Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía Opiniones sobre este artículo escribanos a: [email protected] www.viva.org.co Concierto para delinquir para desconcierto en el Congreso los paramilitares y Nelson Socha Abogado Asesor Corporación Viva la Ciudadanía Dos veces en las últimas dos semanas, estuvieron convocadas las Comisiones Primeras de Senado y Cámara, para debatir y aprobar el proyecto de ley del Gobierno para incluir en la figura penal del concierto para delinquir, los delitos de pertenencia a los grupos paramilitares, y por lo tanto para dar efectos políticos, y dar carácter político indirecto a esta figura delictual. Las convocatorias no tuvieron éxito, no se conformó el quórum para votar el proyecto. Hace tres semanas, el proyecto había sido incluido en el orden del día y se le dio la aprobación general a las ponencias, con la cual queda autorizada la votación del articulado, votaciones que no se pudieron realizar. Los antecedentes remotos de este proyecto fueron las modificaciones a la vieja Ley de Orden Público introducidas mediante la Ley 782 de 2002, bajo el liderazgo del entonces Ministro Fernando Londoño. En esta reforma se eliminó el requisito del reconocimiento político a los grupos armados para iniciar procesos de paz con ellos. Al tiempo se estableció un procedimiento expedito y sumario para conceder indultos a los miembros de organizaciones armadas al margen de la Ley que se desmovilizaran en el desarrollo de procesos de paz negociados con el Gobierno Nacional. Un procedimiento similar se estableció para las desmovilizaciones individuales. Se trata de un procedimiento para delitos políticos y conexos que no revistan gravedad. Por supuesto no se aplica el indulto cuando los delitos realizadas configuren actos atroces de ferocidad o barbarie, terrorismo, secuestro, genocidio y homicidio, cometido fuera de combate o colocando a la víctima en estado de indefensión, de acuerdo con la restricción contemplada en la Constitución. El Gobierno expidió un decreto reglamentario de esta Ley, el muy controvertido decreto 126 de 2003, mediante el cual se reglamentó el procedimiento expedito de concesión de indulto, y de cesación de los procedimientos judiciales en curso. Al tiempo se reglamentaban un conjunto de beneficios sociales para los desmovilizados. Con aquellas medidas se esperaba solucionar la situación jurídica de muchos desmovilizados procesados por la pertenencia a grupos armados 1 ilegales. Mientras para los que no tuvieran procesos en curso, el trámite resultaba más expedito aún. Tanto la Ley, como este decreto, se inscriben dentro de una política general y varias políticas específicas adelantadas por el Gobierno del presidente Uribe desde su primer mandato. La política específica ha sido la de promover las deserciones individuales y de pequeños grupos de las organizaciones armadas al margen de la ley. Además con la promesa de garantía de una serie de beneficios sociales y jurídicos, como los ya expuestos. Desde esta perspectiva se trata de un instrumento de guerra. De otro lado, son puntales dentro de las políticas de negociación y desmovilización de grupos paramilitares. Estas medidas se inscriben dentro de una visión y unas políticas contradictorias del Gobierno respecto al delito político. De un lado se promueve a nivel de discurso, el fin del delito político, se predica su anacronía e injustificación en “democracias modernas, avanzadas y equitativas” como la nuestra. En la misma perspectiva, se elimina el requisito general de reconocimiento de estatus político a los grupos armados para adelantar negociaciones. Mientras de otro lado extiende un tratamiento de delincuentes políticos -de facto-, por el hecho mismo de la negociación política a grupos, como los paramilitares, que hasta ahora no habían sido considerados delincuentes políticos. Al tiempo que, se ha buscado por distintos medios construir figuras jurídicas que den ese carácter político al accionar a estos grupos, se recuerda la fallida reforma al delito, de sedición. Además desde el principio del proceso se les hizo aplicable la figura del indulto, la cual se otorga solamente al delito político. Fuera de las críticas generales al proceso de paz con los paramilitares y las relacionadas con la aplicación del delito político a estas personas y grupos, se ha cuestionado el mecanismo expedito de indulto, porque no se exigió, de una manera perentoria a los desmovilizados aportar toda la verdad y colaborar con la justicia. De otro lado, también se ha señalado que las políticas hacía los victimarios, contrasta con las precariedades de las políticas hacía las víctimas. Con lo cual se refuerza un fenómeno recurrente en nuestra historia nacional: “delinquir paga”. A lo largo de estos años el Gobierno ha sido consistente en buscar la aprobación legal del delito político para los grupos paramilitares. Lo hizo de manera expresa en la Ley de Justicia y Paz, pero el artículo que modificaba el delito de sedición fue declarado inexequible por la Corte Constitucional. Luego mediante decreto, como en las mejores dictaduras, trató de imponer una interpretación de la ley penal de modo que le hiciera extensivo el delito político de sedición a los paramilitares. El asunto se complicó de nuevo para el Gobierno, cuando una de las decisiones judiciales que autoriza el indulto para un desmovilizado paramilitar, y por lo tanto lo reconoce como delincuente político, llegó a la Corte Suprema. Allí la 2 Sala Penal, en una ya famosa decisión del 11 de julio de 2007, declaró improcedente la aplicación del delito político a este tipo de conductas. Se fundamentó la Corte en la doctrina clásica del delito político, la doctrina liberal, que rige esta materia en las normas constitucionales y penales colombianas. Todos recordamos la reacción desmesurada del Gobierno ante la decisión del la Sala Penal 