discurso pedagógico Bernstein-LSF

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1.2.- DISCURSO PEDAGÓGICO Y CONSIDERACIONES PARA LA
ALFABETIZACIÓN
En el presente capítulo completaremos los fundamentos teóricos desde los que
entenderemos el discurso del profesor como discurso pedagógico, para esto recurrimos a la
sociología de la educación. Desde la década de los sesenta se produce un productivo y
estrecho dialogo entre las teoría lingüística de Halliday la teoría sociológica de Bernstein,
ambas enfocadas en el problema del lenguaje en la educación (Christie, 1999, 2005). Basil
Bernstein fue el primer sociólogo que, en su explicación acerca de las posiciones y redes
sociales, pone en un lugar importante al lenguaje.
A continuación se desarrollarán algunas de las ideas principales de la sociología de
la educación respecto del discurso pedagógico y lo que ocurre en los contextos educativos.
Revisaremos en primer lugar la teoría de Basil Bernstein y su definición de discurso
pedagógico, para enfocarnos en los tipos de discurso y conocimientos puestos en juego en
el contexto escolar. Para esto incluiremos aportes recientes de la sociología del
conocimiento y su diálogo con los lingüistas de la Escuela de Sydney, discípulos de
Halliday, hasta acercarnos al discurso pedagógico de la matemática En segundo lugar,
sintetizaremos algunos de los conceptos innovadores que surgen desde la investigación del
lenguaje en la escuela de la LSF y que son parte de este estudio.
Recordemos que Halliday se interesa de manera especial por el lenguaje para la
educación como un fenómeno social. En el corazón de la teoría LSF está la relación entre
texto y contexto, que nos señala que los textos son intercambiados en contextos
particulares, en este caso el educativo, y obtienen su significado de las actividades en las
que están inmersas. Por este motivo, revisaremos como es que la sociología entiende la
actividad pedagógica escolar.
Manghi, D. (2009). Co- utilización de recursos semióticos para la regulación del conocimiento disciplinar. Multimodalidad e
intersemiosis en el Discurso Pedagógico de Matemática en 1° año de Enseñanza Media. Tesis Doctoral PUCV.
1.2.1.- Discurso pedagógico: regulación e instrucción
Para la LSF, el discurso del profesor es redefinido a partir de la noción de registro.
Tomando en cuenta que las selecciones lingüísticas y semióticas en general resultan
condicionadas por las variables del contexto, el registro escolar o pedagógico con sus
variables particulares - campo: disciplina escolar; tenor: profesor- alumnos; y modo:
lenguaje más otros recursos semióticos – restringe las elecciones para crear significado. De
esta manera, el discurso pedagógico se redefine como registro pedagógico y dependiendo
de la temática o campo específico que construya, entonces toma diferentes nombres:
registro pedagógico matemático, registro pedagógico de la biología, entre otros (Christie,
2002).
Si estudiamos el registro pedagógico exclusivamente desde la lingüística, el centro
de interés estará en relación a sus rasgos lingüísticos, textuales y retóricos. En cambio, si
abordamos el discurso del profesor desde la sociología, el foco de investigación apunta al
rol del discurso en las prácticas sociales, en este caso, en las prácticas escolares. De esta
manera, la perspectiva sociológica en general abre un espacio para plantear preguntas
acerca del trabajo del discurso en diferentes dominios, así como acerca de los diferentes
procesos discursivos a través de cuáles objetos, sujetos y prácticas son constituidas y
transformadas (Bernstein y Diaz, 2001).
El registro pedagógico destaca entre las otras situaciones comunicativas, ya que
cumple una función social especial en las diversas sociedades. La escuela constituye un
contexto de selección, legitimación y reproducción del orden regulativo dominante y de sus
prácticas relevantes para el mantenimiento de los principios dominantes dentro de una
sociedad específica. Tanto en la propuesta de Foucault (1971) como la de Bernstein (1990,
2000) se encuentra una serie de argumentos acerca del discurso y su rol más allá del marco
lingüístico. Ya sea la noción de formación discursiva, entendida como una regularidad o un
sistema de dispersión de un número de enunciado (Foulcault, 1971), ya sea la noción de
dispositivo de reproducción de formas de conciencia específica (Bernstein, 1990), en
ambos casos, el discurso pedagógico se entiende como uno de los discursos de estado cuya
Manghi, D. (2009). Co- utilización de recursos semióticos para la regulación del conocimiento disciplinar. Multimodalidad e
intersemiosis en el Discurso Pedagógico de Matemática en 1° año de Enseñanza Media. Tesis Doctoral PUCV.
función es iniciar, reproducir y legitimar los principios dominantes fundamentales para la
reproducción de las categorías culturales dominantes y de las relaciones sociales
dominantes. Esta noción de discurso pedagógico intenta superar la simplicidad de la visión
subjetivista del lenguaje, ya que propone que el discurso pedagógico operaría sobretodo el
sistema de la cultura y significados, siendo considerado un dispositivo generativo de
significado (Diaz, 2001).
