ESTATUTOS - Verbum Dei

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FAMILIA MISIONERA VERBUM DEI
La identidad y misión
de las Laicas y Laicos
Misioneros Consagrados
del Verbum Dei
ROMA
JUNIO 2010
0
DECRETO DE APROBACIÓN
REGLAMENTO DE LAS LAICAS Y LAICOS MISIONEROS CONSAGRADOS
DE LA FAMILIA MISIONERA VERBUM DEI
El presente Reglamento de los Laicos Misioneros Consagrados (LMCs) de la Familia Misionera
Verbum Dei (FAMVD) recoge el anterior reglamento aprobado en el año 2005. Dicho reglamento
fue confirmado en el Congreso General Ordinario 2007, pidiendo que fuera revisado una vez
realizado el Simposio Mundial de la Familia Misionera Verbum Dei del año 2009.
Después de haber incorporado las nuevas perspectivas del Simposio de la Familia, tras
consultas con la Congregación de Vida Consagrada, y una revisión en la que ha participado una
representación internacional de LMCs, fue presentado a la Junta General en la sesión de junio
del 2010.
Junto a este camino de reflexión sobre la identidad y misión de los LMCS, la Junta General ha
constatado, y se alegra, por el camino vivencial de las Laicas y Laicos Misioneros Consagrados
en la historia del carisma Verbum Dei y en la configuración de nuestra familia de fe como una
familia misionera.
Una vez revisado y actualizado, y en virtud del presente decreto, como Presidente de la
Fraternidad, con el consentimiento de la Junta General y a norma del c. 34 del CIC,
APRUEBOYPROMULGO
el siguiente Reglamento de los Laicos Misioneros Consagrados de la Fraternidad Misionera
Verbum Dei
Dado en Roma, el 11 de junio 2010,
Festividad del Sagrado Corazón de Jesús
Antonio Velasco Jiménez
Presidente
1
ÍNDICE
DECRETO DE APROBACIÓN
PRESENTACIÓN
1. La identidad de las Laicas/os Misioneros Consagrados en la FaMVD
2. La espiritualidad de las Laicas/os Misioneros Consagrados
2.1 Rasgos de la espiritualidad de los LCMs
2.2 Medios espirituales de los LMCs
3.
La misión de las Laicas/os Misioneros Consagrados
3.1 Ámbitos de la misión de los LMCs
3.2 Medios de la misión Verbum Dei para el LMC
4. La consagración de las Laicas/os Misioneros Consagrados
4.1 Sentido de la consagración del LMC
4.2 La consagración por la profesión de los Consejos evangélicos
4.2.1 La pobreza evangélica
4.2.2 La castidad perfecta por el Reino
4.2.3 La obediencia
5. El Amor fraterno de las Laicas/os Misioneros Consagrados
6. La formación de las Laicas/os Misioneros Consagrados e incorporación en la
FaMVD
6.1 Aspectos del camino formativo del LMC
6.2 Etapas de la formación del LMC
6.3 El equipo formador, los medios de formación, los contenidos
6.4 La admisión de los LMCs
6.5 El compromiso de vida
7. La coordinación de las Laicas/os Misioneros Consagrados
7.1 La coordinación local de los LMCs
7.2 La coordinación internacional de los LMCs
7.3 Orientaciones en los casos de desvinculación de la FaMVD
8. Fórmula de consagración
2
LA IDENTIDAD Y MISIÓN DE LOS LAICOS Y LAICAS MISIONEROS CONSAGRADOS
DE LA FAMILIA MISIONERA VERBUM DEI
PRESENTACIÓN
1.
La Familia Misionera Verbum se configura como una realidad eclesial en la que existen
personas que se dedican al carisma y a la misión Verbum Dei en diversos estados de vida,
modos de vinculación y formas de compromiso1. A partir de un llamamiento personal de
Dios sus miembros se saben unidos en la común llamada a la dedicación al anuncio de la
Palabra de Dios por todo el mundo, para formar apóstoles de todas las gentes suscitando
pequeñas comunidades cristianas2.
2.
Entre las distintas vocaciones específicas o formas de realizar el mismo carisma Verbum
Dei en la FaMVD, uno de los grupos presentes es la de los LMCs. Ya desde los inicios de la
gestación del carisma, en los años previos al Concilio Vaticano II, comenzaron unos grupos
de chicas que vivían una peculiar consagración a la oración y dedicación al anuncio de la
Palabra de Dios, viviendo en sus casas y desde un contexto laical. Posteriormente han
surgido personas que, atraídas por el carisma Verbum Dei y desde un discernimiento
comunitario, se sentían vocacionalmente llamados a adquirir una consagración y vivencia
comunitaria desde una perspectiva laical. Es evidente que en la llamada que Dios hace a
estas personas se vislumbra una fecundidad misionera que se desarrolla tanto en el seno
de la FAMVD del lugar donde viven, como en medio de diferentes realidades sociales y
eclesiásticas. Su vida y actuación apostólica constituyen una fecunda e importante
participación en la misión de la Familia Misionera Verbum Dei.
1.
LA IDENTIDAD DE LAS LAICAS/OS MISIONEROS CONSAGRADOS EN LA
FAMVD
3.
En el nombre de LMCs, queda reflejado los rasgos esenciales de su vocación: una
vocación laical, en la FAMVD con su especificidad contemplativo-misionera y desde el
estado o condición de vida consagrada laical. Los LMCs desean consagrar su vida a Dios
según el espíritu y misión Verbum Dei a través de la vivencia de los consejos evangélicos
sintiéndose llamados a vivir una vocación plenamente laical y misionera insertos en la
sociedad.
4.
Partiendo del común llamamiento de Dios a realizar la vocación bautismal con plenitud3,
los LMCs de la FAMVD experimentan una invitación especial a seguir a Cristo desde una
consagración que supone la práctica de los consejos evangélicos con un compromiso de
estabilidad, un deseo de radicalidad y la dedicación a la misión Verbum Dei. El punto de
partida de esta vocación, como toda llamada en la Iglesia, es la respuesta libre y amorosa
al proyecto de Dios sobre cada uno, es decir, la vocación al amor, vivida por los LMCs
desde la virginidad o celibato según el carisma Verbum Dei4.
5.
En la fuerza del amor de Jesús, él LMC experimenta que su Palabra limpia, consagra,
separa y transforma progresivamente su vida en una donación generosa y total. La
El presente documento queda iluminado y complementado a la luz del Documento Conclusivo del I Simposio
Mundial de la Familia Misionera Verbum Dei (Siete Aguas 2009) que ofrece el contexto general donde se inserta la
1
vocación de los LMC.
2 Cf. Mc 16,15; Mt 28,19-20.
3 LG 31; GS 43; AA 2-4; CFL 15.
4 El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano -afirma Juan Pablo II- y se vive de forma
específica y en forma integra en dos modos: el matrimonio y la virginidad, concreciones ambas de la verdad más
profunda del hombre, de su «ser imagen de Dios»” (FC 11).
3
consagración parte de una decisión libre de Dios que no vuelve atrás en su elección; a
menudo escoge personas limitadas y débiles, pero dándoles la gracia para poder responder
a la llamada5. La respuesta afirmativa a esta llamada no es dada por obligación sino por
amistad y por amor, pues Jesús llama a personas, no como siervos, sino haciéndoles
amigos y compañeros de camino y de misión6. La vocación, es de este modo una alianza de
vida y amor más que un compromiso.
De otra parte, la llamada del LMC, se sitúa en el seno de la Iglesia nacida del don de Dios
de sí mismo a la humanidad y para hacer palpable y visible en el mundo su comunión de
Amor Trinitario. A través de una forma de vida auténticamente evangélica, mediante la
profesión de los consejos evangélicos, el LMC desea vivir una vida consagrada en el pleno
sentido de la palabra sabiéndose parte activa de la vida y misión de la Iglesia7.
6.
La vocación al amor se concreta, por la especial llamada y gracia del bautismo, en un
camino de santidad y de configuración con Cristo insertos en las realidades habituales del
mundo. Realizan un compromiso apostólico mediante la presencia y acción transformadora
desde dentro del mundo para, perfeccionarlo y santificarlo. La forma de concretar la
consagración a Dios consiste en que el LMC se consagra en el estado laical, en medio de su
ambiente familiar, profesional y social, comprometiéndose con y en el lugar donde vive. Tal
como afirma Christi fidelis laici:
En realidad el Concilio describe la condición secular de los fieles laicos indicándola, primero,
como el lugar en que les es dirigida la llamada de Dios: “Allí son llamados por Dios”. Se trata
de un “lugar” que viene presentado en términos dinámicos: los fieles laicos “viven en el
mundo, esto es, implicados en todas y cada una de las ocupaciones y trabajos del mundo y
en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, de la que su existencia se
encuentra como entretejida”. Ellos son personas que viven la vida normal en el mundo,
estudian, trabajan, entablan relaciones de amistad, sociales, profesionales, culturales, etc. El
Concilio considera su condición no como un dato exterior y ambiental, sino como una
realidad destinada a obtener en Jesucristo la plenitud de su significado. Es más, afirma que
“el mismo Verbo encarnado quiso participar de la convivencia humana (...). Santificó los
vínculos humanos, en primer lugar los familiares, donde tienen su origen las relaciones
sociales, sometiéndose voluntariamente a las leyes de su patria. Quiso llevar la vida de un
trabajador de su tiempo y de su región.
De este modo, el “mundo” se convierte en el ámbito y el medio de la vocación cristiana de
los fieles laicos… “son llamados por Dios para contribuir, desde dentro a modo de fermento,
a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas, guiados por el
espíritu evangélico, y así manifiestan a Cristo ante los demás, principalmente con el
testimonio de su vida y con el fulgor de su fe, esperanza y caridad Dios”8.
7.
Los LMCs son personas que aspiran a la perfección evangélica según el espíritu del
Verbum Dei y ratifican su opción con promesas. Mediante la promesa de virginidad
5
Cf. 2 Co 12,9.
Cf. Jn 15,16.
7 Unas palabras de Pablo VI iluminan, la vocación del laico consagrado en la Iglesia: “Sois laicos consagrados,
por los sacramentos del bautismo y la confirmación, pero habéis escogido acentuar vuestra consagración a Dios por
la profesión de los consejos evangélicos aceptados como obligaciones con un vínculo estable y reconocido.
Permanecéis laicos empeñados en el área de los valores seculares propios y peculiares del laicado (LG 31); pero la
vuestra es una secularidad consagrada, vosotros sois consagrados seculares. A pesar de ser secular, vuestra posición
difiere en cierto modo de la posición de los simples laicos, en cuanto estáis empeñados en la zona de los valores del
mundo pero como consagrados: para afirmar no tanto la intrínseca validez de las cosas humanas en sí mismas,
cuanto para orientarlas explícitamente en conformidad con las bienaventuranzas evangélicas; por otra parte no sois
religiosos, pero vuestra opción concuerda con la de los religiosos, porque la consagración que habéis hecho os sitúa
en el mundo como testigos de la supremacía de los valores espirituales y del carácter absoluto de vuestra caridad
cristiana. Estáis realmente consagrados y estáis en el mundo y no sois del mundo, pero sois para el mundo”. PABLO
VI, Discurso a los dirigentes y miembros de los Institutos Seculares en el 25 aniversario de la Provida Mater,
L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, 13 de febrero de 1972). AA 7: “Este en el plan de Dios
sobre el mundo, que los hombres restauren concordemente el orden de las cosas temporales y lo perfeccionen sin
cesar. Todo lo que constituye el orden temporal, a saber, los bienes de la vida y de la familia, la cultura, la economía,
las artes y profesiones, las instituciones de la comunidad política, las relaciones internacionales, y otras cosas
semejantes, y su evolución y progreso, no solamente son subsidios para el último fin del hombre, sino que tienen un
valor propio, que Dios les ha dado, considerados en sí mismos, o como partes del orden temporal: "Y vio Dios todo lo
que había hecho y era muy bueno" (Gn 1,31)”.
