ASUMIENDO EL PAÈS: RESPONSABILIDAD SOCIAL

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ASUMIENDO EL PAÍS:
RESPONSABILIDAD SOCIAL
UNIVERSITARIA
13 - 14 de Junio de 2001
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
ÍNDICE
PRESENTACIÓN
INAUGURACIÓN DEL SEMINARIO
Hilario Hernández Gurruchaga. Rector de la Universidad de Bío-Bío
Mónica Jiménez de Barros. Líder del Proyecto Universidad: Construye País
CAPÍTULO 1 “PENETRANDO EN EL CONCEPTO Y LA PRÁCTICA DE LA
RESPONSABILIDAD SOCIAL”
Ponencia
Universidad y Responsabilidad Social. Francisco López
Comentarios
Nelson Rivera
Alejandro San Francisco
CAPÍTULO 2 “EL MEDIO AMBIENTE NOS URGE”
Ponencia
Hacia una Agenda del Desarrollo Sustentable en Chile. Jorge Osorio Vargas y Cristián
Moscoso Guasta
Comentarios
Nicolo Gligo
Pablo Sándor
CAPÍTULO 3 “LA ECONOMÍA CHILENA: DÉFICIT Y NECESIDADES”
Ponencia
La Economía Chilena: Déficits y Necesidades. Ricardo French-Davis
Comentarios
Jorge Dresdner
CAPÍTULO 4 “¿QUÉ AVANCES Y NECESIDADES SE MANTIENEN EN EL CAMPO
SOCIAL?”
Ponencia
Chile: Necesidades y Déficits desde la Perspectiva Social. Desafíos para el Mundo
Universitario. Jaime Ruiz-Tagle
Comentarios
Rosita Cahmi
Benito Baranda
Patricia Muñoz
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CAPÍTULO 5 “¿QUÉ NECESIDADES Y DEMANDAS SE NOS HACEN DESDE LA
POLÍTICA?”
Ponencia
Los Enigmas de la Comunidad Perdida. Encrucijadas e Ideales Democráticos en Chile
(2001-2010). Alfredo Joignant
Comentarios
Sergio Micco
CAPÍTULO 6 “EL MUNDO DE LA CULTURA: ¿QUÉ REQUIERE DE NOSOTROS?
Ponencia
Reflexiones sobre Encuentros y Desencuentros entre Cultura y Universidad. Claudio Di
Girolamo
Comentarios
María Elena Hermosilla
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
PRESENTACIÓN
El presente libro recoge las ponencias –y sus respectivos comentarios–
presentadas al seminario "Asumiendo el país: Responsabilidad Social
Universitaria", realizado durante los días 13 y 14 de junio de 2001, en el Aula
Magna del Centro de Extensión de la Universidad Católica.
El objetivo de este encuentro, al cual concurrieron más de 160 docentes y
estudiantes de once universidades distintas del país, fue iniciar la formación de
una red de comunidades universitarias orientadas al desarrollo de la
responsabilidad social, presentar los fundamentos éticos asociados a ella, mostrar
las necesidades de Chile en distintas áreas y dar a conocer experiencias
relevantes. Para ello se contó con la intervención de destacados actores
académicos, sociales y políticos de nivel nacional. El encuentro lanzó oficialmente
el proyecto “Universidad: Construye País”, que pretende expandir en las
universidades involucradas, el concepto y la práctica de la responsabilidad social,
de cara a un proyecto país 2010.
El Proyecto “Universidad: Construye País” es una iniciativa impulsada por
Corporación PARTICIPA en alianza con The AVINA Group. Junto a ellos, se ha
unido once universidades del País. En la Región Metropolitana participan la
Universidad de Chile, la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad
Alberto Hurtado. En la Quinta Región están participando por medio del “Consejo
de Rectores Universidades de Valparaíso”, las Universidades Federico Santa
María, Playa Ancha, Católica de Valparaíso y Universidad de Valparaíso. En la
Octava Región se han integrado la Universidad de Concepción y la Universidad
del Bío-Bío; y en la Novena Región están la Universidad La Frontera y la Católica
de Temuco.
La iniciativa tiene tres años de duración y considera –entre otras– las
siguientes acciones:
•
•
•
•
•
•
Sensibilizar a los distintos actores del sistema universitario chileno
(especialmente docentes y estudiantes) sobre la responsabilidad social que les
compete, en el contexto de un proyecto país Chile 2010.
Caracterizar un proyecto país, que incorpore valores de responsabilidad social
en los ámbitos, económico, social, cultural, ambiental y político.
Desarrollar acciones de responsabilidad social desde 11 universidades
chilenas que contribuyan a concretar el Proyecto País definido.
Vincular, regional y nacionalmente a las universidades, en torno al tema de la
responsabilidad social.
Difundir el concepto y la práctica de la responsabilidad social, a nivel nacional e
internacional, a través de un medio virtual informativo e interactivo en torno al
tema.
Instalar institucionalmente el tema de la responsabilidad social universitaria, en
las 11 universidades definidas.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
El seminario "Asumiendo el país: Responsabilidad Social Universitaria"
buscó, en este sentido, contribuir con un diagnóstico del país y de la situación
universitaria en relación con la responsabilidad social, y aportar, de este modo, a
la construcción de un marco de referencia para la Responsabilidad Social
Universitaria, además de impulsar la reflexión sobre el tema en las universidades
participantes.
Es así como las distintas intervenciones revisaron, por un lado, las
principales problemáticas que enfrenta nuestro país a comienzos del siglo XXI en
distintos ámbitos y establecieron las tareas que éstas suponen. Por otro lado, se
reflexionó en torno al lugar y la función de la universidad chilena en relación a
estas problemáticas.
Una conclusión importante fue la necesidad de un cambio paradigmático de
nuestras teorías y prácticas, que apunte al desarrollo de la justicia y a la formación
de ciudadanos socialmente responsables. Es preciso transitar desde una acción
social centrada en la caridad y la asistencia a una basada en la justicia, los
derechos y deberes ciudadanos, y el reconocimiento de la necesidad que tenemos
unos de otros, de nuestra profunda interdependencia en tanto miembros de una
misma sociedad. Para ello se requiere que las universidades se orienten a la
formación de ciudadanos que se comprometan de manera íntegra y cotidiana,
como profesionales, al servicio del bien común, ya sea actuando desde
Organizaciones de la Sociedad Civil, desde la Empresa o desde el Estado.
Cada ponencia se centra en una problemática nacional, en torno a sus
déficits y desafíos, extendiéndose luego al posible rol de la universidad en su
solución. Los comentarios posteriores, a su vez, complementan las ponencias y
aportan otros puntos de vista, matices y precisiones.
Esperamos, a través de esta publicación, proporcionar elementos para
iniciar un diálogo serio e informado sobre la Responsabilidad Social en la
universidad chilena y motivar a los universitarios del país –docentes y estudiantes–
a participar activamente en el proyecto.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
INAUGURACIÓN
Hilario Hernández Gurruchaga
Rector de la Universidad del Bío-Bío
Sra. Mónica Jiménez, cabeza y brazo del proyecto “Universidad Construye
País", autoridades universitarias; expositores y panelistas, participantes
universitarios, Sras. y señores.
En primer término, quiero agradecer a los organizadores de este Seminario
"Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria” la oportunidad de
expresar ante Uds., desde la óptica universitaria algunas de nuestras
concepciones, confesar algunas de nuestras históricas culpas... y manifestar
nuestros necesarios propósitos. Agradecemos esta oportunidad... porque
pensamos que este Seminario puede constituir una instancia principal en el
propósito de formar universitarios que consideren con convicción que no hay
desarrollo individual sin los demás.. que como lo señala San Agustín “para nacer
el Hombre ha nacido"... vale decir -no para morir- sino para recrear y cambiar el
mundo... y en ello, encuentra su sentido.
Si la Universidad tiene que ver, esencialmente, con el conocimiento y con la
formación de las personas- en ello radica la centralidad de su compromiso.
Pienso que debemos comenzar por recordarlo: la Misión y la Acción
universitaria están concebidas como una infinita cadena de generosidad y
responsabilidad intergeneracional. En hermosa metáfora lo ha señalado Juan
Gómez Millas: "Llena de sed inextinguible camina la caravana humana abriendo
pozos y descubriendo pozos de agua, y cuando se secan, caro le cuesta abrir y
encontrar otros nuevos; los buscadores de agua pagan con su vida y con su
espíritu el placer de vivir con que regalan a la comunidad. Todo lo que vemos,
hasta donde la vista alcanza, es obra de los buscadores”.
Desde hace miles de años, un pensamiento tras otro se hunde en la red en
que se construye el mundo del hombre... y para que viva el hombre una existencia
valiosa, todos somos solidarios de esta obra desde sus orígenes hasta el postrer
pensamiento del hombre sobre la Tierra.
La responsabilidad que asumimos al aprender una manera determinada de
trabajar tiene dos fuentes secundarias; por un lado, es la herencia que recibimos
de la tradición universal que nos concede su saber, su experiencia milenaria, el
fruto de sus continuos esfuerzos... y por otro lado, es la certidumbre de que somos
deudores y debemos pagar el saber, la habilidad y la experiencia con nuestra
Tarea, como nuevo aporte.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Esa consecuencia de que somos deudores solidarios, es el vigor que la
educación despierta y nos da la energía para traspasarla a los nuestros, a los de
nuestro tiempo y a los que vienen. Es el Arete que Homero exaltaba por mercados
y palacios en los inicios de nuestra cultura.
Parece claro. Somos, en términos de conocimiento, lo que construimos
sobre lo que construyeron nuestros antecesores... y nuestro deber es entregarnos
al Presente y Futuro. Nuestro deber ser, es ser eco y faro de la sociedad en un
proceso de entrega solidaria intergeneracional.
Las tareas propias de la universidad -investigación y formación superiorestán íntimamente ligadas al desarrollo de la comunidad y a su prosperidad. Ella
está obligada a proyectar sus trabajos en busca de los problemas que preocupan
y agitan a la sociedad o a despertarla a la existencia de esos problemas, con
audacia y valentía; sin temor a la incomprensión que ha menudo despierta el
trabajo intelectual. Debe ser, en todo momento, conciencia crítica de la Nación. Es
de este modo como la conciencia científica y moral se afirma en el cumplimiento
de sus deberes cívicos y humanos primordiales... y esta actitud, abierta al mundo
circundante debe ser clara y vigorosa cuando el desafío de la Naturaleza o de las
circunstancias históricas así lo requieren.
Quisiéramos en esta oportunidad reconocer, si es necesario confesar, que
en algunos momentos de nuestra institucional existencia se ha eclipsado la
conciencia de que el núcleo vital de nuestros trabajos es servir a los demás en
libertad... única condición en que podemos servirlos:
•
Cuando asilados en el necesario espacio de autonomía y libertad nos
constituimos en "torres de marfil", observando y reflexionando sobre el mundo,
pero aislados de las urgencias de la sociedad que nos nutre y nos obliga;
nuestra relación con los demás, con la comunidad, se debilita en la acción y en
la formación pertinentes.
•
Cuando hemos cambiado diametralmente hacia la concepción de Universidad
Militante, hemos limitado nuestro deber y nuestro accionar a las presiones
políticas externas, reduciendo los necesarios espacios de libertad y pluralismo..
reduciendo nuestro accionar a las ideas imperantes. Condición que se
exacerba -con distinto signo- en la sufrida condición de Universidad Vigilada.
Ninguno de estos extremos es válido. La experiencia histórica nos enseña
que la Universidad se realiza en una función de equilibrio entre su autonomía y la
sociedad. Es el espacio de libertad desde donde se contempla, se analiza, se
mide y se intenta comprender al Hombre y al Mundo... y es el espacio donde se
educa y prepara a hombres y mujeres para actuar sobre el mundo para modificarlo
y mejorarlo.
Nada de lo que ocurre en la Naturaleza, en la Sociedad o en el Individuo le
puede ser ajeno.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
En términos integrales, la relación entre Universidad y Sociedad es la que
une la sede de la creación y transmisión del conocimiento con la política, que no
es otra cosa que el cómo los hombres y las mujeres libres logran la buena vida en
sociedad... y en términos formativos, es el espacio que ilumina la formación para
la vida.
En ella, los jóvenes se preparan para asumir las responsabilidades propias
de la acción del hombre y aprovechar, en auténtica recreación del mundo, los
frutos de la experiencia humana.
Sin detenemos en razones y circunstancias, sentimos que nuestras
universidades no están cumpliendo cabalmente con ese esencial Deber.
En una sociedad donde el saber es el capital del desarrollo, hoy más que
nunca nuestra misión es generar conocimientos que posibiliten la prosperidad de
la nación, aportando soluciones a los problemas que aquejan a la sociedad
chilena.
Los temas de la pobreza, la desintegración social, la protección de los
recursos naturales, la valoración del servicio público... en suma, los temas que
posibilitan un desarrollo sustentable de nuestra nación, deberían constituir el eje
de nuestras preocupaciones... y con ello, iluminar la formación de nuestros
jóvenes.
Los Rectores de las instituciones que se han integrado al proyecto
"Universidad Construye País", han declarado que es urgente y necesario poner a
las universidades chilenas nuevamente de cara a un proyecto país, que permita el
desarrollo humano para todos y que desde ahí se definan las especificidades de la
función universitaria. Los valores de fraternidad, solidaridad y responsabilidad
social deberán orientar la labor académica... y no sólo la competencia, la eficiencia
y el éxito personal. Una vez más, nuestras comunidades deberán hacer carne el
que el desarrollo personal pasa y se logra en plenitud sólo en la entrega a los
demás.
Este Seminario, estimamos que constituye una muy valiosa oportunidad
para consolidar y acrecentar esta conciencia… y estamos ciertos que sus
deliberaciones aclararán los propósitos y direccionarán los necesarios cambios de
rumbo en las universidades chilenas.
A todos Uds., por su atención, devoción y compromiso.
Muchas Gracias.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Mónica Jiménez de Barros
Líder del Proyecto Universidad: Construye País
En los finales del año 1999, Paola Berdichevsky, representante de AVINA
en Chile me visita, en las oficinas de la Corporación PARTICIPA y junto con
presentarme la Fundación AVINA me invita a asociarme con la Fundación en una
iniciativa por el desarrollo sostenible. Me planteó algo absolutamente inimaginable,
“sueñe con una iniciativa de hasta tres años y nosotros se la financiamos”.
AVINA es una Fundación que se asocia con líderes de la sociedad civil y del
empresariado de América Latina en sus iniciativas por el desarrollo sostenible.
AVINA cree que el desarrollo sostenible es un proceso a través del cuál se
satisfacen necesidades del presente, sin poner en peligro la capacidad de las
generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades. Se encuadran dentro
de este proceso las iniciativas para erradicar la pobreza, las que promueven la
igualdad de acceso a las oportunidades y también los programas que impulsan la
participación ciudadana, la educación y la ecoeficiencia.
Con éstos antecedentes y haciéndome cargo de mi propia historia personal
y social me atreví a soñar en la iniciativa que hoy llamamos Universidad:
Construye País. Soñé y compartí inicialmente mi sueño con los rectores, con los
que están aquí presentes y también con los que no están hoy día pero nos van a
acompañar en el día de mañana.
Soñé con expandir el concepto y la práctica de la responsabilidad social en
la universidades y en los universitarios tanto académicos como estudiantes. Soñé
que era posible que las nuevas generaciones, por estar siendo formadas en
universidades socialmente responsables, comprenderían que sus vidas están
íntimamente conectadas con el mundo social y político que está alrededor de
ellos. Soñé que las nuevas generaciones de profesionales apoyarían sus
decisiones diarias en valores, en una ética social que les permitiría discernir lo que
era justo y verdadero.
Soñé que las universidades les darían a sus alumnos oportunidades de
empatizar con el sufrimiento ajeno para desde ahí aprender y elaborar soluciones
a los problemas del país. Soñé que los universitarios encontrarían oportunidades
de compromiso social durante su periodo como estudiantes y luego, después,
como profesionales.
Soñé que la universidad podría ser la mejor escuela de civilidad donde se
encontrara y se viviera el respeto por el otro, la cooperación, el trabajo solidario, el
trabajo en equipo, el desarrollo del espíritu de confianza y el cumplimiento de las
promesas.
Soñé que en la universidad podríamos aprender a trabajar en alianzas entre
el Estado, la Sociedad Civil y el Empresariado y que también podríamos aliarnos
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
entre las universidades. Soñé que los rectores se motivarían y que estarían
dispuestos a participar en éste proyecto identificando el estado del arte de la
responsabilidad social en sus respectiva universidades y luego buscando caminos
para perfeccionar la acción.
Soñé que podríamos formar una comunidad de profesores y alumnos por la
responsabilidad social y que todos juntos podríamos crear una ola, una
contracorriente que nos permitiera contrarrestar el individualismo, el pragmatismo,
el afán de lucro personal, la competencia, el afán de éxito que observamos nos
motiva desmedidamente.
Soñé que podríamos realizar una alianza entre algunas universidades y
desde ahí dar testimonio al resto de ellas e influir el sistema universitario.
Fueron muchos los sueños que hoy comienzan a ser realidad y fueron
muchos los soñadores que fui encontrando en las diversas conversaciones. Hasta
el momento todos los rectores, académicos y alumnos contactados comparten el
mismo sueño y más aún ya están en acción trabajando en la línea del proyecto,
pero al mismo tiempo he descubierto en las conversaciones que el proyecto llega
en un momento oportuno. Hay un académico, aquí presente, que me decía: “los
últimos 20 años fueron para las Universidades, de sobrevivencia y de aprendizaje
empresarial, fue duro para las universidades asumir que deberían autofinanciarse,
hoy, en cambio, por lo menos algunas de ellas ya hicieron el aprendizaje y pueden
sentarse a pensar en el sentido de la acción”.
El proyecto ha sido bien recibido, es considerado un apoyo, y en algunos
casos una luz, una nueva fuerza que orienta la acción de las Universidades.
Esta es la primera actividad pública del proyecto Universidad: Construye
País, esta es la primera vez que nos reunimos para conversar sobre este tema las
once universidades, esperamos que existan otras oportunidades como ésta y
muchas reuniones en las diversas universidades y regiones.
Tenemos tres años por delante para trabajar en equipo, éste es un proyecto
abierto a la iniciativa y a la creatividad, éste es un proyecto que puede
perfeccionarse, que puede crecer con el aporte de todos ustedes.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CAPÍTULO 1
PENETRANDO EN EL CONCEPTO Y LA PRÁCTICA DE LA
RESPONSABILIDAD SOCIAL
Moderadora
Mónica Jiménez de Barros
Líder del Proyecto Universidad: Construye País
Ponencia
Universidad y Responsabilidad Social
Francisco López
Comentarios
Nelson Rivera
Alejandro San Francisco
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
UNIVERSIDAD Y RESPONSABILIDAD SOCIAL
Francisco López Fernández1
Se me ha pedido iniciar este Seminario aportando algunos puntos de
reflexión en torno a la pregunta: ¿en qué consiste, hoy, la responsabilidad social
de la universidad? Se trata de ayudar a pensar en un cierto horizonte de sentido
para nuestro quehacer en la perspectiva de contribuir como instituciones
universitarias a la construcción de un proyecto país.
Acogiendo esta invitación, me propongo reflexionar sobre nuestro papel de
universitarios en una sociedad dominada crecientemente por un sentimiento de
malestar fruto de un conjunto de factores sumamente heterogéneo, que
comúnmente agrupamos bajo el término de “crisis”. Desde esta perspectiva, me
surgen nuevas preguntas: ¿cuál es el trasfondo de este malestar? Si existe una
“crisis” ¿cuál es su naturaleza y cuáles son sus alcances?; ¿significa esto que
nuestra responsabilidad hoy es mayor que en el pasado o simplemente que ella es
diversa?. Y de ser así, ¿a qué nuevas exigencias de lucidez estamos enfrentado?
Estas son algunas de las interrogantes que deseo pensar más que responder ya
que esto último considero que es un trabajo común de todos nosotros.
Mi reflexión tiene dos partes: en primer lugar trataré de dilucidar
brevemente mi perspectiva de lectura; en segundo lugar deseo enumerar algunos
ámbitos que me parece urgente explorar en conjunto.
Cómo entiendo el tema propuesto
En sociología hemos aprendido que “el punto de vista es el que crea el
objeto”. Ello quiere decir dos cosas: primero, que toda experiencia es parcial pero
que es a través de esa parcialidad que se descubre y se verifica nuestra
capacidad de apertura y de universalidad; segundo, que cuando nos damos como
objeto de reflexión el significado de una expresión, como es el caso de ésta: “ la
Responsabilidad Social de la Universidad”, nos enfrentamos con el problema de la
interpretación que demanda un discernimiento previo acerca de su sentido y
alcance.
Los términos de la relación que nos ocupa, “Universidad” y “responsabilidad
social”, así como la relación misma, pueden ser pensados a partir de su “letra”, es
decir, de aquello que ya está estatuido en la obviedad del sentido común (por
ejemplo, que una Universidad es socialmente responsable sólo en la medida que
sus alumnos realizan servicios de solidaridad para con los más pobres) o a partir
de su “espíritu”, es decir, de su sentido pensado, debatido y socialmente
construido.
1
Licenciado en Filosofía y Doctor en Sociología. Director Académico del Magister en Ética Social y
Desarrollo Humano de la Universidad Alberto Hurtado.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
La obviedad del sentido común puede tener consecuencias mortales tanto
para la Universidad como para la sociedad. Y esto no es especulación. Bien
sabemos que la Universidad sufre una degradación cultural creciente fruto de la
cual la idea misma de Universidad parece agonizar en medio de “la crisis de
nuestros sistemas de educación superior”2. Por otra parte, bien sabemos que las
mayorías de las deudas e injusticias con las que cargamos como sociedad se
deben cuando no directamente a saberes universitarios en el poder al menos a la
escasa relevancia de los mismos para resolver nuestros déficits de convivencia.
Por tanto, el problema que se nos plantea no es un asunto especulativo sino de
opciones hermenéuticas que remiten al horizonte ético comprometido en una
reflexión como ésta.
En mi caso, me he dado tres opciones previas que definen la perspectiva
desde la cual reflexiono: la primera dice relación con la Universidad como espacio
de constitución de la subjetividad humana en torno al ejercicio de la razón; la
segunda es una opción por la promoción de la justicia en cuanto umbral de
convivencia humana y la tercera dice relación con la escisión entre el orden de lo
científico – técnico y el orden de lo social y político como nota constituyente de la
“crisis” a la que estamos enfrentados como país y como Universidad. Y digo que
me he dado estas opciones no porque otros no lo hagan sino simplemente porque
son apuestas que asumo como riesgo sin pretender someterlas a la lógica de la
prueba.
Universidad, reflexividad y libertad
Asumo que la Universidad posee un modo propio de ser socialmente
responsable que le viene de su propia tradición y que es distinto al de una
empresa, al de una iglesia, al de un ejército o al de un partido político. Hay cinco
aspectos que tienen que ver con este modo propio de ser socialmente
responsables, aspectos en los que estimo conveniente caer en la cuenta:
a) En primer lugar, la Universidad es socialmente responsable siendo aquello que
ha llegado a ser en su ya centenaria historia: un lugar privilegiado, aunque no
exclusivo, de creación y divulgación del saber sistematizado en el cual las diversas
ciencias, artes y técnicas buscan integrarse armónicamente. Por este motivo, la
visión de la cultura, del mundo, de la historia y de la vida que nace y se difunde
desde la Universidad tiene la propiedad de ser una visión abierta a lo universal,
aunque siempre encarnada en la situación del país, de su tiempo y lugar.
2
Hace unos años Frank Turner, historiador de la Universidad de Yale, coordinó un interesante
trabajo académico: la reedición de la obra de John Henry Newman, The Idea of a University (1852)
y de una selección de lecturas y ensayos del mismo Newman preparadas entre los años 1854 y
1858, seguidas de un conjunto de estudios interpretativos tendientes a releer esta obra clásica en
las nuevas condiciones históricas y culturales de fines del siglo XX. Ver, FRANK TURNER, Editor,
The Idea of a University. John Henry Newman, Yale University Press, 1996; también JEROSLAV
PELIKAN, The idea of University: A Reexamination, New Haven, 1992.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
La Universidad, como institución, tiene la forma de una comunidad de
personas; comunidad de hombres y mujeres que persiguen dar razón de la
naturaleza, la vida y la historia así como de las razones para vivir; hombres y
mujeres que navegando en la incertidumbre y el riesgo se esfuerzan por ganar
puntos de perspectiva que faciliten la inteligibilidad del mundo y su paulatina
transformación en un mundo habitable para el ser humano. La Universidad, pues,
es una realidad y una fuerza social, signada históricamente por lo que es la
sociedad en que vive y a la que está destinada a iluminar y a transformar. Por ello,
a mi modo de ver, la primera y más relevante modalidad de ser socialmente
responsables como Universitarios consiste en favorecer, desarrollar y cuidar ese
ejercicio de la razón que es nota distintiva del ser humano.
b) En segundo lugar, es importante caer en la cuenta de que la tradición
universitaria ha incorporado, desde sus inicios, la idea de responsabilidad social,
es decir, la capacidad de dar respuesta (respondere, responsum) o de rendir
cuentas (accountability) a la comunidad a la que pertenece. Esto es así, porque el
ejercicio de la razón en una universidad se inscribe en una constelación de valores
(compromiso por la vida y por el desarrollo, preocupación por el dolor y la
insignificancia humanos, solidaridad con los demás, respeto por el que piensa
distinto, etc.) que le dan una pertinencia y relevancia que van más allá del “pensar
por pensar”. Aquí radica, a mi modo de ver, el nexo profundo que articula los
términos que nos hemos dado a reflexionar.
Es cierto que esta tradición tiende a verse sofocada en la actualidad por el
imperativo de la sobrevivencia de los más preparados compartido por muchos
estudiantes. En virtud de ello, lo que se demanda de la Universidad es estar
equipados rápidamente, en lo profesional y en lo técnico, para competir en el
mercado y asegurarse uno de los relativamente escasos y disponibles puestos de
trabajo que puedan satisfacer sus aspiraciones y resultarles lucrativos.
Esta demanda de “éxito” no agota, sin embargo, la tarea universitaria. En
realidad el criterio real de evaluación de una Universidad debería radicar, más
bien, en la calidad del saber alcanzado y en lo que el estudiante llegue a ser como
persona gracias a él. En efecto, la Universidad tiene como tarea llegar a ser una
comunidad de formación de la subjetividad humana, mediada por el ejercicio de la
razón; un espacio y un tiempo en que miles de hombres y mujeres en interacción
van forjando su personalidad más profunda.
Quienes en la Universidad tienen como misión la de ser educadores
conocen la riqueza y complejidad de una tarea que exige articular adecuadamente
la capacitación rigurosa en habilidades y destrezas profesionales con el
acompañamiento paciente y pausado de los procesos de personalización de cada
estudiante: su formación intelectual y profesional, psicológica y moral. Esta
formación de la persona, a la vez, demanda una conciencia instruida de la
sociedad y de la cultura, condición de posibilidad de una solidaridad bien
informada; solidaridad que se aprende a través del contacto más que de las
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
nociones3. La implicación personal en la injusticia que otros sufren es el
catalizador para la solidaridad que abre el camino a la búsqueda intelectual y a la
reflexión moral. Ser socialmente responsables es, desde esta perspectiva,
hacernos cargo, en condiciones históricas nuevas, de esta vocación de ser
personas para y con los demás sin la cual una Universidad pierde su alma y el
país malgasta una de sus oportunidades básicas.
c) En tercer lugar, la institución Universitaria ha sido históricamente la animadora y
nutriente, la guardiana e impulsora de la continuidad del saber sistematizado de un
pueblo. Es la Universidad un espacio privilegiado donde se forja la sabiduría que
necesita una nación para no perder su capacidad de juicio en la discontinuidad de
las opiniones, las modas, lo pasajero. Es por ello que se ha dicho que la
Universidad es la conciencia crítica de la sociedad porque es el pensar el que
somete la obviedad de lo cotidiano a su crisis, a la pregunta por los fundamentos.
Hoy en día, esta tarea crítica adquiere límites nuevos, los de la sociedad
global emergente y sus nuevos rasgos necesitados de interpretación y
discernimiento. Esta tarea se ha visto modificada a partir de la caída de los
grandes metarelatos y de la aparente clausura de las grandes utopías. De allí la
proliferación de criterios mercantiles en la producción del saber que tienden a diluir
los contornos de lo que entendemos como Universidad. Sin embargo, no podemos
abandonar la tarea de esclarecimiento racional de nuestro propio tiempo histórico,
esclarecimiento que no podrá lograrse sin reflexividad, sin crítica y autocrítica, sin
márgenes de libertad y de autonomía, sin interdisciplinariedad. Una Universidad
socialmente responsable es la que se hace cargo de la historicidad de la
comunidad a la que pertenece, de su entorno global, de sus tradiciones y de sus
innovaciones, de su memoria, de su presente y de las tareas que tiene por
delante.
d) En virtud de esto, como un cuarto aspecto que conviene subrayar, la
Universidad ha tenido siempre como inseparables dos dinamismos fundamentales
del conocimiento humano: el de la indagación y el de la comunicación del saber
producido; el de la búsqueda de esclarecimiento racional y el de la formación de
personas en cuanto sujetos y actores de la sociedad. Este doble dinamismo que
hunde sus raíces en el asombro y la pregunta primera ante lo no conocido y que
culmina en el despliegue de la interpretación comunicada y compartida sostiene la
diversidad de saberes, ciencias y artes que conforman una Universidad.
Ellos no sólo coexisten en un mismo “campus” sino que hacen de esa
coexistencia la condición de posibilidad de asimilar las experiencias e intuiciones
de las diferentes disciplinas en una visión del conocimiento que, consciente de sus
3
Así lo ha entendido la tradición y la práctica universitaria en nuestro país donde de múltiples
formas y obedeciendo a iniciativas estudiantiles o a políticas institucionales deliberadas (Trabajos
de Verano, servicios de extensión universitaria, etc.) se ha escrito una larga historia de servicios
solidarios y de cooperación entre las universidades y la sociedad atendiendo especialmente las
necesidades de sectores menos favorecidos: campesinos, sindicatos, pobladores urbanos y
rurales, etc.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
limitaciones, no se satisface con los fragmentos, sino que intenta integrarlos en
una síntesis sabia y verdadera de la realidad de nuestro mundo. El “campus”
universitario es, por una parte, la institucionalización de esa necesidad del espíritu
humano de ver más y mejor y, por otra, es la marca de que es el ser humano
social el que conoce; la totalidad de la persona en su inserción social.
Por este motivo, el énfasis unilateral en el estudio especializado y
excluyente, la clausura en la particularidad de los métodos y en la abstracción,
extrema y creciente, de las preocupaciones terminan por deshumanizar al
conocimiento. Problemas como los de la bioética, por ejemplo, nos están
demostrando hoy día que la pura “tecnicidad” no está a la altura para lidiar con los
problemas vitales de la humanidad. Por este motivo la universidad, en cuanto
ámbito privilegiado del ejercicio de la razón, ha demandado siempre un doble
movimiento de integración: uno horizontal a través de las fronteras de las diversas
ciencias y uno vertical, como es el caso de la articulación de las ciencias con la
filosofía o de la técnica con el arte. La demanda de interdisciplinariedad y de
interdepartamentalidad son precisamente huellas de ello.
e) Finalmente, en quinto lugar, el ejercicio de la razón y el despliegue de los
diversos órdenes del saber (científico, técnico, profesional, etc.) demandan
espacios de libertad. La libertad es condición para que el pensamiento pueda
existir; el pensamiento o es libre o no es pensamiento creativo: es repetición de
“slogans” y para eso no es necesaria la Universidad.
Esta es la razón de las luchas por la autonomía universitaria, tan antiguas
como la Universidad misma, aun cuando sus resultados hayan sido más bien
modestos. En una institución universitaria la libertad y autonomía tienen cuatro
dimensiones íntimamente articuladas entre sí: a) la dimensión científico académica
que permite el ejercicio de la libertad de enseñanza, de investigación y de
formación; b) la dimensión financiera que posibilita el libre acceso a los recursos
compatibles para mantener un alto nivel de calidad controlando, a la vez, la
injerencia de intereses económicos particulares en la determinación de las
políticas universitarias; c) la dimensión administrativa que demanda que la
administración sea un medio al servicio de lo académico; y d) la dimensión política
que garantiza tanto el pluralismo de ideas y pensamientos como el derecho de la
Universidad a darse sus propias formas de gobierno. Todas ellas apuntan a
dibujar el contorno en que la creatividad y la responsabilidad pueden existir y
desarrollarse.
Universidad y justicia
Es en esta libertad estructurante que radica la vocación de la Universidad a
la promoción de la justicia. Así como en una Universidad se analiza la naturaleza y
la vida, se critican las teorías que han surgido en la historia de las diversas
ciencias y las que nacen cada día en las investigaciones de la comunidad
científica, así también en ella se somete al examen crítico la sociedad y su entorno
no juzgando sagradas ni intocables sus estructuras.
Proyecto Universidad: Construye País
16
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Esta es la causa por la cual la Universidad ha enfrentado y está llamada a
seguir enfrentando a los poderes vigentes en la sociedad, al desorden establecido
y a la injusticia estructural en que vivimos con demasiada frecuencia. Por ello la
universidad incomoda tanto a los regímenes autoritarios de diverso signo
ideológico que han tratado siempre de sojuzgarla.
Hay tres aspectos que deseo resaltar: a) En primer lugar, esta convivencia
de la universidad con la justicia es la que abre el mundo universitario a la realidad
demandante de los pobres. “Ello no significa - como lo señalara el P. Ignacio
Ellacuría S.J. hace ya unos años - que deban ser los más pobres los que deban
entrar a cursar estudios en la universidad, ni que ella deba dejar de cultivar la
excelencia académica que se necesita para resolver los problemas reales que
afecta a su contexto social. Significa, más bien, que la Universidad debe
encarnarse entre los pobres intelectualmente para ser ciencia de los que no tienen
voz, el respaldo intelectual de los que en su realidad misma tienen la razón y la
verdad, con frecuencia a modo de despojo, pero que no cuentan con las razones
académicas que justifiquen y legitimen su verdad y su razón”4.
b) En segundo lugar, una Universidad socialmente responsable defiende y
promueve los derechos humanos, base de una convivencia civilizada y de una
sociedad justa. En efecto, los derechos humanos no son sólo una materia de las
escuelas de Derecho, una disciplina filosófica o un interés de los sociólogos. Ellos
son una preocupación del cuerpo universitario como un todo tanto en su práctica
interna, como en su enseñanza y en su relación de interlocución con la sociedad
civil y con el Estado. Académicos y estudiantes están llamados a dejar entrar en
sus vidas la realidad perturbadora de este mundo de tal manera que aprendan a
sentirlo, a pensarlo críticamente, a responder a sus sufrimientos y a
comprometerse con él de forma constructiva. Es así cómo aprendemos a percibir,
pensar, juzgar, elegir y actuar a favor de los derechos de los demás,
especialmente de los menos aventajados y de los excluidos5.
Entre los derechos de la persona humana el derecho a la vida y a las
condiciones para vivirla dignamente, es decir, el derecho a no ser excluido,
marginado o “prohibido de ser” es fundamental. En la actualidad, gracias al
conocimiento científico y tecnológico que somos capaces de producir, la
humanidad es capaz de solucionar problemas como la alimentación, la vivienda o
el desarrollo de condiciones más justas de vida. Sin embargo, nos resistimos a
ello. ¿Cómo, si no, es posible que una economía boyante, más próspera y
4
Ignacio Ellacuría, S.J., “La tarea de una universidad católica,” Discurso en la Universidad de
Santa Clara, 12 junio 1982 véase el texto en “Una universidad para el pueblo,” Diakonia n. 23
(agosto-octubre 1982) 81-88.
5
Ver la Conferencia del P. PETER-HANS KOLVENBACH, SJ, Prepósito General de la Compañía
de Jesús a los Rectores y responsables de Universidades Jesuitas norteamericanas: El servicio de
la fe y la promoción de la justicia en la educación universitaria de la Compañía de Jesús en
Estados Unidos, Universidad de Santa Clara, California, Octubre, 2000.
Proyecto Universidad: Construye País
17
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
globalizada que nunca, mantenga todavía a más de la mitad de la humanidad en
la pobreza?
c) Lo tercero, es que la búsqueda y promoción de la justicia así como los rostros
de la inequidad y la exclusión no sólo ofrecen a nuestras Universidades un lugar
social verificatorio del ejercicio de la razón y de la relevancia del saber sino que
también ofrecen una luz y un horizonte de sentido a todo nuestro quehacer
intelectual y moral. No se trata de hacer de nuestras Universidades campos de
entrenamiento de activistas sociales. Tampoco se trata de ideologizar el ejercicio
de la razón. De lo que se trata es de que la institución universitaria sea un espacio
de aprendizaje en la adultez de la solidaridad.
No es este un camino fácil; exige discernimiento. Pero, no por ello la
universidad puede abdicar de su misión de formar ciudadanos responsables;
educar en las destrezas y competencias técnicas y en una actitud ética que
permita a sus miembros el ejercicio de una ciudadanía plena: hombres y mujeres
para y con los demás, personas completas, profesionalmente competentes, dignas
y solidarias.
La crisis que interroga al quehacer universitario.
Es esta misión y tarea la que hoy día se ve desafiada por la “crisis” que está
a la base de nuestro malestar ciudadano. La palabra crisis evoca en nuestro
imaginario realidades tales como el desempleo, la corrupción y la violencia, la
desconfianza, las presiones financieras sobre la institución universitaria, la dudosa
calidad de nuestra enseñanza y la escasa pertinencia y relevancia de nuestra
investigación, etc. Cada uno tiene, sin duda, su propia interpretación y sus
propuestas de solución. Sin embargo, a la hora de pensar la responsabilidad
social de la universidad, estimo que no es sólo a este nivel que es conveniente
ubicar nuestra reflexión.
En el horizonte de una posible contribución de la Universidad a un proyecto
país pienso que la pregunta por la responsabilidad universitaria tiene que
comenzar haciéndose cargo de una suerte de desazón por la brecha existente
entre el ámbito de la producción y reproducción del saber y el ámbito de la toma
de decisiones que cada vez parece situarse no sólo fuera de la universidad sino a
espaldas de ella y de sus contribuciones.6 En décadas pasadas nuestras
universidades jugaron un papel determinante en la toma de decisiones que
afectaron a nuestra sociedad y, a través de ello, a millones de chilenos.
Precisamente, una de nuestras tareas hoy es hacernos cargo de esa historia, de la
memoria que guardan los claustros de nuestras universidades más antiguas y de
la responsabilidad que hemos compartido. Sin embargo hoy día el abismo entre el
6
Ver sobre este punto la reflexión de BRUNNER, J.J., ¿Contribuye la investigación social a la toma
de decisiones?, Conferencia pronunciada en el seminario La investigación educacional
latinoamericana de cara al año 2000, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Comisión
Educación y Sociedad, Punta de Tralca, 4 al 6 de Junio de 1993
Proyecto Universidad: Construye País
18
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
ámbito de la Universidad como productora de conocimientos y el de la toma de
decisiones parece ensancharse.
Esa brecha, sin embargo, está indicando una separación más profunda que
tiene que ver con la crisis a la que aluden muchos pensadores contemporáneos.
¿De qué crisis se trata? Me refiero a la escisión profunda, a la disociación entre el
campo de lo científico - técnico y lo económico, por un lado, y el campo de lo
social y de lo político, por otro.
Hace unos años, el economista Francois Perroux7 estigmatizaba esta
disociación como un derroche de recursos, más particularmente, derroche del
recurso humano. Otros pensadores e instituciones, entre los cuales el Magisterio
Social de la Iglesia católica, vienen recordando incansablemente, desde la década
de los 60, que la economía está hecha para el hombre y no el hombre para la
economía8. A su vez, desde el punto de vista político esta disociación parece estar
a la base de la actual tendencia a la devaluación de la naturaleza y de la misión
del Estado; al repliegue sobre lo individual y al debilitamiento de los vínculos
sociales. No en vano somos testigos de una desafección creciente por lo político,
de renovadas búsquedas de redefinición de la política y de una creciente
preocupación por el rescate y la creación de nuevas formas de asociatividad.9
Lo que se teme es la conformación de un dualismo societario entre el
ámbito de la toma de decisiones crecientemente ajeno al control humano y la gran
mayoría afectada por esas decisiones, excluidas e ignorantes, a quienes sólo les
quedaría el consuelo de tejer estrategias de sobrevivencia individual. La sociedad
dual de la que muchos hablan con frecuencia no es otra cosa que el resultado de
esta sociedad disociada, sociedad de sistemas abstractos, vaciada de su potencial
de debate y control ciudadano. Una sociedad partida en dos donde la exclusión
es, si no provocada, al menos canalizada e institucionalizada por aquellos que
detentan los diferentes poderes que otorga el acceso al saber y al poder científico
- técnico - económico.
La universidad y los universitarios no estamos al margen de esta realidad.
Nuestra responsabilidad nos impone nuevas tareas y un discernimiento más fino
que estén a la altura de lo que Edgar Morin llamaba “la misión de los
intelectuales”10 Los universitarios tenemos una misión específica en la esfera de la
7
PERROUX, FRANCOIS, Industrie et création collective, t. 1., Paris, PUF, 1964, pp.182-192;
PISAR, S. La Ressource Humaine, Paris, J.Cl. Lattès, 1983
8
Ver por ejemplo, la Carta Encíclica de JUAN PABLO II, Laborem exercens, 1981.
9
Es conveniente recordar los dos Informes de Desarrollo Humano en Chile elaborados por el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 1998 y en el 2000 respectivamente. En el
primero de ellos, “Las paradojas de la modernización”, se sostiene que el “malestar” ciudadano
comprobado en la sociedad chilena descansaría sobre una escisión entre modernización y
subjetividad como dos procesos autónomos inconexos entre sí. En el segundo, “Más sociedad para
gobernar el futuro” se concluye que es necesario descubrir los caminos para enriquecer la calidad
de vida social a través de la complementariedad entre los sistemas y los sujetos.
10
MORIN, E., Pour sortir du XXe siècle, Fernand Nathan, 1981, pp.237-266
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
educación y de la cultura; por ello, en cierta medida, es el futuro del país el que
está en juego en nuestras preocupaciones y en nuestra acción.
Para decirlo con trazos de caricatura: ante las tendencias a la disociación
social ¿aceptaremos pasivamente, por ejemplo, la profesionalización disciplinar
que transforme a nuestras universidades en escuelas técnicas o bien
consideraremos la crisis como un desafío a nuestra creatividad que nos permita
interrogarnos sobre las opciones sociales a las cuales nos enfrenta la mutación en
curso? Este es un tema pendiente en nuestro mundo universitario. Este Seminario
y el programa del que él forma parte viene precisamente a llenar un vacío de
reflexión a todas luces necesario.
Por otra parte, si la mutación que vivimos abre una oportunidad de opción
como país, aunque ella sea dolorosa para quienes van quedando excluidos y
marginados de ella, ¿dónde estaremos los universitarios? ¿defendiendo los
“mecanismos de sociedad”, las “leyes de mercado”, las “leyes de la naturaleza”, la
fatalidad del dominio de los “sistemas abstractos” sobre nuestros mundos de vida,
“la investigación neutra y desinteresada?” O ¿tendremos la sabiduría necesaria
para percibir que estamos enfrentados, asumiendo la herencia de nuestros
saberes, a la revisión crítica del tipo de racionalidad dominante en el desarrollo de
nuestro pensamiento científico?11
A mi modo de ver, pensar la responsabilidad social de la Universidad de
cara a un proyecto país, en estos tiempos, implica situarnos en este horizonte
desafiante caracterizado por el actual predominio de la razón instrumental. Dicha
primacía puede traer consigo la posibilidad de que las fuerzas económicas,
científicas y técnicas dominantes sean las que circunscriban y definan nuestra
misión y tareas como país y como Universidad. Esta es la amenaza pero, también
existe la oportunidad de someter la inercia de las dinámicas sistémicas al control
racional de los actores sociales.
Responsabilidad Social
exploración conjunta.
de
la
Universidad:
algunos
ámbitos
de
De lo anterior derivo algunas líneas de reflexión, en tres ámbitos, que me parece
urgente explorar juntos: a) en lo relativo a la docencia y a la investigación
universitarias; b) en lo relativo a las relaciones de la Universidad con el mundo
económico y social y c) en lo relativo a la animación de la vida universitaria.
a) Docencia, investigación y responsabilidad social
La investigación de una Universidad socialmente responsable apunta a
garantizar que la Universidad no sea el lugar de un saber repetitivo y conservador
11
ver LADRIERE, JEAN, Les enjeux de la rationalité. Le défi de la science et de la technologie aux
cultures, Aubier-Montaigna/UNESCO,1977; HABERMAS, Jürgen, La technique et la science
comme idéologie, Paris, Gallimard, 1973
Proyecto Universidad: Construye País
20
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
sino que produzca saber. Permite que la docencia sea original y que sea un
acontecimiento de aprendizaje entre estudiantes y profesores que están ellos
mismos aprendiendo e interrogando a la realidad. Es en la investigación donde el
saber universal anuda con los problemas concretos y con las situaciones locales
de cada ciencia. Una universidad socialmente responsable es una Universidad
que promueve, invierte y cuida la investigación de sus académicos y estudiantes.
Por su parte, la docencia universitaria, bien articulada con la investigación,
constituye el espacio de transmisión del saber de generación en generación. Un
profesor universitario no transmite solo ni principalmente nociones sino métodos,
técnicas, modos de proceder en su área. El aprender se hace en un proceso de
aprendizaje. No por casualidad la estructura de las Universidades medievales se
originó a partir de la analogía con las corporaciones de artes y profesiones, con
sus categorías de maestros y aprendices. Es que la enseñanza universitaria,
socialmente responsable, no se limita a la formación instrumental sino que
también educa al hombre y a la mujer como sujetos.
Cuando se dice que la Universidad posee una función de servicio público lo
que se está afirmando es que ella es una respuesta a las necesidades de toda la
sociedad, que está disponible para todos y que interviene como uno de los
sustentos logísticos de la sociedad. Este servicio se manifiesta en primer lugar, sin
lugar a dudas, en las funciones de docencia e investigación.
En materia de investigación nuestra voluntad de estar a tono con el
desarrollo científico moderno es necesaria y fundamental si queremos contribuir
eficazmente al país. Pero también debemos ser lúcidos para no caer acríticamente
en la disociación y separación a que he hecho mención más arriba. La excelencia
de nuestras investigaciones se juega tanto en su calidad intrínseca como en su
capacidad de ser respuesta a las necesidades fundamentales de los seres
humanos a los que nos debemos. En diversos campos hemos aprendido que los
saberes si no se enraízan en su contexto social y cultural pueden crear
disfunciones que, a la larga, perturban seriamente los equilibrios necesarios a un
pleno desarrollo humano.
En este sentido, la crisis puede ser oportunidad para un nuevo proyecto
universitario y de país, con opciones sociales definidas, referencias compartidas y
sistemas de valores renovados. Para ello, necesitamos restaurar la categoría de
“proyecto” ya que ella es la única apta para dinamizar nuestra creatividad y volver
a dar sentido a nuestras tareas. Acaso, ¿no es verdad que nuestra
responsabilidad esencial en la actualidad es volver a darnos como comunidades
universitarias un proyecto en el que viejos y jóvenes puedan re-encantarse,
reencontrando el sentido para invertir sus energías personales y colectivas?
