1 Universidad Cristiana del Sur “Obligaciones II” Tema “Teoría Improvisión: transmisión de obligaciones” Profesora: Msc. María Victoria Salas Marín Tema: “ Alumnos: Jorge Abarca Bonilla Wilbert Blanco Vargas Ronald Alcocer Morales Wagner Martínez Rodríguez José Garita MaCarthy Año 2011 Tercer Cuatrimestre 2 Introducción Dicho trabajo es de ayuda para entender la Teoría de la Imprevisión, y más aún como puede modificarse la Transmisión de las Obligaciones. Como todos sabemos al adquirir un contrato están expuestas las partes (deudor y acreedor) a una obligación, unos de forma pasiva y otros de forma activa. La teoría aportada en este documento se recopila de fuentes de Derecho, enriqueciendo muy gratamente la intelectualidad de los participantes. Agradecemos a la profesora Msc. María Vargas Salas la participación en dicho trabajo el cual nos ayudo a entender muy claramente los términos investigados. Se debe indicar que la letra en negrita al final de las investigaciones son los comentarios y entendimientos que estos participantes ofrecemos. Nos dimos a la tarea de investigar la Teoría de la Imprevisión, para tal efecto se expone un documento recopilado de una experta en Derecho, el cual se analizará su contenido con el entendimiento de los estudiantes. 3 Teoría de la imprevisión Se llama imprevisión contractual o teoría de la imprevisión a la relacionada con la extinción o modificación judicial de las obligaciones de un contrato conmutativo de ejecución sucesiva o diferida, basada en el hecho de haberse modificado sustancialmente las condiciones bajo las cuales se contrajeron. Fundamento La institución tiene su fundamento en la buena fe contractual, pues no se puede forzar al deudor a cumplir su obligación cuando han cambiado sustancialmente las condiciones en que el contrato se originó (por aplicación del principio "Rebus sic stantibus"), condiciones que de existir al tiempo de celebración, no hubieran permitido el contrato o, en caso contrario, en condiciones radicalmente diferentes. La imprevisión se basa en el hecho que las obligaciones establecidas en un contrato se entienden contraídas en virtud de ciertas condiciones prevalecientes al momento de su celebración (rebus sic stantibus). Precisamente, por distintas circunstancias imprevisibles para las partes al momento de perfeccionarse el contrato, la equivalencia de las prestaciones originales puede perderse, dejando a una de las partes en una grave desventaja frente a la otra. Su prestación se ha hecho de tal modo gravosa frente a la prestación de la otra parte que, con fundamento en la equidad, el juez puede determinar la extinción o modificación de su prestación. También se ha fundamentado en el mantenimiento del necesario equilibrio entre las prestaciones a cargo de los contratantes, que se encuentra en la base de la concepción sinalagmática del contrato moderno. Procedencia Sólo es posible invocar la imprevisión en los contratos conmutativos y de tracto sucesivo o de ejecución diferida en el tiempo.1 2 Así por ejemplo, en el arrendamiento de cosas, de obras o servicios; en el mutuo de dinero; etc. En cambio, no procederá en los contratos aleatorios si la excesiva onerosidad de la prestación que intenta impugnarse, proviene del riesgo propio del contrato (Vg. Contrato de seguro). Tampoco es aplicable, en los contratos de ejecución continuada o de tracto sucesivo, respecto de los efectos ya cumplidos.1 4 Efectos En términos generales, el instituto comentado faculta al deudor perjudicado para solicitar la extinción del vínculo contractual y, por ende, de las obligaciones nacidas a consecuencia del mismo. Sin embargo, en determinados casos, dicha extinción no alcanza a los efectos ya cumplidos del contrato. Alternativamente, el deudor puede solicitar una modificación equitativa de las obligaciones emergentes del contrato afectado. La existencia o no de tal opción a favor del deudor depende de los sistemas jurídicos concretos. En qué consiste la teoría de la imprevisión Sirve para resolver contratos "injustos" Los contratos deben ser cumplidos y su letra es ley para las partes: este fue el criterio del autor del código civil que nos rige, Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield. Sin embargo, las circunstancias sociológicas y políticas llevaron a reformar a través de la ley y de la jurisprudencia semejante rigorismo estableciéndose supuestos en los cuales cuando se rompe "el sinalagma contractual" o su "equilibrio", éste puede ser restablecido por las partes mismas y/o por los jueces que intervengan en la situación de conflicto. Uno de estos casos es la "teoría de la imprevisión", por la cual por un hecho extraordinario e imprevisible no imputable a los contratantes, se rompe ese sinalgia y se vuelve injusto e inequitativo el posicionamiento de ambos contratantes. Se produce una situación que, de haber sido conocida, el contrato no hubiera sido celebrado como lo fue. Una de las partes afectadas, damnificada por dichos hechos -las actuales medidas económicas y sus consecuencias, por ejemplo- planteara primero por vía de mediación (obligatoria antes de iniciar la demanda) la resolución del contrato o la reforma de las cláusulas y por ende de sus derechos y obligaciones. También frente a un pedido de resolución, el accionado puede ofrecer una reforma de las cláusulas mas justa para ambas partes. 5 Será el criterio de los jueces que aplicarán la "equidad" para restablecer "la ecología del contrato" quienes permitirán la reforma contractual o la desvinculación y anulación de las obligaciones de las partes, según los casos. Para poder invocar esta figura jurídica no se debe estar en mora, o sea no se debe haber incumplido las obligaciones vencidas y no debe haber incurrido en culpa (lo cual será opinable) el actor. Que pasa en aquellos supuestos de contratos que han incluido la cláusula "las partes renuncian a invocar la teoría de la improvisión": Es importante considerar que en nuestro país una devaluación pudo ser prevista y por ello incluida entre los supuestos de la renuncia, pero de ningún modo el "corralito" y sus efectos, los cuales igualmente darían lugar al derecho de invocar esta teoría a pesar de la renuncia contractual, ya que la imprevisión es un concepto fáctico, opinable y variable en su alcance y limites con el decir de la jurisprudencia que va teniendo lugar. SEGÚN LOS CASOS O sea que a pesar de la existencia de dicha cláusula de renuncia la teoría de la imprevisión invocada puede ser acogida por la jurisprudencia según los casos y circunstancias. La fuente legal de la teoría de la imprevisión es el Código Civil reformado, que dice así: "Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender obrando con cuidado y previsión. (...) si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente onerosa por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la resolución del contrato. El mismo principio se aplicara a los contratos aleatorios cuando la excesiva onerosidad se produzca por causas extrañas al riesgo propio del contrato. (...) no procederá la resolución si el perjudicado hubiera obrado con culpa o estuviera en mora. La otra parte podrá impedir la resolución ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del contrato." Pienso que las empresas y las personas físicas contaran con esta herramienta y con otras (fuerza mayor, imposibilidad de cumplimiento, abuso de derecho, 6 etc.) para reformular los términos y obligaciones contractuales, variando en cada caso en particular como deben ser planteados para que puedan ser acogidos por los jueces o para lograr que se impidan reformas arbitrarias. La autora es especialista en derecho comercial y contratos y profesora de la UBA. Por Nidia Z. de Domínguez Para LA NACION Resumen estudiantes: En este punto podemos citar que la Teoría de la Imprevisión el aquel acto de cambio en el contrato (obligación) que estén en pleno acuerdo los actores (deudor o acreedor). Como sabemos el contrato (obligación) y sus cláusulas deben ser cumplidas. Las partes están en la obligación de respetar los términos establecidos, pero en muchos casos puede haber una situación inesperada o fortuita la cuál atenta contra el derecho de alguna de las dos partes, siendo muy oneroso su contratiempo, dándose una desventaja jurídica para alguno de los actores del contrato, como lo acota la autora “en virtud de ciertas condiciones prevalecientes al momento de su celebración (rebus sic stantibus). Condiciones que de existir al tiempo de celebración, no hubieran permitido el contrato o, en caso contrario, en condiciones radicalmente diferentes.” Si hay un acuerdo mutuo de las partes actuantes, se puede pedir a la autoridad competente (Juez) que elimine o modifique el contrato según el beneficio de la parte afectada. Las modificaciones solo se pueden hacer en contratos conmutativos (bilaterales), y de tracto sucesivo o de ejecución diferida en el tiempo. Ejemplo de ello: en el arrendamiento de cosas, de obras o servicios; en el mutuo de dinero; etc. Pero que no medie en ello la culpa o el dolo. Como indica también el texto todo contrato debe darse en buena fe, y las circunstancias imprevistas deben darse por caso fortuito o sea también media la buena fe (nadie las piensa, se da naturalmente), por lo que hay que explicar que significa la buena fe. 7 CONCEPTO Y PRINCIPALES APLICACIONES BUENA FE. El principio de la buena fe impone a las personas el deber de obrar correctamente, como lo haría una persona honorable y diligente. La ley lo toma en cuenta para proteger la honestidad en la circulación de los bienes. Veamos ahora las principales aplicaciones que esta idea tiene en nuestro derecho positivo: a) Contratos. — El artículo del Código Civil establece que los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión. Buena fe en la celebración. Esto impone a las partes la obligación de hablar claro. Es por ello que los tribunales tienen decidido que las cláusulas oscuras no deben favorecer al autor de la declaración, principio especialmente importante en los contratos con cláusulas predispuestas o de adhesión. Buena fe en la interpretación del acto. Esto significa que los hombres deben creer y confiar en que una declaración de voluntad surtirá en un caso concreto sus efectos usuales, los mismos efectos que ordinaria y normalmente ha producido en casos iguales. Finalmente, la norma que comentamos exige también buena fe en la ejecución del contrato. Es siempre el principio de que los contratantes deben obrar como personas honorables y correctas. b) Abuso del derecho. — Es prohibido por la ley el ejercicio abusivo de los derechos, pues ese abuso es contrario a la buena fe con que se debe actuar en la vida social. c) Teoría de la imprevisión. — Los contratos conmutativos bilaterales y en los unilaterales de ejecución diferida o continuada, si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente onerosa, por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la resolución del contrato. Y es que la buena fe en la ejecución del contrato se opone a que pretenda hacérselo valer rígidamente cuando las circunstancias en las cuales se celebró han variado sustancialmente, tornándolo injusto. d) Teoría de los actos propios.— De acuerdo con esta teoría, nadie puede asumir en sus relaciones con otras personas, una conducta que contradiga otra suya anterior, cuando ésta haya despertado una legítima confianza en esas personas de que mantendrá una línea coherente con sus propios y anteriores actos. Es también una aplicación de la buena fe-lealtad. 8 Resumen estudiantes: Esto explica entonces que todo contrato (obligación), debe efectuarse en una aspecto moral de acciones correctas, con toda claridad, honestidad, siendo así nadie esta expuesto a malas intenciones, los cambios fortuitos que surgan en esas condiciones, da como opción que exista una improvisión contractual. La buena fe indica que en la celebración de un contrato no debe mediar el dolo o culpa en virtud de abuso o premeditación de una acción antijurídica. TRANSMISIÓN DE LAS OBLIGACIONES ¿Son transmisibles las obligaciones? Puede haber y hay obligaciones, en las cuales la consideración de la persona influye sobre el valor del derecho, en razón de esto se podrá decir que la obligación está adherida a la individualidad de una persona, y en tal respecto será intransmisible, pero esto es la excepción. Lo realmente importante para la persona acreedora, el valor de lo debido. En realidad no le importa (regla general) quién se lo ha de suministrar, y aunque haya diferencia por razón de garantía (honradez y salvabilidad del deudor), al fin se concibe aquella posibilidad de que por otro que no sea el deudor primitivo le sea pagado, sin que se alteren los términos esenciales de la obligación contraída. Paralelamente, lo que le importa al deudor es pagar y no le importa (regla general) a quién; de modo que la obligación en sí misma se mantiene, aun desligada de sus sujetos, sin estar agarrada a la individualidad de los mismos. 9 Tipos de transmisión de las obligaciones Existen dos tipos bien definidos a través de los cuales se manifiesta: La transmisión por actos mortis-causa: La transmisión por actos inter-vivos. Transmisión mortis-causa: esta tiene que ver con el patrimonio que deja una persona a la hora de su muerte, en el sentido de que sus bienes, derechos y obligaciones pasen a manos de un nuevo/a titular, lo que sin duda es una transmisión de la obligación tanto en su aspecto activo como pasivo. Esta sucesión puede ser testamentaria (cuando el propietario del patrimonio designa de manera expresa mediante el instrumento legal creando al efecto; la persona o personas que desea le sucedan en la titularidad de lo que fue suyo), o puede ser ab intestato cuando a falta de voluntad expresa del causante la ley designa quién o quiénes serán las personas sucesoras tomando como parámetro el parentesco. Esta transmisión puede ser a título particular o a título universal. Son causahabientes a título universal el sujeto o sujetos que recogen el patrimonio de una persona en su totalidad o bien una gran parte de esa universalidad. La persona sobre la que recae esta transmisión recibe el nombre de heredero. Lo serán a título particular los que sucedan al causante en determinados bienes o derechos, a quienes se les llama legatarios. Ante cualquiera de ambas posibilidades, sea que se reciba a título particular o universal y sin importar que sea por testamento o por ley estaremos ante una transmisión mortis causa. En Costa Rica, el heredero/a no carga con las deudas del causante más allá de lo que el propio patrimonio de éste/a pueda cubrir, de forma que si dicho patrimonio no es suficiente para liberar las deudas existentes al tiempo de su fallecimiento, los/as acreedores/as deberán conformarse con un dividendo repartible a prorrata. (C.C. art. 535). 10 En C.R. tampoco la aceptación pura y simple de la herencia implica que el heredero responderá frente a los acreedores del causante aún con su propio patrimonio, lo que opera en nuestro derecho es la transmisión de un patrimonio neto que se opera a la muerte de una persona, toda vez que las obligaciones no se transmiten aún en el supuesto de una aceptación pura y simple de la herencia. Transmisión de las obligaciones o derechos personales Así como pueden transmitirse las cosas corporales, también se pueden transferir los derechos o las deudas. Tenemos el caso del acreedor que transfiere a otro/a su derecho) se produce así una sustitución del titular de esos derechos, sin modificar la relación jurídica. El caso del deudor que transmite a otro su deuda convirtiéndose en el nuevo deudor de la misma obligación. La transmisión, tanto en el aspecto activo (derechos) como en el pasivo (deudas), es una idea originada en el Derecho moderno, siendo que la concepción clásica del Derecho Romano no contemplaba la posibilidad de cambiar a los sujetos de la obligación, sin extinguirla. La sustitución de sujetos llegó a efectuarse mediante la figura jurídica llamada novación, esto es, extinguiendo la obligación original y creando una nueva con diverso sujeto, mas sin preservar el vínculo jurídico, pues la nueva obligación era diversa de la original que fue sustituida. La transferencia del derecho personal o de crédito puede realizarse por medio de dos procedimientos diversos, que son otros tantos actos jurídicos: La cesión de derechos. La subrogación por pago. La transmisión de la deuda puede efectuarse de una sola forma, mediante el acto jurídico denominado: Cesión o asunción de deudas. 11 Cesión de derechos Es un contrato a virtud del cual la persona titular de un derecho (cedente) lo transmite a otra persona (cesionario/a), gratuita u onerosamente, sin modificar la relación jurídica. Es una forma de transferir la titularidad de los derechos, debiendo observarse las reglas particulares del acto jurídico al que corresponda, por disposición del artículo 2031 del C.C que dice: "En la cesión de crédito se observarán las disposiciones relativas al acto jurídico que le dé origen, en lo que no estuvieran modificadas en este capítulo". Por ejemplo la transferencia de la propiedad sobre una cosa corporal es una cesión de derechos (adquiere el derecho de propiedad adquiere la cosa en sí). Art 2029 C.C: "Habrá cesión de derechos cuando el acreedor transfiere a otro los que tenga contra su deudor", porque dicha definición es sumamente estrecha y comprende sólo la cesión de derechos personales, de crédito u obligaciones, y no así las demás especies de derechos, que también pueden ser cedidas.” Naturaleza jurídica de la cesión Es un contrato cambiante porque asume la forma (la naturaleza) de diversos contratos como la compraventa, la permuta o la donación. Por ejemplo es compra venta si, a cambio de los derechos cedidos, se paga un precio cierto y en dinero (art. 2248 C.C.). Es permuta si, a cambio de los derechos cedidos, se recibe otra cosa (que bien puede ser también incorporal, es decir derechos, art. 2327 C.C.) y, es donación si los derechos se transmiten gratuitamente (art.2332 C.C.). Derechos que pueden ser cedidos Podemos hablar de derechos personales o de crédito ( art 2029), así como debemos tener claro que cualquier especie de derechos puede ser cedida, por 12 ejemplo los derechos reales (artículo 2046 del C.C.), o las cesiones de derechos hereditarios (artículo 2047 del C.C.), a cesión de las garantías accesorias al derecho de crédito, como la hipoteca y la prenda (artículo 2032 del C.C.) se pueden ceder los derechos de patente, de marca, de autor o aun los derechos posesorios. Excepto los derechos inalienables o incedibles, los cuales se encuentran contenidos en el artículo 2030 que indica: "El acreedor puede ceder su derecho aun tercero sin el consentimiento del deudor, a menos que la cesión esté prohibida por la Ley, se haya convenido en no hacerla o no la permita la naturaleza del derecho.. ." Evidentemente existen derechos que no pueden enajenarse o cederse, sea porque no lo permita su naturaleza, no lo autorice la Ley, o bien porque se hubiere convenido en su intransmisibilidad (derecho a una prestación alimentaria, cualquier derecho engendrado por acto del estado civil, o de la filiación. Hay derechos inalienables como los derechos, como la inalienabilidad de los derechos de uso y de habitación, o de los derechos sobre el patrimonio de la familia. La "cesión del contrato" En los derechos recíprocos provenientes de un contrato bilateral, el/la titular — quien es a la vez obligado/a o deudor/a— no podría ceder sus derechos sin transmitir de la misma manera sus deudas. Por ello, no se puede ceder el derecho que provenga de una deuda insoluta, puesto que no podría transmitirse el derecho sin transferir de igual manera la deuda correlativa. En virtud de lo anterior, las deudas no pueden transmitirse sin la autorización expresa o tácita del acreedor, requiriéndose para su enajenación el consentimiento de éste. EJEMPLO: La cesión de los derechos del inquilino, en el arrendamiento, supondría también la cesión de sus deudas consistentes en el pago de las rentas por el uso, aprovechamiento y disfrute del bien alquilado. El caso es que, aunque pudiera transferir su derecho al goce del bien, no podría ceder libremente su sitio de deudor de dichas rentas, pues al arrendador no le da igual que le pague un inquilino/a solvente que uno que no lo sea. Para 13 transmitir su derecho, el arrendatario necesita transferir también su deuda, lo cual sólo es posible con la conformidad del arrendador co-contratante. Forma de la cesión de derechos Basta un escrito privado – cuando la ley lo permita de esta forma- en el cual firmen cedente, cesionario y dos testigos. Si el objeto de la cesión son derechos cuya enajenación está sujeta a la forma de escritura pública; deberá hacerse de esta forma (artículo 2033 C.C.)” Partes que conforman la cesión de derechos y efectos En el contrato de cesión de derechos, las partes son acreedor/a, cedente y el cesionario/a. Toda persona ajena a ellos/as es tercero/a respecto de dicho acto pudiéndose denominar: el deudor cedido/a, los/as acreedores/as de cedente y del cesionario/a y cualquiera otra persona ajena (poenitus extranei).” Efectos para las partes 1. Transferir las facultades jurídicas cedidas, del cedente al cesionario/a, en el mismo momento en que se celebra el acto (si tal consecuencia no estuviere sujeta a un plazo o condición suspensivos y se trata de derechos ciertos y determinados). 2. El cesionario/a se convierte en nuevo/a titular del crédito, sin dependencia de la conformidad o conocimiento del deudor/a, cuya voluntad es indiferente para la constitución o validez del acto (artículo 2030), siendo la notificación es indispensable para que el acto sea oponible a él como veremos adelante. 3. Nace la obligación del cesionario/a- a entregar su contraprestación (precio convenido o la cosa pactada) 4. Se transmiten las garantías accesorias del crédito e intereses vencidos, los cuales pasan con él al nuevo titular (artículo 2032 del C.C.). 5. La relación jurídica permanece inalterada (deudor podrá oponer al cesionario las mismas excepciones que tendría contra el cedente — su acreedor original— al momento de efectuarse la cesión.) 14 6. La persona cedente a título oneroso queda sujeta a responder por la evicción, cuyo alcance es garantizar la existencia y legitimidad del crédito, pero no la solvencia del deudor/a. (esto significa que deberá asegurar por ejemplo que existe el crédito, que él (cedente) es el titular del mismo; que no está afectado de vicios que lo invaliden y que es un crédito expedito, esto es, que tiene la libre disposición del mismo, sin vulnerar derechos de terceros). Art. 2042 y 2043 del C.C Efectos para terceros a) Efectos de la cesión frente al deudor cedido: para éste la cesión de derechos no es oponible mientras no le sea notificada fehacientemente, ya sea judicialmente, ó ante dos testigos ó ante Notario Público (artículo 2036, 2038, 2040, 2041, 2201 del C.C.) b) Efectos de la cesión frente a los demás terceros.” No surte efecto ni es oponible a los demás terceros (entre ellos, particularmente, los acreedores del cedente y los del cesionario) mientras el documento en que conste el contrato no adquiera fecha cierta-, es decir, mientras no ocurra algún hecho que le dé publicidad y demuestre en forma fidedigna la fecha real de la celebración del acto. (Por la privacidad del contrato y para evitar fraude de acreedores mediante la simulación de la fecha de celebración de la cesión). La fecha cierta ocurre: 1."Desde la fecha a que se entregue a un funcionario público por razón de su oficio". Aplicaciones de dicho principio son: su entrega al Director del Registro Público de la Propiedad, si es un crédito registrable, y su otorgamiento en escritura pública notarial. 2. Desde la fecha de la muerte de cualquiera de los que lo firmaren (artículo 2034 del C.C.). Siempre existirá una prueba irrefutable de la fecha en que el contrato de cesión de derechos ya se había celebrado (cuando se presentó a un 15 funcionario público, quien lo recibe por razones de su oficio, o cuando falleció alguno de los que suscribieron el contrato). Sólo a partir de entonces producirá efectos la cesión para los terceros y, en consecuencia, los acreedores del cedente podrán embargar el crédito, mientras la cesión no haya adquirido la fecha cierta, pues conforme con lo antes expuesto, antes de ser realizada esa forma de publicidad no les es oponible la cesión ni surte efectos a su respecto. Cesión de derechos hereditarios Es una transmisión de los derechos que adquiere el heredero por su calidad de tal; incluye todos los bienes y derechos, así como las deudas o gravámenes. La subrogación de pago: Es otra manera de transmitir el crédito y substituir al acreedor. Subrogar significa precisamente substituir. Se da una subrogación de pago, cuando el acreedor es substituido por un tercero interesado/a que paga la deuda o presta dinero para tal fin. Debemos de aclarar que no todo pago efectuado por tercero/a es subrogatorio. Recuérdese que el efecto normal del pago es extinguir la obligación, no transmitirla. Sólo en un caso particular se da esa situación de subrogación con la transmisión de la obligación y es cuando se da el pago efectuado por un tercero con interés jurídico en el cumplimiento de la obligación, o aceptado como sustituto en el crédito por voluntad del acreedor o del deudor. Aquí la obligación, en vez de extinguirse, es transmitida al tercero solvente, quien toma el sitio del acreedor en una relación jurídica que no se modifica. EJEMPLO: Banco Costa Rica otorgó un crédito por treinta millones de colones a Ricardo. Dicho crédito fue concedido con garantía hipotecaria sobre una finca en Ciudad Colón. Ricardo tiene algunos otros acreedores, pero el Banco está debidamente asegurado por su garantía real que le permite perseguir la cosa, rematarla y cobrar su crédito con preferencia a los demás acreedores. Ricardo fallece y usted es uno de sus herederos. El Banco acreedor les exige el pago inmediato de la deuda, pero entre los 16 bienes de la herencia no hay dinero. Usted sí tiene dinero en su patrimonio personal y decide pagar al Banco para librarse de sus insistentes persecuciones. Si usted hiciera un simple préstamo a los sucesores del deudor (entre los que usted figura) para pagar esa deuda, correría el riesgo de no recobrar su dinero, en el caso de que los bienes de la herencia no alcanzaran a pagar todas las deudas. De otra manera, si paga por los herederos, subrogándose en los derechos del Banco, adquiere el crédito de éste intacto, es decir, con su garantía hipotecaria privilegiada que le asegura recobrar su inversión. Así lo hace y subroga al Banco quedando como nuevo acreedor hipotecario de los sucesores. La deuda no es extinguida por el pago, sino transmitida al tercero "solvens" con interés jurídico. En cambio, tenemos que todo pago efectuado por un tercero sin interés jurídico, en el cumplimiento de la obligación, produce la extinción de la deuda, así como el nacimiento de un crédito nuevo y de la acción civil correspondiente en favor del tercero solvens, para recobrar el importe de su erogación. Si el tercero /a que hace el pago tiene ya interés jurídico en solventar el adeudo o adquiere ese interés por convenio con cualquiera de las partes, el pago no es extintivo, la deuda subsiste en beneficio del solvens, quien substituye al acreedor conservando todas las ventajas de su crédito. La "subrogación por pago" lo que pretende es proteger el derecho del tercero que paga la deuda y alentarle a hacerlo, concediéndole el mismo derecho que tenía el acreedor original con toda la preferencia y garantía de que estuviera provisto. Diferencias entre la cesión de derechos y la subrogación 1. La cesión de derechos es forzosamente un contrato. La subrogación no, salvo los casos de subrogación convencional. 