8 Chfl 17; cf. LG 31, 48.
6
4
voluntaria por el Reino de los cielos buscan unirse a Dios de una manera íntegra y
definitiva9. El objetivo de su peculiar consagración es la de la propia santificación y la ayuda
en la santificación de muchos a través de la dedicación a la oración, el testimonio de vida
evangélico y el ministerio de la Palabra en consonancia con el carisma, el espíritu y la
misión Verbum Dei. Un ámbito importante de esta dedicación se concreta para los LMCs en
la colaboración en las obras de apostolado del Verbum Dei y la ayuda a los demás
miembros de la FAMVD, siendo fermento y puentes de una acción misionera más amplia.
Algunos rasgos de los LMCs
8.
La identidad de los LMCs y su vivencia laical de la consagración se podrá expresar de
formas diversas según la originalidad y peculiaridad de cada persona o según la
peculiaridad del contexto donde viven. Sin embargo, algunos rasgos fundamentales de
todos los LMCs son:
 La experiencia del amor personal de Dios y la llamada a vivir una relación permanente
y una consagración a Él como centro de su vida. En esta experiencia de Dios y deseo
de consagración la opción por el celibato o virginidad se presenta como central y
fundamental.
 La decisión a amarle con todo su ser, imitando a Cristo lo mejor posible en su vida
evangélica, visibilizando su seguimiento en la vivencia de los consejos evangélicos,
ratificados con las promesas de pobreza, obediencia y la castidad perfecta por el Reino
de Dios.
 La dedicación intensa y estable a la misión específica del Verbum Dei. Opción de
dedicarse de modo permanente de dar a conocer a Dios a través de su Palabra y amar
por todos los hermanos y hermanas, empezando por los más cercanos y con el corazón
abierto a los más lejanos
 La consciencia de una llamada a ser Verbum Dei y la vinculación afectiva y efectiva a la
FAMVD ratificada a través de un vínculo con promesas
 La inserción plena en las estructuras humanas de la sociedad, a modo de fermento
evangélico.
 El servicio permanente a la FAMVD y a la Iglesia en una determinada zona, ciudad, o
realizando un servicio especial que beneficie la FAMVD o por encargo de los
responsables del Verbum Dei a una determinada Iglesia local.
9.
Mediante la profesión de los consejos evangélicos, a través de promesas, se disponen a
vivir una verdadera y total consagración a Dios en el mundo y desde el mundo10. Desde su
compromiso vivirán la responsabilidad que se les confía dentro de la FAMVD, y en ella
concretarán su pertenencia a una Iglesia local o diócesis y su corresponsabilidad en la
misión de la Iglesia universal. En determinadas situaciones o ambientes, y con una
intención de fecundidad misionera, el LMC puede vivir, si se considera más oportuno para
una mayor eficacia apostólica, sin que se sepa públicamente su opción.
10.
Desde un camino de formación adecuada realizarán su seguimiento de Cristo y su
misión en el marco de la comunidad local, encontrando allí su propia vocación peculiar y los
medios específicos para vivirla. Después de una vivencia probada de su consagración laical
y un adecuado tiempo de camino y discernimiento vocacional podrán aspirar al estado de
vida definitivo como LMC en la FAMVD. Su opción definitiva no nace de una indecisión o
condicionamiento histórico sino de una respuesta positiva a la llamada de Dios.
11.
La situación profesional para el LMC puede ser muy plural, siendo personas que
estudian, que trabajan o jubiladas, si bien deben garantizar un modo de subsistencia que
les permita a largo plazo ser autónomos económicamente de su familia natural y de la
FAMVD.
9
Mt 19,12.
Cf. PC 11; LG 31.
10
5
12.
La edad mínima para realizar las promesas son los 25 años. Antes de realizar las
promesas la persona debe hacer su discernimiento vocacional y fortalecerlo con el camino
de preparación.
2. LA ESPIRITUALIDAD DE LAS LAICAS/OS MISIONEROS CONSAGRADOS
13.
Los LMCs han sentido una llamada de Dios a vivir una sintonía de corazón y afinidad por
los caminos espirituales de la FAMVD concretados desde la peculiaridad de su llamada. La
espiritualidad de los LMCs integra la vocación a la vida consagrada, la vida laical y la
espiritualidad específica del Verbum Dei.
14.
La vida de los LMCs, centrada en la persona, vida y evangelio de Cristo, y centrada en la
Palabra de Dios, irá tomando necesariamente la espiritualidad fundamental de Jesús en su
actitud orante, que hace del Hombre-Dios un adorador del Padre y, desde el Padre, una
donación y entrega en su misma misión de anunciar el Reino de Dios: “El Espíritu del Señor
está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva”.11
15.
La consagración bautismal conduce a los LMCs a un estilo de vida según el espíritu de
las bienaventuranzas. Jesús, que pasó por el mundo haciendo el bien, vivió su condición
humana según las bienaventuranzas y los consejos evangélicos, desde un estilo de vida
sencillo, en pureza de corazón, en ardiente y humilde búsqueda de la voluntad de Dios y
obediencia al Espíritu Santo. Los miembros de la Familia Verbum Dei, en su deseo de
configurarse con Cristo, buscan cada día traducir la vida de Jesús en su propia vida, su
forma de pensar, su mismo sentir, y su camino de obediencia fiel a Dios. Esta
transformación personal va creando en el LMC un estilo solidario, fraterno, profético,
creador de comunión, acogedor, caracterizado por la esperanza y alegría evangélicas.
16. Los LMCs viven y concretan su vida espiritual, es decir, una vida según el Evangelio y
movida por el Espíritu Santo, según el modo propio del carisma Verbum Dei. La
Espiritualidad de la FaMVD está centrada en Cristo, enviado del Padre como su palabra, y
en el camino de identificación con Él en su vida y misión de anunciar el Evangelio como
respuesta a la búsqueda de la voluntad de Dios. Esta forma de espiritualidad influye
profundamente en la forma de vivir, de orar y de realizar la misión; desde una experiencia
personal, cercana y creciente de Dios, se genera en la persona un dinamismo misionero
que le inserta como miembro activo de la Iglesia. El mismo Espíritu que moldeó la vida
entera de Jesús va configurando la forma de vivir de los LMCs con Cristo.
2.1
Rasgos de la espiritualidad de los LCMs
17.
Siguiendo el carisma Verbum Dei, los LMCs están llamados a ser personas
contemplativo-misioneras, cuya vida está enraizada y centrada en la Palabra de Dios y en
las fuentes de espiritualidad Verbum Dei. Desde este cimiento o raíz, su estilo de vida se
concreta en el seguimiento de Jesús de Nazaret, imitando de cerca los rasgos de su vida
que más le asemejen a su misión y viviendo en el corazón del mundo el espíritu de las
Bienaventuranzas. Su vida conlleva un estilo de vida y forma específica de vivir el
seguimiento de Cristo caracterizado por su inserción en las estructuras humanas seculares
como fermento en medio de las vivencias normales de la vida secular.
18.
La vivencia de esta llamada peculiar según la espiritualidad VD se constituye como un
camino de aspiración a la perfección en el amor y de santidad. Todo bautizado está
llamado a amar a Dios con toda su mente, corazón y fuerzas (cf. Dt 6,4), pero a mayor
conocimiento y conciencia del amor de Dios corresponde una mayor entrega de la vida. El
LMC desea progresar en esta totalidad y exclusividad de la entrega concretándolo en una
11
Lc 4, 18; Cf. EVD 205.
6
vivencia de la consagración12, es decir, consagrados a su amor, buscando su voluntad y la
comunión permanente con Él.
El LMC está llamado a integrar en su vocación la exclusividad de corazón, el apostolado,
una misión en la familia, el trabajo o profesión, etc. Su vocación es llamada a estar en el
mundo sin ser del mundo; estar en medio de la sociedad para crecer junto a las personas
que la componen, y esto con la tensión normal que supone una vocación laical y
consagrada.
19. La consagración es vivida por los LMCs no como una opción temporal, sino que aspiran
a que sea una opción permanente, a modo de una alianza definitiva; su vida no conlleva
vivir como personas solitarias, sino como personas profundamente enamoradas de Dios,
siempre acompañada y habitadas del Amor. A ejemplo de Jesús que amó a la Iglesia y se
entregó en sacrificio por ella 13 , viven una disponibilidad apostólica y amor peculiar a la
Iglesia y a la FAMVD.
20.
La espiritualidad para los LMCs se configura desde cuatro fuentes: la Inhabitación de la
Trinidad, la Eucaristía, el Cuerpo Místico de Cristo y María y se modela a través de la
práctica habitual de los “cuatro ejercicios”: ejercicio de oración, ejercicio de fraternidad,
ejercicio de cruz y humildad, ejercicio de misión.
2.2 Medios espirituales de los LMCs
21.
Los LMCs vivirán los medios y prácticas de la espiritualidad dirigidos a la integración de
una vivencia contemplativa misionera14. A través de ellos buscan conocer a Dios de una
forma vivencial y esponsalicia, al mismo tiempo que pretenden la propagación de su amor
en las formas más eficaces que les sean posibles. Estos medios y métodos tienen una
función transformante del LMC, en modo, que su misma vida se convierta en instrumento
de evangelización15.
22.
Los LMCs practicarán los medios más importantes de la espiritualidad Verbum Dei desde
el discernimiento que conlleva su llamada radical como consagrados:
1) Un proyecto de vida personal y comunitaria que se pueda renovar y revisar en
momentos fuertes de oración16.
2) La vida de comunión con Dios, vivencia de largos ratos de oración desde la
meditación de la Palabra de Dios y de una abundante vida contemplativa. Para
potenciar esta dimensión orante, será importante la oración personal diaria y los
momentos comunitarios de oración 17 , los retiros semanales y mensuales, los
ejercicios espirituales anuales18; también son importantes las prácticas sencillas que
ayuden a vivir una vida de oración para vivir permanentemente unido a Él. La
misma vida litúrgica y sacramental19 se convertirá en fuente permanente de la vida
espiritual de los LMCs20. Junto a estos medios, la lectura de los grandes maestros
espirituales contribuirá a forjar su fisonomía en un camino de santidad y de entrega.
12
Cf. Dt 30,6.
Cf. Ef 5,25.
14
Expresados en las Constituciones y Estatutos de la Fraternidad y en el Documento conclusivo del Simposio
Mundial de la FaMVD.
15 Tal como refleja S. Pablo en la carta a los Corintios: “ Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto
13 13
reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más
gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu” (2Co 3,18).
16
En este proyecto ha de tenerse en cuenta el defender: la vida espiritual, la vida fraterna, la consagración, una
misión común y un itinerario de formación permanente creciente.
17 Siempre que se pueda es importante para los LMCs participar en algunas pautas de oración, ya sean
presenciales, por internet u otros medios de comunicación.
