consideraciones en torno a la organización y vertebración del

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I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA ORGANIZACIÓN Y
VERTEBRACIÓN DEL TERRITORIO ANDALUZ.
Jesús Arias Abellán
UNIVERSIDAD DE GRANADA.
Tras la aprobación de la Constitución Española quedaron definidos los distintos ámbitos regionales
que conforman el denominado mapa autonómico. Se trata de una realidad que trasciende lo político
para invadir la existencia nacional de forma global. Como quedó demostrado en todo el proceso de
formación del Estado de las Autonomías, la regionalización de España presenta una fuerte carga tanto
política como afectiva; siempre había sucedido igual en los distintos intentos históricos de regionalizar
España. Hoy, sin embargo, puede abordarse este tema con la tranquilidad de que existe un alto nivel de
aceptación de la realidad que surge de la Constitución, sobre todo al no cuestionar ni enjuiciar las
distintas vías utilizadas para alcanzar cotas de autogobierno.
En este estado actual de cosas, Andalucía aparece como una unidad regional, Comunidad Autónoma,
compuesta por las provincias (división administrativa subregional en la mayor parte de las comunidades
autónomas) de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla, coincidente con la
división provincial y regional que realiza Javier de Burgos en 1.833 y que surge por unión de los viejos
Reinos de Córdoba, Granada, Jaén y Sevilla.
Sin embargo, su organización actual presenta una serie de problemas, puestos de manifiesto en las
distintas regionalizaciones que se han hecho de este ámbito territorial, que pueden estar en la base de
ciertas disfuncionalidades en la organización y vertebración del territorio andaluz en su historia reciente.
Veamos algunas de las aproximaciones que, desde distintos ámbitos científicos, se han realizado a este
hecho regional.
1.- Regionalizaciones Geográficas.
Desde este punto de vista y a partir de una triple criteriología natural, historico-geográfica y funcional,
no resulta sencillo encontrar una Andalucía única como ámbito regional.
La utilización de criterios naturales, fundamentalmente de tipo geológico, en la regionalización de
España dará lugar a las primeras divisiones territoriales desde un punto de vista geográfico; desde esta
óptica cabe destacar la que realiza Dantin Cereceda en 1.942. En ella se van a utilizar criterios
estrictamente naturales (geológicos, morfológicos, topográficos, climáticos, biológicos) siendo el
primero “por excelencia el director en cuanto que de él dependen morfología y ecología de la región”. A
partir de ellos no distinguen la existencia de Andalucía como región natural, sino que establecen la
existencia de tres regiones naturales en el Sur peninsular: - Región Mariánica (coincidente con Sierra
Morena y zonas sur de Badajoz y Ciudad Real). - Región Bética (Valle del Guadalquivir). - Región
Penibética (coincidente con el viejo reino de Granada).
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En los años sesenta, el profesor Vila Valenti, presenta otra regionalización de España a partir de criterios
naturales y no define una única región andaluza; distingue una clara región natural en el valle del
Guadalquivir, divide Sierra Morena entre la Meseta Meridional y la región extremeña, sitúa a Almería en
la región oriental y dibuja una región montañosa o Penibética.
En ambos casos encontramos, al menos, tres ámbitos bien diferenciados: Sierra Morena, Valle del
Guadalquivir y Sierras Penibéticas.
La división regional partiendo de criterios estrictamente naturales parece insuficiente; no se puede
considerar que el medio físico sea el único factor a tener en cuenta en la regionalización, pues los hechos
humanos, económicos, sociales, etc. juegan un papel de primer orden si no protagonista. No vamos a
volver sobre la validez de la región natural que ya hemos abordado anteriomente. Solamente constatar
una primera conclusión parcial: desde la utilización de criterios naturales que dan lugar a regiones
naturales, resulta difícil afirmar que Andalucía constituya una región.
La región natural pronto es sustituida como ámbito de delimitación territorial y análisis por la región
geográfica, lo que significa una ampliación en los criterios de regionalización a tener en cuenta y, sobre
todo, un cambio en la fijación de prioridades: es el hombre y los fenómenos humanos los que definen la
región geográfica.