2. En la cesión de derechos el acreedor/a siempre transmite voluntariamente su crédito al cesionario/a. En la subrogación legal el 17 acreedor/a se ve desplazado, aún contra su voluntad, del crédito, al ser desinteresado por el pago recibido. 3. En la cesión de derechos no existe forzosamente un pago (por ejemplo, la cesión gratuita) en la subrogación media forzosamente un pago. 4. En la cesión de derechos se puede sujetar a un plazo suspensivo el pago del precio. En la subrogación debe hacerse el pago, pues no existe mientras no lo hay. 5. La cesión de derechos es una operación de especulación, el cesionario podrá cobrar la integridad del crédito aún cuando hubiese pagado una cantidad menor por él; el tercero subrogante sólo podrá obtener el monto del pago que efectuó y este es un efecto reconocido generalmente por los tratadistas. 6. La cesión de créditos impone el cumplimiento de la forma y de las acciones publicitarias de notificación al deudor y de la fecha cierta para que produzca efectos. La subrogación no está sujeta a tales requisitos. Los juristas mencionan otras sutiles diferencias, de interesantes derivaciones, pero, para el propósito del curso, bastan las ya enunciadas. Efectos de la subrogación Transmite el crédito del acreedor/a original al tercero "solvens". Transfiere el crédito con todas sus garantías, vicios y limitaciones (es la misma relación jurídica). Desliga y desinteresa al acreedor/a primitivo/a, aún contra su voluntad, al ser solventado su crédito. Utilidad. El acreedor/a original que recibe el pago de la deuda, se ve desinteresado/a por la satisfacción del crédito y substituido por el pago. Subrogación parcial Es posible si el acreedor consiente en dividir el pago de la deuda (en caso de subrogación convencional por acuerdo con el acreedor/a). De la misma forma es posible si la deuda es pagadera en tractos y el tercero hace el pago de alguna o algunas de ellas. También en el caso de que un coobligado pague, de esta forma substituye al acreedor/a, pues 18 sólo repetirá contra sus codeudores por el reembolso de la parte de éstos en la deuda. La subrogación parcial está vedada al tercero/a que pretendiera pagar parte de una obligación indivisible. Cesión o asunción de deudas Así como podemos transferir el derecho personal o de crédito también es posible transferir la deuda. Esta cesión se da en una relación jurídica determinada, cuando el deudor/a original deja su sitio de obligado/a para ser reemplazo por alguien con el consentimiento del acreedor/a, liberándose así al deudor/a original y quedándose otra persona en su lugar como obligada, así la relación jurídica se modifica. Es un contrato celebrado entre el acreedor/a, el deudor/a y un tercero/a, en el cual aquél/lla consiente que el tercero/a asuma la deuda y el deudor/a original quede desligado de la obligación. La naturaleza jurídica de la cesión de deudas es como acto jurídico plurilateral, en el cual intervienen tres voluntades -deudor/a original, tercero/a y acreedor/a), sin la cual no puede concebirse lógicamente la sustitución del deudor/a. Efectos de la cesión de deudas El deudor/a original sale de la relación jurídica y queda exonerado/a de la deuda, no podrá ser perseguido/a de nuevo, aunque el nuevo/a deudor/a resulte insolvente. El vínculo jurídico no cambia, sólo se sustituye al deudor/a, la deuda pasa al nuevo/a deudor /a con sus garantías Cesión de deudas en Costa Rica No existe en nuestro Código Civil vigente, regulación alguna que se refiera de manera concreta a la cesión de deudas como forma de transmisión de las obligaciones, por lo que podría llegar a discutirse su validez dentro de nuestra legislación. Artículo 814 inc. 2 del Código Civil regula la novación subjetiva por cambio de deudor. 19 La novación extingue una obligación y crea una nueva, mientras que la cesión de deudas mantiene la relación obligatoria originaria sin alteración; lo que nos lleva también a afirmar que en la novación debe estar presente un animus novandi, mientras que en la cesión de deudas ese animus no existe. NORMATIVA Código Civil ARTÍCULO 786.- El acreedor que recibe de un tercero el pago de la deuda, aunque no está obligado a subrogar a éste en sus derechos y acciones, puede hacerlo, con tal que la subrogación y el pago sean simultáneos y que conste aquélla en la carta de pago. ARTÍCULO 787.- Comenzará esa subrogación a surtir efectos con respecto al deudor y terceros, desde la notificación al deudor o desde la aceptación de éste. ARTÍCULO 788.- El deudor que toma prestado una suma de dinero para pagar, puede subrogar al prestamista en los derechos y acciones del acreedor, sin que sea necesario el concurso de la voluntad de éste último. ARTÍCULO 789.- Para la validez de la subrogación consentida por el deudor, es necesario que el préstamo haya sido hecho con el único fin de pagar deuda cierta y determinada, debiendo hacerse constar así en el acto de verificarse, y que al efectuarse el pago se declare el origen del dinero. La existencia de estas dos condiciones debe comprobarse por medio de escritura pública, sin que sea necesario, por otra parte, que el préstamo y el pago sean simultáneos. ARTÍCULO 790.- La subrogación se opera totalmente y de pleno derecho: 1º.- En favor del acreedor que paga de su peculio a otro acreedor de mejor derecho que él en razón de su privilegio o hipoteca. 2º.- En favor del comprador de un inmueble, que emplea el precio de su adquisición en pagar a acreedores a quienes el inmueble estuviere afecto. 3º.- En favor de aquel que paga una deuda a la cual estaba obligado con o por otros. 4º.- En favor del heredero que ha pagado de su peculio deudas de la herencia. 5º.- En favor del que paga totalmente a un acreedor, después de haberse declarado en estado de insolvencia al deudor. 20 ARTÍCULO 791.- La subrogación, sea legal o convencional, traspasa al nuevo acreedor todos los derechos, acciones y privilegios del antiguo, tanto contra el deudor principal como contra cualesquiera terceros obligados a la deuda, salvo las modificaciones establecidas en los artículos siguientes. ARTÍCULO 792.- El efecto de la subrogación convencional puede restringirse por el deudor o acreedor que la consiente, a ciertos derechos y acciones. ARTÍCULO 793.- La subrogación legal o convencional, en favor de uno de los coobligados, sólo le da derecho para cobrar de los demás coobligados, la parte por la cual cada uno de ellos debe contribuir al pago de la deuda. ARTÍCULO 794.- La subrogación legal en provecho del tercero, que ha adquirido un inmueble gravado con hipoteca impuesta por el deudor principal, no autoriza a aquél para perseguir al fiador del deudor, aunque la hipoteca hubiera sido establecida con posterioridad a la caución. ARTÍCULO 795.- Si el monto total de una deuda se halla a la vez garantizado con caución y con prenda o hipoteca prestada por un tercero que no se ha obligado personalmente, el tercero y el garante, aunque subrogados en los derechos y acciones del acreedor, no pueden reclamarse uno al otro sino la mitad de la suma pagada. Pero el dueño de la cosa dada en prenda o hipotecada, deberá la mitad de lo pagado, si el valor de la cosa fuere igual al monto de la deuda o mayor que él, pues si fuere menor sólo deberá contribuir con la mitad del valor que tenga la cosa al tiempo del pago; y ésta será la base para establecer la proporción cuando la fianza o la prenda ó hipoteca no garantizaren el total de la deuda. ARTÍCULO 796.- El acreedor que ha sido pagado parcialmente puede cobrar del deudor el resto de la deuda, con preferencia al subrogado legalmente que haya satisfecho parte de ella. ARTÍCULO 1101.- Todo derecho o toda acción sobre una cosa que se halla en el comercio, pueden ser cedidos, a menos que la cesión esté prohibida expresa o implícitamente por la ley. ARTÍCULO 1102.- Los derechos sobre cosas futuras, lo mismo que los eventuales o condicionales, pueden también ser objeto de una cesión. ARTÍCULO 1103.- La cesión hecha mediante un precio determinado en dinero, se rige por los mismos principios de la venta de objetos corporales. 21 ARTÍCULO 1104.- La propiedad de un crédito pasa al cesionario, en sus relaciones con el cedente, por el solo efecto de la cesión; pero con respecto al deudor sólo es eficaz la cesión por la notificación que se le haga del traspaso; y respecto de terceros, sólo será eficaz desde la fecha cierta de la cesión, salvo que el crédito fuere de aquellos que la ley permite se deban al portador del título, o que se trasmiten por simple endoso. La salvedad de notificación, también, priva en los casos donde se hayan realizado previsiones contractuales en este sentido y siempre que se trate de operaciones en las que se cedan derechos como componentes de una cartera de créditos para: a) Garantizar la emisión de títulos valores mediante oferta pública. b) Constituir el activo de una sociedad, con el objetivo de que esta emita títulos valores que se puedan ofrecer públicamente y cuyos servicios de amortización e intereses estén garantizados con dicho activo. La cesión será válida desde su fecha, según conste en el documento público de fecha cierta. Estas operaciones estarán exentas del pago de todo timbre e impuesto y los honorarios profesionales se establecerán de común acuerdo entre las partes. (Así adicionados estos dos párrafos finales por el artículo 186, inciso b), de la Ley Reguladora del Mercado de Valores No.7732 de 17 de diciembre de 1997) ARTÍCULO 1105.- El conocimiento que el deudor hubiera indirectamente adquirido de la cesión, no equivaldría por sí solo a notificación de cesión; pero si los hechos y circunstancias denotaren de su parte una colusión con el cedente o una imprudencia grave, el traspaso, aunque no notificado ni aceptado, surtirá en lo que le concierne todos sus efectos. Lo mismo sucederá con respecto a un segundo cesionario, culpable de colusión o de una imprudencia grave. ARTÍCULO 1106.- El deudor de un crédito cedido queda descargado, por el pago que haga al cedente antes de la notificación o aceptación del traspaso. ARTÍCULO 1107.- La notificación de un traspaso hecha después de un embargo sobre el crédito, equivale a tercería con respecto al acreedor que obtuvo el embargo, por el monto del recurso que el cesionario tenga que ejercer contra el cedente. Si el crédito embargado no alcanzare a cubrir íntegramente al tercero, y al cesionario, se lo repartirán a prorrata. 22 ARTÍCULO 1108.- Notificado el traspaso de un crédito embargado antes, los embargantes o terceros que sobrevengan no tienen derecho alguno al dividendo que toque al cesionario en la repartición que se haga entre él y el primer embargante, la cual debe verificarse con abstracción de los nuevos opositores. Pero el cesionario debe indemnizar al primer embargante la diferencia que resulte en contra de éste, entre la suma que le toque en la distribución que se haga entre todos los embargantes y la que le habría tocado, si la totalidad del crédito se hubiera repartido proporcionalmente entre el primer embargante y los posteriores. ARTÍCULO 1109.- La venta o cesión de un crédito comprende sus accesorios, como las fianzas, prendas, hipotecas o privilegios. ARTÍCULO 1110.- El cesionario, aunque subroga al cedente en cuanto al crédito cedido y a los medios de hacerlo valer, no goza de las acciones de anulación o rescisión que el cedente hubiera podido intentar; salvo estipulación en contrario. ARTÍCULO 1111.- El deudor puede oponer al cesionario todas las excepciones reales o personales que hubiera podido oponer al cedente y puede hacerlas valer, aunque no hubiera hecho ninguna reserva a este respecto al notificarle la cesión; aun en el caso de aceptación pura y simple, podrá oponer toda otra excepción fuera de la compensación, salvo el reparar el perjuicio causado al cesionario por la aceptación, si, según las circunstancias, constituyera ésta una falta o imprudencia grave de su parte. Para las operaciones previstas en los incisos a) y b) del numeral 1104, el deudor únicamente podrá oponer, contra el cesionario, la excepción de pago, siempre que este se encuentre documentado y se haya realizado con anterioridad la cesión; y la de nulidad de la relación crediticia. (Así adicionado este párrafo final por el artículo 186, inciso c), de la Ley Reguladora del Mercado de Valores No.7732 de 17 de diciembre de 1997) ARTÍCULO 1112.- Si tratándose de una deuda cuyo pago al cedente no hubiese dado lugar a una acción de repetición contra éste, hubiera el deudor prometido al cesionario pagarla, no podrá después hacer valer contra el último las excepciones que hubiera podido oponer al cedente. 23 ARTÍCULO 1113.- El cedente garantiza, sin necesidad de cláusula especial, la existencia y legitimidad del crédito, así como también su derecho de propiedad al tiempo del traspaso. Esta garantía se extiende a los accesorios indicados como dependientes del crédito y como comprendidos en la cesión. ARTÍCULO 1114.- El cedente no será responsable de la solvencia, sino cuando se hubiere obligado a ello, y solamente por la cantidad que recibió en pago de la cesión. ARTÍCULO 1115.- El cesionario pierde todo derecho a la garantía de solvencia del deudor, cuando por falta de medidas conservatorias deja perecer el crédito o las seguridades concomitantes. ARTÍCULO 1116.- En caso de cesión parcial de un crédito, el cedente y el cesionario no gozan recíprocamente de ninguna preferencia, salvo pacto en contrario. 24 CASO 1 EXPEDIENTE N° 07-006646-0007-CO PROCESO: RECURSO DE AMPARO RESOLUCIÓN Nº 2007-07548 SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las quince horas y diecisiete minutos del treinta y uno de Mayo del dos mil siete. Recurso de amparo interpuesto por JORGE GONZALEZ ESQUIVEL, mayor, divorciado, abogado, vecino de San José, cédula de identidad número 6-072603, a favor de SAPRISSA DE CORAZON JVC S.A.D., cédula de persona jurídica número 3-101-357110, contra LA CAJA COSTARRICENSE DE SEGURO SOCIAL. Resultando: 1.Por escrito recibido en la Secretaría de la Sala a las dieciséis horas veintisiete minutos del dieciséis de mayo del dos mil siete, el recurrente interpone recurso de amparo contra la Caja Costarricense de Seguro Social, en el que manifiesta que la institución recurrida pretende aplicar al Estadio Ricardo Saprissa una sanción de cierre de negocios por mora. Que la amparada ejerce su actividad deportiva y comercial en dicho lugar, por lo que es tercera afectada en el procedimiento administrativo seguido por la institución en contra de la sociedad Deportivo Saprissa S.A.D., con quien la amparada suscribió un contrato de cesión, por medio del cual la primera le cedió a la segunda todos los derechos derivados de los documentos correspondientes al equipo de fútbol de primera y segunda división, los equipos participantes en UNAFUT, ADELIFE y ANFA, las escuelas de fútbol y los demás equipos pertenecientes a divisiones menores, así como los distintos contratos celebrados sobre transmisiones televisivas y vallas publicitarias. Que el mencionado procedimiento tenía por objetivo verificar y determinar si los salarios reportados a la institución por el Deportivo Saprissa Sociedad Anónima Deportiva, conocido como Saprissa, correspondían a las sumas devengadas por los trabajadores. Que en tal sentido, en el caso de los jugadores, el Departamento de Inspección, Area de 25 Servicios, no aceptó la existencia de la contratación comercial respecto a la explotación de la imagen de los deportistas y entrenadores, indicado que para efectos de la tasación de las cuotas obrero patronales, todas las formas contractuales diferentes del contrato laboral se debían tener bajo el concepto de relación laboral, pasando por alto la contratación para la explotación de la imagen del deportista, entendiendo ésta como derecho fundamental. Que tal determinación administrativa analizó únicamente la vinculación del deportista dentro del vínculo jurídico laboral, por medio del análisis financiero y contable, y se calificaron los ingresos de los contratos del profesional del deporte no vinculados a la práctica del fútbol como salario, sea, los contratos comerciales no laborales de la explotación de la imagen y mercadeo. Que estima que, en razón de un análisis erróneo realizado desde la técnica contable y financiera, se llegó a la conclusión que los contratos por imagen y servicios profesionales atinentes a los valores personalísimos del deportista son gravables a título de cuotas obrero patronales, bajo el principio de contrato realidad y el de subordinación laboral. Que la omisión desfigura los principios de la utilización comercial del derecho a la propia imagen, que consideran ésta como objeto del contrato comercial de mercadeo y explotación de imagen conforme, al reconocerse el derecho a la propia imagen como bien jurídico susceptible de contener contenido patrimonial y de ser explotado económicamente. Que el mencionado análisis contable constituye la determinación subjetiva que atenta en contra de derechos fundamentales, pues, bajo la "perspectiva contable" se configura la mencionada decisión administrativa, que implica un acto de requisición del derecho de propiedad personal, como lo es el derecho fundamental a la imagen. Que con la amparada se han vinculado los profesionales del deporte bajo un conjunto de normas civiles consuetudinarias y reglamentarias, que regulan y organizan la práctica del deporte, y además por un contrato comercial de explotación y mercadeo del derecho a la imagen. Que la perspectiva contable ha sido erróneamente valorada, y se ha negado arbitrariamente la posibilidad de disposición del derecho fundamental a la imagen, que es un derecho personalísimo y fundamental no regido por los principios del contrato laboral, sino que se refiere a otra forma y contenido contractual, lícito y atípico, cuyo objeto contractual es la explotación de la imagen del deportista para fines publicitarios. Que así, se está ante un contrato de naturaleza mercantil, con clara vocación comercial, que deviene de la valoración de la imagen del deportista. Que la imagen del deportista es un derecho patrimonial autónomo y no es un elemento del contrato de trabajo. Que en este caso, lo resuelto por la recurrida limita el derecho a la libertad de contratación de imagen para la divulgación con fines publicitarios y lucrativos. Que así, al desvirtuarse el contrato comercial de imagen y mercadeo se desfigura la libertad de contratación como derecho y garantía constitucional. Que la decisión de unificar los contratos constituye un acto con nulidad plena, al no tener la recurrida competencia funcional ni por materia para considerar que los contratos de imagen no pueden ser un contrato lucrativo. Que se equivoca la recurrida al sostener que tanto la jurisprudencia como la doctrina establecen que las remuneraciones que reciben los jugadores de fútbol, bajo el denominado "derecho de imagen", son parte del salario. Que lo cierto es que la contratación de patrocinio de imagen no contiene elementos de la contratación laboral, y en realidad se está ante un contrato comercial. Que la contratación de imagen está protegida y regulada por la Ley 6683, en que se permite la 26 explotación del derecho a la imagen, a lo que tiene derecho el deportista profesional, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 153 de ese cuerpo normativo. Que no puede fusionarse la voluntad contractual comercial y la laboral, pues son contratos diferentes, autónomos, independientes y con regulaciones específicas. Que estima que la Caja Costarricense de Seguro Social ha desfigurado el contrato comercial, con la deliberada intención de sujetarlo, de forma ilegal, a los principios y regulaciones del derecho laboral. Que estima nulo lo actuado y resuelto por la institución recurrida en el mencionado procedimiento, al sostener que el citado contrato es laboral en lugar de mercantil. Que estima que con ello se infringe el principio de legalidad y la libertad de empresa, así como el debido proceso, al pretenderse afectar a la amparada con una sanción impuesta en un procedimiento en que ella no ha sido parte y respecto de una infracción ajena a ella. 2.El artículo 9 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional faculta a la Sala a rechazar de plano o por el fondo, en cualquier momento, incluso desde su presentación, cualquier gestión que se presente a su conocimiento que resulte ser manifiestamente improcedente, o cuando considere que existen elementos de juicio suficientes para rechazarla, o que se trata de la simple reiteración o reproducción de una gestión anterior igual o similar rechazada. Redacta el Magistrado Armijo Sancho; y, Considerando: I.Debe tenerse presente que, en general, la procedencia del recurso de amparo está condicionada no sólo a que se acuse la existencia de una violación -o amenaza de violación- a uno o más de los derechos o garantías fundamentales consagrados por el Derecho de la Constitución; sino, además, a que se trate de una amenaza o quebranto directo y grosero, que por su carácter apremiante no permita esperar a que surtan efecto los remedios ordinarios. Esta última circunstancia pone de relieve el carácter eminentemente sumario del proceso de amparo, cuya tramitación no se aviene bien con la práctica de diligencias probatorias lentas y complejas, o con la necesidad de entrar previamente a examinar -con carácter declarativo- si existen en realidad o no derechos de rango infraconstitucional que las partes citen como parte del elenco fáctico del recurso de amparo o del informe de ley, según sea el caso. Es evidente que esa es una competencia de la que esta Sala carece. II.En la especie, la pretensión de fondo del recurrente es que esta Sala revise lo resuelto por la Caja Costarricense de Seguro Social, a fin de determinar si en este caso en particular, y respecto de los mencionados "contratos de explotación de imagen y mercadeo", se está ante una relación de naturaleza laboral o mercantil, y si, en definitiva, ha existo un incumplimiento o no de las 27 eventuales obligaciones patronales en materia de seguridad social. Lo anterior determina el rechazo del amparo, pues resolver tal extremo -previa evacuación y apreciación del material probatorio existente, y en atención a la correcta interpretación y aplicación de la normativa infraconstitucional que rige la materia- hace referencia a un diferendo que es justamente del tipo que, como se dijo, no cabe ventilar aquí, pues entraña un conflicto de legalidad ordinaria cuya resolución excede la naturaleza sumaria del amparo. Así, en un caso similar, esta Sala resolvió: "I.Debe indicarse -en primer lugar- que la Caja Costarricense de Seguro Social, como encargada de la administración y el gobierno de los seguros sociales, se encuentra legítimamente facultada para verificar y velar porque los patronos cumplan las obligaciones que nuestro ordenamiento jurídico les impone en materia de seguridad social. Lo anterior con sustento en el artículo 73 de la Constitución Política, así como los artículos 1 y 20 de la Ley Constitutiva de la Caja Costarricense de Seguro Social. En razón de lo anterior, si en un caso particular, los elementos de convicción existentes permiten concluir a la citada institución que la relación jurídica subsistente entre dos personas es de naturaleza laboral, y en razón de lo anterior el respectivo patrono tiene el deber de cumplir determinadas obligaciones en materia de seguridad social, así lo pueda exigir, en el debido y correcto ejercicio de sus competencias constitucionales y legales. Sin perjuicio, claro está, que si el interesado estima que lo resuelto por la Caja Costarricense de Seguro Social obedece a una errónea apreciación de la situación fáctica o una indebida interpretación y aplicación de la normativa que rige la materia, así lo pueda reclamar, sea en la propia sede administrativa, o bien, en su defecto en la sede jurisdiccional correspondiente, a efectos de que sea en sede jurisdiccional que se revise lo actuado por dicha institución y se resuelva -en definitiva- sobre la existencia o no de la mencionada relación laboral, así como lo referente al debido cumplimiento o no de las eventuales obligaciones patronales en materia de seguridad social. II.En el caso en estudio, de la lectura del propio escrito de interposición, así como del estudio de la prueba aportada al efecto (ver resolución 1233-00334- 2004R, cuya copia está agregada de folio 79 a 86 del expediente), se desprende que la Caja Costarricense de Seguro Social concluyó -previo estudio de la situación- que entre la amparada y Rubén Eduardo Alvarado Quirós, Erick Estuardo Castillo Merida y Gustavo Alberto Martínez Figueroa existía una relación obrero-patronal, por constatarse la presencia -en la realidad- de las condiciones típicas de este tipo de relación, según lo previsto por la normativa laboral aplicable, por lo que resolvió que la amparada debía cumplir -respecto de tales individuos- sus obligaciones patronales en materia de seguros sociales. A lo que se agrega que a ésta última se le otorgó la oportunidad de ejercer la defensa de sus derechos e intereses. Ahora bien, si la amparada está disconforme con lo resuelto, pues sostiene que no existe tal relación laboral, sino más bien una relación civil o mercantil, al amparo de un contrato de 28 servicios profesionales, así lo deberá alegar en la sede administrativa o jurisdiccional ordinaria, y no ante este Tribunal, ya que el evacuar y analizar el material probatorio existente, a efectos de dilucidar si en este caso particular se configura una relación laboral -como sostiene la recurrida- o civil -según alega la amparada-, en atención a la correcta apreciación de los respectivos elementos de convicción y la correcta interpretación de la normativa que rige la materia, hace referencia a un conflicto de legalidad ordinaria cuyo conocimiento y resolución es ajeno a su esfera de competencia. Máxime que todo ello implica una discusión cuya solución excede la naturaleza eminentemente sumaria del recurso de amparo, proceso en el cual no es material ni razonablemente posible entrar a un complicado sistema probatorio o a la práctica de diligencias probatorias lentas y complejas, tal y como lo exige el presente caso. Por ello, no resulta procedente que la Sala vierta pronunciamiento alguno (positivo o negativo) sobre tal extremo concreto, y la disconformidad de la amparada deberá plantearse en la propia vía administrativa, y de resultar disconforme con lo que finalmente se resuelva, podrá plantear sus reproches en la vía jurisdiccional correspondiente, por ser las sedes a las que corresponde resolver -con la amplitud probatoria requerida- tales aspectos. En todo caso, en lo que se refiere propiamente al ámbito de competencia de esta Sala, no se observa que con los hechos acusados se hayan violentado -al menos, de manera directa- los derechos fundamentales de la amparada, por lo que procede rechazar por el fondo el recurso, como al efecto se declara." Precedente que es aplicable al caso en estudio, pues este Tribunal no encuentra razones para variar el criterio vertido en dicha sentencia, ni motivos que lo hagan valorar de manera distinta en la situación planteada. Por lo demás, si la amparada estima que como tercera interesada está legitimada para apersonarse en el mencionado procedimiento administrativo, lo que procedente es que así lo haga, a efectos de plantear en la propia sede administrativa sus reparos con respecto a lo actuado y resuelto por la Caja Costarricense de Seguro Social. En razón de lo anterior procede rechazar de plano el recurso, como así se declara. Por tanto: Se rechaza de plano el recurso. Ana Virginia Calzada M. Presidenta a.i. Adrián Vargas B. Gilbert Armijo S. Fernando Cruz C. Federico Sosto L. Teresita Rodríguez A. Rosa María Abdelnour G. FCASTRO.