A mi entender, restaurar esta categoría de proyecto en las tareas de
enseñanza y de investigación debería responder a lo menos a cuatro condiciones:
Proyecto Universidad: Construye País
21
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
1) Volvernos más conscientes de nuestra pertenencia a la comunidad nacional,
regional, continental y mundial circundante; a los cambios psicológicos, sociales y
culturales que la transforman; a sus imperativos de justicia. En este sentido la
crisis nos obliga, por una parte, a desalambrar nuestros repliegues provincianos y
corporativos y, por otra, a poner particular atención en las viejas y nuevas formas
de exclusión que caracterizan hoy a nuestro mundo.
2) Enunciar y discutir claramente los objetivos que perseguimos como sociedad y
como universidad; tener capacidad de justificar lo que hacemos y nos proponemos
en relación con las finalidades que nos asignamos como comunidad. No podemos
contentarnos con objetivos implícitos. En este sentido, el concepto mismo de
“política científica”, tan reciente en nuestro país, manifiesta bien que estamos ante
un orden de opciones y, por tanto, que nuestra acción se propone pensar y
discernir sus propios fines y objetivos. Todo conocimiento universitario es valioso
en sí mismo pero es además un conocimiento que tiene que preguntarse a sí
mismo por sus fines.
3) Si bien la docencia siempre debe privilegiar el dominio de los conceptos
también es cierto que junto a ello es necesario incorporar la responsabilidad de la
rigurosidad en la formación del juicio. Desde este punto de vista, ninguna
disciplina podría ahorrarse la reflexión sobre su propia historia y sus raíces
sociales; sobre sus crisis; sobre sus presupuestos y sus límites. La Universidad
es el lugar donde el estudiante estructura conceptualmente, no sólo sus
conocimientos, sino que estructura también, a través de ellos, una gran parte de
su forma de aproximación a la realidad: nuestra responsabilidad sería grande si
les ofreciéramos a nuestros estudiantes y académicos jóvenes un proyecto de
universidad y de país que le imposibilitara esta aproximación.
4) Finalmente, participar en la elaboración de un proyecto país capaz de
redinamizar nuestra sociedad es una tarea difícil. Hay una deontología a
considerar, tomando en cuenta el sentir y el querer de las diversas comunidades
de comunicación que la componen. Para ello se requiere concertar la pluralidad de
fuerzas y competencias de muchos, en un horizonte de sentido que siendo común
sea, al mismo tiempo, plural. Ello demanda instancias de representación
adecuadas y la determinación de pasar de los consensos retóricos a la adopción
de acuerdos para la acción. Se trata de un proceso, con su propia metodología y
camino, en el que los procedimientos de elaboración tienen claras connotaciones
ético normativas que no se pueden desconocer.
En este sentido, es conveniente caer en la cuenta que concertar un
proyecto de país y de universidad es algo muy diferente a las alternativas
ofrecidas por el mercado por un lado o por los fundamentalismos autoritarios por el
otro. La diferencia radica en el lugar que se le asigna en el proceso a la dimensión
Proyecto Universidad: Construye País
22
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
política.12 Apostar a la concertación de puntos de vista, en efecto, implica velar por
la esfera de la política en la toma de decisiones lo cual obliga a los diversos
actores a debatir y negociar sus propias opciones en materia de proyectos. El
mercado suprime la política dejando las decisiones libradas al resultado de
decisiones individuales en función de intereses particulares; el fundamentalismo
autoritario, por su parte, también elimina la política dejando el poder en manos de
un solo actor socialmente privilegiado.
Por ello es importante que la Universidad siga siendo no sólo un lugar de
creatividad y de crítica sino también de participación, de libertad y de debate
reflexivo. Acaso, en nuestra sociedad moderna, ¿no es la Universidad uno de los
pocos lugares donde pueden confluir y conjugarse tanto los componentes
indispensables para la reflexión como los que habilitan para la puesta en práctica
de la ciudadanía?.
Nuevas tareas de Responsabilidad Social.
Nuevas tareas se vienen hoy a adjuntar a las tareas universitarias
tradicionales. Pienso especialmente en las relaciones con el mundo económico y
social tanto privado como público.
Razones financieras han llevado a nuestras universidades, sin lugar a
dudas, a establecer contactos con las empresas y con organismos públicos a fin
de equilibrar los escuálidos presupuestos universitarios. A su vez, las empresas y
los organismos públicos deben recurrir crecientemente a herramientas y métodos
de trabajo científicos a fin de mejorar sus servicios y encontrar nuevos canales de
crecimiento y desarrollo. Esto configura un nuevo campo de relaciones
institucionales relativamente desconocido para nuestra tradición universitaria. En
este sentido, hay tres cosas que deseo subrayar:
1) Debemos reconocer con lucidez que estas tareas nuevas, con frecuencia,
entran en concurrencia no carente de conflictividad con otras tareas universitarias
y que teniendo en cuenta que “todos no tienen por qué hacer todo” hay, sin
embargo, que determinar una verdadera política de colocación de nuestros
recursos humanos universitarios a fin de que la urgencia económica no termine
fagocitando lo propiamente universitario. En la actualidad, la función de lectura y
apropiación racional del propio tiempo histórico con frecuencia está siendo
realizada por instituciones para – universitarias. ¿No es esto, acaso, un signo de
abandono por parte de las universidades de su vocación más honda en pro de la
mera capacitación profesional requerida por las necesidades de la producción y
del crecimiento tecno-económico? Si el trabajo universitario queda reducido al
despliegue de la razón estratégica o funcional ¿quién podrá hacer visible lo
invisible del presente?.
12
Ver sobre este punto TEDESCO, J.C., “Educación, mercado y ciudadanía”, presentación
realizada en el panel “Educación, Estado y Mercado” que tuvo lugar en el Foro Escuela Siglo XXI,
Bogotá, abril 3 de 1998
Proyecto Universidad: Construye País
23
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
2) Por otro lado es necesario caer en la cuenta de que a través de estas nuevas
acciones la imagen de la universidad se va transformando hasta tal punto que
nuestro lenguaje para referirnos a ella se vuelve equívoco. Por este motivo, es
necesario ser vigilantes y no perder la capacidad de establecer acuerdos donde
cada una de las partes encuentre garantizados sus propios derechos e intereses.
Desde el punto de vista de la universidad, por ejemplo, la investigación contribuye
al desarrollo del país en múltiples formas, algunas de las cuales pueden ser
coincidentes con lo que puede hacer una empresa o un organismo público y otras
no. Pero, así como la Universidad no puede sustituir las tareas propias de una
empresa, tampoco puede olvidar su aporte más original que es el aporte a la
generación de nuevos conocimientos cuya utilidad, medida en términos de
rentabilidad de mercado, no siempre se puede medir con justeza. En este sentido,
la articulación entre docencia - investigación y desarrollo productivo debe seguir
siendo una preocupación central a calificar en cada caso.13
3) Es necesario, en tercer lugar, ampliar nuestras perspectivas más allá de la
pura transferencia de conocimientos, habilidades y destrezas científico - técnicas
del ámbito productivo al universitario o viceversa. El cambio tecnológico acelerado
es algo no sólo suscitado por la actividad económica sino también algo sufrido por
ella hasta tal punto que la mayoría de los actores económicos y políticos se
proyectan a futuro no tanto para defender un proyecto sino más bien para evitar
ser excluidos de un juego que no tiene rostros. Esto sacraliza la urgencia, la
vuelve un eje central de las políticas cuando, en realidad, es la falta de perspectiva
la que tiende a hacernos esclavos de la urgencia.
Las universidades pueden verse arrastradas en este torbellino. De hecho
hoy, no son las Universidades los centros generadores de pensamiento que fueron
en el pasado. Sin embargo, ello no quiere decir que no lo deban ser. Las nuevas
relaciones con el mundo económico, tanto privado como público obligan a explorar
y reflexionar más a fondo la articulación entre las necesidades provenientes del
desempeño productivo, en el sentido amplio del término, y las que provienen del
desempeño universitario. Ello, sin lugar a dudas plantea una pregunta más de
fondo: ¿quieren nuestras Universidades ser centros generadores de pensamiento?
Y si lo queremos ¿cómo controlar los lazos de dependencia económica y política
que, por lo demás, no son de ahora? ¿cómo controlar la demanda de expertos y
de técnicos que el país a todas luces necesita sin que ella hipoteque a mediano y
largo plazo la idea de Universidad?
Responsabilidad Social de la Universidad y Animación Universitaria.
La universidad no puede existir y no existe sin estudiantes. Si ella está al
servicio de toda la sociedad, lo está particularmente al servicio de los y las jóvenes
13
En torno a la relación entre educación, mercado y ciudadanía ver las hipótesis desarrolladas por
JUAN CARLOS TEDESCO, en El nuevo pacto educativo: competitividad y ciudadanía en la
sociedad moderna, Madrid, Alauda-Anaya, 1995
Proyecto Universidad: Construye País
24
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
que la constituyen. Es a su formación, al encuentro de sus aspiraciones profundas
que la Universidad debe todas sus fuerzas. Ciertamente que son entendibles las
inquietudes de los jóvenes ante una sociedad cuyo discurso no es muy
prometedor. No es tampoco de extrañarse que los jóvenes tengan la tentación de
responder con una actitud de pasividad y de dimisión o bien de aceptación
demasiado rápida del juego de la competencia que se les propone. Nos es
necesario encontrar juntos una salida a una situación de la que los jóvenes no han
sido responsables.
La Universidad es un acontecimiento socialmente instituido y socialmente
instituyente. En cuanto socialmente instituida la Universidad es hija de su tiempo,
del tipo de relaciones sociales heredadas, de la historia y de los conflictos del país,
del tipo de desarrollo que se privilegia, etc. En cuanto instituyente la universidad
ha sido y continúa siendo el espacio en que se teje un “ethos” particular, una “alma
mater” un “ser universitario” fuente de identidad social posible. En su seno se tejen
relaciones de solidaridad entre quienes dan a la universidad su consistencia:
estudiantes, académicos (docentes e investigadores), administrativos, ex-alumnos.
En la Universidad los estudiantes van definiendo un modo de aproximación
intelectual y práctico a la realidad facilitadas por un espacio de intercambio y de
discusión donde se aprenden y experimentan las solidaridades que influirán en las
opciones, preferencias y acciones futuras.
En una sociedad en que las fuentes tradicionales de construcción de
identidad tienden a desaparecer y en que las nuevas fuentes se caracterizan,
precisamente, por la ausencia de puntos perdurables de referencia, la universidad
ya no puede ser la correa de transmisión de paquetes elaborados sino un ámbito
de adquisición de capacidades y de creatividad que permita construir
conocimientos propios. En la Universidad aprendemos a aprender en el marco de
una experiencia de vida marcada por el desarrollo de valores y actitudes
ciudadanas.
Esto implica, a mi modo de ver, superar la disociación entre los
requerimientos del orden estrictamente académico y los de la animación
estudiantil. En realidad esta disociación tiene mucho que ver con la separación de
que hemos hablado hasta ahora. Sin embargo, lo interesante es que, como he
señalado más arriba, hoy día somos más conscientes de que los requerimientos
profesionales y los requerimientos ciudadanos se articulan: la solidaridad, el
trabajo en equipo, el cumplimiento de la palabra dada, la creatividad, el manejo de
los códigos corporales y expresivos, etc. son indispensables para la vida social en
general. En esta articulación hay una semilla de esperanza para un universitario
socialmente responsable.
Concluyendo
He buscado responder a la pregunta que se me ha encomendado. La
Universidad no es una torre de marfil sino una comunidad en interacción con su
país que situada en la sociedad civil mantiene viejos y nuevos vínculos tanto con
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
la sociedad política y como con el mundo de la producción. Ningún punto de vista
es neutro o prescinde de los valores. En el caso de una Universidad socialmente
responsable el punto de vista por preferencia y por opción es el de la justicia. Esto
conlleva un desplazamiento significativo de los valores elegidos. Al adoptar la
perspectiva de las víctimas de la injusticia nuestros docentes buscan la verdad y
comparten esa búsqueda, en libertad, con sus estudiantes. Una pregunta que no
tiene nada de fácil y que ciertamente posee sus riesgos es: cuándo investigamos y
enseñamos ¿dónde y con quién está nuestro corazón?
He intentado mostrar los principales desafíos a que nos enfrentamos como
universitarios en el horizonte de una crisis de civilización provocada por la escisión
entre el orden de la necesidad (ciencia, técnica, economía) y el orden de la
libertad (lo social y lo político). Con ello no pretendo agotar el tema. La vida
universitaria vive hoy otras tensiones relevantes sin lugar a dudas. Solamente he
querido subrayar las que provienen del deseo de hacer realidad la responsabilidad
social de nuestras instituciones universitarias.
Es en el marco de estas tensiones que la Universidad debe preservar,
favorecer y hacer posible una cultura reflexiva, una cultura del debate razonado
por oposición a la defensa de trincheras prejuzgadas, en definitiva un espacio
personal y social de discernimiento racional en el campo de las opciones y
compromisos que conviene asumir para construir juntos un país más justo y, en
definitiva, más humano. Pero, para ello, la Universidad debe redefinirse, en el
horizonte de una modernidad autorreflexiva, para conectar con su tarea histórica
orientada ahora a los nuevos escenarios en los que está inserta.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
COMENTARIOS
Nelson Rivera14
Antes de referirme a la ponencia de Don Francisco López, me gustaría
contextualizar brevemente el tema en dos sentidos. El primero en su significado
etimológico y en un segundo momento el significado que la psicología le ha
atribuido.
La palabra responsabilidad es de origen castellano y fue acuñada en el
siglo XIX, esta hace referencia básicamente a la capacidad de comprometerse.
Más tarde y por extensión M. Blondel señala que “el sentido psicológico y moral de
la palabra es anterior al sentido social, civil o penal. La responsabilidad es la
solidaridad de la persona humana con sus actos, condición previa a toda
obligación real o jurídica”.
Respecto al segundo punto de mi contextualización, en psicología, la
responsabilidad social comienza a investigarse a través del fuerte influjo que
recibe con las investigaciones de Piaget. En la segunda mitad de 1950, Harris,
construye un instrumento para medir la responsabilidad social en los niños y
define a la responsabilidad social como: “Un compuesto de actitudes que reflejan
confianza, responsabilidad, lealtad, haciendo un efectivo trabajo”. Él argumenta
que la responsabilidad social “es un elemento básico en un individuo de
personalidad ayudadora”. Une la medición de la responsabilidad social
empíricamente con las conductas prosociales.
Más tarde, los estudios piagetanos son enriquecidos con los aportes de
Selman respecto de la toma de perspectiva social y de Kohlberg sobre el
desarrollo de moral. Estas investigaciones han generado innumerables estudios
hasta nuestros días. Luego, en la década de los ochenta muchos estudios se
orientaron en descifrar la conducta “Altruista”. Sin embargo, en la década recién
pasada los acontecimientos sociales ocurridos en el mundo y en Estados Unidos
han vuelto ha generar nuevos estudios en psicología de la educación y psicología
social, poniendo a la responsabilidad social como centro de sus investigaciones.
Sheldon Berman uno de los actuales investigadores en el tema, define a la
responsabilidad social como “la inversión personal en el bienestar de otros y del
planeta”.
De todas estas investigaciones se pueden distinguir cuatro factores
importantes en el desarrollo de la responsabilidad social. Y quisiera que los
conociéramos para tenerlos vincularlos con nuestro tema.
a) La Ética: La universidad socialmente responsable adhiere a una ética y un
código de comportamiento que la distingue en su actuar en bien de la comunidad
14
Sacerdote de la Congregación de los Sagrados Corazón en Valparaíso y Viña del Mar.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
universitaria y en bien de la nación. Esto sucede, a mi juicio, invitando a los
jóvenes a una abierta discusión, al cambio, al disenso y a la comprensión.
b) La empatía: La universidad socialmente responsable desarrolla una actitud
empática, es decir: la universidad es capaz de acoger las demandas de la nación.
desarrollando un diálogo con la sociedad, reconociendo las necesidades
culturales, profesionales y científicas de su país.
c) La ciudadanía: La universidad socialmente responsable debe ser generadora
de ciudadanos responsables. Sinesio López (1990), describe al ciudadano como
una persona que se caracteriza por tener derechos y responsabilidades en su
relación con el estado y la comunidad política. En este sentido me parece que la
universidad debe abrir sus puertas a un permanente debate de la ciudadanía en
torno a los derechos y deberes. (La ciudadanía desarrolla necesariamente
pertenencia y corresponsabilidad; preservación de la identidad nacional y cuidado
del medio ambiente).
d) El servicio a la comunidad o el voluntariado: La universidad socialmente
responsable estimula el voluntariado o el servicio a la comunidad: los jóvenes
necesitan ser parte activa en las soluciones más que observadores pasivos. La
reflexión que ellos desarrollan necesita ser trasladada a acciones hacia otros
mediante el servicio a la comunidad. El aprendizaje en el servicio ayuda a los
estudiantes a hacer la conexión entre lo que están estudiando en clases y el
mundo real. El compromiso que los estudiantes hacen es muy importante para la
comunidad en términos de logros políticos y sociales que puedan resultar.
Es muy importante entender que la relación entre estos factores debe ser
holística para poder generar una actitud socialmente responsable. Cabe señalar
que es posible otros factores pero que no resultan determinantes en los años de la
universidad: por ejemplo la familia y el colegio.
Comentarios que surgen a partir de la charla de Don Francisco López:
Cuando se refiere al tema de la universidad y la justicia don Francisco
López termina señalando. “No es este un camino fácil; exige discernimiento. Pero,
no por ello la universidad puede abdicar de su misión de formar ciudadanos
responsables; educar en las destrezas y competencias técnicas y en una actitud
ética que permita a sus miembros el ejercicio de una ciudadanía plena: hombres y
mujeres para y con los demás, personas completas, profesionalmente
competentes, dignas y solidarias”. Me parece que en estas palabras están
expresados de alguna forma los factores que acabo de señalar. Estoy muy de
acuerdo con lo expuesto por él y solo quiero agregar unos pocos comentarios a
modo de complemento de su ponencia.
Sobre la Reforma Educacional: Creo que este es un tema base para abordar
con amplitud el tema de la responsabilidad social universitaria. Hago dos
comentarios:
Proyecto Universidad: Construye País
28
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
-
-
-
La educación en Chile, entiéndase desde el Parvulario hasta la Educación
Media está en un proceso de reforma, lento pero a mi juicio avanza. Esta
reforma no puede ser soslayada por la universidad. Si los paradigmas para
entender y relacionarse con el “ nuevo mundo que emerge” ya no son los
tradicionales debemos asumir el necesario cambio de la universidad. En esta
perspectiva los cuatro factores que acabo de señalar pueden ser, a mi juicio,
muy importantes al momento de abordar la responsabilidad social de la
universidad.
Los grandes principios orientadores de la reforma educacional chilena son la
calidad y la equidad. Es socialmente responsable la universidad al ofrecer un
sinnúmero de carreras que en el futuro no harán más que generar
profesionales pasivos o cesantes. Es decir, profesionales angustiados y
frustrados. Para mí esto encierra un cuestionamiento base ante la
multiplicidad de universidades y el aumento de una oferta absolutamente
desmedida en algunas carreras.
Creo que todos buscamos y queremos una universidad comprometida con el
presente de sus estudiantes y también con el futuro de ellos y, si no es
mucho decirlo con el del país.
Señaló don Francisco López: “La universidad en su lugar privilegiado de
integración del saber sistematizado tiene la posibilidad de interpretar el mundo y
dar razón de él.” Por este mismo lugar de privilegio, tiene el potencial de redefinir
las relaciones de la sociedad. Nuestro país que ha estado dolorosamente dividido
en estos años, por izquierdas y derechas, por ricos y pobres, puede encontrar en
la universidad un gran espacio de formación y toma de conciencia del bien común.
La universidad no puede estar al margen de los acontecimientos del país. Se
deben generar amplios debates en vista del futuro. Los debates multidisciplinarios
pueden ser una alternativa válida para enfrentar esto como un desafío.
Como consecuencia de lo dicho la universidad como promotora del espíritu
humano debe encarnar los anhelos de este y facilitar su desarrollo. La experiencia
realizada por un número importante de profesionales jóvenes en el Programa de
Servicio País ha sido absolutamente decisiva en la vida de muchos jóvenes. Esto
tiene una particular relevancia con el grado de madurez con que ingresan los
jóvenes a la universidad.
El tema del voluntariado abre otro desafío para la universidad si se quiere
asumir responsablemente el mundo actual. Pienso que no se trata de alterar y
cambiar el sentido de la formación profesional que tradicionalmente se ha
realizado sino que se trata de reorientar las prácticas profesionales. El tema del
voluntariado en tiempos de los estudios da una mirada más sólida del mundo y de
la vida propia ayuda a desarrollar con mayor claridad valores y convicciones por
un mundo más justo. Con temor y temblor, digo repensar mallas académicas y
prácticas profesionales.
Proyecto Universidad: Construye País
29
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Por último, creo que el tema de fondo que plantea la responsabilidad social
tiene relación con el tipo de hombre que la sociedad necesita para desarrollarse
humanamente, se trata en síntesis de una búsqueda sobre nuestra propia
realización humana. La universidad y el mundo viven sumidos en un tiempo de
nuevas definiciones. En esta nueva época el desarrollo del pensamiento, el
discernimiento, la ciencia como un espacio ético de investigación, debería darnos
luces en la construcción de un mundo bueno para todos.
Finalmente un tema que hecho de menos en la ponencia de don Francisco
López es la falta de referencia explícita al tema ecológico. Creo que hoy la
universidad desde la perspectiva de la responsabilidad social también tiene aquí
algo importante que decir.
Este es un tema de justicia que creo todos debemos abordar. Me parece
fundamental que hoy en la universidad se esté debatiendo un tema como este, tan
oportuno y pertinente para nuestro país. Agradezco la invitación.
Alejandro San Francisco15
Creo, como historiador, que una primera cosa importante para entrar en
este tema es revisar lo que se dice en la fundación de la Universidad de Chile, la
Universidad Católica o la Universidad de Concepción, por ejemplo. Nos podemos
encontrar con sorpresas muy gratas.
Andrés Bello -rector de la Universidad de Chile- hablaba, ya en su primer
discurso, de la influencia de la moral y la política en las ciencias, y del fomento de
la instrucción religiosa y moral del pueblo como un deber que cada miembro de la
universidad se impone por el hecho de ser recibido en su seno. Luego decía:
“Todas las verdades se tocan, desde las que formulan el rumbo de los mundos,
desde las que determinan las agencias maravillosas de que dependen el
movimiento y la vida, hasta las que determinan las condiciones precisas para el
desenvolvimiento de los gérmenes industriales, hasta las que dirigen y fecundan
las artes.” De esta forma, Andrés Bello no le asignaba a la universidad un papel
autorreferente, de “torre de marfil” como aquí se decía, sino que planteaba una
universidad con sentido público.
Lo mismo hacía Joaquín Larraín Gandarillas en 1889, cuando se fundó la
Universidad Católica, declarándola “una obra destinada a producir grandes
beneficios en nuestro país y que aprovechará juntamente a la Iglesia y al Estado”
y “en la universidad será la juventud que, por su ilustración y condiciones sociales,
está llamada a influir de un modo más directo en los destinos de la patria”. Por
último, la misma idea de servicio social es destacada por el rector Enrique Molina
en la fundación de la Universidad de Concepción. Y el Diario El Sur,
editorializando dicha fundación, sostenía que: “la universidad tendrá programas
15
Licenciado en Historia. Director General Estudiantil, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Proyecto Universidad: Construye País
30
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
propios que respondan a las necesidades de la zona a que van a servir, será un
centro de investigación y de popularización científica.”
¿Por qué creí yo que era tan necesario partir con referencias
fundacionales? Porque es muy curioso que muchas veces tengamos que volver a
hacer pedagogía sobre un punto que debiera estar muy claro. En ese sentido-, yo
felicito la ponencia del profesor López por que ha dado, a mi juicio, en el clavo en
muchas cosas, de las que yo voy a destacar dos fundamentalmente.
La responsabilidad social es una cuestión intrínsecamente universitaria, es
decir que no es un añadido que se pueda usar o no en algún minuto, y debe tener
un orden. En el caso de la universidad, el orden de los factores de la
responsabilidad social sí altera el producto. Me explico: lo primero que debe hacer
una universidad con responsabilidad social es lo que dice el profesor López. “La
universidad es socialmente responsable siendo aquello que ha llegado a hacer en
su ya centenaria historia: un lugar privilegiado, aunque no exclusivo, de creación y
divulgación del saber sistematizado...”. O sea, lo primero es que la universidad
haga bien su tarea propia. No sería una universidad responsable la que hace mal
su tarea propia, pero va a colaborar si hay una inundación o si hay problemas
sociales. Yo creo que esa es una distorsión, uno de los mayores peligros que
puede tener una universidad. Sin embargo, continúa: “hacer la tarea propia no
excluye tener responsabilidad social en los planes y programas, en la docencia e
investigación”. Y además se pregunta cómo incorporar eso al trabajo propiamente
universitario. No depender de un “Servicio País”, sino que hubiera un servicio
universitario como parte de las prácticas profesionales.
La universidad tiene, entonces, una responsabilidad propia -cultivar el saber
al más alto nivel- y además tiene una responsabilidad social, que no va en
paralelo, sino que va intrínsecamente unida a ese cultivo del saber. A mí me
parece que ahí hay dos ideas fundamentales que hay que destacar.
Entre los temas difíciles de tratar está el de la responsabilidad social de la
universidad, porque una sociedad como la chilena tiene muchas urgencias
sociales, muchos problemas sociales. Entonces, una universidad, varias
universidades, un conjunto de universidades, un proyecto como Universidad
Construye País en el que participan varias de ellas, puede hacer muchas cosas.
Pero junto con hacer muchas cosas va a estar siempre en deuda. Dicho de otra
manera: todo lo que hagamos es poco. Esto no es para desanimarse, sino para
subrayar que tenemos que seguir sumando iniciativas al sistema, tenemos que
seguir haciendo mucho más, tenemos que educar.
A mí me gustaría hacer una pregunta a todos nuestros profesores: ¿cuáles
son los tramos de ingreso en que cortan los dos quintiles más pobres de la
población?. Yo estoy seguro de que nos llevaríamos una sorpresa muy grande en
la respuesta. No es sólo por tener un conocimiento matemático, sino por conocer
qué condiciones de vida tienen esas personas: cómo viven en la casa, cuál es la
constitución física del hogar, cuántas personas duermen por pieza, etc.; qué
Proyecto Universidad: Construye País
31
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
esperanzas de oportunidades educacionales tiene, qué posibilidades de recibir
una educación de calidad, con reforma o sin reforma. Yo estoy seguro que en las
universidades -en cualquiera de ellas- daríamos pena con nuestras respuestas.
Esto se produce por una cuestión que es una riqueza y una pobreza a la
vez, y es que la universidad constituye un lugar privilegiado, una elite. En la
universidad vivimos como en un mundo aparte, distinto, ciertamente con muchos
problemas, pero privilegiados dentro de la sociedad. A mí me parece por ello que
es preciso rescatar lo que dice la cita de Edgar Morin en el sentido de recuperar y
llevar a la vida la misión de los intelectuales.
Dos cosas para terminar: ¿por qué creo yo que la universidad es un lugar
privilegiado en el trabajo por derrotar la pobreza, por propiciar condiciones de vida
más dignas para las personas, por rescatar el valor de la vida en la sociedad?
Porque todos estos problemas necesariamente han de ser atacados con el
corazón y con la cabeza. No basta poner puro entusiasmo, puro corazón, porque
eso va a resultar necesariamente mal. Y no basta tampoco poner pura cabeza y
datos técnicos. Me parece que en ningún lugar de la sociedad se conjugan tan
bien estos dos aspectos como en la universidad: el cultivo científico -de la cabezaal más alto nivel, junto al espíritu propio de los jóvenes, de esos jóvenes que
necesitan sentirse partícipes de la sociedad y necesitan trabajar por el bien de los
demás. Yo creo que por corazón y por cabeza la universidad es un lugar
especialmente llamado a servir a la sociedad.
La segunda –y última- consideración es, probablemente, la única
discrepancia que tengo con el texto del profesor López. Pero no es una
discrepancia de fondo, sino del orden de los factores. Se refiere a una de las
conclusiones en que el profesor dice: “ningún punto de vista es neutro o prescinde
de los valores”. Por cierto que así es. Luego agrega: “en el caso de una
universidad socialmente responsable el punto de vista por preferencia y por opción
es el de la justicia”. Yo ahí tengo una reserva, que no es mía sino que es de la
doctrina social de la iglesia. En las conclusiones de la última carta apostólica de
Juan Pablo II –que me parece un texto fundamental y que recomiendo- el Papa
dice: “hoy hay que apostar por la caridad”. No es que la justicia no tenga
importancia: es que la caridad tiene la primacía dentro de las virtudes. Más
adelante agrega: “en efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que
interpelan la sensibilidad cristiana. Nuestro mundo empieza el nuevo milenio
cargado de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnológico
que ofrece a pocos afortunados grandes posibilidades, dejando a millones y
millones de personas no sólo al margen del progreso, sino de vivir en condiciones
de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana”. Y más
adelante aún sostiene: “el respeto a la vida de cada ser humano, las nuevas
potencialidades de la ciencia entre otros problemas, exigen un compromiso grande
de todos”. ¿Qué hacer para darle a todo esto un sentido? se pregunta,
especialmente a propósito de los laicos. Y la respuesta es: “apostar por la caridad,
dar un orden a la caridad.”
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
La caridad es una expresión tradicionalmente cristiana, pero que puede
tener valor para otras personas. La verdad es que puede hacerse por amor a Dios
o por amor al hombre, pero yo encuentro que no puede hacerse sin sentido. No
puede ser hecha una labor de responsabilidad social sólo para que cuadren los
balances a fin de año, es decir, por una pura cuestión matemática o técnica. Tiene
que haber un sentido y una voluntad, llamémosle caridad, solidaridad, o servicio al
bien común.
Digo que ésta no es una discrepancia de fondo, porque, si se sigue la cita
del profesor López, se convendrá que, al adoptar la perspectiva de las víctimas de
la injusticia, nuestros docentes buscan la verdad y comparten esa búsqueda en
libertad con sus estudiantes. Una pregunta que no tiene nada de fácil, y que
ciertamente posee sus riesgos, es: ¿dónde y con quién está nuestro corazón
cuando investigamos y enseñamos?. La respuesta está ahí, en el orden de la
caridad. Donde pongamos el corazón, donde tengamos la caridad, ahí estaremos
poniendo la resolución de los problemas. Es una reserva muy menor pero que me
parecía interesante ponerla en la mesa para terminar.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CAPÍTULO 2
EL MEDIO AMBIENTE NOS URGE
Moderador
José Santiago Arellano
Director General de Extensión. Pontificia Universidad Católica de Chile
Ponencia
Hacia una Agenda del Desarrollo Sustentable en Chile
Jorge Osorio Vargas
Cristián Moscoso
Comentarios
Nicolo Gligo
Pablo Sándor
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
HACIA UNA AGENDA DEL DESARROLLO SUSTENTABLE EN
CHILE
Jorge Osorio Vargas16
Cristián Moscoso Guasta17
Presentación
Esta ponencia abordará las relaciones entre desarrollo y medio ambiente en
nuestro país, en la perspectiva de establecer algunas necesidades y déficits en
materia ambiental y analizando los desafíos que ello plantea para el mundo
universitario.
El eje de nuestra presentación será el concepto de sostenibilidad integral
entendida como piedra angular de un desarrollo verdaderamente sostenible,
basado en la integración efectiva y dinámica de los componentes ambientales,
económicos, sociales y ciudadanos. Establecer una relación virtuosa entre
desarrollo y medio ambiente requiere abordar el desafío de la sostenibilidad de
manera integral, y no en forma parcial, restrictiva y compartimentalizada. Hay
quienes plantean incluso que la sostenibilidad está enmarcada por una envolvente
ética expresada como nuevos valores compatibles con los cambios que ésta
exige.
La visión predominante del desarrollo sostenible sólo reconoce los tres
primeros componentes señalados (ambientales, económicos y sociales). Sin
embargo, desde nuestro punto de vista, resulta fundamental incorporar la
dimensión ciudadana y política de la sostenibilidad, o lo que podríamos llamar la
“sostenibilidad ciudadana y democrática” basada en una participación social
sustantiva, donde el rol de la sociedad civil entendida en un sentido amplio puede
ser clave y decisivo. Ello nos remite indefectiblemente al vínculo relativamente
oculto u olvidado entre democracia, medio ambiente y desarrollo sostenible.
Pensamos que la sostenibilidad integral así entendida constituye la viga
maestra del desarrollo sostenible y desde esta perspectiva enfocaremos los
desafíos ambientales de nuestro país. En tal sentido, más que enumerar
problemas ambientales específicos, plantearemos lo que a nuestro juicio
constituyen algunas tensiones clave para avanzar hacia una sostenibilidad integral
como sociedad, en el contexto de un mundo crecientemente globalizado del que
Chile quiere y necesita ser parte activa.
Ello se expresará en la identificación de algunos elementos para conformar
una agenda país de sostenibilidad integral, enmarcada en las agendas globales
que se han ido configurando en materia de medio ambiente y desarrollo
16
17
Secretario Ejecutivo del Fondo de las Américas - Chile.
Director de Desarrollo Institucional del Fondo de las Américas -Chile.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
sostenible, fuertemente potenciadas por la próxima realización de la Cumbre
Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, a realizarse en Sudáfrica el año 2002.
En el reciente Mensaje del 21 de Mayo, el Presidente Ricardo Lagos
expresó que “en un mundo organizado en torno a grandes acuerdos regionales,
nuestra ubicación natural es América Latina. Nos unen una historia, un territorio,
una lengua, una cultura común. Seguiremos, en consecuencia, fortaleciendo
nuestra asociación con el MERCOSUR y los demás países de la región”. En tal
sentido, nuestro país debe contribuir a la articulación de una estrategia
latinoamericana de desarrollo sostenible, con el fin de sintetizar una visión y un
pensamiento propios con base en las realidades políticas, económicas y sociales
de la Región.
Cabe señalar además que nuestro país ha ido asumiendo un conjunto
significativo de compromisos internacionales al suscribir las principales
convenciones ambientales, compromisos que han adquirido rango de ley.
Asimismo, la inserción internacional de la economía chilena se enfrenta de manera
creciente a mayores exigencias ambientales. Además, la asociación comercial con
determinados países y regiones ha obligado a integrar los aspectos ambientales a
las negociaciones y acuerdos suscritos, tal como ha acontecido con el tratado de
libre comercio con Canadá, la asociación con APEC y el acuerdo marco con la
Unión Europea.
Por otro lado y tal como lo señaló el Informe País sobre el Estado del Medio
Ambiente (CONAMA – Universidad de Chile, 1999), el intenso proceso de
crecimiento y transformación socioeconómica de nuestro país en la década de los
90, del que se derivaron importantes beneficios para la población, al mismo tiempo
provocó grandes presiones sobre “la calidad de vida y salud de numerosos
sectores sociales, así como sobre los recursos naturales, el medio ambiente
natural y construido y los ecosistemas del país”.
Ello se ha traducido en “mayores niveles de contaminación, congestión y
riesgos ecosistémicos que afectan la calidad de vida y la salud, determinan
paralizaciones y limitaciones de actividades productivas y restricciones a la
movilidad, así como conflictos sociales y políticos, e incluso catástrofes sociales
derivadas de fenómenos naturales”, con los consiguientes costos adicionales,
tanto privados como públicos.
En este contexto, se ha producido un cambio sustancial en la percepción y
gestión pública de la problemática ambiental, a través de la creación y el
fortalecimiento de movimientos e instituciones en la sociedad civil, el cambio de
actitud y comportamiento de algunos sectores empresariales en la materia y el
desarrollo de las políticas e institucionalidad ambiental a nivel nacional, regional y
local.
Sin embargo, los desafíos pendientes siguen siendo considerables,
especialmente desde la perspectiva de una sostenibilidad integral. Reconociendo
Proyecto Universidad: Construye País
36
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
los importantes avances en la materia y tal como lo señala el Informe País citado
anteriormente, “los principios de protección ambiental y de desarrollo sostenible
siguen siendo visualizados por gran parte de los sectores productivos, y por
personeros clave del área económica del gobierno central, como una imposición
externa que frena el desarrollo. Esta situación, en la práctica de la economía
política nacional, se traduce en que los temas de la sostenibilidad (ambiental)
ocupen todavía un papel relativamente secundario. El concepto de desarrollo
sostenible tiende a ser considerado como propio de los sectores ambientalistas y
de la gestión ambiental, sin repercusiones en la institucionalidad económica y
financiera”.
Más aún, debemos señalar que la política ambiental no ha logrado
integrarse en las políticas sectoriales y las prácticas económicas, salvo contadas
excepciones, a la vez que se sigue observando una distancia apreciable con las
políticas sociales y públicas en general, constituyendo todavía una política de
segundo orden. En este sentido, no obstante que la institucionalidad ambiental
coordinada por CONAMA posee un órgano político directivo de primer nivel
integrado por los principales ministros sectoriales, con un equivalente a nivel
regional, no se ha producido hasta ahora un debate profundo y sistemático que
permita el surgimiento de políticas públicas articuladas por el paradigma de
sostenibilidad integral.
Ello fue reconocido por el Ex - Director Ejecutivo de CONAMA, Sr. Rodrigo
Egaña, en la Reunión Consultiva Regional sobre Desarrollo Sostenible en América
Latina y el Caribe, celebrada en la Sede de la CEPAL entre el 19 y 21 de Enero de
2000, al señalar que la década de los 90 terminó con una tarea pendiente
significativa referida al “como se pueden integrar realmente las estrategias de
desarrollo económico, superación de la pobreza y sostenibilidad ambiental”.
Pensamos que un tema clave en este sentido corresponde a la relación que se
establezca entre las políticas económicas y ambientales, donde se requiere
establecer un equilibrio y complementariedad de ambas que impida la
subordinación de éstas últimas como ha tendido a ocurrir.
Asimismo, la propia institucionalidad ambiental generada por la Ley
Nº19.300 ha sido pródiga en generar espacios de participación ciudadana que
aunque limitados y mayormente de carácter consultivo, constituyen un caso
modélico y ejemplar de formalización participativa en un Estado tan refractario a la
ciudadanización como el chileno. Sin embargo, dichos espacios han sido
subutilizados y desaprovechados como escenarios privilegiados de debate público
en materia de sostenibilidad integral y cooperación público-privada, viéndose
muchas veces atrapados por la lógica del conflicto puntual (por ejemplo, en el
caso del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental).
La creación del Consejo Nacional de Desarrollo Sostenible y su auspicioso
comienzo, junto al reconocimiento otorgado por el Presidente de la República al
asistir a una de sus primeras jornadas de trabajo, abre una posibilidad interesante
para iniciar un debate como el señalado previamente.
Proyecto Universidad: Construye País
37
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
En suma, el desafío que queremos plantear es que para avanzar
efectivamente hacia una sostenibilidad integral de nuestro desarrollo como nación,
se requiere construir un gran pacto social y político de largo aliento basado en la
participación de los diferentes actores públicos y privados, que reconozca las
responsabilidades compartidas y específicas, a través de la definición de los
compromisos y roles diferenciados de cada uno de los actores involucrados.
Esto implica que la sostenibilidad integral sea asumida como una cuestión
de Estado, es decir, como un desafío país en base a una visión de largo plazo que
garantice el logro de objetivos estratégicos y metas intermedias donde todos
puedan beneficiarse, aunque no necesariamente en la misma medida. Para ello se
requiere de un amplio debate político y acuerdo social que implique al conjunto de
la sociedad chilena.
Esta búsqueda de una sostenibilidad integral para Chile constituye un
imperativo ético para asegurar un mejoramiento del bienestar de las generaciones
presentes y futuras. También representa un imperativo de eficiencia sistémica
para avanzar hacia niveles superiores de desarrollo. Pensamos que la reciente
crisis económica que de algún modo nos mostró las fragilidades de nuestro estilo
de desarrollo, permitiéndonos abandonar el exitismo del “modelo chileno”, implica
una oportunidad propicia para generar un nuevo consenso ético, social, político y
económico en torno a la sostenibilidad integral que podemos y queremos alcanzar
como nación.
Un elemento clave para lograrlo se refiere a la generación de los
conocimientos y herramientas necesarias que permitan hacer las cosas bien,
poder medir los avances que se vayan produciendo, enfrentar los nuevos desafíos
que surjan en el proceso e introducir las correcciones necesarias en un contexto
de incertidumbre y cambios acelerados a nivel nacional e internacional. Para ello,
el papel de las universidades resulta fundamental como soportes de investigación,
formación y extensión para la sostenibilidad, a través de un esfuerzo asociativo
basado en la cooperación y la complementariedad de esfuerzos. Este es un
desafío que involucra al conjunto del sistema universitario y a la institucionalidad
científico-tecnológica de nuestro país, para lo cual deben abrirse los espacios de
reflexión y cooperación en los organismos involucrados (Ministerio de Educación,
CONYCIT y Consejo de Rectores, entre otros).
La Universidad debe aportar una mirada crítica y propositiva necesaria para
identificar los caminos de la sostenibilidad integral para Chile, tanto a nivel
internacional como nacional y regional. En este sentido y como botón de muestra,
quisiéramos destacar la experiencia del Centro Nacional de Medio Ambiente y el
Centro de Análisis de Políticas Públicas de la Universidad de Chile en la
elaboración del Informe País ya comentado, que permitió efectuar por primera vez
un balance realista y riguroso sobre el estado del medio ambiente en nuestro país.
Ello debe continuar a nivel regional, donde destaca el esfuerzo de numerosas
universidades regionales que han ido generando espacios de investigación y
Proyecto Universidad: Construye País
38
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
extensión en la materia. Sin embargo, estas valiosas iniciativas todavía presentan
un carácter aislado y no responden a una estrategia articulada que involucre al
conjunto del sistema universitario.
Estamos convencidos de que Chile posee el capital social e intelectual,
junto a la madurez política necesaria para abordar un desafío de esta
envergadura. Sólo depende de nosotros la concreción de esta gran tarea.
Sostenibilidad Integral y Desarrollo Sostenible
La Sostenibilidad Integral
Asumiendo el enfoque de la sostenibilidad integral que incorpora la
dimensión ambiental, económica, social y ciudadana, donde se conjugan los
diferentes tipos de capital (físico, natural, humano y social), queremos proponer la
siguiente definición de trabajo:
Entendemos la sostenibilidad integral como un proceso de equilibrio
dinámico entre las diferentes formas de capital basado en la relación que existe
entre los sistemas dinámicos de la economía, la sociedad, la política y la vida
humana en general, y los sistemas ecológicos, asimismo dinámicos pero que
normalmente cambian a un ritmo más lento, en la que: a) la vida humana puede
continuar indefinidamente; b) los individuos humanos y la sociedad pueden
participar y prosperar; c) las culturas humanas pueden desarrollarse; pero en la
que d) los efectos de la actividad humana (económica) se mantienen dentro de
unos límites, de forma que no se destruya la diversidad, la complejidad y el
funcionamiento del sistema ecológico que sirve de sostenimiento a la vida, así
como el capital social que asegura la gobernabilidad democrática.
Pensamos que junto a los límites ecológicos evidentes que no pueden ni
deben ser superados en términos de la preservación y posibles incrementos del
capital natural, un tema central para la sostenibilidad integral que proponemos es
su interrelación con el capital social.
Resulta evidente que la economía humana existe dentro del medio
ambiente natural que establece las condiciones esenciales para el funcionamiento
y despliegue de la misma. Una economía que sistemáticamente destruye aspectos
claves de la ecología natural - es decir, su capital ambiental o natural, incluyendo
aire, agua, suelo abundante y limpio, la diversidad biológica y la integridad
ecológica -, tarde o temprano ahogará su propio crecimiento.
A nivel global, una serie de pensadores de primera línea, han formulado y
demostrado la tesis de que el mundo está en sus límites, o más exactamente, que
no puede mantenerse el actual crecimiento de la economía global basado en el
consumo incontrolado de recursos. Ella queda magistralmente expresada en la
pregunta que Gandhi se hiciera de manera anticipatoria hace más de 50 años:
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
“Alcanzar su prosperidad ha llevado a Gran Bretaña a consumir la mitad de los
recursos del planeta. ¿Cuántos planetas necesitaría un país como la India?”.
La subvaloración de los servicios que presta el capital natural, así como la
falta de registro y medición sobre la degradación de los activos de la naturaleza,
puede implicar que a pesar de que estemos creciendo económicamente, según las
estadísticas convencionales reflejadas en el clásico indicador del Producto Interno
o Geográfico Bruto (PIB), en la práctica nos estamos empobreciendo mirado
desde el punto de vista de la sostenibilidad integral. Ello sin considerar lo afirmado
por el destacado pensador y economista latinoamericano Raúl Prebisch, cuando
decía que "no sólo de PIB vive el hombre" (y según el enfoque de género, habría
que agregar, la mujer).
En el caso de nuestro país y reconociendo nuestra condición de país en
vías de desarrollo que requiere del crecimiento económico para asegurar el
bienestar de las generaciones presentes, las preguntas centrales que debemos
hacernos son: ¿Cuáles serán nuestros propios límites? y ¿Cómo valoraremos el
bienestar de las generaciones futuras?. Ello exige conocer y medir la denominada
“huella ecológica” de nuestro crecimiento económico, procurando minimizarla a
través de la complementariedad de las políticas ambientales, económicas y
sociales. Al respecto, existen evidencias importantes de que nuestro patrón de
crecimiento económico, fuertemente arraigado en la explotación intensiva de
recursos naturales, ha tenido como consecuencia una degradación importante del
valioso capital natural que poseemos como sociedad. Ello queda plenamente
confirmado por el “Informe País sobre el Estado del Medio Ambiente” publicado a
fines de 1999.
Ya sabemos bastante de las relaciones entre capital natural y físico, donde
el debate se centra en las posibilidades de sustituibilidad o complementariedad
entre el capital natural y artificial. Quienes defienden la sustituibilidad entre ambos
tipos de capital, llegando a sostener que ésta puede incluso ser perfecta, son
partidarios de lo que se ha denominado “sostenibilidad débil”, mientras que
aquellos que plantean la no sustituibilidad y complementariedad se inscriben en
los enfoques de “sostenibilidad fuerte” (Jiménez Herrero, 2000).
Con respecto a las interrelaciones entre el capital social y natural,
pensamos que se debe intencionar una complementariedad y refuerzo mutuo
entre ambos, mediante una efectiva integración de las políticas sociales, culturales
y ambientales. Nuestro país necesita de un capital social renovado y ampliado
para la sostenibilidad integral, a la vez que se debe aprovechar la valiosa
experiencia de cientos de comunidades locales que gracias a su capital social, han
sido capaces de preservar e incrementar el capital natural a su alcance o
disposición.
Ello implica que las políticas sociales y culturales incorporen como objetivo
estratégico la preservación e incremento del capital natural, como contracara del
Proyecto Universidad: Construye País
40
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
capital social, a la vez que las políticas ambientales refuercen y estimulen el
capital social como complemento indispensable del capital natural.
Por su parte, como orientaciones operativas a la hora de diseñar y evaluar
las acciones concretas que contribuyan a la sostenibilidad integral (planes,
programas y proyectos), se requiere cumplir tres criterios básicos de equilibrio de
las entradas y salidas (entendidas como flujos) de recursos naturales y de los
residuos de la actividad económica y social:
• En los recursos renovables, la tasa de utilización no debe exceder a la tasa de
regeneración (producción sostenible);
• En los recursos no renovables, que por definición se agotan, su tasa de
utilización debiera ser equivalente a la tasa de recambio o sustitución por otros
recursos que sean renovables y se incorporen al proceso económico y social;
• La tasa de generación de residuos no debe superar la capacidad de asimilación
del medio ambiente, procurando su minimización y valorización (gestión
sostenible de residuos).
