficit de la balanza de pagos (TESTAS: 2001). Este modelo se altera significativamente apenas trascurridos unos años. El año 1974 es un punto de inflexión en la historia reciente de las migraciones que se dirigen hacia Europa y, por añadidura, de las migraciones marroquíes. A principios de los años 70 se cierra esta fase de reclutamiento activo de mano de obra extranjera y entramos en un nuevo periodo caracterizado por un acceso selectivo y condicionado al territorio y al mercado de trabajo europeo. Esta deriva restrictiva de las políticas, como diría Joaquín Arango, no ha supuesto en realidad una política de inmigración cero, ya que el cierre fronterizo y la férrea regulación desembocó en un incremento del asentamiento. El establecimiento definitivo de los inmigrantes ha sido a menudo descrito como una reacción defensiva ante el temor de perder el derecho a trabajar en suelo europeo. Muchos trabajadores respondieron a este nuevo marco legal mediante una mudanza en su proyecto migratorio. Su establecimiento temporal se tornó definitivo, de ahí la intensificación de la llegada de familiares. La mayor parte de las entradas que se producen en Europa en las décadas siguientes están protagonizadas por mujeres de extranjeros residentes, así como por solicitantes de asilo, la otra vía posible de emigración legal antes de las reformas legales de los años 90 y de la firma del acuerdo de Dublín. A mediados de los años 80 y por primera vez en su historia más reciente Portugal, Grecia, Italia y España se convierten en países de destino de flujos internacionales de población protagonizando unas de las novedades más sobresalientes del panorama migratorio internacional: la aparición de un subsistema migratorio en el sur del continente europeo. Desde entonces España e Italia se convierten en nue- 59 análisis vos destinos de la emigración marroquí, presentando hoy algunas de las comunidades más numerosas del continente. ■ Las comunidades marroquíes en Europa A principios del siglo XXI, la nacionalidad mayoritaria entre los residentes extranjeros en los países de Europa era la turca, con algo más de dos millones y medio de personas, seguida de los ciudadanos de la antigua Yugoslavia (casi dos millones), la italiana (un millón y medio), la portuguesa y la marroquí (en torno a 1,2 millones de personas). 6 Estas cifras deben, sin embargo, tomarse con cierta cautela, ya que los números deberían incrementarse enormemente si tomáramos en consideración el tamaño de las comunidades de origen. Sólo durante la década de los 90 más de 300.00 marroquíes adquirieron la ciudadanía en países de la Unión Europea, la mayoría en Francia y Holanda. A este número deberíamos añadir la cifra de aquellos nacidos de ciudadanos marroquíes a quienes los principios del ius soli o del ius sanguinis les atribuyen la ciudadanía de uno de los estados miembros de la Unión. La emigración es hoy un fenómeno de enorme alcance demográfico y económico en nuestro país vecino. El censo de 1994 estimaba que el 3,5% de los hogares urbanos y el 2,5% de los rurales tenían algún miembro residiendo en el extranjero. Al menos dos millones de residentes en Europa son marroquíes o de origen marroquí 7 y las divisas que dicho colectivo envía anualmente al reino alauita alcanzaban a principios del año 2000 los 2.000 millones de dólares. La intensificación del fenómeno ha tenido un peso destacable en el aumento de las remesas. En 1968 representaban unos 200 millones de dirhams. A principios de 1992 se llegó a alcanzar la cifra de 18.200 millones. Durante la última década, estas aportaciones financieras se han mantenido, convirtiéndose en la primera fuente de divisas de Marruecos y permitiendo cubrir la práctica totalidad del déficit comercial del país, hasta el punto de suponer entre el 6% y el 8% del producto interior bruto (BENCHERIFA; REFASS y BACARIA: 1998, 109). Por ello las aportaciones de los «fabricantes de divisas» (les dévisards en palabras de Belguendouz) son