La distribución y regulación del conocimiento en la sociedad se llevaría a cabo a
través del dispositivo pedagógico (Bernstein, 2000). El dispositivo comienza en el campo
de la producción donde el conocimiento es producido y posicionado, en nuestro caso
particular, en los contextos científicos matemáticos. Luego pasa por el campo de la
recontextualización donde los discursos del campo de producción son seleccionados,
apropiados y reposicionados como conocimiento educativo, siendo parte del dispositivo las
organizaciones estatales que se encargan del currículo escolar. El dispositivo termina
cuando los discursos se llevan al campo de la reproducción donde la transmisión
pedagógica y adquisición se realiza (Maton y Muller, 2007), al interior de las instituciones
educativas, sus aulas y agentes educativos.
De esta manera, el discurso pedagógico constituye una modalidad de comunicación
especializada mediante la cual se recontextualizan y reproducen discursos primarios que
originalmente poseen sus propias reglas generativas del discurso, sus propios objetos y
prácticas, como el discurso de las ciencias naturales, de la matemática o de la psicología,
con el fin de lograr la reproducción de la cultura o la producción de nuevas formas de
cultura. Lo fundamental es que por sobretodo existiría un orden mayor que condiciona la
retransmisión/ adquisición de un discurso primario recontextualizado. El orden mayor
constitutivo del discurso pedagógico es denominado discurso regulativo, e incrustado en él
encontramos al discurso instruccional. El primero regula la forma como se construye este
orden mayor así como la relación e identidad social al interior de las escuelas y aulas,
mientras que el segundo discurso regula la transmisión de competencias y habilidades
especializadas (Bernstein, 1990).
Manghi, D. (2009). Co- utilización de recursos semióticos para la regulación del conocimiento disciplinar. Multimodalidad e
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Christie (2002) reformula la función del discurso o registro pedagógico como
regulación moral que abarca dos dimensiones. La primera dimensión estaría relacionada
con el establecimiento de patrones aceptables de comportamiento interpersonal en la sala de
clases y en el colegio como comunidad. Esta primera dimensión, la regulativa, tendría un
carácter instrumental en la creación de la clase y en determinar la dirección, secuencia,
velocidad y evaluación de la actividad. La segunda dimensión se concreta en la interacción
áulica realizando el contenido o la información experiencial del especialista que constituye
la sustancia de la actividad. Esta segunda dimensión, la instruccional, establece patrones de
comportamiento referidos a los métodos específicos para manipular la información,
razonar, pensar, argumentar, describir y explicar en los campos disciplinares de los
discursos primarios relocalizados en el colegio como parte del discurso pedagógico
(Christie, 2002).
De esta manera, Christie (2002) y Martin (2005) desde la perspectiva de LSF
funcional, prefieren hablar de registro regulativo y registro instruccional y además
reformulan la relación entre ellos, proponiendo que el registro regulativo se proyecta o
habla a través del registro instruccional. Mientras que la dimensión regulativa tiene una
presencia significativa en los primeros años escolares (Meneses 2006; Rail, 2007), la
dimensión instruccional se va haciendo cada vez más significativa en los cursos superiores,
a medida que los sujetos pedagógicos son inducidos a patrones de razonamiento, métodos
de enfrentar preguntas y formas de razonar y valorar (Christie, 2002). Todos estos se
consideran propios de una ‘persona educada’, confiriéndole un grado de poder o capital
simbólico (Bourdieu, 1998, 2000) a aquellos sujetos pedagógicos que lo dominan. En el
caso de las clases de matemática, el discurso regulativo se proyecta a través del
instruccional propio de la matemática, promoviendo modos particulares de razonar, valorar
y comunicar la experiencia desde la disciplina.
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REGISTRO
REGISTRO
REGULATIVO
INSTRUCCIONAL
Figura XX: registro regulativo habla a través del registro instruccional
Esta perspectiva nos indica que el sistema escolar, como contexto de reproducción,
constituye una estructura organizativa para la reproducción selectiva de discursos
educativos (Bernstein, 2000). El producto último del discurso pedagógico se relaciona
potencialmente con dos divisiones sociales del trabajo: una basada en la producciónreproducción de recursos físicos y la otra basada en la producción-reproducción de recursos
discursivos. La primera división se refiere al campo de producción y la segunda al campo
de control simbólico. Los colegios y sus agentes: los profesores, trabajan para lograr el
control simbólico de materias pedagógicas, de tal manera de dar forma a ciertos tipos de
conciencia y cierto tipo de expresión del especialista (Christie, 2002). Los aprendices que
logran dominar los discursos disciplinares como expertos acceden a las posiciones
dominantes de las diversas agencias de control simbólico, principalmente discursos de las
ciencias (Halliday, 2004).