El Desarrollo Sostenible
De más está señalar que la sostenibilidad integral no implica una economía
estática, y mucho menos una economía estancada. Lo que ocurre es que tenemos
que distinguir entre crecimiento y desarrollo, que es una mejora en la calidad de la
vida sin causar necesariamente un aumento en la cantidad de los recursos
consumidos. Es el desarrollo lo que puede y debe ser sostenible, debiendo
constituirse en el objetivo primordial de nuestra política a largo plazo.
La definición de desarrollo sostenible más citada es la del Informe
Brundtland. En él se define este concepto como “el desarrollo que satisface las
necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las futuras
generaciones para satisfacer sus propias necesidades”. En esencia, se trata de
garantizar una mejor calidad de vida para la población actual y futura. Existen
muchas otras interpretaciones del desarrollo sostenible, e incluso en la definición
anterior es obvio que el término “necesidades” puede interpretarse de diferentes
maneras.
No obstante, hay un amplio consenso sobre las dos ideas principales que,
como mínimo, se recogen en el concepto de desarrollo sostenible:
•
•
Que el desarrollo tiene una dimensión económica, social y ambiental. El
desarrollo sólo será sostenible si se logra el equilibrio entre los distintos
factores que influyen en la calidad de vida.
Que la generación actual tiene la obligación, frente a las generaciones futuras,
de dejar suficientes recursos sociales, ambientales y económicos para que
puedan disfrutar al menos del mismo grado de bienestar que nosotros.
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Como el desarrollo sostenible tiene sus orígenes en el movimiento
ecologista, solía considerarse un “lujo” que no debía pagarse a costa del
crecimiento económico. Pero es mucho más que un concepto puramente
ecológico, ya que plantea el reto fundamental de combinar una economía
dinámica con una sociedad que ofrezca oportunidades para todos, al tiempo que
se mejora la productividad de los recursos y se logra el crecimiento sin la
degradación del medio ambiente.
Aunque el desarrollo sostenible es un concepto muy amplio, no debe
considerarse tan sólo como una forma fácil de poner una etiqueta nueva a toda
una serie de problemas sociales, económicos y ambientales para meterlos en el
mismo saco. En lugar de ello, lo que hace falta es mantener una perspectiva
general para lograr que las políticas adoptadas (tanto sectoriales como
horizontales) se apliquen de forma complementaria y no contradictoria. Para
convertirlo en realidad, se debe asegurar que el crecimiento económico no se
consiga a costa de la discriminación social y el deterioro del medio ambiente, que
la política social no reduzca el progreso económico y que la política ambiental se
base en fundamentos científicos sólidos, a la vez que sea efectiva y eficiente
desde un punto de vista técnico (ambiental) y económico.
Si bien es evidente que para lograr el desarrollo sostenible es
imprescindible que las empresas y los consumidores cambien su comportamiento
individual, con el fin de evitar algunas consecuencias negativas para la sociedad
en su conjunto (en la actualidad o en el futuro), no es menos cierto que también
ofrece grandes oportunidades. De hecho, muchas de las empresas más
clarividentes ya se han dado cuenta de que el desarrollo sostenible ofrece nuevas
posibilidades y han comenzado a adaptar sus planes de acción e inversión en
consecuencia. Cada vez es mayor el reconocimiento de que una política ambiental
rigurosa no tiene por qué poner freno al crecimiento económico, ni siquiera con las
formas de valoración convencionales.
Aunque la reglamentación ambiental puede suponer un coste inicial en
términos de resultados económicos, éste se compensa en parte por un aumento
del empleo y de los ingresos en las industrias ecológicas que proporcionan
tecnologías y servicios limpios. Más aún, las pruebas demuestran que, a largo
plazo, el crecimiento depende en gran medida del progreso tecnológico. Las
políticas de desarrollo sostenible podrían aumentar el crecimiento económico
acelerando el ritmo de innovación y, en última instancia, llevarnos a producir
bienes más baratos que sus predecesores “sucios”.
Existen diversos ejemplos que demuestran que hay muchas situaciones en
que todos pueden salir ganando. Una estrategia de desarrollo sostenible debe
procurar identificar y explotar estas oportunidades, fomentar la eficiencia
económica, el crecimiento del empleo y el respeto por el medio ambiente.
Ello exige de parte de las autoridades políticas, económicas y ambientales,
la creación gradual de condiciones favorecedoras para que las empresas y los
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ciudadanos integren las consideraciones sociales y ambientales en todas sus
actividades. Aunque esto será beneficioso para el conjunto de la sociedad,
algunos cambios políticos tienen claros ganadores y perdedores. En estos casos,
se deben establecer las políticas que sean de interés general y de que quienes
hayan de adaptarse a los cambios, reciban un tratamiento justo y no tengan que
soportar costes innecesarios. Por lo tanto, el desarrollo sostenible tiene una
importante dimensión institucional, ya que no se puede lograr sin una adecuada
gobernabilidad ni la activa participación de la sociedad.
En esta mirada relativamente optimista, queremos proponer una definición
más precisa del desarrollo sostenible, respecto de aquella planteada por el
Informe Brundtland. A nuestro juicio, el desarrollo sostenible consiste en la mejora
de la calidad de vida y del bienestar de la sociedad, dentro de los límites de la
capacidad de los ecosistemas, manteniendo el patrimonio natural y su diversidad
biológica en beneficio de las generaciones presentes y futuras.
Un elemento clave para avanzar en la materia consiste en el diseño
participativo de una Estrategia Nacional de Desarrollo Sostenible (ENDS),
reconocida como política de Estado y carta de navegación que articule los
esfuerzos del conjunto de la sociedad, la que debiera traducirse en sus
equivalentes regionales en el caso de nuestro país. Cabe señalar que Chile sólo
cuenta actualmente con la denominada “Política Ambiental para el Desarrollo
Sustentable”, aprobada en enero de 1998 por el Consejo de Ministros de
CONAMA, la que siendo un avance importante resulta claramente insuficiente
como estrategia país de desarrollo sostenible. Asimismo, a partir de dicha política
se han formulado políticas regionales de desarrollo sustentable que también
deben ser valoradas positivamente, aún cuando carezcan de un marco de
referencia a nivel nacional.
Como ya hemos dicho, una estrategia de desarrollo sostenible incluye no
sólo los aspectos ambientales y su éxito reside en la efectiva integración del
conjunto de las políticas públicas desde un enfoque de sostenibilidad, así como en
la activa cooperación público-privada.
En este contexto, queremos presentar parte de las conclusiones de la
Reunión Consultiva Regional sobre Desarrollo Sostenible en América Latina y el
Caribe (CEPAL, 19 al 21 de Enero de 2000), donde se identificaron las siguientes
lecciones aprendidas y desafíos para el éxito de las ENDS:
Lecciones:
• La conveniencia de involucrar en forma efectiva y temprana a todos los actores
relevantes en la formulación, implementación y evaluación de las ENDS.
• La necesidad de lograr compromisos políticos de largo plazo con base en los
objetivos del desarrollo sostenible, de manera que trasciendan los períodos de
gobierno y se garantice la continuidad de las ENDS.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
•
•
•
•
•
La viabilidad de las ENDS depende de la capacidad innovadora y proactiva de
sus actores para movilizar recursos humanos, financieros y técnicos, tanto
internos como externos.
La conveniencia de reconocer y precisar que el desarrollo sostenible no es
sinónimo ni de política ni de gestión ambiental y, por lo tanto, en la formulación
de las ENDS debe prevalecer el enfoque integrador que incluya las
preocupaciones económicas, sociales y ambientales.
La importancia de internalizar en la política pública las experiencias del sector
privado, reconociendo que la actividad empresarial sostenible no
necesariamente es un costo, sino una inversión.
La promoción de una mayor conciencia y participación ciudadana como
requisito previo para el éxito de las ENDS y la incorporación de los principios
del desarrollo sostenible en planes y programas de educación formal e
informal.
La necesidad de analizar críticamente el impacto del proceso de globalización
en los países de la región para enriquecer la planificación y la visión de largo
plazo.
Desafíos:
• Colocar el tema del desarrollo sostenible en la agenda de prioridades de los
gobiernos.
• Fortalecer la capacidad institucional para la implementación, fiscalización,
control y monitoreo de los compromisos asumidos en las ENDS.
• Fortalecer la capacidad institucional para garantizar la consideración de
políticas de acceso a la información para apoyar la participación representativa
de la sociedad civil y la ciudadanía en el proceso de decisiones.
• Mejorar los sistemas y canales de acceso a la información sobre desarrollo
sostenible y ampliar su difusión a través de los medios masivos de
comunicación.
• Direccionar el papel de los medios de comunicación para promover patrones
de producción y consumo sostenibles.
• Movilizar el necesario financiamiento para la implementación de las ENDS,
haciendo explícito el compromiso establecido en el Programa 21 con relación a
la asistencia oficial para el desarrollo.
• Articular mecanismos financieros nacionales y de cooperación internacional.
• Priorizar la coordinación de cooperantes y agencias de financiamiento para que
sus agendas coincidan con las prioridades del gobierno. Para lograrlo, los
gobiernos deben articular sus prioridades y ser proactivos en la negociación
con dichas agencias de cooperación y financiamiento.
• Asegurar que las prioridades nacionales prevalezcan sobre aquellas de las
organizaciones e instituciones financieras internacionales.
• Orientar el financiamiento hacia la consolidación de instituciones permanentes
de desarrollo sostenible en los países de la región.
• Propiciar la valoración económica del patrimonio, natural y social, para inducir
su adecuada inclusión en las cuentas nacionales.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
•
•
•
•
•
Promover el uso más eficiente de los instrumentos de gestión ambiental
existentes, directos e indirectos, con la finalidad de facilitar la implementación
eficaz de las ENDS.
Fijar políticas para encauzar la inversión extranjera hacia proyectos de
desarrollo sostenible.
Lograr una mayor coordinación y coherencia entre las políticas públicas que
tienen impacto sobre la base de los recursos naturales.
Fortalecer la capacidad técnica para formular carteras de proyectos concretos
y viables hacia el desarrollo sostenible.
Reconocer las experiencias y capacidades existentes para evitar la duplicación
de esfuerzos.
Integrar Sostenibilidad Ciudadana y Desarrollo Sostenible
Como dijimos al comienzo, desde nuestro punto de vista resulta
fundamental incorporar la dimensión ciudadana y política de la sostenibilidad, o lo
que denominamos “sostenibilidad ciudadana y democrática”, además de los tres
componentes típicamente reconocidos (ambientales, económicos y sociales). Ello
nos remite al papel fundamental de la participación ciudadana como requisito para
compatibilizar efectivamente todas las dimensiones en función del bienestar de las
generaciones presentes y futuras.
Pensamos que existe una relación indisoluble entre participación ciudadana
y desarrollo sostenible, donde la primera entendida en un sentido amplio
representa el eslabón perdido de la sostenibilidad, a pesar de constituir un
elemento estratégico para articular efectivamente las otras tres dimensiones:
crecimiento económico, protección y conservación del medio ambiente, y equidad
social y superación de la pobreza.
Sin participación ciudadana sistémica y efectiva a nivel social, así como sin
democracia participativa a nivel político-institucional, no puede avanzarse hacia un
desarrollo verdaderamente sostenible. Ello implica replantear el concepto
difundido hasta ahora, que reconoce solamente las tres dimensiones señaladas
previamente, dejando fuera de manera explícita la participación y la democracia
como condiciones fundamentales para que dichos objetivos puedan alcanzarse.
Si nos preguntamos de qué manera el crecimiento económico puede
contribuir a la superación de la pobreza y a una mayor equidad social, evitando lo
que se ha llamado el "crecimiento empobrecedor" y el "crecimiento desigual", una
respuesta compleja y abarcadora considera, por un lado, la participación política
como capacidad real de los ciudadanos de influir en el gobierno de la polis, a
través de una democracia verdaderamente participativa, que permita definir
políticas, leyes y acciones que efectivamente mejoren las condiciones y calidad de
vida de las mayorías. La respuesta también incluye la participación económica de
los ciudadanos, que en el contexto de una economía de mercado, se dará
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
principalmente a través de su condición de trabajadores y consumidores, como
condición de un acceso y reparto más justos de las oportunidades y la riqueza.
Por su parte, al preguntarnos de qué forma se puede compatibilizar el
crecimiento económico con la protección del medio ambiente, nuevamente
aparece la participación ciudadana como una condición insoslayable,
especialmente a través de lo que se ha dado en llamar la gestión ambiental del
proceso de desarrollo. Así por ejemplo, la participación ciudadana efectiva en los
Sistemas de Evaluación de Impacto Ambiental de los proyectos de inversión
pública y privada, es fundamental para asegurar que las decisiones de inversión
sean compatibles con la protección del entorno y el mejoramiento de la calidad de
vida y la salud de las personas y comunidades.
Asimismo, si analizamos la relación entre superación de la pobreza y
protección del medio ambiente, nuevamente la participación social permite
garantizar una relación con los recursos naturales que sea sostenible y respetuosa
de los ciclos de la naturaleza. En el caso de las comunidades que sufren la
pobreza y se encuentran utilizando recursos naturales a su alcance y disposición,
no existe alternativa de uso sostenible de los mismos, sin la participación directa e
involucramiento de los afectados.
En términos políticos e institucionales, el desarrollo sostenible sólo puede ir
alcanzándose mediante procesos de concertación social y política, a la vez que
requiere de cambios estructurales y culturales basados en el consenso de las
mayorías. Ello exige contar con mecanismos formales de diálogo y decisión
claramente participativos, propios de un régimen democrático avanzado y de
calidad.
Al respecto, resulta conveniente plantearse una conceptualización de la
participación ciudadana como una relación que se establece en el encuentro de
dos procesos concretos: uno es la capacidad de participar, que son las
habilidades, las capacidades y los conocimientos que cada grupo y cada persona
han desarrollado a partir de sus prácticas o experiencias, constituyendo sus
herramientas con las que se incorporan al hacer publico; y otro es la oportunidad
de participar, referida al espacio o el campo que la iniciativa oficial (la política) le
deja y le permite a la iniciativa y a la responsabilidad de los participantes. Según
como se produce el ajuste en esta relación, es que surgen dos modelos básicos
de participación.
Si, como sucede muchas veces, la oportunidad de participar se decide sólo,
o básicamente, en función del incremento de la eficacia y eficiencia de la acción
oficial, entonces los participantes son invitados a incorporarse en aquellos
términos (con aquellos conocimientos y responsabilidades) que son funcionales a
esos propósitos; la política recorta y limita la práctica participativa y, en
consecuencia, subordina y disciplina a los incorporados. Esta orientación
corresponde a lo que denominaremos "participación funcional".
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Otros son los casos en que el diseño y la gestión de la iniciativa oficial
parten desde la identificación y el reconocimiento de las capacidades de participar
de las personas y comunidades concretas a las que esa iniciativa se dirige, donde
los recursos materiales y técnicos propios de la política, se ponen a funcionar para
el complemento, el apoyo, la profundización de la capacidad responsable de los
participantes; ahora las capacidades de participación, así como la condición de
sujeto, se fortalecen y amplían. Ello corresponde a lo que podemos denominar
"participación sustantiva". Ciertamente que la participación ciudadana de la que
hablamos se refiere a este último tipo, donde los que participan son reconocidos
como sujetos con derechos y deberes.
La búsqueda de esta “sostenibilidad ciudadana” nos remite a una
participación multidimensional de las personas y comunidades, expresada en
múltiples ciudadanías que es necesario construir y desplegar, en el marco del
ejercicio de derechos y obligaciones para una vida más humana.
Esta expresión de una ciudadanía diversa y plural, pasa a ser un requisito
de calidad y efectividad de la democracia, entendida como una forma de gobierno
genuinamente participativa, que no se agota en su dimensión representativa
formal respecto de las autoridades del Estado. De este modo, en el enfoque de la
sostenibilidad integral se reconoce la denominada “ciudadanía ambiental” referida
a la acumulación y distribución de capital social, político-cultural y natural entre las
grandes mayorías nacionales y planetarias. Asumiendo que el desarrollo de la
ciudadanía ambiental ha estado principalmente radicado en las instancias de la
sociedad civil, se trata de un movimiento global de naturaleza ética en un triple
sentido: la ética de la reciprocidad; la ética de la cooperación; y la ética de la
generosidad y del altruismo, “en la cual se plantea la vida, las relaciones sociales y
las relaciones de los humanos con los ecosistemas en términos de cuidados,
servicios y disponibilidades”.
La ciudadanía ambiental expresa una nueva ciudadanía, fuertemente
arraigada en el ámbito de lo público, que ciertamente no es patrimonio exclusivo
del Estado ni se agota en la esfera gubernamental, debiendo ser entendido como
aquello que es de todos, lo que nos pertenece como comunidad humana y de lo
cual todos somos responsables. De este modo, la ciudadanía ambiental se articula
a partir de las siguientes dimensiones:
a) Como atributo de una gobernabilidad ambiental que asume la construcción
genuinamente participativa de las agendas públicas, se expresa institucional y
procesalmente en el seguimiento y evaluación ciudadanas de las políticas
públicas que afectan la sostenibilidad del desarrollo y no sólo de las políticas
ambientales (control ciudadano), y se materializa en las grandes y pequeñas
decisiones políticas como última prueba sobre la efectividad del ejercicio de la
ciudadanía.
b) Se manifiesta como un asociativismo ciudadano, organizado bajo diversas
modalidades y con enfoques globales diversos, que delibera en la esfera
pública de acerca de la sostenibilidad del desarrollo.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
La ciudadanía ambiental se expresa en un mapa de actores que operan bajo
formas diversas, entre los que se pueden mencionar los siguientes:
•
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•
Actores sociales organizados en ONG’s y redes que construyen las bases
comunicacionales e intelectuales para elaborar una agenda ambiental desde la
sociedad civil.
Circuitos de producción académica que actúan como soporte al desarrollo de
las políticas públicas en las cuestiones ambientales.
Redes y organizaciones de base comunal que practican acciones directas ante
situaciones críticas y conflictos ambientales locales o regionales.
ONG’s que sistematizan el desarrollo de la gestión ambiental del gobierno y
prestan apoyo y capacitación a los movimientos y organizaciones que practican
la acción directa.
Organizaciones "de segunda generación" que amplían las agendas públicas,
hacen seguimiento de la gestión gubernamental y establecen un liderazgo
político y simbólico desde la sociedad civil.
Líderes de opinión pública que asocian la actividad legislativa con la
participación en conflictos ambientales.
Grupos de bases y organizaciones ecologistas beneficiadas con recursos
concursables de origen gubernamental que van configurando una incipiente y
promisoria "agenda popular ambiental", a través de microproyectos vecinales o
comunales.
Privados que se organizan en fundaciones sin fines de lucro para gestionar
predios de alto valor ecológico con fines conservacionistas o de investigación
de la biodiversidad que se agrupan en redes más o menos formales, para
efectos corporativos e intercambio de informaciones técnicas y de
oportunidades a nivel de la filantropía o cooperación ambiental externa.
A este listado de carácter preliminar, seguramente habría que incorporar a
aquellas empresas privadas que han ido asumiendo de manera voluntaria
compromisos de sostenibilidad en sus estrategias de negocios, ampliando su
responsabilidad social al campo ambiental.
Crecimiento, Comercio y Medio Ambiente
Crecimiento y Medio Ambiente
Desde nuestro punto de vista, no existe contradicción interna inevitable
entre crecimiento económico y mantenimiento de un nivel aceptable de calidad del
medio ambiente. En realidad, el crecimiento económico puede proporcionar a los
ciudadanos un medio ambiente más limpio y más saludable. Tampoco hay que
creer que el crecimiento económico va necesariamente en contra del medio
ambiente, sino que la mejora de las condiciones de vida puede ir acompañada de
la protección y mejora de las condiciones medioambientales. Además, una mejor
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integración debería ser beneficiosa tanto para la política ambiental como para la
política económica.
La relación entre el crecimiento económico y el medio ambiente no es
necesariamente directa. Muchos problemas de medio ambiente que afectan a los
países más pobres son consecuencia de un crecimiento económico demasiado
escaso. El crecimiento aumenta la voluntad y la capacidad de pagar para
conseguir un medio ambiente más limpio. En cambio, las sociedades con niveles
de renta bajos ni siquiera tienen los recursos para atender a necesidades básicas
como el saneamiento. El Banco Mundial ha calculado que la contaminación del
agua en países en vías de desarrollo es responsable de más de 2 millones de
muertes al año. Por otra parte, esta contaminación tiene efectos
contraproducentes para el desarrollo económico al contaminar por ejemplo,
bancos de pesca. En los países más pobres, los niveles de contaminación de las
áreas urbanas son varias veces superiores a los de los países más ricos. Por otra
parte, en ausencia de medidas políticas específicas, las cantidades de residuos
domésticos y las emisiones de gases de invernadero tienden a incrementarse con
la renta per cápita. De hecho, si se mantienen las tendencias actuales, las
economías desarrolladas y particularmente, Estados Unidos, no cumplirán sus
compromisos de reducir las emisiones de gases de invernadero asumidos en el
marco del Protocolo de Kioto adoptado en el Convenio Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático.
Sin embargo, al menos a corto plazo, es probable que el crecimiento
económico, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de
desarrollo, exija un mayor uso de los recursos naturales, lo que dará lugar a un
aumento de la contaminación. Por consiguiente, las medidas que se tomen para
aumentar el crecimiento económico deberían ir acompañadas de una mejor
integración de los factores medioambientales en las decisiones y en el
comportamiento tanto de las empresas como de los ciudadanos.
Aunque se hayan alcanzado algunos progresos para separar el crecimiento
económico del uso de los recursos naturales, queda aún mucho por hacer. Por
ejemplo, la comunidad científica opina unánimemente que las emisiones de gases
de efecto invernadero deben reducirse, como mínimo, a la mitad de los niveles
actuales para poder evitar un cambio climático producido por el hombre que pueda
llegar a ser peligroso. Lo cierto es que el aumento de los niveles de emisión de
gases de efecto invernadero o de residuos no es inevitable, ni es una
consecuencia inevitable del crecimiento económico. Por el contrario, refleja una
integración inadecuada de consideraciones medioambientales en las decisiones
de los consumidores y de los productores. Como consecuencia de ello, los países
desarrollados deben hacer frente actualmente a los importantes costes que
representa la reparación de la degradación medioambiental. Esto se debe a un
fallo a la hora de valorar el medio ambiente y los servicios que proporciona.
El uso de instrumentos económicos, como impuestos, subvenciones, o
permisos de emisión comercializables, seguramente ofrecerá un medio más eficaz
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
de lograr objetivos de política ambiental que el empleo de los instrumentos
tradicionales como la regulación directa de las actividades contaminantes. Las
medidas para aumentar la integración serán beneficiosas tanto para la economía
como para el medio ambiente.
Para alcanzar unas mejores condiciones medioambientales hay que
introducir modificaciones en la actividad económica y en las políticas
socioeconómicas. En la medida en que el empleo y la asignación actual de
recursos no se ajusten a este objetivo, el desplazamiento de nuestra economía a
trayectorias que nos permitan cumplirlo exige introducir cambios en cuanto a la
utilización y asignación de los recursos. Esto se puede hacer, fundamentalmente,
de dos formas. O bien, los bienes y servicios que consumimos actualmente deben
producirse utilizando menos recursos naturales, o bien debemos producir y
consumir bienes y servicios que utilicen dichos recursos de forma menos
intensiva.
Una de las razones por las que las consideraciones medioambientales no
se incorporan suficientemente en la formulación de las políticas económicas es
que la política económica se interesa sobre todo por la estabilidad
macroeconómica y el funcionamiento de los mercados. No obstante, muchos
problemas medioambientales surgen precisamente porque no existen mercados
para bienes y servicios medioambientales. Al tiempo que se perjudica al medio
ambiente, la ausencia de estos mercados da lugar a una fuente importante de
lagunas económicas, o de factores externos asociados.
Estos factores externos dan lugar a una falta de adecuación entre los
costes privados y sociales. Pero la eficiencia económica exige que los costes
privados y sociales estén equilibrados. Para utilizar los recursos de forma eficaz,
los costes de la utilización de dichos recursos por un individuo deben ser idénticos
a los que la sociedad gasta en la utilización de los mismos recursos. Si las
empresas no tienen en cuenta la contaminación en sus precios de coste,
asignarán demasiados recursos a producir bienes y servicios contaminantes; si no
se paga a los agentes económicos por sus intervenciones beneficiosas desde el
punto de vista ecológico, reducirán la cantidad de dichas intervenciones. En
ambos casos, pierde el conjunto de la sociedad. Por ello, las medidas para
mejorar la integración de las cuestiones medioambientales en decisiones
económicas deben traer consigo menos contaminación y mejor funcionamiento de
la economía.
Dado que no existen mercados para muchos bienes y servicios
medioambientales, o que si existen son incompletos, los productores y los
consumidores reciben señales de precios erróneas. Por consiguiente, una
"obtención del precio justo" para mejorar el funcionamiento de los mercados
existentes o para crearlos si no existen, debería formar parte de una estrategia
eficaz de integración.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Existen variados instrumentos que podrían utilizarse para mejorar la
integración de políticas medioambientales y económicas mediante la creación de
mercados para bienes y servicios medioambientales o mejorando el
funcionamiento de estos mercados. No obstante, la experiencia de nuestro país es
aún claramente deficitaria, a pesar de los esfuerzos realizados por CONAMA en la
materia en orden a diseñar y evaluar una batería de instrumentos económicos
para abordar diversos problemas ambientales derivados del crecimiento
económico y la actividad social.
Desde nuestro punto de vista y en el marco del debate tributario que se ha
venido realizando en nuestro país, incluyendo una posible rebaja de los impuestos
a las personas, pensamos que ha llegado el momento de estudiar seriamente la
posibilidad de aplicar impuestos ambientales (por ejemplo, frente a la
contaminación atmosférica), como parte del establecimiento gradual en nuestro
país de la llamada “fiscalizada ambiental” o lo que en la experiencia europea se
han denominado las “reformas fiscales ecológicas”.
Nuestro planteamiento es que se abra un debate serio con las autoridades
económicas, sectoriales y ambientales del país, incorporando el aporte de
especialistas y de organizaciones de la sociedad civil, a fin de concordar una
agenda fiscal que pueda incluir medidas ambientales muy bien diseñadas y
focalizadas. Debemos ser capaces de superar las desconfianzas en la materia y
dejar de tratar este tema como un tabú del que no se puede hablar ni mucho
menos elaborar propuestas.
Así por ejemplo, en el caso de algunos tipos de contaminación puede
buscarse la fijación de un precio a través de impuestos o cánones por
contaminación, a fin de reducir o eliminar la diferencia entre los costes privados de
la actividad que produce la contaminación y los costes de la sociedad.
Otros instrumentos relevantes son los acuerdos negociados entre la
industria y las autoridades públicas, que corresponden a una solución híbrida entre
instrumentos de mercado y la regulación oficial. Generalmente, participan en ellos
los miembros de una organización empresarial que se compromete con objetivos
como la reducción progresiva del uso de sustancias nocivas o el descenso del
consumo energético por unidad de producción durante un período determinado, a
cambio de promesas por parte del Gobierno de abstenerse de exigir el
cumplimiento de una normativa o un impuesto directo a los sectores de que se
trate.
Asimismo y aunque no constituya un instrumento estrictamente económico,
una información clara y fiable puede mejorar mucho la eficacia de los instrumentos
económicos para integrar las cuestiones de medio ambiente en la política
económica. Una mejor información sobre las características medioambientales de
bienes y servicios puede desempeñar un papel importante para fomentar y permitir
a productores y consumidores a tomar decisiones saludables desde el punto de
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
vista ecológico y que reflejen el coste económico de sus acciones para la
sociedad.
Contrariamente a las formas más tradicionales de reglamentación, para
hacer frente a la contaminación los instrumentos económicos utilizan los
mercados. Ya sea ejerciendo una influencia sobre los precios, las cantidades
absolutas, o las cantidades por unidad de producción, los instrumentos de
mercado reconocen implícitamente que las empresas son diferentes y
proporcionan una flexibilidad que puede reducir sustancialmente los costes de las
mejoras del medio ambiente.
Son generalmente mejores que los instrumentos reguladores más rígidos,
tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, permiten reducir las emisiones en
donde resulte más barato. Cada empresa conoce el "valor" de su propia
contaminación. Cuando se le impone un canon por unidad de emisión, la empresa
reducirá sus emisiones siempre que el coste de la reducción sea inferior al importe
del canon. A largo plazo, los planteamientos basados en el mercado del control de
la contaminación proporcionan incentivos a las empresas para que encuentren
formas rentables de reducir la contaminación mediante técnicas de producción
nuevas y más limpias. Al reducir el coste de la disminución de la contaminación
para las empresas, se puede conseguir una mejora ambiental superior a la que
hubiera podido ser económicamente viable en otras circunstancias. Por otra parte,
la aplicación de los instrumentos de mercado puede que exijan un número menor
de recursos administrativos.
Para que estos instrumentos resulten eficaces se requiere la existencia de
mercados que funcionen correctamente, sean competitivos y reaccionen ante las
señales de precios. La importancia que se adjudica actualmente a las reformas
estructurales de la economía deberá seguir aumentando el atractivo de los
instrumentos de mercado. Cuanto más numerosos sean los mercados
competitivos, y cuanto más fácilmente respondan la oferta y la demanda a los
cambios de precios relativos de bienes y servicios, tanto más eficaces ante los
problemas medioambientales serán las soluciones de mercado.
Actualmente, algunos sectores reciben subvenciones indirectas al no pagar
por la degradación del medio ambiente o por el daño a la salud pública en relación
con sus actividades. Algunos sectores contaminantes se benefician de las
subvenciones explícitas que pueden haber sido introducidas de forma provisional
por razones de política social. Si estas subvenciones contribuyen a una
degradación adicional del medio ambiente, es evidente que no son coherentes con
el objetivo de una mejor integración de los factores medioambientales en la
política económica para aumenta su eficacia.
Comercio y Medio Ambiente
Uno de los principales mensajes de la Cumbre de Río fue la necesidad de
que el comercio internacional y la protección del medio ambiente se apoyen
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
mutuamente para alcanzar el desarrollo sostenible. Después de Río, el debate
sobre comercio y medio ambiente se trasladó a la Organización Mundial del
Comercio (OMC), tras la creación del Comité sobre Comercio y Medio Ambiente
de la OMC en abril de 1994.
La globalización obliga a tener en cuenta la protección del medio ambiente
y el desarrollo sostenible en las negociaciones económicas internacionales y a
establecer una relación más armoniosa entre las políticas comerciales y de medio
ambiente a nivel internacional. Ello debe ser parte esencial de la necesaria
integración de los aspectos ambientales en las políticas económicas y
comerciales. Al mismo tiempo, la experiencia reciente, especialmente el fracaso
de las negociaciones acerca del acuerdo multilateral sobre inversiones, muestra
que será difícil lograr un amplio apoyo social para una mayor liberalización del
comercio y las inversiones si no se tienen debidamente en cuenta los objetivos del
medio ambiente y el desarrollo sostenible.
En la segunda Conferencia ministerial de la OMC, celebrada en Ginebra en
mayo de 1998, se acordó iniciar amplias negociaciones comerciales multilaterales
en el año 2000. Aunque, el grado de integración de los aspectos ambientales en el
sistema de la OMC no es adecuado, la próxima ronda ofrece una oportunidad de
conseguir que el sistema comercial multilateral sea más sensible a las prioridades
sobre medio ambiente y desarrollo sostenible. Dentro de este proceso habrá que
precisar algunas cuestiones horizontales: la utilización de medidas comerciales en
acuerdos internacionales sobre medio ambiente, el etiquetado ecológico y la
relación entre las normas comerciales y los principios fundamentales sobre medio
ambiente, como el principio de cautela. También habrá que tratar de las
consecuencias para el medio ambiente de los acuerdos de la OMC actuales y
futuros, y analizar las posibilidades de conseguir situaciones en las que todos los
afectados salgan ganando (por ejemplo, mediante la supresión de subvenciones
con efectos perjudiciales para el medio ambiente).
En el debate sobre comercio y medio ambiente, los países en desarrollo
tienen preocupaciones particulares. El comercio y la inversión extranjera directa
constituyen, con mucho, el grueso de las transferencias financieras a los países en
desarrollo. Mientras que la ayuda al desarrollo ha disminuido en términos reales
durante la década de los noventa, los flujos financieros privados se han
multiplicado por cinco, y en la actualidad representan, por término medio, casi el
80% de los flujos de recursos netos a los países en desarrollo. En el caso de
Chile, dicho porcentaje se eleva casi al 90%.
Aunque la liberalización comercial crea retos importantes para los países en
desarrollo, la eliminación de restricciones y distorsiones comerciales puede ayudar
también a facilitar su integración en la economía mundial y contribuir a la
erradicación de la pobreza.
Al mismo tiempo, los países en desarrollo tienden a ver con aprensión el
refuerzo de las normas sobre medio ambiente en los países industrializados y
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
temen que este proceso conduzca al establecimiento de nuevas barreras
comerciales. Teniendo esto en cuenta, es esencial analizar las relaciones entre
comercio y medio ambiente y entre comercio y desarrollo, a fin de preparar un
programa coherente sobre comercio sostenible para la nueva ronda de
negociaciones. La participación de los responsables de las políticas de desarrollo
y de los que las aplican en el debate sobre comercio y medio ambiente es crucial
para hacer ver a los países en desarrollo que se es receptivo a sus temores. La
relación entre comercio, medio ambiente y desarrollo es una cuestión que tiene
que abordarse.
Al influir en los modelos económicos, sociales y ambientales en todo el
planeta, la globalización afecta al desarrollo sostenible. El comercio internacional
de bienes y servicios y los flujos internacionales de capitales, personas y
conocimientos forman parte del proceso de globalización y crecimiento económico.
Se acepta en general que este proceso puede reforzar el desarrollo económico,
pero sus efectos generales sobre el desarrollo sostenible dependerán de si la
globalización y el crecimiento económico dan lugar a una asignación de recursos
más eficiente en el plano ecológico o a más presiones sobre unos recursos
ambientales escasos. Por tanto, deben tratarse las repercusiones que en la
sostenibilidad tienen la inversión y la liberalización comercial.
La OMC es la expresión de un sistema de comercio abierto y no
discriminatorio, y el desarrollo sostenible está recogido en una cláusula del
preámbulo del Acuerdo de Marrakech que la creó. Aunque conseguirlo también
depende de actuaciones nacionales al margen de los Acuerdos de la OMC, resulta
esencial lanzar una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales con
el desarrollo sostenible como objetivo central.
Una nueva ronda sería beneficiosa para todos, sobre todo por que haría
posibles mejores oportunidades de mercado y mejores normas multilaterales. El
comercio puede y debe aportar una contribución decisiva al desarrollo sostenible,
fomentando una mayor participación y una integración más equitativa de los
países en desarrollo en la economía mundial. Aun reconociendo la importancia del
fortalecimiento de los mercados locales, muchos países de bajos ingresos deben
aprovechar las oportunidades que ofrece el sistema multilateral, incluidas las del
mercado de los servicios mundiales, en rápido crecimiento, (por ejemplo, el
turismo). Estos países podrían beneficiarse de un mejor acceso al mercado y de
un mejor marco de normas multilaterales que sería el resultado de una nueva
ronda de la OMC.
No obstante, la mejora del acceso a los mercados no es una panacea para
los problemas de los países en desarrollo: las reformas necesarias en estos
países necesitan apoyo para crear la capacidad que requiere la puesta en práctica
de los acuerdos en vigor, así como para mejorar la asistencia técnica relacionada
con el comercio. En este apoyo se incluyen programas más intensos y mejores de
apoyo a la oferta (por ejemplo, en el ámbito de la promoción de la inversión, la
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
formación profesional, la transferencia de tecnología, la mejora del transporte y de
los servicios de exportación, el desarrollo de canales de comercialización, etc.).
En cuanto a la relación entre la OMC y la política de medio ambiente, las
cuestiones clave son: (i) clarificación de las normas de la OMC, especialmente
sobre etiquetado y métodos de producción y elaboración, medidas comerciales en
acuerdos multilaterales de medio ambiente y cautela, y (ii) fomento del comercio
de productos y servicios respetuosos del medio ambiente. En este sentido,
deberán explorarse formas concretas de facilitar la exportación de productos
respetuosos del medio ambiente procedentes de países en desarrollo. Al mismo
tiempo, resultan cada vez más necesarias políticas nacionales e internacionales
decididas para hacer frente a los problemas ambientales actuales y los que vayan
surgiendo, de tal manera que el comercio y el medio ambiente se apoyen
mutuamente.
Los intereses de las empresas desempeñan un papel crucial para conseguir
que la globalización contribuya al desarrollo sostenible. Desde la Cumbre de Río
su participación ha aumentado, pero ahora deberán asumir compromisos firmes.
Así como Río atrajo a las ONG’s, se espera que la Cumbre de Sudáfrica atraiga a
la industria, especialmente a las empresas multinacionales, para que asuman
compromisos. Se necesita una nueva cultura de responsabilidad ecológica, tal
como estableció la Declaración de Malmö del Primer Foro Mundial de Ministros de
Medio Ambiente (29-31 de mayo de 2000). La sensibilización de los consumidores
respecto a los compromisos públicos, los progresos conseguidos y la importancia
de los que está en juego pueden contribuir de manera efectiva a convertir los
compromisos en realidades. También desempeña un papel muy útil la Coalición
Río+10, basada en la participación de los diferentes interesados y lanzada en
junio del 2000.
Por su parte, en los últimos años se han realizado progresos y cada vez se
utiliza más el concepto de responsabilidad empresarial. Las orientaciones
recientemente adoptadas por la OCDE sobre las empresas multinacionales
proporcionan un instrumento valioso para impulsar la responsabilidad y la
obligación de rendir cuentas. Organizaciones como el World Business Council for
Sustainable Development (WBCSD) han adoptado también una postura proactiva
y logrado algunos avances, especialmente en el caso de grandes empresas
internacionales, en lo que se refiere a la mejora de la eficiencia en el consumo de
recursos y la disminución de emisiones y residuos. Sin embargo, aunque esta
evolución sea alentadora, falta mucho por hacer para que el sector privado aplique
estrategias de desarrollo sostenible de manera más amplia y sistemática.
En el caso de nuestro país, que ha asumido un decidido protagonismo en materia
de acuerdos comerciales e integración económica, resulta fundamental definir una
posición nacional frente a los desafíos de sostenibilidad que plantea la
globalización económica, comercial y financiera. Ello debe ser el fruto de una
discusión amplia con la participación de los diversos sectores involucrados,
involucrando al sector privado nacional y transnacional, al mundo académico y a
Proyecto Universidad: Construye País
55
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
las organizaciones de la sociedad civil interesadas. La experiencia del Acuerdo
Comercial con Canadá debe servir de lección para las negociaciones futuras.
Asimismo, resulta destacable el proceso impulsado por el Ministerio de Relaciones
Exteriores durante el año 2000 al abrir un foro con la sociedad civil en el marco del
proceso hemisférico para la conformación del ALCA.
Bases de una Agenda Global
Como una forma de contextualizar nuestro esfuerzo país en materia de
sostenibilidad y de cara a la Cumbre del 2002, hemos querido presentar las bases
de una agenda global propuesta por la UE recientemente.
Propuesta de la UE para la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible
(2002)18
La Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 creó unas
expectativas considerables. La comunidad internacional acordó una ambiciosa
estrategia global para tratar los problemas de medio ambiente y desarrollo a través
de la cooperación global para un desarrollo sostenible.
Aunque se han realizado algunos progresos, las expectativas no se han
cumplido. La presión sobre el medio ambiente y los recursos naturales ha
aumentado desde entonces y la pobreza ha seguido aumentando a nivel mundial.
Reconducir la producción y el consumo a una vía sostenible sigue siendo algo
más retórico que real.
Abordar los problemas mundiales requiere una acción tanto del Norte como
del Sur, que sólo se producirá a través de cambios de trascendencia política. Diez
años después de Río, la Conferencia mundial de 2002 sobre el desarrollo
sostenible brindará la oportunidad de revitalizar el espíritu de Río y de renovar un
compromiso político por parte de todos los países para lograr un desarrollo
sostenible. La UE tiene la responsabilidad de ejercer su liderazgo a lo largo de los
preparativos de la Cumbre de 2002 y durante la propia conferencia.
A partir de una evaluación de los progresos realizados desde Río, la UE
propone cuatro objetivos estratégicos a perseguir a lo largo de la Cumbre:
•
•
•
•
Mayor equidad a escala mundial y una asociación eficaz para el desarrollo
sostenible;
Mejor integración y coherencia a nivel internacional;
Adopción de objetivos medioambientales y de desarrollo que revitalicen y
refuercen el compromiso político; y
Una actuación más eficaz a nivel nacional, y un control internacional.
18
Extracto Informe “Diez años después de Río: Preparación de la Cumbre Mundial sobre el
Desarrollo Sostenible de 2002”; Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento
Europeo; Bruselas, 06 de febrero de 2001.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Para estos efectos, la UE plantea cuatro grupos de temas estrechamente
relacionados:
1. La protección de los recursos naturales que constituyen la base del desarrollo
económico: insistencia en la ecoeficiencia y en la posibilidad de un objetivo de
ecoeficiencia, así como en un objetivo cuantificable consistente en invertir la
tendencia a la disminución de los recursos naturales en 2015. Se considerarán
prioritarios los temas de recursos naturales que están estrechamente
relacionados con el desarrollo económico: aguas dulces, energía y suelos.
2. La integración del medio ambiente y la erradicación de la pobreza: la Cumbre
debería mejorar la comprensión de las relaciones entre la pobreza y el
deterioro medioambiental. También debería fomentar una mayor integración y
coherencia en la agenda del desarrollo mundial y en los trabajos sobre la
erradicación de la pobreza que realizan las instituciones financieras
internacionales, mediante una mejor integración de los tres pilares del
desarrollo sostenible.
3. La globalización sostenible: de la globalización económica surgen tanto
oportunidades como dificultades. El incremento del comercio internacional y de
los flujos de inversión deben convertirse en un factor que ejerza un efecto
positivo en la sostenibilidad de manera constante. A menudo, para ello se
requiere una actuación fuera del ámbito del comercio y la inversión
propiamente dicho, que incluya abordar los desequilibrios regionales y
nacionales en cuanto a las desventajas de la globalización, comprendida la
"división digital", así como la creación de asociaciones con las empresas y la
industria.
4. Promover el buen gobierno y la participación, tanto a nivel nacional como
internacional: a nivel internacional, determinar si la estructura institucional
actual es capaz de responder a los nuevos retos de la globalización económica
y del desarrollo sostenible. A nivel nacional, la Cumbre de 2002 deberá hacer
hincapié en la importancia de los principios de democracia, buen gobierno,
acceso a la información, justicia y participación.
La UE debería mostrarse flexible en garantizar un programa equilibrado de
la Cumbre que reciba el apoyo de los países en desarrollo. Las posturas
fundamentales de la UE no deberían estar cerradas, sino desarrollarse
progresivamente, tomando en cuenta los objetivos que deberán acordarse a nivel
interno.
La ayuda técnica y financiera al desarrollo sostenible seguirá siendo uno de
los temas principales, ya que los países en desarrollo están decepcionados
porque los países más ricos no han cumplido sus compromisos políticos. La UE ha
de procurar centrar el debate en la acción futura para seguir avanzando. La
Cumbre de 2002 deberá reconocer el papel primordial de los recursos internos, así
como el papel que la liberalización del comercio y los flujos financieros privados,
especialmente la inversión extranjera directa (IED) pueden desempeñar en la
producción de mas recursos para el desarrollo sostenible. Al mismo tiempo, la
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Cumbre deberá reconocer que los flujos internacionales han de canalizarse para
que los progresos realizados no queden contrarrestados por efectos negativos que
vayan en detrimento de los recursos ambientales o la equidad.
La cooperación científica y tecnológica con los países en desarrollo es
también un elemento crítico para alcanzar los objetivos de Río sobre transferencia
de tecnología y creación de capacidad. Se requiere una base de conocimientos
objetiva y validada, desarrollada en colaboración con distintos socios. Mediante la
investigación sobre políticas, la gestión de los ecosistemas y las dimensiones
humanas del desarrollo, y mediante herramientas tecnológicas concretas, la UE
puede crear alianzas estratégicas y fomentar de manera eficiente el desarrollo
sostenible. La investigación debe estar orientada a la resolución de problemas
concretos, y tener carácter interdisciplinario e intersectorial. Ha de reconocer la
especificidad ecológica, económica y sociocultural de los conocimientos
necesarios, así como la necesidad de invertir en capital humano e institucional en
los países que son socios comerciales
Universidades y Sostenibilidad
Las universidades no han permanecido ajenas a los desafíos de la
sostenibilidad. Como formadoras de los futuros profesionales, como centros de
investigación y como instituciones complejas han tomado conciencia de la
importancia intrínseca y extrínseca del medio ambiente en su seno. Como muestra
de esto cabe recordar la “Declaración de Talloires” de Rectores de universidades
para un futuro sostenible (suscrita por rectores de todo el mundo en 1991) o la
“Declaración de Universidades para un Desarrollo Sostenible”, presentada en
Barcelona en 1993 en el marco de la Conferencia de Rectores de Europa (CRE) y
firmada por más de 200 rectores de universidades europeas. Al respecto, no
conocemos de una iniciativa similar en América Latina ni mucho menos en nuestro
país, donde las Universidades han ido incorporando de manera más bien aislada y
un tanto reactiva, diversos compromisos e iniciativas orientadas hacia el desarrollo
sostenible.
Desde el enfoque de sostenibilidad integral que hemos venido planteando,
las Universidades están llamadas a jugar un papel fundamental en sus tres
grandes ámbitos de acción: formación, investigación y extensión. Por un lado,
como entidades formadoras de personas, poseen una responsabilidad en la
educación ambiental y desarrollo de habilidades para la sostenibilidad en los
futuros profesionales que saldrán de sus aulas. Ello exige incorporar la
sostenibilidad como elemento transversal en el currículum de estudios de las
diversas disciplinas que imparten y no sólo en aquellas áreas vinculadas
directamente a las llamadas “ciencias ambientales”. De este modo, el estudiantado
recibirá los conocimientos y valores necesarios para aplicar en su respectivo
campo profesional los criterios de la sostenibilidad.
Por su parte, como centros de investigación, deberán esforzarse en
introducir los criterios de sostenibilidad en sus actividades y prioridades en la
Proyecto Universidad: Construye País
58
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
materia, intensificando las iniciativas científicas y tecnológicas que contribuyan al
desarrollo sostenible. Sólo así contribuirán efectivamente a mejorar la calidad de
vida y podrán transferir a la sociedad ciencia, tecnología y planteamientos útiles
para la sostenibilidad.
En cuanto a la extensión, pueden cumplir un papel destacado en los
procesos de educación formal y no formal en materia de sostenibilidad, dirigidos a
los diferentes actores tanto públicos (funcionarios municipales por ejemplo) como
privados (pequeños empresarios o dirigentes comunitarios), apoyando
especialmente a las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en iniciativas
de capacitación para el desarrollo sostenible.
Sin embargo, creemos que ello debe ir más allá involucrando el conjunto de
la Universidad como institución, lo que además conllevará responsabilidades
concretas en materia de gestión sostenible de los recursos que utiliza en su
quehacer. Ello deberá traducirse en esfuerzo decidido para que las actividades
realizadas en su seno produzcan el menor impacto ambiental posible. Por
ejemplo, harán todo lo posible para reducir el impacto de los residuos que
producen, de manera que se minimice el consumo de materias primas, mediante
un reciclaje al máximo de residuos sólidos urbanos y el correcto tratamiento de los
residuos tóxicos y peligrosos.
