La Música en la educación, un derecho para disfrutar

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PRODIEMUS
www.prodiemus.com
ISSN: 1988-2173
2005
EDUCACIÓN MUSICAL
La Música en la educación,
un derecho para disfrutar
por Pilar Lago
Introducción
Una de las más sencillas definiciones de Música que conocemos, fue aquella que aprendimos
de alguno de nuestros mejores maestros en los ya lejanos años de estudiante. Esta se
presentaba como “El arte de combinar el sonido, el silencio y el ritmo”. Muy pocas veces se ha
logrado expresar mejor y con tan pocas palabras el sencillo y al mismo tiempo complejo
significado de tan importante ciencia. Hoy más que nunca este lenguaje universal que es la
Música, ha demostrado su enorme protagonismo en cada uno de los campos de conocimiento
en los que se hace presente.
Nos parece de justicia señalar, que no existe un hecho más unido a la vida y el
acontecer del hombre que el acto sonoro o el producto más sofisticado y elaborado que hoy
conocemos como Música. A través de ella se nos ha ido mostrando el desarrollo de pueblos y
civilizaciones, que han evolucionado a lo largo de la historia de maneras muy distintas. La
enorme fuerza expresiva y comunicativa de la Música se evidencia en la sociedad de hoy de
manera constante, nos atreveríamos a manifestar, que en algunos casos exageradamente
persistente, ya que pocos ciudadanos y expertos en el campo del ocio recuerdan, que el
valioso silencio también forma parte de ella.
Pese a lo dicho, uno de los aspectos que más ha contribuido a la precaria situación de
la formación musical de nuestros ciudadanos, ha sido sin duda alguna, el abandono casi
sistemático de la Música en las Leyes y Decretos desarrollados en España durante muchos
años. Como veremos posteriormente, no ha existido de verdad una política educativa que se
tomara en serio el aprendizaje profundo de tan importante ciencia. Es bien conocido por todos
los que nos dedicamos a ella, la frágil situación que la Música ha vivido, y lamentablemente
sigue teniendo en los currícula oficiales de la Enseñanza General. Es pues casi lógico
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constatar que, aunque se hayan hecho pequeños intentos, aún somos víctimas “de unos polvos
que nos ofrecen los lodos con los que ahora vivimos”.
Todas estas cuestiones relacionadas directamente con la Música, nos permiten hacer
algunas reflexiones acerca de su importancia educativa, social, cultural, terapéutica, etc., y
compartir con el lector nuestros deseos de mejora, expansión y futuro próspero para un campo
del saber tan fundamental para el hombre como la Música, ya que como en cualquier otra rama
del conocimiento, aprender y disponer de unos conocimientos musicales nos será de enorme
ayuda para salir del atraso en el que nos encontramos, y a partir de ahí tener la oportunidad de
disfrutar plenamente de ella.
Presencia constante de la música
Como decíamos anteriormente, ya nadie discute su enorme poder educativo, social,
terapéutico, creativo, investigador, etc., solo falta aprender y conocer bien su lenguaje para
disfrutarlo mejor cada día, pero como ya hemos comentado, la no realización de esta sencilla
última frase, es la causa fundamental de muchos de los desajustes culturales o situaciones de
seudo-cultura musical en la que nos vemos inmersos en la actualidad, fuente principal de
nuestra incapacidad para disfrutar al máximo de todos sus entresijos y calidoscopios sonoros.
La literatura científica cada vez nos presenta más investigaciones y trabajos de autores
diversos, que señalan la enorme importancia de la Música hasta antes del nacimiento de un
nuevo ser. “El niño escucha y siente la vibración del sonido desde antes de nacer” (Ribeíro
2003). Lo cierto es que, en muy común que una madre embarazada manifieste con alegría “las
maravillosas sensaciones” vividas antes del nacimiento de su hijo al sentir los movimientos del
feto como respuesta a un ruido del exterior. También sabemos que a través de la voz cálida y
suave de la madre al poco de nacer el niño, este "atiende" expectante las pequeñas
improvisaciones melódicas que su madre le medio canta o recita de forma amorosa. Por esta
razón, entre otras, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, las muchas ocasiones en las
que hemos podido observar el rostro sonriente de un niño que se siente “gratificado” al
escuchar las diferentes canciones de cuna o pequeñas improvisaciones melódicas con las que
su madre intenta dormirle o compartir momentos fundamentales para el desarrollo integral de
su futuro como persona. Son éstas sin duda alguna las primeras manifestaciones de
comunicación y expresión que comparten entre los dos. El niño no sabe, no entiende lo que la
madre le dice o canta, pero siente el modo, el tono afectivo con el que ésta lo hace. En este
sentido no podemos olvidar que, fue el insigne pedagogo y compositor húngaro Kodály (1960)
quien decía que: " había que educar musicalmente a las abuelas de los niños que estaban por
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nacer". Presentando a través de estas palabras la enorme importancia y necesidad de recibir
una buena educación musical desde edades muy tempranas.
