Codhes informa Bogotá, septiembre 2 de 2004 Desplazamiento: hacia un fracaso de la seguridad democrática Resumen del informe primer semestre de 2004 • • • • • • El desplazamiento forzado creció en el primer semestre de 2004 en todo el país, pero especialmente en regiones de influencia del Plan Patriota, en zonas de fuerte presencia paramilitar y en departamentos de alto control por parte de la Fuerza Pública. En el sur del país la guerrilla de las FARC presiona el desplazamiento de comunidades mientras que las Fuerzas Militares desarrollan formas de confinamiento de la población convertida así en estrategia de guerra. Hay departamentos como Caquetá, Guaviare, Putumayo, Meta, Caldas, Tolima, Arauca y Nariño en donde el desplazamiento no ha disminuido en los últimos dos años. Otros departamentos como Chocó, Guajira, Norte de Santander, Magdalena, Cesar y Arauca muestran una tendencia de continuidad de estas migraciones forzadas. Ningún departamento del país se escapa del desplazamiento y en todos se mantuvo o creció el fenómeno durante el primer semestre del año. El desplazamiento forzado se está convirtiendo en un síntoma del fracaso de la política de seguridad democrática del gobierno, especialmente en las zonas rurales en las que persiste el conflicto. El gobierno presenta las cifras de desplazamiento con datos parciales que no dan cuenta de la real magnitud del fenómeno, para convencer a la opinión nacional e internacional del éxito de su política de seguridad, pero los hechos graves que están ocurriendo, demuestran un cambio en la tendencia de disminución y un crecimiento del desplazamiento en todo el país. También el hambre está siendo usada como estrategia en la confrontación. El bloqueo de productos de consumo vital y el control de la producción agropecuaria provoca inseguridad alimentaria y agrava la situación de las poblaciones sometidas a bloqueos y amenazas. Los pueblos indígenas son objeto de una acción sistemática de exterminio, desplazamientos y confinamientos que, en algunos casos, pone en peligro comunidades enteras. Alrededor de 9.376 indígenas fueron desplazados en el primer semestre del año y se • • • • • • • • • estima que 237.158 personas que integran 51 pueblos indígenas están en situación de confinamiento en 21 de los 32 departamentos del país. El 72% del total de la población desplazada en 2003 presenta condiciones alimentarias deficientes en medio de un acelerado empobrecimiento atribuido a la migración forzada. Emerge de manera crítica el desplazamiento intraurbano e interurbano como resultado del uso de la fuerza y la violencia en las ciudades, de la estigmatización y señalamiento de las personas desplazadas, de la delación indiscriminada y sin control atribuida a la red de informantes y de la urbanización de algunas formas de degradación del conflicto armado. Las mujeres, niñas, adultas o ancianas, viudas, separadas, abandonadas y huérfanas representan el 51% de la población desplazada y enfrentan una situación de mayor vulnerabilidad. En el primer semestre de este año se mantuvo esta tendencia que obliga a respuestas diferenciadas por parte del Estado. Crece el éxodo de colombianos a los países vecinos. Miles de compatriotas buscan refugio en Ecuador, Venezuela y Panamá y el éxodo colombiano empieza a preocupar a los gobiernos de la región por la expansión de la crisis humanitaria. Las fumigaciones de cultivos de uso ilícito provocaron el desplazamiento de centenares de familias que no son reconocidas por el Estado y, en consecuencia, están sometidas a una crítica situación social, al desconocimiento de sus derechos y a la presión de volver a cultivar coca o amapola, de ingresar a los grupos armados, de salir a países vecinos o de mantenerse en las ciudades en estado de indigencia. El 27% de las solicitudes de inscripción en el registro de personas desplazadas, necesaria para acceder a los planes de atención humanitaria por parte del gobierno, fueron rechazados por la RSS en el 2003. En departamento como el Chocó el porcentaje de rechazo alcanzó el 58% y en Norte de Santander el 51%. Las detenciones masivas y la arbitrariedad en que se producen están generando un problema humanitario adicional en el país. Miles de familiares de detenidos se convierten, como consecuencia de la estigmatización pública de las personas privadas de la libertad, en desplazados en las grandes ciudades, aún después de que la justicia ordene la libertad de sus seres queridos por falta de pruebas. La respuesta del gobierno obedece más a las acciones de tutela, a sentencias de la Corte Constitucional, a acciones de grupo o de cumplimiento o a las presiones de la comunidad internacional que a la decisión de formular una política de prevención de causas de desplazamiento y de atención, protección y reestableciendo de las personas afectadas. Preocupa que el gobierno nacional sigue insistiendo en que la política de seguridad democrática constituye en si misma y por si sola la estrategia de prevención del desplazamiento forzado. Así • • • • • ocurre frente a las conversaciones con las AUC que se presentan como parte de una política que disminuye el desplazamiento, pero que desconoce el incumplimiento del cese de hostilidades que siguen cometiendo estos grupos En el informe remitido por el gobierno a la Corte Constitucional el 9 de agosto de 2004 se sugiere que los diálogos adelantados con los grupos armados al margen de la ley conllevan la disminución de los actos violentos y el desplazamiento como una de sus m manifestaciones, simplemente por el hecho de exigirse a dichos grupos un cese de hostilidades El gobierno está sustentando en la cooperación internacional su responsabilidad constitucional y legal de atención a la población en situación de desplazamiento. El Plan de Acción Humanitaria que promueve Naciones Unidas debe entenderse como un complemento de la responsabilidad del Estado y no como la política sobre desplazamiento del gobierno. Los retornos de población desplazada en medio del conflicto armado están vulnerando principios básicos de voluntariedad, seguridad, dignidad y no repetición. Forzar a la gente a volver a las zonas de la guerra es tan grave como el desplazamiento mismo y plantea nuevas formas de la crisis humanitaria en Colombia. Todas las partes que participan en la confrontación armada (Fuerza Pública, guerrillas y paramilitares) tienen responsabilidad en el desplazamiento forzado, toda vez que coinciden en ataques indiscriminados contra la población civil, desconocen el principio de distinción entre combatientes y no combatientes y no toman las medidas de prevención que para estos casos señala el artículo 17 del Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra. El país enfrenta una grave y peligrosa crisis social que confluye con una crisis humanitaria cuyos efectos son impredecibles hacia el futuro