Cabe recordar que muchas Universidades son megainstituciones con
impactos ambientales significativos que utilizan ingentes cantidades de recursos
naturales, energía y materiales, a la vez que producen volúmenes significativos de
residuos. Ello resulta particularmente relevante en el caso de las grandes y
tradicionales Universidades públicas.
Es por ello que los principios de la sostenibilidad deben ser incorporados en
la planificación estratégica institucional, permeando el conjunto de la vida y
funcionamiento de la universidad. De acuerdo a la experiencia internacional y
especialmente europea, las Universidades son instituciones complejas que
requieren de la implantación de sistemas de gestión ambiental, ya sea con la
normativa ISO 14001 o EMAS, las que requieren ser adaptadas para el tipo de
institucionalidad universitaria.
Sin embargo, a nuestro juicio, su gran aporte debe estar en el campo de la
formación profesional para el desarrollo sostenible, junto a la generación de
conocimientos y diseño de propuestas-instrumentos para avanzar en materia de
sostenibilidad integral como país:
•
•
A nivel internacional para hacer frente a los imperativos de la globalización e
inserción económica;
A nivel nacional para avanzar en la elaboración de estrategias de desarrollo
sostenible y en la construcción de los acuerdos sociales necesarios;
Proyecto Universidad: Construye País
59
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
•
A nivel regional para fortalecer la descentralización, la participación social y el
desarrollo territorial sostenibles.
En este contexto, el compromiso decidido de las Universidades con el
desarrollo sostenible representa una oportunidad para renovar y fortalecer los
vínculos con la sociedad de la que forma parte. En este sentido, cobra especial
relevancia la vinculación con las organizaciones de la sociedad civil,
especialmente las ONG’s, que poseen un caudal de experiencia y conocimiento en
materia de sostenibilidad que muchas veces se pierde por falta de sistematización
y difusión.
A nuestro juicio y en gran medida producto de la competencia introducida
en los sistemas de financiamiento, tanto de las Universidades como de las ONG’s,
con los desincentivos asociados a la cooperación horizontal entre estos actores,
las Universidades y las ONG’s se han tendido a distanciar, desaprovechándose un
valioso capital de conocimientos y prácticas sociales en materia de sostenibilidad.
Pensamos que ha llegado el momento del reencuentro para construir alianzas
estratégicas entre ambos tipos de instituciones que pueden traducirse en una
contribución significativa al desarrollo sostenible.
En este sentido, la experiencia del Fondo de las Américas con los proyectos
ambientales y las iniciativas proactivas de fortalecimiento de la sociedad civil y
promoción de la cooperación público-privada para el desarrollo sostenible, donde
se ha estimulado y reconocido explícitamente la colaboración ONG - Universidad,
muestra que éste es el camino correcto que debe fortalecerse y ampliarse. Ello
constituye una señal poderosa para numerosos fondos y programas de
financiamiento, tanto públicos como privados.
Otro actor relevante corresponde a las empresas. Hasta ahora y producto
del sistema de autofinanciamiento de las Universidades, éstas han tenido que ser
capaces de vender sus servicios a las empresas, de acuerdo a la demanda
planteada por éstas. Sin embargo, dado que para alcanzar el desarrollo sostenible
en una economía de mercado como la nuestra, el papel del sector privado resulta
crucial, la Universidad puede actuar como agente catalizador de la necesaria
incorporación del mundo empresarial a un esfuerzo país en la materia.
Ello exige un esfuerzo de creatividad por parte de la Universidad para
generar los servicios y herramientas que permitan la incorporación gradual de las
empresas a estrategias de desarrollo sostenible (por ejemplo, marketing
ambiental, sistemas de gestión ambiental, gestión y minimización de residuos,
análisis de ciclo de vida de productos, tecnologías ambientales preventivas, etc.).
Este proceso puede ser facilitado y “triangulado” por parte de la CORFO, a través
de sus diferentes programas (por ejemplo, Producción Limpia) y sus diferentes
fondos de fomento empresarial e innovación tecnológica.
Ahora bien, para abordar como país el aporte de la Universidad al
desarrollo sostenible, se requiere que el conjunto del sistema universitario se
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
involucre, donde el papel del Ministerio de Educación, el CONCYT y el Consejo de
Rectores resultan claves. En particular se debe aprovechar la reciente puesta en
marcha del MECE – SUP para generar una política global en la materia,
definiendo los mecanismos institucionales y financieros requeridos.
A modo de ejemplo, se podría estudiar la posibilidad de abrir una línea
específica en materia de sostenibilidad y desarrollo en el FONDECYT, como una
forma de estimular directamente la investigación científica y tecnológica.
Sin embargo, pensamos que son las propias Universidades chilenas las que
tienen que asumir autónomamente este desafío, para lo cual podrían generar, al
menos a nivel del Consejo de Rectores, un programa de investigación y acción
para la sostenibilidad integral. Ello podría comenzar con la elaboración de un
inventario de las necesidades actuales en la materia y de las investigaciones en
curso, estableciendo prioridades de I+D en función de las demandas científicas,
políticas y sociales.
Como una forma de contribuir mínimamente a un programa de este tipo y
como botón de muestra, nos atrevemos a sugerir algunos temas donde pensamos
se requiere avanzar sustancialmente en cuanto a investigación y diseño de
instrumentos:
•
•
•
•
•
•
Gestión sostenible y calidad del agua: crear los conocimientos y tecnologías
necesarios para la gestión racional de los recursos, para la lucha contra
problemas importantes tales como la escasez del agua, y para las redes
hidráulicas destinadas a satisfacer las necesidades domésticas, industriales y
agrícolas, manteniendo al mismo tiempo la integridad de los ecosistemas.
Diversidad biológica, clima y cambios globales: desarrollar la base científica,
tecnológica y socioeconómica, así como los instrumentos necesarios para
estudiar y comprender los cambios ambientales.
Ecosistemas marinos sostenibles: promover el desarrollo de una gestión
sostenible integrada de los recursos marinos y contribuir a los aspectos
marítimos de las políticas en materia de medio ambiente y desarrollo
sostenible.
Ciudades sostenibles y ecosistemas urbanos: fortalecer el desarrollo sostenible
y la competitividad, mejorar la gestión urbana y la planificación integrada, y
proteger y promover la calidad de vida y la identidad cultural de los ciudadanos.
Energías limpias y eficiencia energética: desarrollar y probar tecnologías y
medidas asociadas que contribuyan a reducir al mínimo el impacto sobre el
medio ambiente de la producción y el consumo de energía, y que sean
coherentes con una política energética sostenible.
Procesos físico-químicos y calidad ambiental: caracterizar los distintos
procesos físico-químicos que repercuten especialmente sobre el medio
ambiente, facilitando tanto el estudio de los procesos de degradación ambiental
a escala local y regional, como el diseño de técnicas para la restauración de
las zonas ya degradadas.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
•
•
Medio ambiente y desarrollo socioeconómico: evaluar las repercusiones
económicas y sociales de las políticas públicas de alto impacto ambiental, y
avanzar en la valoración socioeconómica de los cambios producidos en el
medio ambiente, como base para formular políticas más eficientes para el
desarrollo sostenible.
Tecnologías de producción limpia y ecoeficiencia: establecer la viabilidad de
nuevas técnicas, mejora de procesos y acciones de optimización ambiental que
introduzcan o mejoren la ecoeficiencia, a través de proyectos demostrativos
concertados y cooperativos entre gobierno, universidad y empresa.
Para terminar, quisiéramos hacer una mención del “Proyecto Milenio”
recientemente anunciado por el Secretario Ejecutivo de Naciones Unidas, en el
marco de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, que permitirá
efectuar una evaluación de los ecosistemas del milenio, a través de un plan de
investigación con sede en Turín, Italia, donde participarán 1500 científicos de todo
el mundo. Su objetivo es estudiar durante cuatro años el medio ambiente del
planeta, de manera de establecer cuál es su estado y buscar posibles soluciones a
los peores efectos de la contaminación y el desarrollo.
Este ejemplo nos debiera animar como país a plantearnos una iniciativa
similar a escala nacional, regional y local (cuando corresponda), que sea el fruto
del esfuerzo conjunto de las universidades chilenas apoyadas por los organismos
públicos respectivos, el sector privado con responsabilidad ambiental y las
organizaciones de la sociedad civil que estén en condiciones de participar.
Elementos de una Agenda País de Sostenibilidad Integral
Queremos terminar reiterando nuestro planteamiento inicial, en el sentido
de que estamos en condiciones como país de construir un gran pacto social y
político para avanzar hacia la sostenibilidad integral de nuestro desarrollo.
Estamos convencidos de que es un buen camino que podemos recorrer entre
todos – gobierno, partidos políticos, sociedad civil, sector privado, universidades,
medios de comunicación -, que debe y puede ser asumido como tarea de Estado
con una visión de largo plazo.
Así como la década de los 90 fue la de transición a la democracia, la
primera década del siglo XXI puede ser la de transición hacia la sostenibilidad
integral, que permita sentar las bases de un desarrollo sostenible para la población
de hoy y de mañana cuando lleguemos al Chile del Bicentenario. Ello plantea la
necesidad de lograr compromisos políticos de largo plazo basados en los objetivos
del desarrollo sostenible, de manera que trasciendan los períodos de gobierno y
se garantice la continuidad de una estrategia país.
Los preparativos nacionales para la Cumbre de Sudáfrica representan un
gran impulso para llevar adelante un proceso como el propuesto. Asimismo,
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
pensamos que el Consejo Nacional de Desarrollo Sustentable puede constituir un
locus y escenario privilegiado para coordinar este esfuerzo.
En esta tarea país, las Universidades deben aportar una mirada crítica y
propositiva necesaria para identificar los caminos de la sostenibilidad integral,
tanto a nivel internacional como nacional y regional, debiendo relevarse su rol
insustituible en el campo de la formación profesional para el desarrollo sostenible,
junto a la generación de conocimientos y diseño de propuestas-instrumentos para
avanzar hacia el desarrollo sostenible.
A modo de síntesis, queremos sugerir algunos elementos para establecer
una agenda país de sostenibilidad integral, enmarcada en las agendas globales
que se han ido configurando en materia de medio ambiente y desarrollo
sostenible. Entre los objetivos estratégicos a perseguir, se pueden señalar los
siguientes:
•
•
•
•
Lograr una asociación y cooperación público-privada eficaces para el
desarrollo sostenible;
Alcanzar una integración de los principios de la sostenibilidad integral en el
conjunto de las políticas públicas;
Fortalecer la democracia y la participación ciudadana para el desarrollo
sostenible;
Incorporar los mercados, las empresas y los consumidores en las estrategias
de sostenibilidad integral.
Como temas centrales de debate y búsqueda de consensos, queremos
plantear los siguientes:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Definición de una estrategia país de desarrollo sostenible como política de
Estado;
Creación de bases sólidas para la sostenibilidad ciudadana y democrática;
Integración de las políticas ambientales, económicas, sociales y sectoriales;
Aplicación de instrumentos económicos y de mercado para avanzar hacia la
sostenibilidad integral;
Fiscalidad ambiental y tributación para la sostenibilidad integral;
Exigencias derivadas de los compromisos internacionales suscritos por
muestro país en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible;
Necesidades de investigación básica y aplicada en materia de sostenibilidad
integral;
Relaciones la integración comercial y la sostenibilidad integral;
Modelos y pautas de producción y consumo sostenibles;
Gestión y utilización sostenible de los recursos naturales y ambientales en
todos los sectores productivos de la economía, como la agricultura, la pesca y
la industria;
Producción y uso sostenible de energía;
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
•
•
•
Producción y uso sostenible de productos químicos, en particular de sustancias
peligrosas y tóxicas;
Conservación de la diversidad biológica, utilización sostenible de sus
componentes y reparto equitativo de los beneficios derivados de la utilización
de los recursos genéticos;
Creación de instrumentos para el desarrollo sostenible, por ejemplo,
instrumentos relacionados con el comercio como sistemas de etiquetado y
certificación e iniciativas de comercio ecológico.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
COMENTARIO
Nicolo Gligo 19
Voy a hacer un comentario y una reflexión sobre el documento de Jorge
Osorio. Creo que de la lectura del documento se pueden destacar, sobre todo, tres
grandes temas. En primer lugar, todo el tema de la necesidad de una participación
activa de la ciudadanía frente a la temática ambiental. Es un tema relevante a lo
largo de todo el documento. En segundo lugar, el tema de la sustentabilidad
ambiental y el desarrollo sustentable en general. En tercer lugar, el tema de la
responsabilidad universitaria, del rol de la universidad frente a la temática
ambiental.
Sobre el primer tema, lo que se refiere a la activa participación ciudadana y
que se suele llamar sustentabilidad ciudadana y democrática, creo que hay muy
poco que agregar. El documento es claro y plantea que sin esta participación
activa realmente es muy difícil avanzar en esta temática. Como el tema ambiental
está muy ligado a la calidad de vida, la participación ciudadana se ve estimulada
frente a las problemáticas específicas que viven las comunidades.
Sobre el segundo tema quiero hacer una reflexión un poco mayor, porque
estamos en la moda de hablar del desarrollo sustentable y éste, muchas veces, no
pasa de ser una declaración de deseos o un planteamiento absolutamente
irrealizable. Cuando al desarrollo se le agrega un adjetivo se quiere señalar una
situación que no existe: si hablamos de desarrollo justo es porque no tenemos un
desarrollo justo y queremos un desarrollo justo; igualmente, si hablamos de
desarrollo sustentable es por que no lo poseemos. Creemos que por hacer una
declaración de deseos sobre el desarrollo sustentable estamos realmente
implementando políticas que tiendan hacia la sustentabilidad ambiental.
En esto hay muchas contradicciones y una de las contradicciones
fundamentales, a mi juicio, es el equilibrio que se plantea entre el crecimiento
económico, el desarrollo social y la sustentabilidad ambiental. El mentado
equilibrio no existe: corresponde a una modalidad adoptada dentro de este
desarrollo. Si uno lo analiza dentro de las frías cifras, se da cuenta de que todo se
reduce a una decisión política en torno a la temática del desarrollo. El equilibrio
entre lo económico, lo social y lo ambiental es una forma de manipulación de la
temática ambiental. Cuando nosotros analizamos, dentro de esta modalidad de
desarrollo, las cifras de resultados, nos damos claramente cuenta de que frente a
un indicador positivo de crecimiento económico casi siempre hay un indicador
negativo del medio ambiente. Esta modalidad de desarrollo no es una modalidad
sustentable desde el punto de vista ambiental o, en otras palabras, es una
modalidad con muy poca sustentabilidad. Todo lo que se está haciendo sirve
solamente para "apagar incendios": todo lo que se hace, sencillamente, es
postergar las crisis ambientales que estamos empezando a vivir. Por lo tanto,
19
Académico del Centro de Análisis de Políticas Públicas.Universidad de Chile.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
cuando se habla de desarrollo sustentable, es importante darse cuenta de que
este no puede convertirse en una herramienta de manipulación de la opinión
pública. La opinión pública tiene que tener conciencia clara de que el desarrollo
sustentable es una aspiración a la que se va a llegar con cambios paradigmáticos
profundos, donde el medio ambiente se integre a la modalidad de desarrollo como
una cuestión fundamental y no como un agregado más, donde realmente se
analicen los impactos ambientales del crecimiento económico o del desarrollo
social.
Ahora bien, el tema es aún marginal políticamente. Ello, porque los que
luchamos por el medio ambiente todavía no hemos podido convencer a la opinión
pública de que el tema del medio ambiente es un tema político por excelencia.
Mientras no sea un tema político siempre va a quedar marginado de las decisiones
fundamentales y de la asignación de recursos también. ¿Cuál es la diferencia
entre las posiciones políticas de los Partidos Verdes europeos y los partidos que
hay acá en Chile?. Allá el tema del medio ambiente es un tema internalizado en
función de la calidad de vida. Acá, en cambio, se dice que el tema fundamental es
el empleo, el ingreso y las necesidades básicas de la gente. Éstas últimas no se
han identificado con el medio ambiente. Cuando el tema del medio ambiente se
identifique con la supervivencia, con el tema del empleo y del ingreso, realmente
va a ser un tema político.
Tiempo atrás conversé con una persona que estaba a cargo de la
descontaminación de la Región Metropolitana y me dijo: "va a ser muy malo el
próximo año, porque vamos a crecer no al 5% sino al 6%". Esa es la verdad,
porque para una persona que está encargada del medio ambiente, crecer al 6%
significa más automóviles, más consumo, etc. No dudo que esto sea necesario,
pero quiero destacar que esta modalidad de desarrollo obviamente tiene un
impacto ambiental sumamente negativo.
Un problema en este sentido es el uso de indicadores de evaluación del
desarrollo de corto plazo. Respecto a estos, obviamente el tema del medio
ambiente queda al margen en muchas ocasiones. Pero yo creo que si uno analiza
el problema tiene que llegar a la conclusión de que el medio ambiente es un
derecho humano y se expresa en indicadores que no van por la evaluación
económica. A nadie se le ocurriría matar a la mitad de la gente para duplicar el
ingreso. Lo mismo pasa con el medio ambiente, pero no nos hemos dado cuenta:
estamos matando al medio ambiente. Estamos matando nuestro presente y
nuestro futuro, pero sometemos esto a una evaluación económica. Yo creo que
hay que considerar cuestiones éticas. Para eso necesitamos conocimientos.
Porque uno dice que no se puede parar el desarrollo -estamos de acuerdo en esopero tenemos que desarrollarnos con conocimiento científico. Todo desarrollo
tiene costo ambiental. Y tenemos que saber y dominar cual es el costo ambiental
para llegar hasta el límite de la reversibilidad o irreversibilidad. Es decir, tomarlo a
conciencia: si estamos pagando un costo ambiental, tener conciencia de qué es en
función, por ejemplo, de la creación de empleo. Lo que hacemos actualmente es
desarrollarnos en forma totalmente inconsciente desde el punto de vista ambiental.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Por ello, rescato mucho de la discusión que se ha planteado acá la
necesidad de profundizar toda la temática del desarrollo sustentable: no sacamos
nada con aprobar políticas de desarrollo sustentable si nuestra modalidad de
desarrollo es atentatoria contra el medio ambiente; no sacamos nada con estar
haciendo sucesivas reuniones y crear toda una parafernalia de lenguajes muy
sofisticados en relación al medio ambiente si seguimos con los mismo o mayores
grados de erosión, con los mismos grados de pérdidas de nuestros bosques, con
los mismos grados de deterioro de nuestra pesca. Es preciso revisar agudamente
lo que significa una modificación profunda en los términos de esta relación entre
medio ambiente y desarrollo.
¿Cómo priorizar la calidad de vida frente a la visión económica del
desarrollo? Yo creo que tenemos que ser muy claros: a los actores económicos –a
los empresarios- tenemos que pedirles que apliquen su racionalidad propia dentro
de los límites que ellos tienen y no podemos pedirles una racionalidad diferente. El
problema es de la sociedad que no pone esos límites, que no pone determinados
parámetros básicos sobre lo que tenemos que hacer. Eso es lo que tiene que
hacer la participación ciudadana. A la gente que está trabajando en estos temas
no podemos pedirle, estrictamente, una racionalidad económica. Lo que tenemos
que estudiar es ese conglomerado de racionalidades que existen en la sociedad
para ver cómo lo concertamos y cómo lo podemos manejar. Pero esos límites los
tiene que poner la sociedad sobre la base de la participación y del conocimiento
científico. Y esto me lleva a reflexionar sobre el rol de la universidad.
En el año 1991 fui invitado por la Universidad Politécnica de Madrid para
hacer un planteamiento preparatorio de los postgrados iberoamericanos para la
Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Se presentó un
documento en Río de Janeiro que se llamaba "Universidad, Desarrollo y Medio
Ambiente". Leyendo éste documento escrito hace exactamente diez años atrás y
releyendo los documentos escritos para Estocolmo el año 1972, casi treinta años
atrás, uno se encuentra con que estamos haciendo exactamente los mismos
planteamientos en torno al medio ambiente y exactamente el mismo planteamiento
sobre el rol de la universidad.
En dicho documento partía de la base de la necesidad de que la
universidad mantenga sus fines de su visión de universalidad. Ello, contra la
corriente de ese momento, que era el profesionalismo, y que sigue existiendo
actualmente. Contra la corriente del momento, que es convertir a las universidades
en empresas consultoras, paralelas, competitivas. Creo que la universidad debe
recuperar su rol de innovar realmente en cuanto a los paradigmas dominantes.
Que la universidad haga ciencia y no sea un mero buzón de tecnología foránea.
Que haga ciencia, al menos, para saber interpretar lo que nos están vendiendo
desde afuera. Que la universidad sepa conocer y reconocer nuestros recursos
naturales.
Proyecto Universidad: Construye País
67
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Esto no se logra con que la universidad agregue un ramo más que se llame
"medio ambiente", no se logra con que la universidad haga una carrera de
ecología. Esto se logra en función de que la universidad asuma realmente su rol
de discusión básica, teórica o filosófica sobre los desafíos que estamos
enfrentando en este momento. Se logra sobre la base de que la universidad deje
de ser una fabrica de profesionales y asuma realmente su rol de impulsora de las
ideas fundamentales, que miran a largo plazo. La universidad debe tomar todas
esas ideas pioneras, que no tienen rentabilidad concreta a corto plazo, para
elaborar nuevos paradigmas. Por eso es que ese documento planteaba la
necesidad de penetrar profundamente en esta temática, no creando cursos o
carreras sobre medio ambiente, sino incorporándola como un tema básico de los
cuestionamientos que hay que hacerle a la sociedad.
No estamos en una sociedad justa ni sustentable. Estamos en una sociedad
que, sencillamente, tiene que buscar los caminos para revertir realmente la
situación en la que la tenemos. Y para buscar esos caminos, tenemos que hacerle
recuperar a la universidad ese rol que poco a poco se lo hemos ido negando en
los últimos años.
Proyecto Universidad: Construye País
68
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Pablo Sándor20
El lugar donde Fundación Ayacara desarrolla el proyecto está en la
península de Comau, frente a Castro, a unos 100 kms. al sur de Puerto Montt. Su
objetivo principal es crear un modelo de desarrollo humano integral, pero no
teóricamente, sino trabajando con las comunidades locales. Este proyecto
comenzó en el año 1978 y actualmente está a un 80% de ser terminado.
El lugar donde se ubica el proyecto es una zona de fiordos, donde la
cordillera de los Andes cae directamente al mar. Es, además, uno de los pocos
lugares del mundo donde hay bosques templados costeros, lo que le da una
importancia ambiental enorme. Aparte de su geografía, es una zona que tiene otro
gran valor: alberga a una comunidad humana muy sacrificada que, evidentemente,
son los depositarios de todos los recursos naturales de este lugar. Son, quienes
deciden el destino político de la zona.
Desde el punto de vista de Fundación Ayacara la crisis ambiental no existe.
En realidad sólo existe una crisis humana, porque si uno saca el factor de
influencia de los seres humanos se acaba el problema. Entonces, lo único que
deberíamos tratar de hacer es modificar la mentalidad del ser humano y la manera
cómo se vincula con su medio ambiente; cómo lo comprende, cómo transmite esta
comprensión y cómo ésta se traduce después en alternativas reales productivas.
Nosotros estamos demostrando en este lugar, con experiencia reales, que
conservar es un buen negocio. Conservar tiene que ser un buen negocio, porque
obviamente todos dependemos del aire y del agua que tomamos.
La zona alberga también los Alerces -un patrimonio de la humanidad- y es
de una fragilidad muy grande. Cuando comenzamos nos planteamos
inmediatamente el problema de cómo vamos a trabajar en un lugar que no
comprendemos. Entonces, la premisa fue: “esto hay que estudiarlo antes de
desarrollar ningún proyecto”. Aquí la prioridad fue la investigación contextualizada
dentro de un ecosistema: no tomando al individuo y analizándolo fuera en un
laboratorio, sino que llevando el laboratorio al ecosistema.
Elegimos una laguna cercana para instalar una de las primeras estaciones
de monitoreo de ecosistemas remotos del Cono Sur, que está justamente al borde
de la laguna, antes de un acantilado. Empezamos a desarrollar este proyecto con
la ayuda del gobierno de Canadá y en conexión con otra estación científica que
está en la isla de Vancouver para hacer monitoreo de cambios climáticos globales
y cómo éstos están afectando a los bosques templados de estos lugares. Primero
hubo una etapa de conocimiento y expediciones para reconocer el lugar. Se trata
de una zona muy difícil para operar: es cinco veces más densa que el Amazonas.
Con el apoyo de la FACH logramos instalar un refugio que importamos del
extranjero -una carpa como las que se usan en la Antártica- en una expedición
que contó con la participación de gente de la localidad, alumnos universitarios y
20
Director Ejecutivo Fundación Ayacara.
Proyecto Universidad: Construye País
69
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
voluntarios extranjeros. Hubo, además, una filmación que se transformó luego en
una película documental. Todo el mundo en la comunidad estaba muy curioso.
“¿Qué es lo que estaban haciendo estos locos llevando una casa para arriba al
monte?” Se preguntaban. Finalmente establecimos el pequeño refugio y le
pusimos el equipamiento necesario para que científicos pudieran ir a este
ecosistema y realmente conocer cómo funciona el bosque en su estado intacto.
Este es un ecosistema que desde hace miles de años está exactamente
igual. Nunca había tenido una intervención humana y nosotros comenzamos a
llevar científicos. También nos dimos cuenta de que era una excelente oportunidad
para llevar estudiantes, para que empezaran realmente a conectarse con la
ciencia. Existía en ese momento una brecha gigantesca entre la ciencia de punta y
la educación, entonces el propósito de la estación se transformó en conectar
investigación con educación y ver la manera de llevar la información levantada a
formatos educativos. En esto se consideró, por supuesto, incluir a la propia
localidad, a la gente del pueblo. Esta zona tiene, a diferencia del resto de Chiloé
Continental, mucha población. De hecho, fue una de las razones por la cual se
decidió realizar el proyecto ahí, porque el 90% de la población de la zona se
concentraba en Ayacara.
La estación sirvió para permanecer más tiempo en el lugar y comprender
como está funcionando esta naturaleza, darnos cuenta también de que no
sabemos casi nada de ella. Muy poca gente ha estado en un lugar donde jamás
ha habido intervención humana haciendo mediciones junto con científicos para
comprender cómo funciona realmente. Nos dimos cuenta también que este
bosque producía un efecto penetrante, trascendental en la gente, basado en el
impacto de comprender cierta dinámica natural que comúnmente no se puede
explicar con palabras y es necesario vivir de cerca.
En un momento dado nos dimos cuenta de que la información recopilada en
toda esta experiencia había que empezar a transmitirla a la comunidad, así que
comenzamos a trabajar con ella y se nos ocurrió incluir a las escuelas básicas del
lugar. Entonces hicimos un proyecto para construir un Centro de Educación
Ambiental Rural -el primero del país- financiado por el Fondo de las Américas.
Después, comenzamos a trabajar en este Centro haciéndole educación ambiental
a los niños, pero nos dimos cuenta inmediatamente de que esto era muy difícil
porque los adultos, apenas los niños llegaban a las casas, les decían: “bueno,
pero para qué te sirve eso que estas aprendiendo. Ándate a picar leña
inmediatamente”. No bastaba, entonces, con educar sólo a los niños, sino que
había que educar a los adultos también. Y a ellos la única forma de
entusiasmarlos era a través de alguna capacitación en algún sistema productivo
que les generara recursos, pero que fuera a la vez ecológicamente sustentable y
que incluyera el componente educacional. Diseñamos para ello cuatro sistemas
productivos, considerando las tradiciones culturales de la zona.
Proyecto Universidad: Construye País
70
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Uno de los sistemas fue basado en el género femenino y la tradición de las
tejenderas e hilanderas. Le incorporamos el factor de la biodiversidad al llevar a la
gente al bosque a conocer para qué servían los musgos, los líquenes, el barro y
mostrarles su valor comercial. Hemos desarrollado una enorme gama de tinturas
con subproductos del bosque y también esencias y otros productos que en este
minuto se están desarrollando.
Con respecto a los hombres, identificamos que el tema de la madera era lo
más importante y que existía una tradición entre los lugareños de construcción de
embarcaciones. A ésta le incorporamos tecnología para poder transformar los
antiguos botes chilotes en embarcaciones de última generación exportables.
Entonces, hicimos un nuevo proyecto y construimos talleres productivos para
fabricar embarcaciones de lujo y capacitar a los lugareños en el uso de materiales
como fibra y resina, no de la zona, mezclados con madera que no estaba siendo
utilizada porque normalmente se consideraba que no podía usarse para una
embarcación. Lo que ocurrió con esto es que bajó la presión por explotar las
especies en peligro como el Alerce o el Mañío.
Con los botes construidos empezamos una nueva microempresa turística
basada en el uso de los botes para hacer expediciones para traer gente extranjera
y mostrarles el modelo que estamos haciendo y, además, darle un valor al recurso
escénico. De este modo estamos capacitando a la gente del lugar para aprender a
nadar, a parar una carpa, a pescar con mosca, a andar en kayak, a montar una
expedición, etc. Les enseñamos cuáles son las tendencias de los mercados
internacionales en términos de turismo aventura y cómo formar una microempresa
conectada a dichos mercados. Finalmente, ellos construyeron su propia cafetería y
están a punto de abrirla este verano.
Nos pareció importante, además, influir en la parte agrícola de la península
ya que ésta es la base alimenticia de toda la zona y formamos una nueva
microempresa de productos agronómicos orgánicos, para incluir este tema dentro
de la capacitación y, por ende, toda la problemática ambiental ligada a la
agroindustria.
Todas las capacitaciones en los cuatro sistemas de producción se
tradujeron a la postre en la creación de microempresas locales, de las cuales las
mismas comunidades son las propietarias. Nuestro modelo incorpora a la gente
como un capital de cambio dentro de este esquema, por que normalmente la
mayoría de los modelos no incorporan a la gente en el sentido de que conservar
sea un negocio para las comunidades.
Finalmente, para poder cerrar este modelo, también con la ayuda del Fondo
de las Américas, la Embajada Británica, la Presidencia de la República y otras
instituciones, se nos ocurrió que todo esto debería insertarse en el modelo de la
educación formal. De este modo, construimos y pusimos en funcionamiento el
primer Liceo Ambiental del país, que dio sus primeras clases en marzo e
inaugurado por la ministra de Educación, Mariana Aylwin. El Liceo es un punto de
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
encuentro de todo el modelo, que además le da una continuación en el tiempo de
manera formal.
Actualmente, tenemos un curso de niños y otro de adultos, lo que ya ha
generado un tremendo impacto en la comunidad. Pero lo más interesante es que
la gente está cambiando por ella misma: involucrándose con la parte científica y la
parte productiva a la vez, para poder comprender mejor esta naturaleza en la que
estamos trabajando, y dar una respuesta práctica y real a los problemas de
desarrollo que tenemos hoy en día.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CAPÍTULO 3
LA ECONOMÍA CHILENA: DÉFICIT Y NECESIDADES
Moderadora
Mónica Jiménez de Barros
Líder del Proyecto Universidad: Construye País
Ponencia
La Economía Chilena: Déficit y Necesidades
Ricardo Ffrench-Davis
Comentario
Jorge Dresdner
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
LA ECONOMÍA CHILENA: DÉFICITS Y NECESIDADES
Ricardo Ffrench-Davis21
Introducción
Me parece que la idea de este proyecto es muy importante, es algo que
hace mucha falta en Chile: una reflexión conjunta orientada a la acción sobre los
problemas de nuestro país.
En general yo tengo una visión critica de lo que pasa en el ámbito
económico y social, en el sentido de que hay mucho que mejorar, mucho que
hacer. Es una visión crítica, pero interesada en buscar soluciones. Es por ello que
mis inquietudes están muy orientadas al diseño de políticas, a la forma de hacer
las cosas para lograr lo que uno quiere y la manera en que eso permea el campo
de la docencia, de la formación y de la gestión pública.
Es muy importante que las visiones críticas sean siempre, además de
constructivas, muy objetivas, es decir, que busquen los rasgos positivos y
negativos de cada fenómeno. Los negativos para removerlos y los positivos para
fortalecerlos. Resulta fácil apoyar o criticar fenómenos en bloque, sin embargo lo
que vamos a hacer aquí es justamente desagregar, mirar algunos elementos
dentro de lo que uno sabe, consciente de que hay muchas cosas que uno no
sabe. La visión que uno adopta tiende a estar demasiado influida por el saber que
uno domina. Por eso yo valoro el trabajo interdisciplinario, donde cada uno aporta
a una visión común desde la profundidad su disciplina pero cruzándose en los
elementos de nexo con las otras disciplinas.
¿Cómo estamos en Chile en el ámbito económico?
En los años ’90 hubo un progreso, en mi opinión, muy significativo. Si uno
mira los antecedentes fríos, objetivos, el decenio pasado fue el momento en que la
“torta” -la cantidad de bienes y servicios disponibles en el país, el número de
personas empleadas, los niveles de salario, de asignaciones familiares y de
pensiones- creció más significativamente, en lo que tenemos de historia. Fue un
buen decenio en ese sentido. Pero nos falta mucho para alcanzar una situación
óptima, y a medida que se van despejando ciertos problemas se van abriendo
otros.
Dentro del mundo, Chile es un país de ingreso medio. Con respecto a
nuestro Producto Interno Bruto (PIB), es decir, con respecto a la cantidad total de
bienes y servicios que producimos y podemos utilizar, estamos en la media del
mundo. No estamos entre los países más pobres del mundo, pero estamos a un
quinto, a un sexto de los que están arriba.
21
Doctor en Economía de la Universidad de Chicago e Ingeniero Comercial de la Universidad Católica
de Chile. Asesor Regional Principal de CEPAL y Profesor de Economía de la Universidad de Chile.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Una de las cosas que ha pasado con la globalización es que se sabe más
de los que pasa arriba y, por lo tanto, de las diferencias entre los países, de la
frustración de aspiraciones que se incentivan y que no se pueden satisfacer. ¿Qué
nos dice eso? Que si queremos imitar algo de los que están arriba tenemos que
crecer.
Ese es un elemento: a nivel general estamos en el promedio. Sin embargo,
nuestros sectores medios y pobres están mucho más abajo que el promedio de los
países más desarrollados. En ellos, la distancia entre los ingresos de ricos y
pobres es mucho menor que la nuestra. Nuestros ricos están cerca de los ricos de
los países desarrollados y nuestros pobres están notablemente más abajo. La
brecha distributiva es mucho más intensa. ¿Qué nos dice eso?
Si miramos a los países desarrollados como ejemplos de modernización,
nosotros estamos muy lejos de ella en esa variable muy clave que es la
distribución del ingreso: la manera en que se distribuyen las oportunidades, el
poder, la voz de la gente en las distintas decisiones que va tomando la sociedad.
Por lo tanto, así como tenemos que crecer para tener una “torta” más grande,
tenemos que mejorar la distribución del ingreso. Y lo que yo quiero tratar de
reforzar ahora es que es falsa la disyuntiva que muchas veces se plantea entre
crecer o distribuir: tenemos que crecer distribuyendo, crecer mejorando en
paralelo a la distribución de oportunidades. No después, sino que en paralelo: no
hay crecimiento sin una mejor distribución del ingreso. En ese sentido nos falta
mucho: nos falta crecer tanto como nos falta equidad.
Esto no es una tarea puramente económica. Solemos adoptar un excesivo
economicismo y eso es inconsistente con el perfeccionamiento democrático. Digo
economicismo en el sentido de decisiones económicas que se toman al margen de
lo que pasa con las personas. Hay muchas políticas económicas que tienen un
enorme impacto social y es muy importante seguirle la pista a dicho impacto y
tenerlo presente. Tomar en cuenta qué es lo que pasa más allá de la economía.
Yo diría que hoy día tenemos, en Chile y en el mundo, mucha más
conciencia de esta falencia que tenemos. Por ejemplo hay propuestas muy fuertes
para que el Fondo Monetario Internacional, que tiene mucha influencia en las
políticas económicas de los países, tome en consideración expresa qué pasa en la
sociedad cuando se está haciendo cierta política fiscal, cierta política monetaria o
sobre tipos de cambio. No solamente mirar que es lo que pasa con el dinero, sino
cómo se mueve y reparte éste en relación al bienestar y los intereses de los
distintos sectores sociales.
Hay otro tema que es muy sobresaliente cuando uno mira la prensa: a
quienes se escucha. Existe peso muy fuerte de los sectores de más altos
ingresos, una presencia mucho mayor que la de los sectores de bajos ingresos.
Tenemos mucho menos balance que hace cuarenta años atrás, y no sólo en Chile.
Hay cierta tendencia internacional en ese sentido: hacia una mayor ponderación
Proyecto Universidad: Construye País
75
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
por dólar o por peso más que per cápita (por cabeza o por persona). Y dentro de
esto hay una ponderación mucho más grande de una dimensión económica, una
parte de la economía, que es la dimensión financiera, es decir: lo que pasa con las
inversiones financieras en bonos, acciones, etc. Esta dimensión pesa más que,
por ejemplo, la dimensión productiva: la innovación tecnológica, la organización
empresarial, del manejo del personal, de la productividad, etc. Hay una
desproporción de las voces y eso, sin duda, influye en las decisiones de la
autoridad, tanto en Chile como en el resto del mundo. Nos hemos movido
demasiado hacia el “financierismo” en desmedro del “productivismo”. Y el
“productivismo” es funcional para lograr más equidad, mientras que el
“financierismo” es disfuncional para ella. Ambos puntos de vista son necesarios: el
problema es como mezclamos las dimensiones del ser humano. Necesitamos,
entonces, un reequilibrio de las voces.
Crisis y recesiones
Entre los años 1998 al 2001 hemos observado que hay componentes
recesivos en nuestra economía. Chile no está trabajando en lo que se llama la
frontera productiva, es decir, la capacidad que posee de producir con su capital, su
trabajo, sus empresas, su infraestructura, su gobierno, etc. Eso significa que parte
de lo que las empresas pueden producir no lo hacen por que no venden. Los
efectos de esto son que se despiden trabajadores y no se contratan nuevos, se
deja de invertir, hay menos utilidades en las empresas, hay menos ingresos de los
trabajadores y todo eso constituye un contexto en el cual avanzamos más
lentamente, retrocediendo en el tema de equidad. Justamente dos de las cosas
que queremos: “Crecer con Equidad”.
Todo esto nos va dando recomendaciones sobre dónde hay que poner el
peso de la acción de la política pública: necesitamos recuperar crecimiento y
necesitamos hacerlo con más equidad, para lo cual el empleo es algo muy
importante. Necesitamos incrementar cuantitativamente y cualitativamente nuestro
nivel de empleo. No sólo necesitamos más empleo, sino también mayor calidad
para éste: con más estabilidad en el tiempo, con ingresos que van creciendo más
fuertemente, con una mayor cantidad de trabajadores cubiertos por el sistema de
seguridad social (tenemos más de un 40% de chilenos que no esta cotizando
regularmente en la seguridad social, una proporción bastante significativa). Y
necesitamos hacer todo esto sin crisis financiera.
Recordemos que Chile tuvo en 1975 una crisis tremenda, al igual que el
año 1982. A finales de 1989 y a comienzos de 1990 tuvimos un ajuste severo y,
desde 1998, hemos estado en este ajuste recesivo. Eso detiene el proceso de
crecimiento y nos hace retroceder en la equidad, en todas estas crisis hay
retroceso en la equidad y el 20, 30 o 40% de ingresos inferiores del país sufre,
permeando además sufrimientos para sectores medianos y algunos altos. Éstas
son cosas que corregir: ¿cómo crecemos más, con más equidad y con menos
crisis?
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
El modelo económico
Es común hablar del “modelo económico chileno”. Tiene fama internacional.
Muchos se preguntarán qué es, cómo es, cuantos países aplican el modelo
chileno. Esta es una visión, a mi juicio, excesivamente simplificada, que invalida
un análisis más serio. Hay una confusión entre “El Modelo” y “Una Economía de
Mercado”. Existen muchas variedades de economías de mercado con diferencias
significativas: Estados Unidos, Francia o Suecia no son países idénticos. Hay
distintos grados de equidad, distintos grados de participación social; algunos con
participación social muy fuerte -muchas decisiones que se toman consensuadas
por participación intensa de la sociedad civil- y otros que tiene muy poco de eso;
hay algunos descentralizados, otros centralizados. Se trata de diferencias
sustanciales: no nos pueden decir que hay sólo una manera de hacer las cosas,
porque hay muchas maneras distintas.
En el contexto chileno, desde el ’73 en adelante hay tres variantes o tres
modelos distintos de aplicación de la economía de mercado. Durante la primera
mitad del gobierno de Pinochet se dio un caso de Neoliberalismo muy puro, muy
“de texto”, consistente, aunque muy economicista. En la segunda mitad del
gobierno de Pinochet hubo en cambio Neoliberalismo con muchos elementos de
Pragmatismo. Mientras que en la primera mitad se decía “jamás voy a subsidiar
nada”, en la segunda mitad -dada la crisis financiera del ’82-’83- el gobierno tomó
el equivalente a 10 años de todo el presupuesto educacional de Chile y puso esa
plata en los bancos quebrados para resucitarlos. Esto, que en la primera mitad del
gobierno era algo absolutamente rechazado como repugnante, en la segunda
mitad se hizo, y evidentemente las platas salieron de algún lado: salieron de los
sueldos de los profesores, de las pensiones, de las asignaciones familiares, etc.
No podemos decir que ambas políticas sean iguales. Tenían muchas cosas en
común -entre otras, la cabeza de gobierno- pero tuvieron expresiones distintas. En
los ’90 tenemos una tercera variedad, que incluyó, por ejemplo, dos leyes
importantes al comienzo del período (el opuesto de lo que había sucedido
anteriormente): una Reforma Tributaria, para subir los impuestos y mejorar la
educación, la salud, las asignaciones familiares, las pensiones; y una Reforma
Laboral, para darle algo más de poder a los trabajadores. Se trata de elementos
importantes que hacen una diferencia. Es un simplismo decir que todo esto es una
cosa única: hay que identificar las partes, partes buenas y malas, con distintos
propósitos, distintos objetivos y distintos resultados.
Para tomar a fondo el tema, es mejor trabajar con la expresión Economía
de Mercado y no Sociedad de Mercado. Esta última no permite opciones y sólo
presenta una visión muy ideologizada de la economía, en la que se nos dice que
sólo hay una forma de hacer las cosas. Eso es falso, hay muchas formas de
hacerlas, según cuales sean nuestros objetivos y los objetivos de los distintos
sectores de la sociedad son muy diversos: algunos le ponen mucha fuerza al tema
de la equidad, otros al tema de la identidad nacional, otros al tema del desarrollo
regional, etc. Hay muchas opciones de cómo planificar políticas económicas para
fortalecer uno u otro de estos objetivos. Distintos grados de participación de la
Proyecto Universidad: Construye País
77
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
gente en materias como la orientación de la educación de sus hijos, de los
servicios de salud, de cómo se construyen las carreteras, las viviendas, etc. Todo
eso se puede hacer de muchas maneras, con distintos nexos entre las decisiones
económicas y sus impactos sociales. El funcionamiento de los mercados no es
idéntico en Haití, en Suiza o en Estados Unidos. Hay sectores que entienden bien
estas diferencias y hay otros que no las entienden, que dicen que todo es igual,
que hay que hacer lo mismo en Haití o en Estados Unidos. Sin embargo, en la
práctica, no hay recetas estándar para cualquier país. Hay diferentes intensidades
en el esfuerzo y las convicciones para ajustar el diseño de las políticas
económicas a los objetivos y la realidad de un país. Por eso lo responsable es
adoptar recetas específicas para las peculiaridades y deseos de cada país.
Crecimiento económico v/s distribución de la riqueza
Sostengo que la disyuntiva entre crecer o distribuir es falsa. En un país muy
rico, por ejemplo, van haber pocos pobres y, por lo tanto, se requerirá distribuir
poco habiendo muchos recursos para hacerlo. En un país como el nuestro, en
cambio, se necesita crecer para distribuir. Necesitamos encontrar la manera de
lograr que lo que vamos creciendo vaya beneficiando en forma más equitativa al
80% de la población y no sólo al 10 o 20%, respetando los derechos de todos.
Ahora bien, debemos considerar que los países que crecen del mundo son muy
pocos: de los 180 o 190 países del mundo, hay muy pocos que crecen
sostenidamente durante 10 o 20 años. Hay muchos que crecen 2 o 3 años y luego
se pegan un tropezón. Lo importante es cómo uno impulsa un crecimiento con
estabilidad, con sustentabilidad a través del tiempo.
Para crecer hay que hacer muchas cosas. Hay que dejar espacio para la
iniciativa de los que son capaces de hacer cosas, pero necesitamos que cada día
haya gente capaz de hacer cosas y eso pasa -desde la gran empresa a la
pequeña y mediana empresa- por que los trabajadores tengan más capacidad de
hacer cosas y tengan más oportunidad de hacer cosas: saber producir más y
mejor. Además de ser mejores ciudadanos, debemos ser también mejores
productores. Y eso pasa por la educación, por la infraestructura y por algo muy
importante que es la capacidad de identificar acuerdos en la sociedad. Los países
que crecen es por que logran identificar caminos troncales por los cuales moverse
a través del tiempo sin estar cambiando periódicamente la dirección del camino.
Es posible, por supuesto, ir incorporando variantes, pero la capacidad de
identificación de la que hablo es básica. Y para identificar hay que discutir
abiertamente, objetivamente los problemas. Hacerlo en forma constructiva,
buscando soluciones, moviéndose hacia los acuerdos más que concentrando los
esfuerzos de algunos en los desacuerdos. Para esto son muy importantes los
gobiernos, las empresas y todos los organismos componentes de la sociedad civil,
que en muchos países se ha debilitado, pero que cada día hay más conciencia en
la importancia de refortalecer.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Elementos para crear bases de crecimiento sostenible, productividad de los
trabajadores y de la PYME
Todos sabemos que el 80% del trabajo se concentra en la Pequeña y
Mediana Empresa (PYME) y un rasgo de las economías en desarrollo es que la
PYME tienen dificultades para funcionar y desarrollarse. Los ingredientes que
están detrás de eso, más allá de puntos que son muy importantes, se condensan
en una frase para la acción pública: hay que poner mucha atención en el niño para
que el niño no llegue a la vida adulta con taras graves que le impidan aprovechar
las oportunidades que brinde el desarrollo económico.
Se relaciona con esto el mejoramiento de la calidad de la educación, la
reducción de las brechas de calidades. Un principio importante en esto es la
discriminación positiva, tal como se hizo al concentrar esfuerzos en las 900
escuelas más pobres del país. El Neoliberalismo predica la neutralidad, en la
medida que sostiene: “si usted escoge se equivoca, deje que el mercado escoja”.
Sin embargo, la neutralidad entre desiguales es concentradora de la desigualdad,
fomentadora de la desigualdad. Es necesario diferenciar a favor de los que
necesitan y hacerlo pensando en el futuro, buscando dejar huellas permanentes.
Reducir ahora brechas en la educación por cierto ayudará a reducir brechas
de manera permanente, pero si nosotros miramos la fuerza de trabajo, la gente
que va a estar trabajando de aquí a unos 10 años, la gran mayoría ya salió del
sistema educacional, es decir que no estuvo en la reforma educacional. Si
nosotros decimos “vamos a crear equidad para 30 años más”, eso no va a
funcionar en democracia. Necesitamos crecer antes y para ello tenemos que hacer
antes equidad, introducir capacidad en la economía hoy. Eso pasa ineludiblemente
por la capacitación laboral.