En el caso de los adolescentes y los jóvenes, hablar de Música hoy es señalar sus
datos de identidad. A través de ella, se definen y clasifican dentro de unas determinadas tribus
urbanas. Muchos de nuestros jóvenes tienen enormes dificultades para comunicarse
verbalmente, pero este problema desaparece cuando lo hacen a través de “sus” Músicas.
Quizá sea este uno de los aspectos que más nos ha preocupado a lo largo de nuestra dilatada
trayectoria docente e investigadora, y justificaremos las razones de esta afirmación. Despins
(1989) en una de sus más importantes obras, nos señalaba la importancia de la Música en el
desarrollo de la mecánica cerebral y el equilibrio dinámico entre los dos hemisferios cerebrales,
manifestando que: “La Música siempre será el mejor medio para desarrollar y acrecentar en
forma adecuada el fenómeno cerebral. Por ejemplo, al mismo tiempo que un niño se dedica a
ejecutar una obra musical (hemisferio izquierdo), la interpretación que hace de ella depende de
la regulación del hemisferio derecho”. Estas cuestiones, entre otras muchas, nos deberían
hacer caer en la cuenta de la enorme importancia de educar musicalmente a nuestra sociedad
del futuro lo antes posible, ya que como señala Cavé (2005) y refiriéndose al trabajo de lo que
define como ilusiones auditivas: “el estudio en laboratorio de situaciones especiales,
adecuadas para confundir a nuestros sentidos, arroja luz nueva sobre los mecanismos que
intervienen en condiciones habituales. Dejando de lado sus aspectos más lúdicos, estas
investigaciones permiten, merced a estímulos anómalos o no coherentes, comprender mejor la
forma en la que recibimos e interpretamos las señales sonoras”.
La música en la educación
Una de nuestras más importantes asignaturas pendientes ha sido y lamentablemente
sigue siendo la falta de una buena formación o educación musical en nuestra sociedad actual.
Aunque siga pareciendo “molesto” de asumir por una sociedad como la nuestra en la que
desde hace ya algunos años se habla de la sociedad del bienestar, está más que demostrado
el que cualquiera de los países hermanos de Europa cuenta con una cultura musical mucho
más arraigada y cercana que la nuestra, aunque como veremos más adelante en estos últimos
años hayamos mejorado de manera sustancial.
Entendemos que, ya han pasado los tiempos en los que la buena voluntad por parte de
los profesores suplía de manera “no siempre eficaz y rigurosa” la necesidad de contar con una
buena y adecuada formación musical desde la enseñanza general. Seguramente y entre otras
cuestiones, esta es una de las razones que sigue “fustigando” el que algunos profesionales y
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expertos en este área de conocimiento nos aliente la idea de creer, que a través de una
formación y adaptación constante de la ciencia musical y su adecuado tratamiento didáctico en
las aulas de todos los niveles de nuestro sistema educativo, permitiría garantizar el que nuestra
sociedad del futuro llegase a ser todo lo sensible y musicalmente culta que deseamos.
Conseguirlo será tarea de todos, y en este camino no podemos obviar un tema tan necesario y
básico como el de contar con una determinada manera de desarrollar nuestra tarea docente,
responsabilizándonos como profesionales en “la puesta a punto constante”, y eligiendo para
ello los estilos y modelos de aprendizaje mas oportunos en cada caso.
Es verdad que quien escribe estas páginas ha vivido el cambio y aparición de Leyes y
Decretos de Educación casi de manera constante, y que ha presenciado en diferentes
momentos de forma más o menos acertada la inclusión de la Música en sus Programas
Educativos como asignatura de estudio, pero no es menos verdad, el que todavía hoy no se
haya encontrado en ninguna de sus muchas y variadas líneas de pensamiento y desarrollo
práctico el necesario arrojo político para que de verdad ésta importante materia cuente con los
profesionales más idóneos para que la Música se sienta y se aprenda bien desde edades muy
tempranas, con el fin de desarrollar las potencialidades de sensibilidad y creatividad existentes
en todo ser humano, hasta en el menos “dotado” (Lago 1987).