- 29 CASO 2 EXPEDIENTE N° 07-006646-0007-CO Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de Información Jurídica el: 11/10/2011 3:33:43 PM NUE: 10-000235-0004-CI RES: Nº 000627-E-11 SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.San José, a las nueve horas cincuenta y cinco minutos del veintiséis de mayo de dos mil once. Diligencias de exequátur promovidas por First Columbia Bank and Trust Company, en su calidad de heredera universal y fiduciaria testamentaria de la Sucesión de Meral Sizique Bodmer. Figura el Lic. Arturo Blanco Páez, casado, abogado, vecino de San Pedro de Montes de Oca, en calidad de apoderado especial judicial de la citada promovente. RESULTANDO 1) El Lic. Arturo Blanco Paéz, en su condición de apoderado especial judicial de la entidad First Columbia Bank and Trust Company, en su calidad de heredera universal y fiduciaria testamentaria de la Sucesión de Meral Sizique Bodmer, seguida ante la Corte Común de Alegatos del Condado de Columbia, Estado de Pennsylvania, División Corte de Orfandad, Estados Unidos de América, solicita que se ponga el exequátur de ley a la sentencia dictada el 30 de setiembre de 2010 y a su resolución aclaratoria del 8 de marzo de 2011. 2) En los procedimientos ante la Sala se han observado las prescripciones de ley; y, CONSIDERANDO I.Los documentos que acompaña el gestionante con su solicitud están debidamente legalizados, y permiten tener por bien probado los siguientes hechos: 1) Que el Lic. Arturo Blanco Páez, en su expresada calidad, gestiona la homologación de la sentencia dictada el 30 de setiembre de 2010 y de su resolución aclaratoria del 8 de marzo de 2011, por la Corte Común de Alegatos del Condado de Columbia, Estado de Pennsylvania, División Corte de Orfandad, Estados Unidos de América, en el proceso sucesorio testamentario de Meral Sizique Bodmer, que en lo conducente y en su orden declaran: “… 30 Cuatro. Meral S. Bodmer murió el catorce de diciembre del año dos mil nueve, siendo residenta del Municipio de Millville, Condado de Columbia, Pennsylvania. Cinco. Meral S. Bodmer no tiene cónyuge supérstite ni hijos menores. Seis. La disposición de última Voluntad y Testamento de Meral S. Bodmer, tal y como se aceptó debidamente para efectos testamentarios por el Registro de Testamentos del Condado de Columbia, Pennsylvania, específicamente excluye a sus hijos, Nursel Bodmer y Wells y George Bodmer, como beneficiarios de su herencia. Siete. Ningún proceso de validación testamentaria o proceso sucesorio ha sido hasta este punto iniciado en el país de Costa Rica ni para Marion K. Bodmer o Meral S. Bodmer. Ocho. La primera y única cuenta de administración de los haberes sucesoriales de Meral S. Bomer presentada por First Columbia Bank and Trust Co. es por la presente confirmada. Nueve. El nombramiento de First Columbia Bank and Trust Co. como Fiduciario del Fideicomiso Testamentario bajo la Disposición de última Voluntad y Testamento de Meral S. Bodmer es aprobado y ordenado, vista la renuncia de M&T Bank. Diez. La Corte aprueba el pago de las costas adelantadas, curatela y honorarios de representación personal de acuerdo con la Petición. Once. La Corte por la presente aprueba los acuerdos de honorarios y los honorarios cobrados o a ser cobrados por la abogada Larios. Abogado Blanco y Abogado Harding. Doce. La Corte aprueba el pago de las sumas y obligaciones al momento de la venta de la Propiedad de Osa tal y como se solicita en la Petición. En particular, la reclamación del Departamento de Beneficiencia Pública habrá de ser pagada de las resultas de la venta de dicha propiedad, hasta el extremo en que dicha sumas sean suficientes, en el orden de prioridad establecida bajo la legislación del Código de Sucesiones y Validaciones Testamentarias y Fideicomisos. Hasta el extremo en que tales recaudos no sean suficientes para pagar la reclamación del Departamento de Beneficiencia Pública en su totalidad, el remanente deberá ser pagado luego de la disposición de la propiedad de Junquillal, en el tanto en que los aspectos de titularidad en Costa Rica se resuelvan favorablemente para la Sucesión de Bodmer y para First Columbia Bank and Trust Co., Fiduciario del fideicomiso establecido bajo la Disposición de última Voluntad y Testamento de Meral S. Bodmer. Trece. A la muerte de Marion K. Bodmer, el interés de Marion J. Bodmer en la propiedad de Junquillal (inscrita como Guanacaste Número de Propiedad tres ocho ocho nueve siete-cero cero cero y anteriormente Puntarenas número tres ocho ocho nueve siete-cero cero uno y cero cero dos) pasa a su cónyuge supérstite Meral S. Bodmer. Catorce. El registro de la propiedad de Osa, estando registrada como Puntarenas propiedad Número cero cuatro cuatro tres ocho cinco-cero cero cero, se encuentra en el nombre de Meral S. Bodmer. Quince. El derecho, título e interés de Meral S. Bodmer en la propiedad de Junquillal y en la Propiedad de Osa, será y es por la presente adjudicada a First Columbia Bank and Trust Co. del doscientos treinta y dos East Street, Bloomsburg, Pennsylvania uno siete ocho uno cinco, como el Fiduciario nombrado por la Corte según Disposición de última Voluntad y Testamento de Meral S. Bodmer. Dieciséis. First Columbia Bank and Trust Co. como el Fiduciario nombrado por la Corte deberá recibir la distribución de los bienes en fideicomiso, para ser administrados y distribuidos de conformidad con la petición para Adjudicaciones de bienes Sucesoriales según cuenta primera y final. Diecisiete. Esta Corte conserva jurisdicción en lo que respecta a la Administración por la Petente en su condición de Fiduciaria nombrada por 31 la Corte, del Fideicomiso Testamentario establecido bajo la Disposición de última Voluntad y Testamento de Meral S. Bodmer. Dieciocho. Esta sentencia ha sido emitida en cumplimiento de las leyes del Estado Asociado de Pennsylvania. Diecinueve. Es solicitado que esta sentencia sea presentada ante la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica para su aprobación y registro y por la presente se ordena.”, y “… Y ahora, este ocho de marzo de dos mil once, en atención a la petición presentada a nombre del First Columbia Bank & Trust Col, esta Corte emite la siguiente Sentencia suplementaria a la sentencia emitida en fecha treinta de setiembre de dos mil diez. Primero. Bajo las Leyes del Commonwealth de Pennsylvania, se presume que la propiedad poseída conjuntamente por esposo y esposa es propiedad en posesión conjunta y plena, y se convierte en la propiedad exclusiva del cónyuge supérstite luego de la muerte del primer cónyuge en morir. Dos. Ninguna proceso sucesorio es necesario en el Commonwealth de Pennsylvania para propiedad inmueble, u otra propiedad que fuese tenida en conjunto por una pareja casada a fin de que la titularidad de la propiedad sea conferida plena y de manera exclusiva al cónyuge supérstite. Tres. Es reconocido y se declara por esta Corte Meral Sizique Bodmer es la única heredera de los bienes poseídos conjuntamente, por ser ella la suspérstite de Marion K. Bodmer, y de conformidad, la propiedad de Marion K. Bodmer en la propiedad Junquillal, se ha cedida a la sucesión de Meral Sizique Bodmer hoy fallecida. Cuarto. First Columbia Bank & Trust Co. siendo el Fiduciario bajo el Testamento de Meral Sizique Bodmer, es el “heredero” bajo la disposición de última voluntad y testamento de Meral Sizique Bodmer y Marion K. Bodmer en la propiedad de Junquillal. Quinto. El propósito de esta Orden, es clarificar y suplementar el párrafo trece de la Sentencia Judicial emitida en este proceso en fecha treinta de setiembre de dos mil diez. Sexto. La resolución emitida en este procedimiento en fecha treinta de setiembre de dos mil diez, continuará en plena vigencia y fuerza de la manera en que se ha adicionado con esta resolución adicional.”. 2) Que la causante, Meral Sizique Bodmer, quien portara el pasaporte 9001951530, era en su calidad de viuda, la titular de la finca inscrita en el partido de Puntarenas, bajo el Sistema de Folio Real, Matrícula no. 00044385-000, situada en el distrito 03 Sierpe, del Cantón 05 Osa, de la provincia de Puntarenas, con una medida de cuatrocientos diez mil cuatrocientos diez metros con un decímetro cuadrado, según plano no. P-0478296-1982 (certificación del Registro Nacional de folios 1 y 2). II.El presente caso se rige por la regla especial del artículo 905 del Código Procesal Civil, pues se trata de un asunto sucesorio, y este texto dispone que: "Si un costarricense o extranjero domiciliado fuera de la República dejare bienes en ésta, y si en el lugar de su domicilio se hubiere seguido el proceso sucesorio, serán válidas aquí las adjudicaciones,transmisiónes y demás actos legales hechos en el domicilio de la sucesión, conforme con las leyes del lugar, por quienes allí tengan derecho a hacerlos; pero el interesado deberá hacer, previo el exequátur de ley, que el juez llame por un edicto en el Boletín Judicial, y con un plazo de treinta días, a quienes, según las leyes del país, pudieran perjudicar la adjudicación, transmisión o acto realizado en el domicilio de la sucesión ... ." 32 . III.La sentencia dictada el 30 de setiembre de 2010 y su adición de 8 de marzo de 2011, por la Corte Común de Alegatos del Condado de Columbia, Estado de Pennsylvania, División Corte de Orfandad, Estados Unidos de América, en el proceso sucesorio testamentario de Meral Sizique Bodmer, se encuentran debidamente legalizadas y no son contrarias al orden público; de manera que, por cumplirse con los requisitos establecidos en el artículo 705 del Código Procesal Civil, el exequátur resulta procedente. En razón de lo anterior se ordena remitir al Juzgado Civil de Mayor Cuantía de Osa, que es el que tiene jurisdicción sobre el bien inmueble que consta inscrito a nombre de la causante, a fin de que se sigan los trámites que señala el artículo 905 ibídem, y cualquier otro que se estime pertinente y, en su oportunidad, se resuelva lo que corresponda y se efectúe lo que sea procedente, si no hubiere legítimo motivo que lo impida. POR TANTO Se concede el exequátur solicitado a la sentencia dictada el 30 de setiembrre de 2010 y a su adición del 8 de marzo de 2011, por la Corte Común de Alegatos del Condado de Columbia, Estado de Pennsylvania, División Corte de Orfandad, Estados Unidos de América, y se remiten las diligencias al Juzgado Civil de Mayor Cuantía de Osa, para que proceda de conformidad, si no hubiere legítimo motivo que lo impida. Román Solís Zelaya Oscar Eduardo González CamachoCarmenmaría Escoto Fernández Moisés Fachler GrunspanAna Isabel Vargas Vargas Muñoz Exeq. 1420-10subsan Teléfonos: (506) 2295-3658 [email protected] o 2295-3659, correo electrónico Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de Información Jurídica el: 11/10/2011 3:40:08 PM CASO 3 33 Sentencia: 00323 Expediente: 07002202-0182-CI Fecha: 30/09/2010 Hora: 2:20:00 PM Emitido por: Tribunal Segundo Civil Sección II Tipo de Sentencia: De Fondo Redactor: León Díaz José Rodolfo Clase de Asunto: Proceso ordinario Texto de la sentencia Expediente N°07-002202-0182-CI ACT:() FAIRFAX DATA, SOCIEDAD ANÓNIMA SITA:BUFETE CARAZO MONTERO & FERNÁNDEZ EN AVENIDA 8 ,CALLES 9 Y 11 N°963 (SECTOR 1) DEM: () MARCOSA M Y V, SOCIEDAD ANÓNIMA FAX: 22-60-04-67 ______________________________________________________ N° 323 TRIBUNAL SEGUNDO CIVIL, SECCION SEGUNDA.San José, a las catorce horas veinte minutos del treinta de setiembre del dos mil diez.Proceso ORDINARIO tramitado en el JUZGADO TERCERO CIVIL DE MAYOR CUANTÍA DE SAN JOSÉ, bajo el número de expediente 07-0022020182-CI, por FAIRFAX DATA, SOCIEDAD ANÓNIMA, representada por su apoderado generalísimo sin limite de suma, señor Joseph Raymond Krieg,de nacionalidad estadounidense, mayor, con cédula de residencia 175-19123113524, vecino de Ciudad Colón, San José; contra MARCOSA M Y V, SOCIEDAD ANÓNIMA, representada por sus apoderados generalísimos sin limite de suma señor Marco Antonio Alfaro Ramírez, mayor, soltero, empresario, con cédula de identidad 1-0866-0765 y la señora Vilma Ramírez 34 Granados, mayor, con cédula de identidad 01-0310-0137. Intervienen como apoderados especiales judiciales de la sociedad actora los licenciados Fernando Montero Piña y Fernando Montero López, y de la sociedad demandada los licenciados Erasmo Rojas Madrigal y Gabriela Molinari Vílchez.RESULTANDO: 1.La presente demanda cuya cuantía se fijó en la suma de novecientos mil dólares, es para que en sentencia se declare: "1) Que por el documento firmado el 19 de abril de 2006, a las 10:30 horas se plasmó la voluntad contractual de la empresa demandada y de la actora, cuyo convenio consistió en que la primera le cedía a la segunda sus derechos de concesión y explotación de la frecuencia de radio 105.9 F.M. 2) Que el precio que se acordó en el contrato de cesión de esos derechos fue de novecientos mil dólares. 3) Que a hoy, la cesionaria le ha pagado a la cedente la cantidad de $739,500,oo por lo que el saldo adeudado es de $160,500,oo. 4) Que el saldo adeudado se lo pagará la cesionaria a la cedente en el momento en que su derecho le sea declarado o reconocido, es decir, cuando el representante de la demandada firme los documentos definitivos de traspaso por cesión de esos derechos, los cuales se presentarán a la Oficina Nacional de Control de Radio, para que proceda a inscribir a la actora como propietaria de los derechos de concesión y explotación de dicha frecuencia. 5) Que por aprestarse la actora al pago del saldo adecuado por la cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia referida, se le ordenará a ésta que proceda a depositar en la cuenta del Despacho dicho saldo una vez que la sentencia que declara con lugar esta demanda, quede firme. 6) Que en caso de que el representante de la demandada se niegue a firmar los documentos legales del traspaso por cesión de los derechos mencionados, se le prevenga por el plazo de ley y si persiste su reticencia, el señor Juez firmará en su lugar. 7) Que el documento que contiene el contrato denominado "Contrato de Joint Venture" es simulado y por ello absolutamente nulo, porque adolece de patología negocial, por ausencia de voluntad y por ausencia de causa jurídica, pues en ningún momento las partes han tenido en mente ejecutarlo y porque lo que ejecutaron fue la cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia referida 8) Que existe discordancia intencional entre lo querido y ejecutado con respecto a lo que consta consignado en ese documento y la realidad contractual, pues lo que se ha ejecutado desde el principio y aún hoy, es el contrato de cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 F. M. 9) Que el referido contrato se utilizo únicamente para enmascarar u ocultar la verdadera intención de las partes, cual era, la cesión de los derechos de concesión y exportación de la frecuencia referida. 10) Que el documento que contiene el contrato denominado "Adendum al Contrato de Joint Venture" es simulado y por ello absolutamente nulo, porque adolece de patología negocial, por ausencia de voluntad y por ausencia de causa jurídica, pues en ningún momento las partes han tenido en mente ejecutarlo y porque lo que ejecutaron fue la cesión de los derechos de concesión y explotación de la 35 frecuencia referida. 11) Que existe discordancia intencional entre lo querido y lo ejecutado con respecto a lo que consta consignado en ese documento de Adendum al Contrato de Joint Venture y la realidad contractual, pues lo que se ha ejecutado desde el principio y aún hoy, es el contrato de cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 Frecuencia Modulada. 12) Que la demandada debe pagar las costas personales y procesales de este proceso ordinario, por así disponerlo los artículos 221 y 871 del Código Procesal Civil.”(Sic).2.La Accionada fue debidamente notificada de la demanda y la contesto de forma negativa, e interpuso las excepciones de falta de derecho, falta de legitimación ad causam activa y pasiva y sine actione agit.3.El licenciado Jean Carlos Céspedes Mora, Juez del Juzgado Tercero Civil de Mayor Cuantia de San José, en sentencia dictada a las catorce horas veintiún minutos del veinticuatro de Febrero de dos mil nueve, resolvió: “POR TANTO: De conformidad con lo expuesto, hechos tenidos por demostrados, citas jurisprudenciales y legales invocadas, se dispone: Se rechazan las excepciones de falta de Legitimación Ad Causam Activa y Pasiva. Se rechaza la excepción de Falta de Derecho y Falta de interés. En consecuencia, SE DECLARA CON LUGAR EN TODOS SUS EXTREMOS, la presente demanda ordinaria de Fair Fax Data Sociedad Anónima contra Marcosa M y V Sociedad Anónima. Se declaran nulos los contratos de Joint Venture y su adendum suscritos entre las partes. Se declara la existencia de acuerdo entre las partes de transmitir los derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 F.M. Se ordena a la parte actora depositar ante la cuenta única del expediente la suma de 186,000 dólares americanos como saldo del precio por la transmisión de derechos. Se ordena a la parte demandada que una vez verificado el depósito anterior, y dentro del plazo de diez díaz, proceda a suscribir mediante su representante legal, el documento de cesión formal y todos aquellos necesarios para tal efecto a favor de la actora y ante la Oficina Nacional de Control de Radio e instituciones donde sea necesario, bajo el apercibimiento de que en caso de negativa, será ejecutada la orden por parte de esta Autoridad Judicial. Son las costas personales y procesales a cargo de la demandada vencida. Hágase saber”.(Sic) 4.De dicho fallo conoce este Tribunal en virtud de apelación con nulidad concomitante, interpuesta por el Licenciado Erasmo Rojas Madrigal como apoderado de la sociedad demandada. En los procedimientos se han observado las prescripciones correspondientes. 36 REDACTA el Juez LEÓN DÍAZ; y, CONSIDERANDO: I. En cuanto a la lista de hechos probados de la sentencia apelada, se hacen las siguientes modificaciones: Se adiciona el identificado con la letra a), indicándose además de lo señalado en él lo siguiente : “La concesión de dicha frecuencia le fue otorgada mediante el Acuerdo Ejecutivo No 1172004, de 10 de enero de 2005.”. En el hecho identificado con la letra b), se elimina como elemento probatorio que lo sustenta el documento original que se encuentra en archivo, cuya copia se encuentra a folio 6, y en su lugar se incluyen las declaraciones que, con carácter de confesión espontánea, ha efectuado la parte actora y la demandada a folios 47, 130, 135, 137 y 138, según se analizará en el considerando VIII de esta sentencia. Asimismo, se adiciona el citado hecho probado b), con lo siguiente: “Al momento de efectuarse dicha negociación, el señor Marco Antonio Alfaro Ramírez era elpresidente, con representación judicial y extrajudicial con facultades de apoderado generalísimo si límite de suma, pudiendo actuar de manera individual, de las Marcosa M Y V, Sociedad Anónima.”