Heraldo de Aragón l Martes 7 de junio de 2016 EDITA: HERALDO DE ARAGÓN EDITORA, S. L. U. Presidenta Editora: Pilar de Yarza Mompeón Vicepresidente: Fernando de Yarza Mompeón Director General: Carlos Núñez Murias TRIBUNA l 23 Director: Miguel Iturbe Mach Subdirectores: Encarna Samitier (Opinión), Ángel Gorri (Información). Redactor Jefe: Santiago Mendive. Jefe de Política: José Luis Valero. España, Mundo y Economía: José Javier Rueda. Deportes: José Miguel Tafalla. Cultura: Santiago Paniagua. Internet: Esperanza Pamplona. Cierre: Mariano Gállego. Gerente: José Andrés Nalda Mejino Comercializa: Metha. Gestión & Medios, S. L. Imprime: Impresa Norte, S. L. Distribuye: DASA. Distribuidora de Aragón, S. L. LA FIRMA I Por José María Gimeno Feliu HOY, MARTES 7 El arte de legislar Santiago Mendive La corbata La convivencia democrática necesita leyes justas, técnicamente bien elaboradas y estables. Por eso la tarea del Parlamento, que legisla en nombre de la ciudadanía, tiene que buscar el consenso antes que la imposición, el diálogo y no el dogmatismo L a democracia se caracteriza por la separación de poderes y por la soberanía del pueblo, que se expresa en las decisiones del Parlamento. Decisiones que se concretan en normas que deben ser conocidas y aplicadas por los ciudadanos, al ser esta una característica consustancial a la propia idea de democracia. Por ello, el Parlamento se configura como ‘casa de la palabra’, donde los distintos representantes, desde el diálogo (y no desde la imposición), explican y debaten propuestas, con el fin de mejorar la sociedad y resolver adecuadamente los problemas reales de la ciudadanía. Desde el derecho, pues, se construye el modelo social que necesita y desea la sociedad. Sin embargo, la realidad nos presenta un panorama diferente. Por un lado, la utilización de la ley y el derecho como herramienta de justificación de políticas de segregación o de exclusión (o de exterminio, como sucedió con el régimen de Hitler en Alemania, o el de Stalin en la Unión Soviética, y cuyas dolorosas experiencias no se pueden olvidar), que pervierte la idea misma de la democracia, caracterizada por la suma de intereses para construir un modelo de convivencia consensuado que corrija desigualdades y evite la exclusión social. Por otro lado, como muy gráficamente ha explicado el profesor José Bermejo Vera en su intervención en la festividad de la Facultad de Derecho de este año, nos encontramos con un derecho insostenible, tanto por la proliferación de normas de distinta procedencia, como por la falta de estabilidad de las mismas y, también, en ocasiones, por falta de claridad o precisión técnica. Y esa ‘insostenibilidad’ conduce a la inviabilidad de los objetivos pretendidos, lo que genera en la ciudadanía confusión, desafección e indiferencia. Y ello lastra gravemente el valor de la ley como instrumento de consolidación de la democracia. En estos tiempos complejos, de problemas económicos, de situa- inmediato y de largo recorrido. Y, además, aconseja estabilidad, reconocimiento por la ciudadanía y, sobre todo, aplicación en igualdad de sus exigencias. Sirvan para recordar el valor de estas reglas las enseñanzas de Dante Alighieri en su obra la ‘Divina comedia’, al situar al emperador romano Justiniano en el Paraíso gracias a su codificación de las normas jurídicas en el Digesto, lo que facilitaba su conocimiento y comprensión, como una herramienta idónea y de indudables ventajas en varios órdenes. La paz social necesita de un derecho ordenado y reflexionado, coherente, estable y, sobre todo, reflejo del pacto de y entre la ciudadanía. De ahí la comparación del proceso legislativo con un arte y no con un proceso mecánico. Y es que la política, como tal, necesita de una adecuada ‘lex artis’ legislativa y normativa, fruto de la reflexión y el análisis del impacto y de cierta pericia técnica, pues es la esencia de la verdadera democracia y de su futuro. Son tiempos de nuevas elecciones generales. Políticos y ciudadanos deberíamos aprovechar esta nueva oportunidad para, sin rígidos dogmatismos, abordar reformas profundas, pactadas, que den respuesta a las demandas de las mayorías, pero respetando el valor de minorías, y hacer de la ley, y del Parlamento un instrumento de construcción de democracia que impulse la necesaria e imprescindible relación entre Estado y sociedad. Ese, como destacaba mi maestro, el profesor José Bermejo, en la citada