Naturaleza de la sentencia Según una corriente doctrinaria las sentencias de amparo son de naturaleza eminentemente declarativas, porque al emitirse dentro de un proceso concentrado de anulación, en su parte decisoria, declaran la nulidad o la niegan, del acto reclamado, confirmando la existencia del derecho fundamental del quejoso. Niegan que tengan un carácter de sentencias de condena, porque en ellas no se ordena, tal como ocurre en las de condena a cumplir con una obligación de hacer o dar. Sin embargo, tal como ya se ha afirmado, en el proceso de amparo no se acogen pretensiones declarativas puras. Por ello, la sentencia que pone fin a tal proceso constitucional, no puede jugar un papel de declarar en puridad la vigencia de determinados derechos fundamentales. Su misión es impedir la vulneración de tales derechos y restablecer al particular el pacífico y libre ejercicio de ellos, restableciendo de paso, el orden constitucional en general. La petición de amparo es de naturaleza mixta: es declarativa y de condena. Es declarativa porque se solicita se deje en suspenso (se declare la nulidad) en cuanto al reclamante del acto de autoridad causante de la lesión, y su reconocimiento. Pero por otra parte es de condena, porque el postulante también pide el restablecimiento de su derecho o libertad vulnerados, con la adopción de las medidas necesarias e idóneas para el caso. Siendo que la sentencia tiene que ser congruente con las pretensiones hechas valer, la naturaleza mixta en estas se transmiten a la sentencia. En efecto, de acuerdo a lo esbozado, la sentencia contendrá siempre, con algunas variaciones, los pronunciamientos siguientes: a) Dejar sin efecto en cuanto al reclamante la ley, reglamento, resolución o acto, lo que equivale a una declaración de nulidad del acto reclamado. b) Reconocimiento del derecho o libertad fundamental. c) Restablecimiento del recurrente en la integridad de su derecho o libertad. d) Orden para que en un plazo determinado se emita una reglamentación o resolución, se practique una diligencia o acto. e) Fijación de daños y perjuicios en los casos de acto consumado de manera irreparable. f) Condena en costas judiciales. Los primeros dos incisos se refieren a decisiones de índole declarativa, mientras que los últimos cuatro son declaraciones de voluntad típicas de sentencias de condena. De donde deviene la naturaleza mixta de las sentencias de amparo: son declarativas y de condena. Cumplimiento y ejecución de sentencias de amparo Comparto la diferenciación conceptual que se hace entre cumplimiento de las sentencias y su ejecución. El cumplimiento es una faceta que corresponde a la autoridad contra la que se dicta una sentencia, concierne al sujeto pasivo. El cumplimiento, entonces, es el acatamiento por parte de la autoridad contra la que se emitió el fallo de todos los aspectos ordenados, restituyendo al reclamante en el goce de su derecho fundamental. La ejecución, por su lado, es una faceta que corresponde al órgano jurisdiccional que emitió la sentencia o a quienes se delegue o imponga la obligación de ejecutarla. Es la ejecución forzosa. Son los diferentes actos del imperio, efectuados por los tribunales de amparo para obtener el cumplimiento forzoso de las ejecutorias, cuando ha habido resistencia de la autoridad responsable al cumplimiento parcial o total de la conminatoria contenida en la sentencia. Las sentencias de amparo tiene efectos ex nunc; esto quiere decir, que la protección otorgada por su medio es con aplicación, desde este momento hacia adelante, o bien, desde el momento en que se otorga el amparo provisional. Tanto la resolución que otorga amparo provisional como la sentencia respectiva, deben cumplirse porque de ello deriva su efectividad. Si no se cumplieren y no hubiese posibilidad real de ejecución, estaríamos, no solo ante la inefectividad de un instrumento de defensa y garantía de los derechos fundamentales, sino ante su total condición de obsoleto y sin razón de ser. Ante una sentencia de amparo que recoge la pretensión sometida a su conocimiento, la autoridad declarada responsable, puede asumir las siguientes actitudes: a) Cumplir la sentencia a cabalidad. b) No cumplir la sentencia en ninguno de sus puntos. c) Cumplimentarla en parte, siendo desobedecida en las otras cuestiones ordenadas por el fallo. d) Darle un cumplimiento distinto de lo realmente ordenado, dándole así un cumplimiento aparente. Para los casos de incumplimiento de la sentencia de amparo en todos sus matices, la ley constitucional específica ha previsto su ejecución forzosa y las consecuencias: primeramente debe tener presente, que en la sentencia en que se declara la procedencia del amparo, se hace una conminatoria al responsable para que dé exacto cumplimiento a lo resuelto dentro del término de 24 horas u otro que se fije, con el apercibimiento de que se impondrá una multa de 100 a 4,000 quetzales, más las responsabilidades civiles y penales (Art. 52 y 53 Ley de Amparo) Producido el incumplimiento total o parcial de la sentencia, el tribunal de amparo, actuando a petición de parte interesada o de oficio, debe tomar las siguientes decisiones: a) Ordenar e implementar todas las medidas que conduzcan al cumplimiento de la sentencia (mandamiento de órdenes, instrucciones, etc.), a autoridades, funcionarios o empleados de la administración pública y a las mismas personas obligadas. Como esta potestad es general, involucra el auxilio de la fuerza pública para lograr el cumplimiento por medios coercitivos. b) Efectuar la liquidación de multa y orden de pago. c) Ordenar el encauzamiento o proceso penal en contra de los obligados, certificándose lo conducente a donde corresponda, para el inicio de proceso por el delito de desobediencia previsto en el artículo 420 del Código Penal. Esto, para el caso de empleados o funcionarios que no gozaren del derecho de antejuicio. Si gozaren de un antejuicio se certificará lo conducente al organismo o tribunal competente para conocer el antejuicio. d) Condena y fijación de daños y perjuicios causados por la demora o resistencia, determinando su importe, o bien, las bases conforme a las cuales debe hacerse la fijación en juicio de expertos, mediante el trámite de los incidentes (art. 54, 55, 57, 59 de la ley de Amparo) e) En caso que el amparo sea dirigido en contra de personas privadas de las previstas por la ley, se debe determinar los daños y perjuicios en la forma descrita en el inciso anterior, además del encausamiento por desobediencia. f) Puede también el interesado recurrir a la autoridad inmediata superior del responsable o al Tribunal de lo Contencioso Administrativo para que emitan la resoluc8on que corresponde, por no haberlo hecho el obligado dentro del término fijado por el tribunal de amparo. En estos casos, si no hubiese superior jerárquico o el asunto no pudiera ser del conocimiento del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, el funcionario, siempre que no sea de designación por elección popular, o de los designados por elección de cuerpo colegiado, quedara separado del cargo al día siguiente del término fijado por el tribunal de amparo. Además de las reglas anteriormente comentadas, es importante adicionar que la ley respectiva contempla el denominado ocurso. Este instrumento procesal está instituido para uso de las partes, cuando estimen que en la ejecución del amparo el tribunal de amparo ejecutor (en los casos de amparo de dos instancias), no se ha ajustado a lo resuelto en sentencia. Tal ocurso de queja es resuelto por la Corte de Constitucionalidad, la que podrá resolver todas las medidas de ejecución, buscando que aplique la disciplina que sean necesarias, como la certificación de lo conducente a un juzgado del orden penal, para el encausamiento criminal, devolviendo las actuaciones al tribunal de primer grado (Art. 72, 73 Ley de Amparo)