. Se añade como prueba en sustento de esta adición la certificación de personería jurídica de folio 316. Del hecho demostrado identificado con la letra e), se elimina la frase “... por concepto de precio según contrato de fecha 19 de abril de 2006...”, por cuanto ello es una valoración y no una constatación fáctica. Basta con acreditar la fecha en que fueron efectuados los pagos, para luego determinar si todos o solo alguno de ellos fueron realizados para cumplir el convenio citado u obedecen a otra causa jurídica. Se elimina el hecho demostrado identificado con la letra h), por cuanto, según se analizará en el considerando X, la situación fáctica ahí enunciada carece del debido respaldo probatorio. En lo demás, se mantiene incólume la lista de hechos probados del fallo de primera instancia. II. En el fallo apelado no fueron consignados hechos indemostrados. Sin embargo, ha de tenerse como no acreditado lo siguiente: 1- Que cada vez que la actora se atrasaba en el pago de los tractos convenidos a favor de Marcosa, don Marco Antonio Alfaro Ramírez recurría a la estrategia de redactar contratos diferentes al de cesión, con la finalidad de poner un precio más alto a dicho negocio. Este aspecto no puede tenerse por acreditado, conforme a lo que se analizará en el considerando XVII de esta sentencia. Tampoco se tiene por acreditado lo siguiente: “2- Que don Marco Antonio Alfaro Ramírez haya creado interferencias con sus trasmisores en la señal de Beatz 106”. Los motivos por los cuales no se tiene por acreditado en este hecho serán dados en el considerando X de esta sentencia. Por último, no quedó acreditado: “3- Que el contrato denominado Joint Venture y su adendum, fueran suscritos con la intención de desvirtuar el contrato de cesión de 2006 y como un mecanismo para obligar a la actora a pagar el saldo adeudado del precio de esa cesión. ” . La razón para no tener por acreditado este hecho, se 37 desarrollará en el penúltimo considerando de esta sentencia. III. La sociedad anónima Fairfax Data (en lo sucesivo identificada simplemente como Fairfax Data), afirma en la demanda que Marcosa M y V, Sociedad Anónima (en adelante Marcosa), es propietaria de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia radiofónica 105.9, según lo señalado por los registros del Departamento Nacional de Control de Radio (DNCR). El 19 de abril de 2006, indica, acordaron la cesión de los derechos indicados, por un precio de $900.000. En esa oportunidad se habría pagado $20.000 como parte del precio, y el saldo se cubriría en cinco abonos, el último de $150.000 a pagar el 30 de octubre de 2006. El documento suscrito era un manuscrito informal, pero las partes se habrían comprometido a realizar uno formal para su presentación ante la DNCR, para obtener el correspondiente visto bueno de la cesión. A partir de ahí, en dicha frecuencia se comenzó a transmitir la señal de Radio Betz 106, para lo cual se solicitó el respectivo permiso a la DNCR, y dos o tres meses después la radioemisora fue trasladada a su nuevo local en Pavas, contiguo a la Estación de Bomberos. Luego del contrato traslativo, la gestión de la empresa ha estado a cargo exclusivamente de Fairfax Data,quien ha contratado su personal, paga los gastos respectivos, se afilió a la Cámara Nacional de Radio, obtuvo y cancela la patente municipal, los impuestos y las cargas sociales. Del total del precio, se sostiene, se habrían pagado $739.500, en las fechas indicadas en el hecho décimo segundo de la demanda, consignándose como última fecha de pago certera el 5 de julio de 2007, con un abono de $5.000. El 13 de setiembre de 2007, la actora habría enviado comunicaciones al representante de la demandada, en las cuales remitía el estado de cuenta de lo pagado según sus registros, pero no habría obtenido respuesta. Cada vez que se atrasaba en el pago de los abonos del precio de la cesión, dice en la demanda la parte actora, el apoderado de la demandada recurría a la estrategia de redactar un contrato diferente al inicialmente pactado, con lo cual ponía un precio más alto a la cesión y, en varias ocasiones, provocó interferencia en las transmisiones de la señal y amenazó con “ bajar el switch ” y despojarla de la señal de radio. Los contratos suscritos tendían a desvirtuar la cesión referida, y fueron denominados como Joint Venture y adendum al contrato de Joint Venture. En el primero, firmado el 15 de marzo de 2007, además de incluir un pago mayor al pactado, contendría cláusulas leoninas tergiversando la cesión. En el segundo, de 20 de abril de 2007, también se habría aumentado el precio e incluido cláusulas de ese tipo. Estos contratos, se sostiene en la demanda, no se apegan a la realidad, desvirtuando la verdadera relación contractual, pues en ningún momento, desde que se pactó la cesión, Marcosa se habría dedicado de manera alguna a explotar junto con Fairfax Data esa frecuencia de radio, no soportó los riesgos de la actividad, ni se pactó distribución alguna de las ganancias, con lo cual descarta que se estuvieran cumpliendo los principios propios de la naturaleza del contrato de Joint Venture. Más bien, existirían intereses contrapuestos entre las partes y no un vínculo de asociación y prosecución de fines comunes, conservando cada parte su personalidad jurídica propia. Los bienes dedicados a la explotación de la empresa pertenecen a Fairfax Data, las obligaciones las asume ella, al igual que el manejo total de la emisora; la demandada, por su parte, cuenta con su 38 propio personal para emisoras diferentes, lo que descartaría la presencia de un contrato de Joint Venture. El monto de este último contrato sería idéntico al precio de la cesión de 19 de abril de 2006, y lo pagado en realidad serían abonos al precio de la cesión indicada. Reitera que todos los pagos y gastos concernientes al funcionamiento de la emisora siempre han sido cubiertos exclusivamente por la actora y que el plazo ficticio establecido en el contrato de Joint Venture no se habría estipulado para la consecución de la naturaleza del fin del negocio, sino como un límite temporal para cumplir el pago del precio de la cesión; no serían tampoco ganancias ni alquiler de la frecuencia. En el adendum el precio sería mayor, porque la actora había incumplido uno o dos pagos convenidos y el incremento era una especie de cláusula penal o castigo por el retraso, sin embargo, sostiene, la parte demandada continuó recibiendo los pagos posteriores de la cesión. Se le atribuye el calificativo de leonina a una cláusula del contrato de Joint Venture según la cual la demandada tendría derecho a una indemnización a determinarse sin peritos, si decide, sin razón alguna, sacar del aire la frecuencia. Asimismo, podría dar por concluido inmediatamente el contrato sin responsabilidad alguna, si la actora incumplía el pago de sus obligaciones; y se dispuso expresamente que lo convenido no implicaba ni arrendamiento ni cesión de la concesión o enajenación de la frecuencia de radio; pero, afirma la accionante, en la realidad era un contrato de cesión y no el ficticio acuerdo de Joint Venture, al cual califica de simulado y acusa de no representar la verdadera voluntad de las partes. A principios de agosto de 2007, Fairfax Data y Marcosa habrían sostenido varias reuniones, en las cuales la primera habría propuesto que pagaría el saldo adeudado en el momento que se firmara el documento formal de cesión, exigido por la DNCR para el traspaso de ese tipo de derechos, pero el representante de la demandada desconoció el contrato de cesión, apegándose a la literalidad del acuerdo de Joint Venture y su adendum, proponiéndole más bien un nuevo contrato de cesión, pero por $1.600.000. Como no hubo aceptación, el señor Marco Antonio Alfaro Ramírez habría enviado un documento para que lo firmara el representante de la demandada, dando por terminada la relación, citándose en la demanda el contenido de sus cláusulas primera y segunda, las que no aceptó. Por lo narrado, señala, la actora decidió no continuar pagando más abonos por el precio pactado por la cesión, pues ya había cubierto $739.500, hasta que no se firmara el traspaso definitivo de la frecuencia mencionada. El 4 de setiembre de 2007, al no aceptar el finiquito propuesto, el representante de la demandada envió una nota dándole un mes de plazo para dejar de efectuar transmisiones por la frecuencia citada, dando por terminado su relación contractual sin responsabilidad alguna, lo cual no fue aceptado. El 8 de octubre de ese año, el apoderado de la demandada habría solicitado a la DNCR que previniera a la actora el cese de sus transmisiones, ante lo cual dicha oficina ordenó una investigación y envió a dos inspectores a sus oficinas, el 12 y el 17 de octubre de ese año, para indicarles que dejaran de transmitir en la frecuencia cedida porque ello era ilegal, ante lo cual se pidieron medidas cautelares en la vía jurisdiccional que fueron concedidas el 17 de ese mismo mes. Con base en lo trascrito, se 39 formularon las pretensiones indicadas en el primer resultando de esta sentencia, en las cuales se busca dar preeminencia y eficacia al acuerdo de cesión de derechos de concesión y explotación de la frecuencia de radio 105.9 F.M. y, por otra parte, que se decrete la nulidad por simulación, ausencia de voluntad y causa jurídica, de los contratos de Joint Venture y su adendum, suscritos posteriormente. Marcosa, por medio de su representante, contestó negativamente la demanda. Acepta ser la propietaria de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 F.M., pero negó haber cedido dicha frecuencia a la actora. Acepta que el 19 de abril de 2006, luego de una conversación informal, se efectuaron lo que califica como tratativas para establecer las bases para negociar el traspaso legal de la frecuencia mencionada, pero don Marco Antonio Alfaro Ramírez y Joseph Raymond Krieg, habrían actuado a título personal, firmando un documento manuscrito carente de formalidades en el cual, afirma, no se indica que cede a la actora dicha frecuencia. Por otra parte, sostiene, se trataría solo de una improvisada hoja que no reuniría los requisitos legales respectivos ni las solemnidades de la Ley de Radio. Luego, señala como informalidades, que está suscrita a título personal por los señores Alfaro y Krieg; tiene anotaciones manuscritas, algunas ajenas al texto; la fecha y firmas están al margen del documento y no en su parte inferior; hay cláusulas anotadas después de las firmas; y carece de timbres fiscales. Tampoco cuenta con el estudio y aprobación de la DNCR y contraviene el artículo 3 del Reglamento de la Ley de Radio y Televisión. Por otra parte, la actora habría incumplido con los tractos pactados en esa oportunidad, lo que motivó la suscripción del contrato de Joint Venture y su posterior adendum, los cuales contaron con asistencia de profesionales en derecho asesores de ambas partes, con lo cual se descarta su simulación o cualquier otro vicio de la voluntad. Contrario a lo sostenido en la demanda, se argumenta que el contrato de Joint Venture y su adendum sí responden a la verdadera voluntad de las partes y a su naturaleza jurídica, en todo caso, independientemente de su denominación, hay que atenerse al contenido de lo pactado. Insiste en la fecha en la cual debía cumplir la actora con los abonos estipulados y su evidente incumplimiento patológico, sosteniendo que durante la vida del acuerdo de 2006, solo habría pagado $150.000, quedando en descubierto $750.000. Por ello, concluye, ese convenio inicial, cualquiera que fuera la verdadera intención, se habría extinguido por falta de pago y no podría fundamentar las pretensiones de la demanda. Pese al incumplimiento, la actora continuó explotando la frecuencia, lo cual fue protestado por Marcosa, ante lo cual Fairfax Data procedió a realizar unilateralmente depósitos según su conveniencia. Ante tal situación, se habría dado la negociación que culminó con el nuevo contrato de Joint Venture, quedando agotado el primer convenio y los depósitos efectuados por la explotación de la frecuencia, estableciéndose claramente el monto de los nuevos tractos y sus fechas. Pese a ello, nuevamente la actora incumplió, pues solo efectuó un primer pago por $112.500 y parcialmente honró el segundo tracto, con pagos de $47.000 y $5.000, manifestando ahora que no cumplirá lo restante hasta que se resuelva este litigio. Se indica que, de cualquier manera, no es objeto del presente proceso que se declaren 40 abusivos el contrato de Joint Venture y su adendum, sino que son simulados, lo cual, afirma, no es cierto. Insiste la parte demandada en señalar que simplemente se pactó “ negociar ” la frecuencia, no así su cesión, y que de ninguna manera se “ obligó ” a Fairfax Data a firmar los contratos del año 2007. La parte actora, se reprocha, no ha hecho siquiera una oferta real de pago del saldo que dice adeudar y, pese a ello, utilizó ilícitamente una medida precautoria, para pedir que el órgano jurisdiccional sea quien, muchos años después, establezca el saldo deudor, sin hacer referencia a intereses moratorios o legales. Nunca definió la accionante lo que en su concepto es un contrato de Joint Venture, pero del texto de los contratos cuya simulación pide, afirma Marcosa, devine claramente la relación de tipo asociativo cuyo objeto sería la explotación temporal de la radioemisora, sin ceder la frecuencia, lo cual de todas maneras sería ilícito por tratarse de un bien fuera del comercio, perteneciente al Estado. En la sentencia apelada se acogió la demanda, en los términos transcritos en la parte resolutiva de esta sentencia, declarándose fundamentalmente nulos el contrato de Joint Venture y su adendum, así como existente y válido el suscrito por las partes en el año 2006, con las respectivas consecuencias. IV. Apela, alegando nulidad concomitante, la sociedad demandada. En sus agravios, alega en primer lugar falta de competencia de los tribunales civiles y, al mismo tiempo, omisión de emplazamiento a un supuesto interesado directo. Al respecto, señala: “El juzgador de instancia declaró con lugar la demanda y expresamente dispuso en la parte dispositiva: "Se declara la existencia de acuerdo entre partes de transmitir los derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 F.M, Se ordena a la parte actora depositar ante la cuenta única del expediente la suma de 186,000 dólares americanos como saldo del precio por la transmisión de derechos. Se ordena a la parte demandada que una vez verificado el depósito anterior, y dentro del plazo de diez días, proceda a suscribir mediante su representante legal, el documento de cesión formal y todos aquellos necesarios para tal efecto a favor de la actora y ante la Oficina Nacional de Control de Radio e instituciones donde sea necesario, bajo el apercibimiento de que en caso de negativa, será ejecutada la orden por parte de esta Autoridad Judicial". Sin embargo en este proceso sólo intervinieron dos partes, la actora Fair Fax Data Sociedad Anónima y la demandada Marcosa M y V Sociedad Anónima y el objeto de la transmisión ordenada por el juez fue un bien demanial, la frecuencia de radio. Lo anterior significa que el juez ha declarado válida y eficaz una transmisión celebrada entre particulares, sobre un bien demanial, lo que a todas luces es improcedente si no se ha tenido al Estado como parte. El artículo 121 inciso 14 de la Constitución Política establece, entre otras cosas, la prohibición de disponer de los servicios inalámbricos, y agrega que esos bienes sólo podrán ser explotados por la administración pública o por particulares de conformidad con la ley o mediante concesión especial otorgada por tiempo limitado y con arreglo a las condiciones y estipulaciones que establezca la Asamblea Legislativa. En otras palabras, una frecuencia de radio sólo podrá ser explotada por particulares 41 cuando se ha seguido el procedimiento de concesión que establece la ley, y evidentemente si se le otorgó. De ello deriva también que si se transmite por el concesionario a otro particular sin ser autorizado por la administración pública, esto es sin la intervención necesaria de la administración pública -por el ente regulador de este bien demanial-, la transmisión sería imposible en tanto queda afectada su validez. En esta materia se cuenta en la actualidad con varias normas de rango legal y otras reglamentarias que en algunos casos han sido derogadas total o parcialmente, pero aún así, deben considerarse en tanto estaban vigentes para cuando se suscribió el documento de folio 6, el que originó este proceso y fue básico para la decisión del juez. La Ley de Radio y televisión número 1758, derogada en algunos de sus artículos, es una de ellas. El primero dice: "Los servicios inalámbricos no podrán salir definitivamente del dominio del Estado y solamente podrán ser explotados por la administración pública, o por los particulares, de acuerdo con la presente ley, salvo de concesiones especiales". El 6°, también derogado, otorgaba al Ministerio de Gobernación y a la oficina de Control Nacional de Radio -dependencia del referido Ministerio-, la competencia de conceder y cancelar licencias y concesiones de radio. Por su parte el 7° sujetaba y todavía lo hace, pues aún está vigente aunque reformado, la puesta en operación de las radiodifusoras al otorgamiento de la concesión y al pago de un impuesto o canon específico. El 12°, aún vigente, también sujeta la operación de las frecuencias a ciertos requerimientos técnicos a verificar en la actualidad por el Ministerio del Ambiente y Energía, antes por el Ministerio de Gobernación. El artículo 17 también aún vigente, resulta ser de especial relevancia en este caso. Dice que está prohibido: "e) Hacer funcionar una estación sin autorización legal; f) Traspasar o enajenar el derecho a una frecuencia sin la previa autorización del Ministerio de Ambiente y Energía". Antes de la reforma, era el Ministerio de Gobernación el encargado de autorizar el traspaso o enajenación. Esta ley fue reglamentada mediante decreto ejecutivo número No. 31608-G Reglamento de Radiocomunicaciones (derogado). Los artículos 19, 23, 27, 28, 33,y 34 establecían los procedimientos para otorgar concesiones de radio y autorizar enajenaciones. Dentro de esas normas resulta de especial importancia el numeral 33 que expresamente señalaba: "Traspaso de la concesión. Se permitirá el traspaso de los derechos de la concesión de derecho de uso de frecuencias, únicamente cuando ésta tenga como mínimo tres años de haberse otorgado y demuestre que la frecuencia ha estado en uso. Los interesados deberán someter al Departamento de Control Nacional de Radio la documentación que le sea requerida." En la actualidad, la materia de rige por otra normativa, La Ley General de Telecomunicaciones No. 8642, en especial por los artículos 4, 7,11,12, 20,29, 77 b y transitorio III, así como por el reglamento de la Ley General de Telecomunicaciones No. 34765-MINAET, en concreto el numeral 35, no obstante en toda esta nueva normativa se estipula tanto la naturaleza demanial de las frecuencias de radio, como los procedimientos de concesión para su explotación y la necesaria autorización para traspasar esas concesiones. Como puede verse, la constitución, la ley y los reglamentos citados sujetan la 42 explotación de frecuencias de radio al otorgamiento de una concesión y el traspaso de ese derecho a la autorización de la oficina pública respectiva. La razón principal está dada por la naturaleza demanial del bien, imposible de enajenar salvo que se haga por medio de los procedimientos y autorizaciones citados. En el mismo sentido se ha pronunciado la jurisprudencia. El Tribunal Superior de Cartago, conociendo un caso similar al presente, por resolución de las 13:30 horas del 3 de marzo de 1989 dispuso: "Los transmisores y enseres, por ser bienes muebles, son objeto de compraventa, pero la frecuencia, como servicio inalámbrico no puede salir definitivamente del dominio del Estado, quien únicamente otorga concesiones a quienes cumplan con determinados requisitos, según lo establece el artículo 1 y 7 de la Ley de Radio y Televisión N 1758 del diecinueve de junio de mil novecientos cincuenta y cuatro, y sus respectivas reformas, y el artículo 1 del reglamento de esa ley, por eso es un derecho transmisible por cesión". En el caso particular, la imposibilidad de transmitir era mayor, pues el Reglamento de Radiocomunicaciones referido, artículo 33, del todo impedía la transmisión de la frecuencia, en tanto no se había cumplido el plazo de tres años que disponía para, si quiera, pensar en dicha posibilidad (se le otorgó a mi representada la frecuencia el 10 de enero del 2005 y el documento de folio 6 que contiene el alegado traspaso se suscribió apenas un año y tres meses después, el 19 de abril del 2006 (ver ese último documento y la certificación de folio 4). Así, el reconocimiento y en ese tanto la declaración de validez y eficacia hecha por el juez sobre el traspaso de la frecuencia que aquí interesa, es ilegal e inconstitucional, pues sin la autorización del Estado es imposible y éste ni siquiera ha intervenido en este proceso para pronunciarse en algún sentido. Una autoridad jurisdiccional podría hacer las veces de la Administración Pública y cumplir con una formalidad como la aquí aludida, pero la jurisdicción civil no está facultada para ello, es incompetente. Peor aún, a folios 34 a 37 -prueba aportada por la parte actora- constan actos administrativos por medio de los cuales la oficina de Control Nacional de Radio -ente que era el competente para dictar esos actos- establece la ilegalidad en que ha incurrido la parte actora, al operar la frecuencia que aquí interesa sin las autorizaciones correspondientes. El juez de instancia hace caso omiso a ello y sin importar su falta de competencia para anular actos administrativos, procede en consecuencia al conceder la validez y eficacia del traspaso. Todavía más, según esos actos administrativos, la administración pública le ordena al presidente de la actora, suspender las transmisiones de radio de inmediato, no obstante eso no le interesó al juzgador de instancia. Estos actos administrativos y la pretensión de la actora de que se reconozca la existencia de la cesión, o lo que es igual, que se declare válida y eficaz, obligan a integrar la litis -artículo 106 del Código Procesal Civil- con la representación del Estado y por ello a declarar la incompetencia de la jurisdicción civil para conocer de este asunto. A esos efectos solicito se tomen en consideración las normas de 43 competencia del Código Procesal Contencioso Administrativo -artículos del 2 al 5- y los numerales 97 y 110 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Efecto de lo anterior es la nulidad que pido sea decretada, no sólo sobre la sentencia de primera instancia, sino sobre todos los actos procesales que se han dispuesto, en razón de que han sido dictados por autoridad jurisdiccional incompetente. En este caso la nulidad es absolutamente indispensable para orientar el curso normal del procedimiento, por lo que de conformidad con el numeral 197 del Código Procesal Civil, considero que debe decretarse. Además porque de conformidad con el numeral 33 del Código Procesal Civil la competencia por materia es improrrogable y según lo dispone el artículo 5 de Código Procesal Contencioso Administrativo, la jurisdicción contencioso administrativa y civil de hacienda también es improrrogable. Manifiesto que la incompetencia aquí develada no había sido pedida antes, en tanto no se habían visto las dimensiones de lo pretendido por la actora. Una vez dictada lo sentencia se han logrado identificar, haciéndose evidente la falta de competencia. No lleva razón la parte apelante en sus argumentos. No existe ninguna pretensión dirigida contra el Estado, ni la sentencia apelada impone a éste ninguna obligación o conducta, por lo que no hay nulidad alguna que decretar. En efecto, de considerarse existente, lícita y eficaz la cesión de derechos de concesión y explotación de la frecuencia de radio que aquí interesa, entre los dos sujetos particulares que son parte de este proceso, lo cual se analizará en los agravios de fondo respectivos, lo único que se ordena al presunto enajenante es suscribir los documentos respectivos para ser presentados ante la DNCR, dicha oficina procedería entonces a cumplir con las funciones que la ley le ha encomendado, conforme a derecho corresponda, y de ninguna manera el fallo apelado le está indicando si debe o no aprobar la cesión. Determinar si la eventual cesión de derechos de concesión o explotación entre privados es válida y eficaz, o si los contratos de joint venture y su adendum son o no simulados o inválidos, no requieren la participación del Estado como parte, ni mucho menos corresponde conocer el punto a la jurisdicción contenciosa administrativa. Los argumentos vertidos en cuanto a la legalidad de la cesión discutida se refieren al fondo de lo decidido y no a un aspecto de validez del proceso en cuanto a la competencia por razón de la materia o a la intervención de un tercero, el Estado, como en este caso erróneamente afirma la parte apelante. Por ende, la nulidad reclamada por este motivo resulta improcedente. En todo caso, cabe decir desde ahora que la frecuencia, como parte del espectro radiofónico, sí es un bien demanial que no puede salir del dominio del Estado; pero el derecho de concesión temporal que el Estado confiere a un particular para poder usar o explotar una frecuencia, ni convierte a ese particular en el dueño o titular de la frecuencia, ni tampoco se trata de un derecho intransferible. Es un simple derecho de uso, de naturaleza derivada, concedido por el Estado a particulares, en el marco de legalidad respectivo, el cual, como simple derecho de utilización o explotación temporal, puede ser cedido a otro particular, como se verá al analizar los agravios de fondo atinentes a este punto. 44 V. Como segundo vicio de naturaleza procesal, alega el apelante falta de fundamentación del fallo. De manera concreta, se refiere a dos aspectos. En el primero, indica: “a. La parte actora en su demanda señaló en los hechos segundo, tercero y cuarto, que el 19 de abril de 2006 a las 10:30 horas don Marco Antonio Alfaro Ramírez representando a la demanda y el señor Krieg, representando a la actora, acordaron la cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 F. M. por un precio de 900.000 dólares. Sustentándose básicamente en esa afirmación pidió en la primera de las pretensiones de la demanda " que por el documento firmado el 19 de abril de 2006, a las 10:30 horas se plasmó la voluntad contractual de la empresa demandada y de la actora, cuyo convenio consistió en que la primera le cedía a la segunda sus derechos de concesión y explotación de la frecuencia de radio 105.9 F.M.". No obstante la claridad del hecho y de la pretensión transcrita, consistentes en que se declarara la existencia de un contrato de cesión entre las referidas partes, el juzgador de instancia sólo admite una supuesta transmisión que finalmente no califica en los términos pedidos por la actora, lo que produce incerteza y falta de claridad (en esos términos se expresó tanto en los hechos probados -hecho b- como en los considerandos y en la parte dispositiva). Con una declaración así, cómo concretar agravios. Qué tipo de negocio jurídico es el que finalmente se constituyó según el juzgador de instancia. Según dijo se transmitió, pero por cual instrumento jurídico. De la sentencia no se desprende y en esas condiciones aminora las posibilidades de defensa de mi representada. Incluso ni siquiera es posible determinar si el juzgador de instancia concedió algo que no fue pedido por la parte actora, lo que me impide revisar si hay o no hay incongruencia. Puede que concediera la constitución de una cesión, pero puede que no, pues nunca llega a calificar de qué forma se dio la transmisión. Es esto transcendental? Pues claro, cómo hacer para valorar desde el punto de vista del derecho sustantivo si el negocio jurídico finalmente cumplió con los presupuestos que la ley establece para su validez. No es posible, no se sabe a ciencia cierta cuál es el negocio jurídico que sirvió de instrumento para la transmisión declarada en sentencia .”. El agravio gira en torno a la calificación formal que la parte apelante pretende se le otorgue al acuerdo del 19 de abril de 2006. Dicho convenio, en su literalidad, se refiere a un “ negocio concesión de frecuencia ” –sic-. Durante todo el proceso ambas partes han debatido sobre su naturaleza jurídica, la parte actora sosteniendo que se trataba de un negocio traslativo de esos derechos, mientras que la demandada, de manera poco clara por cierto, sostuvo que tan solo se trataba de “ negociar ” la explotación de la frecuencia. En la sentencia apelada, el señor juez interpretó que el acuerdo citado, es traslativo de los derechos de concesión de la frecuencia 105.9 F.M. y en el considerando IV. de la sentencia apelada precisamente se hace el análisis respecto de la existencia de voluntad de las partes de transmitir esos derechos de concesión y explotación. No utilizar expresamente la palabra “ cesión ” en nada afecta la fundamentación dada, la cual podría incluso no compartir y combatir el apelante, como de hecho lo hace luego en los reparos de fondo, ni afecta su derecho de defensa. Contrario a lo sostenido en el recurso, sí es 45 posible formular agravios respecto de lo analizado por el a quo, quien se refiere a la naturaleza traslativa del convenio antes citado y concedió sustancialmente lo pedido por la parte actora, para lo cual no era indispensable utilizar el calificativo de “ cesión ”, por cuanto es sabido que la transmisión de derechos inmateriales, como la concesión, se conoce como “ cesión ”. La calificación expresa del “ negocio traslativo ” de los derechos de concesión y explotación, por ende, no es trascendental, como sostiene el apelante, y cuestionar si cumple con los presupuestos legales para su validez no depende de dicho calificativo. En el segundo cuestionamiento relacionado con la falta de fundamentación, señala: “b. El señor juez utiliza la declaración del testigo Juan José Campos Cordero, para probar el hecho enunciado bajo la letra b -hecho básico-. Sin embargo no valoró esa deposición, no indicó por qué le creía al testigo. En esas condiciones esta representación se ve imposibilitada para cuestionar las razones que al señor juez le dieron convicción de verdad sobre esa deposición. Quedaron en su fuero interno y ahora no pueden ser valoradas, lo que afecta mi derecho de defensa y en consecuencia del debido proceso. Por esa falta de fundamentación del fallo, también considero que debe anularse.”