La manera en que se lleva a cabo la instrucción o el proceso de control simbólico al
interior de la escuela, nos lleva de vuelta a la manera valorada de realizar la enseñanza
escolar de las diversas disciplinas seleccionadas. Entre ellas la matemática ocupa un lugar
importante en la organización curricular durante toda la trayectoria escolar, constituyendo
uno de los saberes más valorados que deben ser aprendidos en la escuela. Bernstein (1990)
intenta develar los conceptos teóricos tras la pedagogía distinguiendo entre una dimensión
vertical y una dimensión horizontal en la instrucción de los conocimientos y
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procedimientos. La primera dimensión apuntaría a una adquisición de saberes como
competencias compartidas, explicando el entrenamiento como desarrollo intraindividual en
el que el sujeto y sus condiciones intrínsecas funcionarían activamente en la regulación de
una facilitación pedagógica implícita de los conocimientos. La segunda dimensión se
enfoca en la transmisión de saberes que privilegia la relación entre grupos sociales. Así, la
instrucción apunta a las relaciones para el cambio entre individuos y grupos sociales,
mediante el aprendizaje de un orden pedagógico explícito en el discurso a ser adquirido
(Bernstein, 1990).
Martin (2005) basándose en estas dos dimensiones plantea distinguir entre una
pedagogía invisible, de marcos y clasificación débil- y una pedagogía visible – de marcos y
clasificación fuerte-. La pedagogía invisible se crea a partir de una jerarquía implícita, así
como de reglas y criterios implícitos también, a partir del supuesto de que las cosas deben
ser presentadas como un todo para que el aprendiz logre distinguir por sí mismo la
organización del saber. En cambio, la pedagogía de lo visible, se crea en base a jerarquías,
reglas y criterios explícitos, suponiendo que las cosas deben ser presentadas separadas, para
hacer visible al aprendiz los límites y estructura del conjunto de saberes.
Martin (2005), Martin y Rose (2006), Rose y Acevedo (2006), Moore (2006),
Freebody, Maton y Martin (2008) plantean que las metodologías tradicionales, son más
explícitas en cuanto a los objetivos y contenidos que enseñan, posicionando al profesor
como responsable de presentar el conocimiento a los estudiantes. En cambio, las
metodologías vanguardistas y/o construccionistas dejan que los estudiantes descubran por
sí mismos lo que deben aprender y dejando al profesor en un rol más difuso. Ambas
metodologías comparten el que se centran en aprendizajes generales postergando el tema
del conocimiento específico de cada discurso primario. Con la distinción entre pedagogías
visibles e invisibles, los autores de la Escuela de Sydney buscan poner de manifiesto la
invisibilidad del conocimiento disciplinar y el desconocimiento acerca de su naturaleza en
la puesta en marcha de las pedagogías contemporáneas, atribuyendo esta característica
como uno de los obstáculos que interfieren en la accesibilidad a los conocimientos y
discursos disciplinares para todos (Schleppegrell, 2004).
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1.2.1.1.- Discurso, estructuras de conocimiento y disciplina
El profesor cumple un rol central en el control simbólico, es decir, en su papel en la
regulación de las formas de pensar el mundo y de actuar sobre él, valoradas social y
culturalmente. Si bien, está en una relación asimétrica de poder respecto del grupo de
estudiantes, hay otro factor a considerar cuando se refiere a profesores formados dentro de
una especialidad - profesores de historia, de matemáticas, de química, etc.-. En estos casos,
el profesor además cumple un rol específico como representante de la comunidad
disciplinar que lo formó y como experto en las competencias y habilidades especializadas
de esa disciplina. Lo que habilita al profesor como un agente educador con autoridad para
enseñar su disciplina, es que él mismo domina la gramática disciplinar, es decir, ha
internalizado, a través de entrenamiento disciplinar, el cuerpo de conocimiento acumulado
por la disciplina. Esto es lo que Muller (2006) denomina “estar de pie sobre los hombros de
los gigantes”.