mayores que los ingresos que proporciona la exportación de fosfatos y la industria turística. Pero el impacto de este flujo de población no se mide en exclusiva en términos cuantitativos. Al peso que ha adquirido la cultura de la emigración en la vida social y política del país debemos añadir el complejo entramado de lazos existentes entre las comunidades en el origen y las conformadas por el asentamiento en los diversos países de Europa. De ahí el auge que en la caracterización de las relaciones sociales, económicas y culturales ha ganado el concepto de transnacionalidad y el peso que en la dinámica interna del país ha adquirido la diáspora. 60 Los datos de stock proporcionados por Eurostat en el año 2000 nos permiten afirmar que a finales de los años 90 las comunidades marroquíes más cuantiosas se encontraban en Francia, Bélgica, Holanda, España e Italia. Los extranjeros procedentes del reino alauita representaban en torno al 13% de la población extranjera en Italia, algo más del 14% en Bélgica, el 16% en Francia y porcentajes superiores en Holanda. Si utilizamos datos de stock y de flujo extraídos del Observatorio Permanente de la Inmigración de la OCDE podemos ampliar esta caracterización. Comunidades marroquíes en diversos países europeos a finales de la década de los noventa Países Población europeos Población Residentes extranjera marroquíes % Bélgica 10.192.264 903.120 132.831 14,7 Francia 56.651.955 3.596.602 572.652 15,9 Holanda 15.654.265 678.155 135.725 20,1 Italia 57.460.977 884.555 117.487 13,3 FUENTE: Elaboración propia a partir de los datos de Eurostat (2000) Se han seleccionado los países que presentan comunidades marroquíes más nutridas. En Francia, los marroquíes eran a finales de los años 90 la segunda comunidad extranjera más numerosa, después de la portuguesa, superando en efectivos a los ciudadanos argelinos, que a principios de los años 90 eran el segundo colectivo. En el 2000, el territorio belga albergaba a un colectivo marroquí también muy cuantioso. Se trataba de la tercera comunidad extranjera después de ser la segunda en volumen durante todos los 90. Italianos y franceses superan hoy en número a los marroquíes. En Holanda, Italia y España, Marruecos es la nacionalidad mayoritaria entre los extranjeros. En Holanda, superan hoy al colectivo turco. La distribución no es, por tanto, homogénea entre todos los países europeos, sino que destaca el peso de Francia como destino tradicional y de Italia y España como nuevos países de recepción. Los últimos informes de la Organización Internacional de las Migraciones y de Eurostat indican que del total de los marroquíes que viven en Europa, el 47% reside en Francia. En Italia y España están instalados actualmente el 14% y el 13% del total, respectivamente. Este porcentaje desciende hasta el 9% en Bélgica y Holanda y sólo el 6% del conjunto se ha establecido en Alemania. El 2% restante se distribuye entre el resto de los países de la Unión. 61 análisis Stock de población nacida en el extranjero según nacionalidad (Francia) País de nacionalidad 1990 1999 Portugal 649.700 553.700 Marruecos 572.700 504.100 Argelia 614.200 477.500 Turquía 197.700 208.000 Italia 252.800 201.700 FUENTE: SOPEMI 2002. OCDE. Los datos se presentan tal como aparecen en la fuente original. Son datos de residentes. Stock de población nacida en el extranjero según nacionalidad (Bélgica) País de nacionalidad 1990 1995 2000 Italia 241.200 210.700 195.600 Francia 94.300 100.100 109.300 141.700 140.300 106.800 Holanda 65.300 77.200 88.800 Turquía 84.900 81.700 56.200 Marruecos FUENTE: SOPEMI 2002. OCDE. Los datos se presentan tal como aparecen en la fuente original. Son datos de residentes. Stock de población nacida en el extranjero según nacionalidad (Holanda) País de nacionalidad 1990 1995 2000 Marruecos 156.900 149.800 111.400 Turquía 203.500 154.300 100.800 44.300 53.900 54.800 Alemania Gran Bretaña 39.000 41.100 41.400 Bélgica 23.600 24.100 25.900 FUENTE: SOPEMI 2002. OCDE. Los datos se presentan tal como aparecen en la fuente original. Son datos de residentes. 