. El hecho probado identificado con la letra b) en el fallo apelado, se tuvo por acreditado no solo con la declaración del testigo Juan José Campos Cordero, sino también con el documento original en custodia del Tribunal cuya copia se encuentra a folio 6 y con la declaración de Benroi Daly Mullins. Si bien es deseable un análisis más puntual de la declaración del testigo Campos Cordero, bien puede el apelante referirse al contenido de su manifestación y a los demás medios probatorios que han sido citados por el a quo para cuestionar el hecho indicado, negando su veracidad. Este es uno de los aspectos que bien se pueden discutir, en cuanto al fondo, en el recurso vertical que se conoce, y no tiene por qué decretarse la nulidad del fallo, precisamente porque para tutelar sus derechos el ordenamiento jurídico confiere a las sentencias de primera instancia el recurso de apelación. De tal manera, el superior puede verificar si está efectivamente demostrado tal hecho con los elementos indicados, según los agravios que bien puede sustentar el apelante en su contra. Por los motivos indicados, tampoco es procedente esta nulidad invocada. VI. Como tercer vicio procesal por el cual solicita el apelante la nulidad de la sentencia de primera instancia, se encuentra la incongruencia. Respecto de ella, se indica en el recurso lo siguiente: “Nulidad por incongruencia: La parte actora pidió en la demanda que se declararan simulados el contrato de joint venture que consta en autos y su adendum -también consta en autos-. Esforzándose para hacer coincidir lo pretendido con lo concedido, dispuso declararlo simulado. No obstante, en realidad lo declaró nulo por vicios del consentimiento, aunque no concretó si el vicio consistía en error, dolo o intimidación. La simulación implica necesariamente un acuerdo conjunto de las partes 46 contratantes en uno de dos sentidos. Dar apariencia a un contrato que en realidad no existe -simulación absoluta- o dársela a otro para disimular uno que sí existe -simulación relativa-. En cualquiera de los dos casos debe haber acuerdo de ambas partes de simular. No es que exista una divergencia consciente entre la declaración y la voluntad, o lo que es igual, entre la voluntad declarada y la voluntad efectiva. En realidad ambas voluntades son coincidentes. El acuerdo es simulado porque ambas partes así lo quisieron. Por ello, el problema de la simulación no está en la voluntad, sino en la causa del contrato. Al respecto creo conveniente citar a Diez Picazo quien sobre el particular dice: "Una parte importante de la doctrina del Derecho Civil ha tratado de situar el problema de la simulación dentro de la teoría del consentimiento negocial y de sus vicios, como un caso de discordancia entre la voluntad y la declaración entre lo querido y lo declarado. Pero, con mayor rigor, se ha observado que aquí no hay realmente un vicio de consentimiento, ni un consentimiento viciado, ni tampoco una discordancia o una divergencia entre la voluntad y la declaración. Existe lo que podríamos llamar la "voluntad negocial de crear la apariencia" y esta es una voluntad enteramente libre y sin vicios. Lo declarado concuerda perfectamente con esta voluntad. El problema no radica en la voluntad sino en la "causa". Lo que las partes no han querido -más aun, lo que han excluido de una manera expresaes la efectiva producción del resultado empírico que normalmente de su negocio debía derivar, No hay causa en el negocio. El negocio se funda, según esto, en una "causa inexistente"." (Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, Tomio I, Civitas, año 1996, p. 218). En el presente, para que el contrato pudiera ser declarado simulado, debió haber existido una voluntad común de simular, sin embargo para el mismo juzgador, las razones que a su entender implicaban dicha simulación no son de ambas partes, sino solo de don Marco Alfaro. Además él mismo finalmente concluyó que "los contratos de Joint Venture y su Adendum fueron suscritos para obligar a la actora al pago del precio del trato hecho con la demandada". De ello sólo puede entenderse que el juzgador derivó la nulidad de un vicio en el consentimiento de la actora, y no de una simulación, por lo que resolvió lo que no le fue pedido, dejando de hacerlo sobre lo que sí se le pidió”. Para afrontar el tema de la incongruencia, cabe indicar que ella se produce cuando existe una falta de concordancia entre lo pedido por la parte accionante y lo concedido en el fallo, tomando en cuenta la causa de pedir y la forma en la cual se formularon las pretensiones. Se trata de un vicio de carácter formal y no de naturaleza sustantiva, por lo que no cabe con base en ella determinar si lo concedido en el fallo cumple con los elementos sustantivos respectivos, entendidos como legitimación activa y pasiva, derecho e interés actual. De conformidad con lo dispuesto por los artículos 99, 153 y 155, las sentencias deben ser congruentes, esto es, ser dictadas dentro de los límites establecidos en la demanda, sin pronunciarse sobre cuestiones no debatidas respecto de las cuales no se permita el pronunciamiento oficioso; y resolver de manera clara y precisa todos y cada uno de los puntos objeto de debate, con la debida separación de pronunciamiento correspondiente a cada uno de ellos, 47 sin abarcar otras cuestiones distintas a las demandadas ni conceder más de lo pedido. Es lícito que en el fallo, manteniendo sustancialmente el marco fáctico y petitorio esgrimido en la demanda, se pueda modificar la forma –más no la sustancia- como se formuló la pretensión al momento de acoger la demanda, ordenando de manera lógica lo solicitado o utilizando la terminología jurídica que se estime más acertada, siempre y cuando no se modifique la esencia de lo debatido. También, en virtud del principio “iura novit curia”, el juzgador no se encuentra vinculado estrictamente a las normas jurídicas invocadas en la demanda, pues si los hechos debatidos y la pretensión formulada corresponden a lo previsto por normas no citadas por la parte accionante, puede el juzgador válidamente aplicarlas, siempre que ello no conlleve en el caso concreto a una modificación sustantiva de lo debatido y pedido. En el presente proceso, a partir de la petitoria identificada con el número 7), se solicita se declare simulado el contrato de Joint Venture y su adendum, respecto de los cuales versa en parte este litigio, así como su nulidad alegando patología negocial, ausencia de voluntad y de causa, y también por existir discordancia intencional entre lo querido y ejecutado. En concreto, las pretensiones relacionadas con este punto literalmente indican: 7. “ Que el documento que contiene el contrato denominado "Contrato de Joínt Venture" es simulado y por ello absolutamente nulo, porque adolece de patología negocial, por ausencia de voluntad y por ausencia de causa jurídica, pues en ningún momento las partes han tenido en mente ejecutarlo y porque lo que ejecutaron fue la cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia referida, 8. Que existe discordancia intencional entre lo querido y ejecutado con respecto a lo que consta consignado en ese documento y la realidad contractual, pues lo que se ha ejecutado desde el principio y aún hoy, es el contrato de cesión de los derechos de concesión y explotación de !a frecuencia 105.9 F. M, 9. Que el referido contrato se utilizó únicamente para enmascarar u ocultar la verdadera intención de las partes, cual era, la cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia referida. 10. Que el documento que contiene el contrato denominado "Adendum al Contrato de Joint Venture" es simulado y por ello absolutamente nulo, porque adolece de patología negocia!, por ausencia de voluntad y por ausencia de causa jurídica, pues en ningún momento las partes han tenido en mente ejecutarlo porque lo que ejecutaron fue la cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia referida. 11. Que existe discordancia intencional entre lo querido y ejecutado con respecto a lo que consta consignado en ese documento de Adendum al Contrato de Joint Venture y la realidad contractual, pues lo que se ha ejecutado desde el principio y aún hoy, es el contrato de cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 Frecuencia 48 Modulada”. En la parte dispositiva del fallo de primera instancia, se dispuso, sin mayor calificativo, la nulidad de los contratos de Joint Venture y su adendum. Dicho pronunciamiento obedece a las extensas consideraciones efectuadas en el considerando V. de la sentencia apelada. Se observa que lo dispuesto, la nulidad de esos contratos, sí fue un punto solicitado en la demanda, por lo que no existe falta de concordancia al respecto y, además, que en las consideraciones efectuadas para ello sí se valoró lo que era objeto de debate, a saber, la posible existencia de una patología negocial, la eventual ausencia de voluntad y causa jurídica en dichos convenios, la relación entre la voluntad declarada en ellos y lo que en la realidad ejecutaron las partes, según lo estimó el a quo. Claro está que las consideraciones de fondo efectuadas podrían no ser compartidas por el apelante y ser objeto de análisis en alzada, pero no como un vicio procesal. Para el señor juez de primera instancia, en el presente caso se estaría frente a una simulación absoluta en cuanto a los citados contratos, pues en su concepto las partes no habrían tenido voluntad real en cuanto a su contenido, más bien, afirmó, se trataría de una forma de darle eficacia al primer convenio que estimó existía entre ellos, de cesión de derechos de concesión y explotación de la frecuencia radiofónica, o, según indicó, serían “ ...convenios suscritos por las partes para cobijar una situación totalmente distinta a la que marca el clausulado de dichos acuerdos, por lo cual es simulado, pues existe discordancia entre lo querido por las partes realmente y lo manifestado en sendos convenios ”. En el citado considerando de la sentencia apelada, se hace referencia a todos los indicios y situaciones fácticas que en criterio del señor juez llevan a afirmar que esos contratos fueron suscritos “ ...con el único fin de para –sic- solucionar los pagos por el precio de la cesión a formalizar una vez cancelados los mismos, y que el aumento considerado en el adendum, fue producto tal y como lo manifiesta la actora en el hecho vigésimo octavo del escrito inicial de un castigo por la mora incurrida... ”, o bien para obligarla a pagar el precio de esa cesión. Concluyó finalmente el señor juez, que los contratos eran nulos al no existir en ellos causa jurídica y al haberse efectuado para enmascarar el contrato de transmisión de derechos de concesión y explotación de la frecuencia 105.9 F.M., acogiendo básicamente el planteamiento fáctico y jurídico efectuado por la parte actora. De tal manera, no existe el vicio de incongruencia alegado. Parte de los reproches esbozados más bien tocan con el fondo de lo debatido, específicamente si es correcto o no, desde un punto de vista sustancial, afirmar la existencia de una simulación o de otro vicio negocial que sustente la nulidad decretada. Estos agravios serán abordados al analizar lo concerniente a la simulación decretada, pero no en este acápite. Ello, se reitera, no es un problema de incongruencia, sino de la procedencia o no de la nulidad contractual invocada. Por ende, ha de rechazarse también este último motivo de nulidad invocado. VII. La parte apelante también formula reproches en cuanto al fondo de lo decidido, los cuales estructura en tres puntos: 1- indebida valoración de la prueba; 2- violación de normas sustantivas; y, 3- quebranto de las reglas de la sana crítica, que condujeron al juez de primera instancia a afirmar la existencia 49 de un contrato de transmisión de frecuencia y la simulación del contrato de joint venture. Estos agravios se analizarán siguiendo el orden en el cual han sido planteados. VIII. Con respecto a la indebida valoración de la prueba, el recurso interpuesto se subdivide en tres puntos. En el primero se combate el valor probatorio del documento fechado 19 de abril de 2006, al cual el señor juez le otorgó la naturaleza de negocio traslativo de la frecuencia 105.9 F.M., cuya copia se encuentra a folio 6 y el original en sobre aparte en custodia del Tribunal. Al respecto, se afirma: “ a- El señor juez hace todas sus apreciaciones y saca sus conclusiones a partir del documento suscrito por los señores Alfaro y Krieg visible a folio 6. Le da valor de indicio y junto con una serie de hechos adicionales que tuvo por demostrados, llega a la conclusión que ese documento es un negocio jurídico por el que se transmitió, entre las partes de este proceso, la frecuencia de radio 105.9 FM. Sin embargo le resta importancia al hecho de que el mismo no fuera aportado con las especies fiscales que determina el artículo 272 inciso 2 del Código Fiscal y a la ineficacia probatoria que establece el artículo 286 ibidem cuando se da esa falta o cuando a pesar de prevenirse el pago de timbres y la multa dispuesta por ese mismo numeral, dejara de pagarse. Tal ineficacia probatoria la dispone la ley al expresar textualmente que el documento será "inútil e ineficaz para apoyar en él acción o derecho alguno", por lo que el juzgador no podía considerar ese documento de ninguna forma, ni siquiera como indicio porque es absolutamente ineficaz para probar algo.”. Efectivamente, el documento original del 19 de abril de 2006 que interesa a este proceso, carece de especies fiscales. Sin embargo, la falta de pago de éstas no conlleva a tener por no acreditado lo que en él se consigna. En efecto, respecto de la falta de cumplimiento de esa obligación fiscal, la jurisprudencia nacional, desde fechas muy antiguas, ha estimado que si bien el documento donde se ha hecho constar un convenio es ineficaz desde un punto de vista probatorio, cuando no se ha satisfecho el pago respectivo de los timbres fiscales, ello no implica que el contenido de un acuerdo no pueda tenerse por acreditado por otros elementos probatorios, tales como la propia confesión de las partes. Este criterio es compartido por este Tribunal. Para ilustrar esta posición jurisprudencial, cabe citar la resolución de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia No. 368, de las catorce horas treinta y cinco minutos del diecisiete de mayo del dos mil, en la cual se indicó, al respecto, lo siguiente: “ V.La Sala de Casación en resolución No. 97, de las 16:10 horas del 14 de octubre de 1960 expresó en relación al punto en discusión que: "Tampoco se quebrantan en el fallo los artículos 256 y 286 del Código Fiscal, por haberse presentado el documento en que consta ese contrato, sin el papel sellado y los timbres correspondientes, pues aunque tales omisiones habrían invalidado esa prueba en el juicio, -sin anular el contrato en sí-, como ya lo ha resuelto la jurisprudencia de esta Corte, (ver sentencias de Casación de 10:00 horas de 26 de noviembre de 1925 y 50 15:10 de 20 de octubre de 1943), ha quedado sustituida esa prueba documental, por la confesional que implica la aceptación de ese contrato por la parte actora recurrente al admitir el hecho primero de la reconvención. De modo que, de no estar demostrada la existencia del contrato por el documento en referencia, prueba esa existencia la aludida confesión de la actora, por lo cual el error de derecho que se reclama en aquella prueba documental, no es suficiente motivo para anular el fallo como pretende en el recurso". Este lineamiento ha sido reiterado, entre otras, en la sentencia de dicha Sala número 828 de las ocho horas diez minutos del treinta y uno de octubre del dos mil seis. El contenido de lo convenido por las partes ese 19 de abril de 2006, cuenta con elementos probatorios suficientes para tenerlo por acreditado, prescindiendo del manuscrito donde se omitió el pago de especies fiscales. Así, con carácter de prueba confesional espontánea, según lo regulado por el artículo 341 del Código Procesal Civil, se tienen las distintas declaraciones de las partes contenidas en los escritos presentados a estrados judiciales. En el hecho segundo de la demanda, visible a folio 47, la parte actora afirmó: “El 19 de abril de 2006, a las 10:30 horas, don Marco Antonio Ramírez, representante de la demandada y el suscrito como representante de la actora, acordamos que la empresa demandada le cedía a mi representada los derechos de concesión y explotación de la frecuencia radiofónica, 105.9 F.M., por un precio de $900.000.oo (novecientos mil dólares estadounidenses).”. Al respecto, la parte demandada, en la contestación de ese hecho, indicó: “Se acepta que a las 10 y 30 horas del 19 de abril del 2006, luego de una conversación informal que se llevó a cabo en Soda Tapia de Lindora, determinaron tratativas y elaboró una minuta donde se establecieron las bases para negociar el traspaso legal de la frecuencia mencionada.- En esta oportunidad, sin presencia o asesoría de ningún abogado, el que suscribe, Marco Antonio Alfaro Ramírez y el señor Joseph Raymond Krieg, actuando ambos en lo personal y no en representación de persona física o empresa específica, extendimos un documento manuscrito informal, en el cual se aceptó haber recibido un cheque por $20.000 del señor Joseph Krieg como señal de un “...negocio de concesión de frecuencia 105.9.” (folios 129 y 130). En el hecho tercero de la demanda, se indicó que la demandada, en ese momento recibió la suma de $20.000, y se convino el pago del precio en 7 abonos: $80.000 el 15 de mayo; $50.000 el 30 de mayo; $150.000 el 30 de junio; $150.000 el 30 de julio; $150.000 el 30 de agosto; $150.000 el 30 de setiembre; y $150.000, el 30 de octubre, todas las fechas del año 2006 (folio 47). Lo acordado, en el sentido de los pagos indicados, también fue ratificado por la parte demandada al contestar dicho hecho, en el cual, en lo que interesa, señaló: “... Se admite que el día de suscripción de ese convenio se recibió un cheque por $20.000, pero sujeto a lo que posteriormente se dirá y a lo expuesto al contestar el hecho segundo, es decir que se trató de una negociación genérica, no de una cesión formal por mediar, entre otros aspectos, una imposibilidad legal.Sí es cierto en cuanto a las fechas específicas de pago por parte del señor Krieg, según detallamos anteriormente, pero que fue incumplido”. (folio 135). Afirma luego que los $900.000 debían haber sido saldados en su totalidad el 30 de octubre de 2006, según lo acordado, para finalmente concluir: “...En síntesis vemos que en la vida de este acuerdo del año 2006, de los $900.000 comprometidos sólo depositó ... un gran total de 51 $150.000 quedando en descubierto la suma de SETECIENTOS CINCUENTA MIL DÓLARES ($750.000).Esto indica que este “CONVENIO INICIAL”, sea cual fuere su verdadera intención futura, se extinguió en la fecha citada por falta de pago y no puede fundamentar las ilícitas pretensiones planteadas.” (folio 137). También, la propia parte apelante aclara los antecedentes de lo convenido, de la siguiente forma: “Cabe indicar que el precio objeto de esta negociación era de $1.200,00 –sic-, pero el señor Krieg manifestó que estaba dispuesto a pagarlo de contado si lo rebajaban a $900.000, lo cual se aceptó, pero el 19 de abril de 2006 fecha en que se elaboró el informal documento mencionado, solicitó que se le permitiera cancelarlo en seis meses, lo que aunque no era lo convenido se le admitió de buena fe, (aceptando que el precio de contado en esa suma podría ser a seis meses) recibiéndole el cheque por $20.000, anotándose simultáneamente la forma y fechas en que cancelaría el saldo, del cual solo canceló $150.000, quedando con el adeudo de $750.000 detallados.” (folio 138). Es de las propias manifestaciones de la parte demandada, concordante con las expuestas por la actora, que se concluye de manera diáfana y precisa que efectivamente el primer acuerdo existió, por un precio total “de contado” de $900.000, el cual por voluntad de don Marco Antonio Alfaro Ramírez, de buena fe según indicó, se mantuvo aún y cuando se pactó que los pagos señalados habrían de concluir el 30 de octubre de 2006. Por ello, el contenido del documento cuestionado, de todas formas quedó plenamente acreditado por la confesión espontánea de la parte demandada. Así se dispone en las correcciones a los hechos probados efectuadas en esta instancia, de manera que no resulta procedente el agravio analizado. IX. En el segundo agravio referente a la supuesta indebida apreciación de la prueba, se señala: “b. Basándose en ese mismo documento y en las declaraciones de los testigos Juan José Campos Cordero y Benroi Daly Mullins, el señor juez tuvo por probado -hecho distinguido con la letra b- que mi representada le transmitió a la actora la frecuencia 105.9 F.M. Además de lo dicho en el anterior considerando, en este es preciso cuestionar la valoración que hizo del segundo de los deponentes, la del primero se omitió. Si se aprecia bien en realidad no valoró la declaración del señor Campos Cordero, no hace alusión a ella en los considerandos, por ello la nulidad pedida atrás. Ahora bien, cuando valora la del señor Daly Mullins, lo hace refiriéndose a otros hechos y básicamente dice que le atribuye credibilidad por el hecho de que ha estado cerca y relacionado con las operaciones comerciales de la actora. Francamente la valoración es muy básica. Dejó de considerar elementos tan transcendentales como que este señor, según él mismo lo afirma en su declaración, es socio del señor Krieg en la emisora de radio BETZ 106, la que explota la frecuencia aquí en disputa. Además, según el mismo lo afirmó, que es el Gerente General de dicha emisora. En otras palabras, el señor Daly Mullins tiene interés directo en este proceso. También dejó de considerar el juzgador de instancia las afirmaciones de este deponente en el sentido de que nunca vio que se firmara ningún documento, no vio ni estuvo presente cuando 52 se suscribió el documento de folio 6. O sea que no puede saber de manera directa, qué fue lo que los señores Krieg y Alfaro negociaron o quisieron negociar en ese documento, ni a favor de quién actuaron. Podrá hacer afirmaciones sobre el particular pero como testigo de referencia, no como prueba directa. En esas condiciones y siendo que la prueba recién valorada fue la única que el señor juez consideró para tener por probado que se dio una transmisión de la frecuencia en el documento de folio 6 (ver hecho b), lo procedente será revocar el fallo pues con esas probanzas no es posible concluir lo que afirmó el juzgador de instancia. Valga agregar que el deponente Juan José Campos Cordero, según el mismo lo afirmó en la declaración, esperaba una comisión de la supuesta transmisión de la frecuencia, al participar como intermediario de la negociación. Además afirmó que laboró para esa la emisora BETZ 106 y que nunca vio cuando se concretó la negociación descrita en el documento de folio 6. Como se observa, este testigo también tiene un interés directo y otro indirecto. El directo deriva de la comisión esperada y el indirecto de la relación de dependencia laboral que tenía con la actora. Esas son razones que si se consideran, le restan valor a esta deposición, al punto impedir sustentar en ella la supuesta transmisión de la frecuencia.”