Fuera de Ruta Ma. del Carmen Castro Vásquez*

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Fuera de Ruta
La violencia contra las mujeres, ¿construcción social o individual?
Ma. del Carmen Castro Vásquez*
Desde 1981, las activistas feministas eligieron el 25 de noviembre como Día
Internacional por la No Violencia contra las Mujeres y a partir de 1999 las Naciones
Unidas se sumó a tal reconocimiento para visibilizar la seriedad del problema e instar a
los países miembros a diseñar estrategias de atención e intervención para su
disminución. Quizá tres décadas no son suficientes para lograr erradicar la violencia
contra las mujeres y se entiende cuando se identifican las determinantes que intervienen
en el problema, por ello es oportuno preguntar, la violencia contra las mujeres, ¿es
construcción social o individual? Pareciera obvio decir que ambas, sin embargo,
encontramos en la literatura, en la serie de eventos públicos y en los cursos de
capacitación a funcionarios públicos, una significativa psicologización y medicalización
del problema de la violencia, que la construye más como un problema patológico, que
individualiza las conductas violentas y las consideran "enfermedad mental o trastornos
de la personalidad". Mi objetivo en estas líneas es señalar la centralidad del contenido
sociocultural y político en la generación de la violencia, que sin desdeñar los aportes de
la psicología, la medicina y la epidemiología, amplían estos abordajes reduccionistas
del problema.
Implementar un abordaje sociocultural y político, en el estudio, prevención y atención
de la violencia de género, permite desafiar y desmantelar las estructuras de poder y
privilegios de los hombres y de las instituciones y poner fin al permiso cultural y social
hacia los actos de violencia. Un reconocido sociólogo francés cuestiona ¿cómo es
posible que el mundo como lo conocemos sea respetado, y más sorprendente aún, que el
orden establecido, con sus relaciones de dominación, sus derechos y sus atropellos, sus
privilegios y sus injusticias, SE PERPETUEN, con tanta facilidad, condiciones que
pueden aparecer tan a menudo inalterables, por no decir naturales como la dominación
masculina? ¿Cómo permanece sin variación más allá de todos los cambios visibles en la
condición femenina? Bourdieu (2003), señala que “sólo una acción política que tome en
consideración todos los efectos de dominación que se ejercen a través de la complicidad
objetiva entre las estructuras asimiladas y las estructuras de las grandes instituciones…y
donde se reproduce no sólo el orden masculino, sino todo el orden social…podrá
contribuir a la extinción progresiva de la dominación masculina”.
La incorporación del elemento sociocultural y político en el estudio y atención de la
violencia, permitiría deconstruir los mecanismos que reproducen el poder en las
relaciones de género, respondiendo a preguntas como ¿Por qué siendo la violencia
familiar, sexual y de género un fenómeno colectivo, sigue prevaleciendo la percepción
de ser un problema privado, doméstico o patológico? ¿Por qué razón la violencia
familiar, sexual y de género no cuenta con el mismo peso político que otros problemas
globales que han contado con un tratamiento de política de Estado? ¿Por qué si la
violencia familiar cuenta con un origen, causas y repercusiones sociales, su abordaje
desde las políticas públicas ha estado circunscrito prioritariamente a metodologías de
corte individualista, psicologista e intimista? Tenemos que reconocer que sin la
voluntad política, la inversión en educación y la visibilización del problema, no
disminuirá el problema; en una gran cantidad de acciones de atención se atacan los
efectos, pero no las causas. Hay que combatir la percepción de que la violencia familiar,
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sexual y de género es un problema privado, del ámbito doméstico y de relaciones
patológicas, cuando tiene profundas raíces en lo sociocultural y en su manejo político.
* Socióloga, Profra.-Investigadora del Programa Salud y Sociedad, El Colegio de
Sonora, [email protected]
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