Teoría de la imprevisión

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Universidad Cristiana del Sur
“Obligaciones II”
Tema
“Teoría Improvisión: transmisión de obligaciones”
Profesora: Msc. María Victoria Salas Marín
Tema: “
Alumnos:
Jorge Abarca Bonilla
Wilbert Blanco Vargas
Ronald Alcocer Morales
Wagner Martínez Rodríguez
José Garita MaCarthy
Año 2011
Tercer Cuatrimestre
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Introducción
Dicho trabajo es de ayuda para entender la Teoría de la Imprevisión, y
más aún como puede modificarse la Transmisión de las Obligaciones.
Como todos sabemos al adquirir un contrato están expuestas las partes
(deudor y acreedor) a una obligación, unos de forma pasiva y otros de
forma activa.
La teoría aportada en este documento se recopila de fuentes de Derecho,
enriqueciendo muy gratamente la intelectualidad de los participantes.
Agradecemos a la profesora Msc. María Vargas Salas la participación en
dicho trabajo el cual nos ayudo a entender muy claramente los términos
investigados.
Se debe indicar que la letra en negrita al final de las investigaciones son
los comentarios y entendimientos que estos participantes ofrecemos.
Nos dimos a la tarea de investigar la Teoría de la Imprevisión, para tal
efecto se expone un documento recopilado de una experta en Derecho, el
cual se analizará su contenido con el entendimiento de los estudiantes.
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Teoría de la imprevisión
Se llama imprevisión contractual o teoría de la imprevisión a la relacionada
con la extinción o modificación judicial de las obligaciones de un contrato
conmutativo de ejecución sucesiva o diferida, basada en el hecho de haberse
modificado sustancialmente las condiciones bajo las cuales se contrajeron.
Fundamento
La institución tiene su fundamento en la buena fe contractual, pues no se
puede forzar al deudor a cumplir su obligación cuando han cambiado
sustancialmente las condiciones en que el contrato se originó (por aplicación
del principio "Rebus sic stantibus"), condiciones que de existir al tiempo de
celebración, no hubieran permitido el contrato o, en caso contrario, en
condiciones radicalmente diferentes.
La imprevisión se basa en el hecho que las obligaciones establecidas en un
contrato se entienden contraídas en virtud de ciertas condiciones
prevalecientes al momento de su celebración (rebus sic stantibus).
Precisamente, por distintas circunstancias imprevisibles para las partes al
momento de perfeccionarse el contrato, la equivalencia de las prestaciones
originales puede perderse, dejando a una de las partes en una grave
desventaja frente a la otra. Su prestación se ha hecho de tal modo gravosa
frente a la prestación de la otra parte que, con fundamento en la equidad, el
juez puede determinar la extinción o modificación de su prestación.
También se ha fundamentado en el mantenimiento del necesario equilibrio
entre las prestaciones a cargo de los contratantes, que se encuentra en la base
de la concepción sinalagmática del contrato moderno.
Procedencia
Sólo es posible invocar la imprevisión en los contratos conmutativos y de tracto
sucesivo o de ejecución diferida en el tiempo.1 2 Así por ejemplo, en el
arrendamiento de cosas, de obras o servicios; en el mutuo de dinero; etc.
En cambio, no procederá en los contratos aleatorios si la excesiva onerosidad
de la prestación que intenta impugnarse, proviene del riesgo propio del contrato
(Vg. Contrato de seguro). Tampoco es aplicable, en los contratos de ejecución
continuada o de tracto sucesivo, respecto de los efectos ya cumplidos.1
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Efectos
En términos generales, el instituto comentado faculta al deudor perjudicado
para solicitar la extinción del vínculo contractual y, por ende, de las
obligaciones nacidas a consecuencia del mismo. Sin embargo, en
determinados casos, dicha extinción no alcanza a los efectos ya cumplidos del
contrato.
Alternativamente, el deudor puede solicitar una modificación equitativa de las
obligaciones emergentes del contrato afectado. La existencia o no de tal opción
a favor del deudor depende de los sistemas jurídicos concretos.
En qué consiste la teoría de la imprevisión
Sirve para resolver contratos "injustos"
Los contratos deben ser cumplidos y su letra es ley para las partes: este fue el
criterio del autor del código civil que nos rige, Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield.
Sin embargo, las circunstancias sociológicas y políticas llevaron a reformar a
través de la ley y de la jurisprudencia semejante rigorismo estableciéndose
supuestos en los cuales cuando se rompe "el sinalagma contractual" o su
"equilibrio", éste puede ser restablecido por las partes mismas y/o por los
jueces que intervengan en la situación de conflicto.
Uno de estos casos es la "teoría de la imprevisión", por la cual por un hecho
extraordinario e imprevisible no imputable a los contratantes, se rompe ese
sinalgia y se vuelve injusto e inequitativo el posicionamiento de ambos
contratantes.
Se produce una situación que, de haber sido conocida, el contrato no hubiera
sido celebrado como lo fue.
Una de las partes afectadas, damnificada por dichos hechos -las actuales
medidas económicas y sus consecuencias, por ejemplo- planteara primero por
vía de mediación (obligatoria antes de iniciar la demanda) la resolución del
contrato o la reforma de las cláusulas y por ende de sus derechos y
obligaciones.
También frente a un pedido de resolución, el accionado puede ofrecer una
reforma de las cláusulas mas justa para ambas partes.
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Será el criterio de los jueces que aplicarán la "equidad" para restablecer "la
ecología del contrato" quienes permitirán la reforma contractual o la
desvinculación y anulación de las obligaciones de las partes, según los casos.
Para poder invocar esta figura jurídica no se debe estar en mora, o sea no se
debe haber incumplido las obligaciones vencidas y no debe haber incurrido en
culpa (lo cual será opinable) el actor.
Que pasa en aquellos supuestos de contratos que han incluido la cláusula "las
partes renuncian a invocar la teoría de la improvisión":
Es importante considerar que en nuestro país una devaluación pudo ser
prevista y por ello incluida entre los supuestos de la renuncia, pero de ningún
modo el "corralito" y sus efectos, los cuales igualmente darían lugar al derecho
de invocar esta teoría a pesar de la renuncia contractual, ya que la imprevisión
es un concepto fáctico, opinable y variable en su alcance y limites con el decir
de la jurisprudencia que va teniendo lugar.
SEGÚN LOS CASOS
O sea que a pesar de la existencia de dicha cláusula de renuncia la teoría de la
imprevisión invocada puede ser acogida por la jurisprudencia según los casos y
circunstancias.
La fuente legal de la teoría de la imprevisión es el Código Civil reformado, que
dice así:
"Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de
acuerdo con lo que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender
obrando con cuidado y previsión.
(...) si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente
onerosa por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte
perjudicada podrá demandar la resolución del contrato. El mismo principio se
aplicara a los contratos aleatorios cuando la excesiva onerosidad se produzca
por causas extrañas al riesgo propio del contrato.
(...) no procederá la resolución si el perjudicado hubiera obrado con culpa o
estuviera en mora.
La otra parte podrá impedir la resolución ofreciendo mejorar equitativamente
los efectos del contrato."
Pienso que las empresas y las personas físicas contaran con esta herramienta
y con otras (fuerza mayor, imposibilidad de cumplimiento, abuso de derecho,
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etc.) para reformular los términos y obligaciones contractuales, variando en
cada caso en particular como deben ser planteados para que puedan ser
acogidos por los jueces o para lograr que se impidan reformas arbitrarias.
La autora es especialista en derecho comercial y contratos y profesora de
la UBA.
Por Nidia Z. de Domínguez
Para LA NACION
Resumen estudiantes:
En este punto podemos citar que la Teoría de la Imprevisión el aquel acto
de cambio en el contrato (obligación) que estén en pleno acuerdo los
actores (deudor o acreedor).
Como sabemos el contrato (obligación) y sus cláusulas deben ser
cumplidas. Las partes están en la obligación de respetar los términos
establecidos, pero en muchos casos puede haber una situación
inesperada o fortuita la cuál atenta contra el derecho de alguna de las dos
partes, siendo muy oneroso su contratiempo, dándose una desventaja
jurídica para alguno de los actores del contrato, como lo acota la autora
“en virtud de ciertas condiciones prevalecientes al momento de su celebración
(rebus sic stantibus). Condiciones que de existir al tiempo de celebración, no
hubieran permitido el contrato o, en caso contrario, en condiciones
radicalmente diferentes.”
Si hay un acuerdo mutuo de las partes actuantes, se puede pedir a la
autoridad competente (Juez) que elimine o modifique el contrato según el
beneficio de la parte afectada.
Las modificaciones solo se pueden hacer en contratos conmutativos
(bilaterales), y de tracto sucesivo o de ejecución diferida en el tiempo.
Ejemplo de ello: en el arrendamiento de cosas, de obras o servicios; en el
mutuo de dinero; etc. Pero que no medie en ello la culpa o el dolo.
Como indica también el texto todo contrato debe darse en buena fe, y las
circunstancias imprevistas deben darse por caso fortuito o sea también
media la buena fe (nadie las piensa, se da naturalmente), por lo que hay
que explicar que significa la buena fe.
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CONCEPTO Y PRINCIPALES APLICACIONES BUENA FE.
El principio de la buena fe impone a las personas el deber de obrar
correctamente, como lo haría una persona honorable y diligente. La ley lo
toma en cuenta para proteger la honestidad en la circulación de los bienes.
Veamos ahora las principales aplicaciones que esta idea tiene en nuestro
derecho positivo:
a) Contratos. — El artículo del Código Civil establece que los contratos
deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con
lo que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando
con cuidado y previsión.
Buena fe en la celebración. Esto impone a las partes la obligación de hablar
claro. Es por ello que los tribunales tienen decidido que las cláusulas
oscuras no deben favorecer al autor de la declaración, principio
especialmente importante en los contratos con cláusulas predispuestas o de
adhesión.
Buena fe en la interpretación del acto. Esto significa que los hombres deben
creer y confiar en que una declaración de voluntad surtirá en un caso
concreto sus efectos usuales, los mismos efectos que ordinaria y
normalmente ha producido en casos iguales.
Finalmente, la norma que comentamos exige también buena fe en la
ejecución del contrato.
Es siempre el principio de que los contratantes deben obrar como personas
honorables y correctas.
b) Abuso del derecho. — Es prohibido por la ley el ejercicio abusivo de los
derechos, pues ese abuso es contrario a la buena fe con que se debe
actuar en la vida social.
c) Teoría de la imprevisión. — Los contratos conmutativos bilaterales y
en los unilaterales de ejecución diferida o continuada, si la prestación
a cargo de una de las partes se tornara excesivamente onerosa, por
acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada
podrá demandar la resolución del contrato. Y es que la buena fe en la
ejecución del contrato se opone a que pretenda hacérselo valer
rígidamente cuando las circunstancias en las cuales se celebró han
variado sustancialmente, tornándolo injusto.
d) Teoría de los actos propios.— De acuerdo con esta teoría, nadie puede
asumir en sus relaciones con otras personas, una conducta que contradiga
otra suya anterior, cuando ésta haya despertado una legítima confianza en
esas personas de que mantendrá una línea coherente con sus propios y
anteriores actos. Es también una aplicación de la buena fe-lealtad.
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Resumen estudiantes:
Esto explica entonces que todo contrato (obligación), debe efectuarse en
una aspecto moral de acciones correctas, con toda claridad, honestidad,
siendo así nadie esta expuesto a malas intenciones, los cambios fortuitos
que surgan en esas condiciones, da como opción que exista una
improvisión contractual. La buena fe indica que en la celebración de un
contrato no debe mediar el dolo o culpa en virtud de abuso o
premeditación de una acción antijurídica.
TRANSMISIÓN DE LAS OBLIGACIONES
¿Son transmisibles las obligaciones?
Puede haber y hay obligaciones, en las cuales la consideración de la persona
influye sobre el valor del derecho, en razón de esto se podrá decir que la
obligación está adherida a la individualidad de una persona, y en tal respecto
será intransmisible, pero esto es la excepción. Lo realmente importante para la
persona acreedora, el valor de lo debido. En realidad no le importa (regla
general) quién se lo ha de suministrar, y aunque haya diferencia por razón de
garantía (honradez y salvabilidad del deudor), al fin se concibe aquella
posibilidad de que por otro que no sea el deudor primitivo le sea pagado, sin
que se alteren los términos esenciales de la obligación contraída.
Paralelamente, lo que le importa al deudor es pagar y no le importa (regla
general) a quién; de modo que la obligación en sí misma se mantiene, aun
desligada de sus sujetos, sin estar agarrada a la individualidad de los mismos.
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Tipos de transmisión de las obligaciones
Existen dos tipos bien definidos a través de los cuales se manifiesta:
 La transmisión por actos mortis-causa:
 La transmisión por actos inter-vivos.
Transmisión mortis-causa: esta tiene que ver con el patrimonio que deja una
persona a la hora de su muerte, en el sentido de que sus bienes, derechos y
obligaciones pasen a manos de un nuevo/a titular, lo que sin duda es una
transmisión de la obligación tanto en su aspecto activo como pasivo.
Esta sucesión puede ser testamentaria (cuando el propietario del patrimonio
designa de manera expresa mediante el instrumento legal creando al efecto; la
persona o personas que desea le sucedan en la titularidad de lo que fue suyo),
o puede ser ab intestato cuando a falta de voluntad expresa del causante la ley
designa quién o quiénes serán las personas sucesoras tomando como
parámetro el parentesco. Esta transmisión puede ser a título particular o a título
universal.
Son causahabientes a
título universal el sujeto o sujetos que recogen el
patrimonio de una persona en su totalidad o bien una gran parte de esa
universalidad. La persona sobre la que recae esta transmisión recibe el nombre
de heredero.
Lo serán a título particular los que sucedan al causante en determinados
bienes o derechos, a quienes se les llama legatarios. Ante cualquiera de ambas
posibilidades, sea que se reciba a título particular o universal y sin
importar que sea por testamento o por ley estaremos ante una transmisión
mortis causa.
En Costa Rica, el heredero/a no carga con las deudas del causante más allá de
lo que el propio patrimonio de éste/a pueda cubrir, de forma que si dicho
patrimonio no es suficiente para liberar las deudas existentes al tiempo de su
fallecimiento, los/as acreedores/as deberán conformarse con un dividendo
repartible a prorrata. (C.C. art. 535).
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En C.R. tampoco la aceptación pura y simple de la herencia implica que el
heredero responderá frente a los acreedores del causante aún con su propio
patrimonio, lo que opera en nuestro derecho es la transmisión de un patrimonio
neto que se opera a la muerte de una persona, toda vez que las obligaciones
no se transmiten aún en el supuesto de una aceptación pura y simple de la
herencia.
Transmisión de las obligaciones o derechos personales
Así como pueden transmitirse las cosas corporales, también se pueden
transferir los derechos o las deudas.
Tenemos el caso del acreedor que
transfiere a otro/a su derecho) se produce así una sustitución del titular de esos
derechos, sin modificar la relación jurídica. El caso del deudor que transmite a
otro su deuda convirtiéndose en el nuevo deudor de la misma obligación.
La transmisión, tanto en el aspecto activo (derechos) como en el pasivo
(deudas), es una idea originada en el Derecho moderno, siendo que la
concepción clásica del Derecho Romano no contemplaba la posibilidad de
cambiar a los sujetos de la obligación, sin extinguirla. La sustitución de sujetos
llegó a efectuarse mediante la figura jurídica llamada novación, esto es,
extinguiendo la obligación original y creando una nueva con diverso sujeto,
mas sin preservar el vínculo jurídico, pues la nueva obligación era diversa de la
original que fue sustituida.
La transferencia del derecho personal o de crédito puede realizarse por medio
de dos procedimientos diversos, que son otros tantos actos jurídicos:
La cesión de derechos.
La subrogación por pago.
La transmisión de la deuda puede efectuarse de una sola forma, mediante el
acto jurídico denominado: Cesión o asunción de deudas.
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Cesión de derechos
Es un contrato a virtud del cual la persona titular de un derecho (cedente) lo
transmite a otra persona (cesionario/a), gratuita u onerosamente, sin modificar
la relación jurídica. Es una forma de transferir la titularidad de los derechos,
debiendo observarse las reglas particulares del acto jurídico al que
corresponda, por disposición del artículo 2031 del C.C que dice:
"En la cesión de crédito se observarán las disposiciones relativas al acto
jurídico que le dé origen, en lo que no estuvieran modificadas en este capítulo".
Por ejemplo la transferencia de la propiedad sobre una cosa corporal es una
cesión de derechos (adquiere el derecho de propiedad adquiere la cosa en sí).
Art 2029 C.C: "Habrá cesión de derechos cuando el acreedor transfiere a otro
los que tenga contra su deudor", porque dicha definición es sumamente
estrecha y comprende sólo la cesión de derechos personales, de crédito u
obligaciones, y no así las demás especies de derechos, que también pueden
ser cedidas.”
Naturaleza jurídica de la cesión
Es un contrato cambiante porque asume la forma (la naturaleza) de diversos
contratos como la compraventa, la permuta o la donación. Por ejemplo es
compra venta si, a cambio de los derechos cedidos, se paga un precio cierto y
en dinero (art. 2248 C.C.). Es permuta si, a cambio de los derechos cedidos, se
recibe otra cosa (que bien puede ser también incorporal, es decir derechos, art.
2327 C.C.) y, es donación si los derechos se transmiten gratuitamente
(art.2332 C.C.).
Derechos que pueden ser cedidos
Podemos hablar de derechos personales o de crédito ( art 2029), así como
debemos tener claro que cualquier especie de derechos puede ser cedida, por
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ejemplo los derechos reales (artículo 2046 del C.C.), o las cesiones de
derechos hereditarios (artículo 2047 del C.C.), a cesión de las garantías
accesorias al derecho de crédito, como la hipoteca y la prenda (artículo 2032
del C.C.) se pueden ceder los derechos de patente, de marca, de autor o aun
los derechos posesorios. Excepto los derechos inalienables o incedibles, los
cuales se encuentran contenidos en el artículo 2030 que indica:
"El acreedor puede ceder su derecho aun tercero sin el consentimiento del
deudor, a menos que la cesión esté prohibida por la Ley, se haya convenido en
no hacerla o no la permita la naturaleza del derecho.. ."
Evidentemente existen derechos que no pueden enajenarse o cederse, sea
porque no lo permita su naturaleza, no lo autorice la Ley, o bien porque se
hubiere convenido en su intransmisibilidad (derecho a una prestación
alimentaria, cualquier derecho engendrado por acto del estado civil, o de la
filiación. Hay derechos inalienables como los derechos, como la inalienabilidad
de los derechos de uso y de habitación, o de los derechos sobre el patrimonio
de la familia.
La "cesión del contrato"
En los derechos recíprocos provenientes de un contrato bilateral, el/la titular —
quien es a la vez obligado/a o deudor/a— no podría ceder sus derechos sin
transmitir de la misma manera sus deudas. Por ello, no se puede ceder el
derecho que provenga de una deuda insoluta, puesto que no podría
transmitirse el derecho sin transferir de igual manera la deuda correlativa. En
virtud de lo anterior, las deudas no pueden transmitirse sin la autorización
expresa o tácita del acreedor, requiriéndose para su enajenación el
consentimiento de éste.
EJEMPLO: La cesión de los derechos del inquilino, en el arrendamiento,
supondría también la cesión de sus deudas consistentes en el pago de las
rentas por el uso, aprovechamiento y disfrute del bien alquilado. El caso es
que, aunque pudiera transferir su derecho al goce del bien, no podría ceder
libremente su sitio de deudor de dichas rentas, pues al arrendador no le da
igual que le pague un inquilino/a solvente que uno que no lo sea. Para
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transmitir su derecho, el arrendatario necesita transferir también su deuda, lo
cual sólo es posible con la conformidad del arrendador co-contratante.
Forma de la cesión de derechos
Basta un escrito privado – cuando la ley lo permita de esta forma- en el cual
firmen cedente, cesionario y dos testigos. Si el objeto de la cesión son
derechos cuya enajenación está sujeta a la forma de escritura pública; deberá
hacerse de esta forma (artículo 2033 C.C.)”
Partes que conforman la cesión de derechos y efectos
En el contrato de cesión de derechos, las partes son acreedor/a, cedente y el
cesionario/a. Toda persona ajena a ellos/as es tercero/a respecto de dicho acto
pudiéndose denominar: el deudor cedido/a, los/as acreedores/as de cedente y
del cesionario/a y cualquiera otra persona ajena (poenitus extranei).”
Efectos para las partes
1. Transferir
las
facultades
jurídicas
cedidas,
del
cedente
al
cesionario/a, en el mismo momento en que se celebra el acto (si tal
consecuencia no estuviere sujeta a un plazo o condición
suspensivos y se trata de derechos ciertos y determinados).
2. El cesionario/a
se convierte en nuevo/a titular del crédito, sin
dependencia de la conformidad o conocimiento del deudor/a, cuya
voluntad es indiferente para la constitución o validez del acto
(artículo 2030), siendo la notificación es indispensable para que el
acto sea oponible a él como veremos adelante.
3. Nace
la
obligación
del
cesionario/a-
a
entregar
su
contraprestación (precio convenido o la cosa pactada)
4. Se transmiten las garantías accesorias del crédito e intereses
vencidos, los cuales pasan con él al nuevo titular (artículo 2032 del
C.C.).
5. La relación jurídica permanece inalterada (deudor podrá oponer al
cesionario las mismas excepciones que tendría contra el cedente —
su acreedor original— al momento de efectuarse la cesión.)
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6. La persona cedente a título oneroso queda sujeta a responder por
la evicción, cuyo alcance es garantizar la existencia y legitimidad
del crédito, pero no la solvencia del deudor/a. (esto significa que
deberá asegurar por ejemplo que existe el crédito, que él (cedente)
es el titular del mismo; que no está afectado de vicios que lo
invaliden y que es un crédito expedito, esto es, que tiene la libre
disposición del mismo, sin vulnerar derechos de terceros). Art.
2042 y 2043 del C.C
Efectos para terceros
a) Efectos de la cesión frente al deudor cedido: para éste la cesión de
derechos no es oponible mientras no le sea notificada fehacientemente,
ya sea judicialmente, ó ante dos testigos ó ante Notario Público (artículo
2036, 2038, 2040, 2041, 2201 del C.C.)
b) Efectos de la cesión frente a los demás terceros.”
No surte efecto ni es oponible a los demás terceros (entre ellos,
particularmente, los acreedores del cedente y los del cesionario) mientras
el documento en que conste el contrato no adquiera fecha cierta-, es
decir, mientras no ocurra algún hecho que le dé publicidad y demuestre
en forma fidedigna la fecha real de la celebración del acto.
(Por la privacidad del contrato y para evitar fraude de acreedores
mediante la simulación de la fecha de celebración de la cesión).
La fecha cierta ocurre:
1."Desde la fecha a que se entregue a un funcionario público por razón de
su oficio".
Aplicaciones de dicho principio son: su entrega al Director del Registro
Público de la Propiedad, si es un crédito registrable, y su otorgamiento en
escritura pública notarial.
2. Desde la fecha de la muerte de cualquiera de los que lo firmaren
(artículo 2034 del C.C.).
Siempre existirá una prueba irrefutable de la fecha en que el contrato de
cesión de derechos ya se había celebrado (cuando se presentó a un
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funcionario público, quien lo recibe por razones de su oficio, o cuando
falleció alguno de los que suscribieron el contrato).
Sólo a partir de entonces producirá efectos la cesión para los terceros y,
en consecuencia, los acreedores del cedente podrán embargar el crédito,
mientras la cesión no haya adquirido la fecha cierta, pues conforme con
lo antes expuesto, antes de ser realizada esa forma de publicidad no les
es oponible la cesión ni surte efectos a su respecto.
Cesión de derechos hereditarios
Es una transmisión de los derechos que adquiere el heredero por su
calidad de tal; incluye todos los bienes y derechos, así como las deudas o
gravámenes.
La subrogación de pago:
Es otra manera de transmitir el crédito y substituir al acreedor. Subrogar
significa precisamente substituir.
Se da una subrogación de pago, cuando el acreedor es substituido por un
tercero interesado/a que paga la deuda o presta dinero para tal fin.
Debemos de aclarar que no todo pago efectuado por tercero/a es
subrogatorio. Recuérdese que el efecto normal del pago es extinguir la
obligación, no transmitirla. Sólo en un caso particular se da esa situación
de subrogación con la transmisión de la obligación y es cuando se da el
pago efectuado por un tercero con interés jurídico en el cumplimiento de
la obligación, o aceptado como sustituto en el crédito por voluntad del
acreedor o del deudor. Aquí la obligación, en vez de extinguirse, es
transmitida al tercero solvente, quien toma el sitio del acreedor en una
relación jurídica que no se modifica.
EJEMPLO: Banco Costa Rica otorgó un crédito por treinta millones de
colones a Ricardo. Dicho crédito fue concedido con garantía hipotecaria
sobre una finca en Ciudad Colón. Ricardo tiene algunos otros acreedores,
pero el Banco está debidamente asegurado por su garantía real que le
permite perseguir la cosa, rematarla y cobrar su crédito con preferencia a
los demás acreedores. Ricardo fallece y usted es uno de sus herederos.
