El amor platónico

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El amor platónico
En el último capítulo de El cortesano, de Baltasar de Castiglione, Pietro Bembo “muestra al Cortesano la manera que debe tener para
amar muy al contrario del amor loco que el vulgo sigue”. En su discurso opone, al amor loco o sensual, el amor espiritual o platónico.
Digo, pues, que considerado que nuestra naturaleza en los hombres mozos es muy inclinada a la
sensualidad, se puede bien sufrir al Cortesano que en su mocedad ame sensualmente; pero si después en los años
ya más maduros a caso se enamorare, debe tener gran cautela y estar mucho sobre aviso de no engañarse; y ha de
guardarse de caer en aquellas desventuras y congojas que en los mozos merecen más aína ser lloradas que
reprehendidas, y en los viejos mucho más ser reprehendidas que lloradas.
Por eso, cuando viere a alguna mujer hermosa, graciosa, de buenas costumbres y de gentil arte, y tal, en
fin, que él como hombre experimentado en amores conozca ser ella aparejada para enamoralle, luego a la hora que
cayere en la cuenta y viere que sus ojos arrebatan aquella figura y no paran hasta metella en las entrañas, y que el
alma comienza a holgar de contemplalla y a sentir en sí aquel no sé qué que la mueve y poco a poco la enciende, y
que aquellos vivos espíritus que en ella centellean de fuera por los ojos no cesan de echar a cada punto nuevo
mantenimiento al fuego, debe luego proveer en ello con presto remedio, despertando la razón y fortaleciendo con
ella la fortaleza del alma, y atajando de tal manera los pasos a la sensualidad y cerrando así las puertas a los
deseos, que ni por fuerza ni por engaño puedan meterse dentro; y así entonces, si la llama de fuego cesa, cesará
también el peligro; mas si ella dura o crece, debe en este caso el Cortesano, sintiéndose preso, determinarse
totalmente a huir toda vileza de amor vulgar y bajo, y a entrar con la guía de la razón en el camino alto y
maravilloso de amar. Y para esto ha de considerar primero que el cuerpo donde aquella hermosura resplandece no
es la fuente de donde ella nace, sino que la hermosura, por ser una cosa sin cuerpo y, como hemos dicho, un rayo
divino, pierde mucho de su valor hallándose envuelta y caída en aquel sujeto vil y corruptible, y que tanto es más
perfecta cuanto menos dél participa, y si dél se aparta del todo, es perfetísima; y que así como es imposible oír
nosotros con el paladar, o oler con los oídos, así también lo es gozar la hermosura con el sentido del tacto y
satisfacer con él a los deseos movidos por ella en nuestras almas, y que solamente se puede gozar con el sentido
del ver, del cual es ella el verdadero objeto; y así, con estas consideraciones, apártese del ciego juicio de la
sensualidad y goce con los ojos aquel resplandor, aquella gracia, aquellas centellas de amor, la risa, los ademanes
y todos los otros dulces y sabrosos aderezos de la hermosura. Goce asimismo con los oídos la suavidad del tono
de la voz; el son de las palabras y la dulzura del tañer y del cantar, si su dama fuere música, y así con todas estas
cosas dará a su alma un dulce y maravilloso mantenimiento por medio de estos dos sentidos, los cuales tienen
poco de lo corporal y son ministros de la razón, y será tal este entendimiento suyo que no pasará hacia el cuerpo
con el deseo a ningún apetito deshonesto. Tras esto, acate, sirva, honre y siga en todo la voluntad de su dama, y
quiérala más que a sí mismo, y tenga más cuidado de los placeres y provechos della que de los suyos proprios, y
ame en ella no menos la hermosura del alma que la del cuerpo. Por eso tenga aviso de acordalle lo que le
cumpliere, no dexándola caer en errores, y con buenas palabras procure siempre de guialla por el camino de la
virtud y verdadera honestidad, y haga que en ella no tengan lugar sino los pensamientos limpios y puros y
apartados de toda fealdad de vicios. Y así, sembrando virtudes en su alma della, cogerá grandes frutos de
hermosas costumbres, y gustallos ha con entrañable deleite, y éste será el verdadero engendrar y juntar y exprimir
la hermosura en la hermosura, lo cual, según opinión de algunos, es el sustancial fin del amor. Desta manera será
nuestro Cortesano muy aceto a su Dama, y así ella se conformará siempre con la voluntad dél y le será dulce y
blanda y tan deseosa de contentalle cuando de ser amada dél, y las voluntades de entrambos serán honestas y
conformes, y por consiguiente vivirán vida bienaventurada.
Actividad. Extrae las principales ideas del texto. ¿Puede el amor humano contribuir a la perfección moral de
acuerdo con estas teorías? Justifica tu respuesta.
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