Desde esta perspectiva, la de dibujar regiones geográficas, la división territorial de España y, por tanto,
la consideración de la Andalucía autonómica e histórica como región, cambia en relación con las
divisiones a partir de criterios exclusivamente naturales. Se persigue encontrar y delimitar regiones que
tengan un carácter global, sintético, para lo que se tendrán en cuenta criterios naturales, humanos e
históricos fundamentalmente. Veamos algunos ejemplos.
El profesor Solé Sabaris realiza una regionalización de España en 1.968. En ella se parten de criterios
fisiográficos y humanos para dibujar “grandes conjuntos regionales” dentro de los cuales aparecen “
regiones geográficas” que se establecen a partir de un criterio “un tanto ecléctico”. Se utilizan como
territorio de base las “regiones históricas tradicionales”, modificadas cuando “no hay acuerdo con la
realidad geográfica” si bien, dice Solé, “las divisiones históricas tradicionales corresponden a verdaderas
regiones geográficas” en líneas generales. En este contexto, Andalucía aparece como una unidad regional
perfectamente definida, coincidente con la Andalucía histórica y autonómica. Es de destacar en esta
regionalización de Solé la casi absoluta
coincidencia con la que ha definido el mapa autonómico de la Constitución (salvo Cantabria y Madrid).
En el mismo sentido Vilá Valentí en 1968, partiendo de criterios físicos, sociales y conómicos, y
señalando el peso de las regiones históricas, realiza una división en dos grandes conjuntos. Tierras
interiores y Tierras periféricas, y dentro de estas últimas distingue las “tierras andaluzas” que
constituyen “la mayor región periférica española”,
de acusada personalidad histórica, social y económica. Es decir, señala la existencia de una región
andaluza.
Andalucía aparece considerada como una “macroregión” en el Atlas de Términos Municipales que
realiza el Instituto de Geografía Aplicada en 1.969 y que dirige el Profesor Casas Torres. En el mismo
sentido, el mismo autor presenta, en 1.980, a Andalucía como una unidad regional a partir de criterios
históricos, que dan lugar a “regiones vivas” siendo estas últimas “regiones urbanas” que “en España
coinciden siempre con regiones históricas”. Criterios de homogeneidad y funcionalidad coincidentes, por
tanto. Andalucía queda definida como una “región histórica con tradición autonómica” en la que es
dudosa la existencia de una sola capitalidad regional. Por último, Huetz de Lemps en 1.976, considera la
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existencia de una región andaluza, si bien no respeta los límites históricos y autonómicos al incluir en
ella parte de Badajoz y Ciudad Real.
En conjunto, las más importantes regionalizaciones geográficas de España sólo consideran Andalucía
como una región cuando la delimitación se establece desde la consideración de “regiones geográficas”
globales o sintéticas, definidas por su homogeneidad, y se utiliza como criterio básico el histórico; por el
contrario cuando se trata de señalar las regiones naturales, ya desde criterios prioritarios de relieve o de
clima, Andalucía no tiene la consideración de región con los límites hoy reconocidos.
2.- Regionalizaciones Administrativas.
La variedad de resultados a los que se llega al realizar regionalizaciones de tipo geográfico a partir de
criterios de homogeneidad, ya sea utilizando como elementos prioritarios en la delimitación factores
naturales o humanos, se vuelve a repetir cuando la regionalización se realiza como marco de utilización
administrativa y política o desde otras vertientes institucionales de nuestra sociedad. La finalidad
nuevamente instrumental de estas regionalizaciones conlleva el que se utilicen una muy limitada gama
de factores a la hora de realizar las divisiones. Se parte de límites administrativos y políticos ya
establecidos para conseguir unidades de mayor rango espacial que se acoplen a los fines específicos de
los organismos que los realizan. Se trata, por tanto, de una regionalización que parte de criterios, mejor
de un sólo criterio en cada caso, de homogeneidad, y que tiene como resultante un diseño que provoca
una importante gama de contradicciones y obstáculos para una actuación de tipo global.
Andalucía como hecho regional prácticamente no va a ser contemplada en estas divisiones,
produciendose una compartimentación muy fuerte en ámbitos territoriales internos. Quizás sean las
regionalizaciones de tipo político-administrativo global, es decir las realizadas por el Gobierno central,
las únicas que consideran Andalucía como una región única.