18 La experiencia de los LMCs aconseja un mínimo de una semana de ejercicios espirituales, si bien es
aconsejable dos semanas, aunque sea repartido durante el año. En cuanto al contexto nos parece más apropiado
realizar los LMCs entre ellos, o al menos con misioneros y misioneras y no tanto con los fieles laicos y
preferentemente que los ejercicios sean dirigidos por miembros de la Fraternidad. En otros casos puede ser
aconsejable alternar los ejercicios con otros LMCS y con otra gente de la FAMVD, como fermento en medio de ella.
19 Se propone orientativamente: la eucaristía diaria, o un mínimo de tres días a la semana; la confesión
frecuente, al menos una vez al mes.
20 Se propone al LMC orientativamente un mínimo de 1 hora de oración personal diaria.
7
La presencia de María, imprescindible en la vida del LMC, y la amistad para con ella
expresada de variadas formas de devoción, como el rosario, serán siempre de
ayuda para forjar la persona del LMC como discípulo y apóstol de Cristo.
3) Los espacios fraternos que contribuyen a una vivencia comunitaria integrada desde
la llamada específica del LMC: la revisión de vida y el compartir fraterno; la
participación activa en las escuelas de apóstoles, convivencias, y misión compartida
VD como elemento configurador de una espiritualidad contemplativa-misionera y
fraterna; momentos de convivencia fraterna y lúdica con otros LMCs, miembros de
la FAMVD, así como contactos esporádicos e intercambios con otros LMCs del
mundo; momentos litúrgicos conjuntos, como culmen de la vida fraterno-misionera;
la práctica de la solidaridad.
4) Las prácticas ascéticas y místicas que ayuden a vivir una vida de abnegación y la
vivencia de los consejos evangélicos detallada en este Reglamento. El
acompañamiento espiritual21, la apertura espiritual, la simplicidad para saber pedir
ayuda a la comunidad o a los responsables cuando se esté necesitado de ello, así
como un camino continuado de discernimiento.
5) La formación adecuada, progresiva y permanente, para vivir en un estado de
seguimiento de Jesús creciendo en todas los dimensiones de la persona y en cada
una de sus etapas vitales.
23. Estos medios de espiritualidad están sumergidos en un proceso comunitario y apostólico
de conformación con Cristo, que buscan que la persona comparta todo lo que es con Cristo
y todo lo de Cristo consigo: su oración y amor al Padre, su amor y solidaridad con los
hermanos, su relación con la comunidad de discípulos, su testimonio, sus actitudes, su
entrega hasta el final, su camino, su misión.
3. LA MISIÓN DE LAS LAICAS/OS MISIONEROS CONSAGRADOS
24.
Los LMCs han sentido la llamada a participar de la misión de la FAMVD con el deseo de
que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” 22 . Este
anhelo misionero que brota del corazón de quienes viven unidos a Dios ilumina y guía la vida
del LMC, tanto en las actividades apostólicas como en la vida cotidiana23.
25. La consagración peculiar en la FAMVD de los LMCs es ya misión, y supone una renovación
y transformación del mundo desde dentro y se extiende a todas las dimensiones de la vida,
desde el mismo trabajo y ocupaciones propias de la vida común, a la dimensión testimonial
que ilumina la sociedad en formas distintas24. Por ello, concreta su misión en un medio donde
21 Sobre el acompañamiento se comentan algunos criterios: 1) Aconsejablemente es bueno hacer la dirección
espiritual con alguien del mismo sexo, sobre todo cuando se comentan temas de mucha gravedad o profundidad;
esporádicamente se considera posible realizar el acompañamiento con miembros de la Fraternidad de distinto sexo
en las cuestiones habituales de la vida; 2) Se podría considerar la posibilidad de hacer la dirección espiritual con
alguna persona ajena al Verbum Dei, pero desde un discernimiento con los responsables de la persona que se elige,
evitando personas que puedan confundir sobre la vivencia de la consagración específica en el Verbum Dei ; 3) Se ha
de salvaguardar la libertad de elección de la dirección espiritual, tal como lo considera el Derecho Canónico (cf. CIC
630# 1). El LMC puede elegir libremente el director espiritual, si bien, el responsable local podrá proponer personas
adecuadas de la zona; 4) Es importante diferenciar el campo de la obediencia y el de la dirección espiritual. Es
aconsejable que el director espiritual sea, si fuera posible, alguien diverso del responsable. Esto no siempre es
posible, por lo que ha de prevalecer siempre el sentido común y el discernimiento dialogal; 5) Frecuencia: al inicio
más frecuentemente, y luego una vez por mes orientativamente; 6) Se ve muy conveniente en algún momento hacer
una apertura general de la vida del LMC para poder vivir una vida espiritual sana que integre el pasado, el presente y
el futuro; 7) Se han de tomar en cuenta métodos diversos pero complementarios que pueden enriquecer el concepto
de acompañamiento espiritual: el acompañamiento personalizado, a través de la formación, por medio de momentos
de compartir en grupo, en la revisión de vida, en la ayuda diaria entre los mismos compañeros de consagración.
22 1 Tim 2,4.
23 El Pregón del evangelizador del P. Jaime Bonet, es una expresión elocuente de ello.
24 Para este punto nos remitimos a: F. SEBASTIÁN AGUILAR, Los fieles laicos, Iglesia presente y actuante en el
mundo. Vocación apostólica de los fieles laicos, Madrid, 12 de noviembre de 2004.
8
está integrado socialmente25. Su vida dedicada a la misión de dar y propagar la vida de Dios
por medio la Palabra, hará de todos sus ambientes en los que se relaciona un campo fuerte
de misión y propagación del Reino26.
3.1
Ámbitos de la misión de los LMCs
26.
La historia y la situación familiar, social, profesional y cultural de cada uno de los LMCs es
muy diversa, por lo que las concreciones de la misión serán específicas también para cada
uno de ellos. Una común intención misionera se plasma en la vida de los LMCs de formas
distintas según sus capacidades y talentos, posibilidades y sensibilidades diversas27.
27.
Se puede decir que un LMC es un embajador de Cristo en su ambiente y red de
relaciones. Su presencia es discreta, pero su intencionalidad misionera es radical. En su
vida cotidiana vive con el deseo de crear lazos y relaciones fundamentados en los valores
del Evangelio, construyendo ambientes fraternos con todos, independientemente de su
credo o condición de vida. Los LMCs están llamados a testimoniar que es posible vivir una
consagración radical a Dios en el mundo, desde una situación real y no ideal,
independientemente de la edad, de la capacidad intelectual, de la formación académica o
profesional.
Podemos hablar de diversos ámbitos de acción en la que se realiza la misión de los LMCs:
En la vida cotidiana
28.
Un ámbito importante de misión del LMC es la vida familiar y cotidiana con sus
entrelazados de relaciones con los parientes más cercanos, amigos, vecinos, compañeros de
trabajo, etc. En este primer ambiente se pueden desarrollar mil variaciones de la caridad
fraterna en la convivencia de cada día.
29.
Otro ámbito que acapara una gran parte del tiempo del LMC es el mundo de las
actividades y las relaciones profesionales, la vida económica y laboral. Respecto al trabajo,
es importante considerarlo como un espacio de presencia de Dios y de misión y por ello
procurará: descartar el vivir entregados al trabajo (el trabajo no es el fin, sino un medio);
buscar trabajos que permitan un nivel de consagración y de misión; elegir, siempre que sea
posible, el trabajo que sea más concorde con la vocación y misión propia; vivir el trabajo
desde una espiritualidad de consagración y como misión; siendo testigos de la verdad, de
la justicia, de los valores del evangelio en el trabajo, desde la oración y cariño en la fe por
los otros.
30.
La participación en la misión y consagración de Jesús se concreta para el LMC en el
testimonio explícito de la fe inmerso en el mundo. Este testimonio se extiende a todas las
dimensiones de la vida, desde el trabajo y ocupaciones propias de la vida familiar, como la
colaboración en la vida y misión de la FAMVD inserta en las Iglesias locales. La manera de
ser, de vivir y de testimoniar la fe, es por sí misma misión. Esta misión exige para el LMC,
como punto de partida, una renovación de la propia vida, de su visión del mundo,
objetivos, deseos, modelos de comportamiento, relaciones, actividades y aspiraciones. Con
una clara intención misionera, el LMC sale al encuentro de las personas frecuentando sus
ambientes, que a veces pueden parecer apostólicamente poco eficaces. Su consagración,
según el modelo de Jesús, le lleva a un profundo conocimiento del corazón humano para
poder ayudar de forma significativa al desarrollo de las personas que lo rodean a todos los
niveles (espiritual, madurez, etc.), acompañando a las personas, y ayudándolas a descubrir
el valor de la consagración bautismal y la dignidad como creaturas amadas de Dios.
25
El LMCs siente una llamada a ser misionero en su lugar de residencia normal. Su peculiar llamada no implica la
urgencia en partir para otros países, aunque puede haber casos de LMCs que puedan estar disponibles para
colaborar en experiencias misioneras en otros lugares o prestar servicios a la misión global del Verbum Dei.
26 Chfl 32-44.
27 Cf. CFMVD 5.
9
La acción del LMC, sin embargo, va más allá de las personas más cercanas o las realidades
más habituales, buscando una influencia en la transformación de los ámbitos sociales y
públicos. El LMC evangeliza ya desde el ejercicio de sus deberes y derechos políticos, tanto
en el ejercicio del voto, como en la participación social desde su actuación personal o
asociada, en el campo de la información, de la opinión, o de la política y el gobierno.
31.
Los LMCs podrán crear realidades o instituciones que incidan socialmente en el mundo,
y esto, de dos formas posibles: como iniciativa apostólica personal de un miembro de la
FAMVD, realizada en nombre propio; o asociados con otros miembros de la FAMVD y bajo la
tutela de la FMVD. En ambos casos se debe estar muy atento a la intencionalidad del
carisma Verbum Dei.
32.
La consagración a Dios insertos en el mundo, además de ser una actitud que engloba
toda la vida, se concreta en la inversión de todo el tiempo posible en la realización del
apostolado y misión Verbum Dei. Los LMCs tienen la posibilidad de ser fuertemente
creativos en la evangelización, sin perder la conciencia de que la misión tiene como centro
la Palabra de Dios y la intención de formar apóstoles.
En la FMVD y FAMVD
33. Un campo importante de misión será la consolidación de la FAMVD, participando en su
estructuración, en el crecimiento, en su espiritualidad y misión28. Por su peculiar y radical
consagración y por su dedicación a la misión, los LMCS ocupan un lugar vital en la FAMVD y
en el movimiento apostólico de la zona. A modo de alma, podrán ayudar a las otras
personas a vivir su propia vocación, pertenencia y formación en la FAMVD y suponen una
importante ayuda para que la entera FAMVD viva su consagración en medio del mundo.
Los LMCs son personas que pueden facilitar y garantizar en la FAMVD una expansión
misionera. Su situación de consagración laical les da a la capacidad de generar nuevos
núcleos de evangelización allí donde se encuentran. Para ello, el LMC debe tener una
preparación suficiente y los miembros de la FMVD local han de reconocer la debida
autonomía propia del laico y confiar la autoridad suficiente para una actividad misionera.
34.
