El mecenazgo artístico, a debate

Nota de prensa
La Fundación Arte y Mecenazgo, que impulsa “la Caixa”, analiza las
expectativas y retos del mecenazgo en España
El mecenazgo artístico, a debate
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CaixaForum Madrid acoge el debate El mecenazgo artístico como
placer que organiza la Fundación Arte y Mecenazgo, que impulsa
“la Caixa”, para analizar la situación actual y los retos del
coleccionismo privado en España tras conocerse que no existirá la
tan esperada Ley de Mecenazgo .
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El encuentro ha estado presidido por Leopoldo Rodés, presidente
de la Fundación Arte y Mecenazgo, y Elisa Durán, directora general
adjunta de la Obra Social "la Caixa". Francisco Calvo Serraller,
catedrático de Historia del Arte Contemporáneo, ensayista y crítico
ha sido el morador del debate.
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También han participado Alicia Koplowitz, presidenta de la
Fundación Alicia Koplowitz; Carlos Usandizaga, coleccionista y
miembro del Patronato de la Fundació Miró; Javier Gomá, filósofo,
ensayista y director de la Fundación Juan March; Guillermo de la
Dehesa, Presidente del Real Patronato del Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía, y el artista Miquel Barceló.
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Tras haber tratado anteriormente la regulación y la fiscalidad, el
debate ha abordado aspectos centrales en su desarrollo como las
expectativas de retorno de la acción del mecenazgo: la experiencia,
la satisfacción, el sentimiento de formar parte de una historia,
responsabilidad o placer de contribuir con dedicación e inversión a
un proyecto en el que el mecenas cree de utilidad o tiene un vínculo
emocional.
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La Fundación Arte y Mecenazgo tiene por objeto destacar el papel
del coleccionismo en la promoción de la cultura y difundir la tarea
de los coleccionistas en nuestro país. Entre sus líneas de actuación
está el promover cambios estructurales – legales, fiscales y de
percepción de la actividad – que mejoren y faciliten la actividad de
los agentes implicados en la conservación de patrimonio y la
creación artística.
Madrid, 2 octubre de 2014. El presidente de la Fundación Arte y Mecenazgo,
Leopoldo Rodés; la directora general adjunta de la Obra Social "la Caixa",
Elisa Durán; y la directora general de la Fundación Arte y Mecenazgo,
Mercedes Basso, han presidido hoy un encuentro en CaixaForum Madrid con
expertos y representantes del sector para analizar la situación actual del
coleccionismo en España y las expectativas de futuro tras confirmarse que la
nueva Ley de Mecenazgo finalmente no verá la luz esta legislatura.
Bajo el título El mecenazgo artístico como placer, el encuentro ha sido
moderado por Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia de Arte
Contemporáneo por la Universidad Complutense de Madrid, historiador,
ensayista y crítico de arte, y ha contado con una representación de agentes
implicados en el proceso de coleccionismo privado en nuestro país.
En él, han participado Alicia Koplowitz, presidenta de la Fundación Alicia
Koplowitz y mecenas; Carlos Usandizaga, coleccionista y miembro del
Patronato de la Fundació Miró; Javier Gomá, filósofo, ensayista y director de la
Fundación Juan March; Guillermo de la Dehesa. Presidente del Real
Patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, y el artista Miquel
Barceló.
El objetivo ha sido profundizar en las razones que impulsan a la sociedad civil a
participar en el desarrollo de la cultura y en las expectativas de retorno de la
acción del mecenazgo en nuestro país.
Con un acuerdo unánime sobre la necesidad de contar con una Ley de
Mecenazgo en condiciones, como se ha venido reclamando durante los cuatro
últimos años, es evidente que para arraigar la filantropía en nuestra sociedad,
tan sólida en otros países, es necesario profundizar en la experiencia, la
satisfacción, el sentimiento de formar parte de una historia, la responsabilidad o
el placer de contribuir –con tiempo y dinero- a un proyecto en el que el
mecenas cree o tiene un vínculo emocional.
Compromiso con el coleccionismo como fuente de mecenazgo
La principal misión de la Fundación Arte y Mecenazgo, que impulsa “la Caixa”,
es el estímulo del coleccionismo como fuente de mecenazgo. Una de sus
líneas de actuación se centra en promover cambios estructurales – legales,
fiscales y de percepción de la actividad – que mejoren y faciliten la actividad de
los agentes que participan en la conservación de patrimonio y la creación
artística.
Fruto de ello ha sido la elaboración de un Borrador del Proyecto de Ley de
Medidas de Fomento, Impulso y Desarrollo del Arte y del Mecenazgo en
España, sumándose a las numerosas muestras de colaboración, por medio de
reflexión, análisis y propuestas que desde hace tres años la sociedad ha dado
a la tan anunciada Ley de Participación Social y Mecenazgo, que finalmente no
existirá.
La voluntad de la Fundación Arte y Mecenazgo es contribuir a la construcción
de una sociedad civil fuerte y comprometida con los asuntos de interés general
por medios complementarios a las fundaciones, que son hasta ahora el
principal instrumento jurídico para canalizar la filantropía.