Tanto la regionalización que realiza Javier de Burgos en 1.833 como la que se plasma en la Constitución
Española, consideran Andalucía como una unidad regional. Por el contrario la que efectúa Patricio de
Escosura en 1.847 contempla una región andaluza que sólo incorpora las provincias de Sevilla, Cádiz,
Córdoba y Huelva, asignándole a la región de Granada, las cuatro restantes provincias andaluzas. Se
plasma así, en las regionalizaciones político administrativas de Javier de Burgos y de Patricio de
Escosura, una doble concepción del hecho regional andaluz que se mantendrá en sucesivas
divisiones administrativas: la existencia de una única Andalucía, o la existencia de dos Andalucías, la
Occidental y la Oriental, que rompe con la acumulación de los cuatro reinos históricos que conformaban
lo que hoy es Andalucía. Las divisiones en Regiones militares, Regiones judiciales y las clásicas
Regiones universitarias, contemplan la existencia de dos ámbitos territoriales diferenciados con cuatro
provincias cada uno, nucleados en torno a Sevilla y Granada: Regiones militares II y IX, Audiencias
Territoriales de Sevilla y Granada, y distritos universitarios de Sevilla y Granada, divisiones no
operativas en la actualidad.
Otro tanto puede decirse de la regionalización que efectúa el Ministerio de Agricultura y la que se
contempla en el Plan Nacional de Urbanismo de 1.964, en los que se produce una división coincidente
con las anteriores, denominadas específicamente Andalucía Occidental y Andalucía Oriental,
denominación que si bien lleva implícita la existencia de una Andalucía, para dar operatividad a los fines
que persiguen, la subdividen en dos: Sevilla, Cádiz, Huelva y Córdoba por un lado y Granada, Málaga,
Almería y Jaén por otro.
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Todas estas regionalizaciones que pretenden conseguir áreas homogéneas para la práctica políticoadministrativa, respetan los límites de las unidades básicas provinciales y rompen con cualquier división
de tipo natural.
Se podría considerar que se trata de divisiones territoriales que no son especialmente importantes y que
no deben ser consideradas como regionalizaciones en un sentido global del término, sin embargo lo
cierto es que han producido unas delimitaciones en cuanto a las actuaciones sectoriales que han
determinado la organización y vertebración del territorio andaluz.
Cuando se intentan regionalizaciones mas globales, desde una perspectiva Económica o de Desarrollo
Regional se vuelven a producir resultados de un signo similar a los anteriores.
3.- Regionalizaciones Económicas.
Las propuestas de regionalización realizadas desde la la Economían pretenden en su conjunto sentar las
bases para la aplicación de una política de desarrollo regional en España. Se trata, por tanto, de
delimitaciones que, independientemente de los criterios que se utilicen para establecerlos, dibujan
regiones de planificación. Se va a partir de un concepto de región mas globalizador que el de las regiones
naturales o las regiones administrativas lo que dará como resultado ámbitos regionales de base y
actuación fundamentalmente económica.
Del conjunto de las regionalizaciones a que haremos referencia tan sólo en tres casos aparecerá
Andalucía como una región económica o región de planificación única: La regionalización que se
contiene en el informe del Banco Mundial-FAO, sobre el desarrollo de la agricultura española; la que
efectúa IBERPLAN en 1.970 dirigida por Ramón Tamames y Saez de Burnaga, y la que realiza Martínez
Cortiña en 1.975. En el resto se produce una división de la comunidad andaluza en ámbitos regionales
menores.
En los tres casos señalados resulta una región andaluza única coincidente con la histórica y la
autonómica. La primera fundamentalmente homogénea, y de planificación las otras dos, si bien la
Andalucía de Martínez Cortiña es prioritariamente una región funcional-polarizada construida
básicamente a partir de criterios de heterogeneidad.
El resto de las regionalizaciones económicas que consideramos no concluyen en la existencia de una
región andaluza única, sino que delimitan ámbitos territoriales diferentes.
