Elba Rivera Urbina* Nicaragua — en elecciones La crisis de valores indica un fracaso de la iglesia y de la escuela Los pactos por debajo de la mesa para desviar el voto, voluntad del pueblo y la calidad humana y profesional de las y los candidatos han convertido al abstencionismo en el ganador de las elecciones. Soy profesora y líder evangélica, por lo tanto lo que escribo me lo predico a mi misma. A pesar que en estos tiempos la Iglesia está perdiendo autoridad y credibilidad especialmente entre la juventud, la Iglesia tiene todavía una gran influencia y responsabilidad en la formación de la opinión pública y formación moral. Eso quiere decir que el pastor, el sacerdote, las y los líderes religiosos tienen acceso a la gran mayoría de la población, especialmente a las y los adultos y a la niñez. La Iglesia en este país continua siendo educadora y formadora de la opinión pública, pero aunque esto es así, los líderes de la Iglesia parecieran no darse cuenta, porque desaprovechan el espacio dado por Dios. La Biblia nos manda a respetar a las autoridades, pero en complicidad con algunos lideres de la Iglesia los puestos de autoridad en los poderes del Estado están siendo usurpados y las autoridades puestas por el pueblo enviadas a otros planos. La Iglesia está obviando su papel ante la sociedad, mientras que la feligresía en vez de adorar a Dios adora a líderes políticos, a partidos, al poder y a la codicia, priorizando estar bien ante su partido o líder de quien espera empleo, regalos y puestos de poder. La Iglesia no cuestiona la actuación moral y la falta de espiritualidad de la gran mayoría de la población que vive adorando al televisor, a los nintendos y celulares, a los casinos y a todo que es vanidad que da alegría pasajera. Actualmente los partidos políticos están capturando y manipulando la mente religiosa y la fe del pueblo católico y evangélico y se están metiendo a la bolsa a muchos líderes religiosos: Los partidos capturan a esos y a otros creyentes de una forma que el líder comparece expresándose a su favor y los feligreses no se dan cuenta de los diferentes aspectos que le forman una opinión, y se creen los discursos manipuladores de una forma tan profunda que hasta pueden entregar la vida por su líder político y su partido (o por la misma razón martirizarle o hasta quitarle la vida al adversario). Y para vergüenza de la Iglesia, partidos y políticos usan a sus feligreses y su liturgia sin respeto a Dios ni a la función de la Iglesia en la tierra. Usted y yo recordamos que en años anteriores las y los políticos no se interesaban por los líderes religiosos, ni por la Iglesia, al contrario, discursaban en contra de los líderes y de la misma Iglesia. Hoy es diferente, y no, porque los líderes políticos de pronto se hayan convertido, o Dios haya hecho un milagro en sus vidas, no, lamentablemente no, pues sus hechos lo dejan claro, sino que los líderes religiosos se han dejado usurpar su lugar, institución y función. La política tiene estrategias cínicas, especialmente con aquellas personas de baja escolaridad, aquellos que en el camino de la vida no han formado principios y con aquellos y aquellas que no tienen valores firmes. Las y los jóvenes son su blanco favorito y dirigiéndose a ellos ejecutan sus estrategias con rigurosidad, mientras que el liderazgo de la Iglesia no despierta y permite que usen a sus líderes y manipulen a sus feligreses para apoyar la corrupción individual, partidaria e institucional. ¿Cómo es posible, que un creyente esté de acuerdo con fraudes electorales y con corrupción institucional? ¿Cómo es posible que un creyente quien dice conocer la Palabra de Dios apoye el engaño y la mentira? ¿Cómo es posible que un creyente se emocione positivamente por la injusticia que cometen su partido y líderes políticos? ¿Cómo es posible que un creyente vea el robo y lo consienta? Entre la población ya se han popularizado e internalizado antivalores como lo muestra nuestra actual sociedad, la cual ha perdido su cultura. En muchos hogares ya no forman valores, y los individuos no forman principios, puesto que las cosas pasan, todo mundo lo sabe y nadie cambia ni cuestiona. El robo es normal, y no sólo de parte de los que se conocen como ladrones sino que hoy en día todo mundo cuida sus cosas hasta en las Iglesias y hasta de los líderes religiosos, porque desde lo más íntimo cada uno piensa que el otro es un ladrón potencial. Se ha venido normalizando que los empleos del sector público no se den por capacidad sino en primer lugar por pertenencia partidaria. La gente es más fiel a su partido que a Dios. Respeta más a su líder político que a su líder religioso. Vive muy preocupada por quedar bien con su partido, y para Dios no tiene tiempo. Actualmente en las elecciones municipales el 70% de la población no votó, y según las entrevistas en los medios expresaron que les pareció ridículo ir a