reforma política - Fundación José Antonio

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XI UNIVERSIDAD DE VERANO. Madrid. Septiembre, 2007
REFORMA POLÍTICA
MANUEL BRANTS REYES
Escritor
Ante todo es necesario partir de ciertas premisas:
•
Era necesario un cambio en la estructura legislativa, ya que el régimen del
General no se sostenía por ningún lado.
•
Sin embargo, el desarrollo posterior de la Ley de Reforma Política no trajo los
resultados deseados, sino que vino a desembocar en la nefasta Constitución de
1978, de la que todavía padecemos y que ha llevado al lamentable estado en el
que se encuentra nuestra Patria.
Ahora quiero entrar en lo que yo denominaría antecedentes:
•
1
En junio de 1976, y para hacer posible la aprobación de la Ley de Asociaciones,
el presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, Torcuato Fernández
Miranda, reforma el funcionamiento de las Cortes y establece el denominado
«Procedimiento de Urgencia». Anteriormente, cualquier proyecto de Ley tenía
que pasar antes por la correspondiente comisión, que en el caso de una reforma
substancial era la de Leyes Fundamentales, que la podía rechazar por mayoría
simple para que no llegara al pleno1. Con este procedimiento, FernándezMiranda quería evitar cualquier bloqueo institucional, para que las reformas se
debatieran directamente en el Pleno. Y esto porque, convencido como estaba de
que la Comisión de Leyes Fundamentales se opondría a cualquier reforma
«gorda», dado que estaba constituida en su mayoría por procuradores a los que
podríamos denominar «continuistas», tenía la certeza que no consentirían una
reforma substancial del Régimen ni su desmontaje. De hecho los procuradores
que votaron «NO» a la LRP (59 había en las Cortes) en la sesión de 18 de
noviembre había 30 en la «Comisión de Leyes Fundamentales». Si contamos con
que dicha Comisión tenía 58 miembros, el peligro para Fernández Miranda
estaba claro: si la mitad más uno son treinta miembros, con 16 se podía decidir la
devolución al Gobierno de cualquier proyecto de Ley. La «Disposición de la
Presidencia complementaria del Reglamento, estableciendo el procedimiento de
urgencia para la tramitación de los proyectos de ley» publicó en el Boletín
Oficial de las Cortes de 23 de abril de 1976.
Reglamento de las Cortes, art. 34º: «Para que la comisión quede válidamente constituida para la
adopción de acuerdo se precisa de más de la mitad de sus miembros». Art. 56º: «Los acuerdos se
adoptarán por mayoría simple de los presentes»
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Es así como se pudo tramitar la LRP, evitando además otro escollo: el «Recurso
de Contrafuero», recogido en el art. 59 de la Ley Orgánica del Estado en su
artículo 65: «Es contrafuero todo acto legislativo o disposición general del
Gobierno que vulnere los Principios del Movimiento Nacional o las demás Leyes
Fundamentales del Reino».
Eso sí, a pesar de tanto escollo, no podemos olvidar algunas «ventajas» que ofrecía
la legalidad vigente (de las que se olvidaron algunos, dicho sea de paso. El artículo 1
de la Ley de Referéndum (22/octubre/1945) establecía en su art. 1º que «Cuando la
trascendencia de determinadas Leyes lo aconsejen o el interés público lo demande,
podrá el Jefe del Estado, para mejor servicio a la Nación, someter a referéndum los
proyectos de Leyes elaborados por las Cortes». Pienso que esto es fundamental, y
ello por tres razones:
a) La LRP era trascendente en ese momento para la supervivencia de la Patria.
b) El «interés público» lo demandaba, ya que el franquismo se murió con
Franco.
c) Era el mejor servicio que se podía hacer por el bien de la Nación.
Que después, a base de «pactos» el primitivo espíritu de la LRP se «fuera al garete»
no le quita trascendentalidad. Por ello la participación fue masiva: De los sufragios,
votó SI el 96%, y la participación superó el 80%. El pueblo español quería una
reforma. Eso sí:
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Suave, lenta, pero eficaz;
•
Acompasada, sin prisas;
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Que no reviviera historias antiguas y obsoletas;
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Que mantuviera los logros (muchos) conseguidos durante el Régimen del
General y los aumentara. De ahí, a causa del incumplimiento de tantas
«promesas», se sucedieron las manifestaciones masivas que –dicho sea de paso–,
no sirvieron absolutamente para nada (recordemos las de la Plaza de Oriente). Un
franquismo sin Franco era un absurdo metafísicamente imposible, aunque
muchos lo intentaran (sin conseguirlo, gracias a Dios).