Los países que han logrado un crecimiento sostenible con equidad han
hecho esfuerzos intensos de capacitación laboral, de manera que los que ya han
salido del sistema educacional tengan con frecuencia la posibilidad de
modernizarse en su conocimiento y su capacidad de inserción en el mercado: que
sean más productivos por que saben hacer más cosas y mejor. En términos
económicos, es la forma de flexibilizar la oferta, en lugar de concentrar esfuerzos
en flexibilizar la demanda. Para que los que estén buscando trabajo sean más
capaces de funcionar bien y defenderse en el mercado, solos o acompañados.
Necesitamos un programa nacional de capacitación laboral que incorpore al
gobierno central, organizaciones empresariales, organizaciones sindicales,
municipalidades, comunidades locales y universidades en el proceso. Un esfuerzo
en el que se tome como una de las tareas importantes para crecer y construir más
equidad el poner en puntos de partidas más similares a los que partieron muy
diferenciados. Porque algunos son hijos de pobres, otros son hijos de ingresos
medios o ingresos altos y todos tuvieron educaciones de distintas calidad. Es una
forma de alivianar el lastre del origen social y el lastre de la calidad de la
educación.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Incentivar muy fuertemente la adopción de nuevas tecnologías -de las
cuales una es el Internet- es un instrumento para acortar la brecha entre empresas
pequeñas y medianas versus las grandes. Si nos interrogamos sobre el tema,
veremos que hay diferencias muy significativas en el acceso a la tecnología, a la
calidad del trabajo, al financiamiento bancario. Por lo tanto, hay que hacer más
esfuerzo que el que se está haciendo para reducir estas brechas
Inserción externa
Se habla muy fuerte de la “presencia de la globalización”. Esta es una
realidad innegable. Hay globalización más intensa en los ’80 y en los ’90 que lo
que hubo en los ’50 y los ’60. Existen ciertos precedentes, en ese sentido, en la
historia. Colón fue un gran globalizador, entre muchos otros. Sin embargo hoy día
estamos en un ciclo de globalización importante. Esto no significa que sea un
proceso inmutable. La globalización la está haciendo el ser humano día a día y las
acciones de los gobiernos de los países desarrollados están afectando la manera
de globalizar, pero nosotros tenemos espacio para escoger. Cuando uno dice: “en
lugar de abrirme al mundo indiscriminadamente, unilateralmente, tal como lo han
dicho autoridades reiteradamente en estos últimos años, me abro desde América
Latina, desde mi barrio, por que estoy aquí y no me puedo trasladar a otra parte”
uno está diciendo “voy a tratar de hacer globalización no ser objeto pasivo sino
objeto activo de globalización”.
Todo lo anterior puede desaprovecharse si es que vamos de crisis en crisis.
Si es que se hacen muchos esfuerzos en el tejido social y económico y tenemos
una crisis grande como la del ’75 o como el ’82, o crisis pequeñas como la de
ahora22. Cualquiera de ellas nos detiene en el proceso: incentiva fuerzas
centrífugas, fortalece los disensos en vez de los consensos, produce reducción de
la inversión, cesantías, las emergencias captan las energías de los gobiernos y las
empresas, etc. Todo esto impide pensar más sólidamente el futuro. En este
sentido, tenemos que hacer un esfuerzo muy grande para aprender mejor a
manejar las crisis.
Para empezar, estas tienen un componente externo: en los tres casos ha
habido un shock, golpes que ha pasado la economía mundial, ya que hay una
globalización de la inestabilidad económica. Esto es parte de la globalización, que
tiene muchos rasgos positivos, pero también este rasgo muy peligroso, regresivo y
malo para el crecimiento económico que es la globalización de la volatilidad. Las
platas se mueven muy fluidamente de un lado a otro y de repente inflan un país
para luego dejarlo caer desde las alturas. Este es un rasgo externo: sabemos que
existe, no debemos olvidarnos que existe.
22
Recordemos que el año 1983 tuvimos un 31% de desempleo abierto, es decir, uno de cada tres
trabajadores estaba cesante en Chile. El 2000 tuvimos un 11%: más de 500 mil cesantes.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Es muy importante saber qué hacemos frente a eso internamente y Chile
tiene un caso muy claro en el que hizo globalización en su interés. Entre el ’90 y el
’94 habían dos países México y Chile que eran las “estrellas” de la época. México
dijo que sería neutral frente a este elemento de la globalización financiera y Chile
dijo: voy a ser selectivo, voy a escoger, a favor de inversión extranjera directa que
venga a crear capacidad productiva y voy a desalentar excesos de flujo de
capitales especulativos. Durante dos o tres años se dijo que Chile se estaba
quedando atrás y era cierto: Chile se estaba quedando atrás de caer en el
precipicio y escogió no acercarse al precipicio. Y cuando llegó la crisis del '95,
cuando de repente estos capitales financieros se asustaron, se fueron de México y
de Argentina, trataron de irse de Chile pero eran muy pocos y Chile quedó inmune
de ese gran golpe que se llamó el “efecto tequila” y que significó un impacto muy
dañino en Argentina y Uruguay, posteriormente en Perú, algo en Brasil y muy
fuertemente en México. En este último país, por ejemplo, hoy día los salarios
promedios son 15% menores que lo que eran el año ’94. Los salarios chilenos, en
cambio, con todos sus problemas -con el ajuste que hemos tenido desde el ’98son un 12% a 14% mayores. Estas decisiones, estas acciones hacen diferencias
sustanciales en el mismo “modelo” en un lado u otro, cuando uno escoge un
camino u otro en este tipo de dimensión.
La institucionalidad chilena
La gente que está en el gobierno es muy poca, son unas personas que
trabajan en unas jornadas muy intensas y que pasan de unos temas a otros, y
nadie es técnico en demasiados temas, entonces tienen que meterse en temas y
aprender algo y tienen que actuar. Necesitamos un reforzamiento de las instancias
de decisiones públicas. Eso es esencial para la modernización del país: una
reforma al Estado no es achicarlo, es fortalecerlo. Deshacer lo que es innecesario,
las redundancias, las cosas que se repiten. Podemos mejorar el uso de los
recursos y mejorar la integración, pero, en general, la gente con capacidad
decisoria y entrenamiento en el sector público, tiene poca profesionalización para
la tarea enorme de construir un país. Eso quita la capacidad de escuchar, de tener
posibilidad de escuchar, de que llegue la voz.
Uno debiera buscar reformas de la institucionalidad en que se establezcan
los canales de comunicación del mundo pensante sobre los problemas, la
integración hacia las autoridades, etc. Que fueran mecanismos regulares de
consulta y comunicación. Eso en algunas de las democracias europeas ha
funcionado durante muchos años de manera bastante razonable y es algo que
hace una diferencia con la democracia. Los grados de participación, consulta y
fluidez hacen esas democracias notablemente más equitativas que la anglosajona,
siendo la anglosajona notablemente más equitativa que las nuestras, cualquiera
de las latinoamericanas. Ahí tenemos más cosas que imitar en el sentido de
Proyecto Universidad: Construye País
81
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
construcción de equidad, para la cual la participación es un mecanismo que hay
que ir sembrando.
Yo creo fervientemente en la democracia y creo que en ella no hay borrón y
cuanta nueva. Creo que estamos con mucha inequidad, con muchas
desigualdades, pero veo solución por el camino de la democracia. Y la democracia
consiste en reformar las reformas. Donde hubo reformas regresivas, ir luchando
por modificar eso. ¿Cómo hacerlo? Yo creo que tenemos falencias de cómo
hacerlo, tenemos insuficiencia de conocimientos. Hay bastante diagnóstico pero
no suficiente. Hace un par de días atrás leí una entrevista a una personalidad, se
supone muy culta, que hablaba del tema de la pobreza y decía: “tenemos que
volver a hacer lo que hicimos en los ’80, ahora nos olvidamos de eso y en los ’80
combatimos y redujimos la pobreza”. Sin embargo, el país de peor distribución y el
año de peor distribución y más intensa pobreza (45% en los hogares chilenos) fue
el año 1987, y esa personalidad estaba diciendo tenemos que volver a hacer eso.
Hay un problema de ideologización y de desinformación. ¿Por qué? Porque no
estamos debatiendo en serio los problemas profundos de la sociedad chilena, por
que tenemos insuficiente reflexión y por que tenemos un problema muy serio en
los medios de comunicación. Algunos de mis amigos parlamentarios dicen:
“llamamos a una conferencia de prensa sobre tal tema y no va nadie, y llaman a
una conferencia de prensa por las peleas que tenemos con tal o cual otra persona
o sector y nos andan persiguiendo los medios de comunicación”. Hay que volver a
que los medios de comunicación se dejen de preocupar de la “chimuchina”, la
pelea chica, la discusión, y se pongan a debatir los temas de fondo, más allá de la
frase de veintidós segundos en la televisión, que uno no discute un tema con ese
tiempo. Eso no ayuda a construir, no funciona en democracia. Tenemos además la
herencia de los diecisiete años en que esos temas se debilitaron y la sociedad civil
se debilitó. Estamos con esa herencia por la naturaleza de la transición que
tuvimos y uno tiene que recibir la herencia, no la podemos rechazar, la tenemos.
Está ahí y tenemos que irla modificando lentamente.
Si miramos fríamente los avances de los ’90 y vemos qué pasa con el 50%
de los chilenos que estaba más abajo, qué pasa con los años de educación que
tiene, con las asignaciones familiares, las pensiones, los salarios, la seguridad
social, etc. veremos que hoy día cerca de un 40% de los chilenos no tiene
seguridad social y en el año ‘89 era mucho más. Hemos avanzado en eso, no
mucho pero hemos avanzado: tenemos más y los ingresos han crecido. El salario
mínimo es como un 70% mayor en términos de boletos de micro, balones de gas,
arroz, entrada de cine, poleras, camisetas, televisión, todo el conjunto de cosas
que puede comprar. El salario mínimo del año ’89 era menor que el del año ’70,
pasaron 19 años y bajó. Aquí hay una correcta recogida de la percepción,
tenemos mucha injusticia, tenemos economicismo, hay dificultades de
comunicación entre las partes, etc. Todo esto es absolutamente cierto, pero para
tener fe en el futuro hay que reconocer lo que hemos avanzado. Es otro país y
gracias a eso podemos dedicarnos con más fuerza a resolver estos problemas
hacia delante. Requerimos mucha fuerza y mucha unidad, identificar temas y
lograr que las decisiones no sean por US$ que uno tiene sino por persona o por
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
familia y, por eso, tenemos las selecciones y podemos escoger, pero las
selecciones se confunden mucho por la falta de información.
Una de las preocupaciones que uno tiene es que se transmite mucho sobre
el productivismo, o sea, sobre mejorar la productividad. Capacidad productiva para
que la gente se pueda ganar su espacio en el mercado es la gran preocupación.
La alternativa es si creamos máquinas de producción y “pobres ciudadanos”. Yo
quiero que tengamos un país de ciudadanos y no meramente de productores.
Pero esos ciudadanos, para que tengan espacio como tales, necesitan tener más
bienestar económico, necesitan más educación y no podemos dar más educación
si no tenemos más recursos, si el país no crece, no se recogen impuestos y no se
les puede pagar mejor a los profesores; no podemos tener buena educación y
salud si no le damos ingresos dignos a los que hacen eso. Ello requiere platas,
bienes y servicios que alguien produce; parte de eso lo recoge el gobierno y
reajusta los salarios o subsidios educacionales, pero hay que preocuparse en
cómo hacemos la capacitación laboral para que haya un ingrediente de formación
cívica o ciudadana. Mucho de eso depende no sólo de lo que se está haciendo en
esa sala de clases o institución de capacitación sino el ambiente que seamos
capaces de provocar a nivel global. Qué está pasando con nuestra televisión,
nuestros medios de comunicación, con nuestro sistema político, la organización de
partidos, la capacidad de reflexionar de los partidos: todo eso forma parte del
paquete de un país que sea más civilizado y moderno.
A manera de conclusión
Necesitamos intensificar la reflexión sobre Chile. En el tema de las ciencias
sociales tenemos insuficiencia de reflexión. Lo que hay tiende a ser demasiado
unidisciplinario. Necesitamos profundizar en la disciplina y en el caso chileno
necesitamos pensar una serie de temas muy profundos, por ejemplo: las AFP.
Estas entidades recogen mucha plata en ahorro de los trabajadores. Podemos ser
neutrales o tratar de hacer algo para el grueso de los trabajadores de Chile con
esas platas. Tratar de que las platas se inviertan en el exterior o que se inviertan
eficientemente y con seguridad dentro de Chile. Este es un tema que se ha
discutido muy poco. Y estamos hablando de cosas que hacen una diferencia
macro. Así hay muchos otros temas en los que se toman decisiones para el futuro
sin suficiente reflexión.
La reflexión significa una inversión de esfuerzos de ponerse a pensar en los
temas profundamente: en lo disciplinario y con los cruces interdisciplinarios
necesarios para que uno vea las otras dimensiones. Lo que tenemos que hacer es
no reprimir sino fomentar el debate, pero un debate responsable, siempre
buscando la cara positiva de las cosas. Debemos preguntarnos entonces: cómo ir
mejorando lo que hay, acentuando las mejoras que hubo en los ’90, ahora que
estamos detenidos en el proceso de dinamismo económico y social de los años
anteriores, para que podamos escoger bien el camino troncal por el cual nos
movemos en los próximos años.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
COMENTARIOS
Jorge Dresdner23
Cuando se me pidió que comentara esta exposición me pregunté cuáles
son aquellos elementos que, desde el punto de vista económico, son importantes,
constituyen necesidades y cuáles son los desafíos. Y me hice una lista que yo
creo que cualquier economista se la haría. Yo creo que hay un tema que es
fundamental: el tema del crecimiento económico, o más bien el tema del
crecimiento económico sostenido. Es decir, si queremos resolver gran cantidad de
las necesidades básicas que tiene el país, necesariamente tenemos que crecer,
tenemos que aumentar el tamaño de la “torta”, como decía Ricardo. Otro tema
central es la distribución del ingreso y la pobreza extrema. Creo que también va a
existir consenso de que uno de los problemas importantes, dentro de lo que es el
desarrollo económico del país, está en enfrentar estos problemas de distribución y
de pobreza extrema. Entiendo que estos dos temas fueron planteados en la
exposición de Ricardo French-Davis.
Yo enfatizaría además algunos temas adicionales: creo que nosotros hoy
día percibimos una falta de seguridad social en el país. Si uno mira las encuestas,
se va a dar cuenta que uno de los grandes problemas que la gente siente es que
tiene mucha incertidumbre: incertidumbre sobre qué es lo que va a pasar con la
educación de sus hijos, sobre lo que va a pasar con su previsión social, sobre lo
que va a pasar con la salud, etc. Yo creo que un tema a agregar en la lista es el
tema de la falta de seguridad social.
Finalmente agregaría, para terminar la lista, un tema que tiene que ver con
la forma como nos desarrollamos. Que ésta sea compatible con el medio
ambiente, que mantenga los equilibrios ecológicos y que, además, preserve los
recursos naturales. Esos son, más o menos, los temas que yo plantearía y creo
que si le preguntamos a una gran cantidad de economistas, todos van a estar de
acuerdo en que esos temas son importantes.
Si bien todos podemos estar de acuerdo en que estos temas son
importantes, donde empiezan a surgir las diferencias es cuando empezamos a
enfrentar la forma de abordar estos temas. Cuando empezamos a pensar en los
énfasis de los distintos temas y cuando empezamos a pensar en como estos
temas se interrelacionan. Yo creo que, en general, hay una tendencia a mirar
estos temas en forma separada. Tenemos un problema de crecimiento y
requerimos una política de crecimiento; tenemos un problema de distribución del
ingreso y requerimos una política de distribución del ingreso; tenemos problemas
ambientales y requerimos una política ambiental. Y la gran diferencia en cómo
nosotros concebimos la sociedad creo que está en la forma como queremos
abordar estos temas. Los queremos abordar en forma separada o los queremos
23
Doctor en Economía de la Universidad de Uppsala, Suecia. Director del Departamento de
Economía de la Universidad de Concepción.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
abordar en forma integrada. Yo creo que uno de los puntos que me gustaría
resaltar de la exposición de Ricardo es justamente que él los intenta ver en forma
integrada.
No podemos plantearnos el crecer en forma sostenida si no resolvemos, al
mismo tiempo, los problemas de distribución del ingreso, los problemas de
pobreza. Para que el país mantenga una tasa de crecimiento alta, digamos una
tasa de crecimiento en torno al 7% durante muchos años es impensable hacerlo si
no aumentamos la productividad y si no incorporamos a grandes sectores
marginales a la economía moderna. Los temas de la distribución del ingreso y de
la pobreza están íntimamente relacionados con la posibilidad de que nosotros
podamos crecer en forma sostenida.
De la misma manera, si nosotros consideramos las posibilidades que
tenemos de preservar los recursos naturales, creo que esto también está
relacionado con la solución de los problemas en muchos de los sectores
marginales. Si nosotros vemos lo que ha pasado en el sur de nuestro país con la
tala indiscriminada del bosque nativo, muchas veces detrás de esas acciones hay
gente que está en situación marginal y que ve la tala del bosque como una
posibilidad de mejorar su situación económica. Si nosotros no resolvemos esos
problemas, de base económica, es muy difícil pedirle conciencia ambiental a esa
gente. Asimismo, en la región de la cual yo vengo, hoy día tenemos una gran crisis
pesquera por falta de captura. Y vemos que hay sectores importantes, pescadores
artesanales y trabajadores de la industria, que están presionando por aumentar las
cuotas de captura. Porque el problema básico que ellos tienen es un problema
mucho más serio. Entonces yo creo que no vamos a poder vivir o desarrollar una
cultura ambiental a menos que resolvamos los problemas básicos de la gente. Y
eso requiere mayor crecimiento y mejor distribución del ingreso.
Entonces, creo que la gran disyuntiva, cuando queremos pensar al país, es
plantearnos cómo podemos interrelacionar las distintas políticas que están
destinadas a alcanzar estos objetivos de carácter económico. Lo que se requiere
hoy día es un enfoque donde se vean en conjunto, interrelacionadas, estas
distintas medidas. Hay una cantidad de medidas que uno podría plantear y yo
interpreto lo que Ricardo decía en el sentido de que cuando uno determina
medidas para el crecimiento, también tiene que ver que estas medidas sirvan para
la distribución del ingreso.
Creo que hay una serie de medidas que son necesarias. Por problemas de
tiempo sólo las enumero:
1. Mantener políticas macroeconómicas que den estabilidad económica a los
agentes con claras señales de cuales son los objetivos de largo plazo.
Desarrollar políticas comerciales que incrementen las posibilidades de
intercambio en los mercados externos.
2. Ajustar la capacidad de regulación del Estado en distintos ámbitos para
promover la eficiencia económica global. Aquí también se incluye la perspectiva
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
sectorial y regional. Emplear los instrumentos de política económica acordes
con los objetivos de largo plazo. Evaluar las acciones emprendidas.
3. Sistema financiero más eficiente y no sólo con mayor profundidad, son también
con mayor amplitud, de tal forma que posibilite el acceso a las PYMES y de
esta forma fomente la inversión productiva.
4. Generar programas de apoyo a las MIPYMES que permitan su integración a la
economía moderna en forma autónoma.
5. Reformar la educación media y superior con mayor énfasis a la adquisición de
habilidades productivas que correspondan a los requerimientos del mercado
laboral. Flexibilizar el accesos a los distintos niveles de calificación, de tal forma
que existan distintas opciones para acceder a éstos (estudiantes nuevos y
egresados).
6. Desarrollar sistemas de capacitación laboral permanente y amplios. Revisar los
sistemas de incentivos a la capacitación existentes, de forma que realmente
generen estímulos claros a la capacitación laboral.
7. Generar programas de erradicación de la pobreza más específicos y ajustados
a las realidades de los distintos grupos objetivos.
8. Revisar el sistema de seguridad social, mejorando para la mayoría de la
población la calidad de sus beneficios básicos (salud, previsión, etc.) a un costo
razonable.
9. Fomentar el desarrollo de las organizaciones de la sociedad civil y
especialmente del mercado laboral, de forma que mejore su capacidad de
negociación y fijación de acuerdos que permitan mejorar la distribución de los
ingresos en forma paulatina y concordada y que contribuya a dar mayor
estabilidad social al país.
10.
Desarrollar una cultura e instituciones ad-hoc, que resguarden los
equilibrios ambientales y la preservación de los recursos naturales.
Yo diría que hay un elemento común en todas estas medidas. Uno de los
problemas que tenemos como país es que somos un país que está, en muchos
aspectos, segmentado o disgregado, y lo que requerimos para resolver estos
problemas económicos, tanto de crecimiento como de mantención del equilibrio
ecológico, es integrar al país. Y ese gran esfuerzo tiene que estar presente en la
visión que nosotros tenemos de cómo hay que resolver los problemas y en las
medidas que establezcamos para ello.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CAPÍTULO 4
¿QUÉ AVANCES Y NECESIDADES SE MANTIENEN EN EL CAMPO
SOCIAL?
Moderador
Sergio Moffat
Director de Planificación y Estudios. Universidad del Bío-Bío
Ponencia
Chile: Necesidades y Déficit desde la Perspectiva Social. Desafíos para el
Mundo Universitario
Jaime Ruiz-Tagle
Comentarios
Rosita Cahmi
Benito Baranda
Patricia Muñoz
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CHILE:
NECESIDADES Y DÉFICITS DESDE LA PERSPECTIVA
SOCIAL. DESAFÍOS PARA EL MUNDO UNIVERSITARIO
Jaime Ruiz-Tagle24
Introducción
La perspectiva social sobre la realidad nacional tiene una especificidad,
pero ella está estrechamente relacionada con otras, y particularmente con la
política y la económica.
Desde el punto de vista político, si no existe democracia en el país, o si la
democracia es muy imperfecta, o si no se avanza en su perfeccionamiento, el
desarrollo social será muy limitado, inestable e incompleto. Es cierto que algunos
indicadores de progreso social trascienden los gobiernos de turnos, porque están
asociados a los avances tecnológicos de la humanidad, como en lo que respecta
al descenso de la mortalidad infantil o al aumento de la esperanza de vida. Estas
tendencias demográficas responden a movimientos de larga duración, que
continúan su curso incluso durante regímenes no-democráticos. Sin embargo, hay
otras dimensiones del progreso social, como el fortalecimiento de las
organizaciones, que se ven muy limitados en los regímenes autoritarios.
Por otra parte, existe un amplio consenso en cuanto a que sin crecimiento
económico es muy difícil que se produzca un desarrollo social amplio y sostenido.
Pueden establecerse políticas populistas que beneficien por corto tiempo a los
sectores populares. Pero en el mediano y largo plazo ellas son insostenibles si no
aumentan la riqueza del país. Lo anterior no significa, obviamente, que se pueda
identificar el crecimiento económico con el progreso social. El crecimiento es un
requisito, una condición sine qua non, indispensable pero no suficiente. Las
políticas económicas que tienen dimensiones sociales, así como las políticas
sociales propiamente tales son absolutamente necesarias para lograr un
desarrollo integral.
En otro plano, es preciso señalar de entrada que el desarrollo social es muy
complejo, que tiene una gran diversidad de facetas, y que no siempre existe
acuerdo respecto a sus límites. Incluye, evidentemente, la cantidad y la calidad de
los empleos, que constituyen la principal fuente de ingresos para la gran mayoría
de la población. Incluye la superación de la pobreza, tanto la absoluta como la
relativa. Incluye también el mejoramiento de la salud, de la educación y de la
vivienda. Es a estos aspectos a los que nos referiremos principalmente.
Pero existen también muchos otros aspectos específicos sin los cuales el
desarrollo social resulta incompleto: las políticas a favor de los niños y de los
ancianos; a favor de las minorías étnicas; a favor de los marginados
24
Director de la Unidad de Estudios Prospectivos de MIDEPLAN
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
geográficamente, en el campo, en las minas o en el mar; o las políticas destinadas
a superar el alcoholismo y la drogadicción; o las que tienden a garantizar la
seguridad ciudadana. Esto por citar solamente algunas de las más importantes.
En fin, es necesario subrayar que en el ámbito social no basta con disponer
de datos objetivos, los que son relativamente fáciles de cuantificar. Se requiere
también conocer la subjetividad, las percepciones de los actores sociales
colectivos y de las personas particulares. Hace más de 60 años el Padre Hurtado
planteaba en uno de sus libros más señeros: “antes la vida era más dura, pero hoy
se nota más la diferencia social”. Dicho en otros términos, las desigualdades
constituyen un grave problema social; pero la percepción de las desigualdades,
que tienden a mantenerse e incluso a profundizarse a través del tiempo, es
también muy importante.
Las percepciones subjetivas están normalmente asociadas a la pertenencia
a grupos o a organizaciones sociales. En la medida en que las personas van
superando su marginalidad y se van integrando a organizaciones de diverso tipo,
van afirmando su identidad, van estableciendo redes de contactos y relaciones, lo
que las ayuda a superar los principales problemas que las afectan.
El sano orgullo de pertenecer, de participar, de influir en las decisiones de
políticas públicas, constituye una fuente de energía, un crecimiento en el poder (un
“empoderamiento”, como se dice actualmente), que es fundamental para que los
sectores populares superen los problemas sociales que los afectan.
En este sentido, es cierto que la superación de la pobreza es
fundamentalmente un problema “espiritual”; se requiere un espíritu esforzado,
constante, optimista, solidario, para que los postergados superen los múltiples
problemas sociales que los aquejan y que podrían aplastarlos.
Teniendo en cuenta estas consideraciones básicas, vamos a examinar
algunos de los problemas sociales más agudos que afectan a nuestro país: el
desempleo; la pobreza; las deficiencias en salud, educación y vivienda.
El empleo y el desempleo
No hay la menor duda de que el empleo es una fuente básica de progreso
social y que, inversamente, es la principal causa de la pobreza y de múltiples
problemas sociales. Ahora bien, durante la década de los ‘90 el fuerte crecimiento
del producto nacional estuvo asociado a un extraordinario crecimiento del empleo.
Desde 1989 hasta 1998 se crearon más de un millón de puestos de trabajo, lo que
implicó un crecimiento de casi 24% en el decenio (ver A. Sanhueza, “El desempleo
en el Chile de hoy”, Mensaje, enero - febrero 2001). Paralelamente, la
desocupación bajó en forma significativa, pasando de 7.8% como promedio anual
en 1990 a un 5.8% en 1997.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Sin embargo, debido a los efectos directos e indirectos de la crisis asiática,
así como del manejo inadecuado de las variables macroeconómicas, durante el
segundo semestre de 1998 la actividad económica empezó a declinar, a la vez
que subía significativamente la tasa de desocupación. Se pensó que se trataba de
un problema coyuntural, de corto plazo, pero la recesión económica se prolongó.
En 1999 se perdieron 120.000 puestos de trabajo, en relación al promedio de
1998. La tasa de desocupación subió de un 6.3% a un 9.8% promedio, habiendo
llegado incluso a un 11.5% en el tercer trimestre.
Frente a esta situación, el Gobierno puso en marcha programas especiales
de empleo, basados en las municipalidades, con el objeto de paliar en alguna
medida los efectos sociales negativos que estaba generando la desocupación
creciente y cada vez más prolongadas. Estas medidas, así como el repunte de la
actividad económica en el último trimestre de 1999, hicieron bajar la tasa de
desocupación. Sin embargo, el año terminó con una tasa de desocupación
superior en 3.6 puntos porcentuales a la de fines de 1997, antes de la crisis.
Se esperaba que durante el año 2000, junto con la reactivación de la
economía, se produjera un significativo aumento del empleo. Pero no fue así.
Mientras la economía creció en un 5.4%, el empleo se estancó. Se podía suponer
que existiría un rezago entre la reactivación económica y la creación de empleos,
que los especialistas sitúan entre 6 y 8 meses. Pero no se esperaba que el empleo
simplemente no creciera. Más aun, en el trimestre terminado en febrero del 2001
el total de ocupados bajó en un 1.4%, con respecto al mismo período del año
anterior.
Dos son las razones que pueden explicar esta pérdida de puestos de
trabajo: a) la fuerte disminución de los ocupados en los programas especiales de
empleo; b) el aumento de la productividad. De hecho, ante la inseguridad de tener
una demanda constante y creciente, los empresarios tienden a postergar las
nuevas contrataciones, prefiriendo dar estímulos a los trabajadores ya ocupados.
El hecho es que en el trimestre diciembre 2000 - febrero 2001 la tasa de
desocupación alcanzó a un 8.4%, superior en tres décimos de punto porcentual a
la experimentada en el mismo período del año anterior. Los directamente
afectados por el desempleo fueron 488.000. Si se considera su grupo familiar, se
llega a más de dos millones de personas.
La tasa de desocupación habría sido incluso mayor si no se hubiera
producido una disminución de la fuerza de trabajo. En el trimestre terminado en
febrero del 2001 esta reducción alcanzó a 63.000 personas, con respecto al
mismo período del año anterior. Como es sabido, cuando el desempleo se
prolonga, sobreviene el desaliento; así, muchos dejan de buscar empleo y salen
de la fuerza de trabajo, convirtiéndose en lo que técnicamente se llama “inactivos”.
Frente a la prolongación de las altas tasas de desempleo se han propuesto
diversas medidas. Las autoridades han propuesto adelantar las inversiones en
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
obras públicas y vivienda, de manera que en el primer semestre se ejecute el 66%
del presupuesto asignado para todo el año, que por lo demás creció en un 7% con
respecto al del 2000. Sin embargo, la administración central y las empresas
públicas controlan solamente un 21% de las inversiones totales. La gran mayoría
de las inversiones son realizadas por los empresarios privados. De éstos depende,
fundamentalmente, la generación de puestos de trabajo.
Por otra parte, se ha creado un programa pro-empleo, dependiente del
Ministerio del Trabajo, y se han asignado recursos especiales a enfrentar el
desempleo en las situaciones más críticas. El problema que se debe enfrentar es
el de crear empleos productivos y estables, más que entregar subsidios a
personas pobres a cambio de prestaciones laborales de dudosa rentabilidad
social.
Se han planeado también medidas destinadas a frenar la deserción escolar,
de modo que los jóvenes puedan seguir educándose, sin ejercer presiones
prematuras sobre el mercado del trabajo. De hecho, si se examinan las cifras del
quinquenio 1996 - 2000 se puede observar una significativa disminución de la
proporción de jóvenes de 15 a 19 años en la fuerza de trabajo. Esto puede
corresponder en parte al desaliento, pero corresponde sin duda también a un
aumento de la retención escolar, a nivel medio e incluso superior.
En fin, se ha insistido mucho en que se deben flexibilizar las jornadas
laborales, a través de negociaciones colectivas entre los empresarios y los
trabajadores organizados. De esta manera las empresas podrán responder mejor
a las fluctuaciones de la demanda, y ciertas categorías de trabajadores que tienen
dificultades para enfrentar una jornada completa – especialmente jóvenes y
mujeres – tendrán posibilidades de incorporarse aunque sea a tiempo parcial a un
empleo remunerado.
Es necesario destacar que las cifras a las cuales hemos hecho referencia
corresponden a promedios nacionales, y no dan cuenta de las diferencias
existentes entre las diferentes Regiones del país. De hecho, en el trimestre
diciembre 2000 - febrero 2001 hubo 4 Regiones que tuvieron fuertes aumentos de
la desocupación, con respecto al mismo período del año anterior: la primera, la
tercera, la quinta y la octava. En estas tres últimas, la desocupación superó
claramente el 0 % de la fuerza de trabajo.
Es evidente, por lo tanto, que los recursos destinados a superar el
desempleo deben concentrarse en estas Regiones, que experimentan la situación
más crítica. Más aun, existen comunas en las que las tasa de desocupación
registradas alcanzan a un 17%, duplicando el promedio nacional, lo que requiere
de políticas de empleo particularmente activas.
Los promedios nacionales también ocultan las diferencias por categorías de
edad. Es así como en la categoría de 20 a 24 años la desocupación llegó a un
18.4% en febrero del 2001, frente a un 8.4% del promedio nacional. Esto revela
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
que muchos jóvenes, incluso con estudios superiores, tienen dificultades para
encontrar un empleo remunerado. Particularmente dramática es la situación de los
jóvenes pobres que terminan la educación secundaria y ni encuentran trabajos ni
tienen recursos para financiar estudios superiores. Por eso, los programas del
FOSIS destinados especialmente a esta categoría social son de vital importancia.
Ahora bien, junto a los aspectos cuantitativos del empleo y desempleo, es
necesario considerar los aspectos cualitativos. Como consta por las estadísticas
oficiales, aproximadamente un 40% de la fuerza de trabajo está excluida de la
seguridad social, porque no cotiza o no lo hace regularmente. Esto implica serios
problemas en el presente para tener acceso a la salud, y en el futuro para tener
derecho a una jubilación decente.
Por otra parte, si bien es cierto que se ha producido un aumento notable en
el número de trabajadores capacitados – 27.4% más en el primer semestre del
2000 con respecto al mismo semestre del año anterior, todavía el porcentaje de
capacitados anualmente alcanza sólo al 10% de la fuerza de trabajo, la mitad de lo
que se considera necesario para que todos los trabajadores reciban alguna
formación al menos una vez cada cinco años.
Además, es bien conocido que los trabajadores de menores ingresos tienen
un acceso proporcionalmente mucho más bajo a los cursos que los de ingresos
altos. Algo semejante sucede con las micro y pequeñas empresas, si se las
compara con las empresas medianas y grandes. Los cambios legales recientes
han tendido a revertir esta tendencia, pero hasta el momento los resultados son
limitados.
En suma, es indudable que existen grandes déficits sociales en Chile en
materia de empleo, que se han acentuado después de la crisis asiática. No
enfrentamos la situación dramática que el país vivió a mediados de los ‘80, cuando
las tasas de desocupación real se empinaron por sobre el 30%, pero no hay duda
de que estamos lejos de las expectativas que se habían generado con el retorno a
la democracia.
Existen algunos indicadores promisorios, como el reciente repunte del
empleo en la construcción y la puesta en marcha del programa liderado por el
Ministerio del Trabajo; pero es evidente que la generación de más y mejores
empleos debe constituir una tarea fundamental, en la que confluyan los esfuerzos
del sector público y del sector privado.
Pobreza y distribución del ingreso
La superación de la pobreza se ha convertido desde hace varios decenios
en uno de los objetivos fundamentales de los países en desarrollo y de Chile en
particular. Sin embargo, no existe pleno cuerdo sobre la definición de pobreza;
además, ésta va cambiando a través del tiempo.
Proyecto Universidad: Construye País
92
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
En América Latina, por razones operativas, se ha generalizado la definición
de los pobres como aquellas personas cuyo ingreso per capita es inferior al valor
de dos canastas básicas de alimentos. Se supone que con el valor de la segunda
canasta se pueden cubrir las necesidades básicas no-alimentarias. Además, se
considera extremadamente pobres, o indigentes, a las personas cuyo ingreso per
capita es inferior al valor de una canasta alimentaria básica. En todos los casos se
entiende que se trata del ingreso familiar per capita.
En Chile, la fuente de información más confiable y utilizada es la Encuesta
CASEN (Caracterización Socioeconómica Nacional), elaborada por MIDEPLAN.
Ella permite determinar qué proporción de la población está por debajo de las
líneas de pobreza e indigencia. Pero no da cuenta de cuál es el nivel de
superación de la pobreza, ni de quiénes y por qué vuelven a caer por debajo de
las líneas.
Cuadro 1
Chile: población nacional en situación de pobreza e indigencia: 1987 – 1998
(porcentajes)
1987
1990
1992
1994
1996
1998
Indigentes
17.4
12.9
8.8
7.6
5.8
5.6
Pobres no indigentes
27.7
25.7
23.8
19.9
17.4
16.1
Total de pobres
45.1
38.6
32.6
27.5
23.3
21.7
Fuente: MIDEPLAN
En el Cuadro 1 se pueden analizar las cifras correspondientes al período
1987 - 1998. Al comienzo del período, la situación de pobreza era particularmente
grave, debido a los efectos sociales de la crisis de la deuda externa y de las
medidas tomadas para enfrentarla. Durante toda la década de los 90 la situación
fue mejorando sistemáticamente, aunque a un ritmo decreciente, sobre todo en el
último bienio. Dos parecen ser las causas de este ralentizamiento: a) que se está
llegando cada vez más a la llamada “pobreza dura”, que es mucho más difícil de
erradicar; b) que ya a fines de 1998, cuando se realizó la última Encuesta CASEN,
se habían hecho sentir los primeros síntomas de la crisis asiática sobre la
economía chilena.
No se dispone todavía de los resultados de la Encuesta CASEN 2000, pero
se puede suponer razonablemente que sus resultados mostrarán un repunte de la
pobreza y de la indigencia, debido sobre todo al aumento del desempleo, que ha
afectado particularmente a los más pobres. Por primera vez desde que se realiza
esta Encuesta se observará un cambio de tendencia en estos resultados.
Por otra parte, algunos estudios han utilizado el concepto de “adulto
equivalente”, en lugar del “per capita”, teniendo en cuenta que el sustento de los
niños tiene un costo menor que el de los adultos. Ahora bien, considerando el
hecho de que las familias pobres tienen más hijos, se llegaría a la conclusión de
que la proporción de las personas que caen por debajo de la línea de pobreza es
menor que la indicada en las cifras del Cuadro 1.
Proyecto Universidad: Construye País
93
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
En cambio, si en lugar de tener en cuenta la posibilidad de pagar el costo
de una canasta básica de alimentos, se define como pobres a los que están por
debajo de la mitad del ingreso medio per capita del país, resulta que la pobreza se
habría mantenido estable, e incluso habría tenido un leve aumento, durante la
década de los ‘90 (ver Raúl González, “La desigualdad: ¿vía para superar la
pobreza?, PET, Santiago, enero 2001). Sin embargo, nos parece que esta
metodología que mide la “pobreza relativa” es más adecuada en términos de
distribución del ingreso que de pobreza propiamente tal.
Otro aporte metodológico ha consistido en no limitarse a analizar las
ingresos, sino en examinar además las carencias respecto a necesidades básicas
como salud, educación, vivienda, etc. Asumiendo esta definición más amplia,
aparece que el número y la proporción de pobres en Chile son mucho más altos
que lo indicado en el Cuadro.
En fin, se ha llegado a plantear la conveniencia de establecer una tercera
“línea”, situada al nivel de tres canastas alimentarias básicas. Los situados entre la
segunda y la tercera línea podrían denominarse “semi-pobres”, en lugar de ser
simplemente asimilados a los no-pobres. Esto responde mejor a la experiencia
existencial de nuestro país.
Más allá de los resultados de la Encuesta CASEN existen otros indicadores
que revelan un avance en la superación de la pobreza en Chile durante la década
de los 90, como aparece en el Cuadro 2.
Cuadro 2
Salarios, asignación familiar y gasto social público: 1989 – 1999
(índices reales, 1989 = 100)
Remuneraciones
Ingreso
Asignac.
Gasto social
mínimo legal
familiar
Educación
Salud
1989
100.0
100.0
100.0
100.0
1994
120.9
133.0
154.6
134.2
1999
144.8
173.9
187.7
207.0
Per
cápita
100.0
149.4
186.2
Fuente: R. French-Davis, sobre la base de cifras oficiales, en “Entre el neoliberalismo y el
crecimiento con equidad”, Dolmen, Santiago 1999.
Se puede observar que tanto el ingreso mínimo legal como las asignaciones
familiares crecieron más que el promedio de las remuneraciones. De manera que
estos instrumentos de política estarían contribuyendo a la redistribución de los
ingresos. Algo semejante puede decirse con respecto al aumento del gasto público
en educación y salud. Con todo, algunos analistas han argumentado que el
aumento del gasto público en estos rubros fue destinado en una proporción
importante a mejorar las remuneraciones de los funcionarios y especialmente de
los profesionales (profesores, médicos, etc.), que no forman parte del sector más
pobre de la población.
Proyecto Universidad: Construye País
94
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
En lo que respecta a la evolución que ha experimentado la distribución de
los ingresos, las cifras y las interpretaciones no son coincidentes. Por una parte,
están los datos de la Encuesta CASEN. Estos revelan que la distribución de los
ingresos monetarios se estancó, e incluso se deterioró levemente, durante la
década de los ‘90, como aparece en el Cuadro 3.
Cuadro 3
Distribución del ingreso monetario, por quintiles: 1990 – 1998
(porcentajes)
1990
1992
1994
1996
1998
Quintil 1
4.4
4.6
4.3
4.1
4.1
Quintil 5
56.9
56.3
56.9
56.7
56.9
Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN
Ahora bien, si se imputan por quintiles los efectos del gasto social (en
educación, salud, vivienda, etc.) las diferencias entre el quintil más pobre y el más
rico disminuyen considerablemente. Pero, como hemos señalados, algunas de
estas imputaciones han sido cuestionadas, ya que ellas favorecen sólo
indirectamente a los sectores más pobres.
En realidad, la información más sólida sobre la distribución de ingresos en
Chile proviene de las Encuestas de Presupuestos Familiares que realiza el INE en
el Gran Santiago, aproximadamente cada diez años. Si se consideran las dos
últimas mediciones, incluyendo el alquiles imputado por uso de la vivienda propia,
se tienen los resultados siguientes:
Quintiles
1987 / 88
1996 / 97
Cuadro 4
Distribución del gasto de los hogares, por quintiles
(porcentajes)
1
2
3
4
7.6
10.8
13.9
19.4
8.8
12.3
14.7
19.9
5
48.4
44.3
Fuente: French-Davis, op. cit.
Analizar las diferencias sociales a partir del gasto resulta más confiable,
porque se evitan los sesgos de las subdeclaraciones de ingresos. Sin embargo,
subsisten problemas de medición, ya que los pobres tienden a endeudarse más y
a ahorrar menos, y no se sabe con exactitud si estas tendencias permanecen
constantes en el tiempo.
Proyecto Universidad: Construye País
95
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Con todo, en términos gruesos aparece una mejoría significativa en la
distribución del gasto durante la década. Ella estaría determinada en una
proporción no menor por el acceso de las familias pobres a la vivienda propia.
Ahora bien, en lo que respecta a las políticas necesarias para avanzar en la
superación de la pobreza y mejorar la distribución de los ingresos, las propuestas
han sido múltiples. Sin embargo, existen algunas que los expertos consideran
fundamentales. En primer lugar, se requiere impulsar un crecimiento económico
dinámico y estable, capaz de generar empleos suficientes y de buena calidad.
Esto implica establecer una política fiscal sistemáticamente anti-cíclica, para evitar
la pérdida de capacidad productiva y de puestos de trabajo, lo que daña
especialmente a los más pobres. En segundo lugar, es preciso seguir mejorando
constantemente la calidad de la educación, que es uno de los determinantes
básicos del acceso a los buenos empleos. En tercer lugar, se requiere ampliar,
mejorar y hacer más eficientes los programas de capacitación laboral. En fin,
resulta indispensable seguir asignando más recursos para las políticas sociales,
focalizándolos en los sectores populares más necesitados.
Necesidades y perspectivas de la salud.
Dentro de las líneas de política privatizadoras del régimen militar, a partir de
1981 se crearon las ISAPRES, a través de las cuales el sector privado se
responsabilizó de asegurar y proveer servicios de salud. El nuevo subsistema
llegó a cubrir aproximadamente un 25% de la población. Pero en los últimos años
la afiliación a él ha disminuido fuertemente, debido a la crisis económica y a la
supresión de los subsidios del Estado.
Las ISAPRES gastan en promedio 500 dólares per capita al año, mientras
que el FONASA, que se ocupa de una población de mayor riesgo, gasta
solamente 220 dólares per capita. Por eso no puede extrañar que exista en Chile
una percepción generalizada de que hay en el país un sistema de salud para ricos
y otro para pobres. Además, se tiene la percepción de que los problemas de salud
debe resolverlos cada individuo, sin poder contar con soluciones colectivas.
Gracias a la disponibilidad de mayores recursos durante el último decenio,
ha aumentado la cantidad de servicios de salud, sobre todo en lo que respecta a
las atenciones de menor complejidad y a los usuarios del sistema público. Sin
embargo, entre los especialistas existe conciencia de que el gasto en salud es
insuficiente en Chile ya que, a pesar de su gran aumento en la última década,
corresponde en la actualidad a sólo un 5.5% del PIB.
Durante los Gobiernos democráticos se ha logrado recuperar y mejorar la
infraestructura de los servicios públicos; actualizar la tecnología de salud; mejorar
las remuneraciones del personal médico y paramédico; mejorar la gestión y la
productividad. Con todo, persiste el diagnóstico de los especialistas en el sentido
de que el sistema de salud requiere cambios de fondo.
Proyecto Universidad: Construye País
96
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Sin embargo, cualquier balance respecto a la situación de la salud en Chile
debe tener en cuenta al menos dos factores: el fuerte envejecimiento de la
población y los costos crecientes de la medicina moderna. Esto implica
necesidades cada vez más difíciles de atender. De hecho, la población de 60 años
y más en Chile ha llegado a un millón y medio de personas, de las cuales el 85%
es atendida en el sistema público.
La transición epidemiológica ha significado que se destaquen nuevos
problemas de salud, cuya prevención es más compleja y cuyo tratamiento es más
costoso. En el nivel de mayor complejidad tiende a producirse una imposibilidad
de pago en el sistema privado, el que se caracteriza por exclusiones, explícitas o
implícitas. En estos casos los pacientes son derivados hacia los servicios públicos
de salud.
Además, existen problemas que han ido cobrando mayor importancia
relativa y que no han sido resueltos adecuadamente, como los que se refieren a la
salud mental y a la salud oral.
En los ocho primeros meses del 2000 las prestaciones de salud pública
aumentaron en un 5.6% con respecto al mismo período del año anterior, lo que
revela un progreso significativo. El énfasis estuvo puesto en el mejoramiento de la
atención primaria, lo que permitió terminar con las filas de espera en un 97% de
los consultorios. Sin embargo, se debe tener en cuenta que un 15% de los
pacientes requiere atención en niveles superiores, lo que resulta más complejo y
más costoso.
El presupuesto público de salud para el año 2001 implica un incremento de
un 7% en términos reales. Se trata de un aumento muy superior al crecimiento de
la población. Pero resultará sin duda insuficiente frente a los rezagos, así como
frente a las expectativas crecientes de la población.
Entre las propuestas para mejorar el sistema de salud que han suscitado un
consenso más amplio se pueden mencionar las siguientes (ver MIDEPLAN,
“Propuestas de Políticas para la Seguridad Social en Chile: Componente Salud”,
Santiago, 2000):
a) Desarrollar un Plan de Salud Universal Garantizado, con prestaciones básicas,
que beneficiaría tanto a los afiliados a las ISAPRES como a los de FONASA.
Sin embargo, no existe acuerdo en cuanto a la fuente de financiamiento
necesaria para el Fondo Solidario que sustentaría ese Plan. Las ISAPRES no
están de acuerdo en que una parte de las contribuciones de sus afiliados vaya
a alimentar el Fondo.
b) Incentivar la competencia entre los prestadores de los servicios de salud, para
evitar la duplicación de la infraestructura médica y mejorar la eficiencia de los
servicios.
c) Incentivar la solución de más patologías “in situ”, bajo una modalidad
semejante a la del General Practitioner que existe en el Reino Unido.