votar, cuando de todas maneras todo está decidido desde arriba, antes que se den las elecciones. Y aunque pareciera que la gente reacciona apática, la abstención es una señal pacífica de protesta ante la corrupción, injusticia, engaño, compra de voluntades, trucos, chantajes y hasta asesinatos por fanatismo partidario, ¡actitudes horrendas y vergonzosas que se han vuelto parte de nuestra cultura nicaragüense! ¿Dónde están los valores que la Iglesia predica, practica y forma en su feligresía? ¿Cómo está formando la Iglesia a sus miembros y visitantes, cómo está formando a las madres y padres, y cómo está formando a las generaciones jóvenes? ¿No es esto una crisis? La escuela, las maestras y los maestros La escuela es el segundo hogar, el segundo lugar de formación para la niñez, adolescencia y juventud, donde se encuentran con formadores profesionales! Nosotras las maestras y maestros aprendemos en las universidades y en la escuela de maestros como formar a nuestros estudiantes en conocimiento y conducta cívica y moral. ¿Cómo es que hoy en día la juventud no se interesa por el contenido social, económico y político? Pero sí se interesa por la diversión y otras cosas de adormecimiento mental que encuentran en los lugares de diversión insana y que los partidos y políticos les ofrecen. Mientras las y los políticos y los adultos deciden sobre el presente y el futuro, la juventud en su mayoría está pensando en vanidad, diversión y en exigir que los adultos les concedan sus caprichos materiales. Nuestra juventud se está hundiendo en los vicios, vagancias y desesperanza. La niñez y la juventud están siendo descuidadas por sus padres, sus madres, por la Iglesia y por la escuela. Muchos jóvenes viven en un círculo vicioso, de malas actitudes, necesidades emocionales y abandono de sus padres, quienes se han rendido ante la impotencia de poderles guiar en esa linda, importante y difícil fase de la vida. En el aula pasan cosas terribles, nuestros estudiantes son usados por criminales para hacer violencia, robar, matar, vender drogas etc. Éstos usan la escuela como semillero para sus malignidades. Nuestra juventud está en grave peligro, día a día perdemos un puñado de jóvenes en las drogas, en el alcohol y la prostitución. ¡Demasiados adolescentes y jóvenes visitan la escuela sólo para hacer turismo, noviazgo y para hacer "bizne"! El rendimiento escolar es lamentable y la relación entre padres, maestro y estudiante está en gran crisis. El maestro ya no tiene la misma autoridad que tenía antes frente a las y los estudiantes, también ha perdido su posición tan honorable ante la sociedad. Y el escalar grados y obtener certificados y diplomas no significa ningún cambio de actitud social ni económico, por lo tanto la escuela está perdiendo su importancia ante las madres, padres y sociedad en general. Lideres religiosos, maestras y maestros detengámonos, reflexionemos y actuemos. Lo que está pasando en nuestro país es resultado de nuestra ineficiencia como líderes, profesionales, individuos e instituciones. Estamos permitiendo que los partidos y el crimen minen nuestras honorables instituciones agarrando y mal formando a la niñez, adolescencia y juventud, quitándonos así nuestra razón de ser. Se ve y se vive a la Iglesia y a la escuela en un descuido profundo de sus funciones y han perdido la capacidad de formar a las madres, padres, niñez, adolescencia y juventud en valores y conocimientos profundos que los puedan llevar a cambiar su actitud, hundiendo así a nuestras instituciones y profesiones en una crisis casi sin esperanzas y ante nuestro fracaso se forma una sociedad sin principios, sin Dios y sin futuro. Iglesia, escuela, líderes religiosos y maestrado: ¡Pongamos la barba en remojo! Retomemos nuestras instituciones, nuestra posición y nuestras sagradas ocupaciones. Cada una y uno retome su lugar y actúe correctamente y sino lo hace, ¡Dios y la patria le demandarán! Los partidos tienen el poder, la plata, los cargos de jerarquías, las instituciones, los puestos de trabajo y hasta han invadido las organizaciones civiles. El individuo se mueve entre el aislamiento y el fanatismo, entre el temor y la entrega por la seguridad y "defensa de los comederos" (perdón, por usar tal expresión de un conocido mío). La política partidaria nos está mal formando a la gente, en vez que la Iglesia y la escuela formen a los individuos quienes luego puedan ser líderes sociales y políticos, esforzados, éticos, honorables y respetuosos. Como cristianos y educadores estamos en un momento crítico, luchamos por nuestras necesidades básicas, queremos una vida sin problemas y hasta por codicia nos encontramos frente a la tentación más irresistible: "¡Todo esto te daré si postrado me adorares!" *La autora es pedagoga, M.Sc. en ciencias educacionales y políticas (Universidad Tübingen/RFA) y trabaja como maestra en Nueva Guinea, Región Autónoma Atlántico Sur.