No es una casualidad, el que precisamente en estos momentos históricos para nuestro
país, nos encontremos una vez más en un delicado tiempo de “espera incierta”, espera en la
que llevar a cabo el desarrollo de un largo proceso de Ley Universitaria (LOU) esté haciendo
peligrar temas tan necesarios como el que de nuevo la presencia de la Música en la
Universidad sea uno de los puntos más “flacos y negros” de su futura implantación, también el
de la desaparición de la parte más vivencial o procedimental de los contenidos musicales de
los curricula de la enseñanza general y del bachillerato. La reducción del horario de Música en
determinados niveles educativos, pese a las buenas palabras de alguno de sus políticos
expertos, como es de suponer no favorecerá en lo más mínimo los “pequeños avances”
conseguidos en estos últimos tiempos. Es más, existen “amenazas” más que fundadas para
que además desaparezcan algunos de los
títulos conseguidos a favor de la formación y
conocimiento musical en etapas de política educativa anteriores, y no muy lejanas en la historia
de la educación en España.
Sobre la formación del profesorado: breve pincelada
No podemos negar que la Educación con mayúsculas ha sido siempre unos de los
retos permanentes de nuestro tiempo. Las diferentes Administraciones Educativas que nos han
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tocado vivir, siempre han sido las encargadas de planear y establecer las bases jurídicas de
reformas y cambios parciales y/o totales que mejoren la situación, al menos esta es en parte
uno de sus objetivos prioritarios. Desde hace ya varias décadas, también la educación musical
de nuestro país ha formado parte de este compromiso, pero lamentablemente aún no hemos
visto una verdadera voluntad política de cambio, y explicaremos esta afirmación.
Son muchos los expertos que señalan al periodo de Formación Inicial como momento
importante desde donde se fragua el éxito futuro en el desarrollo de la enseñanza en las aulas.
También hay que tener claro, que el que ya ejerce como profesor tiene en su mano la
posibilidad real de que de verdad se realice una transformación en las aulas, sea cual sea el
sistema educativo vigente. Marcelo (1989), uno de los expertos de los que hablamos
anteriormente, se refiere a este periodo de formación en los siguientes términos: “La formación
del profesorado es la institución en la que se cumple básicamente tres funciones: en primer
lugar la formación y entrenamiento de los futuros profesores, de forma que asegure una
preparación acorde con las funciones profesionales que deberá desempeñar en el futuro. En
segundo lugar, la institución formativa tiene la función del control de la certificación que otorga
el permiso para poder ejercer la profesión docente. En tercer lugar, y siguiendo la línea de
Clark y Marker (1975), la institución de formación del profesorado tiene la función de agente de
cambio dentro del sistema educativo”.
Según esto, nos parece primordial considerar como muy importante la presencia de la
materia musical como asignatura fundamental en los estudios conducentes a la formación del
perfil necesario para ser un profesor de este área de conocimiento. Igualmente, todos aquellos
aspectos relacionados con la aplicación didáctica del área de Música y la metodología de
trabajo directo en las aulas, debería ser materia obligada de toda aquella persona que aspire a
ser un profesional de la enseñanza musical, tanto como de cualquier otra. Algo parecido a esto
que presentamos aquí, casi se había conseguido con la puesta en marcha de los estudios
conducentes a la figura de Maestro Especialista de Música en el año 1991, aunque el curricula
de este nuevo título tenía muchas “fisuras” y falta de horas y número de créditos para poder
formar de verdad a un buen profesor de Música, pero al menos se había abierto un camino de
ilusión en el futuro de la formación del Maestro Especialista de Música. En la actualidad, parece
que esta es una de las figuras que de nuevo se “tambalea” en el futuro marco de titulaciones de
la tan comentada y compleja Convergencia Europea.
Finalmente, durante estos últimos treinta años, diferentes instituciones, también la
Universidad, ha dedicado un amplio espacio de su tarea docente e investigadora a la
Formación Permanente del Profesorado, formación que se vio perfectamente avalada por el
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Informe de la UNESCO redactado por Delors (1996) en cuyas páginas quedaba reflejada la
necesidad y voluntad de una formación continua, manifestando que: “La educación debía
desarrollarse a lo largo de toda la vida, como acceso al siglo XXI”. Pues bien,
algunas
Universidades como la que tengo el gusto de representar dentro de este área de conocimiento,
prácticamente desde su fundación en el año 1972 han dedicado una especial atención a la
Formación Permanente del profesorado en el campo de la Educación Musical y su utilización
en la Educación Especial y la Salud, ofreciendo de manera permanente Cursos de diferente
rango, duración y nivel académico.
Hoy por hoy
A pesar de lo dicho, y como venimos comentando a lo largo de estas líneas, cada vez
existe una mayor oferta de actividades lúdicas y/o académicas relacionadas con la Música.