Proyecto Universidad: Construye País
97
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
d) Establecer un fondo de ahorro para la salud en la tercera edad, ya que en ese
período se encarecen los costos.
e) Incorporar en las ISAPRES un seguro adicional para las enfermedades
catastróficas crónicas, que son las más difíciles de enfrentar desde el punto de
vista del Financiamiento.
f) Establecer una red restringida de prestadores preferenciales hacia los cuales
deberían ser orientados los beneficiarios de FONASA, para limitar el gasto en
la modalidad de libre elección.
En síntesis, dado el perfil demográfico y epidemiológico de la sociedad
chilena, las políticas de salud deberían realizar cambios institucionales profundos
y contar con mayores recursos.
Si se quiere que el gasto en salud suba del 5.5% del PIB actual al 7.5% en
el 2010, es necesario que cada año aumente aproximadamente un 3% más que el
PIB. Suponiendo un crecimiento anual del producto de un 5%, esto implicaría que
el gasto per capita en salud subiera cerca de un 90% en términos reales durante el
decenio 2001 – 2010.
Necesidades y perspectivas de la educación
Todos los especialistas están de acuerdo en que para conseguir un buen
empleo, para superar la pobreza y mejorar la distribución de los ingresos es
necesario ampliar la cobertura de la educación formal y mejorar su calidad. Esto
es cierto, pero también lo es que las diferencias en el acceso a la educación
pueden contribuir a mantener o incluso a profundizar las diferencias económicosociales. Se requiere, por lo tanto, poner en marcha políticas educacionales que
discriminen positivamente a favor de los más pobres y postergados.
La cobertura de la educación formal ha tenido una expansión constante en
las últimas décadas. En los años ‘90 la cobertura siguió ampliándose,
especialmente en el nivel pre-escolar, como puede observarse en el siguiente
cuadro:
Cuadro 5
Cobertura de la educación por nivel de enseñanza y por quintil de ingreso:
1990 – 1998 (porcentajes)
Quintil de ingreso
E. Pre-escolar
1990
1998
E. Básica
1990
1998
E. Media
1990
Total
1
2
3
4
5
16.9
32.8
17.5
40.9
20.4
42.4
27.2
48.7
32.4
63.7
20.9
42.2
95.5
97.2
96.9
98.6
97.6
98.6
97.5
99.3
98.9
99.5
96.8
98.3
73.3
76.3
80.5
87.2
94.3
80.5
Proyecto Universidad: Construye País
98
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
1998
77.4
84.1
88.4
94.5
97.7
86.9
Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN
Se puede observar que la cobertura de la educación pre-escolar fue la que
más creció, porque estaba muy rezagada con respecto a los otros niveles. Sin
embargo, el camino por recorrer es todavía muy largo, sobre todo si se tiene en
cuenta que en el primer quintil de ingresos es muy inferior al promedio.
Es necesario subrayar que el nivel pre-escolar es muy importante no
solamente porque condiciona el aprendizaje en niveles superiores, sino también
porque facilita el trabajo de las madres con niños pequeños fuera del hogar.
Es importante también destacar que la evaluación del SIMCE para el 4º año
básico, realizada en 1999 y publicada en el 2000, mostró la eficiencia del llamado
Programa 900, destinado a las escuelas más pobres del país. A pesar de tratarse
de una prueba más exigente que la de 1996, los niños de clases populares
volvieron a mostrar progresos, modestos pero no despreciables: 3.2% en lenguaje
y 5.6% en matemáticas. Los puntajes mejoraron proporcionalmente más que en
los colegios particulares, aunque en éstos siguen siendo mucho más elevados.
Ese progreso muestra la importancia de la discriminación positiva en materias
educacionales.
En cuanto a la educación media, el porcentaje de retención es menor que
en la básica, por dos razones. Primero, porque en las familias pobres con
frecuencia los adolescentes abandonan los estudios para buscar trabajo y aportar
así ingresos al hogar. Segunda, porque carecen de los incentivos de la educación
básica en términos de alimentación, libros y útiles escolares. De manera que, si se
quiere avanzar hacia una educación media generalizada, será necesario invertir
más recursos para evitar la deserción de los estudiantes.
Por último, conviene recordar que desde 1996 está en marcha una nueva
reforma educacional, que implica cambios cuantitativos y cualitativos importantes.
Lo más conocido es la expansión hacia una jornada escolar completa; ésta
conlleva nuevas oportunidades pedagógicas y de enriquecimiento personal, tanto
para los profesores como para los alumnos. En el 2000 un 50% de los estudiantes
se beneficiaron de una jornada completa. Se espera que en el 2005 ella se
extienda a la totalidad de los alumnos. Pero por ahora sigue siendo una necesidad
ampliamente insatisfecha.
Necesidades y perspectivas en vivienda
El déficit habitacional de Chile tiene, lamentablemente, una larga historia.
Se aceleró durante el boom demográfico que se inició a mediados del siglo XX.
Pero se acentuó más agudamente durante el régimen militar, debido a la baja en
el número de viviendas construidas. De tal manera que, según la Encuesta
Proyecto Universidad: Construye País
99
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CASEN de 1990, un 53.3% de los hogares sufría alguna carencia, sea
cuantitativa, sea cualitativa (materialidad y saneamiento).
Las políticas de vivienda del último decenio han implicado un esfuerzo
conjunto del Estado, de las empresas privadas y de las familias. El Estado ha
contratado la construcción de viviendas sociales para los más pobres y ha
entregado subsidios para los sectores medios y medio-bajos. Las empresas han
competido para satisfacer esta nueva demanda mediante la construcción de casas
y departamentos adecuados a los diferentes niveles socio-económicos. Las
familias han debido realizar un ahorro previo y han adquirido la obligación de
pagar puntualmente sus dividendos a los bancos. De manera que las políticas de
subsidio han tendido a premiar el esfuerzo y a fomentar la disciplina en el pago de
los créditos hipotecarios.
Los datos de la Encuesta CASEN de 1998, los últimos disponibles,
muestran que las carencias totales se habrían reducido a un 39.8%, lo que
constituye un logro muy importante, no sólo frente a los resultados históricos de
Chile sino también en el contexto latinoamericano, donde los déficits
habitacionales tienden a mantenerse o a ampliarse.
Si se consideran los déficits de materialidad y saneamiento se puede
observar que en el período 1990 - 1998 se produjo un progreso significativo, pero
que las insuficiencias siguen siendo grandes.
Cuadro 6
Hogares con déficit de materialidad o saneamiento, por quintiles de ingresos:
1990 – 1998
(porcentajes)
Quintil de ingreso
Déficit de
Materialidad
1990
1998
Déficit de
Saneamiento
1990
1998
Total
1
2
3
4
5
23.0
13.9
16.1
7.8
12.7
5.9
8.8
3.4
3.6
0.8
12.9
6.4
21.4
18.3
15.5
9.2
11.2
5.8
7.5
3.2
3.6
1.4
11.9
7.6
Fuente: MIDEPLAN, Encuestas CASEN
Sin embargo, debe considerarse que estas cifras se refieren solamente a
requisitos básicos. No se consideran otros indicadores de calidad de la vivienda.
Por ejemplo, en 1998 un 47.5% de los hogares no disponían de calefont o termo,
bienes que se consideran de primera necesidad en un país medianamente
desarrollado.
Proyecto Universidad: Construye País
100
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Para el período más reciente las cifras del Ministerio respectivo indican que
la construcción de viviendas sociales – de tipo básico, progresivo o con subsidio –
llegó a un nivel record de 97.870 en 1996 y luego bajó levemente, manteniéndose
en torno a 90.000 por año. Es importante destacar que en 1999, a pesar de la
recesión económica - el producto nacional cayó en –1.1% - el total de soluciones
habitacionales aumentó en 3.2%, alcanzando a 111.249. Esto significa que la
inversión pública en vivienda cumplió un rol anticíclico. Significa también que el
porcentaje de familias con carencias habitacionales continuó disminuyendo, a
pesar de la crisis económica.
Además de la construcción de viviendas nuevas, se han producido avances
significativos también al agua potable, la electricidad y el alcantarillado en muchas
viviendas pre-existentes. Esto se podrá comprobar en el segundo semestre del
2001, cuando se entreguen las cifras de la Encuesta CASEN 2000.
Todavía no se dispone de resultados completos para el año 2000. Pero se
sabe que el Estado logró su objetivo proyectado de contratar 21.000 viviendas
básica y progresivas. En cambio, aunque se entregaron 68.000 subsidios, muchas
familias populares tuvieron dificultades para hacerlos efectivos, dada la dificultad
de obtener créditos hipotecarios en un contexto de alto desempleo. Es posible que
en el 2001, aprovechando la fuerte reducción de la tasa de interés, este problema
se esté superando.
Ahora bien, la carencia más grande en materia de vivienda se experimenta
en los campamentos. En 1996 el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo estableció
un Convenio con la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile para
elaborar un Catastro Nacional de Asentamientos Precarios. Se identificaron 972
campamentos y asentamientos irregulares, con una población aproximada de
117.ooo familias; unas 500.000 personas.
En 1997 se creó el programa Chile Barrio, destinado a apoyar a esas
familias para que logren tener una casa decente: con agua potable, electricidad,
alcantarillado; en un barrio con calles y veredas pavimentadas, iluminado y con
áreas verdes. En 1999 se logró que 12.309 familias lograran superar este
precariedad habitacional. Se estima que en el 2000 se agregaron poco más de
10.000. Pero el avance del proyecto total llegó solamente a un 19%. A este ritmo,
la erradicación de los campamentos terminaría recién a fines del actual decenio.
Lo más complicado del problema es que la mayoría de estas familias está
sumergida en la extrema pobreza, de tal manera que requieren de un apoyo
integral (trabajo, educación, seguridad, etc.) y no sólo de un mejoramiento de la
vivienda. Lograr organizarlas para que colaboren en actividades comunitarias,
como los pavimentos participativos, no es tarea fácil.
En fin, es necesario reiterar que el desafío pendiente no es sólo
cuantitativo. Se requiere un esfuerzo mayor para mejorar la calidad de las
viviendas y para crear barrios seguros, con espacios públicos bien mantenidos
Proyecto Universidad: Construye País
101
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
(plazas, parques, canchas deportivas) que contribuyan a mejorar la calidad de vida
de los sectores populares.
A MODO DE CONCLUSIÓN
A través de este documento hemos analizado las principales necesidades
sociales que experimenta la población chilena, en diversos planos: empleo,
superación de la pobreza, salud, educación, vivienda. Las necesidades
insatisfechas son múltiples. Podrían incluso analizarse otras más específicas,
como las mencionadas en la introducción.
Con todo, es necesario reiterar que la superación de algunos déficits
sociales no implica necesariamente que se produzca una gran satisfacción, ya que
surgen nuevas necesidades, nuevas expectativas. En el ámbito del bienestar
social se podría incluso sostener que un cierto grado de insatisfacción es el
sentimiento normal del ser humano, sobre todo en un país en desarrollo.
Sin embargo, no hay duda de que existen circunstancias objetivas que
estimulan la insatisfacción, como el estancamiento o el ralentizamiento del
progreso social. Dicho en otros términos, los déficits se soportan mejor cuando
existen expectativas claras y fundadas de que los problemas sociales van a ir
siendo superados.
Los déficits se soportan mejor, también, cuando las diferencias sociales no
son muy profundas y/o cuando tienden a reducirse. En este sentido, es necesario
que la lucha por superar los déficits sociales vaya acompañada por esfuerzos
serios y sistemáticos para avanzar hacia una mayor igualdad. En esta materia, el
rol de las organizaciones sociales puede ser decisivo. Además, ellas contribuyen a
reforzar la autoestima y el sentido de pertenencia, que son fundamentales para
que las personas superen los problemas más agudos que las afectan.
Por último, es conveniente subrayar que en algunos ámbitos sociales, como
el de la salud, no basta con responder a las necesidades objetivas que tienen los
ciudadanos. Se requiere además un trato digno, una atención fina y personalizada,
una gran dosis de calidez humana, de comprensión y de respeto. Así como el
avance hacia la igualdad es necesario para superar plenamente los problemas
sociales, así también lo es el desarrollo de la fraternidad, que implica un respeto
profundo a todo ser humano, en todas las circunstancias de su vida.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Comentarios
Rosita Camhi25
La exposición de Jaime Ruiz-Tagle muestra tanto avances como déficits
desde la perspectiva social. Si bien en este campo nadie pueda negar que se han
producido grandes progresos en éstas últimas décadas, también hay desafíos
pendientes. En este campo siempre hay desafíos: los problemas sociales no
terminan nunca y, a medida que los países van desarrollándonse, ciertas
necesidades básicas van superándose y los problemas sociales van cambiando.
A mi modo de ver, hay tres aspectos muy globales y muy importantes
respecto de los desafíos que nos quedan. El primer gran tema, que no
necesariamente tiene que ver con el desarrollo social, es el crecimiento
económico. Se sostiene que: “sin crecimiento económico es muy difícil que
tengamos un desarrollo social amplio y sostenido”. En Chile por más de once años
-prácticamente desde el año ’87 hasta el año ’98- tuvimos un período de
crecimiento alto y sostenido, con un PIB per cápita que subió a tasas casi
superiores a un 6% anual. Crecimos más que nunca en nuestra historia reciente y
uno de los principales efecto de ese crecimiento, en el tema social, es que la
pobreza se redujo fuertemente. Independientemente del método con que se mida
la pobreza, ésta se redujo innegablemente. Según las mediciones oficiales que
hace la Encuesta CASEN, en esos once años salieron de la pobreza 2,3 millones
de personas y de la indigencia 1,3 millones. Más aún, en ese mismo período,
nuestros ingresos reales como país aumentaron en un 70%. Este mejoramiento de
70% no sólo benefició a los más ricos sino también a los más pobres: el primer
quintil aumentó en un 66%, el segundo quintil en un 77%, el tercer y cuarto quintil
en un poco más del 70%, y el quinto quintil en un 67%. De una u otra forma, todos
nos vimos beneficiados del crecimiento.
Entonces, una lección importante de esto es que cuando la economía crece
la pobreza se reduce. Y ahora, si dejamos de crecer, es probable que la pobreza
se mantenga o incluso que aumente. Como país, ojalá se puedan hacer todos los
esfuerzos para volver a retomar, si es posible, esas tasa de crecimiento de 6 o 7%
anual, que es lo que en definitiva nos va a permitir avanzar fuertemente en el
campo social.
El segundo desafío, dice relación con la educación, que es otro tema
macro. Una buena educación, tanto en calidad como en cobertura, es la única
forma de superar la pobreza en forma permanente. Esto no sólo se relaciona con
el tema de la pobreza sino con la distribución del ingreso. Los dos temas, en todo
caso, son diferentes y requieren de políticas diferentes. La distribución del ingreso
en nuestro país se ha mantenido bastante estable a través del tiempo. No han
habido grandes variaciones ni siquiera en los últimos 20 o 30 años, ya que es una
variable que cambia muy lentamente en el tiempo. En relación a la pobreza, en
25
Instituto Libertad y Desarrollo
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
cambio, a pesar de que se mantiene una situación distributiva en el país que no es
óptima, si tuvimos avances por efectos del crecimiento económico.
En relación al tema de la educación en general los expertos coinciden en
que la única forma en que las personas puedan aspirar a mejores ingresos en el
trabajo es a través de una mayor escolaridad. Hoy día el premio por año adicional
de educación por sobre la educación media es muy fuerte y quienes tienen
educación superior pueden lograr ingresos tres veces superiores a quienes tienen
enseñanza media. Los países más desarrollados que han ido mejorando la
distribución del ingreso, normalmente mejorándola hacia los sectores medios, han
aumentado también fuertemente la proporción de la fuerza laboral que tiene algún
tipo de formación o capacitación posterior a la educación media.
Otro aspecto muy importante en relación a la educación, que tiene que ver
con que la eficiencia del crecimiento económico, es que éste se va haciendo cada
vez menor para superar la pobreza. Esto, porque las personas que permanecen
en la pobreza tienen fuertes restricciones de capital humano y para ellas, por
mucho crecimiento que haya, es imposible superar esta situación. En Chile hoy
día la escolaridad del 20% más pobre es de 7,4 años, es decir, ni siquiera han
completado la educación básica. Más grave aún es que el promedio de
escolaridad en los más pobres se ha mantenido prácticamente hasta 1998 en los
7,4 años. Por lo tanto, hay que repensar las políticas educacionales, porque a lo
mejor no han sido tan eficientes en relación a los más pobres, a pesar de los
muchos esfuerzos que se han desplegado en ésta área.
En una economía globalizada y de la información, las personas más pobres
tienen que enfrentarse a un mercado laboral cada vez más exigente y, aún cuando
tengan algún tipo de capacitación, siempre verán restringidas sus posibilidades de
obtener empleos mejor remunerados a medida que la economía se mueve. En
esta materia tenemos un gran desafío como país. Nos queda mucho aún por
mejorar en la cobertura para los jóvenes más pobres que desertan de la
enseñanza media por el alto costo de oportunidad que tiene para ellos seguir
estudiando. La enseñanza media no está reportando una rentabilidad especial en
la educación: muchas veces da lo mismo haber pasado o no por la enseñanza
media al momento de ingresar al mercado laboral.
Por último, dos temas pendientes que tienen que ver con cómo hacer más
efectiva la política social. Primero, creo que es necesario avanzar mucho más en
la descentralización de programas. Todavía muchos programas se hacen con
criterios nacionales y sin considerar la diversidad de la pobreza. Hoy en día los
problemas son diferentes, la pobreza es diversa en las diferentes zonas
geográficas del país. Es mucho más fácil establecer una integralidad de la política
social cuando ello se hace a nivel local. También es más fácil, por ejemplo,
motivar la participación de los propios afectados en la solución de sus problemas.
Falta avanzar en este sentido. Tal vez sería bueno establecer mayor posibilidad de
fondos locales que sean realmente administrados y distribuidos por los gobiernos
locales, con criterios de asignación y evaluación desde el nivel central.
Proyecto Universidad: Construye País
104
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Finalmente, con respecto a una mayor eficiencia de la política social, es
preciso revisar la labor de las instituciones privadas de desarrollo social. Éstas,
mediante su acción solidaria, ejecutan muchas iniciativas muy importantes. En
esta línea se ha avanzado poco y ha habido incluso, en muchas partes, una
tendencia a aumentar la injerencia del Estado en la administración de los
programas. Podría incentivarse más esta labor, por ejemplo, a través de que una
parte de los impuestos a la renta que destinados a fines solidarios puedan hacerse
con aportes directos a las instituciones; o bien, que haya un mayor incentivo de
parte de las autoridades que administran programas a analizar la conveniencia de
traspasar estos programas a instituciones solidarias del sector privado. Éstas
muestran una gran eficiencia en general y, han demostrado ser mucho mejores
que el Estado en áreas como la droga, la prevención del embarazo adolescente o
la atención de menores con problemas conductuales o delictuales.
Proyecto Universidad: Construye País
105
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Benito Baranda26
En Chile aún persisten muchas inequidades que están reportadas en el
trabajo de Jaime. En efecto, las personas que viven en condiciones de
marginalidad y pobreza se ven privadas de libertad al no poder desarrollar
adecuadamente sus capacidades naturales. Este tema de la privación de libertad
es un tema que ojalá lo vayamos asumiendo cada día con mayor profundidad: no
se cuenta con las oportunidades necesarias no solo en cantidad, sino también en
calidad.
Estamos conscientes de que la pobreza no se debe a una incapacidad
natural, crónica, o a una inhabilidad de las personas que viven en esa condición.
La experiencia demuestra que, cuando efectivamente existen las oportunidades,
estas personas las aprovechan en su gran mayoría y su condición de vida cambia,
rompiendo definitivamente el círculo de la pobreza. Por lo tanto, aquí hay un tema
de libertad asociado a los derechos socioculturales de las personas que debemos
reflexionar profundamente.
Comparto con ustedes algunas observaciones sobre el gasto social que me
surgieron después de leer el trabajo de Jaime. El gasto social en áreas como
salud, vivienda y educación está asociado fuertemente con las oportunidades,
especialmente este último. Compartiendo lo desarrollado por Jaime, me gustaría
agregar dos antecedentes más de carácter microeconómico y otro de carácter
macroeconómico. En el de carácter macro, considero aún precario el equilibrio
entre las prioridades sociales y el gasto militar. Si bien la inversión social ha
aumentado considerablemente, especialmente entre el ’90 y el ’98, también lo ha
hecho el gasto militar en relación al PIB. El Departamento de Defensa de Estados
Unidos señaló, en un reciente informe, que Chile aumentó su gasto entre el ’92 y
el ’97, pasando de 2,5% a 3,9% del PIB. Comparando con Argentina que sólo
tiene el 1,2%, Brasil que tiene el 1,8% y Perú que tiene el 2,1%, vemos que aquí
hay una tarea pendiente que debemos asumir con responsabilidad nacional. Se
dice que estos recursos son para renovar, para modernizar, pero, a fin de cuentas,
se los ha gastado excesivamente en desmedro de la inversión social.
En lo microeconómico, me interesa el tema de la calidad de las políticas
ejecutadas. Me voy a referir brevemente a educación y más detalladamente a
vivienda, rescatando algunos pocos datos. Más allá del déficit que conocemos (y
que lo reporta Jaime en su trabajo) he quedado impresionado por la mala calidad
de las viviendas entregadas a los más pobres, es decir, las de 300 UF promedio.
Sólo en Concepción hay 6.500 viviendas construidas entre el año 1995 y el 2000
que presentan fallas estructurales, lo que va a implicar que de parte de nuestros
tributos se destinen 7 mil millones adicionales de pesos para poder repararlas.
Hay responsabilidades compartidas entre el Estado y la empresa privada que
ponen en duda el boom de la construcción en ese período. Seguramente fue una
falacia: se optó por una vivienda más económica y de mala calidad en vez de una
26
Director del Hogar de Cristo
Proyecto Universidad: Construye País
106
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
solución real. Se privilegia y se elogia lo que se ha hecho en la orilla del río y el
borde costero, pero pasando San Pedro uno descubre una zona de tremendos
arenales donde las casas fueron tiradas como si se hubieran sido dados, sin
equipamiento y sin infraestructura social. Y las personas quedaron más
marginadas que antes cuando vivían en los campamentos. Más allá de los elogios
internacionales que nos hicieron esos años por el éxito en la construcción de
nuestras viviendas y la política que los sustentó, creo que hoy día tenemos que
hacer una reflexión profunda y un mea culpa de todo lo que se realizó en ese
período.
En relación a la educación, hace pocos días la P. Universidad Católica y la
Universidad de Concepción hicieron un estudio que preocupa bastante. Ambas
universidades constatan que, si bien la cobertura preescolar ha aumentado en las
regiones VIII y Metropolitana, la calidad de esta educación deja mucho que
desear. Este es un tema que Jaime señalaba como tremendamente importante y
que desde el mundo de la universidad hay que estudiarlo con profundidad. No
hemos abordado aún con seriedad todo lo que dice relación con el valor que
puede tener la comunidad para entregar la educación preescolar. Se ha
privilegiado la estructura formal e institucional a través de los jardines o las salas
cuna y no las redes sociales o comunitarias existentes que, a veces, tienen un
valor mayor desde el punto de vista educacional.
Por último, una tercera observación, de carácter más bien cultural, en
relación al gasto social. Dice relación con algo que ya se ha tratado como es la
distribución de los ingresos. Todos conocemos los efectos del crecimiento
económico y las dificultades que hemos tenidos para modificar la distribución de
los ingresos. Es preciso tomar en cuenta que hay un porcentaje del país que no se
ha visto afectado para nada con el crecimiento económico y es el 5% más pobre
de la población. Si tomamos sus ingresos autónomos, no los ingresos monetarios
que le ha entregado el Estado o los subsidios en general, entre los años ’90 y ’98,
estos crecieron sólo en un 5% por grupo familiar, es decir unos $1.200. Por otro
lado, los ingresos autónomos del quintil más alto en la distribución del ingreso
crecieron en un 45%, es decir $800.000 por grupo familiar. Esto también nos hace
reflexionar.
El tema de la distribución del ingreso es un tema grave porque limita las
libertades de las personas. Los que tenemos contacto cotidiano con las personas
que viven en ese quintil sabemos que tienen tantas capacidades y habilidades
como el resto de los ciudadanos, pero viven con una menor cantidad de
oportunidades. Yo creo que esto hay que estudiarlo con mayor profundidad desde
las aulas universitarias. Si bien se trata de un problema que data de muchas
décadas aquí en Chile, eso no aminora el hecho de que hay que estudiarlo con la
suficiente profundidad.
Poco antes de que asumiera la presidencia, tuve la oportunidad de
conversar en Chile con el presidente Fox. Éste se reunió con un grupo de
personas y relató que él veía que México, habiendo tenido un tratado de libre
Proyecto Universidad: Construye País
107
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
comercio con Estados Unidos, habiendo crecido económicamente, seguía con un
40% de pobreza. Entonces, hay que cuestionar y ver los equilibrios entre lo
económico y lo social.
Resulta nefasto desde el punto de vista intelectual de los estudios
preguntarse qué es lo primero: si el crecimiento económico o la distribución de los
ingresos. Ambas cosas deben ir juntas. Una familia puede crecer
económicamente, pero puede tener un hijo en una mediagua y otro hijo con
Internet en una pieza calefaccionada. Si la distribución al interior de un grupo
familiar o al interior de una nación no va de la mano del crecimiento económico es
muy difícil de progresar y éste no se mantiene a lo largo del tiempo. Por el
contrario, las sociedades se van fragmentando.
Creo que hay que hacer un gran esfuerzo en el equilibrio social y
económico, en la evaluación y reformulación de políticas sociales. Creo que
todavía somos deficitarios en evaluar nuestras políticas sociales y nos dejamos
enceguecer por éxitos que demuestran las cifras pero que en realidad, cuando se
evalúan, no son tan evidentes.
Otras reflexiones finales: tenemos que ser más agresivos en la
descentralización. Cada vez que uno está en las regiones o en las comunas puede
darse cuenta de los problemas territoriales y es, por supuesto, muy difícil que
dicha realidad se vea igual desde el centro. Sobre lo primero, es urgente hablar
sobre los derechos socioeconómicos y culturales de las personas. Si no
comenzamos a incorporar en nuestro lenguaje estos derechos, los mínimos
sociales en cantidad y cobertura, es muy difícil después luchar para exigir su
cumplimiento. En lo segundo, en el tema de la descentralización, es necesario
hacer que las políticas sean más pertinentes al territorio, a las personas, a su
realidad familiar y comunitaria, lo que implica altos grados de flexibilidad en el
gasto social. Por último, urge una profundización de la democracia también a nivel
regional, donde el poder económico y político se sumen para favorecer el
desarrollo de los territorios más deprimidos. Si no hay una política de crecimiento
que tenga en cuenta el desarrollo humano, la situación no va cambiar. Esto va a
requerir altos grados de participación ciudadana y de protagonismo del tercer
sector.
Dentro del mundo universitario, quisiera agregar tres observaciones
generales. Primero, que la superación de la pobreza y las injusticias sociales
requerirán cada día de una mayor rigurosidad y calidad profesional de los actores
involucrados. Esto, hoy día, yo lo veo tremendamente frágil. A mí me toca
vincularme, permanentemente, con el mundo universitario y veo que hay poca
lectura, poca investigación, poco estudio, y eso no depende solamente de los
profesores; depende crecientemente de los niveles de acceso a la información y
de la responsabilidad de los alumnos. La mediocridad profesional y la falta de
responsabilidad en lo social son la lápida que puede poner el mundo universitario
a los más pobres, condenándolos a ese estado.
Proyecto Universidad: Construye País
108
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
La segunda observación: si no hay un protagonismo creciente de las
comunidades que viven en la pobreza en la solución de sus propios problemas no
va a ser posible que ellos logren grados crecientes de autonomía y desarrollo.
Nuestras acciones podrían mejorar su condición y calidad de vida a través de
subsidios, pero a la vez van empobreciendo su condición humana integral
haciéndolos más dependientes del Estado, tal como lo demostraron las acciones
en la política social de los Estados Unidos durante la década de los '60.
Por último los esfuerzos deben conllevar a un necesario cambio cultural al
interior de las aulas universitarias, pero también fuera de ellas, donde los hábitos y
estilos de vida de quienes asumimos estos compromisos sean consecuentes y
puedan ayudar a construir efectivamente una cultura solidaria. Sin esta actitud es
difícil pensar en una sociedad mejor. Días atrás un empresario decía que con
solidaridad no se crece; yo señalo que sin solidaridad se hipoteca el crecimiento
de un país. La solidaridad lleva en sí misma el deseo de mayor equidad y de
justicia social efectiva.
En síntesis, el mercado funcionará para los más pobres cuando se respeten
sus derechos, existan las oportunidades para desarrollar libremente sus
capacidades naturales y tengan así un efectivo control sobre sus propios destinos.
Esto nunca lo hará el mercado por sí solo, ya que naturalmente tiende a violentar
los derechos de los más pobres y a limitar sus libertades, asfixiando sus
oportunidades y buscando un severo control sobre sus vidas. Para tener un país
mejor debemos conscientemente contribuir a romper el círculo de la pobreza,
ampliando las libertades de las personas que viven en esa condición y
profundizando nuestra propia responsabilidad social.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Patricia Muñoz27
En 1997 surge la idea de formar un grupo universitario que pudiera ser
solidario, pero hacia sus propios pares, es decir, con los alumnos de la
universidad. Este sueño surge a partir de la observación sobre lo que ocurría y las
necesidades que tenía el Servicio Estudiantil. Se convocó a 45 alumnos que se
habían conocido a través de la práctica clínica y también de los talleres de
crecimiento personal.
El grupo se denominó Programa de Apoyo al Servicio Estudiantil (PASE) y
está compuesto actualmente por estudiantes que representan a las cuatro
facultades de la Universidad de la Frontera: Ciencias Agropecuarias, Medicina,
Educación y Humanidades, e Ingeniería. Son jóvenes diversos en cuanto a sus
tendencias políticas, religiosas, etc., pero unidos por el compromiso social con sus
pares, gracias al cual han desarrollado lazos profundos de amistad.
La misión del grupo es mejorar la calidad de vida de los estudiantes de la
Universidad de la Frontera, promover la confianza en sí mismos y la preocupación
por los demás, ayudando en todos los ámbitos posibles a buscar soluciones y así
salir adelante. Una visión bastante amplia y muy bonita. Las principales
actividades en las que se traduce son: ayuda a la comunidad universitaria y apoyo
en la emergencia.
Para esto se cuenta con diversos comités. El Comité de Apoyo en la
Emergencia, por ejemplo, se ocupa de acompañar a los alumnos cuando son
derivados al hospital por la Unidad Médica del Servicio de Salud. Antiguamente,
éstos eran llevados por el chofer de la universidad, lo que resultaba muy triste:
iban con dolor, con angustia, sin saber lo que les iba a esperar, si iban a quedar
hospitalizado o no, etc. Ahora los acompaña alguien de su edad que, además, si
quedan hospitalizados, se ocupa de todos los trámites (como llamar a la familia,
avisar en la universidad, llevarle ropa, acompañarlo los días que está
hospitalizado, etc.). Otro ejemplo es el traslado del almuerzo al alumno becado
con reposo absoluto. Este es un proyecto estudiantil que se preocupa del alumno
que tiene beca de alimentación y no puede comer en el casino universitario
cuando está con reposo. El alimento le es llevado en loncheras por voluntarios,
quienes, además, lo acompañan durante el almuerzo.
El proyecto “Disfruta tu Tiempo Libre” tiene por finalidad que los alumnos
disfruten un momento de sano esparcimiento con juegos de salón o leyendo
revistas de interés en los períodos libres. Para ello se instalan puestos en los
casinos y se arriendan: revistas, juegos de naipes, tableros de ajedrez, etc. El
Comité de Estudio consiste en ayudar a los "mechones" que en los primeros
meses están muy asustados, no saben cómo estudiar y les va, a la mayoría,
27
Psicóloga, responsable del Programa de Apoyo al Servicio Estudiantil de la Universidad La
Frontera.
Proyecto Universidad: Construye País
110
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
bastante mal. El Comité ayuda y enseña a estudiar para que obtengan buenas
calificaciones y se les baje la ansiedad.
El Cine PASE, por otro lado, presenta una película en la semana, seguida
de un mensaje para reflexionar, lo que les permite a los alumnos ocupar el tiempo
en cosas provechosas, como aprender algo a través de un filme o recrearse
simplemente.
“PASE su aviso” consiste en la instalación de paneles en la universidad en
los que se pretende publicar informaciones en forma ordenada y clasificada según
las necesidades recibidas de los estudiantes. Ahí se presentan los avisos donde
ellos ofrecen clases particulares, venden su calculadora o sus libros. Esto sirve
para que no se peguen papelitos por todas partes y los muros de la universidad
permanezcan limpios. El “PASE su Cartel” es un comité que está encargado de
repartir o pegar carteles en la universidad con información de talleres, del Servicio
de Salud, o de cualquier otra actividad que se quiera promover. El último taller que
surgió, gracias a la visita de Mónica Jiménez, es el “Pase Construye País", que
hace poco reunió a todas las agrupaciones de la universidad: musicales,
deportivas, ecológicas, de ayuda social, etc. Este taller informa y motiva a las
agrupaciones existentes en la UFRO para participar en el Proyecto Universidad:
Construye País.
El PASE cuenta con una organización interna: coordinación, secretaría,
tesorería, comité de asuntos internos, etc. Dentro del Comité de Asuntos Internos
hay un Comité Social que se encarga de todo lo que tiene que ver con los
cumpleaños y celebraciones. También se desarrolla un grupo de crecimiento
personal, donde se desarrolla el autoconocimiento y se potencian las habilidades
de los estudiantes. Hay además un Comité Ideas, que se encarga de revisar
proyectos factibles de realizar, y un Comité Publicidad, que está encargado de
hacer todos nuestros afiches y carteles, y de promover nuestro movimiento.
En el año 2000 el PASE fue reconocido por la autoridad de la universidad
como una asociación libre. Han pasado ya tres generaciones, es decir, ha habido
dos convocatorias en las que ha ingresado cada vez más gente. En la actualidad
son alrededor de treinta jóvenes trabajando en forma muy organizada.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CAPÍTULO 5
¿QUÉ NECESIDADES Y DEMANDAS SE NOS HACEN DESDE LA
POLÍTICA?
Moderador
Fernando Verdugo
Director de la Dirección de Integración Universitaria. Universidad Alberto
Hurtado.
Ponencia
Los enigmas de la comunidad perdida. Encrucijadas e Ideales Democráticos
en Chile (2001-2010)
Alfredo Joignant
Comentario
Sergio Micco
Proyecto Universidad: Construye País
112
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
LOS ENIGMAS DE LA COMUNIDAD PERDIDA. ENCRUCIJADAS E
IDEALES DEMOCRÁTICOS EN CHILE (2001-2010)
Alfredo Joignant28
Más allá de la diversidad de juicios que se puedan formular sobre los
avatares y peripecias de la transición a la democracia en Chile, o si se prefiere
sobre sus vicios y virtudes, resulta particularmente tentador situar el hic et nunc de
la democracia chilena tanto en perspectiva comparada con regímenes
consolidados en donde los universales democráticos no se encuentran sujetos a
discusión, como respecto de sus formas deseables en un lapso histórico de diez
años. Una tentación que se explica por la necesidad de poner en perspectiva
histórica y comparada las formas presentes de la democracia en Chile. En tal
sentido, como suele suceder con celebraciones referidas a la propia existencia de
la comunidad política, la reflexión en torno al Bicentenario permite efectivamente
esbozar algunos de los lineamientos imaginables de la democracia chilena en el
año 2010, lo cual exige naturalmente hacer explícito un balance sobre sus formas,
límites y significados.
La ruptura de la comunidad: segregaciones y exclusiones
Resulta casi una obviedad reiterar, después de tantos otros autores, que
gran parte de lo que en buena lógica eufemística los chilenos llamamos
“desencuentros” para nombrar lo que en realidad fue un violento quiebre de la
coexistencia política en Chile, se explica por la enorme distancia que guardaban
entre sí los proyectos políticos vigentes a inicios de los años setenta, en el marco
de una sociedad marcada por profundas desigualdades. Si bien la “polarización
ideológica” ha servido de (floja) e indiscutida explicación del golpe de Estado29,
ésta dista mucho de ser intelectualmente suficiente a la hora de dar cuenta del
comportamiento táctico de actores cuyas luchas y prácticas políticas, en el marco
de sucesivas coyunturas críticas, hicieron posible la pérdida de eficacia de los
sistemas de creencias sobre los que se sustentaba tanto el campo político como la
democracia chilena30. Pero el predominio de los eufemismos en Chile, ésta vez
28
Profesor de ciencia política del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Chile y de
sociología de la Universidad Arcis. Ex Presidente de la Asociación Chilena de Ciencia Política
(1998-2000).
29
Cuyo origen se encuentra en el trabajo, hoy en día clásico, de Giovanni Sartori, Partidos y
sistema de partidos, Madrid, Alianza Editorial, 1980, así como en la reflexión a la vez comparada y
normativa de Juan J. Linz, La quiebra de las democracias, Madrid, Alianza Editorial, 1987 (edición
original en inglés: 1978) y en su operacionalización sobre el caso chileno emprendida por Arturo
Valenzuela, El quiebre de la democracia en Chile, Santiago, FLACSO, s/f.
30
En tal sentido, la imponente construcción teórica de Michel Dobry, Sociologie des crises
politiques. La dynamique des mobilisations multisectorielles, París, Presses de la Fondation
Nationale des Sciences Politiques, 1986, debería servir de aliciente para una renovada reflexión
sobre las lógicas que condujeron al golpe de Estado de 1973, explicando precisamente lo que los
actores individuales y colectivos hicieron en situaciones críticas fuertemente regidas por la
Proyecto Universidad: Construye País
113
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
para nombrar el régimen en el que desemboca el golpe de Estado, también se
origina en la profundidad y radicalidad de los cambios introducidos por los nuevos
gobernantes en el plano social, económico, político y cultural, esto es un conjunto
de transformaciones que incidieron fuertemente en las disposiciones y en los
modos de percepción de un tipo de régimen cuyas denominaciones varían según
la posición ocupada a lo largo del eje derecha e izquierda: “dictadura”,
“autoritarismo” o “gobierno militar”.
Una dictadura que, conviene recalcarlo, se dotó muy tempranamente de un
verdadero proyecto refundacional, lo que constituye ya una diferencia con la
mayoría de los regímenes dictatoriales latinoamericanos que predominaron en la
década de los setenta y durante buena parte de los ochenta. El proyecto que se
instala entonces en Chile a partir de 1973, y muy especialmente en el marco de su
institucionalización que se inicia con la promulgación de la Constitución de 198031,
marca una inflexión considerable entre un “antes” generalmente asociado por
algunos historiadores del nuevo orden de la época con el caos político, la
irresponsabilidad económica y la degeneración moral, y un “después” que
trasluciría la restauración de un ideal portaliano por algún tiempo olvidado. Se trata
ciertamente de un discurso historiográfico muy inverosímil hoy en día, cuyo
máximo exponente fue probablemente Bernardino Bravo Lira, pero que no se
equivoca completamente al enfatizar la radicalidad de los cambios que permiten
transitar desde el ancien régime hacia el nuevo orden.
Sin embargo, como todo discurso predispuesto a resaltar las bondades del
nuevo orden, éste no sólo oculta las continuidades finalmente esenciales que
trabajan subterráneamente a toda sociedad, incluida la chilena, sino que además
hace caso omiso de aquello que aparece hoy en día como inconfesable: la
segregación de un vasto abanico de actores políticos hacia los márgenes de la
comunidad, de lo cual el exilio fue tan sólo uno de sus rostros posibles, mientras
que el campo de concentración y la desaparición forzada constituyeron su faz
aberrante. Este proyecto político, así como el régimen que lo encarna, terminaron
por conformar un dispositivo que, mediante leyes, lenguajes, mecanismos e
instituciones, ya no sólo reproduce el eco cada vez más distante de aquel
momento refundacional entre un antes y un después, sino que además establece
los límites de la inclusión y de la exclusión según los dictados de la voluntad de
algunos (quienes, eventualmente, pueden o pudieron haber sido muchos). En tal
sentido, lo que la Constitución de 1980 revela es, en primer lugar, la traducción
jurídica de un profundo quiebre comunitario, y enseguida la instalación de un
esquema de democracia limitada que en un inicio segrega –mediante el otrora
célebre artículo 24 transitorio y el consiguiente artículo 8° de la Constitución32- a
toda una fracción de la comunidad política, y que junto a ello establece las
condiciones de potencial subordinación de las autoridades civiles ante los
incertidumbre y la desobjetivación creciente de distintos “sectores” de la sociedad chilena de
entonces.
31
Para un análisis del proceso y de las lógicas que conducen a la institucionalización de la
dictadura chilena, ver Alfredo Joignant, El gesto y la palabra. Ritos políticos y representaciones
sociales de la construcción democrática en Chile, Santiago, Lom-Arcis, 1998, capítulo 1.
32
El que será derogado con ocasión de las reformas constitucionales de 1989.
Proyecto Universidad: Construye País
114
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
institutos castrenses. Lo anterior no implica, claro está, que la democracia
existente hasta el golpe de Estado de 1973 haya sido un modelo de integración
republicana, puesto que es en el marco constitucional de la propia Carta
Fundamental de 1925 que tuvo ya lugar bajo la presidencia de Gabriel González
Videla una primera forma organizada de segregación política, cuya fisonomía legal
fue la denominada legislación “maldita” que excluía de la existencia social a los
comunistas. En tal sentido, la lógica segregacionista que subyace en el espíritu del
constituyente de 1980 reproduce una olvidada continuidad, aquella referida a la
exclusión en nombre de valores superiores que, del mismo modo que la apelación
a “contextos” históricos excepcionales, justifican para algunos el ostracism
o
más extremo.
De lo anterior se sigue, por consiguiente, aquello que probablemente
constituye la principal originalidad de la democracia chilena tal como la conocemos
-en la medida en que es el fruto, tal vez involuntario hoy en día, del espíritu del
constituyente de 1980 independientemente de las posteriores reformas a la Carta,
y la consecuencia empírica de su funcionamiento ya rutinizado-, esto es un tipo de
régimen democrático sujeto a un sinnúmero de tutelas y distorsiones en el marco
de un disenso constitucional originario. Para decirlo en otros términos, la
democracia chilena tal cual existe, con sus disputas y controversias en torno a sus
propios límites, es el resultado de la inexistencia de un consenso constitucional
desde 1973.
Ciertamente, se podrá objetar -no sin un dejo de razón- que la oposición
política a la dictadura avala y legitima la Constitución de 1980 a partir del momento
en que acepta el reto plebiscitario de 1988 tal como estaba previsto y codificado
por la Carta Fundamental, o bien cuando esta misma oposición consensúa 59
reformas constitucionales con el Ministro del Interior Carlos Cáceres en 1989,
siendo éstas posteriormente plebiscitadas. Pero sin pretender descalificar este tipo
de argumentación que, así presentada, es absolutamente correcta, cabe sin
embargo precisar que ésta oculta lo esencial: los vicios originarios de la
Constitución de 1980, la extraordinaria restricción del margen de maniobra de la
oposición de la época (cabría preguntarse qué habría ocurrido si no se hubiese
aceptado el reto plebiscitario en aquel entonces), y sobre todo las limitaciones al
principio de soberanía popular en aspectos medulares del funcionamiento de la
democracia que se instaura en Chile en 1990.
Estas limitaciones que hacen del régimen democrático chileno un tipo de
democracia “protegida”, se presentan hoy en día bajo el signo de la normalidad
institucional, creando de ese modo las condiciones para la amnesia sobre sus
orígenes, pero también para una ceguera que permite eludir la pregunta
propiamente normativa respecto del lugar de los universales democráticos en
Chile. Pero, ¿qué cabe entender por universales democráticos? Un conjunto de
principios a la vez elementales y muy simples (indisputabilidad de la relación de
subordinación del poder militar ante el poder civil, ausencia de restricciones al
principio de soberanía popular, separación de poderes...) que, de no existir, o
simplemente de no verificarse empíricamente su normal e indiscutible
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
desenvolvimiento, obliga a interrogarse sobre los significados de las distorsiones,
sesgos, límites y contrapesos a la soberanía popular por parte de actores,
mecanismos e instituciones cuyo origen es, precisamente, ajeno a toda voluntad
delegativa libremente expresada por el pueblo.
En tal sentido, resulta ser una efectiva y grave limitación al principio de
subordinación del poder militar ante el poder civil el hecho que un órgano como el
Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), cuya composición según el artículo 95
de la Constitución de 1980 (considerando sólo a los miembros con derecho a voto)
ponga en igualdad de condiciones a actores civiles y militares: Presidente de la
República, Presidente del Senado, Presidente de la Corte Suprema, Contralor
General de la República, así como los Comandantes en Jefe de las tres ramas de
las Fuerzas Armadas y el Director General de Carabineros. Siguiendo siempre con
la lógica de las restricciones impuestas por poderes no democráticos a las
autoridades políticas legítimamente electas, cabría reseñar la posibilidad de que
dos de los miembros del COSENA puedan convocarlo (art. 95), lo que podría
redundar en la eventualidad, completamente anómala tanto en perspectiva
comparada como desde el propio punto de vista de la teoría democrática, que dos
comandantes en jefe convoquen al COSENA en contra de la opinión de las
autoridades civiles y, en primer lugar, del Presidente de la República. Ciertamente,
se trata de una eventualidad que ha sido siempre muy hipotética, pero que no
puede hacer olvidar que en el marco de determinadas coyunturas críticas (como
por ejemplo aquellas relacionadas con el “caso Pinochet”, o en el marco de “crisis”
judiciales referidas a casos de violaciones a los derechos humanos que
involucraban a militares) pudo haber sido administrada como recurso de presión y
de amenaza por actores cuya legitimidad no radica en una voluntad popular libre y
deliberadamente expresada.
Sería muy fácil continuar estableciendo un inventario de lo que Manuel
Antonio Garretón denominó, con un inusual éxito social, “enclaves autoritarios”33,
con el fin de establecer el considerable alcance de una problemática
subordinación de las instituciones castrenses ante el poder civil, como por ejemplo
la inamovibilidad en sus cargos de la que se benefician los Comandantes en Jefe
de las Fuerzas Armadas y de Orden, lo que constituye una excepción local a un
tipo de universal democrático indiscutido en cualquier democracia consolidada
europea. Estas limitaciones aquí descritas sólo en el plano estrictamente cívicomilitar, permiten comprender la racionalidad de las disputas políticas en torno a la
Constitución de 1980 y sus reformas, las que nunca lograron transformarse en
luchas sociales, por ejemplo según una lógica próxima a la del movimiento por los
derechos civiles en Estados Unidos en la década de los sesenta. Esta
imposibilidad de trascender el campo político de disputa revela por sí sola a la vez
lo que define todo el proceso transicional, y lo que podría ser un rasgo deseable
de la democracia del 2010: un proceso político sumamente elitizado durante toda
33
Al respecto, el lector podrá consultar los trabajos más clásicos de Manuel Antonio Garretón: El
proceso político chileno, Santiago, FLACSO, 1983; Dictaduras y democratización, Santiago,
FLACSO, 1984; Hacia una nueva era política, Santiago, Fondo de Cultura Económica, 1995.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
la década de los noventa, y una comunidad de ciudadanos que, merced a ciertas
circunstancias históricas, se moviliza y abandona momentáneamente su estatus
de delegante más o menos pasivo, para transitar colectivamente por la conquista
de derechos esenciales, uno de los cuales viene a ser el de disponer de una
Constitución que sea efectivamente de todos.