En la medida de sus posibilidades y desde sus peculiares dones o talentos, los LMC
colaborarán en la vivencia de la consagración y misión de los miembros de la FMVD. Este
compromiso se concreta en la ayuda espiritual desde la oración y ministerio de la Palabra,
la ayuda en el compromiso de la consagración, la colaboración en las actividades
apostólicas, en el apoyo a la formación desde aspectos profesionales en los que están
especializados, así como en la economía e infraestructura de la Fraternidad. El LMC podrá
realizar encargos que puedan contribuir a la estructuración y misión de la Fraternidad y en
algunos casos, por petición del Presidente de la Fraternidad en diálogo con el Responsable
Local, podrá realizar un encargo en beneficio de la Fraternidad en su dimensión universal.
En la Iglesia
35. Según la necesidad, podrían comprometerse con cargos pastorales dentro de la diócesis
en la que viven, dependiendo de su formación y talentos personales, siempre en obediencia
con su responsable local. La presencia laical y consagrada de los LMCs puede ser una
forma de hacer presente la espiritualidad Verbum Dei en diferentes ambientes eclesiales.
3.2
36.
Medios de la misión Verbum Dei para el LMC
Los LMCs emplearán una variedad de medios para la evangelización en cada uno de los
ámbitos de la sociedad, donde ejercen la misión Verbum De. De entre los medios comunes
que emplea la FAMVD para desarrollar su misión destacamos algunos que tocan aspectos
distintos del ministerio sacerdotal, profético y real a través de los cuales el LMC puede
realizar su misión:
28
El LMC podrá ayudar a que otros miembros de la FAMVD puedan crecer en los elementos comunes que caracterizan la
pertenencia a la FAMVD: una vivencia espiritual, un estilo de vida y espiritualidad, una misión, la vivencia fraterna, los caminos de
crecimiento y formación.
10
La oración, escuelas bíblicas, pautas, retiros, Palabra escrita.
2) Catequesis en las diversas etapas vitales.
3) En el campo de la liturgia: ayudar en la preparación y realización de los sacramentos,
tiempos fuertes litúrgicos, religiosidad popular, peregrinaciones, etc.
4) Acompañamiento espiritual y guía de grupos de la FAMVD: niños, juveniles, novios,
matrimonios, familias, situación especiales.
5) Escuelas de la Palabra, Escuelas de Evangelización y Escuelas de formadores.
6) Ejercicios espirituales con la impronta de la espiritualidad del Verbum Dei en sus distintas
modalidades.
7) La evangelización a través de los medios de comunicación ayuda a que la palabra tenga
mayor eficacia: radio, televisión, cine, internet, palabra escrita, la nueva evangelización a
través de nuevas tecnologías, etc.
8) La evangelización a través de los medios de comunicación ayuda a que la Palabra tenga
mayor eficacia: radio, televisión, cine, internet, palabra escrita, nueva evangelización a
través de nuevas tecnologías, etc.
9) Apoyo profesional y especializado en los distintos ámbitos de la Familia.
10) El campo laboral o talentos profesionales como plataforma de misión; la incidencia social
de la Palabra hecha caridad en ámbitos diversos: marginación, pobreza, injusticias;
política, sociedad; cultura, arte, historia, diseño gráfico; ecología y medio ambiente.
11) Evangelización desde la inserción en algún campo ya existente en las Iglesias locales:
delegación de misiones, de jóvenes, pastoral inmigrantes, pastoral universitaria, pastoral
familiar, parroquias, etc.
12) Creación de estructuras y medios que potencien y favorezcan la dedicación a la misión
de los miembros de la Fraternidad y de la entera Familia Misionera Verbum Dei.
37. El desarrollo de dichas actividades apostólicas, consideradas esenciales al trabajo de los
LMCs suponen que estos tengan la adecuada preparación espiritual, teológica y pastoral, así
como humana y profesional. Será tarea del gobierno local de la Fraternidad Misionera
Verbum Dei, garantizar y velar por la formación adecuada para realizar este objetivo.
1)
4. LA CONSAGRACIÓN DE LAS LAICAS/OS MISIONEROS CONSAGRADOS
38.
El elemento caracterizador de la consagración de los LMCs es el desarrollo de la
consagración bautismal desde su inserción en las realidades seculares como respuesta
personal a la llamada de Dios y como camino de conformación con Cristo en su misma misión
de ser Palabra del Padre para la humanidad.
39.
Los LMCs, aspirando a vivir la consagración a Dios y una dedicación misionera, ratifican su
compromiso visiblemente por medio de las promesas de pobreza, castidad y obediencia y a
través de un vínculo estable en la FAMVD. Su estado y vocación son reconocidas por la
Iglesia como vocación con valor propio29 y responde a una llamada y gracia de Dios. Ser LMC
en la FAMVD, ha de considerarse, por ello, en su significado fundamental de vocación
cristiana: a la iniciativa de Dios la persona responde con entera libertad, movido por su
voluntad e implicando con totalidad en esta opción toda su persona.
4.1 Sentido de la consagración del LMC
40.
La práctica de los consejos evangélicos es constitutivamente vivencia del amor. Aún
considerándose como medio para conseguir la caridad perfecta (amor pleno) su significado
29 “Según la doctrina tradicional de la Iglesia, la vida consagrada, por su naturaleza, no es ni laical ni clerical, y por
consiguiente la “consagración laical”, tanto de varones como de mujeres, es un estado de profesión de los consejos
evangélicos completo en sí mismo. Dicha consagración laical, por lo tanto, tiene un valor propio, independientemente
del ministerio sagrado, tanto para la persona misma como para la Iglesia”, VC 60.
11
fundamental es ser expresión de amor, entrega y consagración de toda la persona a Dios y,
al mismo tiempo de deseo de servir a Cristo en su Humanidad (Cristo Total) con una
aplicación íntegra/completa de la persona. La consagración a través de la profesión de los
consejos evangélicos nace, en primer lugar, de la seducción que la persona siente por
Jesús30. Unida a este amor personalmente experimentado, brota un amor al Cuerpo de Cristo
que suscita en los LMC la urgencia misionera.
41.
La profesión de los consejos evangélicos es, además, una opción fundamental de la
persona por vivir y visualizar la radical vocación al amor a través del seguimiento de Cristo,
en quien se revela el verdadero significado de nuestra vida 31. Es, además, expresión de un
amor totalizante y consagrado que nace de la gratitud y sobreabundancia del amor de Dios:
dedicación absoluta e inmediata al amor y al servicio de Dios, manifestada en el servicio a los
hermanos y hermanas.
La consagración de los LMCs se encamina a ser manifestación viva de la Palabra de Dios,
argumento palpable y cercano de la existencia de Dios y de la talla, fuerza, valor y poder de
este Dios en el corazón de los hombres y mujeres de cada época. Esta visibilización de la
Palabra encarnada, y de la vivencia de los consejos evangélicos, se manifiesta en modo
diverso en las vocaciones diversas de la Familia Verbum Dei según la especificidad de su
estado e identidad. La participación en la misión y consagración de Jesús se concreta para el
LMC en su testimonio explícito de la fe inmerso en el mundo y realizando ministerios diversos
en situaciones vitales diversas. Este testimonio explícito supondrá un compromiso pastoral en
los ámbitos y modalidades que la mayor fecundidad apostólica aconseje.
42.
La posibilidad de vivir los consejos evangélicos es para los LMCs un don de Dios recibido
en su llamada y es una tarea que precisa de educación, ejercicio y crecimiento personal y
comunitario en el amor a Dios y a los hermanos. La consagración a Dios es un proceso, una
construcción diaria, un deseo que, con la gracia y la misericordia de Dios, se va renovando a
cada momento y que nos lleva a la progresiva identificación con Cristo.
4.2
La consagración por la profesión de los consejos evangélicos
43.
Los LMCs de la FaMVD, desde la gracia del sacramento del bautismo, entregan a Dios su
vida a través del carisma Verbum Dei, y asumen con promesas la práctica de los consejos
evangélicos expresada en este Reglamento. La consagración a Dios, a través de la práctica
de los consejos evangélicos, es para ellos, concreción del seguimiento fiel a Jesús y de la
obediencia total, activa y responsable al Espíritu Santo, dedicándose a la propagación de la
buena nueva del Reino de Dios a través de la oración, del ministerio de la Palabra y del
testimonio de vida.
44. Después de un tiempo de discernimiento y formación, ratificarán su consagración a Dios a
través de promesas de pobreza, castidad y obediencia que renovarán cada año, hasta llegar
a un compromiso definitivo.
4.2.1 La pobreza evangélica
45.
La pobreza evangélica es una actitud del corazón, que cristaliza en la renuncia voluntaria
de todo aquello que dificulte o pueda ser impedimento para alcanzar la libertad y avanzar
en el camino personal. Desde las dinámicas negativas de la riqueza humana, aquel que en
su interior se siente rico, piensa que no precisa de nada ni de nadie, mientras que la
consciencia de nuestra pobreza interior nos hace sentirnos necesitados de Dios y de los
otros, es decir, vivir la pobreza espiritual es la “puerta” que nos lleva a Dios y nos abre a
los hermanos.
46.
Vivida de forma gozosa, la pobreza evangélica manifiesta con claridad que nuestra
riqueza está en Dios, y que quien tiene a Dios nada le falta; revela, también, la riqueza que
30
Como expresa VC 15: “¡Qué hermoso es estar contigo, dedicarnos a ti, concentrar de modo exclusivo nuestra
existencia en ti! En efecto, quien ha recibido la gracia de esta especial comunión de amor con Cristo, se siente
como seducido por su fulgor: Él es «el más hermoso de los hijos de Adán» (Sal 4544, 3), el Incomparable”.
31
Cf. GS 22; FC 11.
12
conlleva la dignidad humana, que no depende de lo que se posee, sino de ir haciendo de la
vida un don para los otros. En la pobreza evangélica aprendemos a reconocer y acoger con
gratitud el don y la riqueza de los otros, así como a ofrecer humildemente las riquezas que
Dios ha concedido a cada uno.
47.
La vivencia de la pobreza evangélica lleva a querer imitar más de cerca a Jesús, que
nació vivió y murió en suma pobreza, y a amar con sinceridad y de forma afectiva y
efectiva a los hermanos y hermanas. De este modo, viviendo del espíritu de las
bienaventuranzas participaremos de la propia pobreza de Cristo "el cual, siendo rico, se hizo
pobre por nosotros, a fin de que por su pobreza nos enriqueciésemos"32.
48.
La promesa de la pobreza invita a una vivencia de profunda libertad de corazón, para
disponer de los bienes creados según el proyecto creador de Dios33. Es, por ello, mensaje
claro y rotundo ante un mundo entregado a menudo al consumismo y materialismo,
dominado por ideologías economicistas que engendran situaciones de injusticia. Es
testimonio de que "se puede vivir entre los bienes temporales y se pueden utilizar los medios
de la civilización y el progreso sin hacerse esclavo de ninguno de ellos" 34 . Es, además,
fundamento testimonial del amor solidario que debe fecundar, para ser eficaz, la acción
liberadora a favor de los pobres. Nadie puede liberar sino en la medida que se libere, por lo
que la pobreza evangélica es concreción efectiva/real de la liberación de la esclavitud del
espíritu posesivo y del consumismo.
49.
La pobreza interior, da conciencia de que nuestras caídas y limitaciones nos hacen crecer
en humildad y producen en nosotros un sentimiento de misericordia, aceptación y amor por
los hermanos; nos mantiene perseverantes, manteniendo viva la conciencia de que
precisamos de Dios y nos abre al don de la vida de los hermanos: aprendiendo a dar con
generosidad y evitando humillar al otro, a la vez que acogiendo con alegría, reconocimiento y
gratitud el don del hermano.