El profesor Hortalá en 1.962 distingue la existencia de dos Andalucías, la Occidental compuesta por
Huelva, Cádiz, Sevilla y el sector Central y Sur de Córdoba y la Oriental con Almería, Granada, Málaga
y Jaén excepto su sector norte.
José Luis Sampedro realiza en 1.964 una regionalización económica desde criterios de polarización,
fijando las areas de dispersión y utilizando como indicadores el demográfico y la intensidad de tráfico.
Dibuja dos ámbitos regionales: Región del Guadalquivir (Cádiz, Córdoba, Huelva, Jaén y Sevilla) y
Región Sur (Almería, Granada y Málaga).
A la misma conclusión que el profesor Sampedro, llegan el Consejo Económico Sindical Nacional en
1.966 y González Paz en 1.967, a partir de criterios no coincidentes.
Por último, Plaza Prieto en 1.968, siguiendo criterios de homogeneidad, distingue la Región Penibética y
la Región Valle del Guadalquivir integradas por las mimas provincias que las vistas anteriormente.
Estas regionalizaciones de base fundamentalmente económica presentan un grado de diversidad
importante. En ellas Andalucía aparece tres veces como unidad regional si bien se llega a este resultado
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partiendo de diferentes criterios: de homogeneidad en la que realiza el Banco Mundial-FAO y de
heterogeneidad en las efectuadas por IBERPLAN y Martinez Cortiña. Otro tanto se puede decir de las
que no consideran Andalucía como unidad regional y distinguen, básicamente, dos ámbitos regionales, el
del Guadalquivir y la Penibética. Hortalá, el C.E.S.N. y Plaza Prieto llegan a esta conclusión desde
criterios de homogeneidad, mientras que J.L. Sampedro y González Paz parten de criterios de
heterogeneidad.
Todas estas aproximaciones nos ponen de manifiesto una realidad: si bien se puede aceptar que desde el
punto de vista geográfico-humano e histórico existe una cierta identidad de Andalucía como hecho
regional, desde las perspectivas natural, administrativa y económica se dibuje dos ámbitos interiores bien
definidos: uno en torno al valle del Guadalquivir (Andalucía Bética, Andalucía Occidental, etc...) y otro
en torno
al sistema penibético (Andalucía Oriental, Andalucía Penibética, etc...) y que este fenómeno a marcado,
una articulación y vertebración del territorio andaluz que se organiza histórica, administrativa y
funcionalmente en torno a dos centros, Sevilla y Granada, con poca relación entre ellos.
Como señalan los profesores Sermet, (1.975), Bosque (1.968), Andalucía, pese a su indiscutible unidad,
basada en su “originalidad” su “espíritu e historia”, no oculta la existencia de una fuerte variedad interna,
que “existan varias Andalucías”, “la Baja y la Alta” “la del Guadalquivir y la Mediterránea”.
4.- El modelo territorial tradicional.
Las prácticas políticas y económicas con incidencia territorial que se ha desarrollado históricamente en
Andalucía han dado lugar a la existencia de dos claros ámbitos territoriales, Andalucía Occidental y
Oriental, dibujándose una organización territorial bipolar, con una fuerte presencia de unidades
comarcales menores de base natural e histórica y unidades comarcales mas amplias que se organizan en
torno a núcleos urbanos intermedios, las “agrociudades”. Sevilla organiza y articula la denominada baja
Andalucía, y Granada la Andalucía Oriental, constituyendo Málaga un centro secundario emergente en
torno al cual se articula un amplio sector litoral; Almería, si bien se encuentra incluida en el área de
influencia granadino, presenta tendencias centrífugas hacia la región Murciana.
Esta organización de base comarcal sobre la que se yustaponen los dos grandes ámbitos territoriales
andaluces, se conectan a través de una dificitaria red de comunicaciones, sobre todo por carretera.
La red básica de carreteras se articula en torno a dos ejes zonales, la carretera nacional IV, que articula el
valle del Guadalquivir, aunque mas que de articulación habría que hablar de vía de conexión con Madrid
dentro del esquema de conexión radial, y el eje Jerez-Cartagena (N.342) que articulaba y conectaba
recorriendo el surco intrabético Andalucía con Levante. Una insufrible vía litoral (N.340) imposibilitaba
practicamente una deseable articulación zonal del litoral andaluz y su conexión con Levante.