La actividad de la disciplina fabrica una individualidad caracterizada por su
distribución espacial, la acumulación en el tiempo, la codificación de actividades y las
particularidades de su composición (Bourdieu, 1998). La principal función de la disciplina
es
entrenar
individuos
mediante
su
sujeción
a
los
principios
de
normalización/individualización. Bernstein (1991) plantea que los conocimientos
especializan la identidad y la conciencia de los sujetos, así como las relaciones entre ellos.
Dicha especialización ocurre a través de los discursos que circulan en los diversos
contextos y sus características. Bernstein (1990) distingue entre discurso horizontalcotidiano o de sentido común- y discurso vertical –académico, profesional y/o disciplinar.
El primero es un discurso accesible a todos tiende a ser un discurso oral, local, dependiente
y específico del contexto, tácito y multiestratificado. Mientras que el segundo tipo de
discurso corresponde a un discurso oficial, independiente del contexto, explícito y
jerárquicamente organizado. Debido a los rasgos del discurso horizontal, cada contexto del
discurso puede no tener relación alguna con cómo es adquirido otro segmento o contexto.
Lo aprendido estaría en función del segmento en el cual se actúa y esa actuación se
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relaciona con las relaciones sociales, con las prácticas y con los objetivos específicos de ese
contexto. Mientras que el discurso vertical al ser independiente del contexto, gira en torno a
significados especializados, los cuales son adquiridos de manera gradual a lo largo del
tiempo. Este discurso necesariamente es adquirido mediante la recontextualización e
instrucción explícita (Morais & Neves, 2004).
Martin (1992, 2006) propone una relación entre los ámbitos de la vida social y los
discursos de sentido común o fuera de él que trasmiten. Tal como se ve en el cuadro XXX,
la propuesta incluye un continuo entre los discursos de sentido común y fuera del sentido
común y un mapeo de los campos de experiencia que se distribuyen entre los dos polos:
experiencia doméstica comunicada mediante un discurso de sentido común y trasmitida en
forma oral mediante un guía y la exploración en humanidades, ciencias sociales y ciencias
mediante un discurso fuera del sentido común, trasmitidas en forma escrita mediante la
instrucción explícita. En esta propuesta el lenguaje oral cumple una función en el quehacer
y el lenguaje escrito en el estudiar.
Sentido común
Doméstico
( guía)
deportes
Trasmisión oral
( hacer)
recreacional
( entrenamiento)
hobby
Especializado
( participación)
comercio
ayudantía
Administración
(cooperación)
Trasmisión escrita
( estudiar)
exploración
( instrucción)
humanidades
ciencias sociales
ciencias
Fuera sentido común
Cuadro XX Mapeo de campo y discurso fuera de sentido común, traducido de Martin (2006)
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Dentro del discurso vertical o fuera del sentido común, Bernstein (2000) reconoce
dos tipos de estructuras de conocimiento: estructura horizontal y estructura jerárquica. La
cultura humanista se asemeja a la estructura de conocimiento horizontal, ya que está
constituida por una serie de lenguajes especializados y segmentados, modos y principios
específicos basados en supuestos en ocasiones opuestos. Por el contrario, la cultura
científica sería representante de la estructura de conocimiento jerárquico, que apuesta por
una comunidad orgánica, con patrones estándares y supuestos comunes. En esta última, las
nuevas disciplinas sus lenguajes y conocimientos se integran en un solo principio explícito
y coherente.
En síntesis, las estructuras de conocimiento horizontal y jerárquica se diferencian
entre sí según dos criterios. El primer criterio se refiere a su verticalidad, es decir, a la
manera en que se desarrolla la teoría, constituyendo lo que Bernstein (2000) denomina un
lenguaje de descripción interno. En los conocimientos de estructura jerárquica, la teoría se
desarrolla a través de la integración, hacia una estructura unitaria. En cambio, los
conocimientos de estructura horizontal, al no constituir esta una estructura unitaria sino
plural, está compuesta por una serie de lenguajes paralelos. El progreso de las teorías en
esta estructura se produce introduciendo nuevos lenguajes, nuevos conjuntos de preguntas,
nuevas problemáticas y por sobre todos, nuevos hablantes. La segunda manera en que se
diferencian los dos tipos de estructuras de conocimiento es en cuanto a la gramaticalidad,
esto es, cómo la teoría da cuenta del mundo o cómo las afirmaciones teóricas se relacionan
con los predicados empíricos. Esta dimensión constituye lo que Bernstein (2000) denomina
lenguaje de descripción externo. Mientras más fuerte la gramaticalidad del lenguaje, el
lenguaje de esa disciplina es más capaz de generar correlaciones empíricas estables y
menos ambiguas a un campo de referentes acotado (Muller, 2006).