El Banco acreedor les exige el pago inmediato de la deuda, pero entre los
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bienes de la herencia no hay dinero. Usted sí tiene dinero en su
patrimonio personal y decide pagar al Banco para librarse de sus
insistentes persecuciones. Si usted hiciera un simple préstamo a los
sucesores del deudor (entre los que usted figura) para pagar esa deuda,
correría el riesgo de no recobrar su dinero, en el caso de que los bienes
de la herencia no alcanzaran a pagar todas las deudas. De otra manera, si
paga por los herederos, subrogándose en los derechos del Banco,
adquiere el crédito de éste intacto, es decir, con su garantía hipotecaria
privilegiada que le asegura recobrar su inversión. Así lo hace y subroga al
Banco quedando como nuevo acreedor hipotecario de los sucesores. La
deuda no es extinguida por el pago, sino transmitida al tercero "solvens"
con interés jurídico.
En cambio, tenemos que todo pago efectuado por un tercero sin interés
jurídico, en el cumplimiento de la obligación, produce la extinción de la
deuda, así como el nacimiento de un crédito nuevo y de la acción civil
correspondiente en favor del tercero solvens, para recobrar el importe de
su erogación.
Si el tercero /a que hace el pago tiene ya interés jurídico en solventar el
adeudo o adquiere ese interés por convenio con cualquiera de las partes,
el pago no es extintivo, la deuda subsiste en beneficio del solvens, quien
substituye al acreedor conservando todas las ventajas de su crédito.
La "subrogación por pago" lo que pretende es proteger el derecho del
tercero que paga la deuda y alentarle a hacerlo, concediéndole el mismo
derecho que tenía el acreedor original con toda la preferencia y garantía
de que estuviera provisto.
Diferencias entre la cesión de derechos y la subrogación
1. La cesión de derechos es forzosamente un contrato. La subrogación
no, salvo los casos de subrogación convencional.
2.
En
la
cesión
de
derechos
el
acreedor/a
siempre
transmite
voluntariamente su crédito al cesionario/a. En la subrogación legal el
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acreedor/a se ve desplazado, aún contra su voluntad, del crédito, al ser
desinteresado por el pago recibido.
3. En la cesión de derechos no existe forzosamente un pago (por ejemplo,
la cesión gratuita) en la subrogación media forzosamente un pago.
4. En la cesión de derechos se puede sujetar a un plazo suspensivo el
pago del precio. En la subrogación debe hacerse el pago, pues no existe
mientras no lo hay.
5. La cesión de derechos es una operación de especulación, el cesionario
podrá cobrar la integridad del crédito aún cuando hubiese pagado una
cantidad menor por él; el tercero subrogante sólo podrá obtener el monto
del pago que efectuó y este es un efecto reconocido generalmente por los
tratadistas.
6. La cesión de créditos impone el cumplimiento de la forma y de las
acciones publicitarias de notificación al deudor y de la fecha cierta para
que produzca efectos. La subrogación no está sujeta a tales requisitos.
Los juristas mencionan otras sutiles diferencias, de interesantes
derivaciones, pero, para el propósito del curso, bastan las ya enunciadas.
Efectos de la subrogación
 Transmite el crédito del acreedor/a original al tercero "solvens".
 Transfiere el crédito con todas sus garantías, vicios y limitaciones
(es la misma relación jurídica).
 Desliga y desinteresa al acreedor/a primitivo/a, aún contra su
voluntad, al ser solventado su crédito.
 Utilidad. El acreedor/a original que recibe el pago de la deuda, se ve
desinteresado/a por la satisfacción del crédito y substituido por el
pago.
Subrogación parcial
Es posible si el acreedor consiente en dividir el pago de la deuda (en caso
de subrogación convencional por acuerdo con el acreedor/a).
De la misma forma es posible si la deuda es pagadera en tractos y el
tercero hace el pago de alguna o algunas de ellas. También en el caso de
que un coobligado pague, de esta forma substituye al acreedor/a, pues
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sólo repetirá contra sus codeudores por el reembolso de la parte de éstos
en la deuda. La subrogación parcial está vedada al tercero/a que
pretendiera pagar parte de una obligación indivisible.
Cesión o asunción de deudas
Así como podemos transferir el derecho personal o de crédito también es
posible transferir la deuda. Esta cesión se da en una relación jurídica
determinada, cuando el deudor/a original deja su sitio de obligado/a para
ser reemplazo por alguien con el consentimiento del acreedor/a,
liberándose así al deudor/a original y quedándose otra persona en su
lugar como obligada, así la relación jurídica se modifica.
Es un contrato celebrado entre el acreedor/a, el deudor/a y un tercero/a,
en el cual aquél/lla consiente que el tercero/a asuma la deuda y el
deudor/a original quede desligado de la obligación.
La naturaleza jurídica de la cesión de deudas es como acto jurídico
plurilateral, en el cual intervienen tres voluntades -deudor/a original,
tercero/a y acreedor/a), sin la cual no puede concebirse lógicamente la
sustitución del deudor/a.
Efectos de la cesión de deudas
El deudor/a original sale de la relación jurídica y queda exonerado/a de la
deuda, no podrá ser perseguido/a de nuevo, aunque el nuevo/a deudor/a
resulte insolvente.
El vínculo jurídico no cambia, sólo se sustituye al deudor/a, la deuda pasa
al nuevo/a deudor /a con sus garantías
Cesión de deudas en Costa Rica
No existe en nuestro Código Civil vigente, regulación alguna que se
refiera de manera concreta a la cesión de deudas como forma de
transmisión de las obligaciones, por lo que podría llegar a discutirse su
validez dentro de nuestra legislación.
Artículo 814 inc. 2 del Código Civil regula la novación subjetiva por
cambio de deudor.
19
La novación extingue una obligación y crea una nueva, mientras que la
cesión de deudas mantiene la relación obligatoria originaria sin
alteración; lo que nos lleva también a afirmar que en la novación debe
estar presente un animus novandi, mientras que en la cesión de deudas
ese animus no existe.
NORMATIVA
Código Civil
ARTÍCULO 786.- El acreedor que recibe de un tercero el pago de la deuda,
aunque no está obligado a subrogar a éste en sus derechos y acciones, puede
hacerlo, con tal que la subrogación y el pago sean simultáneos y que conste
aquélla en la carta de pago.
ARTÍCULO 787.- Comenzará esa subrogación a surtir efectos con respecto al
deudor y terceros, desde la notificación al deudor o desde la aceptación de
éste.
ARTÍCULO 788.- El deudor que toma prestado una suma de dinero para pagar,
puede subrogar al prestamista en los derechos y acciones del acreedor, sin
que sea necesario el concurso de la voluntad de éste último.
ARTÍCULO 789.- Para la validez de la subrogación consentida por el deudor,
es necesario que el préstamo haya sido hecho con el único fin de pagar deuda
cierta y determinada, debiendo hacerse constar así en el acto de verificarse, y
que al efectuarse el pago se declare el origen del dinero. La existencia de estas
dos condiciones debe comprobarse por medio de escritura pública, sin que sea
necesario, por otra parte, que el préstamo y el pago sean simultáneos.
ARTÍCULO 790.- La subrogación se opera totalmente y de pleno derecho:
1º.- En favor del acreedor que paga de su peculio a otro acreedor de mejor
derecho que él en razón de su privilegio o hipoteca.
2º.- En favor del comprador de un inmueble, que emplea el precio de su
adquisición en pagar a acreedores a quienes el inmueble estuviere afecto.
3º.- En favor de aquel que paga una deuda a la cual estaba obligado con o por
otros.
4º.- En favor del heredero que ha pagado de su peculio deudas de la herencia.
5º.- En favor del que paga totalmente a un acreedor, después de haberse
declarado en estado de insolvencia al deudor.
20
ARTÍCULO 791.- La subrogación, sea legal o convencional, traspasa al nuevo
acreedor todos los derechos, acciones y privilegios del antiguo, tanto contra el
deudor principal como contra cualesquiera terceros obligados a la deuda, salvo
las modificaciones establecidas en los artículos siguientes.
ARTÍCULO 792.- El efecto de la subrogación convencional puede restringirse
por el deudor o acreedor que la consiente, a ciertos derechos y acciones.
ARTÍCULO 793.- La subrogación legal o convencional, en favor de uno de los
coobligados, sólo le da derecho para cobrar de los demás coobligados, la parte
por la cual cada uno de ellos debe contribuir al pago de la deuda.
ARTÍCULO 794.- La subrogación legal en provecho del tercero, que ha
adquirido un inmueble gravado con hipoteca impuesta por el deudor principal,
no autoriza a aquél para perseguir al fiador del deudor, aunque la hipoteca
hubiera sido establecida con posterioridad a la caución.
ARTÍCULO 795.- Si el monto total de una deuda se halla a la vez garantizado
con caución y con prenda o hipoteca prestada por un tercero que no se ha
obligado personalmente, el tercero y el garante, aunque subrogados en los
derechos y acciones del acreedor, no pueden reclamarse uno al otro sino la
mitad de la suma pagada. Pero el dueño de la cosa dada en prenda o
hipotecada, deberá la mitad de lo pagado, si el valor de la cosa fuere igual al
monto de la deuda o mayor que él, pues si fuere menor sólo deberá contribuir
con la mitad del valor que tenga la cosa al tiempo del pago; y ésta será la base
para establecer la proporción cuando la fianza o la prenda ó hipoteca no
garantizaren el total de la deuda.
ARTÍCULO 796.- El acreedor que ha sido pagado parcialmente puede cobrar
del deudor el resto de la deuda, con preferencia al subrogado legalmente que
haya satisfecho parte de ella.
ARTÍCULO 1101.- Todo derecho o toda acción sobre una cosa que se halla en
el comercio, pueden ser cedidos, a menos que la cesión esté prohibida expresa
o implícitamente por la ley.
ARTÍCULO 1102.- Los derechos sobre cosas futuras, lo mismo que los
eventuales o condicionales, pueden también ser objeto de una cesión.
ARTÍCULO 1103.- La cesión hecha mediante un precio determinado en dinero,
se rige por los mismos principios de la venta de objetos corporales.
21
ARTÍCULO 1104.- La propiedad de un crédito pasa al cesionario, en sus
relaciones con el cedente, por el solo efecto de la cesión; pero con respecto al
deudor sólo es eficaz la cesión por la notificación que se le haga del traspaso; y
respecto de terceros, sólo será eficaz desde la fecha cierta de la cesión, salvo
que el crédito fuere de aquellos que la ley permite se deban al portador del
título, o que se trasmiten por simple endoso. La salvedad de notificación,
también, priva en los casos donde se hayan realizado previsiones contractuales
en este sentido y siempre que se trate de operaciones en las que se cedan
derechos como componentes de una cartera de créditos para:
a) Garantizar la emisión de títulos valores mediante oferta pública.
b) Constituir el activo de una sociedad, con el objetivo de que esta emita títulos
valores que se puedan ofrecer públicamente y cuyos servicios de amortización
e intereses estén garantizados con dicho activo.
La cesión será válida desde su fecha, según conste en el documento público
de fecha cierta. Estas operaciones estarán exentas del pago de todo timbre e
impuesto y los honorarios profesionales se establecerán de común acuerdo
entre las partes. (Así adicionados estos dos párrafos finales por el artículo 186,
inciso b), de la Ley Reguladora del Mercado de Valores No.7732 de 17 de
diciembre de 1997)
ARTÍCULO 1105.- El conocimiento que el deudor hubiera indirectamente
adquirido de la cesión, no equivaldría por sí solo a notificación de cesión; pero
si los hechos y circunstancias denotaren de su parte una colusión con el
cedente o una imprudencia grave, el traspaso, aunque no notificado ni
aceptado, surtirá en lo que le concierne todos sus efectos. Lo mismo sucederá
con respecto a un segundo cesionario, culpable de colusión o de una
imprudencia grave.
ARTÍCULO 1106.- El deudor de un crédito cedido queda descargado, por el
pago que haga al cedente antes de la notificación o aceptación del traspaso.
ARTÍCULO 1107.- La notificación de un traspaso hecha después de un
embargo sobre el crédito, equivale a tercería con respecto al acreedor que
obtuvo el embargo, por el monto del recurso que el cesionario tenga que
ejercer contra el cedente. Si el crédito embargado no alcanzare a cubrir
íntegramente al tercero, y al cesionario, se lo repartirán a prorrata.
22
ARTÍCULO 1108.- Notificado el traspaso de un crédito embargado antes, los
embargantes o terceros que sobrevengan no tienen derecho alguno al
dividendo que toque al cesionario en la repartición que se haga entre él y el
primer embargante, la cual debe verificarse con abstracción de los nuevos
opositores.
Pero el cesionario debe indemnizar al primer embargante la diferencia que
resulte en contra de éste, entre la suma que le toque en la distribución que se
haga entre todos los embargantes y la que le habría tocado, si la totalidad del
crédito se hubiera repartido proporcionalmente entre el primer embargante y los
posteriores.
ARTÍCULO 1109.- La venta o cesión de un crédito comprende sus accesorios,
como las fianzas, prendas, hipotecas o privilegios.
ARTÍCULO 1110.- El cesionario, aunque subroga al cedente en cuanto al
crédito cedido y a los medios de hacerlo valer, no goza de las acciones de
anulación o rescisión que el cedente hubiera podido intentar; salvo estipulación
en contrario.
ARTÍCULO 1111.- El deudor puede oponer al cesionario todas las excepciones
reales o personales que hubiera podido oponer al cedente y puede hacerlas
valer, aunque no hubiera hecho ninguna reserva a este respecto al notificarle la
cesión; aun en el caso de aceptación pura y simple, podrá oponer toda otra
excepción fuera de la compensación, salvo el reparar el perjuicio causado al
cesionario por la aceptación, si, según las circunstancias, constituyera ésta una
falta o imprudencia grave de su parte.
Para las operaciones previstas en los incisos a) y b) del numeral 1104, el
deudor únicamente podrá oponer, contra el cesionario, la excepción de pago,
siempre que este se encuentre documentado y se haya realizado con
anterioridad la cesión; y la de nulidad de la relación crediticia. (Así adicionado
este párrafo final por el artículo 186, inciso c), de la Ley Reguladora del
Mercado de Valores No.7732 de 17 de diciembre de 1997)
ARTÍCULO 1112.- Si tratándose de una deuda cuyo pago al cedente no
hubiese dado lugar a una acción de repetición contra éste, hubiera el deudor
prometido al cesionario pagarla, no podrá después hacer valer contra el último
las excepciones que hubiera podido oponer al cedente.
23
ARTÍCULO 1113.- El cedente garantiza, sin necesidad de cláusula especial, la
existencia y legitimidad del crédito, así como también su derecho de propiedad
al tiempo del traspaso. Esta garantía se extiende a los accesorios indicados
como dependientes del crédito y como comprendidos en la cesión.
ARTÍCULO 1114.- El cedente no será responsable de la solvencia, sino
cuando se hubiere obligado a ello, y solamente por la cantidad que recibió en
pago de la cesión.
ARTÍCULO 1115.- El cesionario pierde todo derecho a la garantía de solvencia
del deudor, cuando por falta de medidas conservatorias deja perecer el crédito
o las seguridades concomitantes.
ARTÍCULO 1116.- En caso de cesión parcial de un crédito, el cedente y el
cesionario no gozan recíprocamente de ninguna preferencia, salvo pacto en
contrario.
24
CASO 1
EXPEDIENTE N° 07-006646-0007-CO
PROCESO: RECURSO DE AMPARO
RESOLUCIÓN Nº 2007-07548
SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San
José, a las quince horas y diecisiete minutos del treinta y uno de Mayo del
dos mil siete.
Recurso de amparo interpuesto por JORGE GONZALEZ ESQUIVEL, mayor,
divorciado, abogado, vecino de San José, cédula de identidad número 6-072603, a favor de SAPRISSA DE CORAZON JVC S.A.D., cédula de persona
jurídica número 3-101-357110, contra LA CAJA COSTARRICENSE DE
SEGURO SOCIAL.
Resultando:
1.Por escrito recibido en la Secretaría de la Sala a las dieciséis horas veintisiete
minutos del dieciséis de mayo del dos mil siete, el recurrente interpone recurso
de amparo contra la Caja Costarricense de Seguro Social, en el que manifiesta
que la institución recurrida pretende aplicar al Estadio Ricardo Saprissa una
sanción de cierre de negocios por mora. Que la amparada ejerce su actividad
deportiva y comercial en dicho lugar, por lo que es tercera afectada en el
procedimiento administrativo seguido por la institución en contra de la sociedad
Deportivo Saprissa S.A.D., con quien la amparada suscribió un contrato de
cesión, por medio del cual la primera le cedió a la segunda todos los derechos
derivados de los documentos correspondientes al equipo de fútbol de primera y
segunda división, los equipos participantes en UNAFUT, ADELIFE y ANFA, las
escuelas de fútbol y los demás equipos pertenecientes a divisiones menores,
así como los distintos contratos celebrados sobre transmisiones televisivas y
vallas publicitarias. Que el mencionado procedimiento tenía por objetivo
verificar y determinar si los salarios reportados a la institución por el Deportivo
Saprissa Sociedad Anónima Deportiva, conocido como Saprissa,
correspondían a las sumas devengadas por los trabajadores. Que en tal
sentido, en el caso de los jugadores, el Departamento de Inspección, Area de
25
Servicios, no aceptó la existencia de la contratación comercial respecto a la
explotación de la imagen de los deportistas y entrenadores, indicado que para
efectos de la tasación de las cuotas obrero patronales, todas las formas
contractuales diferentes del contrato laboral se debían tener bajo el concepto
de relación laboral, pasando por alto la contratación para la explotación de la
imagen del deportista, entendiendo ésta como derecho fundamental. Que tal
determinación administrativa analizó únicamente la vinculación del deportista
dentro del vínculo jurídico laboral, por medio del análisis financiero y contable, y
se calificaron los ingresos de los contratos del profesional del deporte no
vinculados a la práctica del fútbol como salario, sea, los contratos comerciales
no laborales de la explotación de la imagen y mercadeo. Que estima que, en
razón de un análisis erróneo realizado desde la técnica contable y financiera,
se llegó a la conclusión que los contratos por imagen y servicios profesionales
atinentes a los valores personalísimos del deportista son gravables a título de
cuotas obrero patronales, bajo el principio de contrato realidad y el de
subordinación laboral. Que la omisión desfigura los principios de la utilización
comercial del derecho a la propia imagen, que consideran ésta como objeto del
contrato comercial de mercadeo y explotación de imagen conforme, al
reconocerse el derecho a la propia imagen como bien jurídico susceptible de
contener contenido patrimonial y de ser explotado económicamente. Que el
mencionado análisis contable constituye la determinación subjetiva que atenta
en contra de derechos fundamentales, pues, bajo la "perspectiva contable" se
configura la mencionada decisión administrativa, que implica un acto de
requisición del derecho de propiedad personal, como lo es el derecho
fundamental a la imagen. Que con la amparada se han vinculado los
profesionales del deporte bajo un conjunto de normas civiles consuetudinarias
y reglamentarias, que regulan y organizan la práctica del deporte, y además por
un contrato comercial de explotación y mercadeo del derecho a la imagen. Que
la perspectiva contable ha sido erróneamente valorada, y se ha negado
arbitrariamente la posibilidad de disposición del derecho fundamental a la
imagen, que es un derecho personalísimo y fundamental no regido por los
principios del contrato laboral, sino que se refiere a otra forma y contenido
contractual, lícito y atípico, cuyo objeto contractual es la explotación de la
imagen del deportista para fines publicitarios. Que así, se está ante un contrato
de naturaleza mercantil, con clara vocación comercial, que deviene de la
valoración de la imagen del deportista. Que la imagen del deportista es un
derecho patrimonial autónomo y no es un elemento del contrato de trabajo.
Que en este caso, lo resuelto por la recurrida limita el derecho a la libertad de
contratación de imagen para la divulgación con fines publicitarios y lucrativos.
Que así, al desvirtuarse el contrato comercial de imagen y mercadeo se
desfigura la libertad de contratación como derecho y garantía constitucional.
Que la decisión de unificar los contratos constituye un acto con nulidad plena,
al no tener la recurrida competencia funcional ni por materia para considerar
que los contratos de imagen no pueden ser un contrato lucrativo. Que se
equivoca la recurrida al sostener que tanto la jurisprudencia como la doctrina
establecen que las remuneraciones que reciben los jugadores de fútbol, bajo el
denominado "derecho de imagen", son parte del salario. Que lo cierto es que la
contratación de patrocinio de imagen no contiene elementos de la contratación
laboral, y en realidad se está ante un contrato comercial. Que la contratación
de imagen está protegida y regulada por la Ley 6683, en que se permite la
26
explotación del derecho a la imagen, a lo que tiene derecho el deportista
profesional, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 153 de ese cuerpo
normativo. Que no puede fusionarse la voluntad contractual comercial y la
laboral, pues son contratos diferentes, autónomos, independientes y con
regulaciones específicas. Que estima que la Caja Costarricense de Seguro
Social ha desfigurado el contrato comercial, con la deliberada intención de
sujetarlo, de forma ilegal, a los principios y regulaciones del derecho laboral.
Que estima nulo lo actuado y resuelto por la institución recurrida en el
mencionado procedimiento, al sostener que el citado contrato es laboral en
lugar de mercantil. Que estima que con ello se infringe el principio de legalidad
y la libertad de empresa, así como el debido proceso, al pretenderse afectar a
la amparada con una sanción impuesta en un procedimiento en que ella no ha
sido parte y respecto de una infracción ajena a ella.
2.El artículo 9 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional faculta a la Sala a
rechazar de plano o por el fondo, en cualquier momento, incluso desde su
presentación, cualquier gestión que se presente a su conocimiento que resulte
ser manifiestamente improcedente, o cuando considere que existen elementos
de juicio suficientes para rechazarla, o que se trata de la simple reiteración o
reproducción de una gestión anterior igual o similar rechazada.
Redacta el Magistrado Armijo Sancho; y,
Considerando:
I.Debe tenerse presente que, en general, la procedencia del recurso de amparo
está condicionada no sólo a que se acuse la existencia de una violación -o
amenaza de violación- a uno o más de los derechos o garantías fundamentales
consagrados por el Derecho de la Constitución; sino, además, a que se trate de
una amenaza o quebranto directo y grosero, que por su carácter apremiante no
permita esperar a que surtan efecto los remedios ordinarios. Esta última
circunstancia pone de relieve el carácter eminentemente sumario del proceso
de amparo, cuya tramitación no se aviene bien con la práctica de diligencias
probatorias lentas y complejas, o con la necesidad de entrar previamente a
examinar -con carácter declarativo- si existen en realidad o no derechos de
rango infraconstitucional que las partes citen como parte del elenco fáctico del
recurso de amparo o del informe de ley, según sea el caso. Es evidente que
esa es una competencia de la que esta Sala carece.
II.En la especie, la pretensión de fondo del recurrente es que esta Sala revise lo
resuelto por la Caja Costarricense de Seguro Social, a fin de determinar si en
este caso en particular, y respecto de los mencionados "contratos de
explotación de imagen y mercadeo", se está ante una relación de naturaleza
laboral o mercantil, y si, en definitiva, ha existo un incumplimiento o no de las
27
eventuales obligaciones patronales en materia de seguridad social. Lo anterior
determina el rechazo del amparo, pues resolver tal extremo -previa evacuación
y apreciación del material probatorio existente, y en atención a la correcta
interpretación y aplicación de la normativa infraconstitucional que rige la
materia- hace referencia a un diferendo que es justamente del tipo que, como
se dijo, no cabe ventilar aquí, pues entraña un conflicto de legalidad ordinaria
cuya resolución excede la naturaleza sumaria del amparo. Así, en un caso
similar, esta Sala resolvió:
"I.Debe indicarse -en primer lugar- que la Caja Costarricense de Seguro Social,
como encargada de la administración y el gobierno de los seguros sociales, se
encuentra legítimamente facultada para verificar y velar porque los patronos
cumplan las obligaciones que nuestro ordenamiento jurídico les impone en
materia de seguridad social. Lo anterior con sustento en el artículo 73 de la
Constitución Política, así como los artículos 1 y 20 de la Ley Constitutiva de la
Caja Costarricense de Seguro Social. En razón de lo anterior, si en un caso
particular, los elementos de convicción existentes permiten concluir a la citada
institución que la relación jurídica subsistente entre dos personas es de
naturaleza laboral, y en razón de lo anterior el respectivo patrono tiene el deber
de cumplir determinadas obligaciones en materia de seguridad social, así lo
pueda exigir, en el debido y correcto ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales. Sin perjuicio, claro está, que si el interesado estima
que lo resuelto por la Caja Costarricense de Seguro Social obedece a una
errónea apreciación de la situación fáctica o una indebida interpretación y
aplicación de la normativa que rige la materia, así lo pueda reclamar, sea en la
propia sede administrativa, o bien, en su defecto en la sede jurisdiccional
correspondiente, a efectos de que sea en sede jurisdiccional que se revise lo
actuado por dicha institución y se resuelva -en definitiva- sobre la existencia o
no de la mencionada relación laboral, así como lo referente al debido
cumplimiento o no de las eventuales obligaciones patronales en materia de
seguridad social.
