¿Quién es nuestro sumo Sacerdote?

¿Quién es nuestro sumo
Sacerdote?
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¿Quién es
nuestro sumo
Sacerdote?
por el sacerdocio levítico,
porque bajo él, recibió el
pueblo la ley, ¿Qué necesidad
habrá aún que se levante otro
sacerdote, según el orden de
Melquisedec, y no fuese
llamado según el orden de
Aarón?. Porque cambiado el
sacerdocio, necesario es que se
haga cambio también de la
ley” Hebreos 7: 11 al 12,
(cambio de la ley sacerdotal),
ahora en la dispensación de la
gracia el sumo sacerdote del
pueblo santo no sería un
hombre de carne y sangre,
aquel sacerdocio según el
orden de Aarón donde se
presentaba una cabeza visible
ya se había deteriorado en la
parte moral y no digamos en la
espiritual, se había ensuciado
tanto la Tiara del Sumo
sacerdote aarónico que ahora
cabildeaban con los Romanos
para poner aquella figura
sacerdotal que tomara la
autoridad absoluta para oficiar
en el templo de Jerusalén,
justamente
en
esas
deplorables situaciones los
encontró Jesucristo a los
descendientes de Aarón.
INTRODUCCION
En la religiosidad se han dicho
y se siguen diciendo tantas
mentiras
aseverándolas
continuamente que a la postre
han tomado carácter de
verdades, pero a la luz de las
Sagradas
Escrituras
se
desmienten totalmente.
L
os hebreos, quienes
estaban acostumbrados
a mantener una figura
humana
como
la
máxima autoridad en el
sacerdocio del linaje Aarónico
les fue bastante difícil entender
que en la dispensación de la
gracia
aquella
estructura
sacerdotal había caído en
desuso siendo sustituida por
otro orden sacerdotal para
interceder por los pecadores;
en la Palabra Eterna leemos:
“Si, Pues, la perfección fuera
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Por estas y tantas razones más
el Eterno restituyó el sistema
sacerdotal que había estado en
funciones antes que Moisés
sacara al pueblo de Israel de
Egipto, y este fue el Sacerdocio
según
el
orden
de
Melquisedec, en este orden
sacerdotal el Sumo sacerdote
no se envejece, no se enferma,
no renuncia, Él es inmutable,
como está escrito: “Y los otros
sacerdotes llegaron a ser
muchos, debido a que por la
muerte no podían continuar;
mas
éste
por
cuanto
permanece para siempre, tiene
un sacerdocio inmutable; por lo
cual puede también salvar
perpetuamente a los que por él
se acercan a Dios, viviendo
siempre para interceder por
ellos.
Porque
tal
sumo
sacerdote nos convenía: santo,
inocente, sin mancha, apartado
de los pecadores, y hecho más
sublime que los mismos cielos;
que no tiene necesidad cada
día, como aquellos sumos
sacerdotes, de ofrecer primero
sacrificios por sus propios
pecados, y luego los del pueblo;
porque esto lo hizo una vez
para siempre, ofreciéndose así
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mismo. Porque la ley constituye
sumos sacerdotes a débiles
hombres: pero la palabra del
Juramento, posterior a la ley, al
Hijo, hecho perfecto para
siempre” Hebreos 7: 23 al 28.
¿Cuál es ese juramento al que
se refiere el autor de los
hebreos que constituye sumo
Sacerdote a Cristo? Afirma que
es un juramento que se dio
después de la ley, cuando fue
promulgada consagraron sumo
sacerdote a Aarón y los hijos
de este serían los sacerdotes y
al morir Aarón surgiría otro
sumo sacerdote pero debía ser
estrictamente de su familia,
pero después el Eterno hace un
juramento donde revela un
cambio en la estructura
sacerdotal: “El Señor dijo a mi
señor siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus
pies. El Eterno enviará desde
Sion la vara de tu poder.
Domina en medio de tus
enemigos. Tu pueblo se te
ofrecerá voluntariamente en el
día de tu poder, en la
hermosura de la santidad.
Desde el seno de la aurora.