conferencia con motivo de su jubilación, es el verdadero reto. Y pone de relieve, también, el valor del pensamiento académico y KRISIS’16 universitario, esencial en los procesos de transformación de nuestra sociedad. Por ello, mi reconocimiento a tantos maestros académicos, universitarios y pro«La política, como tal, nefesionales, pues su ejemplo y vocesita de una adecuada ‘lex cación deben servir de estímulo artis’ legislativa y normati- para romper indiferencias o conva, fruto de la reflexión formismos. L os revolucionarios franceses la llevaban negra, como Pablo Iglesias y Pablo Echenique este fin de semana en televisión. Se han puesto la corbata como símbolo de que ya no son lo que eran, de que emergen como tipos de fiar, votos que merecen la pena depositarse sobre hombros responsables. Nada de Venezuela ni de Irán, ellos quieren gobernar con corbata, como los otros. Ahora ya solo hace falta que aclaren el origen de su financiación, cuyas dudas son directamente proporcionales a su falta de explicación convincente. Iglesias asegura en los platós que es un socialdemócrata europeo y ya ni siquiera recuerda lo que todos le escucharon hace un puñado de meses. Tampoco se acerca a las herriko tarbernas, con o sin corbata. La política, los gestos, la imagen, la televisión. El candidato lanza un jueves una soflama para destacar las virtudes democráticas de Otegi y el domingo quiere convencer a la audiencia de su proyecto moderado. Iglesias, el candidato catódico, se ha puesto la corbata para preparar su asalto final a la Moncloa, mientras Sánchez se la quita agobiado por el ‘sorpasso’. Y aún dicen que no ha empezado la campaña electoral. ciones de exclusión social injustificables, de intolerancias ideológico-religiosas en otros países que causan mucho dolor, de inaceptables supuestos de corrupción política y económica que ponen de relieve que una legislación burocrática y formal es insuficiente para prevenirla, resulta más necesaria que nunca la ley como instrumento esencial para corregir las debilidades y patologías, y cimentar un modelo institucional y social. Urge revisar el valor de la ley y su articulación. La ley exige reflexión, consenso, anticipación de problemas, y medidas de efecto y el análisis del impacto y de cierta pericia técnica» José María Gimeno Feliu es catedrático de Derecho Administrativo CON DNI Cayetano González Vértigo en el PSOE L as encuestas publicadas el pasado fin de semana coinciden en algo: la coalición Podemos-IU superaría en votos y en escaños al PSOE, convirtiéndose así en la primera fuerza de la izquierda. Desde los inicios de la Transición ese papel de referente principal de la izquierda siempre lo había tenido el PSOE. Si el famoso ‘sorpasso’ se confirma el 26-J, el PSOE entraría en una situación muy delicada que requeriría, de entrada, el inmediato relevo de la actual dirección encabezada por Pedro Sánchez. Asimismo, sería necesaria la reconstrucción del proyecto ideológico que en esta etapa democrática siempre ha encarnado el PSOE, más identificado con la socialdemocracia que con posturas radicales. Pero esa reconstrucción llevará tiempo y requerirá un cierto sosiego, algo que los socialistas solo podrían encontrar en la oposición y en ningún caso apoyando un gobierno de izquierdas liderado por Podemos. A menos de tres semanas de las elecciones, el vértigo para el PSOE crece día a día. Pero sería injusto culpar de todos los males actuales del PSOE a Sánchez y a su equipo. Los males profundos de este partido empezaron con la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al poder en marzo de 2004. Zapatero desdibujó hasta tal punto el proyecto político e ideológico de su partido que lo acabó haciendo irreconocible. La radicalidad con la que actuó desde el gobierno en cuestiones como la memoria histórica, la negociación política con ETA o las concesiones a las reivindicaciones independentistas que ya entonces empezaban a llegar desde Cataluña provocó que el PSOE perdiera sus señas de identidad y abandonara ese espacio de centro-izquierda, socialdemócrata, desde el que había ganado elecciones y gobernado España durante catorce años. Zapatero, quizás sin quererlo, hizo en esos años de su gobierno mucho daño a su partido. Posteriormente, Rubalcaba, que había sido un colaborador necesario de las políticas de Zapatero, no pudo o no quiso rectificar el rumbo. Y ahora Pedro Sánchez será el que tenga que pagar los platos rotos.