En sentido N-S dos ejes básicos ponen en contacto Córdoba con el Litoral de Málaga (N.331) y Bailén
con Motril (N.323).
La carretera N-342 entre Córdoba y Granada, que también conectaba la capital califal con Extremadura,
daba lugar a que el ámbito subbético de la provincia cordobesa pivotara sobre Granada.
La red de ferrocarriles se organizaba básicamente en torno a una gran línea, Cádiz-Sevilla-Manzanares
eje que canalizaba el mayor tráfico ferroviario de Andalucía y que cumplía la misión básica de conectar
Andalucía Occidental con Madrid; y las secundarias Málaga-Córdoba y Bobadilla-Granada-BazaAlmendricos que conectaba con Murcia. La conexión de Almería y Granada con Madrid a través de
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Linares-Baeza por su deficiente trazado y condiciones haría y hace insufrible y casi inoperante ese eje. El
resto de la red nace para atender básicamente intereses mineros y es esa función lo que la caracteriza.
Nos encontramos por tanto con un débil nivel de articulación del conjunto Andaluz y con una sólida
organización comarcal de base histórico-natural nucleada en torno a agrociudades medias, sobre la que
se superponen dos ámbitos territoriales, poco vertebrados entre si, nucleados en torno a Sevilla y
Granada como centros de las dos andalucías que venimos señalando.
5.- Ruptura del modelo tradicional.
A partir de los años sesenta se inicia en Andalucía, al igual que en el resto de España, un proceso de
cambio que va a sentar las bases de una nueva realidad territorial que debería haber desembocado en una
nueva organización del territorio andaluz con algunas diferencias de la existente hoy. Este cambio
vendría caracterizado por:
- Proceso del intensificación del papel de lo urbano-industrial y pérdida del papel articulador de las
“agrociudades” medias. El proceso de vaciamiento poblacional del mundo rural, provocado por la crisis
general de la agricultura tradicional y la consolidación del auge urbano-industrial, explican este cambio.
La población empieza a concentrarse en las grandes ciudades, capitales provinciales básicamente.
- Este fenómeno se concretará territorialmente en dos consecuencias claras: fuerte tirón y consolidación
del área litoral como ámbito mas dinámico y consolidación del triángulo Sevilla-Cádiz-Huelva como
ámbitos centrales de Andalucía. Esto significa una pérdida de valor y función de toda la Andalucía
serrana (Sierra Morena y Sistema Penibético) si bien las capitales provinciales (Jaén, Córdoba, Granada
y Almería) incrementaran su papel en detrimento de las ciudades medias, como receptoras de flujos
migratorios provinciales.
La consolidación de este importante proceso de cambio va a ser coincidente con el proceso autonómico y
la constitución de Andalucía como Comunidad Autónoma con asunción de amplias competencias de todo
tipo.
Este hecho político-institucional conlleva el que de una forma definitiva y por voluntad expresa de la
población andaluza se va a constituir Andalucía como unidad político-administrativa con una capital
única, Sevilla.
Los viejos posicionamientos en torno a la existencia de Andalucía como hecho regional o la existencia de
dos andalucías va a quedar definitivamente aparcado, al menos desde la perspectiva política y de
voluntad popular.
Las consecuencias de esta nueva realidad van a ser inmediatas. Se abre un período que se inicia en los
años ochenta y que llega hasta nuestros días en el que uno de los objetivos prioritarios de las sucesivas
administraciones políticas andaluzas será el consolidar la idea de unidad regional a partir de los
principios que informan al fenómeno “nacional”:
- Existencia de un territorio propio, bien definido, que se organiza en torno a una capitalidad o centro.
- Existencia de sentimiento de pertinencia o identificación con ese territorio, lo que conlleva la asunción
de una historia y cultura propias y diferenciadas.
- Existencia de identidad institucional.
Nos compete a nosotros profundizar en las consecuencias del proceso de afirmación territorial ya que el
mismo, está en la base, de la organización y la articulación del territorio andaluz hoy.