El gran problema –a mi parecer– de la LRP es que no supo cumplir las expectativas
de los españoles que, como ya he dicho anteriormente, la apoyaron con una mayoría
abrumadora en el referéndum del miércoles 15 de diciembre de 1976. Se
argumentaba que la «democracia parlamentaria que instituía la LRP ponía en
entredicho la mal denominada «democracia orgánica», basada en la representación
de los «cuerpos intermedios»: familia, municipio, sindicato, basándose –como
siempre– en la doctrina de José Antonio. Pero, la supuesta «democracia orgánica»
del régimen del difunto General nada tenía que ver con la concepción que tenía de
ella José Antonio. El mal llamado «búnker» hizo la propaganda «del miedo». Fruto
de ello se escribió bastante; baste recordar un artículo, publicado en El Alcázar a
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primeros de diciembre de 1976, de Felipe Arche Hermosa, que replicaba a la
afirmación de Areilza de que «José Antonio hubiera votado SI». Esto, en puro
castellano, se denomina «meter miedo en el cuerpo». Algunos, aducían –también– en
El Alcázar que tenían hasta 12 razones para el NO. Sin olvidar –os lo recuerdo– una
trascendental consigna: «¡Que viene el comunismo!», repetida hasta la saciedad.
Además, aduciendo a esas 12 razones –a mi parecer insulsas– a lo que habían
llevado las anteriores Constituciones de la Nación Española, desde la de 1845 hasta
la de 1931, se publicó un artículo en el diario El Alcázar titulado «Me salen hasta 12
razones para el no». No os lo voy a leer entero, pero voy a resaltar la 10ª y la 11ª:
•
11ª: «Porque políticamente el sistema que se propugna originó entre 1900 y 1923
un total de 53 gobiernos, lo que da un promedio de 2 ó 3 gobiernos por año; y en
los cinco años de la última república, que van de abril de 1931 a julio de 1936,
veintidós gobiernos, o sea más de cuatro por año»
•
12ª: y en cuanto a «libertades políticas» una «democracia parecida a la que ahora
se intenta, hizo que entre 1900 y 1931, las garantías constitucionales
permaneciesen suspendidas 3.324 días, lo que equivale a 144 días por año; y
desde abril de 1931, en que se proclamó la IIª República, y en julio de 1936 en
que estalló el Movimiento Nacional, esas garantías estuvieron en suspenso 842
días, o sea 168 días por año. «Pura palabrería liberal», como dijo José Antonio en
el discurso del teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933.
No voy a entrar en el tema de la sesión de las Cortes del 18 de noviembre de 1976
(en la que hubo 425 votos a favor y 59 en contra), ni de la postura de los diversos
grupos falangistas de entonces, tema del que imagino se hablará en otras ponencias.
Pero algunos falangistas –o que se denominaban como tales– querían «sostener lo
insostenible», ya que el régimen del difunto General se tambaleaba por todos los
lados (de eso démosle gracias al «ínclito» y «nefasto» Arias Navarro); de entre ellos,
sobre todo del sector de Raimundo Fernández Cuesta, salieron muchos comentarios;
algunos de ellos los voy a transcribir a continuación (están a disposición de todo el
mundo el los números anteriores al 15 de diciembre en el periódico El Alcázar):
1) La LRP vulnera el principio VIII de los del Movimiento Nacional (17 mayo
1958).
2) El artículo 3 de la Ley Orgánica del Estado (1 enero 1967) dice que los
Principios del Movimiento Nacional «son, por su propia naturaleza, permanentes
e inalterables».
3) La misma Ley, en su artículo 23b) dice que el Consejo Nacional «debe conocer e
informar, antes de su remisión a las Cortes, cualquier proyecto o modificación de
Ley Fundamental».
4) «No se deciden las funciones del Senado, ni se establece siquiera la nacionalidad
española para ser senador o diputado».
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Tenemos que resaltar también (que tampoco se nos olvide), el informe no vinculante
del Consejo Nacional de fecha 8 de octubre (que tampoco dice mucho).
A continuación, os transcribo el resumen que fue publicado en la prensa:
1. El proyecto contenía un extenso preámbulo, tan desafortunado de forma como de
fondo, con una serie de lucubraciones abstractas, impropias de un texto
referendario. El Consejo se inclinó por su supresión o refundición total.
