Francisco Etxeberria antropólogo forense "Si encontramos los restos de Cervantes, serán analizados en la UPV" Francisco Etxeberria es uno de los antropológos forenses más solicitados, que lleva desde 2000 levantando fosas. Ahora le han llamado para buscar la de Cervantes Maite Redondo - Domingo, 4 de Mayo de 2014 - Actualizado a las 06:04h El antropólogo forense vasco Francisco Etxeberria. (Iker Azurmendi) BILBAO Médico forense, con más de 200 exhumaciones de fosas de la Guerra Civil a sus espaldas, profesor y presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi... Francisco Etxeberria (Beasain, 1957) ha participado, entre otros muchos casos, en la identificación de los restos de Lasa y Zabala, en el análisis de los restos del presidente chileno Salvador Allende y en el informe pericial de la desaparición de los hermanos Bretón, en el que rebatió a las autoridades que los huesos descubiertos en la finca no eran de animales, como se había dicho, sino humanos. Hace apenas unas semanas, el Gobierno vasco le ha confiado además un estudio oficial para poner cara a la tortura. La inquietud y curiosidad de este antropólogo forense vasco, cuyas investigaciones han tenido una gran repercusión social, le ha llevado a embarcarse también en la difícil aventura de tratar de buscar los restos del autor de Don Quijote, fallecido en 1616, que supuestamente descansan en el convento de las Trinitarias de Madrid. Supongamos que encuentran huesos humanos y hay sospechas de que podrían pertenecer a Miguel de Cervantes. ¿Cuál sería el siguiente paso? -Debemos solicitar un permiso de intervención arqueológica a las autoridades de Patrimonio de la Comunidad, ya que el edificio está declarado Bien de Interés Cultural y la recuperación de los restos es una tarea especializada. Se trataría de intervenir mínimamente en el edificio. Y lo principal es documentar las tareas en soporte fotográfico y videográfico. Durante la exhumación, también suele resultar necesario interpretar la evidencia física, esto es, los restos humanos y las circunstancias del enterramiento. Por ejemplo, sabemos que fue amortajado conforme a la regla de la Orden Tercera, con hábito franciscano y el rostro descubierto. Con todo, no hay que crear falsas expectativas. Estamos buscando y todavía no lo hemos encontrado. Afortunadamente sabemos que nunca fueron sacados de ese lugar. Para ello, la experiencia acumulada en materia de arqueología funeraria en la Sociedad de Ciencias Aranzadi es muy importante. Buscan a un varón, que tenga cerca de 70 años, con artrosis en la columna vertebral, al que le faltan muchos dientes en la boca y que tiene en su torso y en su brazo izquierdo las lesiones que tenía el escritor. 400 años después, ¿esto es posible? ¿Qué más información podrían aportar estos restos humanos? -Todo depende del nivel de preservación de la muestra. Si el esqueleto está bien conservado, es posible estudiar la patología ante mortem a través de las lesiones que se conocen de la biografía de Cervantes. En sus Novelas Ejemplares, publicadas pocos años antes de su muerte, dice de sí mismo: "Los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros". Esto resultaría de gran utilidad, ya que sabemos que fueron muy pocos los individuos varones enterrados en esa iglesia y buscaremos esos signos relativamente individualizantes. Con respecto a su mano izquierda, una herida por arcabuz en la batalla de Lepanto se la dejó seca y arrugada. Es decir, puede tener una atrofia y anquilosis. En el barco en el que iba Cervantes murieron 40 personas y fueron heridas 100. ¿Podría encontrarse algún tipo de ADN y compararlo con el de algún descendiente familiar? -Siempre es posible obtener un perfil de ADN, pero el problema es con quién cotejarlo. La descendencia de Cervantes queda cortada tras la muerte de su hija. En el equipo que tenemos los historiadores han realizado la genealogía y no parece que en la actualidad existan familiares relacionados. Desde el punto de vista estrictamente antropológico, ¿cuáles son las mayores dificultades que se van a encontrar? -En toda investigación antropológica hay primero una descripción de la evidencia, los huesos, y luego una interpretación. El caso no es complicado en lo que respecta a estos aspectos, salvo que los huesos aparezcan mezclados con otros enterramientos y por ello no se pueda analizar toda la osamenta completa. También pueden estar disgregados o mal conservados. Si los encontramos serán analizados en el laboratorio de la Universidad del País Vasco y son varias las universidades que se han mostrado interesadas en colaborar. Llegado el caso, no faltarán alumnos de nuestra universidad que colaboren en el proyecto. Ha confesado en alguna ocasión que desde estudiante tiene inquietud por tocar con sus propias manos aquello que es una materia inerte de personas que tuvieron un papel relativamente importante en la historia. -Yo no soy una persona de teorías, más bien tengo una formación práctica y concreta y me gusta intervenir de forma directa. ¿A qué personajes históricos le gustaría buscar y encontrar? -Ignoro cuál puede ser la próxima investigación, pero la verdad es que me gustaría estudiar los restos del Almirante Oquendo y, si fuera posible, los de Catalina de Erauso, que ha pasado a la historia como La Monja Alférez. ¿Sería hombre o mujer? Hace 20 años estudiamos unos restos de 5.000 años de antigüedad en la Rioja Alavesa con los primeros signos claros de violencia. En ese instante te das cuenta de que la historia pasa por delante de tu vida en cinco minutos. Como dice la canción de Víctor Jara, asesinado en la dictadura de Pinochet: "La vida es eterna en cinco minutos". ¿Cuál es el caso más difícil que le han encargado? ¿Qué casos le han impactado más como forense? -Conozco a forenses que trabajan todos los día mucho y bien y a los que nadie entrevista. A mí me han tocado algunos casos de gran interés social. Pero son más los asuntos que nadie ha conocido como el estudio de los Condestables de Castilla enterrados en un convento de Monjas Clarisas en Medina de Pomar, o los restos de los últimos reyes de León en el Panteón Real de San Isidoro, o los de San Juan de Ortega, patrono de los Aparejadores o los de San Fausto Labrador, enterrado en Alava. De todos los casos, el de Salvador Allende fue muy impactante porque uno se mete de lleno en la vida de la persona en un pedazo de la historia que has vivido. Se encuentra ahora en México. ¿Trabaja allí en algún proyecto? -En Puebla participo en una reunión con los forenses de este país, que es un Estado Federal enorme, ya que colaboro con el Comité Internacional de la Cruz Roja en un proyecto de puesta en común de protocolos forenses en materia de desaparecidos. Aquí comprendo que nuestros problemas son menores en comparación con las proporciones de los casos en México. Una forense nos explicaba que lleva 600 casos investigados de cuerpos sin identificar y que han muerto de forma violenta. Es entonces cuando siento que yo no les puedo enseñar nada.