II.En el caso en estudio, de la lectura del propio escrito de interposición, así como
del estudio de la prueba aportada al efecto (ver resolución 1233-00334- 2004R, cuya copia está agregada de folio 79 a 86 del expediente), se desprende
que la Caja Costarricense de Seguro Social concluyó -previo estudio de la
situación- que entre la amparada y Rubén Eduardo Alvarado Quirós, Erick
Estuardo Castillo Merida y Gustavo Alberto Martínez Figueroa existía una
relación obrero-patronal, por constatarse la presencia -en la realidad- de las
condiciones típicas de este tipo de relación, según lo previsto por la normativa
laboral aplicable, por lo que resolvió que la amparada debía cumplir -respecto
de tales individuos- sus obligaciones patronales en materia de seguros
sociales. A lo que se agrega que a ésta última se le otorgó la oportunidad de
ejercer la defensa de sus derechos e intereses. Ahora bien, si la amparada está
disconforme con lo resuelto, pues sostiene que no existe tal relación laboral,
sino más bien una relación civil o mercantil, al amparo de un contrato de
28
servicios profesionales, así lo deberá alegar en la sede administrativa o
jurisdiccional ordinaria, y no ante este Tribunal, ya que el evacuar y analizar el
material probatorio existente, a efectos de dilucidar si en este caso particular se
configura una relación laboral -como sostiene la recurrida- o civil -según alega
la amparada-, en atención a la correcta apreciación de los respectivos
elementos de convicción y la correcta interpretación de la normativa que rige la
materia, hace referencia a un conflicto de legalidad ordinaria cuyo conocimiento
y resolución es ajeno a su esfera de competencia. Máxime que todo ello implica
una discusión cuya solución excede la naturaleza eminentemente sumaria del
recurso de amparo, proceso en el cual no es material ni razonablemente
posible entrar a un complicado sistema probatorio o a la práctica de diligencias
probatorias lentas y complejas, tal y como lo exige el presente caso. Por ello,
no resulta procedente que la Sala vierta pronunciamiento alguno (positivo o
negativo) sobre tal extremo concreto, y la disconformidad de la amparada
deberá plantearse en la propia vía administrativa, y de resultar disconforme con
lo que finalmente se resuelva, podrá plantear sus reproches en la vía
jurisdiccional correspondiente, por ser las sedes a las que corresponde resolver
-con la amplitud probatoria requerida- tales aspectos. En todo caso, en lo que
se refiere propiamente al ámbito de competencia de esta Sala, no se observa
que con los hechos acusados se hayan violentado -al menos, de manera
directa- los derechos fundamentales de la amparada, por lo que procede
rechazar por el fondo el recurso, como al efecto se declara."
Precedente que es aplicable al caso en estudio, pues este Tribunal no
encuentra razones para variar el criterio vertido en dicha sentencia, ni motivos
que lo hagan valorar de manera distinta en la situación planteada. Por lo
demás, si la amparada estima que como tercera interesada está legitimada
para apersonarse en el mencionado procedimiento administrativo, lo que
procedente es que así lo haga, a efectos de plantear en la propia sede
administrativa sus reparos con respecto a lo actuado y resuelto por la Caja
Costarricense de Seguro Social. En razón de lo anterior procede rechazar de
plano el recurso, como así se declara.
Por tanto:
Se rechaza de plano el recurso.
Ana Virginia Calzada M.
Presidenta a.i.
Adrián Vargas B. Gilbert Armijo S.
Fernando Cruz C. Federico Sosto L.
Teresita Rodríguez A. Rosa María Abdelnour G.
FCASTRO.-
29
CASO 2
EXPEDIENTE N° 07-006646-0007-CO
Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de
Información Jurídica el: 11/10/2011 3:33:43 PM
NUE: 10-000235-0004-CI
RES: Nº 000627-E-11
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.San José, a las nueve horas cincuenta y cinco minutos del veintiséis de mayo
de dos mil once.
Diligencias de exequátur promovidas por First Columbia Bank and Trust
Company, en su calidad de heredera universal y fiduciaria testamentaria de la
Sucesión de Meral Sizique Bodmer. Figura el Lic. Arturo Blanco Páez,
casado, abogado, vecino de San Pedro de Montes de Oca, en calidad de
apoderado especial judicial de la citada promovente.
RESULTANDO
1) El Lic. Arturo Blanco Paéz, en su condición de apoderado especial judicial de
la entidad First Columbia Bank and Trust Company, en su calidad de
heredera universal y fiduciaria testamentaria de la Sucesión de Meral Sizique
Bodmer, seguida ante la Corte Común de Alegatos del Condado de Columbia,
Estado de Pennsylvania, División Corte de Orfandad, Estados Unidos de
América, solicita que se ponga el exequátur de ley a la sentencia dictada el 30
de setiembre de 2010 y a su resolución aclaratoria del 8 de marzo de 2011.
2) En los procedimientos ante la Sala se han observado las prescripciones de
ley; y,
CONSIDERANDO
I.Los documentos que acompaña el gestionante con su solicitud están
debidamente legalizados, y permiten tener por bien probado los siguientes
hechos: 1) Que el Lic. Arturo Blanco Páez, en su expresada calidad, gestiona la
homologación de la sentencia dictada el 30 de setiembre de 2010 y de su
resolución aclaratoria del 8 de marzo de 2011, por la Corte Común de Alegatos
del Condado de Columbia, Estado de Pennsylvania, División Corte de
Orfandad, Estados Unidos de América, en el proceso sucesorio testamentario
de Meral Sizique Bodmer, que en lo conducente y en su orden declaran: “…
30
Cuatro. Meral S. Bodmer murió el catorce de diciembre del año dos mil nueve,
siendo residenta del Municipio de Millville, Condado de Columbia,
Pennsylvania. Cinco. Meral S. Bodmer no tiene cónyuge supérstite ni hijos
menores. Seis. La disposición de última Voluntad y Testamento de Meral S.
Bodmer, tal y como se aceptó debidamente para efectos testamentarios por el
Registro de Testamentos del Condado de Columbia, Pennsylvania,
específicamente excluye a sus hijos, Nursel Bodmer y Wells y George Bodmer,
como beneficiarios de su herencia. Siete. Ningún proceso de validación
testamentaria o proceso sucesorio ha sido hasta este punto iniciado en el país
de Costa Rica ni para Marion K. Bodmer o Meral S. Bodmer. Ocho. La primera
y única cuenta de administración de los haberes sucesoriales de Meral S.
Bomer presentada por First Columbia Bank and Trust Co. es por la presente
confirmada. Nueve. El nombramiento de First Columbia Bank and Trust Co.
como Fiduciario del Fideicomiso Testamentario bajo la Disposición de última
Voluntad y Testamento de Meral S. Bodmer es aprobado y ordenado, vista la
renuncia de M&T Bank. Diez. La Corte aprueba el pago de las costas
adelantadas, curatela y honorarios de representación personal de acuerdo con
la Petición. Once. La Corte por la presente aprueba los acuerdos de honorarios
y los honorarios cobrados o a ser cobrados por la abogada Larios. Abogado
Blanco y Abogado Harding. Doce. La Corte aprueba el pago de las sumas y
obligaciones al momento de la venta de la Propiedad de Osa tal y como se
solicita en la Petición. En particular, la reclamación del Departamento de
Beneficiencia Pública habrá de ser pagada de las resultas de la venta de dicha
propiedad, hasta el extremo en que dicha sumas sean suficientes, en el orden
de prioridad establecida bajo la legislación del Código de Sucesiones y
Validaciones Testamentarias y Fideicomisos. Hasta el extremo en que tales
recaudos no sean suficientes para pagar la reclamación del Departamento de
Beneficiencia Pública en su totalidad, el remanente deberá ser pagado luego
de la disposición de la propiedad de Junquillal, en el tanto en que los aspectos
de titularidad en Costa Rica se resuelvan favorablemente para la Sucesión de
Bodmer y para First Columbia Bank and Trust Co., Fiduciario del fideicomiso
establecido bajo la Disposición de última Voluntad y Testamento de Meral S.
Bodmer. Trece. A la muerte de Marion K. Bodmer, el interés de Marion J.
Bodmer en la propiedad de Junquillal (inscrita como Guanacaste Número de
Propiedad tres ocho ocho nueve siete-cero cero cero y anteriormente
Puntarenas número tres ocho ocho nueve siete-cero cero uno y cero cero dos)
pasa a su cónyuge supérstite Meral S. Bodmer. Catorce. El registro de la
propiedad de Osa, estando registrada como Puntarenas propiedad Número
cero cuatro cuatro tres ocho cinco-cero cero cero, se encuentra en el nombre
de Meral S. Bodmer. Quince. El derecho, título e interés de Meral S. Bodmer
en la propiedad de Junquillal y en la Propiedad de Osa, será y es por la
presente adjudicada a First Columbia Bank and Trust Co. del doscientos treinta
y dos East Street, Bloomsburg, Pennsylvania uno siete ocho uno cinco, como el
Fiduciario nombrado por la Corte según Disposición de última Voluntad y
Testamento de Meral S. Bodmer. Dieciséis. First Columbia Bank and Trust Co.
como el Fiduciario nombrado por la Corte deberá recibir la distribución de los
bienes en fideicomiso, para ser administrados y distribuidos de conformidad
con la petición para Adjudicaciones de bienes Sucesoriales según cuenta
primera y final. Diecisiete. Esta Corte conserva jurisdicción en lo que respecta
a la Administración por la Petente en su condición de Fiduciaria nombrada por
31
la Corte, del Fideicomiso Testamentario establecido bajo la Disposición de
última Voluntad y Testamento de Meral S. Bodmer. Dieciocho. Esta sentencia
ha sido emitida en cumplimiento de las leyes del Estado Asociado de
Pennsylvania. Diecinueve. Es solicitado que esta sentencia sea presentada
ante la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica para su aprobación y registro
y por la presente se ordena.”, y “… Y ahora, este ocho de marzo de dos mil
once, en atención a la petición presentada a nombre del First Columbia Bank &
Trust Col, esta Corte emite la siguiente Sentencia suplementaria a la sentencia
emitida en fecha treinta de setiembre de dos mil diez. Primero. Bajo las Leyes
del Commonwealth de Pennsylvania, se presume que la propiedad poseída
conjuntamente por esposo y esposa es propiedad en posesión conjunta y
plena, y se convierte en la propiedad exclusiva del cónyuge supérstite luego de
la muerte del primer cónyuge en morir. Dos. Ninguna proceso sucesorio es
necesario en el Commonwealth de Pennsylvania para propiedad inmueble, u
otra propiedad que fuese tenida en conjunto por una pareja casada a fin de que
la titularidad de la propiedad sea conferida plena y de manera exclusiva al
cónyuge supérstite. Tres. Es reconocido y se declara por esta Corte Meral
Sizique Bodmer es la única heredera de los bienes poseídos conjuntamente,
por ser ella la suspérstite de Marion K. Bodmer, y de conformidad, la propiedad
de Marion K. Bodmer en la propiedad Junquillal, se ha cedida a la sucesión de
Meral Sizique Bodmer hoy fallecida. Cuarto. First Columbia Bank & Trust Co.
siendo el Fiduciario bajo el Testamento de Meral Sizique Bodmer, es el
“heredero” bajo la disposición de última voluntad y testamento de Meral Sizique
Bodmer y Marion K. Bodmer en la propiedad de Junquillal. Quinto. El propósito
de esta Orden, es clarificar y suplementar el párrafo trece de la Sentencia
Judicial emitida en este proceso en fecha treinta de setiembre de dos mil diez.
Sexto. La resolución emitida en este procedimiento en fecha treinta de
setiembre de dos mil diez, continuará en plena vigencia y fuerza de la manera
en que se ha adicionado con esta resolución adicional.”. 2) Que la causante,
Meral Sizique Bodmer, quien portara el pasaporte 9001951530, era en su
calidad de viuda, la titular de la finca inscrita en el partido de Puntarenas, bajo
el Sistema de Folio Real, Matrícula no. 00044385-000, situada en el distrito 03
Sierpe, del Cantón 05 Osa, de la provincia de Puntarenas, con una medida de
cuatrocientos diez mil cuatrocientos diez metros con un decímetro cuadrado,
según plano no. P-0478296-1982 (certificación del Registro Nacional de folios 1
y 2).
II.El presente caso se rige por la regla especial del artículo 905 del Código
Procesal Civil, pues se trata de un asunto sucesorio, y este texto dispone que:
"Si un costarricense o extranjero domiciliado fuera de la República dejare
bienes en ésta, y si en el lugar de su domicilio se hubiere seguido el proceso
sucesorio, serán válidas aquí las adjudicaciones,transmisiónes y demás actos
legales hechos en el domicilio de la sucesión, conforme con las leyes del lugar,
por quienes allí tengan derecho a hacerlos; pero el interesado deberá hacer,
previo el exequátur de ley, que el juez llame por un edicto en el Boletín Judicial,
y con un plazo de treinta días, a quienes, según las leyes del país, pudieran
perjudicar la adjudicación, transmisión o acto realizado en el domicilio de la
sucesión ... ."
32
.
III.La sentencia dictada el 30 de setiembre de 2010 y su adición de 8 de marzo de
2011, por la Corte Común de Alegatos del Condado de Columbia, Estado de
Pennsylvania, División Corte de Orfandad, Estados Unidos de América, en el
proceso sucesorio testamentario de Meral Sizique Bodmer, se encuentran
debidamente legalizadas y no son contrarias al orden público; de manera que,
por cumplirse con los requisitos establecidos en el artículo 705 del Código
Procesal Civil, el exequátur resulta procedente. En razón de lo anterior se
ordena remitir al Juzgado Civil de Mayor Cuantía de Osa, que es el que tiene
jurisdicción sobre el bien inmueble que consta inscrito a nombre de la
causante, a fin de que se sigan los trámites que señala el artículo 905 ibídem, y
cualquier otro que se estime pertinente y, en su oportunidad, se resuelva lo que
corresponda y se efectúe lo que sea procedente, si no hubiere legítimo motivo
que lo impida.
POR TANTO
Se concede el exequátur solicitado a la sentencia dictada el 30 de setiembrre
de 2010 y a su adición del 8 de marzo de 2011, por la Corte Común de
Alegatos del Condado de Columbia, Estado de Pennsylvania, División Corte de
Orfandad, Estados Unidos de América, y se remiten las diligencias al Juzgado
Civil de Mayor Cuantía de Osa, para que proceda de conformidad, si no
hubiere legítimo motivo que lo impida.
Román Solís Zelaya
Oscar Eduardo González CamachoCarmenmaría Escoto Fernández
Moisés Fachler GrunspanAna Isabel Vargas Vargas
Muñoz
Exeq. 1420-10subsan
Teléfonos:
(506)
2295-3658
[email protected]
o
2295-3659,
correo
electrónico
Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de
Información Jurídica el: 11/10/2011 3:40:08 PM
CASO
3
33
Sentencia: 00323
Expediente: 07002202-0182-CI
Fecha:
30/09/2010 Hora:
2:20:00
PM
Emitido
por:
Tribunal
Segundo
Civil
Sección II
Tipo de Sentencia: De Fondo
Redactor: León Díaz José Rodolfo
Clase de Asunto: Proceso ordinario
Texto de la sentencia
Expediente N°07-002202-0182-CI
ACT:() FAIRFAX DATA, SOCIEDAD ANÓNIMA
SITA:BUFETE CARAZO MONTERO & FERNÁNDEZ EN AVENIDA 8
,CALLES 9 Y 11 N°963 (SECTOR 1)
DEM: () MARCOSA M Y V, SOCIEDAD ANÓNIMA
FAX: 22-60-04-67
______________________________________________________
N° 323
TRIBUNAL SEGUNDO CIVIL, SECCION SEGUNDA.San José, a las catorce horas veinte minutos del treinta de setiembre del dos
mil diez.Proceso ORDINARIO tramitado en el JUZGADO TERCERO CIVIL DE
MAYOR CUANTÍA DE SAN JOSÉ, bajo el número de expediente 07-0022020182-CI, por FAIRFAX DATA, SOCIEDAD ANÓNIMA, representada por su
apoderado generalísimo sin limite de suma, señor Joseph Raymond Krieg,de
nacionalidad estadounidense, mayor, con cédula de residencia 175-19123113524, vecino de Ciudad Colón, San José; contra MARCOSA M Y V,
SOCIEDAD ANÓNIMA, representada por sus apoderados generalísimos sin
limite de suma señor Marco Antonio Alfaro Ramírez, mayor, soltero,
empresario, con cédula de identidad 1-0866-0765 y la señora Vilma Ramírez
34
Granados, mayor, con cédula de identidad 01-0310-0137. Intervienen como
apoderados especiales judiciales de la sociedad actora los licenciados
Fernando Montero Piña y Fernando Montero López, y de la sociedad
demandada los licenciados Erasmo Rojas Madrigal y Gabriela Molinari
Vílchez.RESULTANDO:
1.La presente demanda cuya cuantía se fijó en la suma de novecientos mil
dólares, es para que en sentencia se declare: "1) Que por el documento
firmado el 19 de abril de 2006, a las 10:30 horas se plasmó la voluntad
contractual de la empresa demandada y de la actora, cuyo convenio consistió
en que la primera le cedía a la segunda sus derechos de concesión y
explotación de la frecuencia de radio 105.9 F.M. 2) Que el precio que se
acordó en el contrato de cesión de esos derechos fue de novecientos mil
dólares. 3) Que a hoy, la cesionaria le ha pagado a la cedente la cantidad de
$739,500,oo por lo que el saldo adeudado es de $160,500,oo. 4) Que el saldo
adeudado se lo pagará la cesionaria a la cedente en el momento en que su
derecho le sea declarado o reconocido, es decir, cuando el representante de la
demandada firme los documentos definitivos de traspaso por cesión de esos
derechos, los cuales se presentarán a la Oficina Nacional de Control de Radio,
para que proceda a inscribir a la actora como propietaria de los derechos de
concesión y explotación de dicha frecuencia. 5) Que por aprestarse la actora al
pago del saldo adecuado por la cesión de los derechos de concesión y
explotación de la frecuencia referida, se le ordenará a ésta que proceda a
depositar en la cuenta del Despacho dicho saldo una vez que la sentencia que
declara con lugar esta demanda, quede firme. 6) Que en caso de que el
representante de la demandada se niegue a firmar los documentos legales del
traspaso por cesión de los derechos mencionados, se le prevenga por el plazo
de ley y si persiste su reticencia, el señor Juez firmará en su lugar. 7) Que el
documento que contiene el contrato denominado "Contrato de Joint Venture"
es simulado y por ello absolutamente nulo, porque adolece de patología
negocial, por ausencia de voluntad y por ausencia de causa jurídica, pues en
ningún momento las partes han tenido en mente ejecutarlo y porque lo que
ejecutaron fue la cesión de los derechos de concesión y explotación de la
frecuencia referida 8) Que existe discordancia intencional entre lo querido y
ejecutado con respecto a lo que consta consignado en ese documento y la
realidad contractual, pues lo que se ha ejecutado desde el principio y aún hoy,
es el contrato de cesión de los derechos de concesión y explotación de la
frecuencia 105.9 F. M. 9) Que el referido contrato se utilizo únicamente para
enmascarar u ocultar la verdadera intención de las partes, cual era, la cesión
de los derechos de concesión y exportación de la frecuencia referida. 10) Que
el documento que contiene el contrato denominado "Adendum al Contrato de
Joint Venture" es simulado y por ello absolutamente nulo, porque adolece de
patología negocial, por ausencia de voluntad y por ausencia de causa jurídica,
pues en ningún momento las partes han tenido en mente ejecutarlo y porque lo
que ejecutaron fue la cesión de los derechos de concesión y explotación de la
35
frecuencia referida. 11) Que existe discordancia intencional entre lo querido y
lo ejecutado con respecto a lo que consta consignado en ese documento de
Adendum al Contrato de Joint Venture y la realidad contractual, pues lo que se
ha ejecutado desde el principio y aún hoy, es el contrato de cesión de los
derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 Frecuencia
Modulada. 12) Que la demandada debe pagar las costas personales y
procesales de este proceso ordinario, por así disponerlo los artículos 221 y 871
del Código Procesal Civil.”(Sic).2.La Accionada fue debidamente notificada de la demanda y la contesto de
forma negativa, e interpuso las excepciones de falta de derecho, falta de
legitimación ad causam activa y pasiva y sine actione agit.3.El licenciado Jean Carlos Céspedes Mora, Juez del Juzgado Tercero Civil de
Mayor Cuantia de San José, en sentencia dictada a las catorce horas veintiún
minutos del veinticuatro de Febrero de dos mil nueve, resolvió: “POR TANTO:
De conformidad con lo expuesto, hechos tenidos por demostrados, citas
jurisprudenciales y legales invocadas, se dispone: Se rechazan las
excepciones de falta de Legitimación Ad Causam Activa y Pasiva. Se rechaza
la excepción de Falta de Derecho y Falta de interés. En consecuencia, SE
DECLARA CON LUGAR EN TODOS SUS EXTREMOS, la presente demanda
ordinaria de Fair Fax Data Sociedad Anónima contra Marcosa M y V Sociedad
Anónima. Se declaran nulos los contratos de Joint Venture y su adendum
suscritos entre las partes. Se declara la existencia de acuerdo entre las partes
de transmitir los derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9
F.M. Se ordena a la parte actora depositar ante la cuenta única del expediente
la suma de 186,000 dólares americanos como saldo del precio por la
transmisión de derechos. Se ordena a la parte demandada que una vez
verificado el depósito anterior, y dentro del plazo de diez díaz, proceda a
suscribir mediante su representante legal, el documento de cesión formal y
todos aquellos necesarios para tal efecto a favor de la actora y ante la Oficina
Nacional de Control de Radio e instituciones donde sea necesario, bajo el
apercibimiento de que en caso de negativa, será ejecutada la orden por parte
de esta Autoridad Judicial. Son las costas personales y procesales a cargo de
la demandada vencida. Hágase saber”.(Sic)
4.De dicho fallo conoce este Tribunal en virtud de apelación con nulidad
concomitante, interpuesta por el Licenciado Erasmo Rojas Madrigal como
apoderado de la sociedad demandada. En los procedimientos se han
observado las prescripciones correspondientes.
36
REDACTA el Juez LEÓN DÍAZ; y,
CONSIDERANDO:
I. En cuanto a la lista de hechos probados de la sentencia apelada, se hacen
las siguientes modificaciones: Se adiciona el identificado con la letra a),
indicándose además de lo señalado en él lo siguiente : “La concesión de
dicha frecuencia le fue otorgada mediante el Acuerdo Ejecutivo No 1172004, de 10 de enero de 2005.”. En el hecho identificado con la letra b), se
elimina como elemento probatorio que lo sustenta el documento original
que se encuentra en archivo, cuya copia se encuentra a folio 6, y en su
lugar se incluyen las declaraciones que, con carácter de confesión
espontánea, ha efectuado la parte actora y la demandada a folios 47, 130,
135, 137 y 138, según se analizará en el considerando VIII de esta
sentencia. Asimismo, se adiciona el citado hecho probado b), con lo
siguiente: “Al momento de efectuarse dicha negociación, el señor Marco
Antonio Alfaro Ramírez era elpresidente, con representación judicial y
extrajudicial con facultades de apoderado generalísimo si límite de suma,
pudiendo actuar de manera individual, de las Marcosa M Y V, Sociedad
Anónima.”. Se añade como prueba en sustento de esta adición la
certificación de personería jurídica de folio 316. Del hecho demostrado
identificado con la letra e), se elimina la frase “... por concepto de precio
según contrato de fecha 19 de abril de 2006...”, por cuanto ello es una
valoración y no una constatación fáctica. Basta con acreditar la fecha en
que fueron efectuados los pagos, para luego determinar si todos o solo
alguno de ellos fueron realizados para cumplir el convenio citado u
obedecen a otra causa jurídica. Se elimina el hecho demostrado
identificado con la letra h), por cuanto, según se analizará en el
considerando X, la situación fáctica ahí enunciada carece del debido
respaldo probatorio. En lo demás, se mantiene incólume la lista de
hechos probados del fallo de primera instancia.
II. En el fallo apelado no fueron consignados hechos indemostrados. Sin
embargo, ha de tenerse como no acreditado lo siguiente: 1- Que cada vez que
la actora se atrasaba en el pago de los tractos convenidos a favor de
Marcosa, don Marco Antonio Alfaro Ramírez recurría a la estrategia de
redactar contratos diferentes al de cesión, con la finalidad de poner un
precio más alto a dicho negocio. Este aspecto no puede tenerse por
acreditado, conforme a lo que se analizará en el considerando XVII de esta
sentencia. Tampoco se tiene por acreditado lo siguiente: “2- Que don Marco
Antonio Alfaro Ramírez haya creado interferencias con sus trasmisores
en la señal de Beatz 106”. Los motivos por los cuales no se tiene por
acreditado en este hecho serán dados en el considerando X de esta
sentencia. Por último, no quedó acreditado: “3- Que el contrato
denominado Joint Venture y su adendum, fueran suscritos con la
intención de desvirtuar el contrato de cesión de 2006 y como un
mecanismo para obligar a la actora a pagar el saldo adeudado del precio
de esa cesión. ” . La razón para no tener por acreditado este hecho, se
37
desarrollará en el penúltimo considerando de esta sentencia.