Pero esta democracia que se presenta de modo completamente verosímil
como un Estado de derecho, pero que en el fondo es el resultado de una voluntad
originaria de segregación, explica que buena parte de las luchas políticas de la
década de los noventa en Chile se haya centrado en el propio mecanismo de
delegación, esto es en un régimen electoral que introduce severas distorsiones a
la voluntad popular a la hora de atribuir escaños parlamentarios a tal o cual bloque
político. Resulta casi fastidioso reiterar lo que ha sido un permanente objeto de
competencia entre las dos principales coaliciones políticas en Chile, la
“Concertación de Partidos por la Democracia” y lo que hoy se conoce como la
“Alianza por Chile” al cabo de varias refundaciones de esta oposición de derecha,
en la medida en que lo que se encuentra en juego es el predominio del principio
de justicia de la representación o la primacía de la moderación y de la estabilidad
política. Es en el marco de estos términos polares que el debate en torno a la
reforma del régimen electoral es usualmente presentado, lo cual induce a pensar
que la eventual adhesión a uno de estos dos principios implica una subordinación
funcional de aquel otro que se encuentra excluido.
Los argumentos a favor de uno u otro de estos principios son tan
numerosos y de tan disímil pertinencia, que resulta particularmente complejo para
el ciudadano ordinario hacerse una idea cabal respecto de un objeto de
competencia finalmente esencial, puesto que se refiere al propio modo de
selección de los representantes al Congreso una vez emitido el voto. Sin embargo,
me parece útil señalar que, más allá de las argumentaciones que subyacen a la
defensa de uno u otro de los principios que debiesen regir el régimen electoral
chileno34, la controversia se instala en el mismo marco de disputas previamente
reseñadas sobre los límites y las formas vigiladas de la democracia chilena. Así,
del mismo modo en que son las Fuerzas Armadas y de Orden las instituciones
constitucionalmente habilitadas para controlar y, eventualmente, relativizar su
relación de subordinación respecto de las autoridades civiles35, son fuerzas
políticas finalmente minoritarias las que disponen de un poder de veto sobre
34
A propósito de lo cual se ha llegado a decir y supuestamente demostrar, por ejemplo, que una
coalición como la Concertación no vería prácticamente variar su representación en escaños en el
marco de sistemas electorales alternativos (esto es más o menos regidos por lógicas
proporcionales), lo que, pudiendo ser cierto, pasa por alto el hecho que uno de los nudos de la
discusión se refiere, además de la constatación evidente de una sobre-representación de la
segunda coalición mayoritaria, al lugar de las minorías frente a los dos bloques principales en
Chile.
35
Bastará señalar que la propia norma constitucional hace de las Fuerzas Armadas las “garantes”
del orden institucional (artículo 90), lo que constituye una suerte de reminiscencia de un “enemigo
interno” latente cuya existencia permitió justificar el golpe de Estado de 1973 y la permanencia de
los militares en el poder durante 17 años, así como el carácter de “reserva moral” de la nación de
los actores castrenses ante eventuales crisis del mundo civil.
Proyecto Universidad: Construye País
117
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
reformas tan esenciales como aquellas referidas al propio mecanismo de
selección de los representantes. En tal sentido, la existencia de senadores
designados y vitalicios en una proporción muy significativa respecto del total de
miembros de la Cámara Alta, ha operado durante largo tiempo como mecanismo
de distorsión adicional de las correlaciones de fuerzas parlamentarias, aún cuando
desde la incorporación del ex Presidente Eduardo Frei en calidad de senador de
por vida, este mecanismo ha más bien tendido a desempeñar un papel funcional
de corrección de los sesgos originarios. En efecto, es sólo porque instituciones
tradicionalmente muy conservadoras como el Poder Judicial –poder que participa
de la designación de senadores institucionales- han evolucionado hacia fórmulas
menos alineadas con el antiguo orden a lo largo de la transición, que el significado
originario de los senadores designados ha variado sustancialmente, lo cual no
impide que desde el punto de vista a la vez de los principios y de los universales
democráticos, se trate de instituciones cuya existencia no resiste justificación
alguna.
Puede entonces entenderse que las discrepancias, las luchas y las disputas
en torno a la Constitución y algunas de sus leyes complementarias, si bien suelen
ser reconstruidas y retraducidas según la lógica de la vacuidad y de la
insignificancia ante los problemas acuciantes de la “gente”, se refieren en el fondo
a las propias formas de la comunidad política. En tal sentido, se trata de luchas
esenciales, que deben ser aprehendidas como tales, en el marco a la vez censor y
restrictivo de la libertad de opinión e información tal como se desprende de la
estructura crecientemente monopólica del campo de la prensa escrita en Chile, lo
que explica las fuertes distorsiones y los innumerables sesgos sobre el real
alcance de estas luchas por las reformas constitucionales. Dicho en otras
palabras, estas luchas políticas que carecen de expresión social y colectiva, o si
se prefiere de traducciones ciudadanas, tienden a ser fuertemente distorsionadas
por un universo de medios escritos, pero también audiovisuales que, sin mediar
mala fe ni voluntades fantasmales de manipulación, despolitizan estas
controversias en beneficio de lo que debiesen ser, en virtud de ciertas definiciones
emergentes de un tratamiento “moderno” de los asuntos públicos, los “verdaderos”
problemas políticos: un conjunto de dificultades tangibles y prácticas a las que se
enfrentan los ciudadanos ordinarios, ante lo cual la función política no sólo tendría
que prestar atención, sino que debiese operar según la lógica de la solución
empírica. Puede entonces entenderse que las “reformas constitucionales”,
precisamente porque no constituyen una categoría práctica, reciban una escasa
adhesión ciudadana según las encuestas de opinión a partir del momento en que
se le pregunta a una muestra estadísticamente representativa de chilenos sus
prioridades ante una lista de problemas.
De lo anterior se sigue, por consiguiente, la necesidad de políticas públicas
tendientes a realizar pedagogía cívica, por ejemplo aclarando la verdadera función
de representación que le incumbe a los diputados y senadores: legislar y ser
portavoces en un hemiciclo nacional de los intereses de los ciudadanos, y no
“solucionar” problemas prácticos. En tal sentido, resulta aleccionador el
Proyecto Universidad: Construye País
118
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
interesante estudio realizado por CEGADES en 199836, sobre la base de
estrategias cualitativas de investigación (concretamente focus groups), en el que
se puede apreciar la gravedad de las distorsiones referidas a los papeles y
funciones de los diputados y senadores, lo que denota a la vez una evidente
despolitización de los ciudadanos ordinarios (en el sentido estrecho de un débil, o
muy intermitente interés por la política) y una fuerte pérdida de sentido cívico
(entendida como carencia de conocimientos comunes respecto de las funciones
ejercidas por las autoridades públicas). Con lo cual se entienden las enormes
confusiones referidas al lugar que le corresponde a los asuntos privados en el
espacio público, o si se prefiere respecto del equilibrio precario entre soluciones
públicas que distan mucho de ser ejercicios meramente prácticos, y problemas
privados que a menudo son transformados en asuntos prácticos que exigen
soluciones públicas.
Es ante este tipo de situaciones de distorsión y confusión que las
universidades pueden ejercer un papel de pedagogía e ilustración, lo que implica
desplegar estrategias cuyo destino son las disposiciones de los individuos. Al
respecto, resulta conveniente aclarar algunas ideas con el fin de evitar
malentendidos originados en incomprensiones involuntarias o, peor aún, en
distorsiones más o menos deliberadas. Todo discurso que accede al espacio
público apunta a encontrar algún tipo de eco tanto entre los indígenas de algún
espacio diferenciado (por ejemplo, tratándose del campo político, estos indígenas
serían los diversos agentes que participan de sus luchas y competencias:
políticos, periodistas, comentaristas, analistas, especialistas de los estudios de
opinión pública...)37, como ante un público cuya atención por aquel discurso es
más o menos episódica, lo que corresponde a la situación de los ciudadanos
ordinarios. Sin embargo, no todo discurso público encuentra condiciones de
recepción ajustadas a sus lógicas de producción, lo que se torna tanto más cierto
cuanto mayor es la complejidad del discurso en cuestión. En tal sentido, en
variados ámbitos, pero muy especialmente en el marco de aquellos referidos a
temas y cuestiones controversiales38, la recepción de lo que se dice públicamente
puede ser objeto de variadas distorsiones e, incluso, manipulaciones, por ejemplo
como consecuencia del predominio alcanzado por la lógica del espectáculo, lo que
produce condiciones para el aplanamiento de lo real39. Es ante este estado de
cosas que un discurso ilustrado adquiere pertinencia, sobre todo si se trata de un
discurso proveniente de un espacio universitario cuya heterogeneidad es la
condición de posibilidad para la introducción de esquemas deliberativos que
36
"Seminario Gestión Parlamentaria Sociedad Civil, Chile 1998", Valparaíso, Cámara de
Diputados, 1998.
37
Para un análisis sobre la importancia creciente de las profesiones para-políticas en la definición
de lo que es legítimo y conveniente hacer y decir en el campo político, ver Patrick Champagne,
Faire l’opinion. Le nouveau jeu politique, París, Editions de Minuit, 1990.
38
Bastará pensar, en el caso chileno, en las polémicas económicas referidas al modo de enfrentar
el desempleo y a la “necesidad” de eliminar gastos superfluos que nunca fueron determinados por
el mercado (el salario mínimo), o en las controversias morales sobre el divorcio o la “píldora del día
después”.
39
De lo cual el libro de Murray Edelman ofrece una interesante reflexión: Murray Edelman, La
construcción del espectáculo político, Buenos Aires, Manantial, 1991.
Proyecto Universidad: Construye País
119
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
suponen agentes discrepantes en un espacio público generalmente carente de
esa dimensión. Lo cual significa que el discurso ilustrado y las condiciones
deliberativas que éste produce, apuntan a las disposiciones de los agentes que
actúan en dicho espacio público, pero sobre todo a las de aquellos que sólo
acceden a él mediante lo que Hoggart llama sus “miradas oblicuas” respecto de lo
que allí se hace y se dice, vale decir de modo episódico e intermitente. Las
disposiciones son, por consiguiente, conocimientos interiorizados que se activan
según las urgencias de la vida cotidiana, es decir de modo práctico, y por lo mismo
constituyen disposiciones para la acción (y, en el caso de la política, para la
participación) cuya distribución entre los miembros de una sociedad es muy
desigual40. Es lo que justifica entonces un trabajo sobre las disposiciones por parte
de instituciones como las universidades, sean estas públicas o privadas.
He allí la razón de porqué el discurso ilustrado, como por ejemplo el que se
origina en las universidades, puede desempeñar tres tipos de funciones. En primer
lugar, una función de retraducción de lo que se expresa en el espacio público y en
el campo político, sobre todo cuando el mensaje sufre los embates a la vez
espectaculares y reduccionistas por parte del campo de la prensa, especialmente
audiovisual, no tanto porque se trataría de sustituir ese discurso mediático plano y
superficial por otro discurso fundamentalmente verdadero, sino más bien para
explicitar lo que generalmente permanece implícito: lógicas económicas y privadas
subyacentes a discursos públicos, segregaciones que a menudo cohabitan con los
discursos más integradores... En segundo término, una función de decodificación
de lo que se encuentra en juego tanto en el campo político como en el espacio
público que difunde y, a menudo, distorsiona sus mensajes merced a lógicas que
son más de fuerza que deliberativas, al cabo de lo cual un discurso ilustrado
puede revelar las relaciones de poder que subyacen a relaciones de significado,
en el marco de discursos que el sentido común define como “acartonados” y
“herméticos”, precisamente porque en ellos prevalecen códigos sociales y políticos
generalmente implícitos. Finalmente, una función de instalación de nuevos, pero
también de viejos temas por un tiempo olvidados, lo que redundaría en una
ampliación de los contenidos del debate público si esta función fuese
desempeñada de modo existoso, cuya condición previa de posibilidad sería
evidentemente la expansión de las fronteras del espacio público hacia nuevos
agentes: intelectuales, universitarios, librepensadores, poetas, escritores,
escultores, músicos, artistas o gestores culturales.
Si bien la primera misión de una universidad consiste en transmitir
conocimientos a estudiantes que, como tales, se encuentran destinados a
convertirse en la élite profesional y cultural de la nación, una misión derivada del
mundo universitario debiese consistir en difundir conocimientos más allá de sus
aulas, por ejemplo por la vía erudita de la publicación hacia un público ilustrado, o
a través de políticas de extensión –de lo cual lo que antaño fuesen las escuelas de
40
Al respecto, se podrá consultar el libro clásico de Daniel Gaxie, Le cens caché. Inégalités
culturelles et ségrégation politique, París, Editions du Seuil, 1979, y del mismo autor, La démocratie
représentative, París, Montchrestien, 1993.
Proyecto Universidad: Construye País
120
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
verano de la Universidad de Chile constituye una interesante posibilidad. Lo
esencial es que las universidades hagan las veces de canales legítimos de
difusión de conocimientos, pero también de espacios de deliberación de los que
suele carecer el campo político, como consecuencia del predominio de la lógica de
la política-espectáculo que tiende a hacer prevalecer el peso simplista de la
imagen en desmedro de la complejidad inherente al argumento. Las universidades
así entendidas podrían constituirse en santuarios deliberativos, plurales y
organizados en torno a ese fin, en cuyo marco algunos de los principales debates
públicos del momento podrían ser objeto de un trabajo de ilustración, con lo cual
serían los propios términos de la controversia pública que ganarían en claridad y,
probablemente, en profundidad. Al mismo tiempo, sería posible hacer frente a ese
difundido anti-intelectualismo que, casi de modo invisible, se expresa en un
discurso de hostilidad hacia la política encerrada en sus lógicas de representación,
que es en todo caso lo que la define.
Si bien no parece discutible la existencia de una sensación de malestar
hacia la política tal cual existe, vale decir aquella que pasa por la mediación de un
lenguaje aparentemente hermético, pero que no es otra cosa que la consecuencia
de la diferenciación creciente de una actividad que termina por profesionalizarse y
generar sus propios códigos comunicacionales, ello no puede ni debe redundar en
un discurso populista cuya contracara inevitable es un anti-intelectualismo
disfrazado tras el ropaje de la solución empírica a problemas prácticos. ¿Cómo no
ver, ni presentir, los riesgos de deriva y dérapage hacia fórmulas fascistoides y
excluyentes que redefinen los límites del espacio público, así como la legitimidad
de lo que allí se dice y se hace, en nombre de la anulación simbólica de la relación
de representación? ¿Cómo negar, sin hacerse cargo de los riesgos y peligros
objetivos que ello implica, que la política no puede sino ser la gestión de
condiciones generalmente preexistentes en el marco de proyectos pacientes de
modificación de las coordenadas que definen lo real? ¿Cómo no darse cuenta,
salvo si lo que predomina es la mala fe o simplemente la ignorancia de las élites
políticas, que tras el discurso político que intenta superar sus propios límites
apelando a formas “modernas” de hacer política, lo que se disimula es la tentación
populista –quizás involuntaria y no totalmente consciente de sus riesgos e
implicancias- de la dueña de casa que soluciona problemas, en un marco de
despolitización, o mejor dicho de despublicización de los asuntos de la comunidad
en beneficio de soluciones que, por ser privadas, terminan siendo prácticas, y por
tanto populares?
Se entiende entonces el papel de ilustración que pueden desempeñar las
universidades sobre el espacio público y el campo político, lugares generalmente
habitados por agentes insensibles al principio de deliberación cuyos discursos
hacen en realidad referencia, más que a soluciones inmediatas, a condiciones
diferidas de posibilidad. Es ante ese vértigo propiamente populista por anular el
peso ineluctable del tiempo entre el acceso a la existencia social de un problema
(que no necesariamente corresponde al objetivo “nacimiento” del mismo) y su
disolución final al cabo de políticas cuya historia es también muy larga, que la
ilustración intelectual y universitaria puede cumplir un papel de democratización
Proyecto Universidad: Construye País
121
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
cívica de las conciencias. No tanto porque se trate de rechazar per se cualquier
tipo de utopía que haga caso omiso del tiempo histórico y biográfico, sino
simplemente porque una pedagogía cívica emprendida tanto por universidades
como eventualmente por el propio Estado, no puede obviar las restricciones a las
que se enfrenta cualquier actor político, como bien lo prueba el conocido
zigzagueo del que es objeto todo líder populista de “derecha” o de “izquierda”41 en
cuyo origen se encuentra una voluntad de anulación del tiempo y sus
restricciones, llámese Jörg Haider en Austria o Hugo Chávez en Venezuela.
De lo anterior se sigue que una condición de posibilidad para que los
debates públicos sean cada vez más ilustrados reside en la articulación, por
definición compleja, entre un espacio público idealmente poblado por actores
universitarios e intelectuales, y un campo político cada vez más atento y vinculado
con las deliberaciones que tienen lugar en aquella esfera en donde se elabora lo
que debiese ser una verdadera, es decir racional, opinión pública. Ciertamente,
esta articulación se refiere en realidad a un ideal deliberativo, el que no se agota
en una esfera pública principal en la que participan agentes iguales entre sí según
lógicas de pares (sean éstas económicas, sociales, culturales), sino que podría
derivar en esferas públicas múltiples y especiales, por definición plebeyas42, en
cuyo seno los discursos se vuelven públicos no sólo porque trascienden el espacio
doméstico y privado, sino porque repercuten en las deliberaciones que tienen
lugar en la esfera principal, lo cual dice mucho sobre la sensibilidad de los agentes
que participan de ésta respecto de lo que ocurre en aquéllas. Si bien se puede
concordar en abstracto, y en principio, sobre la necesidad de ideales deliberativos
en el marco de una esfera pública principal y/o de esferas públicas que Nancy
Fraser llama “especiales”43, aún quedaría pendiente aquella enorme discusión
respecto del formato de tratamiento de lo que tiene lugar en estas esferas y del
41
Para un análisis reciente sobre el populismo contemporáneo europeo, las dificultades de
clasificación a lo largo del eje derecha e izquierda y las incertidumbres que rodean la utilización de
una categoría a la vez científica y política, ver Yves Mény, Yves Surel, Par le peuple, pour le
peuple. Le populisme et les démocraties, Paris, Fayard, 2000. Sobre los populismos en otras
regiones del orbe, ver Guy Hermet, Les populismes dans le monde. Une histoire sociologique XIXeXXe siècle, Paris, Fayard, 2001.
42
Al respecto, la literatura teórica es sumamente abundante, y debiese servir de guía para debatir
las formas deseables, o en todo caso posibles de imaginar, de la democracia chilena, pero también
para convencerse de una vez por todas del carácter rudimentario y, a veces, primitivo de las
formas reales de la democracia en Chile. Entre los textos más sugerentes, ver Jürgen Habermas,
L’espace public, París, Payot, 1986; Craig Calhoun (ed.), Habermas and the Public Sphere, MIT
Press, 1992; y más recientemente, Jürgen Habermas, L’intégration républicaine, Essais de théorie
politique, París, Fayard, 1998.
43
Nancy Fraser, “Rethinking the Public Sphere: A Contribution to the Critique of Actually Existing
Democracy”, en Craig Calhoun (ed.), Habermas and the Public Sphere, op.cit., p.109-142. Cabría
agregar la lectura, a la vez fascinante y radicalizada, sobre la “ciudadanía diferenciada”
emprendida por Iris Marion Young, “Residential Segregation and Differentiated Citizenship”,
Citizenship Studies, vol.3, 2, julio de 1999, p.237-252, que presupone la existencia de esferas ya
no sólo especiales, sino sobre todo separadas de cualquier tipo de esfera principal. Si bien los
trabajos de Young se inspiran ampliamente de la experiencia norteamericana, resulta imposible no
ver las posibilidades de reflejo intelectual sobre realidades más locales, como por ejemplo aquellas
referidas al lugar de las minorías étnicas en Chile, especialmente de los mapuches, y en el futuro
de las minorías sexuales.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
lenguaje apropiado para dar cuenta de sus recíprocas relaciones, sea éste liberal,
socialista, conservador, republicano, comunitarista o de género.
No es posible entrar en este tipo de discusiones en el marco de una
reflexión que se quiere evaluativa sobre el presente a la luz de un futuro que,
según mis creencias y convicciones, me resulta deseable y posible imaginar. Pero,
¿cómo no ver que se trata de una discusión fascinante, que poco o nada tiene que
ver con lo que se dice en la esfera pública chilena actual, al estar ésta dominada
por intereses económicos sobre el más o menos Estado y los vicios y virtudes del
mercado, o por luchas que, siendo esenciales, son estrechamente políticas al
estar referidas a las formas institucionales de la democracia? En tal sentido, la
discusión sobre las formas de transición hacia una democracia de ciudadanos,
presenta el interés de volver visibles lo que debiesen ser los énfasis del debate
público, en el cual la controversia política sólo es una parte –ciertamente esencialde aquél.
Hacia una comunidad de ciudadanos: memoria e historia
Esta transición trasciende con creces lo que se entiende usualmente en
Chile, en un sentido estrecho, como transición a la democracia. Sin perjuicio de
que los énfasis institucionales señalados anteriormente sean esenciales, el acento
en el caso de una transición hacia formas ciudadanas de democracia se vuelca
sobre las relaciones deliberativas que se instauran en un espacio público cada vez
más amplio. Sin embargo, los propios límites institucionales que hacen del
régimen político chileno una democracia de tipo protegido, tienden a volver
políticamente estéril, a la vez que socialmente necesaria, una discusión cuya
fecundidad supone resuelto un disenso tan esencial como el que se refiere a la
propia norma constitucional.
Por consiguiente, frente a una Constitución a todas luces irreformable (por
lo menos mientras su caudillo sobreviva biológicamente a las condiciones
históricas que la hicieron posible), dos tipos de estrategias se tornan necesarias
de emprender a la hora de poner en perspectiva las formas limitadas de la
democracia en Chile, previendo un desbloqueo del debate constitucional cuyos
términos ya no sólo podrán ser legales.
La primera se refiere a la implementación de políticas de tratamiento de la
memoria44, en una sociedad durante largo tiempo aletargada por amnesias sobre
los orígenes de nuestras formas de convivencia actual, pero también respecto de
los horrores sobre los cuales se construye el orden político vigente. En tal sentido,
resulta sorprendente constatar en la inmensa mayoría del personal político chileno
una generalizada obsesión por cerrar la transición, haciendo caso omiso del
pasado. ¿Cómo no ver que entre la publicación del Informe Rettig en 1991 -en
44
Norbert Lechner, Pedro Güell, “Construcción social de las memorias en la transición chilena”, en
Amparo Menéndez-Carrión y Alfredo Joignant (editores), La caja de Pandora: el retorno de la
transición chilena, Santiago, Planeta/Ariel, 1999, p.185-210.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
donde por primera vez se reconocen oficialmente crímenes cometidos por agentes
del Estado-, y octubre de 1998 –mes en el cual Pinochet es detenido en Londres
merced a una cierta evolución del derecho internacional humanitario-, un muy
escaso tratamiento público de la memoria y de la historia tuvo lugar en Chile? Es
en ese sentido que cabe entender el extraordinario éxito editorial del libro de
Tomás Moulian, Chile actual: anatomía de un mito45, y el inusitado auge del
género ensayo en Chile en la medida en que lo que se aborda es la historia de la
comunidad política y de su quiebre, por ejemplo bajo la pluma de Alfredo JocelynHolt46 o Marco Antonio de la Parra47. Lo interesante y común en esta literatura,
más allá de las diferencias entre los autores, es la empresa de denuncia que éstos
emprenden respecto de todos aquellos aspectos sobre los que no se habla:
aceptación forzada de una transición pactada sobre dimensiones democráticas
esenciales por parte de los actores concertacionistas, tácita exclusión de los
temas de derechos humanos para conducir y dar cuenta del proceso transicional,
predominio de eufemismos y subterfugios para evitar la cuestión de las
responsabilidades tanto en el quiebre democrático como en el posterior
desempeño dictatorial.
Octubre de 1998 marca sin duda una fuerte inflexión de la historia reciente
de Chile, en la medida en que a partir de entonces se expanden las fronteras y los
límites de lo que es públicamente decible, lo que equivale a señalar un proceso de
ensanchamiento del espacio público -tras el impacto provocado por la detención
de Pinochet en Londres-, pero también en el marco de instancias inéditas como la
“mesa de diálogo”, en cuyo seno terminan por ser reconocidas por los altos
mandos castrenses algunas de las atrocidades cometidas por las Fuerzas
Armadas y de Orden durante la dictadura militar. 1998 inaugura por consiguiente
una oportunidad de transición cultural y, probablemente, psicológica hacia una
comunidad perdida de ciudadanos iguales entre sí, y en primer lugar respecto del
pasado colectivo, el que exige ser escrutado, comprendido y recordado.
Tratándose entonces de una oportunidad transicional, el período que se
abre hacia finales de 1998 sólo inicia las condiciones de reconstrucción de una
comunidad de ciudadanos, en cuyo marco tendrá necesariamente lugar una lenta
y dolorosa reconciliación, para lo cual resulta difícilmente pensable que en Chile
no tenga lugar en el futuro un gesto castrense de contricción que emularía el
perdón institucional y solemne del General Martín Balza en Argentina48. Si bien no
es posible imaginar un proyecto de reconciliación del modo en que se concibe un
proyecto político conformado por metas, plazos y medidas49, ello deja de ser cierto
45
Tomás Moulian, Chile actual: anatomía de un mito, Santiago, Lom-Arcis, 1997.
Alfredo Jocelyn-Holt, El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar, Santiago,
Planeta-Ariel, 1998.
47
Marco Antonio de la Parra, La mala memoria, Santiago, Planeta-Ariel, 1998.
48
Al respecto, resulta especialmente revelador el masivo olvido, o la sorprendente indiferencia
suscitada por el perdón “personal” del general de Ejército Oscar Izurieta por los excesos cometidos
a lo largo de la dictadura.
49
Para una inteligente reflexión sobre las distintas modalidades de reconciliación política en Chile,
cuyo significado varía de un actor a otro, ver Daniela Cuadros, Reconciliación política en Chile
46
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
a la hora de concebir gestos morales y estrategias públicas de recuerdo sobre
muertes que, lejos de ser privadas, se refieren al quiebre esencial de la comunidad
de ciudadanos. Es en ese sentido que hay que entender la necesidad, aún muy
intuitiva, de erigir monumentos, monolitos y memoriales en aquellos lugares en
donde la ruptura comunitaria se tradujo en horror humano.
Al respecto, nuestro déficit de memoria es considerable, o si se prefiere el
alcance de nuestra amnesia es asombroso, puesto que se ha olvidado que en
Chile existieron campos de concentración, aquel símbolo inequívoco de la
deshumanización por la vía del encierro y del panoptismo, en lugares cuya función
hoy en día turística (Ritoque) genera una profunda desrrealización de lo que allí
ocurrió. Más allá de los distintos niveles de horror entre diversos tipos de
situaciones de encierro, resulta interesante contrastar la suspensión amnésica de
todo significado histórico en lugares hoy en día turísticos (en el sentido de ir-a-laplaya y no, por ejemplo, a lo que podría haber sido un museo al aire libre sobre la
experiencia concentracionaria en Chile) como Ritoque, a la luz del modo abierto e
históricamente detenido en que Auschwitz o Büchenwald son conservados, lo cual
explica porqué a lo menos en estos dos lugares hay menos hoteles que
significados. Idealmente, políticas de la memoria debiesen suponer un vasto y
generalizado anclaje a lo largo y ancho de las ciudades de Chile, recordando que
en tal o cual calle murió tal o cual ciudadano en tal fecha, reiterando que el civismo
chileno tantas veces alabado en el extranjero también pudo engendrar
aberraciones, en un marco de responsabilidades colectivas respecto de la pérdida
del sentido de la comunidad que, siendo indiscutibles, no pueden justificar lo
ignominioso.
Una manera de calibrar el alcance del quiebre de este sentido de
comunidad puede encontrarse en la lectura de los manuales de historia y de
educación cívica publicados entre 1973 y 1990, ante lo cual la reciente polémica
en torno al texto de historia de Chile publicado bajo el auspicio del Ministerio de
Educación en el año 2000, reproduce y reitera el significado de lo que se
encontraba en juego en aquel entonces50. La historia de Chile nos pesa a los
chilenos, como bien lo prueban las complejidades interpretativas de los últimos
treinta años con las que concluye su labor la Mesa de Diálogo sobre Derechos
Humanos, y la respuesta no menos compleja e incierta formulada por un grupo de
historiadores en el marco de un género que se creía olvidado, el del “manifiesto”
(“Manifiesto de los historiadores”), a continuación de la “Carta a los chilenos”
redactada en Londres por el ex general Pinochet en el ánimo de interpretar y
volver hegemónica una cierta lectura de la historia. Pero la oportunidad que se
(1973-2000). Entre el orden del Cóndor y el orden del Huemul, Santiago, Tesis de Magister en
Ciencia Política, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2001. Asimismo, Elizabeth Lira, Brian
Loveman, Las ardientes cenizas del olvido. Vía chilena de reconciliación política 1932-1994,
Santiago, Lom-Dibam, 2000.
50
Alfredo Joignant, “Historia y memoria. La evolución de la figura del ciudadano en los manuales
de historia y de educación cívica chilenos (1973-1998)”, en Mauro Salazar, Miguel Valderrama
(compiladores), Dialectos en transición. Política y subjetividad en el Chile actual, Santiago, LomArcis, 2000, p.15-40.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
abrió en 1998 sigue allí. Más allá de las críticas que se puedan hacer al oficio de
escribir la historia, de no mediar 1998 no habría tenido lugar la discusión
historiográfica que allí se esbozó, y que por el bien de Chile y de su Historia,
debiese proseguir.
La segunda estrategia se refiere al formato de tratamiento de las diferencias
políticas, así como respecto de las divergencias de interpretaciones históricas.
Durante años, la transición a la democracia en Chile se fundó en un esquema de
acuerdos obligados con la oposición de derecha (la “democracia de los acuerdos”,
o de los “consensos”), en virtud de un bloqueo constitucional cuya importancia ya
he señalado, y en un marco de amenazas decrecientes a la estabilidad
democrática por parte de los actores castrenses. En tal sentido, en pos del
objetivo mayor de llevar a buen puerto la transición y de afianzar la democracia,
buena parte de las convicciones e identidades políticas quedaron supeditadas al
objetivo propiamente transicional. Hoy en día, particularmente al interior de la
Concertación, pero también en la propia derecha, se aprecia un claro
afianzamiento transversal de un eje liberal en todos los partidos del espectro
político, cuya fundamentación económica le resta interés y radicalidad a los
diferendos y controversias públicas. Sin embargo, me parece importante avanzar
en la consolidación no tanto de un eje político liberal como de un formato liberal de
tratamiento de las diferencias políticas, lo que supone ampliar el espectro de los
asuntos admisibles en el espacio de los diferendos públicos: libertades civiles y
culturales, pero también aquel vasto y ambiguo espectro de malestares morales
que un cierto sentido común conservador tilda, a la manera de un estigma, de
“relativismo”. Hablo de formato liberal con el fin de asentar un esquema de
discusión cuya principal característica es la imparcialidad de los agentes que
deliberan, lo que debiese redundar –al menos idealmente- en la puesta entre
paréntesis del poder asociado a cada hablante (por ejemplo en la forma de un
estatus vinculado a la persona, o de la posición ocupada por la misma), para dar
paso a la capacidad racional de esgrimir y aceptar buenos argumentos sobre la
buena vida y, así, establecer las condiciones para acuerdos sustantivos fundados
en razón51. Lo anterior, no tanto porque el pensamiento liberal sea una panacea,
sino simplemente porque es en el liberalismo político que se ha podido originar por
vez primera en Chile la posibilidad de superación del cleavage
dictadura/democracia, pudiendo haber sido otro el universo cultural de referencia
(el socialdemócrata, por ejemplo), cuyo fracaso en lograrlo se explica tanto por
culpas propias como por vicios ajenos (escasa recepción en los medios de prensa
escrita...).
Así, mediante la convergencia de un formato liberal de deliberación sobre
los asuntos públicos y de un retorno de la historia por la vía de la memoria, será
posible dar cuenta y superar las graves carencias democráticas de las que
adolece Chile, encarando definitiva y racionalmente un disenso constitucional
51
Se trata entonces de un formato que reproduce algunas de las condiciones formales del “velo de
la ignorancia” rawlsiano: John Rawls, A Theory of Justice, Cambridge, Mass.: Harvard University
Press, 1971.
Proyecto Universidad: Construye País
126
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
originado hace décadas. De esa forma, será posible y pensable transitar hacia una
comunidad de ciudadanos, en el marco virtuoso de una república que sólo puede
ser de todos.
Los ejes de la deliberación en la futura república
Lo que llamo la transición hacia una república de todos los ciudadanos de la
comunidad política, puede revestir la forma –minimalista y elitista- de reformas
más o menos graduales a la Constitución de 1980, o adquirir la fisonomía –
popular- de una asamblea constituyente. Más allá de lo que pudiese indicar,
aconsejar o sugerir el realismo político, es importante tomar en serio las formas
procedimentales de transición hacia una nueva república, en la medida en que de
lo que adolece el orden constitucional vigente en Chile es de una crisis de
legitimidad cuya radical solución pasa por la realización de una asamblea
constituyente. Sólo así será posible transitar, de modo definitivo e indiscutible,
hacia una nueva república en la que quepan todos. De producirse una hipotética
asamblea constituyente, la competencia que tendrá lugar en ella debiese girar
entonces no sólo en torno a los equilibrios deseables o repudiables entre los
distintos poderes, sino sobre todo respecto de sus formas más o menos plebeyas,
con el trasfondo histórico de “salidas” y “soluciones” a situaciones de disensos y
de crisis en Chile generalmente marcadas por el peso de las inercias oligárquicas
o, simplemente, elitistas. El futuro dirá, en el escenario post mortem instalado tras
la desaparición definitiva del caudillo, si el personal político chileno, y muy
especialmente la derecha criolla que rechaza toda discusión sobre las formas
constitucionales vigentes, logran dar cuenta de un pasado colectivo atravesado
por disensos radicales para dar a luz a un pacto constitutivo de un nuevo orden
político, un poco a la manera de lo que los números romanos sugieren a propósito
del tránsito de una república a otra a lo largo de la historia moderna de Francia. La
otra alternativa es la de reformas negociadas sin invocación al pueblo, con todos
los déficits de participación que esta solución involucra, y de sesgos que se
repercutirían en la propia deliberación, en la medida en que los agentes
constituyentes carecerían de mandatos que los habilitarían a actuar en propiedad,
salvo si estos representantes hiciesen una interpretación extensiva de la
delegación de poder de la que son beneficiarios.
Pero junto al término incluyente del disenso constitucional chileno,
permanece la pregunta sobre los ejes de la deliberación en el Chile deseable en
los albores de su Bicentenario. José Joaquín Brunner no se equivoca al recordar
que los ejes de la discusión futura en Chile serán cada vez más complejos y
ajenos a la organización armónica de las diferencias políticas criollas. Si bien en
no pocos liberales chilenos se aprecia una obsesión por clausurar definitivamente
el eje derecha / izquierda sin aportar otra justificación que la crisis evidente de los
grandes sistemas ideológicos del siglo XIX y XX52, no cabe duda que los ejes de
52
Lo que equivale a hacer caso omiso del debate de filosofía política que se interroga sobre el
específico lugar que le corresponden a determinados valores a lo largo del eje derecha / izquierda
(cabría interrogarse sobre el extraño silencio criollo –exceptuando un par de recenciones al libro en
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127
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
las diferencias políticas, así como de las convergencias, son cada vez más
complejos, en un marco multicolor del que suele aborrecer todo espíritu binario
que divide al mundo entre buenos y malos.
Pero más allá del juicio de complejidad, ¿cuáles parecen ser los ejes de las
diferencias en el Chile del post-pinochetismo? En una reciente e interesante
columna de opinión, Brunner delinea las múltiples posibilidades que sobresalen de
un “mapa ideológico” chileno fuertemente marcado por posiciones políticas
inestables53. Es así como el autor reseña, mediante una estrategia pedagógica
que toma la forma de un esquema sinóptico de dos ejes -uno vertical y otro
horizontal-, cuatro posiciones téoricas en el plano político e ideológico y una gran
variedad de posiciones empíricas una vez que se acepta el principio de
combinación entre ejes y posiciones.
cuestión por parte de la revista de Estudios Públicos- que rodea al clásico trabajo de Norberto
Bobbio, Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política, Madrid, Taurus,
1996), y de toda la literatura que se interesa por los distintos énfasis que reciben ambas categorías
espaciales en el marco de la reflexión contemporánea sobre las formas, alcances y contenidos de
la ciudadanía.
53
José Joaquín Brunner, “De socialistas, conservadores, liberales y otras posibilidades”, El
Mostrador, 11 de mayo del 2001 (disponible en el sitio web www.elmostrador.cl).
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Figura 1.- El “mapa ideológico de la sociedad chilena” según José Joaquín
Brunner
Ciertamente, se trata de un esquema simplificado de lo real, pero que
presenta la virtud de sugerir nuevas posibilidades políticas, lo que equivale a
resaltar un mapa ideológico a la vez complejo y lleno de sorpresas para espíritus
maniqueístas. Sin embargo, este juego teórico de combinaciones sería constitutivo
de una cierta anarquía si no quedara explicitado un determinado orden de
relaciones plausibles entre las posiciones reseñadas en el esquema. Ello
explicaría porqué, aún desde el sentido común, resultarían francamente
incomprensibles, a la vez que totalmente improbables, combinaciones ideológicas
y alianzas políticas racionales y duraderas entre socialistas y gremialistas, aún
cuando tras ellos se disimulan posiciones muy heterogéneas: siguiendo la
terminología de Brunner, resulta posible pensar en socialistas cuyas posición sería
o bien “estatista-autonómica”, o bien “estatista-tradicionalista”, mientras que la
mayoría de los miembros de la UDI podría situarse en el polo “liberaltradicionalista”, aún cuando una parte minoritaria de ellos también podría hacerlo
en el binomio “liberal-autonómico”. ¿Cuáles son, entonces, las lógicas que rigen
las cercanías y lejanías políticas e ideológicas, o si se prefiere las relaciones de
proximidad y distancia que, efectivamente, han evolucionado en los últimos treinta
años, sin que ello suponga un universo marcado por un relativismo político
anarquizante en donde, como se dice, “todo vale”? ¿Qué es lo que nos permite
prever y aceptar determinadas sociedades y alianzas políticas, si no es el eje
derecha e izquierda?
En tal sentido, el sugerente esquema de Brunner puede ser corregido
desde dos perspectivas. La primera, en realidad bastante menor, se refiere a la
propia terminología utilizada para nombrar las posiciones principales, con el fin de
evitar derivas hacia caricaturas que poco ayudan para entender un mapa
ideológico complejo y sus posibles articulaciones en eventuales alianzas políticas.
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129
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Al respecto, más que de “estatistas” cuyas connotaciones de intervención
planificada son evidentes, cabría hablar de posiciones “reguladoras” que no
necesariamente se inscriben en lógicas estatistas de viejo cuño, y lo mismo se
podría decir con el eufemismo utilizado por Brunner (“tradicionalistas”) para
nombrar en realidad a posiciones “conservadoras”.
En segundo lugar, lo que los términos que identifican a cada extremo de
ambos ejes señalan son posiciones brutas, o si se prefiere posturas prácticas, un
poco a la manera de lo que es el arte para Durkheim: “práctica pura sin teoría”. En
tal sentido, el esquema de Brunner describiría más bien un mapa de posiciones
políticas posibles, y no una cartografía ideológica propiamente tal. Por lo tanto, si
de ejes de deliberación se trata, cabría entonces introducir descriptores de
ideologías, y ya no sólo de posiciones, aceptando el principio de complejidad en
virtud de combinaciones posibles, a condición de explicar las lógicas de
proximidad y lejanía, de las cuales tengo la convicción que éstas siguen
originándose según el eje derecha e izquierda. Así, el mapa opondría
sinópticamente a socialdemócratas y neoliberales a lo largo de un eje económicosocial, y a libertarios y conservadores sobre materias culturales y valóricas, con
todas las posibilidades de combinación que estos polos vuelven posibles sobre la
base de la deliberación, en el marco ordenador aunque menos exigente que en el
pasado del eje derecha e izquierda. Lo importante entonces, es dar cuenta de los
discursos de justificación de la posición ocupada o esgrimida, pero también de los
esquemas deliberativos entre posiciones ideológicas vecinas o distantes, lo cual
permite pensar que en Chile habrá en los próximos años un diálogo intercultural
entre liberales y socialdemócratas cuya traducción política podría, eventualmente,
volverlos vecinos.
Figura 2.- La cartografía de las culturas políticas en Chile:
vecindades y lejanías
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Lo que en un trabajo anterior denominé como una posible “metamorfosis
republicana” de la izquierda en Chile54, podría aún conocer un cierto revival en la
política criolla si se constituyera un polo socialdemócrata con capacidad de
deliberación no sólo hacia el mundo liberal (cuadrante 1), sino también hacia las
regiones comunitaristas de la política chilena, hoy encarnadas por algunos
sectores de la Democracia Cristiana (cuadrante 3). Para tal efecto, una importante
literatura teórica se encuentra disponible en el marco del debate liberalcomunitarista norteamericano, no obstante que se trate de una polémica política e
intelectual muy desconocida en Chile55. En cuanto al liberalismo político, si bien se
trata de una corriente que a menudo se confunde con el neo-liberalismo
económico y que generalmente oculta sus heterogeneidades, éste ocupa una
posición central que le permite oscilar tanto hacia la izquierda (cuadrante 1) como
la derecha (cuadrante 2) del esquema, lo que se traduce en el plano estrictamente
político en una fuerte transversalidad a lo largo del eje derecha / izquierda,
poniendo así en un hipotético jaque los equilibrios al interior de las dos principales
alianzas en Chile, cuya resolución dependerá a la vez de las correlaciones de
fuerza y de la intensidad del diálogo intercultural entre culturas políticas otrora
antagónicas. En tal sentido, puede entonces entenderse que tras este esquema
simplificado subyazcan tanto vecindades y lejanías que se explican por las
inercias del eje derecha / izquierda, como una lucha por la puesta en forma del
centro político cuyas principales fuentes culturales son actualmente el liberalismo
político y el comunitarismo.
El mapa de las culturas políticas en Chile así delineado en trazos
extremadamente gruesos, al que cabría agregar el pensamiento conservador cuya
vertiente criolla pasa por una potente y original ligazón entre el neo-liberalismo
económico y un tradicionalismo religioso fuertemente vinculado con el opus dei, le
conferiría a la deliberación sobre los asuntos públicos un horizonte complejo y
multiforme. Un horizonte cuyas formas “finales” en el 2010, si es que se puede
hablar así, serían el resultado de deliberaciones entre posiciones legítimas,
vecindades a la vez previsibles e inestables según el eje derecha / izquierda y en
el marco permanente de una república cuya legitimidad sería indiscutida porque,
en su origen, se encontraría la voluntad de todos.
54
Alfredo Joignant, “Las metamorfosis de la izquierda chilena (la republicanización de las causas
políticas)”, Revista de Crítica Cultural, 20, junio del 2000, p.12-15.
55
A modo de introducción a un debate complejo y fascinante, el lector podrá consultar en español
el artículo de Renato Cristi, “La crítica comunitaria a la moral liberal”, Estudios Públicos, 69, verano
de 1998, p.47-68. Los textos comunitaristas más solicitados en un debate que se interroga sobre
los límites de la justicia, la frontera entre “respeto” y “tolerancia”, el lugar de la diferencia y las
formas de la ciudadanía son, entre muchos, los de Michael J. Sandel (ed.), Liberalism and its
Critics, New York: New York University Press, 1984 (libro en el que figuran trozos escogidos de
textos comunitaristas fundamentales), y del mismo autor Liberalism and the Limits of Justice,
Cambridge University Press, 1982; Charles Taylor, Multiculturalisme. Différence et démocratie,
París, Aubier, 1994, y del mismo autor La ética de la autenticidad, Barcelona, Paidós, 1994.
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131
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Sin embargo, los esquemas arriba presentados describen sólo posiciones
teóricas (figura 1) y diálogos interculturales posibles (figura 2), cuya verosimilitud
podría verse completamente quebrada si terminaran por imponerse en la política
chilena formas populistas de tratamiento de los asuntos públicos. En tal sentido, el
marcado anti-intelectualismo que traslucen liderazgos de nuevo tipo cuya mejor
expresión es Joaquín Lavín y, tras él, ciertos liderazgos emergentes al interior de
la Concertación como los de Nelson Avila (PPD) o Jaime Ravinet (DC),
precisamente porque se fundan en una lógica de anulación simbólica de la
relación de representación a favor de la imagen populista del hombre común,
socavan los esquemas deliberativos entre representantes que encarnan “culturas”
e ideologías políticas, produciendo así condiciones de imposibilidad para las
relaciones de vecindad y lejanía que se encuentran descritas en la figura 2.
Pero cabe también señalar, esta vez como condición de posibilidad de
deliberaciones sobre la vida buena entre agentes políticos eventualmente
sensibilizados con el mapa de posiciones ideológicas y la cartografía de las
culturas políticas en Chile, el hecho que en los albores del Bicentenario habrá
salido de la escena política principal toda aquella generación de dirigentes
políticos socializados en un clima binario en cuyo marco tuvo lugar el golpe de
Estado de 1973. De esta forma, se estará en presencia de una generación
intermedia que, si bien sufrió los embates biográficos de la dictadura, no ha
logrado dar cuenta de la complejidad de la nueva cartografía de culturas políticas
que emerge en Chile, conformándose con tomas de posición ideológicas al estado
bruto sin el necesario trabajo de justificación tanto de la posición ocupada como de
las relaciones plausibles con posiciones vecinas.
Estos lineamientos de un nuevo mapa de posiciones ideológicas y de una
inédita cartografía de las ideologías cuya característica es la disminución de las
distancias entre culturas políticas, si bien abren una verdadera posibilidad de
diálogo intercultural, corren sin embargo el riesgo de ser completamente virtuales
si el (o los) espacio (s) público (s) no viese (n) ensanchadas sus fronteras y
multiplicados los lenguajes legítimos en su interior. Aún más. El bosquejo de
posiciones y culturas políticas terminaría siendo un gracioso y lúdico ejercicio
taxonómico consistente en clasificar temas, personas y palabras, si éste no
estuviese acompañado por discursos pedagógicos e ilustrados. Discursos cuya
finalidad sería, a la vez, clarificar los términos de la discusión pública y poner a
prueba desde ya la propia deliberación sobre las formas deseables de la
comunidad y la buena vida, a la espera que el campo político –es decir los
agentes que lo habitan- hagan suyo un tipo de lucha que supone más el uso de la
razón que el empleo de la fuerza en nombre de la razón.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Comentario
Sergio Micco56
Recordar y prometer para esperanzarse con el Chile del Segundo Centenario
La necesaria humildad para practicar la virtud de la esperanza
Parto con coincidir con Alfredo en orden a la arbitrariedad de hacer juegos
proyectivos para el 2010. Como dijo el más grande economista del siglo XX,
J.M.Keynes, "en el largo plazo todos estaremos muertos". Eso es lo único seguro.
Max Weber, el más grande de los sociólogos, dijo que la cátedra no era lugar para
profetas ni para demagogos. Y Robert Dahl, un cientista político norteamericano,
dijo que lo único claro que podíamos saber de los sistemas políticos futuros es
que van a ser distintos a los actuales y punto.
De hecho, los economistas se ufanan de tener unos conocimientos de leyes
económicas, pero fueron sumamente ineptos para predecir la crisis del ’29. Y los
politólogos, entre más estudiamos, menos idea tuvimos de la caía del Muro de
Berlín. Y, de pronto, sindicatos católicos en Polonia y estudiantes húngaros lo
botaron. De tal manera que la capacidad predictiva de las ciencias sociales es
bastante baja.
