THE WANDERER Hace tan solo un par de horas, esto hubiera parecido imposible, tan solo el pensarlo lo era. Aún me tiembla el cuerpo al pensar en los hechos que había vivido esta tarde. Hechos que jamás podía haber imaginado. Sin duda era la historia más extraordinaria que jamás ha pasado en el mundo. Todo comenzó cuando me disponía a salir a jugar un rato con mis amigos, pero el tiempo lo impidió, en cuestión de cinco minutos se había formado una tormenta que provocó un apagón en toda la ciudad, durante unos minutos. Debido a esto no pude hacer otra cosa más que quedarme en casa y esperar a que el tiempo mejorase. Hacía una semana que la tía Caroline había fallecido, y nos mandaron a casa en forma de herencia, unos álbumes antiquísimos de fotos del año de la pera, de aquellos años en los que la tía era aún joven. Allá por el tres mil antes de Cristo. Mi madre andaba muy liada con las cosas de la casa, en dos días vendría mi abuela y empezaría a quejarse de lo sucio que está todo y que sería mejor buscar otro sitio donde vivir, más pequeño, y más fácil de limpiar. Así que me tocó ayudarla, y bajé al sótano aquellos álbumes de la tía Caroline. El sótano parecía sacado de las catacumbas de un castillo abandonado. Había telas de araña que iban de una pared a la otra, y el suelo estaba inundado. (Era comprensible, la casa tenía ya un siglo, y ya no es lo que fue.) Cogí la linterna que hay en una estantería y me decidí a buscar un sitio donde resguardar aquellas fotos de las goteras. (Fue tarea difícil, como ya dije la casa es antigua, y tiene un montón de goteras.) Caminando hacia la pared del fondo del sótano di con una puerta, que había jurado que no estaba allí. Era una puerta de metal, ya oxidada por el agua que llevaba cayendo en el sótano durante años. Coloqué los álbumes en la estantería de al lado de la puerta y decidí abrirla, aunque me costó lo mío, he de decirlo, no fue tarea fácil, y menos aún mantenerla abierta, tenía algún sistema que la empujaba para que cerrase de inmediato, así que decidí poner un palo viejo de escoba para mantener la puerta abierta mientras entraba a explorar. Ya montada mi trampa, cogí los álbumes y la linterna y me adentré en aquella habitación. Al entrar sentí un estruendo, supuse que era un rayo, así que no le di mucha importancia. Mirando dentro de la habitación me di cuenta que era más como un túnel, al final de aquel, había una puerta de madera. Decidí acercarme a ver más de cerca aquella puerta, pero de pronto sentí como aquel palo viejo que puse en la puerta cedía ante esta y la dejaba cerrar tras de mí. Salí corriendo para intentar coger la puerta, pero ya era demasiado tarde, se había cerrado, y no tenía manera de salir, excepto por aquella otra puerta tan extraña que había al final del túnel. No lo pensé dos veces y decidí abrir aquella puerta. Parecía antigua, pero se conservaba bien. La observé unos segundos, y de repente algo me impulsó a abrirla. Tras ella había unas escaleras. Las escaleras parecían haber estado intransitadas durante décadas. Decidí subirlas a ver que me hallaba. Con lo único que di fue con el patio de una finca, o una casa, por lo menos eso parecía, suponía que era la de nuestra vecina la señora Morrigan, pero era extraño, el jardín parecida muy descuidado, y de hecho, no había ni un solo gato a la vista. (La señora Morrigan los adoraba, y tenía cientos de ellos en su casa, pero aquí, no había indicio ni de uno solo). Era extraño, no sabía dónde me encontraba. Miré a mis lados, y lo único que pude ver eran los matojos de hierba que no habían sido cortados en años, así que camine un poco a ver que me encontraba, pero lo único que hallé fue un antiguo pozo, y poco más que unas flores, me preguntaba que hacían allí, supongo que serán por alguien que murió en el pozo, o algo, no quería quedarme a averiguarlo, así que seguí caminando y di con un banco de madera. (Fue difícil encontrarlo, aunque bueno, mejor dicho, el me encontró a mi mientras andaba). Me senté en él y miré el paisaje, estaba en un colina, era extraño, nunca había estado allí. Me distraje unos minutos hasta que me volví a dar cuenta de que no sabía cómo volver a casa. Pero decidí tomarlo con calma, y me levante a explorar, tenía sed, allí hacía calor, no llovía, debía de hacer unos 30 grados como mínimo, así que fui hacia el pozo para buscar algo de agua que beber, al llegar, aquellas flores ya no estaban, era extraño, hace una media hora estaban allí y ahora no. Pero no me preocupé mucho, cogí el cubo y lo bajé con la cuerda para coger agua, al subir el cubo, el agua estaba marrón de la