III. La sociedad anónima Fairfax Data (en lo sucesivo identificada simplemente
como Fairfax Data), afirma en la demanda que Marcosa M y V, Sociedad
Anónima (en adelante Marcosa), es propietaria de los derechos de concesión y
explotación de la frecuencia radiofónica 105.9, según lo señalado por los
registros del Departamento Nacional de Control de Radio (DNCR). El 19 de
abril de 2006, indica, acordaron la cesión de los derechos indicados, por un
precio de $900.000. En esa oportunidad se habría pagado $20.000 como parte
del precio, y el saldo se cubriría en cinco abonos, el último de $150.000 a
pagar el 30 de octubre de 2006. El documento suscrito era un manuscrito
informal, pero las partes se habrían comprometido a realizar uno formal para
su presentación ante la DNCR, para obtener el correspondiente visto bueno de
la cesión. A partir de ahí, en dicha frecuencia se comenzó a transmitir la señal
de Radio Betz 106, para lo cual se solicitó el respectivo permiso a la DNCR, y
dos o tres meses después la radioemisora fue trasladada a su nuevo local en
Pavas, contiguo a la Estación de Bomberos. Luego del contrato traslativo, la
gestión de la empresa ha estado a cargo exclusivamente de Fairfax Data,quien
ha contratado su personal, paga los gastos respectivos, se afilió a la Cámara
Nacional de Radio, obtuvo y cancela la patente municipal, los impuestos y las
cargas sociales. Del total del precio, se sostiene, se habrían pagado $739.500,
en las fechas indicadas en el hecho décimo segundo de la demanda,
consignándose como última fecha de pago certera el 5 de julio de 2007, con un
abono de $5.000. El 13 de setiembre de 2007, la actora habría enviado
comunicaciones al representante de la demandada, en las cuales remitía el
estado de cuenta de lo pagado según sus registros, pero no habría obtenido
respuesta. Cada vez que se atrasaba en el pago de los abonos del precio de la
cesión, dice en la demanda la parte actora, el apoderado de la demandada
recurría a la estrategia de redactar un contrato diferente al inicialmente
pactado, con lo cual ponía un precio más alto a la cesión y, en varias
ocasiones, provocó interferencia en las transmisiones de la señal y amenazó
con “ bajar el switch ” y despojarla de la señal de radio. Los contratos
suscritos tendían a desvirtuar la cesión referida, y fueron denominados
como Joint Venture y adendum al contrato de Joint Venture. En el
primero, firmado el 15 de marzo de 2007, además de incluir un pago
mayor al pactado, contendría cláusulas leoninas tergiversando la cesión.
En el segundo, de 20 de abril de 2007, también se habría aumentado el
precio e incluido cláusulas de ese tipo. Estos contratos, se sostiene en la
demanda, no se apegan a la realidad, desvirtuando la verdadera relación
contractual, pues en ningún momento, desde que se pactó la cesión,
Marcosa se habría dedicado de manera alguna a explotar junto con
Fairfax Data esa frecuencia de radio, no soportó los riesgos de la
actividad, ni se pactó distribución alguna de las ganancias, con lo cual
descarta que se estuvieran cumpliendo los principios propios de la
naturaleza del contrato de Joint Venture. Más bien, existirían intereses
contrapuestos entre las partes y no un vínculo de asociación y
prosecución de fines comunes, conservando cada parte su personalidad
jurídica propia. Los bienes dedicados a la explotación de la empresa
pertenecen a Fairfax Data, las obligaciones las asume ella, al igual que el
manejo total de la emisora; la demandada, por su parte, cuenta con su
38
propio personal para emisoras diferentes, lo que descartaría la presencia
de un contrato de Joint Venture. El monto de este último contrato sería
idéntico al precio de la cesión de 19 de abril de 2006, y lo pagado en
realidad serían abonos al precio de la cesión indicada. Reitera que todos
los pagos y gastos concernientes al funcionamiento de la emisora
siempre han sido cubiertos exclusivamente por la actora y que el plazo
ficticio establecido en el contrato de Joint Venture no se habría
estipulado para la consecución de la naturaleza del fin del negocio, sino
como un límite temporal para cumplir el pago del precio de la cesión; no
serían tampoco ganancias ni alquiler de la frecuencia. En el adendum el
precio sería mayor, porque la actora había incumplido uno o dos pagos
convenidos y el incremento era una especie de cláusula penal o castigo
por el retraso, sin embargo, sostiene, la parte demandada continuó
recibiendo los pagos posteriores de la cesión. Se le atribuye el
calificativo de leonina a una cláusula del contrato de Joint Venture según
la cual la demandada tendría derecho a una indemnización a
determinarse sin peritos, si decide, sin razón alguna, sacar del aire la
frecuencia. Asimismo, podría dar por concluido inmediatamente el
contrato sin responsabilidad alguna, si la actora incumplía el pago de sus
obligaciones; y se dispuso expresamente que lo convenido no implicaba
ni arrendamiento ni cesión de la concesión o enajenación de la
frecuencia de radio; pero, afirma la accionante, en la realidad era un
contrato de cesión y no el ficticio acuerdo de Joint Venture, al cual
califica de simulado y acusa de no representar la verdadera voluntad de
las partes. A principios de agosto de 2007, Fairfax Data y Marcosa
habrían sostenido varias reuniones, en las cuales la primera habría
propuesto que pagaría el saldo adeudado en el momento que se firmara
el documento formal de cesión, exigido por la DNCR para el traspaso de
ese tipo de derechos, pero el representante de la demandada desconoció
el contrato de cesión, apegándose a la literalidad del acuerdo de Joint
Venture y su adendum, proponiéndole más bien un nuevo contrato de
cesión, pero por $1.600.000. Como no hubo aceptación, el señor Marco
Antonio Alfaro Ramírez habría enviado un documento para que lo firmara
el representante de la demandada, dando por terminada la relación,
citándose en la demanda el contenido de sus cláusulas primera y
segunda, las que no aceptó. Por lo narrado, señala, la actora decidió no
continuar pagando más abonos por el precio pactado por la cesión, pues
ya había cubierto $739.500, hasta que no se firmara el traspaso definitivo
de la frecuencia mencionada. El 4 de setiembre de 2007, al no aceptar el
finiquito propuesto, el representante de la demandada envió una nota
dándole un mes de plazo para dejar de efectuar transmisiones por la
frecuencia citada, dando por terminado su relación contractual sin
responsabilidad alguna, lo cual no fue aceptado. El 8 de octubre de ese
año, el apoderado de la demandada habría solicitado a la DNCR que
previniera a la actora el cese de sus transmisiones, ante lo cual dicha
oficina ordenó una investigación y envió a dos inspectores a sus
oficinas, el 12 y el 17 de octubre de ese año, para indicarles que dejaran
de transmitir en la frecuencia cedida porque ello era ilegal, ante lo cual se
pidieron medidas cautelares en la vía jurisdiccional que fueron
concedidas el 17 de ese mismo mes. Con base en lo trascrito, se
39
formularon las pretensiones indicadas en el primer resultando de esta
sentencia, en las cuales se busca dar preeminencia y eficacia al acuerdo
de cesión de derechos de concesión y explotación de la frecuencia de
radio 105.9 F.M. y, por otra parte, que se decrete la nulidad por
simulación, ausencia de voluntad y causa jurídica, de los contratos de
Joint Venture y su adendum, suscritos posteriormente. Marcosa, por
medio de su representante, contestó negativamente la demanda. Acepta
ser la propietaria de los derechos de concesión y explotación de la
frecuencia 105.9 F.M., pero negó haber cedido dicha frecuencia a la
actora. Acepta que el 19 de abril de 2006, luego de una conversación
informal, se efectuaron lo que califica como tratativas para establecer las
bases para negociar el traspaso legal de la frecuencia mencionada, pero
don Marco Antonio Alfaro Ramírez y Joseph Raymond Krieg, habrían
actuado a título personal, firmando un documento manuscrito carente de
formalidades en el cual, afirma, no se indica que cede a la actora dicha
frecuencia. Por otra parte, sostiene, se trataría solo de una improvisada
hoja que no reuniría los requisitos legales respectivos ni las
solemnidades de la Ley de Radio. Luego, señala como informalidades,
que está suscrita a título personal por los señores Alfaro y Krieg; tiene
anotaciones manuscritas, algunas ajenas al texto; la fecha y firmas están
al margen del documento y no en su parte inferior; hay cláusulas
anotadas después de las firmas; y carece de timbres fiscales. Tampoco
cuenta con el estudio y aprobación de la DNCR y contraviene el artículo 3
del Reglamento de la Ley de Radio y Televisión. Por otra parte, la actora
habría incumplido con los tractos pactados en esa oportunidad, lo que
motivó la suscripción del contrato de Joint Venture y su posterior
adendum, los cuales contaron con asistencia de profesionales en
derecho asesores de ambas partes, con lo cual se descarta su simulación
o cualquier otro vicio de la voluntad. Contrario a lo sostenido en la
demanda, se argumenta que el contrato de Joint Venture y su adendum sí
responden a la verdadera voluntad de las partes y a su naturaleza
jurídica, en todo caso, independientemente de su denominación, hay que
atenerse al contenido de lo pactado. Insiste en la fecha en la cual debía
cumplir la actora con los abonos estipulados y su evidente
incumplimiento patológico, sosteniendo que durante la vida del acuerdo
de 2006, solo habría pagado $150.000, quedando en descubierto
$750.000. Por ello, concluye, ese convenio inicial, cualquiera que fuera la
verdadera intención, se habría extinguido por falta de pago y no podría
fundamentar las pretensiones de la demanda. Pese al incumplimiento, la
actora continuó explotando la frecuencia, lo cual fue protestado por
Marcosa, ante lo cual Fairfax Data procedió a realizar unilateralmente
depósitos según su conveniencia. Ante tal situación, se habría dado la
negociación que culminó con el nuevo contrato de Joint Venture,
quedando agotado el primer convenio y los depósitos efectuados por la
explotación de la frecuencia, estableciéndose claramente el monto de los
nuevos tractos y sus fechas. Pese a ello, nuevamente la actora incumplió,
pues solo efectuó un primer pago por $112.500 y parcialmente honró el
segundo tracto, con pagos de $47.000 y $5.000, manifestando ahora que
no cumplirá lo restante hasta que se resuelva este litigio. Se indica que,
de cualquier manera, no es objeto del presente proceso que se declaren
40
abusivos el contrato de Joint Venture y su adendum, sino que son
simulados, lo cual, afirma, no es cierto. Insiste la parte demandada en
señalar que simplemente se pactó “ negociar ” la frecuencia, no así su
cesión, y que de ninguna manera se “ obligó ” a Fairfax Data a firmar los
contratos del año 2007. La parte actora, se reprocha, no ha hecho
siquiera una oferta real de pago del saldo que dice adeudar y, pese a ello,
utilizó ilícitamente una medida precautoria, para pedir que el órgano
jurisdiccional sea quien, muchos años después, establezca el saldo
deudor, sin hacer referencia a intereses moratorios o legales. Nunca
definió la accionante lo que en su concepto es un contrato de Joint
Venture, pero del texto de los contratos cuya simulación pide, afirma
Marcosa, devine claramente la relación de tipo asociativo cuyo objeto
sería la explotación temporal de la radioemisora, sin ceder la frecuencia,
lo cual de todas maneras sería ilícito por tratarse de un bien fuera del
comercio, perteneciente al Estado. En la sentencia apelada se acogió la
demanda, en los términos transcritos en la parte resolutiva de esta
sentencia, declarándose fundamentalmente nulos el contrato de Joint
Venture y su adendum, así como existente y válido el suscrito por las
partes en el año 2006, con las respectivas consecuencias.
IV. Apela, alegando nulidad concomitante, la sociedad demandada. En sus
agravios, alega en primer lugar falta de competencia de los tribunales civiles y,
al mismo tiempo, omisión de emplazamiento a un supuesto interesado directo.
Al respecto, señala:
“El juzgador de instancia declaró con lugar la demanda y expresamente
dispuso en la parte dispositiva: "Se declara la existencia de acuerdo entre
partes de transmitir los derechos de concesión y explotación de la frecuencia
105.9 F.M, Se ordena a la parte actora depositar ante la cuenta única del
expediente la suma de 186,000 dólares americanos como saldo del precio por
la transmisión de derechos. Se ordena a la parte demandada que una vez
verificado el depósito anterior, y dentro del plazo de diez días, proceda a
suscribir mediante su representante legal, el documento de cesión formal y
todos aquellos necesarios para tal efecto a favor de la actora y ante la Oficina
Nacional de Control de Radio e instituciones donde sea necesario, bajo el
apercibimiento de que en caso de negativa, será ejecutada la orden por parte
de esta Autoridad Judicial". Sin embargo en este proceso sólo intervinieron dos
partes, la actora Fair Fax Data Sociedad Anónima y la demandada Marcosa M
y V Sociedad Anónima y el objeto de la transmisión ordenada por el juez fue
un bien demanial, la frecuencia de radio. Lo anterior significa que el juez ha
declarado válida y eficaz una transmisión celebrada entre particulares, sobre
un bien demanial, lo que a todas luces es improcedente si no se ha tenido al
Estado como parte. El artículo 121 inciso 14 de la Constitución Política
establece, entre otras cosas, la prohibición de disponer de los servicios
inalámbricos, y agrega que esos bienes sólo podrán ser explotados por la
administración pública o por particulares de conformidad con la ley o mediante
concesión especial otorgada por tiempo limitado y con arreglo a las
condiciones y estipulaciones que establezca la Asamblea Legislativa. En otras
palabras, una frecuencia de radio sólo podrá ser explotada por particulares
41
cuando se ha seguido el procedimiento de concesión que establece la ley, y
evidentemente si se le otorgó. De ello deriva también que si se transmite por el
concesionario a otro particular sin ser autorizado por la administración pública,
esto es sin la intervención necesaria de la administración pública -por el ente
regulador de este bien demanial-, la transmisión sería imposible en tanto
queda afectada su validez. En esta materia se cuenta en la actualidad con
varias normas de rango legal y otras reglamentarias que en algunos casos han
sido derogadas total o parcialmente, pero aún así, deben considerarse en tanto
estaban vigentes para cuando se suscribió el documento de folio 6, el que
originó este proceso y fue básico para la decisión del juez. La Ley de Radio y
televisión número 1758, derogada en algunos de sus artículos, es una de ellas.
El primero dice: "Los servicios inalámbricos no podrán salir definitivamente del
dominio del Estado y solamente podrán ser explotados por la administración
pública, o por los particulares, de acuerdo con la presente ley, salvo de
concesiones especiales". El 6°, también derogado, otorgaba al Ministerio de
Gobernación y a la oficina de Control Nacional de Radio -dependencia del
referido Ministerio-, la competencia de conceder y cancelar licencias y
concesiones de radio. Por su parte el 7° sujetaba y todavía lo hace, pues aún
está vigente aunque reformado, la puesta en operación de las radiodifusoras al
otorgamiento de la concesión y al pago de un impuesto o canon específico. El
12°, aún vigente, también sujeta la operación de las frecuencias a ciertos
requerimientos técnicos a verificar en la actualidad por el Ministerio del
Ambiente y Energía, antes por el Ministerio de Gobernación. El artículo 17
también aún vigente, resulta ser de especial relevancia en este caso. Dice que
está prohibido: "e) Hacer funcionar una estación sin autorización legal; f)
Traspasar o enajenar el derecho a una frecuencia sin la previa autorización del
Ministerio de Ambiente y Energía". Antes de la reforma, era el Ministerio de
Gobernación el encargado de autorizar el traspaso o enajenación.
Esta ley fue reglamentada mediante decreto ejecutivo número No. 31608-G Reglamento de Radiocomunicaciones (derogado). Los artículos 19, 23, 27, 28,
33,y 34 establecían los procedimientos para otorgar concesiones de radio y
autorizar enajenaciones. Dentro de esas normas resulta de especial
importancia el numeral 33 que expresamente señalaba: "Traspaso de la
concesión. Se permitirá el traspaso de los derechos de la concesión de
derecho de uso de frecuencias, únicamente cuando ésta tenga como mínimo
tres años de haberse otorgado y demuestre que la frecuencia ha estado en
uso. Los interesados deberán someter al Departamento de Control Nacional de
Radio la documentación que le sea requerida."
En la actualidad, la materia de rige por otra normativa, La Ley General de
Telecomunicaciones No. 8642, en especial por los artículos 4, 7,11,12, 20,29,
77 b y transitorio III, así como por el reglamento de la Ley General de
Telecomunicaciones No. 34765-MINAET, en concreto el numeral 35, no
obstante en toda esta nueva normativa se estipula tanto la naturaleza demanial
de las frecuencias de radio, como los procedimientos de concesión para su
explotación y la necesaria autorización para traspasar esas concesiones.
Como puede verse, la constitución, la ley y los reglamentos citados sujetan la
42
explotación de frecuencias de radio al otorgamiento de una concesión y el
traspaso de ese derecho a la autorización de la oficina pública respectiva. La
razón principal está dada por la naturaleza demanial del bien, imposible de
enajenar salvo que se haga por medio de los procedimientos y autorizaciones
citados.
En el mismo sentido se ha pronunciado la jurisprudencia. El Tribunal Superior
de Cartago, conociendo un caso similar al presente, por resolución de las
13:30 horas del 3 de marzo de 1989 dispuso: "Los transmisores y enseres, por
ser bienes muebles, son objeto de compraventa, pero la frecuencia, como
servicio inalámbrico no puede salir definitivamente del dominio del Estado,
quien únicamente otorga concesiones a quienes cumplan con determinados
requisitos, según lo establece el artículo 1 y 7 de la Ley de Radio y Televisión
N 1758 del diecinueve de junio de mil novecientos cincuenta y cuatro, y sus
respectivas reformas, y el artículo 1 del reglamento de esa ley, por eso es un
derecho transmisible por cesión".
En el caso particular, la imposibilidad de transmitir era mayor, pues el
Reglamento de Radiocomunicaciones referido, artículo 33, del todo impedía la
transmisión de la frecuencia, en tanto no se había cumplido el plazo de tres
años que disponía para, si quiera, pensar en dicha posibilidad (se le otorgó a
mi representada la frecuencia el 10 de enero del 2005 y el documento de folio
6 que contiene el alegado traspaso se suscribió apenas un año y tres meses
después, el 19 de abril del 2006 (ver ese último documento y la certificación de
folio 4).
Así, el reconocimiento y en ese tanto la declaración de validez y eficacia hecha
por el juez sobre el traspaso de la frecuencia que aquí interesa, es ilegal e
inconstitucional, pues sin la autorización del Estado es imposible y éste ni
siquiera ha intervenido en este proceso para pronunciarse en algún sentido.
Una autoridad jurisdiccional podría hacer las veces de la Administración
Pública y cumplir con una formalidad como la aquí aludida, pero la jurisdicción
civil no está facultada para ello, es incompetente.
Peor aún, a folios 34 a 37 -prueba aportada por la parte actora- constan actos
administrativos por medio de los cuales la oficina de Control Nacional de Radio
-ente que era el competente para dictar esos actos- establece la ilegalidad en
que ha incurrido la parte actora, al operar la frecuencia que aquí interesa sin
las autorizaciones correspondientes. El juez de instancia hace caso omiso a
ello y sin importar su falta de competencia para anular actos administrativos,
procede en consecuencia al conceder la validez y eficacia del traspaso.
Todavía más, según esos actos administrativos, la administración pública le
ordena al presidente de la actora, suspender las transmisiones de radio de
inmediato, no obstante eso no le interesó al juzgador de instancia. Estos actos
administrativos y la pretensión de la actora de que se reconozca la existencia
de la cesión, o lo que es igual, que se declare válida y eficaz, obligan a integrar
la litis -artículo 106 del Código Procesal Civil- con la representación del Estado
y por ello a declarar la incompetencia de la jurisdicción civil para conocer de
este asunto. A esos efectos solicito se tomen en consideración las normas de
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competencia del Código Procesal Contencioso Administrativo -artículos del 2 al
5- y los numerales 97 y 110 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Efecto de lo
anterior es la nulidad que pido sea decretada, no sólo sobre la sentencia de
primera instancia, sino sobre todos los actos procesales que se han dispuesto,
en razón de que han sido dictados por autoridad jurisdiccional incompetente.
En este caso la nulidad es absolutamente indispensable para orientar el curso
normal del procedimiento, por lo que de conformidad con el numeral 197 del
Código Procesal Civil, considero que debe decretarse. Además porque de
conformidad con el numeral 33 del Código Procesal Civil la competencia por
materia es improrrogable y según lo dispone el artículo 5 de Código Procesal
Contencioso Administrativo, la jurisdicción contencioso administrativa y civil de
hacienda también es improrrogable.
Manifiesto que la incompetencia aquí develada no había sido pedida antes, en
tanto no se habían visto las dimensiones de lo pretendido por la actora. Una
vez dictada lo sentencia se han logrado identificar, haciéndose evidente la falta
de competencia.
No lleva razón la parte apelante en sus argumentos. No existe ninguna
pretensión dirigida contra el Estado, ni la sentencia apelada impone a éste
ninguna obligación o conducta, por lo que no hay nulidad alguna que decretar.
En efecto, de considerarse existente, lícita y eficaz la cesión de derechos de
concesión y explotación de la frecuencia de radio que aquí interesa, entre los
dos sujetos particulares que son parte de este proceso, lo cual se analizará en
los agravios de fondo respectivos, lo único que se ordena al presunto
enajenante es suscribir los documentos respectivos para ser presentados ante
la DNCR, dicha oficina procedería entonces a cumplir con las funciones que la
ley le ha encomendado, conforme a derecho corresponda, y de ninguna
manera el fallo apelado le está indicando si debe o no aprobar la cesión.
Determinar si la eventual cesión de derechos de concesión o explotación entre
privados es válida y eficaz, o si los contratos de joint venture y su adendum
son o no simulados o inválidos, no requieren la participación del Estado como
parte, ni mucho menos corresponde conocer el punto a la jurisdicción
contenciosa administrativa. Los argumentos vertidos en cuanto a la legalidad
de la cesión discutida se refieren al fondo de lo decidido y no a un aspecto de
validez del proceso en cuanto a la competencia por razón de la materia o a la
intervención de un tercero, el Estado, como en este caso erróneamente afirma
la parte apelante. Por ende, la nulidad reclamada por este motivo resulta
improcedente. En todo caso, cabe decir desde ahora que la frecuencia, como
parte del espectro radiofónico, sí es un bien demanial que no puede salir del
dominio del Estado; pero el derecho de concesión temporal que el Estado
confiere a un particular para poder usar o explotar una frecuencia, ni convierte
a ese particular en el dueño o titular de la frecuencia, ni tampoco se trata de un
derecho intransferible. Es un simple derecho de uso, de naturaleza derivada,
concedido por el Estado a particulares, en el marco de legalidad respectivo, el
cual, como simple derecho de utilización o explotación temporal, puede ser
cedido a otro particular, como se verá al analizar los agravios de fondo
atinentes a este punto.
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V. Como segundo vicio de naturaleza procesal, alega el apelante falta de
fundamentación del fallo. De manera concreta, se refiere a dos aspectos. En el
primero, indica:
“a. La parte actora en su demanda señaló en los hechos segundo, tercero y
cuarto, que el 19 de abril de 2006 a las 10:30 horas don Marco Antonio Alfaro
Ramírez representando a la demanda y el señor Krieg, representando a la
actora, acordaron la cesión de los derechos de concesión y explotación de la
frecuencia 105.9 F. M. por un precio de 900.000 dólares. Sustentándose
básicamente en esa afirmación pidió en la primera de las pretensiones de la
demanda " que por el documento firmado el 19 de abril de 2006, a las 10:30
horas se plasmó la voluntad contractual de la empresa demandada y de la
actora, cuyo convenio consistió en que la primera le cedía a la segunda sus
derechos de concesión y explotación de la frecuencia de radio 105.9 F.M.". No
obstante la claridad del hecho y de la pretensión transcrita, consistentes en
que se declarara la existencia de un contrato de cesión entre las referidas
partes, el juzgador de instancia sólo admite una supuesta transmisión que
finalmente no califica en los términos pedidos por la actora, lo que produce
incerteza y falta de claridad (en esos términos se expresó tanto en los hechos
probados -hecho b- como en los considerandos y en la parte dispositiva). Con
una declaración así, cómo concretar agravios. Qué tipo de negocio jurídico es
el que finalmente se constituyó según el juzgador de instancia. Según dijo se
transmitió, pero por cual instrumento jurídico. De la sentencia no se desprende
y en esas condiciones aminora las posibilidades de defensa de mi
representada. Incluso ni siquiera es posible determinar si el juzgador de
instancia concedió algo que no fue pedido por la parte actora, lo que me
impide revisar si hay o no hay incongruencia. Puede que concediera la
constitución de una cesión, pero puede que no, pues nunca llega a calificar de
qué forma se dio la transmisión. Es esto transcendental? Pues claro, cómo
hacer para valorar desde el punto de vista del derecho sustantivo si el negocio
jurídico finalmente cumplió con los presupuestos que la ley establece para su
validez. No es posible, no se sabe a ciencia cierta cuál es el negocio jurídico
que sirvió de instrumento para la transmisión declarada en sentencia .”.
El agravio gira en torno a la calificación formal que la parte apelante pretende
se le otorgue al acuerdo del 19 de abril de 2006. Dicho convenio, en su
literalidad, se refiere a un “ negocio concesión de frecuencia ” –sic-. Durante
todo el proceso ambas partes han debatido sobre su naturaleza jurídica, la
parte actora sosteniendo que se trataba de un negocio traslativo de esos
derechos, mientras que la demandada, de manera poco clara por cierto,
sostuvo que tan solo se trataba de “ negociar ” la explotación de la frecuencia.