62 Stock de población nacida en el extranjero según nacionalidad (Italia) País de nacionalidad Marruecos 1990 1995 2000 78.000 94.200 159.600 Albania - 34.700 142.100 Rumania 7.500 24.500 68.900 Filipinas 34.300 43.400 65.400 China 18.700 21.500 60.100 FUENTE: SOPEMI 2002. OCDE. Los datos se presentan tal como aparecen en la fuente original. Son datos de residentes. No hay datos sobre albaneses en 1990. Stock de población nacida en el extranjero según nacionalidad (España) País de nacionalidad 1990 1995 2000 Marruecos 11.400 74.900 Reino Unido 55.500 62.300 199.800 74.000 Alemania 31.200 41.900 60.600 Francia 19.700 30.800 42.300 Portugal 22.800 37.000 42.000 FUENTE: SOPEMI 2002. OCDE. Los datos se presentan tal como aparecen en la fuente original. Estos datos sufrirían variaciones si se utilizaran datos proporcionados por las autoridades españolas. Las variaciones se deben a la diversidad de las fuentes de registro. Si nos centramos ahora en los datos de flujo, las cifras de la OCDE nos indican la permanencia de las corrientes procedentes de Marruecos y, por tanto, el mantenimiento de las llegadas, lo que vendría a explicar algunas variaciones recientes en la distribución de la inmigración por nacionalidad. A pesar de la puesta en práctica en la UE de una política de puertas entreabiertas, utilizando la expresión de Antonio Izquierdo Escribano, Marruecos ha seguido nutriendo la inmigración europea a lo largo de los últimos diez años. Así es, según datos recientes de la OCDE (SOPEMI: 2002), la nacionalidad mayoritaria en los flujos de llegada a Francia y España, el segundo grupo en la inmigración que se dirige a Italia (después de la procedente de Albania), la tercera nacionalidad en Bélgica después de la francesa y la holandesa y la cuarta en Holanda, después de británicos, alemanes y turcos. 63 análisis Por añadidura, la aportación es cuantiosa en la inmigración irregular, como se desprende de los procesos de regularización extraordinaria llevados a cabo en estos países en los últimos años. En Bélgica y Francia, los marroquíes fueron la segunda nacionalidad más numerosa en solicitudes tanto en las regularizaciones de principios de los años ochenta (la francesa de 1981-1982) como en la más recientes (la francesa de 1997-1998 y la belga de 2000). Desde las primeras regularizaciones de mediados de los 80, los marroquíes son mayoría en Italia y España, representando casi la mitad de las solicitudes en los procesos que tienen lugar a principios de los noventa (el 49,2% en la regularización española de 1991 y el 49,9% en la italiana de 1990). Sin embargo, en los últimos procesos de documentación Marruecos ha perdido su protagonismo como cuenca principal de la inmigración irregular en estos dos países del sur de Europa. Se transforma en la tercera nacionalidad, tras la rumana y la albanesa en la regularización italiana de 1998 y tras la ecuatoriana y la colombiana en la española de 2001. En términos generales, la migración marroquí es una emigración masculinizada en cuanto a su composición. Esta afirmación sin paliativos debe ser, sin embargo, precisada ya que uno de los aspectos de mayor interés a lo largo de los años 90 ha sido la progresiva diversificación interna del colectivo y la multiplicación de los tipos de proyectos migratorios. Es ejemplar en este sentido los cambios en el reparto por sexo. Se observa, así, una proporción más elevada de mujeres entre la migración que se ha dirigido durante la última década hacia los países del sur de Europa. En el caso español representan en torno a un tercio del total. El estudio reciente de Van der Erf y Heering para el conjunto del continente indica, que en el caso de Marruecos, la mayor parte de las mujeres emigran dentro de un proyecto familiar y siguiendo la iniciativa migratoria de sus maridos. Sin embargo, la reagrupación familiar como motivo migratorio fundamental