Consecuencias de la promesa de pobreza evangélica
50.
Algunas consecuencias de la pobreza evangélica vivida por los LMCs son:
1) El espíritu de pobreza y gratitud evangélica mueve al LMC a compartir gozosamente los
bienes propios (culturales, morales, espirituales, materiales), poniéndolos al servicio de la
misión, y convirtiéndose en una fuente de testimonio.
2) Por la pobreza se busca ser generoso con los más necesitados, saber distinguir lo
necesario de lo superfluo, viviendo un estilo de vida pobre, sencillo y sobrio que sea
aspiración a un mundo justo y solidario; es, además, proceso de adquisición de la libertad
con relación a los bienes materiales del mundo y a la excesiva comodidad, riquezas
superfluas, honra, fama o estatus. Bajo el signo de un amor solidario en caridad y justicia
debe distinguir cuidadosamente entre lo necesario y lo superfluo en constante
confrontación con la condición menos acomodada de los más necesitados35.
3) La pobreza conlleva un discernimiento de lo que el LMC ha de retener como bien a
compartir con su familia natural y lo que ha de compartir con la Familia Verbum Dei, como
expresión de su nueva pertenencia eclesial. La administración concreta de los bienes para
los LMCS tiene un punto de referencia en el discernimiento con los Responsables Locales
de la FAMVD de un lugar, con quienes, además podrán acordar la colaboración con la
FAMVD con una cuota de solidaridad36.
32
Cf. CFMVD 70; 2 Co 8,9; PC 2.
Cf. Gn 1-2.
34 P VI.-72b.
35 EVD 78-80: “Por fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y a sí misma, la FMVD mantendrá siempre un amor entrañable y
manifiesto a los hermanos más pobres y necesitados de toda la tierra”. “El amor sincero a la humanidad actual de
Cristo, motivará y regirá propiamente la vida interior y exterior del Verbum Dei, su oración y predicación e influirá
poderosamente en su forma de vida”. “Esta actitud permanente de amor universal formará el clima y ambiente propio y
característico de todas las fraternidades Verbum Dei, no menos en los países más ricos que en los más pobres del
mundo”. Cf. Mt 25,40; Mt 10,40; Lc 10,16; 1Jn 3,14-18.
33
36
En las comunidades locales se creará un fondo de solidaridad desde el cual se colaborará con la organización
de las instancias intermedias y estructuración general de la Familia y de la Fraternidad Verbum Dei. Los LMC se
13
4) Su vivencia consagrada laical implica el propio sustento con su trabajo, teniendo seguro
social o médico y pensión de jubilación, según las posibilidades de su país. El LMC está
obligado a conservar los derechos de posesión y de ganancias, propios de su posición
social o de remuneración laboral o profesional. Sin embargo, con la obligación de no
considerar nada como propio sino como administrador con total desprendimiento interior.
Los LMCs podrán promover medios, colaborar en la creación de fondos solidarios y
colaborar en las obras comunes que ayuden a obtener recursos para la evangelización y la
formación de la FaMVD. Hasta la creación de una entidad jurídica en la FaMVD dichos
fondos se canalizan y coordinan por la FMVD.
5) Cuando el LMC realice promesas definitivas, y en diálogo con el Responsable Local, ha de
hacer del testamento personal, especificando el destino de los bienes familiares, presentes
y futuros, considerando al mismo tiempo su responsabilidad para con sus familiares y su
pertenencia a la FAMVD37. En caso de necesidad extrema la FAMVD mantendrá un espíritu
de ayuda fraterna hacia el LMC. Salvando los derechos familiares, el LMC que así lo desee,
después de un tiempo largo y probado de incorporación plena y definitiva, puede, en
conformidad con sus responsables, ceder una parte de los bienes para la evangelización a
través de la Fraternidad.
4.2.2 La castidad perfecta por el Reino
51.
La castidad es una opción, consciente y libre, por vivir un amor exclusivo y absoluto con
Dios, como mayor tesoro al que se entrega el corazón desde una experiencia viva y real de
enamoramiento38. Significa vivir de Jesús y para Jesús con plenitud, amando al mundo con Él
y como Él, dando a la propia vida compartida con Jesús, la máxima fecundidad y proyección.
El encuentro con Cristo y con su humanidad sufriente en el mundo hace surgir una urgencia
misionera que se experimenta en el llamamiento y que lleva al LMC a desear vivir una
castidad perfecta por el Reino de Dios. Por la promesa de castidad los LMCs se comprometen
a vivir la castidad perfecta39 por el Reino de los cielos, para hacer de sus vidas una "oblación
pura" a Dios, una "ofrenda permanente" con Jesús y una "víctima viva" para su Iglesia.
52.
La virginidad o celibato consagrado es expresión del amor total e inmediato de Dios. Es la
imitación mas real de la vida de Cristo y la mejor forma de disponibilidad que pide el
evangelio. Se dice que es don y gracia porque la iniciativa es de Dios y porque Él da al
llamado la capacidad de responder; no la pueden comprender todos, sino solo aquellos a
quienes Dios se la ha concedido (Mt 19,11). La respuesta a esta llamada desde la libertad y
conciencia es la de una entrega de amor total y donación entera de sí mismo. Desde la
virginidad el LMCs se sitúa en la espera, incluso corporalmente, de las bodas escatológicas de
Cristo con la Iglesia. Anticipando en su carne el mundo nuevo de la resurrección futura.
testimonia que el Reino de Dios es la perla preciosa que se debe preferir a cualquier otro
valor por grande que sea, y que vale la pena buscarlo como el único valor definitivo. Aun
habiendo renunciado a la fecundidad física, la persona virgen se hace espiritualmente
fecunda, padre y madre de muchos, cooperando peculiarmente al designio de Dios40.
53. La persona es esencialmente capacidad de amar y de ser amada. Esta doble capacidad es
constitutiva de su ser persona y la virginidad consagrada conlleva un amor único e indiviso a
Cristo que fortalece el amor a los hermanos. La virginidad es, por ello, una fuerza positiva y
comprometen económicamente en un modo discernido con los responsables correspondientes, como signo de su
identidad y sentido de pertenencia a la Familia. Con su colaboración se podrá sostener las obras comunes de la
FAMVD y sostener la entrega a tiempo completo de los miembros de la Fraternidad.
En diálogo y discernimiento con el Responsable local el LMC colaborará con una cuota de solidaridad entre el 5%
y el 10 % de sus ingresos, teniendo en cuenta la situación concreta y responsabilidad del LMC y renovando el
discernimiento siempre que cambie la situación económica u obligaciones del LMC.
37 Afrontando en su tiempo el tema, dice S. Agustín: “¿Uno tiene un hijo? considere que Cristo es un segundo
hijo. ¿Tiene dos hijos? Considere a Cristo como tercer hijo. ¿Tiene diez? Considere a Cristo el decimoprimero y yo
aceptaría la undécima parte….” (Sermón 355, 4-5).
38 Cf. Mt 6,21; 13,44. CFMVD 80.
39 Cf. CIC 599.
40 Cf. PC 12, FC 16.
14
fecunda que se nos comunica por Cristo en nuestra naturaleza asumida por El y entregada al
Padre con la misma donación que hizo de sí mismo.
54. La castidad perfecta se convierte, en el Cuerpo de Cristo, en expresión visible de los
auténticos valores y de nuestro estado definitivo; la mejor prueba y el argumento más
convincente de que el Amor de Cristo basta y de que su Reino es lo único necesario41.
Consecuencias de la promesa de castidad perfecta
55.
La castidad bien vivida se convierte en un signo gozoso que interpela, inquieta y revela a
los otros que solo el Amor de Dios basta. Entre las consecuencias de la vivencia de la
castidad perfecta queremos destacar las siguientes:
1) La vivencia de un amor auténtico, fiel y sincero con todos los hermanos y hermanas,
evitando un amor posesivo y egoísta, evitando apegos que nos puedan descentrar del
verdadero amor. Implica un progresivo crecimiento en la madurez humana, espiritual,
psicológica y afectiva, una gratificante conquista de la libertad interior con la continua
revisión del propio amor pues solo quien se posee a sí mismo se puede dar
auténticamente a los otros.
2) El amor a Dios nos lleva a amar a sus hijo/as como hermano/as, por eso la castidad
nunca encierra a la persona en sí misma, al contrario abre a la relación, al amor a los
más próximos, amar con todo el corazón. La castidad crea la comunión, relaciones de
amistad nuevas, profundas. La vivencia de la castidad perfecta nos lleva a poder
capacitarnos como expertos en comunión, y por ello, capaces de construir ambientes
fraternos en la familia, trabajo, apostolado. El consagrado no es una persona solitaria o
una persona que se evade del mundo. La integración de corazón y la vivencia esforzada
de la castidad produce como fruto la libertad de espíritu para amar sin acepción de
personas desde el amor desinteresado, gratuito y universal de Jesús. De otra parte, la
opción de una vida célibe conduce a una mayor disponibilidad y sensibilidad para Dios y
para los otros.
3) Los LMCS pondrán especial cuidado en mantener una pureza de corazón y limpieza total
de vida, fiados en la ayuda de Dios a través de la oración y practicando una sana
ascesis, que les ayude a vivir el don de la castidad en el amor, evitando vivir en el temor
o, por el contrario en una ingenuidad poco evangélica. Asimismo, la castidad se podrá
custodiar más seguramente si en su vivencia familiar y comunitaria se esfuerza por crear
un clima donde reine un verdadero amor fraterno, un ambiente de confianza, de
transparencia y de ayuda mutua42.
4) La relación con Dios en la que el Amor está en el centro ayuda a integrar los procesos de
la persona y se manifiesta en una forma de vida concreta: modo de vestir 43 , hablar,
proyectos, modo de afrontar las necesidades físicas /psicológicas, el estilo de amor,
etc.44.
5) Uno de los frutos de la vivencia madura de la castidad es la capacidad de despliegue del
corazón según el amor de Dios, y por tanto capacidad de establecer lazos de amistad.
Esta amistad que establecen los LMCs se caracteriza por ser abierta, no movida de un
amor posesivo o egoísta; mantiene una disponibilidad total, frente al sumo bien que es
Dios. Estando dispuesto a renunciar a ese trato si me quita disponibilidad para hacer la
voluntad de Dios. Es un amor mutuo y personal que impulsa a amar a los demás con el
mismo amor de Jesús, y esto conduce a la ayuda en el crecimiento en el amor y servicio
a los demás. Las manifestaciones externas de aprecio en esta sana amistad en Cristo no
41
Cf. CFMVD 81.
Cf. PC 12; can. 666; CFMVD 82.
43 En cuanto a la consagración y, en concreto la forma de vestir, el LMC hará un uso de los medios materiales
diverso de los Misioneros/as; procurará vestir con sencillez y discreción, con gusto pero con modestia, siendo signo
del evangelio y sabiéndose adecuar a las situaciones en las que Dios le llama para vivir su consagración laical.
44 José C.R. García Paredes, “El pudor es como el sacramento del celibato espiritual y se expresa en la nobleza
del cuerpo” (J.C.R. García Paredes, Teología de la Vida Religiosa, Madrid 2002, 493).
42
15
conducen a exclusivismos que empobrecen o llevan en sí un fondo de egoísmo. Las
marcas de su autenticidad y eficacia evangelizadora son la alegría, la apertura, la
sencillez exenta de repliegues y complicaciones, la sobriedad, la prudencia activa, la
ternura y firmeza de modales en la relación y trato con los otros.