La Fundación Arte y Mecenazgo ha dedicado muchos esfuerzos en los últimos
años a conocer la situación del coleccionismo en España. El resultado
evidencia una débil y discontinua tradición del coleccionismo en nuestro país,
así como la existencia de una regulación dispersa, descoordinada y que no
responde a las necesidades actuales.
Estos dos factores han repercutido en el escaso desarrollo del coleccionismo y
en la precariedad de su contexto —el mercado del arte—, convirtiéndose en
una especie de círculo vicioso. Esta realidad evidencia la necesidad de
continuar con el compromiso y la labor de la Fundación Arte y Mecenazgo
impulsada por ”la Caixa” para el estímulo y divulgación del coleccionismo de
arte como fuente de mecenazgo de la cultura.
Además, en este tiempo se ha consolidado como referencia el Círculo Arte y
Mecenazgo, ciclo de conferencias centrado en la aportación de las colecciones
privadas a la difusión de la cultura. En el programa han participado Glenn D.
Lowry, director del MoMA; Chris Dercon, director de la Tate Modern; los
copresidentes de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte
(FABA), Bernard y Almine Ruiz-Picasso; Ginevra Elkann, presidenta de la
Pinacoteca Giovanni e Marella Agnelli de Turín; Patrizia Sandretto Re
Rebaudengo, coleccionista y presidenta de la Fondazione Sandretto Re
Rebaudengo; Patricia Phelps de Cisneros, coleccionista y fundadora de la
Colección CPPC; Clare McAndrew, economista especializada en el mercado
del arte; el coleccionista y filántropo Leonard A. Lauder; Juan Antonio Pérez
Simón, destacado empresario y coleccionista mexicano; David Linley,
presidente de Christie’s Reino Unido; Michael Findlay, director de Acquavella
Galleries (Nueva York), Alfred Pacquement, director honorario del Museo
Nacional de Arte Moderno, Centro Pompidou. así como el empresario y
filántropo mejicano Manuel Arango.
La Fundación tiene por objeto destacar el papel del coleccionismo en la
promoción de la cultura, difundir y reconocer la tarea de los coleccionistas. Sus
objetivos han adquirido especial relevancia en el contexto actual, con un debate
creciente sobre el papel del mecenazgo y la necesidad de cambiar el modelo
actual. La Fundación es muy activa en este debate y en la promoción del sector
privado implicado en la generación de patrimonio artístico en nuestro país.
EL MECENAZGO ARTÍSTICO COMO PLACER
Francisco Calvo Serraller
Entre las muy diversas razones que hoy se aducen para justificar el mecenazgo
artístico, como el interés económico-político o la filantropía social, se olvida, a
veces, la más original en la medida que originó esta práctica: el placer de
coleccionar arte, o, como dice el profesor francés Guy de Brebisson, en su
ensayo titulado Le mécénat (1986), “le bon plaisir”. Porque, aunque ese “buen
placer” no sea incompatible con otros intereses complementarios, es obvio que
el arte, en principio, carece de utilidad práctica y esta carencia ha establecido
paradójicamente su prestigio singular.
Es verdad que la pasión de coleccionar en general y el coleccionar obras de
arte se remonta, como quien dice, hasta la noche de los tiempos, pero, al llegar
a nuestra época, quizás por el progresivo incremento del mercado del arte,
señal asimismo de su creciente difusión social, ha enturbiado la naturaleza
primariamente hedonista del coleccionismo y su sobreañadido del mecenazgo,
que habría que interpretar como la acción protectora complementaria de
favorecer desinteresadamente las artes.
En este sentido, a diferencia del llamado mecenazgo institucional, que asume
esta tarea desde una perspectiva educacional, el patrocinio artístico de los
particulares es también crucial porque es mucho más proteico, variado y, en
definitiva, elástico que el programado burocráticamente además, por supuesto,
de no estar contaminado en principio, por razones ideológicas espúreas y ser,
en definitiva, más libre. Significativamente, una buena parte de los
coleccionistas de arte de los siglos XVIII, XIX y XX no poseían grandes
fortunas, cubriendo esta carencia de recursos mediante la pasión inteligente de
apostar por lo eventualmente menos cotizado en el mercado del arte, con lo
que, como bien apuntó Walter Benjamin, refiriéndose a ellos, su contribución
social al arte constituía una forma digna de precisamente “retirar de la
circulación mercantil” las obras desde el momento de su apasionada posesión.
Esta aguda ocurrencia para definir el placer de coleccionar le vino a Benjamin
de la lectura de las novelas escritas en el siglo XIX en las que los protagonistas
eran, en efecto, coleccionistas, como El primo Pons, de Balzac, entre otras
muchas.
Sea como sea, no se puede despojar el mecenazgo artístico de lo que otro
gran escritor francés del siglo XIX, Stendhal, calificó como “promesa de
felicidad”. En esta misma dirección han insistido todos los que, desde cualquier
perspectiva, han estudiado el mecenazgo artístico de cualquier época, sean
historiadores del arte, antropólogos, sociólogos o psicólogos. Hay, por tanto, al
respecto un ingente material que hoy quizá más que nunca convenga airear,
aunque solo sea para restituir la fruición, el mero placer y el gusto de todo lo
que tiene que ver con el arte, no solo porque remueve nuestro conocimiento
intelectual y sensual, sino porque pone a prueba nuestro sentido de la libertad.
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