. Como se analizó en el considerando anterior, por las propias manifestaciones de ambas partes, se encuentra acreditado que Marco Alfaro y Joseph Krieg, convinieron el 19 de abril de 2006 un “negocio ” relativo a la concesión de la frecuencia 105.9 F.M., por un precio de $900.000, recibiendo ese día el señor Alfaro la suma de $20.000 y pactándose el pago del saldo en siete abonos, de los cuales el último debía efectuarse el 30 de octubre de ese año. El señor Alfaro Ramírez incluso ahondó en su contestación al hecho tercero de la demanda, sobre los antecedentes de dicho acuerdo, afirmando que el precio original de la negociación era de $1.200.000, el cual se habría rebajado a $900.000 si se pagaba de contado. En definitiva, indicó don Marco Antonio, este último precio se mantuvo siempre y cuando se cancelara en un plazo de seis meses, conforme a los pagos parciales que ya han sido reseñados. Si bien la parte demandada ha argumentado que no se trataba de una cesión, sino de un “ negocio ”, nunca aclaró en qué consistiría dicho “ negocio ”, con lo cual realmente lo que debe dilucidarse es la calificación jurídica de lo convenido. Para ello, deben analizarse en forma conjunta los elementos probatorios, conforme a las normas de la sana crítica, dentro de las cuales están las reglas concernientes a la lógica y a la experiencia. De lo pactado debe ponerse en evidencia que el “negocio” se dispuso por un precio total de $900.000, el cual en un inicio era de contado, pero que el señor Alfaro mantuvo para ser pagado en siete tractos, a seis meses plazo. No se pactó que el “negocio” fuera simplemente por una utilización temporal o parcial de los derechos de concesión de la frecuencia 105.9, ni que fuera una relación de tipo asociativa, o un precontrato, lo cual hubiera lógicamente desvirtuado que se tratara de una cesión. Lo lógico, en caso de tratarse de un negocio no traslativo de derechos, era establecer el plazo de vigencia del acuerdo y las estipulaciones relativas a los derechos y obligaciones de cada una de las partes durante el plazo respectivo. Por el contrario, si se tratara de un contrato traslativo el “ negocio ” pactado, lógicamente la estipulación se circunscribiría a la determinación del objeto y la forma de pago del precio, como en efecto se 53 acordó entre el señor Alfaro y el señor Krieg. A lo indicado, cabe agregar los elementos probatorios acusados de mal apreciados, a saber, las declaraciones de los testigos Juan José Campos Cordero y Benroi Daly Mullins. Don Juan José Campos Cordero, cuya declaración consta a folio 243, manifiesta que conocía a los señores Alfaro y Krieg, con quienes había laborado. Fue él quien, ante la idea de comenzar una nueva emisora de radio, los puso en contacto. Es cierto que señala su interés en trabajar en la nueva emisora y que recibiría una comisión como intermediario, pero ello no conduce a desvirtuar su declaración, precisamente porque al establecerse relaciones comerciales como la aquí discutida, quienes pueden declarar sobre sus detalles suelen ser precisamente las personas que de una u otra forma se han visto involucradas en ellas. El testigo afirma que fueron a una primera reunión, donde las partes se conocieron y manifestaron su interés en hacer el negocio. Si bien no estuvo en la segunda reunión y no presenció la firma del documento cuya copia consta a folio 6, su declaración sí es idónea para demostrar los hechos precedentes y posteriores, así como la forma en la cual las partes se comportaron luego del acuerdo. Señala como la emisora, luego del acuerdo, comenzó a funcionar y él fue contratado. Afirma que el negocio consistía en la venta de la frecuencia 105.9 y que durante el tiempo que trabajó para la nueva emisora don Marco nunca se involucró en ella. Sostiene que en la reunión en la cual él estuvo presente, de lo que se habló fue de una venta de la frecuencia. Por su parte, Benroi Daly Mullins, cuya declaración inicia a folio 240, manifestó que era socio en un pequeño porcentaje de la nueva emisora, por tal motivo, resulta lógico que se enterara de los aspectos sobre los que declaró sin que ello afecte en nada su credibilidad. Afirma que el señor Krieg y él tenían interés en un proyecto radial y don Juan José Campos sirvió de intermediario para la venta de la frecuencia. Indica: “Desde ahí comenzaron las negociaciones sobre el precio y el tiempo en que íbamos a tomar posesión de la emisora e íbamos a comenzar a explotarla. Según los términos de la negociación, la frecuencia costaba novecientos mil dólares, se dijo que se iba a hacer un primer pago después del cual nosotros íbamos a comenzar a explotar la emisora, y efectivamente así fue...”. A lo largo de su declaración reiteró que se trataba de la compra de la frecuencia. Luego de la negociación, la nueva emisora comenzó su funcionamiento sin contar con la participación de la sociedad demandada o del señor Alfaro en cuanto a su gestión o manejo, aspecto que también corroboran los citados testigos. Todos estos elementos, valorados en forma integral, conducen de manera unívoca, clara y precisa, a concluir que el “negocio” efectuado por las partes fue las transmisión de los derechos de explotación o concesión de la frecuencia citada, por un precio de $900.000, pagaderos en los tractos indicados. Todos estos aspectos conllevan únicamente a esta conclusión, pues lógicamente no se puede deducir que ese “ negocio ” tuviera alguna otra naturaleza jurídica que explicara satisfactoriamente porqué se pagaron $20.000, se adquirió la obligación por parte de la actora de pagar a tractos, en seis meses, un total de $880.000 de saldo y se comenzara a trabajar con la nueva emisora en la frecuencia objeto del acuerdo, con plena autonomía por parte de la actora, sin la participación de la demandada en la gestión. No puede más que atribuirse a la intención de trasmitir los derechos atinentes a esa frecuencia esta serie de situaciones que comprenden las fases de tratativas, el acuerdo y el comportamiento de las partes luego de éste. Esta transmisión tiene la naturaleza jurídica de una 54 cesión, independientemente de la utilización o no de dicho término. Es normal que entre personas no versadas en la terminología jurídica, como los señores Alfaro y Kreig, se utilice el vocablo “ negociar ” como sinónimo de términos como vender, comprar, mercadear, trasmitir o permutar. Lo importante en este caso es analizar, en su conjunto, lo sucedido antes de que se llegara al acuerdo, su contenido -el cual se acredita en este asunto con las propias declaraciones de las partes-, y el comportamiento sucesivo de los contratantes, para llegar a calificar jurídicamente, de manera acertada, el contrato. No cabe duda, que lo “ negociado ” era, ni más ni menos, la transmisión o cesión de los derechos relativos a esa frecuencia, con un precio “ de contado ”, aún cuando de buena fe se permitiera su pago a seis meses plazo. Por ende, no son procedentes los reproches formulados. X. Como tercer motivo de inconformidad en cuanto a la apreciación de la prueba, se indica: “c. Señala el señor juez en el hecho probado enunciado bajo la letra h que "la entidad Fair Fax Data Sociedad Anónima dejó de efectuar los pagos pactados con la demandada en virtud de que existían interferencias en la transmisión radial de la emisora Beatz 106, causados por el representante legal de la demandada, lo cual produjo perjuicios a actora". Para tener por demostrado ese hecho se sustentó en la prueba testimonial de Frank Steven Navarro Coches, Enrique Henry Hodgson y Benroi Daly Mullins, sin embargo ninguno de esos deponentes dijo lo que el juez tuvo por demostrado. Sí mencionaron que la frecuencia tuvo problemas de interferencias y que estas provenían de un transmisor de don Marco Alfaro, pero no dijeron que por esa razón la empresa actora dejó de hacer los pagos que se estipularon en el documento de folio 6. Y tómese en consideración que esta fue una de las razones fundamentales para justificar la falta de pago de la actora, sobre los cánones dispuestos en el joint veinture. Por si ello fuera poco, además, el juzgador de instancia ni siquiera consideró en su valoración, que estos deponentes trabajaban para la parte actora y que en lo referente a las interferencias, fueron hechos que supuestamente conocieron porque alguien más se los dijo, el técnico de su propia emisora, su compañero. Ni siquiera sobre ese particular podrían considerarse estos testimonios para tener por cierto lo que el juzgador afirma en este hecho. Su valor es realmente poco sin el apuntalamiento de otras probanzas, las que no existen. Las faltas aludidas sobre valoración indebida de prueba dejan las conclusiones del juzgador de instancia sin sustento probatorio, al menos en lo relativo a la transmisión de la frecuencia de radio -hecho esencial-. Si el documento de folio 6 es ineficaz para probar hecho alguno y si además los testigos que sirvieron para apuntalar lo que el juez consideró que contenía ese documento no son idóneos por su parcialidad y falta de conocimiento directo, la prueba que le sirvió de sustento se desvanece y con ello la pretendida cesión. Esta es una razón adicional para revocar el fallo recurrido.”. En cuanto a este reproche, debe tomarse en cuenta cuál fue el alegato formulado expresamente en la demanda. En el hecho décimo tercero de ésta, 55 se señaló: “Cada vez que mi representada se atrasaba en los abonos que se le debían hacer a la demandada, por el precio de la cesión, don Marco Antonio recurría a la estrategia de redactar un contrato diferente al contrato de cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia, con el cual le ponía un precio más alto al precio de la cesión. En varias ocasiones ha creado interferencia con sus trasmisores, causándole problema a la señal de la emisora de mi representada, para obligarme a suscribir documentos en su favor. También me ha amenazado con “bajar el switch” es decir, quitarme la emisión de la señal de radio.”. La parte actora no afirmó en su demanda que el retraso en el pago de los abonos establecidos fuera causado por una interferencia previa de sus transmisiones provocada por don Marco Antonio. Más bien, afirma que ello eventualmente surgía luego que la actora se atrasaba, como un mecanismo de presión para supuestamente obligarla a suscribir los nuevos acuerdos, con lo cual el hecho probado -h- se aleja de lo alegado. Se afirma en los agravios que los testigos no dijeron lo que se tuvo por demostrado y que no conocieron directamente lo que manifestaron, porque fue alguien mas quien se los dijo, el técnico de la radioemisora. Al testigo Frank Steven Navarro Goches no le consta directamente que el señor Alfaro interfiriera con las transmisiones de la nueva emisora, y la única referencia que tiene es indirecta. Al respecto, afirma: “En cuanto al bloqueo, lo que puedo decir es que la señal estaba funcionando bien y de pronto comenzó a tener problemas de que no entraba bien en algunas zonas. Cuando se le pidió al técnico que investigara el asunto, nos llegó con el resultado de que alguien había encendido un transmisor que nos estaba interfiriendo la señal, y al hacer la investigación dijo que venía de Marco. Yo nunca conversé con ningún técnico de la Oficina de Control de Radio que me ratificara lo dicho por nuestro técnico en cuanto al bloqueo. Tampoco me consta que dicha oficina haya rendido un informe en tal sentido.” –folio 238-. Por su parte, al testigo Enrique Henry Hodgson tampoco le consta que el señor Alfaro fuera quien ocasionara las interferencias alegadas. En primer lugar, afirma vagamente: “De hecho a veces nos reunían cuando teníamos problemas de transmisión para explicarnos lo que estaba pasando...”, para luego precisar: “... Cuando he dicho que tuvimos problemas de transmisión, fue por problemas de señal y por interferencia. En cuanto a las interferencias, a veces sonábamos muy bajo, a veces sonaban otras emisoras, y en cuanto a los problemas de señal, simplemente en algunas zonas no entrábamos o unos días si y otros días no. Ignoro cual es el origen de las interferencias.” –folio 239-. A ninguno de estos dos testigos les consta que los problemas de señal eran imputables a don Marco. El deponente Benroi Daly Mullins afirmó que había problemas con el sonido de la frecuencia, lo cual impedía vender normalmente las pautas publicitarias. Señaló, en cuanto a ello, lo siguiente: “Los problemas de señal, según nuestro técnico y la Oficina de Control de Radio la interferencia venía de un transmisor de don Marco que funcionaba en la misma frecuencia. El mismo señor que estaba en el transmisor de don Marco le informaba al técnico nuestro cuando los que trabajábamos en la emisora estábamos juntos reunidos y dicho señor nos informó que ya habían dado la orden de encender nuevamente el transmisor, así que ya sabíamos, como cinco minutos antes de que ocurriera, que iba a haber nuevamente una interferencia, como efectivamente se produjo. La misma Oficina de Control de Radio nos pidió que habláramos con don Marco para solucionar el problema porque otras emisoras 56 se estaban viendo afectadas con esta situación.”. Nuevamente se hace referencia a una persona cuya identidad se desconoce y que no vino a declarar, el técnico de la emisora, como el que informa de la fuente de la interferencia. Sin embargo, esto no le consta directamente al señor Daly Mullins. Este deponente introduce una situación fáctica que no fue narrada en la demanda y tampoco por los demás testigos, a saber, que un señor que estaba en el transmisor de don Marco informaba al técnico de la empresa, con pocos minutos de antelación, cuándo se iba a conectar el transmisor de don Marco, pero no identifica a ese informante, quien tampoco fue ofrecido como testigo. Por último, refiere que también la Oficina de Control de Radio les había indicado que los problemas de señal se originaban por un transmisor de don Marco, pero tampoco indica de qué forma dicha Oficina les habría brindado esa información, ya sea por medio de comunicación escrita o verbal, y cuál funcionario en particular fue el encargado de hacerlo. Para corroborar esta versión unilateral de este testigo, y en parte la de los otros, hubiera sido pertinente que quienes supuestamente habrían constatado directamente la procedencia de las interferencias fueran ofrecidos como testigos, para que debidamente juramentados detallaran la forma cómo se producían, y que se acreditara también cómo la DNCR les comunicó la procedencia de estos inconvenientes, pero ello no fue efectuado por la parte actora. Por ende, contrario a lo sostenido en el fallo de primera instancia, no se puede tener por demostrado que Fairfax Data dejara de efectuar los pagos pactados a favor de la demandada por interferencias causadas por don Marco Antonio, aspecto que se tomará en cuenta al valorar los agravios de fondo que restan por analizar. XI. Como violación a normas de carácter sustantivo, se alega en los agravios que no se habrían cumplido con los aspectos formales propios de una cesión de los derechos de frecuencia y, además, que existía imposibilidad legal del objeto de la negociación. Así, textualmente, se señala: “La forma como elemento constitutivo de los contratos y la imposibilidad legal del objeto: Una de las clasificaciones principales que se estudian en materia de contratación es la que distingue entre contratos consensúales, reales y formales. La categoría consensúal es la hipótesis normal. Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento de las partes contratantes (artículos 1007, 1008 y 1009 del Código Civil). Los reales requieren de la entrega de la cosa como acto constitutivo de la obligación contractual, como por ejemplo en el muto, el comodato y el depósito. Los formales, en cambio, necesitan de un acto formal para su plena validez o para su eficacia. En el caso que se examina, lo referido atrás en el punto 1 sobre la naturaleza del bien que es objeto del supuesto pacto de transmisión, obliga a cumplir con ciertos requisitos formales para que el negocio de transmisión de una frecuencia de radio entre particulares se perfeccione. No basta el acuerdo de partes, como lo consideró el juzgador de instancia, pues la transmisión de concesiones para explotar frecuencias de radio necesitan ser autorizadas por la oficina competente de la administración pública (normas citadas en el punto uno de este recurso), la que verificará una serie de requisitos necesarios para determinar si el cesionario puede además ser concesionario. Incluso se podría 57 sostener con mayor sustento jurídico, la teoría de que las frecuencias no son bienes suceptibles de negociación alguna entre particulares. Son bienes que están fuera del comercio de los hombres en razón de su naturaleza demanial y por ello cualquier intento de transmisión sin la intervención estatal es absolutamente inválida. En el caso particular la situación aún es más grave, pues la transmisión no era posible del todo en tanto no había transcurrido el plazo de 3 años que el Reglamento de Radiocomunicaciones disponía en su artículo 33 -ya derogado-, para admitir, si quiera a revisión, una transferencia de frecuencia. La incertidumbre de don Marco sobre aspectos legales y su responsabilidad, fue lo que lo llevó a suscribir un acuerdo preparatorio y no uno definitivo. Al constatar que no se podía transmitir la frecuencia, desistió de formalizar la transmisión definitiva El fundamento legal de esta posición es el artículo 631 inciso 1° del Código Civil, en relación con toda la normativa citada en el punto uno sobre la naturaleza jurídica de las frecuencia de radio. A partir de los argumentos dados no es posible sostener la existencia del traspaso de la frecuencia que dice el juzgador de instancia, razón que solicito se tome en consideración para revocar el fallo recurrido .” Contrario a lo sostenido por el apelante, ninguna norma jurídica prevé que el contrato de cesión de derechos de utilización y explotación de una frecuencia de radio sea formal y no consensual. Entre las partes puede estipularse válidamente la cesión de este tipo de derechos sin que, para la validez de lo convenido, sea necesario utilizar formalidades previamente establecidas (artículo 411 del Código de Comercio). Sí es cierto que para la eficacia del acuerdo se requiere su aprobación por parte de la DNCR, y es posible que para ello –más no para la validez inter partes- fuera necesario comunicar formalmente a dicha Oficina lo convenido, llenando, si fuera del caso, los formularios respectivos. Pero no existe óbice alguno para su validez concerniente a los interesados en el convenio, que su consentimiento sea expresado sin mayores formalidades, derivando de éste, como una consecuencia obligacional ineludible para la parte transmitente, suscribir los documentos, comunicaciones y las fórmulas respectivas de la cesión, para que sean valoradas por la DNCR, quien en definitiva será la que se pronuncie sobre la aprobación o denegación de la solicitud de traspaso de esos derechos, dándole o no eficacia, dentro del marco de legalidad respectivo. El artículo 17 de la Ley e Radio No. 1758, según su texto vigente el 19 de abril de 2006, disponía en su inciso f) que era absolutamente prohibido “Traspasar o enajenar el derecho a una frecuencia sin la previa autorización del Departamento de Control Nacional de Radio.”. De esta norma puede extraerse de manera lógica, en primer lugar, que el derecho de uso o explotación de una frecuencia no está fuera del comercio, puesto que se puede traspasar o enajenar, pero para la eficacia de tal traspaso o enajenación (lo cual es en sentido técnico jurídico una cesión), debe contarse con la autorización previa del Departamento de Control Nacional de Radio. Lo que estaría fuera del comercio, sería la titularidad plena de la frecuencia de radio, la cual pertenece siempre al Estado. En la práctica, debe darse primeramente un acuerdo de 58 voluntades entre los particulares (cedente y cesionario) relativo al traspaso o enajenación, puesto que si no hay tal acuerdo, sería absurdo o ilógico pensar siquiera que sea sometido a la autorización indicada acto traslativo alguno. Se reitera, las partes deben acordar entre ellas la transmisión, sujeta para su eficacia, por imperativo legal, a la autorización del DCNR. Por otra parte, es cierto que el Reglamento de Radiocomunicaciones, Nº 31608-G, vigente al momento en el cual se dio la negociación entre las partes, disponía en su artículo 33 lo siguiente: “ Artículo 33.—Traspaso de la concesión. Se permitirá el traspaso de los derechos de la concesión de derecho de uso de frecuencias, únicamente cuando ésta tenga como mínimo tres años de haberse otorgado y demuestre que la frecuencia ha estado en uso. Los interesados deberán someter al Departamento de Control Nacional de Radio la documentación que le sea requerida.” . Por otra parte, a empresa MARCOSA se le había otorgado la concesión de la frecuencia mediante Acuerdo Ejecutivo N°117-204, de 10 de enero de 2005 (documento de folio 4), con lo cual a la fecha del convenio entre las partes (19 de abril de 2006), no tenía tres años de haberse conferido tal derecho. Sin embargo, lo dispuesto por el artículo 33 del citado Reglamento ha de desaplicarse. En efecto, el artículo 8 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, indica que los funcionarios que administran justicia no podrán “2.Aplicar decretos, reglamentos, acuerdos y otras disposiciones que sean contrarias a la ley.”. La norma reglamentaria citada rebasa lo que respecto de la transmisión o enajenación de los derechos de uso de una frecuencia de radio dispuso el artículo 17 de la Ley de Radio No. 1758, en el inciso f) antes trascrito, en el cual no se prohíbe de manera alguna la enajenación de esos derechos antes de los tres años de haberse otorgado la concesión. El Reglamento va más allá de lo dispuesto en la norma legal, introduciendo una prohibición a la actividad privada no prevista por el legislador. Evidentemente, esta atribución excede la facultad meramente reglamentaria, en detrimento no solo del citado inciso f) del artículo 17 ya trascrito, sino también del principio de libertad privada, según el cual prohibiciones de esta naturaleza (no poder enajenar un derecho de concesión durante los tres primeros años de otorgada), deben necesariamente ser previstas por el Poder Legislativo mediante la aprobación de una ley, siempre y cuando se trate de una restricción necesaria por razones de orden público (artículo 28, párrafo segundo, de la Constitución Política). En síntesis, si la norma legal dispuesta en el inciso f) del artículo 17 de la Ley de Radio no indicó que era prohibida la enajenación de los derechos de concesión antes de haber transcurrido tres años desde la concesión, no puede válidamente un Decreto Ejecutivo, atribuyéndose ilegítimamente funciones legislativas, introducir tal prohibición en detrimento de la autonomía privada. Por ende, el presente agravio carece de asidero y ha de rechazarse. XII. En el último grupo de agravios, se combate el silogismo con el cual el juzgador de primera instancia llegó a las conclusiones que provocaron el acogimiento de la demanda. En su planteamiento general, el recurrente afirma: “Se parte de los hechos demostrados para probar que el juzgador de instancia 59 no logra construir de forma lógica sus conclusiones. Acude a premisas que aunque no fueran falsas, algunas sí lo son, no llevan necesariamente a las conclusiones que propone. En términos generales el recorrido que sigue es el siguiente: Don Marco Alfaro y el señor Krieg firmaron el documento de folio 6. Este documento refiere a la entrega de una señal de trato y negociación de la frecuencia 105.9 F.M. Para cuando don Marco firmó ese documento, MARCOSA M y V S.A., era la concesionaria de la frecuencia 105-9 FM. La frecuencia comenzó a ser explotada por la empresa actora desde que se suscribió el documento de folio 6. La empresa actora se encargó por completo de administrar la emisora de radio que explotaba la frecuencia, pagando cargas sociales y salarios de los empleados, servicios públicos, patente y otros. Don Marco Alfaro no participaba de las decisiones de esa emisora de radio. La actora pagó una cantidad importante de dinero cercana a la pactada en el documento de folio 6, quedando un saldo de 186.000 dólares. Entonces, para el juzgador, el documento de folio 6 es un contrato de transmisión del derecho de concesión de la referida frecuencia. Además construye otro silogismo que de igual forma debe ser revisado. Parte de la conclusión que sacó anteriormente, sea que la frecuencia de radio 105.9 le fue traspasada por la demandada a la actora y como la actora se ocupaba de explotarla y el precio pactado en el joint veinture es, a su criterio, abusivo, entonces ese contrato, celebrado por las partes ante abogados y bajo su asesoría, es simulado. Revisemos esos silogismos..”. Luego de formular este planteamiento general, relativo a las premisas que según el apelante desarrolla el fallo de primera instancia, concreta en primer lugar su análisis sobre la naturaleza del contrato contenido en el documento de folio 6, su constitución y la intervención de las partes en su nacimiento. Al respecto, precisa: “ a. Don Marco Alfaro efectivamente suscribió el documento visible a folio 6. Así lo reconoció tanto en la contestación de la demanda como en la prueba confesional. No obstante, de ello no se saca, que él actuara a nombre de mi representada; tampoco que, aún y cuando así hubiera procedido -lo que no se admite-, realmente transmitiera dicha frecuencia. El juez de instancia tuvo por probado en la sentencia recurrida que la empresa demandada es la "propietaria de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia radiofónica 105.9 F.M." (hecho a). También que don Marco Alfaro y el señor Joseph Krieg suscribieron un documento por medio del cual se dio "...como señal de trato por negocio y posterior transmisión de los derechos de concesión de la frecuencia 105.9...", la suma de veinte mil dólares y que con posterioridad se efectuaron distintos actos que a su entender fueron de ejecución de dicha transmisión (hechos b, c, d, e, f y g de la sentencia recurrida). Luego llega a la conclusión en los considerandos (CONSIDERANDO IV), que don Marco Alfaro actuó a nombre de la empresa demandada transmitiendo la referida frecuencia. Sea que el señor juez concluye que Mareosa M y V S.A. transmite a Faír Fax S.A. la frecuencia 105.9, por el hecho de que don Marco Alfaro y el señor Krieg firmaron el supuesto contrato de transmisión y porque luego se dieron actos que él 60 entiende como ejecutores de dicha transmisión. Sin embargo no verificó, constató o de alguna forma determinó, si ambos señores podían comprometer en ese momento y de esa forma a dichas empresas. El suscrito se pregunta cómo hizo el señor juez para determinar, por ejemplo, que don Marco Alfaro contaba con facultades suficientes para transmitir dicha frecuencia en el momento que la transmitió. En realidad nunca lo dice, no valora prueba alguna para llegar a esa conclusión necesaria para declarar que la empresa que represento realizó actos de disposición de la referida frecuencia. Sin un análisis claro y preciso de tan elemental circunstancia, a quien suscribe y a la parte que represento se le dificulta ejercer el derecho de defensa por medio de esta apelación, en tanto no se extrae de la sentencia el iter lógico seguido por el juzgador de instancia que lo llevó a concluir como lo hizo. No se sabe cuál es la prueba que utilizó para determinar la obligación de entrega de mi representada, menos aún se conocen sus valoraciones sobre la prueba que pudo haberlo llevado a esa conclusión.