En la sentencia apelada, el señor juez interpretó que el acuerdo citado, es
traslativo de los derechos de concesión de la frecuencia 105.9 F.M. y en el
considerando IV. de la sentencia apelada precisamente se hace el análisis
respecto de la existencia de voluntad de las partes de transmitir esos derechos
de concesión y explotación. No utilizar expresamente la palabra “ cesión ” en
nada afecta la fundamentación dada, la cual podría incluso no compartir y
combatir el apelante, como de hecho lo hace luego en los reparos de fondo, ni
afecta su derecho de defensa. Contrario a lo sostenido en el recurso, sí es
45
posible formular agravios respecto de lo analizado por el a quo, quien se
refiere a la naturaleza traslativa del convenio antes citado y concedió
sustancialmente lo pedido por la parte actora, para lo cual no era indispensable
utilizar el calificativo de “ cesión ”, por cuanto es sabido que la transmisión de
derechos inmateriales, como la concesión, se conoce como “ cesión ”. La
calificación expresa del “ negocio traslativo ” de los derechos de concesión y
explotación, por ende, no es trascendental, como sostiene el apelante, y
cuestionar si cumple con los presupuestos legales para su validez no depende
de dicho calificativo. En el segundo cuestionamiento relacionado con la falta de
fundamentación, señala:
“b. El señor juez utiliza la declaración del testigo Juan José Campos Cordero,
para probar el hecho enunciado bajo la letra b -hecho básico-. Sin embargo no
valoró esa deposición, no indicó por qué le creía al testigo. En esas
condiciones esta representación se ve imposibilitada para cuestionar las
razones que al señor juez le dieron convicción de verdad sobre esa
deposición. Quedaron en su fuero interno y ahora no pueden ser valoradas, lo
que afecta mi derecho de defensa y en consecuencia del debido proceso. Por
esa falta de fundamentación del fallo, también considero que debe anularse.”.
El hecho probado identificado con la letra b) en el fallo apelado, se tuvo por
acreditado no solo con la declaración del testigo Juan José Campos Cordero,
sino también con el documento original en custodia del Tribunal cuya copia se
encuentra a folio 6 y con la declaración de Benroi Daly Mullins. Si bien es
deseable un análisis más puntual de la declaración del testigo Campos
Cordero, bien puede el apelante referirse al contenido de su manifestación y a
los demás medios probatorios que han sido citados por el a quo para
cuestionar el hecho indicado, negando su veracidad. Este es uno de los
aspectos que bien se pueden discutir, en cuanto al fondo, en el recurso vertical
que se conoce, y no tiene por qué decretarse la nulidad del fallo, precisamente
porque para tutelar sus derechos el ordenamiento jurídico confiere a las
sentencias de primera instancia el recurso de apelación. De tal manera, el
superior puede verificar si está efectivamente demostrado tal hecho con los
elementos indicados, según los agravios que bien puede sustentar el apelante
en su contra. Por los motivos indicados, tampoco es procedente esta nulidad
invocada.
VI. Como tercer vicio procesal por el cual solicita el apelante la nulidad de la
sentencia de primera instancia, se encuentra la incongruencia. Respecto de
ella, se indica en el recurso lo siguiente:
“Nulidad por incongruencia: La parte actora pidió en la demanda que se
declararan simulados el contrato de joint venture que consta en autos y su
adendum -también consta en autos-. Esforzándose para hacer coincidir lo
pretendido con lo concedido, dispuso declararlo simulado. No obstante, en
realidad lo declaró nulo por vicios del consentimiento, aunque no concretó si el
vicio consistía en error, dolo o intimidación.
La simulación implica necesariamente un acuerdo conjunto de las partes
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contratantes en uno de dos sentidos. Dar apariencia a un contrato que en
realidad no existe -simulación absoluta- o dársela a otro para disimular uno
que sí existe -simulación relativa-. En cualquiera de los dos casos debe haber
acuerdo de ambas partes de simular.
No es que exista una divergencia consciente entre la declaración y la voluntad,
o lo que es igual, entre la voluntad declarada y la voluntad efectiva. En realidad
ambas voluntades son coincidentes. El acuerdo es simulado porque ambas
partes así lo quisieron. Por ello, el problema de la simulación no está en la
voluntad, sino en la causa del contrato. Al respecto creo conveniente citar a
Diez Picazo quien sobre el particular dice: "Una parte importante de la doctrina
del Derecho Civil ha tratado de situar el problema de la simulación dentro de la
teoría del consentimiento negocial y de sus vicios, como un caso de
discordancia entre la voluntad y la declaración entre lo querido y lo declarado.
Pero, con mayor rigor, se ha observado que aquí no hay realmente un vicio de
consentimiento, ni un consentimiento viciado, ni tampoco una discordancia o
una divergencia entre la voluntad y la declaración. Existe lo que podríamos
llamar la "voluntad negocial de crear la apariencia" y esta es una voluntad
enteramente libre y sin vicios. Lo declarado concuerda perfectamente con esta
voluntad. El problema no radica en la voluntad sino en la "causa". Lo que las
partes no han querido -más aun, lo que han excluido de una manera expresaes la efectiva producción del resultado empírico que normalmente de su
negocio debía derivar, No hay causa en el negocio. El negocio se funda, según
esto, en una "causa inexistente"." (Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial,
Tomio I, Civitas, año 1996, p. 218).
En el presente, para que el contrato pudiera ser declarado simulado, debió
haber existido una voluntad común de simular, sin embargo para el mismo
juzgador, las razones que a su entender implicaban dicha simulación no son
de ambas partes, sino solo de don Marco Alfaro. Además él mismo finalmente
concluyó que "los contratos de Joint Venture y su Adendum fueron suscritos
para obligar a la actora al pago del precio del trato hecho con la demandada".
De ello sólo puede entenderse que el juzgador derivó la nulidad de un vicio en
el consentimiento de la actora, y no de una simulación, por lo que resolvió lo
que no le fue pedido, dejando de hacerlo sobre lo que sí se le pidió”.
Para afrontar el tema de la incongruencia, cabe indicar que ella se produce
cuando existe una falta de concordancia entre lo pedido por la parte
accionante y lo concedido en el fallo, tomando en cuenta la causa de pedir y la
forma en la cual se formularon las pretensiones. Se trata de un vicio de
carácter formal y no de naturaleza sustantiva, por lo que no cabe con base en
ella determinar si lo concedido en el fallo cumple con los elementos sustantivos
respectivos, entendidos como legitimación activa y pasiva, derecho e interés
actual. De conformidad con lo dispuesto por los artículos 99, 153 y 155, las
sentencias deben ser congruentes, esto es, ser dictadas dentro de los límites
establecidos en la demanda, sin pronunciarse sobre cuestiones no debatidas
respecto de las cuales no se permita el pronunciamiento oficioso; y resolver de
manera clara y precisa todos y cada uno de los puntos objeto de debate, con la
debida separación de pronunciamiento correspondiente a cada uno de ellos,
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sin abarcar otras cuestiones distintas a las demandadas ni conceder más de lo
pedido. Es lícito que en el fallo, manteniendo sustancialmente el marco fáctico
y petitorio esgrimido en la demanda, se pueda modificar la forma –más no la
sustancia- como se formuló la pretensión al momento de acoger la demanda,
ordenando de manera lógica lo solicitado o utilizando la terminología jurídica
que se estime más acertada, siempre y cuando no se modifique la esencia de
lo debatido. También, en virtud del principio “iura novit curia”, el juzgador no se
encuentra vinculado estrictamente a las normas jurídicas invocadas en la
demanda, pues si los hechos debatidos y la pretensión formulada
corresponden a lo previsto por normas no citadas por la parte accionante,
puede el juzgador válidamente aplicarlas, siempre que ello no conlleve en el
caso concreto a una modificación sustantiva de lo debatido y pedido. En el
presente proceso, a partir de la petitoria identificada con el número 7), se
solicita se declare simulado el contrato de Joint Venture y su adendum,
respecto de los cuales versa en parte este litigio, así como su nulidad alegando
patología negocial, ausencia de voluntad y de causa, y también por existir
discordancia intencional entre lo querido y ejecutado. En concreto, las
pretensiones relacionadas con este punto literalmente indican:
7. “ Que el documento que contiene el contrato denominado "Contrato de Joínt
Venture" es simulado y por ello absolutamente nulo, porque adolece de
patología negocial, por ausencia de voluntad y por ausencia de causa jurídica,
pues en ningún momento las partes han tenido en mente ejecutarlo y porque lo
que ejecutaron fue la cesión de los derechos de concesión y explotación de la
frecuencia referida,
8. Que existe discordancia intencional entre lo querido y ejecutado con
respecto a lo que consta consignado en ese documento y la realidad
contractual, pues lo que se ha ejecutado desde el principio y aún hoy, es el
contrato de cesión de los derechos de concesión y explotación de !a frecuencia
105.9 F. M,
9. Que el referido contrato se utilizó únicamente para enmascarar u ocultar la
verdadera intención de las partes, cual era, la cesión de los derechos de
concesión y explotación de la frecuencia referida.
10. Que el documento que contiene el contrato denominado "Adendum al
Contrato de Joint Venture" es simulado y por ello absolutamente nulo, porque
adolece de patología negocia!, por ausencia de voluntad y por ausencia de
causa jurídica, pues en ningún momento las partes han tenido en mente
ejecutarlo porque lo que ejecutaron fue la cesión de los derechos de concesión
y explotación de la frecuencia referida.
11. Que existe discordancia intencional entre lo querido y ejecutado con
respecto a lo que consta consignado en ese documento de Adendum al
Contrato de Joint Venture y la realidad contractual, pues lo que se ha
ejecutado desde el principio y aún hoy, es el contrato de cesión de los
derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 Frecuencia
48
Modulada”.
En la parte dispositiva del fallo de primera instancia, se dispuso, sin mayor
calificativo, la nulidad de los contratos de Joint Venture y su adendum. Dicho
pronunciamiento obedece a las extensas consideraciones efectuadas en el
considerando V. de la sentencia apelada. Se observa que lo dispuesto, la
nulidad de esos contratos, sí fue un punto solicitado en la demanda, por lo que
no existe falta de concordancia al respecto y, además, que en las
consideraciones efectuadas para ello sí se valoró lo que era objeto de debate,
a saber, la posible existencia de una patología negocial, la eventual ausencia
de voluntad y causa jurídica en dichos convenios, la relación entre la voluntad
declarada en ellos y lo que en la realidad ejecutaron las partes, según lo
estimó el a quo. Claro está que las consideraciones de fondo efectuadas
podrían no ser compartidas por el apelante y ser objeto de análisis en alzada,
pero no como un vicio procesal. Para el señor juez de primera instancia, en el
presente caso se estaría frente a una simulación absoluta en cuanto a los
citados contratos, pues en su concepto las partes no habrían tenido voluntad
real en cuanto a su contenido, más bien, afirmó, se trataría de una forma de
darle eficacia al primer convenio que estimó existía entre ellos, de cesión de
derechos de concesión y explotación de la frecuencia radiofónica, o, según
indicó, serían “ ...convenios suscritos por las partes para cobijar una situación
totalmente distinta a la que marca el clausulado de dichos acuerdos, por lo
cual es simulado, pues existe discordancia entre lo querido por las partes
realmente y lo manifestado en sendos convenios ”. En el citado considerando
de la sentencia apelada, se hace referencia a todos los indicios y situaciones
fácticas que en criterio del señor juez llevan a afirmar que esos contratos
fueron suscritos “ ...con el único fin de para –sic- solucionar los pagos por el
precio de la cesión a formalizar una vez cancelados los mismos, y que el
aumento considerado en el adendum, fue producto tal y como lo manifiesta la
actora en el hecho vigésimo octavo del escrito inicial de un castigo por la mora
incurrida... ”, o bien para obligarla a pagar el precio de esa cesión. Concluyó
finalmente el señor juez, que los contratos eran nulos al no existir en ellos
causa jurídica y al haberse efectuado para enmascarar el contrato de
transmisión de derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9
F.M., acogiendo básicamente el planteamiento fáctico y jurídico efectuado por
la parte actora. De tal manera, no existe el vicio de incongruencia alegado.
Parte de los reproches esbozados más bien tocan con el fondo de lo debatido,
específicamente si es correcto o no, desde un punto de vista sustancial,
afirmar la existencia de una simulación o de otro vicio negocial que sustente la
nulidad decretada. Estos agravios serán abordados al analizar lo concerniente
a la simulación decretada, pero no en este acápite. Ello, se reitera, no es un
problema de incongruencia, sino de la procedencia o no de la nulidad
contractual invocada. Por ende, ha de rechazarse también este último motivo
de nulidad invocado.
VII. La parte apelante también formula reproches en cuanto al fondo de lo
decidido, los cuales estructura en tres puntos: 1- indebida valoración de la
prueba; 2- violación de normas sustantivas; y, 3- quebranto de las reglas de la
sana crítica, que condujeron al juez de primera instancia a afirmar la existencia
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de un contrato de transmisión de frecuencia y la simulación del contrato de
joint venture. Estos agravios se analizarán siguiendo el orden en el cual han
sido planteados.
VIII. Con respecto a la indebida valoración de la prueba, el recurso
interpuesto se subdivide en tres puntos. En el primero se combate el valor
probatorio del documento fechado 19 de abril de 2006, al cual el señor juez le
otorgó la naturaleza de negocio traslativo de la frecuencia 105.9 F.M., cuya
copia se encuentra a folio 6 y el original en sobre aparte en custodia del
Tribunal. Al respecto, se afirma:
“ a- El señor juez hace todas sus apreciaciones y saca sus conclusiones a
partir del documento suscrito por los señores Alfaro y Krieg visible a folio 6. Le
da valor de indicio y junto con una serie de hechos adicionales que tuvo por
demostrados, llega a la conclusión que ese documento es un negocio jurídico
por el que se transmitió, entre las partes de este proceso, la frecuencia de
radio 105.9 FM. Sin embargo le resta importancia al hecho de que el mismo no
fuera aportado con las especies fiscales que determina el artículo 272 inciso 2
del Código Fiscal y a la ineficacia probatoria que establece el artículo 286
ibidem cuando se da esa falta o cuando a pesar de prevenirse el pago de
timbres y la multa dispuesta por ese mismo numeral, dejara de pagarse. Tal
ineficacia probatoria la dispone la ley al expresar textualmente que el
documento será "inútil e ineficaz para apoyar en él acción o derecho alguno",
por lo que el juzgador no podía considerar ese documento de ninguna forma,
ni siquiera como indicio porque es absolutamente ineficaz para probar algo.”.
Efectivamente, el documento original del 19 de abril de 2006 que interesa a
este proceso, carece de especies fiscales. Sin embargo, la falta de pago de
éstas no conlleva a tener por no acreditado lo que en él se consigna. En
efecto, respecto de la falta de cumplimiento de esa obligación fiscal, la
jurisprudencia nacional, desde fechas muy antiguas, ha estimado que si bien el
documento donde se ha hecho constar un convenio es ineficaz desde un punto
de vista probatorio, cuando no se ha satisfecho el pago respectivo de los
timbres fiscales, ello no implica que el contenido de un acuerdo no pueda
tenerse por acreditado por otros elementos probatorios, tales como la propia
confesión de las partes. Este criterio es compartido por este Tribunal. Para
ilustrar esta posición jurisprudencial, cabe citar la resolución de la Sala Primera
de la Corte Suprema de Justicia No. 368, de las catorce horas treinta y cinco
minutos del diecisiete de mayo del dos mil, en la cual se indicó, al respecto, lo
siguiente: “ V.La Sala de Casación en resolución No. 97, de las 16:10 horas del 14 de
octubre de 1960 expresó en relación al punto en discusión que:
"Tampoco se quebrantan en el fallo los artículos 256 y 286 del Código
Fiscal, por haberse presentado el documento en que consta ese contrato,
sin el papel sellado y los timbres correspondientes, pues aunque tales
omisiones habrían invalidado esa prueba en el juicio, -sin anular el
contrato en sí-, como ya lo ha resuelto la jurisprudencia de esta Corte,
(ver sentencias de Casación de 10:00 horas de 26 de noviembre de 1925 y
50
15:10 de 20 de octubre de 1943), ha quedado sustituida esa prueba
documental, por la confesional que implica la aceptación de ese contrato
por la parte actora recurrente al admitir el hecho primero de la
reconvención. De modo que, de no estar demostrada la existencia del
contrato por el documento en referencia, prueba esa existencia la aludida
confesión de la actora, por lo cual el error de derecho que se reclama en
aquella prueba documental, no es suficiente motivo para anular el fallo
como pretende en el recurso". Este lineamiento ha sido reiterado, entre
otras, en la sentencia de dicha Sala número 828 de las ocho horas diez
minutos del treinta y uno de octubre del dos mil seis. El contenido de lo
convenido por las partes ese 19 de abril de 2006, cuenta con elementos
probatorios suficientes para tenerlo por acreditado, prescindiendo del
manuscrito donde se omitió el pago de especies fiscales. Así, con carácter de
prueba confesional espontánea, según lo regulado por el artículo 341 del
Código Procesal Civil, se tienen las distintas declaraciones de las partes
contenidas en los escritos presentados a estrados judiciales. En el hecho
segundo de la demanda, visible a folio 47, la parte actora afirmó: “El 19 de abril
de 2006, a las 10:30 horas, don Marco Antonio Ramírez, representante de la
demandada y el suscrito como representante de la actora, acordamos que la
empresa demandada le cedía a mi representada los derechos de concesión y
explotación de la frecuencia radiofónica, 105.9 F.M., por un precio de
$900.000.oo (novecientos mil dólares estadounidenses).”. Al respecto, la parte
demandada, en la contestación de ese hecho, indicó: “Se acepta que a las 10
y 30 horas del 19 de abril del 2006, luego de una conversación informal que se
llevó a cabo en Soda Tapia de Lindora, determinaron tratativas y elaboró una
minuta donde se establecieron las bases para negociar el traspaso legal de la
frecuencia mencionada.- En esta oportunidad, sin presencia o asesoría de
ningún abogado, el que suscribe, Marco Antonio Alfaro Ramírez y el señor
Joseph Raymond Krieg, actuando ambos en lo personal y no en
representación de persona física o empresa específica, extendimos un
documento manuscrito informal, en el cual se aceptó haber recibido un
cheque por $20.000 del señor Joseph Krieg como señal de un “...negocio de
concesión de frecuencia 105.9.” (folios 129 y 130). En el hecho tercero de
la demanda, se indicó que la demandada, en ese momento recibió la suma de
$20.000, y se convino el pago del precio en 7 abonos: $80.000 el 15 de mayo;
$50.000 el 30 de mayo; $150.000 el 30 de junio; $150.000 el 30 de julio;
$150.000 el 30 de agosto; $150.000 el 30 de setiembre; y $150.000, el 30 de
octubre, todas las fechas del año 2006 (folio 47). Lo acordado, en el sentido de
los pagos indicados, también fue ratificado por la parte demandada al
contestar dicho hecho, en el cual, en lo que interesa, señaló: “... Se admite que
el día de suscripción de ese convenio se recibió un cheque por $20.000, pero
sujeto a lo que posteriormente se dirá y a lo expuesto al contestar el hecho
segundo, es decir que se trató de una negociación genérica, no de una cesión
formal por mediar, entre otros aspectos, una imposibilidad legal.Sí es cierto en cuanto a las fechas específicas de pago por parte del
señor Krieg, según detallamos anteriormente, pero que fue incumplido”.
(folio 135). Afirma luego que los $900.000 debían haber sido saldados en su
totalidad el 30 de octubre de 2006, según lo acordado, para finalmente
concluir: “...En síntesis vemos que en la vida de este acuerdo del año
2006, de los $900.000 comprometidos sólo depositó ... un gran total de
51
$150.000 quedando en descubierto la suma de SETECIENTOS
CINCUENTA MIL DÓLARES ($750.000).Esto indica que este “CONVENIO INICIAL”, sea cual fuere su verdadera
intención futura, se extinguió en la fecha citada por falta de pago y no
puede fundamentar las ilícitas pretensiones planteadas.” (folio 137).
También, la propia parte apelante aclara los antecedentes de lo convenido, de
la siguiente forma: “Cabe indicar que el precio objeto de esta negociación era
de $1.200,00 –sic-, pero el señor Krieg manifestó que estaba dispuesto a
pagarlo de contado si lo rebajaban a $900.000, lo cual se aceptó, pero el 19 de
abril de 2006 fecha en que se elaboró el informal documento mencionado,
solicitó que se le permitiera cancelarlo en seis meses, lo que aunque no era lo
convenido se le admitió de buena fe, (aceptando que el precio de contado en
esa suma podría ser a seis meses) recibiéndole el cheque por $20.000,
anotándose simultáneamente la forma y fechas en que cancelaría el
saldo, del cual solo canceló $150.000, quedando con el adeudo de
$750.000 detallados.” (folio 138). Es de las propias manifestaciones de la
parte demandada, concordante con las expuestas por la actora, que se
concluye de manera diáfana y precisa que efectivamente el primer acuerdo
existió, por un precio total “de contado” de $900.000, el cual por voluntad de
don Marco Antonio Alfaro Ramírez, de buena fe según indicó, se mantuvo aún
y cuando se pactó que los pagos señalados habrían de concluir el 30 de
octubre de 2006. Por ello, el contenido del documento cuestionado, de todas
formas quedó plenamente acreditado por la confesión espontánea de la parte
demandada. Así se dispone en las correcciones a los hechos probados
efectuadas en esta instancia, de manera que no resulta procedente el agravio
analizado.
IX. En el segundo agravio referente a la supuesta indebida apreciación de la
prueba, se señala:
“b. Basándose en ese mismo documento y en las declaraciones de los testigos
Juan José Campos Cordero y Benroi Daly Mullins, el señor juez tuvo por
probado -hecho distinguido con la letra b- que mi representada le transmitió a
la actora la frecuencia 105.9 F.M. Además de lo dicho en el anterior
considerando, en este es preciso cuestionar la valoración que hizo del
segundo de los deponentes, la del primero se omitió. Si se aprecia bien en
realidad no valoró la declaración del señor Campos Cordero, no hace alusión a
ella en los considerandos, por ello la nulidad pedida atrás. Ahora bien, cuando
valora la del señor Daly Mullins, lo hace refiriéndose a otros hechos y
básicamente dice que le atribuye credibilidad por el hecho de que ha estado
cerca y relacionado con las operaciones comerciales de la actora.
Francamente la valoración es muy básica. Dejó de considerar elementos tan
transcendentales como que este señor, según él mismo lo afirma en su
declaración, es socio del señor Krieg en la emisora de radio BETZ 106, la que
explota la frecuencia aquí en disputa. Además, según el mismo lo afirmó, que
es el Gerente General de dicha emisora. En otras palabras, el señor Daly
Mullins tiene interés directo en este proceso. También dejó de considerar el
juzgador de instancia las afirmaciones de este deponente en el sentido de que
nunca vio que se firmara ningún documento, no vio ni estuvo presente cuando
52
se suscribió el documento de folio 6. O sea que no puede saber de manera
directa, qué fue lo que los señores Krieg y Alfaro negociaron o quisieron
negociar en ese documento, ni a favor de quién actuaron. Podrá hacer
afirmaciones sobre el particular pero como testigo de referencia, no como
prueba directa. En esas condiciones y siendo que la prueba recién valorada
fue la única que el señor juez consideró para tener por probado que se dio una
transmisión de la frecuencia en el documento de folio 6 (ver hecho b), lo
procedente será revocar el fallo pues con esas probanzas no es posible
concluir lo que afirmó el juzgador de instancia. Valga agregar que el deponente
Juan José Campos Cordero, según el mismo lo afirmó en la declaración,
esperaba una comisión de la supuesta transmisión de la frecuencia, al
participar como intermediario de la negociación. Además afirmó que laboró
para esa la emisora BETZ 106 y que nunca vio cuando se concretó la
negociación descrita en el documento de folio 6. Como se observa, este testigo
también tiene un interés directo y otro indirecto. El directo deriva de la comisión
esperada y el indirecto de la relación de dependencia laboral que tenía con la
actora. Esas son razones que si se consideran, le restan valor a esta
deposición, al punto impedir sustentar en ella la supuesta transmisión de la
frecuencia.”.