de las migraciones de mujeres es algo que las últimas investigaciones realizadas en el sur de Europa empiezan a poner en cuestión (OSO: 1997; RAMÍREZ: 1998; RIBAS: 1998; PUGLIESE y DE FILIPPO: 2000; FAKIOLAS y MARATOU-ALIPANTRI: 2000 y MARTÍN MUÑOZ y LÓPEZ SALA: 2003). Es posible que esto se deba, como veremos posteriormente, a la especificidad de los contextos de recepción de esta zona de Europa. Además, aunque las migraciones laborales son protagonizadas por jóvenes, la maduración del fenómeno y la reagrupación familiar ha incrementado el peso de los menores de edad en el conjunto del colectivo y sobre todo su presencia en las aulas. El estudio de Van de Erf y Heering realizado en el año 2002 ofrece también algunos datos interesantes sobre el potencial migratorio de Marruecos y los vínculos 64 existentes entre el deseo de salida y el arraigo, en algunos sectores sociales, de una cultura de la emigración. Así, la intención de migrar es mayor entre aquellos que proceden de provincias con una larga tradición de salida, como Nador, y donde las condiciones de vida son peores, en especial, aquellos residentes en zonas menos prósperas y con menores niveles de urbanización. Los resultados de una investigación reciente sobre la comunidad marroquí en España (MARTÍN MUÑOZ, GARCÍA CASTAÑO, LÓPEZ SALA y CRESPO: 2003) indican que aunque el nivel de estudios no es una variable discriminante en las intenciones migratorias de los hombres afecta enormemente a las mujeres. Las mujeres más formadas son aquellas que expresan mayores deseos de iniciar la aventura migratoria. Este estudio confirma, por añadidura, una de las hipótesis de trabajo más influyentes en los últimos años entre los especialistas en migraciones internacionales y, en especial, entre los teóricos de la causalidad acumulativa: 8 la mayor propensión a migrar observable entre aquellos que tienen una experiencia migratoria personal o familiar previa. A la continuidad migratoria desde el origen hay que añadir las intenciones expresadas desde el destino. Durante muchos años las investigaciones desarrolladas concluyeron indicando el arraigo del mito del retorno entre los extranjeros asentados en el continente. Aunque el asentamiento es hoy una realidad incuestionable en Europa, el discurso explícito de los propios inmigrantes y de los responsables políticos de los países de asentamiento hace referencia, respectivamente, al deseo de retorno y a la promoción de este. Algunas políticas recientes en Francia y España plantean precisamente la promoción del retorno como una de las líneas directrices de las políticas de inmigración y de cooperación al desarrollo. Sin embargo, los estudios recientes indican una disminución generalizada de las intenciones de retorno entre los integrantes de las comunidades marroquíes instaladas en Europa como consecuencia fundamentalmente de la contención del desarrollo económico y de las libertades democráticas en nuestro vecino del sur. El fin del mito del retorno (CHAREF: 2003a) y el mantenimiento del potencial migratorio auguran un futuro cercano caracterizado por la continuidad de la corriente, aunque las posibilidades de entrada y de instalación se van a ver seriamente influidas por los objetivos de las políticas de inmigración de los países de acogida. ■ La población marroquí en España Marruecos se ha consolidado a lo largo de los últimos 20 años como la principal cuenca de la inmigración española. De ahí el protagonismo de los estudios sobre esta corriente en la literatura especializada. 