Tienes tú el rocío de tu
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juventud, juró el Eterno, y no se
arrepentirá: Tú eres sacerdote
para siempre. Según el orden
de Melquisedec” Salmo 110: 1
al 4.
Señor y no el hombre” Hebreos
8:1 al 2.
Los apóstoles estaban claros,
que a ninguno de ellos les
competía semejante dignidad,
ni Juan, ni Andrés, ni Pedro, ni
ninguno de los grandes
apóstoles pensaron que uno de
ellos sería el sumo sacerdote
de la iglesia de el Señor. Al
principio
hubo
algunas
maquinaciones entre ellos pero
Jesucristo los puso en cintura,
recordemos ligeramente este
incidente: “Hubo entre ellos
una disputa sobre quién de
ellos sería el mayor. Pero Él les
dijo: Los reyes de las naciones
se enseñorean de ellas, y los
que
sobre
ellas
tienen
autoridad
son
llamados
bienhechores: mas no así
vosotros, sino sea el mayor
entre vosotros como el más
joven, y el que dirige como el
que sirve. Porque, ¿Cuál es el
mayor, el que se sienta a la
mesa, o el que sirve? ¿No es el
que se sienta a la mesa? Mas
yo estoy entre vosotros como el
que sirve.” Lucas 22: 24 al 27,
nunca hubo entre los apóstoles
después de esta fuerte lección
Cuan duro y difícil fue para los
hebreos aceptar este cambio
sacerdotal que ya no iban a
tener un sumo sacerdote de
carne y sangre con absolutos
poderes religiosos que muchas
veces los usaba para asuntos
políticos
cuando
ya
el
sacerdocio
se
había
degenerado, ahora el sumo
sacerdote estaría en el cielo, su
pueblo no tendría una cabeza
visible, ya no se cabildearía
para que alguien ostentara
esta
dignidad
conferida
solamente a aquel que es más
sublime que los mismos cielos,
y sigue diciéndonos el autor de
los Hebreos: “Ahora bien, el
punto principal de lo que
venimos diciendo es que
tenemos tal sumo sacerdote, el
cual se sentó a la diestra del
trono de la majestad de los
cielos, ministro del santuario, y
de
aquel
verdadero
tabernáculo que levantó el
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el pretender que uno de los
doce sería la cabeza visible de
la iglesia, nadie pensó entre
ellos que era infalible, que no
se podía equivocar y mucho
menos pensar que era el
sustituto de Cristo en la tierra,
todas estas ideas fueron
entrando
cuando
el
cristianismo se fue leudando
con el paganismo romano unos
tres siglos después, cuando
había terminado la segunda
generación de los grandes
apóstoles
empezaron
los
cristianos en sus estructuras de
mando tomar la forma de
gobierno de los romanos, pero
si nos vamos a los orígenes del
verdadero cristianismo no
encontraremos una cabeza
visible, y mucho menos de
pensar que alguno de ellos
tenía potestades infalibles,
absolutas sobre la iglesia en los
primeros siglos, miremos el
ejemplo del apóstol Pedro, de
quien se habla mucho hoy en
día sobre su trono y otras cosas
más, lea en su propia biblia
como se expresaba el mismo
Pedro aludiendo a su autoridad
apostólica: “Ruego a los
ancianos que están entre
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vosotros, yo anciano también
como ellos, y testigo de los
padecimientos de Cristo, que
soy también participante de la
gloria que será revelada” 1 de
Pedro 5:1. El apóstol Pedro no
denota en esta Escritura
reflejos de superioridad ni de
mando, ni de santidad, nada de
lo que hoy se le atribuyen al
sucesor de Pedro. Anciano
como ustedes les rogaba a los
otros ancianos, la verdad es
que nunca hubo un mayor
entre ellos que tomara
determinaciones unilaterales;
ahora le ruego que me escuche
con paciencia antes que
rechace esta verdad, Pedro, el
apóstol nunca permitió que
alguien lo adorara, le repito
nunca permitió que alguien se
postrara ante él, recordemos
por un momento aquel
incidente que se dio cuando el
ángel le dijo al centurión
romano que mandara traer a
Pedro para que le enseñara el
Camino de la salvación,
Cornelio impresionado por la
visión que había tenido cuando
Pedro llega a la casa este
hombre se postró ante el
apóstol pues esa era la
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costumbre romana postrarse
ante los Cesares o ante
cualquier divinidad que ellos
habían inventado, y vea usted
la reacción de Pedro ante la
acción reverente de Cornelio:
“Cuando Pedro entró, salió
Cornelio
a
recibirle,
y
postrándose a sus pies adoró.