2. El proyecto establecía que el Senado fuese elegido, mediante sufragio inorgánico
a razón de cuatro senadores por provincia. El Consejo recomendó que, además de
las entidades territoriales, el Senado representara los intereses económicos,
sociales, culturales y profesionales; es decir, que fuese una Cámara de carácter
orgánico.
3. El proyecto fijaba en cuatro años tanto el mandato de los diputados como el de
los senadores. El Consejo propuso que la duración de los mandatos fuera distinta
para los senadores y que su renovación no se efectuase al mismo tiempo que la
de los diputados.
4. El proyecto facultaba al rey para designar libremente al presidente de las Cortes.
El Consejo entendió que debía respetarse la normativa vigente: es decir, que el
nombramiento se efectuara por la Corona, a propuesta en terna pro el Consejo del
Reino.
5. El proyecto otorgaba la iniciativa de las reformas constitucionales al Gobierno y
al Congreso. El Consejo considera que dicha iniciativa la tenían que tener el
Gobierno y las dos cámaras.
6. El proyecto establecía una mayoría simple de las Cortes para aprobar una
reforma constitucional. El Consejo pidió que se mantuviera la mayoría
cualificada de dos tercios, que es la que exigía la Constitución vigente.
7. El proyecto facultaba al monarca para que libremente sometiese o no a
referéndum las leyes de reforma constitucional ya aprobadas por las Cortes. El
Consejo entendió que tal referéndum debía ser preceptivo en todo caso.
8. El proyecto concedía al Congreso una preeminencia sobre el Senado para la
legislación ordinaria. El Consejo sugirió la paridad colegisladora de ambas
cámaras.
9. El proyecto autorizaba al monarca para someter directamente al pueblo opciones
de interés general. El Consejo estimó que, a fin de evitar desgastes de la Corona,
dichas consultas requerirían la preceptiva asistencia del Consejo del Reino.
10. El proyecto no determinaba como se designarían los diez consejeros del reino
electivos. El Consejo entendió que cinco deberían ser elegidos por el Congreso y
cinco por el Senado.
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11. El proyecto instauraba la representación proporcional, eventualmente regulada
por decreto. El Consejo se pronunció a favor del sistema mayoritario para la
elección de ambas cámaras.
12. El proyecto no determinaba si los diputados serían elegidos sólo en función del
número de electores o si habría de reservarse, además, un mínimo por provincia.
El Consejo se pronunció por esto último
No puedo finalizar esta breve intervención sin plantear una pregunta –que entonces
nos hicimos muchos– y que «dejo en el aire»:
¿Por qué después de la aprobación de la LRP no se planteó a los españoles la
coyuntura entre monarquía y república? Puede haber muchas interpretaciones. Las
dejo en la mente de todos los que me escucháis.
Quiero leeros, para finalizar y empalmando con la pregunta anterior, el manifiesto
que publicó FE de las JONS (Auténtica), el cual suscribo totalmente:
«Ante los procesos de consulta popular de cara a la Reforma Política y en concreto ante el
anunciado referéndum, la auténtica FE de las JONS manifiesta:
Previo a cualquier consulta que se quiera democrática es indispensable:
a)
Amnistía
b) Libertad total de reunión, asociación y expresión, invalidando todas las prescripciones
legales que las coartan
c)
Admisión en la legalidad de cualquier partido político por el simple hecho de su
declaración, con difusión total de su ideario, programas, etc., por los medios estatales de
difusión de manera totalmente gratuita.
De cara a la consulta popular propiamente dicha, consideramos indispensable:
a)
Que los medios informativos estatales reserven un espacio gratuito, repartido a partes
iguales entre todas las organizaciones políticas, para la libre exposición de las distintas
alternativas.
b) Que la primera consulta popular sea la elección en la disyuntiva Monarquía-República,
considerado como una burla cualquier consulta realizada bajo tabúes, imposiciones o
presupuestos indiscutibles.
c)
La elección de Cortes Constituyentes
Queremos dejar bien claro que, aceptando la legalidad democrática, consideramos la
consecución de estas libertades formales como un paso hacia la consecución de una Patria de
justicia y libertad, en la que el pueblo español sea dueño de su destino, en la que el trabajo
sea considerando como única fuente de dignidad y de propiedad, y en la que sea una
orgullosa realidad la independencia nacional»
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