4.2.3 La obediencia
56.
La obediencia a Dios significa un abandono activo en las manos de Aquel que sabe lo que
es mejor para cada uno de nosotros. Profesando la promesa de obediencia el LMC desea
hacer solamente el querer del Padre, para ser miembro vivo y vivificante del Cuerpo de
Cristo, para tener entre nosotros los mismos sentimientos de Jesús, hecho por nosotros
obediente hasta la muerte45. Imitando a Jesús, los LMCs viven la obediencia para reproducirlo
con mayor fidelidad en la actitud fundamental de su encarnación, vida y muerte, quien
"siendo Hijo, con lo que padeció, experimentó la obediencia y llegando a la perfección, se
convirtió en causa de salvación eterna para todos cuantos le obedecen" 46. Nos dio por la
obediencia la mayor prueba de amor al Padre y a los hombres y mujeres47. Por la obediencia,
podrán convivir y proclamar, a través de toda su vida, el FIAT corredentor de María48. La
obediencia constituirá una vivencia profunda y la expresión más genuina de nuestro amor al
Cristo total, Cabeza y miembros.
57.
Los LMCS al vivir la obediencia con promesa se elevan en medio del pueblo de Dios como
signos proféticos para ser testimonios de humildad en la aceptación de la mediación eclesial y
la sabiduría divina que obra también a través de mediaciones. Les constituye, además, en
testimonio de cómo la obediencia cuidadosa a Dios es garantía de auténtico desarrollo de la
persona humana en su propia originalidad; son, también, un aporte testimonial de respeto y
cumplimiento de las leyes civiles y eclesiásticas en un modo responsable y activo.
58.
La obediencia, exterior e interior, activa y responsable, no es simple cumplimiento, sino la
concreción de la ejecución de la voluntad creadora de Dios. Es la conciliación de la plena
responsabilidad y creatividad personal con una total dependencia real al plan de Dios, hasta
en los mínimos detalles, como exigencia del amor verdadero y total consagración secular.
Consecuencias de la promesa de obediencia
59.
Entre las consecuencias de una obediencia plena detallamos las siguientes.
1) El abandono activo en las manos de Dios, como María, para dejar que el plan de Dios se
cumpla en nuestras vidas.
2) La inversión amorosa de la mente el corazón y las fuerzas en la realización de la
voluntad de Dios nuestro Padre, que nos llevará más allá de los propios proyectos,
cálculos, miedos, gustos intereses personales, etc.
3) La disponibilidad y apertura total al Espíritu Santo, que nos habla a través de los
acontecimientos y personas, y se revela de forma singular en las exigencias del día al día.
Disponibilidad, que se traduce en la colaboración, de acuerdo con la situación personal de
cada uno en la misión Verbum Dei con claridad en su expresión. La obediencia al
responsable local49 de acuerdo con el llamamiento específico de Dios, a una consagración
vivida en el mundo desde el compromiso con la Familia Misionera Verbum Dei y
observando el Reglamento y normativas internas de los LMCs. El LMC se compromete a
vivir de corazón una obediencia activa y responsable, en un clima dialogal, que suscite la
creatividad de la persona, y ésta crezca con libertad y madurez en su compromiso.
45
Cf. Flp 2,8.
Hb 5,8-9.
47 CFMVD 85.
48 Cf. Lc 1,38; CFMVD 86.
49 El Responsable local o el delegado de este será una persona elegida como punto de referencia para la vivencia
de la promesa de la obediencia. En los casos de haber una sola Rama en una ciudad es elegido por su Responsable
General de Rama. En las ciudades donde haya varias ramas, será un responsable o coordinador eclesial nombrado
por el Responsable eclesial de zona (responsable de Área donde no haya zona) o en su defecto por el Presidente.
46
16
4)
5)
6)
7)
8)
9)
Atendiendo a las diferentes situaciones, la promesa de obediencia llevará a los LMCs a
aceptar la misión que se les confíe, a dejarla si se les pide y a orientar su vida en todo
momento según el carisma específico Verbum Dei50.
En el caso de un traslado de residencia por motivos laborales o económicos, el LMC
tomará las decisiones con la autonomía propia de los laicos. En casos excepcionales, por
motivos pastorales o de colaboración en alguna necesidad general de la Fraternidad o de
la FAMVD, se le podrá proponer a un LMC la posibilidad de trasladarse a otro lugar,
perteneciendo a la persona la decisión final 51 . Cuando el LMC tiene que trasladar su
residencia, por los motivos que fuere, se vinculará a la comunidad local de misioneras o
misioneros más cercana a su nueva residencia.
En el plano familiar, laboral y otros campos seculares, el LMC gozará de una gran
autonomía, mientras que en el plano apostólico y carismático o cuando las opciones
impliquen seriamente la consagración, la obediencia habrá de ser mucho más delicada y
explicita.
Cada uno de los LMCs de la FAMVD en virtud de promesa de obediencia está obligado a
obedecer al Sumo Pontífice, siguiendo fielmente sus directrices y del Magisterio de la
Iglesia, con una actitud filial y obediente en todas las circunstancias de su vida 52 . Así
mismo, responderá con una atención responsable y solicitud cordial a las necesidades y
requerimientos de la Iglesia local.
La obediencia, aún moviéndose en un plano espiritual y de fe, supone cuidar la salud y la
madurez psíquica, integrando los valores del Reino a los propios valores personales, para
adquirir entre otros comportamientos: entrega servicial, serenidad y optimismo en las
pruebas, esfuerzo y buena disposición para el diálogo, sentido del orden y la disciplina,
docilidad a las orientaciones de formadores o responsables de la comunidad local,
conjugada con la iniciativa propia y sin anular una espontánea originalidad para
conformar una auténtica obediencia activa.
Por último, la obediencia lleva consigo pequeñas y grandes opciones en la vida cotidiana
familiar, laboral, civil, en las que el LMC es testimonio en su actuar y en las razones que
da de su actuar.
5. EL AMOR FRATERNO Y
MISIONEROS CONSAGRADOS
60.
COMUNITARIEDAD
DE
LAS
LAICAS/OS
En todos los ámbitos de la sociedad los LMCs son llamados a ser verdaderos expertos en
comunión y a vivir la espiritualidad de comunión como testigos y artífices de aquel proyecto
de comunión que constituye la cima de la historia del hombre según Dios:
“Sólo dentro de la Iglesia como misterio de comunión se revela la “identidad” de los fieles
laicos, su original dignidad. Y sólo dentro de esta dignidad se pueden definir su vocación y
misión en la Iglesia y en el mundo”53.
61.
La vivencia del amor fraterno implica distintas formas de expresión para el LMC según
ámbitos de su vida cotidiana: amor fraterno vivido en la familia natural, en los ambientes
laborales, en la vivencia comunitaria de la FAMVD, en las relaciones con la Iglesia local, en un
espíritu de amor solidario universal:
50 Es importante considerar que la obediencia a Dios no nos sitúa en la opción de elegir entre una cosa buena y
una mala, sino en la elección de lo mejor de varias posibilidades todas ellas buenas. Por ello, la obediencia supone
un discernimiento delicado por parte de los responsables y una confianza ilimitada en las personas que obedecen. La
última garantía de la obediencia no es el acierto en la decisión sino en la confianza en Dios y la opción de obedecer.
51 En caso de traslado por un tiempo largo o indefinido, el Responsable Local anterior debe enviar copia de los
documentos relativos a las promesas de la persona así como un informe sumario al Responsable Local del nuevo
lugar de residencia. Del mismo modo, comunicará el traslado al Presidente de la Fraternidad. Si el traslado fuera por
un tiempo definido que no supere un año, la persona queda vinculada al Responsable Local del nuevo lugar de
residencia en las cosas más inmediatas, no perdiendo la vinculación con el Responsable Local de su lugar de origen.
52 Cf. CIC 590, § 2; CFMVD 90.
53 Chfl 8; cf. Chl 17.
17
62.
La propia familia será, para el LMC el primer ámbito de vivencia del amor fraterno,
constituyendo un compromiso y conformación con Cristo en su amor a los más próximos. El
LMC pondrá su empeño en que su familia, respetando siempre la apertura de cada uno, se
sienta y viva como una comunidad de vida y amor; se esforzará en que su familia vaya
configurando su fisonomía, según el dinamismo de la Palabra, hasta llegar a ser icono de
Cristo, manifestación de los misterios de la vida de Jesús en las realidades cotidianas o
extraordinarias de la vida54.
63.
Del amor consagrado a Cristo brota además, un gran amor a la Iglesia, participando de
sus inquietudes, de sus aspiraciones, de sus gozos y sufrimientos (sentire cum ecclesia). Este
amor a la Iglesia se manifestará en un amor filial y respeto de los pastores legítimos de la
Iglesia Universal y de la Iglesia Local. La vivencia plena de la vocación y la aplicación
apostólica desde el carisma Verbum Dei será la primera manifestación de la comunión con la
Iglesia diocesana55. La vivencia del amor fraterno que nace del corazón de Dios se abre a la
misión, haciéndose ella misma misión para los LMC56. Éstos son llamados a visualizar el ser
de la Iglesia sacramento de comunión, es decir, la unión íntima con Dios y de la unidad de
todo el género humano57.
64.
Los LMCs, por su peculiar y radical consagración, y por su especial dedicación a la misión
ocupan un lugar vital en la Familia Misionera Verbum Dei y en el movimiento apostólico
de la zona. Desde una preparación adecuada y siguiendo siempre las indicaciones del
Responsable local, colaboran en los itinerarios formativos de las otras agrupaciones de la
Familia Verbum Dei, pudiendo llegar a coordinar y colaborar en las distintas iniciativas
apostólicas, velando por la vivencia de los miembros de la Familia o las personas que se les
confían. Por su consagración peculiar, enraizada en un determinado lugar, ofrecen la
dimensión importante de la continuidad en las comunidades locales, donde los misioneros/as
de la FMVD pueden tener un carácter más itinerante. El LMC puede llegar a ser un
consistente puente entre la FMVD y los restantes miembros de la FAMVD, al igual que con la
Iglesia local y la sociedad concreta. Para un crecimiento en el sentido de pertenencia a la
FAMVD es importante que el LMC sea reconocido como LMC por la comunidad local, a no ser
que en un discernimiento con el responsable vea más oportuno una cierta discreción sobre
su llamada.
El LMC participa activamente en la vida de la Familia, en la vida espiritual, la liturgia, en la
misión y en la organización, sintiéndose constructor de la comunión misionera. Vive la misión,
desde este sentido de familia, al servicio de una comunidad local y universal, evitando una
actitud individualista, en un camino formativo en la que aprende a integrar la individualidad y
la necesidad de espacios personales del LMC y su dimensión de comunitariedad. Su identidad
y misión ha de insertase en un proyecto comunitario y en el movimiento amplio Verbum Dei.
Para este fin, será importante una formación continua en el diálogo, en el trabajo en equipo,
cimentando la vida en un fuerte sentido de esperanza, gratuidad, misericordia, sentido del
humor, aprendiendo a superar los conflictos sin dramatizar más de lo necesario.
65.