1 . Desde ese momento el Gobierno habló de presentar un proyecto de ley ante el Congreso para revivir la figura de la sedición paramilitar. Luego de vacilaciones y cambios de opinión, el Gobierno radicó un proyecto el 17 de agosto de 2007, en el cual se opta por reformar el artículo 340 del Código Penal, donde se consagra el delito de concierto para delinquir 2 y se modifica el artículo 69 de la Ley de Justicia y Paz –-la de los jefes paramilitares--. El Proyecto recibió mensaje de urgencia del Gobierno y por tal razón las comisiones primeras sesionan conjuntamente. Propone el Gobierno agregar en el primer párrafo del artículo 340, donde se consagra el concierto para delinquir simple, una frase que dice “quedando igualmente comprendidos en esta modalidad delictiva los miembros rasos pertenecientes a los grupos armados organizados al margen de la ley a quienes no se les imputen otras conductas delictivas”. Propone, además el Gobierno, modificar el artículo 69 del la Ley de Justicia y Paz, que como es bien sabido es la Ley que se configuró y aprobó para solucionar la situación legal de los paramilitares, sobre todos los jefes, sobre quienes pesaran procesos judiciales por crímenes no indultables por su gravedad. Es conveniente tener claro, que dicho artículo 69 no se refiere a estos personajes de alto rango criminal, sino a los miembros rasos que sólo tuvieran pendiente resolver su situación jurídica por los delitos de pertenencia al grupo, y que no tuvieran pendientes procesos por otros delitos. Para ellos se reafirmaban en este artículo los trámites expeditos de la Ley 782. El Gobierno propone dejar los mismos términos de este artículo, pero propone agregarle un parágrafo en el cual se aclara que no tendrán derecho a las ventajas de la Ley 782, quienes se beneficien de estas conductas para acceder a la función pública, o tengan la calidad de servidores públicos durante su realización. 1 Para un análisis más detallado de la sentencia y de las reacciones del Gobierno ver artículo de Francisco Taborda, en la revista Foro No. 62 de Octubre de 2007. 2 No es la primera vez que se opta por reformar el delito del concierto para delinquir, en otra ocasión también se hizo pero con propósitos diametralmente opuestos. Entre 1997 y el año 2000 se debatió la posibilidad de introducir los delitos de lesa humanidad en el Código Penal Colombiano, ante las dificultades políticas y técnicas para hacerlo, se optó por introducir la modalidad agravada vigente en el párrafo segundo del actual artículo sobre concierto para delinquir. Modalidad agravada que cubre el concierto para cometer genocidio, desaparición forzada, tortura, desplazamiento forzado, homicidio, terrorismo, tráfico de drogas, secuestro, secuestro extorsivo, extorsión, enriquecimiento, lavado de activos, testaferrato o financiamiento del terrorismo. Se puede apreciar una fórmula de acuerdo donde se incluyeron otros delitos sensibles en Colombia. No se logró en ese entonces la tipificación de los delitos de lesa humanidad. 3 Esto quiere decir, que el gobierno quiere modificar el artículo 69 sólo para aclarar que todos los políticos de distinto rango que se hayan beneficiado de las actividades de los grupos paramilitares, no tendrán derecho a reclamar los beneficios de los miembros rasos de los grupos paramilitares. Ya el Gobierno había anunciado que no mezclaría normas penales que pudieran beneficiar a los “parapolíticos” con las normas, que en su criterio, se requieren para solucionar la situación jurídica de los paramilitares rasos sin procesos graves pendientes con la justicia. Este proyecto se mantiene dentro de esta línea de trabajo, la prioridad, parecería ser, en este caso, los desmovilizados. Sin embargo, el punto notable que genera dudas, en esta materia fue puesto por el Senador Hernán Andrade, originario del Huila, en la ponencia liderada por él. Este Senador se ha caracterizado a lo largo de los dos períodos del Gobierno, por ser el defensor más fiel de las posturas gubernamentales, y el mejor interprete de las intenciones del Gobierno en los proyectos que cursan en el Congreso. Este connotado Senador propuso un parágrafo adicional en el artículo 69, donde se aclararía que los delitos cometidos por esos desmovilizados son delitos políticos. Vuelve a jugar la bancada de Gobierno, y el Gobierno tras bambalinas, en búsqueda de concederles el carácter político a los paramilitares. Recordamos de nuevo las voces de los jefes paramilitares reclamando el incumplimiento de lo pactado con el Gobierno. Aún así, el partido de la “U” ha promovido otra ponencia bajo el liderazgo del Senador Carlos García Orjuela, en la cual mantiene la propuesta de modificación del párrafo primero del artículo 340 sobre el concierto para delinquir simple, en los mismos términos del Gobierno. Agregan el acceso carnal violento en el concierto para delinquir agravado. Al tiempo que ignoran la propuesta de parágrafo del Gobierno donde se excluyen los “parapolíticos”. No quiere decir que sí no se aprueba el parágrafo propuesto por el Gobierno, y el proyecto guarda silencio al respecto, los “parapolíticos” podrían obtener los beneficios de la Ley 782, para que esto proceda se requería que tales políticos se desmovilizaran y el indulto les fuera otorgado por el Gobierno, previa sentencia de la Rama Judicial. En los pasillos del Congreso durante estas semanas se ha escuchado decir que no “hay ambiente para este proyecto”, normalmente esta frase indica que el proyecto se volvió un punto de negociación entre un sector de congresistas con el Gobierno, por asuntos burocráticos. Así lo dejó entrever el Ministro del Interior este jueves 6 de diciembre en un diario nacional. Ninguna posición jurídica, política, filosófica o ideológica explica la ausencia de los congresistas en las sesiones conjuntas de las comisiones primeras. 4 Diciembre 7 de 2007 5