tierra que había caído en el pozo con el tiempo, así que tiré con ella al césped, aunque este no lo necesitase mucho. Sin querer le cayeron unas gotas a los álbumes, y muy rápidamente me puse a secarlas con la manga de mi camiseta. Pero me detuve, de pronto una sensación de que me observaban se apoderó de mi, de inmediato me di la vuelta, y me encontré con una chica de pelo castaño y ropas que no parecían de este siglo, supuse que era una campesina no muy atenta a la moda de ahora. Así que no le di importancia al asunto, me fijé que me estaba mirando fijamente, con lágrimas en los ojos, le pregunte, rápidamente que le pasaba, pero no contestó, se acercó a mi y me dio un bofetón, yo sin comerlas ni beberlas, me enfadé y le grite por lo que hizo, y lo único que hizo fue gritar y llorar. Le pregunté que le pasaba y lo único que contestó fue que la dejé por su hermana. Me quedé atónito. ¿Habré llegado al jardín de algún manicomio? – pensé. No conseguía entender por que me dijo aquello, no la conocía de nada, pero para ella parecía que si nos conociésemos. Oye, no se de que hablas- le dije, y una ola de ira la abrasó al oír esas palabras de mi boca. Salió corriendo y me empujó contra el pozo. Me di un golpe en la cabeza. Y me pareció haber muerto. Sentía el agua, el golpe en la cabeza, y aún resonaban sus gritos en mi cabeza. De sótano, tirado, repente y abrí los escuchaba ojos, como estaba mi en madre el me suelo llamaba del a gritos. Me levanté del suelo mojado, y me di cuenta de que un bote de pintura cayó sobre mi cabeza desde un estante podrido que rompió. Me había desmayado. ¿Todo aquello había sido un sueño? Me apresuré al final del sótano en busca de la puerta metálica, pero no estaba. ¿Qué había sido de ella? ¿Todo fue acto del golpe que llevé en la cabeza?. Estaba confuso, pero no tuve mucho tiempo para seguir así, mi madre seguía gritando, subí corriendo a ver que sucedía, era mi abuela, había llegado antes de lo previsto, y mi madre andaba histérica. Me pidió que distrajese a mi abuela con algo mientras ella terminaba de limpiar, así que decidí enseñarle los álbumes de la tía Caroline, su hermana. La única que tenía y con la que se llevó de toda la vida fatal. Pero supuse que al haber fallecido mi abuela querría perdonar todas aquellas disputas que tuvieron, así que me senté con ella y abrí los álbumes; había un montón de fotos de ellas de pequeñas, siempre juntas y felices. No entendía porque se llevaban tan mal si en un principio parecían inseparables, así que decidí preguntarle el por qué a mi abuela. Ella, dejó la mirada vacía, no dijo ni una sola palabra, parecía como si no respirase si quiera, giró su cabeza hacia mi y sonrió. Sabes, te pareces mucho a tu abuelo cuando vivía.- dijo con la voz muy suave y serena. -Tu tía abuela y yo éramos como uña y carne, hasta el día que conocí a tu abuelo; las dos nos enamoramos de él, pero él siempre me quiso a mí, y tu tía abuela no pudo soportarlo. Ella creía que tu abuelo la amaba, pero no era así. El día que quedé embarazada de tu madre fue el día en el que tu tía me dejó de hablar, no entendía porque, hasta el día en que tu abuelo decidió llevarnos a un campo donde siempre íbamos los tres antes de que empezasen las disputas entre ella y yo. Fuimos a hablar de las cosas, allí me pidió matrimonio, y le dijo a Caroline que el la quería pero como amiga, allí tu tía empezó a gritar y me juró que jamás volvería a hablarme, me dijo que me odiaba, y que no quería saber más nada de mi, me quería muerta, eso quería... - mi abuela se detuvo entre lágrimas. -Caroline salió corriendo y tu abuelo fue tras ella para que no cometiese ninguna locura... Nunca volvieron, ninguno de los dos, pensé que se fugaron, pero Caroline a los pocos días apareció, y lo negaba, negaba haber visto a tu abuelo. Me enfadé mucho con ella y no le volví a hablar, le dije que para mí estaba muerta; desde aquella no la volví a ver más... Hasta el día del funeral... Pocos años después de lo ocurrido, siendo tu madre una niña, me llamaron a casa, habían encontrado un cadáver en un pozo, era el de tu abuelo... - mi abuela me miró, y me sonrió. - Eres igual a él... Ya está… - se secó las lágrimas- es hora de ir a la cama, tengo sueño, hasta mañana cariño. -me dio un beso en la mejilla y se fue. Yo me quedé pensativo respecto a lo que me dijo. Sin darme cuenta terminé pasando las páginas del álbum y vi una foto de la tía Caroline, mi abuela, y mi abuelo de jóvenes, la tía Caroline estaba sentada en el borde de un pozo, y con el mismo vestido de aquella chica que vi en mi sueño mientas estaba inconsciente.