“Si puedo cantar una canción, estoy dispuesta a aprender a tocarla”

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“Si puedo cantar una canción, estoy dispuesta a
aprender a tocarla”
Primero el piano, después la guitarra y ahora la mandolina. Stephanie Lim, del
Departamento de Programas Internacionales de la Universidad Nebrija, se atreve con
cualquier instrumento y estilo musical. Una afición por la música que le ha llevado
desde el bluegrass de Tennessee hasta el flamenco más castizo.
¿Hay tradición musical en tu familia?
La verdad es que no tanto… en el instituto mi madre tocaba la flauta y mi padre canta
un poco, pero no somos de esas familias con grandes tradiciones musicales. Sin
embargo mi hermana es músico. Toca el piano y la flauta. Tiene muchísima formación
y talento. ¡Mucho más que yo, de hecho!
Y tú, ¿desde cuándo tocas el piano?
Empecé a recibir clases a los 8 años y seguí hasta los 15. Desde entonces me ha
costado bastante mantener el nivel porque al salir de casa, no tenía ningún piano a
mano. Sigo tocando aunque no tanta música clásica como antes.
¿Qué se siente al tocar una pieza?
Supongo que la música es como cualquier otro hobby, ayuda a quitarte el estrés y eso
se nota mucho al tocar o cantar. Se pueden expresar muchísimas cosas a través de la
música. Creo que para casi todo músico, llega a ser algo espiritual, algo del alma.
También tocas otros instrumentos…
Sí, empecé con el piano y luego cogí la guitarra, primero la acústica pero también la
eléctrica. Además, gracias a vivir en España he recibido clases de guitarra flamenca.
También me he aficionado a la mandolina, un instrumento curioso pero muy versátil y
divertido.
¿Cuál te resulta más complicado? ¿Por qué?
Bueno, hablando de estilos, sin duda el flamenco es dificilísimo. ¡Supongo que me
falta “el duende”! Pero me fascina y tengo mucha admiración por los tocaores.
Por otro lado, la mandolina me está suponiendo un buen reto ya que se suele tocar de
una manera muy técnica y yo de técnico ¡no tengo nada!, tipo bluegrass (un estilo de
música entre country y celta), y además, las cuerdas están colocadas al revés que las
de la guitarra.
¿Has compuesto alguna pieza?
Sí, algunas cositas, pero no soy compositora prolífica, aunque me gustaría serlo. La
verdad es que he compuesto más piezas de broma que cualquier otra cosa. A veces
mis amigos me piden una canción original graciosa y personalizada para algún
cumpleaños, despedida, etc.
¿En qué tipo de música te inspiras? ¿Qué sueles escuchar?
Bueno, como todos, lo que escucho varía según el día y el estado de ánimo, pero
cuando me mudé a Nashville, Tennessee (la ciudad conocida como Music City), me
enamoré de la música folk, tirando a folk-alternativo o incluso bluegrass. La
musicalidad es increíble y los músicos son tremendos. Pero aprecio muchísimo otros
estilos. Diría que si puedo cantar una canción, estoy dispuesta a aprender a tocarla.
Tres artistas que te lleguen al alma…
¿Sólo tres? ¡Qué difícil! Pues empezaría con Alison Krauss & Union Station, unos
músicos impresionantes conocidos por su música en la película, O Brother, Where Art
Thou? De este lado del charco, la música de Chambao me parece divertida y los
ingleses Mumford & Sons también tienen un sonido único. Aparte de la música de
cada grupo, además escriben unas letras preciosas.
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