Como se analizó en el considerando anterior, por las propias manifestaciones
de ambas partes, se encuentra acreditado que Marco Alfaro y Joseph Krieg,
convinieron el 19 de abril de 2006 un “negocio ” relativo a la concesión de la
frecuencia 105.9 F.M., por un precio de $900.000, recibiendo ese día el señor
Alfaro la suma de $20.000 y pactándose el pago del saldo en siete abonos, de
los cuales el último debía efectuarse el 30 de octubre de ese año. El señor
Alfaro Ramírez incluso ahondó en su contestación al hecho tercero de la
demanda, sobre los antecedentes de dicho acuerdo, afirmando que el precio
original de la negociación era de $1.200.000, el cual se habría rebajado a
$900.000 si se pagaba de contado. En definitiva, indicó don Marco Antonio,
este último precio se mantuvo siempre y cuando se cancelara en un plazo de
seis meses, conforme a los pagos parciales que ya han sido reseñados. Si
bien la parte demandada ha argumentado que no se trataba de una cesión,
sino de un “ negocio ”, nunca aclaró en qué consistiría dicho “ negocio ”, con lo
cual realmente lo que debe dilucidarse es la calificación jurídica de lo
convenido. Para ello, deben analizarse en forma conjunta los elementos
probatorios, conforme a las normas de la sana crítica, dentro de las cuales
están las reglas concernientes a la lógica y a la experiencia. De lo pactado
debe ponerse en evidencia que el “negocio” se dispuso por un precio total de
$900.000, el cual en un inicio era de contado, pero que el señor Alfaro
mantuvo para ser pagado en siete tractos, a seis meses plazo. No se pactó
que el “negocio” fuera simplemente por una utilización temporal o parcial de los
derechos de concesión de la frecuencia 105.9, ni que fuera una relación de
tipo asociativa, o un precontrato, lo cual hubiera lógicamente desvirtuado que
se tratara de una cesión. Lo lógico, en caso de tratarse de un negocio no
traslativo de derechos, era establecer el plazo de vigencia del acuerdo y las
estipulaciones relativas a los derechos y obligaciones de cada una de las
partes durante el plazo respectivo. Por el contrario, si se tratara de un contrato
traslativo el “ negocio ” pactado, lógicamente la estipulación se circunscribiría a
la determinación del objeto y la forma de pago del precio, como en efecto se
53
acordó entre el señor Alfaro y el señor Krieg. A lo indicado, cabe agregar los
elementos probatorios acusados de mal apreciados, a saber, las declaraciones
de los testigos Juan José Campos Cordero y Benroi Daly Mullins. Don Juan
José Campos Cordero, cuya declaración consta a folio 243, manifiesta que
conocía a los señores Alfaro y Krieg, con quienes había laborado. Fue él
quien, ante la idea de comenzar una nueva emisora de radio, los puso en
contacto. Es cierto que señala su interés en trabajar en la nueva emisora y que
recibiría una comisión como intermediario, pero ello no conduce a desvirtuar su
declaración, precisamente porque al establecerse relaciones comerciales
como la aquí discutida, quienes pueden declarar sobre sus detalles suelen ser
precisamente las personas que de una u otra forma se han visto involucradas
en ellas. El testigo afirma que fueron a una primera reunión, donde las partes
se conocieron y manifestaron su interés en hacer el negocio. Si bien no estuvo
en la segunda reunión y no presenció la firma del documento cuya copia
consta a folio 6, su declaración sí es idónea para demostrar los hechos
precedentes y posteriores, así como la forma en la cual las partes se
comportaron luego del acuerdo. Señala como la emisora, luego del acuerdo,
comenzó a funcionar y él fue contratado. Afirma que el negocio consistía en la
venta de la frecuencia 105.9 y que durante el tiempo que trabajó para la nueva
emisora don Marco nunca se involucró en ella. Sostiene que en la reunión en
la cual él estuvo presente, de lo que se habló fue de una venta de la
frecuencia. Por su parte, Benroi Daly Mullins, cuya declaración inicia a folio
240, manifestó que era socio en un pequeño porcentaje de la nueva emisora,
por tal motivo, resulta lógico que se enterara de los aspectos sobre los que
declaró sin que ello afecte en nada su credibilidad. Afirma que el señor Krieg y
él tenían interés en un proyecto radial y don Juan José Campos sirvió de
intermediario para la venta de la frecuencia. Indica: “Desde ahí comenzaron las
negociaciones sobre el precio y el tiempo en que íbamos a tomar posesión de
la emisora e íbamos a comenzar a explotarla. Según los términos de la
negociación, la frecuencia costaba novecientos mil dólares, se dijo que se iba
a hacer un primer pago después del cual nosotros íbamos a comenzar a
explotar la emisora, y efectivamente así fue...”. A lo largo de su declaración
reiteró que se trataba de la compra de la frecuencia. Luego de la negociación,
la nueva emisora comenzó su funcionamiento sin contar con la participación de
la sociedad demandada o del señor Alfaro en cuanto a su gestión o manejo,
aspecto que también corroboran los citados testigos. Todos estos elementos,
valorados en forma integral, conducen de manera unívoca, clara y precisa, a
concluir que el “negocio” efectuado por las partes fue las transmisión de los
derechos de explotación o concesión de la frecuencia citada, por un precio de
$900.000, pagaderos en los tractos indicados. Todos estos aspectos conllevan
únicamente a esta conclusión, pues lógicamente no se puede deducir que ese
“ negocio ” tuviera alguna otra naturaleza jurídica que explicara
satisfactoriamente porqué se pagaron $20.000, se adquirió la obligación por
parte de la actora de pagar a tractos, en seis meses, un total de $880.000 de
saldo y se comenzara a trabajar con la nueva emisora en la frecuencia objeto
del acuerdo, con plena autonomía por parte de la actora, sin la participación de
la demandada en la gestión. No puede más que atribuirse a la intención de
trasmitir los derechos atinentes a esa frecuencia esta serie de situaciones que
comprenden las fases de tratativas, el acuerdo y el comportamiento de las
partes luego de éste. Esta transmisión tiene la naturaleza jurídica de una
54
cesión, independientemente de la utilización o no de dicho término. Es normal
que entre personas no versadas en la terminología jurídica, como los señores
Alfaro y Kreig, se utilice el vocablo “ negociar ” como sinónimo de términos
como vender, comprar, mercadear, trasmitir o permutar. Lo importante en este
caso es analizar, en su conjunto, lo sucedido antes de que se llegara al
acuerdo, su contenido -el cual se acredita en este asunto con las propias
declaraciones de las partes-, y el comportamiento sucesivo de los
contratantes, para llegar a calificar jurídicamente, de manera acertada, el
contrato. No cabe duda, que lo “ negociado ” era, ni más ni menos, la
transmisión o cesión de los derechos relativos a esa frecuencia, con un precio
“ de contado ”, aún cuando de buena fe se permitiera su pago a seis meses
plazo. Por ende, no son procedentes los reproches formulados.
X. Como tercer motivo de inconformidad en cuanto a la apreciación de la
prueba, se indica:
“c. Señala el señor juez en el hecho probado enunciado bajo la letra h que "la
entidad Fair Fax Data Sociedad Anónima dejó de efectuar los pagos pactados
con la demandada en virtud de que existían interferencias en la transmisión
radial de la emisora Beatz 106, causados por el representante legal de la
demandada, lo cual produjo perjuicios a actora". Para tener por demostrado
ese hecho se sustentó en la prueba testimonial de Frank Steven Navarro
Coches, Enrique Henry Hodgson y Benroi Daly Mullins, sin embargo ninguno
de esos deponentes dijo lo que el juez tuvo por demostrado. Sí mencionaron
que la frecuencia tuvo problemas de interferencias y que estas provenían de
un transmisor de don Marco Alfaro, pero no dijeron que por esa razón la
empresa actora dejó de hacer los pagos que se estipularon en el documento
de folio 6. Y tómese en consideración que esta fue una de las razones
fundamentales para justificar la falta de pago de la actora, sobre los cánones
dispuestos en el joint veinture. Por si ello fuera poco, además, el juzgador de
instancia ni siquiera consideró en su valoración, que estos deponentes
trabajaban para la parte actora y que en lo referente a las interferencias, fueron
hechos que supuestamente conocieron porque alguien más se los dijo, el
técnico de su propia emisora, su compañero. Ni siquiera sobre ese particular
podrían considerarse estos testimonios para tener por cierto lo que el juzgador
afirma en este hecho. Su valor es realmente poco sin el apuntalamiento de
otras probanzas, las que no existen.
Las faltas aludidas sobre valoración indebida de prueba dejan las conclusiones
del juzgador de instancia sin sustento probatorio, al menos en lo relativo a la
transmisión de la frecuencia de radio -hecho esencial-. Si el documento de folio
6 es ineficaz para probar hecho alguno y si además los testigos que sirvieron
para apuntalar lo que el juez consideró que contenía ese documento no son
idóneos por su parcialidad y falta de conocimiento directo, la prueba que le
sirvió de sustento se desvanece y con ello la pretendida cesión. Esta es una
razón adicional para revocar el fallo recurrido.”.
En cuanto a este reproche, debe tomarse en cuenta cuál fue el alegato
formulado expresamente en la demanda. En el hecho décimo tercero de ésta,
55
se señaló: “Cada vez que mi representada se atrasaba en los abonos que se le
debían hacer a la demandada, por el precio de la cesión, don Marco Antonio
recurría a la estrategia de redactar un contrato diferente al contrato de cesión
de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia, con el cual le
ponía un precio más alto al precio de la cesión. En varias ocasiones ha creado
interferencia con sus trasmisores, causándole problema a la señal de la
emisora de mi representada, para obligarme a suscribir documentos en su
favor. También me ha amenazado con “bajar el switch” es decir, quitarme la
emisión de la señal de radio.”. La parte actora no afirmó en su demanda que el
retraso en el pago de los abonos establecidos fuera causado por una
interferencia previa de sus transmisiones provocada por don Marco Antonio.
Más bien, afirma que ello eventualmente surgía luego que la actora se
atrasaba, como un mecanismo de presión para supuestamente obligarla a
suscribir los nuevos acuerdos, con lo cual el hecho probado -h- se aleja de lo
alegado. Se afirma en los agravios que los testigos no dijeron lo que se tuvo
por demostrado y que no conocieron directamente lo que manifestaron, porque
fue alguien mas quien se los dijo, el técnico de la radioemisora. Al testigo
Frank Steven Navarro Goches no le consta directamente que el señor Alfaro
interfiriera con las transmisiones de la nueva emisora, y la única referencia
que tiene es indirecta. Al respecto, afirma: “En cuanto al bloqueo, lo que puedo
decir es que la señal estaba funcionando bien y de pronto comenzó a tener
problemas de que no entraba bien en algunas zonas. Cuando se le pidió al
técnico que investigara el asunto, nos llegó con el resultado de que alguien
había encendido un transmisor que nos estaba interfiriendo la señal, y al hacer
la investigación dijo que venía de Marco. Yo nunca conversé con ningún
técnico de la Oficina de Control de Radio que me ratificara lo dicho por nuestro
técnico en cuanto al bloqueo. Tampoco me consta que dicha oficina haya
rendido un informe en tal sentido.” –folio 238-. Por su parte, al testigo Enrique
Henry Hodgson tampoco le consta que el señor Alfaro fuera quien ocasionara
las interferencias alegadas. En primer lugar, afirma vagamente: “De hecho a
veces nos reunían cuando teníamos problemas de transmisión para
explicarnos lo que estaba pasando...”, para luego precisar: “... Cuando he
dicho que tuvimos problemas de transmisión, fue por problemas de señal y por
interferencia. En cuanto a las interferencias, a veces sonábamos muy bajo, a
veces sonaban otras emisoras, y en cuanto a los problemas de señal,
simplemente en algunas zonas no entrábamos o unos días si y otros días no.
Ignoro cual es el origen de las interferencias.” –folio 239-. A ninguno de estos
dos testigos les consta que los problemas de señal eran imputables a don
Marco. El deponente Benroi Daly Mullins afirmó que había problemas con el
sonido de la frecuencia, lo cual impedía vender normalmente las pautas
publicitarias. Señaló, en cuanto a ello, lo siguiente: “Los problemas de señal,
según nuestro técnico y la Oficina de Control de Radio la interferencia venía de
un transmisor de don Marco que funcionaba en la misma frecuencia. El mismo
señor que estaba en el transmisor de don Marco le informaba al técnico
nuestro cuando los que trabajábamos en la emisora estábamos juntos
reunidos y dicho señor nos informó que ya habían dado la orden de encender
nuevamente el transmisor, así que ya sabíamos, como cinco minutos antes de
que ocurriera, que iba a haber nuevamente una interferencia, como
efectivamente se produjo. La misma Oficina de Control de Radio nos pidió que
habláramos con don Marco para solucionar el problema porque otras emisoras
56
se estaban viendo afectadas con esta situación.”. Nuevamente se hace
referencia a una persona cuya identidad se desconoce y que no vino a
declarar, el técnico de la emisora, como el que informa de la fuente de la
interferencia. Sin embargo, esto no le consta directamente al señor Daly
Mullins. Este deponente introduce una situación fáctica que no fue narrada en
la demanda y tampoco por los demás testigos, a saber, que un señor que
estaba en el transmisor de don Marco informaba al técnico de la empresa, con
pocos minutos de antelación, cuándo se iba a conectar el transmisor de don
Marco, pero no identifica a ese informante, quien tampoco fue ofrecido como
testigo. Por último, refiere que también la Oficina de Control de Radio les había
indicado que los problemas de señal se originaban por un transmisor de don
Marco, pero tampoco indica de qué forma dicha Oficina les habría brindado
esa información, ya sea por medio de comunicación escrita o verbal, y cuál
funcionario en particular fue el encargado de hacerlo. Para corroborar esta
versión unilateral de este testigo, y en parte la de los otros, hubiera sido
pertinente que quienes supuestamente habrían constatado directamente la
procedencia de las interferencias fueran ofrecidos como testigos, para que
debidamente juramentados detallaran la forma cómo se producían, y que se
acreditara también cómo la DNCR les comunicó la procedencia de estos
inconvenientes, pero ello no fue efectuado por la parte actora. Por ende,
contrario a lo sostenido en el fallo de primera instancia, no se puede tener por
demostrado que Fairfax Data dejara de efectuar los pagos pactados a favor de
la demandada por interferencias causadas por don Marco Antonio, aspecto
que se tomará en cuenta al valorar los agravios de fondo que restan por
analizar.
XI. Como violación a normas de carácter sustantivo, se alega en los agravios
que no se habrían cumplido con los aspectos formales propios de una cesión
de los derechos de frecuencia y, además, que existía imposibilidad legal del
objeto de la negociación. Así, textualmente, se señala:
“La forma como elemento constitutivo de los contratos y la imposibilidad
legal del objeto: Una de las clasificaciones principales que se estudian en
materia de contratación es la que distingue entre contratos consensúales,
reales y formales. La categoría consensúal es la hipótesis normal. Los
contratos se perfeccionan por el mero consentimiento de las partes
contratantes (artículos 1007, 1008 y 1009 del Código Civil). Los reales
requieren de la entrega de la cosa como acto constitutivo de la obligación
contractual, como por ejemplo en el muto, el comodato y el depósito. Los
formales, en cambio, necesitan de un acto formal para su plena validez o para
su eficacia. En el caso que se examina, lo referido atrás en el punto 1 sobre la
naturaleza del bien que es objeto del supuesto pacto de transmisión, obliga a
cumplir con ciertos requisitos formales para que el negocio de transmisión de
una frecuencia de radio entre particulares se perfeccione. No basta el acuerdo
de partes, como lo consideró el juzgador de instancia, pues la transmisión de
concesiones para explotar frecuencias de radio necesitan ser autorizadas por
la oficina competente de la administración pública (normas citadas en el punto
uno de este recurso), la que verificará una serie de requisitos necesarios para
determinar si el cesionario puede además ser concesionario. Incluso se podría
57
sostener con mayor sustento jurídico, la teoría de que las frecuencias no son
bienes suceptibles de negociación alguna entre particulares. Son bienes que
están fuera del comercio de los hombres en razón de su naturaleza demanial y
por ello cualquier intento de transmisión sin la intervención estatal es
absolutamente inválida. En el caso particular la situación aún es más grave,
pues la transmisión no era posible del todo en tanto no había transcurrido el
plazo de 3 años que el Reglamento de Radiocomunicaciones disponía en su
artículo 33 -ya derogado-, para admitir, si quiera a revisión, una transferencia
de frecuencia. La incertidumbre de don Marco sobre aspectos legales y su
responsabilidad, fue lo que lo llevó a suscribir un acuerdo preparatorio y no
uno definitivo. Al constatar que no se podía transmitir la frecuencia, desistió de
formalizar la transmisión definitiva
El fundamento legal de esta posición es el artículo 631 inciso 1° del Código
Civil, en relación con toda la normativa citada en el punto uno sobre la
naturaleza jurídica de las frecuencia de radio.
A partir de los argumentos dados no es posible sostener la existencia del
traspaso de la frecuencia que dice el juzgador de instancia, razón que solicito
se tome en consideración para revocar el fallo recurrido .”
Contrario a lo sostenido por el apelante, ninguna norma jurídica prevé que el
contrato de cesión de derechos de utilización y explotación de una frecuencia
de radio sea formal y no consensual. Entre las partes puede estipularse
válidamente la cesión de este tipo de derechos sin que, para la validez de lo
convenido, sea necesario utilizar formalidades previamente establecidas
(artículo 411 del Código de Comercio). Sí es cierto que para la eficacia del
acuerdo se requiere su aprobación por parte de la DNCR, y es posible que
para ello –más no para la validez inter partes- fuera necesario comunicar
formalmente a dicha Oficina lo convenido, llenando, si fuera del caso, los
formularios respectivos. Pero no existe óbice alguno para su validez
concerniente a los interesados en el convenio, que su consentimiento sea
expresado sin mayores formalidades, derivando de éste, como una
consecuencia obligacional ineludible para la parte transmitente, suscribir los
documentos, comunicaciones y las fórmulas respectivas de la cesión, para que
sean valoradas por la DNCR, quien en definitiva será la que se pronuncie
sobre la aprobación o denegación de la solicitud de traspaso de esos
derechos, dándole o no eficacia, dentro del marco de legalidad respectivo. El
artículo 17 de la Ley e Radio No. 1758, según su texto vigente el 19 de abril de
2006, disponía en su inciso f) que era absolutamente prohibido “Traspasar o
enajenar el derecho a una frecuencia sin la previa autorización del
Departamento de Control Nacional de Radio.”. De esta norma puede extraerse
de manera lógica, en primer lugar, que el derecho de uso o explotación de una
frecuencia no está fuera del comercio, puesto que se puede traspasar o
enajenar, pero para la eficacia de tal traspaso o enajenación (lo cual es en
sentido técnico jurídico una cesión), debe contarse con la autorización previa
del Departamento de Control Nacional de Radio. Lo que estaría fuera del
comercio, sería la titularidad plena de la frecuencia de radio, la cual pertenece
siempre al Estado. En la práctica, debe darse primeramente un acuerdo de
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voluntades entre los particulares (cedente y cesionario) relativo al traspaso o
enajenación, puesto que si no hay tal acuerdo, sería absurdo o ilógico pensar
siquiera que sea sometido a la autorización indicada acto traslativo alguno. Se
reitera, las partes deben acordar entre ellas la transmisión, sujeta para su
eficacia, por imperativo legal, a la autorización del DCNR. Por otra parte, es
cierto que el Reglamento de Radiocomunicaciones, Nº 31608-G, vigente al
momento en el cual se dio la negociación entre las partes, disponía en su
artículo 33 lo siguiente: “ Artículo 33.—Traspaso de la concesión. Se
permitirá el traspaso de los derechos de la concesión de derecho de uso de
frecuencias, únicamente cuando ésta tenga como mínimo tres años de
haberse otorgado y demuestre que la frecuencia ha estado en uso. Los
interesados deberán someter al Departamento de Control Nacional de Radio la
documentación que le sea requerida.” . Por otra parte, a empresa MARCOSA
se le había otorgado la concesión de la frecuencia mediante Acuerdo Ejecutivo
N°117-204, de 10 de enero de 2005 (documento de folio 4), con lo cual a la
fecha del convenio entre las partes (19 de abril de 2006), no tenía tres años de
haberse conferido tal derecho. Sin embargo, lo dispuesto por el artículo 33 del
citado Reglamento ha de desaplicarse. En efecto, el artículo 8 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, indica que los funcionarios que administran
justicia no podrán “2.Aplicar decretos, reglamentos, acuerdos y otras disposiciones que sean
contrarias a la ley.”. La norma reglamentaria citada rebasa lo que respecto de
la transmisión o enajenación de los derechos de uso de una frecuencia de
radio dispuso el artículo 17 de la Ley de Radio No. 1758, en el inciso f) antes
trascrito, en el cual no se prohíbe de manera alguna la enajenación de esos
derechos antes de los tres años de haberse otorgado la concesión. El
Reglamento va más allá de lo dispuesto en la norma legal, introduciendo una
prohibición a la actividad privada no prevista por el legislador. Evidentemente,
esta atribución excede la facultad meramente reglamentaria, en detrimento no
solo del citado inciso f) del artículo 17 ya trascrito, sino también del principio de
libertad privada, según el cual prohibiciones de esta naturaleza (no poder
enajenar un derecho de concesión durante los tres primeros años de
otorgada), deben necesariamente ser previstas por el Poder Legislativo
mediante la aprobación de una ley, siempre y cuando se trate de una
restricción necesaria por razones de orden público (artículo 28, párrafo
segundo, de la Constitución Política). En síntesis, si la norma legal dispuesta
en el inciso f) del artículo 17 de la Ley de Radio no indicó que era prohibida la
enajenación de los derechos de concesión antes de haber transcurrido tres
años desde la concesión, no puede válidamente un Decreto Ejecutivo,
atribuyéndose ilegítimamente funciones legislativas, introducir tal prohibición
en detrimento de la autonomía privada. Por ende, el presente agravio carece
de asidero y ha de rechazarse.
XII. En el último grupo de agravios, se combate el silogismo con el cual el
juzgador de primera instancia llegó a las conclusiones que provocaron el
acogimiento de la demanda. En su planteamiento general, el recurrente afirma:
“Se parte de los hechos demostrados para probar que el juzgador de instancia
59
no logra construir de forma lógica sus conclusiones. Acude a premisas que
aunque no fueran falsas, algunas sí lo son, no llevan necesariamente a las
conclusiones que propone. En términos generales el recorrido que sigue es el
siguiente: Don Marco Alfaro y el señor Krieg firmaron el documento de folio 6.
Este documento refiere a la entrega de una señal de trato y negociación de la
frecuencia 105.9 F.M. Para cuando don Marco firmó ese documento,
MARCOSA M y V S.A., era la concesionaria de la frecuencia 105-9 FM. La
frecuencia comenzó a ser explotada por la empresa actora desde que se
suscribió el documento de folio 6. La empresa actora se encargó por completo
de administrar la emisora de radio que explotaba la frecuencia, pagando
cargas sociales y salarios de los empleados, servicios públicos, patente y
otros. Don Marco Alfaro no participaba de las decisiones de esa emisora de
radio. La actora pagó una cantidad importante de dinero cercana a la pactada
en el documento de folio 6, quedando un saldo de 186.000 dólares. Entonces,
para el juzgador, el documento de folio 6 es un contrato de transmisión del
derecho de concesión de la referida frecuencia.
Además construye otro silogismo que de igual forma debe ser revisado. Parte
de la conclusión que sacó anteriormente, sea que la frecuencia de radio 105.9
le fue traspasada por la demandada a la actora y como la actora se ocupaba
de explotarla y el precio pactado en el joint veinture es, a su criterio, abusivo,
entonces ese contrato, celebrado por las partes ante abogados y bajo su
asesoría, es simulado. Revisemos esos silogismos..”.
Luego de formular este planteamiento general, relativo a las premisas que
según el apelante desarrolla el fallo de primera instancia, concreta en primer
lugar su análisis sobre la naturaleza del contrato contenido en el documento de
folio 6, su constitución y la intervención de las partes en su nacimiento. Al
respecto, precisa:
“ a. Don Marco Alfaro efectivamente suscribió el documento visible a folio 6.
Así lo reconoció tanto en la contestación de la demanda como en la prueba
confesional. No obstante, de ello no se saca, que él actuara a nombre de mi
representada; tampoco que, aún y cuando así hubiera procedido -lo que no se
admite-, realmente transmitiera dicha frecuencia. El juez de instancia tuvo por
probado en la sentencia recurrida que la empresa demandada es la
"propietaria de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia
radiofónica 105.9 F.M." (hecho a). También que don Marco Alfaro y el señor
Joseph Krieg suscribieron un documento por medio del cual se dio "...como
señal de trato por negocio y posterior transmisión de los derechos de
concesión de la frecuencia 105.9...", la suma de veinte mil dólares y que con
posterioridad se efectuaron distintos actos que a su entender fueron de
ejecución de dicha transmisión (hechos b, c, d, e, f y g de la sentencia
recurrida). Luego llega a la conclusión en los considerandos
(CONSIDERANDO IV), que don Marco Alfaro actuó a nombre de la empresa
demandada transmitiendo la referida frecuencia. Sea que el señor juez
concluye que Mareosa M y V S.A. transmite a Faír Fax S.A. la frecuencia
105.9, por el hecho de que don Marco Alfaro y el señor Krieg firmaron el
supuesto contrato de transmisión y porque luego se dieron actos que él
60
entiende como ejecutores de dicha transmisión. Sin embargo no verificó,
constató o de alguna forma determinó, si ambos señores podían comprometer
en ese momento y de esa forma a dichas empresas. El suscrito se pregunta
cómo hizo el señor juez para determinar, por ejemplo, que don Marco Alfaro
contaba con facultades suficientes para transmitir dicha frecuencia en el
momento que la transmitió. En realidad nunca lo dice, no valora prueba alguna
para llegar a esa conclusión necesaria para declarar que la empresa que
represento realizó actos de disposición de la referida frecuencia. Sin un
análisis claro y preciso de tan elemental circunstancia, a quien suscribe y a la
parte que represento se le dificulta ejercer el derecho de defensa por medio de
esta apelación, en tanto no se extrae de la sentencia el iter lógico seguido por
el juzgador de instancia que lo llevó a concluir como lo hizo. No se sabe cuál
es la prueba que utilizó para determinar la obligación de entrega de mi
representada, menos aún se conocen sus valoraciones sobre la prueba que
pudo haberlo llevado a esa conclusión.- No obstante dicha falta, quien suscribe
este libelo se dio a la tarea de tratar de encontrar alguna prueba que
determinara facultades de representación a favor de don Marco Alfaro sobre la
compañía demandada para cuando se suscribió la supuesta transmisión, sin
embargo no las encontré. Sólo consta en autos una certificación notarial (folio
3) por medio de la cual el señor abogado de la parte actora, actuando como
notario, dice que en la fecha que certifica -14 de noviembre de dos mil siete- el
señor Marco Antonio Alfaro Ramírez es presidente con facultades de
apoderado generalísimo de la empresa Mareosa M. y V. S. A., o sea en fecha
muy posterior al momento en que se suscribió la supuesta transmisión. Por ello
no creo que esta sea la prueba que le dio al juzgador de instancia la certeza de
que mi representada fue a su vez representada por don Marco Alfaro para
cuando se suscribió el referido "acuerdo". Además, hay que puntualizar que el
señor Marco Alfaro ha manifestado en este proceso que él no actuó por la
empresa demandada cuando suscribió el documento de folio 6 y la
demostración de ese hecho negativo no se le puede cargar a mi representada
como demandada. En ese particular, la carga de la prueba le corresponde a la
actora (317 del Código Procesal Civil), y el documento de folio 6 no dice que el
señor Marco Alfaro actuara en esa condición. No hay prueba entonces para
demostrar que así lo hizo, por lo que tampoco hay legitimación pasiva para
condenar a mi representada.”.