Sin humildad, la virtud de la esperanza, se transforma en presunción, en
creer que tenemos el futuro en la mano. Mortal error.
La necesaria magnanimidad para saber esperar activamente tiempos mejores
Pero, los hombres y las mujeres, tenemos la capacidad de preocuparnos
del futuro, es decir, de anticiparnos a las ocupaciones que viviremos en él. Esta
capacidad humana obliga, particularmente a los cultores del intelecto, a proyectar
al futuro para anticiparnos a lo que queremos que ocurra y prevenir lo que
queremos que no ocurra.
Y para dar seguridad a nuestras parejas, socios, amigos, camaradas,
conciudadanos tenemos la fabulosa capacidad de prometer, es decir, de
comprometernos a que nuestro comportamiento será de una determinada manera
en el futuro. Así generamos confianza en ese mar de incertidumbres que es el
futuro.
Y por último, la virtud de la esperanza supone la magnanimidad, es decir, la
voluntad tensa y resuelta de plantearnos grandes tareas. Raúl Silva Henríquez nos
lo legó como lema de vida: "Hay que hacer grandes cosas". Si los padres y
56
Sergio Micco A. Director Ejecutivo del CED. Abogado, Master en Ciencia Política y Doctor © en
Filosofía Política.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
madres de la Patria no se hubiesen atrevido a soñar en un Chile republicano e
independiente, el 5 de abril de 1817 jamás hubiese llegado.
Sin magnanimidad la esperanza no existe y surge la anticipación de un
mundo mediocre o desesperado. En el futuro todo seguirá igual o peor. La
magnanimidad nos grita: ¡¡Atrévanse¡¡
El lamentable "cosismo"
"Participa" y Alfedo Joignant nos invitan a soñar en grande y a
preocuparnos como universitarios del Chile del Segundo Centenario.
¿Quieren los chilenos acoger su llamado?
Cuando a los chilenos se les pregunta qué es lo que aspiran de los
políticos, más de un tercio de la muestra del PNUD del año 2000 dice: “quiero que
me resuelvan mis problemas concretos”.
De esto tomamos nota los políticos, que en su mala faceta queremos ganar
las elecciones diciendo a la gente lo que quiere escuchar y terminamos
proponiendo soluciones concretas, aquí y ahora, a los problemas de la gente. Bien
por ello, pero muy mal si sólo nos quedamos en ello.
Por ejemplo, hoy vivimos hablando de alarmas en las casas, retenes
móviles, cárceles que por supuesto hay que hacer en otra comuna distinta a la
nuestra, más policías privados, etc. Y lo hacemos como si el problema de la
delincuencia no dependiera de hogares destruidos, falta de trabajo y justicia social,
crisis valórica, falta de oportunidades educativas, todos problemas que solo en el
largo plazo, con mucho esfuerzo e inversión social podremos enfrentar. En
Estados Unidos sube un punto la pobreza y salta en 2,6% los homicidios y los
robos con violencia.
Entonces, ¿quién hace el ejercicio de pensar en serio al país y llama al
esfuerzo compartido de anticiparse? Hay que postergar gratificaciones presentes
ahorrando e invirtiendo para que el futuro sea mejor. ¿Pero quien dice esto?
Otro ejemplo. En el año ’96, cuando estábamos todos felices porque había
sólo un cinco por ciento de cesantía y crecíamos al siete por ciento anual, estuvo
acá un economista italiano Samagni que dijo: ”preocúpense de la cesantía”. En
Europa, la ciencia y tecnología generan cesantía al reemplazar el trabajo humano.
Sin embargo, nadie le hizo caso porque estabámos viviendo alegremente el
presente. La arrogancia, la presunción de que todo seguirá bien y que controlamos
el futuro nos jugó una mala pasada en 1998. Y cuando llegó la cesantía,
empezamos a improvisar seguros de desempleo y nos angustiamos porque ahora
-el problema concreto- es resolver la cesantía. Y mañana ¿cuál va a ser?.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
¿Quién hace el ejercicio proyectivo entonces? Este es un desafío
propiamente universitario: atreverse a pensar el futuro. Y el PNUD señala que
más de un 19% de los chilenos les pide a los líderes políticos capacidad de
plantear un proyecto.
Pensar el futuro desde las raíces
Hay que pensar el futuro a partir del pasado, evidentemente. Porque si no
sabemos de dónde venimos no sabremos hacia dónde vamos. Hay veces que
parece que se nos olvida que somos latinos y no anglosajones, pobres y no ricos,
sudamericanos y no norteamericanos y que estamos muy lejos de ser "los
ingleses de América".
Alfredo señala en su documento que el pasado es bastante triste, que
tenemos un recuerdo bastante traumático de nuestra democracia quebrada en
1973. Por eso nos invita a deliberar sobre el pasado y curar nuestras heridas.
Alfredo nos dice: resolvamos los temas del pasado y desde ahí miremos el
futuro. Si 25 años después de la segunda guerra mundial, digamos en 1970, los
europeos hubiesen estado teniendo como principal debate las responsabilidades
del armamentismo nazi y un aún omnipresente Churchill todavía estuviese
discutiendo con el señor Chamberlain sobre quién era el responsable, hubiésemos
dicho que estos tipos están locos. ¡¡ Por favor, le hubiesen dicho los europeos a
sus dirigentes, estamos en los años ’60: está la descolonización en Africa y Asia,
está la revolución sexual, están Juan XXIII y Pablo VI haciendo el Concilio
Vaticano II, y Uds. siguen discutiendo sobre las causas de la Segunda Guerra
Mundial ¡!
Pero ese es el drama que tenemos en Chile, porque tenemos una relación
tan traumática contra nuestro pasado que constantemente revivimos una situación
muy esquizofrénica. Vamos a volver a revivir el 11 de septiembre, ahora el 3 de
septiembre, a golpes y barricadas y días después nos vamos a ir todos a tomar
chicha y a bailar a las ramadas. Eso sigue siendo Chile. Por eso me pregunto con
Alfredo, mirando sobre todo a la gente joven: ¿cuándo vamos a resolver los
traumas del pasado? Para muchos de ellos 1973 es como la pelea entre los
balmacedistas y congresistas, o entre los o’higginistas y los carreristas.
Si miramos nuevamente la encuesta del PNUD. “En su opinión, hablar del
pasado ¿deteriora la convivencia entre los chilenos?”. Un 50% está de acuerdo
con esto. “¿Mejora la convivencia entre los chilenos?”. Solamente un 26% esta de
acuerdo.
Los chilenos consideran en un 31% que son más las cosas que nos unen
que las que nos dividen y el 66% dice que son más las cosas que nos separan
que las que nos unen.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Quiero insistir en este punto: hay una conciencia desgarrada sobre lo que
es el ser nacional muy grande y hay un miedo a discutir esto. Por lo tanto, lo que
Alfredo propone es algo que los chilenos no quieren hacer: No queremos discutir
sobre nuestro pasado reciente por que eso deteriora nuestra convivencia nacional.
Y si no deliberamos acerca de ella, jamás la resolveremos adecuadamente. Y si
no la resolvemos adecuadamente, no hay futuro firme para nuestros hijos.
El apoliticismo que nos está matando
Pero hay otros a los que no sólo no les interesa discutir sobre el pasado,
peor aún, no les interesa discutir sobre el país. Según la encuesta del PNUD sobre
Desarrollo Humano hay un 37% de chilenos que dicen: “yo tengo la posibilidad de
cumplir mis metas independientemente de la situación del país” y “mientras en mi
casa las cosas anden bien, la situación del país me importa poco.” 37% de
acuerdo en estas dos afirmaciones.
Tenemos además un 46% que dicen que no son ni de derecha, ni de
centro, ni izquierda. Ello porque no les interesa y/o porque la política actual no los
representa en sus inquietudes.
Alfredo nos llama a deliberar sobre la democracia, sobre cómo resolvemos
el tema de la Constitución y los enclaves autoritarios, Obviamente que esto
debemos hacerlo. Pero esto es condenado como preocupaciones de los políticos.
No serían problemas de la gente.
Peor para la gente. Pues, si vivimos en un país en que el cincuenta por
ciento de los hogares gana menos de 300.000 mensuales es obvio que si quieren
salud, educación y capacitación ahora y no en veinte años más necesitan de un
mejor Estado. Y eso pasa por políticas públicas activas, mayor gasto social, mayor
recaudación impositiva, mayor reforma del Estado, en fin.
Yo encuentro notable esto de pedir y pedir cosas al Estado, pero no estar
dispuesto ni siquiera a inscribirse en los registros electorales y votar por
representantes que nos aseguren democracia, crecimiento y equidad mediante
leyes y polìticas públicas, voy a emplear la palabra maldita, redistributivas.
En 1992, en Alemania la pobreza era de un veinte por ciento. Se aplican
impuestos y políticas redistributivas y la pobreza cae al dos punto siete por ciento.
Y esa es una de las economías más poderosas del mundo, construida por
socialdemócratas y socialcristianos y liberales sociales.
Más oportunidades y vivir en un lugar para todos supone mercados
competitivos, sociedad civil desarrollada y Estado fuerte. Y para ello necesitamos
ciudadanos activos y no pasivos.
Recapitulando entonces, “Sí, Alfredo, atrevámonos a discutir del futuro.
Pero no lo estamos haciendo”. Mi segundo comentario es: “Sí, resolvamos
Proyecto Universidad: Construye País
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nuestras deudas del pasado. Porque si no resolvemos bien nuestro pasado, si no
tenemos una relación sana con él, sino que andamos ocultando cosas y
mintiéndonos los unos a los otros y a nosotros mismos, evidentemente que ahí no
tenemos un pueblo que esté en condiciones de pensar en grande el Chile del
2010. Saldemos las deudas del pasado, pero para eso juntémonos a
conversarlas.”
¿Y las universidades? La teoría de la rectificación de los nombres de Confucio
Con respecto al papel de las universidades en lo que Mónica Jiménez llama
la responsabilidad social, Alfredo - en frases crípticas que a veces cuesta
decodificar en su texto - plantea tres grandes tareas. Ellas son hacer más
transparente el espacio público, decir las verdades y atreverse a dialogar
pluralmente.
Pero, la pregunta es, ¿de qué universidades hablamos? Cuando el rector
Hilario Hernández de la Universidad del Bio-Bio hablaba de los conceptos de
universidad, en el hecho que cuando ese rector estudió en la Universidad de Chile,
en el Pedagógico, no habían más de unos 25 mil estudiantes universitarios en
todo Chile. A través del bachillerato entraban 4 mil estudiantes al año después de
un proceso de admisión muy elitista. Hoy día los estudiantes universitarios son
430 mil.
La universidad que vivió Hilario Hernández no tiene nada que ver con estas
universidades así de masificadas. Por eso, sin Confucio estuviese con nosotros,
nos diría que la reforma universitaria pasa más por la rectificación que por la
renovación. Es decir, que cuando una casa de estudio lleve por nombre
universidad, sea realmente universidad. Si es centro de formación técnica, que
sea eso y no otra cosa. Dentro del nuevo sistema de educación superior,
diversificado y masificado, debemos establecer jerarquías y distintas funciones.
Para realizar las tareas que nos piden Alfredo e Hilario hay que ser universidad de
verdad.
Las tareas cívicas de la universidad
Benjamin Barber -politólogo norteamericano- nos dice: “la universidad en
Estados Unidos está en crisis”. Y las razones que da son hechos que muestran la
existencia de estudiantes y agrupaciones de estudiantes con conductas
intolerantes, agresivas y autoagresivas, así como baja participación de estudiantes
en procesos electorales. Ello indicaría primero la necesidad de generar sentido de
comunidad bajo un nuevo precepto. Segundo, la necesidad de generar una cultura
escolar más preocupada de métodos que de fenómenos de estudio, más
preocupada del humanismo que de la técnica. Y, tercero, generar las bases de un
proyecto de país.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Creo que lo anterior se aplica plenamente a Chile.
Particularmente el llamado debe ser a los jóvenes. No para adularlos ni
compadecerlos, sino para criticarlos.
Si los estudiantes universitarios -los 430 mil- estuvieran inscritos en los
registros electorales cambiarían Chile. Hacen unas protestas maravillosas sobre el
crédito universitario, pero no se les ocurre inscribirse en los registros electorales
para elegir representantes populares que generen un sistema educativo de
excelencia e igualitario. Exigen derechos, pero ni siquiera están dispuestos a
asumir el más elemental deber que es ir a inscribirse a un registro electoral.
En Valparaíso hay 59 mil estudiantes universitarios, en la región del Bio-Bio
56 mil. Otro sería Chile si constituyeran esa universidad deliberativa, preocupada
de los demás, cívica, una república ideal, en la que soñó Enrique Molina
Garmendia, el fundador de la Universidad de Concepción..
Por que el fenómeno del particularismo y el individualismo también surge en
las universidades. Ellas aparecen un tanto corporativistas, que se están mirando
hacia adentro, muy exigidas por el entorno y el Mercado, y que tienen muy poco
tiempo para realizar sus tareas realmente importantes: reproducir y generar
conocimiento, buscar libremente la verdad, generar ciencia y tecnología nacional y
formar ciudadanos de elite.
Si los estudiantes y los profesores hicieran esa república ideal, deliberativa,
que pensara y se atreviera a pensar Chile; si ejercieran esa conciencia crítica, y
hubiera pensamiento autónomo extenso, crítico, ilustrado, sería un cambio
maravilloso en Chile. Pero eso no se ve. Las protestas universitarias hablan
mucho de sus necesidades de crédito y estatutos legales, pero debieran hablar
aún más y más fuerte del Chile que están dispuestos a servir.
El Chile del Segundo Centenario
El Chile del Segundo Centenario es un desafío abierto. Chile es un país de
0,8 habitantes por km2 en Coyahique o en el norte, y al otro lado de un oceáno
que se achica por la mundialización, hay sociedades asiáticas que tienen 500 u
ochocientos habitantes por km2. En Brasil hay 1,5 millón de japoneses, solamente
en Sao Paulo. ¿Cuándo vamos a discutir en serio el tema de la inmigración?.
¿No es un desafío evidente el tema de la globalización si Chile sigue
creciendo al 4, 5 o 6%? Con Bolivia y Perú con problemas ¿cuánto tiempo nos
vamos a seguir haciendo los tontos con el tema de la inmigración desde el norte?
Chile, para enfrentar los desafíos de la mundialización, debe unirse con
otros. Es demasiado pequeño, pobre y distante para enfrentarse a las
multinacionales y a los mercados regionales y globales. No es evidente acaso el
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
desafío de la integración latinoamericana. Sin Unión Europea, Europa nada tenía
que hacer frente a Estados Unidos y Japón, que liderando otros dos mercados
regionales.
Seguiremos con la estupidez de eso de vivir en un mal barrio. ¿Chile es
mejor que México en identidad nacional? ¿Es mejor que Bolivia en igualdad y
distribución del ingreso' ¿Es mejor que Argentina en ingreso per cápita o en
educación? ¿Es mejor que Perú en su pasado indígena y cultura ancestral?
¿Hemos ido a Quito, Cuzco, Ciudad de México o Buenos Aires?
El Chile del Segundo Centenario va a ser intercultural, no solamente
porque hemos descubierto que hay un 14% de chilenos que pertenecen a una
etnia y no sabemos bien cómo manejar ese tema, sino porque Chile se va ir
volviendo mucho más mestizo. Son mundos nuevos: ¿quién los está pensando?
El Chile del Segundo Centenario será de hombres y mujeres por igual o no
será. Un tercio ya de las mujeres trabaja fuera del hogar. Un 52% de los
ciudadanos son mujeres. La inmensa mayoría de los dirigentes sociales son
mujeres. Más de un tercio de los hogares los dirigen mujeres. Y viven
discriminadas.
El Chile del Segundo Centenario va ser intergeneracional. El año 2001 será
recordado como el año en que hubo más chilenos. De aquí para adelante, habrá
una cantidad de gente mayor de 65 años que no había nunca.
El Chile del Segundo Centenario será creyente e interconfesional. Ya
tenemos un 14% de protestantes. En la Región del Bío Bío se empinan al 25%.
Es un Chile absolutamente distinto el que está surgiendo y yo creo que la
invitación que nos hace Alfredo es que el sistema político debiera, por lo menos,
estar pensándolo para que el futuro genere esperanza no desesperación.
Eso es lo que no estamos haciendo, y si no lo hace la universidad mi
pregunta es: ¿quién lo va a hacer?.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
CAPÍTULO 6
EL MUNDO DE LA CULTURA: ¿QUÉ REQUIERE DE NESOTROS?
Moderador
Arturo Pinto
Académico de la Escuela de Medicina Universidad de La Frontera
Ponencia
Reflexiones sobre encuentros y desencuentros entre Cultura y Universidad
Claudio di Girólamo
Comentario
María Elena Hermosilla
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
REFLEXIONES SOBRE ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
ENTRE CULTURA Y UNIVERSIDAD
Claudio di Girolamo57
Estimados amigos y jóvenes, quiero manifestarles mi agradecimiento por la
invitación a este evento, que me permite escuchar y reflexionar sobre vuestras
visiones de mundo y sobretodo compartir la búsqueda de una sociedad más
humana con cada uno de ustedes, situando a la universidad como el ámbito donde
la pasión, la dignidad y el conocimiento se encuentran constantemente como
materia constitutiva de la vida. Mis opiniones serán globales y espero ayudar a
abrir con ellas el diálogo, el habla y la conversación entre todos.
Para ubicar la importancia que le otorgo a las transformaciones que ha
vivido la univérsitas en las últimas décadas, enunciaré otras dos instituciones que,
a su manera, han sufrido mutaciones análogas: la ciudad y el Estado, que como
conceptos y ámbitos típicos de la modernidad están en un franco proceso de
redefinición.
Estos tres espacios, la ciudad y la universidad desde el renacimiento, y el
Estado a partir de las Revoluciones Inglesa y Francesa, han ubicado nuestras
existencias en ciertos marcos de posibilidades y opciones.
Es a partir de la reciente década de los ‘60 que al interior de ellas se
comienzan a gestar grandes tensiones que desembocan en la apertura de nuevas
posibilidades en el campo de las relaciones sociales, de la libertad y del desarrollo
humano en su conjunto. La ciudad como territorio símbolo del progreso ha
conocido en los últimos años una saturación de problemas demográficos,
ecológicos y psicosociales que nos obligan a repensar su futuro. El Estado, a partir
de los ´80 fue conmovido por el avance desmesurado de las relaciones de
mercado y por la aparición de dinámicas económicas y culturales supranacionales.
Hoy esta institución de la política y de lo público tiende a retomar
responsabilidades por el bien común que peligrosamente había abandonado hace
algún tiempo. Pero creo que aún falta mucho para que lo que se dejó se vuelva
asumir como prioridad en las condiciones actuales.
Centrándome en el tema para el cual fui invitado, convendría recordar que
es a mediados de 1960 cuando, en general, las universidades se ven enfrentadas
a una doble presión. Por una parte, al agotamiento de las tendencias de los estilos
universitarios basados en un currículum rígido, en criterios excesivamente
profesionalizantes de enseñanza y en formas de gobierno cerradas. Y, por otra
parte, lo que hoy me parece más relevante, la irrupción y constitución de un
mundo juvenil que expresaba visiones, sensibilidades estéticas y formas de
concebir la existencia muy diferentes a las de sus mayores.
57
Jefe de la División de Cultura del Ministerio de Educación.
Proyecto Universidad: Construye País
141
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
En ese lejano 1968, que continúa siendo una suerte de vértice histórico, se
cruzaron dos procesos: la necesidad de reactualización de los modelos
universitarios y el imperativo de reconocer que había emergido en la sociedad un
nuevo y potente actor social: el joven.
Conviene recordar aún que brevemente estos acontecimientos, porque
nuestro encuentro de hoy se realiza desde cierta instalación histórica que busca
analizar lo que ha ocurrido con la universidad y con los jóvenes en las ultimas
décadas.
Estas instituciones, a partir de la década de los ’80, viven una gran
reconversión que las ubica en dos grandes categorías. Una, en el ámbito de las
universidades estatales, con sus tradiciones y prestigios, y otra, el de las
universidades privadas, que se expandió con bastante rapidez en Chile y en la
mayoría de los países de América Latina. Se configuró así una estructura con dos
sistemas que coexistían en tensión, ya que no establecieron entre ellos suficientes
puntos de cooperación y diálogo.
Sin pretender realizar una revisión de lo que ocurre en la actualidad entre lo
privado y lo estatal, quiero consignar lo que me parece más decisivo de este
punto. Es decir, ubicar y pensar al actor universitario como uno de los sujetos más
relevantes de este campo temático y moral. El joven, el cual parece moverse por
dos grandes pasiones. Por una parte, es convocado a la creación desde el mundo
de las ideas, de las teorías, de los modelos de análisis, y por otra, es llamado
desde la acción, a la movilización y transformación social y cultural. Y es en
ambos procesos donde configura su importancia como sujeto social.
Estoy convencido que, en el largo plazo, el aspecto más decisivo para la
formación de un joven es su dimensión cultural, su capacidad para existir en el
mundo desde ciertas perspectivas éticas y estéticas y desde ciertos valores que
le permitan poetizar su vida y la de su entorno. Y esto no es una responsabilidad
individual, sino de las instituciones, de sus criterios y prácticas. El profesional que
surge de ellas, es un resultado de muchas intervenciones, preocupaciones y
métodos de transmisión de conocimientos.
Sin embargo, el conocimiento que se imparte desde las universidades no
puede limitarse y congelarse en un fin puramente instrumental, porque esto
empobrece la ductibilidad de la inteligencia y rigidiza al sujeto frente a nuevos
desafíos que provienen del mundo de la economía, de la ciencia, de la política y
de la propia vida cotidiana. Por esto, la cultura es -permítanme la definición no
muy ortodoxa- el valor agregado moral más decisivo en todo acto de formación.
El concepto de profesión emerge del de testimonio, de profesar una
convicción y un saber que induce a servir y a mejorar el mundo que hemos
recibido. Por ello, me preocupa que sea trastocado su sentido empobreciéndolo
bajo la categoría de competitividad. Lo que no debemos olvidar es que tener una
destreza y adquirir un saber nos obliga a dar y no a servirnos mañosamente de el,
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
ni a utilizarlo exclusivamente para nuestro propio provecho. Cuando hablamos de
carrera convendría preguntarse tras de qué se corre y más básico aún, por qué
hay que correr. Se sabe desde siglos que el conocimiento tiene un tempo, un ritmo
de maduración que permite a quien lo recibe asimilarlo y acomodarlo, vinculándolo
con sus cargas biográficas y existenciales. Por esto, me parece desmesurado
comprimir los saberes, entregar conocimientos de manera condensada y
parcelada, lo que viene a desnaturalizar la forma en que la humanidad ha ido
construyendo su inteligencia colectiva.
Esto afecta la riqueza y calidad de los procesos culturales, ya que son los
jóvenes quienes con más pasión y constantemente participan en ellos. Si lo hacen
con un soporte y piso amplio, entonces presionaran la flecha del tiempo hacia
delante, pero, si acceden a la vida cultural sin prácticas reflexivas y críticas corren
el riesgo de ser objetos y no portadores de nuevas ideas.
Si profundizo un poco esta reflexión, tendré que reconocer que, en muchos
casos, asistimos a una suerte de oferta limitada de conocimiento, donde el joven
elige entre un conjunto de opciones bastante parecidas entre sí, a pesar que se le
señala que cubren todo el espectro de la tradición universitaria.
Esto ayuda a entender también la lejanía que el estudiante universitario
tiene frente a lo que los adultos consideran importante. Las instancias oficiales
hacen muy poco por abrirse hacia los temas de los jóvenes. No se trata de que
éstos asuman nuestras agendas o prioridades, (así no se dialoga), sino que
nosotros integremos nuevos temas generacionales como son los de las culturas
emergentes, las estéticas irruptivas, la crisis de la relación de poder entre el
académico y el alumno y el agotamiento de las formas convencionales de impartir
la enseñanza.
El joven de principios del tercer milenio ha desarrollado una extraordinaria y
poco reconocida capacidad para analizar el mundo y buscar nuevas alternativas,
el diálogo con ellos debe ser siempre en condiciones de igualdad, sin ejercer
coacción alguna, ni sustentarse en criterios abstractos de autoridad. El
reconocimiento de la potencia juvenil es elemental como consideración para
abrirnos hacia esas nuevas sabidurías emergentes.
Es dramático observar como la mentalidad de demasiados adultos no se
deja tocar por la espontaneidad, la dignidad, la crítica y el compromiso de quienes
han forjado su existencia en estas últimas dos décadas, tan repletas de
transformaciones profundas. Tenemos que asumir que los propios adultos hemos
quedado a veces muy perplejos frente a los giros de la historia mundial reciente.
Ocurre muy frecuentemente que la enseñanza superior se hace cada vez
más funcional, tecnológica y unidireccional, y que procesos que provienen de las
humanidades, de las ciencias sociales y del arte, son considerados poco
relevantes y, por tanto, arrancados de las mallas curriculares o situados en
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
espacios tan menores que no convocan ni el deseo, ni la curiosidad del joven por
integrarse a ellos.
La Universidad es un concepto que, a pesar de todos sus andares, aún
debe dar mucho de sí. Sin embargo, en los últimos años, frecuentemente ha
tendido a sucumbir a una de sus peores versiones posibles: la de mercado de
profesionales, en el que se ofrecen certificaciones y titulaciones dibujadas a la
medida exacta de lo que se cree que la estructura laboral impone, sin comprender
que, en muy gran medida, ese denominado mercado de las profesiones es
formado por el propio egresado. El no es un objeto neutro portador de cierto saber.
Se trata de una persona que puede enriquecer su profesión y la forma en que esta
se ubica en la sociedad, siendo capaz de innovar, repensar y recrear lo que le ha
sido dado. Por ello, el egresado configura, construye y también define al mercado.
A no ser que confundamos la categoría mercado, su historia y actualidad, con la
realidad, con la existencia misma. Afortunadamente esto no es lo que ocurre.
El desarrollo de la sociedad del conocimiento está multiplicando la
necesidad de saberes tecnológicos, pero si esta tendencia se reproduce sin
equilibrio, con el despliegue de las ciencias sociales y de las artes, entonces,
podríamos llegar a una situación en la cual la enseñanza sea análoga a
manipulación tecnológica, y el saber universitario a procesos que se mueven sólo
dentro de las lógicas instrumentales.
Mi preocupación es que esto ya esta ocurriendo y que comienza a tener
efectos en el empobrecimiento formativo de nuestros jóvenes. En efecto, algunos
de ellos tienen una relación distante con debates y procesos claves para el
desarrollo pleno de la sociedad.
Debemos asumir el desafío de actualización ética que nos imponen los
avances en el campo de la biotecnología, de la manipulación genética, de la
información, de la preservación del medio ambiente e incluso de la colonización
del espacio inmediato. Pero, también, abocarnos con urgencia a problemas más
visibles, públicos e hirientes como son la pobreza, la exclusión y la segregación
social. Los riesgos no se ubican en los conocimientos. Estos no actúan, no
piensan, ni toman decisiones. Son las personas, los hombres y mujeres que los
utilizan, especialmente quienes están ubicados en los espacios de mayor poder,
los que acumulan las responsabilidades por el uso de la ciencia, de sus efectos e
impactos.
Pienso que el territorio que debemos ensanchar es el de la sabiduría, la
ternura y la generosidad para multiplicar los saberes y la cultura. A veces creo
percibir, en los estilos de enseñanza y en sus contenidos, ciertos perfiles
autoritarios que se incrustan en el alma de los jóvenes pudiendo llegar a
contaminar la forma en que estos se relacionan con sus pares y el mundo.
El debate sobre los sentidos, la ética y los efectos últimos que generan las
opciones económicas, tecnológicas y políticas, es absolutamente indispensable
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
para el futuro de la humanidad. La universidad no puede excluirse, ni disminuir su
protagonismo en estos eventos. Desde principios del siglo XX, los espacios de la
enseñanza superior han sido los lugares de la conciencia crítica, de las polémicas
aportativas y de la sinceridad y reflexión aguda. Este rol no es transferible y
difícilmente hay otra institución que pueda asumirlo. Es más, si la universidad lo
abandona, lo acorrala o lo desplaza astutamente, entonces, de alguna forma,
perderá su ethos, su espíritu y su fuerza moral.
Por ello, la reflexión y la opinión universitaria debe proponerse, desde sus
claustros y centros de investigación, actuar en el espacio público en la
construcción de opiniones informadas y rigurosas. Así la universidad podrá aportar
a la democracia y al protagonismo de las ideas y de la creación. Esta era una de
las grandes imágenes que muchas generaciones, desde la Edad Media, el
Renacimiento, la Ilustración y la Modernidad, tenían del saber como elemento
fundamental para enriquecer tanto la calidad de vida de las personas, como de la
opinión pública como proceso y de la democracia como institución y objetivo.
La universidad es un actor con responsabilidades singulares, que no se
debe en un sentido restringido a ninguna institución, ya sea del ámbito de la fe, de
la política o de la economía. Por sobre todo se debe a ella, pero no para
ensimismarse, sino para proyectarse como conciencia crítica de la sociedad hacia
todo lo civilizatorio, hacia todos los fenómenos humanos que hoy nos conmueven,
a pesar de que siempre cada univérsitas se desplace dentro de un paradigma,
modelo o proyecto valórico. El sentido fundamental de la noción de autonomía
hace referencia a la independencia para pensar y a la libertad para exponer. La
universidad es una construcción social, un sistema abierto a la sociedad y al
entorno cultural.
La educación primaria, media y, especialmente, la superior y de postgrado
se despliegan en un continente de producción cultural y simbólica que se ubica en
el centro mismo del concepto de desarrollo de la sociedad y de sus indicadores de
bienestar. Un país mide su potencia por su capacidad de gestación de ideas y de
atreverse a lo nuevo, donde la cultura y la ciencia son los componentes básicos de
la creación y de la imaginación.
La creatividad de una nación es la riqueza simbólica más importante que
esta pueda generar. El sistema universitario se desempeña como uno de los
impulsadores esenciales de estas dinámicas en tres sentidos complementarios:
•
•
•
como generador de debates nacionales, regionales y locales, desde el aula
hasta el espacio público;
como nexo entre lo actual y contemporáneo con lo pretérito e histórico; y
como promotor y legitimador de lo nuevo, de lo audaz, de lo exploratorio en el
campo de las ideas, de las teorías e interpretaciones.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
El aula también es concepto cultural. Al interior de ella ocurren aprendizajes
que rebasan los adiestramientos, se cultivan estilos y modelos para pensar,
exponer, debatir, escuchar y proponer. Es necesario que este espacio se abra
hacia el mundo, actualice sus contenidos, formas y ejemplos. Los graffitis, el rock,
el nuevo cine latinoamericano, que está aportando muchas sugerencias, también
son temas de cátedras y puentes generacionales que permiten compartir ansias y
preocupaciones entre el académico y sus alumnos.
Quisiera, a este punto, ahondar brevemente en las políticas de inversión de
recursos en procesos intangibles como la cultura y la creación, porque se suelen
mezclar indiscriminadamente los criterios de inversión en desarrollo humano con
indicadores que se refieren a tangibles muy precisos y específicos. Este tema es
relevante para esta intervención porque, si queremos mejorar nuestra calidad de
vida y efectivamente alcanzar los niveles de un país más equitativo y con justicia
social, tenemos que modificar algunos graves atrasos conceptuales respecto a los
recursos que la cultura requiere con urgencia y que también se necesitan
claramente en los espacios universitarios
La inversión en cultura no pude medirse con los mismos parámetros que se
utilizan para infraestructura o algún otro tipo de bien o servicio concreto. Tanto
para el conocimiento como para la creación, los tiempos de maduración de un
esfuerzo suelen ser mucho más lentos y de mayor densidad.
Cuando se discuten las inversiones nacionales, se sucumbe en algunas
ocasiones a lo inmediato. Esto es comprensible por las grandes deudas sociales
que países como el nuestro tienen frente a la pobreza y la exclusión. Sin embargo,
debemos asumir que las inversiones en conocimiento, creatividad e imaginación
sólo son productivas si se piensan en el mediano y largo plazo. Sus impactos no
suelen ser automáticos y exigen de una voluntad política sostenida, con el carácter
de determinación de Estado, que trascienda en el tiempo a un gobierno específico.
Por mucho que podamos investigar, no encontraremos algo que, en cultura,
se haya hecho en el corto plazo. Las grandes iniciativas que fomentaron e
impulsaron el desarrollo de la creación latinoamericana y nacional fueron producto
de muchos años y de más de una generación. Para que esto se logre, debe existir
una conciencia no sólo en las instituciones políticas, sino, más importante aún, en
la sociedad civil que promueve, desde abajo, decisiones de gobierno y Estado.
Los medios que se destinan hacia políticas culturales por la vía directa en
base a infraestructura, creación, educación e investigación, así como también
patrimonio, bibliotecas, archivos o museos, ensanchan el desarrollo espiritual de
una nación. La cultura tiene que ver con la expansión humana, si se quiere
psicosocial, de quienes la crean y participan en su construcción. Pero, también,
hay que recordar que el concepto de cultura se conecta directamente con el de
participación, generando igualdades y convocando al trabajo cooperativo,
interviniendo sobre la calidad de vida, sobre los espacios físicos y humanizando
las relaciones entre los hombres.
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
El concepto de cultura con el cual hemos venido trabajando, no se congela
en la noción de bellas artes y tampoco se remite exclusivamente a la forma más
antropológica y global de entender a la cultura como actividad humana genérica.
Aunque integro esto en mi visión, me esfuerzo por situar a la cultura como
un constante ímpetu por crear nuevos mundos posibles, por superar la fatalidad
conformista de que este mundo, este momento y todo lo que configura la categoría
de presente, es la única forma de existir de la humanidad. No lo creo, ni lo quiero,
la vida es infinitamente perfectible y la resignación aunque se revista de lenguaje
aparentemente riguroso siempre será una derrota del espíritu. La cultura es la
capacidad de soñar y de luchar para que nuestros sueños se hagan realidad.
El concepto mismo de universidad es del ámbito de la creación y del riesgo,
en sus campos predomina la inteligencia y la ternura. En muchos momentos de la
historia de los últimos siglos, cuando otras instituciones han quedado exhaustas
los espacios universitarios han sido los lugares desde los cuales han emergido
nuevamente hombres y mujeres libres para comenzar de nuevo. Las tensiones de
la universidad nos impelen a ensanchar la diversidad y a no conformarnos nunca
con lo dado. No hay que temer a la crítica o a la disconformidad del joven, ya que
esa rebeldía lleva en la gran mayoría de las veces el germen por la preocupación
de lo que ocurre con el mundo y las ganas, explícitamente planteadas en muchos
lenguajes, de participar en la construcción de mejores condiciones para sí mismo y
los demás. Sería terrible un mundo de jóvenes que no quieren correr ningún
riesgo, que no desean ningún cambio y que no se conmueven con ninguna pasión.
Tengo una gran fe en el mundo universitario, curtida a lo largo de muchos
años de lucha, dentro y fuera de el, confío en sus jóvenes y en sus académicos,
creo que en nuestras cátedras no se debe impartir conocimiento sólo como
manipulación de la realidad, sino como un saber con ética, valiente y generoso,
una sabiduría que nace de la humildad frente a las descomunales interrogantes de
nuestro mundo y universo.
La cultura y la juventud vienen a ser por esto, la dualidad que sostiene la
capacidad de recrear la existencia, el mundo y la vida. El territorio universitario y
juvenil permiten que el académico transfiera con generosidad y humildad sus
saberes otorgándolos como un acto de amor y humanidad; que escuche la duda e
incluso la crítica, superando el lastre de las soberbias y esté dispuesto a ser tantas
veces joven como encantamientos se le produzcan frente a esas palabras que,
desde el fondo de su clase, plantean una nueva pregunta.
Estamos frente a una etapa muy compleja de la humanidad, muchos de
nuestros conocimientos languidecen ante la irrupción constante de nuevos
desafíos. Como en otros períodos de nuestra larga aventura como especie,
biológica y social, serán los espíritus jóvenes, las ideas originales y sobre todo la
sabiduría tierna, pero firme, la que nos permitirá encontrar los caminos para
asumir este siglo que se nos vino tan rápido; para encontrar formas de convivencia
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
social que hagan posible el máximo cambio con el mínimo de sufrimiento humano,
que posibiliten salir de la fatal trampa del excesivo dolor y lento progreso.
Asumo la cultura como un concepto que en última instancia no se deja
atrapar por ningún lenguaje o filosofía. Sé que discurre por muchos espacios
diferentes, se la puede encontrar en el teatro, en las salas de exposiciones, en la
literatura, la música, el cine, pero también en la plaza de nuestro barrio en la
comuna, en el metro y en toda la geografía del espacio existencial donde alguien
se arriesga a ese acto mágico de producir algo nuevo.
Es imperativo promover en nuestro país más procesos culturales, legitimar
espacios para los nuevos intentos, perfeccionar las formas de fomento y contar
con una institucionalidad moderna. Pero más sustantivo aún, es necesario
transformar a la cultura en una preocupación diaria, cotidiana y de vida. Y para
esta decisión, sé que podemos contar con el enorme caudal de fuerzas morales,
éticas y estéticas que existe en las universidades y las comunas, en las aulas y
las regiones de todo Chile.
Soy una persona profundamente humanista, pero no de una manera
abstracta o ingenua. Asumo este concepto como un compromiso, una ética y una
forma de vivir. Se me podrá retrucar que el humanismo no tiene sentido en un
mundo que tiende a ser vulgarmente materialista o que cada vez menos los seres
humanos creemos en las grandes ideas. Discrepo tajantemente de estas
afirmaciones. Si naciera de nuevo, volvería a creer en los grandes sueños de la
humanidad, a pesar de los graves retrocesos que todos hemos visto y vivido
durante el siglo XX.
Porque, de manera muy sustantiva, confío en ustedes los más jóvenes, y en
todos aquellos que, en espacios como éste, en Chile y en cualquier lugar de este
pequeño planeta , se conjuran para hacer de el un lugar en el cual todos los que
hoy están y aquellos que vendrán puedan sentirse y ser actores de su propia
historia y forjadores de una humanidad abierta a los desafíos de un futuro que
espera ser construido con justicia, solidaridad y amor.
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Comentario
María Elena Hermosilla58
En su ponencia, Claudio Di Girolamo desarrolla la idea de cómo en la
década de los ’60 se crea en el mundo un nuevo actor social y político que es el
joven. Al leerla, me empezaron a surgir una serie de recuerdos -la toma de esta
universidad entre ellos- donde por primera vez, explícitamente, se hacía la crítica a
un medio de comunicación masivo. En esta universidad había un lienzo que decía:
”Chilenos, el Mercurio miente”. Y empecé a recordar todos aquellos elementos que
estaban presentes en los medios de comunicación y que hacían que los jóvenes
nos sintiéramos y nos reconociéramos como jóvenes, por ejemplo: programas de
televisión como música libre o un tipo de música, un tipo de cine, conjuntos
musicales como los Beatles, etc. Había una serie de elementos que nos rodeaban,
que estaban en nuestro universo, como los trabajos de verano, por ejemplo, o las
elecciones de la FECH.
Todos aquellos elementos identitarios que nos rodeaban -en los medios
masivos, en los comportamientos, en la política- nos hacían sentirnos jóvenes,
identificarnos como jóvenes. Por ello, decidí hacer el comentario de la ponencia de
Claudio desde lo que yo más sé: en este universo cultural, entendido como el
entramado de significados, me voy a referir al tema de los medios de
comunicación, de la cultura cotidiana y masiva, que a tanta gente le parece
“chabacana”.
Esta cultura masiva está en contacto mucho más tiempo con la gente que lo
que ésta dedica a la universidad, a la iglesia o a la lectura. Es un tipo de
significados que están mucho tiempo en contacto con nosotros, y es un tipo de
significados que, además, contienen elementos que apelan a nuestra hipotética
identidad. Esta identidad que, como dice Claudio Di Girolamo, no está dada, sino
que se construye en el día a día, en las cosas cotidianas y, sobretodo, en la
relación con los demás.
En la década del ’60 tenemos entonces un actor social que emerge y se
construye además como un gran actor político. En Francia los estudiantes
estuvieron a punto de tomarse el gobierno, cosa que no pasó en Chile, aunque
hayamos empezado un año antes. Tiene una representación simbólica ese actor,
en muchas cosas, desde los graffitis hasta el cine, pasando por la música. Es
apelado además como actor joven desde el sistema de comunicaciones. Las
preguntas son: ¿qué pasó?, ¿qué pasa hoy?, ¿cómo estamos hoy?. En otras
palabras: ¿cuál es el retrato del joven, de la universidad, del docente universitario,
del deber ser o de lo que somos, al que hoy día apelan los medios de
comunicación?. ¿Qué se les ofrece a los jóvenes como modelo de
comportamiento o como “anzuelo identitario” y cómo se sienten interpelados por
ello?.
58
Directora de Comunicación del Servicio Nacional de la Mujer
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
Una primera cosa que yo constato -sin haber hecho recientemente
investigaciones, como las hicimos a comienzos de los ’90- es que cada día el
modelo de joven que aparece en los medios está más simplificado y más
estereotipado. No podemos hablar de los jóvenes en Chile como aquellos que “no
están ni ahí”, porque la verdad es que hay una infinita gama de modos de ser
joven en la sociedad. Sin embargo, si nosotros miramos el modelo identitario que
presentan los medios de comunicación, nos damos cuenta de que es un modelo
reduccionista, que no refleja la diversidad que hay y, por lo tanto, no permite
mucha capacidad de asombro, porque no tiene márgenes. No hay de qué
asombrarse. Además, es muy reiterado a través de ciertas cosas como programas
de televisión para jóvenes, música para jóvenes, etc.
Un detalle muy importante que se me olvidaba y que me hizo reflexionar
cuando leía la ponencia de Claudio es que, si bien en los ’60 se construye este
actor social y político joven, en esos años también se descubre que los jóvenes
son consumidores, y grandes consumidores. Así se desarrolla toda una industria
para este nuevo actor que consume: los dorados ’60 también son precursores del
desarrollo de un tipo específico de mercado que es el mercado de la juventud.
Eso era un paréntesis. Entonces, tenemos que hay un retrato que simplifica
la identidad de joven y que el tema de los que “no está ni ahí” corresponde sólo a
un tipo de joven. Hay otros que “si están ahí” y otros que no tienen la posibilidad
de estar “ni ahí ni allá”. La pregunta es: ¿cuáles son, donde están? Los que se
drogan en el programa Informe Especial, los yuppies hijos de unos padres hippies
setenteros en las series norteamericanas, los jóvenes que muestran las teleseries,
los estudiantes secundarios de “Adrenalina”, por ejemplo, ¿son estos los jóvenes
chilenos o no son?. La sociedad chilena está diariamente en contacto con un
modelo de ser joven que es muy estrecho, en el cual no todos se reconocen.
Sabemos que la cultura es un entramado de significados, que la cultura se
nutre de significados compartidos. El grupo que está aquí es un grupo muy
especial que asiste a seminarios, pero no es la mayoría del país: la mayoría del
país se sienta todas las tardes a las 20:00 horas a ver una teleserie y después
espera el noticiario -ahí es el momento de los temas públicos- y si no ve el
noticiario al día siguiente no tiene de qué conversar en la oficina. Nuestra cultura
cotidiana, entonces, está tremendamente impregnada de la presencia de estos
significados, porque mayoritariamente la sociedad chilena mantiene un contacto
muy frecuente y muy prolongado con los medios masivos.
Lo que le pediría a las universidades de éste país, con respecto a esta
materia y como parte del desarrollo de esa capacidad de asombro, de
participación y de interesarse más por los temas, es hacerse cargo de la falta de
una mirada con mayor distanciamiento a la manera en que los medios de
comunicación masiva contribuyen o no a construir cultura. Yo creo que es un
deber de la universidad -como institución del mundo de la ilustración, según se dijo
en el panel anterior- preguntarse sobre estos fenómenos. Estoy haciendo una
Proyecto Universidad: Construye País
150
Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
demanda directa a la capacidad de las universidades de investigar, de reflexionar,
de teorizar.
Personalmente, yo conozco bastante de las treinta y tantas escuelas de
periodismo que existen en este país. Por ello, una segunda demanda que yo
podría hacerles a las universidades chilenas es hacerse cargo de una especie de
esquizofrenia que hay entre el análisis y la teorización de los profesores y el tipo
de formación para comunicadores que se da en este país. Por un lado, se
manejan teorías muy sofisticadas y muy críticas y por otro se forma a los
estudiantes para ejercer una comunicación absolutamente clásica, de marketing,
según el modelo de estímulo – respuesta. Entonces, yo creo que habría que
remirar la formación de comunicadores también. Es decir, no solamente remirar el
tema de los medios en su relación con la cultura, donde las universidades tienen
un deber irrenunciable como institución del mundo de la ilustración, sino también
asumir la responsabilidad irrenunciable sobre la formación de la gente que va a ir
a hacer mensaje y a construir el entramado simbólico desde los medios.
Con respecto a este último punto, que me parece muy importante, creo que
en la sociedad chilena realmente ha habido un olvido de los que es mirar
críticamente el tema de la cultura masiva en términos de la ciudadanía y exigir
ejercicio de derechos. Yo veo que en este país los jóvenes exigen algunos de sus
derechos y hay otros que les importan menos, como el derecho a voto. Sin
embargo, en este tema hay un inmovilismo y tiene que ver con la capacidad de
asombro, con el sentirse con derecho frente a las propuestas simbólicas de los
medios masivos. Estamos como si hubiéramos “tirado la toalla”: miramos con
nostalgia la época en que las universidades eran las propietarias de los canales de
televisión, en que tenían radios, en que el Estado sacó una televisión nacional con
el objetivo de educar, etc. Hoy en día el mercado controla estos medios y
nosotros, como ciudadanos, no tenemos nada que hacer, o sea, no tenemos
ninguna injerencia en cómo se van gestando estos “anzuelos identitarios”,
nuestros modelos identitarios.
Yo creo que aquí hay un gran déficit de ciudadanía y un campo de
intervención cultural muy interesante, muy importante. Así como hay campos de
intervención en otros tipos de cultura, creo que aquí el inmovilismo va de la mano
con la falta de participación. Creo que no estamos mirando en su verdadera
dimensión lo que significa esta forma de elaborar cultura cotidiana. En ese sentido,
creo que las universidades, si realmente quieren recuperar su rol de conciencia
crítica, como dice Claudio Di Girolamo (y yo con él) y tomando en cuenta que los
cambios culturales son tremendamente lentos, deberían empezar a hacer su
aporte necesario para superar éste déficit de ciudadanía comunicativa que tiene
Chile.
Finalmente, les quiero contar que yo fui miembro del Consejo Nacional de
Televisión durante cuatro años. La ley del Consejo permite la denuncia ciudadana,
si hay ciudadanos que sienten sus derechos atropellados por algunas emisiones
de televisión. Y puedo decirles que nunca nos llegó una denuncia ciudadana a
Proyecto Universidad: Construye País
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Seminario “Asumiendo el País: Responsabilidad Social Universitaria”
partir de una organización de jóvenes. Nos llegaron denuncias de feministas
respecto a contenidos en la televisión referidos a violencia contra las mujeres; nos
llegaron muchísimas denuncias por parte de sectores radicalizados anti-sexo, antierotismo, anti-cualquier cosa; pero nunca una denuncia por parte de una
organización de jóvenes que se sintiera atropellada en sus derechos por el retrato
desfigurado, estereotipado, deficitario, que hacen los medios masivos de la
juventud.
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