El sentido universal de familia es otra de las manifestaciones peculiares de la
consagración de los LMC que le lleva a una dedicación misionera al Cristo Total, buscando
siempre un amor creciente y una mayor eficacia en la propia vida según las categorías del
Evangelio. La apertura a la obra de Dios y el descubrir el amor de Dios Creador y Padre,
mueve, al LMC al asombro, respeto y agradecimiento por los bienes creados, a un uso
54 El LMC se educará en la capacidad para expresar el amor a la propia familia y aprender a evangelizar en
nuestra familia: sin descuidar los detalles con ellos y las expresiones normales de cariño o de presencia (cumpleaños,
celebraciones familiares importantes, navidad, situaciones de sufrimiento y de dolor, etc.); superando las situaciones
de contraposición de los lazos familiares y la vivencia de la fe y pertenencia a la comunidad de fe; aprendiendo a
respetar los procesos de los otros y saber esperar; situando el amor por encima de toda norma.
55 Cf. VC 48-50.
56 Cf. VC 46.
57 VC 51: La Iglesia encomienda a las comunidades de vida consagrada la particular tarea de fomentar la
espiritualidad de la comunión, ante todo en su interior y, además, en la comunidad eclesial misma y más allá aún de
sus confines, entablando o restableciendo constantemente el diálogo de la caridad, sobre todo allí donde el mundo
de hoy está desgarrado por el odio étnico o las locuras homicidas.
18
responsable de los recursos naturales y a una lucha por una distribución equitativa y
armónica de los mismos
66. El compromiso fraterno en la FAMVD y la llamada al amor fraterno no supone
obligatoriamente la necesidad de la vida en comunidad como para los miembros célibes de la
Fraternidad. Su estilo de vida ha de ser muy personalizado y discernido. Según el momento o
situación vital a la que Dios llama al LMC podrá expresar su vivencia fraterna en formas
diversas de comunitariedad: viviendo en el marco de su familia natural; pueden tener
experiencias esporádicas de vida comunitaria con la Fraternidad, sobre todo en los tiempos
iniciales de la vocación, pero quedando claro que son tiempos breves y esporádicos; en
experiencias comunitarias con otros LMCs previo discernimiento de los responsables y
garantizadas las condiciones necesarias para que la experiencia comunitaria pueda ser
constructiva de la vocación del LMC; en ocasiones la persona podrá vivir sola, reforzando los
lazos fraternos con la FAMVD y haciendo de esa experiencia una forma de desplegar
creativamente la capacidad misionera y de aprovechar bien el tiempo; cierta independencia
de la familia natural podrá ayudar a valorizar la opción de consagración del LMC.
6. LA FORMACIÓN DE LAS LAICAS/OS MISIONEROS CONSAGRADOS E
INCORPORACIÓN EN LA FAMVD
67.
La formación de los LMCs de la FAMVD tiene por finalidad la capacitación para poder
vivir su vocación específica y realizar la misión del Verbum Dei. La formación ofrece a los
LMCs un itinerario de crecimiento adecuado a la espiritualidad y misión que han de vivir, así
como al estado de vida y situaciones vitales en las que realizan esta misión; más que un
camino teórico es una experiencia vital de fe y de crecimiento en el seguimiento personal de
Cristo y de colaboración con Él en la misión cristiana.
6.1 Aspectos del camino formativo del LMC
68.
La formación comporta para la persona un crecimiento progresivo y sistemático,
integrando todas las dimensiones de la persona y de la vocación. Entre los elementos que
forman parte de este camino destacamos:
1) La formación de los LMCs ha de tener una dinámica propia adaptada a su realidad y
ritmo propio según la realidad concreta que vive el LMC, salvando que siempre ha de ser
una "formación integral, tanto espiritual y moral como científica y técnica" 58 . La
formación integra las dimensiones de la persona teniendo en cuenta su consagración
misionera: dimensiones humana, espiritual, intelectual, comunitaria, pastoral y
carismática. La formación debe, además, acompañar a la persona en las distintas etapas
de su vida según su edad, salud, momento espiritual, etc.
2) La capacitación para vivir su estado de laico consagrado y para asumir con madurez las
diferentes situaciones existenciales en las que Dios, a través de la vida y de las
relaciones de cada día, le sitúa. Con especial interés ha de acompañarse la dimensión
afectiva de los LMCs para vivir en plenitud la opción de la castidad perfecta, con las
concreciones que conlleva en el día a día, sobre todo, si la persona ha realizado su
opción desde una joven edad.
3) Aborda el ámbito laboral y familiar en el que el laico consagrado debe crecer responsable
y maduramente. Para algunos LMCs será importante también formarse y especializarse
cada vez más en el ámbito laboral o profesional, en modo de contribuir con trabajo a la
realización de la misión del VD y a la trasformación del mundo.
4) Posibilita al LMC para realizar la misión de manera cada vez más eficaz. Una vez que la
persona tiene las herramientas básicas para la realización de la vocación y misión del
Verbum Dei se podrá especializar en algún campo o dimensión más específica.
58
Cf. LM 9. 1.
19
69.
Para que la formación tenga solidez y produzca unidad interior, habrá de responder a un
proyecto de vida discernido y dialogado con el Responsable Local o quien él delegue,
encuadrado en una comunidad local y acompañada adecuadamente de forma personal o en
grupo. Este proyecto permitirá integrar la formación general de la Familia y la formación
específica del LMC, la formación en el Verbum Dei y formación complementaria recibida en
otros ámbitos, los momentos comunes y los momentos personales.
6.2 Etapas de la formación del LMC
70. La formación abarca toda la vida de los LMCs y se concreta en varias etapas:
1) Formación en la FAMVD: comprende todas las actividades formativas en el seno de la
FAMVD desde que la persona inicia su camino de fe en el Verbum Dei hasta que
manifiesta el deseo de realizar esta peculiar consagración. Cuando la persona
manifiesta su deseo de responder a esta vocación específica, necesitará una formación
adecuada, sin renunciar por ello a seguir un camino de formación complementario con
el resto de la Familia. Su formación como LMC tendrá siempre la FAMVD como marco
habitual de crecimiento.
2) Formación inicial: comprende el trienio preparatorio antes de las primeras promesas, la
formación teológica y la formación adecuada para que la persona pueda llegar a un
compromiso definitivo. Junto a la escuela de apóstoles o la formación general que
recibe en el marco de la FAMVD local se podrán organizar cursillos especiales, en la
propia comunidad o en una zona más amplia que pueda dar a los LMCs los elementos
específicos de formación necesarios a su opción de vida.
3) Formación permanente: toda la vida del discípulo de Jesús requiere un camino de
crecimiento humano y espiritual, maduración en la consagración y especialización para
la misión. Por ello, ha de tener una conciencia de ser peregrino en la fe y en el amor,
y, en forma consecuente, procurar espacios y tiempos reales para formarse a lo largo
de toda su vida.
6.3 El equipo formador, los medios de formación, los contenidos
71. El Responsable Local o el delegado nombrado para este fin orientará la formación de los
LMCs del lugar de una manera sistemática, gradual y progresiva. Para esta tarea podrá
contar con el apoyo de otros miembros de la Comunidad local o de otras comunidades
vecinas, respondiendo cada uno a los ámbitos formativos que el Responsable considere más
oportunos. Así mismo, el Responsable o un delegado podrá orientar a los LMCs a otras
entidades eclesiales o culturales que puedan completar alguna de las dimensiones
formativas. Al inicio del año apostólico, el Responsable se reunirá con los LMCs de una ciudad
para orientar la formación de ese año y al final del mismo evaluarán el itinerario formativo,
considerando el crecimiento y déficits en cada una de las dimensiones formativas. Un equipo
internacional de LMCs podrá ofrecer unas orientaciones o directrices que iluminen el camino
de la formación permanente, así como una Ratio formationis que guíe la formación de una
manera armónica, unificada y discernida.
72.
Un equipo internacional de LMCs, coordinados por la FMVD, podrá ofrecer unas
orientaciones o directrices que iluminen el camino de la formación permanente, así, como
una Ratio formationis que guíe la formación de una manera armónica, unificada y discernida.
73.
Los LMCs han de poder compaginar y aprovechar bien la formación propia de la FAMVD y
su formación específica. Los medios propios del carisma y misión Verbum Dei que pueden
ayudar al LMC son: oración, retiros semanales, examen de la noche, ejercicios espirituales,
revisión de vida, escuelas de apóstoles, y otros medios habituales que de por sí, son ya
espacios formativos. Al mismo tiempo, es importante que el LMC pueda participar en cursillos
específicos sobre su vocación u otros cursos de teología, ciencias religiosas, u otros temas
que puedan ser de interés.
74. En cuanto a los contenidos es importante tener una conciencia sistemática del significado
de la formación y ofrecer una formación progresiva y completa. Las tres grandes áreas a las
20
que hay que responder son: formación como laicos, como consagrados y como miembros de
la FAMVD. En cada etapa, la persona ha de crecer integralmente en todas las dimensiones,
equilibrando una formación teórica y una dimensión práctica o existencial; ambas han de ir a
la par, pues el fin de la formación es la vida, pero al mismo tiempo la teoría capacita para
poder dar razón de la vocación que se vive.
6.4 La admisión de los LMCs
75. La vinculación de los LMCs se realizará en el marco de la comunidad local de la
Fraternidad que ha acompañado su proceso, sea de la rama que sea. Después de un camino
gradual de discernimiento y el trienio preparatorio, formalizará su vínculo a la FAMVD a través
de unas promesas renovables anualmente en una celebración litúrgica.
76.
El candidato para la llamada a ser LMC debe haber cumplido 25 años y presentará su
solicitud por escrito al Responsable Local. Éste, si considera que la persona puede llegar a
vivir esta forma de consagración, la aceptará para un tiempo de discernimiento y prueba de
tres años (“trienio preparatorio de los LMC”), informando de ello al Presidente de la
Fraternidad. Durante el tiempo preparatorio, el LMC se esforzará en vivir según el espíritu y
normativa del Reglamento de los LMCs. Algunos requisitos o condiciones para poder ser
acogidos a esta forma de vida en la FAMVD son:
1) Experiencia de haber desplegado el carisma dentro del movimiento, de acogida de la
llamada de Dios y un deseo de responder libremente esta llamada. Deben haber
realizado un camino apostólico y de conocimiento de la FAMVD no inferior a dos años
2) Opción por hacer del Evangelio su norma de vida y deseo de vivirlo con la radicalidad
propia de la consagración a través de la vivencia de los consejos evangélicos. Deseo de
una consagración total a Dios desde la vivencia secular y la capacidad de vivir esta forma
de consagración de una forma estable.
3) La capacidad de oración, de apertura y coherencia de vida en los aspectos
fundamentales de la vida cristiana y de la vocación.
4) Identificación profunda como Verbum Dei, sentido de pertenencia y compromiso con la
Familia Misionera Verbum Dei.
5) Dedicación a la finalidad y misión específica del Verbum Dei, con una disponibilidad y
compromiso propio de su llamada.
6) Capacidad y disponibilidad para trabajar con cualquiera de las Ramas de la Fraternidad y
vinculación referenciada al Responsable Local de la ciudad en la que vive o con un
delegado suyo.
7) Capacidad económica de autoabastecimiento o solvencia económica fruto de una
inserción laboral adecuada a su consagración59.
8) Estudios suficientes para realizar el ministerio de la Palabra en cualquiera de sus formas:
catequesis, predicación, acompañamiento espiritual, etc.
9) Presentar un informe de salud física y psíquica, para ayudar al discernimiento sobre la
conveniencia de una consagración de este tipo60.
77.