Unas veces las propuestas son más acertadas que otras, pero se comienza a notar un cierto
interés por el hecho de que la formación y cultura musical de nuestra sociedad actual se amplíe
lo más posible. Es verdad, y sería injusto no reconocerlo aquí, que el nivel musical de los
estudiantes de esta materia en los Conservatorios y Escuelas de Música es mucho mejor que
el de hace algunas décadas, y que la treintena de Orquestas existentes en España ha
permitido que prácticamente las más importantes capitales de nuestra geografía cuenten con
Temporadas Oficiales de Música, Ópera, Danza, etc., pero ¡caramba! es lo menos a lo que
podíamos aspirar después de tantos años de auténtica penuria musical.
Las pequeñas capitales de provincia de nuestro país también disponen en la actualidad
de una Temporada Cultural en la que la Música siempre tiene su parcela de protagonismo. La
rehabilitación de antiguos teatros e instalaciones existentes en España para las diferentes
actividades culturales programadas desde todas las Comunidades Autónomas permiten
algunas de estas realidades. También la importante red de nuevos y ya consolidados
Auditorios de nuestro país, hacen presagiar el que nuestros compositores, músicos e
intérpretes actuales y del futuro vean con cierta distancia la necesidad imperiosa de salir
desesperadamente de España a la búsqueda y captura de una orquesta en la que poder
desarrollar su trabajo como profesionales, estrenar sus obras o realizar una salida obligada al
extranjero para mejorar sustancialmente su formación musical, etc.
Pese a todos estos pequeños avances, hace muy poco tiempo leíamos en las páginas
de nuestra prensa nacional las palabras de una de las más importantes figuras españolas en
una disciplina tan difícil y efímera como la Danza. El bailarín Ángel Corella (2005) señalaba
que, “si quieres bailar clásico, tienes que emigrar, y una muestra de lo que digo se constata con
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los más de 200 bailarines españoles en posiciones muy interesantes en las distintas
formaciones de ballet del mundo”, lo que da una idea del talento con el que contamos, la
extraordinaria formación de todos ellos y las pocas salidas profesionales que les brinda nuestro
país.
Algunas realidades para la “esperanza”
Hace ya algunos años la Universidad española abrió a los músicos muy discretamente
las puertas a los estudios de Doctorado, y cada vez son más los proyectos de investigaciones
efectuadas, y las Tesis Doctorales de Música defendidas y/o en periodo de realización en
nuestras Universidades. Los temas de investigación son muy diversos, tantos como ámbitos
en los que la Música es absoluta protagonista. El mundo del pensamiento y filosofía de la
Música en el desarrollo de los pueblos y las civilizaciones, sus diferentes épocas de creación y
las estéticas del momento, los autores y su necesidad de expresión, el campo de la
interpretación y el virtuosismo, la creatividad y la fusión de mundos y culturas sonoras muy
dispares, la educación musical y su desarrollo didáctico, la investigación de las posibilidades
beneficiosas y curativas de la Música en el campo de la salud, su enorme potencial en el
mundo del ocio y la cultura de los más jóvenes, y un largo etcétera, son sin lugar a dudas,
algunos de los temas más desarrollados a lo largo de esta última década.
Otra de las más importantes actividades académicas ofertadas y posteriormente
realizadas a través de nuestras Universidades, como ya hemos señalado aquí, se centra en la
Formación Permanente del Profesorado, fundamentalmente de un profesorado desorientado y
cansado de sobrellevar la enorme responsabilidad de que las aulas respondan a los modelos
sociales y culturales ideales que el mundo de hoy necesita. Estos profesionales, por lo general
están muy necesitados de orientaciones didácticas cercanas a la realidad que les está tocando
vivir, y en algunos casos, sufrir en las aulas de nuestros actuales Centros Educativos.
En este mismo sentido, y con el objetivo prioritario de dar una respuesta a todos estos
profesionales, instituciones como la Universidad entre otras, ofrece un amplio abanico de
posibilidades formativas de mayor o menor rango académico, en forma de Cursos de
Formación Permanente, Especialización y/o Master, que permiten que los profesionales de la
educación en general, y los profesores encargados de enseñar Música en las aulas en
particular, reciban la formación más adecuada y adaptada a sus necesidades reales. Aprender
primero, para enseñar convenientemente después, les está siendo de gran ayuda en su trabajo
docente, ya que les está permitiendo acercar la Música a sus alumnos de manera sencilla,
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lúdica y sobre todo cercana. Este es sin lugar a dudas, uno de nuestros más ambiciosos y
firmes objetivos.