9 La migración marroquí hacia España es una migración muy reciente. El asentamiento comienza de una forma muy tímida en las décadas centrales del siglo XX y 65 análisis despega en los años 80. Los flujos procedentes de Marruecos cobran visibilidad con la segunda regularización de inmigrantes celebrada en 1991, un proceso extraordinario fruto de la primera declaración española oficial sobre política de inmigración: la proposición no de ley de 1991. Esta amnistía extraordinaria, una más de las que salpicarían los años 90, destapa más de 100.000 extranjeros en situación irregular (algo menos de la mitad procedente de Marruecos) y, sobre todo, es la constatación de que España es un «destino deseado» de los flujos migratorios originados en Marruecos, no un lugar de tránsito, y que una buena parte de los inmigrantes tienen un proyecto de establecimiento (ARAGÓN BOMBÍN y CHOZAS PEDRERO: 1993). A lo largo de los 90 su peso relativo se ha incrementado paulatinamente hasta superar desde 1999 el 20% del conjunto de los residentes extranjeros en España. En la actualidad sigue siendo, en términos de stock, la nacionalidad más numerosa a pesar de la intensidad, desde 1997, de los flujos procedentes de Ecuador y Colombia. En los albores del siglo XXI se han disparado los flujos del área andina, flujos que tienen una fuerza redoblada por la situación en el origen y, como afirma Antonio Izquierdo y sus colaboradores, por la política preferente en destino (IZQUIERDO ESCRIBANO; LÓPEZ DE LERA y MARTÍNEZ BUJÁN: 2002). Los datos de las últimas dos regularizaciones extraordinarias (2000 y 2001) parecen indicar una tendencia al incremento en términos relativos de los latinoamericanos en el conjunto español. La comunidad marroquí en España (1990-2002) Año Residentes extranjeros Residentes marroquíes % 1990 278.795 11.400 4,08 1991 360.655 49.513 13,72 1992 393.100 54.105 13,76 1993 430.422 61.303 14,24 1994 461.364 63.939 13,85 1995 499.773 74.886 14,98 1996 538.984 77.189 14,32 1997 609.813 111.110 18,22 1998 719.647 140.896 19,57 1999 801.329 161.870 20,20 2000 895.720 199.782 22,31 2001 1.109.060 234.937 21,18 2002 1.324.001 282.432 21,33 FUENTE: Elaboración propia a partir de datos del Anuario Estadístico de Extranjería (1997-2002). La procedencia geográfica de los marroquíes ha sufrido pocas variaciones a lo largo de los últimos años. Como indica Bernabé López, los marroquíes establecidos 66 en España proceden de dos zonas claramente diferenciadas: del Rif (desde Alhucemas hasta Melilla) y la Yebala, la zona de Tánger, Tetuán y las proximidades de Ceuta (LÓPEZ: 1993, 1996, 2002 b). A estas dos regiones, profundamente vinculadas a España durante el protectorado, se han unido otras a lo largo de los años: en el Atlántico, el centro del país y el Atlas (LÓPEZ: 2002 a), aquellas que, por añadidura, también nutren la migración hacia otros países europeos. Durante los 90 la comunidad marroquí ha sufrido cierto proceso de maduración. De hecho, a pesar de la continuidad de las llegadas, la inmigración marroquí en España no responde en exclusiva al estereotipo de una inmigración joven, masculina y de baja cualificación, sino que la comunidad ha ido experimentando un proceso de diversificación social y jurídica interna que combina varios procesos. A pesar de que el grupo de edad mayoritario en el conjunto del colectivo sigue siendo el de los que tienen entre 24 y 44 años, se ha observado a lo largo de la década un incremento de los niños y los adolescentes. La reagrupación familiar y el nacimiento en España ha hecho crecer el peso de los menores de 18 años, así como el inicio de un flujo, pequeño, pero especialmente preocupante para las autoridades, de menores no acompañados. Esta conclusión no sólo se hace evidente a partir de los datos de residentes clasificados por las variables sexo y edad, sino mediante el uso de los datos sobre menores extranjeros escolarizados. La inmigración marroquí está más masculinizada que otras corrientes, en especial la procedente de algunos países latinoamericanos como la República Dominicana o de flujos ya poco cuantiosos como el procedente de Filipinas. Sin embargo, la inmigración marroquí también está nutrida por mujeres, alcanzando una cifra estable cercana a un tercio del total en la segunda mitad de los 90, que se mantiene hoy. Residentes extranjeros según sexo y procedencia (2002). Porcentajes horizontales País de procedencia