Al terminar el trienio, la persona que desee consagrarse, presentará su solicitud escrita al
Presidente de la Fraternidad, el cual, habiendo escuchado el parecer del Responsable Local,
tendrá la facultad de aceptarla. Los Responsables generales participan de esta aceptación
pudiendo enviar un dictamen y recibiendo información posterior de la admisión. Los
Responsables Generales recibirán información sobre la marcha general de los LMCs en modo
que puedan tener en cuenta la realidad concreta de los LMCs en la comunidad local a la hora
59 Tanto la forma de vida habitual como el trabajo son puntos importantes en el discernimiento que la persona
hace en diálogo con los responsables locales.
60 Se considera que serán muy pocas las situaciones de enfermedad física que impliquen la imposibilidad de la
consagración laical, sin embargo, el informe médico ayudará tomar conciencia a los responsables de la situación
física del candidato a la consagración para poderle ofrecer un acompañamiento espiritual que cuide la dimensión
física y psíquica siempre adecuado a su situación vital.
21
de nombrar responsables locales de su Rama o de enviar miembros a una determinada
comunidad local.
78. Las primeras promesas se harán en una ceremonia litúrgica adecuada dejando
constancias escrita con la fórmula de la consagración firmada por el LMC y por el
Responsable Local. El original será guardado en el archivo local, enviándose copia a la
Secretaría General de la Fraternidad.
79.
La renovación de las promesas se realizará de forma anual, en la fecha convenida con los
responsables y en una celebración de carácter sencillo y discreto. Las promesas son recibidas
por el Responsable Local, en nombre del Presidente de la Fraternidad. La renovación se
firmará en un formulario propio publicado por la Secretaria General de la Fraternidad, que
será guardado en el archivo de la comunidad local enviando una copia a la Secretaría
General.
80. Después de un tiempo entre siete y diez años de emitir las primeras promesas61, en el que
la persona ha renovado sus promesas y ha vivido de una manera estable, podrá solicitar por
escrito al Presidente la aceptación a un modo de consagración permanente como LMC en la
FaMVD. Posterior a este compromiso la renovación será personal, y con los demás
consagrados de la Iglesia renovarán su consagración en el día de la Vida Consagrada (2 de
febrero, la Presentación).
6.5 El compromiso de vida
81.
Los compromisos básicos que la persona asume se basan en las promesas de pobreza,
castidad y obediencia, y en la llamada a participar en el carisma y misión Verbum Dei, así
como del sentido de pertenencia estable a la Familia Verbum Dei. En diálogo obediente con
el Responsable Local, el LMC se compromete por su consagración a los siguientes puntos:
1) Vida espiritual: ritmo de oración personal y comunitario asiduo, retiros, participación
regular en los sacramentos, ejercicios espirituales cada año, revisión de vida.
2) El testimonio de vida propio de una persona consagrada con los compromisos propios de
la práctica de los consejos evangélicos.
3) Participación activa en la vida y en el apostolado de la Familia Verbum Dei: encuentros
fraternos, revisión de vida, trabajos pastorales, guía de Escuelas de la Palabra y Escuela
de Apóstoles, la creación de núcleos de vida evangélica y evangelizadora, y otras
actividades y tareas según sus talentos y llamada personal.
4) Formación: participación activa en Escuela de Apóstoles, formación permanente y
cursillos adecuados para crecer como personas, como laicos, como consagrados y en el
carisma Verbum Dei.
5) Colaboración en la edificación de la FAMVD así como en el apoyo de la organización
logística que implica la misión de la FAMVD.
82.
La Fraternidad Misionera, a modo de motor o de fermento, se compromete con la FAMVD
a potenciar la consagración a Dios de cada uno de sus miembros. Los responsables locales
de la FMVD o sus delegados tendrán siempre una gran atención a la situación particular de
cada uno, a sus talentos y a la disponibilidad real de que dispone por su situación en medio
del mundo. El compromiso de la FMVD para con los LMCs se concreta en los siguientes
medios:
1) Disponibilidad de los miembros de la Fraternidad para el acompañamiento espiritual y la
revisión de vida con los Laicos Misioneros Consagrados62.
2) Dirección de ejercicios espirituales y retiros desde el carisma Verbum Dei y aptos para la
realidad de los Laicos Misioneros Consagrados.
61 El tiempo podrá varias según el proceso de maduración de la personas, tomando en cuenta la edad en la que
la persona ha iniciado su formación inicial y su situación vital.
62 Queda abierta la posibilidad de que la persona sea acompañada espiritualmente por un miembro de la
Fraternidad que no pertenezca a la comunidad local de referencia. En tal caso, ese miembro de la Fraternidad
aceptará llevar a cabo ese acompañamiento sólo, con el consentimiento del Responsable Local de la comunidad de
referencia.
22
Formación permanente en los diversos ámbitos específicos para esta forma de
consagración: humano, espiritual, teológico, pastoral, comunitaria y carismática. Así
mismo se compromete a orientar la formación que los LMCs precisan en otros campos,
como el laboral.
4) Ayuda para el Ministerio de la Palabra y apoyo pastoral práctico en las actividades que la
persona realiza según sus posibilidades.
5) Posibilidad de periodos de convivencia en comunidad, si la persona así lo desea y si el
Responsable Local lo considera oportuno.
3)
7. LA COORDINACIÓN DE LAS LAICAS/OS MISIONEROS CONSAGRADOS
7.1 La coordinación local de los LMCs
83. La coordinación eclesial ordinaria de la FAMVD se realizará en las comunidades locales. El
Responsable eclesial o de Rama de la Fraternidad en una comunidad local apostólica será
quien coordine de forma ordinaria los distintos grupos que componen la FAMVD en ese lugar,
y por tanto también los LMCs. El Responsable local de una ciudad ejerce, por tanto, la
responsabilidad sobre los LMCs de una determinada ciudad o lugar. En las ciudades donde
haya varias ramas, será un responsable o coordinador eclesial nombrado por el Responsable
eclesial de la instancia intermedia correspondiente o en su defecto por el Presidente.
84.
Al inicio del año los LMCs, junto al Responsable local, programarán la vivencia del año
teniendo en cuenta la vida espiritual, vida fraterna, objetivos en la consagración, formación,
proyección apostólica, servicios comunitarios y estructuración. Esta programación ha de tener
muy en cuenta la integración con el proyecto global de la FAMVD, evitando formar un grupo
cerrado en sí mismo o paralelo a la vida de la FAMVD del lugar.
7.2 La coordinación internacional de los LMC
85.
La agrupación de LMCs se constituye como una asociación de la FAMVD unida por el
mismo espíritu y misión Verbum Dei en una misma vocación. Sus estatutos son aprobados
por el Congreso Ordinario de la Fraternidad. El Presidente de la FMVD es a su vez el
Presidente de la Familia Misionera Verbum Dei y por tanto la autoridad máxima para cada
una de las agrupaciones de la Familia. Esta autoridad la ejercerá en corresponsabilidad de la
Junta General de la Fraternidad y con las personas designadas como responsables en cada
una de las asociaciones de la Familia.
86.
Para cuestiones que precisen de coordinación internacional el Presidente con la Junta
General determinarán la forma y/o personas más adecuadas de responder, respetando
siempre el ámbito local.
7.3 Desvinculación de los LMCs
87. La persona que, por los motivos que fueren, y después de un serio discernimiento en
oración y diálogo con los Responsables, considera que debe cesar su compromiso, presentará
su petición por escrito al Responsable local y posteriormente presentará por escrito al
Presidente de la Fraternidad Misionera Verbum Dei para obtener la dispensa de las promesas
el Presidente concederá la dispensa de las promesas. Si la persona toma tal decisión en el
momento de renovar las promesas, basta informar al Responsable local de su decisión,
exponiendo sus motivos como en el caso anterior e informando el Responsable al Presidente.
Su renuncia quedará archivada en la secretaría general de la Fraternidad.
88.
En el caso de incumplimiento grave de este Reglamento o de los principios básicos que
rigen un tipo de vínculo como éste, el Presidente, con el consentimiento de la Junta General,
puede declarar la cesación definitiva del vínculo.
89.
Puesto que el LMC no adquiere ningún compromiso económico estable y reglamentado
jurídicamente, no queda obligado con ningún vínculo en caso de abandono de la
23
consagración laical, y al mismo tiempo, la FAMVD tampoco queda vinculada de obligación
económica alguna con la persona, salvo la que dicta la caridad cristiana y fraterna en caso
que la persona se encuentre en caso de necesidad.
90.
Cuando una persona que haya cesado su vínculo por decisión personal, lo desee retomar,
es necesario el consentimiento de la Junta General que decidirá también sobre la necesidad
de volver a realizar el trienio preparatorio o un tiempo de actualización adecuado.
8. FORMULA PARA LAS PROMESAS DE CONSAGRACIÓN
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo………………………………………………………, por
manos de mi Madre, la Virgen María, me consagro a Ti, con todo mi ser, como Laico Misionero
Consagrado de la Familia Misionera Verbum Dei.
Siguiendo el carisma específico Verbum Dei, con el lema de los primeros discípulos de Jesús:
“Oración y ministerio de la Palabra” y el espíritu de la primera comunidad cristiana, quiero
concretar y centrar mi vida y misión en la Palabra de Dios: Orar la Palabra, asimilándola hasta
hacerla vida propia, transformándome en ella, y enseñándola así a los demás, para que la
oren, la vivan y la enseñen vivencialmente a otros.
Movido por la responsabilidad cristiana y misionera de conocer y dar a conocer a Jesús, solución
única y definitiva de toda la problemática de la humanidad, quiero que mi norma de vida y
actividad no sea otra que el evangelio de Jesús, principio de toda vida. Lo que El hizo y enseñó
será mi único Camino, Verdad y Vida. Quiero vivir el evangelio y convivirlo, participar de él y
compartirlo y llegar a la más íntima unión con Jesús y comunión con los hermanos.
Quiero responder con humildad y presteza a la insistente llamada de la Iglesia a la propagación
de la fe, su crecimiento y consolidación en el mayor número de personas a mi alcance. Buscaré
la mayor eficacia en el anuncio y propagación del Reino en mi vida familiar, social y laboral a
través de la oración, el ministerio de la Palabra y un testimonio de vida evangélica.
A fin de poder convivir y anunciar el Reino, con una pureza total de corazón y libertad de
espíritu, para repetir en mi vida el amor universal, desinteresado y sacrificado de Jesús, libre y
voluntariamente, hago profesión por un año, de las promesas de pobreza, castidad y
obediencia.
Me comprometo a seguir formándome según mi estado vida, como laico misionero consagrado
en la Familia Misionera Verbum Dei. Quiero concretar y hacer efectiva mi consagración a Ti, mi
Dios, mi seguimiento fiel a Jesús y mi obediencia total, activa y responsable al Espíritu Santo,
en la persona del Responsable Local, o de los Responsables delegados por el Presidente de la
Fraternidad Misionera Verbum Dei.
Pido a todos los hermanos y hermanas de la Familia Misionera Verbum Dei que me ayuden,
como yo me comprometo a ayudarles, a formarnos y capacitarnos más y más para desempeñar
fielmente la misión de predicar el evangelio de Jesús.
Acompáñame María, con tu entrañable amor de Madre, para que mi consagración a la Palabra
Viva de Dios y predicación de la misma, sea propagación continua de la Vida de Dios por
generaciones. Así sea.
Firma del Responsable Local ………………………………. Firma del/la LMC…………………………………
Lugar y país……….………………
Fecha……………… Comunidad local FMVD ………………..…
24
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