Las implicancias de la verticalidad se relacionan con la manera en que cada
disciplina crece y se difunde. Las disciplinas se diferenciarían por sus formas de
circulación. Según, Maton (2006, 2007), la diferencia estaría en la base de la
especialización en cada cultura. Por una parte, en la cultura humanista la especialización
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tendría que ver con los sujetos conocedores, su estatus, su trayectoria educacional y social;
conformarían una especie de pirámide de estructura jerárquica en torno al conocedor ideal.
Por otra parte, en la cultura científica la especialización no tiene que ver con las
características personales de los conocedores sino con el conocimiento de los
procedimientos científicos.Este criterio de verticalidad de la estructura de conocimiento se
produciría por mecanismos creados por las distintas comunidades para representar y
comunicar el conocimiento disciplinar. Por ejemplo, Martin (2007) plantea que el grado de
tecnicidad y la metáfora gramatical habilitan la integración jerárquica del conocimiento
científico, de la misma manera O´Halloran (2007) describe el progreso de las ciencias
naturales basadas en como progresa la matemática.
Respecto del criterio de gramaticalidad, Bernstein (1991) plantea que una gramática
fuerte permite el desarrollo de estructuras jerárquicas de conocimiento, generando consenso
en comparación con otras teorías alternativas. En cambio, las gramáticas débiles nos
remiten a estructuras horizontales de conocimiento, donde los segmentos o diferentes
lenguajes de conocimiento llevan más bien al disenso (Maton, 2007). Por ejemplo
economía, lingüística y matemática correspondería a disciplinas con estructuras
horizontales de conocimiento. Sin embargo, sus gramáticas serían relativamente fuertes,
acercándose a las estructuras verticales.
Más específicamente en el campo de la pedagogía de las matemáticas, en los
últimos años ha habido un creciente interés por la semiótica en el campo de la educación
matemática. Según Radford (2002) esto se debe a que se ha tomado conciencia de que tanto
los objetos matemáticos así como la actividad matemática son por sobre todo actividad
semiótica. La representación semiótica está en el corazón de la actividad matemática
(Mena, 1999). A partir de esta toma de conciencia, se ha vuelto esencial comprender la
naturaleza del discurso matemático de la sala de clases.
Desde la perspectiva cognitiva, Duval (2000, 2006) se plantea frente a la
problemática del aprendizaje de las matemáticas preguntándose si la manera de pensar en
matemáticas es la misma que en otras áreas de aprendizaje. Su supuesto es que la actividad
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matemática requiere de estructuras específicas que deben ser consideradas para ser
desarrollados en la enseñanza. El autor identifica tres características que explican la
especificidad del pensamiento matemático. La primera radica en la importancia de las
representaciones semióticas. El rol de los símbolos es permitir sustituir unos por otros. No
hay ningún tipo de proceso matemático que pueda prescindir de un sistema de
representación, ya que siempre se requiere sustituir una representación semiótica por otra.
La segunda característica es denominada por Duval (2006) como la paradoja del
acceso al objeto de conocimiento. La única manera de acceder al conocimiento matemático
es utilizando signos y representaciones semióticas. Esto marca una gran diferencia con
otras áreas que pueden acceder al conocimiento mediante objetos o experiencia directa.
Este punto se relaciona con el criterio de gramaticalidad de Bernstein (2000), el discurso de
la matemática posee un lenguaje que aparentemente posibilita acercarse al mundo, como la
formulación de problemas matemáticos. Sin embargo, esto es solo aparente (O´Halloran,
2007).
La ultima característica identificada por el autor, se relaciona con la gran variedad
de representaciones matemáticas. La actividad matemática requiere de diversos sistemas
semióticos de representación que puedan usarse de acuerdo a la tarea que se lleve a cabo
(Duval, 2000). Este punto pone de relieve la estructura de conocimiento horizontal propia
de esta disciplina y su manera de ordenar los lenguajes y el conocimiento de manera
segmentada y paralela.
En general, el considerar estas características del conocimiento disciplinar junto con
la decisión de cuál pedagogía poner en marcha- visible o invisible- serían medidas que
influyen en la regulación que llevan a cabo los agentes escolares respecto de quienes están
autorizados a tener éxito en la apropiación del conjunto de saberes de una disciplina. Los
diferentes grados de explicitud o implicitud de estos factores afectarían el movimiento entre
los grupos sociales dentro de la diversidad del alumnado, es decir, favorecerían u
obstaculizarían la legitimación de los aprendices como participantes aceptados dentro de las
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comunidades disciplinares escolares (Freebody et al., 2008) o la apropiación del capital
simbólico (Bourdieu, 1998, 2000).
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