Más Pedro le levantó, diciendo:
Levántate, pues yo mismo
también soy hombre” Hechos
10: 25 al 26, ¿Se da cuenta?
Pedro ni ninguno
de los
apóstoles tuvieron en su mente
que alguno de ellos era la
cabeza visible de la Iglesia, no
creyeron que Pedro era
infalible. Pablo le resistió en
cierta ocasión a Pedro porque
estaba tomando una dirección
no correcta en el Camino
trazado por el Maestro, y dice
este inspirado relato: “Pero
cuando
Pedro
vino
a
Antioquía, le resistí cara a cara,
porque era de condenar. Pues
antes que viniesen algunos de
parte de Jacobo, comía con los
gentiles; pero después que
vinieron, se retenía y se
apartaba, porque tenía miedo
de los de la circuncisión. Y en su
simulación
participaban
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también los otros judíos, de tal
manera que aún Bernabé fue
también arrastrado por la
hipocresía de ellos. Pero
cuando vi que no andaban
rectamente conforme a la
verdad del Evangelio, dije a
Pedro delante de todos: Si tú
siendo judío, vives como los
gentiles no como judío, ¿Por
qué obligas a los gentiles a
judaizar? Gálatas 2: 11 al 14.
Al leer estos versos con
entendimiento y sin ninguna
pasión dogmática podemos
entender que el apóstol Pedro
se había equivocado, y Pablo lo
reprendió, entonces no existía
en ese tiempo el concepto tan
místico que se tiene de aquel
anciano del primer siglo.
Otro dato interesante que
encontramos en la historia de
las primeras décadas de la
iglesia del Señor lo tenemos en
el debate que se dio en el
primer concilio que se celebró
en Jerusalén cuando algunos
de la
circuncisión se
levantaron inquietando a los
gentiles
convertidos
presionándolos que tenían que
guardar la ley de Moisés y
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circuncidarse, pero después de
varias y fuertes deliberaciones
quien dio la pauta a seguir no
fue Pedro sino que Jacobo,
antes bien Pedro se inclinaba
por la circuncisión: “Y cuando
ellos callaron, Jacobo respondió
diciendo: Varones hermanos
oídme. Simón ha contado cómo
Dios visitó por primera vez a los
gentiles, para tomar de ellos
pueblo para su nombre… Por lo
cual yo juzgo que no se
inquiete a los gentiles que se
convierten a Dios, sino que se
les escriba que se aparten de
las contaminaciones de los
ídolos, de fornicación, de
ahogado... Entonces pareció
bien a los apóstoles y a los
ancianos, con toda la iglesia,
elegir de entre ellos varones y
enviarlos a Antioquía con Pablo
y Bernabé: A Judas que tenía
por sobre nombre Barsabás, y a
Silas varones principales entre
los hermanos” Hechos 15: 13 al
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Fue la propuesta de
Jacobo que terminó con
aquella confusión del
concilio de Jerusalén,
notamos bien que no fue
Pedro la gran figura en
esta reunión sino Jacobo.
Entonces en el primer siglo del
cristianismo Pedro no tuvo
nunca el Primado como
muchos se lo han endosado
ahora, no existieron los títulos
que hoy encontramos en la
cristiandad, cómo reverendo,
su eminencia, su santidad,
nunca le dijeron a Pedro ni a
ninguno de los apóstoles tales
calificativos: “Ruego a los
ancianos que están entre
vosotros, yo anciano también
con ellos…” escribió el mismo
Pedro en su primera carta
capítulo 5 verso 1.
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