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Sobre una estructura histórica en crisis y paralelamente a las actividades de todo tipo con incidencia en el
territorio, las actuaciones políticas dirigidas a la consolidación de un marco de identidad territorial han
jugado un papel básico en el proceso de deformación territorial de Andalucía actualmente en marcha, y
están significando a un paulatino debilitamiento de la vieja organización.
El nuevo modelo territorial que se esta consolidando a partir de directrices de política territorial
específicas se presenta así como la expresión de una nueva realidad tanto socioeconómica como políticoinstitucional. Nuevo modelo que se constituye a partir, fundamentalmente, del diagnóstico de las
principales disfuncionalidades del modelo tradicional:
- Inadecuada estructuración del sistema de asentamientos y tendencia al desequilibrio del sistema urbano
en un proceso de concentración poblacional en áreas dinámicas y de regresión en areas estancadas y
marginales. (Mapa 1. Véase Anexo).
- Insuficiente desarrollo de las comunicaciones referido, tanto al aislamiento con el resto de España y
Europa como a la ausencia de ejes vertebradores internos.
A partir de estas constataciones, que no hacen sino expresar la ruptura del modelo tradicional y la
carencia de articulación general del territorio andaluz, se instrumentan una serie de políticas que
pretenden corregir los problemas diagnosticados y, en consecuencia, dan lugar a un nuevo modelo de
organización y vertegración del territorio andaluz que se concretan básicamente en:
- Definición del Sistema de Ciudades.
- Planes de infraestructuras, básicamente carreteras.
6.- Sistema de ciudades.
El sistema de ciudades y sus correspondientes áreas de influencia, realizado a
de jerarquía y centralidad, surge como “una necesidad derivada
partir de los principios
de la práctica administrativa de planificación y programación de inversiones... por necesidades de
gestión pública” (1*) y se constituye hoy en la base del esquema de organización y articulación del
territorio andaluz.
A partir del análisis del sistema urbano-funcional de Andalucía, se propone una jerarquía que se mueve
entre: un ámbito regional, nucleado por la capital de Andalucía, Sevilla, los ámbitos subregionales que se
articulan en torno a las capitales provinciales, mas el de Jerez de la Frontera-Cádiz y el de Algeciras, los
ámbitos intermedios nucleados en torno a los centros intermedios que actúan como conectores entre los
subregionales y los básicos, y por último, los ámbitos básicos que se corresponden con las viejas
comarcas tradicionales y se articulan en torno a los centros que venían cumpliendo esa función. Los
criterios para establecer este sistema han sido: los umbrales de población y la distancia medida en tiempo
de desplazamiento. A cada uno de los centros, en los distintos niveles, se les asignan unos servicios
públicos jerarquizados.
¿Que es lo nuevo de este sistema en relación al modelo tradicional?.
Desde el punto de vista de la organización y articulación territorial, la aparición de un centro regional,
Sevilla, en detrimento del segundo centro regional meridional, Granada, y en menor medida del potente
centro emergente del litoral, Málaga.
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(*) Palabras del Consejero de Obras Públicas D. Jaime Montaner pronunciadas en la presentación del Sistema de Ciudades de
Andalucía en 1.986.
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De un modelo con una doble capitalidad Sevilla-Granada que tenían una clara influencia en la Andalucía
Occidental y Andalucía Oriental respectivamente, se pasa a un modelo de capitalidad única sobre la que
pronto se va a producir un proceso de mixtificación consistente en asimilar lo político administrativo con
lo funcional, doblandose la capitalidad administrativa con la centralidad funcional.
Es la vía escogida para afirmar la indentidad territorial de Andalucía como hecho regional único y
superar la vieja división en dos Andalucías.
Para conseguir este objetivo los instrumentos van a ser variados siendo, sin duda, la política de
infraestructuras, en concreto los sucesivos planes de carreteras, los mas importantes.
7.-El papel de la política de comunicaciones. Planes de carreteras.
El modelo de articulación tradicional, dentro de sus carencias, conectaba la mayor parte de Andalucía
con Madrid, al tiempo que articulaba las dos capitales subregionales, Sevilla y Granada, con sus
respectivos ámbitos de influencia, ejerciendo Málaga una cierta centralidad litoral.