- No obstante dicha falta, quien suscribe este libelo se dio a la tarea de tratar de encontrar alguna prueba que determinara facultades de representación a favor de don Marco Alfaro sobre la compañía demandada para cuando se suscribió la supuesta transmisión, sin embargo no las encontré. Sólo consta en autos una certificación notarial (folio 3) por medio de la cual el señor abogado de la parte actora, actuando como notario, dice que en la fecha que certifica -14 de noviembre de dos mil siete- el señor Marco Antonio Alfaro Ramírez es presidente con facultades de apoderado generalísimo de la empresa Mareosa M. y V. S. A., o sea en fecha muy posterior al momento en que se suscribió la supuesta transmisión. Por ello no creo que esta sea la prueba que le dio al juzgador de instancia la certeza de que mi representada fue a su vez representada por don Marco Alfaro para cuando se suscribió el referido "acuerdo". Además, hay que puntualizar que el señor Marco Alfaro ha manifestado en este proceso que él no actuó por la empresa demandada cuando suscribió el documento de folio 6 y la demostración de ese hecho negativo no se le puede cargar a mi representada como demandada. En ese particular, la carga de la prueba le corresponde a la actora (317 del Código Procesal Civil), y el documento de folio 6 no dice que el señor Marco Alfaro actuara en esa condición. No hay prueba entonces para demostrar que así lo hizo, por lo que tampoco hay legitimación pasiva para condenar a mi representada.”. No existe duda alguna en cuanto a la participación de don Marco Alfaro como representante de la demandada al momento en que acordó “negociar” la concesión de la frecuencia 105.9 F.M., el 19 de abril de 2006. En efecto, dicha frecuencia pertenecía en esa fecha a Marcosa y, en ese momento, el representante con facultades legales para representar a dicha sociedad era precisamente don Marco Alfaro. Si él entró en negociaciones respecto de esa frecuencia, no existe más explicación lógica y, además, acorde con los principios de buena fe negocial y de primacía de la realidad, que considerar que sus tratativas las hizo en la única condición en la cual legalmente podía hacerlo, sea, como representante de la titular del derecho que estaba “negociando”. Considerar que actuaba únicamente a título personal, no sólo sería dar la espalda a la lógica, sino también admitir que, de mala fe, estaría engañando a su contraparte y a su misma representada. No solo negoció, sino que ejecutó en parte lo acordado, recibiendo el pago inicial de $20.000 y 61 permitiendo la utilización de la frecuencia 105.9 para trasmitir la nueva emisora Beatz 106 F.M., recibiendo algunos pagos posteriores. La única explicación lícita, lógica y unívoca de la participación de don Marco en la negociación del 19 de abril de 2006, es como representante de la titular de dicha frecuencia. La carencia eventual de facultades de don Marco para negociar, debió ser acreditada por Marcosa. Pero dicha sociedad no alegó que a la fecha de celebración de este acuerdo don Marco Antonio Alfaro Ramírez no fuese su representante con facultades de apoderado generalísimo sin límite de suma. Más bien, consta que la condición de presidente y representante judicial y extrajudicial sin límite de suma de Marcosa, la ejerce don Marco Antonio Alfaro Ramírez desde el 27 de abril de 2001 y hasta el 27 de abril de 2100, según consta en la certificación de personería visible a folio 316. Por ello, resulta inaceptable que se manifieste en el recurso de apelación que no existe en autos documento alguno donde conste que el señor Alfaro Ramírez era el presidente de Marcosa en esa fecha. Por ende, este agravio también resuelta improcedente. XIII. Asimismo, se trata de desvirtuar en esta instancia que el negocio de 19 de abril de 2006 fuera un contrato definitivo, tratándose de demostrar que se trataría tan solo de tratativas preliminares. Argumenta la parte recurrente: “b. Hay que decir con total transparencia que en la contestación de la demanda don Marco reconoció que el documento de folio 6 refiere a la negociación de tratativas preliminares que establecían las bases para una posterior transmisión de la frecuencia. Sin embargo, ni siquiera con esas afirmaciones se puede considerar que el traspaso definitivo finalmente se convino. Primero porque no se ha probado que él actuara en representación de la demandada. Segundo porque el mismo don Marcos ha insistido, tanto en la confesional como en la contestación de la demanda, que se trataba de tratativas preliminares, a manera de precontrato, posición que cuenta con varios indicios a su favor que no fueron considerados por el juzgador de instancia. Veamos: De los pagos pactados en el documento de folio 6, sólo uno fue recibido directamente por don Marco Alfaro, el primero de 20.000 dólares dado en señal de trato. El resto, que no cubren la totalidad de lo pactado, no se pagaron según lo estipulado, lo que evidencia que no se concretó el contrato definitivo. La mayoría de los pagos se hicieron mediante depósitos unilaterales en cuentas relacionadas con las empresas de don Marco Alfaro, y como ya se dijo, fuera del plazo. Entre esos depósitos aparecen dos, uno por 60.000 dólares y el otro por 70.000 dólares. Ambos se efectuaron durante el tiempo establecido en el documento de folio 6, pero no en el momento preciso estipulado ni por la suma que se requería. En todo caso sólo ascienden a la suma de 130.000 dólares, más 20.000 de la señal de trato son 150.000, del total de los 900.000 dólares pactados. De este indicio se puede deducir que si los pagos no se hicieron en la forma que se dispuso en el documento de folio 6, fue porque lo pactado allí nunca se concretó. De lo contrario se habrían realizado según lo estipulado, o ante el incumplimiento, el mismo don Marco Alfaro habría procurado su pago mediante alguna acción judicial o extrajudicial. Por otro lado, el hecho de que la frecuencia fuera explotada por la empresa actora y que esta se ocupara de una serie de pagos de servicios públicos, 62 patentes, cargas sociales y salarios de los empleados de la emisora de radio, no son razones suficientes o indicios sólidos para concluir de manera inequívoca que el traspaso se perfeccionó. Pueden existir otras razones para explicar dicha explotación -luego se verán- y existen muchos otros indicios que llevan a concluir de manera distinta a la plateada por el juzgador. Además de la falta de pagos oportunos ya mencionados, también está la imposibilidad de negociar la frecuencia sin la intervención de la Administración Pública y la imposibilidad absoluta del artículo 33 del Reglamento de Radiocomunicaciones (citado atrás); la ausencia total de gestiones de parte de la demandada o su representante para pedir el perfeccionamiento del contrato ante la oficina respectiva (no hay pruebas en ese sentido); la ausencia total de gestiones de parte de la actora en ese mismo sentido, ya fuera ante la oficina pública respectiva o ante la autoridad judicial competente (no presentó pruebas en ese sentido). Procedió judicialmente para que se reconozca la inexistente cesión hasta año y medio después, lo que no se justifica en un plano lógico. También está la suscripción del joint venture y su adendum bajo la asesoría de los abogados de ambas partes -luego se analizarán-; la realización de pagos por parte de la actora con posterioridad a la constitución de este último contrato en el que se estipuló una fórmula distinta de pago a la pactada en el documento de folio 6. Si no estaba de acuerdo con el joint veinture y sí con la supuesta cesión, por qué seguir pagando bajo un nuevo sistema de pagos, por qué no pidió la intervención judicial o administrativa en ese momento. En fin, estos también son indicios y aunque en este proceso no se ha pedido que se declare la falta de constitución del contrato definitivo, tales indicios deben de considerarse como premisas que se interponen en los silogismos hechos por el juez, y que impiden tener como existente el traspaso definitivo de la frecuencia a favor de la actora.” No se comparte la tesis esgrimida en este agravio. Los indicios, claros, precisos y unívocos que existen en autos, llevan a afirmar la existencia de un negocio traslativo de la frecuencia de radio 105.9 de Marcosa a Fairfax, efectuado el 19 de abril de 2006. Como ya se analizó al valorar los reproches sobre la apreciación de la prueba en este sentido, las tratativas anteriores a esa fecha eran para el traspaso definitivo de esa frecuencia y en ningún momento se vislumbró siquiera, conforme a lo que consta en autos, otro tipo de negocio. En segundo lugar, se pactó y efectuó el pago inicial de $20.000; luego, sin estar sujetos a una posterior aceptación de un eventual contrato definitivo y sin pactarse siquiera una fecha específica para ello, de una vez se establecieron las fechas de pago del saldo respectivo. Los pagos efectuados, aun cuando fueran en fechas posteriores o en cuentas bancarias de empresas de don Marco Alfaro, no fueron protestados o devueltos. El precio total de $900.000 sí fue estipulado, sin sujeción a alguna posterior aceptación definitiva; además, el comportamiento sucesivo de las partes, lejos de no tener trascendencia, se ajusta a la ejecución de un contrato definitivo y no a la simple estipulación de un contrato preparatorio, pues de inmediato se produjo la explotación de la frecuencia por parte de la sociedad actora, sin la participación en la gestión empresarial de Marcosa, lo cual se aleja de un contrato eminentemente preparatorio. La existencia de incumplimientos de lo que se había pactado de manera definitiva no convierte al convenio en un contrato preparatorio. No existen indicios contrarios a la conclusión combatida, 63 sea, a la existencia de un contrato definitivo. Ya se indicó el porqué se debe considerar que don Marco Alfaro actuaba como apoderado de Marcosa y que la naturaleza de lo pactado era una cesión de los derechos de uso y explotación de la frecuencia, aspecto respecto del cual no cabe referirse nuevamente. La falta de algunos pagos en las fechas pactadas, a los cuales la propia parte apelante ha calificado como incumplimientos de lo acordado, no convierte al convenio en simples tratativas. Son, ni más ni menos, el incumplimiento de parte del contenido del contrato definitivo. Si los pagos se efectuaron por medio de depósitos y no directamente a don Marco, como se alega, no se puede lógicamente deducir que no se trataba de un contrato definitivo. Por dicha vía, fueron realizados, aceptados y reconocidos por la demandada. Tampoco es cierto que había una imposibilidad legal para ceder los derechos que tenía Marcosa respecto de esa frecuencia radiofónica, conforme ya fue ampliamente analizado. Es cierto que la parte actora incumplió en buena medida sus obligaciones de pago, según fueron pactadas el 19 de abril de 2006, y por ello resulta comprensible que no accionara judicialmente para obtener definitivamente los documentos atinentes para proceder a inscribir la cesión ante el DNCR, pero ello conduciría más bien al análisis de la causa que eventualmente pudieran tener el contrato de Joint Venture cuestionado y su adendum, y no para afirmar la inexistencia inicial de la cesión. Por ende, este agravio tampoco es de recibo. XIV. El punto medular que falta por analizar, es determinar si el contrato denominado “ joint venture ” y su adedum es verdaderamente simulado, tomando en cuenta la situación de hecho existente al momento de su suscripción y, en todo caso, si de existir alguna simulación o vicio de la voluntad, ello acarrearía inexorablemente la nulidad de lo pactado, haciendo exigible el primer contrato de cesión, en los términos señalados en la sentencia apelada. En sus extensos agravios en cuanto a este punto, señala la parte apelante: “Sobre la simulación del joint venture y su adendum: Se trae a colación aquí, algo que ya ha sido revisado atrás, pero ahora para concluir que el juzgador de instancia no resolvió con base en las reglas de la sana crítica. Aunque la parte actora pidió que se declarara que el contrato de joint venture y su adendum son simulados, el juzgador de instancia resolvió otra cosa al concluir que no existió consentimiento por faltar voluntad en la parte actora cuando se suscribió ese contrato. Expresamente dijo: "Es así entonces como se concluye que los contrato de Joint Venture y su Adendum fueron suscritos para obligar a la actora al pago del precio del trato hecho con la demandada". Lo anterior implica, como se dijo atrás, un vicio de la voluntad por error, dolo o violencia, y no en un problema que, por no existir la causa del negocio aparente, éste sea simulado. Ahora sí, en punto a lo que aquí se pretende analizar, es preciso decir que una conclusión sacada de premisas falsas o al menos cuestionables, no es una conclusión válida. La supuesta simulación del joint venture es una derivación casi que exclusiva de la existencia, para el juzgador de instancia, del traspaso definitivo de la frecuencia. Sin embargo, con lo dicho atrás, ese traspaso ya no podría tenerse como existente a partir 64 de las pruebas y hechos que el juzgador de instancia tuvo por probados, pues sus conclusiones no son lo sólidas que se requieren. Así, siendo que la proposición fundamental de la supuesta simulación quedó desdibujada, entonces ha de correr la misma suerte la conclusión de que el joint veinture es simulado. De todas maneras, sobre este tema también hay indicios que afectan la conclusión del juzgado. Aunque hipotéticamente se creyera que el contrato definitivo de traspaso se concretó, qué razones pudo haber tenido el representante de la parte actora para querer disimular la existencia del traspaso de la frecuencia -bien escaso y muy valioso- por medio de un contrato de colaboración con la demandada para crear la apariencia de que no había adquirido ese bien. Sólo encontrando esa razón podría decirse que el contrato es simulado, pero de las pruebas traídas al proceso no es posible deducirla. En esto hay que tener claro lo ya dicho, la simulación es un acuerdo querido por ambas partes, no sólo por una de ellas. En la sentencia se tiene como causas o razones para querer hacer esa simulación, disimular la existencia de la cesión, asegurar el pago del precio de esa cesión y establecer un incremento en el precio, sin embargo todas sólo podían venir de la voluntad del señor Marco Alfaro (no son ciertas, se consideran sólo para analizar el iter lógico seguido por el juzgador), no del representante de la actora. Analizándolas, ninguna puede ser de interés para la parte actora, por lo que no parece lógico considerar que en estas estuviera su decisión de simular. Por ello no puede sostenerse que aquí exista una voluntad común de simular. Lo que el juez en realidad declaró fue un vicio del consentimiento en tanto la voluntad del señor Krieg estaba afectada, ya fuera por dolo, error o intimidación. Sin embargo, tampoco se puede determinar a ciencia cierta, que así fuera. Al suscribir el joint venture y su adendum, el representante de la actora se hizo acompañar por su propio abogado (ver documento de folio 6). Lo hizo bajo su asesoría, por lo que no existen razones lógicas para pensar que desconocía el contenido de lo que firmó, o que lo hizo por error, violencia o dolo. La actora no aportó prueba para demostrarlo. Además, la actora realizó varios pagos después de suscrito ese contrato. Por qué pagar cuando no se ha firmado. Otro de los indicios que utiliza el juzgador para sostener su errada posición, es que el precio pactado en el joint veinture es exagerado si se considera el plazo de ocho meses establecido en el contrato. Además porque para él resulta contraproducente, aunque habla de "corriente mercantilista negocia!", que se pacte un contrato de colaboración entre dos empresas, asumiendo una de ellas las cargas -pago de servicios público, pago de cargas sociales y riesgos por pérdidas- mientras que la otra sólo aporta una frecuencia radiofónica, recibiendo a cambio la suma de 900.000 dólares. El tema del precio no es cuestión que el señor juez pueda valorar sin prueba pericial. No creo que él tenga conocimiento en la materia para determinar que el precio es alto, pero si los tuviera tampoco podría aplicarlos. En todo caso este no es un producto sujeto a regulaciones de precio. Por otro lado el referido precio no sólo cubría el plazo futuro dispuesto en el joint ventare, sino también todo el que había transcurrido desde que la actora entró a operar la frecuencia. La deposición de don Marco Alfaro y su contestación a la demanda así lo confirman. Además, 65 quién dice que aportar una frecuencia es cosa poca. No todos los ciudadanos de este país contamos con frecuencias de radio. No todos contamos con un instrumento que realmente genera tanta riqueza y tanto poder mediático, como una frecuencia de radio. No puedo ver que ello sea poca cosa. Con lo dicho, más bien cabe pensar que si algún contrato efectivamente existió y existe es el de joint veinture. La prueba que consta en autos y algunos de los hechos tenidos por demostrados por el juzgador de instancia así lo demuestran -con ello no se pretende una declaración en este sentido, sino aportar más indicios que como se ha visto chocan con la conclusión de que se perfeccionó un contrato definitivo de traspaso de frecuencia-. Además, entre la prueba presentada por la parte actora se aportaron documentos que certifican la titularidad de la concesión de la frecuencia 105.9 a favor de mi representada, también que, aún después del negocio contenido en el documento de folio 6, la frecuencia continuó bajo el control de don Marco Alfaro o de la demandada. Después del 19 de abril del 2006 -fecha del documento de folio 6-, propiamente el 8 de setiembre de ese año, don Marco pidió a la oficina de Control Nacional de Radio el traslado territorial de las antenas y del lugar de transmisión para la frecuencia referida. En ella no refiere a ningún contrato de cesión o traspaso. Esa misma oficina siguió considerando a mi representada como la concesionaria o a don Marco Alfaro como el representante de la concesionaria, nunca a la empresa actora ni al señor Krieg. En este sentido ver el documento de folio 8, fechado 14 de setiembre del 2006, por medio del cual la oficina de Control Nacional de Radio autoriza el traslado territorial dicho atrás. También el documento de folio 4, que corresponde a una certificación de dicha oficina en la que se hace constar que mi representada es la concesionaria de la frecuencia desde el 10 de enero del 2005. Este documento fue fechado el diecisiete de octubre del 2007. Finalmente conviene hacer algunas puntualizaciones técnicas sobre el contrato de joint venture, que servirán para justificar por qué éste es el contrato que realmente existe. El joint veinture se cataloga como un contrato de colaboración. Lo anterior implica que los sujetos contratantes acuerdan colaborar entre ellos para lograr un propósito común lucrativo, pero no en los términos de una sociedad mercantil o civil o bajo instancias asociativas semejantes (en este sentido Fariña, Contratos Comerciales Modernos, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1993, p. 744; Argén, Diccionario de Derecho Comercial y de la Empresa, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1982, p. 255; Chavarría Saxe, Las Empresas de Participación Conjunta o "Joint Ven tures". Tesis para optar por el grado de Licenciado en Derecho, UCR, 1990, p. 14; Le Pera, Joint Venture y sociedad, Acuerdos de Coparticipación Empresarial, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1989, p. 115). Lo anterior implica que no es necesaria la figura de un contrato asociativo para manejar, administrar y fiscalizar el negocio común. El deber de fidelidad entre los contratantes es sustancial, precisamente en razón de la anterior característica. Una de las situaciones que mejor lo diferencia de otras figuras jurídicas es la de tener un objetivo o proyecto común muy específico y determinado, en la que ambas partes se involucran precisamente por las condiciones particulares de cada una de ellas. Por ejemplo, tal y como sucede en este caso con la parte 66 demandada y con las buenas intensiones que en algún momento tuvo la actora. La primera cuenta con una frecuencia y la segunda buscaba explotarla. Sin embargo, a la primera le interesa seguir explotando la frecuencia, pero no quiere administrar todo el conjunto de operaciones, bienes y personal que implican una emisora de radio. Además no puede ceder la frecuencia, por lo que en su lugar decide continuar explotándola con alguien más. Por ello deja en la actora el manejo de la emisora y pone al servicio del proyecto la frecuencia de la que es concesionaria. Como ya se dijo, no se necesitaba una persona jurídica para manejar la emisora y la radio, precisamente esa es una de las cosas que se quiere evitar, tener que estar asociado a alguien. La posibilidad de obtener lucro para ambas es evidente, aunque en los joint veinture puede que al final sólo una de las partes se vea económicamente beneficiada. En todo caso, en el presente la emisora se ve beneficiada por medio de la explotación directa de la frecuencia y la concesionaria por el canon estipulado a su favor. Hay un deber de fidelidad entre ambas partes que por la falta de asociación se percibe de manera especial en estos contratos. De parte de la demandada ese deber ha existido, lo que se prueba por el hecho de que incluso la parte actora cuenta con documentos propios de la demandada y su representante, pero que le son útiles para explotar la frecuencia. Los tiene porque algún personero de mi representada se los ha dado para su seguridad. Las decisiones con respecto al negocio, no tienen que ser tomadas necesariamente en común, a manera de los entes asociativos. Tampoco tienen que existir entes fiscalizadores comunes en el sentido dicho atrás. El joint venture es muy amplio, admite muchas fórmulas posibles, en especial el denominado joint veinture contractual (Obra de Chavarría Saxe ya citada, pp. 125 -126; Cabanellas de las Cuevas y Kelly, contratos de Colaboración Empresarial, Buenos Aires, 1987, p. 111 y siguientes). Forma parte de esos contratos anglosajones caracterizados por su ductibilidad, por su capacidad de adaptarse a diferentes situaciones posibles. Lo que mejor le identifica es la idea de colaboración conjunta en razón de la naturaleza propia de cada uno de los colaboradores. Tal y como sucede en este caso. Uno tiene la frecuencia y el otro quiere explotarla por medio de una emisora de radio, pero no existe intensión asociativa. Al final se da una explotación conjunta de la que ambas partes sacan su propio beneficio. Tal y como ya se dijo, la explicación anterior no es para que se declare la existencia del joint veinture (este existe), sino para que al menos no se desconozca la posibilidad de que en este caso ese pudo haber sido el contrato que las partes adoptaron a partir del fracaso del negocio preparatorio descrito en el documento de folio 6, y en ese tanto que no puede ser desconocido, ni como contrato simulado, ni por una invalidez consecuencia de falta de consentimiento. Además, para que sirva de argumento adicional a efectos de establecer que la cesión pedida no existió y que el traspaso definitivo nunca se concretó. Finalmente, sea o no este un contrato de joint veinture, lo cierto es que en éste se dejó patente que la demandada es la concesionaria de la frecuencia, condición que no tiene la actora -cláusula novena-. Siendo que esta última lo suscribió y que lo hizo a sabiendas de lo que firmó y bajo el auspicio de su abogado, cómo es posible que el señor juez concluya que la frecuencia ahora le pertenece. En conclusión, la sentencia recurrida trae defectos formales que producen nulidad no sólo de ésta sino de todo lo 67 actuado. Sin embargo, para el caso de que el tribunal no comparta esta opinión, se han formulado una serie de agravios tendientes a revocar el fallo. En síntesis, el juzgador de instancia tuvo por probado un traspaso de una frecuencia de radio, que si bien se intentó, nunca se concretó por imposibilidad legal. Además anuló un contrato de joint venture, dice que por ser simulado, aunque en realidad por vicios en el consentimiento. No obstante, es el único que existe. Surgió precisamente para poner en orden la situación de hecho creada por tolerancia de mi representada, al permitir que la actora continuara usufructuando una frecuencia de la cual no es concesionaria y de la cual no podía llegar a serlo por imposibilidad legal. Puede que la calificación dada al joint venture no sea la más oportuna, creemos que sí, pero si no lo fuera no por ello es simulado o inválido. Existe, fue suscrito por la actora en presencia de su abogado y se ha estado ejecutando desde que se perfeccionó podría decirse que de hecho desde antes. Todo lo anterior conlleva a la revocatoria en el sentido expuesto.”