No existe duda alguna en cuanto a la participación de don Marco Alfaro como
representante de la demandada al momento en que acordó “negociar” la
concesión de la frecuencia 105.9 F.M., el 19 de abril de 2006. En efecto, dicha
frecuencia pertenecía en esa fecha a Marcosa y, en ese momento, el
representante con facultades legales para representar a dicha sociedad era
precisamente don Marco Alfaro. Si él entró en negociaciones respecto de esa
frecuencia, no existe más explicación lógica y, además, acorde con los
principios de buena fe negocial y de primacía de la realidad, que considerar
que sus tratativas las hizo en la única condición en la cual legalmente podía
hacerlo, sea, como representante de la titular del derecho que estaba
“negociando”. Considerar que actuaba únicamente a título personal, no sólo
sería dar la espalda a la lógica, sino también admitir que, de mala fe, estaría
engañando a su contraparte y a su misma representada. No solo negoció, sino
que ejecutó en parte lo acordado, recibiendo el pago inicial de $20.000 y
61
permitiendo la utilización de la frecuencia 105.9 para trasmitir la nueva emisora
Beatz 106 F.M., recibiendo algunos pagos posteriores. La única explicación
lícita, lógica y unívoca de la participación de don Marco en la negociación del
19 de abril de 2006, es como representante de la titular de dicha frecuencia. La
carencia eventual de facultades de don Marco para negociar, debió ser
acreditada por Marcosa. Pero dicha sociedad no alegó que a la fecha de
celebración de este acuerdo don Marco Antonio Alfaro Ramírez no fuese su
representante con facultades de apoderado generalísimo sin límite de suma.
Más bien, consta que la condición de presidente y representante judicial y
extrajudicial sin límite de suma de Marcosa, la ejerce don Marco Antonio Alfaro
Ramírez desde el 27 de abril de 2001 y hasta el 27 de abril de 2100, según
consta en la certificación de personería visible a folio 316. Por ello, resulta
inaceptable que se manifieste en el recurso de apelación que no existe en
autos documento alguno donde conste que el señor Alfaro Ramírez era el
presidente de Marcosa en esa fecha. Por ende, este agravio también resuelta
improcedente.
XIII. Asimismo, se trata de desvirtuar en esta instancia que el negocio de 19 de
abril de 2006 fuera un contrato definitivo, tratándose de demostrar que se
trataría tan solo de tratativas preliminares. Argumenta la parte recurrente:
“b. Hay que decir con total transparencia que en la contestación de la demanda
don Marco reconoció que el documento de folio 6 refiere a la negociación de
tratativas preliminares que establecían las bases para una posterior
transmisión de la frecuencia. Sin embargo, ni siquiera con esas afirmaciones
se puede considerar que el traspaso definitivo finalmente se convino. Primero
porque no se ha probado que él actuara en representación de la demandada.
Segundo porque el mismo don Marcos ha insistido, tanto en la confesional
como en la contestación de la demanda, que se trataba de tratativas
preliminares, a manera de precontrato, posición que cuenta con varios indicios
a su favor que no fueron considerados por el juzgador de instancia. Veamos:
De los pagos pactados en el documento de folio 6, sólo uno fue recibido
directamente por don Marco Alfaro, el primero de 20.000 dólares dado en
señal de trato. El resto, que no cubren la totalidad de lo pactado, no se
pagaron según lo estipulado, lo que evidencia que no se concretó el contrato
definitivo. La mayoría de los pagos se hicieron mediante depósitos unilaterales
en cuentas relacionadas con las empresas de don Marco Alfaro, y como ya se
dijo, fuera del plazo. Entre esos depósitos aparecen dos, uno por 60.000
dólares y el otro por 70.000 dólares. Ambos se efectuaron durante el tiempo
establecido en el documento de folio 6, pero no en el momento preciso
estipulado ni por la suma que se requería. En todo caso sólo ascienden a la
suma de 130.000 dólares, más 20.000 de la señal de trato son 150.000, del
total de los 900.000 dólares pactados. De este indicio se puede deducir que si
los pagos no se hicieron en la forma que se dispuso en el documento de folio
6, fue porque lo pactado allí nunca se concretó. De lo contrario se habrían
realizado según lo estipulado, o ante el incumplimiento, el mismo don Marco
Alfaro habría procurado su pago mediante alguna acción judicial o extrajudicial.
Por otro lado, el hecho de que la frecuencia fuera explotada por la empresa
actora y que esta se ocupara de una serie de pagos de servicios públicos,
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patentes, cargas sociales y salarios de los empleados de la emisora de radio,
no son razones suficientes o indicios sólidos para concluir de manera
inequívoca que el traspaso se perfeccionó. Pueden existir otras razones para
explicar dicha explotación -luego se verán- y existen muchos otros indicios que
llevan a concluir de manera distinta a la plateada por el juzgador. Además de
la falta de pagos oportunos ya mencionados, también está la imposibilidad de
negociar la frecuencia sin la intervención de la Administración Pública y la
imposibilidad absoluta del artículo 33 del Reglamento de Radiocomunicaciones
(citado atrás); la ausencia total de gestiones de parte de la demandada o su
representante para pedir el perfeccionamiento del contrato ante la oficina
respectiva (no hay pruebas en ese sentido); la ausencia total de gestiones de
parte de la actora en ese mismo sentido, ya fuera ante la oficina pública
respectiva o ante la autoridad judicial competente (no presentó pruebas en ese
sentido). Procedió judicialmente para que se reconozca la inexistente cesión
hasta año y medio después, lo que no se justifica en un plano lógico. También
está la suscripción del joint venture y su adendum bajo la asesoría de los
abogados de ambas partes -luego se analizarán-; la realización de pagos por
parte de la actora con posterioridad a la constitución de este último contrato en
el que se estipuló una fórmula distinta de pago a la pactada en el documento
de folio 6. Si no estaba de acuerdo con el joint veinture y sí con la supuesta
cesión, por qué seguir pagando bajo un nuevo sistema de pagos, por qué no
pidió la intervención judicial o administrativa en ese momento. En fin, estos
también son indicios y aunque en este proceso no se ha pedido que se declare
la falta de constitución del contrato definitivo, tales indicios deben de
considerarse como premisas que se interponen en los silogismos hechos por
el juez, y que impiden tener como existente el traspaso definitivo de la
frecuencia a favor de la actora.”
No se comparte la tesis esgrimida en este agravio. Los indicios, claros,
precisos y unívocos que existen en autos, llevan a afirmar la existencia de un
negocio traslativo de la frecuencia de radio 105.9 de Marcosa a Fairfax,
efectuado el 19 de abril de 2006. Como ya se analizó al valorar los reproches
sobre la apreciación de la prueba en este sentido, las tratativas anteriores a
esa fecha eran para el traspaso definitivo de esa frecuencia y en ningún
momento se vislumbró siquiera, conforme a lo que consta en autos, otro tipo
de negocio. En segundo lugar, se pactó y efectuó el pago inicial de $20.000;
luego, sin estar sujetos a una posterior aceptación de un eventual contrato
definitivo y sin pactarse siquiera una fecha específica para ello, de una vez se
establecieron las fechas de pago del saldo respectivo. Los pagos efectuados,
aun cuando fueran en fechas posteriores o en cuentas bancarias de empresas
de don Marco Alfaro, no fueron protestados o devueltos. El precio total de
$900.000 sí fue estipulado, sin sujeción a alguna posterior aceptación
definitiva; además, el comportamiento sucesivo de las partes, lejos de no tener
trascendencia, se ajusta a la ejecución de un contrato definitivo y no a la
simple estipulación de un contrato preparatorio, pues de inmediato se produjo
la explotación de la frecuencia por parte de la sociedad actora, sin la
participación en la gestión empresarial de Marcosa, lo cual se aleja de un
contrato eminentemente preparatorio. La existencia de incumplimientos de lo
que se había pactado de manera definitiva no convierte al convenio en un
contrato preparatorio. No existen indicios contrarios a la conclusión combatida,
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sea, a la existencia de un contrato definitivo. Ya se indicó el porqué se debe
considerar que don Marco Alfaro actuaba como apoderado de Marcosa y que
la naturaleza de lo pactado era una cesión de los derechos de uso y
explotación de la frecuencia, aspecto respecto del cual no cabe referirse
nuevamente. La falta de algunos pagos en las fechas pactadas, a los cuales la
propia parte apelante ha calificado como incumplimientos de lo acordado, no
convierte al convenio en simples tratativas. Son, ni más ni menos, el
incumplimiento de parte del contenido del contrato definitivo. Si los pagos se
efectuaron por medio de depósitos y no directamente a don Marco, como se
alega, no se puede lógicamente deducir que no se trataba de un contrato
definitivo. Por dicha vía, fueron realizados, aceptados y reconocidos por la
demandada. Tampoco es cierto que había una imposibilidad legal para ceder
los derechos que tenía Marcosa respecto de esa frecuencia radiofónica,
conforme ya fue ampliamente analizado. Es cierto que la parte actora
incumplió en buena medida sus obligaciones de pago, según fueron pactadas
el 19 de abril de 2006, y por ello resulta comprensible que no accionara
judicialmente para obtener definitivamente los documentos atinentes para
proceder a inscribir la cesión ante el DNCR, pero ello conduciría más bien al
análisis de la causa que eventualmente pudieran tener el contrato de Joint
Venture cuestionado y su adendum, y no para afirmar la inexistencia inicial de
la cesión. Por ende, este agravio tampoco es de recibo.
XIV. El punto medular que falta por analizar, es determinar si el contrato
denominado “ joint venture ” y su adedum es verdaderamente simulado,
tomando en cuenta la situación de hecho existente al momento de su
suscripción y, en todo caso, si de existir alguna simulación o vicio de la
voluntad, ello acarrearía inexorablemente la nulidad de lo pactado,
haciendo exigible el primer contrato de cesión, en los términos señalados
en la sentencia apelada. En sus extensos agravios en cuanto a este
punto, señala la parte apelante:
“Sobre la simulación del joint venture y su adendum: Se trae a colación
aquí, algo que ya ha sido revisado atrás, pero ahora para concluir que el
juzgador de instancia no resolvió con base en las reglas de la sana crítica.
Aunque la parte actora pidió que se declarara que el contrato de joint venture y
su adendum son simulados, el juzgador de instancia resolvió otra cosa al
concluir que no existió consentimiento por faltar voluntad en la parte actora
cuando se suscribió ese contrato. Expresamente dijo: "Es así entonces como
se concluye que los contrato de Joint Venture y su Adendum fueron suscritos
para obligar a la actora al pago del precio del trato hecho con la demandada".
Lo anterior implica, como se dijo atrás, un vicio de la voluntad por error, dolo o
violencia, y no en un problema que, por no existir la causa del negocio
aparente, éste sea simulado. Ahora sí, en punto a lo que aquí se pretende
analizar, es preciso decir que una conclusión sacada de premisas falsas o al
menos cuestionables, no es una conclusión válida. La supuesta simulación del
joint venture es una derivación casi que exclusiva de la existencia, para el
juzgador de instancia, del traspaso definitivo de la frecuencia. Sin embargo,
con lo dicho atrás, ese traspaso ya no podría tenerse como existente a partir
64
de las pruebas y hechos que el juzgador de instancia tuvo por probados, pues
sus conclusiones no son lo sólidas que se requieren. Así, siendo que la
proposición fundamental de la supuesta simulación quedó desdibujada,
entonces ha de correr la misma suerte la conclusión de que el joint veinture es
simulado. De todas maneras, sobre este tema también hay indicios que
afectan la conclusión del juzgado. Aunque hipotéticamente se creyera que el
contrato definitivo de traspaso se concretó, qué razones pudo haber tenido el
representante de la parte actora para querer disimular la existencia del
traspaso de la frecuencia -bien escaso y muy valioso- por medio de un contrato
de colaboración con la demandada para crear la apariencia de que no había
adquirido ese bien. Sólo encontrando esa razón podría decirse que el contrato
es simulado, pero de las pruebas traídas al proceso no es posible deducirla.
En esto hay que tener claro lo ya dicho, la simulación es un acuerdo querido
por ambas partes, no sólo por una de ellas. En la sentencia se tiene como
causas o razones para querer hacer esa simulación, disimular la existencia de
la cesión, asegurar el pago del precio de esa cesión y establecer un
incremento en el precio, sin embargo todas sólo podían venir de la voluntad del
señor Marco Alfaro (no son ciertas, se consideran sólo para analizar el iter
lógico seguido por el juzgador), no del representante de la actora.
Analizándolas, ninguna puede ser de interés para la parte actora, por lo que no
parece lógico considerar que en estas estuviera su decisión de simular. Por
ello no puede sostenerse que aquí exista una voluntad común de simular. Lo
que el juez en realidad declaró fue un vicio del consentimiento en tanto la
voluntad del señor Krieg estaba afectada, ya fuera por dolo, error o
intimidación. Sin embargo, tampoco se puede determinar a ciencia cierta, que
así fuera. Al suscribir el joint venture y su adendum, el representante de la
actora se hizo acompañar por su propio abogado (ver documento de folio 6).
Lo hizo bajo su asesoría, por lo que no existen razones lógicas para pensar
que desconocía el contenido de lo que firmó, o que lo hizo por error, violencia
o dolo. La actora no aportó prueba para demostrarlo.
Además, la actora realizó varios pagos después de suscrito ese contrato. Por
qué pagar cuando no se ha firmado.
Otro de los indicios que utiliza el juzgador para sostener su errada posición, es
que el precio pactado en el joint veinture es exagerado si se considera el plazo
de ocho meses establecido en el contrato. Además porque para él resulta
contraproducente, aunque habla de "corriente mercantilista negocia!", que se
pacte un contrato de colaboración entre dos empresas, asumiendo una de
ellas las cargas -pago de servicios público, pago de cargas sociales y riesgos
por pérdidas- mientras que la otra sólo aporta una frecuencia radiofónica,
recibiendo a cambio la suma de 900.000 dólares. El tema del precio no es
cuestión que el señor juez pueda valorar sin prueba pericial. No creo que él
tenga conocimiento en la materia para determinar que el precio es alto, pero si
los tuviera tampoco podría aplicarlos. En todo caso este no es un producto
sujeto a regulaciones de precio. Por otro lado el referido precio no sólo cubría
el plazo futuro dispuesto en el joint ventare, sino también todo el que había
transcurrido desde que la actora entró a operar la frecuencia. La deposición de
don Marco Alfaro y su contestación a la demanda así lo confirman. Además,
65
quién dice que aportar una frecuencia es cosa poca. No todos los ciudadanos
de este país contamos con frecuencias de radio. No todos contamos con un
instrumento que realmente genera tanta riqueza y tanto poder mediático, como
una frecuencia de radio. No puedo ver que ello sea poca cosa.
Con lo dicho, más bien cabe pensar que si algún contrato efectivamente existió
y existe es el de joint veinture. La prueba que consta en autos y algunos de los
hechos tenidos por demostrados por el juzgador de instancia así lo
demuestran -con ello no se pretende una declaración en este sentido, sino
aportar más indicios que como se ha visto chocan con la conclusión de que se
perfeccionó un contrato definitivo de traspaso de frecuencia-. Además, entre la
prueba presentada por la parte actora se aportaron documentos que certifican
la titularidad de la concesión de la frecuencia 105.9 a favor de mi
representada, también que, aún después del negocio contenido en el
documento de folio 6, la frecuencia continuó bajo el control de don Marco
Alfaro o de la demandada. Después del 19 de abril del 2006 -fecha del
documento de folio 6-, propiamente el 8 de setiembre de ese año, don Marco
pidió a la oficina de Control Nacional de Radio el traslado territorial de las
antenas y del lugar de transmisión para la frecuencia referida. En ella no
refiere a ningún contrato de cesión o traspaso. Esa misma oficina siguió
considerando a mi representada como la concesionaria o a don Marco Alfaro
como el representante de la concesionaria, nunca a la empresa actora ni al
señor Krieg. En este sentido ver el documento de folio 8, fechado 14 de
setiembre del 2006, por medio del cual la oficina de Control Nacional de Radio
autoriza el traslado territorial dicho atrás. También el documento de folio 4, que
corresponde a una certificación de dicha oficina en la que se hace constar que
mi representada es la concesionaria de la frecuencia desde el 10 de enero del
2005. Este documento fue fechado el diecisiete de octubre del 2007.
Finalmente conviene hacer algunas puntualizaciones técnicas sobre el contrato
de joint venture, que servirán para justificar por qué éste es el contrato que
realmente existe. El joint veinture se cataloga como un contrato de
colaboración. Lo anterior implica que los sujetos contratantes acuerdan
colaborar entre ellos para lograr un propósito común lucrativo, pero no en los
términos de una sociedad mercantil o civil o bajo instancias asociativas
semejantes (en este sentido Fariña, Contratos Comerciales Modernos,
Editorial Astrea, Buenos Aires, 1993, p. 744; Argén, Diccionario de Derecho
Comercial y de la Empresa, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1982, p. 255;
Chavarría Saxe, Las Empresas de Participación Conjunta o "Joint Ven tures".
Tesis para optar por el grado de Licenciado en Derecho, UCR, 1990, p. 14; Le
Pera, Joint Venture y sociedad, Acuerdos de Coparticipación Empresarial,
Editorial Astrea, Buenos Aires, 1989, p. 115). Lo anterior implica que no es
necesaria la figura de un contrato asociativo para manejar, administrar y
fiscalizar el negocio común. El deber de fidelidad entre los contratantes es
sustancial, precisamente en razón de la anterior característica. Una de las
situaciones que mejor lo diferencia de otras figuras jurídicas es la de tener un
objetivo o proyecto común muy específico y determinado, en la que ambas
partes se involucran precisamente por las condiciones particulares de cada
una de ellas. Por ejemplo, tal y como sucede en este caso con la parte
66
demandada y con las buenas intensiones que en algún momento tuvo la
actora. La primera cuenta con una frecuencia y la segunda buscaba explotarla.
Sin embargo, a la primera le interesa seguir explotando la frecuencia, pero no
quiere administrar todo el conjunto de operaciones, bienes y personal que
implican una emisora de radio. Además no puede ceder la frecuencia, por lo
que en su lugar decide continuar explotándola con alguien más. Por ello deja
en la actora el manejo de la emisora y pone al servicio del proyecto la
frecuencia de la que es concesionaria. Como ya se dijo, no se necesitaba una
persona jurídica para manejar la emisora y la radio, precisamente esa es una
de las cosas que se quiere evitar, tener que estar asociado a alguien. La
posibilidad de obtener lucro para ambas es evidente, aunque en los joint
veinture puede que al final sólo una de las partes se vea económicamente
beneficiada. En todo caso, en el presente la emisora se ve beneficiada por
medio de la explotación directa de la frecuencia y la concesionaria por el canon
estipulado a su favor. Hay un deber de fidelidad entre ambas partes que por la
falta de asociación se percibe de manera especial en estos contratos. De parte
de la demandada ese deber ha existido, lo que se prueba por el hecho de que
incluso la parte actora cuenta con documentos propios de la demandada y su
representante, pero que le son útiles para explotar la frecuencia. Los tiene
porque algún personero de mi representada se los ha dado para su seguridad.
Las decisiones con respecto al negocio, no tienen que ser tomadas
necesariamente en común, a manera de los entes asociativos. Tampoco tienen
que existir entes fiscalizadores comunes en el sentido dicho atrás. El joint
venture es muy amplio, admite muchas fórmulas posibles, en especial el
denominado joint veinture contractual (Obra de Chavarría Saxe ya citada, pp.
125 -126; Cabanellas de las Cuevas y Kelly, contratos de Colaboración
Empresarial, Buenos Aires, 1987, p. 111 y siguientes). Forma parte de esos
contratos anglosajones caracterizados por su ductibilidad, por su capacidad de
adaptarse a diferentes situaciones posibles. Lo que mejor le identifica es la
idea de colaboración conjunta en razón de la naturaleza propia de cada uno de
los colaboradores. Tal y como sucede en este caso. Uno tiene la frecuencia y
el otro quiere explotarla por medio de una emisora de radio, pero no existe
intensión asociativa. Al final se da una explotación conjunta de la que ambas
partes sacan su propio beneficio.
Tal y como ya se dijo, la explicación anterior no es para que se declare la
existencia del joint veinture (este existe), sino para que al menos no se
desconozca la posibilidad de que en este caso ese pudo haber sido el contrato
que las partes adoptaron a partir del fracaso del negocio preparatorio descrito
en el documento de folio 6, y en ese tanto que no puede ser desconocido, ni
como contrato simulado, ni por una invalidez consecuencia de falta de
consentimiento. Además, para que sirva de argumento adicional a efectos de
establecer que la cesión pedida no existió y que el traspaso definitivo nunca se
concretó. Finalmente, sea o no este un contrato de joint veinture, lo cierto es
que en éste se dejó patente que la demandada es la concesionaria de la
frecuencia, condición que no tiene la actora -cláusula novena-. Siendo que
esta última lo suscribió y que lo hizo a sabiendas de lo que firmó y bajo el
auspicio de su abogado, cómo es posible que el señor juez concluya que la
frecuencia ahora le pertenece. En conclusión, la sentencia recurrida trae
defectos formales que producen nulidad no sólo de ésta sino de todo lo
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actuado. Sin embargo, para el caso de que el tribunal no comparta esta
opinión, se han formulado una serie de agravios tendientes a revocar el fallo.
En síntesis, el juzgador de instancia tuvo por probado un traspaso de una
frecuencia de radio, que si bien se intentó, nunca se concretó por imposibilidad
legal. Además anuló un contrato de joint venture, dice que por ser simulado,
aunque en realidad por vicios en el consentimiento. No obstante, es el único
que existe. Surgió precisamente para poner en orden la situación de hecho
creada por tolerancia de mi representada, al permitir que la actora continuara
usufructuando una frecuencia de la cual no es concesionaria y de la cual no
podía llegar a serlo por imposibilidad legal. Puede que la calificación dada al
joint venture no sea la más oportuna, creemos que sí, pero si no lo fuera no
por ello es simulado o inválido. Existe, fue suscrito por la actora en presencia
de su abogado y se ha estado ejecutando desde que se perfeccionó podría
decirse que de hecho desde antes. Todo lo anterior conlleva a la revocatoria
en el sentido expuesto.”.
Cabe descartar,desde ya, todos los agravios concernientes a la inexistencia
del contrato de cesión de derechos del 19 de abril de 2006, por cuanto, según
se analizó ya con detalle, este sí se concretó. Por ende, ha de circunscribirse a
los aspectos concernientes a si el indicado contrato de joint venture y su
adendum son simulados. Para ello, en primer lugar, cabe reseñar los aspectos
más relevantes en torno a dicha figura y a otras concernientes a vicios de la
voluntad.