Varones Mujeres Rumania 63,77 36,13 No consta Total 0,44 100 Colombia 39,80 60,00 0,20 100 R. Dominicana 31,91 67,74 0,35 100 Ecuador 50,08 49,91 0,10 100 Perú 41,95 57,74 0,27 100 Marruecos 67,01 32,63 0,99 100 Gambia 67,45 31,77 0,87 100 Senegal 81,97 17,75 0,65 100 China 55,97 43,71 0,88 100 Filipinas 39,45 60,40 0,65 100 Pakistán 90,88 9,01 0,80 100 FUENTE: Elaboración propia a partir de los datos del Anuario Estadístico de Extranjería (2002) 67 análisis Se han incluido los datos de las nacionalidades mayoritarias en España a excepción de nacionales procedentes de la UE. Aunque es difícil constatarlo con datos, los estudios cualitativos indican que en los últimos años se ha producido una intensificación de los flujos de mujeres que inician una experiencia migratoria como pioneras, con un proyecto migratorio familiar o no. Las facilidades que ofrece el mercado de trabajo en destino, en especial los trabajos desarrollados en el sector de los servicios personales, permiten a muchas mujeres, previamente activas o inactivas, cualificadas y con poca cualificación, una incorporación laboral rápida y cierta seguridad legal, que contrasta en numerosas ocasiones con la de sus compatriotas varones. Las condiciones de trabajo de este sector son especialmente duras, pero esto se contrarresta, en el discurso elaborado por las mujeres, con el valor de la seguridad y la estabilidad (MARTÍN MUÑOZ, CASTAÑO, LÓPEZ SALA y CRESPO: 2003). Una combinación de factores económicos y sociales en el origen ha propiciado, asimismo, un flujo de mujeres de alta cualificación procedentes en especial de las clases medias urbanas. La presencia de estudiantes marroquíes no resulta una realidad nueva en el caso español, aunque el tamaño del colectivo parece haberse incrementado ligeramente en la década de los 90 y se concentra, en especial, en la ciudad de Granada (Colectivo IOE: 1994, IZQUIERDO ESCRIBANO: 1997) La inmigración marroquí presenta una pauta de fuerte concentración espacial, una pauta que, por añadidura, se mantiene estática durante los años 90. De acuerdo con los datos más recientes, los marroquíes se concentran principalmente en tres comunidades autónomas: Cataluña, Andalucía y Madrid, seguidas, muy de lejos, por Murcia, la Comunidad Valenciana y, más recientemente, Canarias. Frente al mayor peso que ha adquirido la comunidad latinoamericana en Madrid, Cataluña es la principal región de destino en España de la emigración marroquí. Residentes marroquíes en España por comunidades autónomas (2002) Comunidades Autónomas Andalucía Aragón Residentes marroquíes % 40.476 14,33 5.160 1,8 Asturias 529 0,18 Baleares 7.788 2,72 Canarias 8.048 2,84 506 0,18 Cantabria Castilla- La Mancha 8.330 2,94 Castilla y León 4.150 1,46 103.211 36,54 Cataluña 68 Comunidad Valenciana 17.248 6,10 Extremadura 7.828 2,77 Galicia 2.025 0,71 Madrid 39.854 14,11 Murcia 22.586 7,99 Navarra 2.936 1,03 País Vasco 2.793 0,98 La Rioja 2.901 1,02 Ceuta 1.750 0,61 Melilla 2.749 0,97 No consta 1.564 0,55 282.432 100 Total FUENTE: Elaboración propia a partir de datos del Anuario Estadístico de Extranjería (2002). Ministerio del Interior. La inserción laboral se encuentra, asimismo, muy concentrada en ciertos sectores deficitarios de mano de obra nacional. La mayor parte de los marroquíes trabajan en la agricultura, la construcción y el sector servicios. Condiciones estructurales del mercado de trabajo y el desarrollo de acciones desde la administración española explican esta pauta de fuerte concentración laboral que permite hablar de una segmentación étnica del mercado de trabajo de destino (CACHÓN: 2002), lo que, por el momento, puede estar dificultando los procesos de movilidad social y fomentando la discriminación. 1. Al igual que México se ha convertido en las últimas décadas en un país de paso y en muchos casos de escala en la migración centroamericana que se dirige hacia Estados Unidos y Canadá, los últimos años han evidenciado el papel clave del territorio marroquí en las corrientes migratorias que tienen a España y Europa como destino desde los países del sur del Sahara. 