alimentarlos. La sabiduría popular va enseñando qué plantas

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81 MI PATRIA CHIQUITA
alimentarlos. La sabiduría popular va enseñando qué
plantas recoger; no es lo mismo “yuyos” o “grama” que
los otros pastos resinosos que evitabas. También había
que detectar si habían fumigado los campos para no
acabar matando a los animales.
al llamado “pan popular” que a nadie le gustaba. Pero
como no hay “bien sin mal” ni “mal sin bien”, entonces, el
desayuno se convirtió en una experiencia gastronómica
de papas, camotes, yucas, quesos y se hacían más
frecuentes las maravillosas “torrejas cañetanas”.
Todo bien, hasta que llegó Juliana, una enorme vaca
Holstein a la que había de alimentar mañana y tarde
para poder obtener 15 litros de leche por día. Sustentar
una vaca puede resultar lo mismo que criar 100 conejos.
Pero el gran problema de tener una vaca fue sufrir que
sus hijos pequeños –terneros– sean vendidos al nacer
porque no había forma de criar otro vacuno en casa.
Por alguna razón ya no se podía obtener leche fresca en
el establo de Hualcará; y cuando creías que descansarías
de esa rutina diaria, tu madre se encargó de recordarte
que siempre hay algo que hacer y esa bicicleta debía
ser aprovechada. Resulta que al costado del Municipio
de Imperial empezó a llegar, todas las mañanas, un
vendedor de pan francés a precios bastante aceptables.
Debías ir muy temprano porque había cola y, desde
luego, la bicicleta estaba allí para usarse.
Pasaron los años y Juliana debió ir al camal. Es la
naturaleza del campo, no puedes encariñarte con
animales comestibles. Juliana se fue, pero dejó la
maravillosa costumbre de tomar leche fresca en las
mañanas. Entonces, se hizo el milagro, apareció en tu
casa la bicicleta que siempre quisiste; pero, como bien lo
enseña la vida, “no hay beneficio sin sacrificio”. La bicicleta
llegó para fines de recreación, pero también para que te
levantes más temprano y vayas, todos los días, al establo
lechero de Hualcará a comprar la leche para el desayuno.
La tienda de don Lucas era una de esas grandiosas
tiendas de barrio donde encontrabas de todo: abarrotes,
carnes, frutas, verduras, golosinas, útiles del colegio,
kerosene, alcohol y, desde luego, el pan de cada día. Por
un tiempo no llegaba pan francés; la dificultad del país
con las importaciones de trigo dejó como única opción
No es que la bicicleta te traiga malos recuerdos, todo
lo contrario, con ella solías pasear por los campos de
“El Conde”, llegar a bañarte en el canal de la irrigación
de Nuevo Imperial o llegar hasta el río Cañete por
Montejato; conocer Cerro Candela, Cerro Alegre, San
Benito, Quilmaná, La Quebrada, Carmen Alto, La Florida
y los extensos campos de Herbay. La bicicleta te permitió
conocer tu tierra de modo más cercano, pero por sobre
todas las cosas: la bicicleta te enseñó a ser parte de tu
familia, a que debes colaborar y participar para el bien
de todos y en ese proceso acabarás divirtiéndote.
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