Los profundos cambios que se operan en Andalucía en las décadas de los años sesenta y setenta dibujan
una nueva realidad, que significan la ruptura del modelo tradicional y que provoca una importante
desarticulación interna. La Junta de Andalucía en las “Bases para la ordenación del territorio” realizó el
diagnóstico de esta nueva situación. (Mapa 2), y es a partir de él que debería haberse procedido a diseñar
y consolidar un nuevo modelo de articulación territorial que diese respuesta a las necesidades de la nueva
realidad.
Partiendo del mencionado diagnóstico consideramos que el nuevo modelo de articulación territorial
debería haberse movido en torno a los siguientes objetivos:
- Conectar las áreas dinámicas litorales con las áreas dinámicas internas de tal manera que se permitiesen
y facilitases los efectos difusores de estas sobre las áreas estancadas y marginales; se habría conseguido
así una articulación interna de Andalucía que no significaba una ruptura radical con la articulación del
modelo tradicional.
- Conectar el área mas dinámica de Andalucía, el litorial, con el denominado “arco mediterráneo”,
espacio comunitario en proceso de consolidación como uno de los ejes de mayor potencialidad de la
Unión Europea. Habría recuperado Andalucía su tradicional vocación mediterránea al tiempo que se
habrían evitado las tendencias centrífugas de Almería.
Junto a estos dos objetivos prioritarios, el modelo se completaría con la consolidación de la conexión de
Andalucía con Madrid por el valle del Guadalquivir y la mejora de la articulación interna siguiendo el eje
zonal intermedio Sevilla-Granada y su conexión con Murcia.
Sin embargo no parece que haya sido esta ni la secuencia ni la cronología adoptada. En los sucesivos
planes de carreteras, no siempre concordantes en sus objetivos, se plantea una nueva articulación que
analizando la secuencia cronológica de realizaciones, se ha basado en un claro esquema de prioridades
tendente a definir un nuevo modelo territorial basado en la necesidad de afirmar la centralidad funcional
de la capital regional. En este sentido han sido actuaciones prioritarias:
- Desdoblamiento de la carretara N-IV que conecta el triángulo Sevilla-Cádiz-Huelva con Madrid,
afirmando la centralidad sevillana.
- Construcción de la Autovía del 92, sobre las carreteras N-334 (Sevilla-Antequera) y N-342 (AntequeraVelez Rubio) con el objetivo prioritario de conectar la capital regional con las provincias orientales.
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Con ambas actuaciones se conseguían dos objetivos: que todas las capitales provinciales andaluzas
estuviesen conectadas con la capital regional por vía rápida e incorporarse a los grandes ejes
transnacionales.
Por el contrario no se han considerado prioritarios:
- El eje zonal litoral, autovía que, como parte de la “autopista del mediterráneo”, daría cumplimiento al
primer objetivo antes señalado al tiempo que eliminaría alguna de las trabas que encorsetan el importante
potencial de la ciudad de Málaga.
- Las conexiones transversales N-S, Córdoba-Málaga y Bailén-Granada-Motril, que articularían las zonas
dinámicas litorales con el interior y dinamizarían amplias áreas estancadas y marginales intermedias.
La consolidación de la identidad territorial de Andalucía como Comunidad Autónoma, inspirándose en
los ejes básicos que definen el hecho “nacional”, se ha intentado conseguir a partir de la afirmación de la
capital regional como centro funcional.
Ello ha obligado a diseñar un conjunto de políticas tendentes a ese fin prioritario, constituyendo las
políticas de infraestructuras, y en concreto los planes de comunicación por carretera, el instrumento
definitivo en la consecución de este objetivo desde la óptica de articulación territorial.
La desarticulación del espacio litoral, el estancamiento de las provincias orientales, la orientación
creciente de Almería hacia Murcia, y la ralentización del potencial de crecimiento de Málaga,
posiblemente obedezcan, con algun otro motivo, a la puesta en práctica de este modelo voluntariamente
elegido, que no se compadece en su diseño global con el que se deriva del diagnóstico de la realidad
territorial de Andalucía.
Véase ANEXO Gráfico MCP5.PDF
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