Por otra parte, nos es muy grato constatar la existencia de algunas iniciativas públicas y
privadas que nos abren caminos a la esperanza. Sirvan de ejemplo de lo que decimos
propuestas como las siguientes:
–
El Teatro del Liceo de Barcelona comenzó hace ya cuatro años un importante proyecto
para acercar la Ópera a los jóvenes universitarios, y hoy somos más de cuarenta
Universidades españolas las comprometidas con esta iniciativa tan innovadora.
Actualmente, el Teatro Real de Madrid y algunos otros que se irán incorporando
progresivamente, están implicándose en el mencionado proyecto con una visión de futuro
muy interesante, proyectos que las nuevas generaciones de universitarios no tendrían que
desaprovechar.
–
El apoyo estatal y privado nacido de Fundaciones e Institutos de Investigación y Difusión
de la Educación, la Ciencia y la Cultura a través de la creación de un número importante
de becas de estudio e investigación en los diferentes ámbitos de la Música, es otra de las
propuestas que nos abren esos caminos a la esperanza de los que hablamos en estas
líneas.
–
La planificación por parte de diferentes instituciones de Programaciones Infantiles y
Familiares desarrolladas dentro de los más importantes Teatros Líricos de las
Comunidades Autónomas de nuestro país, nos parece otro de los aciertos y de las
iniciativas a considerar como muy positivas, ya que desde hace muchos años se venían
haciendo muy necesarias. En este sentido nos gustaría manifestar que, dada la enorme
demanda demostrada por padres, educadores e instituciones de diferente índole, debería
ampliarse el número de actuaciones programadas con esta finalidad.
–
Las nuevas tecnologías han sido otro de los importantes avances de las últimas décadas.
La proliferación y existencia
de marcos y/o soportes como en el que ahora nos
encontramos, ha hecho posible la cercanía y la comunicación en un tema común entre
todos. El poder compartir nuestras experiencias y/o dificultades y la difusión de nuestros
estudios y hallazgos a través de estas y otras avanzadas tecnologías, son sin lugar a
dudas motivos más que suficientes de enorme alegría y satisfacción.
En cualquier caso, y después de algunas de las cuestiones que han sido motivo de nuestra
reflexión en estas páginas, tampoco debemos “bajar la guardia y echar las campanas al vuelo”,
ya que aún sigue existiendo una importante distancia entre la sociedad de a pié de cualquier
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país del Centro y del Este de Europa y la nuestra. Sus gentes disponen de una formación
musical adquirida en el entorno familiar y educativo, a la que aún nos costará llegar muchos
años, pero lo importante es que no renunciemos a ello. Con este objetivo es con el que hemos
mencionado algunas de las experiencias sobre las que deberíamos incidir de manera más
constante, ya que tenemos muy claro que la Música en la educación es un derecho adquirido
como ciudadanos del mundo que quieren avanzar culturalmente y crecer como personas.
Madrid, Diciembre de 2005
BIBLIOGRAFÍA
CAVÉ, Ch. (2005): “Ilusiones Auditivas”. Barcelona. Revista Mente y Cerebro. Nº 13. pp. 29-33.
CLARK, D y MARKER, G. (1975): “The Institutionalitation of teacher education” en K.Ryan (eds) Teacher Education,
Chicago: NSSE. Pp. 53-86.
DELORS, J. y otros (1996): Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI.
La educación encierra un tesoro. Madrid: Santillana. Ediciones UNESCO.
DESPINS, J. (1989): La Música y el cerebro. Barcelona. Gedisa.
FORTEZA, C (2005): “Ópera, una fiesta para niños” Revista El Cultural del Mundo. Madrid. Noviembre 2005. pp. 5253.
KODÁLY, Z. (1974): The writing of Zoltan Kodály. London. Schott.
LAGO CASTRO, P. (1997): Didáctica de la Educación Musical-Lo que sea sonará. Madrid. UNED (Col. Cuadernos
de la UNED)
LAGO CASTRO, P. (2004): Ópera Abierta: El arte de escuchar música. Madrid: Sanz y Torres.
MARCELO GARCÍA, C. (1989): Introducción a la formación del profesorado. Teoría y Métodos. Sevilla: Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Sevilla.
PERALES, L. (2005) Ángel Corella: “Si quieres bailar clásico tienes que emigrar”. Revista El Cultural del Mundo.
Madrid: Noviembre 2005. pp. 39-40.
RIBEIRO, (2003): Inteligencia Aplicada. Madrid: Planeta.
VIEILLARD, S. (2005): “Emociones musicales”. Revista Mente y Cerebro. Barcelona. Nº 13. pp. 24-28.
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