. Cabe descartar,desde ya, todos los agravios concernientes a la inexistencia del contrato de cesión de derechos del 19 de abril de 2006, por cuanto, según se analizó ya con detalle, este sí se concretó. Por ende, ha de circunscribirse a los aspectos concernientes a si el indicado contrato de joint venture y su adendum son simulados. Para ello, en primer lugar, cabe reseñar los aspectos más relevantes en torno a dicha figura y a otras concernientes a vicios de la voluntad. XV. Existen diferentes supuestos en los cuales se presenta una divergencia entre la voluntad manifestada por las partes en un negocio jurídico y lo que ellas verdaderamente quieren, tales como la reserva mental, el error obstativo, el disentimiento y la simulación. En estos casos, existe una voluntad real que no concuerda con lo que se ha declarado. En la simulación, figura sobre la cual se debate en este proceso, las partes acuerdan deliberadamente efectuar una manifestación que no corresponde a su verdadera intención. Así, hacen aparecer como real un negocio del cual no quieren del todo sus efectos; o bien aparentan un tipo de negocio diferente de aquél que conforme a su voluntad real es el que verdaderamente desean o quieren. Hay entonces una apariencia contractual creada intencionalmente que no corresponde a la realidad. Se habla de simulación absoluta cuando detrás de la apariencia puesta en escena por las partes, no existe ningún tipo de contrato o negocio jurídico que verdaderamente deseen. Si se demuestra que tan solo existe una apariencia, sin que en realidad haya voluntad negocial de ningún tipo, la ausencia total del elemento voluntad provoca la nulidad absoluta del negocio o contrato simulado. Es claro que existe una voluntad de las partes en exteriorizar un negocio jurídico -existe voluntad de la apariencia-, pero no existe voluntad de ellas en cuanto a producir los efectos de ese negocio o de algún otro -no existe voluntad del negocio-. Si las partes han creado una apariencia diferente de lo que verdaderamente quieren, tendríamos entonces dos contratos o negocios: uno, el simulado o ficticio, consiste en el velo o apariencia que se ha hecho evidente al externo; el otro, el disimulado u oculto, sería aquel cuyos efectos realmente quieren las partes. En este caso, el primero carece de eficacia y, acreditada la simulación relativa, esa mera apariencia desaparece, cual 68 espejismo, para hacer emerger al exterior el negocio o contrato disimulado, respecto del cual cabrá entonces determinar su validez o eficacia. Dada la formulación de los agravios precedentes, ha de acotarse que en la simulación existe una voluntad concurrente de las partes en hacer aparentar como verdadera una declaración de voluntad que no lo es; y tal comportamiento ha de tener una causa o motivo que explique el porqué las partes, de común acuerdo, han decidido externar una apariencia que no corresponde a su voluntad real. Esta causa simulandi, puede encontrarse en el deseo de perjudicar a terceros, evadir la aplicación de normas jurídicas, o simplemente en motivos internos que podrían no acarrear ilicitud. La simulación, al originarse en una intención compartida de todas las partes en hacer aparentar la existencia de un negocio o contrato irreal, se diferencia de otros supuestos de vicios de la voluntad en los cuales la divergencia entre la voluntad real y lo declarado es solamente unilateral o no involucra a todos los contrayentes. Así, en la reserva mental, un sujeto declara algo diferente a lo que en su fuero interno desea, sin que la contraparte esté en grado de enterarse de esa divergencia, por lo que el negocio es perfectamente válido y eficaz. En otras ocasiones, puede surgir el fenómeno del disenso o disentimiento, el cual se produce cuando debido a errores en cuanto a la naturaleza del negocio o identidad de su objeto, o por malentendidos concernientes a las declaraciones de una parte, una parte en apariencia acepta, pero en realidad no ha existido un acuerdo de voluntades, puesto que no existe correspondencia o identidad en lo querido por cada una de ellas, con lo cual no se podría válidamente tener por configurado el contrato. Se presentan también fenómenos patológicos en los cuales la manifestación de voluntad está condicionada por factores como el error (vicio), la violencia o el dolo. En el primer caso, si el error es esencial y reconocible, concerniente a la naturaleza o al objeto del contrato, puede dar cabida a su nulidad (artículo 1015 del Código Civil). Tratándose de violencia, el contratante emite su voluntad en virtud de una amenaza de un mal injusto (violencia moral) o es obligado por actos materiales o fuerza en su persona a efectuar su manifestación de voluntad (violencia física), lo cual, en nuestro Código Civil, da lugar a la nulidad del contrato en los términos de sus artículos 1017, 1018 y 1019. Por último, se encuentra el dolo, mediante el cual una de las partes, por medio de artificios o engaños, hace incurrir a su contraparte en error, de tal manera que acepta una contratación que, de no ser por ello, no habría concluido, haciendo anulable el contrato (artículo 1020 del Código Civil). XVI. Otro aspecto que debe ser abordado, al menos en cuanto a sus lineamientos generales, es el del contrato de “joint venture”, por cuanto, bien o mal, esa fue la denominación dada al convenio y su adendum cuya nulidad se pide. En la actualidad, como consecuencia de la apertura de mercados y la globalización, los sistemas jurídicos de tradición romano germánica han sido influenciados de manera constante por figuras económicas y contractuales afines al derecho anglosajón. Es así, que en detrimento de las figuras tradicionales del derecho latino, se han venido utilizando con mayor frecuencia otras que antes eran desconocidas, tales como el leasing, factoring, franchising y joint venture. En algunas ocasiones, ha sido provechoso el enriquecimiento jurídico obtenido con estos nuevos esquemas negociales, sin embargo, en otras oportunidades, tal vez por desconocimiento o falta de precisión al momento de elaborar los contratos, su utilización ha generado 69 grandes incertidumbres y controversias. En lo que concierne al “ joint venture ”, se refiere a un esquema negocial propio del derecho inglés, caracterizado por su elasticidad y una gran amplitud de contenidos, lo cual dificulta en buena medida el dar una delimitación clara y precisa de sus aspectos estructurales y funcionales. En castellano, ese término podría ser traducido de varias formas, como “ aventura conjunta ” o “ aventura en conjunto ”, y acostumbra también ser considerado como equivalente de “ alianza estratégica ” o “ alianza comercial ”, “ asociación de empresas ” o “ emprendimiento conjunto ”. Se suele clasificarlo como un contrato de naturaleza asociativa, para el ejercicio de una actividad empresarial o proyecto comercial específico, en el cual los participantes unen no solo esfuerzos, sino también los elementos indispensables para su consecución. Cada uno de los participantes realizan aportes, de las más diversas formas, sin que para ello se deban seguir normas rígidas como por ejemplo aquellas concernientes a los aportes societarios-; sin que sea necesaria la creación de una persona jurídica nueva, ni que cada una de las partes pierda su propia individualidad. Los participantes, buscan por medio de esta alianza, obtener los beneficios de la actividad de la manera que más les convenga. Como eje principal de esta figura, está el aporte de recursos, los cuales pueden ser financieros, tecnológicos, intelectuales, materiales, inmateriales, de conocimiento, etc.. Todos los participantes pretenden obtener un beneficio de la actividad empresarial a desarrollar, el cual no necesariamente tiene que ser de la misma naturaleza: algunos pretenderán obtener una ganancia según los resultados periódicos de la operación; otros buscarán obtener un lucro fijo, independientemente de las ganancias obtenidas durante el plazo de vigencia; algunos obtener beneficios directos con la obtención o utilización de los bienes o servicios producidos por la actividad empresarial, de manera gratuita o a un costo inferior al de mercado, y así sucesivamente. Pese a la existencia de esa alianza estratégica, cada una de las partes normalmente continúa ejerciendo sus propias actividades económicas o empresariales de manera individual y es normal, aunque no esencial, que todos los participantes asuman el riesgo económico de la gestión. Este esquema contractual, amplio y elástico, no se encuentra regulado en la mayoría de los países de manera típica, por lo que resulta esencialmente mutable, según la circunstancias, sujetándose su reglamentación de manera casi total a las estipulaciones surgidas de la libre voluntad de las partes. Por ello, se requiere especial cuidado en la elaboración del reglamento negocial que le da origen, en el cual debe establecerse con la debida claridad y precisión cuál va a ser el objeto de la actividad empresarial o comercial a desarrollar; los elementos requeridos para su realización; el aporte que cada una de las partes debe efectuar; la forma en la cual se va a desarrollar la gestión y administración; las responsabilidades y riesgos asumidos por cada uno de los participantes; los diferentes derechos y obligaciones de ellos; y, lo que es más importante, los beneficios que se obtendrán para cada uno durante el tiempo de vigencia del acuerdo. De lo dicho, resulta evidente que el término “joint venture ”, resulta en ocasiones difícil de deslindar conceptualmente, por lo que, más que preocuparse por la denominación dada a un convenio, el interés debe dirigirse al análisis del contenido 70 contractual que en cada ocasión ha sido puesto en ejecución. En algunas ocasiones, su normativa podría asimilarse a un contrato de sociedad, en otras, a arrendamientos, a cuentas en participación, a franquicias, etc.. Por ende, en el análisis de los agravios, si bien cabe tener en cuenta los rasgos generales de esta figura, lo más relevante es desentrañar el alcance de las estipulaciones efectuadas, siempre dentro del contexto fáctico existente al momento de la suscripción de los contratos impugnados. XVII. En la demanda, como ya se indicó, se pide la nulidad del contrato denominado joint venture y de su adendum, de 15 de marzo y 20 de abril, ambos de 2007, porque en concepto de la parte actora cada uno de ellos “ adolece de patología negocial, por ausencia de voluntad y ausencia de causa jurídica ” y existiría “ discordancia intencional entre lo querido y ejecutado ”. Lo que habría provocado esos supuestos vicios del consentimiento sería que, ante los incumplimientos de pago del contrato original de cesión de derechos de concesión de frecuencia de radio, don Marco Antonio Alfaro habría recurrido “ ... a la estrategia de redactar un contrato diferente al contrato de cesión de los derechos de concesión y explotación de la frecuencia... ”, haciéndole firmar al representante de la actora los nuevos acuerdos, supuestamente incurriendo en actos como provocar interferencias en la señal de la radio y amenazarlo con “ bajar el switch ”. Según la tesis de la accionante, a principios de agosto de 2007, después de varias reuniones entre las partes con el fin de solucionar el problema de pago del precio y el traspaso de la concesión, Fairfax Data habría propuesto que pagaría el saldo adeudado en el momento en que se firmara el documento de cesión requerido por la DNCR, lo cual no fue aceptado por don Marco Antonio, dados los términos en los cuales fueron suscritos los contratos de joint venture y su adendum, decidiendo de manera definitiva dar por terminada la relación jurídica, proponiendo un finiquito total que no fue aceptado. Son varios aspectos los que deben tomarse en cuenta para determinar si en realidad se ha dado una simulación o vicios en cuanto a la voluntad o la causa, relativos a los contratos antes indicados. Se ha llegado a concluir que el 19 de abril de 2006 se convino la cesión de los derechos de uso y explotación de la frecuencia 105.9 F.M., disponiéndose que los pagos o abonos del precio debían cumplirse así: PAGOS PACTADOS Abono Fecha Monto en dólares 1 19 de abril de 2006 $20.000 2 15 de mayo de 2006 $80.000 3 30 de mayo de 2006 $50.000 4 30 de junio de 2006 $150.000 71 5 30 de julio de 2006 $150.000 6 30 de agosto de 2006 $150.000 7 30 de setiembre de 2006 $150.000 8 30 de octubre de 2006 $150.000 El precio total de $900.000 debía de quedar cancelado el 30 de octubre de 2006. Sin embargo, es más que evidente el incumplimiento de los pagos pactados en ese primer convenio. En el hecho probado e) de la sentencia de primera instancia, que no fue objetado en los agravios planteados, se tuvieron por acreditados los siguientes pagos por parte de la sociedad actora: PAGOS EFECTUADOS POR FAIRFAX DATA Abono Fecha Monto en dólares 1 19 de abril de 2006 $20.000 2 21 de julio de 2006 $60.000 3 7 de agosto de 2006 $70.000 4 9 de noviembre de 2006 $250.000 5 15 de diciembre de 2006 $40.000 6 28 de diciembre de 2006 $65.000 7 4 de enero de 2007 $45.000 8 5 de abril de 2007 $112.500 9 10 de mayo de 2007 $47.000 10 5 de julio de 2007 $5.000 Puede observarse que al 30 de octubre de 2006, fecha en la cual debía haberse pagado la totalidad del precio de la cesión, únicamente se habían hecho abonos por $150.000, adeudándose $750.000. En forma evidentemente tardía, fuera de los plazos pactados, la actora continuó efectuando algunos pagos. Al 15 de marzo de 2007, casi 11 meses después de la cesión y 5 meses después de que debía haber estado cancelado la totalidad del precio, tan solo se habían pagado $550.000, adeudándose al menos $350.000, sin contar los eventuales intereses de mora, sea, un 38.9 % de lo estipulado. Es en este contexto de evidente mora, que se suscribe el denominado contrato de “ joint venture de participación conjunta ”, en el cual se estipuló, en lo que es de interés, que Marcosa aportaría la frecuencia 105.9 F.M. y Fairfax Data el equipo radiofónico, las instalaciones de operación, el personal idóneo. El aspecto técnico y de programación de la emisora Beatz 106 correspondería a ambas partes y lo administrativo, económico, de promoción y ventas estaría a 72 cargo de Fairfax Data. El plazo de duración establecido era de 8 meses, que vencían el 15 de noviembre de 2007. Se estableció que Fairfax Data debía “ aportar como contraprestación ” una suma mínima de $900.000, en ocho tractos sucesivos de $112.500, pagaderos los días 15 de cada mes, a partir de abril, sea, que el último pago debía hacerse el 15 noviembre de 2007. Las firmas de las partes en el documento respectivo fueron autenticadas por los licenciados Erasmo Rojas Madrigal y Nolan Eduardo Campos Quirós. Fairfax Data continuó con la gestión de la emisora Beatz 106, utilizando la frecuencia 105.9 F.M., pero nuevamente incurre en incumplimientos de lo pactado, pues solo efectuó un pago por $112.500 el 5 de abril de 2007, otro de $47.000 el 10 de mayo de ese año y el último de $5.000 el siguiente 5 de julio. Desde esta perspectiva, cabe dilucidar si efectivamente el contrato de joint venture de 15 de marzo y su adendum, de 20 de abril de 2007, son efectivamente simulados y nulos, por ausencia de voluntad y causa jurídica. Sostiene la parte apelante, que estos contratos fueron adoptados por el fracaso del primer contrato o para poner en orden la situación de hecho creada por la tolerancia de Marcosa. Insiste en que sí se trataría de un contrato de joint venture, conforme al análisis que de tal figura efectúa, y que no fue simulado o inválido, contando incluso con la presencia del abogado de la parte actora al momento de suscribirse. Pudiera ser, en concepto de la apelante, que la calificación dada al contrato como joint venture no fuera la más acertada, pero ello no lo convierte en simulado o inválido. Como se indicó reiteradamente, el primer contrato estipulado por las partes, en criterio del Tribunal, sí tiene la naturaleza jurídica de una cesión de derechos de uso y explotación de la frecuencia de radio que aquí interesa y que efectivamente, en fase efectual, la actora asumió su explotación. En ello, no concuerda con la tesis sostenida por la parte demandada. Sin embargo, resulta evidente que ante el incumplimiento de pago de ese primer convenio, las partes decidieron replantear su relación, puesto que, ante el incumplimiento sustancial de la prestación del cesionario, la parte cedente tenía todo el derecho a renegociar. Ante ello, es que se suscribe el nuevo convenio, el cual parte entonces de la libertad contractual que las partes tenían de modificar, en cuanto conviniera a sus intereses, lo que antes se había dispuesto, pues de lo contrario el camino que tenía abierto la parte demandada era solicitar la resolución de la cesión o su cumplimiento forzoso. Es así como, dejando de lado el contrato de cesión incumplido, se acuerda un nuevo reglamento negocial, en un momento en el cual los plazos para el pago de la cesión habían sobradamente transcurrido y el monto estipulado había sido cubierto de manera parcial, quedando insoluto al menos un 38.9% del precio pactado, equivalente a $350.000. Ante ello, no carecería de causa jurídica la nueva convención y tampoco se vislumbraría la ausencia de voluntad de la parte actora y mucho menos de la demandada. Cabe descartar que el representante de Fairfax Data hubiese incurrido en error vicio, pues el nuevo clausulado convenido es claro en cuanto a su contenido y a las obligaciones que ellas asumían, independientemente de lo correcto o no de la denominación de “ joint venture ” que le fue asignada. Las partes eran conscientes que en el nuevo contrato difería el vínculo que previamente se había establecido, disponiéndose ahora que Marcosa aportaría la frecuencia 105.9 F.M. y Fairfax Data el equipo radiofónico, las instalaciones de operación y el personal idóneo. Se dispuso que el aspecto técnico y de programación de la emisora Beatz 106 correspondería a ambas partes y el administrativo, 73 económico, de promoción y ventas estaría a cargo de Fairfax Data. El nuevo plazo de duración establecido era de 8 meses, que vencían el 15 de noviembre de 2007. Fairfax Data se comprometió a “aportar como contraprestación” una suma mínima de $900.000, en ocho tractos sucesivos de $112.500, pagaderos los días 15 de cada mes, a partir de abril, sea, que el último pago debía hacerse el 15 noviembre de 2007. Al momento de adquirir ese compromiso, no se hizo referencia a las sumas que había pagado con antelación, reconociéndole de alguna manera como parte de un precio o como una contraprestación por todo el tiempo que la actora había explotado la frecuencia de radio sin cumplir oportunamente los abonos a los cuales se comprometió. Pudiera discutirse si en el nuevo contrato, se estaba estipulando una nueva cesión, con un nuevo precio y con nuevas fechas de pago, puesto que el anterior había sido evidentemente incumplido; o que se tratara simplemente de una especie de arrendamiento de la concesión -lo cual expresamente se había indicado que no era así-, o que se tratara de un contrato atípico, diferente a una sociedad, en el cual una parte aportaba un bien -la frecuencia de radio- y la otra se encargaba de su explotación por un tiempo determinado, pagando un monto al titular de la frecuencia, dentro de lo cual podría argumentarse en favor o en contra de la denominación de “ joint venture ” dada, conforme a la noción de este esquema contractual que se ha dado. Pero, independientemente de las discusiones que se pudieran suscitar al respecto, se estableció expresamente que el incumplimiento de una sola cuota de lo pactado, daría derecho a Marcosa a sacar del aire la transmisión de la emisora y a dar por terminado y finiquitado el negocio en forma automática, según se dispuso en la cláusula octava. Tampoco puede dejarse de lado que ambas partes manifestaron expresamente, en la cláusula novena, que: “Se aclara y establece que este contrato no constituye un arrendamiento de frecuencia ni una cesión de la concesión ni ninguna otra figura que haga suponer la salida de la esfera de la propiedad de la concesión que MARCOSA M Y V SOCIEDAD ANONIMA tiene de la frecuencia CIENTO CINCO PUNTO NUEVE F.M., por lo que expresamente se niega cualquier derecho de las partes proveniente de la invocación de esas figuras. Se aclara que esto es un contrato de participación comercial, en donde MARCOSA M Y V SOCIEDAD ANONIMA mantiene la propiedad de la concesión de la frecuencia, la cual no es objeto del contrato sino la negociación de su explotación como emisora radial.”. Era la voluntad de Marcosa, que para que continuara Fairfax Data con la gestión de la emisora, se excluyera expresamente un negocio traslativo de frecuencia, reconociéndose que ella era la dueña de los derechos de uso y explotación, manifestando la parte actora su consentimiento. Si ella no estaba de acuerdo con lo que se incluía, podía no firmar el nuevo convenio y discutir la suerte que debía correr el primer contrato que se encontraba en una evidente situación de incumplimiento. Si lo plasmado no estaba acorde con su voluntad, pero se reservó para sí que ella en realidad lo que quería era prorrogar la relación de cesión, estaríamos en un supuesto de reserva mental, que no produce la nulidad de lo pactado. No existen elementos para considerar que no era la voluntad de MARCOSA lo establecido en el denominado contrato de joint venture y su adendum. No puede establecerse, por otra parte, que por la explotación de una frecuencia, durante 8 meses, fuera exorbitante la suma de $900.000 establecida en ese contrato o de $936.600, dispuesta finalmente en su adendum el 20 de abril de 2007. No se cuenta con medio de prueba 74 alguno que establezca el valor comercial de una frecuencia de radio para efectos de su cesión o transmisión, ni lo que eventualmente en el mercado pudiera cobrarse por la explotación mensual de ella. Menos aún, cabría pensar en que MARCOSA no tuviera la voluntad de establecer de manera expresa, luego de la fallida transferencia de la frecuencia por falta de pago de la actora, que el acuerdo no debe considerarse como traspaso o cesión del derecho de uso y explotación de la frecuencia de radio. Parece más lógico, que ante el evidente incumplimiento, se optara por una forma de utilización de la concesión que no representara su cesión, como en efecto se pactó. Cabe descartar, además, la existencia de violencia moral o dolo, como elementos que pudieran eventualmente viciar la voluntad de la parte actora y llevar a concluir que existe simulación absoluta o nulidad del contrato de joint venture y su adendum. Ningún engaño o ardid se utilizó contra Fairfax Data para hacerla suscribir estos nuevos acuerdos. En efecto, ella conocía perfectamente cuál era su situación de incumplidora y, por otra parte, el contenido del contrato es suficientemente claro y preciso en cuanto a que no se trata de una cesión. Anteriormente había quedado descartado que existiera prueba de interferencias provocadas por don Marco Antonio Alfaro, que provocaran la imposibilidad de cumplimiento de la parte actora, lo cual descarta algún tipo de coacción o violencia moral. Ahora bien, Fairfax Data recrimina que cada vez que se atrasaba en los abonos que debía hacer a Marcosa, don Marco Antonio recurría a la estrategia de redactar un contrato diferente al de cesión, poniéndole un precio más elevado y en algunas ocasiones habría amenazado con “ bajar el switch ”, es decir, despojarla de la señal. Esta situación, no implicaría siquiera violencia moral para poder viciar el consentimiento de la parte actora. En primer lugar, ante el incumplimiento de las obligaciones de pago, Fairfax Data incurrió en mora, a tenor de lo dispuesto por los artículos 417 y 418, inciso a), del Código de Comercio. Asimismo, con la falta de cumplimiento de uno de los tractos, se hizo exigible toda la obligación, perdiendo la parte deudora el beneficio del plazo (artículo 420 del citado Código). Ante ese incumplimiento, no es ilícito que el acreedor, en este caso Marcosa, propusiera nuevos contratos o precios en cuanto a la explotación de la frecuencia de radio, pues la otra opción que tenía, de no hacerlo, era pedir la resolución del contrato o exigir su cumplimiento forzoso, conforme al artículo 692 del Código Civil. En segundo lugar, para Farifax Data, su disyuntiva era o continuar con la explotación del negocio sin aceptar los nuevos términos, sabiendo que su posición de incumpliente la ponía en evidente desventaja ante una posible resolución o ejecución forzosa, o replantear junto con Marcosa la relación con nuevas estipulaciones. En esta tesitura, prescindiendo de la denominación de joint venture, para centrarse en las estipulaciones negociales, es posible y entendible que ante la imposibilidad económica de la parte actora de cumplir puntualmente con las obligaciones contraídas originalmente, se diseñara un negocio mediante el cual Marcosa aportaría la frecuencia, Fairfax el equipo, las instalaciones y el personal idóneo de la emisora y, además, pagarle una suma mensual por la explotación, asumiendo en todo caso el riesgo en cuanto a la obtención de pérdidas o ganancias. Por ende, no puede afirmarse que el contrato de joint venture fuera simulado. Es más, si se partiera de la tesis según la cual este nuevo contrato en realidad lo que estaría confiriendo serían nuevos plazos para el cumplimiento del pago de la cesión y un nuevo precio, no se trataría siquiera de una simulación absoluta, 75 sino de una relativa, la cual beneficiaría a la actora otorgándole, luego de su incumplimiento y mora, nuevas fechas para efectuar abonos al precio. Pero la tesis de Fairfax Data es que dicho contrato sería absolutamente nulo, lo cual se aleja de la realidad. No pide la actora que esta nueva estipulación, sea cual sea la denominación formal que quiera dársele, sea interpretada en el sentido de que con ella se mantenía la cesión original y se le concedían nuevos plazos. Solicita, lisa y llanamente, su declaratoria absoluta de nulidad, lo cual no corresponde a la situación fáctica que se venía dando. Por ello, el agravio planteado ha de acogerse, por cuanto no puede calificarse de simulado el contrato suscrito por las partes el 15 de marzo de 2007, ni su adendum del 20 de abril de ese año, ni tampoco declararse que el contrato existente y vigente entre las partes es el de cesión de derechos de concesión y explotación del 19 de abril de 2006, por cuanto este fue voluntariamente sustituido por los dos acuerdos posteriores. En consecuencia, tampoco cabe ordenar a Marcosa suscribir documento formal de cesión y todo lo que sea necesario a favor de Fairfax Data, a efecto de que sea presentado al ente administrativo respectivo para su conocimiento, con base en el primer contrato de cesión aludido. Por ende, ha de revocarse la sentencia de primera instancia, para acoger la defensa de falta de derecho interpuesta y declarar sin lugar la demanda en todos sus extremos. En cuanto a las costas personales y procesales, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 221 del Código Procesal Civil, se condena a la actora vencida a su pago. POR TANTO: Se rechaza la nulidad de la sentencia invocada. Se revoca la sentencia de primera instancia. En su lugar, se acoge la defensa de falta de derecho invocada por la sociedad demandada y se deniega en todos los extremos concedidos en la sentencia apelada la demanda interpuesta. Se impone a la sociedad actora vencida el pago de ambas costas del proceso. José Rodolfo León Díaz Juan Ramón Coronado Huertas Laura María León Orozco ORDINARIO N° 165-2009 FAIRFAX DATA SOCIEDAD ANÓNIMA contra MARCOSA M Y V SOCIEDAD ANÓNIMA CPorras.Juez 1 76 3 Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de Información Jurídica el: 11/10/2011 3:44:02 PM