2. Aunque existen algunos flujos hacia otros países del Magreb, el Golfo Pérsico, Canadá y Estados Unidos, Europa es el destino preferido. 3. Las excelentes relaciones hispano-francesas durante la primera mitad del siglo XIX, la demanda siempre en aumento de mano de obra europea en la colonia norteafricana y su proximidad geográfica con nuestro país son algunos de los factores generadores de la considerable emigración española al norte de África. La emigración a Argelia se inicia en torno a 1830 y alcanza cotas elevadas en la década de 1840 con un segundo momento de auge en los años 1860-1870. Las regiones de Murcia, Almería y Alicante son las que aportaron un mayor contingente de emigrantes en este flujo, que declina a partir de 1880, justamente cuando irrumpe fuertemente la corriente emigratoria a Iberoamérica. 4. Sobre el concepto de cultura de la migración véase KANDEL, W y MASSEY, D (2002). 69 análisis 5. Aunque el Rif no fue la primera región emisora de población hacia la Europa occidental ha adquirido a lo largo de los años un gran protagonismo como cuenca migratoria. De acuerdo con los datos proporcionados por los censos marroquíes, el porcentaje de población activa masculina de Nador que residía en el extranjero en 1971 alcanzaba el 50%. El Rif tiene además una pauta distintiva en términos de destino. A diferencia de lo observado en otras zonas de Maruecos, mientras que Francia recibió durante estos años tres cuartas partes de la emigración marroquí, sólo recibió un tercio de la emigración de las zonas bereberes del norte. La mayor parte de las provincias norteñas nunca formaron parte del protectorado francés. Por ello, la emigración del norte no se dirigió masivamente hacia Francia, sino que se aprecia una gran diversidad en el destino: Alemania, Holanda, Bélgica y recientemente también España e Italia (RENIERS: 1999 y CARELLA y PACE: 2001). 6. Las cifras utilizadas para realizar esta caracterización proceden de dos fuentes: el Eurostat y los datos nacionales que aparecen cada año en la publicación del Observatorio Permanente sobre las migraciones (SOPEMI) de la OCDE. 7. Utilizando los datos que contienen las fuentes demográficas marroquíes, A. Belguendouz sostiene que más del 80% de los ciudadanos de Marruecos que residen fuera del país viven en Europa. Las cifras que proporciona este autor en un libro reciente son las siguientes en el año 2000: más de 860.000 en Francia, un cuarto de millón en Holanda, en torno a 200.000 en Bélgica e Italia, algunos miles menos en España y en torno a 100.000 en Alemania (BELGUENDOUZ: 2000). 8. Esta teoría creada por Gunnar Myrdal y elaborada más recientemente por Douglas Massey en alusión a los flujos migratorios que se producen entre México y Estados Unidos sugiere que una corriente migratoria aumenta con el tiempo. En su formulación original se produce principalmente porque en un determinado destino las redes migratorias proporcionan capital social que facilita el asentamiento y la inserción laboral de los recién llegados. La explicación de los trabajos de Massey y sus colaboradores tiene mayor complejidad. La causalidad es acumulativa en el sentido de que cada acto migratorio altera el contexto social en el que las subsiguientes decisiones migratorias son tomadas, en una dirección que hace más probable un nuevo movimiento (MASSEY, ARANGO, HUGO, KOUAOUCI y PELLEGRINO: 1998 y HEER: 2003). 9. Se trata posiblemente de la comunidad mejor conocida y son muchos los estudios de calidad sobre la inmigración marroquí. Destacan, por señalar algunos de ellos, los realizados por Bernabé López y Ángeles Ramírez, Carlos Giménez, el Colectivo IOE, Antonio Izquierdo, Pablo Pumares, Jordi Garreta, Carmen Gregorio, Jordi Moreras, Teresa Losada, Natalia Ribas, Joan Lacomba, Gunther Dietz y Francisco Checa. 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