XV. Existen diferentes supuestos en los cuales se presenta una divergencia
entre la voluntad manifestada por las partes en un negocio jurídico y lo que
ellas verdaderamente quieren, tales como la reserva mental, el error obstativo,
el disentimiento y la simulación. En estos casos, existe una voluntad real que
no concuerda con lo que se ha declarado. En la simulación, figura sobre la cual
se debate en este proceso, las partes acuerdan deliberadamente efectuar una
manifestación que no corresponde a su verdadera intención. Así, hacen
aparecer como real un negocio del cual no quieren del todo sus efectos; o bien
aparentan un tipo de negocio diferente de aquél que conforme a su voluntad
real es el que verdaderamente desean o quieren. Hay entonces una apariencia
contractual creada intencionalmente que no corresponde a la realidad. Se
habla de simulación absoluta cuando detrás de la apariencia puesta en escena
por las partes, no existe ningún tipo de contrato o negocio jurídico que
verdaderamente deseen. Si se demuestra que tan solo existe una apariencia,
sin que en realidad haya voluntad negocial de ningún tipo, la ausencia total del
elemento voluntad provoca la nulidad absoluta del negocio o contrato
simulado. Es claro que existe una voluntad de las partes en exteriorizar un
negocio jurídico -existe voluntad de la apariencia-, pero no existe voluntad de
ellas en cuanto a producir los efectos de ese negocio o de algún otro -no existe
voluntad del negocio-. Si las partes han creado una apariencia diferente de lo
que verdaderamente quieren, tendríamos entonces dos contratos o negocios:
uno, el simulado o ficticio, consiste en el velo o apariencia que se ha hecho
evidente al externo; el otro, el disimulado u oculto, sería aquel cuyos efectos
realmente quieren las partes. En este caso, el primero carece de eficacia y,
acreditada la simulación relativa, esa mera apariencia desaparece, cual
68
espejismo, para hacer emerger al exterior el negocio o contrato disimulado,
respecto del cual cabrá entonces determinar su validez o eficacia. Dada la
formulación de los agravios precedentes, ha de acotarse que en la simulación
existe una voluntad concurrente de las partes en hacer aparentar como
verdadera una declaración de voluntad que no lo es; y tal comportamiento ha
de tener una causa o motivo que explique el porqué las partes, de común
acuerdo, han decidido externar una apariencia que no corresponde a su
voluntad real. Esta causa simulandi, puede encontrarse en el deseo de
perjudicar a terceros, evadir la aplicación de normas jurídicas, o simplemente
en motivos internos que podrían no acarrear ilicitud. La simulación, al
originarse en una intención compartida de todas las partes en hacer aparentar
la existencia de un negocio o contrato irreal, se diferencia de otros supuestos
de vicios de la voluntad en los cuales la divergencia entre la voluntad real y lo
declarado es solamente unilateral o no involucra a todos los contrayentes. Así,
en la reserva mental, un sujeto declara algo diferente a lo que en su fuero
interno desea, sin que la contraparte esté en grado de enterarse de esa
divergencia, por lo que el negocio es perfectamente válido y eficaz. En otras
ocasiones, puede surgir el fenómeno del disenso o disentimiento, el cual se
produce cuando debido a errores en cuanto a la naturaleza del negocio o
identidad de su objeto, o por malentendidos concernientes a las declaraciones
de una parte, una parte en apariencia acepta, pero en realidad no ha existido
un acuerdo de voluntades, puesto que no existe correspondencia o identidad
en lo querido por cada una de ellas, con lo cual no se podría válidamente tener
por configurado el contrato. Se presentan también fenómenos patológicos en
los cuales la manifestación de voluntad está condicionada por factores como el
error (vicio), la violencia o el dolo. En el primer caso, si el error es esencial y
reconocible, concerniente a la naturaleza o al objeto del contrato, puede dar
cabida a su nulidad (artículo 1015 del Código Civil). Tratándose de violencia, el
contratante emite su voluntad en virtud de una amenaza de un mal injusto
(violencia moral) o es obligado por actos materiales o fuerza en su persona a
efectuar su manifestación de voluntad (violencia física), lo cual, en nuestro
Código Civil, da lugar a la nulidad del contrato en los términos de sus artículos
1017, 1018 y 1019. Por último, se encuentra el dolo, mediante el cual una de
las partes, por medio de artificios o engaños, hace incurrir a su contraparte en
error, de tal manera que acepta una contratación que, de no ser por ello, no
habría concluido, haciendo anulable el contrato (artículo 1020 del Código Civil).
XVI. Otro aspecto que debe ser abordado, al menos en cuanto a sus
lineamientos generales, es el del contrato de “joint venture”, por cuanto, bien o
mal, esa fue la denominación dada al convenio y su adendum cuya nulidad se
pide. En la actualidad, como consecuencia de la apertura de mercados y la
globalización, los sistemas jurídicos de tradición romano germánica han sido
influenciados de manera constante por figuras económicas y contractuales
afines al derecho anglosajón. Es así, que en detrimento de las figuras
tradicionales del derecho latino, se han venido utilizando con mayor frecuencia
otras que antes eran desconocidas, tales como el leasing, factoring,
franchising y joint venture. En algunas ocasiones, ha sido provechoso el
enriquecimiento jurídico obtenido con estos nuevos esquemas negociales, sin
embargo, en otras oportunidades, tal vez por desconocimiento o falta de
precisión al momento de elaborar los contratos, su utilización ha generado
69
grandes incertidumbres y controversias. En lo que concierne al “ joint venture
”, se refiere a un esquema negocial propio del derecho inglés,
caracterizado por su elasticidad y una gran amplitud de contenidos, lo
cual dificulta en buena medida el dar una delimitación clara y precisa de
sus aspectos estructurales y funcionales. En castellano, ese término
podría ser traducido de varias formas, como “ aventura conjunta ” o “
aventura en conjunto ”, y acostumbra también ser considerado como
equivalente de “ alianza estratégica ” o “ alianza comercial ”, “ asociación
de empresas ” o “ emprendimiento conjunto ”. Se suele clasificarlo como
un contrato de naturaleza asociativa, para el ejercicio de una actividad
empresarial o proyecto comercial específico, en el cual los participantes
unen no solo esfuerzos, sino también los elementos indispensables para
su consecución. Cada uno de los participantes realizan aportes, de las
más diversas formas, sin que para ello se deban seguir normas rígidas como por ejemplo aquellas concernientes a los aportes societarios-; sin
que sea necesaria la creación de una persona jurídica nueva, ni que cada
una de las partes pierda su propia individualidad. Los participantes,
buscan por medio de esta alianza, obtener los beneficios de la actividad
de la manera que más les convenga. Como eje principal de esta figura,
está el aporte de recursos, los cuales pueden ser financieros,
tecnológicos, intelectuales, materiales, inmateriales, de conocimiento,
etc.. Todos los participantes pretenden obtener un beneficio de la
actividad empresarial a desarrollar, el cual no necesariamente tiene que
ser de la misma naturaleza: algunos pretenderán obtener una ganancia
según los resultados periódicos de la operación; otros buscarán obtener
un lucro fijo, independientemente de las ganancias obtenidas durante el
plazo de vigencia; algunos obtener beneficios directos con la obtención o
utilización de los bienes o servicios producidos por la actividad
empresarial, de manera gratuita o a un costo inferior al de mercado, y así
sucesivamente. Pese a la existencia de esa alianza estratégica, cada una
de las partes normalmente continúa ejerciendo sus propias actividades
económicas o empresariales de manera individual y es normal, aunque
no esencial, que todos los participantes asuman el riesgo económico de
la gestión. Este esquema contractual, amplio y elástico, no se encuentra
regulado en la mayoría de los países de manera típica, por lo que resulta
esencialmente mutable, según la circunstancias, sujetándose su
reglamentación de manera casi total a las estipulaciones surgidas de la
libre voluntad de las partes. Por ello, se requiere especial cuidado en la
elaboración del reglamento negocial que le da origen, en el cual debe
establecerse con la debida claridad y precisión cuál va a ser el objeto de
la actividad empresarial o comercial a desarrollar; los elementos
requeridos para su realización; el aporte que cada una de las partes debe
efectuar; la forma en la cual se va a desarrollar la gestión y
administración; las responsabilidades y riesgos asumidos por cada uno
de los participantes; los diferentes derechos y obligaciones de ellos; y, lo
que es más importante, los beneficios que se obtendrán para cada uno
durante el tiempo de vigencia del acuerdo. De lo dicho, resulta evidente
que el término “joint venture ”, resulta en ocasiones difícil de deslindar
conceptualmente, por lo que, más que preocuparse por la denominación
dada a un convenio, el interés debe dirigirse al análisis del contenido
70
contractual que en cada ocasión ha sido puesto en ejecución. En algunas
ocasiones, su normativa podría asimilarse a un contrato de sociedad, en
otras, a arrendamientos, a cuentas en participación, a franquicias, etc..
Por ende, en el análisis de los agravios, si bien cabe tener en cuenta los
rasgos generales de esta figura, lo más relevante es desentrañar el
alcance de las estipulaciones efectuadas, siempre dentro del contexto
fáctico existente al momento de la suscripción de los contratos
impugnados.
XVII. En la demanda, como ya se indicó, se pide la nulidad del contrato
denominado joint venture y de su adendum, de 15 de marzo y 20 de abril,
ambos de 2007, porque en concepto de la parte actora cada uno de ellos “
adolece de patología negocial, por ausencia de voluntad y ausencia de
causa jurídica ” y existiría “ discordancia intencional entre lo querido y
ejecutado ”. Lo que habría provocado esos supuestos vicios del
consentimiento sería que, ante los incumplimientos de pago del contrato
original de cesión de derechos de concesión de frecuencia de radio, don
Marco Antonio Alfaro habría recurrido “ ... a la estrategia de redactar un
contrato diferente al contrato de cesión de los derechos de concesión y
explotación de la frecuencia... ”, haciéndole firmar al representante de la
actora los nuevos acuerdos, supuestamente incurriendo en actos como
provocar interferencias en la señal de la radio y amenazarlo con “ bajar el
switch ”. Según la tesis de la accionante, a principios de agosto de 2007,
después de varias reuniones entre las partes con el fin de solucionar el
problema de pago del precio y el traspaso de la concesión, Fairfax Data
habría propuesto que pagaría el saldo adeudado en el momento en que
se firmara el documento de cesión requerido por la DNCR, lo cual no fue
aceptado por don Marco Antonio, dados los términos en los cuales
fueron suscritos los contratos de joint venture y su adendum, decidiendo
de manera definitiva dar por terminada la relación jurídica, proponiendo
un finiquito total que no fue aceptado. Son varios aspectos los que deben
tomarse en cuenta para determinar si en realidad se ha dado una
simulación o vicios en cuanto a la voluntad o la causa, relativos a los
contratos antes indicados. Se ha llegado a concluir que el 19 de abril de
2006 se convino la cesión de los derechos de uso y explotación de la
frecuencia 105.9 F.M., disponiéndose que los pagos o abonos del precio
debían cumplirse así:
PAGOS PACTADOS
Abono
Fecha
Monto en dólares
1
19 de abril de 2006
$20.000
2
15 de mayo de 2006
$80.000
3
30 de mayo de 2006
$50.000
4
30 de junio de 2006
$150.000
71
5
30 de julio de 2006
$150.000
6
30 de agosto de 2006
$150.000
7
30 de setiembre de 2006 $150.000
8
30 de octubre de 2006
$150.000
El precio total de $900.000 debía de quedar cancelado el 30 de octubre de
2006. Sin embargo, es más que evidente el incumplimiento de los pagos
pactados en ese primer convenio. En el hecho probado e) de la sentencia de
primera instancia, que no fue objetado en los agravios planteados, se tuvieron
por acreditados los siguientes pagos por parte de la sociedad actora:
PAGOS EFECTUADOS POR FAIRFAX DATA
Abono
Fecha
Monto en dólares
1
19 de abril de 2006
$20.000
2
21 de julio de 2006
$60.000
3
7 de agosto de 2006
$70.000
4
9 de noviembre de 2006
$250.000
5
15 de diciembre de 2006 $40.000
6
28 de diciembre de 2006 $65.000
7
4 de enero de 2007
$45.000
8
5 de abril de 2007
$112.500
9
10 de mayo de 2007
$47.000
10
5 de julio de 2007
$5.000
Puede observarse que al 30 de octubre de 2006, fecha en la cual debía
haberse pagado la totalidad del precio de la cesión, únicamente se habían
hecho abonos por $150.000, adeudándose $750.000. En forma evidentemente
tardía, fuera de los plazos pactados, la actora continuó efectuando algunos
pagos. Al 15 de marzo de 2007, casi 11 meses después de la cesión y 5
meses después de que debía haber estado cancelado la totalidad del precio,
tan solo se habían pagado $550.000, adeudándose al menos $350.000, sin
contar los eventuales intereses de mora, sea, un 38.9 % de lo estipulado. Es
en este contexto de evidente mora, que se suscribe el denominado contrato de
“ joint venture de participación conjunta ”, en el cual se estipuló, en lo que es
de interés, que Marcosa aportaría la frecuencia 105.9 F.M. y Fairfax Data el
equipo radiofónico, las instalaciones de operación, el personal idóneo. El
aspecto técnico y de programación de la emisora Beatz 106 correspondería a
ambas partes y lo administrativo, económico, de promoción y ventas estaría a
72
cargo de Fairfax Data. El plazo de duración establecido era de 8 meses, que
vencían el 15 de noviembre de 2007. Se estableció que Fairfax Data debía “
aportar como contraprestación ” una suma mínima de $900.000, en ocho
tractos sucesivos de $112.500, pagaderos los días 15 de cada mes, a partir de
abril, sea, que el último pago debía hacerse el 15 noviembre de 2007. Las
firmas de las partes en el documento respectivo fueron autenticadas por los
licenciados Erasmo Rojas Madrigal y Nolan Eduardo Campos Quirós. Fairfax
Data continuó con la gestión de la emisora Beatz 106, utilizando la frecuencia
105.9 F.M., pero nuevamente incurre en incumplimientos de lo pactado, pues
solo efectuó un pago por $112.500 el 5 de abril de 2007, otro de $47.000 el 10
de mayo de ese año y el último de $5.000 el siguiente 5 de julio. Desde esta
perspectiva, cabe dilucidar si efectivamente el contrato de joint venture de 15
de marzo y su adendum, de 20 de abril de 2007, son efectivamente simulados
y nulos, por ausencia de voluntad y causa jurídica. Sostiene la parte apelante,
que estos contratos fueron adoptados por el fracaso del primer contrato o para
poner en orden la situación de hecho creada por la tolerancia de Marcosa.
Insiste en que sí se trataría de un contrato de joint venture, conforme al
análisis que de tal figura efectúa, y que no fue simulado o inválido, contando
incluso con la presencia del abogado de la parte actora al momento de
suscribirse. Pudiera ser, en concepto de la apelante, que la calificación dada al
contrato como joint venture no fuera la más acertada, pero ello no lo convierte
en simulado o inválido. Como se indicó reiteradamente, el primer contrato
estipulado por las partes, en criterio del Tribunal, sí tiene la naturaleza jurídica
de una cesión de derechos de uso y explotación de la frecuencia de radio que
aquí interesa y que efectivamente, en fase efectual, la actora asumió su
explotación. En ello, no concuerda con la tesis sostenida por la parte
demandada. Sin embargo, resulta evidente que ante el incumplimiento de pago
de ese primer convenio, las partes decidieron replantear su relación, puesto
que, ante el incumplimiento sustancial de la prestación del cesionario, la parte
cedente tenía todo el derecho a renegociar. Ante ello, es que se suscribe el
nuevo convenio, el cual parte entonces de la libertad contractual que las partes
tenían de modificar, en cuanto conviniera a sus intereses, lo que antes se
había dispuesto, pues de lo contrario el camino que tenía abierto la parte
demandada era solicitar la resolución de la cesión o su cumplimiento forzoso.
Es así como, dejando de lado el contrato de cesión incumplido, se acuerda un
nuevo reglamento negocial, en un momento en el cual los plazos para el pago
de la cesión habían sobradamente transcurrido y el monto estipulado había
sido cubierto de manera parcial, quedando insoluto al menos un 38.9% del
precio pactado, equivalente a $350.000. Ante ello, no carecería de causa
jurídica la nueva convención y tampoco se vislumbraría la ausencia de
voluntad de la parte actora y mucho menos de la demandada. Cabe descartar
que el representante de Fairfax Data hubiese incurrido en error vicio, pues el
nuevo clausulado convenido es claro en cuanto a su contenido y a las
obligaciones que ellas asumían, independientemente de lo correcto o no de la
denominación de “ joint venture ” que le fue asignada. Las partes eran
conscientes que en el nuevo contrato difería el vínculo que previamente se
había establecido, disponiéndose ahora que Marcosa aportaría la frecuencia
105.9 F.M. y Fairfax Data el equipo radiofónico, las instalaciones de operación
y el personal idóneo. Se dispuso que el aspecto técnico y de programación de
la emisora Beatz 106 correspondería a ambas partes y el administrativo,
73
económico, de promoción y ventas estaría a cargo de Fairfax Data. El nuevo
plazo de duración establecido era de 8 meses, que vencían el 15 de noviembre
de 2007. Fairfax Data se comprometió a “aportar como contraprestación” una
suma mínima de $900.000, en ocho tractos sucesivos de $112.500, pagaderos
los días 15 de cada mes, a partir de abril, sea, que el último pago debía
hacerse el 15 noviembre de 2007. Al momento de adquirir ese compromiso, no
se hizo referencia a las sumas que había pagado con antelación,
reconociéndole de alguna manera como parte de un precio o como una
contraprestación por todo el tiempo que la actora había explotado la frecuencia
de radio sin cumplir oportunamente los abonos a los cuales se comprometió.
Pudiera discutirse si en el nuevo contrato, se estaba estipulando una nueva
cesión, con un nuevo precio y con nuevas fechas de pago, puesto que el
anterior había sido evidentemente incumplido; o que se tratara simplemente de
una especie de arrendamiento de la concesión -lo cual expresamente se había
indicado que no era así-, o que se tratara de un contrato atípico, diferente a
una sociedad, en el cual una parte aportaba un bien -la frecuencia de radio- y
la otra se encargaba de su explotación por un tiempo determinado, pagando
un monto al titular de la frecuencia, dentro de lo cual podría argumentarse en
favor o en contra de la denominación de “ joint venture ” dada, conforme a la
noción de este esquema contractual que se ha dado. Pero,
independientemente de las discusiones que se pudieran suscitar al respecto,
se estableció expresamente que el incumplimiento de una sola cuota de lo
pactado, daría derecho a Marcosa a sacar del aire la transmisión de la emisora
y a dar por terminado y finiquitado el negocio en forma automática, según se
dispuso en la cláusula octava. Tampoco puede dejarse de lado que ambas
partes manifestaron expresamente, en la cláusula novena, que: “Se aclara y
establece que este contrato no constituye un arrendamiento de frecuencia ni
una cesión de la concesión ni ninguna otra figura que haga suponer la salida
de la esfera de la propiedad de la concesión que MARCOSA M Y V
SOCIEDAD ANONIMA tiene de la frecuencia CIENTO CINCO PUNTO NUEVE
F.M., por lo que expresamente se niega cualquier derecho de las partes
proveniente de la invocación de esas figuras. Se aclara que esto es un
contrato de participación comercial, en donde MARCOSA M Y V SOCIEDAD
ANONIMA mantiene la propiedad de la concesión de la frecuencia, la cual no
es objeto del contrato sino la negociación de su explotación como emisora
radial.”. Era la voluntad de Marcosa, que para que continuara Fairfax Data con
la gestión de la emisora, se excluyera expresamente un negocio traslativo de
frecuencia, reconociéndose que ella era la dueña de los derechos de uso y
explotación, manifestando la parte actora su consentimiento. Si ella no estaba
de acuerdo con lo que se incluía, podía no firmar el nuevo convenio y discutir
la suerte que debía correr el primer contrato que se encontraba en una
evidente situación de incumplimiento. Si lo plasmado no estaba acorde con su
voluntad, pero se reservó para sí que ella en realidad lo que quería era
prorrogar la relación de cesión, estaríamos en un supuesto de reserva mental,
que no produce la nulidad de lo pactado. No existen elementos para considerar
que no era la voluntad de MARCOSA lo establecido en el denominado contrato
de joint venture y su adendum. No puede establecerse, por otra parte, que por
la explotación de una frecuencia, durante 8 meses, fuera exorbitante la suma
de $900.000 establecida en ese contrato o de $936.600, dispuesta finalmente
en su adendum el 20 de abril de 2007. No se cuenta con medio de prueba
74
alguno que establezca el valor comercial de una frecuencia de radio para
efectos de su cesión o transmisión, ni lo que eventualmente en el mercado
pudiera cobrarse por la explotación mensual de ella. Menos aún, cabría pensar
en que MARCOSA no tuviera la voluntad de establecer de manera expresa,
luego de la fallida transferencia de la frecuencia por falta de pago de la actora,
que el acuerdo no debe considerarse como traspaso o cesión del derecho de
uso y explotación de la frecuencia de radio. Parece más lógico, que ante el
evidente incumplimiento, se optara por una forma de utilización de la
concesión que no representara su cesión, como en efecto se pactó. Cabe
descartar, además, la existencia de violencia moral o dolo, como elementos
que pudieran eventualmente viciar la voluntad de la parte actora y llevar a
concluir que existe simulación absoluta o nulidad del contrato de joint venture y
su adendum. Ningún engaño o ardid se utilizó contra Fairfax Data para hacerla
suscribir estos nuevos acuerdos. En efecto, ella conocía perfectamente cuál
era su situación de incumplidora y, por otra parte, el contenido del contrato es
suficientemente claro y preciso en cuanto a que no se trata de una cesión.
Anteriormente había quedado descartado que existiera prueba de
interferencias provocadas por don Marco Antonio Alfaro, que provocaran la
imposibilidad de cumplimiento de la parte actora, lo cual descarta algún tipo de
coacción o violencia moral. Ahora bien, Fairfax Data recrimina que cada vez
que se atrasaba en los abonos que debía hacer a Marcosa, don Marco Antonio
recurría a la estrategia de redactar un contrato diferente al de cesión,
poniéndole un precio más elevado y en algunas ocasiones habría amenazado
con “ bajar el switch ”, es decir, despojarla de la señal. Esta situación, no
implicaría siquiera violencia moral para poder viciar el consentimiento de la
parte actora. En primer lugar, ante el incumplimiento de las obligaciones de
pago, Fairfax Data incurrió en mora, a tenor de lo dispuesto por los artículos
417 y 418, inciso a), del Código de Comercio. Asimismo, con la falta de
cumplimiento de uno de los tractos, se hizo exigible toda la obligación,
perdiendo la parte deudora el beneficio del plazo (artículo 420 del citado
Código). Ante ese incumplimiento, no es ilícito que el acreedor, en este caso
Marcosa, propusiera nuevos contratos o precios en cuanto a la explotación de
la frecuencia de radio, pues la otra opción que tenía, de no hacerlo, era pedir la
resolución del contrato o exigir su cumplimiento forzoso, conforme al artículo
692 del Código Civil. En segundo lugar, para Farifax Data, su disyuntiva era o
continuar con la explotación del negocio sin aceptar los nuevos términos,
sabiendo que su posición de incumpliente la ponía en evidente desventaja
ante una posible resolución o ejecución forzosa, o replantear junto con
Marcosa la relación con nuevas estipulaciones. En esta tesitura, prescindiendo
de la denominación de joint venture, para centrarse en las estipulaciones
negociales, es posible y entendible que ante la imposibilidad económica de la
parte actora de cumplir puntualmente con las obligaciones contraídas
originalmente, se diseñara un negocio mediante el cual Marcosa aportaría la
frecuencia, Fairfax el equipo, las instalaciones y el personal idóneo de la
emisora y, además, pagarle una suma mensual por la explotación, asumiendo
en todo caso el riesgo en cuanto a la obtención de pérdidas o ganancias. Por
ende, no puede afirmarse que el contrato de joint venture fuera simulado. Es
más, si se partiera de la tesis según la cual este nuevo contrato en realidad lo
que estaría confiriendo serían nuevos plazos para el cumplimiento del pago de
la cesión y un nuevo precio, no se trataría siquiera de una simulación absoluta,
75
sino de una relativa, la cual beneficiaría a la actora otorgándole, luego de su
incumplimiento y mora, nuevas fechas para efectuar abonos al precio. Pero la
tesis de Fairfax Data es que dicho contrato sería absolutamente nulo, lo cual
se aleja de la realidad. No pide la actora que esta nueva estipulación, sea cual
sea la denominación formal que quiera dársele, sea interpretada en el sentido
de que con ella se mantenía la cesión original y se le concedían nuevos
plazos. Solicita, lisa y llanamente, su declaratoria absoluta de nulidad, lo cual
no corresponde a la situación fáctica que se venía dando. Por ello, el agravio
planteado ha de acogerse, por cuanto no puede calificarse de simulado el
contrato suscrito por las partes el 15 de marzo de 2007, ni su adendum del 20
de abril de ese año, ni tampoco declararse que el contrato existente y vigente
entre las partes es el de cesión de derechos de concesión y explotación del 19
de abril de 2006, por cuanto este fue voluntariamente sustituido por los dos
acuerdos posteriores. En consecuencia, tampoco cabe ordenar a Marcosa
suscribir documento formal de cesión y todo lo que sea necesario a favor de
Fairfax Data, a efecto de que sea presentado al ente administrativo respectivo
para su conocimiento, con base en el primer contrato de cesión aludido. Por
ende, ha de revocarse la sentencia de primera instancia, para acoger la
defensa de falta de derecho interpuesta y declarar sin lugar la demanda en
todos sus extremos.
En cuanto a las costas personales y procesales, de conformidad con lo
dispuesto por el artículo 221 del Código Procesal Civil, se condena a la actora
vencida a su pago.
POR TANTO:
Se rechaza la nulidad de la sentencia invocada. Se revoca la sentencia de
primera instancia. En su lugar, se acoge la defensa de falta de derecho
invocada por la sociedad demandada y se deniega en todos los extremos
concedidos en la sentencia apelada la demanda interpuesta. Se impone a la
sociedad actora vencida el pago de ambas costas del proceso.
José Rodolfo León Díaz
Juan Ramón Coronado Huertas Laura María León Orozco
ORDINARIO N° 165-2009
FAIRFAX DATA SOCIEDAD ANÓNIMA
contra
MARCOSA M Y V SOCIEDAD ANÓNIMA
CPorras.Juez 1
76
3
Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de
Información Jurídica el: 11/10/2011 3:44:02 PM
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